
El Pulpo
- Clasificación: Asesino
- Características: Ajuste de cuentas entre traficantes de droga
- Número de víctimas: 4
- Fecha del crimen: 21 de enero de 1997
- Fecha de detención: 4 de febrero de 1997
- Fecha de nacimiento: 1968
- Perfil de la víctima: Jesús Joaquín Brea Blanco, de 32 años / María Mercedes Castaño de la Fuente, de 29 / Eugenio Riobó Viruel, de 31 / Roberto Iglesias Domínguez, de 30
- Método del crimen: Arma de fuego
- Lugar: Vilaboa, Pontevedra, España
- Estado: Condenado a 125 años de prisión el 25 de mayo de 1999
Índice
- 1 José Manuel Rodríguez Lamas – Capturado tras un tiroteo el principal sospechoso del triple crimen de Vilaboa
- 2 Tres detenidos por el triple asesinato en la localidad pontevedresa de Vilaboa
- 3 La última carrera de «el Pulpo»
- 4 «El Pulpo» revela desde prisión dónde escondió el cuarto cadáver de Vilaboa
- 5 El cuádruple asesino de Vilaboa se beneficia de la doctrina Parot
- 6 Quince años del múltiple crimen de Vilaboa
José Manuel Rodríguez Lamas – Capturado tras un tiroteo el principal sospechoso del triple crimen de Vilaboa
Xosé Hermida – El País
6 de febrero de 1997
«Fue como una película del Oeste» relataban ayer, todavía con el susto en el cuerpo, los vecinos del barrio vigués de Cabral. La policía logró detener allí a última hora del martes, tras un espectacular tiroteo, a José Manuel Rodríguez Lamas, alias El Pulpo, considerado el principal sospechoso del triple asesinato perpetrado el pasado día 21 de enero, con una pistola provista de silenciador, en la localidad pontevedresa de Vilaboa.
La policía sospecha que se trató de un ajuste de cuentas entre pequeños traficantes de droga. Al advertir la presencia de los agentes, El Pulpo, armado con dos pistolas, abrió fuego. Sólo se rindió cuando resultó evidente que se encontraba rodeado y que no tenía posibilidad alguna de escapar.
Rodríguez Lamas, de 28 años, conocido delincuente vigués, fue localizado en un bar a las 22.45 horas del martes. Cuando se percató desde el interior del local de la llegada de los agentes de paisano, salió a la calle esgrimiendo dos pistolas.
Luego se parapetó tras su automóvil y abrió fuego. Los vecinos de la zona asistieron atemorizados a una verdadera escena de película de acción con las balas silbando en todas direcciones. La policía le gritaba: «Quieto, Pulpo, que te matamos». «Pues matadme, que yo no he hecho nada», respondía Rodríguez Lamas. Pero, tras comprobar que no tenía escapatoria, decidió dejar las armas y entregarse.
Un transeúnte estuvo a punto de ser alcanzado por las balas durante la refriega, una de las cuales penetró por la ventana de un domicilio. Según declararon varios testigos, un agente, alcanzado por un proyectil rebotado, tuvo que ser atendido en una clínica de la ciudad, aunque sólo con una erosión leve. Varios vehículos aparcados en la zona resultaron dañados.
Presunto autor material
El Pulpo trabajó durante algún tiempo como taxista y formó parte de una banda de atracadores de Vigo. La Guardia Civil le buscaba desde hace algunos días, tras llegar a la conclusión de que ninguno de los detenidos la semana pasada por el crimen de Vilaboa era el autor material de los disparos que causaron la muerte a tres personas e hirieron a otra de gravedad.
Dos detenidos están aún en prisión; otro quedó ayer, en libertad por orden del juzgado de instrucción número 2 de Cangas do Morrazo, al que tendrá que presentarse periódicamente. El gobernador civil de Pontevedra, Alejandro Millán, insistió ayer en la tesis de que el móvil del crimen fue un ajuste de cuentas por deudas relacionadas con el negocio de la venta de droga. Millán señaló sin embargo que se trata de una venganza puramente individual y no de una guerra entre bandas.
Los investigadores policiales esperan que la detención de El Pulpo permita descubrir el cadáver de Roberto Iglesias Domínguez, de 30 años, que se supone enterrado en algún lugar de la provincia.
El asesinato de Iglesias está conectado, al parecer, al de las tres personas muertas de sendos disparos en la cabeza en un apartamento del hostal La Ría, en la parroquia de Paredes (Vilaboa) el pasado día 21.
Los fallecidos eran una pareja de vendedores de heroína y otro hombre que se encontraba en esos momentos con ellos. El único superviviente, José Alberto Piñeiro Rodríguez, que también recibió un tiro en la cabeza, mejora dentro de su gravedad en el hospital Xeral de Vigo.
Tres detenidos por el triple asesinato en la localidad pontevedresa de Vilaboa
Xosé Hermida – El País
1 de febrero de 1997
La Guardia Civil puso ayer a disposición judicial a tres hombres, cuya identidad no ha sido facilitada, relacionados con el asesinato a sangre fría de tres personas el pasado día 27 en Vilaboa (Pontevedra), en un aparente ajuste de cuentas entre traficantes de droga.
Las fuerzas de seguridad creen que uno de los detenidos puede ser el pistolero que irrumpió en el apartamento de un pequeño hostal de esa localidad y disparó a la cabeza a una pareja de camellos y a otros dos hombres que presumiblemente habían acudido a comprar heroína.
Sólo uno de ellos salvó la vida, aunque continúa en estado muy grave en el hospital Xeral de Vigo. La Guardia Civil teme que haya habido otras víctimas aún sin localizar.
Las investigaciones han estado envueltas en un gran hermetismo, sobre todo después de que el juzgado de instrucción número 2 de Cangas do Morrazo decretase a última hora del jueves el secreto del sumario. El Gobierno Civil de Pontevedra se limitó ayer a confirmar que los detenidos son tres hombres, a los que se supone relacionados con el crimen, aunque sin especificar en qué grado.
Fuentes policiales confirmaron, sin embargo, que existen indicios de que uno de ellos pudo ser el autor material, y de que el otro fuese su cómplice. Los tres son residentes en la provincia de Pontevedra.
Tras descartar otras hipótesis, la Guardia Civil está convencida de que el móvil del crimen fue un ajuste de cuentas por asuntos relacionados con el tráfico de drogas. La pareja que había alquilado el apartamento (Jesús Joaquín Brea Blanco, de 32 años, y María Mercedes Castaño de la Fuente, de 29) vendía heroína.
Tráfico de drogas
Desde el principio, la Guardia Civil ciñó sus pesquisas a los círculos del comercio callejero de estupefacientes. Algunos vecinos de las cercanías del apartamento también facilitaron datos sobre un hombre al que vieron salir a la hora aproximada en que se cometió el crimen.
Las informaciones recogidas hasta el momento hacen temer a los investigadores que los tres fallecidos el pasado lunes no hayan sido las únicas víctimas del ajuste de cuentas, por lo que no se descarta que puedan ser desvelados otros asesinatos cometidos en lugares distintos.
El pistolero, pertrechado con un revólver y un silenciador, irrumpió a última hora del lunes en un apartamento del hostal La Ría, en la parroquia de Paredes del mencionado municipio de Vilaboa, donde se habían instalado hacía unos cinco meses Mercedes Castaño y su compañero Jesús Brea. En la sangrienta acción también fue asesinado Eugenio Riobó Viruel, de 31 años, mientras que José Alberto Piñeiro Rodríguez, de 26, continúa hospitalizado con una herida de bala en la cabeza.
La Guardia Civil volvió a inspeccionar el lugar de los hechos ayer por la mañana. Los detenidos pasaron a disposición judicial a primera hora de la tarde. Lo que no se ha aclarado por el momento es cómo lo que aparenta ser una venganza entre pequeños traficantes alcanzó semejante grado de violencia que no se había producido nunca, ni siquiera en las disputas entre los capos de la ría de Arousa.
La última carrera de «el Pulpo»
Primitivo Carbajo / Xosé Hermida – El País
9 de febrero de 1997
José Manuel Rodríguez Lamas, el Pulpo, estaba esperando ese momento desde tiempo atrás. «¡Matadme, matadme!», gritaba a los policías sin dejar de disparar sus dos pistolas. Estaba rodeado. De hecho, un agente le tuvo a tiro y a duras penas contuvo sus impulsos de apretar el gatillo.
El Pulpo, según las acusaciones, había matado días antes, con frialdad, a cuatro de sus coleguis. Otro sobrevive pese a que la bala le atravesó el cráneo. Era el fin de un historial delictivo apabullante. Y, sin embargo, Rodríguez Lamas, que ejercía de atracador al tiempo que de taxista, no parecía un mal tipo: familiares y compañeros de parada así lo atestiguan.
En su biografía no hay padres borrachos, malos tratos infantiles ni un entorno miserable. Hijo único, no había nada que potenciara sus aficiones criminales. El alias se lo ganó en el patio del colegio por su destreza al mover los brazos cuando se enzarzaba en peleas.
Su familia, inmigrante de una aldea próxima a Vigo, tuvo que trabajar con dureza cuando él era niño, pero pudo recoger los frutos de ese esfuerzo inicial y ha vivido sin agobios. Salvo por el chico, cuyos malos pasos no se explicaban ni había manera de enderezar. Ahora, tras la matanza de Vilaboa (Pontevedra), el 21 de enero, y el trepidante tiroteo del pasado martes, se ahoga en desolación.
El Pulpo le daba a todo. Se había hecho un asiduo de la comisaría, un cliente en la jerga policial. Por atracos a mano armada y trapicheos. «Apenas hay delito por el que no le hayamos detenido», dice un policía. Decenas de veces.
Su mayor cualificación, no obstante, era la de robar coches para utilizarlos en atracos, todo a punta de pistola. En numerosas ocasiones su nombre ha saltado a las páginas de sucesos locales por esa actividad. Tampoco le hacía ascos a ninguna droga y se enganchó a la heroína.
Su padre intentó rescatarle por milésima vez cuando cumplió su última condena. Pagó más de 10 millones de pesetas por una licencia de taxi que le permitiera una ocupación decente.
Jose, como se le llama en familia, se había enamorado de una chica que conoció en la aldea durante los veranos, cuando ella venía de vacaciones con sus padres, emigrantes en América. Ella sabía de sus problemas, confiaba en su recuperación y aceptó quedarse en España para iniciar juntos su vida en Vigo. Hace seis meses se casaron y él accedió a someterse a un tratamiento de desintoxicación.
Rodríguez Lamas, que este año cumplirá los 30, parecía estar en el camino de su redención. Los taxistas vigueses, aun conociendo su turbio pasado, le recuerdan como una persona de trato afable.
Cada día, su esposa le preparaba la dosis de naltrasona, antagonista de la heroína que le mataba las tentaciones del pico. Pero este fármaco no surte efecto con la cocaína, que consumía a puñados.
El taxi le facilitaba una estupenda tapadera para pasar los días en la calle. En casa, Jose era un marido cariñoso. Para sus colegas, nunca había dejado de ser el Pulpo. Roberto Iglesias era uno de los más próximos. Un día, delante de los demás, le recibió a punta de pistola para arrancarle 90.000 pesetas. Para Rodríguez Lamas fue, sobre todo, una humillación que allí mismo amenazó saldar a muerte al siguiente encuentro.
El sumario ha sido declarado secreto, pero la matanza del hostal La Ría parece haber tenido como detonante el asesinato previo de Iglesias, cuyo cadáver no se ha localizado. El Pulpo no quería dejar testigos y por eso buscó a los otros: una pareja de camellos y dos de sus clientes, que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.
Después de esa carnicería, Rodríguez Lamas debió de considerar culminada su vocación de dillinger. Era una bomba andante. Avisó a su mujer de que no podía volver por casa porque estaba «metido en problemas».
La policía temía no neutralizarle antes de que las máscaras del carnaval invadieran las calles. La cúpula aprobó el lunes la operación de caza y captura. La emboscada debía realizarse en un momento y lugar poco concurridos para evitar una masacre.
El martes, hacia las 22.30, fue advertida su presencia en el barrio de Cabral. Una decena de agentes, de paisano, cercó sigilosamente el callejón en que había aparcado su coche. El momento había llegado en el escenario potencialmente menos peligroso. «¡Alto, policía!», cantó uno de los agentes. El Pulpo tuvo la reacción prevista. Introdujo ambas manos bajo la cazadora, las sacó esgrimiendo sendas pistolas y empezó a disparar tras parapetarse en el automóvil.
Fueron tres minutos de vértigo y confusión. Los agentes resistieron su primera acometida. El Pulpo se percató de que estaba rodeado y, retando a que lo mataran, comenzó a tirar al tuntún: una bala entró por una ventana, otra rebotó en la pared e hirió en el glúteo a un funcionario, los clientes de los bares se echaron cuerpo a tierra… Pero, finalmente, tuvo que rendirse a la evidencia.
«El Pulpo» revela desde prisión dónde escondió el cuarto cadáver de Vilaboa
C. Punzón / Á. Penas – La Voz de Galicia
11 de febrero de 2005
«¿Dónde está el cadáver de Roberto Iglesias?». Ésta es la pregunta que, desde el 4 de febrero de 1997, le ha venido haciendo la policía nacional al extaxista vigués José Manuel Rodríguez Lamas, alias El Pulpo, autor del cuádruple asesinato cometido en el hostal La Ría de Vilaboa, y del que pudo escapar herida una quinta víctima.
Ni su detención, ni las pruebas que le incriminaron, ni la condena de 125 años de cárcel que le fue impuesta -por el asesinato de las tres personas halladas en el establecimiento y el de la cuarta de la que sólo quedó su rastro mortal de sangre- hicieron que El Pulpo reconociese su autoría y, mucho menos, confesase el lugar dónde estaba el cuerpo de Iglesias. Ambos habían mantenido en el mismo hostal una discusión por dinero que desencadenó el crimen perpetrado los 26 y 27 de enero de 1997.
Pero hace poco más de una semana todo cambió. El Pulpo hizo unas llamadas al exterior desde la cárcel para anunciar a alguien que por fin, después de tantas negativas, iba a «cantar». Y así lo hizo. Hace once días Rodríguez pidió hablar con agentes de la policía, y éstos, atónitos, tomaron nota de todos los detalles que el condenado les proporcionó para encontrar el cadáver de la persona que él había asegurado que nunca había matado, y cuyo asesinato desencadenó la muerte de tres de los cuatro testigos para eliminar pistas.
En busca del pacto
Relató así a los agentes los detalles que recordaba del paraje en el que había ocultado el cuerpo del desaparecido Roberto Iglesias, del que no pocos personajes del mundo delictivo llegaron a asegurar que seguía vivo.
Las pesquisas de la policía de Vigo a lo largo de varias parroquias de Ponteareas dieron ayer sus frutos al localizar el pozo abandonado al que había hecho mención El Pulpo en su repentina y tardía confesión. Una vez que se compruebe la coincidencia del ADN de los huesos hallados en el interior del pozo con el del desaparecido hace ocho años se habrá cerrado por fin un caso que, al margen del cuádruple asesinato, conllevó la extraña muerte en la cárcel de uno de los encausados como supuesto encubridor y la casi total ceguera de la única víctima tiroteada que pudo salvar la vida, además del disparo recibido por un policía vigués cuando el ya conocido delincuente fue detenido de los hechos una semana después en una persecución por Cabral.
Fuentes policiales mantienen que El Pulpo trata ahora de conseguir una reducción de la condena al desvelar el lugar donde escondió el cadáver ahora encontrado, aunque otras fuentes se inclinan por señalar que a «Rodríguez Lamas no le guían las razones, y que ahora le dio por ahí».
El cuádruple asesino de Vilaboa se beneficia de la doctrina Parot
López Penide – La Voz de Galicia
31 de mayo de 2011
El Supremo ha atendido parcialmente la petición de José Manuel Rodríguez Lamas, El Pulpo, al acceder a aplicarle la denominada doctrina Parot. De este modo, el autor de los cuatro asesinatos que convulsionaron Vilaboa en el invierno de 1997 ha visto como una posterior condena de tres años y tres meses por las lesiones que causó a un policía en el momento de su arresto se acumularán a los 125 años que le cayeron por el macabro crimen del hostal La Ría.
A la postre, esto supondrá que El Pulpo no tendrá que responder por esta segunda condena más allá del «tope máximo global de cumplimiento de veinticinco años de prisión» que ya conllevaba la sentencia por los los cuatro asesinatos.
Pese a esta circunstancia, lo cierto es que Rodríguez Lamas, en principio, no abandonará su celda en el 2022, año en el que se cumplen los veinticinco años que como máximo prevé el Código Penal. Y es que una vez alcance este límite legal, comenzará a contabilizarse una tercera sentencia que tiene pendiente de dos años de prisión, con lo que, previsiblemente, El Pulpo no volverá a pisar la calle hasta el 2024.
Los magistrados del Supremo entienden que este fallo judicial de uno de los juzgados de lo Penal de Oviedo no puede acumularse a la sentencia de los crímenes de Vilaboa. El argumento del Supremo para sostener esta tesis es que esta resolución se refiere a un delito de lesiones que tuvo lugar el 11 de noviembre del 2002, cuando el encausado ya llevaba un lustro en prisión, y, por lo tanto, no podría haber sido enjuiciado en el mismo procedimiento.
De este modo, el alto tribunal considera que existió conexidad entre los asesinatos ocurridos en Vilaboa y las lesiones que sufrió el agente nacional en el transcurso de la detención del sospechoso, «ya que se refiere a hechos cometidos el 4 de febrero de 1997, anteriores en consecuencia a la sentencia que sirve de referencia, de 25 de mayo de 1999, por lo que estos sí que pudieron ser enjuiciados conjuntamente en esta».
Un criterio muy generoso
En su resolución, el Supremo reconoce que la aplicación de esta doctrina a casos como el presente es un hecho «incuestionablemente generoso». La intención última no es otra que la de «posibilitar eficazmente el sentido reeducador y reinsertador de la sanción penal al que, de modo concreto para la pena privativa de libertad, se refiere el artículo 25.2 de nuestra Constitución, dentro de un marco de inspiración humanitaria del sistema penal».
Los límites máximos de estancia en prisión, de veinte a veinticinco años según el caso, son considerados un «período suficiente para alcanzar el referido objetivo resocializador que, de otra forma, podría verse frustrado al carecer de sentido y estímulo para el propio penado en el caso de que su sometimiento al cumplimiento de las sanciones impuestas no tuviere fin o fuere este tan dilatado en el tiempo que hiciera inútil, de hecho, tal finalidad».
En todo caso, cuando Rodríguez Lamas abandone en el 2024 la prisión, rondará, por arriba o por abajo, los 57 años.
Quince años del múltiple crimen de Vilaboa
Farodevigo.es
5 de febrero de 2012
«El Pulpo» mató a tres personas en Vilaboa, y ocho años después indicó el paradero de otra víctima.
Estos días se cumplen los trágicos aniversarios de dos crímenes múltiples que conmocionaron a esta comarca. Esta semana se cumplen 15 años del crimen de Vilaboa que tuvo como protagonista a José Manuel Rodríguez Lamas, alias «El Pulpo» que mató a tiros a tres personas en un hostal en un ajuste de cuentas por drogas. Tras su captura, el 4 de febrero de 1997, se supo que un día antes había matado a una cuarta cuyo paradero descubrió 8 años más tarde.
La pasada medianoche hizo 15 años de la detención del vigués José Manuel Rodríguez Lamas, conocido como «El Pulpo» quien el 27 de enero de 1997 en un hostal de Paredes, Vilaboa, dio muerte a tiros a tres jóvenes en un ajuste de cuentas por drogas. Otra persona más resultó herida grave en un disparo en el cráneo y días después se supo que había una cuarta persona que también fue asesinada por este individuo.
«El Pulpo», que fue condenado por estos asesinatos a 125 años de cárcel y sigue en prisión, reveló en 2005 dónde había tirado el cuerpo de Roberto Iglesias, su cuarta víctima mortal. Condujo a la policía hasta un pozo de Ponteareas en el que se encontraron restos óseos.
El apartamento número 21 del hostal «La Ría» fue el escenario de aquel cuádruple crimen de Paredes, donde perdieron la vida sus dos inquilinos, Jesús Joaquín Brea Blanco y María de las Mercedes Castaño y dos jóvenes toxicómanos, Roberto Iglesias y Eugenio Riobóo [Riobó] Viruel. Además, resultó gravemente herido un quinto joven, José Alberto Piñeiro Rodríguez. Nadie escuchó nada porque usó un silenciador impactando las balas en la cabeza de sus víctimas.
La matanza comenzó a fraguarse el domingo 26 de enero de 1997, cuando Rodríguez Lamas decidió esperar a Iglesias en el apartamento de Merchy y Suso, como se les conocía en el mundo del trapicheo de drogas.
Allí estaban a las tres de la tarde cuando por la ventana entró la primera víctima, Roberto Iglesias, a quien disparó un tiro que erró con una Astra-100 de 9 milímetros. Este joven iba acompañado por José Manuel Pazos Torres. Todos permanecieron unas tres horas en el apartamento. A la casa había llegado antes el fallecido Carlos Ramos Prada para evitar el cuerpo a cuerpo entre «El Pulpo» y Roberto. Su intervención no evitó que el asesino efectuase dos disparos sobre éste último.
«El Pulpo», para involucrar a los demás, obligó a Jesús Brea y a Pazos Torres a infligir sendas puñaladas en el cadáver. Allí estaba también Marcial Magdalena que intervino al «embalar» el cuerpo y hacerlo desaparecer.
Cometido este crimen se desencadena una sucesión de nervios entre todos los implicados. «El Pulpo» decide al día siguiente acabar con los testigos en el hostal La Ría. Magdalena se salvó gracias a que tomó la decisión de ocultarse en un armario.
En la medianoche del 4 de febrero era detenido José Manuel Rodríguez Lamas en la zona viguesa de Cabral después de un tiroteo y en la refriega resultó herido un agente. «Matarme, matarme», gritaba una y otra vez «El Pulpo» tras agotar la munición de las dos pistolas con las que hizo frente aquella noche a los policías que le detuvieron.
Lamas tenía por aquel entonces un amplio historial delictivo que incluye acusaciones de homicidio frustrado, atraco con rehenes y robo de vehículos. Era hijo único de una familia viguesa trabajadora y acomodada económicamente. Sus padres siempre trataron de que pudiera rehacer su vida y pusieron a su alcance todos los medios, pero él eligió el camino de la delincuencia. Hoy sigue en prisión, de la que saldrá en 2024.