
La Masacre de Erfurt
- Clasificación: Asesino en masa
- Características: Tiroteo en un instituto
- Número de víctimas: 16
- Fecha del crimen: 26 de abril de 2002
- Fecha de nacimiento: 22 de enero de 1983
- Perfil de la víctima: Rosemarie Hajna (54) / Yvonne-Sofia Fulsche-Baer (38) / Heidrun Baumbach (56) / Monika Burghardt (49) / Dr. Birgit Dettke (39) / Gabriele Klement (43) / Carla Pott (27) / Heidemarie Sicker (59) / Hans Lippe (44) / Helmut Schwarzer (54) / Hans-Joachim Schwertfeger (44) / Peter Wolff (60) / Anneliese Schwertner (54) / Susann Hartung (14) / Ronny Möckel (15) / Andreas Gorski (39)
- Método del crimen: Arma de fuego
- Lugar: Erfurt, Thuringia, Alemania
- Estado: Se suicida disparándose el mismo día
Índice
Robert Steinhäuser – La Masacre de Erfurt
Wikipedia
La Masacre de Erfurt fue un atentado que ocurrió el 26 de abril de 2002 en el Liceo Gutenberg en Erfurt, Alemania. El pistolero, Robert Steinhäuser, un ex-estudiante de 19 años que había sido expulsado, disparó y mató a dieciséis personas (incluyendo 13 profesores, 2 alumnos y un agente de policía) antes de suicidarse. Siete personas más fueron heridas directa e indirectamente por los disparos.
La masacre
El día de la masacre, Steinhäuser salió de su casa como de costumbre, diciendo a sus padres que tenía un examen. Cuando entró en el campus, fue a los servicios para cambiarse la ropa y ponerse un conjunto estilo ninja.
Los disparos empezaron a las once de la mañana aproximadamente. Steinhäuser se trasladó de un aula a otra, haciendo una pausa breve en cada entrada para disparar a los profesores. Según los estudiantes, Steinhäuser los ignoró y sólo apuntaba a los catedráticos, aunque dos alumnos tras una puerta cerrada fueron acribillados.
La policía llegó cinco minutos después de iniciarse el tiroteo. Poco tiempo después, Steinhäuser mató a un agente de policía de un disparo en la cabeza. Antes de suicidarse fue enfrentado por uno de sus profesores, Rainer Heise, quien detuvo a Steinhäuser con las palabras:
—«Drück ab! Wenn du mich jetzt erschießt, dann guck mir in die Augen!» («¡Tira del gatillo! ¡Si me disparas ahora, mírame a los ojos!»).
Se dice que Steinhäuser se quitó la máscara y respondió:
—«Für heute reicht’s, Herr Heise!» («¡Basta por hoy, Señor Heise!»).
Según Heise, habló con Steinhäuser durante un momento, atrayéndole a la entrada de una aula vacía. Cuando Steinhäuser se puso en la entrada, Heise empujó a Steinhäuser al interior del salón y cerró la puerta. Steinhäuser se suicidó y su cuerpo fue encontrado por la policía unas horas después de la masacre. La masacre resultó en 71 heridos por arma de fuego.
Las últimas palabras de Steinhäuser, que fueron «Für heute reicht’s» («Bastante por hoy»), se tomaron para el título de un libro muy controversial sobre la masacre escrito por Ines Geipel, quien alegó que la policía cometió varios errores durante la intervención. Geipel y los familiares de las víctimas criticaron el tiempo de reacción de la policía ante la emergencia. Inicialmente la policía creía que había un segundo pistolero, lo que los llevó a la estrategia de retomar el control del colegio aula por aula en vez de tomar el edificio completo rápidamente.
Heise fue considerado como un héroe por encerrar a Steinhäuser en un cuarto y parar la masacre, sin embargo, después comenzó a recibir críticas violentas por parte de la opinión pública.
Reacciones
Por casualidad, el día de la masacre, el gobierno alemán estaba discutiendo el aumento de la edad legal para poseer un arma de fuego de 18 a 21, mientras otros querían una prohibición de todas las armas de fuego. Más adelante, salvo para cazadores, la edad legal para poseer un arma de fuego de más de un calibre de .22 LR (y 2000 julios) fue aumentada a 21, con una prueba médica y psicológica adicional para los menores de 25 años. Además, las escopetas a corredera con un apretón en forma de una pistola fueron prohibidas.
La familia de Steinhäuser hizo una declaración a las fuentes de los medios de comunicación, diciendo que «siempre nos arrepentimos de que nuestro hijo y hermano haya traído tal sufrimiento horroroso a las víctimas y sus familiares, la gente de Erfurt y Thuringia, y toda Alemania».
Rod Paige, el Secretario de Educación estadounidense, ofreció condolencias a la población alemana.
Perpetrador y armas de fuego
El perpetrador fue Robert Steinhäuser, quien había sido expulsado unos meses antes de la masacre por culpa de su absentismo escolar y por falsificar calificaciones. Steinhäuser había ocultado su expulsión a su familia y salía de la casa cada día para dar a sus padres la impresión de que iba al colegio. Durante la masacre usó un 9 mm Parabellum Glock 17 y tuvo una escopeta a corredera atada a su espalda, pero no la usó. Tenía licencia para ambas armas de fuego.
Un ex alumno mata a diecisiete personas en un instituto alemán
Ciro Krauthausen – El País
27 de abril de 2002
«Algún día quiero ser famoso’, había dicho a una amiga.
Encapuchado y armado con un fusil y una pistola, un joven de 19 años, cuyo nombre no fue desvelado, asesinó ayer a la subdirectora, 12 profesores, una secretaria, dos alumnos de un instituto en Erfurt, en el este de Alemania, y un policía.
En el instituto, del que acababa de ser expulsado, se realizaban exámenes de selectividad y decidió vengarse. Al final, optó por suicidarse, según la policía. «Algún día quiero ser famoso y que todos me conozcan», había dicho más de una vez, según una antigua compañera. La terrible matanza coincidió con la aprobación en el Parlamento de una nueva ley de tenencia de armas.
«Aquí en el colegio se está disparando», avisó a la policía, a las 11.05, el administrador del instituto Johannes Gutenberg, en Erfurt, capital del Estado federado de Turingia. Un joven de 19 años, que meses atrás había sido expulsado del colegio, había abierto fuego contra sus antiguos profesores, el mismo día en el que se celebraban los exámenes de selectividad, de los que había quedado excluido.
La policía acudió poco después y también fue recibida a tiros: un agente, de 42 años y con dos hijos, murió por los disparos. Mientras una parte de los alumnos logró escapar de aquel infierno, otros optaron por refugiarse en una de las clases, en cuya ventana colgaron un cartel que daría la vuelta al mundo en las imágenes televisivas: «Auxilio».
A través de teléfonos móviles, hubo también llamadas al exterior: «Nos han llevado a todos a un cuarto, tenemos profesores con nosotros, me siento muy mal, todos estamos llorando», contó una estudiante a la agencia de prensa alemana DPA.
Cuando, tras varias horas, los comandos especiales de la policía finalmente tomaron el control del edificio, se toparon con una estampa del horror: «Nos encontramos con personas muertas en los pasillos, en las salas, en un baño», relató el jefe de la policía de Erfurt. La mayoría de las muertes se produjeron en los primeros minutos del ataque.
En el centro quedaron atrapados unos 180 alumnos, mientras el joven se refugiaba en una clase, donde acabó por suicidarse. Al inicio de la tragedia, hubo versiones contradictorias acerca de si actuó solo o junto a un cómplice, una posibilidad que la policía anoche aún no había descartado.
El odio del joven, en todo caso, se dirigió especialmente contra los adultos: por sus disparos murieron nueve profesores, tres profesoras, dos menores de edad, la subdirectora del instituto y una secretaria, además del policía. El instituto Johannes Gutenberg tiene cerca de 750 alumnos y, antes de la matanza, contaba con 53 profesores.
Una joven periodista, de 21 años, que estudió en el mismo centro y conoció al asesino, relató a la cadena de televisión NTV que el joven, de regular desempeño académico, «buscó siempre ser el centro de atención».
«Quiero ser famoso»
Inteligente e incluso interesado por la política, era popular entre sus compañeros. «Era una persona muy abierta», contó la periodista, quien mencionó también «problemas familiares» y recordó haberle escuchado alguna vez decir: «Algún día quiero ser famoso y que todos me conozcan».
Por el número de muertos, la matanza supera incluso el tiroteo de Littleton (Colorado, EE UU), donde en 1999 dos estudiantes masacraron a 12 alumnos y un profesor, antes de suicidarse. Aunque de menores dimensiones, también en Alemania, en los últimos años, se han registrado varios casos en los que alumnos dieron muerte a sus profesores.
Hasta ayer por la noche se desconocía cómo el joven había logrado hacerse con sus armas: un fusil Pumpgun de tiro rápido y un arma de mano, según las primeras informaciones. En Alemania, en 2001, estaban registradas por las autoridades 7,2 millones de armas de fuego, en posesión de alrededor de 2,3 millones de personas, buena parte de ellos cazadores. De manera ilegal, además, circula un número indeterminado de armas.
En una trágica coincidencia, precisamente ayer, el Parlamento alemán aprobó una ley por la que se prohíben determinados tipos de cuchillo y se someten a un permiso especial de las autoridades las pistolas detonadoras y de gas.
Las noticias llegadas de Erfurt dejaron al país en un estado de choque en el que todos los líderes políticos, incluido el presidente, Johannes Rau, y el canciller, Gerhard Schröder, se mostraron consternados. «En esta situación, todos los intentos de explicación son preliminares y se quedan cortos», alertó Schröder, a las puertas de la cancillería en Berlín, donde las banderas ondeaban a media asta. «Estamos espantados ante este horrible crimen», añadió. La cúpula del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) decidió cancelar un gran mitin electoral que estaba previsto para hoy en Duisburgo, en la cuenca del Ruhr.
Un fanático de las armas
Ciro Krauthausen – El País
28 de abril de 2002
Aunque lejos de resolver todas las contradicciones, en la jornada de ayer autoridades y periodistas lograron aclarar bastante qué es lo que sucedió el viernes, a partir de las 11 de la mañana, en el instituto Johannes Gutenberg.
Sobre todo ha emergido una imagen ya más precisa de cómo procedió Robert Steinhäuser, que el viernes tiroteó a la vicedirectora, dos alumnos, una secretaria y 11 profesores de su antiguo colegio, además de un policía.
Desde hace al menos 18 meses, el joven era miembro de dos clubes deportivos de tiro en Erfurt, una afiliación y un entrenamiento que le permitieron obtener el permiso oficial para portar consigo no sólo armas cortas, sino también un fusil de tiro rápido.
«Parece que era un fanático de las armas», sostiene el director de la policía de Erfurt, Rainer Grube. En su habitación se encontraron numerosos vídeos de acción y agresivos juegos de ordenador.
Su irrupción en el colegio debió de ser parecida a uno de estos pasatiempos: vestido de negro y encapuchado, como si fuese un ninja, Robert disparó muy poco -se han encontrado poco más de 40 cartuchos de su pistola de 9 milímetros y ninguno de tiro rápido-, pero con una precisión letal, muchas veces a la cabeza.
Además, todo sucedió muy rápido, en apenas 15 o 20 minutos, que bastaron para que el joven recorriera buena parte del edificio, ignorando a casi todos sus antiguos compañeros para arremeter preferentemente en contra de los maestros.
Al final, sin embargo, se topó con un profesor, Rainer Heise, que lo encaró de frente. «Me miró, bajó la pistola y dijo: Por hoy ya basta, señor Heise», cuenta el maestro, quien acto seguido logró encerrar a Robert en un salón, donde éste acabaría por suicidarse.
Aunque la policía aún no haya descartado del todo esta posibilidad, es poco probable que el joven haya tenido un cómplice. Su hermano, un universitario, hasta ahora no ha podido ser localizado por las autoridades.
Alemania busca respuestas para el horror
Ciro Krauthausen – El País
28 de abril de 2002
Los alemanes debaten sobre la excesiva dureza de su sistema educativo en busca de una explicación a la matanza de Erfurt.
Un mar de flores cubre las escaleras que conducen al portón del instituto Johannes Gutenberg, en Erfurt. Delante de él, decenas de alumnos, padres de familia y profesores del colegio -en el que la víspera, el día de los exámenes de selectividad, un ex alumno asesinó a 16 personas y se quitó la vida- se abrazan. Lloran en un silencio sepulcral. Es como si todos apenas ahora se dieran cuenta de la magnitud de la tragedia. «¿Cómo puede hacer un ser humano tanto daño a otros?», se lee en un cartel entre las flores. A manera de adiós, allí también hay un perro de peluche, dejado por algún niño.
«Erfurt, que es una ciudad bastante intacta, está sumida en una tremenda confusión», registra Michael Meinung, jefe durante años de la sección local de uno de los diarios regionales y que ahora trabaja para el Gobierno democristiano que desde aquí rige los destinos del Estado federado de Turingia.
Ha sido una súbita irrupción de la gran violencia, aquella que sólo se conocía de las pantallas de televisión, en una ciudad de 197.000 habitantes que comparte todos los problemas de la antigua República Democrática Alemana (RDA) -una tasa de paro del 17%, pérdida irremediable de la industria, ocasionales ataques de la extrema derecha- pero, por lo demás, es placentera, incluso idílica en un centro histórico ya casi completamente restaurado, tranquila. Y ahora, esto. «No es cierto que lo sucedido tenga que ver con la proliferación de armas de la RDA o con problemas sociales», sostiene un chaval de 17 años, delante del Ayuntamiento, donde un centenar de ciudadanos hace cola para inscribirse en el libro de pésames.
Un vistazo alrededor del instituto Johannes Gutenberg y una breve caminata hacia la casa en la que vivió Robert Steinhäuser, el asesino, lo confirma: éste no es un barrio conflictivo. Clase media alta más bien, a la que pertenecen también los padres del homicida, una dermatóloga y un empleado de una gran multinacional. «El ser humano es más que la suma de su entorno social», recordó uno de los obispos evangélicos de la ciudad, en una misa celebrada ayer tarde a la que asistió el canciller, Gerhard Schröder.
También el instituto era ejemplar, con programas para la prevención de la violencia que incluso le valieron una invitación del presidente de la República, Johannes Rau. «No me lo explico», afirma también un vecino y padre de familia, Mario Pickel, de 43 años, obrero. «A no ser que el muchacho se hubiera desesperado por haber suspendido la selectividad y haber perdido la esperanza tras ser expulsado». Turingia cuenta con uno de los regímenes educativos más estrictos de Alemania. Quien suspende en dos ocasiones consecutivas la selectividad, ya no tiene oportunidad de intentarlo una vez más. Queda en la calle, sin título, pese a haber estudiado 12 años.
«Esto de la selectividad no puede seguir así», arremete Carsten Schneider, parlamentario socialdemócrata de Erfurt, de apenas 26 años. «Hace unos meses, cuando salieron los resultados PISA, nos pedían que fuésemos más estrictos. Entonces, ¿en qué quedamos?», replica el portavoz del ministerio de Cultura. PISA, cuatro letras y un trauma para este país: es el estudio comparativo de las capacidades académicas de los alumnos de 31 países, en el que los alemanes quedaron relegados a los últimos puestos, al igual que los españoles.
Pero puede también que el problema educativo y la inmensa presión a la que se ven sometidos muchos estudiantes no tenga que ver con esta matanza. Que mucho más importante haya sido la facilidad con la que Steinhäuser pudo hacerse con las armas, sus supuestos problemas familiares, su fascinación por violentos vídeos y juegos de ordenador, su trasfondo político: de derechas, según algunos; de izquierdas, según otros. En Erfurt hay argumentos y versiones para todos los gustos, y lo que dice el jefe de la policía no tiene por qué coincidir con lo que sostiene el primer ministro, Bernhard Vogel.
Esta ciudad está sumida en un shock, como también lo están los padres de Steinhäuser, según cuentan periodistas locales: a veces, sólo a veces, parecen despertar de este estado y dicen algo coherente. «La vida tiene que seguir», instó ayer el primer ministro, Bernhard Vogel, en rueda de prensa. Pero 24 horas después de la matanza, Erfurt aún no está preparada para ello. «Esto es como un 11 de septiembre, sólo que aquí, en casa», afirma una señora delante del Ayuntamiento.
El tranquilo héroe de Erfurt
Ciro Krauthausen – El País
29 de abril de 2002
«Me puedes matar, pero me tienes que mirar a los ojos», dijo el profesor que encaró al asesino del instituto.
Rainer Heise, profesor de historia y arte de 60 años, fue considerado ayer por la prensa alemana el «héroe de Erfurt». Posiblemente fue este apacible docente el que logró parar la matanza en el instituto Johannes Gutenberg, en Erfurt, en la que el pasado viernes un ex alumno asesinó a 16 personas.
En varias entrevistas televisivas, Heise ha contado que esa mañana se encontró en dos ocasiones con el asesino, Robert Steinhäuser. Primero, lo vio de reojo: «El hombre parecía un combatiente ninja y apuntaba a los alumnos que salían corriendo, gritándoles: «También daré con vosotros».
Poco después se volvió a encontrar con el joven en la puerta de otro salón de clases. «Dirigió la pistola a mi pecho y se quitó la máscara. Lo reconocí y le dije: «Robert, ¿fuiste tú quien disparó?». Él asintió. Indiqué hacia mi jersey y le dije: «Me puedes matar, pero me tienes que mirar a los ojos». Intimidado, Robert bajó la pistola y se dejó encerrar en un cuarto. «Ya basta por hoy», dijo a su maestro, quien salió corriendo a las oficinas de la dirección del colegio. El joven se suicidaría minutos después.
La versión de los hechos dada por Heise -quien en las entrevistas se ha contradicho en varios detalles y habla con una tranquilidad asombrosa- aún no ha sido confirmada por la policía, uno de cuyos investigadores se limita a señalar que hay «algunos indicios» de que el relato del profesor se ajusta a lo sucedido. Steinhäuser, en efecto, fue encontrado encerrado en un cuarto.
En una conferencia de prensa, las autoridades también afirmaron ayer que el joven nunca contó a sus padres que, meses atrás, había sido expulsado del colegio e incluso alcanzó a decirles por la mañana que iba a examinarse en las pruebas de selectividad que se realizaban aquel día.
La policía, asimismo, ha constatado que Steinhäuser tan sólo pretendía asesinar a los maestros. Los dos menores de edad igualmente tiroteados murieron por disparos que atravesaron una puerta. Los estudiantes del instituto, muchos de ellos vieron cómo Steinhäuser acribilló a sus víctimas, seguirán recibiendo atención psicológica en el Ayuntamiento durante esta semana. El colegio permanecerá cerrado. Una supuesta página de Internet del asesino resultó apócrifa.
El asesino del instituto de Erfurt preparó durante meses la matanza
Ciro Krauthausen – El País
1 de mayo de 2002
Robert Steinhäuser, el joven de 19 años que el pasado viernes asesinó a 16 personas en un instituto en Erfurt antes de suicidarse, preparó durante meses la matanza, según afirmó ayer Manfred Scherer, secretario de Estado del Ministerio del Interior del Estado federado de Turingia.
La misma interpretación fue hecha por el diario amarillista Bild, el de mayor tirada de Alemania, que aporta como pruebas de su información la gran cantidad de munición acumulada por el joven (más de 500 cartuchos), su pertenencia a un club de tiro desde hace más de un año y sus supuestamente frecuentes «entrenamientos» con juegos de ordenador.
Portavoces de la policía de Erfurt, consultados por EL PAÍS, sin embargo, advirtieron de que las autoridades no cuentan «con indicios fehacientes» que permitan sostener esta afirmación.
Poco a poco se van conociendo más detalles del currículum académico de Steinhäuser, quien ya había suspendido una vez el undécimo curso antes de ser expulsado del instituto Johannes Gutenberg, en octubre pasado, por falsificación de documentos (un certificado médico, entre ellos) e indisciplina.
Según el estricto régimen académico de Turingia, en los institutos que llevan a la selectividad tan sólo se puede suspender dos veces un curso escolar. Si esto sucede, los jóvenes quedan en la calle sin ningún título, tras once o más años de estudios. Este hecho podría contribuir a explicar la desesperación del joven.
Expulsado con alternativas
Un portavoz del Ministerio de Educación de Turingia resaltó ayer que a Steinhäuser sí se le brindaron alternativas. Al ser expulsado del instituto en el que, medio año después, cometería la matanza, el mismo día de los exámenes de selectividad, se le recomendó inscribirse en otro centro. En este instituto, no obstante, no se ofrecían las mismas materias que venía estudiando. Por esa razón se le recomendó acercarse a un tercero, cosa que Steinhäuser nunca hizo.
En retrospectiva es más importante -incluso «trágico», según reconocen las autoridades- que el instituto Johannes Gutenberg nunca informó a los padres de Steinhäuser de su expulsión. El joven, para entonces, ya era mayor de edad y prometió hacerlo él mismo. Todo indica que nunca se atrevió a dar este paso.
Según informaciones de prensa, el mismo día de la masacre dijo a su madre que se marchaba al instituto para presentarse a unos exámenes. «Si el instituto hubiera informado a los padres, en contra de la voluntad de Steinhäuser, se podría haber infringido la legislación sobre la protección de datos personales», se defendió ayer el portavoz del Ministerio de Educación.