
El Vampiro de Niterói
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Pedofilia - Necrofilia - Afirmó que bebía la sangre de sus víctimas para llegar a ser tan hermoso como ellas
- Número de víctimas: 14 +
- Fecha del crimen: Abril - Diciembre 1991
- Fecha de detención: 18 de diciembre de 1991
- Fecha de nacimiento: 2 de enero de 1967
- Perfil de la víctima: Niños de entre 6 y 13 años
- Método del crimen: Estrangulamiento - Degüello - Golpes
- Lugar: Río de Janeiro, Brasil
- Estado: Declarado mentalmente insano el 26 de abril de 1993, fue internado en el Hospital Psiquiátrico Heitor Carrilho, de donde escapó el 24 de enero de 1997. Fue detenido de nuevo en Ceará el 5 de febrero de 1997
Índice
Marcelo Costa de Andrade «El Vampiro de Río de Janeiro»
Asesinosenseriebios.blogspot.com.es
20 de octubre de 2009
Marcelo Costa de Andrade, es un psicopata religioso, de apariencia inofensiva, que se convertiría en el asesino brasileño más infame.
Hijo de una familia de inmigrantes del noreste de Brasil, Marcelo vivía en el barrio de Rocinha, cerca de Río de Janeiro. En este sitio no había servicios básicos. Durante su infancia, su abuelo, su madre y su padrastro lo golpeaban con regularidad. Cuando tenia 10 años fue abusado sexualmente, lo que lo marcaría de por vida.
A los 14 años comenzó a prostituirse para ganar algo de dinero y poder vivir. Fue llevado por esto a un reformatorio de donde escapó. A los 16 comenzó una relación homosexual con un hombre mayor; a los 17 Marcelo intentó violar a su hermano menor (10).
Cuando cumplió 23 terminó su relación con el hombre mayor, por lo que tuvo que regresar a vivir al lado de su madre y sus hermanos quienes ahora vivían en Itaborai, un barrio cercano a Guanabara Bay. Ahí comenzó a trabajar distribuyendo volantes de una tienda de Copacabana.
Ingresos [ingresó] a la Iglesia Universal del Reino de Dios a la que asistía 4 veces a la semana. A pesar de que desvariaba y se reía sin motivo, su vida parecía normal.
En abril de 1991, a la edad de 24 años, comenzó a matar. Durante un periodo de 9 meses Marcelo asesinó a más de 14 niños de entre 6 y 13 años. Llevaba a sus victimas con engaños a sitios apartados, donde los violaba y estrangulaba. Practicaba necrofilia con los cuerpos, decapitó a uno de ellos, destrozó la cabeza de otro y en al menos 2 ocasiones bebió la sangre de sus victimas. Después confesaría que la sangre lo mantenía «bello y joven». En Río de Janeiro la violencia contra menores es frecuente, por lo que la policía no sospechaba que había un asesino en serie libre.
En diciembre de 1991 Marcelo estranguló a Ivan de Abreu (6), a quien recogió junto a su hermano Altair (10), en una terminal de autobuses. Mientras violaba y mataba a Ivan, Altair comenzó a llorar, Marcelo lo miró y le dijo que lo amaba, y le pidió que viviera con él. Altair llorando se fue con el asesino de su hermano, pero a la mañana siguiente logró escapar, avisó a su madre y comenzó la búsqueda del asesino.
Marcelo Andrade fue arrestado en la tienda donde trabajaba, confesó 14 asesinatos y llevó a la policía a los lugares donde había dejado los cadáveres.
Marcelo declaraia [declararía] después: «Yo prefiero a los niños jóvenes por que [porque] se ven mejor y su piel es más suave, además el padre dice que los niños que mueren antes de los trece años se van al Cielo automáticamente, por eso yo les hago el favor de enviarlos al Cielo.»
Marcelo Costa de Andrade fue recluido en un Hospital Psiquiátrico.
Marcelo Costa de Andrade
Wikipedia
Marcelo Costa de Andrade (n. 2 de enero de 1967) es un asesino en serie brasileño. Acusado de haber violado y asesinado a 14 niños varones en la ciudad de Itaboraí a unos 30 kilómetros de Niterói, en el Estado de Río de Janeiro durante el año 1991.
Biografía
Marcelo Costa de Andrade nació el 2 de enero de 1967 en Río de Janeiro, Brasil y creció en la favela de Rocinha. Fue golpeado y abusado sexualmente con regularidad como a los diez años de edad y comenzó a prostituirse a la edad de catorce años. Fue enviado a un reformatorio, pero más tarde se escapó. A los 16 años, Andrade comenzó una relación con un hombre mayor y a los 17 años trató de violar a su hermano de diez años. A los 23 años terminó la relación con su pareja y se trasladó de nuevo con su familia. Encontró un trabajo mal pagado y comenzó a asistir a la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Crímenes
Desde abril a diciembre de 1991, Andrade violó y mató a 14 jóvenes de entre 6 y 13 años, atraía a los niños a lugares apartados para violarlos, y luego estrangularlos o golpearlos hasta la muerte. También tuvo relaciones sexuales con los cadáveres de sus víctimas. Él creía que el hacerlo los enviaría al cielo. También bebió un poco de la sangre de las víctimas, para así poder «llegar a ser tan hermoso como ellos», según él.
Último crimen y detención
El 16 de diciembre de 1991, Altair Medeiros de Abreu, de 10 años, habría salido con su hermano mayor, Ivan Medeiros de Abreu, a la casa de un vecino, que les había prometido un almuerzo. Ambos eran hijos de Zelia de Abreu quien tenía cinco hijos.
Cuando los dos chicos pasaron por la estación central en Niteroi, los dos fueron abordados por Costa de Andrade, que, de acuerdo con Altair, le habría ofrecido unos cuatro mil Cruzeiros a los dos, a cambio de ayudarle a realizar un ritual religioso. Los tres tomaron un autobús y bajaron en una playa desierta. En ese momento, Andrade intentó besar al chico mayor, que huyó asustado, pero fue capturado y luego cayó al suelo aturdido; Altair vio a su hermano Ivan siendo abusado sexualmente por Andrade, el cual después del acto lo estranguló.
Costa de Andrade secuestró a Altair y lo llevó hasta la ciudad de Río de Janeiro. Según la posterior confesión del asesino, él perdonó la vida al niño porque este le había parecido «agradable». Altair huyó del asesino en un momento que este se distrajo. Andrade fue detenido por la policía el 18 de diciembre de 1991.
Internación
Fue declarado mentalmente insano el 26 de abril de 1993 y recluido en un Hospital Psiquiátrico en donde continua internado hasta el día de hoy.
El único sobreviviente, Altair, murió al poco tiempo después de leucemia.
En la ficción
Su caso es recreado en la serie Instinto asesino de Discovery Channel en el sexto y último capítulo de la primera temporada bajo el titulo de El Vampiro de Niterói.
Marcelo Costa de Andrade
Datos extraídos de la serie documental «Instinto asesino» de Discovery Channel.
Conocida por sus atractivos naturales, la ciudad de Río de Janeiro es visitada por millones de personas cada año. No muy lejos de las áreas turísticas están ubicadas las favelas. Muchos de los niños que viven en estos asentamientos irregulares se ganan la vida en las calles, que están consideradas entre las más peligrosas del mundo.
Carlos Augusto Ponce Leon, policía-inspector de homicidios: «En 1991 teníamos un promedio de 600 homicidios por mes en el centro de Niterói. En ese año de 1991 hubo muchos homicidios de niños desamparados. En todo Río de Janeiro no había un banco de datos sobre homicidios de niños.»
A principios de los noventa, una ola de violencia invadió las calles de Río de Janeiro. Algunos de los homicidios de los menores llamaron la atención de un prominente psiquiatra forense.
Dr. Antonio Pedro Bocayuva, psiquiatra forense: «Violaba y violentaba a las víctimas, a los menores. Estos delitos creo que nos llevan al inicio de la historia forense brasileña, que se inicia por el crimen cometido por Febrônio Índio do Brasil en el año 1927.»
Febrônio Índio do Brasil asaltó sexualmente y estranguló a un menor a principios del siglo XX. Un psiquiatra lo encontró mentalmente discapacitado y el juez dictaminó que el crimen del pederasta era inimputable ante las leyes vigentes.
Carlos Augusto Ponce Leon: «[El 12 de diciembre de 1991] fuimos alertados por transeúntes, que había sido encontrado un cuerpo en la zona de Niterói-Manilha. Llegamos al lugar acompañados por los peritos. En esas tuberías había sido encontrado un niño de un metro cincuenta de estatura, delgado, cabellos castaños, incluso escuálido, con las manos dentro del pantalón. Estaba mojado. [La primera hipótesis fue que] el niño debió tragar agua salada, y murió por esta razón.»
No muy lejos de aquel lugar, una mujer buscaba a sus dos hijos, Ivan y Altair, que habían desaparecido.
Alexandre Batista, vecino de Altair: «Eran dos niños que estaban mucho en la calle. A veces estaban dos o tres días fuera de su casa, pero aquella vez salieron de su casa y estuvieron tres días sin aparecer.»
La desaparición de estos dos niños no fue reportada. Por su parte, en la escena donde un niño aparentemente se había ahogado, los investigadores continuaron con las pesquisas.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Algo nos llamó la atención cuando se inspeccionó el cuerpo: el pantalón del niño. El niño tenía un bolo fecal. Lo que me llamó la atención fue encontrar un bolo fecal en el pantalón de un niño que se había ahogado. No tenía sentido.»
El 15 de diciembre de 1991, los investigadores encontraron el cadáver de otro niño en las calles de Río de Janeiro. Las evidencias demostraron que el menor fue violado y golpeado salvajemente hasta morir. El nuevo hallazgo coincidió con el anuncio de los resultados de la autopsia practicada al cadáver del niño encontrado en Niterói.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Cuando fue hecha la pericia se constataron lesiones en el cuello, por dentro. El esfínter del niño había sido lacerado, roto. Eso fue lo que provocó la defecación del niño.»
En un principio, la investigación se enfocó en determinar cómo el homicida había seducido a sus víctimas.
Dr. Antonio Pedro Bocayuva: «Todos estos psicópatas son grandes seductores capaces de engañar y de atraer a sus víctimas. A partir de la conquista, comienzan a ejercer el poder y el dominio sobre la persona. Creo que la consecuencia máxima del poder o del dominio sobre la víctima es la forma de poseer de alguna manera, más allá de la carne y del alma.»
Alexandre Batista: «[Altair] llegó [a su casa] con la camisa ensangrentada, un corte en la cabeza. Fui a conversar con él, le pregunté pero comenzó a llorar. Entonces me dijo que estaban [él y su hermano Ivan] en la estación de Niterói, la estación de autobús. Entonces pasó un muchacho y los llamó para que le ayudaran a encender velas en la iglesia, cerca de la playa, y él aceptó.»
Después de pasar cuatro días en la calle, Altair, de diez años, regresó a su casa. Al principio, sin embargo, se negó a hablar de lo que le sucedió a su hermano menor.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Un sábado apareció un comerciante acompañado de un niño para denunciar una desaparición. Cuando vi a ese niño tenía cierta semejanza con el niño que había aparecido muerto. Ese niño que había sido encontrado en el desagüe tenía los ojos claros y ese niño también tenía ojos claros. Era el hermano del niño que había sido encontrado muerto. No sabían que el niño estaba muerto. La madre se desesperó, y el niño comenzó a llorar también. Él sabía qué le había sucedido a su hermano y contó la historia.
»El asesino se había ido con los dos niños, al centro de Niterói, y caminaron otros siete kilómetros hasta el otro lado. [Altair] contó del muchacho que tuvo relaciones con su hermano. Le dijo que su hermano estaba durmiendo, que no había muerto. Le dijo que se fuera con él y que al día siguiente volverían a buscarlo, pero él sabía que estaba muerto. Dijo que mataba a los niños para que fueran directamente al Cielo, pero a él [a Altair] no lo mató porque se enamoró de él, lo encontró diferente. Lo encontró muy bello. Entonces lo invitó a que se quedara con él. Al otro día, jueves, lo llevó a su trabajo. Trabajaba repartiendo volantes por el centro de Río de Janeiro. Entonces lo llevó a entregar volantes con él en la zona de Copacabana.»
Este hecho permitió que Altair pudiera conducir a los investigadores al lugar donde trabajaba el homicida.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Le dijimos «estás detenido», y [él] nos dijo «yo lo maté».»
El detenido fue identificado como Marcelo Costa de Andrade, de veinticuatro años.
Carlos Augusto Ponce Leon: «[Marcelo] nos contó todo lo que había sucedido. Relató todo con lujo de detalle. Cuando le preguntamos por qué lo había hecho, comenzó a decir cosas muy extrañas. Él no hablaba de deseo sexual, hablaba de amor. Confesó la muerte de Ivan y que tuvo relaciones con Altair. Cuando hablábamos con él, su mirada era muy extraña, aterradora. Mientras hablábamos con él, sonreía; expresaba una sonrisa muy extraña. No tenía remordimientos. En ningún momento lloró.»
Sonia Xavier Costa, la madre de Marcelo: «Hacía tres días que no venía; entonces me dijeron «¿No lo sabe? Lo vi en el periódico». Le dije: «No». «Tu hijo está preso». Sólo entonces lo supe.»
Carlos Augusto Ponce Leon: «Le preguntamos [a la madre de Marcelo] si [su hijo] era agresivo. Nos dijo que no. Nos dijo que Marcelo tenía buena relación con todos; que nunca había sospechado nada. Luego nos contó que una noche salió con un machete.»
Sonia Xavier Costa: «No queríamos que saliera con ese machete. Tenía miedo. Le pregunté: «¿A dónde vas con eso a esta hora?». Estaba muy extraño; reía… Cuando regresó, el machete estaba manchado de sangre.»
Carlos Augusto Ponce Leon: «Fuimos a casa de Marcelo. Su casa era muy pobre y estaba muy sucia. Encontramos el machete junto con unos recortes de periódico en el interior de la casa.»
Sonia Xavier Costa: «También tenía guardadas muchas revistas; revistas indecentes. No sabía que las tenía. También tenía guardada ropa interior de niños. Dijo que era para un niño que conocía. Guardaba esas cosas y no me decía nada. A él le gustaban mucho los niños. Les hacía fiestas para los cumpleaños. Nada hacía desconfiar que tenía ese problema porque él era muy cariñoso con los niños. Él quería mucho a los niños y les daba muchos obsequios.»
Carlos Augusto Ponce Leon: «Hubo un momento en el que pensamos en su madre, que posiblemente hubiera participado en algunos homicidios, pero empezamos a comparar los detalles de los crímenes de Niterói que involucraban a niños uno o dos años atrás. Entonces nos dimos cuenta de que había sido él. Esos asesinatos en serie debían ser tratados con cierto rigor para que no afectara a la información que nos estaba suministrando. Entonces tuvimos que usar nuestra habilidad para obtener su confianza.»
Romem Vieira, exagente de policía: «Cuando le mostramos el machete y vio que estaba manchado de sangre contó todo. No dijo nada que fuera mentira. Su relato fue escalofriante. Cuando salió con el machete fue para matar al niño, para cortarle la cabeza. Le preguntamos: «¿Por qué le cortaste el cuello?» y dijo: «Fue para que pudiese ir directo al Cielo».»
Carlos Augusto Ponce Leon: «Iba a la Iglesia Universal, creía en Dios. El pastor decía que un niño cuando es pequeño y muere, se convierte en ángel y que la sangre renueva. Él creía que al matar a un niño no cometía un crimen, sino que creaba un ángel. Entonces no estaba mal. Bebió la sangre de un niño dos o tres veces y dijo lo siguiente: «La sangre renueva. Te hace más bello».»
Después de su detención, Marcelo Costa de Andrade confesó haber matado a otros trece niños. A medida que avanzó la investigación, las autoridades descubrieron que el asesino dejó un rastro de muerte más allá de los límites del Estado de Río de Janeiro.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Llevó el esqueleto de un niño a Iguazú. Ese esqueleto tenía leche, tenía residuos de pan. Le preguntamos: «¿Por qué le dejaste pan al niño?». «Ya estaba muerto, pero el espíritu, no». ¿Qué hacía con el esqueleto? Tomaba el esqueleto y se masturbaba. Eso es lo que hacía. Cada vez que lo contaba el equipo se quedaba más perplejo. No tenía sentimientos. Su deseo sexual debía ser satisfecho como un animal.»
Romem Vieira: «En Belo Horizonte también nos llevó a otro lugar donde dijo que había cometido un crimen. Pero él pensó que encontraríamos al niño muerto.»
Carlos Augusto Ponce Leon: «Preguntamos cómo había sido, ya que había pasado más de un año del hecho y nos dijo que había triturado la carne, totalmente. En el término de seis meses esclarecimos quince homicidios suyos.»
Tras un intento de fuga, Marcelo Costa de Andrade fue recluido en el manicomio judicial del Estado de Río de Janeiro. Irónicamente, en este mismo manicomio estuvo internado Febrônio Índio do Brasil entre 1927 y hasta su muerte, cincuenta años más tarde.
Dr. Miguel Chalub, psiquiatra forense: «[Marcelo] relataba sus crímenes de una manera muy específica, con una frialdad completa, con una insensibilidad completa. Relataba cómo había asesinado a un niño, cómo había destrozado el cráneo de un niño como si relatase un hecho cotidiano.
»El comienzo de su vida sexual fue muy precoz. Vivía en las inmediaciones de la central de Brasil y luego en la Cinelândia, que es una zona de prostitución tanto masculina como femenina. Algunos hombres homosexuales se sintieron atraídos por él. Le pagaron un dinero para tener relaciones.»
Sonia Xavier Costa: «En aquel tiempo [1982] estaba mucho afuera. Se prostituyó para poder sobrevivir. Me contó que tuvo una relación con un señor de edad.»
Dr. Miguel Chalub: «Esa vida marginal, sin valores; preocupado sólo por su supervivencia personal, por lo que comerá mañana, dónde dormirá… Eso hace que una persona forje su conducta de esa forma, muy desviada de las normas sociales; desarrolla una conducta antisocial, una conducta psicopática; pasa a ser un retardado mental con aspectos psicopáticos.
»Yo declaré que [Marcelo] era parcialmente responsable, pero el juez no lo aceptó; consideró que era irresponsable y por lo tanto no aplicó ninguna pena, ordenó su internación hasta su recuperación.»
Un psiquiatra forense dictaminó que Marcelo Costa de Andrade era retrasado mental y sufría serios trastornos psicopáticos cuando asesinó a quince niños en 1991.
Sonia Xavier Costa: «[Marcelo] no era normal, se reía mucho. Aún hoy cuando voy a visitarlo sigue riendo de ese modo.»
Dr. Antonio Pedro Bocayuva: «La risa sin motivo de él es propia de un infantilismo, de una mente fantasiosa que ríe de supuestas imágenes y pensamientos que le vienen a la mente con frecuencia. Son compatibles con su capacidad de entender totalmente el carácter del delito. Por lo tanto, él tiene una visión infantil, retardada, inadecuada de sus delitos.»
Marcelo Costa de Andrade escapó del manicomio el 24 de enero de 1997 y fue atrapado en Ceará. Posteriormente, fue internado en un hospital psiquiátrico de Río de Janeiro.
Carlos Augusto Ponce Leon: «Estoy convencido de que ese individuo nunca podrá reinsertarse en la sociedad. Si Marcelo saliera, seguramente un niño, una persona, morirá.»
VÍDEO: INSTINTO ASESINO – EL VAMPIRO DE NITERÓI