El parricidio de Castelldefels

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  • Clasificación: Asesinato
  • Características: Violencia de género - Parricidio
  • Número de víctimas: 3
  • Fecha del crimen: 4 de agosto de 2015
  • Perfil de la víctima: Maryna, de 45 años, y sus hijos Maxi y Michelle, de 12 y 7 años (esposa e hijos del homicida)
  • Método del crimen: Arma de fuego
  • Lugar: Castelldefels, Barcelona, España
  • Estado: El parricida, Roberto Fernando Blanco, de 61 años, se suicidó tras la comisión de los asesinatos
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Parricidio de Castelldefels – El hombre de Castelldefels mató primero a su mujer y después a sus hijos por separado

Agencia EFE – ABC.es

6 de agosto de 2015

La localidad de Castelldefels (Barcelona) vivió una pesadilla. Minutos antes de las nueve, los Mossos recibieron una llamada telefónica que les alertaba de un tirteo [tiroteo] en un domicilio de la barriada de La Pineda, en una de las calles que desembocan sobre la playa. Una vez que los agentes accedieron a la vivienda, hallaron cuatro cadáveres en su interior: el del hombre de 61 años, la esposa de 45, su hijo de 12 y su hija de 7. Cada uno de ellos había perdido la vida a causa de un tiro.

El cadáver del padre yacía sobre un sofá, con un disparo en la cabeza y una pistola bajo el cuerpo. La mujer estaba sobre la cama del matrimonio, también muerta de un tiro en la cabeza. Los dos niños habían sido abatidos también de sendos disparos, y yacían cada uno en una habitación distinta de la casa.

Al parecer, una hija de una anterior relación del hombre fue la que ayer halló los cuatro cadáveres en la casa de la familia. La chica llamó a los Mossos d’Esquadra hacia las 20.45 horas explicando lo que había descubierto, por lo que los policías se dirigieron de inmediato a la vivienda.

La Policía Municipal fue también alertada y procedió a cortar la calle e impedir el paso a los curiosos, que comenzaban a agolparse en los alrededores y contemplaban desde los balcones de la calle el despliegue policial.

Los agentes de la División de Investigación Criminal de la Región Policial Metropolitana Sur de los Mossos d’Esquadra, a la que está adscrita la policía científica de este cuerpo, llegaba pocos minutos después y procedía a la inspección ocular de la escena del crimen.

Las primeras hipótesis apuntan, según fuentes cercanas al caso, a que el hombre habría matado primero a su mujer, probablemente no en la cama -habría transportado posteriormente sobre ella el cuerpo-, y luego a sus dos hijos por separado. Se habría sentado después sobre el sofá y se habría disparado un tiro en la cabeza. La teoría de que el hombre fuera el autor del crimen ya ha sido confirmada este jueves por el Institut Català de les Dones (ICD) de la Generalitat mediante un comunicado.

Sin evidencias de lucha

Cuatro horas después de la llegada de los agentes, el juez de guardia decretaba el levantamiento de los cadáveres. La rapidez con que se llevó a cabo la investigación en el lugar de los hechos hace pensar en el asesinato de la mujer y los niños y el posterior suicidio del cabeza de familia. Al parecer no se encontraron evidencias de lucha ni puertas forzadas. Nadie ajeno a la familia, al parecer, habría intervenido en el suceso.

El juez encargado del caso decretó anoche el secreto de sumario. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Castelldefels decretaba tres días de luto.

El matrimonio y sus hijos eran de nacionalidad española, si bien el hombre, que había estado casado anteriormente con otra mujer, era de origen uruguayo, y su esposa era de origen bielorruso. Los Mossos d’Esquadra mantienen una investigación para aclarar los motivos que llevaron al hombre a matar con arma de fuego a los dos hijos de su actual pareja y a su esposa y posteriormente a suicidarse.

Discusiones familiares

Vecinos de la familia han explicado en declaraciones a los medios que la pareja tenía discusiones a gritos e insultos con bastante frecuencia, por lo que los mismos vecinos habían avisado de las peleas en ocasiones a los Mossos d’Esquadra.

Sin embargo, no consta que haya ningún proceso abierto contra el hombre por violencia machista por una denuncia de su mujer, según fuentes cercanas al caso consultadas por Efe.

Josefina García, vecina de Castelldefels, ha relatado: «La pareja tenía bastante peleas, con insultos y gritos. No vi que hubiera agresiones físicas, sí que oía a los niños llorar muchas veces y en un par de ocasiones llamé a los Mossos d’Esquadra porque no podía soportar el lloro de los críos».

Otro vecino de la misma calle ha comentado que «eran vecinos aparentemente normales, pero sí que habían tenido alguna discusión fuerte y se oían insultos».


«No me quito de la cabeza los lloros de esos niños cuando sus padres discutían a gritos»

Mayka Navarro – Elperiodico.com

6 de agosto de 2015

«Una noche se mataban y al día siguiente organizaba una fiesta con música y barbacoa que duraba tres días». La afirmación es de unos conocidos del hombre que el martes por la noche presuntamente asesinó a su mujer, a sus dos hijos (de 7 y 12 años) y después se suicidó de un tiro en la cabeza, con la misma pistola.

El suceso conmocionó a los vecinos del barrio de La Pineda de Castelldefels. Aunque la familia no hacía mucha vida social de puertas a fuera de su bonita casa, tanto él como ella eran muy conocidos en la abundante comunidad uruguaya y argentina que reside en este municipio playero. No dejó ninguna nota, ni avisó a nadie. Fue la hija de su anterior matrimonio la que miércoles por la noche, tras unos días sin poder localizar a su padre, se acercó hasta la casa. Abrió con sus llaves y encontró a su padre muerto en el sofá del comedor. Sus gritos rompieron la tranquilidad de las primeras horas de la noche en las casas cercanas.

Este jueves al mediodía los Mossos d’Esquadra ya habían abandonado la escena del crimen y reabierto los accesos a la tranquilla [tranquila] calle del número 13 bis. La casa estaba en el número 7. Al otro lado del muro de la entrada principal todavía están al sol las toallas de baño repartidas en las sillas de la terraza. Junto a la puerta, el monopatín del niño, y en el tendedero portátil un gran pareo con la bandera de Brasil. El motor de la depuradora de la piscina seguía funcionando.

El horror estaba dentro. Y por las declaraciones de los vecinos de los alrededores, la tragedia se desencadenó el martes por al noche, alrededor de las once. A esa hora una vecina de Madrid, que pasa los veranos en Castelldefels, escuchó unos ruidos que ella identificó con cohetes de fiesta mayor. La mujer tiene clarísima la hora porque su marido y su hijo pescaban en la playa y ella estaba sola y asomada a la terraza.

Fina García no escuchó nada esa noche, sí muchas otras. «Era un horror. Gritos, ruidos. Portazos y los niños llorando en medio», recuerda en declaraciones a este diario. Una noche, preocupada por los pequeños a los que había visto salir y entrar en dirección al colegio, llamó a la policía municipal. «Me dio apuro decir mi nombre. Dije que pasaba con mi coche frente a la casa y que escuché una gran bronca con niños llorando. Ya sabe como son estas cosas, prefería no inmiscuirme, pero ese día llamé. Y vino la policía de Castelldefels, como muchas otras noches», añade. Hasta tres incidentes le constan a los Mossos d’Esquadra y casi una decena a la policía municipal. Pero no consta ni una sola denuncia por violencia machista, ni existe en los juzgados de violencia machista ni un solo procedimiento relacionado con esta pareja.

Tras las broncas, venían las reconciliaciones. Fiestas de dos y tres días en las que «no faltaba de nada», indican conocidos del matrimonio. Roberto, uruguayo de 61 años, trabajaba en la compra y venta de los coches de lujo. Ella, Marina, de 45 años, nacida en Bielorrusia, iba a diario al gimnasio Accura, el más caro de todo Gavà. «Al mismo que van todas las mujeres con dinero de los alrededores. 145 euros al mes, sin extras», explica una de las clientas, que había coincidido muchas veces con Marina. «Hay cuatro mujeres del Este y siempre hablaban entre ellas. No se relacionaban con el resto», dice. Una hija mayor de la mujer, de otra relación anterior, llegó el miércoles a la casa tras pasar un par de días en Port Aventura. «Entró con una psicóloga al baño. Estaba blanca. Sin articular palabra». Como el resto del barrio.


La mujer de Castelldefels denunció maltratos de su pareja cuatro veces pero se retractó

Héctor Marín / Javier Oms – Elmundo.es

7 de agosto de 2015

Las escena trágica que el miércoles se vivió en un chalet de Castelldefels tuvo entreactos que vaticinaban su final. En los últimos seis años Maryna, de 45 años, llamó en más de cuatro ocasiones a la Policía Local de la localidad costera para denunciar agresiones de su pareja. Cuando los agentes llegaban a su finca, a un minuto de la playa, ella siempre se retractaba. Alertados por las llamadas de los vecinos, los Mossos d’Esquadra también visitaron el domicilio en varias ocasiones. Sin resultados concretos ni denuncias.

La última visita de la Policía fue anteayer. Esta vez para investigar el asesinato a tiros de Maryna; sus dos hijos -una niña de 7 años y un niño de 12- y el posterior suicidio de su pareja y presunto homicida, Ricardo F., uruguayo nacionalizado español de 61 años. Sobre él no pesaba ningún antecedente por violencia doméstica.

El juez de Gavà que instruye el caso mantuvo ayer por la mañana una reunión de urgencia con la cúpula de la Policía Local. El magistrado, que ha decretado el secreto de sumario para un caso cuya crueldad ha sacudido un municipio a las puertas de su Fiesta Mayor, pidió detalles sobre las insistentes llamadas de la mujer; las alertas de los vecinos sobre los episodios de violencia en la casa y cómo reaccionaron los cuerpos policiales.

La sensación de que todo el mundo sabía qué sucedía en el número 7 de la calle 13Bis era ayer palpable. A las visitas de los dos cuerpos policiales a la casa se sumaron los relatos de los vecinos del barrio de La Pineda. Una de ellas, Josefina García, dijo que en una ocasión llamó a la policía por los «insultos, gritos y lloros de los niños» que se oían en la casa. Otro vecino se preguntaba «quién sigue con alguien que, además de golpearla, tiene pistola en casa».

Los cadáveres fueron hallados por la hija mayor del presunto parricida, fruto de una relación anterior, quien alertó a la policía tras entrar en la casa con sus llaves. Otro hijo, en este caso de Maryna, regresaba a esa hora de una visita a Port Aventura. Ambos llevaban horas sin saber nada sobre sus padres y hermanastros.

Los investigadores de la División de Investigación Criminal (DIC) barajan la posibilidad de que el parricidio se produjera el martes por la noche. Los niños fueron encontrados con un disparo en la cabeza en sus habitaciones. El cuerpo de la madre, en el dormitorio principal. Ricardo F. eligió el sofá para suicidarse. El arma, a nombre del padre, acabó oculta bajo su cuerpo.

La finca en la que la pareja vivía con sus hijos desde hacía seis años y donde celebraban sonadas fiestas, según los vecinos, aún ofrecía ayer detalles de una vida normal. Toallas tendidas al sol o un tobogán junto a la piscina. También dos coches de alta gama, a cuya compra y venta se dedicaba él. Un negocio que les permitía mantener un alto tren de vida -la casa se encuentra en una de las mejores zonas de Castelldefels- aunque ayer aún se investigaba si Ricardo F. contaba con licencia.

Así lo aseguraron a este diario fuentes del caso, las cuales sitúan la vida anterior de Maryna en un popular prostíbulo de la autovía de Castelldefels, ya precintado. Epicentro de una investigación por corrupción policial, la pareja se habría conocido ahí e iniciado una relación que, además de permitir a Maryna, originaria de Bielorrusia, obtener la nacionalidad, dio como fruto dos hijos.


El parricida de Castelldefels intentó suicidarse en mayo

Rosa M. Bravo – Elpuntavui.cat

7 de agosto de 2015

[Traducción del texto original]

– El hombre explicó a los psiquiatras que su esposa, a quien mató de un disparo en su casa, se quería divorciar.

El hombre que el miércoles acabó con la vida de su familia en Castelldefels había intentado suicidarse tres meses antes cortándose las venas porque su mujer se quería divorciar.

Este prolegómeno de la tragedia que ha conmocionado a la ciudad no fue un hecho aislado, sino un capítulo más del drama que se vivía en el número 7 de la calle 13bis de la ciudad, una casa de planta baja a pocos metros de la playa donde, el miércoles por la noche, la hija del matrimonio anterior del hombre encontró cuatro cuerpos sin vida y bañados en sangre. La mujer, en la cama; los niños, a sus habitaciones, y el padre, el presunto homicida, en el sofá del comedor. Los cuatro con heridas por arma de fuego con la que el padre habría matado a la mujer y los niños, un chico de 12 años y una niña de 7, y posteriormente se habría suicidado, según la hipótesis que maneja la División de Investigación Criminal de los Mossos.

Las discusiones eran frecuentes entre Roberto, un uruguayo de 61 años, y Marina, una bielorrusa de 45, ambos con nacionalidad española, al igual que los niños. Así lo explicaban ayer los vecinos de la calle, que llamaron en alguna ocasión a la policía local. «Llamé hace unos meses porque sentía gritos fuertes e insultos, y sentía llorar a los niños», relató ayer Josefina García, que vive al otro lado de la calle. Según los vecinos, eran personas reservadas que apenas se relacionaban en la calle y que discutían a menudo. «Yo sólo los veía cuando subían al coche y el hombre llevaba siempre gorra, por lo que apenas se sabía qué cara tenía. A los niños les oía en la piscina, pero no los veía nunca en la calle», relataba la vecina. Las discusiones eran frecuentes, «con gritos e insultos de los dos», subrayó ayer García, quien añadió que la pareja era capaz de montar una fiesta después de una bronca fuerte «y permanecer en ella hasta las tantas». La policía local acudió cuatro veces al domicilio de la calle 13bis, pero nunca se presentó ninguna denuncia, por lo que el presunto parricida no tenía antecedentes.

BMW y gimnasio diario

Una imagen bien distinta tenían de la pareja los trabajadores de El Chiringuito de la Playa, un restaurante a pocos metros del mar que la familia frecuentaba. Conmocionados cuando se enteraron de la tragedia, Miriam y Julio aseguraron que era una familia de trato cordial que comía a menudo, unos días de menú y otros a la carta, y que la pareja parecía que tenía una buena relación. La hija mayor, la que encontró los cadáveres, «estaba aquí de vacaciones con su madre», según los trabajadores del restaurante.

Todos los testigos coincidieron en afirmar que, aparentemente, la familia tenía un ritmo de vida alto, aunque no supieron explicar a qué se dedicaban. Marina acudía cada día en el gimnasio Accura, en Gavà, donde la cuota difícilmente baja de los 100 euros mensuales. Roberto conducía un BMW, que ayer estaba aparcado al lado de su casa, donde la familia vivía hacía cuatro o cinco años, según los vecinos, aunque hacía poco tiempo que estaban empadronados, según el consistorio. Ayer por la mañana todavía se podían ver restos de la vida cotidiana de la familia. Había toallas extendidas secándose encima de las sillas y todavía funcionaba el robot que limpiaba la piscina. La puerta de entrada estaba adornada con una corona de estilo navideño. Y un tobogán de plástico ponía en evidencia que, hasta hace poco, había niños jugando en el jardín.

El Ayuntamiento reprueba el crimen y decreta tres días de luto

El Ayuntamiento de Castelldefels, a través de una moción que se aprobó en un pleno extraordinario, reprobó ayer «con toda firmeza este acto criminal». La alcaldesa de la ciudad, Candela López, leyó la declaración institucional después de un minuto de silencio que reunió un centenar de personas frente al ayuntamiento. En la declaración, todos los grupos políticos manifestaban: «La tristeza ha invadido el corazón de nuestras conciudadanas y de nuestros conciudadanos a raíz de los hechos que tuvieron lugar anoche [el miércoles] en nuestra ciudad, donde cuatro personas de una misma familia han visto segadas sus vidas.» Además de mostrar la repulsa por el crimen, el consistorio quiso manifestar el pésame a familiares y amigos de las víctimas y decretó tres días de duelo, en el que las banderas ondearán a media asta y se suspenderán todos los actos oficiales y manifestaciones de carácter lúdico en la calle.

Castelldefels está a punto de comenzar la fiesta mayor, que se celebra entre el 14 y el 16 de agosto. Ayer se suspendió La llegenda del Gar-i-Got, un espectáculo programado como primer acto de la fiesta mayor, y también la entrega del Certificado de Turismo Familiar por parte de la Generalitat.

En declaraciones posteriores a los numerosos medios que se reunieron en el ayuntamiento, la alcaldesa se limitó a recordar que el caso está bajo secreto de sumario y reiteró que los servicios municipales están a disposición de la investigación.

También la Generalitat condenó el asesinato múltiple y expresó su pésame a los familiares, mientras que la presidenta del Instituto Catalán de la Mujer, Montse Gatell, reiteró el compromiso del gobierno de continuar avanzando en la lucha contra la violencia machista. El ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso, por su parte, animó a la sociedad a denunciar las agresiones de violencia machista.


La casa de las juergas y el horror

Mayka Navarro – Elperiodico.com

7 de agosto de 2015

La realidad era otra. Como en Terciopelo azul, de David Lynch, al otro lado de lo que a simple vista parecía bello, solo cruzando la puerta del chalet, se escondía el lado oscuro. Una relación de peleas, gritos, insultos y amenazas regada con mucho alcohol y de vez en cuando drogas. En medio de ese infierno, Maxi y Michelle, de 12 y 7 años, que a menudo salían al jardín de su bonita casa en Castelldefels a llorar muy alto para no escuchar las broncas de sus padres. El pasado miércoles, Roberto Fernando Blanco, de 61 años, asesinó a su esposa, Marina, de 45, y a sus dos hijos pequeños. Después se suicidó de un tiro en la nuca. Usó la misma pistola.

Bastaba con asomarse ayer por encima del muro de la finca para entender la buena vida de que disfrutaba la familia en las treguas que daba el terror. Una bonita vivienda, con un jardín con césped cuidado, con un buen olivo en el centro. En el porche, frente a la piscina con el motor de la depuradora encendido todavía, las toallas del último baño de los niños repartidas por las sillas. El bañador verde de Michelle y un gran pareo con la bandera de Brasil que Marina se anudaba a la cintura para trajinar por la casa. Un escenario idílico que cada vez más a menudo acogía peleas a gritos que solían terminar con la mujer saliendo de la casa con un sonoro portazo.

Niños llorando

«No hace mucho telefoneé a la policía municipal. No quise dar mi nombre por temor a entrometerme, pero era insoportable escuchar a los dos niños llorando sin consuelo mientras sus padres se chillaban». Lo contaba ayer Fina García, en su chalet de la calle 13 Bis del barrio de La Pineda de Castelldefels, justo delante de la casa de los crímenes. Esa noche descolgó el teléfono Fina, pero otras veces lo hicieron otros vecinos e incluso la propia Marina llamó varias veces en el transcurso de las peleas. Hasta tres incidentes constan en los Mossos d’Esquadra y otra decena en la policía local de Castelldefels. Pero ninguno de esos incidentes acabó en denuncia por violencia machista. «Se mataban y luego se perdonaban. Él se iba de casa, después regresaba. Las reconciliaciones terminaban en fiestas de varios días en las que no faltaba de nada», relata un conocido de la pareja.

Los cuerpos

Fue una hija de 23 años de Blanco, fruto de otra relación y que vive en Sant Feliu de Llobregat, quien se acercó a casa de su padre tras intentar el miércoles ponerse en contacto por teléfono con él. Poco después de las nueve de la noche entró en la vivienda con su juego de llaves. La casa estaba limpia y recogida. Como siempre. En el comedor, sobre un sofá, el padre muerto. Sus gritos rompieron la tranquilidad de esas primeras horas de la noche. Ya no avanzó más. En nada llegaron los primeros mossos.

Los asesinatos debieron cometerse el miércoles. Hacía pocos días que había llegado a la casa una hija anterior de Marina, una joven bielorrusa de 20 años que iba a vivir con ellos. A primera hora salió de casa para ir a Port Aventura. Los niños y Marina todavía dormían.

La posición de los cadáveres permitía ya ayer hacer una primera reconstrucción de los hechos. Blanco entró primero en la habitación de matrimonio. Marina lo vio llegar empuñando el arma e intentó esconderse. Su cuerpo apareció entre el suelo y las dos camas. Después entró en la habitación de Maxi. Se debió despertar por el disparo que mató a su madre, porque también quiso esquivar a su padre pero no logró llegar hasta debajo de la cama.

La pequeña Michelle dormía profundamente cuando su padre le disparó a bocajarro. Blanco se acercó después al comedor. Se sentó en un sillón. Se acercó la pistola a la nuca y disparó. Y se hizo el silencio para siempre en esa casa. No más baños en la piscina. No más juegos al balón en la cancha. No más andar con el patinete por el jardín. No más nada. Otras tres nuevas víctimas a la desgarradora estadística de la violencia machista.

Blanco había nacido en Uruguay pero llevaba más de una década en Castelldefels. Vivió primero en la zona del puerto y hacía unos tres años que se había trasladado con su familia a la acogedora casa con jardín y piscina. Nada pretenciosa, pero hermosa y elegante. Le iban bien las cosas.

Hasta el 2007 fue apoderado de la multinacional Fanuc Robotics Ibérica, con sede en Castelldefels. «Hace muchos años que no le vemos por aquí», dijo una empleada parca en palabras.

En los últimos tiempos se dedicaba a la compraventa de vehículos de lujo, aunque en ese sector no le conocía nadie. Marina había nacido en Bielorrusia. Ambos tenían nacionalidad española.

En su perfil de Faceboock Iván, uno de los entrenadores del exclusivo gimnasio Àccura de Gavà, puso ayer una rosa negra en recuerdo de Marina. Los dos eran clientes del club. Como Hugo, el uruguayo propietario de Pizza Sur, el establecimiento al que la familia acudía casi todas las semanas. En el último año, menos. Roberto presentaba trastornos psicológicos y depresiones que estaba tratando con médicos.


El homicida de Castelldefels nunca fue denunciado pese a las peleas

Alfonso L. Congostrina – Elpais.com

7 de agosto de 2015

El vecino de Castelldefels (Barcelona) que se suicidó tras matar supuestamente con un arma de fuego a su esposa y a los dos hijos de ambos, un niño de 12 años y una niña de siete, nunca había sido denunciado por violencia machista. El homicida, Ricardo Fernando, de 61 años y originario de Uruguay, y su esposa, Maryna, de 45 y natural de Bielorrusia, habían recibido varias veces, durante sus acaloradas peleas conyugales, la visita en su domicilio de la policía local de Castelldefels. Maryna jamás le denunció.

La hija mayor de Ricardo Fernando, fruto de otra relación anterior, llevaba desde el martes pasado intentando comunicarse con su padre. El hombre, un ingeniero que, entre otros negocios, compraba y vendía vehículos de lujo, no cogía el teléfono, y eso que trabajaba desde su chalet, sito en el número 7 de la calle 13 Bis de Castelldefels, a solo unos metros de la playa.

Tras decenas de llamadas sin respuesta, la joven se personó en la tarde del miércoles en casa de su padre. No se oía ni un ruido. Los niños no estaban en la piscina. El BMW familiar permanecía aparcado en el acceso. Abrió la puerta, dio unos pasos y se encontró con un espectáculo dantesco.
La policía catalana recibió una llamada a las 20.45. La hija de Ricardo Fernando había localizado los cadáveres de su padre, de Maryna y de los dos pequeños. Los mossos y la policía de Castelldefels acordonaron la zona. Dentro de la vivienda comenzó la investigación.

El lugar no era desconocido para la policía municipal. Maryna había solicitado la presencia del cuerpo local al menos en cuatro ocasiones. Las llamadas tenían relación con peleas conyugales y siempre acababan igual: los agentes tranquilizaban los ánimos, la mujer restaba importancia a lo sucedido y nunca denunciaba a su marido.

Maryna no fue la única en llamar alguna vez al cuerpo. La pareja no se relacionaba con un vecindario heterogéneo, compuesto por propietarios de apartamentos playeros y rusos dueños de mansiones. Los vecinos estaban acostumbrados a los gritos e insultos de la pareja y al llanto de los niños en el jardín a la espera de que llegase la calma. Josefina, dueña de una vivienda cercana, había telefoneado un par de veces a la policía para que mediara en las peleas.

Nadie escuchó la última riña entre el matrimonio. Las primeras investigaciones apuntan a que Ricardo Fernando se dirigió el martes a la habitación donde dormía Maryna y la mató de un disparo. El hijo corrió a la habitación y recibió otro tiro en la cabeza. Después, el padre mató a su hija pequeña, se sentó en un sofá y se voló la cabeza.

Maryna solo se relacionaba con las amigas con las que iba a un exclusivo gimnasio. Varias de ellas acudieron ayer al minuto de silencio convocado por el Ayuntamiento. No sabían a qué se dedicaba Ricardo. Ni siquiera que la pareja tenía problemas conyugales. El caso permanece bajo secreto de sumario.


La Generalitat ya tenía una alerta sobre los niños de Castelldefels

Toni Sust / Mayka Navarro – Elperiodico.com

8 de agosto de 2015

Los servicios sociales del Ayuntamiento de Castelldefels y la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA) recibieron el pasado 9 de julio un aviso de que había habido un conflicto convivencial en una casa de esa localidad. La alerta que llegó no contemplaba gravedad ni urgencia en la respuesta. Fue una de las veces en que algún vecino telefoneó a la policía municipal. Tras la visita de rigor a la casa, los agentes trasladaron la información del incidente a los servicios sociales del consistorio, que a su vez, remitieron el incidente a la DGAIA. Se trataba de la misma casa en la que el pasado miércoles Roberto Fernando Blanco, de 61 años, asesinó a su mujer Marina, de 41, y a sus hijos Maxi y Michelle, de 12 y 7 años.

Con los datos de que disponían, los técnicos de la DGAIA abrieron un expediente «no urgente» sobre la familia en cuestión. Un procedimiento habitual cuando no se ha detectado una situación que entrañe un grave peligro, ni un riesgo inminente para ningún menor de la familia. Y en este caso el área de la Generalitat que vela por los niños no apreció ese riesgo elevado. Ni lo apreció la DGAIA al analizar los datos de que disponía, ni ninguno de los policías municipales o mossos d’esquadra que a requerimiento de los vecinos o de la propia esposa asesinada acudieron a la casa, como mínimo en 13 ocasiones.

Usar el ADSL

La situación que se encontraban al llegar a esa casa, limpia, ordenada y en perfectas condiciones, insisten, era de pelea o de bronca entre los dos adultos, con un nivel de violencia gestual y verbal muy elevado. Pero sin agresiones físicas de ningún tipo. En varias ocasiones a la mujer se le planteó si quería presentar una denuncia contra el marido y ella se negó.

Además, las llamadas de ella a la policía eran por situaciones en ocasiones tan fuera de lugar como el día en que Marina telefoneó muy alterada y al llegar la patrulla contó que su marido no le dejaba utilizar el ADSL de la casa. En ese mismo tono hay varias llamadas de urgencia.

En el colegio público Guinovart de Castelledefels, al que acudían los dos hermanos, no se detectó en ningún momento una situación de riesgo o alerta que pudiera advertir que los niños corrían algún tipo de peligro en su ámbito familiar.

Niños llorando

Es cierto, y así lo reconocían ayer algunas fuentes consultadas por este diario, que en algunas llamadas de vecinos estos alertaban de que los niños pequeños salían al jardín a llorar cuando sus padres se intercambiaban gritos e insultos. Pero los policías al llegar entendían que el contexto no era de riesgo, y aun así, como minímo en una ocasión, el 9 de julio, alertaron a los servicios sociales y estos a la DGAIA. La DGAIA ha recibido críticas precisamente por ser expeditiva al tomar la decisión de retirar la custodia en cuanto atisban un mínimo riesgo para los niños. En este caso, nada hizo prever que los pequeños corrían peligro.

Nadie supo detectar, ni la mujer ni el entorno más cercano alertaron nunca de ello, que el padre de familia, tras separarse, había entrado en un cuadro de depresión y desequilibrio muy grave, según fuentes al corriente del caso.

El juez de guardia de Castelldefels que se hizo cargo de la investigación en un primer momento decidió ayer inhibirse a favor de los juzgados de violencia doméstica. Los Mossos se centrarán en los elementos de violencia machista que se generaron en ese hogar hasta llegar al asesinato y el suicidio. ¿Falló algo? «En este caso no. Las patrullas de mossos y policías al llegar a la casa tampoco identificaron a una víctima de violencia machista. Porque en ese caso, a pesar de que ella se hubiera negado a denuciar [denunciar], los agentes habrían actuado por iniciativa propia enviando un informe a los juzgados de guardia, que habría derivado a los de violencia doméstica», aseguran fuentes cercanas al caso.


Con una linterna y una pistola

Mayka Navarro – Elperiodico.com

8 de agosto de 2015

Hacía un tiempo que Roberto Fernando Blanco, de 61 años, no dormía en la casa de Castelldefels con el resto de su familia, a la que incomprensiblemente el miércoles asesinó para suicidarse después. El matrimonio llevaba un tiempo separado. El hombre se había trasladado a vivir a casa de un amigo, aunque seguía teniendo llaves. Entraba y salía del chalet a su antojo, e incluso aparcaba allí su coche.

Conocidos y apreciados en la numerosa comunidad de uruguayos y argentinos que residen desde hace años en Castelldefels, el jueves por la noche los amigos del matrimonio seguían sin comprender cómo Roberto fue capaz de disparar contra su mujer Marina y asesinar a los pequeños Maxi y Michelle de 12 y 7 años. Ayer, en la puerta de la casa que fue escenario del espantoso crimen, los vecinos y algunos compañeros de colegio de la escuela Guinovart de Castelldefels se acercaron para encender velas y dejar flores y peluches en recuerdo de los niños. Al otro lado del muro, todo seguía igual. La misma ropa de baño y las toallas junto a la piscina, tendidas para siempre al sol.

Desde que Marina había recibido en casa a su hija adolescente, de una anterior relación, Maxi y Michelle compartían habitación. Aunque el miércoles, la joven bielorrusa se ausentó de casa muy temprano para visitar con unos amigos Port Aventura. La madre la despidió y regresó a la cama. En la casa todos siguieron durmiendo, con las persianas bajadas. Para eso son las vacaciones.

Roberto Fernando Blanco entró en la casa utilizando sus llaves, pero sin hacer ruido. No encendió ninguna luz. Se valió de una linterna para moverse por una casa que conocía bien. Primero disparó contra Marina, después contra Maxi y en último lugar asesinó a la pequeña Michele. Junto al sillón del comedor en el que se suicidó, los investigadores encontraron horas después la linterna.

«¿Por qué? ¿Por qué? Es una locura. ¿De verdad los Mossos d’Esquadra están del todo seguros de que fue Roberto y no algún enemigo suyo quien lo organizó todo?» Las preguntas son de un amigo, que como otros se niega a creer que Roberto fuera el único que disparó contra todos en aquella casa. Su relación con Marina se había deteriorado cuando ella descubrió que el hombre había dejado embarazada a una joven ucraniana. Le echó de casa. Pero él regresaba. Y continuaron unas broncas que Marina muchas veces ahogaba en alcohol.


Nueve niños asesinados, las víctimas incomprensibles de la violencia de género

Paula Zumeta – LaInformacion.com

3 de enero de 2016

La muerte de la pequeña Maja, de ocho meses, se une a la lista de niños que han fallecido a lo largo de 2015 a manos de sus progenitores a causa de la violencia de género. La última noche del año se encontraba el cadáver de la pequeña en una casa de Torrevieja, en Alicante, junto al cuerpo de su madre, de 31 años y de su padre, de 35, el presunto autor de las muertes.

Con la muerte de Maja ya son un total de nueve los menores víctimas de violencia machista, según los datos de la Federación de mujeres separadas y divorciadas. Este es el año en el que se han registrado más parricidios desde 2010.

Más de la mitad, un total de 23, de los 44 menores muertos no fueron asesinados en presencia de la madre, sino durante el régimen de visitas o en el periodo de la custodia compartida correspondiente al padre. En tres casos, los pequeños fueron asesinados con la madre delante, pero sin que fuera agredida físicamente.

Maja se une a la trágica lista de 2015 en la que Michelle, Maxi, Amaia, Candela, Alejandro, Patrick, Carlos y Cristina fallecieron ahogados, apuñalados o descuartizados por sus progenitores. En esta cronología explicamos el triste final de cada uno de los pequeños:

Michelle y Maxi: El 6 de agosto ocurría una tragedia similar en un chalet de la localidad catalana de Castelldefels. Allí, Ricardo R. [Roberto Fernando Blanco] asesinaba a tiros a su mujer Maryna y sus dos hijos, Michelle, de 7 años y Maxi, de 12, antes de dispararse a sí mismo. Los cuerpos fueron encontrados por los Mossos d’Esquadra, después de que un vecino avisara tras oír los disparos. Vecinos de la familia aseguraron entonces que la pareja tenía discusiones a gritos y se insultaba con bastante frecuencia. En más de una ocasión la mujer había llamado a la Policía para denunciar las agresiones que sufría. Sin embargo, al parecer, cuando los agentes llegaban a la vivienda, se asustaba y cambiaba la versión de los hechos.

Amaia y Candela: El 31 de julio David Oubel mataba a sus hijas en la localidad pontevedresa de Moraña. Luego intentó suicidarse, pero no lo consiguió. Oubel escribió una carta a la madre de las niñas, de quien estaba separado, para explicarle sus intenciones. La mujer avisó de forma inmediata a la Guardia Civil, que al llegar al domicilo donde se encontraba Oubel encontró una escena escalofriante. Según explicaron los vecinos del pueblo a los medios gallegos, no se permitió que la abuela y tía maternas entraran a reconocer los cadáveres. Las primeras pesquisas de la Benemérita indican que Oubel pudo usar una sierra radial para perpetrar el terrible crimen. Los agentes encontraron en el baño al padre de las niñas, desnudo y con las muñecas cortadas. El padre de las niñas acababa de cumplir 40 años, de los cuales 15 había estado casado con Rocío Vieites, la madre de las Amaia y Candela. La ruptura de la pareja se produjo porque él «la puso en la calle», según los vecinos, para iniciar una relación homosexual.

Carlos y Cristina: La triste lista la siguen estos niños de 7 y 14 años, que perdieron la vida junto al padre del pequeño y su abuela en una explosión de gas en Villajoyosa a principios del mes de julio. La niña era hija de su pareja sentimental. La investigación de lo que en un primer momento parecía un accidente fue revelando detalles escabrosos. Los niños y la mujer habían sido asesinados antes de que la vivienda explotara.

Patrick: Torrevieja vivió también este año otro episodio de violencia de género. La Guardia Civil detenía el 4 de mayo al padrastro de este menor de 10 años que murió a consecuencia de las heridas de arma blanca causadas por el hombre de 40 años. No existían denuncias previas por violencia en el seno familiar, aunque la madre confesó a una vecina que su pareja agredía al niño. Asimismo, otra vecina afirmaba que el propio niño le había contado hace más de un año que el hombre le pegaba, pero le hizo jurar que no diría nada.

Alejandro: Tres años tenía el pequeño Alejandro cuando moría ahogado en una balsa en Los Montes, en Málaga. Desaparecía el 9 de febrero en El Rincón de la Victoria y fue hallado muerto de madrugada. El cuerpo fue localizado flotando en una zona de difícil acceso, a unos 15 kilómetros de la capital. El compañero sentimental de la madre de Alejandro, Antonio F.A., de 24 años, fue detenido por ofrecer hasta cuatro versiones sobre lo ocurrido. La madre de Alejandro estaba separada del padre biológico, un teniente de la Guardia Civil destinado en Ceuta.

¿Qué pasa por la cabeza de un padre que mata a sus hijos?

El criminólogo Íñigo González, según explicaba lainformacion.com el pasado mes de agosto, asegura que hay varios casos en los que un padre o una madre puede superar el instinto de proteger a los hijos para acabar con su vida.
Por un lado están los asesinatos por causas económicas o sociales: «Son madres que se ven desbordadas por la situación. No saben cómo alimentar a sus hijos o piensan que pueden ser rechazados por haber traído a un niño al mundo. En el caso de los hombres, se sienten impotentes».

Y es que, «tradicionalmente, el hombre ha sido el encargado de traer el sustento a la familia y, si no puede hacerlo, se desespera. Prefieren matar y, normalmente, suicidarse, antes que reconocer ese fracaso». En el caso de las mujeres, suele estar más asociado al «estigma social. Muchas abandonan a sus hijos en cubos de basura o desagües. Son personas enfermas que no pueden medir la realidad en su justa medida», relata.

Por otro lado, están los casos de «desnaturalización». «Son padres aquejados de un trastorno narcisista de la personalidad. Para ellos, los niños nunca han sido un fin en sí mismo, son un medio a su servicio». En consecuencia, «se sienten legitimados para utilizar a los niños para lograr sus intereses. Es muy claro en el caso de los padres que asesinan al niño solo para herir al otro cónyuge. El niño no ha hecho absolutamente nada, pero se sirven de él para hacer daño al otro», continúa el criminólogo.

Los asesinos «funcionales»

Por otra parte, más evidentes son los casos de malos tratos en los que se acaba provocando la muerte del menor. En este sentido, el psiquiatra Antonio Presto matiza que, al contrario que en los supuestos anteriores, el asesino sí siente remordimiento. «Hay que entender que un maltratador piensa que él está en su derecho a maltratar. Cree que son los demás los que le obligan (por su mal comportamiento, desafíos…), pero él no quiere. Él se ve a sí mismo como una buena persona. A menudo son personalidades muy narcisistas también. Cuando mata a sus víctimas, se arrepiente profundamente. No quiere que los maltratados se vayan de su lado. A menudo no son capaces de asumir lo que han hecho y se suicidan», relata.

Por último, están las personas que sufren alguna psicopatía grave. «Asesinan por funcionalidad, porque no les interesa tener hijos en ese momento o consideran que son un obstáculo para su vida personal. Pueden montar una farsa alrededor del crimen y estar años fingiendo. Jamás se vienen abajo. Son incapaces de empatizar, aunque sí son conscientes de que asesinar es algo malo. Lo que pasa es que les da igual», contaba Íñigo González en agosto. «Hay mucha discusión sobre si son enfermos mentales o no. Yo creo que sí deben tener algún tipo de enfermedad porque si no, humanamente, soy incapaz de entender que alguien pueda cometer semejante barbararidad», concluye.

57 mujeres asesinadas, tres más que en 2014

Un total de 57 mujeres fueron asesinadas en nuestro países [país] por los hombres con los que tenían o habían mantenido una relación de pareja -a falta de confirmarse cuatro feminicidios que siguen en investigación-, y los homicidios machistas cometidos desde que arrancó el año.

El primer asesinato de 2015 tuvo lugar el día 12 de enero en la localidad alicantina de Elche, donde una mujer y su hermana fueron asesinadas a manos presuntamente de la expareja de la primera, un hombre de 70 años que después se suicidó.

Los tres últimos son el de una mujer de 69 años y residente en la localidad de Mos, en Pontevedra, que en octubre denunció por malos tratos a su marido, que ha sido detenido, el de una mujer de 25 años asesinada por su pareja de hecho, un varón de 65, con el que tenía una hija pequeña, y el caso de la mujer y su bebé asesinadas en Torrevieja.

Se cuentan así 57 crímenes frente a los 54 registrados en 2014 y 2013 y a los 52 que dejó 2012, cuando se registró la cifra más baja de feminicidios en España desde que comenzaron a recogerse estos datos, en 2003. No obstante, la Delegación del Gobierno tiene pendiente de aclarar las circunstancias de tres asesinatos cometidos este año en Torre del Mar, Fuengirola y Asturias que podrían elevar el balance a 60.

Solo 13 habían denunciado

De las 57 mujeres asesinadas en 2015, sólo 13 habían denunciado y en un caso más no se dispone de esa información. A falta de datos aún sobre el crimen de Torrevieja, el grupo más amplio, 18 mujeres, tenían entre 41 y 58 años, aunque 16 estaban entre los 31 y los 40 y doce no habían cumplido la treintena. La mayoría de ellas, 45, aún mantenían una relación de pareja con el homicida, mientras 11 ya la habían interrumpido.

Andalucía, la comunidad más afectada

En términos absolutos, la comunidad autónoma más azotada por la violencia de género este año ha sido Andalucía, que ha visto asesinar a 13 vecinas.

En la Comunidad Valenciana han sido once los asesinos, en Galicia un total de 7, cuatro en Madrid, tres en Canarias y en el País Vasco, y dos en Principado de Asturias y Castilla y León. El resto de los homicidios tuvieron lugar en Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha, Extremadura y Murcia.

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