Peter DEMETER

Peter Demeter ordenó el asesinato de su esposa Christine en 1973.

Peter Demeter

Peter Demeter, declarado culpable en el asesinato de su esposa hace 10 años, se mete en su coche en Peterborough, donde pasa parte de su tiempo en un centro de rehabilitación.

Peter Demeter tenía un aire de patricio que suscitaba un inmediato antagonismo por parte de los detectives de alta graduación, cuyas sospechas se despertaron desde el inicio de la investigación. También les dejó estupefactos su morboso sentido del humor. Ante el espectáculo de la mujer asesinada solo se le ocurrió comentar: «Nunca hasta ahora me había dado cuenta de que Chistine tenía tanto cerebro».

La casa del crimen. Demeter representaba el papel de un marido rico dispuesto a dar a su mujer toda clase de lujos. Pero su mejor amigo declaró que bajo aquella apariencia de esposo trabajador, se escondía un hombre que tramaba el asesinato de su esposa, la madre de su hija.

La policía y los investigadores inspeccionan la casa de Peter Demeter por el tercer incendio acaecido en ocho días.

Demeter asiste al funeral de su esposa. Alrededor del 20 de julio de 1973 llegaron a oídos de la policía ciertos rumores siniestros sobre una serie de conversaciones mantenidas entre Peter Demeter y un compatriota húngaro llamado Csaba Szilagyi. Los dos hombres se habían conocido en Austria, donde Demeter se erigió en protector del joven y le ayudó a emigrar a Canadá. Bajo las presiones de la policía, Csaba Szilagyi accedió a volverse en contra de su amigo para ayudarles a atraparle. Por eso. cuando vio a Peter en el funeral de su esposa, el húngaro llevaba ocultos un micrófono y un transmisor sujeto en la cadera.

Christine Ferrari, una modelo europea de 33 años.

Christine Ferrari yacía tendida boca abajo en medio del garaje y de su cabeza salían dos grandes regueros de sangre. Varias heridas profundas infligidas en el cráneo le habían provocado la muerte. Las características de las lesiones y su alcance hacían improbable que el fallecimiento fuera consecuencia de un suicidio o un accidente. Aunque no existía rastro de arma alguna, parecía que a la víctima la habían golpeado con un instrumento romo y contundente. Las manchas encontradas en el coche de Peter Demeter así lo indicaban.