Roberto Daniel Vecino

Volver Nueva búsqueda
  • Clasificación: Asesino en masa
  • Características: Parricidio
  • Número de víctimas: 5
  • Fecha del crimen: 7 de julio de 2016
  • Perfil de la víctima: Su mujer, Marta Curuchet, sus hijos Roberto, Rosa y Etelvina, y un vecino, Horacio Córdoba
  • Método del crimen: Arma blanca
  • Lugar: Necochea, Argentina
  • Estado: Se suicidó ahorcándose de un alambre el día de los asesinatos
Leer más

Quién es Roberto Vecino, el hombre que masacró a su familia en Necochea

Federico Fahsbender – Infobae.com

7 de julio de 2016

A principios del mes pasado en la Sociedad Rural de Necochea, Roberto Daniel Vecino, de 57 años, se llevó a casa un premio paradójico para un hombre que semanas después acuchillaría hasta la muerte a casi toda su familia: un trofeo por sus canarios. «Campeón de línea», decía su cucarda, que ganó, precisamente, en el Campeonato Nacional de Canarios.

Dueño de un pequeño criadero y delegado de ACUNQ, la asociación de entusiastas de las aves en Necochea y Quequén, Vecino había llegado con sus jaulas en varias ocasiones a otros eventos del circuito como el Campeonato Argentino de Canaricultura. En sí, sus pájaros cantores eran un hobby más relajante y mucho menos gris que su trabajo como sereno del cementerio de Necochea. De todas maneras, un hombre de pájaros no es un hombre de paz. Este jueves por la mañana, Vecino se convirtió en una suerte de nuevo Ricardo Barreda; un hombre capaz de matar a los suyos. Cerca de las 9 AM, en su casa del barrio FONAVI de Necochea sobre la calle 98, Vecino tomó un machete de casi medio metro de largo para masacrar a sus hijas Etelvina (19) y Rosa (21), su hijo mayor también llamado Roberto Daniel (24), su ex mujer Marta Curutchet y un hombre del barrio.

Fuentes tanto policiales como judiciales reconstruyeron el hecho en diálogo con Infobae. La fiscal Mirta Ciancio, a cargo de la UFI Nº20, está a cargo del expediente. Para empezar, Vecino no tardó demasiado: sus cinco víctimas murieron en un rapto de aproximadamente diez minutos. Tampoco tuvo que ir demasiado lejos; su ex mujer, con quien llevaba años separado, vivía justo en la casa de al lado. Todos murieron degollados de lado a lado. Vecino medía 1,98 metros de estatura, tenía la altura y fuerza suficiente para reducir a sus víctimas y matarlas con precisión. Marta Curuchet murió en casa de Vecino; sus hijas murieron en casa de su madre, en una habitación de la planta alta. Su hijo corrió hasta la esquina de las calles 98 y 63. No le sirvió de nada: su padre lo atrapó y lo degolló también. La misma suerte le tocó a Horacio Córdoba, un hombre del barrio de 70 años que se le cruzó en el camino.

Alertado por un llamado al 911, un Comando Patrulla de la Policía Bonaerense llegó al barrio FONAVI para reducir a Vecino. El hombre estaba preparado; cuando los efectivos le arrebataron el machete ensangrentado, sacó otro cuchillo que tenía en el cinto. Tras un forcejeo, logró escapar y se metió en su casa. Ahí, en la misma habitación en que mató a su esposa y en presencia de su cadáver, se ahorcó hasta morir.

El mito machista alrededor del caso Barreda indica que el odontólogo mató a su mujer e hijas harto de que denigren su masculinidad. Entonces, ¿qué llevó a Vecino a matar a cinco personas en diez minutos? El móvil, por lo pronto, no está precisado en el expediente. La doctora Analía Duarte indica: «Se habla de una fuerte discusión esa mañana, pero por lo pronto no hay antecedentes de denuncias de violencia, ni en la casa ni en el ámbito laboral de Vecino. Incluso tenía una buena relación con su ex mujer».

Hay otros matices. De vuelta en el cementerio, sus compañeros, según medios de Necochea, afirman que solía pinchar cadáveres con un alambre para hacer chistes algo negros y espantar a compañeros. En diálogo con C5N, otra de sus hijas, Daniela, que afirmó haber huido de su casa a los 16 años, describió a Vecino como un golpeador serial que aterrorizaba a su familia y a quien ya había denunciado, algo que no les consta a los investigadores del caso.

Un cuñado de Vecino cumplía arresto domiciliario en casa de Marta Curuchet. Al ver cómo Vecino atacaba a sus sobrinas, corrió y se escondió. Luego fue el primer testigo en declarar. Los policías que intentaron reducirlo también dieron su testimonio ante la fiscal Ciancio. Por lo pronto, los seis cuerpos, el de Vecino incluido, aguardan su autopsia en la Morgue de Necochea.


Primeras revelaciones de la masacre: el ataque duró menos de diez minutos

Guillermo Villarreal – Clarin.com

7 de julio de 2016

Diez minutos, ese es el tiempo que especulan los investigadores que tardó Roberto Daniel Vecino en matar a puñaladas a su mujer y a tres de sus hijos, y en degollar a un vecino que quiso evitar que continuara con la masacre que finalmente ocurrió esta mañana en Necochea.

«No tardó más de diez minutos en matarlos a todos», confiaron fuentes del caso a Clarín. Tras los cinco crímenes, Vecino (56), hirió a dos policías que pretendieron detenerlo y finalmente se atrincheró en un galpón y se ahorcó. Su víctimas: su mujer Marta Curuchet (52), su hijos Roberto (26), Rosa (21) y Etelvina (19), y Horacio Córdoba (70).

La tragedia se desató esta mañana, alrededor de las 9, en el barrio Fonavi de Necochea, a unos 130 kilómetros de la ciudad de Mar del Plata, donde Marta Curuchet residía con cuatro de sus cinco hijos en una vivienda situada en avenida 98 y Vecino en un inmueble lindero sobre calle 63, ambas justo en la esquina.

De acuerdo a lo reconstruido por los investigadores, la mujer y Vecino, empleado en el Cementerio Municipal, regresaron al domicilio de él luego de haber llevado a su hijo de 10 años a la escuela y una vez en la cocina de la vivienda se produjo una discusión. Fue entonces que el hombre tomó una cuchilla tipo machete, con una hoja de unos 50 centímetros de largo y asesinó a su mujer.

Después de matar a Curuchet, Vecino fue a la casa de la mujer y en la planta alta atacó a Rosa y a Etelvina. También las mató de varias cuchilladas. Roberto, su otro hijo, alcanzó a salir de la vivenda [vivienda] corriendo al ver lo que sucedía, pero su padre lo persiguió unos 50 metros. A los golpes, logró reducirlo y lo asesinó también a puñaladas.

Toda esta secuencia fue presenciada por un Córdoba, un vecino que pasaba por el lugar a bordo de su camioneta y que trabajaba como sereno de la Sociedad Rural local. El hombre intervino para detener el ataque a Roberto, pero terminó degollado en la calle, junto al cuerpo del hijo del homicida.

Mientras Vecino mataba a su hijo Roberto y a Córdoba, el hermano de Curuchet alcanzó a pedir auxilio en un domicilio del barrio desde donde llamaron al 911, por lo que un patrullero de la comisaría local arribó a la escena del crimen cuando el asesino aún estaba en la vía pública.

Según los voceros, los policías intentaron desarmar a Vecino, pero el homicida tomó una segunda arma blanca que llevaba en la cintura, más angosta y filosa que la primera, y los hirió a ambos en las manos. Después, huyó corriendo y se atrincheró en un galpón de su casa. Cuando la Policía logró ingresar al lugar lo hallaron ahorcado.

La masacre es investigada por la fiscal Mirta Ciancio, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 20 de Necochea, quien confirmó en declaraciones a la prensa que Curuchet y Vecino «estaban separados, y según el hermano de la víctima, tenían discusiones frecuentes, (aunque) no existen denuncias realizadas».

«Mi papá ha hecho un montón de cosas que hacían suponer que sí (que podía cometer un crimen), pero tal vez todos lo minimizaron, y pocas personas le dieron importancia», contó esta tarde Daniela, la hija mayor del asesino y Curuchet que había abandonado el hogar familiar cuando tenía 16 años escapando de los episodios de violencia de su papá. «Cuando era chica lo denuncié a mi papá, pero fui sola a la comisaría porque mi mamá le tenía miedo, le tenía terror», dijo la chica.


«Fue un infierno»: los dramáticos detalles de la hija de Roberto Vecino, el asesino de Necochea

Télam – Elintransigente.com

7 de julio de 2016

La hija mayor del hombre que asesinó en la mañana de este jueves a cuchillazos a parte de su familia y a un vecino en la ciudad de Necochea aseguró que su padre amenazaba a su mujer y hasta le apuntó con un arma en la cabeza, y que siempre los agredía tanto a ella como a sus hermanos y hasta en una oportunidad lo denunció en una comisaría por haberla golpeado.

Daniela Vecino, hija de Roberto Daniel Vecino y de Marta Esther Curuchet, explicó en una entrevista al canal C5N que su padre «era un infierno» por la violencia que ejercía sobre ellos, y que «jamás» se arrepentía de las agresiones.

«Él actuaba con naturalidad. Para la gente era una buena persona, pero adentro de la casa era otro», dijo la mujer, quien se salvó de ser asesinada por su padre porque no se encontraba en la escena del crimen, ya que se fue de la casa paterna cuando cumplió 16 años.

«Mi papá ha hecho un montón de cosas que hacían suponer que sí (que podía cometer un crimen), pero tal vez todos lo minimizaron, y pocas personas le dieron importancia», explicó la mujer, quien recordó que su padre «le apuntaba a la cabeza a mi mamá con un arma cuando yo tenía nueve años».

«Cuando era chica lo denuncié a mi papá, pero fui sola a la comisaría porque mi mamá le tenía miedo, le tenía terror», afirmó Daniela.

La mujer explicó que «desde siempre» su padre «fue un infierno, siempre nos maltrató, nos pegaba con la manguera» y recordó que ejercía sobre toda su familia «violencia psicológica».


«De chica fui a la comisaría y me trajo a patadas porque lo denuncié»

Clarin.com

7 de julio de 2016

«Por qué mis hermanos, por qué mis hermanos si tenía problemas con mi mamá…». La pregunta de Daniela rebota sin respuesta. Nunca la tendrá. Ella es la hija mayor de Roberto Vecino (57), el asesino de Necochea, el hombre que hoy mató a su mujer, Marta, a sus hijos Roberto, Rosa y Etelvina, y a Roberto Córdoba, un vecino que intentó evitar la tragedia; y luego se ahorcó.

«Mi papá siempre tuvo violencia con mi mamá desde que recuerdo. Yo me fui de mi casa a los 16 tal vez para no seguir criándome en ese entorno», dice Daniela en diálogo con C5N y estremece escucharla relatar el calvario que han vivido ella y sus hermanos.

Hoy ella vive con sus dos hijos, y a partir de hoy también vivirá con su tío discapacitado, quien estaba bajo la tutela de su madre, y con el único de sus cuatro hermanos que sobrevivió a la masacre, quien sufre de epilepsia y se salvó porque estaba en el colegio. Al momento de la nota telefónica, ella todavía no le había contando lo sucedido… «Las agresiones fueron de toda la vida», señala.

Daniela se enteró por teléfono de lo ocurrido hoy a las 9 en la casa de sus padres, ubicada en avenida 98 y la calle 63, del barrio FoNaVi de Necochea: «Me llamaron para avisarme que algo grave había pasado, pero como siempre discutía con mi hermano Roberto pensé que era eso. Le dije: «Siempre hay problemas»».

Pero de todas maneras, consultó con otros vecinos de sus padres con los que tiene más confianza y le explicaron lo ocurrido. «Mi papá ha hecho muchas cosas que hacían suponer que sí podía pasar algo así, pero pocos lo dieron por importante», recuerda. Y pone como ejemplo: «Él apuntaba a la cabeza de mi mamá con un arma cuando yo tenía 9 años. De chica fui a la comisaría y me trajo a patadas porque lo denuncié».

La violencia era moneda corriente en el seno de la familia Vecino y así lo explica Daniela: «Nos maltrató siempre, nos pegaba con una manguera… No pasó antes porque no sé… Cuando tuve la posibilidad de irme lo hice. Mi papá nunca me lo perdonó, yo era la oveja negra».

Y reconoce que una de sus hermanas intentó alejarse, como ella, pero no pudo. «Mi hermano Roberto nunca tuvo la chance de conseguir un buen trabajo, y una de mis hermanas se había ido a vivir a Mar del Plata pero volvió porque extrañaba a mi mamá -ellas eran muy compañeras- y a mis hermanos», relata y agrega: «Mi mamá le tenía terror, no miedo. Si le decías «separate» no lo hacía, y entonces como que pasó a ser una cuestión de que no tenía la fuerza y voluntad para irse».

La joven detalla que el matrimonio de Marta y Roberto compartían la misma propiedad pero no convivía todo el tiempo, y el hombre solía residir en la parte posterior de la casa. «La separación llevaba un tiempo, se acomodaban y después se volvían a separar. Nunca sabías como estaba realmente», cuenta Daniela.

Y luego aporta datos sobre la personalidad de su padre: «No se arrepentía (del maltrato), era todo con naturalidad y los que lo veían pensaban que era bueno. Adentro de mi casa era otra persona». Y resalta: «Las agresiones fueron físicas, nunca nos tocó ni tuvo abusos contra nosotros. Nos pegaba como si le fuese a pegar a un hombre, y el maltrato psicológico era constante».

Y para cerrar dice que lo que desataba la violencia en su padre era «que no hicieras lo que él quería».


Mató a machetazos a su ex mujer, a tres hijos, a un vecino y se ahorcó

Lanacion.com.ar

8 de julio de 2016

El horror de lo que había ocurrido en esa casa comenzó a quedar al descubierto cuando el hombre, totalmente fuera de sí, salió detrás de su hijo, al que le había dado un puntazo y que corría, con la fuerza que le quedaba, para pedir auxilio: lo degolló en la calle. Minutos antes, había destrozado a su ex mujer y a dos de sus hijas. Sangre de ellas y de su hijo tenía el machete con el que, luego, asesinó a un jubilado de 70 años que pretendió poner freno a su cacería. Cuando la policía estaba a punto de atraparlo se encerró en su casa. «No voy a ir preso», les gritó desde adentro a los policías con los que había forcejeado, según relató uno de los uniformados. Mientras los agentes se preparaban para irrumpir en la vivienda, el asesino múltiple se ahorcó.

«Están todos muertos, Norma. Los degolló», alcanzó a avisar Pablo Curuchet, ex cuñado del quíntuple homicida y testigo de parte de los trágicos diez minutos en los que Roberto Vecino, de 57 años, segó la vida de parte su familia y luego se quitó la suya. Dos de los sobrevivientes de la masacre familiar tienen capacidades diferentes: dos de los hijos del homicida, uno de 41 años y otro de 10, que a la hora del ataque no estaban en la casa porque asisten a un taller y a una escuela especiales.

Las referencias de una crisis de pareja crónica, violencia intrafamiliar, una separación a medias y el rumor de un tercero en discordia abonan la sospecha, entre los investigadores, de un caso de violencia de género.

«No sé por qué mató a mis hermanos si su problema era con mi mamá», admitió Daniela Vecino, la mayor de las mujeres entre los siete hijos del matrimonio. Como su hermano más grande, había optado por vivir sola cuando advirtió que la violencia entre esas cuatro paredes asomaba irreversible. «Siempre nos maltrató y nos pegó», reconoció.

Hábil con los cuchillos, Vecino fue filetero y hasta ayer era el sereno del cementerio municipal. Con su mujer e hijos vivieron siempre en 98 y 63, en la modesta casa del barrio Fonavi a la que hace algunos años le anexó una habitación, cocina y un galpón con entrada independiente, cuando marcó distancia física en la resquebrajada relación con su compañera de siempre, Marta Curuchet.

La sucesión de asesinatos comenzó antes de las 9. Con su mujer discutió temprano, antes de llevar a clases al menor de sus hijos, con problemas madurativos. Lo advirtió su cuñado Pablo, que poco después volvió a ver a Vecino cuando apuñalaba a su hijo Roberto, de 27 años, y casi en el mismo movimiento, con un simple giro de la mano, clavaba el machete en el pecho de Rosa Daniela, de 24.

El joven herido intentó escapar por la calle 63 y, malherido, se derrumbó en la vereda. Su padre lo persiguió y le dio un machetazo que casi le desprendió la cabeza del cuerpo.

«Lo agarró de los pelos y lo cortó con el machete», relató a La Nación Claudio Montoya, que vio parte de la masacre desde la otra vereda. Intentó mediar Horacio Córdoba, de 70 años y sereno de la Sociedad Rural de Necochea. Bajó de su Ford F100 y la respuesta de Vecino fueron amenazas y golpes. Córdoba intentó alejarse, pero patinó en el barro. Ahí mismo terminó apuñalado.

Vecino regresó a la casa y fue por sus hijas. Rosa, herida, y Etelvina, de 19, se habían refugiado en el dormitorio de la planta alta. Derribó la puerta y las mató con una brutalidad que sorprendió a los propios investigadores. «Las destrozó», admitieron.

La policía lo cruzó en la vereda, cuando volvía a su departamento lindero. Su cuñado había logrado que una vecina llamara al 911. Los oficiales lograron quitarle el arma -uno de ellos terminó con cortes en una mano-, pero Vecino llevaba otro cuchillo, con el que se defendió hasta que se refugió en su vivienda.

Le pidieron que se entregara. Desde adentro repetía que no. Hasta que llegó el silencio. Cuando ingresaron, los policías encontraron a Vecino colgado de un alambre, en un oscuro galpón y rodeado de los canarios que criaba. En la habitación hallaron lo que, creen, fue el principio de la historia: el cuerpo de Marta, perforado por aquella filosa cuchilla.

Aunque la mayor de las hijas remarcó ayer que su padre maltrataba a toda la familia, a la fiscal del caso, Mirta Ciancio, le confirmaron que ni en la Justicia ni en la Comisaría de la Mujer local había denuncias contra Vecino por violencia de género.

«Mi mamá le tenía terror a papá, pero decía que no nos metiéramos y volvía con él», contó Daniela. «Me fui a los 17 años porque nos pegaba», relató el mayor de los varones, que hace 20 años se fue a vivir a Mar del Plata después de que su padre casi lo asfixió hundiéndole la cabeza en un balde con agua.

La reacción de Vecino se habría originado en un comentario de Marta que anticipaba la posibilidad de irse de la casa y buscar nueva pareja.

«Mi papá ha hecho un montón de cosas que hacían suponer que sí podía cometer un crimen, pero tal vez todos lo minimizaron y pocos le dieron importancia», explicó Daniela, quien recordó que cuando ella tenía 9 años su padre «le apuntaba a la cabeza con un arma» a su madre.


Pasiones y secretos del asesino de Necochea

Guillermo Villarreal – Clarin.com

8 de julio de 2016

La casa en cuyo fondo vivía Roberto Vecino estaba llena de coloridos canarios. Los peritos se toparon con un cuadro funesto, con pajareras de distintas formas y tamaños esparcidas por los dos ambientes de la vivienda, rodeando los cadáveres de Marta Curuchet y el de él, colgado de un alambre en una especie de galpón ciego, sucio y oscuro, anexado a casa.

La cría de aves era un pasatiempo que había adquirido en los últimos tiempos. Ya no trabajaba en el puerto de Quequén, donde hizo de filetero, un empleo que requiere rapidez y habilidad con el cuchillo para hacer filetes de pescado.

En los últimos años, el autor de la masacre de Necochea era sereno en el cementerio municipal y, como en su barrio, allí tampoco tenían de él un mal concepto, aunque era dueño de un humor oscuro que no siempre caía bien: según un periodista local, solía mover los cadáveres para asustar a sus compañeros.

En el barrio Fonavi fue difícil hallar ayer a alguien que dijera un solo concepto negativo sobre Vecino. «Un hombre amable», «atento», «buen vecino» se repetían las voces. En realidad, nadie lo conoció como su propia familia, a quienes intimidaba. Su hija Daniela contó que huyó de su casa cuando tenía 16 años y anoche llegó al dúplex de 63 y 98, la escena del crimen custodiada por policías, Gustavo Vecino, radicado hace años en Mar del Plata.

A primera hora de la mañana, armado con un machete, Vecino había asesinado a su esposa, a tres de sus hijos y a un vecino, antes de ahorcarse, en una verdadera masacre familiar.

Llorando, contó que a él y a su hermana, cuando tenían entre 8 y 11 años, les dio «palizas increíbles». El muchacho se enteró por las noticias de una masacre en Necochea en su casa en Mar del Plata, donde vive: «Todavía no lo creo», dijo entre sollozos, y recordó que siempre le decían a su mamá que tenía que denunciarlo por los malos tratos. Fue una de las primeras acciones que se llevaron adelante en la fiscalía de Mirta Ciancio que investiga el caso, rastrear denuncias de violencia de género contra el asesino: no hallaron nada.


El asesinó decapitó a su ex y usó un machete, un cuchillo y una faca

Guillermo Villarreal – Clarin.com

9 de julio de 2016

No sólo usó un machete, con el que prácticamente decapitó a su esposa y a sus hijos por la fuerza de los golpes que les dio al cuello. Roberto Vecino, el autor de la masacre de Necochea, se armó para atacar a su familia con otras dos armas blancas: un cuchillo de unos 22 centímetros de hoja y una especie de faca, como las que suelen utilizar en las prisiones, fabricada a partir de un cortafierros.

Ayer, tras las escenas de dolor que se vivieron en la mañana cuando fueron retirados los cuerpos de las cinco víctimas de la casa de sepelios Depierro Picardi, para ser sepultados en el cementerio municipal, los habitantes de esta ciudad del sudeste bonaerense volvieron a estremecerse al conocer el resultado de las autopsias: además de profundos cortes en el cuello, todos tenían cortes en brazos y manos y fueron apuñalados reiteradas veces.

«Todos tenían cortes en manos y brazos, heridas defensivas» que recibieron en un intento por contrarrestar los golpes, dijo ayer a Clarín Mirta Ciancio. La titular de la fiscalía 20 de Necochea contó que «en principio, por el resultado del análisis macroscópico de los úteros, ninguna de las hijas de Vecino -Rosa (21) y Etelvina (19)- estaba embarazada», como había trascendido.

El testimonio de Pablo Curuchet (51), cuñado de Vecino, permitió a los investigadores determinar la mecánica del ataque. «Lo que relató es coincidente con las pericias y con lo que hemos ido encontrando», dijo la fiscal.

El hombre contó que vio cuando Roberto (26) y Rosa eran apuñalados, y que corrió a la casa de una vecina a pedir ayuda. «No tiene ni sabe usar un celular, le pidió a la señora de la casa lindera que llamara a la Policía», dijo una fuente.

Se cree que entonces Marta Curuchet, cuyo cuerpo apareció en la casa del fondo, ya estaba muerta. «Tenía la cabeza prácticamente desprendida por el fuerte golpe de machete», reveló la autopsia. «Su cuerpo era el más frío».

«La masacre habría comenzado allí. Vecino luego fue a atacar a sus hijos y en medio se cruzó con Córdoba», explicó. Se cree que todo no duró más de diez minutos.

Horacio Córdoba, un jubilado de 72 años, pasaba en su camioneta cuando vio a Vecino corriendo con un machete en la mano, tras «Robertito», su hijo, ya malherido. Lo intentó detener, pero nada pudo hacer. Los mató a los dos; sus cuerpos quedaron tendidos en la calle, en medio del barro.

Vecino se ahorcó en los minutos que le dio la Policía cuando se atrincheró en su casa. «No voy a ir preso», les gritaba. Cuando entraron, colgaba de un alambre en un oscuro galpón.


«Llamá, llamá, que para vos también va a haber»

Esteban Mikkelsen Jensen – Clarin.com

9 de julio de 2016

Hubo seis muertos, pero el número pudo haber sido todavía mayor. Otro vecino, además de Horacio Córdoba (72), pasó por el lugar en el momento que Roberto Vecino (57) corría a su hijo varón, de 26, para rematarlo, ya sobre la calle 98.

Este hombre observó esa secuencia, junto a Córdoba. A esa altura, el joven que ya había sido apuñalado en el abdomen gritaba con desesperación: «Llamen a la Policía».

Entonces, el vecino sacó su celular para comunicarse al 911. Al verlo, el homicida le advirtió: «Llamá, llamá, que para vos también va a haber». La temeraria frase surtió efecto: su reacción fue salir corriendo tan rápido como podía, sin mirar para atrás. Ni siquiera alcanzó a ver cuando el jubilado era degollado. «Pará, loco, pará», le suplicó Córdoba a Vecino, quien le respondió: «Para vos también hay». Enseguida lo asesinó con una sangre fría llamativa y luego de que su víctima se resbalara.

El testigo que se salvó de morir estuvo en el velorio del sereno de la Sociedad Rural y se presentó ante sus hijos. A uno de ellos le dijo: «Sinceramente siento que tu viejo hasta salvó mi vida. Vimos los dos la misma situación. Yo me shockeé y salí corriendo».

Ayer, en Necochea, se seguía hablando de la masacre. En los bares, en la calle, en las casas. Y nadie, absolutamente nadie, podía encontrarle explicación.


La tragedia del vecino que quiso evitar la masacre y fue degollado

Esteban Mikkelsen Jensen – Clarin.com

9 de julio de 2016

-Perdonen.

-¡No, qué van a pedir disculpas si tienen tanta desgracia y son tan inocentes como nosotros!

El diálogo se produjo en la sala velatoria de Necochea donde estaban despidiendo los restos de Horacio Córdoba (72), el hombre que intentó calmar la furia asesina de Roberto Vecino (57), quien atacó a su familia y mató a cuatro de sus integrantes. Los que iniciaron la conversación fueron tres de los cinco hijos Vecino que quedaron vivos. La respuesta, de comprensión aún en medio del dolor, llegó de parte de los tres hijos de Córdoba y de su ex esposa, Zulma Laso (69).

«Fue un héroe que estuvo en el momento y lugar equivocado», le dice a Clarín la mujer, de la que Córdoba estaba separada hacía nueve años. Dos de sus hijos, Claudio (41) y Martín (37), son policías. El último vive en Tandil, al igual que el mayor de los hermanos, Walter (45), empleado en una carnicería.

Walter le cuenta a este diario cómo fue el horrible final de su padre. «Intentó detener el ataque contra uno de los hijos pero este hombre lo mató con el machete. Entonces mi papá quiso salir corriendo, se patinó en el barro y se cayó boca abajo. Ahí lo degolló, casi le despega la cabeza del cuerpo».

Vecino, que trabajaba como sereno en el cementerio municipal y era un experto en armas blancas por su pasado de filetero, volvió a entrar a su casa, en el barrio Fonavi, y terminó su obra terrorífica: asesinó a sus otras dos hijas (Rosa, de 21 años, y Etelvina, de 18). A todas sus víctimas les dio al menos 10 puñaladas con un cuchillo, una faca y un machete.

Cuando llegó la Policía, se resistió, se metió en su casa y se ahorcó con un alambre en el fondo de su propiedad, donde estaba lleno de canarios, su hobby.

«Esto es el destino, estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado», refuerza su concepto Walter, que sigue sin comprender por qué tuvo que ser su papá el que pasara por la calle 98 en su Ford F-100. Otro testigo salió corriendo y zafó de milagro.

Córdoba era jubilado y llevaba dos décadas viviendo en el predio de la Sociedad Rural de Necochea, donde era el cuidador. Había terminado allí tras quedarse sin trabajo en la terminal de ómnibus, a raíz de la quiebra de la empresa El Pampa, los colectivos «lecheros» que paraban en cualquier lugar de la ruta para levantar pasajeros, según recuerdan los lugareños.

Tenía seis nietos y era fanático de River. A tal punto que atesoraba una camiseta autografiada por Ubaldo «Pato» Fillol y una foto firmada por Amadeo Carrizo. De joven había despuntado su pasión por el arco, atajando en el club Rivadavia, pero un accidente en moto (chocó con un camión) le lesionó seriamente una pierna y le truncó su sueño de futbolista.

También le gustaba el Turismo Carretera (TC). Su ídolo era un «campeón sin corona», Juan de Benedictis, «Jhonny», ex piloto que tuvo grandes actuaciones en las décadas del ‘80 y el ‘90, con tres subcampeonatos incluidos.

Laso comenta que su ex marido «era un hombre bravo de carácter: no tenía miedo y no medía las consecuencias». Se habían conocido en la playa y se casaron cuando él tenía 20 años y ella, 17.

«Muchas veces corté clavos, por el ímpetu que él tenía. En casa se hacía lo que él decía», añade Laso. Su hijo Martín destaca: «Nos enseñó principios, a ganarnos la vida por el laburo y a mirar a la gente bien de frente». Y describe, desconcertado: «Estamos tratando de encajar las piezas. Es tal la masacre, lo horroroso para ambas familias, que no sabemos para dónde agarrar». Walter completa: «Este hombre (por Vecino) enloqueció. Es como una computadora, se le rayó el disco rígido, porque nadie en un estado normal puede hacer una cosa semejante».


El hijo del vecino que quiso evitar otra muerte de la masacre en Necochea dijo que «son todas víctimas»

Eleco.com.ar

10 de julio de 2016

Mientras persisten las repercusiones de la matanza ocurrida este miércoles en la ciudad de Necochea, en la que Roberto Daniel Vecino (56), oriundo de María Ignacia (Vela), atacó a su familia y mató a su exesposa y a tres de sus hijos, se conocieron otras conexiones con Tandil.

En este caso, dos de los hijos de Horacio Córdoba (72), la quinta víctima que intentó detener el ataque y auxiliar a uno de los hijos del asesino, se mudaron a la ciudad -uno en 2002 y otro hace dos meses- por cuestiones vinculadas a su actividad laboral.

Martín Córdoba (37), efectivo policial del Destacamento de Infantería, accedió a una entrevista con este diario en función del caso que conmocionó a la ciudad balnearia y traspasó sus fronteras.

«Una situación demasiado violenta»

«Fue una situación demasiado violenta, tanto para nosotros como para el resto de la familia (de Vecino). Nuestros familiares son todas víctimas, todas las personas murieron de una forma bastante cruel», expresó uno de los hijos de Horacio Córdoba, Martín.

En diálogo telefónico con El Eco de Tandil ratificó que el aberrante hecho consternó a la familia e incluso a conocidos de su padre, que se desempeñaba como cuidador del predio de la Sociedad Rural, donde llevaba varios años viviendo.

En primer lugar avanzó en detalles sobre la relación con su padre, con quien mantenía un contacto fluido al igual que sus otros dos hermanos, uno de los cuales es empleado de una carnicería local.

Al respecto lamentó que su padre tenía previsto viajar próximamente a esta ciudad, para lo cual «estaba esperando las vacaciones de mi otro hermano -que vive en Necochea- para poder venir, reunirnos y conocer el nuevo lugar».

«Una atrocidad que no se puede explicar»

Sobre los últimos minutos de su padre contó, sin mayores precisiones, que «mi papá intentó ayudar a este muchacho y encontró la muerte en manos del victimario».

«Y como asesinó a su hijo asesinó a mi padre también, del mismo modo, con una atrocidad que no se puede explicar», expresó a la vez que estimó que la circunstancia con la que se topó «sobrepasó todo y creo que no pensó que iba a terminar así». De todos modos consideró que «cualquiera que ve a alguien herido pararía a auxiliar, sin imaginarse qué hay detrás».

Horas más tarde Martín Córdoba recibió un anticipo del trágico hecho a partir de un llamado de su primo mientras se encontraba cumpliendo con su jornada de trabajo, que fue confirmado minutos más tarde por su hermano.

Pedido de disculpas

También citó un episodio que les tocó vivir este jueves por la noche, durante el velatorio de Horacio, cuando su familia recibió la visita de los hijos de Vecino, que se presentaron para expresar sus condolencias y disculpas, con una actitud que generó comprensión aún en medio del dolor.

«En horas de la noche se acercaron tres hijos de Vecino y un primo a solidarizarse con nosotros, a dar el pésame e incluso hasta pedir disculpas por lo que había cometido el padre», narró.

Reconoció que el gesto generó sorpresa pero «lo tomamos bien y hasta les dijimos que no tenían nada de qué disculparse, que no son culpables de nada, que son víctimas también de toda esta tragedia».

También consideró que «se acercaron para acompañarnos y deben haber sentido algo especial porque intentó ayudar a uno de sus hermanos».

Para finalizar Martín Córdoba aprovechó la oportunidad para agradecer a todas las personas que se acercaron y que «estuvieron al lado nuestro, también del Gobierno provincial y municipal».

Uso de cookies.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies.

ACEPTAR
Aviso de cookies