Javier Rosado Calvo

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Javier Rosado

El crimen del rol

  • Clasificación: Asesino
  • Características: Junto con un amigo cometió un asesinato como parte de un juego de rol
  • Número de víctimas: 1
  • Fecha del crimen: 30 de abril de 1994
  • Fecha de detención: 5 de junio de 1994
  • Fecha de nacimiento: 9 de diciembre de 1973
  • Perfil de la víctima: Carlos Moreno Fernández, de 52 años
  • Método del crimen: Apuñalamiento
  • Lugar: Madrid, España
  • Estado: Condenado a 42 años y 2 meses de prisión el 18 de febrero de 1997. Puesto en libertad el 14 de marzo de 2008
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Índice

Javier Rosado

Última actualización: 15 de marzo de 2016

Javier Rosado Calvo, conocido como cabecilla e inductor del llamado «crimen del rol», nació el 9 de diciembre de 1973 en San Sebastián de los Reyes. Es el menor de dos hermanos.

El 30 de abril de 1994 en Madrid Javier y su amigo Félix Martínez Reséndiz mataron a Carlos Moreno, en el marco de un macabro plan diseñado por el propio Javier, diseñándolo todo a través de un juego de rol no convencional, sino inventado por el mismo y al que llamaba «Razas». Unos días después los dos fueron detenidos por la policía y el caso tuvo gran repercusión social debido a la gran magnitud mediática del suceso.

Estudiante de Química, y posteriormente de otras disciplinas, Javier Rosado es un individuo inteligente. Intentó confundir a psicólogos y psiquiatras fingiendo una personalidad múltiple con la intención de atenuar su condena.

El 18 de febrero de 1997 Javier Rosado fue sentenciado a 42 años y 2 meses, por asesinato, robo y conspiración para el asesinato; su cómplice, Félix Martínez, fue sentenciado a 12 años y 9 meses de reclusión menor por los mismos delitos. Los condenados también fueron sentenciados a pagar una indemnización de 25 millones de pesetas a la familia de la víctima.

En la cárcel, se ha licenciado en química (rama de medio ambiente), matemáticas (en la especialidad de estadística) e ingeniería técnica de informática. Ha disfrutado de varios permisos carcelarios para asistir a exámenes académicos y desde 2004 permisos adicionales. En el año 2007 solicitó el tercer grado de su condena, que en principio le fue denegado, pero teniendo en cuenta que ya había cumplido 14 años de condena, se le concedió en marzo de 2008.


Los «asesinos del juego» intentaron reclutar adeptos entre sus amigos

José Antonio Hernández / Jan Martínez Ahrens – El País

9 de junio de 1994

El siguiente objetivo era una mujer. Los estudiantes Javier Rosado Calvo, de 20 años, y Félix Martínez Reséndiz, de 17, acusados de matar a puñaladas el pasado 30 de abril a un limpiador de 52 años para hacer realidad un juego de rol, se disponían a cobrarse una nueva víctima la noche en la que fueron detenidos, según fuentes de la investigación.

Ambos jóvenes estaban obsesionados con dicha diversión. Tanto, que en los días posteriores al crimen, convertida la ficción en realidad, los dos intentaron reclutar a compañeros de estudios y del barrio para que participasen en el sangriento juego que habían ideado.

«Un chico muy acelerado». Así define un compañero de tercero de Químicas de la Complutense a Javier Rosado. «Ha seguido viniendo a clase y su actitud era normal, creo que estaba tan metido en el juego que le daba lo mismo» afirma Jesús, de 20 años.

Incluso días después del crimen, Javier le comentó a Jesús detalles del juego de simulación de las Razas, que él mismo había inventado y en el que una determinada etnia luchaba contra las demás. «Después del asesinato me habló de una raza a la que se le podía arrancar los brazos y las piernas y después colocárselos él mismo. Jamás en mi vida he conocido tanta frialdad».

Ninguno de los allegados a los jóvenes comprende la atrocidad. La pareja se había formado hace unos tres años con la llegada de Félix, el menor, a la calle de Carlos Caamaño, donde también vivía Javier, un chaval estudioso, cuyos padres ejercen profesiones liberales. Javier, estudiante de tercero de Químicas, y Félix, alumno de COU en la rama de letras puras -anhelaba ser escritor-, son descritos por amigos y vecinos como solitarios.

Ambos fueron detenidos la noche del pasado domingo cuando se dirigían a casa de Javier, el cabecilla y organizador del juego, para coger los cuchillos tipo Rambo que éste guardaba, según fuentes policiales. Llevaban en el bolsillo los guantes de látex, al igual que la noche del 30 de abril, cuando acuchillaron, bajo una marquesina de autobús, a Carlos Moreno, casado y con tres hijos, empleado de limpieza de la empresa Impecable. Fue una víctima elegida al azar.

Aquella noche, el juego consistía en matar a una mujer antes de las 4.15. Después de esa hora, la víctima tenía que ser un hombre con «cara de tonto, mayor y gordito». Esa persona fue Carlos Moreno Fernández.

Esperaba el autobús de la línea 7. A los ojos de sus ejecutores, reunía las características. Antes de localizarle, habían desestimado a otras siete víctimas, como una anciana que tiraba la basura o varias jóvenes acompañadas de sus novios.

Para que la policía creyese que se trataba de un robo, sustrajeron 3.000 pesetas a Moreno. Después le asestaron 16 puñaladas. El espeluznante relato sería luego anotado en un diario por Javier. El texto fue descubierto por la policía el pasado domingo, tras las detenciones.

Al ser capturados, confesó Félix, el chaval que alardeaba de ser escritor en el instituto del barrio de Manoteras -donde mataron al limpiador- Javier, en cambio, mantuvo su inocencia durante los interrogatorios. Al serle mostrado el diario, dijo que era una mera ficción.

La autopsia determina que el cadáver mostraba 16 cuchilladas -varias en la cara, dos en la cabeza, una en la espalda, cuatro en el cuello, dos en el abdomen…- «Que lo paguen bien caro. Esto no puede quedar así», sollozaba ayer en su casa la esposa de la víctima.

Cara a un sacerdote

Días después de cometer el crimen, Javier Rosado, el jefe del clan, comentó con regocijo a varios amigos del barrio su fechoría. Su idea era reclutarlos. Uno de estos chavales, aterrorizado, acudió a un sacerdote y le confesó todo. El religioso, en ese momento, le instó a que averiguase si era real lo que le había contado Javier y, en ese caso, cuáles eran sus planes futuros.

El muchacho vio en. un programa de televisión que el crimen que le había relatado Javier se ajustaba por completo a lo que decía el presentador sobre la muerte de Carlos Moreno. El joven, aterrorizado por la posibilidad de que Javier y Félix materializasen nuevos planes, informó a su padre. Y éste, a la policía.

Fuentes próximas a la investigación consideran que Javier y Félix son dos psicópatas.


El cabecilla del juego asesino quería morirse a los 33 años, como Jesucristo

José Antonio Hernández / Jan Martínez Ahrens – El País

11 de junio de 1994

«Siempre decía que iba a morir a los 33 años, como Jesucristo». Lo cuenta un compañero, de instituto de Javier Rosado, el cabecilla de los asesinos del juego, que escribió en su diario cómo mataron al azar a Carlos Moreno, de 52 años, quien esperaba un autobús en una parada de Manoteras (norte de Madrid). Rosado, de 20 años, y Félix Martínez, de 17 -el otro acusado del asesinato, cometido como parte de un juego de rol-, fueron separados ayer de cárcel.

Rosado, estudiante de Químicas, quedó recluido en la prisión de máxima seguridad de Valdemoro, mientras que Félix Martínez, que cursaba COU, fue trasladado a la cárcel de Jóvenes de Alcalá Meco (Madrid).

El cambio fue decidido por la dirección del centro una vez que se evaluó el estado psíquico de los jóvenes y su adaptación a la vida penitenciaria. Ambos estudiantes han sido entrevistados por psiquiatras del Hospital General Penitenciario. El objetivo del traslado es «facilitar su tratamiento».

Javier, el cabecilla y creador del sanguinario juego, permanece en una celda individual del módulo de ingresos. Su estado es «normal», según fuentes penitenciarias, y pernocta en una celda individual, «pero sale al patio con sus compañeros del módulo de ingresos, por el que, ineludiblemente, pasan todos los internos antes de que se les asigne su residencia futura».

Relato de la detención

Los dos estudiantes ahora encarcelados asesinaron el pasado 30 de abril a Carlos Moreno, empleado de la empresa de limpieza Impecable, para hacer realidad un juego de rol. La víctima, elegida al azar, esperaba un autobús. Le asestaron 16 cuchilladas cuando volvía a su casa de trabajar. En el cadáver quedaron restos de cabellos y de guantes de látex.

Los hechos en torno a la detención de los dos acusados se sucedieron de esta forma:

– Un compañero de juegos de Javier y Félix ve en el programa Sucedió en Madrid (Telemadrid) que se ha producido un asesinato cuyas características concuerdan con la descripción que le dio uno de ellos jactándose del crimen.

– Este muchacho confiesa a un sacerdote que sus amigos han matado a una persona y tienen previsto cometer otros crímenes. El religioso le aconseja que siga investigando y que se lo cuente todo a su padre.

– El padre, una vez oído el relato, lo denuncia inmediatamente a la policía.

– El pasado domingo, los agentes comienzan a vigilar a Javier y a Félix.

– Los dos jóvenes compran guantes de látex (llamados guantes de cirujano) como los que se utilizaron en el asesinato. La policía teme que estén preparando un nuevo crimen y les detiene en la calle. Son las once de la noche del domingo.

– Esposados, son conducidos a los juzgados de la plaza de Castilla, donde los agentes obtienen un permiso de registro para entrar en sus casas. El juez, el fiscal y varios funcionarios les acompañan. Primero van a la casa de Félix, pero unos agentes judiciales se desplazan a la de Javier para ordenar a la familia que no toque nada.

– El registro en la casa de Félix comienza a las tres de la mañana del lunes. La policía halla cuentos y poesías, que el Muchacho había escrito.

– Félix Martínez confesó enseguida y señaló que un diario en poder de Javier relataba los pormenores del crimen. También indicó en qué lugar de la casa se encontraba el cuchillo de cocina de grandes dimensiones con el que se asestaron las puñaladas

– Durante el registro, Félix se derrumba y se echa a llorar. Su padre, de unos 40 años, socio de una empresa de máquinas registradoras, permaneció todo el rato abrazado a su hijo. «Hijo mío, te apoyaré en todo momento», le repetía cuando se le informó de que Félix Martínez estaba acusado de homicidio.

– El juez interrumpe la escena: «No llores, tranquilízate; concéntrate y cuéntamelo todo», según narraron testigos de la operación.

– Concluido el registro, todos se trasladan a la casa de Javier Rosado (situada en la misma calle). En la habitación del cabecilla del juego, perfectamente ordenada, se descubrieron más de un millar de folios sobre juegos de rol. Y encontraron el diario. En una mochila hallan igualmente una navaja empleada también en el crimen.

– La madre de Javier se echó las manos a la cabeza cuando la policía le comunicó las imputaciones que pesaban sobre su hijo. Sus palabras fueron: «No puede ser. Debe ser una equivocación».

– Javier, siempre en un tono frío, negó su intervención en los hechos. Afirmó que el diario era fruto de la ficción y fue construido a partir de informaciones de prensa.

– Sobre las ocho de la mañana termina el registro. Los dos jóvenes son trasladados a los calabozos de la Brigada de la Policía Judicial de Madrid.

Restos de cabello

Las comprobaciones posteriores mostraron que Javier tenía una cicatriz en su dedo pulgar derecho, exactamente como describía el diario intervenido. En ese cruel relato, Javier explicaba que metió los dedos en la boca de Carlos Moreno para impedir que gritara, y que éste le mordió. Hablando de las posibilidades de ser detenidos, Javier escribe: «Mi punto débil era también que él me había dejado lleno de heridas, el mordisco especialmente».

En la mano derecha del cadáver quedaron restos de guantes de látex; y entre las uñas de la izquierda, restos de cabellos. Los laboratorios policiales analizarán a quién corresponden. Quienes conocen a Javier le definen como un joven inteligente, empedernido lector de Nietzsche y atraído por el mito de la raza. Un compañero suyo dijo ayer de él: «Siempre estuvo chalado».


El jefe del juego asesino se cree Dios y se sabe el Código Penal, según sus amigos

Luis Fernando Durán – El País

12 de junio de 1994

Las muertes que se plantean en los juegos de rol daban energía a Javier Rosado, de 20 años y cabecilla de los asesinos del juego, quien, junto a Félix Martínez, de 17, mató a sangre fría a Carlos Moreno, de 52, el pasado 30 de abril al hacer realidad la ficción que habían inventado ellos mismos.

Amigos suyos comentaron ayer también que Rosado se cree Dios, odia a sus padres y se sabe de memoria el Código Penal, en una concentración callejera a la que asistieron centenares de jóvenes aficionados a los juegos de simulación. Junto con la familia de la víctima, manifestaron su repulsa por el crimen y proclamaron el carácter pacífico de su afición.

Los aficionados a los juegos de rol no quieren tener que abandonar su mundo de ficción. Dos centenares de apasionados de este tipo de juegos asistieron a la manifestación convocada en la calle de Bacares del barrio madrileño de Manoteras, en el mismo lugar donde la pareja de estudiantes sobrepasó la simulación y llevó el juego hasta el final sangriento.

«El rol estimula la imaginación y la creatividad, pero nunca la barbarie», comentaban los adeptos a esta actividad lúdica. Arropados con una pancarta en donde se podía leer el lema «Rol: contra la violencia», los congregados mostraron su rotunda repulsa por el «macabro crimen» de Manoteras.

En el mismo sitio se manifestaron a la vez los amigos y familiares de Carlos Moreno. El hijo de la víctima, rodeado de sus colegas, afirmó: «Lo que más me ha dolido de todo es que ningún cargo público o institución se ha interesado por nosotros». La empresa de limpiezas Impecable, donde estaba empleado Carlos Moreno, se ha preocupado de buscar un catedrático de la facultad de Derecho para que ejerza la acusación particular en el caso.

A Carlos Moreno, hijo del asesinado, le molesta que se oculte la cara de los asesinos de su padre: «Tengo ganas de que se vean sus caras y de que todo el mundo conozca a estos mimados que se divierten matando a una persona».

Los dos estudiantes están encarcelados. Rosado, estudiante de Químicas, recluido en la prisión. de Valdemoro, mientras que Félix Martínez, que cursaba COU, se encuentra en Alcalá-Meco. Ambos eligieron a su víctima al azar, cuando esperaba un autobús, y le asestaron 16 puñaladas. Rosado escribió un relato frío y detallista del crimen.

El hijo de la víctima demostró su confianza hacia -los juegos de rol en general: «No conocía estos juegos, pero he mantenido reuniones con varias asociaciones y deduzco que no son peligrosos».

El colectivo de jugadores de rol se plantea sumarse a la acción popular. A partir del lunes abrirán una cuenta con el objetivo de ayudar a la familia Moreno en los trámites judiciales.

David Méndez, portavoz de 70 asociaciones de roleros, anunció que deben unirse todas las entidades «para borrar la mala imagen» que se está dando de ellos. Hay casos de padres que tiran a la basura los juegos de sus hijos. «El mío me ha dicho que lo mejor que puedo hacer es desprenderme de él y no puedo convencerle de lo contrario», aseguró Andrés Pérez, de 23 años.

Para fin de mes está prevista la celebración de partidas callejeras para demostrar las virtudes del rol y difundir que es un juego inocente. Según Félix Rivas, de 21 años, «este pasatiempo es un buen cauce para que la gente establezca buenas relaciones y haga cosas positivas».

Pedro Alcántara cree que les están vapuleando: «Es como decir que los actores pierden el control de la realidad o que, por ver Superman, todos nos vamos a poner a volar por la calle». Entre los jóvenes concentrados había varias asociaciones de jugadores de rol de la Complutense de Madrid. Javier Rosado estaba matriculado en Químicas.

Según Eduardo Moreno, vicepresidente de la asociación de jugadores de rol de Biológicas, el supuesto homicida no pertenecía a ninguna entidad y «no jugaba en la universidad, sino en su casa, donde había inventado el juego de las Razas, que no existe en el mercado».

Estos colectivos universitarios aseguran que algunos decanatos de la Complutense estudian ahora impedir que se legalicen estas entidades. En Químicas hay una asociación en trámites para registrarse, pero el vicedecanato les ha negado el permiso, informa Servimedia.

Eduardo Moreno explica: «En Biológicas no tienen problemas con la asociación porque la vicedecana a veces juega con nosotros, e incluso nos apoya y defiende, pero en otros sitios están teniendo problemas, y se les identifica incluso con ataques que perpetran cabezas rapadas».

Los jugadores de rol se ofrecieron ayer a la Administración para colaborar en la regularización de esta afición. «Somos 340 clubes en toda España y nos tenemos que desvincular de hechos violentos», indicó Moreno.

«Disfruta con la muerte en el juego»

Los, conocidos de Javier Rosado, de 20 años y cabecilla de los asesinos del juego, quien, junto a Félix Martínez, de 17, mató a Carlos Moreno, ofrecieron ayer un perfil de su forma de ser, en el que destacaron que se cree Dios, odia a sus padres y se sabe de memoria el Código Penal.

Un compañero suyo en los juegos de rol indicó ayer, en el descampado del barrio madrileño de Chamartín donde se produjo el asesinato de Moreno mediante 16 cuchilladas, que Javier solía cambiar las reglas a su antojo, dirigía siempre el desarrollo de la partida y se irritaba violentamente cuando le resultaba adversa.

Sus conocidos hablaron ayer de quien escribió con minuciosa frialdad en su diario la muerte que, junto al estudiante de COU Félix Martínez, dio a un empleado de la limpieza escogido por ser mayor, calvo y gordo: «Habla mal, con tacos; es muy dominante, odia a sus padres y se sabe de memoria el Código Penal». Por esta última razón, el conocimiento de la legislación, suponen que podría haber «toreado» a la policía al prestar declaración.

Debajo de sus enormes gafas ocultaba una nariz rota, como si fuera un boxeador derrotado, y solía vestir con pan talones vaqueros anchos, guardapolvos y zapatillas de la marca Puma, proseguían ayer describiendo sus compañeros de juego y conocidos del barrio. Ahora, la casa donde Rosado vivía con sus padres en la calle Carlos Caamaño está en venta. «Sus padres se han ido a vivir a la otra punta de Madrid», comentaba un vecino.


El juez encarga a un psiquiatra un estudio de los asesinos del juego

El País Madrid

22 de junio de 1994

La mente de los asesinos de juego será sometida al análisis de los psiquiatras. Así lo ha ordenado José Alberto Gallego, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Madrid, quien investiga el asesinato perpetrado el 30 de abril pasado por los estudiantes Javier Rosado, de 20 años, y Félix Martínez Reséndiz, de 17, para hacer realidad un juego de rol ideado por ellos. El objetivo de la medida es determinar el estado mental de ambos jóvenes.

La policía les capturó a principios de mes, después de que un compañero de ambos, conocedor de los hechos, contase el asesinato a su padre. Cuando fueron apresados se disponían a matar otra vez, según la confesión del menor.

Los homicidas pertenecían a familias acomodadas del distrito de Chamartín y carecían de antecedentes. Rosado, el cabecilla, estudiaba tercero de químicas en la Complutense, y Félix, que quería ser escritor, COU en la rama de letras puras.

La víctima, Carlos Moreno, de 52 años, fue sádicamente apuñalada mientras esperaba de madrugada un autobús para volver a su casa, en Carabanchel. Trabajaba de limpiador.

Javier Rosado, encarcelado en Valdemoro, escribió un diario en el que anotó el espeluznante crimen. Es una de las pruebas del sumario.


«Yo no he hecho nada; soy inocente», afirma el jefe del juego asesino

José Antonio Hernández / Jan Martínez Ahrens – El País

23 de junio de 1994

«Soy inocente», dijo ayer Javier Rosado, de 20 años, el supuesto cabecilla del juego asesino. El estudiante de tercero de Químicas fue conducido esposado desde la cárcel de Valdemoro hasta los calabozos de los juzgados de la plaza de Castilla, donde fue examinado por el forense y un psicólogo.

Rosado es el autor de un espeluznante texto en el que relata detalladamente como él y su amigo Félix Martínez, de 17 años, apuñalaron hasta la muerte el pasado 30 de abril a Carlos Moreno, un modesto empleado de limpieza de 52 años, para hacer realidad un juego.

A la salida de los calabozos, ya entrada la tarde, Javier Rosado afirmó lacónicamente: «Yo no he hecho nada, yo no he hecho nada; soy inocente».

Era la primera vez que este universitario, creador del macabro juego, salía de la prisión de Valdemoro desde que fue detenido por la policía el pasado 5 de junio. Rosado, con vaqueros, camisa azul y zapatillas deportivas, negó sin levantar la cara su intervención en el crimen.

El rostro pálido, el pelo rizado y una mirada esquiva detrás de las gafas de gruesos cristales componían su semblante.

El diálogo con un redactor del EL PAÍS, que apenas duró dos minutos -el trecho que se tarda en recorrer los 20 metros que separan los calabozos del furgón celular-, fue el siguiente:

-Javier, ¿se arrepiente del crimen?

-Yo no he hecho nada, yo no he hecho nada.

-Se le acusa de haber asesinado a un hombre.

-Yo no he hecho eso, no he hecho nada -reiteró pausadamente y sin variar su timbre de voz. En ningún momento perdió la compostura, ante los fogonazos de la cámara fotográfica.

-¿Quiere añadir algo?

-Sí, que soy inocente y que yo no he hecho nada.

Esposado y vigilado por dos guardias civiles, Javier Rosado entró cabizbajo en el furgón celular con destino a la cárcel de Valdemoro pasadas las cinco de la tarde.


La personalidad de los asesinos del «juego de rol» retrasa el informe médico

José Antonio Hernández – El País

13 de julio de 1994

Los psiquiatras y los forenses que analizan la conducta de los presuntos asesinos del Juego de rol prevén terminar en septiembre el informe médico que les ha encargado el juez. Escrutar la «compleja personalidad» de Javier Rosado, de 21 años, y de Félix Martínez, de 17, requiere «muchas horas de estudió y entrevistas» con los encausados, según fuentes de la investigación. «No es un caso normal», agregan.

Los psiquiatras se han entrevistado ya con ambos jóvenes, por separado, en los calabozos de la plaza de Castilla. Y tienen previsto desplazarse periódicamente a las prisiones de Valdemoro y Alcalá-Meco, donde están recluidos Javier Rosado y Félix Martínez, respectivamente, para proseguir sus estudios y presentar un informe médico riguroso sobre la personalidad de los presuntos autores del macabro crimen del empleado de limpieza Carlos Moreno, de 52 años.

Del resultado de este informe depende que en el futuro ambos jóvenes cumplan una eventual condena (si es que ésta se produce) en un centro penitenciario psiquiátrico o, por el contrario sean sometidos a un régimen carcelario normal, según los citados medios.

Moreno fue asesinado el 30 de abril de 16 puñaladas. Los supuestos asesinos seguían las instrucciones de un juego de rol creado por ellos y que denominaron Razas. El juego consistía en matar durante unas determinadas horas de la noche a un hombre «gordito y débil».

Tras el asesinato, Javier Rosado, el cabecilla del juego, escribió un espeluznante diario en el que relata los pormenores del crimen.


El «asesino del rol» pide al juez que le permita usar su juego en la cárcel

José Antonio Hernández – El País

16 de septiembre de 1994

El cabecilla del juego de rol, Javier Rosado, de 20 años, sigue obsesionado con su mortal entretenimiento. Hace varias semanas, el presunto asesino remitió una carta al juez que lleva su caso rogándole que le envíe los materiales que conforman el juego que él inventó y que denomina Razas. Rosado explica al juez su deseo de «acabar» un juego a cuya confección ha dedicado «sin descanso» los últimos «seis años».

Siguiendo las pautas de este macabro juego, Javier Rosado y su amigo Félix Martínez, de 17 años, asesinaron el pasado 30 de abril, presuntamente, al empleado de limpieza Carlos Moreno, de 52 años. Llevaron el ficticio juego a la realidad y mataron a este trabajador (16 puñaladas) porque sus características físicas respondían a las instrucciones que marcaba el juego: era «gordito, débil y con cara de tonto».

El magistrado ha rechazado remitirle el juego por entender qué todos los materiales que reclama (cientos de folios, fichas sobre los personajes…) son pruebas que forman parte del sumario, según fuentes de la investigación. Todos esos útiles están bajo custodia en los juzgados.

La carta de Rosado, estudiante de tercero de Química, consiste en unas 15 líneas en las que «respetuosamente», según los citados medios, ruega que se le permita seguir desarrollando su «trabajo aún inacabado».

La policía detuvo a Rosado y al menor Félix Martínez tras efectuar un registro en casa del primero. Halló miles de folios relativos a juegos de rol y una especie de diario -escrito tras el crimen- en el que Rosado narra con frialdad y espeluznante precisión la forma en que Moreno fue asesinado. No cita su nombre, pero su descripción del hecho (cometido detrás de una marquesina de autobús de Hortaleza) encaja perfectamente en este crimen.

La investigación judicial sigue su curso. En octubre estarán concluidos los tres informes -uno psicológico, otro psiquiátrico y un último forense- que el magistrado ha solicitado a los peritos sobre la personalidad de los acusados.


El «asesino del rol» debe ir urgentemente psiquiátrico, según un forense

José Antonio Hernández – El País

5 de octubre de 1994

Javier Rosado, el jefe del juego asesino, padece una «grave enfermedad mental: es un psicótico» se desprende del informe que elabora José Antonio García Andrade, ex decano del Colegio de Forenses de Madrid.

Según este informe, aún inacabado, el presunto asesino del juego de rol debe salir cuanto antes de la prisión de Valdemoro -donde está encarcelado desde junio- e ingresar en el psiquiátrico de Carabanchel.

La salud mental del acusado atraviesa «un alto riesgo» y precisa de cuidados médicos inmediatos. Así lo demanda García Andrade en un informe enviado al juez que instruye el asesinato del empleado de limpieza Carlos Moreno, de 52 años, apuñalado el pasado 30 de abril.

Rosado (estudiante de tercero de Químicas, de 21 años) está acusado -junto con su amigo y también estudiante Félix Martínez, de 17 años- de este asesinato. Ambos le mataron siguiendo las macabras instrucciones de un juego de rol inventado por Rosado.

Ahora sufre tal estado de «inquietud y alteración» opina García Andrade, que no debe dilatarse por más tiempo su traslado al psiquiátrico de Carabanchel. Tras analizar su conducta durante varios meses, el ex decano de los forenses madrileños ha llegado también a la conclusión de que Rosado padece un «estado de delirio verdaderamente sobrecogedor», según han señalado a este periódico fuentes que han visto ese informe.

Opina este forense que «el alto riesgo» que atraviesa su salud puede tener consecuencias irreversibles si permanece en su actual entorno carcelario. «Está a punto de sufrir una descompensación psicótica», ha confirmado el propio García Andrade.

El ex decano de los forenses madrileños ha efectuado esta pericia a instancias del abogado de Javier Rosado. Pese a ello, aclara que su informe, todavía en proceso de elaboración, es «imparcial y estrictamente profesional».

Aparte de este documento elaborado a iniciativa de la defensa, el juez instructor ha designado a varios peritos para que analicen la conducta de los dos estudiantes. Todos los informes -psicólogicos, psiquiátricos… – estarán concluidos a finales de mes.

De ellos depende que los acusados pasen los próximos años de su vida en una cárcel común o en una penitenciaria psiquiátrica. Los investigadores tratan de aclarar ahora si Rosado y Félix Martínez (este último, en la prisión de jóvenes de Alcalá-Meco) bebieron alcohol el día del crimen.


El «asesino del rol» finge ser «un enfermo mental»

El País Madrid

22 de octubre de 1994

Uno de los tres informes médicos que ha pedido el juez instructor sobre el estado mental de Javier Rosado -uno de los dos estudiantes acusados de matar a un hombre siguiendo las instrucciones de un juego de rol- destaca que es un psicópata que «finge ser un enfermo mental», según informa Efe. Es decir, que sabía lo que hacía y que, por tanto, no padece ninguna enajenación mental que altere su capacidad de obrar.

Este informe oficial de los psicólogos difiere, en cambio, del que han elaborado los médicos forenses nombrados por el magistrado. Éstos han afirmado que Rosado es un enfermo mental que requiere con urgencia ser tratado en un centro penitenciario psiquiátrico. O sea, que es inimputable legalmente.


El juez ordena que se practique otro examen mental al «asesino del rol»

El País Madrid

28 de marzo de 1995

El psiquiatra Juan José Lopez lbor efectuará un nuevo examen médico a Javier Rosado Calvo, de 21 años, principal acusado en el crimen del juego de rol. Este nuevo examen ha sido ordenado por el juez que ha instruido el caso, el titular del Juzgado de Instrucción 5 de Madrid, José Alberto Gallego.

El magistrado ha ordenado este nuevo examen a instancia de uno de los abogados de la acusación particular, que expuso al juez la necesidad de efectuar un tercer informe médico ante las divergencias que sobre la responsabilidad del encausado plantean las dos anteriores.

Rosado fue sometido con anterioridad a sendos exámenes por los psicólogos y psiquiatras de la clínica forense de Madrid. Los primeros análisis dictaminaron que se trataba de un psicópata que finge ser un enfermo mental, por lo que sabía lo que hacía y no padece enajenación mental que altere su capacidad de obrar.

Sin embargo, los psiquiatras consideran que Javier Rosado sufre una enajenación mental completa, suficiente para llegar a anular la base psicológica que sustenta su imputabilidad. Es decir, opinaron lo contrario que los psicólogos.

Esta divergencia ha llevado a la acusación particular, representada por el abogado Carlos Balbás, a pedir este tercer examen, que efectuará Juan José Lopez Ibor. El psiquiatra comparecerá en breve ante el juez de Instrucción número 5 de Madrid, Jose Alberto Gallego, para confirmar que acepta realizar el estudio y obtener los datos que solicite para elaborar un nuevo informe.

Javier Rosado es el autor del juego de rol que culminó con el asesinato de Carlos Moreno, de 52 años, quien fue asesinado -Presuntamente- por Rosado y por un menor de edad amigo de éste, el 29 de abril de 1994. Moreno fue cosido a puñaladas cuando esperaba el autobús en una parada del barrio madrileño de Manoteras.


El juez procesa a dos jóvenes por planear otro «crimen del rol»

Luis Fernando Durán – El País

18 de julio de 1995

El crimen del rol tiene dos procesados más, con lo que ya suman cinco. Una pareja de amigos ha sido acusada por el juez instructor de tramar un nuevo asesinato basado en una alteración de los juegos de rol (cuyos participantes imaginan tener otra personalidad), y de encubrir el crimen ya conocido. Los dos nuevos inculpados son Jacobo P. y Félix E., según fuentes jurídicas conocedoras del sumario.

Ambos, menores de edad política (18 años), pero no penal 16 años), iban a cometer un nuevo asesinato el 5 junio de 1994 en compañía de Javier Rosado (entonces de 20 años) y Félix Martínez (que tenía 17), los dos estudiantes que el 30 de abril mataron supuestamente al empleado de limpieza Carlos Moreno. Pero su plan se frustró con las detenciones de estos dos muchachos. También figura procesado desde el pasado noviembre, como encubridor del crimen, su compañero Javier Hugo E. S., de 17 años.

El auto de procesamiento emitido por José Gallego, juez de instrucción número 5, encausa a los cuatro jóvenes (excluye al primer supuesto encubridor) por «conspiración y proposición de un delito de asesinato», que iban a cometer dos meses después del primero, según fuentes jurídicas.

Este mismo magistrado ya había procesado a Javier Rosado, universitario, y Félix Martínez, estudiante de enseñanzas medias, bajo la acusación de ser los autores de la muerte de Carlos Moreno.

Según fuentes judiciales, los cuatro acusados iban a traspasar de nuevo la frontera de la ficción. Su idea era convertir en realidad una variante del juego del rol ideada por ellos mismos. El grupo planeaba salir a la calle en la madrugada del 5 de junio para buscar una nueva víctima.

La elegirían al azar, siempre que sus características físicas no ofrecieran riesgo para los jugadores. Por eso pretendían escoger a un hombre débil y mayor. Pero el juego no se llevó a cabo gracias a la intervención policial y a la denuncia de uno de los amigos. A todas estas conclusiones ha llegado el juez tras las declaraciones de los procesados y de diversas personas de su entorno.

Igualmente, la idea de un nuevo asesinato quedaba apuntada ya en el espeluznante diario que escribió Javier Rosado para relatar su actuación.

Carlos Balbás, abogado de la acusación particular del crimen del rol, señaló ayer que la idea de volver a matar fue posterior al asesinato de Carlos Moreno, y que se frustró porque intervino antes la policía: «Uno de los participantes en el juego se asustó, se lo comentó todo a sus padres y se pudo evitar la comisión de un nuevo asesinato», manifestó Balbás.

El titular del Juzgado de Instrucción número 5 ha decretado prisión provisional bajo fianza de 100.000 pesetas para los dos nuevos acusados, Félix E. y Jacobo P. Asimismo, el magistrado, a instancias del ministerio fiscal, ha ordenado nuevas diligencias. para esclarecer por completo el caso.

Siguen en prisión

Mientras tanto, permanecen en prisión Javier Rosado Calvo y Félix Martínez, los principales sospechosos de acabar con la vida del empleado de limpieza Carlos Moreno.

La noche del crimen, Javier y Félix salieron a la calle, con guantes de látex y dos cuchillos en busca de una persona a la que matar. Previamente habían determinado las características de la víctima.

En la parada del autobús de la calle de Bacarés (zona norte de la calle de Arturo Soria) vieron a Carlos Moreno. Cuchillo en mano, le exigieron dinero para simular que el móvil era el robo. Moreno les dio 3.000 pesetas. Los asaltantes le conminaron a que pusiera las manos en la espalda, momento que aprovecharon para apuñalarle brutalmente hasta la muerte.

El pasado mes de noviembre el magistrado consideró a Javier Hugo E., de 17 años, encubridor de Rosado y Félix Martínez. Este supuesto conocedor de los hechos se enteró de lo sucedido una vez cometido el crimen, concretamente el 2 de junio, según el Juez, después de que Javier Rosado le mostrara en su domicilio un vídeo que contenía las informaciones emitidas por televisión sobre el crimen.

Ahora los especialistas deben determinar si los principales sopechosos actuaban con pleno conocimiento.

Existen dos informes opuestos. Los peritos psiquiatras indican que Javier Rosado, el estudiante de ciencias químicas, se encontraba en un estado de enajenación mental completa en el momento de la comisión del delito.

Según el abogado de la acusación particular, Carlos Balbás, «ese dictamen establece que Rosado podría estar poseído por otra personalidad». Por otro lado, los psicólogos de la Clínica Médico Forense (de los juzgados de la plaza de Castilla) aseguran que los autores eran conscientes y conocedores de lo que hacían. El juicio del crimen del rol se celebrará a entre febrero y marzo de 1996.


La falta de fondos impide practicar un examen mental al «asesino del rol»

Luis Fernando Durán – El País

21 de julio de 1995

Los psiquiatras no pueden efectuar un nuevo examen médico a Javier Rosado, principal acusado en el crimen del juego del rol, por falta de fondos, según indicó un abogado de la acusación particular, Carlos Balbás.

Este análisis había sido ordenado por el juez instructor del caso, el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Madrid, José Alberto Gallego. El magistrado solicitó este examen a instancia de Balbás, quien expuso al juez la necesidad de un nuevo informe ante las divergencias que plantean los dos primeros estudios.

Según Carlos Balbás, se necesitarían unas 250.000 pesetas para el nuevo dictamen. «La cantidad la debería aportar la familia de Carlos Moreno, el hombre asesinado, pero no puede», asegura. Da otra alternativa: «El dinero podría salir del Ministerio de Justicia». El abogado considera esencial el tercer examen.

Javier Rosado fue sometido con anterioridad a dos exámenes.

Los psicólogos dictaminaron que se trataba de un psicópata que finge ser un enfermo mental y que actuaba de forma consciente. Sin embargo, los psiquiatras opinaron que sufre una enajenación mental completa, circunstancia que modificaría su culpabilidad.


El juez concluye la investigación sobre el crimen del «juego de rol» con cuatro personas procesadas

EFE Madrid

10 de octubre de 1995

El juez José Alberto Gallego ha concluido la instrucción del sumario del crimen del juego de rol, hecho por el que ha procesado a cuatro personas. El magistrado ya encausó él pasado noviembre a Javier Rosado, de 20 años, y a Félix Martínez Reséndiz, de 17, como autores de la muerte del empleado de limpieza Carlos Moreno, de 52 años, durante la fase final de un juego de rol que idearon ellos mismos.

Y más tarde, a instancias del fiscal, decidió ampliar el auto de procesamiento para incluir a Javier Hugo E. S., como supuesto encubridor del asesinato, y a Jacobo P. S., por conspiración para cometer otro asesinato.

Javier Saavedra, abogado de la familia del fallecido Carlos Moreno, asegura que antes de que se celebre el juicio pedirá que se practiquen nuevos exámenes psiquiátricos y psicológicos a Javier Rosado Calvo y a Félix Martínez Reséndiz.

Los forenses del juzgado han determinado que Javier, el cabecilla del macabro juego, debe ser interna do en un hospital psiquiátrico, porque sufre una enajenación mental completa que le hace «peligroso». Respecto de Félix Martínez Reséndiz no han apreciado patología alguna, aunque consideran que debe ser sometido a psicoterapia.

Los psicólogos, por el contrario, entienden que Javier Rosado es un psicópata que, finge ser un enfermo mental, pero que no padece enajenación mental que altere su capacidad de obrar; y sobre Félix Martínez Reséndiz entienden que es un joven normal sin trastorno mental, aunque muy influenciable.

Saavedra asegura que pedirá 30 años de cárcel para Javier y Félix, pues les considera autores materiales del crimen. Los forenses judiciales explicaron en su día en un informe remitido al juez que durante el juego de rol se crean e interpretan personajes, unas veces sobre una mesa y otras en vivo y en las calles, como en este caso.

El cadáver de Carlos Moreno fue hallado, con 16 puñaladas, el 30 de abril de 1994 en un descampado de Madrid. Javier y Félix salieron a la calle de madrugada y acuchillaron a Moreno siguiendo las instrucciones del juego. Rosado describió luego el crimen en un diario personal, en un relato espeluznante.


El cabecilla pasaba horas mirándose al espejo y hablando con su propia imagen

José Antonio Hernández – El País

26 de enero de 1997

El futuro de Javier Rosado y Félix Martínez, cabecillas del crimen, va a depender de los informes de los psiquiatras. Los forenses del juzgado entienden que Javier sufre un trastorno de la personalidad, es peligroso para la sociedad y debe ingresar en un psiquiátrico, y que Félix precisa psicoterapia, aunque no es un enajenado.

No todos los peritos se ponen de acuerdo a la hora de definir la compleja conducta de Javier, mentor del juego que costó la vida de Carlos Moreno. El perito nombrado por el juez ve en Javier a un chico «con un trastorno de la personalidad múltiple», que «domina» su «yo inmaduro» y que le hace «conducirse de acuerdo con ellas».

Los personajes que asume, «en ocasiones, luchan entre ellos dentro de su cabeza», hasta sumergirle en el delirio y en un estado de psicosis. Personajes y conductas que él inventa y asume, y con las que sufre o ríe.

Al ingresar en prisión, Javier expresó miedo a que sus personajes iniciasen «una nueva guerra». En esa batalla interior temía que su «subpersonalidad número 20 pudiese ganar, recuperase el poder y decidiese volver a matar a otra persona». Carlos Moreno fue víctima de una de esas batallas imaginarias.

«Javier padece», sostiene este perito, «un claro fenómeno de despersonalización»: con frecuencia «se pasaba horas delante de un espejo hablando» con su propia imagen. No obstante, no es un loco incapaz de discernir el bien del mal. Al contrario, distinguía la realidad de la fantasía. Su conducta en la universidad (estudiaba 3º de Químicas) era la de un chico normal de 20 años.


Comienza el juicio contra los «asesinos del rol», para los que el fiscal pide 71 años de cárcel

José Antonio Hernández – El País

26 de enero de 1997

El juicio contra los acusados del llamado crimen del rol, cuya sevicia conmocionó a toda España, se iniciará mañana en la Audiencia de Madrid. Durará hasta el viernes, y cerca de cuarenta testigos desfilarán ante el tribunal. Los estudiantes Javier Rosado y Félix Martínez, entonces de 20 y 17 años, están acusados de llevar a la realidad un macabro juego que consistía en matar a un hombre «calvo, mayor y gordito».

Javier y Félix asesinaron la noche del 30 de abril de 1994, siguiendo las pautas del juego, a Carlos Moreno, un empleado de limpieza que esperaba de madrugada un autobús para volver a casa harto de trabajar. De 52 años y padre de tres hijos, Moreno fue escogido al azar tras descartar sus asesinos a otras ocho personas.

Tras el crimen, Javier escribió un sobrecogedor y espeluznante diario -una de las principales pruebas de cargo-, en el que relata con una terrible frialdad los pormenores del asesinato y los últimos hálitos de vida de la víctima.

Razas, el juego de rol mentado por Javier que condujo a la muerte de Moreno, consistía en un mundo imaginario proyectado sobre un tablero de mesa y con fichas. Dividía la humanidad en 360 arquetipos. Así, Javier y sus amigos se asignaron roles de personajes irreales, basados en publicaciones y vídeos de contenido extremadamente violento.

Fue un simple entretenimiento juvenil hasta que decidieron ejecutar en la vida misma los impulsos asesinos de los personajes que emulaban. Para ellos, Carlos Moreno, la víctima, no era el padre de tres hijos que esperaba de madrugada un autobús para volver a casa tras una jornada de trabajo; era, según lo definió Javier en su diario, «una presa, un idiota con calcetines ridículos», alguien cuya tardanza en morir le «cabreaba», según escribió en el diario.

Sanos o enfermos

La clave del juicio estará en los informes periciales. La misión del tribunal se centrará, pues, en dilucidar si son enfermos mentales, su peligrosidad y, en su caso, dónde deben cumplir una eventual condena. De momento, el fiscal sostiene que son imputables, y pide 47 años de cárcel para Rosado por delitos de asesinato, robo y conspiración para nuevos asesinatos, y 34 para Félix por idénticos cargos.

Además, también se sentarán en el banquillo Javier H. E. y Jacobo P., menores de edad, por conspiración para el asesinato. El fiscal demanda seis años de prisión para cada uno. Los cuatro fueron detenidos el 5 de junio, cuando se disponían a iniciar otra batida asesina por las calles de Madrid.

El fiscal explica así el crimen -real- de Carlos Moreno: Javier y Félix idearon un plan «consistente en matar, en un lugar apartado de Madrid y por la noche, a una persona. Preferentemente, una mujer joven, y si no, a una niña o a un varón». Cada uno iría «provisto de un arma blanca, de no grandes proporciones, pero muy afilada».

El juego establecía, según el fiscal, que «la primera cuchillada la propinaría Javier, en el cuello». El papel de Félix «era asestar múltiples navajazos a la víctima en órganos vitales, con el común propósito de causarle dolor y debilitarle: la muerte debía producirse tras un gran sufrimiento».

«Con el designio indicado, sobre las 0.30 del 30 de abril de 1995 salieron ambos a la calle con las armas indicadas y guantes de látex. Se dirigieron al barrio de Manoteras en busca de una persona idónea. Acecharon a ocho personas, pero no llegaron a actuar por no concurrir en ellas las circunstancias propicias. Sobre las cuatro y media de la madrugada hallaron en la parada de autobús de las líneas 7, 29 y 129, en la calle de Bacares, 26, a Carlos Moreno. Le abordaron, exhibiéndole los cuchillos, y le pidieron que les entregase el dinero. Le hicieron creer que sólo pretendían robarle. Les dio 3.000 pesetas. A continuación, Javier le obligó a que pusiera las manos en la espalda y alzara la cabeza. Así lo hizo, convencido de que sus agresores sólo pretendían registrarle. Una vez en esta posición, totalmente indefenso, Javier le asestó dos cuchilladas en el cuello».

Paralelamente, prosigue el fiscal, «Félix descargó repetidamente el machete sobre el vientre y las extremidades de la víctima, que echó a correr. Fue alcanzado unos metros más adelante. Le asestaron entonces múltiples cuchilladas por todo el cuerpo, con tal violencia que el machete quedó doblado. Pese a la hemorragia interna que ya sufría, la víctima consiguió desasirse de sus asesinos, si bien fue alcanzado de nuevo. En el forcejeo, la víctima cayó por un terraplén de las inmediaciones. Javier perdió su cuchillo. Pero como su intención era seccionarle la garganta, le introdujo su mano derecha en la herida del cuello y luego las dos, desgarrando con sus dedos tejidos, cartílagos y demás órganos. Al tiempo que Félix proseguía en su acción con el propósito de conseguir la evisceración intestinal de la víctima.

La situación agónica duró varios minutos, hasta que, exangüe por la hemorragia, expiró entre estertores por shock hiperasténico».

Tras celebrar «a la luz de la luna» el éxito de la misión, Javier y Félíx, días después, contaron el crimen a los también procesados Javier H. E. y Jacobo P. Y decidieron repetir la brutal experiencia, contra otra presa, el 5 de junio de 1995. Pero la asesina travesía se frustró al ser delatados a la policía por un amigo de los procesados, que vio en los medios que lo que contaban Javier y Félix no eran fantasías. Y que corrían peligro otras vidas.


El menor acusado del «crimen del rol» culpa de todo al «maestro» del juego

José Antonio Hernández – El País

28 de enero de 1997

Javier Rosado, ideólogo del crimen del rol, privó al tribunal que le juzga desde ayer de una explicación sobre la muerte de Carlos Moreno, acuchillado 19 veces la madrugada del 30 de abril de 1994 cuando esperaba un autobús en Madrid para volver a casa tras su jornada laboral como empleado de limpieza. Sí declaró su compinche, Félix Martínez, entonces menor de edad (17 años).

Félix relató cómo Javier, embutido en una de sus 40 ficticias «personalidades», la de Lucer, transformó en una macabra realidad el juego de rol Razas, en el que varios amigos se refugiaron durante más de un año. Según Félix, el autor de las 19 cuchilladas fue en exclusiva Javier Rosado, hoy de 22 años. Además de Javier y Félix, en el banquillo también se sentaron otros dos miembros de la pandilla: Javier E. y Jacobo P., ambos de 19 años y estudiantes.

Corpulento y con aspecto aniñado, Félix Martínez, hoy con 19 años de edad, se autoexculpó del crimen. Supuso que todo «era un juego, una broma de Javier», explicó al tribunal, hasta que vio a su amigo asestar varias cuchilladas en el cuello de Carlos Moreno, de 52 años y padre de tres hijos.

En Razas, el juego asesino, Javier, su mentor y «maestro», dividía la humanidad en 360 arquetipos. Tanto él como sus amigos se asignaban roles de personajes irreales, basados en publicaciones y vídeos de contenido sumamente truculento, y desarrollaban el juego para emularlos.

Sobre el tablero y con fichas, la acción consistía «en matar a gente» de unas determinadas características. Cuantas más personas morían, más puntos obtenía el asesino en cuestión. Javier y Félix, según el fiscal, traspasaron una noche esa frontera imaginaria.

«Embriagados»

La línea de defensa de Félix se centró en que nunca llegó a imaginar que por la mente de Javier rondase la idea real de matar a una persona. Félix señaló que la noche del 30 de abril de 1994 se topó casualmente con Javier y que éste le expuso, una vez más, su teoría sobre «el asesinato perfecto».

Se trataba de salir a la calle «y matar a alguien, sin testigos, sin móvil». «Creyendo que era parte del juego», y provistos de cuchillos, ambos se dirigieron, sobre la 1.30 de la madrugada de ese día, «y bastante bebidos», al barrio de Manoteras, explicó Félix. Vieron allí, en una parada de autobús, a una persona que respondía a las características del juego.

«Ésa es la víctima», asegura Félix que le espetó Javier. «Sacó el cuchillo, yo me quedé detrás, y le pidió el dinero que llevaba encima. Le dio 3.000 pesetas. Entonces», añadió Félix, «Javier le dio varias cuchilladas en el cuello [como establecía el juego]. Forcejaron y ambos se cayeron por un terraplén [adyacente a la parada de autobús]. Todo fue muy rápido. Bajé al terraplén como un zombie. No sabía lo que hacía». Félix luego se fue a casa, se lavó y se quedó «totalmente dormido».

El menor apenas ofreció detalles sobre el crimen, a diferencia de los muchos que figuran en el diario, que tildó «de relato novelesco». Aseguró que al día siguiente, cuando se cercioró de que un hombre había sido asesinado, sintió «un terrible pánico» y remordimiento de conciencia. Javier, por contra, le comentó «que estaba muy orgulloso» de lo que habían hecho y que «quería repetirlo con otra persona».

El fiscal, que pide 47 años de cárcel para Javier y 34 para Félix, difiere de la versión de éste. Sostiene que, nada más asestar Javier la primera cuchillada en el cuello de Carlos Moreno, Félix se sumó a la agresión propinándole otras en el vientre con el machete que portaba, y que incluso llegó a doblar.

«En las pesadillas que he tenido después, me recuerdo abajo, en el terraplén, con un cuchillo en las manos, pero no me veo apuñalando a la víctima», subrayó Félix. «Sí recuerdo», agregó, «haber visto a Javier metiendo la mano [en la amplia herida] del cuello de la víctima. Todo fue muy rápido».

A preguntas del abogado de la acusación particular, Javier Saavedra, Félix admitió que Javier «se vanagloriaba» del crimen ante el resto de la pandilla. Uno de los cuatro acusados grabó en vídeo una noticia de televisión sobre el crimen de Carlos Moreno. «Eso lo hemos hecho nosotros», se jactaba Javier ante el resto de amigos. «Me limitaba a asentir. Tenía miedo de separarme de él y que pudiese hacerme algo a mí o a mi familia. Estaba muy asustado».

La policía detuvo a los cuatro acusados el 5 de junio de 1994, cuando, según el fiscal, se disponían a salir a la calle para matar a otra persona. Por eso, Javier E. y Jacobo P. están acusado de conspiración para un nuevo asesinato. Tanto Javier E. como Jacobo P. abundaron en que ni por lo más remoto pensaron que el crimen del que se jactaba Javier, el cabecilla, fuese cierto.

Admitieron que comentaron las imágenes de televisión sobre el crimen, pero que Javier hablaba con la jerga típica del juego de rol y que creyeron que era fantasía. Y que, cuando Javier hablaba de matar a otra persona, pensaron que se refería a llevar el juego a la calle, hacerlo «en vivo», pero en la ficción.

Lo cierto es que, tras el asesinato, una nueva ficha se sumó al tablero de Razas. Una ficha a la que Javier llamó Benito y en la que se veía un muñeco con el cuello rajado y sin cuerdas vocales. El muñeco correspondía a Carlos Moreno. El juicio continuará hoy.


«Espero que haya justicia», declaró una hija de la víctima

José Antonio Hernández – El País

28 de enero de 1997

En las últimas filas de la sala de la Audiencia Provincial se reunieron ayer los parientes de los cuatro estudiantes acusados del crimen del rol y la familia de la víctima, Carlos Moreno, empleado de limpieza. A la derecha se colocaron los amigos y familiares de Javier Rosado, Félix Martínez, Javier E. y Jacobo P. Y a la izquierda, las dos hijas del asesinado con sus hermanos y un cuñado.

Pero entre ambas familias no hubo intercambio de palabras durante la jornada. Tan sólo un duro cruce de miradas entre las tibias afirmaciones de los inculpados.

Durante la declaración de Félix Martínez, uno de los estudiantes juzgados, la hermana del fallecido exclamó con ira: «Ahí está Javier Rosado [el principal acusado de acuchillar hasta la muerte a su hermano]». Los familiares de Rosado giraron la cabeza sin hacer ningún comentario. La situación se repitió una vez más, pero los más allegados a los supuestos criminales permanecieron mudos.

Las hijas de Carlos Moreno también permanecieron en silencio cuando escucharon sobrecogidas cómo Félix Martínez relataba el trágico asesinato de su padre. A veces cerraban los ojos o agachaban la cabeza. Una de ellas frunció el ceño al escuchar cómo uno de los acusados decía que la noche del crimen habían bebido. «Vaya excusa para matar», musitó, mientras escuchaba de boca de Félix Martínez la teoría del asesinato perfecto. Luego, en los corredores de la Audiencia Provincial, una de las hijas de la víctima dijo: «Espero que haya justicia».

El hijo de Carlos Moreno permaneció en la puerta de la sala junto a su novia y sus amigos, rodeado de decenas de micrófonos. No pudo entrar en la vista oral por figurar como testigo. «Sólo os puedo decir que estamos destrozados, hechos polvo».

Carlos, encargado de una discoteca madrileña, aguantó el acoso de las cámaras y repitió: «Espero que se les castigue como se merecen». «No entiendo cómo pueden decir que sufrían algún tipo de trastorno o problemas psiquiátricos cuando, después del asesinato, lo escriben todo en un diario y lo comentan entre los amigos».

Según Carlos Moreno hijo, nunca nadie de la familia de los criminales se ha dirigido a ellos. «No ha habido nunca una palabra entre ellos y nosotros. Hoy nos hemos juntado con ellos en una sala de espera antes del juicio y cuando hemos entrado se han callado sin hacer ningún tipo de comentario». Los familiares de Javier Rosado y Félix Martínez no quisieron hablar, ni tampoco sus abogados defensores.


Los «asesinos del rol» llevaban cuchillos para matar a otra persona al ser detenidos

José Antonio Hernández – El País

29 de enero de 1997

La Audiencia de Madrid celebró ayer la segunda sesión del juicio sobre el crimen del rol, una diversión juvenil que dos estudiantes madrileños convirtieron en realidad en abril de 1994 al matar de 19 cuchilladas, siguiendo las pautas de un macabro juego de rol, a Carlos Moreno, de 52 años.

Lúcer, una de las 40 personalidades en las que se reencarnaba Javier Rosado, maestro del juego, tenía todo dispuesto para asesinar a una segunda víctima cuando fue detenido junto a su cómplice -Félix Martínez, de 17 años en el momento de los hechos- la noche del 4 de junio de 1994. Portaban cuchillos y acababan de comprar una caja con 10 guantes de látex, según declararon ayer los policías que intervinieron en su detención.

Era el mismo tipo de guantes que 35 días antes, el 30 de abril de 1994, había empleado Rosado para ejecutar su «teoría del asesinato perfecto: sin móvil, sin testigos…» En la garganta de Carlos Moreno, la policía halló un trozo de guante de látex. La víctima, en el forcejeo con Rosado para defender su vida de las cuchilladas, mordió el dedo pulgar de su agresor y se quedó con un trozo de guante en la boca.

Félix Martínez declaró el primer día que fue Rosado el autor de las 19 puñaladas que acabaron con la vida de Carlos Moreno. Aseguró al tribunal que se quedó detrás, como petrificado, al ver que, de repente, Rosado se abalanzó sobre la víctima y comenzó a infligirle cuchilladas.

La policía abortó el proyectado segundo crimen (que supuestamente iban a cometer Rosado, Félix y los también procesados en esta causa Jacobo P. y Javier E.) merced a la denuncia de un miembro de la pandilla: Enrique M.; Jacobo y Javier E. sostienen que nunca creyeron que Rosado y Félix hubiesen matado a una persona, como les habían dicho, y que también interpretaron como una fantasía más del juego la idea de matar a otra persona.

El denunciante

El testimonio de Enrique M., el denunciante, era importante. Sobre todo para aclarar por qué Enrique -quien también formaba parte de esa pandilla y jugaba con ellos al rol- sí creyó a Rosado cuando éste, jactándose, contó al grupo que había matado a un hombre y pretendían repetir la brutal experiencia.

Enrique conoció los planes por Javier E., en el instituto. «Me dijo que Javier y Félix habían matado a un hombre y que si yo quería ir con ellos a matar a otro. Me lo tomé mitad en broma, mitad en serio. Le dije que sí iría, pues no era cuestión de llevar la contraria a alguien que me decía eso».

Enrique despejó horas después sus dudas iniciales sobre la veracidad de lo escuchado en boca de Javier E. La pandilla se reunió por la noche en casa de Félix para presenciar un vídeo grabado de la televisión que informaba de la muerte. Observó cómo Rosado, con gestos de orgullo, ampliaba los datos y corregía los errores.

En la crónica televisiva se decía, por ejemplo, que la policía había encontrado un reloj debajo del cadáver. Rosado no tuvo empacho en decir, delante de todos, que se trataba del reloj de Félix, de cuya muñeca efectivamente había desaparecido. Comenzó a atar cabos -el reloj, las secuelas del mordisco en el dedo de Javier…- y contó el caso, primero, a un sacerdote.

Éste le dijo que siguiera indagando. Optó por contarlo todo a la policía el sábado, horas antes de la fecha fijada para ejecutar el segundo crimen. En concreto, vio que no era una broma tras telefonear a Rosado para preguntarle por la hora de salida y lo que debía llevar. «Me dijo que nos veríamos a medianoche en la casa de Félix, que llevase un arma y una bolsa para limpiar la sangre».

Ayer testificaron otras 14 personas. Entre éstas, los policías que intervinieron en la detención de Rosado y Félix Martínez. Los agentes señalaron que en un registro efectuado en casa de Rosado hallaron decenas de libros sobre sadismo y terror. Y en una mochila que había en la habitación de Félix M., tres folios escritos a máquina por Rosado sobre el crimen de Carlos Moreno.

El relato es un monumento a la crueldad y al salvajismo.

Rosado detalla en él la agonía de Carlos Moreno y sus estériles intentos por escapar de las cuchilladas en órganos no vitales que, según el escrito, propinaron él y Félix a la víctima. «Debía morir lentamente y con gran sufrimiento», escribió. «Leímos un relato espeluznante sobre la muerte de este hombre», confesó uno de los policías. Los agentes afirmaron que el contenido del relato «coincidía» plenamente con las circunstancias que rodearon el crimen de Carlos Moreno.

Los abogados de la defensa entienden que ese diario es pura ficción, «un relato novelesco» basado en los muchos libros sobre terror que ha leído Rosado. «El diario lo ha escrito la persona que ha hecho eso [el crimen]; hay muchas coincidencias; las heridas, las características de la víctima, los guantes de látex» subrayó, convencido otro de los agentes.

Parte de las fichas y documentación del juego de rol Razas, inventado por Rosado y germen de la cruel muerte de Carlos Moreno, las halló la policía en un registro en casa de Javier E. Una de las fichas del juego, llamada Benito, era distinta del resto: se trataba de un muñeco gordito, calvo, bajito y sin cuerdas vocales. La confeccionó Rosado para representar en el juego al hombre asesinado en la vida misma.

«Como un hermano»

También prestó ayer declaración el padre de Félix Martínez. Contó que Rosado era «como un hermano mayor» para su hijo y que, tras el crimen, «Félix perdió ocho kilos y apenas salía de casa». El hombre, abatido y emocionado, se abrazó y besó a Félix, franqueado por los policías que le custodian, al acabar su testimonio. Una psicóloga afirmó, por su parte, que notó en Félix problemas de afectividad al morir su madre tras una larga enfermedad.

Los amigos de Javier Rosado, que también testificaron, destacaron su «inquietud intelectual» y confesaron que siempre le vieron «como a un chico normal» que a veces era objeto de broma «por su pinta y forma de andar». No obstante, uno de ellos relató que Rosado le hizo un día la siguiente confidencia: «Al levantarme he visto un muñeco en el espejo que se ha abalanzado sobre mí, apretándome el cuello».

Hoy será un día clave en la vista oral. Los peritos se pronunciarán sobre el estado mental de los encausados. De sus informes dependerá que cumplan una eventual pena en un psiquiátrico o en una cárcel.


Guerra de «razas» en la mente de Javier Rosado

José Antonio Hernández – El País

30 de enero de 1997

Juan José Carrasco, uno de los dos psiquiatras a los que el juzgado instructor encargó un informe sobre Javier Rosado, describe como «compleja y peligrosa» la personalidad del cabecilla del juego. Carrasco ha llegado a la conclusión de que Rosado es un «enajenado mental completo» tras sus entrevistas con él en la plaza de Castilla y en la cárcel de Valdemoro, donde sigue.

Su compañero se mostró ayer ante el tribunal menos categórico: «Este señor tomó precauciones antes y después del homicidio; un esquizofrénico nunca toma esos cuidados», advirtió.

Carrasco citó algunas de las frases de Javier Rosado que, entre otros estudios, fundamentan su convicción de que se trata de un esquizofrénico con un trastorno múltiple de la personalidad: «Yo soy inocente», le dijo una vez Javier, «pero en caso de ser culpable, sería yo mismo el primer interesado en pedir una explicación». «Pienso que todo es una fantasía; si lo es, yo no habría matado [por tanto] a nadie».

«Sé que nací cuando estaba en primero de BUP, me desarrollé en segundo y en tercero adquirí personalidad».

En la mente de Javier Rosado, como en el juego, conviven decenas de subpersonalidades o razas. La vigésima, que él define como Lúcer, es la más malvada, la que le dice «quiero matar». La número 28 «contiene la fuerza para hacerlo», y la 30 (Mara), «la que autoriza o no a la 20 para ejecutar su instinto criminal».

Fue la 20, reencarnación de Lucifer, la que redactó el macabro diario sobre la muerte de Carlos Moreno. «Mara es el poder, la moderación. Una guerra entre los subpersonajes en la que Lúcer alcanzase el poder desataría la muerte y el caos». Así estaba la mente de Javier Rosado la noche en que Carlos Moreno recibió 19 cuchilladas.


«Es un psicópata que finge estar loco»

José Antonio Hernández – El País

30 de enero de 1997

Los informes psicológicos sobre Javier Rosado difieren del de los psiquiatras. Las dos peritos nombradas por el juzgado instructor entienden que es «un psicópata» que «simula y finge estar loco».

«No presenta ni uno sólo de los síntomas característicos de la personalidad múltiple y las alucinaciones (depresión, alcoholismo, cambios de humor, abuso de sustancias…) Pensamos que se trata de una persona que mata por matar», explicaron al tribunal. Tampoco es un esquizofrénico ni en su mente «existen ideas delirantes o alucinaciones».

Es «una persona inteligente y fría», que ha sacado sus supuestas personalidades «de los 3.000 libros de sadismo y terror que ha leído»; además, nunca nadie «le ha visto desdoblar su personalidad». «Si fuese un amnésico, no facilitaría detalles tan claros como los que dio a la policía sobre el crimen. Dice que tiene un concepto irreal sobre el tiempo; sin embargo, es capaz de decir, cuando le vimos, que llevaba 45 días exactos en prisión…», señalaron las psicólogas.

En una ocasión, éstas le preguntaron: «¿Qué opinas del asesinato». Javier contestó: «Un homínido mató hace 200.00 años a otro. ¿A usted le interesa eso … ?»

José Antonio García Andrade, psiquiatra de la familia, y Carlos Fernández Junquillo, que ha tratado a Rosado en la cárcel de Valdemoro, coincidieron, por contra, en que el acusado es un enajenado mental completo que requiere tratamiento.

Luis Caballero, propuesto por la familia de la víctima, sostuvo lo contrario, basándose en «la clarividencia» del diario. «Es un texto coordinado, en el que calcula las posibilidades de que le detengan y en el que trama otro crimen».


Los peritos discrepan sobre la salud mental del principal encausado en el «crimen del rol»

José Antonio Hernández – El País

30 de enero de 1997

Javier Rosado, el ideólogo del crimen del rol, dejó por momentos de frotarse los labios con el bolígrafo en el que anota lo que se dice de él en el juicio e hizo una sonriente señal de victoria con los dedos índice y corazón.

Fue su respuesta al testimonio que efectuó sobre su salud mental el psiquiatra Juan José Carrasco: «No es que simule estar loco, es que está loco», enfatizó el perito ante el tribunal que juzga a los estudiantes acusados de matar a un padre de familia de 52 años siguiendo las instrucciones de un truculento juego de rol. Una diversión que Javier Rosado, su mentor, denominó Razas y que está basada en los cientos de libros de terror y sadismo que ha leído.

El gesto victorioso de Javier Rosado, que hoy cuenta 22 años, resultó precipitado a la postre. Ya que los 10 peritos médicos citados por el tribunal para que informaran sobre el estado mental discreparon sobre si Javier está loco o es responsable de sus actos.

Para los dos forenses designados por el juez que instruyó el sumario, Javier Rosado es, con matices, un psicótico: sus facultades mentales estaban totalmente anuladas cuando mató a Carlos Moreno. En cambio, para las dos psicólogas que analizaron a Rosado por encargo también del instructor, Javier Rosado es una persona cuerda. Un muchacho que, basándose en su alto nivel de inteligencia, finge y simula sufrir un trastorno múltiple de la personalidad.

Despejadas casi todas las dudas sobre la autoría de la cruel muerte de Carlos Moreno, asesinado sobre las cuatro y media de la de la madrugada del 30 de julio de 1994, el diagnóstico de los psiquiatras y psicólogos resulta clave al tribunal para decidir si Rosado debe ingresar en una cárcel ordinaria o ser tratado en un psiquiátrico penitenciario (por ejemplo, en el de Fontcalent, Alicante, donde está recluido también Francisco Escalero, el mendigo que asesinó a 10 personas en Madrid). Los psiquiatras se pronunciarán hoy sobre el estado mental de Félix Martínez, entonces menor de edad (17 años), presunto coautor del crimen.

Aparte de Javier Rosado y Félix Martínez, otros dos muchachos, también menores de edad, se sientan en el banquillo en relación con el llamado crimen del rol: Jacobo P. y Javier E., ambos por conspiración para un nuevo asesinato, que se frustró gracias a que un amigo de los encausados les delató el mismo día, un sábado por la noche, en que se disponían a iniciar otra batida homicida.

Los forenses que practicaron la autopsia a Carlos Moreno indicaron que recibió entre 16 y 19 cuchilladas y que su agonía pudo durar entre cinco minutos y un cuarto de hora. También aclararon que había heridas de distinta intensidad, infligidas por dos personas, aunque una de ellas no parece que tuviera ánimo de matar. Esto desbarata parcialmente la tesis de Félix Martínez, que declaró el primer día que él estuvo en el lugar del crimen pero que todas las cuchilladas las asestó Javier Rosado.


Los acusados del ‘crimen del rol’ «pactaron hacerse los locos»

José Antonio Hernández – El País

31 de enero de 1997

Las dos psicólogas designadas por el juez para informar sobre la salud mental de Javier Rosado, cabecilla del crimen del rol, insistieron ayer en que se trata de un «mentiroso patológico» que se arroga otros yoes para simular locura y evitar la cárcel.

En la cuarta sesión del juicio, Blanca Vázquez y Susana Esteban ofrecieron un dato que, a su juicio, corrobora la trama de Rosado, mentor del juego que costó la vida en Madrid, el 30 de abril de 1994, a un hombre de 52 años. «Pactó» con su compinche, Félix Martínez (entonces de 17 años y presunto coautor), que se harían pasar por locos si la policía les detenía.

Ambas psicólogas destacaron que Félix Martínez les comentó en una entrevista en los juzgados de la plaza de Castilla que Rosado y él alcanzaron un pacto tras matar de 19 cuchilladas a Carlos Moreno. Si la policía les detenía, fingirían sufrir amnesia; y que si no les servía ese atenuante, se harían pasar por locos.

Los 10 peritos forenses que comparecieron ante la Audiencia de Madrid mantuvieron ayer sus diferencias sobre el estado mental de Rosado. Para unos es un «esquizofrénico paranoico», y para otros, un «psicópata».

La cuestión que se plantea ahora el tribunal, y de ahí los dos días que lleva dedicados a los informes periciales, es qué hace con dos muchachos, estudiantes, acusados de uno de los crímenes más sádicos cometidos en Madrid en los últimos años.

«Pocas veces», admiten fuentes judiciales de la Audiencia madrileña, «nos hemos encontrado ante un caso con tantas discrepancias entre los forenses». El tribunal tiene que decidir si envía a Rosado a un centro psiquiátrico o continúa en una cárcel normal.

Javier Saavedra, abogado de la familia de la víctima, planteó la siguiente pregunta a los peritos que consideran a Rosado un enfermo: ¿cómo es posible que un chico que tiene problemas de amnesia prosiga en la cárcel con sus estudios de químicas, filosofía y física cuántica. Y que, además, prepare el crimen y tome precauciones para que la policía no sospeche de él? «Pues porque no pierde su inteligencia; él sabe que el acto es antijurídico, conoce el antes y el después [del crimen] con completa lucidez de conciencia», contestó un psiquiatra. «Ha dicho usted que conoce la antijuricidad del acto, ¿verdad? No hay más preguntas, señoría», zanjó.

El abogado de la familia hurgó en las diferencias sobre el diagnóstico que existen entre los dos psiquiatras designados por el juzgado, los que no cobran a las partes por sus dictámenes. A Ambos la personalidad de Rosado les abre «un mar de dudas», pero concluyeron que sufre un grave trastorno de la personalidad.

Abundando en su informe sobre la compatibilidad entre la esquizofrenia y alto nivel de inteligencia de Rosado, el forense José Antonio García Andrade citó un ejemplo: «Newton era un esquizofrénico, y, sin embargo, pudo alternar el ingenio con su esquizofrenia».

Informe de la acusación

El juicio quedará hoy visto para sentencia, si no surge ningún problema. El fiscal, tras los informes periciales, mantuvo ayer su petición de condena de 47 años de prisión para Rosado, al señalar que simula una esquizofrenia, en contra de lo mantenido por varios peritos.

También la mantuvo para Félix Martínez, al considerarle coautor del crimen, por el que le pide 34 años. En cambio, la retiró contra el también procesado Jacobo P., y la ratificó (seis años por conspirar para otro asesinato) para Javier E.

El fiscal citó el «cruel y terrorífico» relato que escribió Rosado sobre el crimen, y que, a su juicio, coincide «punto por punto» con el informe policial sobre el crimen. El abogado de la familia de la víctima destacó en su informe, por su lado, que Rosado es una persona a todas luces normal e inteligente.


Javier Rosado se proclama escritor de «relatos crueles»

Luis Fernando Durán – El País

1 de febrero de 1997

Javier Rosado, cabecilla del llamado crimen del rol, proclamó durante el último día de la vista su pasión por el género negro y la literatura de ficción. Subido al estrado de la Sala Segunda de la Audiencia Provincial, confesó su pasión por la narración y la literatura fantásticas, no sin antes reconocerse como un escritor «aficionado»: «En mi casa tengo 3.000 libros catalogados en varios géneros». Entre ellos figura, según comentó, el Código Penal.

Durante las cinco sesiones del juicio, el único título mencionado en la sala por acusados, peritos y abogados fue un libro de cuentos de Michael Ende. «Me encanta», dijo Rosado sobre el escritor, al que se refirió, en un tono didáctico y arrogante, como «el autor de La historia interminable, una pieza de la literatura infantil».

Al final, el principal encausado insistió en que sus relatos de terror son sólo producto de la ficción y nunca de la realidad. También justificó la «crueldad» del diario en el que describió la agonía de Carlos Moreno y los pasos previos de la noche del crimen, una prueba determinante para el fiscal, al señalar que, cuando escribe una historia de ese tipo, siempre trata de que sea «lo más terrorífica posible».

«Además de los relatos de terror, también escribo cuentos y poesía», añadió Rosado en un tono suave, sin entrar en más detalles sobre su faceta literaria.

El supuesto ideólogo del crimen finalizó su argumentación con una defensa de su juego favorito: «Razas no es violento y no tiene nada que ver con este caso. En este asunto, el juego del rol no pinta nada».

Antes de despedirse del tribunal, Rosado pronunció varias palabras sobre su relación con Félix Martínez, el presunto coautor del asesinato. Primero desmintió que ambos urdieran un pacto para hacerse pasar por locos si les descubría la policía, como afirmaron las psicólogas Blanca Vázquez y Susan Estebán en la sesión celebrada el pasado jueves. «De haber existido ese entendimiento entre Félix y yo, habríamos destruido las pruebas en vez de seguir jugando al rol». Luego añadió que se llevaba «muy mal» con Enrique M., que fue quien denunció los hechos a la policía.

Rosado no olvidó en su discurso a los periodistas que han seguido el juicio durante la semana, y acusó a la prensa «de varias meteduras de pata», como considerarle un psicópata o acusarle de manipular y manejar a Félix Martínez. A los abogados también les dedicó un capítulo de su intervención. Dirigiéndose a los letrados, destacó que habían dicho muchas incoherencias. Finalmente, indicó que en la cárcel le prohibieron acceder a cualquier tipo de información sobre su caso.


«No soy un loco»

El País

1 de febrero de 1997

Javier Rosado, el principal acusado del crimen del rol, sorprendió ayer a todos al romper su silencio y desmontar la principal argumentación de su abogado defensor. «No estoy loco y no soy un psicópata», declaró ante el tribunal que le juzgó minutos antes de concluir la vista.

Rosado, para quien el fiscal pide 47 años de cárcel por acuchillar hasta la muerte al empleado de limpieza Carlos Moreno en 1994, se había negado anteriormente a declarar. El juicio contra los acusados de transformar en macabra realidad un juego de rol cuya acción consistía en «matar a gente» quedó ayer visto para sentencia.

Según el fiscal, Javier Rosado y Félix Martínez, los principales encausados, traspasaron una noche esa frontera imaginaria. Diez peritos forenses no se han puesto de acuerdo sobre el estado mental de Rosado. Para unos es un «esquizofrénico paranoico», y para otros, «un psicópata».


El principal acusado del ‘crimen del rol’ niega ser «un loco o un psicópata»

Luis Fernando Durán – El País

1 de febrero de 1997

Javier Rosado, el principal acusado del crimen del rol, rompió ayer su silencio para desmontar la principal argumentación de su abogado defensor. «No estoy loco, no soy un psicópata y no soy violento», declaró ante el tribunal que le juzga minutos antes del final de la vista.

Rosado, para quien el fiscal pide 47 años de cárcel por acuchillar hasta la muerte al empleado de limpieza Carlos Moreno en 1994, se había negado anteriormente a declarar ante los magistrados porque «ni tenía información, ni conocía los informes periciales».

El juicio contra los acusados de transformar en macabra realidad el juego de rol Razas, cuya acción consistía en «matar a gente», quedó ayer visto para sentencia. Rosado y Félix Martínez, los principales encausados (Javier E. ha sido juzgado por encubrimiento y los cargos contra Jacobo P. han sido retirados), traspasaron una noche esa frontera imaginaria, según el fiscal.

Con las fluidas palabras de Rosado acabó en la Audiencia Provincial un juicio en el que ni siquiera diez peritos forenses se pusieron de acuerdo sobre el estado mental del ideólogo del macabro juego. Para unos es un «esquizofrénico paranoico» y para otros «un psicópata».

Rosado aprovechó el final de la vista para repasar las notas que tomó durante cinco días en un cuaderno rojo. De antemano resaltó que no entendía por qué caía sobre sus espaldas la mayor carga de culpabilidad. En tono alto y claro, resaltó: «Se dice que soy inteligente, pero lo que parece es que soy muy burro».

Rosado justificó sus sonrisas en el juicio por ser taoísta (una de las tres grandes corrientes del pensamiento chino), doctrina que practica para «hacer el bien, ser amable, sonriente y considerado con todo el mundo». El encausado no valoró los hechos de la noche del crimen porque no los recuerda, y explicó que «él llevaba el cuchillo pequeño», con lo que culpó de la muerte de Carlos Moreno a Félix Martínez. Éste, en cambio, acusó a Rosado del acuchillamiento.

Una forma de distracción

Tras escuchar al principal encausado, el hijo de la víctima, también de nombre Carlos Moreno, indicó: «Se le está dando por loco [a Rosado], cuando al final ha dicho que no fue el único que participó en el crimen». «Espero», continuó, «que los dos acusados cumplan las penas en su integridad. Estoy seguro de que esta gente, de salir en libertad, volvería a hacer lo mismo. Lo primero, porque les gustó; lo segundo, porque lo iban a hacer de nuevo cuando fueron detenidos».

El abogado defensor de Rosado, Luis Rodríguez Ramos, solicitó que se exima de toda culpa a su cliente por enajenación mental y pidió su reclusión indefinida en un centro psiquiátrico: «Sería la medida más conveniente para evitar posibles problemas en un futuro para una persona con una patología grave que anula o vicia su capacidad de querer y entender, como afirmó el psiquiatra Juan Carrasco».

El letrado apuntó que un centro psiquiátrico «viene mejor para la defensa social y resulta más justo a la hora de no reprochar a una persona algo que no sabe por qué lo hizo, ni cómo, ni cuándo». Luis Rodríguez Ramos calificó el delito como homicidio y no como asesinato. Según el catedrático, en los hechos «no concurren la conspiración, el ensañamiento, la premeditación y la alevosía [que convierten un homicidio en asesinato]».

El abogado de la familia de la víctima, Javier Saavedra, destacó que Rosado es una persona «normal, inteligente y responsable». «Con sus declaraciones», añadió, «Rosado ha confirmado toda la argumentación de los peritos de la acusación. Al final ha hecho una confesión de parte».

El coautor del crimen del rol, Félix Martínez, también subió al estrado. Conmovido y con lágrimas en los ojos, pidió perdón «a la sociedad y a la familia» de la víctima por si «en alguna forma» participó «en el asesinato de Carlos Moreno». Su abogado, José Manuel Díaz Patón, pidió benevolencia para su defendido «por no poder gobernar su mente y actuar bajo la influencia de Javier Rosado, su padre y líder espiritual, a quien no era capaz de negar nada».

El fiscal concluyó que los dos acusados no están locos y pidió 47 y 34 años de prisión, respectivamente, para Javier Rosado y Félix Martínez. Para el ministerio público, ambos son responsables de sus actos. Asimismo, solicitó seis años de cárcel para Javier H. por conspirar para cometer un segundo crimen. Su defensor, sin embargo, pidió la absolución «por haber interpretado los hechos en clave del juego».

Tomás Rosón, el abogado de Jacobo P., a quien el fiscal exculpó de todos los cargos, mostró su perplejidad por el trato recibido por su defendido: «Se le ha tenido procesado durante un año, con los inconvenientes que ello supone. La fiscal no justificó por qué lo procesó ni por qué retiraba los cargos. Es sorprendente».

El tribunal tiene que decidir ahora si Javier Rosado es un psicópata, es decir, una persona lúcida que encuentra placer haciendo daño, en cuyo caso iría a la cárcel, o un enajenado incapaz de discernir lo bueno de lo malo, por lo que acabaría en un psiquiátrico.


La sentencia del «crimen del rol» se hará pública hoy

José Antonio Hernández – El País

18 de febrero de 1997

La sentencia sobre el llamado crimen del rol (el asesinato de un hombre a manos, presuntamente, de dos estudiantes que seguían las instrucciones de un juego juvenil basado en libros de contenido violento) se hará pública hoy. El tribunal ha citado a las partes para entregarles el veredicto, indicó ayer el abogado de la acusación particular, Javier Saavedra.

En él, despejará la gran duda del juicio: si Javier Rosado -mentor del juego que acabó con la vida del empleado de limpieza Carlos Moreno- está loco o es un asesino.

Fuentes jurídicas vaticinaron ayer que el tribunal (en función de lo acontecido en el juicio) dictaminará la culpabilidad de Rosado y lo considerará cuerdo. De confirmarse este criterio, Rosado continuaría en una cárcel normal.

Durante el juicio, los peritos no se pusieron de acuerdo sobre su salud mental. La mitad expuso que estaba loco y precisaba tratamiento psiquiátrico, y mientras que el resto lo consideró plenamente cuerdo.

El tribunal, según interpretan estas fuentes, considerará que Félix Martínez. (el menor que supuestamente participó en el crimen junto a Rosado) también es culpable, si bien se le puede imponer una pena atenuada por su minoría de edad en el momento del crimen y por entender que estaba muy influenciado por Rosado. Félix Martínez sufre, además, problemas de afectividad debido a la muerte de sus padres.


La Audiencia condena a 42 años de cárcel al «asesino del rol», al que considera cuerdo

José Antonio Hernández – El País

19 de febrero de 1997

Javier Rosado, principal encausado por el llamado crimen del rol (el asesinato en Madrid de un padre de familia a manos de dos estudiantes que seguían las instrucciones de un juego de rol), no está loco. Y debe cumplir su condena, un total de 41 años de cárcel, en un centro penitenciario normal.

Así lo entiende la Audiencia Provincial de Madrid, que hizo ayer pública la sentencia sobre este caso. También está cuerdo, a pesar de sus problemas de afectividad y gregarismo, Félix Martínez, el menor que ayudó a Javier Rosado a matar de 19 cuchilladas, el 30 de abril de 1994, a Carlos Moreno, un hombre de 52 años que trabajaba en una empresa de limpieza.

Félix ha sido condenado a 12 años de cárcel (el fiscal le pedía 35). El tribunal le ha rebajado la pena en dos grados dada su minoría de edad en el momento de los hechos (17 años) y el fuerte influjo que ejercía sobre él Javier Rosado, el mentor del juego asesino.

La Sección II de la Audiencia de Madrid -en una sentencia que ocupa 35 folios- ha decidido absolver de todos los cargos a los otros dos menores (Jacobo P. y Javier E.). que se sentaron en el banquillo a finales del pasado enero por supuesta conspiración para un nuevo asesinato.

El tribunal condena a Javier Rosado,y a Félix Martínez como autores de un delito de asesinato con las agravantes de alevosía (mataron a Carlos Moreno, la víctima, sin correr ellos ningún riesgo físico) y ensañamiento.

El tribunal cita, para explicar ese ensaña miento algunos párrafos del espeluznante diario en el que Rosado detalla los pormenores del crimen: «Llevábamos casi un cuarto de hora machacándole y [la víctima] seguía haciendo ruidos [agonizando]. Mi compañero [Félix Martínez] me llamó la atención para decirme: ‘Mira, le he sacado las tripas’. Yo vi una porquería blanquecina saliéndole de donde tenía el ombligo». (…) La Audiencia también les condena por robar a la víctima 3.000 pesetas antes de coserla a cuchilladas y por planear la muerte de otra persona (conspiración para el asesinato).

Como hechos probados, el tribunal destaca: Javier Rosado ideó un juego de rol que denominó Razas. Estaba basado en vídeos, cuentos y libros de terror y violencia. El 30 de abril de 1994, Javier y Félix llevaron el juego a la realidad y mataron a una persona. Ambos estudiantes salieron de noche a la calle con la idea «de matar a una chica joven, y en su defecto, un menor o una persona mayor».

Sobre las cuatro de la madrugada, y tras descartar a otras personas cuyo aspecto no se ajustaba a las directrices del juego, se toparon con Carlos Moreno. El hombre, que acababa de trabajar, esperaba un autobús en una marquesina de la calle de Bacares (Manoteras).

Según la sentencia, «le exhibieron los cuchillos» que portaban y le pidieron el dinero que llevara. La víctima, creyendo que sólo se trataba de un robo, les entregó 3.000 pesetas. Acto seguido, Javier, tal como establecía su macabro juego, le ordenó que pusiera las manos en la espalda y, alzara la cabeza. Cuando lo hizo -«totalmente indefenso y por sorpresa»-, le asestó la primera cuchillada (de las 19 que le propinaron) en el cuello.

El cometido de Félix, y así lo hizo, era darle múltiples cuchilladas «en zonas no vitales, para causarle dolor a la víctima», según la sentencia. La idea era que la muerte fuese lenta, reconoció Rosado en su truculento diario, gran parte del cual ha sido dado por verídico por los jueces.

El tribunal detalla la crueldad y frialdad con que fue asesinado Carlos Moreno, cuya agonía «duró unos 15 minutos», señala en la sentencia. Cuenta, por ejemplo, cómo Javier, tras abrir con su cuchillo una enorme heridas en el cuello de la víctima, «introdujo por ella sus manos destrozándole cartílagos y tejidos». Y recuerda las dos veces que Carlos Moreno, malherido y agonizante, intentó huir.

Días después del crimen, agrega el tribunal, Javier escribió el espeluznante relato sobre los pormenores del asesinato. También confeccionó una ficha, que llamó Benito, y que incorporó a la partida del juego de rol Razas. «Benito era la imagen de una persona gruesa con una bolsa». El muñeco no tenía cuerdas bucales. Era la imagen de Carlos Moreno, la víctima. A juicio del tribunal, la noche del crimen, Javier «sufrió una psicopatía, pero sus facultades volitivas e intelectivas estaban intactas», zanja.

Javier no se contentó, tras el crimen, con contar a sus amigos (en concreto, a Jacobo P. y Javier E., procesados y ahora absueltos) que él y Félix habían asesinado a un hombre; fue aún más allá: les mostró un vídeo de televisión en el que se daba cuenta del crimen de Carlos Moreno, se jactó de ser el coautor del crimen y propuso cometer otro. Su instinto asesino se frustró gracias a que uno de sus amigos intuyó que Javier no bromeaba, contó a un sacerdote lo ocurrido y, finalmente, a la policía.

Recuerda también el tribunal que Javier, tras comparecer como detenido ante el juez instructor, negó su intervención en el asesinato de Carlos Moreno. Se limitó a decir que la noche del crimen había estado en casa de un amigo. Los jueces no tienen duda ahora de su culpabilidad, a pesar de que se negara a declarar al principio del juicio. Cuando, al final de la vista, el tribunal le ofreció la palabra, soltó una frase que despejó las dudas al aseverar, matiza la sentencia, que «Félix llevaba el cuchillo grande, y él, el pequeño».

Por su lado, Félix M. declaró en el juicio que nunca pensó que Javier llevase a la realidad el plan de matar a una persona, y que se «quedó paralizado» al ver que Javier, de forma repentina, rajaba el cuello de Carlos Moreno. Confesó que «no tenía conciencia» de haber asestado ninguna cuchillada a Carlos Moreno. «Sí participó en el crimen», subraya la Audiencia, y basa su afirmación en los informes de los forenses que practicaron la autopsia. «Hubo dos armas, y es imposible que, sólo una persona asestara todas las cuchilladas».


La cordura de un psicópata

José Antonio Hernández – El País

19 de febrero de 1997

El tribunal dedica varios, folios, de los 35 que integran la sentencia, a desbaratar las tesis de los peritos que defendieron en el juicio la locura de Javier Rosado. De los 10 especialistas que intervinieron, entre psicólogos y psiquiatras, la mitad sostuvo que Javier era un trastornado mental, y el restó, que era una persona cuerda y muy inteligente. Él mismo, se declaró cuerdo en la última sesión del juicio.

Varios expertos le definieron incluso como un individuo con personalidad múltiple. Habría sido el primer caso de este tipo diagnosticado en España. Las dos psicólogas designadas por el juez instructor le veían, en cambio, como un, psicópata, como un hombre «carente de moral y sentimientos». Nunca como un trastornado mental.

El tribunal sentencia: «No está probado que [Javier] padeciese una esquizofrenia paranoide. Pues no presenta los síntomas que, según los manuales médicos, serían lógicos (alucinaciones auditivas, percepciones delirantes …). Además, ni sus amigos ni su familia más directa -madre y un hermano- nunca le notaron nada extraño. Es imposible, pues, que todos esos síntomas hubiesen pasado inadvertidos (…) Esos síntomas son incompatibles con el contenido del relato [que escribió Javier sobre la muerte de Carlos Moreno]».

La forma y cautelas con que preparó y ejecutó el asesinato desvanecen el diagnóstico de locura. «Su comportamiento en el juicio (tomaba notas en una libreta de todo lo que se decía de él) no revela una esquizofrenia», afirma la sentencia.

Sostiene la Audiencia que tampoco cabe atribuirle un trastorno múltiple de la personalidad, como sostenían, «no sin expresar sus dudas», varios peritos. De ser así, sufriría amnesia, su conducta sería voluble y, en algunos momentos, cambiaría incluso de voz. «Nadie le notó nunca tales síntomas», subraya.

Además, el hecho de que Javier «controlase» las distintas personalidades que se arrogaba descarta, entre otros elementos, ese diagnóstico. Javier contó a los forenses que en su cabeza anidaban personajes dispares, buenos y malos, que mantenían batallas entre sí, y que le preocupaba que los más sádicos accediesen al poder.

El tribunal no le cree. «Tiene una memoria perfecta [lo demuestra la riqueza de datos de su espeluznante diario] y sabe expresar todo lo que le ha ocurrido desde el crimen sin amnesia alguna». Félix Martínez también está cuerdo, si bien, explica el tribunal, presenta «dependencia afectiva: tiende a estar de acuerdo con aquel al que considera modelo a seguir por temor a ser rechazado».


La familia, indignada por la reducida pena del cómplice

Jan Martínez Ahrens – El País

19 de febrero de 1997

Los 42 años de cárcel que ha impuesto la Audiencia de Madrid a Javier Rosado, el cabecilla del Juego asesino, fue aplaudida ayer por Carlos Moreno, uno de los tres hijos de la víctima. En cambio, se mostró contrariado porque el tribunal sólo hubiese conde nado a 12 años de cárcel a Félix Martínez, coautor del crimen. Su hermana estuvo de acuerdo con Carlos.

Por eso se mostró dispuesto, si no encontraba ningún obstáculo legal y luego de estudiarlo con su abogado, Javier Saavedra, a recurrir la sentencia ante el Tribunal Supremo. «Si la justicia española sigue así», señaló, «lo único que va a lograr es que el pueblo se tome la justicia por su mano, porque lo que no se puede hacer es que a un tío [en alusión a Félix] que comete un asesinato, como aquí se ha demostrado, le caigan 12 años de prisión menor y que a los cuatro o cinco años esté en la calle», dijo Carlos.

Los 12 años de condena impuestos a Félix pueden verse reducidos si se le aplican los beneficios penitenciarios que establece el antiguo Código Penal, de aplicación en este caso, por, buen comportamiento y trabajo dentro dentro de la prisión (se halla recluido en la prisión de jóvenes de Alcalá Meco. Javier Rosado está en la de Valdemoro).

Indemnización

La sentencia de la Sección II de la Audiencia Provincial de Madrid, además de las penas de cárcel, recoge que los dos condenados indemnicen con 25 millones de pesetas a los familiares. El abogado de la familia de la víctima, Javier Saavedra, se mostró eufórico con la sentencia. «Recoge, en lo que respecta al principal acusado, todos los argumentos que defendí en el juicio sobre la cordura de Rosado».

Respecto a Félix, indicó que la familia «no quería venganza», y recordó que ya en su informe sobre los hechos se mostró a favor de que el tribunal tuviese en consideración las circunstancias personales de este menor.

El abogado de Félix Martínez, José Manuel Díaz Patón, destacó ante los informadores la clara distinción que establece la sentencia entre su cliente y Javier Rosado, el principal acusado (42 años para Javier Rosado y 12 para Félix). No obstante, opinó que el tribunal debía haber tenido aún más en cuenta la «sumisión patológica» de su cliente a la figura de Javier Rosado.

Tomás Rosón y Eduardo García Peña, abogados de los otros dos menores procesados y ahora absueltos por el tribunal (Jacobo P. y Javier E.), expresaron su satisfacción por el favorable veredicto del tribunal.

Fuentes jurídicas sostienen que Jacobo P. y Javier E. nunca debieron ser procesados por esta causa.


Inteligentes

Alfonso Lafora – El País

21 de febrero de 1997

Todos, o casi todos los que han conocido a Javier Rosado (principal protagonista del llamado crimen del rol) coinciden en señalarle como una persona inteligente. Cuerda o perturbada, pero inteligente. Y esto hace bastante daño. Más aún: escuece, humilla, porque uno lleva ya muchos años estudiando la carrera y sucede que todavía no ha logrado aprobar ni una sola asignatura.

Ciertamente, ignoro cómo se las arreglarán, los demás alumnos (en este gremio no existen referencias académicas), pero así, a ojo, sospecho que yo no soy de los más brillantes. Me esfuerzo mucho, eso sí, y nunca falto a clase, aunque esta buena disposición no impide que mis progresos sean parcos y ocasionales.

A veces, incluso, retrocedo camino y me aparto al arcén, cabreado con mi persona, mustio, falto de fe; si bien, no tardo en rehacerme y en emprender de nuevo la marcha con la esperanza de ser admitido algún día en aulas superiores. Una operación bastante tosca, para qué vamos a engañamos, pero en mi caso funciona y me permite avanzar por término medio, dos o tres metros al año.

Y dicho esto, a nadie extrañará mi congoja después de conocer por los periódicos que este sujeto, el ínclito Rosado, acaba de recibir el doctorado en inteligencia a las primeras de cambio. ¿Pucherazo? Así lo creo yo; y para apoyar mi postura empezaré refiriéndome al móvil del crimen, en realidad, una consigna: «Matar a un hombre bajo y gordo». Ése era el reto.

A simple vista, y sin entrar en consideraciones éticas o morales, este plan se diría la más sublime de las memeces. La madre de todos los desbarros. Un caprichito Feber, que consistía en sacrificar aleatoriamente a un colega de existencia desprotegido y abandonado por el azar. Y yo, desde luego, sostengo que no es inteligente dejarse dominar por impulsos de esta ralea, ni siquiera sentirlos, sino más bien una mueca de inferioridad ante el resto del mundo.

En segundo lugar, el asunto éste de las subpersonalidades apesta. El señor Rosado afirma que las tiene a decenas y, al parecer numeradas. La 20, por ejemplo, llamada Lúcer, es una reencarnación del mismísimo Satán, y le susurra «quiero matar» en la oreja.

Sépase que Rosado sólo es un intermediario, y en consecuencia, sin capacidad de decisión: él toma nota, avisa a la subpersonalidad número 28 (la que maneja el armamento) y ambas se presentan luego ante la señora Mara (despacho número 30, entresuelo), encargada de dar o no el visto bueno a la operación. Una de dos: o bien este tío ha perdido incuestionablemente el juicio o en verdad su cerebro está ocupado por una empresa en toda regla, con antena parabólica, recepción, archivos, ascensores y sala de juntas (y mejor no imaginar cómo serán los guardias de seguridad).

Además, y no lo digo por fastidiar, subpersonalidades de ésas las tenemos todos. Yo mismo, a veces, me convierto en Eléctricus, un personaje llegado del futuro con la misión de neutralizar a Terelu Campos. Eléctricus es una especie de cibernauta invencible, enorme, lleno de circuitos y microchips, pero a la postre no da la talla: mucho bu, bu, bu, pero una vez se. tropezó de, verdad en la calle con la propia Terelu y se cambió de acera acojonado.

Y, por último, un detalle que desenmascara de modo tajante a Rosado: le gusta alardear. Se creció tras la hazaña, se fue del pico ante personas que no pertenecían totalmente al club de sus pesadillas, planeó en voz alta nuevos atropellos y por fin se dejó cazar apuntando una extraña, sonrisa.

Tal vez su objetivo fuera registrar un breve soplo de gloria; tal vez quisiera experimentar contra el aburrimiento, tal vez le dieron mal el biberón de pequeño, tal vez lo que sea, pero en ningún caso la respuesta puede estar relacionada con la inteligencia.

Será un tipo frío, hábil, duro, con buenos recursos interpretativos, no lo dudo, pero lo cierto es que carece de toda perspectiva cenital. Es decir: no ajusta sus poderes. 0 de otro modo: no es inteligente. Lo que a fecha de hoy, y en mi condición de becario-aspirante, hago saber a las autoridades académicas, por si quisieran rectificar.


El Supremo ratifica la condena de 42 años para el cabecilla del «crimen del rol»

José Antonio Hernández – El País

3 de julio de 1998

Asesinato «espeluznante, estremecedor, alevoso, con ensañamiento…» Son algunos de los adjetivos que emplea el Tribunal Supremo en la sentencia en la que ratifica la condena de 42 años de cárcel que impuso la Audiencia de Madrid a Javier Rosado Calvo, cerebro del denominado crimen del rol, por asesinar junto con un amigo, en la madrugada del 30 de abril de 1994 en Madrid, a Carlos Moreno, un empleado de limpieza de 52 años que dejó viuda y tres hijos.

Ambos mataron a Moreno siguiendo las instrucciones de un macabro juego de rol que ideó Rosado y al que llamó Razas. Ese juego -según plasmó su autor tras el crimen en un escalofriante diario, con todo tipo de detalles sobre el asesinato- establecía matar a personas, al azar, que respondiesen a unas determinadas características.

Diecinueve cuchilladas, con una sevicia espeluznante, asestaron Rosado y su compinche, el menor Félix Martínez, a Carlos Moreno (un padre de familia que había estado trabajando toda la noche y que se topó de madrugada, en una parada de autobús, con los cuchillos asesinos de ambos jóvenes, estudiantes).

Los ocho alegatos planteados por el abogado de Rosado contra la sentencia de la Audiencia de Madrid han sido desestimados por el alto tribunal, que confirma íntegramente la sentencia de la juez Carmen Compaired.

El letrado, entre otros argumentos, opuso que no hubo alevosía (la hay, dice el Supremo: «Ejecutó la agresión de modo súbito» cuando la víctima «ni siquiera podía imaginar tan terrible agresión»); y que no hubo ensañamiento («la lectura de cómo se produjeron los hechos produce estremecimiento»; la agonía duró 15 minutos).

También desestima el Supremo la petición de que no se condenase a Rosado por un delito de conspiración para el asesinato. Cuando Rosado y su compinche, Félix Martínez, entonces de 17 años, fueron detenidos, «venían de comprar guantes de látex para usarlos en la ejecución» de otro asesinato.

El principal argumento de la defensa (que Rosado sufría un grave problema mental) también es rechazado por el alto tribunal: es un «psicópata», pero «mantenía intactas sus facultades volitivas e intelectivas». Es decir, cuando decidió matar a Moreno, quien encontró la muerte sobre las cuatro de la madrugada cuando esperaba un autobús tras salir del trabajo, sabía lo que hacía.

Su compinche, Félix Martínez, condenado por la Audiencia a sólo 12 años y 9 meses de cárcel, por ser menor de edad (entonces 17 años), no recurrió la sentencia. La decisión del Supremo, de la que ha sido ponente el ex fiscal general del Estado Carlos Granados, también apoya la legitimidad en la obtención de las pruebas de cargo, como los testimonios de los coencausados o el diario intervenido a Rosado Calvo donde describía y se vanagloriaba de su primer crimen.

La Audiencia de Madrid dictaminó que Rosado y Félix Martínez estaban unidos por su afición a los juegos de rol, habiendo una relación de sumisión del segundo respecto al primero. Y que Rosado ideó un juego de rol con personajes caracterizados por la violencia, el terror, el odio, las armas y la muerte.


Un condenado por el «crimen del rol» se rehabilita en un piso de estudiantes

José Antonio Hernández – El País

18 de julio de 1999

Uno de los dos condenados por el llamado crimen del rol, Félix Martínez Reséndiz, de 21 años, ha sido clasificado en tercer grado penitenciario, lo que significa que disfruta de un régimen penitenciario muy similar a la libertad. Félix -que tenía 17 años cuando él y su ex amigo Javier Rosado, entonces de 21, convirtieron en realidad un macabro juego de rol consistente en matar a personas- se rehabilita ahora en un piso de estudiantes de Madrid bajo la tutela de la ONG Horizontes Abiertos.

Su buen comportamiento en el centro, según fuentes judiciales, le ha permitido obtener la semilibertad cuando sólo había cumplido cuatro de los 12 años de prisión que le impuso la Audiencia de Madrid por su intervención en el asesinato del empleado de limpieza Carlos Moreno, de 52 años.

Cuatro años después de un crimen que por su extrema frialdad conmocionó a toda España, ocurrido el 30 de abril de 1994, Félix ha roto por completo con el pasado. La prisión de Soto del Real, en la que ha pasado dos de los cuatro años que ha permanecido entre rejas, le ha abierto las puertas tras valorar, según fuentes judiciales, su buena conducta penitenciaria («no ha sido sancionado ninguna vez»), su «responsabilidad en el desempeño de los cometidos que se le han asignado en prisión», entre ellos tareas de cocina, «la seriedad en sus estudios» y, fundamentalmente, afirman los citados medios, su «veraz arrepentimiento» por el crimen.

Todas estas circunstancias han llevado a los miembros de la junta de tratamiento de la prisión de Soto a concederle «por unanimidad» un beneficio que también ha ratificado la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.

El menor implicado en el crimen del rol estudia ahora tercero de informática y saca notas brillantes. La peor, un notable. Junto con otro siete presos, todos estudiantes y de buena conducta, comparte un piso, del que entra y sale sin obstáculos.

Por la mañana va a clase, se relaciona con sus compañeros y vuelve al piso para dormir. Este piso forma parte de las llamadas unidades extrapenitenciarias. La de Félix está regida por Horizontes Abiertos, una ONG dedicada a la reinserción social de los internos y que preside el sacerdote jesuita Jaime Garralda.

Fin de una amistad

Mientras Félix disfruta ya de un régimen similar a la libertad, su ex amigo Javier Rosado (tras su detención Félix se desligó por completo de esa amistad y no ha querido saber nada de él) continúa encarcelado en Valdemoro.

Su obsesión permanecía intacta hasta hace al menos un año, cuando pidió por escrito al tribunal que le sentenció que le facilitase el juego de rol que él ideó, y que llama Razas, para entretenerse en la prisión. Este juego fue decomisado por la policía, pues sirvió de base a Rosado y a Félix para cometer el asesinato. El tribunal se negó.

Rosado fue condenado a 42 años de prisión por el asesinato. La pena de Félix fue 30 años inferior porque era menor de edad y porque el tribunal entendió que actuó muy influido por Rosado, mentor e ideólogo del macabro juego. Razas consistía en localizar a una persona con unas características determinadas y matarla.

Siguiendo sus reglas, los dos condenados salieron la noche del 30 de abril de 1994 con cuchillos y guantes de látex y se toparon con el empleado de limpieza Carlos Moreno. Un padre de familia, con tres hijos, que había estado trabajando toda la noche y que, muy avanzada la madrugada, esperaba un autobús en una marquesina de la calle de Bacares (Manoteras). Le asestaron 19 cuchilladas. La agonía le duró 15 minutos.

Tras el crimen, Rosado escribió un diario, que decomisó la policía, en el que describió con una sobrecogedora frialdad todos los detalles de la muerte de Moreno.


El «asesino del rol» saldrá tres días de prisión para el examen final de Química

José Antonio Hernández – El País

13 de septiembre de 1999

La Audiencia de Madrid ha autorizado a Javier Rosado, el asesino del juego de rol, a salir de la cárcel tres días seguidos para que haga el examen final de la asignatura que le queda para terminar su carrera, la de Química. La medida ha sido adoptada en contra del criterio del fiscal y del juzgado de vigilancia, que basan su oposición en motivos de seguridad.

La autorización permitirá a Rosado abandonar el penal de Valdemoro -en el que lleva preso cuatro años- durante los días 27, 28 y 29 próximos y trasladarse a un laboratorio universitario para someterse a la prueba.

Javier Rosado, que hoy tiene 25 años, lleva cuatro preso y le restan por cumplir otros 38. Los magistrados de la Sección Quinta de la Audiencia (instancia jerárquica superior de los tres juzgados de vigilancia de Madrid) han ordenado, no obstante, que se adopten las medidas policiales oportunas que garanticen la vuelta de Rosado a Valdemoro una vez concluida la prueba académica.

En principio, está previsto que el examen dure tres días en sesiones de mañana y tarde, los mismos que le ha concedido la Audiencia. Tras cada jornada, deberá ser conducido a Valdemoro para pernoctar.

Javier Rosado perpetró en abril de 1994 un espantoso crimen. Él y un menor -Félix Martínez, entonces de 17 años, y condenado a 12 años como coautor del crimen- llevaron a la realidad las macabras indicaciones de un juego de rol ideado por Rosado y que, básicamente, consistía en matar a personas. Lo llamó Razas.

Rosado y Félix confundieron la realidad con la ficción y asestaron 19 cuchilladas a Carlos Moreno (un padre de familia que la fría noche del 30 de abril de 1994 esperaba bajo una marquesina la llegada de un autobús). Eligieron como víctima a Moreno, de 52 años, porque reunía las características -aspecto, edad…- prefijadas en el juego.

Tras el asesinato, Rosado escribió un diario en el que, con todo lujo de sobrecogedores detalles, describió la forma en que él y su compinche segaron la vida de Moreno, y su terrible agonía de 15 minutos: «Es espantoso lo que tarda en morir un idiota», escribió Rosado en su tétrico diario.

Cuando le detuvo la policía, el ideólogo del juego asesino acababa de terminar el tercer curso de la licenciatura de Química con brillantes notas (se le atribuye un coeficiente intelectual alto). En la cárcel prosiguió los estudios tras solicitar a los jueces, sin éxito, que le devolviesen las fichas y el tablero de juego de Razas, decomisado por la policía.

Pendiente del laboratorio

Rosado, ya en la cárcel, terminó cuarto y luego se matriculó en quinto. Los exámenes, escritos, los ha hecho en la prisión merced a la colaboración de los profesores de la universidad en la que está matriculado. Ha aprobado todas las asignaturas, salvo la de química inorgánica. Hasta ahora no había podido examinarse de ella porque se compone de ejercicios prácticos que requieren la presencia del alumno en un laboratorio universitario.

Cuando su abogado, Luis Rodríguez Ramos, solicitó al juez de vigilancia de Valdemoro un permiso para que pudiese hacer el control, se topó con la negativa del juez, apoyado por la fiscalía. Ramos recurrió a la Sección Quinta de la Audiencia -integrada por los magistrados Arturo Beltrán, Jesús Guijarro y Paloma Pereda- que ha revocado la negativa del juzgado de vigilancia.

El fiscal se opuso al permiso alegando la alarma social que suscitó en toda España el crimen, motivos de seguridad y la elevada pena de cárcel que pesa aún sobre Rosado, 38 años.

El tribunal le autoriza a salir tras razonar que se trata de un permiso extraordinario y recordar que la finalidad constitucional de las penas privativas de libertad es la reinserción social del reo. «Se trata de un caso de estricta aplicación de la ley, que persigue favorecer la resocialización de un preso», explica el magistrado de la Audiencia Arturo Beltrán.

«Personalmente», añade, «creo que es una persona peligrosa desde la perspectiva del crimen planificado, aunque en este caso entendemos que no hay ningún peligro y que la medida favorecerá su reinserción. Hará el examen de fin de carrera acompañado de fuerzas de seguridad y luego volverá a prisión», subrayó.

La sentencia estableció que Rosado es un psicópata, pero no un loco (distingue entre el bien y el mal). Es el primer permiso penitenciario que obtiene desde su condena.

Su compinche, Félix Martínez, disfruta en la actualidad del tercer grado penitenciario y se rehabilita en un piso de estudiantes de Madrid gestionado por la ONG Horizontes Abiertos.


El asesino del rol quiere volver a la calle

José Antonio Hernández – El País

3 de junio de 2007

Javier Rosado, el asesino del juego de rol, el estudiante que el 30 de abril de 1994 asestó 19 cuchilladas a un hombre para cumplir las reglas de un macabro juego de mesa, ha solicitado a los jueces el tercer grado penitenciario. Quiere salir de la cárcel.

Y la ley le favorece: no se ha metido en ningún lío durante su reclusión y el 28 de octubre de 2006 cumplió las tres cuartas partes de la condena (oficialmente, de 42 años) que le impuso la Audiencia de Madrid por el asesinato de Carlos Moreno. Rosado, recluido ahora en la prisión madrileña de Soto del Real, está ya en la antesala de la libertad.

Sin embargo, ni el fiscal ni los jueces de vigilancia se fían de él. Rosado es «un psicópata muy peligroso» y «carente de remordimientos», sostienen. Rosado lleva ya 13 años preso. Hoy tiene 34 años y ya no es aquel joven flacucho de 21 años y gafas gruesas que, con la ayuda de Félix Martínez, entonces menor de edad, conmocionó a España con el crimen del rol.

La víctima, un empleado de limpieza de 52 años, esperaba aquella fría noche de abril un autobús en el barrio de Manoteras (Madrid). Eran las cinco de la madrugada y volvía a casa para descansar. Ni remotamente imaginaba que aquella madrugada, dos jóvenes de clase media alta de Madrid le iban a provocar una agonía de 15 minutos. ¿El motivo? Ninguno. Su muerte había sido dictada en el curso de un macabro juego de adolescentes.

Rosado, cerebro e ideólogo de ese crimen, es hoy más corpulento. Y mucho más culto que entonces. Ya no es el introvertido estudiante universitario de tercer curso que se refugiaba en los juegos de rol. En la cárcel, durante estos años, se ha licenciado en Químicas (rama de Medio Ambiente), Matemáticas (estadística) e Ingeniería Técnica de Informática.

Además, ha aprendido inglés y está sometiéndose a exámenes para obtener la licenciatura de Informática. En la cárcel están asombrados de su capacidad de aprendizaje. Nunca antes un preso había estudiado tres carreras en España. Rosado ha vuelto a hacer lo impensable.

Pero lo que preocupa es su próxima e inevitable salida de la cárcel.

El juez de vigilancia penitenciaria y el fiscal siempre se han negado a darle permisos. La mente de Rosado es demasiado compleja y está lejos de ser la de un preso ordinario. El asesinato de Carlos Moreno no fue el fruto de un momento de ofuscación.

«Javier Rosado es un psicópata, carece de empatía, su inteligencia no es emocional sino descriptiva y carece de sentimientos, pero a la vez es muy inteligente y puede penetrar tu mente e imaginar qué piensas, aunque es incapaz de saber cómo te sientes».

Así lo explica Pedro Martínez, actual teniente fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y jefe de la sección de vigilancia penitenciaria cuando se perpetró el crimen. «Es un gran manipulador de las emociones ajenas, y creemos que se entregó al crimen no para liberar tensiones emocionales, sino como deleite», añade el segundo jefe de la Fiscalía de Madrid.

El abogado de Rosado, el catedrático de Derecho Penal Luis Rodríguez Ramos, asegura, por el contrario, que su cliente ya está rehabilitado. Y advierte de que, con la ley en la mano, Rosado debe quedar libre como máximo «dentro de dos o dos años y medio».

Contra el criterio del juez de vigilancia y del fiscal, el asesino del rol viene disfrutando desde 2004 de permisos carcelarios. Se los ha dado la Sección Quinta de la Audiencia de Madrid, que preside el magistrado Arturo Beltrán.

Se trata de «una forma de preparación para la vida en libertad», según el auto del tribunal. Hasta el momento, sólo han sido permisos (de entre dos y seis días), pero la hora de su definitiva liberación está cercana. Y nadie podrá evitarla.

En puridad, Javier Rosado cumple con creces los requisitos para obtener el tercer grado, lo que le permitiría ir a prisión sólo para pernoctar. Si no fuera quien es, incluso podría alcanzar ya la libertad condicional, dado que se ha portado bien y no ha dejado de estudiar, de devorar libros y de dar clases de matemáticas a otros reclusos.

Sin embargo, Rosado está considerado por los peritos judiciales como alguien «muy peligroso». De ahí la preocupación sobre su futuro. En el juicio, en febrero de 1997, las dos psicólogas de los juzgados de Madrid que le diagnosticaron, Susana Esteban y Blanca Vázquez, lo advirtieron: «Es un psicópata. No tiene cura. Cuando salga, puede volver a matar».

Las dos peritas hicieron ver al tribunal -por encima de los diagnósticos de varios psiquiatras que veían en Rosado a un psicótico con personalidad múltiple, un Mr. Hyde- que el asesino del rol era una persona «fría, calculadora y muy inteligente, que distinguía el bien del mal».

Tanto el juez de vigilancia como el fiscal no han cesado de denegarle los permisos de salida que ha ido pidiendo. Pero él recurría todas las decisiones y, finalmente, a partir de 2004 logró su primer permiso de la Audiencia de Madrid. Como se portó bien, después llegaron más.

La psicóloga Susana Esteban pasó horas con él antes de diagnosticarle. Y no se le va de la mente la arrogancia y desinterés que mostró el interno durante la exploración.

Sigue convencida de su peligrosidad, aunque introduce un matiz: «Con la edad se mitiga la capacidad de acción, pero aún hoy sigue sin haber tratamiento para los psicópatas. Si Rosado ha aprovechado bien el tiempo en prisión, podría tener un comportamiento normal en la calle y pasar inadvertido. Pero en una situación de alto nivel de estrés, puede ser peligroso. Habría que analizar los informes de los psicólogos de la prisión», destaca.

Las juntas de tratamiento -compuestas por educadores y psicólogos- de las tres cárceles por las que ha pasado (Valdemoro, Aranjuez y ahora Soto del Real) también se han opuesto siempre a los permisos. Fundamentalmente porque no ven en él signos de «arrepentimiento, de confesión, de remordimiento» ante su «espeluznante» crimen.

Últimamente, la actual junta de tratamiento de Soto, a la vista de que no ha hecho un mal uso de los permisos que le ha dado la Audiencia, ha levantado un poco la mano, pero el juez y el fiscal siguen en sus trece. «El estudio de dos carreras universitarias en la prisión [entonces iba por la segunda]», destaca la fiscalía en un escrito, «no disminuye un ápice su potencial peligrosidad, habida cuenta de que cuando cometió los delitos vivía en el domicilio familiar y ya cursaba estudios universitarios, sin que ello impidiera la planificación de tan deleznables hechos, que llevó a cabo de la forma tan brutal en que lo hizo».

Uno de los motivos que oponen a su libertad jueces y fiscales es que Rosado siempre ha negado el crimen. Aún recuerdan la sonrisa irónica que exhibió, entonces con 24 años, durante el juicio, allá por 1997. No se cansó de proclamar que él no había asesinado a Carlos Moreno.

Y lo negaba sin importarle que su compinche, el menor Félix Martínez, sentado a su lado en el banquillo, lo admitiera abiertamente y pidiese perdón a la familia de la víctima. «Yo no he hecho eso», proclamaba Rosado. Y lo que es peor: también renegaba de la autoría de una suerte de diario -que le confiscó la policía- en el que detallaba con una terrible frialdad cómo él y Félix mataron a Carlos Moreno. El diario fue una prueba aplastante para el tribunal que, además, le sorprendió en un renuncio.

Al final del juicio, que Rosado se pasó tomando notas, la juez le dio la última palabra. Para que dijera lo que se le antojase. Entonces soltó: «El cuchillo grande lo llevaba Félix, no yo…»

Rosado ya no ríe. El presidio le ha hecho mella y le ha llevado a reflexionar. Lo que no hizo entonces ni ante el juez instructor ni ante el tribunal que le sentenció a 42 años de cárcel, lo ha hecho después, detrás de los barrotes. Javier Rosado envió una carta a sus padres en la que, por primera vez, confesaba ser autor del crimen del rol, de la muerte de Carlos Moreno, que dejó viuda y tres hijos.

La misiva autoincriminatoria de Rosado a sus padres, que ha sido incorporada al sumario judicial, dice así:

«El tiempo sigue… Por fin veo sentido a mi privación de libertad, a los nueve años, seis meses y dos días generando en vosotros tanto sufrimiento. El castigo que estoy pagando es justo para lo que hice. Obviamente, nunca más haré a nadie el más mínimo mal. Le he dicho al abogado que mire cuál es el mejor procedimiento para pedir perdón a los familiares de la víctima».

En la carta, Rosado expresa su intención y deseo de poder trabajar para resarcir a esa familia «con pagos sucesivos» y saldar así «una gran deuda», y para «tranquilizar mi conciencia».

Rosado continúa: «Estoy más tranquilo, más resignado, perdonándome esta atroz desgracia que he causado a un hombre y su familia, y también a vosotros; hechos de los que poco a poco he ido siendo más y más consciente, y cada vez me pesan más. Este cambio de actitud [el reconocimiento del crimen] me lleva a aceptar mi encierro pensando que de este modo se compensa o aligera de algún modo ese peso…»

Fuentes jurídicas no descartan que esa carta pueda ser una treta del interno para hacer ver a los jueces que sí que está ya arrepentido de su acción. Precisamente, el argumento del fiscal para oponerse a los permisos es que no hay en Rosado «un sentimiento de culpa», sino que todo en él es «autoexculpación».

Rosado, según la tesis de la fiscalía, no ha logrado aún desprenderse de su patología psicopática: «Sadismo, frialdad, ausencia de remordimientos y negación del crimen». En esta tesis no se da excesivo crédito a la carta incorporada al sumario. Porque aún carece de remordimientos, señalan. Y sigue sin reconocer que él fue el urdidor y cabecilla del horrible crimen, el cerebro de un complejo juego de tablero, ficticio, luego llevado a la realidad por dos jóvenes armados con cuchillos que parecían salidos de la película American Psycho. La psicóloga Esteban ve difícil interpretar lo que hay de realidad en la mente de una persona así. «Esa carta puede ser verdad o fruto de una estrategia», comenta.

Sea ahora o no un psicópata peligroso, la Audiencia de Madrid tiene claro que, más tarde o más temprano, Rosado tendrá que salir de la cárcel. Y que, de todas formas, la tesis del fiscal, la posibilidad de que reincida, resultará inaplicable cuando llegue la hora de otorgarle la libertad por imperativo legal. Y eso puede ocurrir en dos o tres años, no más. «Estamos en un Estado de derecho y no cabe la arbitrariedad», señalan fuentes jurídicas.

Cuando los presos cumplen las tres cuartas partes de la pena, lo habitual es que se les otorgue el tercer grado penitenciario. Éste permite que el interno sólo tenga que ir a la cárcel para dormir. Y, obtenido el tercer grado, suele llegar la libertad condicional. A Rosado se le ha negado una vez el tercer grado, pero él ha vuelto a pedirlo. Y ahora se tramita de nuevo la petición.

Para Rosado rige el Código Penal, el de 1973. El asesino del rol sólo ha cumplido, de momento, 13 de los 42 años de cárcel a los que fue condenado. La citada normativa, derogada y endurecida después, reduce automáticamente a 20 años cualquier pena superior a los 30. Y, además, sobre esta pena ya reducida se resta un día por cada jornada de trabajo en la cárcel.

Rosado se ha valido nuevamente de su inteligencia para acortar su condena. «Enseña matemáticas a otros reclusos, no para de estudiar y, además, se comporta bien y ha cumplido las tres cuartas partes de la pena», insiste Rodríguez Ramos. Desde Instituciones Penitenciarias se confirma que «nunca se ha metido en líos en la cárcel y que observa un comportamiento impecable».

Es curioso, pero su abogado pidió en el juicio al tribunal que considerase a Rosado un enfermo mental; es decir, alguien irresponsable e inimputable. Pero los jueces concluyeron que Rosado es un «psicópata y un sádico», pero con un matiz: es muy inteligente y distingue perfectamente entre el bien y el mal.

Si lo hubieran considerado un psicótico, nadie hablaría ahora de su próxima libertad. Estaría encerrado muchos años. No en una cárcel, pero sí en un psiquiátrico penitenciario, con un régimen interno duro y que en nada se parece a un albergue de ocio. «Habría estado allí 30 años y no habría podido reducirse la pena a base de clases de matemáticas a otros internos», admite su abogado. «Pero no fue así y próximamente debe recuperar la libertad», zanja.

Rosado ha tenido suerte. Sus recursos pidiendo permisos han caído en manos de la Sección Quinta de la Audiencia, popular entre los reclusos madrileños por autos en los que se prima la reinserción frente al efecto punitivo.

Su vida carcelaria cambió en 2004. Tras una racha constante de noes a los permisos por parte de la propia cárcel, de jueces y fiscales, en 2004 halló la primera rendija hacia la libertad. El tribunal, en medio de estrictos requisitos y condiciones, accedió a darle su primer permiso ordinario.

Antes de esa salida tuvo otra, pero sólo duró unas horas y tuvo un carácter extraordinario. Entonces llevaba entre rejas unos seis años y estaba recluido en la madrileña cárcel de Valdemoro. Sin quitarle la vista de encima, dos policías le llevaron escoltado a la universidad. Tenía que hacer el examen final de su carrera de Químicas. Para los exámenes, solían ir a la cárcel los profesores, pero esa vez su presencia resultaba ineludible en el laboratorio de su universidad.

Todas las carreras las ha hecho a distancia, en la UNED. Rosado suplicó al tribunal que le dejase salir. Le quedaba una prueba práctica para acabar la que iba a ser su primera carrera universitaria entre rejas. Le dejaron, hizo el examen, aprobó la asignatura y la carrera, y volvió a la cárcel. Se animó y siguió estudiando.

Ahora, con una mente llena de números, libros y amplísimos conocimientos de informática, química, matemáticas e inglés, el asesino del rol ve acercarse el final de su cautiverio. En la calle le esperan sus padres y un hermano. Y también un mundo gobernado por la informática, materia en la que se ha hecho un experto.

Ya huele la libertad y ha empezado a moverse para buscar un trabajo en el exterior. Ha contactado con varias ONG y les ha ofrecido sus servicios. Tener un trabajo es un aval para conseguir el tercer grado. Y Rosado lo sabe.

«El rol y aquel chico ya no existen», dice el menor que ayudó a Rosado

A Javier Rosado le quedan poco más de dos años de cárcel. Su compinche, Félix Martínez, apenas ha cumplido 4 de los 12 de años que le impuso la Audiencia de Madrid. Tenía 17 años cuando ayudó a matar a Carlos Moreno. Con 21 años, quedó libre.

Tan autor del crimen como Rosado, el tribunal le rebajó sustancialmente la pena. Básicamente porque era menor de edad y por entender que era un gregario de Rosado. Además, la Ley del Menor aprobada en 2000 y que elevó la edad penal a 18 años de cárcel le benefició.

Félix dejó la cárcel pero no se fue directamente a casa. Durante algo más de un año compartió un piso para presos habilitado por la Fundación Horizontes Abiertos, que dirige el jesuita Jaime Garralda. Coincidió con internos muy peligrosos.

Empezó a estudiar Informática en la cárcel. Su buena conducta, su «responsabilidad» en los cometidos que se le asignaron en prisión, entre ellos tareas de cocina, «la seriedad en sus estudios» y, fundamentalmente, su «veraz arrepentimiento» determinaron su pronta salida de la cárcel.

«Entonces era un chico muy necesitado de cariño y atención», explica el padre Garralda. «Se le veía muy nervioso, a punto de hacer cualquier locura». Pero con el tiempo llegó la calma. Los fines de semana solía visitar a su padre, dueño de dos cafeterías, y se quedaba a dormir allí. Su madre murió siendo él un crío.

Al dejar el piso, Félix decidió rechacer su vida en Berlín (Alemania). Habló con su padre y ambos vieron que era la mejor forma de evadirse. En Madrid, y libre, la presión sería muy fuerte. Pero hace un año, volvió a Madrid. Y visitó aquel piso carcelario para agradecer el apoyo de amigos y educadores. «Ya tengo mi vida organizada y quería daros las gracias. No quiero hablar más de aquello; el rol y aquel chico ya no existen, han muerto; ahora soy otra persona», aseguran en Horizontes Abiertos que les comentó.

El diario del asesino

Han pasado 13 años desde que el crimen del rol destrozó para siempre a la familia de Carlos Moreno. El hombre se defendió durante 15 minutos. No pudo evitar las 19 cuchilladas que, respondiendo a las reglas autoimpuestas de un juego de mesa, le asestaron dos muchachos de clase media alta de Madrid.

Todo lo detalló Rosado en un espeluznante diario que la policía encontró días después y que fue clave para reconstruir la escena.

Eran las cinco de la madrugada del 30 de abril de 1994. La víctima, que trabajaba en una empresa de limpieza, volvía a casa para dormir. A esa hora sólo él estaba en la marquesina. Vio a dos chicos, uno alto, encorvado, Javier Rosado, y otro robusto con cara aniñada, Félix Martínez, entonces de 17 años. Se acercaron a él con paso decidido.

Para ellos, en ese momento, Moreno no era un ser humano. Era una ficha del juego que creó Rosado. Lo bautizaron «Benito». Y concordaba con lo que buscaban.

El juego consistía en matar en una franja horaria nocturna concreta a una persona determinada. Establecía que, entre las tres y las cinco de la madrugada, debían matar a un hombre «regordete» y «estúpido». Antes de las tres debía ser una mujer. Una vecina de Manoteras se salvó milagrosamente. Cuando iban a por ella, con guantes de látex y cada uno con un cuchillo, se metió en el portal de su casa. Desistieron. Coincidió también, por suerte para ella, con que se rebasó la hora en que la víctima debía convertirse en un varón.

Moreno no gozó de la misma suerte que esa mujer. «Mira ése, tiene cara de idiota, y lleva unos calcetines estúpidos», escribe Rosado en su diario. Se acercaron a él, le miraron de arriba abajo y le sacaron los cuchillos. Moreno pensó que estaba siendo víctima de un atraco. No imaginó lo que venía después. «Pon las manos a la espalda y muestra el cuello», le ordenó Rosado.

Los tres folios manuscritos de Rosado narran, con todo tipo de detalles sobrecogedores, cómo éste y el menor Félix mataron a Carlos Moreno. La regla del juego estipulaba que «Benito» debía morir degollado. Así, mientras Rosado se concentraba en atravesar el cuello de la víctima con su arma, Félix Martínez Reséndiz debía «debilitar» a «la presa» dándole navajazos en el estómago.

Rosado anota que «la presa» se revolvía. La agonía de Moreno duró 15 minutos, según la sentencia.La ausencia de móvil despistó a la policía durante tres meses.

Al final, un amigo de la pandilla de Rosado delató al asesino. Rosado y Félix se jactaban ante sus amigos de que eran ellos los que habían matado al hombre de cuya muerte había informado la televisión. Desde el sofá de su casa, Rosado contradecía con sorna los errores de los telediarios.

Añadió que habría más muertes. Así que el amigo decidió contar lo sucedido a un sacerdote: se había percatado de que Rosado y Félix habían aireado que volverían a matar.

El cura le aconsejó contarlo a sus padres y éstos alertaron a la policía: ambos jóvenes iban a salir esa noche de nuevo de caza. La policía les detuvo cuando Félix y Rosado habían comprado ya los guantes de látex y se encaminaban a por una «segunda presa» de un macabro juego de mesa que había saltado de forma sangrienta a la realidad.


El asesino del rol tiene permiso para salir a la calle los fines de semana

José Antonio Hernández – El País

5 de marzo de 2008

La Audiencia Provincial de Madrid ha decidido conceder a Javier Rosado, conocido como el asesino del rol, el tercer grado penitenciario. O sea, que saldrá a la calle los fines de semana. O cuando así lo considere oportuno la junta de seguimiento de su prisión, Soto del Real. Hace pocos meses, este permiso le fue denegado por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.

Rosado, que ahora tiene 34 años, fue acusado de asesinar a un empleado de limpiezas, Carlos Moreno, el 30 de abril de 1994. Tenía entonces 20 años. Junto a Félix Martínez, asestó 19 puñaladas a aquel hombre, de 52 años, en una parada de autobús del barrio de Manoteras. Todo estaba calculado y respondía a la particular lógica de un macabro juego que Rosado controlaba en su cabeza.

La decisión de concederle el tercer grado, basada en el hecho objetivo de que ya ha cumplido tres cuartas partes de su condena -lleva 14 años entre rejas-, está apoyada por la junta de seguimiento de Soto del Real, compuesta por psicólogos, abogados y el director del centro.

Aunque dos de sus miembros hicieron votos particulares para que quedase constancia de su desacuerdo. Estos miembros discrepantes consideran que dada la gravedad del delito debía esperarse hasta ver la evolución del tratamiento psicológico, que recibe desde hace varios años, del recluso.

Pero la decisión última ha sido tomada por Arturo Beltrán Núñez, juez de la sección Quinta de la Audiencia. Sus argumentos son que Rosado «ha tenido en los últimos años una evolución psicológica favorable, que ha hecho un buen uso de los permisos que ha disfrutado hasta la fecha, que su formación personal y académica ha sido satisfactoria y que tiene el apoyo de su familia en el exterior». Además, recuerda el juez que lleva ocho años sin necesitar tratamiento psiquiátrico. El apoyo que percibe es psicológico.

Pero antes de llegar a esta resolución, la situación penitenciaria de Rosado ha pasado por varias fases. En un primer momento, la petición de poder disfrutar el tercer grado fue abortada por Instituciones Penitenciarias. Entonces, ante la denegación, Rosado apeló al juez de vigilancia penitenciaria. Pero el juzgado de vigilancia confirmó el diagnóstico de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. Volvió a recurrir. En esta ocasión ante la sección Quinta de la Audiencia. Y, en esta ocasión, sí ha tenido éxito.

Si no fuera quien es, incluso podría alcanzar ya la libertad condicional, dado que se ha portado bien y no ha dejado de estudiar -se convirtió en el primer recluso de España en terminar tres carreras universitarias-, de devorar libros y de dar clases de matemáticas a otros reclusos.

Sin embargo, Rosado está considerado por los peritos judiciales como alguien «muy peligroso». De ahí la preocupación sobre su futuro. En el juicio, en febrero de 1997, las dos psicólogas de los juzgados de Madrid que le diagnosticaron, Susana Esteban y Blanca Vázquez, lo advirtieron: «Es un psicópata. No tiene cura. Cuando salga, puede volver a matar».

Las dos peritas hicieron ver al tribunal -por encima de los diagnósticos de varios psiquiatras que veían en Rosado a un psicótico con personalidad múltiple, un Mr. Hyde- que el asesino del rol era una persona «fría, calculadora y muy inteligente, que distinguía el bien del mal».

La obtención, finalmente, del tercer grado abre las puertas a Javier Rosado a que se le pueda otorgar la libertad condicional en un periodo de tiempo no muy largo.


El asesino del rol obtiene el tercer grado y podrá salir ya de la cárcel

El País

5 de marzo de 2008

Javier Rosado, el asesino del rol, podrá salir de la cárcel en las próximas semanas. La Audiencia Provincial de Madrid ha decidido otorgarle el tercer grado penitenciario, lo que significa que abandonará la prisión los fines de semana y cuantos días estime oportuno la junta de seguimiento de la cárcel de Soto del Real, donde cumple condena.

Rosado, de 34 años, lleva 14 en prisión, desde que en 1994 se le condenase como el ideólogo del macabro asesinato de un empleado de limpieza en una parada de autobús. La Sala Segunda de la Audiencia le impuso una pena de 42 años de cárcel. Al homicida se le aplicó el anterior Código Penal, que limita a 30 años el máximo cumplimiento de pena. En junio de 2007, Instituciones Penitenciarias le denegó el tercer grado.

 

Más información en: «El crimen del ROL»

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