
Dick
- Clasificación: Asesino en masa
- Características: Robos - Uno de los asesinos que inspiraron la novela «A sangre fría» de Truman Capote
- Número de víctimas: 4
- Fecha del crimen: 14 de noviembre de 1959
- Fecha de detención: 30 de diciembre de 1959
- Fecha de nacimiento: 6 de junio de 1931
- Perfil de la víctima: Herbert W. Clutter, de 48 años; su esposa, Bonnie Clutter, y sus hijos, Nancy (16) y Kenyon (15)
- Método del crimen: Arma de fuego - Arma blanca
- Lugar: Holcomb, Estados Unidos (Kansas)
- Estado: Ejecutado por ahorcamiento en la prisión de Lansing el 14 de abril de 1965
Índice
Richard Hickock
Wikipedia
Richard Eugene Hickock (6 de junio de 1931, Kansas City, Kansas, Estados Unidos – 14 de abril de 1965, Lansing, Kansas, Estados Unidos) fue un famoso asesino. Los últimos días de su vida son narrados en el bestseller de Truman Capote A Sangre Fría.
Richard Hickock o Dick como lo llamaban, fue criado en una granja, en una familia sana de posición estable. Dotado de una inteligencia superior a la media, al graduarse de la secundaria trabajó en el ferrocarril de Santa Fe, y luego se casó con Carol Bryan. Juntos tuvieron tres hijos y luego se desempeñó como mecánico para la Mark Buick Company. En el año 1950 sufrió un accidente que le dislocó la mandíbula y lo dejó sin empleo.
Cuando su esposa se enteró que Richard tenía un hijo con otra mujer llamada Margaret Edna se divorció de él. Sin dinero y desempleado, Richard expidió cheques sin fondos, por lo que eventualmente fue condenado a cinco años en la prisión de Lansing, Kansas, por fraude y robo.
En prisión conoció a Perry Smith, que le contó una historia, que luego resultó ser falsa, acerca de como había matado un negro en Las Vegas tiempo atrás. Richard creyó reconocer un asesino nato en Perry y decidió que trabajaría con él al salir de la cárcel. Allí conoció a otro prisionero llamado Floyd Wells, quien le contó acerca de la familia Clutter para la cual había trabajado antes. Wells le dijo que esta familia poseía una caja fuerte en su granja en Holcomb, Kansas, donde supuestamente guardaba grandes sumas de dinero. Al salir de la prisión Richard se reunió con Perry, y en la noche del 15 de noviembre de 1959 entraron a la casa de los Clutter, y al descubrir que no existía dicha caja fuerte mataron a todos los miembros de la familia que se encontraban en la casa. En total robaron menos de 50 dólares.
Después de los asesinatos escaparon a México, al gastar todo el dinero regresaron a los Estados Unidos, y fueron detenidos en Las Vegas, cuando el antiguo compañero de prisión Floyd Wells los delató. Richard Hickock fue enviado de vuelta a Kansas y declarado culpable del asesinato de los Clutter, por lo que fue condenado a ser ejecutado por ahorcamiento.
Esperó en el corredor de la muerte de la prisión de Lansing durante casi 2 mil días, solicitando continuamente el cambio de su sentencia, argumentando que él no había asesinado a los Clutter, sino Perry, hecho que éste mismo admitió.
El 14 de abril de 1965 Richard Hickock fue colgado y murió a la 12:41 de la madrugada, 38 minutos antes que Perry. Fue enterrado al lado de Perry en el condado Leavenworth. Sus últimas palabras fueron: «Sólo quiero decir que no tengo resentimientos. Ustedes me están enviando a un mundo mejor que como este ha sido.»
Uno de los pasatiempos de Hickock era atropellar perros en las autopistas, además sentía deseos sexuales por niñas, hecho que siempre negó rotundamente. Perry Smith aseguró que Dick iba violar a Nancy Clutter, de 16 años, antes de asesinarla. Sin embargo, él se opuso.
Sospechan que los asesinos de «A sangre fría» mataron a otra familia
Guido Carelli Lynch – Revistaenie.clarin.com
21 de diciembre de 2012
Los cuatro estallidos irrumpieron en las primeras horas de esa mañana de noviembre de 1959 e interfirieron con los ruidos normales de un pueblo perdido en Kansas, «con la activa histeria de los coyotes, el chasquido seco de las plantas secas arrastradas por el viento, los quejidos del silbido de la locomotora». Los cuatro disparos que en total terminaron con seis vidas humanas; incluidas, en última instancia, las de los asesinos. Y, también, con el anonimato de Holcomb, Kansas; y con el mote de «cronista frívolo» que arrastraba (injustamente) Truman Capote. Pero no pudieron sepultar para siempre los cuerpos de Richard «Dick» Hickock y Perry Edward Smith.
Anteayer los restos de los asesinos que Capote retrató en A sangre fría fueron exhumados como parte de una investigación sobre otro homicidio cuádruple -el de la familia Walker- ocurrido en Florida ese mismo año.
Los restos de los asesinos yacen juntos, a pocos pasos uno del otro, en el cementerio de Mount Muncie, en Kansas, el mismo Estado donde liquidaron a Herbert Clutter, su mujer Bonnie y sus dos hijos.
Los Agentes de la Oficina de Investigación de Kansas desenterraron los huesos después de obtener una orden judicial, según confirmó Kyle Smith, subdirector del departamento policial del condado de Kansas. Los investigadores tardaron más de cuatro horas en exhumar ambos cuerpos para que la policía de Kansas procese el ADN extraído de los restos y lo remita a Florida para su comparación con las pruebas de los asesinatos no resueltos de la familia Walker.
En realidad, Dick y Perry, ya habían sido investigados por este cuádruple homicidio cuando todavía estaban vivos. El propio Capote lo describe en algunos pasajes de su memorable novela de no-ficción. Tras asesinar a los Clutter, relajados y en un hotel de Miami, Perry encontró una noticia que le llamó la atención: el asesinato de «Clifford Walker, su esposa y sus hijos, un niño de cuatro años y una niña de dos años». El diario contaba que «Cada una de las víctimas, si bien ni atadas ni amordazadas, habían muerto de un disparo en la cabeza con un proyectil calibre 22. El crimen, del que no había ninguna pista y aparentemente tampoco motivo, tuvo efecto el sábado 19 de diciembre por la noche, en el domicilio de los Walker, un rancho ganadero vecino de Tallahassee.» Como reconstruye Capote, Perry y Hickock no tardaron en darse cuenta que ese día ellos se escondían en la misma localidad. «‘¡Increíble!’ Perry releyó el artículo. ‘¿Sabes lo que no me extraña? Que lo hubiese hecho un lunático. Un maniático que hubiera leído lo de Kansas’».
No fueron los únicos en asociar este crimen con el de los Clutter, por el que más tarde serían apresados, condenados y ejecutados.
El 20 de enero de 1965, en una carta que Perry envió a Capote -por entonces ya mantenían una amistad sugerente y una correspondencia fluida- y que el escritor reproduce en su libro, el preso escribe: «Me han pedido que me someta al detector de mentiras por lo del caso Walker». En la página que sigue Capote describe, con detalles, el asesinato de los Walker: «Un joven matrimonio, Clifford Walker y señora, y sus dos hijos, niño y niña, todos ellos muertos de un escopetazo en la cabeza». Y continúa: «Los resultados de la prueba, para gran desilusión del sheriff de Osprey y de Al Dewey (el investigador del homicidio de los Clutter), que no cree en excepcionales coincidencias, fueron negativos. El asesino de la familia Walker sigue por descubrir», concluye Capote, en la última de sus menciones sobre ese homicidio.
Ahora, la exhumación se realizó tras el pedido del detective del condado de Sarasota en Florida.
Kim McGath, que pasó cuatro años investigando los asesinatos de la familia de Florida, no cree que el detector de mentiras haya dicho toda la verdad. Insiste en que los asesinatos de ambas familias presentan muchas similitudes. Por ejemplo, que Christine Walker fue violada: los investigadores encontraron muestras de semen en el cuerpo sin vida de la mujer, según McGath. Y Smith dejó entrever, en sus conversaciones con Capote, que él mismo impidió que su socio abusara de Nancy Clutter, que sólo tenía 16.
De hecho, en A sangre fría, en el mismo hotel de Miami donde se habrían enterado del asesinato de los Walker, Perry se enfurece por ver a Hickock coqueteando con una chica. «¿No habían llegado casi a las manos cuando, muy recientemente, él impidió que Dick violara a una aterrada muchacha?», se pregunta Capote.
Además, McGath agregó que Smith tenía un cuchillo idéntico a uno robado a Cliff Walker. Ha de sospechar que se trata del mismo cuchillo con el que le cortó la garganta a Herbert Clutter, antes de dispararle.
Perry y Dick se conocieron en los ‘50, mientras cumplían una condena en una cárcel de Kansas. Estuvieron juntos 2 mil días en la «hilera de la muerte», el pabellón para los condenados a muerte. Capote, aseguran algunas investiagaciones [investigaciones], financió recursos legales para retrasar la ejecución mientras le convenía y, finalmente, retiró su ayuda para garantizar un fin contundente y dramático a su libro. Sólo no contaba con este epílogo.
Más información en: «Perry Edward SMITH»