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Edwin David Sims
- Clasificación: Homicida
- Características: Mutilación
- Númeero de víctimas: 2
- Fecha del crimen: 10 de septiembre de 1961
- Lugar: Gravesend, Inglaterra, Gran Bretaña
- Estado: Fue condenado a 21 años de prisión el 29 de noviembre 1961 tras considerado culpable de homicidio no premeditado con responsabilidad disminuida
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Eduardo Arturo Vázquez
- Clasificación: Asesino
- Características: Parricidio - Baterista de la banda de rock argentina Callejeros
- Númeero de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 10 de febrero de 2010
- Lugar: Buenos Aires, Argentina
- Estado: Fue condenado a 18 años de prisión el 14 de junio de 2012. La sentencia fue revisada el 19 de septiembre de 2013 por la Cámara de Casación, la cuál impuso una pena de prisión perpetua
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José María Miculax Bux
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Pederasta - Violador
- Númeero de víctimas: 15
- Fecha del crimen: Enero - Abril 1946
- Lugar: Varias, Guatemala
- Estado: Ejecutado por fusilamiento el 18 de julio de 1946

El millonario y filántropo norteamericano Sir Harry Oakes.

Sir Harry Oakes posa con un periódico bajo el brazo mientras sostiene sus gafas entre las manos en una fotografía tomada a principios de 1940. En julio de 1943, Oakes fue asesinado en su casa de Nassau, un crimen que sigue sin resolverse.

Sir Harry Oakes con su esposa, la señora Eunice McIntyre, en una fotografía tomada alrededor de 1940.

Sir Harry Oakes con su hija Nancy, en Florida, alrededor de 1940.

La vida de Sir Harry Oakes siempre estuvo dominada por una única pasión, el oro. En este sentido, se cumplieron todos sus sueños.

Tras dedicar casi veinte años a la búsqueda de oro por diversos países, finalmente encontró su premio en un yacimiento de Canadá. En las orillas del lago Kirkland, Oakes encontró oro. Casi de la noche a la mañana se vio transformado de un vagabundo en un hombre que valía más de trescientos mil dólares. Entonces vendió sus derechos sobre la mina y se embolsó el dinero. Fotografía tomada en 1941.

A Harry le gustaba ser el ciudadano canadiense más rico, pero no pagar los impuestos. Esto le deprimía tanto que enfermó, y estando convaleciente en Palm Beach, un promotor, Harold Christie, le convenció de que vendiera su casa y se instalara en las Bahamas, donde no tendría que pagar impuestos.

Los años de privaciones habían terminado y el buscador de oro que finalmente consiguió triunfar se convirtió en un Jekyll y Hyde, siendo generoso con su familia y con los amigos que le habían ayudado, pero cruelmente vengativo con aquellos que se cruzaron en el camino. Fotografía tomada alrededor de 1940.

La mansión de dos pisos de Sir Harry Oakes en Westbourne, Nassau (Bahamas). Anteriormente, la vivienda había pertenecido a la célebre artista americana Maxine Elliott. Tenía veintidós dormitorios.

Sir Harry Oakes alrededor de 1940. Según se cuenta, el protagonista del drama que tuvo en vilo a Nassau y acaparó la atención de los lectores de periódicos de todo el mundo, era un hombre de temperamento belicoso que tenía más enemigos por pie cuadrado del territorio de las Bahamas que ningún otro habitante de las islas.

En el dormitorio donde habían cometido el crimen había un biombo plegable de cinco paneles que sir Harry utilizaba frecuentemente para protegerse de las corrientes de aire. La noche en que le asesinaron le había dado el mismo empleo. El biombo, hecho de papel con un dibujo de flores, aparecía manchado por el humo del fuego que hubo en el cuarto. Al parecer, también contenía la huella digital del sospechoso.

Escenario del crimen: la cama donde fue encontrado el cadáver de Sir Harry Oakes. La noche que se cometió el asesinato, en la casa no había ningún criado. La única otra persona que se encontraba en ella era uno de los más íntimos amigos de sir Harry, Harold Christie, una de las autoridades supremas de Nassau y uno de los ciudadanos más ricos y conocidos de la isla.

Sir Harry estaba tendido cara al cielo sobre la cama. Detrás de la oreja izquierda presentaba cuatro heridas de forma triangular y de media pulgada por su parte más ancha. Todas las heridas tenían más de un cuarto de pulgada de profundidad. El cuerpo había sufrido los efectos de una llama intensa, especialmente alrededor de los ojos y en la región genital. El asesino o asesinos colocaron un ventilador a los pies de la cama probablemente con la intención de expandir las llamas. Finalmente rasgaron la almohada y esparcieron las plumas sobre el cadáver.