
El Asesino Otaku
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Canibalismo - Necrofilia - Mutilación
- Número de víctimas: 4
- Fecha del crimen: 1988 - 1989
- Fecha de detención: 23 de julio de 1989
- Fecha de nacimiento: 21 de agosto de 1962
- Perfil de la víctima: Mari Konno, de 4 años / Masami Yoshizawa, de 7 / Erika Namba, de 4 / Ayako Nomoto, de 5
- Método del crimen: Estrangulación
- Lugar: Tokio / Saitama, Japón
- Estado: Condenado a pena de muerte el 14 de abril de 1997. Ejecutado en la horca el 17 de junio de 2008
Índice
Tsutomu Miyazaki
Última actualización: 3 de febrero de 2016
Tsutomu Miyazaki (21 de agosto de 1962 – 17 de junio de 2008), también conocido como El Asesino de la Niña Pequeña, Drácula y El Asesino Otaku, fue un asesino en serie japonés. Entre agosto de 1988 y junio de 1989, Miyazaki secuestró y asesinó a cuatro niñas de entre cuatro y siete años de edad. Sus crímenes involucraron comportamientos patológicos como abuso sexual, antropofagia, necrofilia, canibalismo y preservación de partes de cadáveres como trofeo.
Trasfondo
Miyazaki nació un 21 de agosto de 1962 en el Distrito de Nishitam, en Tokio. Su nacimiento prematuro le dejó con una deformidad en ambas manos, las cuales tenía fundidas con las muñecas, haciéndole necesario mover todo un antebrazo para poder rotar una mano. A la edad de 5 años, comenzó a sufrir bullying por parte de sus compañeros, quienes se burlaban de sus manos, por lo cual se aisló desde la Escuela Elemental de Itsukaichi.
Según compañeros y profesores de Miyazaki, era un chico tranquilo, solitario e incapaz de hacer amigos. Solía escribir ensayos en donde expresaba sus deseos de llevar una vida normal. Sin embargo, siempre terminaba por echar la culpa a sus manos el no poder llevar tal vida. Finalmente, se refugió en las historietas y en el manga, al que leía casi compulsivamente hasta altas horas de la noche.
Miyazaki era un joven inteligente y llegó a alcanzar la calificación más alta entre los niños que dieron el examen de ingreso a la Escuela Secundaria Meidai Nakano. Por tres años, dedicó dos horas diarias al estudio. Sin embargo, posteriormente, sus calificaciones comenzaron a caer y su interés en el estudio decayó, por lo que en vez de dedicarse a estudiar se avocó a dibujar cómics.
Debido a su alto conocimiento del idioma inglés, planeaba ingresar a la Universidad de Meiji, pero tras dar su ingreso, quedó entre los últimos puestos de postulantes, por lo que desistió de la Universidad y comenzó a estudiar fotografía para luego graduarse, en 1983, como técnico en fotografía. Esto le garantizó el ingreso a una imprenta de un conocido de su padre.
A mediados de la década de 1980, Miyazaki se mudó a la casa de sus padres y compartió una habitación con su hermana mayor, cerca de la imprenta de su padre. La familia de Miyazaki era muy influyente en Itsukaichi, y su padre era dueño de un periódico de distribución local.
Sin embargo, el estatus de su familia no influyó mucho en Miyazaki quien parecía precipitarse dentro de sus problemas y fantasías, que ya habitaban en él. Poco después, Miyazaki recibió de regalo un coche. Al ser arrestado, dijo que sus padres reemplazaban el amor por cosas materiales y que ellos «no hubieran escuchado sus problemas, lo habrían ignorado». También confesó que en esa época comenzó a contemplar la idea del suicidio.
En cuanto a sus relaciones familiares, sus dos hermanas menores lo rechazaban, mientras que su abuelo Shokichi era el único que parecía poner interés en él. Al mismo tiempo, su sexualidad comenzaba a florecer. Evitaba el contacto con mujeres de su edad porque se sentía «sexualmente inferior». De acuerdo a un compañero de secundaria, Miyazaki padecía de un complejo de pene pequeño que le impedía entablar una relación con una mujer adulta.
Sin embargo, su apetito sexual era elevado, a tal punto, que aprovechaba los partidos de tenis de la Universidad para fotografiar las entrepiernas de las jugadoras para utilizar luego dichas fotografías con fines meramente onanistas. En 1984, cansado de consumir pornografía para adultos, comenzó a consumir pornografía infantil.
En mayo de 1988, un hecho trascendental ocurriría en la vida de Miyazaki. Su abuelo, la única persona con quien él sentía afinidad, falleció. Luego de ser cremado, Miyazaki consumió parte de las cenizas en un impulso por «retener una parte de él» consigo.
La muerte de su abuelo también lo alejó de su familia. En un incidente, una de sus hermanas menores lo atrapó espiándola en la ducha por lo que le gritó para que se fuera. Miyazaki, en cambio, montó en cólera y la atacó, tomándola del cabello y golpeándole la cabeza contra la pared del baño. También agredió a su madre, quien cuando se enteró del incidente le reclamó que pasara más tiempo trabajando que con sus vídeos.
Su vida como asesino en serie
En la tarde del 22 de agosto de 1988, Mary Konno, de cuatro años de edad desapareció luego de salir a jugar con una amiga. Tras no encontrarla, su padre la reportó como desaparecida a la Policía de Saitama. Mary Konno había sido engañada por Miyazaki, quién le ofreció un paseo en su Nissan Langley negro.
Miyazaki condujo hacia el oeste de Tokio y detuvo el coche debajo de un puente, en un sendero boscoso. Allí, Miyazaki se sentó junto a la niña por media hora antes de asesinarla. Tras cometer el crimen, desnudó el cuerpo y abuso sexualmente de él. Luego, tomó las ropas de la niña y regresó a su coche.
El 3 de octubre de 1988, Miyazaki conducía con su coche por una carretera de la Prefectura de Saitama cuando se topó con Masami Yoshizawa, de 7 años de edad. Luego de convencer a la niña para dar un paseo, Miyazaki condujo a la misma zona boscosa donde había asesinado a Mary Konno. Allí, y en un arrebato asesino, atacó por detrás a la niña y la asesinó. Nuevamente, abusó sexualmente del cuerpo, tomó las ropas y se escapó en su coche.
La Policía lanzó una búsqueda masiva para encontrarla al tiempo que por altavoces alertaba a los padres de mantener controlados a sus hijos. Sin embargo, la búsqueda fue infructuosa, y ni el cuerpo de Mary Konno ni el de Masami Yoshizawa fueron encontrados.
El 12 de diciembre de 1988, Miyazaki asesinó nuevamente; esta vez a una niña de cuatro años de edad de Kawagoe. La niña era Erika Namba, quien regresaba de la casa de un amigo cuando Miyazaki la secuestró, obligándola a subir al coche. Éste condujo hasta un aparcamiento en Naguri. Allí, colocó a la niña en el asiento posterior del vehículo y la obligó a desnudarse, tras lo que le tomó fotografías. Tras casi ser visto por un auto que pasó por al lado de su coche, Miyazaki asesinó a la niña. Luego, ató al cadáver de pies y manos, lo envolvió en una sábana y lo colocó en el baúl del coche. Se deshizo de las ropas en un bosque cercano y colocó el cuerpo de la niña en una zona boscosa cerca del aparcamiento.
Al día siguiente, el cuerpo de la niña fue encontrado y quinientos policías exploraron el bosque en busca de más pruebas. También, la policía supo que tanto la familia de Mary Konno como de Erika Namba habían estado recibiendo llamadas extrañas en el teléfono así como cartas que hacían alusión al asesinato de las niñas.
El 6 de febrero de 1989, el padre de Mary Konno encontró una caja en la puerta de su casa con restos cremados de la niña así como prendas de ropa junto a un escrito que decía: «Mary. Huesos. Cremación. Investigar. Probar». Días después, el 11 de febrero, la policía recibió una carta de tres páginas en las que un tal «Yoko Imada» confesaba el crimen de Mary Konno. También se burlaba de la Policía y de las esperanzas que tenían los padres de la pequeña de encontrarla con vida. Miyazaki seguiría perturbando a los padres de Konno por mucho más tiempo.
En el verano de 1989, Miyazaki volvió a cometer un delito, esta vez convenció a una niña de bajarse las bragas para poder fotografiarla, pero cuando estaba en el proceso de tomar las fotografías, unos vecinos fueron alertados y persiguieron a Miyazaki, quien logró escapar.
Sin embargo, su apetito sexual lo obligaría a volver el día 6 de junio de 1989 en un parque de Ariake cerca de la bahía de Tokio. Allí encontró a Ayako Nomoto de cinco años de edad, a quien convenció de dejarse tomar fotografías. Luego la convenció de subirse a su coche. Condujo unos ochocientos metros y aparcó el coche, donde asesinó a la niña. Luego envolvió el cuerpo en una sábana y lo colocó en el maletero del coche.
Miyazaki llevó el cuerpo a su apartamento, donde luego de comprar una cámara nueva, fotografió al cuerpo de la niña en diferentes posiciones. También tomó filmaciones del mismo mientras se masturbaba. Miyazaki pasaría los próximos dos días con el cuerpo practicando necrofilia y filmando, así como tomando fotografías.
Cuando el olor se hizo insoportable, Miyazaki decapitó el cuerpo, le cortó las manos y el torso. Abandonó el torso en un cementerio y la cabeza en una pradera mientras que conservó las manos, bebiendo la sangre y comiendo parte de una de ellas. Temiendo que la policía encontrara los restos, dos semanas después del crimen, Miyazaki volvió a recoger los restos, los cuáles llevó a su habitación, donde los escondió hasta que decidió quemar todo rastro. Desde las ropas hasta el mismo cadáver.
La policía, sin embargo, encontró el torso en el cementerio y lanzó una cacería humana por el asesino. Miyazaki se vio frustrado, pero su compulsión lo llevaría a intentar nuevamente y finalmente a su detención.
Arresto
El 23 de julio de 1989, Miyazaki conducía por Hachioji cuando vio a dos hermanas jugando. Detuvo el coche y les ofreció tomarles unas fotografías. La hermana mayor corrió asustada y fue en busca de su padre. Mientras tanto, Miyazaki desnudaba y fotografiaba a la niña más pequeña. Cuando el padre de las niñas llegó al lugar, Miyazaki intentaba insertar un lente de contacto dentro de la vagina de la pequeña. El hombre logró alcanzar a Miyazaki y lo tiró al suelo, pero éste logró escapar, aunque sin el coche. Al regresar más tarde para recuperarlo, agentes de policía lo esperaban. Miyazaki fue detenido bajo el cargo de «obligar a una menor a cometer actos indecentes».
Diecisiete días luego de su arresto en 1989, Miyazaki confesó el asesinato de Ayako Nomoto, cuyo cráneo fue hallado al día siguiente. También confesó el asesinato de Erika Namba y de Mary Konno. Posteriormente, el 6 de septiembre de 1989, los restos de Masami Yoshizawa fueron encontrados en una zona boscosa de Itsukaichi.
Luego del arresto, la policía allanó su apartamento, donde encontraron más de 6.000 cintas de vídeo, entre los que se encontraban aquellos en los que Miyazaki filmaba a sus víctimas. Pero la gran mayoría de los vídeos eran de anime violento y del género gore como la serie Guinea Pig.
Debido a su gusto por el Manga y el Anime y también ocasionado por la cobertura de los medios de comunicación referentes al tema, Miyazaki recibió el apodo de El asesino Otaku, lo cual causó un pánico moral entre la población estigmatizando a los fanáticos del manga y del anime con ello y a la cultura Otaku la cual ya estaba bastante estigmatizada entre la sociedad japonesa.
Debido a ello, en el libro de Eiji Otsuka, el cual habla acerca de los crímenes de Miyazaki, Otsuka alega que el material de pornografía infantil encontrado en la casa de Miyazaki obedecía a que el asesino conseguía dicho material por medio de un colega fotógrafo por medio de una red ilegal para poder así alimentar su perversión.
Después del encarcelamiento de su hijo, el padre de Miyazaki, quien se rehusó a pagar la defensa legal, se suicidó arrojándose al torrente de un río en 1994. Tiempo después, el propio Miyazaki envió una carta a un periódico local donde decía que con el suicidio de su padre se sentía «como nuevo».
Encarcelamiento, juicio y ejecución
Durante la década de 1990, Miyazaki permaneció encarcelado mientras que la Prefectura de Saitama encargó su evaluación a una batería de psiquiatras, llegando a la conclusión en 1997 por un equipo de psiquiatras de la Universidad de Tokio de que Miyazaki sufría un desorden de personalidad múltiple y una esquizofrenia extrema, aunque se mantenía enterado de la gravedad y consecuencia de sus crímenes, y por tanto responsable por ellos.
Miyazaki fue sentenciado a pena de muerte en la horca poco después de su captura, transcurriendo más de quince años antes de la aplicación de la pena. Durante su encarcelamiento, intentó reducir su condena a cadena perpetua, siendo todos los intentos infructuosos. También luchó porque se le aplicase la inyección letal en vez de la horca, a la cual Miyazaki le temía profundamente. Transcurrió sus años en prisión leyendo cómics, manga y mirando anime en el pequeño televisor de su celda. El 17 de enero de 2006, la Suprema Corte de Justicia mantuvo la sentencia original.
El 17 de junio de 2008, Miyazaki fue ejecutado. Se dice que su ejecución fue en respuesta a la masacre de Akihabara.
Víctimas
- Mari Konno (今野真理 Kon’no Mari) – Cuatro años de edad.
- Masami Yoshizawa (吉沢正美 Yoshizawa Masami) – Siete años de edad.
- Erika Namba (難波絵梨香 Namba Erika) – Cuatro años de edad.
- Ayako Nomoto (野本綾子 Nomoto Ayako) – Cinco años de edad.
Tsutomu Miyazaki – «El Asesino Otaku»
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22 de mayo de 2014
Japón es uno de los países con los más bajos índices de violencia a nivel mundial. Los asesinos en serie o los crímenes violentos son algo muy raro en su sociedad y, sin embargo, no son menos atroces que los que se pueden observar en los Estados Unidos.
Muchas son las críticas que ha recibido la industria japonesa (principalmente la relacionada con la producción de Anime, Manga, videojuegos y películas), debido a su elevado contenido sexual y violento, siendo objeto de debates y censura en algunos países más conservadores, sobre todo porque este material va a parar a las manos de niños y adolescentes de todo el mundo.
Es así como algunos psicólogos y psiquiatras han embestido, con fuerza, en contra de este tipo de influencias, catalogándolas de dañinas y perjudiciales para la mente de los más jóvenes. Sin embargo no todos los especialistas están de acuerdo con esta hipótesis. Muchos creen que este tipo de material, si bien puede resultar crudo o hasta grotesco, no es un elemento que necesariamente inocule una personalidad criminal o peligrosa.
El debate persiste, y muchos se han pronunciado al respecto ¿Es, realmente, un elemento criminógeno este tipo de material? De ser así, y si pensamos que es cierto ¿Por qué esta misma influencia parece ser más fuerte en algunas culturas?
Uno de los casos más populares de Japón, y el cual hace directa mención a lo anteriormente expuesto, es el de Tsutomu Miyazaki, conocido también como «El Asesino Otaku». Probablemente, Miyazaki sea recordado como uno de los más repulsivos asesinos de Japón; pero otro factor que lo hizo mediáticamente conocido fueron sus gustos por el Manga, el Anime y otras películas niponas de gran contenido sexual y violento, a las cuales se las indicó como directa influencia de su retorcido comportamiento.
Tsutomu Miyazaki nació el 21 de agosto de 1962, en el Distrito de Nishitama, Japón. El parto fue complejo, debido a que Tsutomu era un bebé prematuro, llegando a pesar a penas 2,2 kilogramos. Pero los problemas no quedaron allí, pues el pequeño nació con una deformidad en las muñecas que lo marcaría de por vida. Incapaz de doblar las manos hacia arriba, Tsutomu comenzó a notar que era diferente en sus primeros años de escuela, cuando sus compañeros de curso empezaron a burlarse de sus «manos divertidas».
A partir de ese momento, el chico comenzó a ocultar sus manos, pues le avergonzaban. Sus profesores lo calificaban de brillante; pero tímido e introvertido, incapaz de hacer amistades. También recalcaban que cada vez que no podía hacer un trabajo o realizar una tarea, se frustraba enormemente y culpaba a su discapacidad. Esta actitud la mantendría durante toda su vida.
Ya de adolescente, y sin amigos, se refugió en el mundo de los cómics. Podía leerlos durante horas, y él mismo intentó dibujar Manga, algo que le resultaba muy complejo por su condición. Era normal para Tsutomu quedarse hasta altas horas de la noche leyendo Manga o jugando [a] videojuegos, y su pieza estaba repleta de revistas y películas de Anime; pero eso no sería todo. Con los años, comenzó a evitar entrar al baño o los camerinos del colegio, pues algunos compañeros comenzaron a notar que el pene de Tsutomu era muy delgado y pequeño, llegándolo a comparar con un mondadientes.
Así, solo y humillado, el joven desarrolló un tremendo complejo de inferioridad. Jamás pudo compartir sus fantasías, gustos o inquietudes con amigos, por lo que se volvió un sujeto completamente antisocial, encontrando en las películas pornográficas su orientación sexual. El problema es que se aburrió al poco tiempo y comenzó a buscar material cada vez más fuerte y bizarro.
La serie de películas Guinea Pig es famosa dentro del género gore. La primera de estas cintas (Guinea Pig: The Devil’s Experiment, 1985) era tan cruda como polémica, pues en ella se retrataba (de forma muy realista) un video snuff, en el cual unos hombres secuestran y torturan a una chica de forma espantosa.
Causó tanta controversia, que el mismo FBI estuvo investigando sobre si dicha grabación era real o una simple película de bajo presupuesto. Más tarde aparecerían varias secuelas siguiendo la misma idea, todas dirigidas a un público morboso o que buscara impresionarse. Tsutomu logró adquirir varias de estas cintas, con las cuales empezó a experimentar sombrías fantasías sexuales.
Las altísimas calificaciones de Tsutomu en la escuela comenzaron a bajar estrepitosamente. Ya no le motivaba estudiar, pues su interés estaba centrado en las historietas y películas pornográficas violentas. Todos sus compañeros lo recordaron, años después, como un sujeto brillante; pero alienado e incapaz de superar su deformidad.
Una vez que salió del colegio, planeó estudiar Inglés en una Universidad; sin embargo había bajado tanto sus calificaciones, que no pudo ingresar. Años atrás, solía terminar sus semestres con la máxima calificación en todos los ramos; pero luego de desmotivarse, quedó rondando los últimos lugares. Finalmente, decidió estudiar fotografía y, posteriormente, entró a trabajar a una imprenta. Al mismo tiempo, comienza a recolectar pornografía infantil.
Aunque la familia Miyazaki tenía un buen pasar e, incluso, influencia política en el estado, Tsutomu se sentía muy solo. Sus padres era sumamente trabajólicos y trataban de llenar los vacíos familiares con obsequios materiales o dinero. El mismo Tsutomu reconocería, años más tarde, que jamás planteó decirle a sus padres sobre el evidente problema que sufría, pues de seguro no le habrían prestado atención.
Se había convertido en un pedófilo, y su comportamiento se volvería cada vez más errático, pues además poseía un apetito sexual casi inagotable. Ignorado por sus padres y odiado por sus hermanas menores (que lo encontraban repugnante), Tsutomu contempló la idea de quitarse la vida.
Si bien es cierto que Tsutomu era un joven alienado y solitario, había un solo ser humano con el cual conversaba y compartía, y ese era su abuelo. Al parecer, el anciano se sentía atraído por su silencioso nieto y siempre le tendió la mano. Pero este falleció en 1988, provocando un hondo dolor en Tsutomu, quien, con su muerte, vio cómo perdía su último (y único) vínculo con la vida real.
Una vez que se cremó el cuerpo de [del] anciano, Tsutomu consumió parte de sus cenizas, basado en la antigua idea de que el canibalismo implica retener algo de la persona que se ingiere, para sí mismo. Comenzó a mostrarse violento con la familia, y a observar y seguir niñas pequeñas. Tres meses más tarde, cometería su primer asesinato.
El 22 de agosto de 1988, la pequeña Mary Konno de 4 años de edad, desapareció del bloque de departamentos Iruma, en Saitama. Había salido a jugar con una amiga; pero nunca más regresó a casa. Los padres llamaron a la policía, y ésta buscó infructuosamente a la niña. La misma policía dio la alarma para que otros padres estuvieran atentos al cuidado de sus hijos más pequeños.
Tsutomu había estado espiando a Mary durante esa tarde. La invitó a subir a su auto y la niña aceptó sin sospechar del joven. Luego de llevarla a las inmediaciones de un bosque, y alertado porque Mary empezó a sollozar, la estranguló para luego abusar de su cadáver y abandonarlo entre los árboles, no sin antes huir con sus ropas. Lejos de sentir remordimientos, Miyazaki había sentido gran placer. Pensaba repetir su hazaña; pero esta vez lo planearía mucho mejor.
El 3 de octubre de 1988, otra niña de 7 años llamada Misami Yoshizawa caía en las garras de Miyazaki. Siguiendo el mismo modus operandi, Tsutomu engañó a la niña para que se subiera en su coche, la llevó al mismo bosque en donde había asesinado a Mary Konno (cadáver que aun no era encontrado por la policía), y la estranguló. Nuevamente huyó con las ropas de la niña, no sin antes abusar de ella.
Si bien no habían pistas ni rastros de que se hubiese cometido asesinato alguno, la policía de Saitama siguió alertando a la población (incluso por altavoces) sobre un supuesto secuestrador y asesino de niñas, lo que despertó pánico en la ciudad. Por su parte, Tsutomu, de 26 años, seguía planificando su próximo asesinato.
A pesar de que las autoridades seguían buscando a las dos niñas desaparecidas, no lograban dar con su paradero. Esto pareció alentar a Miyazaki a cometer un tercer crimen. Esta vez, su víctima sería la pequeña Erika Namba, de 4 años.
La secuestró el 12 de diciembre de ese mismo año, cerca de un estacionamiento, obligándola a subir a su automóvil para luego huir del lugar. Luego de tomarle fotografías desnuda dentro de su vehículo, procedió a estrangularla y envolverla en una sábana, para luego abandonar el cuerpo cerca de un estacionamiento, a más de 50 km. de su casa. Sin embargo, esta vez la policía logró encontrar el cadáver de la niña, y confirmaron sus sospechas iniciales: estaban tras la pista de un asesino en serie.
La indagaciones comenzaron a dar frutos. Los padres que habían perdido a sus hijas declararon a los investigadores que, tras las desapariciones, comenzaron a recibir llamadas anónimas. En ellas, al otro lado de la línea, alguien respiraba y no decía palabra, para luego cortar la comunicación sin más. También recibieron espantosas cartas, en donde alguien describía los últimos minutos de vida de sus hijas, y las terribles vejaciones a las que fueron sometidas.
Era obvio que se trataba del mismo sujeto, así que pidieron a las familias que estuvieran atentas a cualquier intento de contacto o situación anormal que se pudiera presentar. Era muy probable que no fuera el único intento de contacto por parte del asesino, y que en ello encontrara algún tipo de placer sádico. Pero lo que ocurriría después, nadie podía imaginarlo.
El 6 de febrero de 1989, los padres de Mary recibieron una caja con restos humanos calcinados. Eran partes del cuerpo de su hija, Mary. El macabro envío incluía diez dientes de leche, la ropa interior de la niña, sandalias y una nota que decía: «Mary, huesos, cremación, investigar, probar».
La policía realizó varias investigaciones; pero quizá debido a lo mediático del caso se llegó a pensar que los restos no pertenecían a la pequeña… quizá era una elaborada broma de mal gusto.
Estas especulaciones enfurecieron al asesino, el cual en un acto de arrogancia y megalomanía, decidió enviar una confesión escrita en donde confesó su autoría en el asesinato, incluyendo una fotografía que le había tomado al cadáver. «Puse la caja de cartón con los restos de Mary delante de su casa. Hice todo. Desde el inicio del incidente Mary hasta el final. Vi la conferencia de prensa de la Policía, donde dijeron que los restos no eran Mary. Ante las cámaras, su madre dijo que el informe le dio nuevas esperanzas de que Mary aún podría estar viva. Supe entonces que tenía que escribir esta confesión para que la madre de Mary no siguiera esperando en vano. Lo repito: los restos son de Mary.»
La misiva venía firmada por un tal «Yoko Imada». Ante la nueva evidencia y, por sobre todo, la fotografía del cadáver de Mary, la policía sacó miles de copias de la carta y la repartió por la población, con la esperanza de que alguien reconociera la letra del supuesto asesino.
La familia Konno, por su parte, perdió toda esperanza de encontrar con vida a su hija y decidió dar sepultura a los pocos restos que el cruel asesino les había devuelto… pero el mismo día del funeral, al regresar a casa, se hallaron con una nueva carta. Esta vez, quien firmaba, se hacía llamar «Yuko Imada» En la misiva, el asesino relataba el proceso de descomposición del cuerpo de Mary, como si se tratara de un estudio forense.
Evidentemente, Tsutomu estaba disfrutando de su rol como asesino serial, jugando con los sentimientos de la familia de su víctima y con la policía. Pero también decidió proceder con un poco más de cautela, en vista de la gran conmoción que habían causado sus asesinatos. No planeaba detenerse… sólo quería actuar a sus anchas sin ser molestado. Para ello, se vio obligado a bajar el ritmo de su frenesí asesino.
Mientras la policía seguía con su ardua investigación, sin llegar a ninguna conclusión, Tsutomu dedicó su tiempo libre a salir a recorrer parques infantiles y tratar de engañar a niñas inocentes para que se dejaran tomar fotografías. Mientras lo hacía, aprovechaba de subirles el vestido y tomar capturas de sus partes íntimas.
El 6 de junio de 1989, mientras intentaba fotografiar a una niña de cinco años, Yamako Nomoto, consiguió que esta subiera a su coche y la raptó. Luego, cuando la niña le hizo un comentario sobre la deformación de sus manos, Miyazaki perdió el control. La estranguló y le propinó una tremenda golpiza, hasta matarla. Envolvió el cuerpo en una sábana y la metió en el maletero del auto. Esta vez, sin embargo, no abandonó el cadáver; sino que se lo llevó a casa. Las fantasías del asesino habían mutado, y ya no se conformaba con asesinar.
Luego de fotografiar el cuerpo desnudo de su nueva víctima, se grabó masturbándose a su lado. A los pocos días, el cadáver comenzó a descomponerse, por lo que Tsutomu procedió a descuartizarlo. El torso lo abandonó en el baño público de un cementerio cercano, quemó la ropa de la niña, y otros restos los esparció por el bosque; a excepción de sus manos, una de las cuales devoró parcialmente. También bebió sangre del cuerpo, no sin antes abusar sexualmente de él. Tsutomu estaba consumando sus más oscuras fantasías, ligadas al vampirismo, el canibalismo, la pedofilia y la necrofilia.
La policía tenía como prioridad nacional solucionar el caso lo antes posible. La desaparición de la última víctima de Miyazaki, Yamako Nomoto, era la gota que había rebalsado el vaso. La sociedad japonesa no está acostumbrada a este tipo de criminales, por lo que la presión se volvió insostenible. Cualquier sujeto que se acercara de forma sospechosa a alguna menor, pasaba a ser el posible asesino e interrogado.
Miles de folletos informativos referentes al caso de las niñas asesinadas estaban circulando en la ciudad. El hallazgo de un torso de niña en los baños de un cementerio de Saitama volvió a encender la alerta. La policía sospechó de inmediato que se trataba de los restos de Yamako, lo que fue certificado por los exámenes forenses. Aunque no parecía ser el modus operandi del asesino que buscaban, nunca dudaron que se trataba del mismo sujeto.
En los dos primeros asesinatos, el esquivo homicida se había mostrado cuidadoso y no dejaba rastros. A partir del tercero, empezó a contactarse con los familiares de sus víctimas e incluso mandó cartas y partes de los restos para atribuirse los crímenes. Ahora, abandonaba el torso mutilado de su última víctima en un baño público (para que fuese encontrado rápidamente), en un claro acto movido por el afán de protagonismo. Era obvio que seguiría matando… y que cada vez disfrutaba más de su rol como asesino serial.
El 23 de julio de 1989, la suerte de Tsutomu se acabó. Mientras viajaba en su automóvil, vio a dos niñas pequeñas jugando en un parque. Se acercó a ellas y les propuso tomar algunas fotografías. Una de las menores huyó y Tsutomu se conformó con acosar a una de las menores. Mientras la desnudaba e intentaba introducirle un lente de contacto por la vagina, el padre de las niñas llegó al lugar, alertado por la chica que había escapado. Sorprendido ante la presencia del hombre, Tsutomu salió corriendo, dejando su coche estacionado cerca.
Varias horas después, mientras volvía por su automóvil, fue nuevamente sorprendido, esta vez, por las fuerzas policiales. Los cargos era graves y se convirtió en el sospechoso número uno de los cuatro asesinatos de las niñas de Saitama. Tardaría casi dos semanas en declararse culpable.
Durante la investigación, se allanó el departamento de Miyazaki y se encontró una enorme colección de películas violentas de anime y gore, entre las que destacaban las polémicas Guinea Pig. Todos aquellos que no sabían de su existencia comenzaron a cuestionarse la influencia de este tipo de cintas en los jóvenes. Lo mismo pasó con los anime de carácter violento.
Más de 5.000 películas y cientos de Mangas se apilaban en el pequeño departamento de Miyazaki, evidenciando que el mundo del asesino serial que tenía en vilo a todos los padres de Japón, giraba en torno a un perverso mundo de fantasías. También se encontró gran cantidad de material relacionado con pornografía infantil y las grabaciones de Miyazaki abusando del cuerpo de su última víctima, lo que terminó de incriminarlo.
Las siguientes apariciones públicas de Tsutomu serían escasas. Algunas mientras se le trasladaba desde las escenas del crimen… otras, mientras reconstruía algunos de los asesinatos. Uno de los peores asesinos de la historia del Japón lucía inofensivo y vergonzoso, casi siempre cubriéndose el rostro y la cabeza con mantas o su propia camisa. El monstruo que destruyó la vida de varias familias, y acabó con la de cuatro niñas inocentes, simplemente no lucía como tal. De mirada tímida y nerviosa, Tsutomu miraba de reojo las cámaras que buscaban captar la imagen del asesino más buscado del Japón, quien más parecía un joven inadaptado e infantil.
El mediático caso del «Asesino Otaku» terminó por sugestionar a la población japonesa, la cual tildó de «raros» y hasta «peligrosos» a aquellos que leían Manga o veían películas de Anime, debido a que Tsutomu era un adicto a ellas. Lo cierto es que el problema de Miyazaki era mucho más profundo.
Luego de que se encontraron los restos de las cuatro víctimas, gracias a las declaraciones del asesino, comenzó el juicio.
El padre del acusado se negó a financiar la defensa y, como resulta relativamente común en Japón, ante el desprecio y la deshonra de lo que había hecho su hijo, terminó suicidándose.
Tsutomu Miyazaki fue evaluado por varios psicólogos y psiquiátras en búsqueda de sus verdaderas motivaciones. Si bien era un tipo relativamente inteligente, se mostraba como alguien tremendamente frustrado, incapaz de socializar, superar la deformidad de sus manos y pervertido.
También se le detectó esquizofrenia y personalidad múltiple; pero, aun así, la respuesta de los especialistas fue concluyente: Miyazaki era capaz de enfrentar un juicio y era consciente de sus actos. Podía ser condenado a la pena capital sin apelación… y así fue. Tsutomu fue considerado culpable y enviado al pasillo de la muerte.
Durante años, Miyazaki trató de apelar y solicitar presidio perpetuo. Le tenía pavor a morir, pero por sobre todo a la forma, pues se le había condenado a morir en la horca. Tras varias intervenciones legales, incluso pidió ser ajusticiado por medio de una inyección letal; pero la Corte Suprema denegó su petición en el 2006.
Durante toda su estancia en la cárcel, Miyazaki siguió perdido en su mundo de fantasías, leyendo Manga y viendo Anime a diario, pero esta vez bajo el estricto control de las autoridades carcelarias. Fue ejecutado en la horca el 17 de junio del 2008, junto a otros dos condenados a muerte.