José Francisco Planells

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José Francisco Planells

El triple crimen de Castellar

  • Clasificación: Asesino
  • Características: Motivo desconocido - Drogas
  • Número de víctimas: 3
  • Fecha del crimen: 28 de octubre de 2011
  • Fecha de detención: Mismo día
  • Fecha de nacimiento: 1978
  • Perfil de la víctima: José Ramón Julián / Héctor Julián, de 13 / Carmen Domingo, de 77
  • Método del crimen: Arma blanca
  • Lugar: Castellar-Oliveral, Valencia, España
  • Estado: Condenado a 69 años de prisión el 30 de julio de 2013
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Un homicida enajenado o drogado

Miguel Olivares – El País

30 de octubre de 2011

El hombre de 33 años que mató el viernes a tres vecinos de su domicilio en Castellar-Oliveral, una pedanía de Valencia, se ha declarado culpable de los hechos ante la Guardia Civil y fue reconocido por un testigo de la agresión, según confirmaron ayer fuentes de la Delegación de Gobierno en Valencia.

Lo que sigue siendo un absoluto misterio son las razones que le llevaron a atacar con un cuchillo a los vecinos de su domicilio, que habitualmente cuidan a su hija de ocho meses, y a todos aquellos que le franquearon la puerta hacia las nueve de la noche.

Fuentes de la investigación solo barajan como causas de la agresión una enajenación mental transitoria -«un arrebato», en palabras de varios vecinos de Castellar-Oliveral- o la ingesta masiva de algún tipo de drogas o alcohol o una peligrosa combinación de ambas.

José Planells mató a su vecino de planta, un hombre de mediana edad y a su hijo, de apenas 13 años, e hirió gravemente a la esposa y madre de los fallecidos, de 48 años. La mujer sigue ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital La Fe de Valencia, donde se debate entre la vida y la muerte. Otro hijo del matrimonio, de 19 años, escapó a la agresión porque no se encontraba en casa.

Planells también mató a puñaladas a otra vecina, de 80 años, cuando le abrió la puerta. Un quinto agredido, de 44 años, permanece ingresado en el Hospital General de Valencia en estado grave con heridas en la cabeza y la espalda. Al parecer, el agresor no pudo extraer el arma homicida de su última víctima y bajó a la calle, con las ropas y las manos ensangrentadas.

Fue interceptado por un policía local, fuera de servicio, que fue alertado por los gritos de los vecinos del edificio de la calle Poetisa Leonor Perales. El agresor se miraba sorprendido por su propio estado, según algunos viandantes.

Otro vecino del mismo edificio, relató a la agencia Efe que llamó a la policía minutos después de las nueve alertando de que «estaban matando a alguien» porque «se oían fuertes golpes y gritos en la escalera». El mismo vecino explicó que no abrió la puerta de su vivienda porque estaba acompañado de su hija pequeña.

Efectivos de la Guardia Civil llegaron en unos minutos al lugar de los hechos, muy próximo al puesto de la vecina localidad de Alfafar, y detuvieron al agresor, quien no opuso resistencia.

Los tres cadáveres fueron trasladados cerca de la medianoche al Instituto de Medicina Legal para practicarles la autopsia.

José Planells es vecino de Castellar-Oliveral desde hace años, está casado y tiene una hija de apenas ocho meses. No tiene ningún antecedente. Poco antes de agredir a sus vecinos llegó a su casa, en un edificio de tres plantas, con su hija y las bolsas de la compra, según confirmaron varios vecinos.

En el bajo del edificio colindante hay un casal fallero donde cenaban un nutrido grupo de socios. Algunos de los presentes vieron pasar a José minutos antes de los hechos pero nadie detectó nada extraño.

La esposa del triple homicida, empleada de una gran superficie, llegó a casa hacia las diez de la noche y tropezó con la trágica situación. Su marido había sido detenido y trasladado a las dependencias de la Guardia Civil en Alfafar.

«Ese chico no estaba loco»

El comentario de una joven madre residente en Castellar-Oliveral, una pedanía de Valencia con 7.000 habitantes, ilustra la consternación y el asombro con que los vecinos de la localidad recibieron la noticia del triple crimen registrado la noche del viernes.

A media mañana, después de una fuerte lluvia, se formaron corrillos espontáneos en las esquinas próximas al edificio de la calle de la Poetisa Leonor Perales donde José Planells, de 33 años, mató a tres vecinos.

«Era un chico normal, trabajó durante una época como chófer en la funeraria del pueblo, aquí al lado», comentó un hombre de edad. «Sí, pero lo dejó hace unos años porque no le gustaba el horario, tenía que trabajar fines de semana o, a veces, de madrugada. Entonces se colocó en una fábrica y solía comentar que estaba muy contento, que debía haber cambiado antes de empleo», terció otro más joven.

Ninguno se explicaba los motivos de la agresión. Uno de ellos le vio con su hija el viernes por la tarde. «Habrá sido un arrebato, pero no sabemos nada, la policía aclarará lo que ha pasado».

Un vecino recuerda a la mujer de 80 años que fue víctima de la agresión, «sí, la llamaban La Pimentonera». Un joven apunta que su amigo, de 19 años, «se ha quedado solo». José Planells mató a su padre, a su hermano de 13 años y dejó muy mal herida a su madre.

Alberto Fabra, presidente de la Generalitat, expresó su «solidaridad y apoyo» a los familiares de las víctimas «que ayer perdieron a sus hijos o a sus maridos en el triste suceso».

Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, se desplazó a Castellar por la mañana para «compartir con los vecinos la conmoción que les embarga por las circunstancias de este terrible suceso que ha ocurrido en un lugar tranquilo de nuestra huerta, donde todo el mundo se conoce». Barberá calificó el crimen como «algo absolutamente inexplicable».

El Ayuntamiento de Valencia declaró la jornada de ayer día de luto y las banderas del edificio del Consistorio ondearon a media asta en señal de duelo.


El asesino de Castellar consumió cocaína y asestó 20 puñaladas a las víctimas

J. A. Marrahí, B. Lledó, J. Martínez, T. Blasco y C. Fernández – Lasprovincias.es

30 de octubre de 2011

Increíble y brutal. Un hombre normal y educado. Un padre feliz con su primera hija. Ningún antecedente judicial. Nada violento en su pasado. Ningún trauma infantil. Sin problema psicológico conocido. Sólo una cosa podía explicar semejante matanza: la cocaína. Según las investigaciones, José Francisco Planells, el asesino de Castellar, había consumido una importante cantidad de estupefaciente antes del torbellino de locura que acabó con tres muertos y dos heridos. Entre todos ellos sufrieron una veintena de puñaladas.

Cuando los primeros agentes llegaron a la escena del crimen José Francisco «El Parreta» aún estaba aturdido y murmuraba palabras incoherentes. Tras ser detenido e informado de sus derechos, el homicida adujo que había consumido una gran cantidad de esta droga, según informaron fuentes jurídicas.

El análisis de sangre ordenado por el juez y las investigaciones del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil determinarán si el hombre de 33 años era consumidor habitual. Ayer, en Castellar, ni sus vecinos ni sus conocidos lo definieron como toxicómano aunque una vecina aseguró que últimamente «se frotaba demasiado la nariz».

A través de los testigos y numerosas fuentes policiales, Las Provincias ha reconstruido las horas previas a la matanza. Sobre las 20 horas José Francisco estuvo en un bar, a sólo una manzana de su casa en compañía de su hija de 7 meses. La mujer del homicida se hallaba trabajando en un centro comercial. En el local, el Bar Tropical, «tomó un café», como certificaron algunos testigos.

Media hora después entró en otra cafetería, L’Horta, donde según los responsables «no estaba con la niña». Allí tomó un quinto de cerveza, pagó y se fue. Casi a la misma hora se le vio en el bar La Lluna, donde pidió cambio para tabaco, compró una cajetilla y con el dinero sobrante jugó un rato a la máquina tragaperras.

«Me subo ya con la niña»

Después fue a su casa, en la calle Poetisa Leonor Perales. Rutina de viernes. De camino se topó con unas vecinas. «Hola, ¿qué tal?». Normalidad y cordialidad. La habitual en él. «Me subo ya a casa con la niña». Poco antes de las nueve, entró en la finca y dejó a su bebé a unos vecinos de confianza de su mismo piso. Punto final a 33 años de vida normal. Desapareció el José Francisco que todos conocían y emergió una bestia.

Su siguiente paso fue armarse con un cuchillo de cocina. El torbellino de locura había comenzado. Sin razón, sin discusión, desató su furia con los que tenía más cerca: sus vecinos del segundo piso. Primero fue el pequeño Héctor, de 13 años. Nada más abrir la puerta recibió entre tres y cuatro cuchilladas en el costado.

Los gritos del menor alertaron a sus padres, José Ramón Julián y María Dolores Vila. El homicida se ensañó con el hombre. El filo se clavó unas diez veces por todo su cuerpo. Su esposa también sufrió graves lesiones en el tórax y el abdomen. Según algunas fuentes, un vecino metió a rastras a la mujer herida dentro de su casa y cerró la puerta para protegerse. El asesino, cuchillo en mano, trató de abrirla a golpes, pero no lo logró.

En medio de la confusión y el griterío, Carmen Domingo, una mujer de 78 años, salió a ver qué ocurría. Fue la tercera víctima mortal. El asesino la acuchilló en el pecho.

En ese momento algunos vecinos estaban ausentes y otros, sencillamente, «no nos atrevíamos a salir de puro miedo». La violencia no cesó. Vicente S. C., un vecino del cuarto piso, bajó al segundo y se enfrentó con el homicida. Acabó con cuchilladas en la espalda.

Angustiado, el vecino se dirigió a una ventana y comenzó a pedir auxilio hacia la calle. Sus gritos llegaron a oídos de Pedro, un Policía Local de Valencia del grupo GOES que en ese momento estaba fuera de servicio. Acababa de impartir un curso de tácticas policiales y su intervención fue decisiva.

El agente corrió hacia el patio. Iba vestido con pantalón de campaña y una camiseta con una inscripción policial. Cuando llegó al patio supo que nada bueno le esperaba escaleras arriba, pues se tropezó con una vecina que gritaba: «¡Hay muertos, hay muchos muertos!». Vicente seguía gritando en un balcón, presa del pánico.

Ya en el rellano, Pedro se encontró con los cuerpos sin vida. José Ramón y su hijo yacían ensangrentados en el umbral de la puerta de su casa. A pocos metros, junto a la escalera, estaba el cadáver de la mujer mayor. Casi sin tiempo de inspeccionar lo ocurrido, Pedro vio de reojo al asesino acercarse hacia él. Sostenía un mango de plástico. Al cuchillo le faltaba el filo, que se quebró por la violencia con la que atacó a las víctimas.

«¡Al suelo, arrodíllate!»

«¡Policía. Tírate al suelo. Arrodíllate!», bramó con toda la contundencia que le fue posible. José Francisco, delgado, de 1,70 y fibroso, no opuso resistencia. El asesino se apocó. «Yo no he sido», se defendió. Estaba completamente enajenado, pero las manchas de sangre le delataban. Se arrodilló y Pedro lo inmovilizó mientras pedía ayuda a sus compañeros.

En pocos minutos, la calle se convirtió en un hervidero de ambulancias y patrullas de la Policía Local y la Guardia Civil. Un vecino vio salir al homicida. «Iba esposado y muy sudado, a torso desnudo, sujetando la camisa ensangrentada con sus manos». Sorprendido, le preguntó: «Quico, ¿qué ha pasado?». El asesino de Castellar respondió: «Me acusan de haber matado a una abuela pero cuando he llegado ya estaba muerta. Yo no he hecho nada».

José Francisco Pérez, otro de los vecinos, permaneció en su casa junto a su hija de 11 años. Quedó aterrorizado por los gritos y no se atrevió a salir. «Llamé a la policía y me dijeron que si me podía asomar a ver qué pasaba. Respondí que no. Estaba con una niña y aquello parecía el asalto de una banda armada», recuerda con espanto.

La noticia de la matanza corrió como la pólvora y en pocos minutos llegó a Salvador y Consuelo, los padres de José Francisco. Viven a sólo una manzana. Su madre, aterrorizada, salió con pijama hacia el lugar mientras gritaba: «Ay, que no le haya pasado nada a mi nieta». Ahora, según los vecinos, «planean cambiarse de domicilio» para dejar atrás tanto dolor.

Perfil del homicida

¿Quién es José Francisco Planells? El hombre capaz de matar sin motivo a tres personas de la mañana a la noche era, hasta ayer, la viva imagen de la normalidad y la cordialidad. Tiene un hermano mayor y una hermana y sus padres le dieron una buena educación y una infancia feliz. Como casi todos los niños de Castellar, estudió en el antiguo colegio Pintor Vicente López.

Ya de joven, José Francisco optó por la Formación Profesional y cursó estudios de Automoción en la Escuela de Artesanos. «No la acabó por pocas asignaturas», confirman sus conocidos. A esa etapa le siguió el servicio militar en Canarias.

Todo el pueblo conoce su siguiente trabajo: funerario en la empresa familiar de la pedanía, la misma que ahora prepara los funerales de las víctimas. «Allí hizo de todo, desde conductor, maquillador de difuntos, atención a los familiares…», enumeran sus amigos.

Es en este empleo donde aparece una pequeña mancha en una vida marcada por la normalidad. «Fue por una disputa relacionada con un talón», explican algunos vecinos. Otros aseguran que «llegó a robar algo de dinero y el asunto acabó en los juzgados». Este enfrentamiento laboral acabó con el final de su etapa como funerario. «Fue despedido», recuerda un comerciante de la pedanía valenciana.

Para entonces José Francisco ya salía con Ana, la mujer que luego se convirtió en su esposa. Tras un noviazgo de unos siete años se casaron a mediados de la década. La pareja contrajo matrimonio en la iglesia de l’Oliveral y hace siete meses vino al mundo su pequeña hija. «Fue una verdadera alegría para él. Lo veía feliz, siempre paseando con su mujer y la niña», resalta otro de sus conocidos.

«El Parreta» trabajaba actualmente en una fábrica de cintas aislantes de Paterna y su esposa estaba empleada en unos grandes almacenes. En cuanto al trato con los vecinos, el «respeto y la cordialidad» son las virtudes más destacadas entre los residentes. «Mientras otros te giran la cara, él siempre estaba ahí para saludar o gastar alguna broma que arrancaba tu sonrisa», describen en la finca.

Fumador y deportista

Sus aficiones eran las de cualquier otro. «El fútbol, dar paseos en bicicleta con la peña ciclista de la falla de su calle o tomar alguna copa en las reuniones con los amigos». José Francisco fumaba tabaco. Malboro era su marca. «Pero yo jamás le he visto hacerse ni un porro», enfatiza otro de sus conocidos. Su relación con la cocaína o bien era reciente o la llevaba con total secretismo, pues nadie habla de él como un adicto.

Como pequeños defectos, algunos destacan que su carácter «podía ser un poco fuerte en algún momento, pero sin ir más allá». El triple asesino era, además, una persona «meticulosa y bastante ordenada». Su perfil no está en redes sociales y es que «lo de la tecnología y los ordenadores no le iba demasiado». Él prefería el deporte, su familia, sus amigos y los tebeos.

El juzgado de instrucción numero 20 de Valencia es ahora el encargado de investigar hasta qué punto estaba mermada su voluntad cuando mató a las víctimas. Expertos forenses analizarán detalladamente su estado mental y valorarán, entre otros aspectos, si las dosis de cocaína que consumió eran suficientes para nublar su mente hasta tal punto. Un indicio de que el salvaje crimen no parece planeada es que José Francisco había quedado con colegas para almorzar a las 10 de la mañana de ayer. «No me lo puedo creer. Es algo terrible e inexplicable», valoraba un amigo que iba a acudir a esta cita.

Los vecinos de la pedanía guardaron un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas. Las banderas del Ayuntamiento de Valencia ondearon ayer a media asta. En Castellar, hasta el cielo se puso a llorar. Los vecinos, resguardados de la lluvia en bares y hornos, se hacían la misma pregunta que todos: «¿Por qué?» Los más jóvenes, en redes sociales, extendían una imagen. Un crespón y un mensaje. «Castellar está de luto. Fuerza a la familia».


Prisión sin fianza para el detenido por el triple crimen de Castellar

El País

31 de octubre de 2011

El titular del Juzgado de Instrucción número 20 de Valencia ha decretado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del detenido por el triple crimen ocurrido el pasado viernes en la pedanía valenciana de Castellar-Oliveral, según informa el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.

El juez ha abierto contra José Planells una causa por tres delitos de asesinato y dos en grado de tentativa. Ahora será el centro penitenciario el que determinará el ingreso del detenido en un módulo ordinario o psiquiátrico, han detallado las mismas fuentes. El detenido ha declarado durante media hora en el juzgado.

El triple crimen tuvo lugar en torno a las 21.00 horas del viernes, cuando el detenido, de 33 años de edad y residente en la misma pedanía de Castellar-Oliveral, fue llamando a la puerta de sus vecinos y apuñalando con un cuchillo a quienes le abrían. Así perdieron la vida un menor de 13 años; su padre, de 50 años; y otra vecina de 80 años de edad. Otros dos vecinos resultaron heridos: la madre y esposa del menor y el padre fallecidos, que se encuentra muy grave, y otro vecino, de 44 años, que trató de reducir al agresor y sufrió heridas en la espalda y la cabeza.

Por otro lado, la Concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valencia ofrecerá más servicios de asistencia social a los familiares y vecinos del triple asesinato, según ha manifestado hoy la alcaldesa, Rita Barberá.


Los forenses no aprecian trastornos mentales graves en el asesino de Castellar

Javier Martínez – Lasprovincias.es

21 de diciembre de 2011

Dos prestigiosos forenses y el subdirector médico del centro penitenciario de Picassent coinciden al aseverar que no aprecian ningún trastorno mental grave en Francisco Planells, el hombre que mató a cuchilladas a tres de sus vecinos en la pedanía valenciana de Castellar. Los informes preliminares de los peritos aparecen en el sumario del triple crimen tras dos diligencias realizadas en diferentes momentos.

El primer reconocimiento está firmado por Juan Giner y Santiago Rincón, el subdirector del Instituto de Medicina Legal de Valencia y el jefe de servicio de la Clínica Médico Forense, respectivamente, con fecha 31 de octubre, tres días después de la matanza. Los forenses constataron que el asesino estaba orientado en espacio y tiempo y que su inteligencia y voluntad se encontraban dentro de los límites de la normalidad. El imputado estaba en condiciones de declarar ante el juez.

Tras escuchar su relato de los hechos y confesión durante cerca de media hora, el magistrado Juan Luis Beneyto decretó prisión provisional, comunicada y sin fianza para Planells. También ordenó una serie de pruebas para determinar su estado mental en el momento de los acuchillamientos. Otra de las incógnitas que espera despejar el juez con las nuevos informes es la frecuencia del consumo de sustancias estupefacientes por parte del imputado.

¿Esnifaba cocaína de forma habitual o era un consumidor esporádico? La respuesta a esta pregunta, los exámenes psiquiátricos y la pureza de la droga podrían descartar la psicosis tóxica que algunos expertos creen que sufrió Planells. Las alteraciones de la percepción de tipo paranoide explicarían también la ausencia de un móvil en el triple crimen.

El asesino confeso de Castellar afirmó en su primera declaración ante la Guardia Civil que había consumido un gramo de cocaína y un quinto de cerveza. Su abogado de oficio estaba presente. Horas después, Planells manifestó ante el juez que había tomado siete u ocho cervezas (botellines) tras ser asistido por otro letrado.

Durante su estancia en el centro penitenciario de Picassent, el imputado ha sido sometido a varias pruebas psiquiátricas que descartan una patología aguda. Según ha podido saber Las Provincias, las conclusiones de un segundo informe resuelven en el mismo sentido que lo hicieron los forenses del Instituto de Medicina Legal de Valencia. El preso no sufre trastornos mentales graves.

El examen, que está firmado por el subdirector médico de la cárcel, se encuentra ya en manos del juez. Los familiares y la esposa de Planells tampoco detectaron ningún comportamiento extraño del hombre de 33 años, excepto su adicción patológica a las máquinas tragaperras.

Ana G., la mujer del asesino, incluso declaró ante el juez que nuncia [nunca] había visto tomar cocaína a su marido en los 16 años de matrimonio y noviazgo que llevaban juntos. También manifestó que la relación conyugal era buena y que Planells había superado ya la ludopatía. Sin embargo, varios testigos lo vieron jugar a dos máquinas tragaperras poco antes de que matara a cuchilladas a José Ramón, Héctor y Carmen. Del consumo de drogas tampoco hay la menor duda. El propio homicida explicó en su declaración que comenzó tomando cocaína en fiestas y extendió su consumo a algunos fines de semana.


Francisco Planells admite tres agresiones pero no recuerda haber apuñalado 20 veces a un menor y el ataque mortal a una anciana

A. Rallo – Lasprovincias.es

9 de julio de 2013

El horror rara vez encuentra explicación. Describirlo es más sencillo: tres cadáveres cosidos a puñaladas en una finca de Castellar. José Ramón y su hijo Héctor Julián (menor de edad) y Carmen Domingo, una anciana de 77 años, fueron víctimas del inexplicable comportamiento de José Francisco Planells. Pidió perdón al arrancar el juicio. El tribunal le cortó. Eso, en aquel momento, no tocaba. De todos modos, de poco sirve el arrepentimiento con tres familias destrozadas.

El relato del triple homicida de Castellar desconcierta. Recuerda tres agresiones, la del matrimonio de Dolores y José Ramón que, además, estaban cuidando de su propio hijo. Y el ataque a otro vecino. Del resto, nada. Dos muertes que cayeron en el olvido. «¿Que le di 20 puñaladas a un menor? Eso es una atrocidad», comentó. Su inicio de frase más repetida, sin duda, fue el «no sé». Una vez concluyó la tragedia, con tres fallecidos y dos heridos, llamó a su madre para que acudiera a su lado:

-¿Pasa algo, hijo?

-«No sé, me he manchado de sangre».

José Francisco Planells, no obstante, sí recuerda las horas previas a los asesinatos. Trabajaba en una empresa de cintas adhesivas. Tras terminar su jornada, comenzó una vertiginosa tarde cargada de drogas y alcohol que probablemente le condujeron al precipicio. Estaba feliz. Le habían subido el sueldo. Visitó dos bares, se tomó unos quintos y un café. Jugó a una tragaperras. Compró medio gramo de cocaína. Luego regresó a por otro medio. Llegó a su casa y siguió bebiendo. «En total, unos ocho o nueve botellines y un gramo de cocaína», calculó.

Tras recoger a su hija de casa de sus padres la dejó al cuidado de sus vecinos (José Ramón y Dolores). En apenas cinco minutos terminó con otro quinto y se hizo su última raya. El gramo se había evaporado. «Estaba viendo la televisión», explicó. «No sé por qué me metí un cuchillo en el bolsillo».

Fue el inicio de la tragedia. Cuando un padre de familia, feliz, sin problemas con sus vecinos y consumidor ocasional de cocaína -fines de semana y cumpleaños- se convirtió en un monstruo «obsesionado con matar», según la impresión de alguno de los testigos.

Fue a por su hija recién nacida. Dolores empujaba el carrito por el pasillo… «Le di dos puñaladas por la espalda». La frialdad de la confesión de Francisco Planells todavía recrudecía más el tenso ambiente que se respiraba en la sección Primera de la Audiencia. Dolores no fue consciente de la gravedad del ataque: «Pensaba que era una broma, como era el día de Halloween. Luego noté calor». Y, a continuación, un reguero de sangre.

Huida desesperada

La mujer salió despavorida y se refugió en la puerta siete, la vivienda de María del Carmen. «La vi con una puñalada en el pecho. Se ocultó en mi casa y comencé a ponerle toallas en las heridas». Mientras, la ira de Planells aporreaba la puerta. «Arrastré una máquina de coser y una televisión y las coloqué tras la puerta». Dolores parecía resignada a su suerte: «Voy a morir y no veré crecer a mi hijo», se sinceró. María del Carmen le daba ánimos: «No te duermas». Por suerte, sobrevivió al brutal ataque. Hoy, la víctima pasa los meses con una pensión de algo más de 500 euros (387 de viudedad y algo más de 100 euros de orfandad que recibe su otro hijo, de 21 años). Su marido ingresaba 4.000 euros.

El destino fue más aciago para su marido y su hijo. Su pareja José Ramón salió al rellano al escuchar el grito de auxilio de Dolores. Y allí fue atacado por el homicida. «Tuve un forcejeo y le di varias puñaladas». En realidad, fueron una veintena. Murió en casa de otra vecina, tumbado tras la puerta dos. «Me protegió hasta el último momento de su vida», contó ayer su propietaria.

El hijo de José Ramón y Dolores, Héctor Julián se encontraba en una habitación de la casa, conectado al Skype. Al salir de la estancia se topó con el letal instinto del acusado. Otra veintena de puñaladas terminaron con sus 13 años de vida.

Vicente Salvador fue otro de los testigos del suceso. «El menor se desangró delante de mí», lamentó sin poder contener el llanto. Alertado por los gritos y el escándalo en el que se había convertido el inmueble de la calle Escalante, bajó a ver qué ocurría. Vicente, un hombre de complexión fuerte, tampoco pudo detener el trayecto asesino de Planells. «¿Qué te pasa?, ¿que me matas?, ¿qué haces?», le respondió tras recibir la primera puñalada, otra vez, por la espalda. Ambos cayeron por la escalera. «Si hubiera estado borracho, de una patada lo tiras por la escalera y le quitas el cuchillo», apuntó. Se refugió en otro piso. Exhausto, pidió auxilio «por la ventana». Cuando Vicente se enfrentó con el homicida, otro cadáver yacía en el rellano. Era el de Carmen Domingo. Su pregunta no obtuvo otra respuesta que la muerte. «¿Qué haces, chico?». Fueron las últimas palabras.

La Fiscalía pide 45 años de prisión para el acusado. Reconoce la eximente incompleta de enajenación mental transitoria. Tenía afectadas «pero no anuladas» sus capacidad para saber qué estaba haciendo. El abogado de Planells, Mariano Lorente, pide la libre absolución por el trastorno mental.

Todos los residentes del inmueble, sin excepción, señalaron que nunca habían tenido problemas con el homicida. Al marcharse detenido, le insistió a una vecina: «Yo no he hecho esto». Estaba junto al cadáver de José Ramón, que había fallecido unos minutos antes.


Pena de 69 años de cárcel para el hombre que mató a tres personas en Castellar

El País Valencia

30 de julio de 2013

La sección primera de la Audiencia de Valencia ha condenado a un total de 69 años de prisión al autor del triple crimen ocurrido en la pedanía valenciana de Castellar en octubre de 2011, en el que resultaron heridas dos personas.

En la sentencia, hecha pública hoy por el Tribunal Superior de Justicia valenciano, la Audiencia considera a José Francisco Planells autor de tres asesinatos y de dos más en grado de tentativa, y además de condenarlo a pagar casi un millón de euros a las víctimas y a sus familias, le prohíbe entrar o residir en Castellar-Oliveral.

Panells, de 35 años, reconoció en el juicio haber apuñalado a dos personas y forcejeado con otra, pero dijo no recordar que acabó con la vida de un niño de 13 años ni con la de una vecina de 77 años. El procesado residía en la puerta seis de la finca ubicada en la calle de Poetisa Leonor Perales y Escalante.

La noche del suceso cogió un cuchillo de cocina, se lo escondió en el bolsillo y entró en la puerta número cinco, donde había dejado a su hija recién nacida con Dolores, su vecina. Una vez dentro de esta vivienda, le clavó el cuchillo tres veces en la espalda. La mujer salvó la vida, pero su marido no sobrevivió a las puñaladas del procesado. Alertado por los ruidos que oía en su casa, el hijo de 13 años de esta pareja salió de su habitación y también murió acuchillado.

Seguidamente, el procesado acudió al domicilio donde se había refugiado su vecina Dolores y comenzó a dar golpes fuertes en la puerta para intentar entrar. La vecina del número ocho, una viuda de 77 años, salió alarmada y recibió una cuchillada que la mató.

Planells afirmó en el juicio que había tomado «un gramo de coca y ocho o nueve botellines de cerveza». Su defensa pide la absolución alegando enajenación.

El tribunal solo acepta una atenuante parcial y le impone las penas solicitadas por la fiscalía, 69 años de cárcel. Al tribunal le parece «asombrosa» su selectividad de recuerdos de Planells, ya que durante el juicio admitió tan solo dos apuñalamientos y un forcejeo, «precisamente» en los que no hubo testigos.

El tribunal tiene en cuenta que el acusado manifestó en el juicio los hechos «en la forma que mayor beneficio» le pudo proporcionar. Así, desde la inicial manifestación de consumo de dos quintos de cerveza ante la Guardia Civil, pasó a verbalizar en el juicio que tomó seis o siete cervezas, para finalmente llegar hasta nueve. Asimismo, entiende que «curiosamente» admitió haber acuchillado «únicamente a las tres personas que de algún modo vio sobrevivir al brutal ataque».

Por ello, considera que el hombre presentaba una conducta homicida «feroz», «pero en modo alguno automática». «Ni la conducta del acusado era absolutamente automática, ni descoordinada, ya que subía y bajaba la escalera y acometía los obstáculos que se le presentaban para la consecución de un objetivo que no puso de manifiesto», añade.

Así, el tribunal agrega que «hay prueba de que se encontraba bajo los efectos de los estupefacientes», pero no de una incapacidad de comprender la ilicitud el hecho o de actuar conforme a esa comprensión. Y se basa, por ejemplo, en que el acusado metió a su hija en casa y se cambió de zapatillas porque estaban cubiertas de sangre y llamó a sus padres para que acudieran al domicilio para ocuparse de la menor.

Además, el acusado negó haber visto a la mujer de 77 años y al menor de 13, a quienes mató. Es decir, negaba «aquello respecto de lo que no había testigos». También estima que era consciente de lo que hacía porque volvió a por su primera víctima, la mujer y madre del hombre y menor al que mató, al ver que se hallaba con vida resguardada en la vivienda de otra vecina.

Junto a ello, considera que el acusado continuó el desarrollo de sus actos hasta que perdió la hoja del cuchillo, momento en el que «claramente» comprendió la «imposibilidad» de continuar, mostrándose incluso colaborador con el agente de paisano que le ordenó tirar el arma. Sobre este aspecto, el tribunal insiste en que no concurría en la actividad del hombre «ningún tipo de automatismo», porque de ser así, «hubiera continuado por cualquier otro medio las agresiones».

Así, y en base a todo lo descrito, el tribunal no tiene en cuenta el informe pericial aportado por la defensa, por el que se pedía la aplicación de la eximente completa al alegar que el acusado había consumido entre seis y nueve cervezas -cuando fueron solo dos- y cocaína -se tomó un gramo-.

Por contra, lo que sí estima es que hubo alevosía por parte del procesado, ya que aprovechó una situación de «evidente indefensión» de su primera víctima, la mujer a la que momentos [antes] había dejado el cuidado de su hija de pocos meses. Esta persona «no podía esperar el sorpresivo ataque», circunstancia que el agresor «conocía». Así, era «consciente» de la ventaja que la situación le ofrecía, según el tribunal.


La defensa del triple asesino de Castellar recurrirá la condena de 69 años de cárcel

Javier Martínez – Lasprovincias.es

31 de julio de 2013

La Audiencia de Valencia ha condenado a 69 años de prisión al autor del triple crimen de Castellar, perpetrado el 28 de octubre de 2011, y le obliga a indemnizar con más de 900.000 euros a los familiares de las víctimas y los dos heridos que sobrevivieron. En la sentencia, el tribunal considera a José Francisco Planells autor de tres asesinatos y de dos más en grado de tentativa.

El abogado de la defensa, Mariano Lorente, anunció ayer que recurrirá la sentencia al considerar que «no está correctamente fundamentada» a pesar de que recoge la atenuante por haber cometido los crímenes el procesado bajo la influencia de sustancias estupefacientes. «Todos los informes médicos forenses obrantes en autos avalan la tesis de la defensa en cuanto a la aplicación de la eximente, bien completa o incompleta», asegura Lorente.

El tribunal tiene en cuenta que el acusado manifestó en el juicio los hechos «en la forma que mayor beneficio» le pudo proporcionar. Así, desde la inicial manifestación de consumo de dos quintos de cerveza ante la Guardia Civil, pasó a decir que tomó seis o siete cervezas, para finalmente llegar hasta nueve. La sentencia afirma que Planells, curiosamente, admitió haber acuchillado «únicamente a las personas que de algún modo vio sobrevivir al brutal ataque».

La Audiencia considera que el hombre presentaba una conducta homicida «feroz, pero en modo alguno automática, ya que subía y bajaba la escalera y acometía los obstáculos que se le presentaban». Así, el tribunal agrega que hay prueba de que se encontraba «bajo los efectos de los estupefacientes», pero no de una incapacidad de comprender la ilicitud el hecho o de actuar conforme a esa comprensión. Y esto lo asevera en base a varios argumentos: el acusado puso a resguardo a su hija, introduciéndola en su casa; se cambió de zapatillas porque estaban cubiertas de sangre; y llamó a sus padres para que acudieran al domicilio a fin de ocuparse de su hija.

Asimismo, otro de los preceptos que el tribunal tiene en cuenta es que el acusado negó haber visto a la mujer de 77 años y al adolescente de 13, a quienes mató. Es decir, negaba «aquello respecto de lo que no había testigos». También estima que era consciente de lo que hacía porque volvió a por su primera víctima -mujer y madre del hombre y menor a los que mató-, al ver que se hallaba con vida tras refugiarse en la vivienda de otra vecina.

Junto a ello, considera que el acusado continuó el desarrollo de sus actos hasta que perdió la hoja del cuchillo, momento en el que claramente comprendió la «imposibilidad» de continuar, mostrándose incluso colaborador con el policía local de paisano que le ordenó tirar el arma. Así, y en base a todo lo descrito, el tribunal no tiene en cuenta el informe pericial aportado por la defensa, por el que se pedía la aplicación de la eximente completa al alegar que Planells había consumido entre seis y nueve cervezas y un gramo de cocaína repartido en ocho o nueve rayas.

Por contra, lo que sí estima que hubo es alevosía por parte del procesado, ya que aprovechó una situación de «evidente indefensión» de su primera víctima, la mujer a la que había dejado el cuidado de su hija de pocos meses. Esta persona «no podía esperar el sorpresivo ataque», circunstancia que el agresor «conocía». Así, era «consciente» de la ventaja que la situación le ofrecía, según el tribunal.

El triple crimen tuvo lugar sobre las 21 horas del 28 de octubre de 2011. José Francisco Planells cogió un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, lo escondió entre sus ropas y fue a casa de Dolores Vila, una vecina que se había quedado al cuidado del bebé de Planells. Una vez allí, y mientras la mujer movía el carrito hacia la puerta, él le clavó dos veces el cuchillo por la espalda y una en el pecho. La víctima gritó y se refugió en la vivienda de otra vecina.

Ramón Julián, al escuchar los gritos de su esposa, intentó ayudarla pero el procesado, de forma sorpresiva, mató de 20 cuchilladas al marido de Dolores. Luego salió de una habitación el hijo de la pareja, Héctor, de 13 años, que también murió de una veintena de puñaladas.

Carmen Domingo, una viuda de 77 años, salió al rellano y tras decirle a Planells: «Xic, ¿qué fas?», recibió una cuchillada en la región mamaria izquierda que le causó la muerte. Seguidamente, un último vecino del mismo edificio de Castellar, Vicente Salvador, de 45 años, acudió para ver lo que pasaba y resultó herido tras un forcejeo con el asesino.


El Supremo ratifica la condena de 69 años de prisión para el triple asesino de Castellar

Ignacio Cabanes – Levante-emv.com

28 de enero de 2014

El triple asesino de Castellar, José Francisco Planells, deberá cumplir la condena de 69 años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Valencia, por tres delitos de asesinato consumado y dos más en grado de tentativa, después de que el Tribunal Supremo haya inadmitido el recurso de casación presentado por su defensa.

La Sala ha ratificado la condena al entender que «no se citan documentos que tengan capacidad para demostrar por sí mismos el error en la valoración de la prueba», principal argumento de la defensa para tratar de obtener una eximente.

El Supremo considera que ha quedado debidamente probado que el 28 de octubre de 2011 el condenado acuchilló mortalmente a tres de sus vecinos, entre ellos un niño de trece años, e intentó acabar con la vida de otros dos, uno de ellos la propia madre del menor asesinado, quien también perdió ese trágico día a su marido. Asimismo, también quedó acreditado durante el juicio que José Francisco Planells consumió esa tarde dos botellines de cerveza y un gramo de cocaína en dos dosis.

La defensa del acusado se apoyaba en esta última circunstancia para solicitar «la eximente completa o al menos la incompleta», alegando que existe un error en la apreciación de la prueba, ya que según su argumentación, de los informes forenses «se desprende que el acusado consumió una gran cantidad de alcohol y cocaína que le llevó a un estado de intoxicación plena».

El Supremo, al igual que en su día la Audiencia Provincial de Valencia, entienden que sí existe la atenuante analógica de intoxicación pero no la eximente debido a que el consumo de alcohol fue mínimo y «no era incapacidad de comprender la ilicitud del hecho que estaba cometiendo».

De hecho, en sus conclusiones el juez aseguraba que «el acusado presentaba una conducta homicida feroz, pero en modo alguno automática, ni descoordinada», como prueban hechos como que resguardara a su hija en su vivienda o que se cambiara de zapatillas, y que «acometía los obstáculos que se le presentaban para la consecución de un objetivo que no ha puesto de manifiesto».

Es precisamente este último punto que ponía de relieve la sentencia el único aspecto que no ha quedado claro después de la instrucción y el juicio por estos crímenes. El móvil que llevó al ahora condenado a acabar con la vida de tres vecinos e intentar insistentemente matar a la madre y esposa de dos de sus víctimas.

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