Michael Adam Carneal

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Michael Carneal

El tiroteo del Instituto Heath

  • Clasificación: Homicida en masa
  • Características: Menor de edad (14 años)
  • Número de víctimas: 3
  • Fecha del crimen: 1 de diciembre de 1997
  • Fecha de detención: 1 de diciembre de 1997
  • Fecha de nacimiento: 1983
  • Perfil de la víctima: Nicole Hadley, de 14 años; Jessica James, de 17; y Kayce Steger, de 15
  • Método del crimen: Arma de fuego
  • Lugar: Paducah, Estados Unidos (Kentucky)
  • Estado: Condenado a cadena perpetua el 15 de diciembre de 1998
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Michael Carneal. Pólvora

Max Haines – Estampas – ElUniversal.com

Aparentemente, Michael Carneal era un estudiante normal de catorce años que empezaba en la Secundaria Heath de Paducah, Kentucky. En realidad, Michael no era un estudiante normal.

Durante el curso escolar 1997, sus padres, religiosos y respetados, empezaron a notar cambios sutiles en su hijo. Sus notas empeoraron y parecía sufrir de depresión, pero no había motivo de alarma. ¿Qué chico de 14 años no tiene sus más y sus menos? Pasar de niño a hombre nunca es fácil.

Lo que nadie sabía ni podía imaginar eran los horribles pensamientos de Michael. Quería hacer algo, cualquier cosa, algo que le catapultara a la fama. Michael, que era de complexión delgada y con frecuencia objeto de burlas, ansiaba ser respetado como lo eran los atletas de su escuela.

Poco a poco, se le fue ocurriendo la idea de hacer algo realmente grande. La idea le pudo venir de The Basketball Diaries, una película de 1995 protagonizada por Leonardo DiCaprio, en la que el adolescente rompecorazones, durante una secuencia en sueños, mata a varios compañeros de clase y después se despierta.

Michael puso en marcha su plan. El día elegido sería un lunes por la mañana. Sí, el 1° de diciembre de 1997 era perfecto. En principio, advertiría al fornido Ben Strong para que ese día no dirigiera sus oraciones en el pasillo. Michael no quería hacerle daño a Ben, un compañero que le había mostrado cierto respeto.

Michael necesitaba pólvora y sabía dónde conseguirla. El señor Wendell Nace, quien vivía enfrente de la casa de los Carneal, tenía varias armas que podría robar fácilmente. Se metió por una ventana del garaje y se marchó con armas y municiones, escondidas en un bolso marinero. Michael escondió las armas robadas debajo de su cama. Luego, se le ocurrió entrar en el dormitorio de sus padres y hacerse con la pistola Smith and Wesson de su progenitor, que también guardó debajo de la cama. Después pasó el resto de la tarde viendo la televisión con su madre, su padre y su hermana.

Michael se comportaba de manera totalmente normal. El sábado 29 de noviembre, fue a ver un partido de baloncesto con su padre.

Ese domingo, hizo sus deberes pero se tomó un poco de tiempo para envolver sus rifles en una manta.

El lunes por la mañana, la señora Carneal le preguntó a Michael qué era lo que llevaba en ese paquete tan raro. Él le explicó que el gato le había ensuciado las sábanas y que iba a llevar la manta y las sábanas al lavadero pero, en vez de ello, llevó el paquete envuelto en la manta hasta el vehículo de su hermana, colocándolo en el maletero.

Esa mañana en la escuela, cuando su hermana le vio sacar ese bulto tan extraño, él le explicó que ahí llevaba todo lo necesario para un trabajo de ciencias. Otros estudiantes también sintieron curiosidad. A todos les dio la misma explicación.

Michael entró en la escuela. Sin decir una palabra, dejó caer el bulto en el suelo, sacando al mismo tiempo una pistola semiautomática Ruger Mark II de calibre 0,22. El adolescente armado no perdió la calma en ningún momento. Hábilmente metió un cartucho de balas en la pistola. Luego, como si hubiera ensayado todo antes, se puso unos tapones en los oídos. Imitando las series dramáticas que tantas veces había visto en la televisión, adoptó una posición de tiro clásica.

Unos cuantos estudiantes que acababan de terminar sus rezos matutinos pensaron que el raquítico de Michael estaba inventándose algo. Ben Strong no pudo creer lo que vieron sus ojos cuando Michael empezó a disparar. Nicole Hadley, de 14 años, recibió una bala en la cabeza. Jessica James, de 17, en el pecho. En poco tiempo, otros jóvenes cayeron al suelo bajo un aluvión de balas: Kayce Steger, Melissa Jenkins, Shelley Schaberg, Kelly Hard, Hollan Holm y Craig Keene.

Ese día la escuela parecía un campo de batalla. Algunos adolescentes estaban inconscientes. Otros agonizaban, retorciéndose de dolor y perdiendo sangre. Otros corrían hacia las clases, temiendo por sus vidas.

En medio de la confusión se oyó una voz. Era Ben Strong, gritando: «Mike, ¿qué estás haciendo?». Los dos chicos se miraron a los ojos; ambos eran muy diferentes. Ben era un muchacho religioso que acababa de dirigir los rezos matutinos en el pasillo momentos antes. Jugaba de defensa en el equipo de fútbol americano de la escuela. Entonces estaba frente a frente al enclenque de Michael Carneal, quien le estaba apuntando directamente con la pistola.

Ben se dirigió hacia él. Le dijo: «Deja la pistola. No dispares a nadie». No paró de hablar y de avanzar poco a poco. Michael dejó de apuntarle a su amigo con la pistola. Justo en esos momentos, Bill Bond, el director, acudía apresurado al lugar donde se producían los hechos. Inmediatamente, Michael le apuntó con el arma. Entonces, Ben estaba a tan sólo unos centímetros de Michael. Siguió hablando hasta que, sin decir una palabra, Michael tiró la pistola. Ben agarró por las manos al pistolero, que no mostró resistencia. Bill Bond sigue convencido de que le debe la vida a la actuación de Ben Strong. Después de la matanza, Michael miró a Ben y le dijo: «Mátame ahora». El director se lo llevó de allí y lo retuvo hasta la llegada de la policía.

El paquete que estaba en el suelo fue examinado por las autoridades. Contenía dos escopetas de cañón doble de calibre 12, dos rifles de calibre 0,22 y más de mil balas.

Los jóvenes que recibieron los disparos fueron trasladados urgentemente al hospital en estado grave. Aunque se tomaron medidas heroicas para salvarles la vida, Kayce Steer, Jessica James y Nicole Hadley sucumbieron a sus heridas. Algunos de los sobrevivientes de la matanza quedaron con lesiones para toda la vida. Melissa Jenkins quedó paralizada de la cintura para abajo y no se cree que pueda volver a andar. Shelley Schaberg también sufrió una herida en la columna y sólo puede usar parcialmente la mano derecha. En total, los dos minutos de tiroteo de Michael se saldaron con tres muertes y cinco estudiantes con heridas graves, en unos casos, y leves en otros.

Michael fue juzgado en un tribunal de adultos por tres imputaciones de asesinato condenable con la pena capital, cinco de intento de asesinato y una de robo en primer grado. Aunque en Kentucky hay pena de muerte, no se puede aplicar a los menores de 16 años. La sentencia máxima a la que se podía someter a Michael era cadena perpetua sin posibilidad alguna de libertad condicional durante 25 años.

Cuando fue interrogado por psiquiatras, el acusado intentó explicar los móviles que le habían llevado a cometer estos asesinatos sin sentido. Dijo que estaba harto de que se rieran de él por su tamaño y por el falso rumor de que era homosexual. Al principio, pensó que sólo iba a asustar a sus compañeros, pero poco a poco fue cobrando fuerza la idea de dispararles.

El 5 de octubre, 10 meses después de la matanza, Michael se declaró culpable de todos los cargos por enajenación mental. Se presentó ante el tribunal con un chaleco antibalas para protegerse por si algún ciudadano se le ocurría tomarse la justicia por su mano.

Michael Carneal fue condenado a la sentencia máxima de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional durante 25 años. Podrá gozar de libertad condicional el 30 de noviembre de 2022, a los 40 años de edad.


Cuidado con la oración – Un estudiante de 14 años mata a tiros a tres compañeras en EE.UU.

Felipe Cuna – El Mundo

3 de diciembre de 1997

La vida no volverá a ser normal en West Paducah, un pequeño pueblo de Kentucky. En la escuela, cuando los muchachos recen en sus clases o en los pasillos siempre habrá un recuerdo especial para las tres amigas que ya no están y habrá miradas de recelo, furtivas, sospechosas y asustadas que escrutarán si un nuevo Michael Carneal apunta al grupo.

Los 600 alumnos de la Heath High School intentaron ayer entender lo ocurrido y muchos necesitaron la ayuda de psicólogos para comprender por qué este joven de 14 años, que se había declarado ateo, decidió descargar un revólver del calibre 22 lleno de balas contra una treintena de compañeros de colegio a los que desde hace tiempo observaba cuando rezaban.

El gatillo

Los muchachos, en círculo, comenzaban el día con sus oraciones cuando Michael se colocó unos tapones para los oídos, sacó el revólver y apretó el gatillo.

La primera bala alcanzó de pleno a Kayce Steger, de 15 años, que soltó su mochila negra y cayó al suelo herida mortalmente; otra bala penetró en el cráneo de Nichole Hadley, de 14 años; mientras que Jessica James, de 17, recibió un tiro por la parte trasera de su cabeza y murió horas después.

Más munición

Cuando Carneal, hijo de un famoso abogado de la localidad, se quedó sin balas, se apoyó en una taquilla de las muchas que hacen fila en los pasillos de la escuela y se quedó paralizado hasta que Ben Strong, el hijo de un reverendo que dirigía la oración, le quitó la pistola. En su chaqueta tenía más munición y en la bolsa dos pistolas y dos rifles que no utilizó.

Después, el asesino dijo al director de la escuela, Bill Bond, que lo sentía. «Por su actitud y sus palabras, parecía que acababa de robar un caramelo en una tienda.»

Otros cinco alumnos se recuperaban ayer de sus heridas de bala en la espalda y en el cuello. Según algunos de los muchachos, Michael había advertido a varios amigos que no asistieran al rezo porque «algo importante iba a suceder en la escuela».

 


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