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Adelaide Bartlett
- Clasificación: ¿Asesina?
- Características: Envenenadora - Parricida
- Númeero de víctimas: ¿1?
- Fecha del crimen: 1 de enero de 1886
- Lugar: Londres, Inglaterra, Gran Bretaña
- Estado: Fue absuelta el 17 de abril de 1886
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Mónica Juanatey Fernández
- Clasificación: Asesina
- Características: Parricida - Abandonó el cuerpo en un monte dentro de una maleta
- Númeero de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 10 de julio de 2008
- Lugar: Menorca, Baleares, España
- Estado: Condenada a 20 años de prisión el 31 de octubre de 2012
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Arthur Shawcross
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: ¿Canibalismo? - Mutilación
- Númeero de víctimas: 13
- Fecha del crimen: 1972 / 1988 - 1990
- Lugar: Rochester, Estados Unidos (Nueva York)
- Estado: Condenado a 250 años de prisión en 1991
Historia clínica de David Baxter Noyes
Dr. José Antonio García Andrade
David Baxter nació en San Luis del Missouri (U.S.A.), de estado civil soltero.
El padre, Richard de 69 años, jubilado, «muy buen padre», han y trabajado juntos. La madre, Bernile de 64 o 65 años, enferma cardiaca, «muy comprensiva» y afectuosa. Tiene un hermano de 41 años, arquitecto, casado v una hermana, Barbara de 40, bioquímica, casada.
Tuvo una infancia feliz de la que no le queda nada que pueda recordar con disgusto. De niño recibió mucha atención. Los hermanos mayores. Kirk y Barbara le llevaban diez años o más bien once de diferencia, es como si tuviera «dos juegos de padres»
No tenía juguetes nuevos pero tenía los de sus dos hermanos, por partida doble y tanto de niño como de niña.
Durante su segunda infancia, en un periodo que sitúa confusamente de los 7 a los 9 años, sufrió tres desmayos, lo que dio lugar a breves periodos de hospitalización y de pruebas analíticas que no arrojaron ningún hallazgo patológico. A los 10 años de edad le extirparon las amígdalas por padecimiento de garganta.
A los 16 años tuvo su primera experiencia sexual normal con una mujer.
«Hace un año le invadían ya los pensamientos de llevar a cabo prácticas sádicas, influenciado quizá por las revistas al uso, que no hacen daño pero excitan. El ha practicado el sexo normal, pero ha hablado del tema (sadismo) con las mujeres».
David Baxter Noyes, aparentemente normal y equilibrado, con una buena situación social y profesional, llega a la capital de España en misión de trabajo el día 1 de marzo de 1987.
No es bebedor habitual, «no tiene por costumbre embriagarse habiéndose excedido en contadas ocasiones de forma moderada».
No tiene antecedentes penales en nuestro país, tan sólo un antecedente en el suyo, por conducir en estado de embriaguez el año pasado.
Al día siguiente de su llegada a España y sin haberse hecho todavía al cambio horario, cansado por el largo viaje transatlántico, comienza a beber con unos compatriotas suyos a partir de las diez de la noche, sangría, cerveza y una copa de pacharán, distribuyendo la ingesta alcohólica a lo largo de tres o cuatro horas, aproximadamente hasta la una o las dos de la noche del día tres de marzo, según dice.
A las 11,53 horas del día 3 de marzo tiene una cifra de alcoholemia de 0,52 gramos por mil. Esta cifra no es cifra de embriaguez, tiene un valor testimonial. Han trascurrido ya varias horas desde que le detiene la policía y otras tantas quizá desde que ocurrieron los hechos e indica que puede ser cierto que en la noche anterior podía haber bebido.
David Baxter Noyes conoce bien los efectos que el alcohol le produce, «cuando bebe por lo que le da es por ponerse pasivo, nunca escandaliza ni alborota». A pesar de estar embriagado no perdió la consciencia y tenia seguridad motora y así dice: «en ningún momento perdía sus facultades ni el conocimiento, pudiendo caminar, hablar y pensar».
Sus compañeros coinciden, más o menos, en afirmar que tiene los ojos brillantes, el habla pastosa, el paso vacilante y hacía mucho ruido, cantando, riendo y hablando».
A tenor de lo que estos últimos dicen, el alcohol le produjo más efectos de lo que él esperaba o conocía de otras veces y tiene razón cuando más adelante dice que «estaba más borracho de lo que pensaba y que no está seguro de que hubiera sido consciente en todos sus actos».
La parafernalia sadiana que como ajuar llevaba, los instrumentos, navajas, objetos de cuero y herretes de la maleta dice no haberlos utilizado nunca, o considerarlos como juguetes, o incluso para dar más placer a la mujer, de la que se siente más que nada servidor, pues masájeár es un servicio que cuando se hace bien como él lo hace es un buen servicio.
Refiere no recordar bien los hechos, aunque sí discutió con la prostituta que había contratado por cuestiones de dinero, pero le sorprenden los hechos por no considerarse capaz de un hecho así, que atribuye al alcohol al cansancio y al cambio horario que aún no había logrado integrar.
El ruido que produjo la víctima al ser arrojada desde la ventana de la habitación alertó al Hotel donde se hospedaba, y fue detenido por la policía , ya que la prostituta estaba en la vertical de caída de su ventana.
Antes de la precipitación, David Baxter Noyes había amputado los pezones de la víctima que arrojó por el sistema de fontanería del hotel donde posteriormente se hallaron. A ello había añadido un corte que iba desde el clítoris a la apófidis xifoides del esternón, logrando matar previamente a la víctima pisándole el cuello.
Hay que destacar que en el material absorbente vaginal de la víctima no se observaron espermatozoides, resultando negativo el test de las fosfatasas ácidas.
Vaya también por delante que David Baxter Noyes dijo que no tuvo ninguna relación sexual esa noche.
De ello a dar la razón a los que dicen que la esencia del sadomasoquismo está en la sustitución del coito por el dolor y la agresión, no hay más que un paso. De ahí se pasa ya a admitir que el sadismo, al igual que el masoquismo, son frecuentemente el último recurso de personas que se acercan a la impotencia, añadiéndose que se trata de la unión anónima entre dos desconocidos, anonimato que es precisamente uno de los principales ingredientes de la perversión.
En la exploración, se trata de un hombre joven, en buen estado de nutrición, con buena coloración de piel y mucosas, de constitución atlética, de rostro aniñado y correcto. Normosómico y normosomático. De porte aseado, ostenta las buenas formas sociales que comporta la buena educación que ha recibido.
Sus respuestas son dadas, las más de las veces, de una manera cautelosa o dubitativo, como queriendo buscar siempre una seguridad de la que parece no andar sobrado.
Labilidad vasomotora, ruborizándose ostensiblemente cuando las preguntas revisten la escabrosidad del sexo, lo que un a su aniñado rostro, nos hace verle aún más tímido y avergonzado de lo que en realidad es, si cabe.
Armonioso y aquiescente en lo gestual es inspirador de la mayor de las confianzas, y así se la inspiraría a su acompañante, exhalando además, y para colmo, un cierto tufo de cuidado y de afeminamiento.
Exquisito y correcto en todo momento y a lo largo de la entrevista dialogada , condesciende a que descendamos al antro profundo de su personalidad, ante cuya cualquier sordidez se niega a reconocerla o a dar su consentimiento, diciendo: «esto ya lo he dicho antes; ya se me ha preguntado, y no hay nada más que decir sobre ello».
El raport queda bien establecido y la empatía y la sintonización con él son perfectas y adecuadas, en demasía, a las circunstancias, si no fuera por algo paradójico, que todo el mundo advierte, que a nadie le pasa desapercibido, una mímica sonriente, un tanto estúpida.
Llama también la atención su distanciamiento de los hechos, su indiferencia afectiva, su falta de conmiseración hacia la víctima, su falta de piedad y su frialdad de sentimientos cuando al hablar de ella se trata y la ausencia de trastornos de conciencia, inteligencia y pensamiento, careciendo en todo momento de ternura, lo que es habitual en los delincuentes sexuales y en general en todo sexópata.
No tiene conciencia de padecer enfermedad física ni psíquica.
El electroencefalograma muestra un trazado dentro de la normalidad, con ritmo alfa subdominante.
Durante la entrevista, y al referirse a sus amantes, manifiesta que algunas de ellas dicen que «sé hacer un buen masaje de espalda» (sonríe satisfecho)
Aunque en todo momento David Baxter Noyes huye del lenguaje pornográfico u obsceno y mucho más del llamado «estilo anatómico», que, aunque claro y contundente, puede resultar ofensivo al pudor.
Es posible aplicar los hechos sórdidos acaecidos al descorrer el velo de los mitos del inconsciente colectivo, siguiendo a Jung.
El pisar el cuello de un ser viviente, mientras se debate retorcida entre los espasmos de la agonía, es uno de los actos más salvajes y brutales que se pueden dar. Cuando pisa a su víctima está pisando a su Super Ego, está pisando al pecado. Es el mito del dragón, aunque como dragón haya escogido a una pobre e indefensa mujer.
La extirpación de los pezones seria el mito del martirio de Santa Ágata, despojada de ellos por sendas tenazas según Sebastián del Biombo, tenazas que tanto nos recuerdan las pinzas con cadena encontradas en el equipaje de D.B.N.
De los pezones se apodera en una suerte de impulso pregenital, en forma de sadismo oral de voracidad instintiva, con fines de incorporación y apoderamiento.
Mientras que el cadáver lo arroja por la ventana, los pezones los tira a las cañerias.
Es una versión, en hotel de 5 estrellas, de un canibalismo sadiano y metafórico. Al que se añade la castración de la prostituta amputándola el clítoris en su raíz y expansión abdominal. Su frialdad hacia la víctima se explica por su narcisismo y su egolatría, porque sólo cuenta él y los demás no importan.
La risa obsesiva, que presenta cuando se habla de la víctima, es una expresión de reaseguramiento de carácter mucho más general contra la angustia producida por la noticia o por la conversación sobre los hechos, como diciendo, aunque sea inconscientemente, «la que murió fue la otra, no fui yo», subrayando así el propio «triunfo».
David Baxter Noyes, como resumen de todo lo dicho, en su aspecto sexual, tiene unas connotaciones o resonancias sádicas, como manifestaciones de un desarrollo de la personalidad más o menos distorsionada.
El acusado había tenido coqueteos con las prácticas sado-masociuistas. coqueteos que van des e las conversaciones mantenidas sobre el tema con anterioridad con determinadas mujeres, hasta la adquisición de los adminículos que portaba; pero todo ello no había pasado de una etapa, digamos que «lúdíca», de «broma», de exhibicionismo o de simple amenaza, excitante o gratificaste, aun cuando existe la sospecha de posibles actos sádicos en su país de origen.
Y es que de algo le tenía que servir a David Baxter Noyes la buena educación recibida, su buen nivel de inteligencia, sus buenas formas sociales, su buen nivel profesional, el alto estanding de su San Luis de Missouri con piscina y cuadrado de arena para jugar y el tenerlo todo duplicado; pues desde los juguetes hasta los mismos padres los tenía por partida doble, Richard y Bernile los padres reales, siempre tan amantes, cariñosos y comprensivos, nunca punitivos y sí razonadores, y los hermanos mayores Barbara y Kirk; dos auténticos «juegos de padres», como el dice acertadamente.
De algo le tenía que servir todo eso, aunque sólo fuera para soterrar sus tendencias e instintos, manteniendo una personalidad exquisita, armoniosa y amable.
Y tenía que darse el caso de que llegara el cúmulo de circunstancias negativas, tantas veces enumeradas: el estrés, el cansancio, el cambio de horas, el cambio de ritmo nictemeral, la barrera del idioma, pero, sobre todo, la ingesta e intoxicación etílica, para que de una manera súbita, descontrolada e inesperada afloraran las tendencias agresivas y sádicas que dieron lugar a los hechos.
Aunque aquí no se ha cometido un crimen como puede ocurrir en la intoxicación etílica, la víctima no ha sido eliminada accidentalmente o para suprimir un testimonio. La extirpación de los pezones y de las areolas mamarias, la incisión medioabdominal con afectación también del clítoris, ligan el homicidio a la voluptuosidad. Se trata de un crimen unido al sexo. Es un crimen lúbrico en el más puro estilo de la monumental casuística especializada y propia de un Krafft-Ebing.
Durante la vista oral se mantuvo la tesis de estar la conciencia estrechada, la voluntad impulsivamente dirigida por los instintos y tendencias, que disminuían su futurización y las consecuencias de sus actos, si bien a ello se añadía que dado el riesgo que para un sujeto así, supone la ingestión alcohólica, se resaltaba que la peligrosidad de David Baxter Noyes aumentaba en razón directa a la disminución de su imputabilidad.