
La parricida de Mahón
- Clasificación: Asesina
- Características: Parricida - Abandonó el cuerpo en un monte dentro de una maleta
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 10 de julio de 2008
- Fecha de detención: 26 de noviembre de 2010
- Fecha de nacimiento: 1980
- Perfil de la víctima: Su hijo César, de 9 años
- Método del crimen: Ahogamiento en una bañera
- Lugar: Menorca, Baleares, España
- Estado: Condenada a 20 años de prisión el 31 de octubre de 2012
Índice
- 1 Mónica Juanatey – Detenida la madre de un niño hallado muerto en una maleta en Menorca
- 2 La madre homicida de Menorca, descubierta por las iniciales que su hijo tenía en el estuche escolar
- 3 Una mujer mató al hijo cuya existencia ocultaba a su novio
- 4 «Llámame tía, no mamá»
- 5 Mónica Juanatey: «Dije que fui yo porque la Policía me dijo que había pruebas»
- 6 La mujer acusada de matar a su hijo en Menorca en 2008 no recuerda cómo fue
- 7 Declarada culpable la mujer acusada de matar a su hijo en Menorca en 2008
- 8 Veinte años de cárcel para la madre que asesinó a su hijo en Menorca
Mónica Juanatey – Detenida la madre de un niño hallado muerto en una maleta en Menorca
Andreu Manresa – El País
27 de noviembre de 2010
El menor, que hoy tendría 11 años, falleció en 2008 y no había caso abierto por su desaparición. La arrestada había contado a sus vecinos que su hijo era un sobrino y al desaparecer narró que lo había enviado a Galicia con sus parientes.
Mónica J. F. explicó a sus vecinos y en la escuela de Menorca que aquel niño que vivía con ella era su sobrino. Un día de la primavera de 2008, el menor, de 9 años, dejó de ir a clase y no se le vio más por el barrio, la mujer contó a todos que lo había mandado a vivir con su familia de Galicia.
El pasado miércoles 24, en un muy aislado torrente en un monte bajo de Binidalí en Mahón, dos hombres que cortaban leña hallaron una maleta entre la maleza que contenía un esqueleto humano, ropa y material escolar infantil. Como sospechosa de la muerte del menor, la policía de Homicidios ha anunciado hoy la detención de Mónica, de nacionalidad española, de unos 30 años, que tenía un trabajo estable y vivía en pareja, también con ocupación.
El cuerpo abandonado entre los matorrales era el de su único hijo, aquel que decía que era su sobrino, que ahora tendría 11 años. Mónica fue una madre joven, siendo soltera. El padre de la víctima se desvinculó de Mónica y de su hijo y nunca pudo echarle en falta.
En dos años y medio, la ausencia del menor jamás originó una denuncia policial ni un expediente académico de traslado de centro. No había caso abierto. Por eso al hallarse la maleta con el pequeño esqueleto las autoridades afirmaron que no había denuncias por niños desaparecidos en Menorca. «Es una laguna en la época del gran hermano», detalla una fuente oficial.
De acuerdo con la narración de las delegaciones de Gobierno, Mónica, tras ser detenida en su casa menorquina, primero ha expresado una total ignorancia y confusión, daba a entender que no sabía de qué le hablaban. Después ha confesado a la policía que un día al llegar al domicilio encontró el cuerpo sin vida de su hijo, pero que ella no intervino en su muerte.
La detenida ha relatado que, presa del pánico, introdujo el cadáver en la maleta y añadió todas las pertenencias de su hijo: un reloj digital, unos jeans, camisetas, un comic, un libro de texto, lápices de colores y varios juguetes. Luego tomó la maleta y la abandonó. Ha estado unos treinta meses expuesta al sol, el viento y la lluvia de Mahón. Un ticket de facturación de un viaje, apenas legible, abrió una senda a los investigadores.
El grupo de Homicidios de Baleares, que generalmente resuelve los casos con rapidez, recibió la maleta con los restos en Palma. Los investigadores y forenses empezaron a examinar los restos óseos mientras se cribaban los registros escolares, hospitalarios y médicos de toda España para cruzar datos de posibles súbitas desapariciones.
El forense detalló que el cuerpo hallado era de un preadolescente. Las indagaciones científicas determinarán las causas y circunstancias de la muerte. «El caso está resuelto», afirman desde Interior, porque hay indicios para acusar a la madre de la muerte. El hombre que vivía con ella en pareja inicialmente no aparece implicado en el caso.
La madre homicida de Menorca, descubierta por las iniciales que su hijo tenía en el estuche escolar
Andreu Manresa – El País
29 de noviembre de 2010
El crimen de César en Menorca se ha resuelto porque la víctima, un niño que tenía ocho años al morir asesinado en julio de 2008, tenía escritos su nombre y sus iniciales J. F. (los apellidos de su madre soltera) ocultos debajo del lugar que ocupaba la goma de borrar en su plumier de colores y rotuladores.
El estuche escolar fue hallado junto a sus restos óseos en una maleta en el monte el pasado 24 de noviembre. Los cómics manga (por su año de edición), la ropa y el reloj infantil rojo ayudaron a datar la época del crimen, antes de los análisis forenses, químicos y del ADN.
Tras las letras llegó la detención de la supuesta persona homicida, la madre del menor, que confesó. «Hemos cerrado un caso de libro que estará en las escuelas. Es un éxito», ha opinado el jefe de la Policía de Baleares, Bartolomé Campaner.
La progenitora, Mónica Juanattey [Juanatey] Fernández, gallega de 30 años, que trabajó de auxiliar de seguridad en el aeropuerto de Menorca, fue detenida el pasado viernes acusada del homicidio. Hoy ha declarado ante el juez de Mahón. Antes «reconoció que había matado a su hijo, que lo ahogó en la bañera», ha detallado un portavoz policial. Confesó, en una tercera versión, que lo hizo sin pensar lo que hacía.
En 2007, Mónica viajó de Galicia a Menorca al contactar con un cibernovio en una red social, según la policía. El niño quedó en su tierra con su padre biológico, después con los abuelos y el 1 de julio de 2008 tomó un vuelo Santiago-Mahón para estar con su madre. Ésta lo presentó a su compañero sentimental como un sobrino y, al cabo de diez días, le comunicó que había regresado a Galicia con su familia.
César no fue escolarizado en Menorca, no tuvo la oportunidad. En sus listas de amistades por Internet, Mónica mantuvo la ficción de que César seguía con vida y que había hecho la primera comunión.
Una mujer mató al hijo cuya existencia ocultaba a su novio
Andreu Manresa – El País
30 de noviembre de 2010
Una auxiliar de seguridad del aeropuerto de Menorca, Mónica Juanattey [Juanatey] Fernández, de 30 años, de Noia (A Coruña), quedó ayer imputada por homicidio doloso, acusada de la muerte de su único hijo, César. El juez de Mahón ordenó su ingreso en prisión, sin fianza.
El niño tenía nueve años cuando pereció ahogado a manos de su madre, en la bañera de su casa, en julio de 2008, según relató ella a la policía. La mujer, hija de una familia de pescadores, madre soltera y extrabajadora en un supermercado, se relacionó a través de las redes sociales con un hombre de Menorca a finales de 2007. En marzo de 2008 se trasladó a vivir allí. El niño quedó en Galicia con el padre biológico.
En las vacaciones de 2008, el 1 de julio, los abuelos embarcaron a César en un vuelo de Santiago a Mahón para que viviera con su madre. Mónica lo presentó como su sobrino y a su compañero de Menorca le reseñó que estaba de vacaciones, de paso.
A los 10 días, según la investigación, acabó con la vida de su hijo y se deshizo del cuerpo en el monte. El ataúd al sol del menor fue su maleta, la que los abuelos le prepararon para que se fuera a Menorca.
El crimen se descubrió casualmente, hace una semana, cuando dos excursionistas que buscaban leña se toparon con la valija entre la maleza de un torrente. Dentro había un esqueleto, el menor, además de mudas, un reloj, unos cómics manga, un juego de cromos-carta, su plumier de lápices y un tique de equipaje aéreo.
Sobre este crimen no había denuncia ni sospecha. El niño no estaba censado ni escolarizado en Menorca, su padre ya no tenía relación con él, los abuelos habían roto también sin querer el vínculo.
El crimen se resolvió en tres días, contra todos los pronósticos. La fecha de edición del cómic situó la época posible de la muerte y los forenses indicaron que era un menor de entre 10 y 13 años. Se rastrearon, sin éxito, las denuncias de desaparecidos en España y en Interpol.
La clave para cerrar todas las incógnitas las dejó escritas la propia víctima: puso su nombre y sus iniciales bajo la goma de borrar del estuche plumier que su madre colocó con todas sus pertenencias junto al cadáver para eliminar todo rastro de su hijo en su casa.
Un nombre y dos letras sirvieron para cruzar los listados del DNI. Entre los César J. F., uno no había renovado el carné al caducar. Ese fue el hilo que les llevó al domicilio anotado, en Noia, a la escuela donde estuvo matriculado entre 2003 hasta que dejó de ir en junio de 2008. Se interrogó a la familia gallega, los abuelos, y, finalmente, a la madre en Mahón.
Mónica no se inmutó, dio tres versiones -«no tengo hijo», «era un sobrino y está en Galicia», «tuvo un accidente y lo hallé ya cadáver»- hasta confesar el crimen.
Su compañero no ha sido implicado porque ignoraba hasta que su pareja era madre. Mónica le dijo que el sobrino había regresado a Galicia con sus abuelos. Al mismo tiempo, cortó con su familia y en sus comunicaciones por Internet contaba falsedades sobre su hijo a sus amistades.
«Llámame tía, no mamá»
Andreu Manresa / Paola Obelleiro – El País
5 de diciembre de 2010
La mujer que asesinó a su hijo para ocultar a su pareja que era madre soltera no se arrepiente del crimen. El niño llevaba muerto 28 meses.
Los cupones diarios de un sorteo, reservados a nombre de la abuela de César, se acumulan desde hace una semana en un cajón del ultramarinos al que acudía cada mañana, cerca de su piso de Noia (A Coruña).
La rutina de María José y su marido, Víctor, saltó por los aires el pasado viernes 26 de noviembre al descubrirse que su hija y su nieto eran los protagonistas en Mahón (Menorca) de un macabro crimen ocultado durante dos años y cuatro meses. Tanto como el tiempo que los abuelos llevan sin tener comunicación con su hija, ni noticia del pequeño que habían criado hasta cumplir nueve años. La edad que tenía César cuando murió a manos de su propia madre.
«Conmoción» y «horror» ante «tanta sangre fría». Los calificativos se repiten en Noia y Mahón. Familia, vecinos, colegas, amigos e incluso la actual pareja de Mónica Juanatey Fernández, una noiesa de 30 años que lleva desde marzo de 2008 residiendo en Menorca, son incapaces de asimilar el golpe.
La joven madre soltera confesó a la Policía, tras 48 horas de interrogatorio y varias versiones contradictorias, que ella mismo mató, en julio de aquel año, a su hijo César, cuyos restos aparecieron, hace sólo diez días y por casualidad, dentro de una gran maleta de tela roja.
Estaba abandonada en un monte de difícil acceso de la isla menorquina, a siete kilómetros del piso en el que Mónica continuó hasta la semana pasada haciendo vida normal junto a su pareja y el perro de ambos.
Para la Policía es un asesinato con alevosía. La presunta parricida, dicen agentes que la interrogaron, nunca tuvo tentaciones de confesar su crimen, ni cursar falsas denuncias de desaparición del niño. Para los padres de la joven, hoy ingresada en la prisión de Palma bajo la acusación de homicidio doloso, hubo «maquinación» por parte de una «chica que nunca fue fácil».
«Tenía todo planeado para borrar del mapa a su propio hijo y tenernos engañados a todos, a los de aquí y los de allí», resume, indignado, un pariente de la joven. Burló también al sistema. El DNI de César estaba sin renovar.
Su expediente académico, al que su colegio de Noia dio por trasladado por cambio de residencia tras terminar en junio de 2008 de cursar tercero de primaria, seguía sin ser dado de alta dos años después. Pero Mónica cobró hasta su ingreso en la prisión mallorquina el subsidio de desempleo, con la prestación de ayuda familiar. Para el INEM, la joven seguía siendo madre soltera con un niño a cargo.
Pero el chaval, que hoy tendría 11 años, llevaba muerto 28 meses. Tantos como los que transcurrieron desde que fue arrancado de su entorno familiar, escolar y social en la villa coruñesa de apenas 14.000 habitantes donde tenía a sus abuelos maternos, una bisabuela e incluso una tatarabuela. Pero debía marchar porque su joven madre soltera lo reclamó para compartir con ella su nueva vida en Menorca. Los abuelos no querían pero no les quedo más remedio.
«Ya estuve con la asistente social, pero no hubo manera, no pude quedarme con él porque ella es la madre y si lo reclama, tengo que mandárselo para allí», se lamentaba María José días después de volver del aeropuerto de Santiago, donde el 1 de julio de 2008 embarcó a su nieto rumbo Menorca, con una maleta y unos cómics manga.
El niño, «dicharachero», extravertido y «que se hacía querer», según sus vecinos de Noia, se reencontró con una madre que, según la versión de la policía, le obligó a llamarle tía en su nueva vida insular, en lugar de mamá. El reencuentro sólo duró diez días. Mónica ahogó con las manos a su criatura.
Narró a la Policía que se quedó contemplando el cadáver y lo acunó un rato entre sus brazos. Después, lo metió junto con su ropa, sus juguetes, sus cómics y sus lápices de colores dentro de la maleta que traía el niño cuando llegó a la isla diez días antes. Y dejó el macabro lote tirado en el monte Binidalí.
La parricida quiso borrar todo rastro de su hijo pero no se fijó que en el estuche escolar, bajo la goma de borrar, estaban su nombre y sus iniciales: César J. F. «Vimos las letras muy borrosas, a la luz de un fluorescente del techo. A veces las investigaciones son menos sofisticadas de lo que parecen», comenta un portavoz del Grupo de Homicidios de la Policía de Baleares.
«¿Tienes noticias del niño?», le preguntó hace tres semanas una amiga a la abuela. «Nada de nada, ella no me coge el teléfono. Tampoco me importa un pimiento, no quiero saber nada de ella, pero sí del niño. Y sólo sé por las amigas que él está bien».
María José y Víctor, marinero de profesión, adoraban al nieto que criaron en su domicilio de Noia porque a su hija, se quejaban, siempre le costó asumir sus deberes maternos. Poco antes de matarlo, sin embargo, hizo valer sus derechos de custodia para llevárselo inesperadamente.
Activa internauta, adscritas a varias redes sociales como Facebook o My Blog Roll, donde se hacía llamar Muki, La Excarceladora y Terror a la gallega, decidió marcharse a Menorca, supuestamente para trabajar y en realidad para emprender una nueva vida junto a un hombre conocido por Internet. El mismo con el que convivió hasta ahora, ocultándole que el niño al que hacía pasar por su sobrino era en realidad su hijo.
«¿Tienen un chicle?», preguntó Mónica a los guardias civiles que la escoltaron el pasado miércoles en el vuelo desde Mahón hasta Palma, donde permanece encarcelada. Fue su único comentario tras confesar ante el juez el infanticidio que tan minuciosamente logró ocultar dos años y medio.
Nunca mostró un atisbo de arrepentimiento. Nunca se tapó la cara en sus entradas y salidas de comisaría o del juzgado. Incluso miró de frente la cámara de los fotógrafos de prensa.
Acusada de homicidio doloso, se enfrenta a una pena máxima de 25 años.
Mónica Juanatey: «Dije que fui yo porque la Policía me dijo que había pruebas»
Carmen Morales / Lola Sampedro – Elmundo.es
22 de octubre de 2012
Preparó la bañera para César y luego se lo encontró muerto en el suelo del baño. Mónica Juanatey dice que no recuerda nada más, que tiene una laguna en la memoria que ha hecho que olvide lo que pasó durante esos minutos en los que su hijo de 9 años perdió la vida ahogado.
«Sinceramente, no sé cómo ocurrió. No tengo explicación para lo ocurrido», ha declarado la presunta parricida, acusada de matar a su hijo y meterlo en una maleta en julio de 2008, ante el juez y el jurado popular que le juzga durante este semana en la Audiencia de Palma de Mallorca. La Fiscalía pide 20 años de cárcel. Ella defiende su inocencia alegando amnesia transitoria.
«Dije que había sido yo porque la Policía me dijo que había pruebas suficientes», ha defendido Juanatey para justificar su primera declaración ante el juez de instrucción que llevó el caso. Según la presunta parricida, dos agentes «bajaron a los calabozos» y le dijeron que «no mintiese, que todo el mundo sabía que había sido ella, que había pruebas suficientes, que el niño tenía el cuello roto y un golpe en la cabeza».
«Yo nunca dije que usase la fuerza», ha asegurado Juanatey en su declaración para negar así las primeras declaraciones que ofreció a la Policía cuando fue detenida en 2010. La presunta parricida entonces confesó a los agentes que había ahogado a su hijo en la bañera porque se sentía agobiada, ya que había ocultado a su novio que César era su hijo y le había hecho creer que se trataba de su sobrino que estaba de visita.
«No sé si maté a mi hijo, sólo recuerdo que tuve miedo», ha asegurado Juanatey durante una declaración llena de contradicciones en la que sí ha reconocido haber metido el cadáver del pequeño en la maleta. A este respecto, ha indicado que estuvo dos o tres horas con César en brazos y que luego lo metió en la maleta «con las cosas que él tenía siempre consigo, sin pensar en lo que hacía. No se ni dónde lo dejé».
Preguntada por la hipótesis del accidente, Juanatey no ha dudado en responder: «¿Cómo se va a ahogar solo un niño de 9 años?».
«Responsabilidad moral»
«Siempre ha sentido una responsabilidad moral por lo que pasó», aseguró la semana pasada a este diario Carlos Maceda, el abogado de oficio que se encarga de la defensa de esta mujer de 32 años. «Creemos que fue algo accidental. No recuerda nada de lo que pasó después de prepararle el baño. Dice que cuando vio a su hijo muerto fuera de la bañera, tendido en el suelo y mojado pensó que había sido ella y por eso le entró el miedo y lo metió en la maleta», explicó Maceda.
Los exámenes psicológicos resolvieron que la acusada es una persona normal sin problemas relevantes que pudieran haber provocado una limitación de sus facultades. Sin embargo, según señaló Maceda, «en esos informes no se descarta de forma tajante la posibilidad de una amnesia temporal producida por un hecho intensamente traumático».
En su escrito de acusación, la Fiscalía acusa a Juanatey, natural de Noia (A Coruña), de asesinato con alevosía y con el agravante de parentesco y por ello pide para ella 20 años de prisión.
La acusada permanece en la cárcel de Palma desde diciembre de 2010 y según su abogado «está algo nerviosa y preocupada por la resonancia mediática». «Es una persona muy reservada y no le gusta salir en los medios», cuenta Maceda, que confirma también que su defendida sigue casada con el joven catalán con el que contrajo matrimonio cuando ya estaba en prisión.
El cuento de terror
Juanatey no permanece aislada en prisión ni es repudiada por el resto de internas. Según fuentes penitenciarias, la acusada es una «reclusa integrada y una alumna aventajada en la escuela de adultos de la cárcel». «Mónica es muy inteligente y tiene mucho carisma, es fácil que la gente se acerque a ella. Con los hombres siempre mantiene un actitud muy coqueta», aseguran dichas fuentes.
De hecho, la acusada fue una de las ganadoras en el pasado concurso literario que se organiza cada año en el centro penitenciario de Palma. Lo hizo con un relato de terror, un cuento gótico que tituló «El hermano gemelo que era el diablo».
Juanatey fue detenida en noviembre de 2010 por la muerte de su hijo César, cuyo cadáver se encontró dentro de una maleta abandonada cerca de un torrente cercano a Binidalí, en Mahón. Según los peritos, la muerte del niño habría ocurrido unos dos años antes, en julio 2008.
El estuche que dio la pista
Junto a los huesos del menor se encontraron tebeos, cromos, lápices de colores y un estuche con una goma con el nombre de César escrito que fue la pista que llevó a la Policía hasta Juanatey, que tras la muerte de su hijo consiguió durante dos años que todos creyeran que el niño estaba vivo.
Juanatey tuvo a César de soltera y en un principio convivió con el padre del menor, pero las relaciones se deterioraron y se marchó con el niño a vivir a casa de sus padres en Noia. El niño estuvo escolarizado en el municipio coruñés desde el año 2003 hasta el curso 2007-2008. En 2007 Mónica conoció a su actual novio a través de Internet y se fue a vivir con él a Mahón, donde trabajó como auxiliar de seguridad en el aeropuerto de Menorca.
Durante un tiempo, César vivió en Galicia en casa de sus abuelos maternos y ella ocultó a su novio que tenía un hijo. En julio de 2008, César cogió un avión para reunirse con su madre y, a su llegada a la isla, Juanatey le dijo a su hijo que la llamara tía, según apuntaron fuentes policiales en el momento de la detención.
La acusada, según apunta la investigación, le dijo a su pareja que César se quedaría solo durante 10 días en su casa y una vez pasado ese tiempo le contó que el pequeño había regresado a Galicia, cuando en realidad ya yacía muerto en la maleta ocultada en el monte y que fue encontrada por los dos excursionistas que dieron la alarma y destaparon dos años de mentiras.
La mujer acusada de matar a su hijo en Menorca en 2008 no recuerda cómo fue
Andreu Manresa – El País
23 de octubre de 2012
La mujer acusada de matar a su hijo de nueve años en 2008, Mónica Juanatey, se enfrenta este martes a la segunda sesión del juicio con jurado. Declaró ayer en la Audiencia de Palma de Mallorca con la cabeza ladeada y está en el banquillo con el rostro semicubierto por su melena rizada. Evita mirar a los miembros del jurado popular que determinarán si es culpable.
El fiscal le pide 20 años de cárcel. Mónica sollozó y quedó sin palabras al ver la gran maleta roja con la que el niño llegó a Menorca, en julio de 2008, y en la que, dos años y medio después, fue hallado su esqueleto, en un monte de la isla. Ella asumió que metió el cuerpo en la maleta y después la lanzó al monte, pero dice no recordar qué pasó.
«Aún lo quiero», afirmó Mónica, que no negó haber dado muerte al hijo porque no rechazó las versiones inculpatorias que dio ante la policía dos años atrás, tras ser detenida. Entonces asumió que ahogó al menor en la bañera y que dos o tres horas más tarde dejó la maleta con su cuerpo, entre matorrales, en una torrentera aislada. Matizó que la policía la emplazó a confesar al decirle que el cadáver tenía el cuello roto y un golpe en la cabeza.
La única imagen que recuerda la madre es la de ella acunando el cuerpo mojado de su hijo, con las extremidades inertes, sin respuesta. «Le alzaba los brazos y no los movía», indicó. «Sinceramente no sé [cómo pasó], como tampoco qué fue lo que ocurrió». Y agregó: «No puedo describir qué pasó porque no me acuerdo, pero es que allí no había nadie más».
Mónica, natural de Noia (Galicia) y que ahora tiene 32 años, era madre soltera. Trabajó en limpiezas de playas, en una carnicería y de auxiliar de vigilancia en el aeropuerto de Menorca. Se trasladó a la isla tras contactar con un hombre y mantuvo otras relaciones paralelas, según se narraron en la vista diferentes testigos.
Se casó, siendo presa preventiva, con otro amigo que conoció por Internet, antes del crimen. En la prisión ha concursado en un certamen de narrativa para internos con un cuento de naturaleza fantástica sobre un episodio de una madre que muere al nacer sus dos hijos.
La supuesta criminal, entre la muerte de su hijo y el hallazgo casual de sus restos en el monte, hizo creer a sus familiares y amistades que el menor seguía con vida. Muy activa usuaria de las redes sociales, ofreció una personalidad virtual al pequeño después de muerto.
Al padre adoptivo -del que estaba separada y vivía en Galicia- le comunicó que había fallecido en un accidente, atropellado. Al estar en paro siguió cobrando el subsidio con el plus de maternidad aun con el menor ya fallecido.
A quien era su pareja en Menorca le explicó que era un sobrino. A la víctima le advirtió «llámame tita [tía]». El fiscal, Eduardo Norro, aseguró que Mónica tejió «una red de mentiras y manipulaciones» y que «impidió toda defensa a su hijo» al ahogarle en la bañera.
El cadáver fue identificado gracias a que el nombre del niño y varias letras manuscritas, apenas visibles, estaban grabados en el estuche escolar hallado en la maleta junto al esqueleto del menor. Llevaba dos cursos sin ser escolarizado y su DNI no había sido renovado. La policía resolvió el caso en poco más de una semana.
Declarada culpable la mujer acusada de matar a su hijo en Menorca en 2008
Andreu Manresa – El País
25 de octubre de 2012
Culpable del asesinato por alevosía de su único hijo, de nueve años. El jurado popular dio esta noche su veredicto contra Mónica Juanatey, de 32 años, al considerar probado que ahogó, de manera violenta, según los médicos, al menor en la bañera de su casa.
El crimen sucedió en 2008 en Mahón, en la isla de Menorca, y fue descubierto dos años después, casualmente, al aparecer en el monte el cuerpo de la víctima en el interior de su gran maleta de viaje con la que acudió a la isla para quedarse a vivir con su madre.
Los miembros del jurado rechazaron las tesis de la defensa de Juanatey acerca de la existencia de una supuesta patología psiquiátrica y dieron por probado que la mujer actuó en solitario en su casa. El fiscal mantuvo su petición: una pena de 20 años de prisión por asesinato por alevosía con la agravante de parentesco. Juanatey lleva dos años en prisión tras ser detenida al conocerse el asesinato. Confesó ser la autora del crimen en un primer momento y en la vista se escudó en un vacío de memoria.
La madre, soltera, ocultó a su familia residente en Galicia la muerte del menor. A sus diferentes parejas les indicó que era su sobrino. Al niño le exigía que le llamara «tita». En un caso sí comunicó que su hijo había muerto, atropellado. En otras de sus muchas comunicaciones en las redes explicó que su vástago había hecho la primera comunión.
Durante dos años no fue escolarizado y tenía el DNI caducado, según desveló a la policía al rastrearse la identidad de los restos hallados. Unas letras de sus iniciales apenas visibles bajo la goma de borrar del lapicero ayudaron a dar nombre al niño asesinado.
Toda la biografía de la madre «está teñida de mentiras, está basada en la mentira», reseñó un forense en el juicio. Ella aseguró en todo momento que no se acordaba de nada de lo que sucedió cuando su hijo pereció en la bañera, que solo retenía una imagen: ella con el hijo en brazos, inerte. «No la creemos, no creemos que no se acuerde», añadió el médico que apuntó «un trastorno antisocial».
Veinte años de cárcel para la madre que asesinó a su hijo en Menorca
Andreu Manresa – El País
31 de octubre 2012
El magistrado Eduardo Calderón ha impuesto hoy una condena de 20 años de cárcel a Mónica Juanatey, de 32 años, a la que un jurado popular declaró la semana pasada culpable de asesinato con alevosía y agravante de parentesco por ahogar en una bañera a su único hijo, de nueve años, al que después metió en una maleta que abandonó en un monte de Menorca.
La sentencia reseña que se trata de la pena en el límite máximo e indica que «el reproche ya no es jurídico sino social a una madre que mata intencionadamente a su hijo».
La mujer, dice el juez, actuó «de forma súbita, sorpresiva e inesperada, lo que evitó toda posibilidad de defensa del niño» mientras este estaba confiado. El crimen sucedió en Mahón, en la isla de Menorca, en 2008, en el domicilio que la madre y el menor ocupaban con un compañero y otro inquilino.
Durante dos años Mónica ocultó la muerte de su vástago a los abuelos y al padre adoptivo, que vivían en Galicia y que se habían encargado de buena parte de su educación. En Menorca presentó a su hijo como el sobrino y hizo que la llamara tita (tía).
En sus comunicaciones, escasas, con parientes y amistades gallegas la madre creó una realidad virtual sobre las vivencias de la víctima y dijo que el niño había hecho la comunión. En un caso afirmó que había muerto atropellado.
El crimen se destapó en 2010 al hallarse el esqueleto de un menor dentro una maleta abandonada en un barranco, junto a una carretera de Menorca. Era la maleta con la que el niño viajó desde Galicia hasta Menorca para vivir con su madre. A la semana de llegar acabó la existencia del menor. A lo largo de los dos cursos posteriores a su muerte ninguna autoridad de Educación observó que no acudía a su colegio ni estaba escolarizado.
En la vista, la versión de la condenada se centró en una amnesia concreta. No recordó cómo murió su hijo y solo recreó la imagen de tenerlo en brazos, inerte, al lado de la bañera, llorando. En la vista Mónica sollozó varias veces pero no hizo maniobras para exculparse ante el jurado.
Ante la policía, tras su detención, sí confesó haber dado muerte a su hijo. Forenses y jurado rechazaron que padeciera una enfermedad psiquiátrica. Un forense apuntó rastros de «un trastorno antisocial».