Perry Edward Smith

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  • Clasificación: Asesino en masa
  • Características: Robos - Uno de los asesinos que inspiraron la novela «A sangre fría» de Truman Capote
  • Número de víctimas: 4
  • Fecha del crimen: 14 de noviembre de 1959
  • Fecha de detención: 30 de diciembre de 1959
  • Fecha de nacimiento: 27 de octubre de 1928
  • Perfil de la víctima: Herbert W. Clutter, de 48 años; su esposa, Bonnie Clutter, y sus hijos, Nancy (16) y Kenyon (15)
  • Método del crimen: Arma de fuego - Arma blanca (degüello)
  • Lugar: Holcomb, Estados Unidos (Kansas)
  • Estado: Ejecutado por ahorcamiento en la prisión de Lansing el 14 de abril de 1965
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Perry Smith

Wikipedia

Perry Edward Smith (Huntington Valley, Nevada, 27 de octubre de 1928 – Lansing, Kansas, 14 de abril de 1965) fue un famoso asesino estadounidense. Los últimos años de su vida son narrados en el éxito de Truman Capote: A Sangre Fría.

Sus padres eran acróbatas de rodeo, su madre Flo Buckskin era una india cherokee y su padre Tex John Smith era un cowboy irlandés. Al año de nacido, la familia de cuatro hijos se mudó a Juneau, Alaska, donde su padre destiló whisky ilegalmente para vivir.

Su infancia fue pobre, y dormían los seis en una camioneta ya que tenían que hacer gira por el país para sobrevivir. Debido a que sus padres ya no podían hacer acrobacias como en su juventud, se establecieron a Reno, Nevada. Su padre era abusivo con la madre, que era alcohólica, lo que motivó que ella lo abandonara, mudándose a San Francisco y llevando a los cuatro hijos con ella, en aquel entonces Perry tenía seis años.

Durante el tiempo que vivió en San Francisco su madre lo internó en orfanatos y asilos de niños. En todos los lugares lo odiaban por mojar la cama y ser medio indio. Al formalizarse el divorcio de los padres, el padre ganó la custodia de los hijos, sin embargo internó a todos en un asilo excepto a Perry. Perry no volvió a ver a su madre, que murió ahogada en su propio vómito. Su padre, llevó a su hijo menor de vuelta a Reno y luego recorrieron el país por seis años para luego establecerse en Anchorage, Alaska.

A los 16 años pelea con su padre, y se dirigió a Seattle, donde se alistó en la Marina Mercante, dos años después hace los mismo en el ejército por lo que participa en la Guerra de Corea como ingeniero mecánico, donde obtuvo la Estrella de Bronce. Al terminar el servicio trabajó durante un tiempo en un taller en Fort Lewis, Washington.

En 1952 se reconcilia con su padre, por lo que emprende un viaje en motocicleta para encontrarse con él en Anchorage. En el camino sufre un grave accidente y pasa un año en rehabilitación. Desde entonces siempre le dolieron las piernas, ya que los huesos no sanaron adecuadamente.

Otra pelea hace que abandone a su padre nuevamente, y se dirige a pedir ayuda de un amigo del ejército que vivía en Massachusetts. En el camino roba una tienda en Texas, días después es capturado pero escapa y se dirige a Nueva York, donde es capturado nuevamente por el FBI. Fue condenado de cinco a diez años en la prisión de Lansing, Kansas. Para aquel entonces su madre ya había muerto, y sus hermanos Jimmy y Fern se habían suicidado.

En la prisión conoce a Dick Hickock quien le habla de Floyd Wells. El último le informaría a Dick acerca de la familia Clutter, para la cual él había trabajado hace un tiempo. Les dijo que ellos guardaban grandes cantidades de dinero en una caja fuerte en su casa de Holcomb, Kansas.

Al salir de la prisión, Perry y Dick se reencuentran y se dirigen a la casa de los Clutter la noche del 15 de noviembre de 1959. Adentro inmovilizan a los cuatro miembros de la familia que estaban en la casa, al descubrir que no existía la mencionada caja fuerte, ejecutan a los cuatro. Perry confesaría luego que él fue el que los asesinó a todos. Todos murieron de un tiro de escopeta en la cabeza, a excepción del Sr. Clutter al que se le cortó la garganta primero. En total obtuvieron menos de 50 dólares.

Después del asesinato, se dirigen a México, al acabárseles el dinero regresan a los Estados Unidos, donde Floyd Wells los había denunciado como los posibles asesinos. Son capturados en Las Vegas y enviados de vuelta a Kansas, donde son declarados culpables y condenados a muerte.

Perry y Dick pasan cerca de 2 mil días esperando su ejecución en la Prisión de Lansing, donde se habían conocido.

Durante la espera, Perry conoce a Truman Capote y le concede entrevistas frecuentemente. La noche de la ejecución Perry, desesperado llama a Capote y le ruega que solicite una apelación, sin embargo, Capote, que deseaba secretamente la muerte de los asesinos para mejorar su libro, hace caso omiso de la petición de Perry.

Perry Smith de 36 años fue colgado en la prisión de Lansing y murió el miércoles 14 de abril de 1965 a la 1:19 de la madrugada. Fue enterrado al lado de Dick en Kansas. Sus últimas palabras fueron:

«Pienso que es una cosa infernal quitar la vida de este modo. No creo en la pena de muerte ni legal ni moralmente. Puede que hubiera podido contribuir en algo. No sirve de nada que pida perdón por lo que hice. Hasta está fuera de lugar, pero lo hago, pido perdón.»


Sospechan que los asesinos de «A sangre fría» mataron a otra familia

Guido Carelli Lynch – Revistaenie.clarin.com

21 de diciembre de 2012

Los cuatro estallidos irrumpieron en las primeras horas de esa mañana de noviembre de 1959 e interfirieron con los ruidos normales de un pueblo perdido en Kansas, «con la activa histeria de los coyotes, el chasquido seco de las plantas secas arrastradas por el viento, los quejidos del silbido de la locomotora». Los cuatro disparos que en total terminaron con seis vidas humanas; incluidas, en última instancia, las de los asesinos. Y, también, con el anonimato de Holcomb, Kansas; y con el mote de «cronista frívolo» que arrastraba (injustamente) Truman Capote. Pero no pudieron sepultar para siempre los cuerpos de Richard «Dick» Hickock y Perry Edward Smith.

Anteayer los restos de los asesinos que Capote retrató en A sangre fría fueron exhumados como parte de una investigación sobre otro homicidio cuádruple -el de la familia Walker- ocurrido en Florida ese mismo año.

Los restos de los asesinos yacen juntos, a pocos pasos uno del otro, en el cementerio de Mount Muncie, en Kansas, el mismo Estado donde liquidaron a Herbert Clutter, su mujer Bonnie y sus dos hijos.

Los Agentes de la Oficina de Investigación de Kansas desenterraron los huesos después de obtener una orden judicial, según confirmó Kyle Smith, subdirector del departamento policial del condado de Kansas. Los investigadores tardaron más de cuatro horas en exhumar ambos cuerpos para que la policía de Kansas procese el ADN extraído de los restos y lo remita a Florida para su comparación con las pruebas de los asesinatos no resueltos de la familia Walker.

En realidad, Dick y Perry, ya habían sido investigados por este cuádruple homicidio cuando todavía estaban vivos. El propio Capote lo describe en algunos pasajes de su memorable novela de no-ficción. Tras asesinar a los Clutter, relajados y en un hotel de Miami, Perry encontró una noticia que le llamó la atención: el asesinato de «Clifford Walker, su esposa y sus hijos, un niño de cuatro años y una niña de dos años». El diario contaba que «Cada una de las víctimas, si bien ni atadas ni amordazadas, habían muerto de un disparo en la cabeza con un proyectil calibre 22. El crimen, del que no había ninguna pista y aparentemente tampoco motivo, tuvo efecto el sábado 19 de diciembre por la noche, en el domicilio de los Walker, un rancho ganadero vecino de Tallahassee.» Como reconstruye Capote, Perry y Hickock no tardaron en darse cuenta que ese día ellos se escondían en la misma localidad. «‘¡Increíble!’ Perry releyó el artículo. ‘¿Sabes lo que no me extraña? Que lo hubiese hecho un lunático. Un maniático que hubiera leído lo de Kansas’».

No fueron los únicos en asociar este crimen con el de los Clutter, por el que más tarde serían apresados, condenados y ejecutados.

El 20 de enero de 1965, en una carta que Perry envió a Capote -por entonces ya mantenían una amistad sugerente y una correspondencia fluida- y que el escritor reproduce en su libro, el preso escribe: «Me han pedido que me someta al detector de mentiras por lo del caso Walker». En la página que sigue Capote describe, con detalles, el asesinato de los Walker: «Un joven matrimonio, Clifford Walker y señora, y sus dos hijos, niño y niña, todos ellos muertos de un escopetazo en la cabeza». Y continúa: «Los resultados de la prueba, para gran desilusión del sheriff de Osprey y de Al Dewey (el investigador del homicidio de los Clutter), que no cree en excepcionales coincidencias, fueron negativos. El asesino de la familia Walker sigue por descubrir», concluye Capote, en la última de sus menciones sobre ese homicidio.

Ahora, la exhumación se realizó tras el pedido del detective del condado de Sarasota en Florida.

Kim McGath, que pasó cuatro años investigando los asesinatos de la familia de Florida, no cree que el detector de mentiras haya dicho toda la verdad. Insiste en que los asesinatos de ambas familias presentan muchas similitudes. Por ejemplo, que Christine Walker fue violada: los investigadores encontraron muestras de semen en el cuerpo sin vida de la mujer, según McGath. Y Smith dejó entrever, en sus conversaciones con Capote, que él mismo impidió que su socio abusara de Nancy Clutter, que sólo tenía 16.

De hecho, en A sangre fría, en el mismo hotel de Miami donde se habrían enterado del asesinato de los Walker, Perry se enfurece por ver a Hickock coqueteando con una chica. «¿No habían llegado casi a las manos cuando, muy recientemente, él impidió que Dick violara a una aterrada muchacha?», se pregunta Capote.

Además, McGath agregó que Smith tenía un cuchillo idéntico a uno robado a Cliff Walker. Ha de sospechar que se trata del mismo cuchillo con el que le cortó la garganta a Herbert Clutter, antes de dispararle.

Perry y Dick se conocieron en los ‘50, mientras cumplían una condena en una cárcel de Kansas. Estuvieron juntos 2 mil días en la «hilera de la muerte», el pabellón para los condenados a muerte. Capote, aseguran algunas investiagaciones [investigaciones], financió recursos legales para retrasar la ejecución mientras le convenía y, finalmente, retiró su ayuda para garantizar un fin contundente y dramático a su libro. Sólo no contaba con este epílogo.


Perry Smith, el asesino que inspiró «A sangre fría» de Truman Capote

Datos extraídos del programa radiofónico «La Noche» de Cadena COPE.

Perry Edward Smith, junto a un compañero de prisión, asesinó el 14 de noviembre de 1959 a los Clutter, una familia de Kansas, arquetipo del sureño americano de la década de los 50. Fueron asesinados el padre, Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus hijos de 15 y 16 años, Kenyon y Nancy.

La novela de Capote, en realidad, es un relato periodístico impecable. Tuvo tanto éxito, que al año siguiente de su publicación, en 1967, Richard Brooks la llevó al cine con el mismo título, A sangre fría. A pesar de contar con un reparto de actores casi desconocidos, recibió cuatro nominaciones a los Oscar y ganó el premio David di Donatello al mejor director extranjero. Una película con tanta fuerza documental, que en 2008 fue elegida para ser conservada en el archivo del Congreso de los Estados Unidos.

¿Qué es lo que hace tan singular esta historia que relata Truman Capote en su libro A sangre fría?

En primer lugar, la enorme brutalidad de aquellos cuatro crímenes perpetrados sobre una familia pacífica, modélica, perfectamente integrada en la comunidad, servicial y cívica. Además, otro punto importante, inicialmente al menos, es el hecho de que el móvil era extremadamente confuso; no se sabía por qué se había cometido aquel horrendo delito, cuando no había una circunstancia económica, ya que lo poco que pudieron robar alcanzaba la cifra de unos cincuenta dólares. De manera que, aparentemente, no había un móvil económico.

Sin embargo, la razón más fuerte y sustancial es el manejo que Capote hace por primera vez de la historia llevando al lector al convencimiento de que el verdugo, ese monstruo criminal, es en realidad, y en el fondo, una víctima de una infancia de malos tratos, de abusos, que se ha venido configurando a lo largo de esos años como alguien carente de empatía debido a que en su momento, en esa infancia brutal y terrible, no había encontrado referentes familiares de socialización que le hicieran integrarse, que le hicieran discernir el bien del mal.

Lo que pasa que, en otras ocasiones, hay chavales que viven esa infancia y que no degeneran en un monstruo como éste, ¿verdad?

Curiosamente, y en esto no entraremos en la historia porque es algo periférico, pero eso es algo que se descubre después, porque a este criminal le sobrevivió un hermano que había vivido exactamente, y quizá más, brutalidades y maltratos que él, y sin embargo, finalmente es un hombre que tuvo un oficio y una familia.

A Truman Capote se le atribuye una maldad, porque se cree que él pudo evitar en cierta medida la ejecución de Perry Smith, pero no lo hizo porque eso hubiera estropeado el final de la novela. ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Pudo Capote ayudar a Perry Smith a conseguir el indulto o realmente no le prestó ayuda porque pensaba que era culpable y debía pagar por la muerte de la familia Clutter?

Es difícil dar una respuesta indubitativa porque aquí concurren varias circunstancias.

La relación entre Capote y Perry fue muy intensa y cimentada. Truman le concedió varias entrevistas muy largas en la cárcel y ahí se establece una relación que probablemente fue incluso amorosa. Por una parte estaba la condición de absoluta anomía del asesino; es decir, sin una sexualidad definida, y la condición evidente y ostentosa de homosexual del escritor que por otra parte hay que contextualizar en un momento en el que Capote está más que coqueteando; está sumergido en drogas, en alcohol… En cualquier caso, es cierto que en última instancia, Capote no hizo cosa alguna por salvar la vida; sí es verdad que le buscó ese abogado… Pero en el último momento, en el momento de la apelación, él le promete que va a hacer una gestión que no hace. Quizá [y eso es por lo que el periodista Miguel Ángel Almodóvar se inclina] porque pensó que este hombre le había estado engañando, que le había estado utilizando, que había estado creando una ficción sobre esa infancia de malos tratos. Pero, desde luego, los mal pensados apuntan también a que un hipotético indulto le hubiera estropeado el final dramático de la novela. Perry colgado de la horca era el colofón perfecto para el drama de Capote.

Hay que tener en cuenta que [Perry Smith] es ahorcado a los treinta y seis años por dar muerte a sangre fría a cuatro personas, a la familia Clutter casi al completo, pues había otros dos hijos que estaban fuera de la casa que se salvaron de la carnicería, y el novio de la hija, de Nancy, que había salido solamente unos minutos antes. Los mató él, a pesar de que actuó con un compinche.

Fue ahorcado el miércoles, 14 de abril de 1965, a la una y diecinueve de la madrugada en la prisión de Lansing, en la capital del Estado de Michigan, en Estados Unidos.

Vamos a retroceder en la vida de Perry, como hizo el propio Truman Capote en su novela hasta esa infancia que calificábamos de cruel, a través de la que el novelista estadounidense intenta explicar la razón de su maldad despiadada. ¿Cómo fueron sus primeros años de vida?

Tuvo una infancia de lo que ahora llamaríamos en nuestro lenguaje cotidiano cinematográfico, un road movie. Se trata de una vida que se desarrolla de manera nómada, en una camioneta, con sus tres hermanos y sus padres. Su madre era una india cheroqui, como casi todos los aborígenes norteamericano muy [propensa] al alcoholismo. El padre era un cowboy irlandés, también un buen bebedor. Recorrían sobre todo el norte de los Estados Unidos con un espectáculo de acrobacias del lejano Oeste, muy al estilo de aquel famoso circo de Buffalo Bill. Después estuvieron en Alaska, donde el padre se dedicó a la fabricación ilegal de whisky. Más tarde se trasladaron a Reno, a Nevada, donde la madre, ya completamente alcoholizada, pasó a ser agredida brutal y frecuentemente por el padre, siempre en presencia de los hijos, lo que en un día le llevó en un descuido a abandonarle; huyó a San Francisco con los cuatro hijos.

En la gran ciudad del Pacífico, lejos de mejorar la situación de los chavales, empeoró, ya que la madre siguió bebiendo y acabó internándolos en orfanatos, que en aquella época eran miserables y crueles. Hay que pensar un poco en las novelas de Dickens para hacernos una idea. Y será precisamente en esas instituciones de caridad donde ocurre algo en lo que Truman Capote pone todo el acento para explicar la carencia de empatía posterior del protagonista del que será su gran relato.

Por aquel entonces, Perry Smith tendría en torno a los cinco, seis, siete años…

Más o menos. Era evidentemente una edad absolutamente fuera de lugar para hacerse pis en la cama. Él se lo seguía haciendo; probablemente por el terror de las palizas. Lo que además redundó en que le dieran más y más palizas en el orfanato, que todos los compañeros se burlaran de él; eso se unía a su condición de medio indio, lo cual en aquella época también era motivo de mofa cruel por los compañeros. Y todo ello parece que le llevó a odiar no solamente el entorno, sino por extensión a la sociedad entera a la que consideraba culpable de su terrible desvalimiento. Finalmente, el padre ganó la custodia de los hijos y también procedió a internarlos a todos, menos a Perry, en un asilo; llevándose a Perry a vivir sus correrías con él. Al poco, la madre murió dramáticamente ahogada en su propio vómito en una brutal borrachera, y el padre, con Perry, se fue de vuelta a Reno y posteriormente a la capital de Alaska, a Anchorage.

Al resto de los hermanos los ingresa en un asilo, se queda con Perry… ¿Llevarse sólo a este significa que había una mejor relación?

En principio parece que sí, pero la relación en cualquier caso no era buena. En ese deambular empezaron peleas violentas entre el padre y el hijo; el hijo ya en aquel momento había alcanzado los dieciséis años, y la situación se hace tan insostenible que Perry se va y ese es el momento en el que su vida parece dar un giro colosal, y parece que todo se va a dirigir hacia una integración social, hacia la cordura.

Primero se alista en la Marina mercante, después estalla la famosa guerra de Corea, se alista en el ejército norteamericano, combate allí como un ingeniero mecánico, recibe la Estrella de Bronce al valor, se licencia con honores y trabaja un tiempo en un taller de Fort Lewis, en Washington. Parece que todo está encauzado en su vida, una vida de orden, en una vida de trabajo e integración social, y es el momento en que él escribe al padre, se reconcilia con él y decide ir a verle a Anchorage. Sin embargo, ese periplo que iba a ser de esperanza acaba definitivamente truncado.

Efectivamente, ese encuentro previsto se trunca porque en el camino Perry Smith sufre un grave accidente, que le mantiene postrado en el cama [según ha leído Adolfo Arjona, el presentador de la sección] durante un año. Y además, nunca se recuperó bien…

Probablemente porque no fue atendido adecuadamente. Sufre un accidente con la motocicleta, tiene unas distintas lesiones en las piernas, y a pesar de que pasa ese tiempo, casi un año o más, las piernas no acaban de soldar bien y eso le va a ocasionar para el resto de su vida un dolor permanente. Eso le lleva a veces a unos estados de ira y de irritabilidad irreprimible, porque el dolor le puede.

Él, con sus piernas doloridas, llega a un acuerdo nuevamente con su padre; acuerdan reencontrarse y llega a Anchorage, pero otra vez vuelve a discutir con él; el alcohol y distintas circunstancias le llevan a una nueva ruptura que será definitiva. Entonces, se le ocurre pedir ayuda, ponerse en contacto con alguien que ha hecho amistad en el ejército, durante la guerra de Corea, que vive en Massachussets, y emprende un viaje bajando [sorprendentemente] por el oeste, donde se le ocurre robar en una tienda de Texas. Le capturan, consigue escaparse y de alguna forma consigue llegar a Nueva York, donde es arrestado por el FBI, es juzgado y se le condena a entre cinco y diez años de cárcel.

Perry Smith es llevado a la cárcel de Lansing, en Kansas, donde curiosamente acabará sus días. Por aquel entonces, su madre había muerto y dos de sus hermanos se habían suicidado. Sólo le quedaba un hermano.

En la cárcel conoce al compañero de prisión equivocado…

Aquí es donde vamos a encontrar la clave de la razón de la brutal matanza de la familia Clutter, a través de un personaje que Perry conoce por vía interpuesta. Primero se hace muy amigo de Dick Hickock, que luego será su compañero de fechorías, que a su vez ya ha entablado amistad en la cárcel con un preso, Floyd Wells, que le cuenta quizá una de las etapas mejores de su vida: cuando trabajó un tiempo con los Clutter. Le dice que es una gente estupenda; que tienen muchísimo dinero y que tienen una caja fuerte llena de decenas de miles de dólares.

Esta era una información absolutamente falsa. No existía esa caja fuerte llena de dinero; de hecho, en el pueblo todos sabían que el señor Clutter siempre pagaba con cheques, ¿no?

Así es. Aunque fuera a la peluquería a cortarse el pelo. Era un hombre que jamás llevaba más de unos centavos en su bolsillo. El caso es que cuando estos dos individuos salen de la prisión se reencuentran y se dirigen, porque ellos creen esa historia, a la casa de los Clutter, y llegan la noche del 15 de noviembre de 1959. Es el momento en que está a punto de desencadenarse el drama, ya no hay vuelta atrás.

Llegan a los alrededores de la casa de los Clutter en un Chevrolet negro tras haber recorrido cientos de kilómetros; ya han adquirido todo lo necesario para el crimen: una escopeta, cinta adhesiva, guantes de goma y un rollo de cuerda.

Entran en la casa de los Clutter por una puerta lateral que daba precisamente al despacho del padre de familia, buscan la caja fuerte y no la encuentran; entonces ya, francamente airados, se dirigen al dormitorio, donde le abordan, la apuntan con la escopeta, le preguntan dónde está la caja y él les responde la verdad; les dice que la caja ni existe ni ha existido nunca. Ellos no le creen, como es lógico; le atan de pies y manos, le llevan al sótano y después se dirigen al dormitorio de la hija, de Nancy. Hay un momento de extrema tensión porque Hickock intenta violarla, pero Perry va a lo que va, le impide que viole a Nancy, pero en cualquier caso, en esto transcurre un tiempo, hay ruidos, hay violencia, y esto lo aprovecha el señor Clutter en el sótano para desatarse e intentar huir, avisar o ayudar a su hija. La cuestión es que esto a Hickock le asusta enormemente y con un puñal intenta cortarle la garganta; está muy asustado, con su torpeza no consigue nada, y entonces Perry llega con la escopeta, le aparta y le mata de un tiro.

Después, inmediatamente van a la habitación donde Kenyon, el hijo varón, estaba en la cama, y Perry le mata de otro tiro. Luego vuelven a por Nancy, que ruega desesperadamente por su vida, incluso se plantea acceder a las pretensiones de Hickock, pero esto no le vale para nada, ya que también la matan de un tiro, y finalmente matan a la madre de los dos chicos.

Finalmente, tienen la sangre fría de robar algunos objetos, porque no hay dinero (entre otras cosas luego [los investigadores] localizan la radio del chico, de Kenyon) y de recoger minuciosamente todos los cartuchos vacíos que han disparado para que no quede ninguna huella. A continuación se marchan tranquilamente del lugar de los hechos y dejan atrás, sin razón aparente, cuatro cadáveres.

En la sala donde se les juzgó tras ser apresados, Perry Smith declaró textualmente:

«Los dos estábamos como drogados, excitadísimos y al mismo tiempo aliviados, no podíamos dejar de reír. Todo parecía divertidísimo, no sé por qué. Pero la escopeta goteaba sangre y mis ropas estaban manchadas. Tenía sangre hasta en el pelo. No siento nada en absoluto. Quizá no seamos humanos.»

Esto lo dice Perry Smith cuando se le está juzgando, pero ¿cómo llega la policía a descubrirlos?

Pues es una historia también fascinante, porque la policía empieza a trabajar prácticamente desde la nada.

Aparentemente no hay móvil, no se conoce a nadie que pueda tener algo contra esa familia… En principio, lógicamente, detienen al novio de Nancy, que había estado la noche del crimen cenando en la casa; detienen a personas (viajantes de comercio) que ocasionalmente pasaron por allí, les interrogan además duramente y de allí no sale absolutamente nada, ni un hilo del que tirar en la investigación. La policía estaba completamente perdida y es entonces cuando suena el teléfono de la comisaría de policía de Holomb, y al otro lado se identifica alguien como funcionario de la penitenciaría de Kansas, diciendo que hay allí un preso, un tal Wells, que está cumpliendo condena, que parece tener datos fidedignos y potentes para esclarecer el suceso.

Wells finalmente le explica a la policía que estando en la cárcel de Lansing le había contado a su compañero de celda, Dick Hickock, el compinche de Perry, que había trabajado unos meses como bracero en la granja de los Clutter. Le dice que es el periodo de su vida del que se siente más orgulloso y probablemente lo que hace es exagerar, idealizando ese momento feliz de una vida seguramente aciaga, terrible y sin horizontes, pues lo recuerda con tal fascinación que exagera los detalles; exagera lo amables que eran los Clutter y que eran muy ricos. Entonces es donde surge ese disparate y esa mentira que Wells dice: esa caja fuerte que está llena de miles de dólares. Lo que él sí recuerda, y le explica a la policía de Holomb desde la cárcel, es que Perry, delante de él, le propone a Dick ir a robar a los Clutter cuando salgan de la cárcel y que les van a matar, que les van a pegar un tiro. Wells en ese momento piensa que es una fanfarronada y que es una forma de entretener el tiempo en la cárcel, pero un día, por absoluta casualidad, porque entonces tampoco es que los presos pudieran escuchar la radio cuando les pareciera, escucha por la radio cómo ha sido el asesinato de los Clutter; entonces ata cabos y finalmente descubre con horror que aquellos dos animales con los que él había tenido contacto en un determinado momento como prisionero habían ejecutado su plan, y es cuando llama a la policía.

Tras este increíble y milagroso testimonio que saca a la policía de ese agujero negro en el que estaba metida, los investigadores empiezan a trazar un mapa preciso siguiendo los pasos de los sospechosos hasta el punto de que encuentran las botas de uno de ellos que identifican con la huella de sangre encontrada en la escena del crimen, encuentran las armas, encuentran parte de la ropa, también algunos cheques falsos que se habían llevado de la casa de los Clutter y que habían repartido, porque hacen una huida; primero están en México, donde trabajan un tiempo, y luego vuelven y la policía sigue toda ese rastro.

Incluso encuentran la radio de Kenyon, del hijo de los Clutter, que los asesinos habían vendido. Se puso en marcha la orden de busca y captura, y son capturados en Las Vegas, donde empiezan los interrogatorios.

Los asesinos, tal vez por puro instinto de supervivencia, empezaron negando estar involucrados en estos crímenes…

Lógicamente, y en segundo lugar, lo que pasan es a acusarse mutuamente. Finalmente, se descubriría que todos los crímenes fueron ejecutados de manera material por Perry, lo cual no eximió a su compinche, que también fue colgado. Las muertes las produjo Perry y con todo ese material que la policía había recabado en Las Vegas comienza el juicio el 22 de marzo en Kansas, presidido por el juez Roland Tate, que se hizo muy famoso con este caso, y a los doce miembros del jurado prácticamente no le cuesta nada decidir la condena de los delincuentes: pena de muerte para ambos. Son trasladados al corredor de la muerte de la prisión de Lansing, pero Hickock, el compinche, apela la sentencia alegando que no había contado con un proceso judicial justo. En cualquier caso se le reemplaza los abogados y se consigue aplazar varias veces la fecha prevista de la ejecución. Pero el Tribunal Supremo de Kansas decretó que las vidas de Smith y Hickock terminarían definitivamente el 14 de abril de 1965.

Perry y Dick pasaron cerca de dos mil días esperando su ejecución en la prisión de Lansing, donde se habían conocido. Y allí es precisamente donde empieza la relación de amistad con el escritor y periodista Truman Capote.

Perry le concede varias entrevistas, entablan una cierta amistad. Parece que más que una amistad, [se trata de] una relación probablemente sentimental, pero, en cualquier caso, lo cierto es que la noche de la ejecución, Perry, desesperado, porque no se cree que vaya a morir después de esos dos mil días, llama a Capote y le ruega que solicite una apelación, que él por sus influencias puede conseguir. Capote le dice que sí, que va a hacerlo, pero no lo hace. No sabemos si porque ya ha dejado de quererle o porque sencillamente desea su muerte para mejorar y para hacer un final del libro espectacular. Lo cierto es que hace caso omiso de la petición y así Perry Smith, con treinta y seis años, es colgado en la prisión de Lansing. Muere el miércoles 14 de abril de 1965 a la una y diecinueve de la madrugada.

Y sus últimas palabras fueron:

«Pienso que es una cosa infernal quitarle la vida a cuatro personas, como yo lo hice. Es algo diabólico, pero creo que la pena de muerte no es algo que se justifique ni legal ni moralmente. Soy consciente de que no sirve de nada que pida perdón por lo que hice y que incluso está fuera de lugar que lo haga, pero aún así pido perdón.»

Cuando tras la ejecución los funcionarios fueron a revisar y limpiar la celda de Perry encontraron unos versos escritos por el asesino convicto y confeso de la familia Clutter: 

«Hay una raza de hombres inadaptados, hay una raza que no puede detenerse, hombres que destrozan el corazón a quienes se les acerca y vagan por el mundo a su antojo. Llevan en sí la maldición de la sangre errante y no saben cómo descansar.»

*****

Nota de los creadores de Criminalia:

Herbert, el padre de la familia Clutter, fue degollado con un cuchillo antes de recibir un disparo de escopeta.

 


AUDIO: LA HISTORIA NEGRA – PERRY SMITH


 

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