
El carnicero de Kansas
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Violador - Torturador
- Número de víctimas: 7
- Fecha del crimen: 1984 - 1988
- Fecha de detención: 2 de abril de 1988
- Fecha de nacimiento: 1949
- Perfil de la víctima: Hombres entre 19 y 23 años
- Método del crimen: Varios
- Lugar: Kansas City, Estados Unidos (Missouri)
- Estado: Condenado a cadena perpetua en 1988. Murió en prisión el 8 de octubre de 1992
Índice
Robert Berdella
Última actualización: 13 de marzo de 2015
Robert Berdella (31 de enero de 1949 en Cuyahoga Falls, Ohio – 8 de octubre de 1992 en la Penitenciaría Estatal de Missouri) fue un asesino en serie americano convicto por haber violado, torturado y asesinado a seis hombres en Kansas City, Missouri entre 1984 y 1987.
Crímenes y muerte
Berdella fue arrestado en la primavera de 1988 después de que una de sus víctimas escapara desde la ventana del segundo piso, usando solamente un collar de perros que Robert Berdella le había colocado para deleite sexual. Cuando este joven escapó, Berdella se encontraba en su trabajo. El joven fue auxiliado por un vecino que llamó a la policía.
Al llegar la policía, el joven contó lo acontecido a los agentes quienes primeramente pensaron que se trataría de una riña amorosa entre homosexuales. Sin embargo, debido al tipo de acusación (violación, tortura y secuestro), decidieron investigar. Al llegar Berdella de su trabajo fue inmediatamente abordado por los agentes, quienes lo arrestaron en cargos de violación. Al intentar ingresar a la casa, Robert Berdella les negó la entrada por lo que necesitaron un permiso judicial.
Decenas de fotos Polaroid de sus víctimas fueron encontradas en su habitación en el segundo piso. Además, se encontraron elementos de tortura en uno de los cuartos, también del segundo piso, como cadenas, mordazas, esposas, baterías eléctricas, etc. En una investigación más a fondo se encontraron restos humanos y manchas de sangre por toda la casa. Además, había un cráneo humano enterrado en su jardín.
Según sus propias declaraciones, Robert Berdella ataba a los jóvenes después de drogarlos para poder someterlos sexualmente y torturarlos. En un caso específico, arrancó un ojo del joven para ver qué sucedía. Se deshacía de los cuerpos desmembrándolos en su bañera y tirándolos a la basura en bolsas de plástico.
Sus vecinos no podían creerlo, era un hombre ejemplar. Recibió la máxima sentencia de cadena perpetua y murió en prisión en 1992 producto de un ataque cardíaco. Una de sus últimas quejas fue de que el personal policial no le daba las medicinas por sus problemas del corazón. Su muerte nunca fue investigada.
Robert Berdella: el asesino homosexual que mató a siete hombres en su casa
Última actualización: 13 de marzo de 2015
Anticuario, propietario de la tienda Bob’s Bizarre Bazaar en el mercado de Westport Flea en Kansas City donde vendía falsos cráneos, lámparas de lava, incienso y pendientes de los que colgaban dientes humanos. Curiosamente, Robert Berdella había puesto en sus tarjetas de visita y en las comerciales que tenía «veneno en la cabeza». Todos sus vecinos pensaban que era un personaje extraño pero inofensivo.
Esto hasta el 2 de abril de 1988. Esa tarde, un hombre completamente desnudo y con un collar de perro en el cuello saltó de la ventana del segundo piso de la casa de Bob. Salió corriendo y se refugió en el porche de una casa cercana. El joven, de 22 años, fue auxiliado por los vecinos a los que pidió que avisaran a la policía.
La víctima manifestó que había estado secuestrado los últimos cinco días en casa de Berdella, sufriendo todo tipo de abusos sexuales, hasta que consiguió fugarse arrojándose por la ventana. Además, explicó a los investigadores que Robert le había dicho que no se quitara el collar de perro y que no intentara escapar o «terminaría en la basura como los otros».
Cuando los detectives registraron la casa de Robert Berdella encontraron una colección de más de 200 fotografías de hombres desnudos, padeciendo torturas y en diversos estados de sufrimiento. También se encontraron numerosos dispositivos de tortura, junto con dos cráneos humanos, literatura ocultista, y una túnica ritual satánica.
Ese fin de semana, los investigadores desenterraron numerosos fragmentos de hueso y otra cabeza humana en el patio de Berdella.
El 4 de abril de 1988, Robert Berdella fue acusado de siete cargos de sodomía y uno de ataque en primer grado. Todos ellos en relación con el joven que consiguió escapar por la ventana.
Se fijó una fianza de 500,000$, pero fue revocada al día siguiente cuando especialistas forenses testificaron que al menos uno de los hombres que aparecía en las fotografías halladas en casa de Berdella, estaba muerto cuando fue fotografiado.
Según comprobaron los detectives, Robert solía trabar amistad con vagabundos, para conseguir que le acompañaran hasta su casa. Una vez allí les drogaba con tranquilizantes para animales y los ataba a su cama de tortura hecha por él mismo. Entonces experimentaba con electroshock con ellos y les inyectaba toda clase de limpiadores de hogar en sus venas, todo ello entrecortado con violaciones. Llevaba un detallado informe de cómo respondían las víctimas y tenía una colección de 200 fotos de hombres desnudos en diferentes estados de sufrimiento. A Bob le gustaba alargar la vida de sus víctimas durante unos días antes de atarles una bolsa de plástico en la cabeza.
En su casa, Berdella mantuvo secuestrados, torturó, violó y asesinó a 7 hombres jóvenes, desmembró sus cuerpos y abandonó los restos en la basura, salvo los cráneos que conservó en su casa o enterró en el patio de la parte de atrás.
Como ocurre en numerosos casos en Estados Unidos, Robert Berdella llegó a un acuerdo con los fiscales. El 19 de diciembre de 1988, Berdella se declaró culpable del asesinato de Robert Sheldon, y de cuatro cargos de asesinato en segundo grado, siendo sentenciado a cadena perpetua.
Años después murió en prisión envenenado o de un posible ataque al corazón.
Historia de Robert Berdella
AsesinatoSerial.net
Robert Berdella nació en el pueblo de Cuyahoga Falls, Ohio en Estados Unidos el 31 de enero de 1939 en el seno de una familia católica, fe en la cual fue bautizado a los 12 años. No se conoce gran cosa de su niñez ni de su familia excepto que tuvo un hermano llamado Daniel, siete años menor que él, y que su padre falleció cuando contaba 16 años, en 1965. Supuestamente el señor Berdella sufrió un ataque cardíaco y lo que es el destino, el mismo Berdella falleció de forma parecida. Poco tiempo después la madre de Robert se juntó con otro hombre, una situación que le provocó mucho resentimiento. En ese momento identifica su orientación homosexual. Se reporta que fue violado por un compañero del restaurante donde trabajaba. Con seguridad este lamentable acontecimiento debió minar su fe al grado que desde esa temporada dejó de asistir a los servicios religiosos como acostumbraba.
Robert Berdella relató que durante su adolescencia vio una película llamada The Collector que causó gran impresión en su persona. La trama de la referida cinta gira en torno a un hombre que vive una vida ordinaria y cuya única pasión es la recolección de mariposas. Siente que le falta algo, que su existencia está incompleta hasta que conoce a una chica de la cual se enamora. Sin embargo desarrolla un plan para secuestrar a la muchacha con el fin de mantenerla cautiva y hacer que ella se enamore de él, pero en sus términos. Para tal efecto se muda de casa a un sitio cuyo sótano acondiciona para mantener a la dama. Mediante engaños logra introducir a la mujer a su casa y la mantiene cautiva. Después de no pocas dificultades y altercados la mujer cede y se enamora del protagonista. Vuelcos inesperados y un final aterrador ocurren en el transcurso del film. Esta película produjo en Robert Berdella ideas y planes que mantuvo latentes hasta el final de su vida.
En 1967, a la edad de 18 años, Berdella se inscribe en el Kansas City Art Institute para estudiar artes. Nunca terminó dichos cursos pero si aprovechó el viaje para convertirse en un drogadicto y alcohólico. No pasó mucho tiempo para que fuera arrestado por posesión y venta de estupefacientes, acusación por la que se declaró culpable. Le fue suspendida la sentencia por 5 años que se ganó esa vez. De nuevo fue arrestado por posesión de marihuana y LSD, aunque tras permanecer arrestado unos días fue liberado por falta de pruebas.
A partir de 1968 entró como cocinero a un restaurante y a los 20 años se salió definitivamente de la escuela de artes. No era malo, por cierto, para las artes culinarias, pues durante mucho tiempo desarrollaría con buen éxito el trabajo de cocinero. En septiembre de 1969 se compraría la casa de Charlotte Street donde cometería los crímenes por los que sería mundialmente conocido.
De 1970 a 1980 su vida transcurrió con aparente normalidad. Como vecino era de conducta excepcional pues ayudó a conformar una patrulla vecinal contra el crimen. En el trabajo se convirtió en un chef de calidad colaborando para importantes restaurantes y clubes campestres. En ese momento ya era abiertamente gay. Después vinieron los cambios drásticos.
En 1981 renunció a su trabajo como chef para dedicarse de lleno a su negocio personal. Un puesto de parafernalia gótica llamado Bob’s Bizarre Bazaar ubicado en un mercado local. Ahí comerciaba antigüedades y objetos raros. Sus tarjetas de presentación decían que tenía veneno en el cerebro y su extraño comportamiento era considerado como una treta publicitaria.
A los 33 años se involucra sentimentalmente con un veterano de la guerra de Vietnam, pero la relación no dura mucho tiempo y Robert Berdella comienza a salir con prostitutos a quienes incluso lleva a vivir a su casa a cambio de compartir las labores de limpieza y manutención. Intenta encaminar a varios de ellos hacia el bien. Es un misterio saber por qué Berdella súbitamente comenzó a torturar y asesinar hombres de la manera en que lo hizo. Generalmente ocurre un evento desencadenante de violencia y locura, pero en este caso ese hecho permanece en la oscuridad.
La primer víctima de Robert Berdella fue el homosexual Jerry Howell, viejo conocido y amante suyo a quien decidió castigarlo porque le había prestado dinero para pagar un abogado y ahora se negaba a reembolsarle algo de eso. El 4 de julio de 1984 pasó a por él y ya en su casa le suministró varios calmantes sin que Howell se diera cuenta. Una vez desmayado procedió a sodomizarlo sin parar y hasta empleó un pepino para continuar el ataque. Luego lo dejó bien atado y se fue a su trabajo.
Al día siguiente continuó la tanda de torturas y humillaciones, amén de inyectarle sustancias químicas para mantenerlo sedado. Antes de la medianoche Berdella se convertía en asesino, dado que Howell pasó a mejor vida. Aquello tomó por sorpresa a Robert Berdella, quien declaró que probablemente Howell se había ahogado con su vómito, proceso acelerado por las fuertes dosis de drogas a que lo había sometido. Luego lo colgó por los pies del techo para drenarle la sangre, aprovechando que la postura del cadáver le resultaba sexualmente excitante. Finalizado el desangrado lo cortó en pedazos con sus cuchillos de cocinero y empleó una sierra eléctrica para las partes difíciles. Berdella envolvió los restos en plásticos y papeles y los puso en la esquina de su casa para que el camión de la limpieza se los llevara. Así de sencillo había resultado para Bob Berdella cumplir sus torcidas fantasías.
Después de varios días, Berdella se sentó a analizar lo que había ocurrido y comenzó a escribir una bitácora abundante en detalles de las torturas y las reacciones de Howell. El documento estaba complementado con numerosas fotografías polaroid.
El siguiente en caer fue Robert Sheldon, viejo amante de Robert Berdella que había estado en su casa muchas veces con anterioridad, pero el 10 de abril de 1985 entraría por última vez para salir hecho pedacitos. Sheldon recibió el mismo tratamiento cruel que Howell, aunque esta vez añadió más torturas a su repertorio, por ejemplo esta vez inyectó liquido para destapar caños en el ojo con el fin de cegarlo y que así fuera un esclavo sexual más apto a sus fantasías. También le molió las manos a golpes hasta dejárselas inutilizadas. Pasaron cuatro días de este infierno para Sheldon hasta que un inesperado visitante interrumpió a Robert Berdella. Para que no lo fuera a delatar con algún ruido o movimiento fuerte, Berdella envolvió su cabeza en una bolsa de plástico y murió asfixiado. Ocurrió la misma mecánica para la eliminación del cuerpo excepto que ahora Robert Berdella decidió conservar la cabeza, que enterró en su patio.
Luego le tocó turno a Mark Wallace, otro infortunado conocido de Berdella a quien aparte de las otras torturas le tocaron una serie de descargas eléctricas que terminaron pronto con su sufrimiento. Esa nueva tortura estaba aún en fase experimental.
En el mes de septiembre, James Ferris le pidió a Robert Berdella si podía darle alojamiento en su casa. Ignorante de las sádicas manías de su huésped, Ferris pronto se vio en la antesala del infierno… para su buena suerte murió rápido debido a que Berdella lo drogó de manera equivocada. Hay que comentar que Robert Berdella no tenía conocimientos médicos y usaba tranquilizantes y fármacos de uso veterinario en sus víctimas. Igual que los anteriores, los restos de Ferris fueron a dar al tiradero del condado.
Otro viejo conocido de Berdella, Todd Stoops cayó prisionero en la casa del terror. Stoops ya había vivido algunos encuentros anteriores y de hecho había dicho a la policía que algunos hombres reportados como desaparecidos habían estado con el dueño del Bob’s Bizarre Bazaar y a pesar de sus sospechas no tuvo problema para entrar de nuevo en su casa, a la postre un error que pagaría con la vida misma. Todd era un hombre atlético y fuerte mientras que Berdella era panzón y falto de condición y quizá razonó que si llegara a darse una riña entre homosexuales, él saldría victorioso. Sin embargo una vez sometido le fue aplicada la peor tanda de sodomía. Robert Berdella le introdujo por el recto su puño completo tras lo cual comenzó a sangrar profusamente. También le inyectó Drano por los ojos y las cuerdas vocales. Después de semanas con fiebre y severos tratos, la agonía terminó los primeros días de julio de 1986.
El último en perecer a manos de Robert Berdella fue el joven prostituto Larry Pearson, a quien había conocido la primavera de 1987 y a quien introdujo en su domicilio a mediados de junio. Inicialmente Pearson se portó mucho más cooperativo que el resto de las víctimas así que no hubo necesidad de aplicar tanta «disciplina» en él. Pero después de seis semanas de esclavitud sexual Pearson decidió que aquello era suficiente y decidió rebelarse. Tal afrenta pronto fue contestada con una severa paliza que le causó la muerte. Berdella conservó la cabeza de Pearson en el congelador. Después, sin razón aparente, desenterró la cabeza de Sheldon y puso la de Pearson en el mismo espacio. Cuando el domicilio fue registrado, la policía encontró el cráneo en un armario.
La última víctima fue un sujeto de nombre Chris Bryson, a quien Robert Berdella subió a su coche tras invitarlo a una «fiesta». Cuando escapó de su cautiverio, Bryson no quiso que la policía lo tomara como un prostituto ni insinuar que Robert Berdella lo había recogido de una conocida zona de prostitución masculina.
Una vez dentro del Toyota color café, comenzaron a beber cervezas y cuando llegaron al lugar de la fiesta, Bryson vio que era una casa de barrio común y corriente y que incluso el número de la misma era perfectamente visible. Cuando entraron al sitio, vio que el lugar era un completo desastre con basura y desechos apilados en cualquier esquina. El olor de perros e inmundicias era muy fuerte. Entonces Berdella le contó que antes había sido estudiante de arte y quería enseñarle su colección de objetos que tenía en el piso superior. Cuando llegaron al final de las escaleras, Chris Bryson recibió un fuerte golpe en la cabeza y cayó al suelo. De inmediato quiso reaccionar y defenderse, pero Robert Berdella había sido más rápido y le estaba inyectando una sustancia. Por más que quiso repeler el ataque, Bryson quedó paralizado y se desmayó.
Al recobrar la conciencia se encontró completamente desnudo y atado en posición de águila, con los brazos y las piernas firmemente sujetos a los postes de una cama. No sabía ni cuanto tiempo había transcurrido ni se daba cuenta de que Berdella le estaba colocando un collar de perro en el cuello, ya que volvió a desmayarse.
Entonces Bob comenzó a jugar con su nuevo esclavo sexual mientras este estaba inconsciente, tocándolo y abusando de él en una suerte de regodeo sexual. Cada paso llevado a cabo era detalladamente descrito en una bitácora por Robert Berdella. Habían pasado muchas horas hasta que Bryson recobró la conciencia de nuevo y vio que la luz del sol aparecía por las ventanas. Entonces comenzó a razonar en lo que su esposa estaría pensando ante su prolongada ausencia. Se dio cuenta de que tenía un trozo de trapo en la boca a manera de mordaza y al querer moverse entendió que no podría liberarse por sí mismo. El bullicio que produjeron sus esfuerzos hizo que Robert Berdella entrara en el cuarto. Bryson creyó que recibiría alguna explicación o que le sería informado que era parte de un juego o algo y trató de hablar, pero cuando Berdella le quitó la almohada que tapaba su rostro se dio cuenta que estaba bajo la pesada influencia de alguna droga por la visión tan borrosa que experimentó. Quiso emitir una súplica a Robert Berdella pero este reaccionó violentamente pues comenzó a darle de tingotazos en los ojos y con un cotonete le untó una sustancia que ardía terriblemente. No había nada que pudiera hacer mientras estaba a merced de su captor, lo único que le quedaba era sufrir todas y cada una de las torturas mientras que pensaba en la manera de escapar.
Acto seguido, Robert Berdella se le sentó encima y comenzó a aporrearle las manos con una barra metálica. Después comenzó a hacer algo a la altura de las ingles de Bryson, en un primer instante este no pudo determinar qué sucedía, pero su horror fue grande cuando descubrió que le estaban colocando pinzas de corriente en el escroto y el muslo. Súbitamente sintió una fuerte descarga eléctrica que corría desde su torso bajo hasta el muslo. El intenso dolor de sus manos ya adoloridas se multiplicaba con la contorsión de su cuerpo al paso de la corriente. Con la mordaza solo alcanzó a emitir un apagado quejido de agonía. Al reaccionar vio un resplandor y escuchó un chirrido, entonces se dio cuenta de que Berdella le tomaba fotografías con una cámara Polaroid.
Bryson entendió que había caído en manos de alguien de quien solo había escuchado en extraños relatos de horror, un sádico sexual que con toda seguridad jamás lo iba a dejar libre. No sabía qué pensar y solo atinaba a preguntarse como es que había caído tan fácilmente en semejante circunstancia. Una vez Berdella aplicó un par de toques más, pareció aplacarse. Entonces le informó a Bryson de las reglas que debía obedecer para «llevar la fiesta en paz…». Especialmente no debía resistirse ni tratar de gritar o hacer ruidos, pues los castigos podrían continuar y ponerse peores aún.
La siguiente vez que alcanzó a reaccionar, Robert Berdella llegó y le informó que ahora era un juguete sexual y que no habría de ir a ninguna parte. Los castigos habían sido para enseñarle cual era su nueva situación, y habría más en caso de ser necesarios; si no, iba a terminar en la basura igual que los «otros» y para convencerlo de esta última sentencia le mostró fotografías de hombres en diversas poses y en las que algunos lucían muertos o al menos dormidos. Todas las instrucciones giraban en torno a ser completamente sumiso y obediente en su nuevo rol de esclavo sexual.
Durante cuatro días Bryson fue objeto de humillantes abusos y violaciones por parte de Robert Berdella, pero llegó el momento en que este cometió un error. Como premio a su comportamiento, le ato las manos al frente, en vez de atarlas a los postes de la cama. Cuando Berdella abandonó la casa se dio a la tarea de liberarse. Después de soltarse saltó por la ventana del cuarto. Fue entonces que un vecino pudo ver a un hombre saltar del segundo piso de la casa de Robert Berdella usando por única vestimenta un collar de perro y una correa. Este vecino al auxiliar al hombre desnudo fue quien realizó la primera llamada a la policía.
Cuando los oficiales llegaron al lugar de los hechos sabían que debían actuar con cautela, pues creían que se enfrentaban a una pelea entre amantes homosexuales. Situación que no era extraña en los barrios de la ciudad y para la cual ya habían desarrollado un protocolo de acción. Auxiliaron a Bryson y le cubrieron con una manta. Cuando este pudo reunir las fuerzas necesarias comenzó a relatar su terrible historia. Aquello era más de lo que esperaban escuchar los oficiales, así que el siguiente paso era escuchar a la otra parte y para tal objetivo esperaron a que el dueño del lugar llegara para interrogarlo. Por muy grave o fantástica que resultara la queja de un sujeto como Bryson debían corroborar cada dato y acusación.
Cuando Berdella llegó a su casa, fue abordado por los oficiales que habían quedado a cargo en el lugar y le informaron que estaba bajo arresto por ser sospechoso de asalto sexual contra un hombre llamado Chris y le pidieron que firmara una hoja donde concediera permiso a los oficiales de entrar a su domicilio. Robert Berdella simuló incredulidad y se negó a que su casa fuera allanada por la policía. Llegando a la estación solicitó un abogado.
Para este momento la policía aún consideraba que el asunto podía ser nada más que un pleito entre dos hombres de los cuales uno involucraba a las autoridades para presionar al otro, pero por si acaso, los oficiales decidieron seguir paso a paso con los procedimientos hasta llegar al final del asunto. Mas que nada es loable el olfato de la policía que no desechó la idea de que si Bryson había sido realmente torturado durante varios días y advertido de muerte si no cooperaba, tal vez hubiera otras víctimas involucradas. Ahí estaba el detalle.
Dentro de la casa de Berdella tuvieron que asegurarse tres perros Chow Chow antes de que los detectives pudieran comenzar a trabajar. La casa era tal cual la había descrito Bryson: un total desorden lleno de basura por doquier. En la planta baja no fue hallado nada fuera de lo normal, pero guiados por el relato de la víctima subieron las escaleras.
Justo como esperaban, había un cuarto cerrado con una televisión y una cama. En el suelo había trozos de cuerda chamuscados, pues así había escapado Bryson: quemando sus ataduras con cerillos tirados en el suelo. En una inspección más cercana vieron que los postes de la cama tenían los bordes muy gastados como si hubieran sido empleados con las cuerdas muchas veces, tal vez para atar a más gente aparte de Chris Bryson. Junto a la cama descubrieron un dispositivo eléctrico del que salían algunos cables que subían por el colchón. En una mesita cercana encontraron varias jeringas listas para usarse. También algunos frascos de gotas para los ojos y líquidos que tenían apariencia de drogas, aparte de algunas revistas pornográficas tiradas en el suelo.
En otro cuarto vieron fotografías de Bryson donde aparecía atado y con cara de sufrimiento. Y a pesar de toda la evidencia hallada, aún no había un grave delito que perseguir. Sin embargo, en el cuarto que parecía ser el dormitorio de Robert Berdella la policía encontró un par de cráneos y unos dientes, lo cual los instó a buscar con más profundidad. Entonces aparecieron unos casetes de audio con descripciones de las torturas y más fotos polaroid donde aparecían otros hombres en similares poses que Bryson, incluso algunos parecían ser cadáveres.
El posterior análisis de la bitácora de Berdella reveló la mentalidad de un sujeto en constante necesidad de tomar el control de sus víctimas. Estaban registrados con sumo detalle cada acto cometido y la subsiguiente reacción. Hasta los movimientos mínimos eran registrados, fuera en conciencia o en desmayo.
Nuevas órdenes de registro fueron efectuadas tras los últimos hallazgos. Un grupo de forenses ocupó el lugar en busca de huellas dactilares y para envolver toda clase de objetos que tenían lo que parecía ser sangre embarrada. Todas las fotos y demás evidencias fueron catalogadas minuciosamente. Cuanto más escarbaban el lugar mayor evidencia surgía que incriminaba a Robert Berdella. De suponerse una simple riña entre amantes varones, ahora la policía parecía lidiar con un caso grande y grave.
En otro armario de la casa se halló guardada una columna vertebral humana, así como libros y extrañas máscaras que sugerían la práctica de algún rito satánico. Más tarde Berdella negaría que practicara tales artes de lo oculto. Las autoridades comenzaron a interrogar a los vecinos acerca de Berdella. Nadie aportó ningún dato revelador, pues todos consideraban a Bob como un vecino amigable y hasta ejemplar. No faltaba algún chisme que circulara en torno suyo pero nada concluyente. A fin de cuentas resultó que Robert Berdella había sido investigado años atrás por la desaparición de Howell y Ferris (recordemos que Stoops había sido el soplón anteriormente).
Aunque los oficiales tuvieron bajo vigilancia a Berdella, el caso se vino abajo por falta de evidencias. Eventualmente Stoops también desaparecería a pesar de las advertencias de que no se metiera más con Berdella, quien por cierto era bien conocido en los círculos homosexuales y era considerado bastante «peligroso…», aunque nadie dijo realmente el porqué.
Las labores de reconocimiento continuaron en el hogar de Robert Berdella donde los detectives se centraron en el patio particularmente, un sitio donde la tierra parecía haber sido removida poco tiempo atrás. Cuando excavaron se halló un cráneo todavía con vértebras y trozos de piel y cuero cabelludo. Inicialmente se pensó que el lugar podría estar infestado de cuerpos como la casa de John Wayne Gacy, pero a pesar de las numerosas excavaciones no se encontró nada.
Ante la evidencia se estableció la urgencia de identificar si los restos hallados en la propiedad correspondían a los sujetos que se describía en la bitácora de Berdella. De ser así se podían ya levantar cargos formales de homicidio contra el sospechoso. Para tal efecto los cráneos fueron llevados a la universidad de Kansas para ser analizados con todo rigor por un equipo de estudiosos liderado por el Dr. Finnegan.
Tras los estudios se determinó que los restos correspondían a hombres de entre 21 y 32 años de edad al tiempo de su muerte y que no llevaban más de año y medio que habían fallecido. En cuanto a la causa de muerte, esa permanecía desconocida siendo necesario contar con el resto del cadáver para poder determinarla con precisión. Una sierra también fue decomisada y estudiada acuciosamente. Resultó tener entre sus dientes fragmentos de cabellos, hueso y sangre. Todo fue preservado para emplearse como evidencia crítica en caso de llegar a juicio.
En un cuarto de la casa, con Luminol se detectó la presencia de sangre en grandes cantidades por el suelo. Cuando se aplicó el mismo tratamiento a cubetas y recipientes hallados en el lugar dieron iguales resultados. Había muchas evidencias, pero el problema principal es que se carecía de cadáveres.
De forma por demás asombrosa se llegó a la conclusión de que alrededor de 20 hombres figuraban en las fotos encontradas. Era muy complicado identificar a cada uno. Al final quedó claro que de todos ellos muchos no estaban muertos, inclusive se sabía que acaso disfrutaran el tratamiento sádico de Robert Berdella. Muchos otros hombres habían estado en la casa del sospechoso sin ser requeridos para favores sexuales. Era difícil de creer pero Berdella de entre todas sus posibles víctimas elegía solo a algunos para someterlos a la esclavitud sexual. El primer cráneo resultó pertenecer a Larry Pearson y la policía procedió a acusarlo de homicidio.
En un rápido movimiento Berdella se declaró culpable de la muerte de Pearson. Usualmente hubiera sido al contrario, pero el argumento detrás del audaz giro de su defensa fue evitar la pena capital si se encontraba evidencia de varios crímenes en su contra. Así por un solo asesinato y estableciendo ciertos atenuantes podían bajar de grado la sentencia del juez. Después de la identificación positiva de los restos de Sheldon el fiscal buscaba la pena de muerte, y esta vez la defensa ofreció un trato. Robert Berdella realizaría una completa confesión de todos sus crímenes a cambio de cadena perpetua. El trato fue aceptado. La necesidad de conocerlo todo al detalle, en aras de las víctimas pesó más que freír en la silla eléctrica a Robert Berdella.
Comenzando el 13 de diciembre y bajo juramento la declaración fue registrada y duró cerca de 3 días. Al final el documento llenaba más de 700 páginas. Después de un corto juicio Berdella comenzó a purgar su condena. La prensa aún perpleja por la increíble historia que acababa de surgir no soltaba al homicida acusándolo una y otra vez de ser satánico y asesino. En respuesta Berdella declaró que era una persona normal y buena, muy a pesar de sus anteriores actos y para demostrarlo constituyó un fondo para las familias de sus víctimas con una suma inicial de 50,000 dólares.
Después de permanecer solo cuatro años en prisión, Berdella falleció el 8 de octubre de 1992 de «causas naturales» aunque algunos sugieren que fue envenenado en prisión. Una de sus últimas quejas fue que los guardias no le suministraban sus medicamentos para el corazón. Los restos de todas sus víctimas nunca fueron encontrados. Se piensa que aún permanecen en el relleno sanitario donde descargaba el camión de la basura que pasaba por Charlotte Street.
Bibliografía:
- Rites of Burial: The Shocking True Crime Account of Robert Berdella, Tom Jackman y Troy Cole
- Mortal Evidence: The Forensics behind Nine Shocking Cases, Cyril Wecht y Greg Saitz
- The Serial Killer Files, Harold Schechter