
El Parricida de Westfield
- Clasificación: Asesino en masa
- Características: Afirmó que mató a su familia para que fuera más rápidamente al Cielo; lejos de una vida de estrecheces económicas y pecado
- Número de víctimas: 5
- Fecha del crimen: 9 de noviembre de 1971
- Fecha de detención: 1 de junio de 1989
- Fecha de nacimiento: 17 de septiembre de 1925
- Perfil de la víctima: Su esposa, Helen, de 45 años; sus hijos, Patricia (16), John (15), Frederick (13) y su madre, Alma (84)
- Método del crimen: Arma de fuego
- Lugar: Westfield, Estados Unidos (Nueva Jersey)
- Estado: Condenado a cadena perpetua el 1 de mayo de 1990. Murió en prisión el 21 de marzo de 2008
Índice
Un programa de TV originó la detención en EE UU de un asesino buscado desde 1971
Albert Montagut – El País
6 de junio de 1989
John E. List, un agente de seguros norteamericano, ha sido detenido en Richmond (Virginia) 18 años después de haber matado a su madre, a su esposa y a sus tres hijos. List, que había conseguido eludir a la justicia desde 1971, fue descubierto cuando uno de sus vecinos lo relacionó con uno de los casos policiales sin resolver presentado en el programa America’s most wanted, de la cadena Fox Television Network, en una de las emisiones «más emocionantes y exitosas de cuantas hemos presentado y resuelto», según un portavoz del programa.
Jack Breslín es el portavoz del espacio. Para Breslin, y así lo confesó a El País desde su oficina de Los Ángeles, «nuestro programa es periodístico y no policial; nosotros no investigamos ni seguimos el rastro de los delincuentes». Breslin explicó que «nosotros, la cadena Fox, sólo nos dedicamos a presentar las historias de los individuos más buscados del país y colaboramos con la policía y los telespectadores en lo que nos parece un buen tema periodístico». El programa comenzó a emitirse semanalmente el 7 de febrero de 1988, y según Breslin la historia del asesino de New Jersey ha sido una de las más «exitosas y emocionantes de cuantas hemos presentando y resuelto».
Lo que no consiguió la policía del condado de Westfield (Nueva Jersey) ni el Federal Bureau of Investigations (FBI) lo ha conseguido un programa de televisión. America’s most wanted -Los más perseguidos de América- está consiguiendo unos resultados policiales que no se preveían cuando se inició la emisión de este programa hace un año y medio. Americas most wanted está dirigido por Margaret Roberts, y su emisión ha permitido la detención de más de 48 fugitivos.
El éxito de la Fox, que emite el programa los domingos, ha revolucionado el mundo televisivo norteamericano hasta el punto de que la National Broadcasting Corporation (NBC), la primera cadena del país, se ha decidio [decidido] a emitir un programa similar, Unsolved mysteries (Misterios sin resolver).
El caso List se emitió el pasado día 21 de mayo. Cuarenta y ocho horas después del programa, el FBI conseguía detener a este hombre, que logró evadirse durante 18 años.
La historia policial relatada por la Fox comenzó la noche del 7 de diciembre de 1971, cuando una vecina de los List llamó al sheriff del condado de Westfield para decirle que las luces de la mansión de esa familia no se encendían por las noches.
Una masacre
La policía penetró en la casa y encontró los cadáveres de la madre de List, Alma, de 85 años; el de su esposa, Helen, de 45; y el de sus tres hijos: Patricia, de 16; John, de 15, y Frederick, de 13. List los había matado disparándoles en la cabeza con un revólver del calibre 32 y una pistola de nueve milímetros. Las dos armas estaban junto a una carta firmada por el propio List dirigida al reverendo Eugene A. Rehwinkel, pastor de la iglesia luterana de Winfield, en la que el asesino se declaraba culpable de los hechos. El móvil del asesinato sigue siendo un misterio.
La pista de List se desvaneció por completo a partir de aquel momento. Su automóvil fue hallado días después en el aeropuerto Kennedy, en Nueva York. Desde entonces, el sheriff James F. Moran y 23 agentes especiales del FBI siguieron sus pasos, pero sin éxito.
John E. List, un veterano de las [la] II Guerra Mundial y oficial en la reserva durante el conflicto de Corea, no correspondía al prototipo de los personajes que aparecen en los carteles de wanted que llenan las paredes de las estafetas de correos y los supermercados de las ciudades norteamericanas. List era una agente de seguros muy respetado por sus jefes, poseía un master en administración por la universidad de Michigan y era un hombre sumamente respetado por sus vecinos.
Cuando fue detenido el sospechoso negó ser el asesino, pero las huellas dactilares confirmaron su verdadera identidad. El fugitivo se había casado de nuevo en 1982, y su actual esposa no conocía nada sobre su terrible pasado. Durante todos estos años, List había utilizado el nombre de Robert P. Clark y trabajaba en una conocida compañía de seguros. Su vida apenas había cambiado.
Su identificación fue posible porque la cadena Fox emitió su caso y explicó que el asesino tenía una herida detrás de su oreja derecha. El programa se emitió el pasado 21 de mayo a través de las 129 cadenas de la Fox. La audiencia alcanzada esa noche por America’s most wanted fue de 22 millones de telespectadores. No es de extrañar, pues, que el FBI recibiera esa misma noche más de 300 llamadas.
Cadena perpetua
Un portavoz del FBI explicó posteriormente que 100 de esas denuncias ofrecieron pistas interesantes y que una de ellas fue la que les permitió dar con el sospechoso. Además de emitir la historia, la Fox presentó una fotografía de List en 1971 y una maqueta de como podría ser el asesino en la actualidad. La máscara fue confeccionada por un forense, y su parecido al original era muy notable.
List fue detenido el pasado jueves a mediodía en Richmond. Cuando fue plenamente identificado se mostró muy sereno. Si el jurado lo declara culpable se enfrentará a una cadena perpetua, ya que la pena de muerte fue abolida en Nueva Jersey antes de los asesinatos y no fue restablecida hasta 1982.
«Yo sabía que John E. List debía de estar escondido en algún lugar del país, y esa idea me ha rondado la cabeza durante 18 años», ha declarado el sheriff Westfield, la primera persona que penetró en la casa del asesino y vio los cadáveres de la familia del fugitivo y quizá el más sorprendido por la eficacia policial de la televisión.
Condenado a cinco cadenas perpetuas un fanático luterano que mató a su familia
EFE – El País
2 de mayo de 1990
El fanático luterano John List, que mató a su madre, a su esposa, y a sus tres hijos adolescentes «para mantenerlos próximos a Dios y lejos del diablo», fue condenado ayer a cinco cadenas perpetuas consecutivas por un tribunal de Nueva Jersey (EE UU).
List, de 64 años, desapareció en 1971 después de matar a balazos a su familia y abandonar los cinco cuerpos sin vida en su residencia de Westfield (Nueva Jersey), donde fueron encontrados un mes más tarde por la policía.
El asesino se ocultó en Denver con el nombre de Robert Clark. Fue detenido en junio de 1989.
El reo fue declarado culpable de cinco asesinatos el pasado día 12 de abril por un jurado que rechazó los argumentos de la defensa sobre que el acusado actuó llevado por una obsesión religiosa.
Un estricto padre de familia
José Luis Durán King – Operamundi-magazine.com
12 de mayo de 2013
Después de asesinar a sus hijos, esposa y madre, transcurrieron 18 años para que John List enfrentara la justicia. Huyó hacia Denver, donde cambió su nombre por el de Robert Clark, dejó de vestir traje y corbata y optó por los jeans y las camisas de manga corta. Volvió a casarse y todo parecía ser miel sobre hojuelas
Nadie reclamó el cuerpo de John List, quien falleció a los 82 años de una trombosis pulmonar el 21 de marzo de 2008 en la prisión estatal de Nueva Jersey. Las autoridades intentaron, sin éxito, comunicarse con Delores, la mujer con la que List vivió antes de ser detenido en 1989, 18 años después de cometer los delitos que le significaron que un jurado lo condenara en 1990 a prisión perpetua. Los restos de List permanecieron un tiempo en el centro médico del condado de Mercer antes de ser devueltos a las instalaciones penitenciarias, donde fue cremado, sus cenizas vertidas en un pequeño baúl y enterradas en el cementerio al interior del recinto penitenciario.
John List era un burócrata, hombre metódico y luterano, al que le gustaba que las cosas estuvieran en su lugar. En septiembre de 1971, la policía amonestó a Pat, la hija mayor de List, por fumar y caminar por la calle después de medianoche. Además de Pat, de 16 años, la familia se integraba con la señora Helen, de 45 años, esposa de List; sus dos hijos, John y Frederick, de 15 y 13 años, respectivamente, y la madre del individuo, Alma, de 85 años.
La noche del incidente con la policía, List quiso reprender a su hija, pero su esposa se interpuso y evitó la acción. Para el hombre, la rebeldía de Pat y la oposición de su cónyuge representaban signos ominosos y estaba seguro de que ambas irían directo al infierno. Era necesario hacer algo para evitarlo.
En octubre, List adquirió un lote de armas de fuego, apuntando en el registro que era para la protección de su hogar. Durante varios días, el hombre no pudo quitarse de la mente el episodio vivido con esposa e hija. Finalmente tomó una decisión.
Un mes después
El 7 de diciembre, un vecino vio que en el interior del domicilio de los List las luces continuaban prendidas, como lo estaban desde hacía varios días. El inmueble daba la apariencia de estar abandonado. El hombre decidió dar parte a la policía. Cuando las autoridades llegaron tuvieron que meterse por una ventana, ya que nadie salió cuando tocaron el timbre de la residencia. El frío en el interior de la casa era tan fuerte como el que hacía en el exterior. Para completar la atmósfera de misterio, una música de órgano se escuchaba tenuemente, provocando en los agentes «la sensación de estar en una iglesia», declararía uno de ellos posteriormente.
La policía caminó hacia el fondo la enorme casa. Las luces estaban encendidas en la sala, pero más allá todo era penumbras. Guiados por el aroma a descomposición llegaron a una de las habitaciones. En cuanto los agentes se acostumbraron a la oscuridad vieron cuatro cuerpos en el suelo, colocados en fila sobre unas bolsas de dormir. Eran los hijos de John List. En la cocina estaba el cadáver de la esposa, aún con un trozo de pan tostado en la boca y, en la parte de arriba, la madre del jefe de la familia estaba tirada sobre una alfombra. Un médico del vecindario hizo notar a los agentes que faltaba el cuerpo de John List.
La esposa y la madre de List fueron las primeras en morir, en la mañana del 9 de noviembre de 1971. John List las asesinó. Después de cumplir la primera parte de su misión, el hombre decidió esperar a que sus hijos regresaran de la escuela, mientras se preparó el desayuno y salió al jardín a quitar las hojas. La primera en regresar del colegio fue Pat, quien, en cuanto abrió la puerta de su casa, recibió un tiro en la nuca. La siguiente víctima fue Frederick, quien también cayó abatido por una bala. John llegó al final, tuvo tiempo de percatarse de lo que su padre había hecho, por lo que opuso una feroz resistencia. Aun herido, luchó por su vida. Fue necesario que su padre le disparara en diez ocasiones para poner fin a la resistencia.
Una nueva vida
Aunque la policía calculó que era cuestión de días la aprehensión de John List, transcurrieron 18 años para que el hombre enfrentara la justicia. Huyó hacia Denver, donde cambió su nombre por el de Robert Clark, además de que dejó de vestir traje y corbata y optó por los jeans y las camisas de manga corta. Volvió a casarse y todo parecía ser miel sobre hojuelas. Sin embargo, a través del programa de televisión Los más buscados, una vecina logró identificar al individuo, llamando de inmediato a los teléfonos del FBI.
John List, bajo su identidad de Robert Clark, fue detenido en su lugar de trabajo, mientras sacaba unas copias, en 1989. Un año después fue condenado a pasar el resto de su vida en prisión. Nunca se arrepintió de sus actos y, cuando su cuñada, la hermana de Helen, le preguntó por qué había asesinado a su familia, List respondió: «Porque no había de otra». La casa donde sucedió una de las peores masacres familiares en Estados Unidos fue incendiada premeditadamente. La policía no se tomó la molestia de investigar quién lo había hecho.
John List, el parricida de Westfield
Datos extraídos del programa radiofónico «La Noche» de Cadena COPE.
«He manejado varios asesinatos con el correr de los años, pero nada como ésto. Forzamos la puerta trasera y caminamos a través de algunos cuartos hasta la sala de baile. El olor era terrible. Allí estaban los cuerpos, acomodados en fila, ennegrecidos y parcialmente descompuestos. Nunca olvidaré esa imagen.»
Aquellas fueron las palabras del jefe de Policía encargado de investigar los asesinatos de John List, un fanático luterano que mató a su familia para, según él, evitarle el sufrimiento de una vida de estrecheces y mandarles más rápidamente al Cielo. Con esa espantosa idea en su mente, de manera absolutamente premeditada y sin experimentar ningún atisbo de piedad, nuestro protagonista disparó por la espalda a su madre, a su esposa y a sus tres hijos.
Aquel 9 de noviembre de 1971 la casa de la familia List se convirtió en un sangriento escenario. Tuvieron que pasar 18 años para que, gracias a la colaboración ciudadana y a un programa televisivo de máxima audiencia, John List fuera detenido, juzgado y condenado a cinco cadenas perpetuas.
Hasta su muerte por neumonía en 2008, siendo ya un anciano de 82 años, John siguió convencido de que había hecho un favor a su familia y que próximamente, tras su propio fallecimiento, se uniría en el Cielo con sus seres amados.
Sus restos mortales descansan en la actualidad en un cementerio de Michigan junto a los de una de sus víctimas: Alma, su propia madre.
¿Qué se sabe de la historia de este parricida norteamericano?
John List nació el 17 de septiembre de 1925 en Bay City, en el Estado de Michigan, en los Estados Unidos. Sus padres, John y Alma, tenían ascendencia alemana y pertenecían a la iglesia luterana. Concretamente, el padre, John Frederick, era un hombre completamente fanatizado por su fe, que educó a su hijo de una manera demasiado estricta, usando siempre por bandera el concepto de la necesidad del castigo ante cualquier tipo de acto impuro. Él también se convirtió en luterano y llegó a dar clases en la escuela dominical de su barrio.
Además de fanáticamente religioso, era un hombre profundamente patriota…
Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en el Ejército y parece que por su valor durante las operaciones en las que participó llegó a alcanzar el grado de teniente. Terminada la guerra ingresó en la universidad de Michigan, donde estudió administración de empresas. Luego se licenció, y además, hizo un master en contabilidad.
Se dice que John List era un hombre retraído, que se relacionaba poco con los demás, aunque sí que comenzó una relación de pareja con la que acabaría siendo su esposa. List se casó en el año 1951. ¿Cómo fue el comienzo de aquel matrimonio?
Parece que bastante bueno. A Helen, su esposa, la conoció en el mismo año 1951 y eso puede dar a entender que la relación debió de ser buena para que ambos sintieran ese deseo de casarse a los pocos meses de conocerse.
El matrimonio finalmente se instaló en Westfield, en Michigan, y allí nacieron sus tres hijos. El sueldo que recibía John como contable en una empresa fue suficiente para adquirir una casona victoriana, una casa bastante grande con muchas habitaciones y hasta con su propio salón de baile. Parecía la familia perfecta, pero el tiempo se encargaría de demostrar que no era así.
Es sorprendente que aquella relación familiar aparentemente idílica se mantuviera durante 18 años. Pero todo cambió en el año 1969 a raíz de un descubrimiento casual. ¿Qué ocurrió?
A finales de la década de los sesenta, Helen comenzó a sufrir accesos de demencia. Los análisis revelaron que estaba enferma de sífilis desde hacía bastantes años. Había contraído la enfermedad en alguna relación sexual anterior a su matrimonio. Helen parece que siempre lo supo, pero el pudor le hizo ocultárselo a su esposo, al que le había contagiado esa enfermedad. Como era de esperar en una persona de pensamientos tan cerrados, John la consideró una traidora y no aceptó ningún tipo de disculpa por su parte. A partir de ese momento, la relación, de golpe, se enfrió.
Aunque a John parecía no haberle afectado físicamente la enfermedad, Helen sí que empezó por aquel entonces a sufrir ataques, a tener visiones extrañas. Pero los golpes de la vida no terminaron ahí para aquella familia. Por esas fechas la empresa para la que John List trabajaba tuvo problemas financieros y tuvieron que despedir a varios empleados. Uno de ellos fue el propio List, que de la noche a la mañana se vio sin dinero.
A partir de ahí caben dos ideas. Una, estar parado y empezar a atormentarse, u otra: inmediatamente empezar a buscar trabajo. ¿Qué opción tuvo él?
Lo lógico hubiera sido buscar trabajo, pero tras la enfermedad de su mujer y ese despido, a él lo único que se le pasó por la cabeza fue matar a su familia. Pero no con la intención de hacerle daño; su mente trastornada le llevaba a pensar que matar a su mujer, que matar a sus hijos, era una forma de evitarles la vergüenza de tener que mendigar. Si los mataba, él estaba convencido de que irían al Cielo, y mientras, solamente él cargaría con el sufrimiento de una vida llena de estrechez económica. Además, esa solución serviría, de paso, para acabar con la tendencia de su hija mayor, Patricia, a lo que él consideraba una vida de pecado. La joven quería dedicarse a ser una actriz famosa y fumaba marihuana.
John List lo organizó todo de manera meticulosa. Avisando en el colegio de que los niños faltarían durante una temporada, porque se iban a trasladar un tiempo a Carolina del Norte por negocios. También se hizo con un revólver del calibre 22 y de una pistola de 9 milímetros. ¿Qué ocurrió aquel 9 de noviembre de 1971?
Ese día, mientras los niños estaban en la escuela, empuñó una de las armas y entró en la sala de estar de la vivienda. Allí estaba su esposa Helen, y su madre, Alma, una anciana de 84 años que vivía con la familia. A Helen le disparó por detrás, impactando en la nuca. Cuando la madre de John se giró, asustada por la detonación, el asesino le pegó un tiro en el ojo izquierdo. Las dos murieron en el acto. Y como si no hubiera hecho nada malo, con una tranquilidad irracional, pasmosa, John List se sentó en el sofá a esperar la llegada de sus hijos.
Los primeros en llegar fueron Patricia y Frederick, y ambos recibieron un disparo en la parte posterior de la cabeza, sin que tuvieran posibilidad alguna de defenderse.
Faltaba un hijo, John Jr…
El chaval de 15 años estaba aquel día jugando un partido de fútbol y su padre, con total normalidad, preparó el almuerzo y después fue a verlo a la cancha. Nada más terminar el encuentro lo acompañó a casa. Los dos comieron frente a frente, sin que el muchacho se percatara de lo que había ocurrido. Su padre le dijo que el resto de la familia había salido. Al terminar de almorzar le asestó un tiro por la espalda. John Jr. cayó al suelo, pero empezó a convulsionarse. El padre le disparó de nuevo, pero no logró que el chico dejara de moverse. Y así siguió disparando hasta diez veces, hasta que lo mató.
Después de aquella matanza, y con la frialdad que ya hemos visto anteriormente, John List metió todos los cuerpos en sacos de dormir y los trasladó arrastrándolos al salón de baile. Más tarde limpió toda la sangre, ordenó la casa, guardó la compra y se puso a escuchar la radio.
Tras la masacre, después de haber matado a toda su familia, John List escribió una nota dirigida al pastor de la iglesia luterana. En ella contaba cómo había cometido los asesinatos y los motivos que le empujaron a ello. En un fragmento de la nota decía: «Siento que todo haya tenido que terminar de este modo, pero no podía seguir manteniendo a la familia unida con tan pocos ingresos, y yo no quería que ellos experimentaran la pobreza.»
John dejó el documento a la vista, sobre una cama. Después ordenó la casa, se duchó, se cambió de ropa, preparó una maleta, apagó el gas y la electricidad, rezó sobre cada uno de los cadáveres y huyó en su Chevrolet. Tuvo que pasar un mes hasta que la gente comenzó a sospechar por la ausencia de aquella familia…
Hay que tener en cuenta que no era raro que la familia se recluyera durante un tiempo, permaneciendo en una especie de retiros espirituales. Además, John List había sido listo y había avisado a los vecinos, al panadero, al cartero, a todo el mundo, advirtiendo de que se iban de viaje. Por eso, nadie tuvo ningún tipo de sospecha hasta un mes después, y fue en ese momento cuando entraron en la casa y encontraron aquellos cinco cadáveres en un estado de descomposición. La carta sobre la cama puso a los agentes tras la pista del asesino confeso. El jefe de Policía dijo lo siguiente: «A lo largo de los años he trabajado en muchos casos de asesinatos, pero nada como ésto. Forzamos la puerta trasera y caminamos hasta la sala de baile. El olor era terrible. Allí estaban los cuerpos, acomodados en fila, ennegrecidos y parcialmente descompuestos. Nunca olvidaré esa imagen.»
Una carta bastante extensa. ¿Cuáles son los fragmentos más destacados?
Algunas de las partes más llamativas de la carta de John List serían las siguientes:
«No estaba ganando ni de cerca lo que necesito para mantener a mi familia. Pensé en el tipo de lugar donde tendríamos que vivir, el ambiente en el que tendrían que vivir mis hijos y el efecto que tendría sobre ellos vivir de la asistencia social. Eso era más de lo que podíamos tolerar. Con Patricia tan decidida a seguir la carrera de actriz, temía que aquello incidiera en su cristiandad. Al menos, estoy seguro de que ahora todos han ido al Cielo. Por supuesto, mi madre se ha visto involucrada porque enfrentarse a lo que le he hecho a mi familia habría sido un choque tremendo para ella, a su edad. Así que, sabiendo que ella también es cristiana, sentí que lo mejor era quitarle los problemas de este mundo. Y una cosa más. Puede parecer cobarde el haberles disparado por la espalda, pero no quería que ninguno de ellos, incluso en el último segundo, supiera que yo tuve que hacerles eso.»
La búsqueda del criminal fue intensa en todo el país. El coche apareció en el aeropuerto John Kennedy, pero su nombre, el de John List, no estaba asociado a ningún vuelo. La búsqueda se complicó porque tras seguir diferentes pistas, ninguna llevaba a John List, y finalmente las autoridades no tuvieron más remedio que archivar el caso. De hecho, el jefe de Policía dijo en aquel entonces: «No teníamos ni la más remota idea de adónde se había ido. No tenía amigos y casi nadie lo conocía.»
Algunos meses después, un incendio aparentemente fortuito destruyó por completo la casa de la familia List. Las autoridades, en principio, no sospecharon de nadie y en ese solar se erigió tiempo después otra vivienda.
El asunto se resolvió 18 años después. ¿Qué había sido de John List durante estos 18 años?
Comenzó una nueva vida. Primero vivió dentro de un trailer en Denver, Colorado. Después se trasladó al Estado de Virginia, donde se casó de nuevo y comenzó a trabajar en una empresa como contable, aunque antes había realizado algunos trabajos como cocinero en un bar. Pero ahora John List ya no era John List, ahora se llamaba Robert Peter Clark, que era el nombre, por cierto, de un antiguo compañero suyo de instituto. Con este nombre falso pudo hacer durante muchos años una vida completamente normal, sin que nadie sospechara de su oscuro pasado.
Por aquel entonces, hablamos del año 1989, un programa de televisión dedicado a la búsqueda de criminales llamado America’s most wanted estaba teniendo bastante éxito, incluso habría permitido capturar a otros asesinos. A pesar de que habían pasado casi dos décadas, la Policía se decidió a probar suerte con este programa. ¿Qué pasó?
El caso de John List era uno de esos enigmas sin resolver que nunca terminan de diluirse del todo, a pesar del paso del tiempo. Por eso, al comprobar el éxito del programa en otros casos, la Policía de Nueva Jersey acudió en aquel 1989 a la productora del programa. La propuesta de sacar a la luz los datos y la historia de John List fue aceptada y el capítulo fue emitido. No solamente se habló del caso, sino que incluso se mostró un busto de arcilla realizado por un artista forense en el que se apreciaba el rostro de List pero con rasgos envejecidos. De esa manera, se pidió a la opinión pública que llamara a la Policía si alguien había visto a una persona con esas características. Y el busto era tan parecido al original que un amigo de la familia Clark llamó a comisaría para decir que aquel contable llamado Robert podía ser el asesino.
El 1 de junio de 1989, y a pesar de la resistencia de John List, que negaba los cargos, el parricida fue detenido y extraditado a Nueva Jersey. Esperó el juicio en prisión. ¿Cuál fue el resultado de aquel juicio?
Fue todo muy sencillo. Aunque John List negaba su verdadera identidad, las pruebas contra él eran totalmente abrumadoras; sus huellas dactilares coincidían con las recogidas en la casa de los List. Finalmente, se derrumbó y confesó todo.
El 1 de mayo de 1990 se dictó la sentencia en una corte de Nueva Jersey. John List fue acusado de cinco asesinatos en primer grado y condenado a cinco cadenas perpetuas. En el momento de leerse la sentencia, la sala estalló en aplausos, y lo peor de todo es que durante sus declaraciones, John dijo no sentir ningún tipo de remordimiento por lo que había hecho. Él seguía convencido de que había actuado de manera acertada al mandar a su familia al Cielo. Eso sí, cuando la reportera Connie Chung en una entrevista que le hizo en 2002 le preguntó por qué no se había matado él junto a su familia, aseguró que lo habría hecho de no ser un pecado el suicidio y que prefería esperar a morir de muerte natural para reencontrarse con sus seres queridos.
John List, el parricida de Westfield, falleció el 21 de marzo de 2008 a los 82 años en la cárcel de Trenton, en Nueva Jersey. Falleció de una neumonía. Está enterrado en un cementerio de Michigan junto a su madre.
John Walsh, el presentador del programa America’s most wanted guardó durante años en su despacho el busto de arcilla que sirvió para atrapar al asesino. Tiempo después lo donó a una exposición permanente sobre ciencia forense del Museo Nacional del Crimen y Castigo, en Washington.
AUDIO: LA HISTORIA NEGRA – JOHN LIST