Juan Manuel Alvarez

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Juan Manuel Alvarez
  • Clasificación: Asesino en masa
  • Características: Suicidio frustrado - Aparcó su camioneta en las vías del tren y provocó un descarrilamiento
  • Número de víctimas: 11
  • Fecha del crimen: 26 de enero de 2005
  • Fecha de detención: Mismo día
  • Fecha de nacimiento: 26 de febrero de 1979
  • Perfil de la víctima: Manuel Alcala, de 51 años / Julia Bennett, de 44 / Alfonso Caballero, de 62 / Elizabeth Hill, de 62 / Henry Kilinski, de 39 / Scott McKeown, de 42 / Thomas Ormiston, de 58 / William Parent, de 53 / Leonard Romero, de 53 / Deputy James Tutino, de 47 / Don Wiley, de 58
  • Método del crimen: Descarrilamiento de tren
  • Lugar: Glendale, Estados Unidos (California)
  • Estado: Condenado a 11 cadenas perpetuas el 20 de agosto de 2008
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Juan Manuel Álvarez – Un suicida frustrado provoca un choque de trenes con diez muertos en Los Angeles

Libertaddigital.com

26 de enero de 2005

La investigación policial del descarrilamiento de trenes que dejó este miércoles en Glendale, al norte de Los Angeles, diez muertos y más de 200 heridos apunta a un hispano que se arrepintió a la hora de suicidarse y dejó su automóvil en las vías. El sospechoso ha sido identificado como Juan Manuel Alvarez, de 26 años, residente en el barrio de Compton, al sur de Los Angeles.

Las autoridades encargadas del caso confirmaron que hay una persona detenida como sospechosa de homicidio tras aparcar su vehículo en las vías del tren y causar el descarrilamiento en el que se vieron implicados tres trenes. Según las primeras informaciones, el sospechoso dirigió su vehículo, un Jeep Cherokee verde, a las vías del tren en el área de Glendale en un intento de suicidarse.

Al parecer no era su primer intento de suicidio, ya que esa misma noche se había asestado varias puñaladas y se había intentado cortar las venas, señaló el jefe de la policía de Glendale, Randy Adams. Una vez en el vehículo, el sospechoso cambió de opinión y abandonó el automóvil en las vías de ferrocarril, contra el que se estrelló el primer tren de pasajeros, que se dirigía al centro de Los Angeles. Esta primera colisión hizo descarrilar al tren de pasajeros, que chocó contra una locomotora que circulaba por la zona.

El choque del tren de cercanías contra la locomotora dejó a uno de los vagones de pasajeros bloqueando la vía contraria, donde fue golpeado por un tercer tren de cercanías que procedía del centro de Los Angeles hacia la localidad de Burbank, barrio contiguo a Glendale. Adams señaló que el sospechoso se había quedado a ver el accidente y que fue detenido por la policía sin ofrecer resistencia.

En total, hasta el momento se ha confirmado la muerte de diez personas, entre ellas un agente de policía, y han sido trasladados a diferentes centros hospitalarios en la zona otras 89 personas. El número total de víctimas resulta difícil de precisar dado que al tratarse de trenes de cercanía no existen listas de pasajeros.

Varias decenas de heridos han sido atendidos en la zona del accidente, una localidad residencial al norte de Los Angeles con una gran actividad ferroviaria a primera hora de la mañana, hora punta para acudir a los centros de trabajo. Mientras continúa la investigación de esta tragedia, el tráfico ferroviario ha quedado cortado, lo que ha paralizado el resto del transporte en la ciudad.


Arrestan a conductor que ocasionó descarrilamiento de tren

La Opinión

26 de enero de 2005

La Policía de Oxnard detuvo al conductor del auto impactado por el tren de Metrolink que se descarriló esta mañana en esa ciudad.

Las autoridades reportaron que un camión lleno de grava estaba presuntamente estacionado sobre la vía y habría provocado el accidente que provocó que 5 vagones se salieran de la vía, tres de ellos se volcaron.

El auto se prendió en llamas luego del impacto.

El conductor de ese vehículo huyó del lugar, pero fue aprehendido más tarde y está bajo custodia de la Policía. Se desconoce su identidad.

Las autoridades también reportan que no hubo fatalidades en el choque y que al menos cuatro personas están en condición crítica, de un total de 51 víctimas. Al menos 28 de ellas tuvieron que ser trasladadas a un hospital local.

Muchos otros pasajeros tienen brazos y piernas rotas, o sufrieron lesiones significativas en la cabeza.

Además, alrededor de 1,700 galones de diésel se desparramaron por el área como consecuencia del choque. Un equipo de químicos tóxicos ya controló ese problema y está en el lugar de los hechos ayudando con esa tarea.

Los trenes de Metrolink ya enfrentaron otros accidentes con resultados fatales.

El 26 de enero de 2005, Juan Manuel Álvarez estacionó su camioneta SUV, a la que roció con gasolina, en las línea de ferrocarril en Glendale esperando el paso de un tren de Metrolink que se dirigía a Los Ángeles.

Álvarez, quien luego dijo que quería suicidarse, se arrepintió y se salió del auto al último momento para ver como el tren impactaba el vehículo, provocando un descarrilamiento. El tren luego chocó con un tren de carga de Union Pacific estacionado en una vía alterna, así como otro tren de Metrolink que iba en dirección norte.

El accidente dejó a 11 personas muertas y casi 200 heridos.

Álvarez, un jornalero residente en Compton, fue convicto a 11 sentencias consecutivas de cadena perpetua y actualmente está recluido en la Prisión Estatal de Kern Valley.

El 12 de septiembre de 2008, 25 personas murieron y 135 resultaron heridas cuando un tren de Metrolink colisionó con un tren de cargo de Union Pacific en el área de Chatsworth.

Los investigadores determinaron que el ingeniero de Metrolink se pasó una señal que le habría advertido que se detuviera para dejar pasar al tren de carga.

Se cree que el ingeniero, quien falleció en el accidente, iba enviando mensajes de texto al momento del suceso.


Hispano causa trenazo fatal

J. Jaime Hernández – El Universal

27 de enero de 2005

Un choque de trenes en California, el peor que se haya registrado en el estado, dejó ayer un saldo de 10 personas muertas y 20 heridas. La causa: una camioneta atravesada a la mitad de las vías.

El reloj de la estación del Metrolink, en el centro de Los Ángeles, marcaba las 6 de la mañana cuando Juan Manuel Álvarez, un suicida reincidente de 26 años, estacionaba su camioneta Grand Cherokee sobre las vías del tren. En su mente la idea del suicidio había vuelto a atormentarle desde que, la víspera, su mujer lo había rechazado por enésima ocasión y lo [había] denunciado ante la policía por el incumplimiento de una orden de alejamiento.

El intento de suicidio de Juan Manuel, que ya había intentado cortarse las venas y contaba con un largo historial delictivo por violencia y posesión de drogas, se transformaría en la peor tragedia ferroviaria en la historia de California cuando se arrepintió en el último minuto y abandonó su vehículo en el cruce de las avenidas Chevy Chase y San Fernando.

«Toda esta tragedia ha sido provocada por un solo hombre perturbado con impulsos suicidas que ha dejado tras de sí la muerte de 10 personas y más de 200 heridos de diversa gravedad», aseguraba indignado el jefe de la policía de Glendale, Randy G. Adams, mientras los equipos de rescate de los bomberos y la policía se empleaban a fondo en el rescate de los cuerpos y en el traslado de los supervivientes a los hospitales de Glendale, Burbank y Los Ángeles.

Adams precisó que Álvarez será puesto bajo custodia y se le hará una acusación de homicidio por cada muerte que resulte del accidente que provocó.

Según la reconstrucción de los hechos, uno de los trenes que viajaba en dirección a la terminal de Burbank se estrelló contra el coche de Juan Manuel Álvarez y se descarriló. El convoy, fuera de control, se fue a estrellar contra otro tren que viajaba en dirección contraria y contra una locomotora que se encontraba realizando maniobras en ese mismo cruce.

En la escena de la tragedia, los convoyes del Metrolink parecían una serpiente lustrosa de metal seccionada en varias partes. Mujeres y hombres intentaban a duras penas abandonar el amasijo de hierros retorcidos en que se encontraban atrapados. Los equipos de rescate trabajaban a marchas forzadas por rescatar los cuerpos de decenas de supervivientes, mientras el olor a gasolina lo impregnaba todo.

«Fue un estruendo horrible. Mi mujer fue a estrellarse hasta el otro extremo del tren, mientras el carro se partía en dos y estallaba. El fuego y el humo me impidieron ver a dónde había ido a parar, pero al final la pudimos rescatar para llevarla al hospital», narró José Francisco Martínez, un enfermero que trabaja en un hospital en el condado de Burbank.

Impasible ante el escenario de caos y destrucción que había provocado, Juan Manuel Álvarez intentó escapar. Sin embargo, una larga lista de testigos que lo habían visto abandonar su coche lo acorralaron hasta que elementos de la policía llegaron para detenerlo e interrogarlo.

«Nos dijo que intentaba suicidarse y que, en el último momento se arrepintió y abandonó su vehículo para evitar ser arrollado por el tren. Sin embargo, el convoy no pudo frenar y provocó una serie de choques y descarrilamientos en cadena que se han saldado con la muerte de al menos 10 personas», aseguró el jefe de la policía, Randy Adams.

Según testimonios recabados entre la familia de Juan Manuel Álvarez, sus continuos pleitos y su reciente separación de su esposa le habían costado una orden de alejamiento emitida por un juez del condado de Burbank. En la víspera de la tragedia, Juan Manuel habría desafiado esa orden de restricción para ir a buscar a su mujer y a su hijo y asegurarles que ya había abandonado las drogas, que había encontrado un nuevo empleo y que quería una nueva oportunidad.

Pero su esposa lo rechazó y lo denunció ante la policía, desatando así la cólera y la desesperación de un hombre que provocó la peor tragedia ferroviaria en la historia de California y que hoy se enfrenta a una larga lista de cargos criminales y a la posibilidad de una cadena perpetua.

Decenas de expertos y peritos de la Junta Nacional para la Seguridad en el Transporte permanecían en el lugar de la tragedia realizando estudios y mediciones para documentar uno de los peores accidentes ferroviarios en la historia de Estados Unidos. En marzo de 1999, un tren de la Amtrak chocó contra un camión y descarriló cerca de Burbonnais, Illinois, dejando un saldo de 11 muertos y más de 100 heridos.

Cientos de familias afectadas por este accidente se agolpaban en los hospitales, mientras el consulado de México en Los Ángeles se mantenía en guardia ante la eventualidad de que compatriotas mexicanos hubieran fallecido o se encuentren hospitalizados en los distintos hospitales de la zona.


Sangre en las vías

Joseph Trevino – El Sol de Yakima

2 de julio de 2008

El triste caso de Juan Manuel Álvarez, el inmigrante mexicano que causó la muerte de 11 personas al poner su SUV frente a un tren pasajero, tiene lecciones importantes para los residentes del Valle.

Llamadme Jeremías.

Me refiero al profeta del Antiguo Testamento, el que advirtió al pueblo judío de un sinfín de calamidades.

El viernes estuve como invitado en Radio KDNA con la señora Ninfa Gutiérrez. El programa estilo foro se trató de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, pero creo que en parte el tema que se robó la atención fue el de la asimilación.

Y al hablar sobre la asimilación se me vino a la mente el caso de Juan Manuel Álvarez, el hombre de 29 años de edad (entonces tenía 26) que en el 2005 puso su Jeep Cherokee en las vías de un tren en Glendale, California (una ciudad en medio de Los Ángeles), en un intento de suicidio. A último minuto, según él, se arrepintió e intento quitar su vehículo, pero éste no encendió, por lo que lo abandonó ahí.

Lo que sí sucedió fue que un tren pasajero se estrelló de lleno contra el Jeep, causando que la locomotora se descarrilara, yendo a impactarse contra un tren de carga. El resultado fue 11 muertos y 180 heridos.

La semana pasada, un jurado encontró culpable a Álvarez de 11 cargos de asesinato en primer grado. Podría ser sentenciado a muerte.

¿Qué qué tiene eso que ver con Yakima y con la asimilación? Ah, para allá voy.

Pues verán, yo solía tomar ese mismo tren Metrolink apenas unos meses antes de esa tragedia cuando trabajaba para un semanario de Ventura, ciudad al norte de Los Ángeles. Es curioso que a veces abordaba el tren en Glendale, precisamente muy cerca de donde sucedió semejante incidente.

Creo que como seres humanos, y en mi caso como periodista, la pregunta que retumbó en mi cerebro en cuanto escuché de esta tragedia hace tres años fue, ¿por qué?

¿Por qué?

¿Qué fue lo que llevó a un inmigrante mexicano oriundo de Mexicali, ciudad fronteriza que colinda con la ciudad de mi niñez, Calexico, a cometer la peor catástrofe ferroviaria de los últimos tiempos en los Estados Unidos?

Según las declaraciones del mismo Álvarez en el tribunal y otros testigos, el homicida convicto se había separado de su esposa y vivía en una casa de huéspedes durante el tiempo del intento de suicidio. Dijo, de acuerdo a los reportes de prensa, que intentó quitarse la vida para llamar la atención de su exmujer.

Los diarios locales han publicado muchas notas al respecto, pero fue el Washington Post el periódico que entrevistó a fondo a la esposa de Álvarez y sus familiares y estuvo más cerca de todos en contestar el elusivo por qué. Según los entrevistados, Álvarez sufría de alucinaciones desde niño; aseguran que decía que un ser fantasmagórico dormía con él.

«Cuando tenía nueve años, siempre decía que había alguien más en el cuarto», le dijo Beto, primo de Álvarez, al Post. «Decía que se metían en su cama y dormían con él. Decía que era un espíritu malo».

Como muchos inmigrantes, Álvarez dejó a su familia en Baja California y se fue a vivir a Los Ángeles, de acuerdo al Post. Ahí conoció a su esposa, Carmelita, en un grupo de danza azteca, Xipe Totec, con el que bailaban en festivales, iglesias etc.

Se unieron. Pero con el tiempo él comenzó a sospechar de su mujer, quien trabajaba como mesera, pensando que lo engañaba con otro; alucinaba que su esposa hacía vídeos pornográficos con el supuesto amante.

Según la esposa, las alucinaciones de Álvarez empeoraron cuando él perdió su trabajo y comenzó a consumir metanfetamina y entró en una profunda depresión. Resultó ser tan insoportable que tuvo que echarlo de la casa, consiguiendo una orden de restricción en su contra, declaró la esposa.

La mañana en que Álvarez provocó la muerte de 11 personas, conducía su Jeep Cherokee. En los asientos traseros, según declaraciones de prensa, veía a su esposa y al amante de ella, riéndose de él.

El resto ya es historia.

Tal vez nunca sepamos -y quizás sea mejor así- lo que realmente pasó entre Álvarez, su esposa y su familia. Lo cierto es que algo andaba mal.

Muy mal.

Sí. La historia de Álvarez y su mujer, con los bemoles que trae consigo el emigrar a tierras lejanas, con costumbres nuevas, muchas veces hostiles, es algo que también se puede ver en el Valle de Yakima.

Es el lado oscuro de la asimilación. Es la parte que nadie nos advirtió cuando nos hablaron del sueño Americano.

Para nada estoy exonerando de culpa a Álvarez. Algunos familiares de las víctimas dijeron tras la sentencia que Álvarez se merece la pena de muerte. Sin duda que su dolor es muy grande.

Pero lo que también es cierto es que muchas veces la asimilación a este nuevo mundo en los Estados Unidos nos pide mucho. Aparte de aprender inglés, nos exige constantemente de forma sutil y a veces no tanto que dejemos a nuestras familias, que nos deshagamos de nuestros valores, que olvidemos nuestras raíces, que abandonemos al esposo o esposa que nos fue fiel en nuestra peor época; que si somos hijos desamparemos a nuestros padres (muchas veces en un asilo) y que de plano hagamos un borrón y cuenta nueva.

Es un precio muy alto que pagar.

Creo que haríamos bien en definir lo que realmente significa asimilarse.

Llamadme Jeremías.


Concluyó el juicio de Juan Manuel Álvarez, quien causó un descarrilamiento que provocó la muerte de 11 personas en enero de 2005

Univision.com

20 de agosto de 2008

Un hombre que en enero de 2005 aparcó su camioneta deportiva en las vías ferroviarias de la frontera Glendale-Los Ángeles y causó un descarrilamiento de tren que dejó a 11 muertos y 118 heridos, fue sentenciado el miércoles a 11 cadenas perpetuas consecutivas.

Juan Manuel Álvarez, de 29 años, fue condenado el pasado 26 de junio bajo 11 cargos de homicidio premeditado y un cargo por incendio premeditado por sus acciones el 26 de enero de 2005, que ocasionaron el accidente ferroviario más letal en la historia de Estados Unidos desde 1999.

El mismo jurado que lo encontró culpable el 15 de julio recomendó que el exresidente de Compton fuera sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad bajo fianza en lugar de la pena capital.

Durante la audiencia, el juez de la Corte Superior de Los Ángeles, William Pounders, escuchó los emotivos testimonios de los parientes de las personas que murieron o resultaron heridas en la catástrofe.

Álvarez, que pasó más de cuatro días en el estrado durante su juicio, testificó que intentaba suicidarse cuando estacionó su Jeep Cherokee verde en las vías de tren al sur de la calle Chevy Chase en Glendale, pero que cambió de parecer y no pudo mover la camioneta a tiempo.

«Iba a matarme», testificó Álvarez. «Me siento horrible y pido perdón».

Durante el juicio, el subfiscal de distrito John Monaghan le dijo al panel que el acusado merecía la pena de muerte porque éste nunca dio señales de arrepentimiento verdaderas y porque no le importaba nadie más que él.

El fiscal dijo que los hechos del crimen eran «tan aplastantes… que solo eso dictaba el castigo de muerte».

El abogado de Álvarez, Michael Belter, respondió que «la justicia en este caso sería efectuada al darle una sentencia en la penitenciaría por el resto de su vida».

Dolorosa catástrofe

Los fiscales respondieron que el trabajador de la construcción que entonces tenía 26 años trató de ocasionar una catástrofe para obtener la atención de su esposa.

El tren No. 100 de Metrolink, que se dirigía en dirección sur a Union Station, se desrieló tras impactarse con el vehículo de Álvarez para después chocar con el tren 901 de Metrolink que viajaba en dirección norte.

El tren también se impactó con una locomotora de Union Pacific que terminó volcándose.

Investigadores del Departamento de Bomberos de Glendale dijeron que el Jeep había sido bañado por dentro y fuera con gasolina. Esto causó un incendio después de que el tren 100 se impactara con el vehículo en las vías.

Se trató del accidente más letal en las historia de Metrolink, que empezó sus servicios en 1992.

Los jurados escucharon durante dos días y medio testimonios de las 11 familias de las víctimas que murieron en el choque, además de testimonios de pasajeros que sobrevivieron pero que tendrán que vivir con dolor físico el resto de sus vidas.

El panel también escuchó de varios parientes de Álvarez, entre ellos su esposa Carmelita, de quien estaba separado cuando ocurrió el choque, así como de su madre Leticia Ayala.

Entre los fallecidos en el incidente estuvieron el conductor de tren Tom Ormiston, un veterano de la guerra de Vietnam de 58 años que estaba cerca de jubilarse de una carrera ferroviaria que inició en 1970; el oficial del alguacil James Tutino, de 47 años, quien ocasionalmente tomaba el tren para ir a su trabajo en la cárcel central para hombres en el centro de Los Ángeles.

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