Javed Iqbal

Kukri

  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: Violador
  • Número de víctimas: 100
  • Fecha del crimen: 1998 - 1999
  • Fecha de detención: 30 de diciembre de 1999
  • Fecha de nacimiento: 1956
  • Perfil de la víctima: Niños
  • Método del crimen: Estrangulación
  • Lugar: Lahore, Punjab, Pakistán
  • Estado: Condenado a pena de muerte el 16 de marzo de 2000. Aparentemente, comete suicidio ahorcándose con las sábanas en su celda en prisión el 8 de octubre de 2001
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Javed Iqbal – Pakistán condena a un hombre a morir como él mató a sus 100 víctimas

Reuters – Elpais.com

17 de marzo de 2000

Un tribunal paquistaní condenó ayer a un hombre a ser estrangulado, su cuerpo cortado en pedazos y los trozos introducidos en una vasija con ácido para que se deshagan, por el asesinato, con el mismo método, de un centenar de niños y adolescentes. La sentencia contra el acusado Javed Iqbal, de 38 años, fue emitida por un juez de la ciudad de Lahore, capital del Punjab, en una estricta aplicación del ojo por ojo.

«Javed Iqbal ha sido encontrado culpable de 100 asesinatos. La sentencia es que debe ser estrangulado 100 veces en Minar-e-Pakistán (un distrito de Lahore). Su cuerpo será cortado en 100 trozos y puesto en ácido como él hizo con sus víctimas», declaró el juez Alá Baksh. «Morirá delante de los padres cuyos hijos ha asesinado», añadió.

En la misma sentencia se condena a un cómplice de Iqbal, de nombre Sajir Ahmad, de 17 años, por su participación en 98 de los 100 asesinatos. La sentencia es idéntica a la primera, pero variando el número de estrangulamientos y trozos en los que su cuerpo será cortado. Uno por cada niño asesinado. Otros dos cómplices, de 15 y 13 años de edad, fueron condenados a penas que van desde los 182 a los 63 años de cárcel.

La sentencia, que también impone al principal acusado 700 años de cárcel, es recurrible ante una instancia superior. Ambos acusados se han declarado inocentes durante todo el proceso.

La decisión judicial confirma que el caso de Iqbal, un ingeniero químico, es el del peor asesino en serie en los 53 años de historia independiente de Pakistán. El tribunal asegura que está probado cómo Iqbal y su cómplice recogían a sus víctimas en un suburbio de Lahore y, tras someterles a múltiples atrocidades, les asesinaban y, a fin de hacer desaparecer los cuerpos, troceaban los cadáveres y trataban de disolverlos en ácido.

En un arriesgado acto de exhibicionismo, Iqbal remitió una carta a la policía de Lahore en la que se confesaba autor de nueve de las numerosas desapariciones de menores ocurridas en la ciudad. En el texto señalaba que los niños habían sido agredidos sexualmente y se mofaba de las autoridades por no ser capaces de ponerle entre rejas.

La misiva desencadenó una auténtica caza del hombre que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura del criminal en serie. En su domicilio se encontraron fotos de los 100 jóvenes asesinados y numerosos objetos personales y ropas pertenecientes a las víctimas. Los familiares tuvieron que identificar a los niños a través de estas fotos y de los restos que quedaban en dos vasijas.

«No siento remordimientos. He matado a 100 niños. Podría haber matado a 500. No era ningún problema. El dinero no era ningún problema. Pero había prometido matar 100 niños y no quise ir más allá», señaló al periódico The News de Lahore. Sin embargo, durante el juicio se declaró inocente y negó sus confesiones iniciales.

El proceso ha hecho rememorar una serie de misteriosos ataques acaecidos a mediados de los años ochenta, cuando decenas de personas fueron asesinadas en el Punjab durante unos ataques nocturnos protagonizados por una banda a la que la policía denominaba «el grupo del martillo». Los atacantes irrumpían en las viviendas durante la noche y asesinaban a martillazos a sus víctimas. Nunca fueron encontrados.


Javed Iqbal

Latinoseguridad.com

El peor asesino en serie en la historia de Pakistán, juzgado según la Ley del Talión.

Javed Iqbal fue detenido en diciembre de 1998 después de que en un acto de exhibicionismo enviase una carta a la Policía en la cual confesaba haber estrangulado a un centenar de jóvenes. Además de mofarse de la incapacidad de las autoridades de atraparlo y ponerlo entre rejas, en ella explicaba cómo había cortado en pedazos los cuerpos de sus víctimas, de las que abusaba sexualmente antes de asesinarlas, y luego depositaba los restos en una tinaja con ácido para hacer desaparecer los cadáveres.

Esta carta desencadenó una auténtica caza al asesino, que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura de un ingeniero químico de 42 años llamado Javed Iqbal, que se convirtió así en el criminal más buscado en los 53 años de historia independiente de Pakistán, donde son muy raros los casos de asesinatos en serie.

El 30 de diciembre, en otro acto de exhibicionismo típico de este tipo de criminales, Iqbal se había presentado en las oficinas de The News, un periódico de la ciudad paquistaní de Lahore. En la redacción de dicho periódico declaró que no sentía remordimientos por haber matado a 100 niños, pero que podría haber matado a 500 y que si sólo asesinó a 100 fue porque no quiso ir «más allá».

Confesó a los periodistas que había actuado así en protesta por los malos tratos que sufrió de las Fuerzas de Seguridad, y que temía por su vida si se entregaba directamente a la Policía, por ese motivo había acudido al periódico local.

Las primeras investigaciones policiales acerca de este caso de desaparición de menores condujeron pronto a la casa que el ingeniero compartía con sus cómplices. Allí se encontraron unas fotografías de 100 niños muertos y las ropas que muchos de ellos llevaban cuando desaparecieron. Asimismo se hallaron los restos de dos cadáveres en una tinaja azul.

Casi todas las víctimas procedían de familias muy pobres o eran mendigos, y en algunos casos habían pasado meses de la desaparición hasta que las familias presentaron las denuncias. La gran mayoría fueron identificadas por sus familias a las que fueron mostradas las fotografías. El presunto asesino afirmó que las fotografías eran tomadas por sus dos cómplices que, según añadió, eran homosexuales, aunque negó que él lo fuera.

Durante el juicio, el ingeniero negó la versión de los hechos relatada en la carta que había enviado a la policía, y afirmó que había sido detenido por error.

En el trascurso del mismo un total de 105 testigos de la acusación prestaron declaración ante el tribunal, mientras, la defensa no presentó ninguno.

Al final, la sentencia emitida por el juez de acuerdo con la «Sha’aria», (tradicional ley islámica) lo ha hallado culpable y ha solicitado el «ojo por ojo y diente por diente».

La sentencia del tribunal de Lahore es que el asesino deberá ser ejecutado en el parque público más popular de la ciudad de la misma manera que él ejecutó a sus víctimas.

El más brutal asesino de Pakistan con 100 niños asesinados.

«Morirá estrangulado delante de los padres de los niños a los que ha matado, y su cuerpo será cortado en cien pedazos que serán depositados en ácido, como usted hizo con los niños», han sido las palabras del juez.

Uno de los cómplices de Iqbal, Sajid Ahmad, de 17 años, fue también condenado a muerte porque participó en cada uno de los asesinatos. También Mamad Nadeem, de 15 años, fue hallado culpable de los crímenes de trece de las víctimas [y] ha sido condenado a 182 años de prisión (14 por cada uno de ellos), al igual que Mamad Sabir, de 13 años, a 63 años de cárcel.

Tras oír la sentencia en una sala abarrotada de público, Iqbal juró por su honor que era inocente, luego firmó el fallo y fue conducido a la prisión.

Su abogado defensor, Najeeb Faisal Chuadhry, declaró a la prensa que pensaba apelar a la sentencia y si fuera necesario llevaría el caso ante el Tribunal Supremo. En este caso, la ejecución se podría demorar durante años.

La sentencia fue criticada duramente por grupos de derechos humanos e incluso por el Concilio de Ideología Islámica, pero la corte de Lahore no dio paso atrás.

Como quiera que sea la sentencia jamás llegó a cumplirse. La mañana de 8 de octubre de 2001, apenas cuatro días antes de que la Sha’aria rindiera su veredicto final, las autoridades de la prisión de Kot Lakhpat hicieron pública la muerte de Javed Iqbal y su cómplice Sajid Ahmad, ambos fueron encontrados en sus celdas ahorcados, al parecer, con sus sábanas.

Las autopsias revelaron que ambos habían sido golpeados y algunas declaraciones de guardias y custodios no parecían ser del todo verdad, pero a fin de cuentas las autoridades dictaminaron «suicidio».


Javed Iqbal

Matase.wordpress.com

Javed Iqbal nació en 1956 en Lahore (Pakistán), y era el cuarto de los seis hijos de un prominente empresario. Cursó estudios en los mejores colegios de pago de Pakistán, y cuando los acabó, su padre le compró una gran casa en el campo.

Allí estableció una fundición de acero y vivía rodeado de sus empleados, chicos jóvenes a los que daba alojamiento a parte de la paga. Era todo un referente para sus vecinos y amigos por su caridad, pues normalmente sus empleados eran huérfanos, o niños de la calle.

En noviembre de 1999, Javed envió sendas cartas a la policía y a un periódico de Lahore en las que declaraba haber asesinado a 100 muchachos con edades comprendidas entre los 6 y los 16 años.

Cuando la policía fue a su casa a contrastar esas afirmaciones, se encontraron con una casa cuyas paredes tenían manchas de sangre, así como con cadenas sujetas al suelo. Era con esas cadenas con las que sujetaba a sus víctimas antes de proceder a estrangularlas. Posteriormente las descuartizaba, las echaba en barriles de ácido clorhídrico y tiraba los restos introducidos en bolsas de basura a un río cercano.

También encontraron numerosas fotografías de las víctimas muertas, desmembradas o introducidas ya en las bolsas, dispuestas para ser arrojadas al río. En el gran patio de la casa había dos barriles de ácido con restos humanos descomponiéndose en su interior, y tenían un cartel que decía:

«Estos cuerpos no han sido eliminados con el propósito de que la policía los encuentre».

En la carta, también había confesado su intencióm [intención] de ahogarse en el río Ravi por sus crímenes. Tras un rastreo en el río que resultó infructuoso, la policía puso en marcha un impresionante despliegue para atraparlo. Arrestaron también a cuatro jóvenes que vivían en la misma casa que Javed -más tarde se supo que eran sus amantes- en Sohawa. Unos días más tarde, uno de ellos murió tras saltar por una ventana intentando huir, según la versión policial.

Un mes más tarde, el 30 de diciembre de 1999, Javed se entregó en las oficinas de un periódico, puesto que temía por su vida si se entregaba a la policía.

A pesar de que en su casa se había hallado un diario donde describía detalladamente los asesinatos, él se declaró inocente, alegando que todo había sido un montaje para llamar la atención sobre las dificultades que tenían que afrontar los niños de la calle y las familias pobres. Declararon más de cien testigos contra él, y fue hallado culpable de los asesinatos (*).

Se le condenó a morir en la horca. Se produjo un malentendido con el juez, ya que éste al dictar sentencia comentó que le hubiese gustado que Javed muriese de la misma forma que los jóvenes que había asesinado; la prensa interpretó erróneamente que ése era el castigo.

El 8 de octubre de 2001 Javed fue encontrado muerto en la celda que compartía con uno de sus cómplices, Sajid Ahmad, quien también estaba muerto. La causa oficial de la muerte es que se ahorcaron con las sábanas de las camas. Una autopsia reveló que los cuerpos habían sido salvajemente golpeados antes de la muerte.

(* Se duda de que la cifra real hayan sido 100, puesto que 26 de las presuntas víctimas fueron halladas con vida deambulando por las calles de Lahore. N. del A.)

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