
Junior
- Clasificación: Homicida
- Características: Autor de la primera masacre escolar (realizada por un solo individuo con un arma de fuego) registrada en América Latina
- Número de víctimas: 3
- Fecha del crimen: 28 de septiembre de 2004
- Fecha de detención: 28 de septiembre de 2004
- Perfil de la víctima: Sandra Nuñez, de 16 años, Evangelina Miranda (16) y Federico Ponce (15)
- Método del crimen: Arma de fuego (pistola Browning calibre 9 mm)
- Lugar: Carmen de Patagones, Argentina
- Estado: Declarado inimputable y confinado en un centro psiquiátrico juvenil en la localidad de San Miguel (Buenos Aires)
Índice
Masacre escolar de Carmen de Patagones
Wikipedia
La Masacre escolar de Carmen de Patagones fue un incidente ocurrido el 28 de septiembre de 2004 en el Instituto Nº 202 Islas Malvinas de Carmen de Patagones, al sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, en el cual un alumno, identificado como Rafael Solich de 15 años, disparó con una pistola perteneciente a su padre contra sus compañeros de aula, provocando la muerte de 3 de sus compañeros y que 5 resulten heridos.
Hechos
La mañana del martes 28 de septiembre de 2004 en la Escuela de Enseñanza Media Nº 202 Islas Malvinas de Carmen de Patagones, un chico de 15 años llamado Rafael Solich, mejor conocido como «Junior», disparó sobre sus compañeros en el aula en la que compartían el primer año del ciclo Polimodal (secundario). Se afirmó que el joven sufría de acoso por parte de sus compañeros que lo habían apodado «Pantriste», ya que el joven les recordaba al personaje de la película animada de Manuel García Ferré.
Se llevó a cabo a las 7:35, hora del comienzo de las clases, Solich ingresó al colegio al que concurren unos 400 estudiantes, escondiendo una pistola Browning calibre 9 mm (perteneciente a su padre, un suboficial de la Prefectura Naval Argentina), otros dos cargadores y un cuchillo de caza escondidos en un camperón militar.
En el aula 1º B, Solich se colocó en frente de la clase, tomó el arma y la descargó contra sus compañeros de aula sin mediar palabras, después de vaciar la pistola, salió al pasillo. Cargó un segundo cargador e hizo un nuevo disparo, esta vez hacia el kiosquero de la escuela a quien no alcanzó a herir.
Siguió su camino por el pasillo principal de la escuela hasta que Dante Pena, uno de sus compañeros de aula y mejor amigo, se le abalanzó y logró quitarle el arma. Luego de enteradas las autoridades, no se resistió, fue arrestado y trasladado a la ciudad portuaria de Bahía Blanca. La tragedia tuvo la triste distinción de ser la primera masacre escolar (realizada por un solo individuo con un arma de fuego) registrada en América Latina.
Como saldo del ataque fallecieron tres compañeros de aula, de entre 15 y 16 años; además de haber cinco heridos. El entonces presidente Néstor Kirchner calificó el episodio como doloroso y dispuso dos días de duelo nacional.
En todas las escuelas del país se realizó una jornada de reflexión en la que se leyó una carta enviada por el Ministerio de Educación a todos los establecimientos educativos del país.
Víctimas
- Sandra Nuñez (muerta en la escena)
- Evangelina Miranda (muerta en la escena)
- Federico Ponce (muerto en la escena)
- Natalia Salomón (herida)
- Nicolás Leonardi (herido)
- Cintia Casasola (herida)
- Rodrigo Torres (herido)
- Pablo Saldías Kloster (herido)
Condena
Al iniciarse la causa judicial, Rafael fue confinado a un centro de internación para jóvenes delincuentes en el partido de Ensenada.
Luego de ser declarado inimputable, Alicia Ramallo, la jueza que llevó el caso, se hizo cargo de su tutela y lo internó en un centro psiquiátrico juvenil en la localidad de San Miguel.
Su Progenitor Rafael Solich (padre) fue condenado a 45 días de prisión por negligencia al dejar el arma al alcance de un menor.
Masacre en una escuela
Pablo Morosi – Lanacion.com.ar
29 de septiembre de 2004
«Hoy va a ser un lindo día», dicen que dijo Junior, de 15 años, antes de extraer la pistola Browning calibre 9 milímetros de su padre y disparar, sin pausa, sobre sus compañeros de 1er año B de la Escuela Media N° 2 Islas Malvinas, de esta ciudad en el extremo sur bonaerense, a 1100 kilómetros de la Capital Federal. Junior, apodo por el que todos lo conocían, mató a tres alumnos y otros cinco están internados con heridas de diversa gravedad. Todos tienen la misma edad que el homicida.
Anoche, las jóvenes víctimas eran veladas en el estadio Trípodi, del Club Atenas, en medio del profundo dolor de todos los habitantes de esta ciudad. Se hicieron presentes el gobernador Felipe Solá y autoridades educativas nacionales y provinciales.
Horas después de la masacre, el adolescente -inimputable por su edad- había sido trasladado a Bahía Blanca, donde declaró ante la Justicia. Estaba lúcido, consciente de sus actos y confesó allí que en el último tiempo había tenido problemas con su padre, un suboficial de la Prefectura Naval.
La tragedia se desató luego de las 7.30 de ayer. Tras izar la bandera en el patio de la escuela, los chicos se dirigieron a sus cursos. Lo que parecía un martes más se convirtió, en pocos minutos, en un verdadero caos. Junior entró a clase, se paró junto a su pupitre, el primero al lado de la puerta, y no paró de disparar: agotó los trece tiros del cargador de la pistola reglamentaria de su padre. Tres chicos murieron: Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce. Otros cinco sufrieron heridas de distinta gravedad.
El resto de los 29 alumnos del curso -de entre 15 y 16 años- entró en pánico. Unos se tiraron al piso y otros, como pudieron, intentaron huir. Unos corrieron hacia la biblioteca, otros hacia la salida.
Junior sacó el cargador vacío, que quedó tirado en el aula, e intentó colocar un segundo cargador y salió al pasillo. Dante Pena, uno de los mejores amigos de Junior, se le abalanzó gritando: «¡Qué hiciste!». Y junto con otros compañeros logró arrebatarle el arma.
En estado de shock, el chico comenzó a caminar hacia la salida y allí fue interceptado por la policía que había llegado al lugar alertada por las autoridades de la escuela, a la que concurren unos 400 estudiantes. No se resistió y lo detuvieron. Entre sus pertenencias tenía un tercer cargador y una cuchilla de campamento.
El titular de la comisaría local, Eduardo Roberto Diego, informó que cuando encontraron a Junior «estaba en estado de shock e intentaba salir de la escuela».
«En ningún momento habló ni dio explicaciones del acto que había cometido», aseguró el oficial.
Según sus compañeros, Junior después de izar la bandera, dejó entrar en el aula a todos sus compañeros. Allí, se paró junto a la puerta y disparó. Todos los tiros que no impactaron en los compañeros, lo hicieron en las paredes. Las marcas estaban a media altura, lo que indica que no fueron tiros al aire, para asustar, sino que tenían la intención de dar en el blanco.
El chico, que quedó a disposición de la jueza de menores de Bahía Blanca, Silvia Ramallo, fue trasladado ayer a la comisaría 1ra. de Bahía Blanca para preservar su integridad. Allí fue atendido por un psicólogo y una asistente social provistos por el gobierno provincial.
Junior es hijo de un suboficial de Prefectura que se desempeña en el Museo de la fuerza. Ayer usó el arma de su padre. El prefecto general Oscar Arce, que ayer llegó a Patagones para interiorizarse de lo ocurrido, dijo a La Nación que «el chico extrajo el arma de un ropero en el que su padre la había guardado anoche (por anteanoche) luego de realizar un servicio adicional».
Versiones surgidas del grupo de chicos del curso sostienen que el atacante «parece que discutió ayer» con sus compañeros, quienes, ante los disparos «a la pared, se escondieron debajo de los bancos», y por eso les «disparó a quemarropa».
El chico, que estaba en el aula contigua al ocurrir la masacre, dijo: «Escuchamos un montón de gritos, salimos del aula y vimos a tres chicas tiradas» y heridas a quienes los preceptores asistieron inmediatamente. Dos de los heridos, Rodrigo Torres y Pablo Saldías se encontraban anoche en grave estado en el Hospital de Viedma Artémides Zatti, donde también estaba internada Natalia Salomón.
En tanto, en el Hospital Ecay, de esta ciudad, permanecían «estables» Cintia Casasola y Nicolás Leonardi, según el último parte médico brindado al caer la noche.
El prefecto Néstor López, titular de la Subprefectura de Carmen de Patagones, informó que se inició un sumario interno para determinar la responsabilidad que le puede caber al padre en el luctuoso episodio.
López no descartó que puedan aplicarse sanciones contra el suboficial.
Anoche, la jueza Ramallo dispuso la realización de peritajes psicológicos y psiquiátricos a toda la familia además de un estudio socioambiental del adolescente y su entorno.
Ramallo adelantó su intención de interrogar a Junior. Ayer lo hizo con sus padres. En tanto que no precisó cuándo tomará declaración a los compañeros. «Voy a esperar unos días para tomar declaración a los chicos, quiero que recuperen serenidad porque lo ocurrido es muy fuerte», señaló la magistrada luego de visitar a los heridos en el hospital local.
El director general de Cultura y Educación bonaerense, Mario Oporto, llegó aquí al mediodía y mantuvo reuniones con familiares de las víctimas y con los docentes de la escuela. Según Oporto, hoy llegará a Patagones un grupo de profesionales de la Secretaría de Derechos Humanos provincial para trabajar en la contención de la comunidad educativa de la escuela.
Anoche, en el velatorio colectivo hubo escenas de dolor e indignación con los periodistas. Los vecinos, familiares y amigos mantuvieron algunos altercados para lograr que no instalaran las cámaras dentro del estadio de basquet, repleto de gente.
El presidente Néstor Kirchner calificó el episodio como «doloroso» y dispuso dos días de duelo nacional. Además, en todas las escuelas del país se realizará entre hoy y mañana una jornada de reflexión en la que se leerá una carta enviada por el Ministerio de Educación a todos los establecimientos educativos del país.
En tanto, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Sola, estuvo ayer en el velatorio. Al retirarse dijo que «esto es como un rayo que hubiera caído. Acá no hay ganadores ni perdedores: todos han perdido».
Cómo está Juniors, 10 años después de la Masacre de Carmen de Patagones
Lanacion.com.ar
24 de septiembre de 2014
Pasaron 10 años de la masacre de Carmen de Patagones donde un chico llamado Juniors, de 15 años, mató a tres compañeros e hirió a otros cinco en el aula donde cursaban el primer año del polimodal. Una década después, una investigación periodística cuenta la vida del joven junto a sus padres y su hermano.
Un libro de Miguel Braillard y Pablo Morosi, que acaba de salir, relata la historia silenciada del drama ocurrido en el pueblo de Viedma. Los autores revelan que Juniors, declarado inimputable por la jueza Alicia Ramallo, vive en Ensenada, cerca de donde su padre presta servicios en Prefectura.
La investigación indica que Juniors, nombre que le puso su padre en homenaje a Boca Juniors, estuvo sin pisar la calle hasta agosto de 2007 y después comenzó salidas transitorias de 24, 48, 72 y 96 horas semanales. En la actualidad está más en su casa que en el sanatorio que lo trata en La Plata. En la causa judicial no consta que el joven trabaje o estudie. Los especialistas que lo han tratado su diagnostico es trastorno de personalidad.
La charla entre la Jueza y Juniors después de la masacre
-Hola. ¿Cómo estás? Me llamo Alicia. Soy la jueza que va a trabajar con vos por lo que hiciste. ¿Te sentís bien? ¿Me querés contar qué pasó?
-Eh…algo me acuerdo…No, no sé, en realidad fue todo muy rápido…
-¡Pero, qué barbaridad, querido! ¡¿Te das cuenta de lo que hiciste a tus compañeros? ¿Sos consciente de la gravedad de los hechos?
-Sí, sí…bah, no sé…
-¿Cómo te sentís… estás angustiado?
-…Sí… -respondió, seco.
-Es terrible,…¿supongo que estarás arrepentido?
-Y…sí
-Bien, Juniors, aunque no estás obligado, es importante que si tenés ganas, nos cuentes lo que te pasó a vos.
-…Cuando papá salió con mamá me metí en la pieza y saqué la pistola y los cargadores
-¿El arma estaba cargada? -inquirió la secretaria
-… -Asintió con la cabeza.
-¿Y después que pasó, te fuiste a dormir así nomás?
-No.. no dormí nada…
-¿Por qué? ¿estabas nervioso?
-Tenía escalofríos. Estaba descompuesto…
-¿Y qué hiciste a la mañana siguiente?
-Salí a las siete, me fui caminando a la escuela…
-¿Qué pensabas en el camino?
-…Nada…
-¿Y qué hiciste cuando llegaste a la escuela?
-Entré y me fui a formar la fila para subir la bandera…
-¿Le mostraste a alguien el arma? -inquirió la jueza
-La pistola no… -Junior se sentó e hizo un largo silencio- … el cuchillo se lo mostré a Dante… -un compañero, reveló.
A cuentagotas, relató que se sentó solo en el primer banco y que una vez que pasaron sus compañeros se puso de pie y caminó hasta el pizarrón. Dijo que se paró frente al curso y extrajo el arma. Que ya estaba para disparar. Que vació el cargador. Que salió al pasillo y recargó. Que le disparó a un señor. Que no oyó voces, gritos ni ruidos. Que no era él.
-¿Por qué lo hiciste? -le preguntó la jueza pidiéndole por cuarta vez que levante la vista y la mire a los ojos.
-…
-¿Estabas enojado?
Sí.
-¿Con tus compañeros?
-Sí -susurró.
-¿Con tu familia?
-…También…
-¿Por qué estabas enojado con tus compañeros?
-Me molestan… siempre me molestaron, desde el Jardín… Desde el sépitmo que pensaba hacer algo así -dijo.
-¿Y cómo es que te molestan?
-…Y, me cargan. Dicen que soy raro… me joden porque tengo este grano en la nariz…
-¿Y con tu familia?
-Tuve una pesadilla: Yo agarraba un cuchillo y apuñalaba a mi papá. Pero él no se moría, me preguntaba por qué lo había hecho y yo le tiraba una silla y salía corriendo.
La masacre
El episodio ocurrió el 28 de septiembre de 2004 cuando Juniors de 15 años con el arma reglamentaria de su padre, agente de la Prefectura Naval, mató a tres compañeros e hirió a otros cinco dentro del aula de la escuela N° 202 Malvinas Argentinas en la que cursaban el primer año del ciclo Polimodal, la mayor parte de las demandas civiles se hallan paralizadas debido a la falta de notificación de Rafael Junior Solich -hoy de 24 años-, y de sus padres Rafael Solich y Esther Pangue.
A diez años de la masacre Carmen de Patagones, hablan los sobrevivientes
Agencia Télam 3 – Lavoz.com.ar
28 de septiembre de 2014
Sobrevivientes y familiares expresaron mensajes contra la violencia y también algunas críticas hacia el manejo mediático del caso y la demora en los sumarios a docentes y psicopedagogos que no advirtieron a tiempo que algo andaba mal.
Allí murieron Federico Ponce, de 15 años, Evangelina Miranda y Sandra Nuñez, ambas de 16, en cuyo recuerdo esta noche inaugurarán tres esculturas montadas a la vera del río Negro, que serán a primera marca tangible que habrá en esta ciudad de la llamada «Tragedia de Patagones», donde Rafael «Junior» Solich, de 15, disparó contra sus compañeros .
Secuelas
«Fue tremendo y va a seguir siendo tremendo toda la vida», afirmó Pablo Saldías Kloster, que ahora tiene 25 años, vive en Bahía Blanca y hace diez años recibió tres balazos en el aula del 1 «B» del polimodal donde ese día compartió el banco con Federico.
«Supe que Junior le había pegado (un disparo) a Federico, porque lo escuché quejarse al lado mío. Pero no me acuerdo el momento en que no gritó más», relató.
El 28 de setiembre «no puede ser un día más y es una fecha muy importante como para pasarla de largo», afirmó Pablo, que trabaja en un local de ropa unisex en Bahía Blanca, donde estudió para visitador médico.
Gonzalo Ponce, hermano de Federico, criticó el manejo del tema que realizaron algunos medios de comunicación «que redujeron lo ocurrido a un caso trágico de bullying, colocando como víctima a (Rafael) Solich y como victimarios a sus compañeros».
«Esto no fue un caso de bullying; Junior se integraba en la escuela. En todo caso el sistema escolar, que tenía tres psicopedagogas para tres turnos, no advirtió a tiempo que algo pasaba», manifestó Gonzalo, quien hoy es abogado.
Nicolás Leonardi, dijo que «en la clase eran más mujeres que varones».
«Junior»
«A Junior lo invitábamos a lugares, él se aislaba y decía que no podía salir; pero inclusive jugó muchas veces con nosotros a la pelota, por eso nos da bronca que se diga que todo esto pasó por un caso de bullying», explicó.
Junior «hacía cosas raras, salía con frases descolgadas, por ejemplo cuando hablábamos con las chicas sobre relaciones sexuales. O hacía gestos con su dedo pulgar e índice, imitando a una pistola», relató. «Era más reacio fuera de la escuela que adentro y sabíamos que podía llegar a andar en algo raro, pero nunca imaginábamos que podía pasar algo así», afirmó.
Según Daniel, un amigo de Nicolás que jugó varias veces al fútbol con Junior, «los chicos ahora superaron todo esto. Pero lo que más bronca nos da -apuntó- es que las autoridades sabían de su conducta: él había empezado a leer sobre la historia nazi, junto a su amigo Dante Pena, y dibujaba esvásticas en el pizarrón».
«Tomó lo peor de esta cultura, para Junior la agresión era una convicción y nunca se arrepintió de haber hecho lo que hizo», dijo Marisa Santa Cruz, madre de Federico.
VÍDEO: INSTINTO ASESINO – MASACRE ESCOLAR