
La masacre de Port Arthur
- Clasificación: Asesino itinerante
- Características: Esquizofrenia - Venganza contra la sociedad
- Número de víctimas: 35
- Fecha del crimen: 28 - 29 de abril de 1996
- Fecha de detención: 29 de abril de 1996
- Fecha de nacimiento: 7 de mayo de 1967
- Perfil de la víctima: Turistas y residentes
- Método del crimen: Arma de fuego
- Lugar: Port Arthur, Tasmania, Australia
- Estado: Condenado a 35 cadenas perpetuas sin posibilidad de libertad condicional el 22 de noviembre de 1996
Índice
La policía australiana detiene al joven que mató con un rifle a 32 turistas en la isla de Tasmania
Robert Milliken – El País
29 de abril de 1996
La pesadilla terminó esta madrugada con la detención de un hombre de 29 años, con antecedentes psiquiátricos (esquizofrenia), que a mediodía del domingo (hora local) irrumpió con un potente rifle automático en un lugar turístico de la isla de Tasmania, en Australia, y mató al menos a 32 personas, incluidos algunos niños, y dejó heridas a otras 18. Se trata de la segunda mayor matanza de este tipo cometida en el mundo. La generalmente tranquila localidad de Port Arthur, antigua colonia penitenciaria británica y hoy uno de los principales centros turísticos, se convirtió en una trampa mortal.
La tragedia comenzó cuando el asesino entró en el restaurante próximo a las ruinas de la prisión del siglo XIX y empezó a disparar de manera indiscriminada con su rifle. Luego salió y se dirigió al aparcamiento, donde disparó contra todos los que llegaban en los autobuses. Después tomó a varios rehenes y huyó con ellos a un alojamiento para turistas situado a cinco kilómetros del lugar. Unos 200 policías y soldados rodearon el recinto, intercambiaron primero disparos con el asesino y trataron más tarde negociar con él con ayuda de su propia familia, que lo conminó a entregarse. Sobre la una de la madrugada, hora peninsular española, la casa en la que se había refugiado el joven comenzó a arder por razones aún desconocidas. El asesino presentaba en el momento de su detención quemaduras en los brazos. Se desconocía anoche la suerte de los dos o tres rehenes. «La policía está registrando la casa», dijo un portavoz.
La jornada más violenta en la historia de Tasmania desde los tiempos coloniales empezó poco después del mediodía, cuando el pistolero llegó a Port Arthur en un Volkswagen con una tabla de surf en la baca. Testigos presenciales le describieron como un joven rubio que llevaba una bolsa de tenis, donde se supone que escondía el rifle. Un hombre dijo: «Al llegar comentó: «Hay muchos wasp [siglas que significan blanco anglosajón de religión protestante] por aquí». Luego se puso a hablar solo y empezó a disparar».
El primer objetivo del asesino fueron las personas que trabajaban en el restaurante, y luego los turistas: australianos y extranjeros. Se sabe que entre los heridos hay algún canadiense, norteamericanos y japoneses, aunque anoche aún no había confirmación oficial de las identidades de las víctimas o del asesino.
Karen Jones, visitante de Hobart, la capital de Tasmania, situada a 50 kilómetros al norte de Port Arthur, declaró: «Se colocó en la puerta giratoria [del hotel] y disparó contra todo el que entraba». Phillip Millburn, también de Hobart, señaló que el arma del asesino era un poco más pequeña que un rifle 303.
«Creían que era una broma»
Muchos turistas que observaron la matanza creyeron que se trataba de una atracción del lugar. Rob Atkins, que grabó algunas escena con su cámara de vídeo, explicó que mientras unos huían despavoridos, otros se reían como si se tratase de una broma. «Es un lugar histórico y era bastante factible que eso formase parte del espectáculo». Atkins añadió que los empleados enseguida se dieron cuenta y agruparon a los turistas; que pudieron en una casa. Tasmania es uno de los lugares más tranquilos de Australia, pero su historia colonial fue todo menos pacífica. Port Arthur, al sur de la isla, es donde estuvo situada la más infame de las instituciones penales británicas durante la colonización del continente. El penal funcionó de 1830 a 1877 y más de 12.000 condenados pasaron por sus puertas. Justo enfrente está la isla de la Muerte, así bautizada por muchos de los presos.
Los turistas que cayeron en la matanza de ayer son parte de los miles que cada año visitan las ruinas de Port Arthur, consideradas un monumento gráfico de la era penitenciaria australiana, de la que nació el país.
El primer ministro australiano, John Howard, se declaró «estupefacto» por lo sucedido y calificó los hechos «de absurda matanza de inocentes». Ayer se alzaron las primeras voces en Australia que piden una limitación legal a la venta de armas.
Discutió en un bar con un turista y mató 32 personas antes de ser detenido
EFE, ANSA, AFP, Reuters y AP – Edant.clarin.com
29 de abril de 1996
La policía detuvo a un hombre de 29 años, con problemas psíquicos, que después de discutir en un bar con un turista mató con un fusil automático a 32 personas e hirió gravemente a 19 en Port Arthur, en la isla australiana de Tasmania.
Después de estar encerrado en una hostería «donde pasó la noche junto a tres rehenes» y pedir un helicóptero para escapar, un grupo especial de rescate de la policía finalmente pudo detenerlo el lunes a la mañana (tarde del domingo en Argentina). La policía no informó sobre el estado de los rehenes.
El hombre empezó la matanza en un café el domingo al mediodía (medianoche del sábado en Argentina), después de discutir con un turista, según testigos. Pero siguió disparándole a la gente en la calle y en un hotel antes de refugiarse en la hostería. Un asistente de la policía local, Luppo Prinz, dijo que posiblemente el incidente halla sido «desencadenado por un altercado en el café». También confirmó que el asesino múltiple había estado bajo tratamiento psiquiátrico. Las víctimas de la peor masacre de la historia australiana son en su mayoría turistas «australianos, estadounidenses, canadienses y asiáticos». También murieron niños y un bebé. La vida de al menos cuatro de los heridos corre grave riesgo, informó la policía, que continuaba buscando cadáveres entre las ruinas de la antigua cárcel del imperio británico en Port Arthur, ahora convertida en atracción turística, a 75 kilómetros de Hobart, la capital de Tasmania.
Deportista de playa
El hombre rubio y corpulento llegó al lugar en un Volskwagen que tenía una tabla de surf en el techo. Los testigos describieron al asesino como un típico deportista de playa. A las 13.30 estacionó el auto. Dicen que habló con algunos turistas, y entró en el café Broad Arrow, donde había gente comiendo. Llevaba un bolso de tenis donde escondía el fusil automático y las municiones. «Dijo que había muchos WASPS (sigla que significa blancos, protestantes y sajones) pero pocos japoneses», contó una testigo a las cámaras de televisión. «Luego entró al café y comenzó a disparar», agregó. «No fue disparar por disparar. Lo hacía ocasionalmente. Elegía a alguien, lo ponía en una fila y lo mataba a balazos», contó Phillip Milburn, otro testigo.
Luego salió del restaurante y les apuntó a los micros de turismo. Un conductor y varios pasajeros resultaron muertos. Su paso siguiente fue entrar a los tiros al estacionamiento. Subió a su vehículo y allí fue al hotel Fox and Hounds. En el camino disparaba para todos lados. Al entrar al hotel siguió la matanza. En el salón de recepción quedaron la mayoría de los muertos. No estaba claro cómo fue que llegó hasta la hostería Seascape, con vista a la bahía de Port Arthur, el chalé donde se refugió con los rehenes. En la casa estaban, según algunas versiones, el matrimonio dueño de casa y un invitado. Unos 200 policías «entre ellos, tiradores de elite» rodearon al chalé. Las rutas fueron bloqueadas unos cuatro kilómetros a la redonda. Todos los helicópteros de Tasmania se dedicaron a llevar a los heridos a un hospital de Hobart, la capital de la isla. El asesino también tiró contra esos helicópteros. En Port Arthur se montó un centro de crisis para atender a los que piden saber quiénes son las víctimas.
Las negociaciones
Barry Benett, el inspector que estaba ayer al mando de las operaciones, dijo que la policía estaba dispuesta a esperar todo lo necesario «incluso días enteros» para no poner en riesgo la vida de los rehenes. Según un vocero policial, el hombre contaba con una posición ideal para defenderse. Por un lado tenía el mar y por otro, un campo sin árboles. La policía no entendía muy bien los comentarios del asesino, quien en ningún momento habló de la masacre. Lo que hizo fue pedir un helicóptero para abandonar la isla, pero después se cortó el contacto con los negociadores, se supone que debido a una falla de su teléfono celular. Sus familiares intentaron convencerlo de que dejara libres a los rehenes. Pero parecía no haber tomado conciencia. «Hablaba sin ton ni son», dijo un policía. Antes de ser reducido había comenzado a incendiar la hostería. La policía dijo que tenía quemaduras en el cuerpo, pero no dio información sobre el estado de los rehenes.
La masacre de Port Arthur
Matase.wordpress.com
Martin John Bryant nació el 7 de mayo de 1967 en Lennah Valley (Australia) y era el mayor de los dos hijos de un matrimonio de origen inglés. Se trataba de un chico bastante tímido, aunque disfrutaba haciendo travesuras continuamente, en lo que se cree que era un comportamiento destinado a llamar la atención de la gente.
Se sabe que solía sacarles el tubo de respiración a sus compañeros cuando buceaban, talaba árboles a los vecinos e incluso llegó a prenderse fuego a sí mismo. En la escuela lo definían como un chico bastante tímido, emocionalmente inestable y que con frecuencia era obejto [objeto] de agresiones por parte del resto de alumnos. Un examen psiquiátrico posterior a su expulsión de la escuela en 1977 reveló que fantaseaba con la tortura, especialmente con las mascotas de sus vecinos. En el año 1980 lo instalaron en unas clases de educación especial, donde su capacidad de estudio y su comportamiento cayeron en picado.
En un examen posterior, se descubrió que tenía un desarrollo intelectual y emocional comparable al de un niño de 11 años. Su psiquiatra determinó que era conveniente darle una pensión por invalidez, y escribió sobre él:
«Es incapaz de concentrarse para leer o escribir. Se entretiene de vez en cuando en el jardín familiar, aunque la mayor parte del tiempo lo pasa viendo la televisión. Es notable el esfuerzo que realizan diariamente sus padres para que la situación no se agrave. Aqueja esquizofrenia leve, y su futuro es bastante incierto».
A los 19 años, a principios de 1987, conoció a la excéntrica Helen Mary Elizabeth Harvey, la heredera de una enorme fortuna ganada con la lotería que vivía en una gran mansión con su madre. Mary Elizabeth buscaba un jardinero, y Martin acudió a la entrevista. Elizabeth lo contrató, y lo requería constantemente para trabajos de poca monta, o para ayudarle a alimentar a los 40 gatos que tenía en el garaje. En junio de 1990 alguien alertó a las autoridades sanitarias del dudoso estado de salud mental de Elizabeth, y tanto ella como su madre fueron internadas en un hospital psiquiátrico. Mientras duró este estado, Martin cuidaba la propiedad cdon [con] poderes para emplearla como suya. Poco tiempo después, la madre de Elizabeth, Hilza Harvey falleció a los 79 años, y Elizabeth invitó a Martin a vivir con ella; de hecho, hacía ya una temporada que eran pareja sentimental. En esta nueva vida, comenzaron a dilapidar la fortuna, llegando a comprar 30 coches nuevos en menos de tres años. Solían pasar el tiempo de compras y comiendo en restaurantes lujosos. En esa época, el expediente sobre la pensión de Martin fue reevaluado. Las autoridades dijeron:
«Sería potencialmente peligroso permitir que Martin escapase al control de sus padres».
El 20 de octubre de 1992, Elizabeth falleció cuando el Rolls-Royce que conducía se salió de su carril e impactó frontalmente contra otro vehículo que iba en dirección contraria. Martin iba de copiloto y estuvo ingresado por las lesiones durante siete meses. En el testamento de su novia, Martin figuraba como único beneficiario, aunque su madre consiguió el control de la fortuna basándose en las escasas capacidades intelectuales de su hijo.
A su salida del hospital, su padre fue a recogerlo para llevárselo a la granja familiar, y el joven accedió sin oponer nada.
El 14 de agosto de 1994 un hombre que buscaba inversores para sus negocios llegó a la finca y se encontró con un cartel en la puerta que ponía «llamar a la policía». Como no encontró a nadie en el lugar, hizo caso de la nota y llamó a la policía. Dos días más tarde cuando rastreaban con buzos los canales de irrigación de la propiedad, encontraron el cuerpo del padre de Martin con las pesas de buceo de éste enrrolladas en el cuello. La investigación concluyó que si bien no había pruebas de un asesinato la muerte no era natural. Martin cobró los 250.000 dólares del fondo de pensiones de su padre. Volvió a instalarse en la mansión y comenzó nuevamente a derrochar dinero. El dueño del restaurante al que iba a comer a diario confesó que sentía una profunda pena por él, ya que siempre estaba solo y todo el mundo se reía de su actitud, algunos incluso abiertamente. Comenzó también a viajar intensamente, tanto que los viajes que hizo en los siguientes dos años ocuparon tres hojas completas en el sumario.
En el juicio dijo que estaba harto de que nadie quisiese hablar con él, y que viajaba tanto en avión porque sus compañeros de vuelo no tenían otra salida que escucharle mientras durase el viaje.
La masacre
El 28 de abril de 1996 se dirigió a la zona turística de Port Arthur. Una vez allí fue a un establecimiento hotelero que su padre había intentado comprar y mató al matrimonio que lo regentaba. Despoués [después] se dirigió al restaurante Broad Arrow con una bolsa de deportes azul y se sentó en la terraza. Al finalizar su consumición, la pagó y se dirigió al interior, donde colocó una cámara de video en una mesa vacía. Acto seguido, y sin mediar palabra, sacó un rifle semiautomático de asalto modelo AR15 y abrió fuego. En cuestión de segundos, y con tan sólo 29 disparos, mató a veinte clientes e hirió a otros 15. Luego se fugó en su coche y a 300 metros del local disparó contra una mujer que paseaba con sus dos hijos. Su hijo mayor escapó corriendo, pero Martin lo siguió y lo mató de un disparo en la cabeza. Después paró a punta de pistola un BMW que pasaba por allí y mató a sus ocupantes. Mientras conducía este vehículo, lo detuvo junto a otro coche que había paracado [aparcado] en el arcén. Ordenó al hombre que se bajase y se metiese en el maletero. Cuando éste lo hizo abrió fuego contra el vehículo, matando a la mujer que lo conducía. Entonces se dirigió al hostal en el que había cometido sus dos primeros crímenes, sacó al rehén del coche, le prendió fuego al BMW y se atrincheró. Cuando la policía llegó, intentaron negociar con él hasta que la batería de su móvil se agotó. Durante estas conversaciones, se oyó una detonación a través del teléfono: Martin había ejecutado a su rehén.
A la mañana siguiente prendió fuego al hostal y trató de huir aprovechando la confusión, aunque fue capturado con quemaduras en la espalda y en las nalgas.
Una vez recuperado de las heridas, fue sometido a un examen en el que se le declaró apto para ser juzgado a partir del 7 de noviembre de 1996. Dos semanas más tarde lo condenaron a 35 cadenas perpetuas (tantas como asesinatos) y a un plus de 1035 años por todos los otros delitos relacionados con la masacre.
Ya en prisión intentó suicidarse en seis ocasiones, aunque en todas lo detuvieron a tiempo. Desde el 13 de noviembre de 2006 se encuentra recluido en el centro Wilfred Lopes, donde está con otros 34 internos en un régimen de semilibertad. Las celdas no están cerradas y pueden interactuar entre ellos. La única diferencia de Martin con respecto al resto de internos es que él jamás saldrá a la calle.
La matanza de Port Arthur
Datos extraídos del programa radiofónico «La Noche» de Cadena COPE.
«Haré algo para que nadie me olvide». Estas palabras fueron el preludio de la terrible masacre de Port Arthur, en el Estado de Tasmania, en Australia.
Estamos ante un indiscriminado tiroteo a manos de Martin Bryant, un veinteañero inadaptado.
La terrible matanza ocurrió el 28 de abril de 1996 y se cobró la vida de 35 personas. Su protagonista, Martin Bryant, había nacido con un importante retraso mental. Cuando sus compañeros en la escuela empezaron a llamarle «estúpido Martin» el niño empezó a gestar su odio y su venganza contra la sociedad.
Fue un joven sádico que disfrutaba mutilando y matando animales y que ni siquiera se entristeció cuando su padre se suicidó ahogándose en una alberca.
Su retraso y la esquizofrenia que se le diagnosticó no fueron un freno a la hora de organizar la matanza que haría estremecer al mundo. Portando un rifle semiautomático Colt se dirigió a la zona más concurrida del centro turístico de Port Arthur. Una vez allí entró en la cafetería Broad Arrow. Dentro, comenzó a disparar sin reparo contra todo aquel que se iba cruzando. Concluida esa primera parte de la tragedia, se marchó a una casa de huéspedes donde secuestró a sus dueños. Finalmente, fue apresado.
¿Cómo fueron los primeros años de Martin Bryant?
Martin nace el 7 de mayo de 1967 en el Estado de Tasmania, en Australia, concretamente en el municipio de Lenah Valley. Sus padres, Maurice y Carleen, matrimonio de origen inglés, se dieron cuenta bastante pronto de que su hijo era diferente; que tenía ciertas tendencias que daban a entender que su inteligencia era inferior a la del resto de niños; si bien, físicamente, no daba esa impresión.
El asunto se esclareció cuando los médicos le realizaron las pruebas pertinentes y diagnosticaron un retraso mental bastante importante. Bryant poseía un coeficiente intelectual de 62 cuando la media puede estar rondando los 100. Al reconfirmarse sus sospechas, los padres decidieron cuidarlo de la mejor manera. Maurice llega a solicitar la jubilación anticipada para estar más cerca de su hijo.
Martin Bryant no asistió a una escuela especial, sino a un colegio público convencional. Esto, sin duda, marcaba aún más sus diferencias, lo que le valió el desprecio y las burlas de sus compañeros, que rápidamente lo apodaron «Martin, el estúpido». A pesar de su retraso, llegaba a entender que era diferente al resto, lo que fue minando su seguridad. Esto supuso un cierto aislamiento.
Aquello le fue trastornando y convirtiendo en un muchacho todavía más solitario; un joven que huía de los demás, aislado por completo en su propio mundo. Todo esto no hizo otra cosa que ir gestando en su interior una especie de sentimiento de rabia hacia los demás; una rabia que pronto comenzó a provocar una serie de problemas en su entorno, ya que en lugar de sentir apego por sus semejantes, debido a su situación empezó a perder la empatía, a considerar que los demás eran sus enemigos. Incluso, como muestra de su ira, solía destrozar sus propios juguetes. Su madre los encontraba prácticamente desmembrados en su habitación.
Una de esas escenas difíciles de digerir fue cuando su padre se suicidó por ahogamiento en un estanque cercano. Dicen que el motivo fue el intento de compra de una nueva vivienda y, al parecer, hay un matrimonio que se adelanta y erige en ese enclave una casa de huéspedes, provocando una fuerte depresión en el hombre. El caso es que Martin, no solamente no sintió tristeza al ver el cuerpo hinchado y deformado de Maurice, sino que pareció regocijarse en aquella muerte.
Estamos hablando de un chaval que pasa de tener una cierta discapacidad mental a convertirse en una persona con tendencias sádicas. Torturaba, mutilaba y asesinaba a los animales que encontraba en la calle. La cosa empeoró cuando aquella rabia contenida fue enfocada a su entorno y a las personas de su entorno.
Bryant solía provocar pequeños incendios al quemar objetos urbanos, por ejemplo, e incluso llegó a apedrear a la gente que paseaba tranquilamente por la calle. Lo peor fue cuando durante una actividad de buceo con sus compañeros de escuela, hirió a uno de ellos al clavarle un arpón en la cabeza. Si antes los demás chicos lo rechazaban por su retraso, ahora huían de él por su desatada violencia.
Esa agresividad que Martin mostraba fue la causa de su expulsión en la escuela. Maestros, empleados y compañeros estaban cansados de soportar sus bromas pesadas. Fue ingresado entonces en la New Town High School, un centro de educación especial para personas en sus mismas circunstancias. Allí parece que la cosa tampoco funcionó…
No funcionó, más bien todo lo contrario. Sus notas eran cada vez peores y su comportamiento seguía siendo altamente agresivo. Ante una actitud así fue estudiado de nuevo por el equipo médico, que diagnosticó una importante esquizofrenia.
¿Qué supuso ese diagnóstico para Martin?
Aquello vino a complicar más las cosas para el joven Martin, que quedó aislado del resto de chicos en la propia escuela, en la que le dieron tareas sencillas, más bien para tenerlo entretenido: leer, escribir o incluso estar sencillamente sentado viendo la televisión. Finalmente abandonó el colegio y logró un pequeño trabajo muy simple, acorde con su mentalidad, en una empresa de mantenimiento, en la que se dedicó a labores de jardinería. Pero, ahí también fracasó y lo único que logró fue una pensión de invalidez para que pudiera salir del paso. El psiquiatra que determinó esa invalidez dejó por escrito lo siguiente en un informe:
«Es incapaz de concentrarse para leer o escribir. Se entretiene de vez en cuando en el jardín familiar, aunque la mayor parte del tiempo lo pasa viendo la televisión. Es notable el esfuerzo que realizan diariamente sus padres para que la situación no se agrave. Aqueja esquizofrenia leve y su futuro es bastante incierto.»
A pesar de sus problemas mentales, a Martin Bryant lo atrapó el amor. Ella, Helen Harvey, era una mujer madura de 54 años que le dio trabajo como encargado de mantenimiento. Poco a poco fue surgiendo entre ellos la química y pronto iniciaron una relación. Él, incluso llegó a trasladarse a la vivienda de Helen para iniciar una vida juntos.
Sin duda, cuesta entender esta relación. Ella con 54 años, él muchísimo más joven con una discapacidad mental y una seria enfermedad mental como es la esquizofrenia. En todo caso, parece que Helen estaba muy ilusionada con aquel muchacho y gastaba grandes cantidades de dinero en hacerle regalos.
Helen llegó incluso a comprarle diferentes vehículos, pero la existencia de Martin no parecía mejorar con ese aliciente sentimental, y debido a su enfermedad seguía demostrando instintos violentos. Su nueva afición por las armas de fuego le llevó a amenazar a gente del entorno a punta de escopeta y no mucho después llegó incluso a abusar sexualmente de una universitaria. Solía ir con Helen a una granja a las afueras y cuando tenía un rato libre, y despistaba a su compañera sentimental, se dedicaba a pasear disparando a los perros, e incluso a los turistas que caminaban tranquilamente por la carretera.
Un tipo raro, haciendo cosas raras. Y además a punto de que su vida diera un giro. Helen, su pareja, muere parece que de forma accidental. Parece. En todo caso, él se convierte en su único heredero.
Ella lo había incluido en su testamento como único heredero, y cuando la mujer fallece en un accidente de tráfico, al salirse su coche de su carril e impactar con un vehículo que venía en sentido contrario, Bryant pasó a ser dueño de nada más y nada menos que de una mansión en buen estado y de medio millón de dólares. Algunos investigadores llegaron a sospechar de Martin señalándolo como el auténtico culpable de la muerte de Helen, pero nunca se pudo demostrar con pruebas fehacientes. Digamos que esa sospecha radicaba en que Bryant iba de copiloto y en otras ocasiones había demostrado un comportamiento bastante imprudente al lanzarse de golpe sobre el volante y zarandearlo en plena conducción. En todo caso, Martin sufrió daños en el cuello y en la espalda, y tuvo que ser hospitalizado durante algunas semanas.
Las sospechas son además por alguna que otra cuestión. El cambio en su vida incluía una obsesión por el sexo. Aprovechando su ahora abultada cuenta bancaria contrataba constantemente a prostitutas. Todas ellas salían de su casa espantadas, horrorizadas con el ambiente y con el comportamiento excéntrico de Martin, hasta el punto de que ninguna repitió. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de un comportamiento raro?
Por ejemplo, cuanto Bryant estaba solo en casa pasaba largas horas frente al televisor viendo películas en las que se mezclaba la pornografía con la violencia, incluso con la zoofilia. Llegó a modificar en ocasiones sus gustos por la ropa. A veces se vestía con un traje gris de lino bastante elegante con zapatos de piel y una corbata, y con un maletín en la mano comentaba a la gente que era un gran hombre de negocios. Aprovechando ese dinero que había heredado viajó a varios lugares del mundo. Como era de esperar tuvo problemas con la gente en muchos de los enclaves que fue pisando.
Se acerca la fecha de la terrible masacre y Martin Bryant se iba preparando para el sangriento evento. Su discapacidad y su esquizofrenia no fueron un freno a la hora de planear sus actos. En una armería compró un rifle semiautomático Colt AR-15. Es curioso como ni siquiera le pidieron una licencia de armas; algo que quizá hubiera evitado la masacre.
Martin deambuló numerosas veces por el lugar que posteriormente regaría de sangre y de muerte. De esa forma trazó la ruta que recorrería pocos días después.
En la tarde del 28 de abril de 1996 le dijo a un vecino: «Todo el mundo me recordará por lo que haré». ¿Qué ocurrió a partir de ese momento?
Era la una de la tarde de un domingo, por lo que cientos de personas paseaban tranquilamente visitando tiendas y cafeterías por ese centro turístico de Port Arthur.
El primer enclave que pisó Martin fue la cafetería Broad Arrow, donde nadie se fijó en su mirada desquiciada. Además, supo disimular bastante bien pidiendo algo de comer y sentándose a degustar el almuerzo tranquilamente. Eso sí, mientras, sus ojos danzaban por todo el entorno que le rodeaba.
Llegado el momento, y con una sangre fría que realmente asombra, colocó sobre una mesa una cámara de vídeo para grabar sus terribles actos y sacó el rifle de la mochila que portaba. Un segundo después, abrió fuego de manera indiscriminada siendo protagonista de una de las peores matanzas de un asesino múltiple en los últimos años.
Los primeros en fallecer fueron un hombre y una mujer; un matrimonio asiático contra el que disparó impactando en la cabeza de ambos. A partir de ahí no hubo selección. Los disparos se sucedieron sin un objetivo fijo dejando veinte muertos y otros tanto heridos, algunos de auténtica gravedad.
Cumplida la primera parte de su plan, se dirigió al aparcamiento, donde continuó disparando y matando inocentes, entre ellos a una mujer y a sus dos hijos pequeños, quienes sin darse cuenta de lo que pasaba, pasaron junto al asesino. Tras ello, escapa en un BMW robado, matando a sus ocupantes, y va a la casa de huéspedes de Marina Cottage.
¿Por qué se dirige a esa casa de huéspedes?
Ya hemos hablado antes de la muerte de Maurice, el padre de Martin, como consecuencia de esa depresión que le lleva al suicidio, y que esa depresión además tuvo como motivo el no poder comprar una vivienda familiar porque ese matrimonio se había adelantado. Ese matrimonio, compuesto por David y Sally Martin, convirtieron aquella vivienda en la casa de huéspedes a la que ahora, totalmente iracundo, empuñando esa arma, se encaminaba Bryant.
Aparte de dejar a varios muertos por el camino, la mayor parte de ellos conductores y acompañantes que simplemente se cruzaron con él por la carretera, estando ya en la casa de huéspedes, prendió fuego al coche de David y de Sally, y a ellos los amordazó en una habitación usándolos como si fueran rehenes.
Como es lógico, tras la masacre en Port Arthur la Policía le había seguido los pasos y se encontraba ya en el perímetro de la casa de huéspedes. ¿Cómo se las apañaron para atrapar al asesino teniendo en cuenta que retenía a los dos rehenes?
Ya con la casa completamente rodeada, ya casi de noche, usaron esa famosa figura del negociador. El sargento Terry McCarthy fue el encargado de hablar con él por teléfono. Los agentes no podían salir de su asombro al descubrir que lo único que exigía Bryant a la hora de entregarse y de soltar a esos rehenes era que le dieran un paseo en un helicóptero del Ejército. Aquello parecía algo así como una broma macabra. Varias horas después, ya amaneciendo, Martin se entregaba, no sin antes provocar un incendio en la casa de huéspedes. Él mismo salió envuelto en llamas que lograron sofocar con rapidez los propios agentes. Por desgracia, David y Sally, los dueños de la pensión, fallecieron por la propia acción del fuego.
Durante todo el juicio, la risa histérica de Martin Bryant puso la piel de gallina a los presentes. Aunque en un primer momento se declaró inocente, su propio abogado le alertó a que confesara los hechos, ya que con las pruebas existentes lo contrario hubiera sido peor para él.
Los estudios psicológicos volvieron a evidenciar su avanzada esquizofrenia, pero las autoridades judiciales entendieron que había actuado de manera consciente y premeditada. Su propia madre se pronunció al respecto asegurando que habría preferido que su hijo hubiera muerto durante el tiroteo.
Cuando le preguntaron por su comportamiento asesino, él respondió impasible: «Sólo sentía que cada vez más gente estaba en contra de mí. Cuando trataba de ser amable con ellos, se alejaban». Esas emotivas palabras no evitaron que en noviembre de 2006 fuera condenado por un tribunal a 35 cadenas perpetuas, sin ningún tipo de posibilidad de libertad condicional.
Este suceso sirvió para que en Australia se restringiera el acceso a las armas de fuego.
Ya en prisión, Martin Bryant intentó suicidarse en varias ocasiones, y lo intentó con cuchillas de afeitar. La primera vez cortándose las venas de la muñeca. La segunda, hiriéndose en la garganta. Aquellos dos intentos de suicidio le valieron el pasaporte definitivo a un centro de salud mental dentro de la propia penitenciaría de Risdon, en Hobart. Allí continúa en la actualidad.
Las víctimas mortales de la masacre de Port Arthur
Última actualización: 23 de agosto de 2016
- Winifred Joyce Aplin, de 58 años
- Walter John Bennett (66)
- Nicole Louise Burgess (17)
- Sou Leng Chung (32)
- Elva Rhonda Gaylard (48)
- Zoe Anne Hall (28)
- Elizabeth Jayne Howard (26)
- Mary Elizabeth Howard (57)
- Mervyn John Howard (55)
- Ronald Noel Jary (71)
- Tony Vadivelu Kistan (51)
- Leslie Dennis Lever (53)
- Sarah Kate Loughton (15)
- David Martin (72)
- Noelene Joyce Martin (69)
- Pauline Virjeana Masters (49)
- Alannah Louise Mikac (6)
- Madeline Grace Mikac (3)
- Nanette Patricia Mikac (36)
- Andrew Bruce Mills (49)
- Peter Brenton Nash (32)
- Gwenda Joan Neander (67)
- Moh Yee Willing Ng (48)
- Anthony Nightingale (44)
- Mary Rose Nixon (60)
- Glen Roy Pears (35)
- Russell James Pollard (72)
- Janette Kathleen Quin (50)
- Helene Maria Salzmann (50)
- Robert Graham Salzmann (58)
- Kate Elizabeth Scott (21)
- Kevin Vincent Sharp (68)
- Raymond John Sharp (67)
- Royce William Thompson (59)
- Jason Bernard Winter (29)
AUDIO: LA HISTORIA NEGRA – LA MATANZA DE PORT ARTHUR