José María Maciá Navarro

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El Parricida de Elche

  • Clasificación: Asesino
  • Características: Parricidio
  • Número de víctimas: 3
  • Fecha del crimen: 13 de abril de 2005
  • Fecha de detención: 13 de abril de 2005
  • Perfil de la víctima: Su mujer, Teresa Asunción, de 34 años, y sus hijos, José María, de 6, y Vicente, de 2
  • Método del crimen: Golpes con una maza de obra
  • Lugar: Elche, Alicante, España
  • Estado: Condenado a 54 años de prisión el 25 de marzo de 2008
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José María Maciá – Un hombre mata a martillazos a su mujer y dos hijos pequeños en Elche

Cristina Medina / Santiago Navarro – Elpais.com

14 de abril de 2005

José María Macià, de 36 años, fue detenido ayer en Elche por la muerte a martillazos de su mujer, de 34 años, y sus dos hijos, de seis y dos años, mientras dormían. El hombre reconoció ser el autor del triple crimen, aunque no ha explicado el móvil del brutal ataque.

El hombre confesó que estuvo toda la noche bebiendo y tomando drogas, pero no precisó ni dónde ni con quién, lo que hace dudar a la policía de su versión. El agresor, sin antecedentes por malos tratos, fue arrestado en una zapatería. Antes se cambió de ropa e intentó sacar dinero de varios cajeros.

Macià, empleado de una empresa de la construcción, propiedad de uno de sus hermanos, vivía desde hacía cuatro años con su mujer, Teresa Asunción, de 34 años, en el piso 3º del número 62 de la calle Pablo Picasso, de Elche, una barriada en el primer ensanche de la capital ilicitana. El matrimonio tenía dos hijos, Macià, de seis años, y Vicente, de dos años. La noche del martes, según sus primeras declaraciones ante la policía, José María, que hace dos años estuvo en tratamiento para superar su ludopatía, estuvo bebiendo y tomando cocaína.

Macià afirma haber llegado a su domicilio hacia las 4.30 horas de la madrugada. La reconstrucción policial sostiene que entró en el dormitorio conyugal y con un martillo mató a su mujer y dos hijos. Los cuerpos de Teresa Asunción y el pequeño José María fueron encontrados sobre la cama del matrimonio. Mientras, el cadáver del bebé yacía en la cuna.

El homicida, según la investigación, sorprendió a su esposa e hijos mientras dormían, ya que ningún vecino oyó ruido o grito alguno. «El primer alboroto lo escuché sobre las 8 de la mañana, cuando José María discutía con su hermano en el pasillo», relató Asunción, vecina del piso contiguo.

Tras consumar el triple crimen, el homicida se desplazó al domicilio de sus padres, en la pedanía de La Matola. Otra vecina del inmueble asegura que lo vio salir cerca de las 7 de la mañana. Los padres, alarmados por su estado etílico, llamaron a otro hijo, Diego. Los dos hermanos se dirigieron al domicilio del homicida.

Tras una discusión en plena calle y después de tomar unas consumiciones en el bar [«él, José María, tomó agua, y su hermano un zumo de melocotón», relató la camarera], subieron a la vivienda. Cuando el hermano descubrió los cadáveres se recrudeció la discusión entre ambos, que acabó en una pelea a puñetazos. «Oí gritos de asesino, asesino, ¿qué has hecho?», comentó Asunción.

El homicida, con restos de sangre en las manos y la cara, según testigos presenciales, abandonó la casa y se dirigió a una farmacia, donde pidió un taxi: «Poco antes de la nueve entró y me pidió que le llamara a un taxi. Le dije que se fuera al bar y se marchó. Estaba muy nervioso», relató Vicente, dependiente de la farmacia.

En su huida, Maciá llegó hasta la pedanía de Torrellano (a unos ocho kilómetros del lugar del crimen). Allí, tras un intento frustrado por extraer dinero de un cajero automático, se dirigió a una zapatería. El empleado asegura que entró descalzó y le pidió un par de zapatos del 42. En ese momento (al filo las 10.30 horas) fue arrestado por los agentes de la Policía Local.

Su hermano Diego, tras descubrir los cadáveres avisó al teléfono de emergencias 112. Al momento llegaron al lugar de los hechos varias dotaciones de la policía, que acordonaron la zona, ya tomada por decenas de vecinos atraídos por la noticia de la tragedia.

Sobre las 11.30, la juez de guardia Yolanda Candela ordenó el levantamiento de los cadáveres. Los restos mortales de Teresa Asunción y los pequeños José María y Vicente fueron trasladados a un tanatorio de Alicante, donde se les practicará la autopsia. El informe de los forenses, en especial la hora de la muerte de las víctimas, será clave para el desenlace de la investigación, sobre todo dadas las lagunas que ofrece la versión del detenido.

En su primera declaración ante los agentes, José María insistió en que estuvo toda la noche bebiendo y tomando drogas, pero no explicó el móvil del ataque a su familia. «Con la cara desencajada, se limitó a decir que bebió y tomó drogas», subrayaron fuentes de la investigación.

Los agentes efectuarán un segundo interrogatorio al supuesto parricida antes de ponerlo a disposición del juez. La investigación pretende aclarar por qué se cambió de ropa tras el crimen, dónde estuvo de fiesta y cuál era el objeto de los intentos de sacar dinero.

La tragedia en las aulas

La noticia del asesinato de Teresa Asunción y sus dos pequeños sacudió ayer a la población de Elche. El comentario de los vecinos, muchos con lágrimas en los ojos, fue unánime: «Era un matrimonio normal, nunca se les vio discutir», dijo su convecina Asunción.

José María, representante en su juventud, trabajaba en la actualidad en una empresa de construcción de su hermano. Teresa, hija de un empresario -su padre regentaba un taller de carpintería- había trabajado como aparadora (labores a domicilio relacionadas con la fabricación de zapatos) hasta antes de quedarse embarazada de Vicente. Teresa Asunción tenía una estrecha relación con su madre. Los primeros años de matrimonio vivió en casa de sus padres.

La tragedia también llegó al ámbito escolar. José María cursaba 1º de Primaria en el colegio Miguel de Unamuno. La dirección comunicó la muerte de José María a compañeros con el apoyo de psicólogos, que también hablaron con los padres.


El parricida de Elche estuvo de juerga antes y después del triple crimen

Cristina Medina / Santiago Navarro – Elpais.com

15 de abril de 2005

José María Macià, detenido por el asesinato de su esposa y sus dos hijos, de dos y seis años, el miércoles en Elche (Alicante), estuvo bebiendo y tomando drogas antes y después del crimen. El parricida comenzó la fiesta a las ocho de la tarde del martes con un compañero de trabajo. A la 1.30 volvió a casa a coger dinero y destrozó el cráneo de sus familiares con una maza mientras dormían, según ha revelado la autopsia. Luego siguió la juerga en un club de alterne.

El parricida, de 36 años, ha declarado ante la policía que golpeó varias veces en la cabeza con una maza a su esposa, Teresa Asunción Macià, de 34, y sus hijos José María y Vicente, de seis y dos años. «Les pegué tres, cuatro o cinco mazazos mientras dormían, para que no sufrieran», ha confesado el agresor, según fuentes de la investigación. La autopsia ha confirmado el relato del homicida. El informe de los forenses concluye que los cadáveres presentan varios golpes en el cráneo, tanto por delante como por detrás, con un objeto contundente. Las víctimas no presentan signos externos de resistencia. Este dato, junto a la ausencia de señales de lucha en la escena del crimen -el dormitorio conyugal- lleva a los responsables de la investigación a pensar que el agresor sorprendió a sus víctimas mientras dormían (la madre y el hijo mayor en la cama y el bebé, en la cuna).

El acusado ha declarado que la tarde del martes, al concluir la jornada laboral (el parricida trabajaba desde hace dos años en una empresa de la construcción propiedad de uno de sus hermanos situada en Muxtamell) se fue de fiesta con un compañero a un pub de dicha localidad. El hombre aseguró que estuvieron bebiendo y consumiendo cocaína. Hacia la una y media de la madrugada del miércoles volvió a su domicilio en Elche para coger más dinero.

El parricida, siempre según su declaración ante la policía, subió al tercer piso del edificio donde se hallaba su domicilio armado con una maza de la obra. Entró en el dormitorio y golpeó el cráneo a su mujer y dos hijos. El asesino no ha justificado su acción: «No sé por qué lo hice, mi mujer me quería mucho», insiste. Luego se cambió de ropa y cogió unos 100 euros. Bajó a la calle, donde le esperaban su compañero de trabajo y una tercera persona, un camello, según la policía. Los tres siguieron de marcha en un club de alterne de Elche. El encargado del local ha ratificado que el asesino y otras dos personas estuvieron allí hacia las tres de la madrugada. «Se comportaron con normalidad y tomaron dos copas cada uno. No se gastaron mucho dinero», aseguró.

Desde el club, José María se dirigió a la casa de sus padres. Sobre las siete de la mañana volvió con otro hermano a su domicilio. Tras descubrir los cadáveres, ambos hermanos se enzarzaron en una pelea. José María huyó y fue detenido tres horas después en una zapatería de Torrellano, a unos seis kilómetros del lugar del crimen. La policía ya ha interrogado a los dos compañeros de juerga, que han quedado en libertad. El autor del crimen pasará esta mañana a disposición judicial.

El detenido comenzó en 2000 una cura de desintoxicación de su adicción al alcohol y la cocaína en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) de Elche. Su dependencia de la drogas le llevó al juego. La policía asegura que era cliente habitual de los dos casinos de Alicante y los bingos.

Teresa Asunción, que conoció a José María en el instituto, era sabedora de los problemas con el alcohol y las drogas de su marido. La esposa le acompañaba en las sesiones de rehabilitación. El parricida sostiene que, desde que comenzó la cura, no había reincidido hasta la noche del brutal crimen. No obstante, la policía duda de esa declaración.

Anoche, unas 3.000 personas se concentraron en la Plaça de Baix de Elche para expresar su pésame a la familia de las víctimas y su repulsa por el cruel asesinato. El funeral se celebrará hoy a las 11.45.


El parricida de Elche mató a su familia para ocultarle su recaída en las drogas

Genoveva Martín – ABC.es

16 de abril de 2005

Los mató para que no padecieran. Esta es la razón que dio ayer José María Maciá Navarro, el triple parricida de Elche, a la jueza instructora y al fiscal durante la declaración que prestó ante ellos en las dependencias de la Comisaría. Debido a la alarma social y a la conmoción causadas por los asesinatos, los responsables policiales y la jueza decidieron no trasladar al Palacio de Justicia al detenido. Fue la comisión judicial la que se desplazó a las dependencias policiales.

La siguiente pregunta fue por qué iban a sufrir sus hijos y su mujer. José María adujo que su vuelta al consumo de cocaína habría provocado mucho padecimiento en su familia. Tras su detención , el parricida aseguró en su primera declaración que había vuelto a consumir cocaína la misma noche de los hechos. Según él, tras acudir a la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) para desintoxicarse de su adicción al alcohol y a la cocaína, no había vuelto a consumir droga desde entonces.

La noche de los crímenes, José María consumió supuestamente entre dos y tres gramos de cocaína, que acompañó con la ingesta de buena cantidad de bebidas alcohólicas. Estas circunstancias, presuntamente, fueron corroboradas por las dos personas que le acompañaron en su noche de juerga, su compañero de trabajo, Javier, y el suministrador de la droga, Antonio.

Su declaración ante la juez duró algo más de una hora. Durante la misma, Maciá se ratificó en cada uno de los extremos que relató previamente durante los interrogatorios policiales.

Precisamente, la llegada a su domicilio y las distintas secuencias del triple asesinato fueron los momentos que la juez y el fiscal del caso decidieron reconstruir en la mañana de ayer con el fin de comprobar sobre el terreno posibles contradicciones en la declaración del imputado. Sin embargo, se consideró innecesario rehacer todo el periplo del asesino y de sus amigos tanto antes como después de los crímenes.

Momentos antes del mediodía empezaron a llegar a la calle Pablo Picasso coches y furgones policiales, que se detuvieron frente al número 62, inmueble donde vivía la familia Maciá. Una decena de policías nacionales se colocó en sitios estratégicos para impedir el acceso a la puerta del edificio de los medios de comunicación y curiosos. Una vez acordonada la zona con cinta policial, hizo su entrada la comisión del juzgado y, a los pocos minutos, un coche camuflado con el parricida.

Vestido con la misma ropa que se compró en la tienda de Torrellano y tocado con una gorra de béisbol, de color rojo, prestada por la Policía con el fin de taparle parcialmente la cara, Maciá entró al postigo de su edificio en medio de numerosos abucheos.

La reconstrucción se hizo coincidir con el horario del entierro de la mujer y los dos hijos de José María, posiblemente con la intención de que el vecindario estuviera desierto y de despistar a los medios informativos. Aunque la reconstrucción no se llevó a cabo en tiempo real, lo cierto es que no demoró mucho más de un cuarto de hora, una duración posiblemente cercana a la verdadera.

La actitud del parricida fue de gran frialdad en el interior de su vivienda. Tal como había relatado, entró en su casa y fue al dormitorio principal, situado al final del pasillo que distribuye el piso. Sin la maza utilizada en el crimen, que ya había sido remitida al juzgado instructor como prueba momentos antes, mostró cómo atacó a su mujer, en primer lugar, luego a su hijo mayor, acostado a su vera, y finalmente al pequeño, en su cuna. Luego se dirigió al cuarto de baño, simuló lavar el arma asesina y las manos. A continuación hizo como que cogía una bolsa y se dirigió a los armarios de sus hijos y de su dormitorio, donde cogió ropas suyas. Finalmente, tomó los dos ordenadores que tenía para llevárselos.

Quería otra vida

Todo indica que el hecho de llevarse efectos personales de su familia y guardarlos en el maletero de su coche antes de seguir con su juerga obedecía a la intención de poseer algunos recuerdos de ellos, en su deseo de huir y, posiblemente, instalarse en otra ciudad.

La rapidez de su actuación en la casa, unido al hecho de que segundos antes de subir al piso había cogido la maza de la furgoneta, indican en principio una determinación inquebrantable de acabar con los suyos.

Tras la reconstrucción, sobre la una de la tarde, la juez instructora dictó auto de prisión incondicional contra el detenido por tres delitos de asesinato. La calificación demuestra que se aprecia, en principio, premeditación. Además, no dio lugar a defenderse a las víctimas, lo que añade alevosía. Maciá durmió anoche en la prisión de Fontcalent.


Decenas de presidiarios de Fontcalent insultan, increpan y zarandean al parricida de Elche

LibertadDigital.com

18 de abril de 2005

Varias decenas de internos del centro penitenciario de Fontcalent, en Alicante, «zarandearon, insultaron e increparon» a, J.M.M., de 35 años, autor de la muerte de su esposa y sus dos hijos, de seis y dos años, la pasada semana en Elche. Los hechos ocurrieron el pasado sábado, aunque no se produjo agresión física, ya que la rápida actuación de varios funcionarios evitó que se pasara a mayores.

Según Instituciones Penitenciarias, el parricida fue sometido a una revisión médica inmediatamente después, en la cual «no se le apreció contusión o rojez» alguna en la piel. Por ello, las mismas fuentes subrayaron que «no se puede hablar de agresión» puesto que «si hubiera habido golpes, el médico los habría apreciado por la irritación de la piel», circunstancia que no ocurrió.

El parricida solamente presentaba una contusión en el lateral de la cabeza que ya tenía en el momento del ingreso en Fontcalent y que, posiblemente, se pudo haber producido en el traslado del detenido al centro penitenciario. Tras los incidentes, los funcionarios sacaron a J.M.M. del patio y lo volvieron a trasladar al módulo de ingreso, donde permanece en la actualidad. Según Instituciones Penitenciarias, a este interno se le aplicó desde un primer momento el protocolo de prevención de suicidios al reunir varios de los requisitos contemplados para que haya riesgo.

Debido a ello, la dirección de la prisión determinó que permanezca acompañado en todo momento por otro interno, quien compatibiliza labores de vigilancia y de apoyo al presunto parricida para evitar que pueda intentar quitarse la vida. La titular del juzgado de instrucción número 3 de Elche ordenó el pasado día 15 el ingreso en la prisión de Fontcalent de J.M.M. por el asesinato de su esposa y dos hijos con un mazo de obra en una vivienda de la calle Pablo Picasso de Elche.

Según estas fuentes, el recluso exhibe un carácter frío en el que no muestra remordimientos por el delito del que se le acusa y, al parecer, esto hizo que no pidiera a la dirección una protección especial con respecto al resto de internos, petición que cuando se efectúa se suele conceder «automáticamente». Las mismas fuentes indicaron que, a pesar de que no lo solicitó el propio recluso, la dirección del centro penitenciario podría haber previsto esta situación de antemano.


El presunto parricida de Elche dice en una carta que es «la víctima peor parada en esta tragedia sin sentido»

Agencia EFE – Elmundo.es

14 de julio de 2005

El hombre que presuntamente mató el pasado mes de abril a su mujer y a sus dos hijos, de 2 y 6 años, en un domicilio de Elche afirma en una carta remitida a su abogado que es «la víctima peor parada de esta tragedia sin sentido» y reiteró que la noche del suceso no era consciente de sus actos.

José María Maciá, de 35 años, está acusado de haber acabado a martillazos con la vida de su esposa y de sus dos hijos en una vivienda de la calle de Picasso del municipio alicantino.

El presunto autor del triple homicidio remitió una carta abierta a su abogado, José Mariano Trillo-Figueroa, desde la prisión en la que se encuentra para explicar a la sociedad los motivos del triple crimen y manifestar su arrepentimiento y consternación.

Alcohol y cocaína

En la misiva Maciá reitera que la noche del suceso tenía la mente completamente enajenada como consecuencia de haber consumido gran cantidad de alcohol y cocaína, adicción provocada por el estrés que sufría en el trabajo.

«Para nada era consciente de mis actos, ni, como dicen las malas lenguas, lo tenía premeditado», asegura Maciá, quien pide a la sociedad que le tenga «piedad» al considerar que es «la víctima peor parada de esta tragedia sin sentido».

Además, sostiene que no se quitará la vida al entender que el cuerpo humano es el «templo donde habita nuestro Señor», por lo que las personas están llamadas a «crear vida y no a quitarla».

El demonio tiene la culpa

«Lo de aquella noche no me lo puedo explicar. No era consciente de mis actos. No es posible que matara a la mujer de mi vida, mi primer amor y con la que he compartido veinte años de mi vida, y a mis dos hijos, que eran lo que yo más quería en esta vida», indica.

El presunto parricida culpa a la maldad del demonio de haberse cruzado en su mente la noche del suceso y subraya su «gran fe y gran esperanza en la vida eterna con Dios», al tiempo que admite que sus recaídas de alcohol, cocaína y juego hacían sufrir a su esposa.

Aduce que el fallecimiento de su suegro -«un ángel de hombre, un pacificador»- tras recibir una descarga eléctrica le estigmatizó de tal manera que consideró la noche del suceso que «ya era hora» que este familiar «disfrutara» de sus dos hijos, aunque ahora se arrepiente y manifiesta que «ojalá pudiera volver atrás».

Remarca que la muerte de su esposa y de sus dos hijos le ha dejado «un aguijón en el corazón» que no se lo podrá quitar nunca y ruega a Dios que le ayude.

Estrategia de la defensa

El abogado del supuesto parricida de Elche dijo que la carta ha sido enviada al Juzgado de Instrucción número 3 de Elche y confirmó que pedirá para su cliente la eximente completa por enajenación mental transitoria provocada por la ingesta de alcohol y drogas.

Trillo-Figueroa corroboró también que ha pedido la elaboración de un informe psiquiátrico al profesor José Antonio García Andrade, especialista en psiquiatría forense del Instituto de Criminología de la Universidad Complutense de Madrid, para respaldar la defensa de su patrocinado.

Anunció que el supuesto parricida ha expresado su deseo de ser sacerdote y reveló que «reza el rosario todos los días» y lee libros de contenido espiritual.

Preguntado sobre el estado anímico de su defendido, el abogado comentó que se «encuentra como muy místico y cree que esto es una prueba enviada por Dios para purificar su alma».


El parricida de Elche declara que Satán obró por él y que el «Altísimo» le ha perdonado

Gema Peñalosa – Elmundo.es

26 de febrero de 2008

El acusado de asesinar a martillazos a su mujer y a sus dos hijos de 6 y 2 años en Elche en 2005 se presentó este martes ante el jurado y el tribunal que le juzga como un títere en manos de Dios y del diablo. Aseguró que la noche en que cometió el triple crimen fue Satán el que obró por él y reiteró tener la conciencia tranquila porque ahora «el Altísimo» le ha perdonado.

La desvinculación que mostró con los asesinatos fue tal que se refirió a sí mismo en tercera persona, como «aquél hombre que llevaba un mazo en la mano y sólo quería matar y destruir». El mismo hombre que, como reconoció, siguió impregnando la noche de alcohol y cocaína en varios clubes de alterne tras llevarse por delante a su familia a mazazo limpio. «Aquella noche era una bestia y nadie podía pararme. El pecado me alcanzó y no tenía ningún motivo para matar a mi familia pero lo hice», sentenció.

El ministerio público, la acusación particular y la acción popular piden para él 60 años de cárcel al concluir que sabía lo que hacía. La defensa solicita la absolución por un estado de enajenación mental transitoria. El jurado tendrá que resolver si el procesado sufre un trastorno de personalidad o, por el contrario, ha maquillado hábilmente su conducta.

Pese a reconocer que asesinó a su familia, se mostró reticente a entrar en detalles y resolvió sin apenas inmutarse que ya ha pasado página. «Ese pasado no va conmigo. Ahora soy una persona nueva porque Dios me ha perdonado», replicó a las preguntas del fiscal. Insistió una y otra vez en que no era consciente de lo que hacía porque había vuelto a caer en las drogas, tras un año y medio rehabilitado. A las preguntas del ministerio público sobre cuál fue el germen de su reacción «tan brutal», respondió con evasivas: «No me quiero ni acordar. Si usted tiene dudas, yo también las tengo, así que no se preocupe».

El procesado explicó que no quiso someterse al examen de los forenses para evaluar su estado mental porque, dijo, «los envía el fiscal y ahí me lo juego todo». Eso sí, se ha prestado a las puebas [pruebas] del prestigioso doctor Andrade, contratado por su familia. «Ahora ya todo me da igual porque he perdido a mi mujer y mis hijos, que eran lo que más quería en el mundo», sentenció.

Los hechos

La puesta en escena que hizo el procesado y su repentino acercamiento a la fe no fue ninguna sorpresa. Su abogado, José Mariano Trillo-Figueroa, preparó el terreno días antes al proclamar los deseos de su cliente de ingresar en el monasterio de Silos. Unas afirmaciones a las que el procesado se encargó de dar forma a base de nombrar a Jesús y con un aspecto muy parecido al de un monje, con una barba extensa y muy poblada y con bastantes kilos menos.

El suceso se registró en la madrugada del 14 de abril en el domicilio que el procesado comartía con su mujer y sus dos hijos. Alrededor de la una de la madrugada, aparcó la furgoneta de su trabajo como empleado de la construcción en la calle y subió a su casa con un mazo en la mano. Había pasado el día junto a dos compañeros de trabajo bebiendo y consumiendo cocaína. Fue a su casa a por dinero.

Una vez dentro, tal como expuso el fiscal y corroboró el procesado, irrumpió en la habitación en la que estaban su mujer y sus dos hijos durmiendo y les golpeó hasta provocarles la muerte. Después, lavó el mazo en la bañera y ni siquiera se cambió de ropa ya que, señaló, «el mono de trabajo era oscuro y sufrido y las manchas de sangre se disimulaban».

Antes de salir a la calle tuvo tiempo de perfumarse. Su periplo le llevó a varios clubes de alterne y concluyó, ya por la mañana, en su casa de campo donde fue a «cuidar de los pájaros» en compañía de sus compañeros de juerga.

Abrió la cabeza de uno de ellos con el mazo y el lesionado alertó a su hermano, quien insistió en llevarle a casa. El procesado, al verse acorralado, inició una fuga que le llevó a Torrellano, donde fue detenido en una tienda en la que quería comprar ropa.

Un hombre que no pudo abandonar sus adicciones

Padre y esposo ejemplar. Así presentó la defensa al procesado. Un perfil que también dieron sus vecinos, familiares y amigos y que se aleja del hombre que asesinó a sangre fría a su mujer y a sus hijos. Antes de reventarles la cabeza con un mazo, trabajaba en una empresa de construcción y su rutina diaria era como la de cualquier otro trabajador. De casa al trabajo y viceversa.

Menos en una cosa: intentaba superar sus adicciones tras un programa de rehabilitación que se prolongó durante cuatro años y en el que su mujer fue un pilar fundamental. Los fines de semana paseaba con la familia que después finiquitó y algunos lo recuerdan llevando a su hijo de 6 años al colegio.

Acompañar a su mujer a la compra también era habitual, tal como expusieron sus vecinos el día de los hechos. No bebía alcohol en los bares de su barrio y los propietarios lo recuerdan «siempre» con una botella de agua.

Aparentemente, el tratamiento para deshacerse de unos compañeros de viaje traicioneros estaba siendo efectivo. Acudía puntualmente a las sesiones y mostraba cierto interés en recuperarse y, de paso, retomar las riendas de su vida. Pero eso se quedó en la intención. Horas antes de matar a su familia, volvió a engancharse al tren que le llevó a la perdición. Un compañero de trabajo hizo de eslabón entre él y las sustancias que tenía prohibidas. El resto ya se sabe como fue.


El cuñado del triple parricida dice que mató a su familia para seguir con las juergas

G. Martín – Laverdad.es

28 de febrero de 2008

Intensa fue la primera parte de la segunda sesión del juicio por el triple parricidio ocurrido en Elche el 13 de abril de 2005. Desfilaron por la sala nueve testigos, de los cuales cinco fueron fundamentales para arrojar luz sobre dos puntos que serán primordiales a la hora de que el jurado considere culpable o inimputable al acusado, José María Maciá Navarro. Los dos primeros, Javier G. M. y Antonio A. O. fueron los dos jóvenes que acompañaron al acusado antes y después de que matara a su mujer y dos hijos a martillazos. Su relato de los hechos era importante porque sólo ellos podían fijar la cantidad de cocaína esnifada por Maciá así como el alcohol ingerido.

El letrado de la defensa aduce que el triple parricida confeso sufrió un episodio de enajenación mental transitoria debida a la droga y el alcohol. Las preguntas del fiscal y de las acusaciones particular y popular a ambos jóvenes evidenciaron que su consumo de cocaína antes de cometer el crimen estuvo muy por debajo de un gramo. Tanto Antonio como Javier fueron categóricos. El gramo de droga se compró pasadas las ocho de la tarde, es decir cinco horas antes de los asesinatos. Hasta pasadas las once, José María Maciá consumió sólo con Javier y luego, junto a Antonio, se hicieron una raya más. Pero, dato muy importante, según Antonio no se terminaron el gramo antes del triple parricidio.

Tanto uno como el otro aseveraron que «José María iba normal» y que había conducido en varias ocasiones sin que se le apreciara síntoma de embriaguez, ni agresividad, ni exceso de euforia. La mami del club de alterne donde acudió el acusado con sus dos amigos tras matar a su familia, aseguró que no notó que estuviera borracho ni drogado. Añadió que «no bebió mucho». Además dijo que le causó «muy buena impresión» y que ella misma le comentó que «si todo el mundo fuera igual de educado que él, sería maravilloso».

Tanto Javier como Antonio coincidieron también en descubrir al acusado como «una persona muy amable y muy buena». Insistieron en que no se mostró agresivo en ningún momento de la noche, circunstancia que vino a contradecir también la teoría de la enajenación mental y lo dicho por Maciá en su declaración judicial. Dijo una y mil veces que se había apoderado de él el pecado y el diablo. Ésta fue la única explicación que dio al triple parricidio.

Un testimonio demoledor

Sin lugar a dudas, el testimonio más duro y desgarrador lo prestó el último testigo de la mañana, el hermano de la víctima, Vicente Maciá Torres, y tío de los dos pequeños asesinados. Vicente fue rotundo: «Mi cuñado llevaba una doble vida. De día aparentaba llevar una vida bien y de noche, otra». Añadió: «Mi hermano [hermana] sufrió mucho. Estaba en constante tensión por sus adicciones. Sé que pasó muchas noches llorando, esperándolo. Era un juerguista y punto».

Explicó que era ludópata, consumidor de cocaína y de alcohol. Recordó que estuvo de representante de una gran empresa de ferretería de Barcelona y que su adicciones le llevaron a gastarse cerca de cuatro millones de pesetas de las facturas que cobraba en nombre de la empresa. Vicente fue quien le prestó un millón de para tapar el agujero porque «Tere Susi estaba en avanzado estado de gestación y no quería que se enterara de lo que pasaba».

Precisó que tras el desfalco su familia le dio trabajo para «poder controlarlo, en una fábrica». Se agobió y su hermano David le empleó en su empresa de construcción. Según Vicente, su hermana «no debía haberse casado nunca con él» porque tuvo siempre adicciones. Pese a ello, Tere Susi «se volcó con él y le ayudó siempre». Afirmó que su hermana «sólo tuvo un ápice de dudas a raíz de su recaída en el 2004, cuando se separaron unos cuantos meses». Dice que ella tomó entonces la decisión porque «era muy notorio que José María no se podía dominar».

Vicente Maciá Torres fue el único que pareció tener claro el porqué José María acabó con su familia a martillazos. Según él, las recaídas en la droga, el alcohol y la ludopatía fueron muchas y el acusado «ya no tenía más argumentos». Añadió que «su conciencia ya no le permitía justificar su conducta». Relató que cuando Maciá se marchó cinco días a Palma de Mallorca, sin previo aviso a su familia, dijo a Tere Susi «voy a desaparecer para no haceros sufrir». Sin embargo, dijo Vicente, no optó por desaparecer, ni suicidarse «porque es un cobarde», sino por matar a los suyos. «Pensó que ya estaba bien y que acababa con todo para rehacer su vida y seguir con las juergas».

Según Vicente, no era la primera vez, tal como ocurrió la noche del triple crimen, que José María volvía a su casa en busca de dinero. En 2004, en una de sus recaídas, fue a recoger dinero a su casa «eufórico» y su mujer lo retuvo, impidiéndole que siguiera con la juerga en aquella ocasión. Cuando mató a su esposa y a sus dos únicos hijos, según Vicente, el acusado «se deshizo del problema», es decir, de los que le impedían llevar adelante una nueva vida.


Los psiquiatras judiciales niegan el trastorno mental y el brote psicótico

G. Martín – Laverdad.es

28 de febrero de 2008

Los dos médicos forenses especializados en psiquiatría designados por el juzgado instructor del caso fueron ayer categóricos a la hora de afirmar que José María Maciá era totalmente responsables [responsable] de sus actos y consciente de lo que hacía cuando mató a su familia a martillazos. Ambos precisaron que intentaron entrevistar tres veces al acusado, pero que éste se negó siempre por consejos de su abogado. Insistieron en que su diagnóstico no se fundamenta sólo en las palabras, sino también en la forma de comportamiento del acusado en su presencia así como en las declaraciones suyas a las pocas horas del triple parricidio y en las de los testigos que obran en el sumario.

Añadieron que de haber tenido este trastorno se hubiera apreciado en su comportamiento en prisión, así como en los años previos al crimen. Esto no ocurrió. Tampoco estuvieron de acuerdo con la tesis, también avanzado por el forense de la defensa, José Antonio García Andrade, de que el acusado tiene una personalidad límite. También refutaron esta tesis. Según ellos, esta característica implica «un forma de conducta permanente desde el final de la adolescencia, que se mantiene a lo largo de la vida adulta», caso que no se ha dado con José María. Precisaron que «otra cosa es el concepto de rasgo de personalidad, no patológico ante situación de estrés».

Afirmaron también que la lesión diagnosticada en el lóbulo frontal izquierdo de José María mediante una resonancia magnética sin contrataste, realizada a petición del forense de la defensa, no revela más que un pequeño asunto de origen vascular sin ninguna trascendencia. Añadieron que no tiene sentido decir que influyera en su estado mental.

Ambos médicos negaron igualmente la influencia del alcohol y la droga en el comportamiento en el momento de los crímenes. Precisaron que «la embriaguez patológica está siempre y no aparece el día del delito» y que «la psicosis producida por la cocaína es incompatible con su comportamiento». Insistieron en que consumió poca droga para un trastorno psicótico y en que «estuvo consciente, mostró intencionalidad y estuvo dirigido y consciente».

García Andrade, que se encontraba ayer algo indispuesto, negó rotundamente el diagnóstico de sus compañeros. Afirmó que sufrió un cuadro psicótico, evidenciado por el hecho de que no sabe por qué mató y que todos sus actuaciones posteriores, con tintes de normalidad, se debieron a la racionalización de lo ocurrido una vez que se sintió tranquilo en la prisión de Herrera de la Mancha. A la racionalización le ayudó un grupo religioso.


La defensa del parricida de Elche intenta que el juicio se declare nulo

G. Martín – Laverdad.es

29 de febrero de 2008

El juicio por el triple parricidio de Elche quedó ayer por la tarde visto para sentencia a expensas de que el jurado inicie hoy su deliberación y dé a conocer su veredicto a lo largo del día. La jornada de ayer fue la más sobrecogedora de las tres. El visionado de las fotografías tomadas antes del levantamiento de cadáveres y durante la autopsia, así como la proyección del vídeo grabado durante la reconstrucción de los hechos, realizada sólo 24 horas después de los mismos, dejaron sin aliento al público de la sala.

La única persona que estuvo de espalda a la pantalla y no hizo ademán de volverse ni de interesarse por el visionado fue el acusado. Siguió imperturbable, con la mirada al frente. El que no se estuvo quiete [quieto] fue su letrado, Mariano José Trillo Figueroa. Tras la muestra de las fotografías de los cuerpos tendidos en la cama, ya agredidos mortalmente con la maza, una visión que obligó a muchos a bajar la mirada, el letrado de la defensa elevó una protesta a la sala. Dijo: «Nunca había visto este exhibicionismo en un tribunal». Habló de «indecencia» de la prueba solicitada en su momento por el Ministerio Público.

Pidió la nulidad de actuaciones, es decir del juicio a punto de concluir, por una supuesta indefensión de su patrocinado como consecuencia de la proyección de las fotografías y el vídeo.

El fiscal no tardó ni dos minutos en pedir la palabra y explicar que no se había producido tal indefensión porque la prueba del vídeo se solicitó al tribunal, en tiempo y forma. Remarcó que el escrito de calificación provisional ya recogía la solicitud y precisó que la defensa tuvo la posibilidad de pedir la retirada de la prueba mediante el apartado 6-E del artículo 35 de la Ley del Jurado. Éste plantea la impugnación de pruebas y la posibilidad de solicitar otras en un plazo de tres días, en el momento procesal adecuado.

El representanta [representante] del Ministerio Público, visiblemente molesto por la acusación de Trillo, le contestó también que «por supuesto que el vídeo y las diapositivas no son una indecencia». Añadió: «Decir que lo son, no son más que palabras obscenas». Puntualizó que los miembros del jurado, como tal, «son jueces, que no pueden sustraerse a ejercer como tal y a disponer de todos los elementos de juicio». Tanto la acusación particular como la acción popular se adhirieron a la argumentación del fiscal. El presidente de las sala, José de Madaria, informó de la innadmisión a trámite de la petición de nulidad. Puntualizó que tomaba la decisión por dos razones formales y una de fondo. Remitió al letrado de la defensa a plantear un recurso ante el Tribunal Constitucional.

Trillo intentó llegar a la nulidad por otro camino. Pidió a [al] presidente poder ausentarse con su cliente durante la proyección de la reconstrucción de los hechos, a lo que el magistrado respondió con celeridad. Dijo que «de ninguna manera» porque la ausencia del acusado de la sala hubiera dado lugar a una nulidad completa.

Total frialdad

El intento de la defensa de anulación quedó totalmente comprensible cuando se proyectó el vídeo de la reconstrucción de los crímenes, en presencia de la comisión judicial, del fiscal y de un abogado de oficio. El parricida confeso, José María Maciá, aparece mucho más corpulento que ahora, con el pelo corto y la cara afeitada. Su aspecto es impecable pese a haber pasado sólo un día desde que destrozara las cabezas de su mujer y de sus hijos mientras dormían. Su tranquilidad resulta pasmosa.

Al inicio de la reconstrucción, mientras le quitan las esposas, dice con voz normal: «Yo soy una buena persona, pero me vuelvo loco cuando estoy hasta arriba de cocaína y alcohol». Tras hacer esta puntualización informa del trayecto que siguió en la vivienda. «Abrí la puerta y me fui directo al dormitorio. Le dí a la luz del aseo para poder verme en la penumbra del dormitorio. Vi que era la una de la madrugada», relata Maciá en la reconstrucción.

Seguidamente enseña la cómoda del dormitorio, donde su mujer y su hijo mayor dormían en la cama grande y el pequeño en su cuna. Coge dinero para seguir la juerga con sus amigos. Cuenta entonces: «Pensé que le iba a dar un disgusto a mi familia y me cegué. Me acordé de lo que mi mujer me dijo, que le gustaría morir durmiendo y me líe [lié]». Precisa en la cinta que cuando la golpeó en la cabeza «ni se movió». Entonces le dio un martillazo a su hijo mayor. Oyó la respiración de su esposa y decidió rematarla. A continuación hizo lo mismo con el niño mayor. Luego se dirigió a la cuna donde mató a José María, el pequeño de dos años.

Seguidamente se fue a «tomar un trago de whisky al comedor», lavó la maza, en otro cuarto de baño y luego cogió su botella de colonia. En el vídeo precisa que lo hizo «para ir perfumado porque me iba con mis amigos a un puticlub».


El jurado popular declara culpable al parricida de Elche por su «brutalidad» y «frialdad»

Europa Press – Elmundo.es

29 de febrero de 2008

El jurado popular decidió este viernes declarar a José María M.N. culpable por tres delitos de asesinato por los que el fiscal y la acusación particular solicitaron 20 años de prisión por cada uno de los delitos, mientras por su parte, la defensa solicitó la pena mínima.

De esta forma, el jurado popular consideró que José María M.N. «es culpable de haber dado muerte por su propia mano» a su esposa y a sus dos hijos en 2005 en Elche (Alicante) y manifestó que «no es merecedor de ningún tipo de indulto por la brutalidad, la falta de arrepentimiento y la frialdad de los actos» que cometió.

En esta línea, el jurado popular consideró en su veredicto que el acusado «era claramente consciente de lo que hacía y lo hizo voluntariamente aun habiendo consumido alcohol y cocaína», por lo que lo consideran culpable sin atenuantes.

Por su parte, el abogado de la acusación popular que ejerció la Asociación Mujeres Vecinales, Antonio Martínez Camacho, consideró que desde el punto de vista de la Justicia, el veredicto es «acertado» y expresó su deseo de que «no se hubiera tenido que llegar aquí» y así una mujer y sus dos hijos no hubieran muerto como consecuencia «de la actuación de un desalmado».

Por otro lado, José Mariano Trillo-Figueroa, abogado de la defensa, calificó el veredicto de «injusto» y apuntó que en su opinión «hay motivos suficientes» para absolver al acusado. Además, Trillo-Figueroa anunció su intención de recurrir el juicio por «quebrantamiento de las formas procesales».

Además, el abogado de la defensa declaró que recurrirá «a la Cofradía del Cristo del Perdón» para que el acusado «sea puesto en libertad a través de ella». Por último, Trillo-Figueroa destacó que José María M.N. «es un hombre nuevo y con muchas ganas de seguir viviendo».

Tras el veredicto del jurado popular, el juicio contra José María M.N., acusado de asesinar a su mujer y a sus dos hijos en 2005 en Elx, queda visto para sentencia.


El parricida de Elche, condenado a 54 años de cárcel por matar a su mujer y a sus dos hijos

Agencia EFE – Lasprovincias.es

25 de marzo de 2008

La Audiencia de Alicante ha impuesto 54 años de prisión al triple parricida de Elche por matar en 2005 a su esposa y sus dos hijos, de 6 y 2 años, así como al pago de una indemnización de 450.000 euros, según ha informado hoy el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV).

El fallo de la sección séptima de la Audiencia, hecho pública hoy, aplica a José María M.N. la agravante de parentesco para imponerle 18 años de cárcel por cada uno de los asesinatos aunque también establece que el tiempo máximo de privación de libertad será de 25 años.

La sentencia se produce después de que el pasado 29 de febrero un jurado popular declarara al acusado «culpable» por los hechos, ocurridos el 13 de abril de 2005 cuando José María M.N. mató a su esposa y a sus hijos con un martillo tras consumir alcohol y cocaína, unos hechos que conmocionaron a la ciudad de Elche.

Según el fallo, el condenado debe indemnizar con 150.000 euros (más intereses) a los legítimos herederos de su esposa, Teresa Asunción Maciá Torres, y sus hijos Vicente y José María Maciá Maciá, y, al mismo tiempo, se aclara que no tiene derecho a sucederles económicamente «por causa de indignidad».

Además, se le obliga al pago de las costas del procedimiento, incluidas las de la acusación y las de la acción popular, en un fallo ante el cual cabe recurso en un plazo de diez días.

En los hechos probados, se refleja que el condenado salió de su trabajo en una obra del barrio de Villafranqueza, en Alicante, y que a la una de la madrugada se dirigió a su domicilio provisto de una maza que habitualmente usaba para su labor.

Subió hasta casa y fue hasta la habitación de matrimonio donde dormían en la cama su esposa e hijo, Vicente, y el pequeño José María en una cuna y, tras encender la luz del baño contiguo para no despertar a la familia, golpeó con fuerza en la cabeza a los tres, empezando por la mujer y terminando por el bebé.

Lavó la maza en la ducha

El magistrado acredita que, al actuar de esta manera, el condenado impidió «cualquier tipo de defensa» por parte de su familia.

A continuación, lavó la maza en la ducha del cuarto de baño y, al percatarse de que su mono de trabajo no se hallaba excesivamente manchado y que, además, las gotas de sangre se disimulaban por el color de la prenda, se perfumó y salió del domicilio.

La sentencia señala que José María M.N. había ideado causar la muerte de su familia «para no hacerles sufrir por su eventual recaída en el consumo» de drogas, a las que había estado «enganchado» entre 1999 y 2001, ya que en diciembre del último año recibió el alta en la unidad de conductas adictivas de Elche.

Aunque se ha constado que había ingerido algunas bebidas alcohólicas en una cantidad no determinada plenamente y parte de un gramo de cocaína, no consta que tales consumos «afectaran a su capacidad intelectiva o volitiva».

Y luego se fue a un club de alterne

Esto es así porque gran parte de las consumiciones tuvieron lugar antes de terminar su jornada laboral y no le afectaron para «trabajar con posterioridad y conducir normalmente hasta el lugar donde mató a su esposa e hijos».

Tras los crímenes, fue al encuentro de dos compañeros que le esperaban en las proximidades del domicilio, quienes desconocían los hechos, y se trasladaron al club de alterne Liberty.

En cuanto a la tesis de la defensa de que el condenado es un «psicótico», con doble personalidad, la sentencia refleja la oposición de José María M.N. a someterse a un reconocimiento por parte de forenses o psiquiatras designados por el juzgado, así como que tras tres conversaciones con peritos, éstos concluyen que no ha tenido trastornos mentales.

A la hora de imponer la pena de dieciocho años de cárcel por cada uno de los tres asesinatos, el magistrado tiene en cuenta el «nulo sentimiento de arrepentimiento» del acusado, al tiempo que también hace una denegación expresa de su solicitud de indulto.


La Audiencia prorroga la prisión al triple parricida de Elche por 12 años

G. Martín – Laverdad.es

14 de octubre de 2008

El 13 de abril de 2009 se cumplirán cuatro años desde que José María Maciá asesinó a su mujer y sus dos hijos menores a mazazos mientras dormían en el domicilio familiar, en Elche. El pasado 26 de febrero, Maciá fue juzgado en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial y un jurado popular lo encontró culpable de las tres muertes. Un mes más tarde, la sala condenaba al triple parricida a una pena de 54 años de prisión, aunque por ley no podrá cumplir más de 25.

El letrado de la defensa, Mariano José Trillo Figueroa, anunció de inmediato que apelaría el fallo al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJ), como primer paso, y posteriormente al Supremo si se confirma el fallo inicial. El recurso se formalizó ante TSJ, convirtiendo a Maciá en un preso en situación de prisión provisional al no existir una sentencia firme.

Esta situación implicaba que de no prorrogarse la prisión provisional antes del 13 de abril de 2009, fecha en que se cumplen cuatro años de los hechos y de la detención, el triple parricida quedaría en libertad.

Conformidad

Ayer por la mañana, la sala llevó a cabo la vista de prórroga a la que tuvo que asistir el preso. No pudo ser asistido por su letrado. Trillo mandó un fax a la sala días antes en el que comunicaba que se encontraba hospitalizado en Cuba y en el que solicitaba la suspensión de la vista.

El presidente de la sección, José de Madaria, denegó el aplazamiento y pidió la asistencia de un abogado de oficio para José María Maciá. El preso, tras enterarse del porqué de su traslado a Elche, dio su conformidad a la prórroga de prisión, por lo que la letrada de oficio apenas tuvo que intervenir.

Los de la acusación particular y popular, Jaume Sempere y Antonio Martínez Camacho, respectivamente protagonizaron intervenciones más largas después de la del fiscal.

El representante del Ministerio Público pidió a la sala que se prorrogase la prisión por la mitad de la pena efectiva de 25 años, es decir, 12 y 6 meses con el fin que que el condenado no pueda eludir la acción de la Justicia. Los recursos sucesivos hasta el Constitucional e, incluso, el de Estrasburgo, pueden prolongarse por una década.

Sempere se adhirió a la petición fiscal y precisó que debido a su conducta antisocial en la cárcel resulta imprescindible que quede recluido. Martínez Camacho echó mano de la doctrina Parrot y pidió que se prorrogue por 17 años, periodo que coincide con la mitad de la pena impuesta y no de la efectiva por ley.

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