Catherine HAYES

Catherine Hayes fue responsable de la muerte de su marido, John Hayes, en Londres, el 2 de marzo de 1726. Catherine convenció a dos conocidos de su esposo para que le ayudaran a cometer el asesinato. Aparentemente, Mrs. Hayes tenía razones suficientes para odiar a su marido; la principal de ellas radicaba en que éste era un librepensador.

Catherine Hayes mató y desmembró a su marido con la ayuda de Thomas Woods y Thomas Billings. Tras ser capturados, los tres fueron condenados a muerte. El crimen de Mrs. Hayes y sus secuaces es uno de los primeros casos de descuartizamiento de un cadáver sucedido en Gran Bretaña.

En cuanto su esposo se hubo dormido, la señora Hayes les dijo a sus cómplices que había llegado el momento de ejecutar el plan, ya que ahora no debían temer resistencia alguna por parte de su esposo. Después del brutal asesinato, el trío decidió el destino macabro del cadáver.

Los asesinos pasaron a discutir cuál sería la mejor manera de deshacerse del cadáver e impedir que fuese encontrado. La señora Hayes propuso cortarle la cabeza, pues si el cuerpo era encontrado entero resultaría fácil identificarle. Los villanos estuvieron de acuerdo con su proposición, de modo que trajeron un cubo, encendieron una vela y entraron en la habitación.

El 2 de marzo de 1726 un vigilante halló en una de las orillas del Támesis una cabeza humana. La cabeza fue llevada al patio de la iglesia de St. Margaret y depositada sobre una lápida, pero estaba tan cubierta de sangre y suciedad que los clérigos ordenaron limpiarla, después de lo cual se la colocó en lo alto de un poste donde pudiera ser vista por los transeúntes, con la esperanza de que ello permitiera averiguar a quién había pertenecido.

Catherine Hayes había sido sentenciada a morir en la hoguera después de ser estrangulada, pero el verdugo no terminó su trabajo y la condenada fue quemada viva. Esta ley continuó en vigor hasta 1793; la última mujer que murió con arreglo a ella fue Phoebe Harris, en 1788.