Jack Knight

Norman Lucas – Los asesinos sexuales

Otra chica que habría podido salvar la vida de no haber luchado tan vigorosamente para preservar su virtud fue la preciosa Verónica Eleanor Foy, que iniciaba apenas su adolescencia cuando fue muerta poco después de la medianoche del 11 de diciembre de 1960.

Verónica, una chica de quince años que trabajaba como dependienta de una tienda, fue con una amiga, Pamela Cooksey, a un baile sabatino de dos chelines en el Palais de Danse, en Barrow in Furness, Lancashire. Las dos chicas, que se divertían mucho, fueron vistas por otras dos quinceañeras, Carol Mowbray y June Beckman, bailar animadamente minutos antes de que la reunión terminara a medianoche. Pamela, una chica de catorce años que al igual que su amiga vivía en Worcester Street, Barrow, salió del salón con una joven. Pamela, por lo tanto, inició sola el camino de regreso a su casa.

A las 3:40 a.m. el señor Edward Foy llamó a la policía para informar de la ausencia de su hija. Se inició entonces una búsqueda inmediata y antes de una hora se tenían las primeras pistas: el zapato izquierdo de Verónica, un guante, un peine y algunas manchas de sangre cerca de un retrete de la Risedale County Secondary Modern School, en Risedale Road.

La policía no tardó en encontrar el resto del cuerpo de la chica. En una cerca de hierro se encontraron partes de una media de nylon, pedazos de ropa interior y hebras azules de un saco de hombre, todos estos signos de que el asesino había arrastrado el cuerpo de Verónica a lo largo de 200 metros y lo había dejado bajo el agua, a un metro de profundidad, en un sitio cubierto parcialmente con hielo de un parque público. Al ser sacado el cuerpo se supo que había sido violada y estrangulada luego con una de sus medias.

El cuadro de los sucesos fue completado por un alguacil de la policía que vio a la chica y a un joven caminar hacia la escuela a las 12:15 a.m.; por un joven que dijo haber oído voces en el retrete cinco minutos después; por un ciclista que oyó gritar a una mujer un poco antes de las 12:30 y por alguien que fue despertado por graznidos de patos del estanque a las 12:45.

Hubo pocas dudas en cuanto a la identidad del acompañante de Verónica. Jack Colin Knight, un ayudante de carnicero de veintiún años vivía en Greengate Street, Barrow, y que estaba comprometido con una chica de Plymouth, Devon, había sido visto y más tarde identificado por varios testigos. Fue interrogado por primera vez por el detective inspector David Barr.

– No, no se trata de mí – dijo Knight -. Yo ni siquiera conozco a una chica con ese nombre.

Sin embargo, no pudo explicar cómo era que en sus ropas había sangre del grupo de la chica ni el origen de unos rasguños recientes en sus manos.

Al momento en que fue acusado de asesinato admitió que no había dicho la verdad.

– No puedo recordar mucho pero diré algunas cosas – informó -. Caminé con Verónica hasta el portal de una escuela y ahí nos besamos. Me empujó y yo creo que me golpeé la cabeza con la pared. No puedo recordar nada más hasta el momento en que me vi recargado en un árbol cerca de una barda a la vuelta del estanque del parque.

Dijo que recordaba haber pasado un hoyo en medio de arena y luego nada más hasta llegar cerca de un hotel camino a casa. Estaba jadeando por lo que creía que debió haber corrido. Al llegar a su casa preparó café y descubrió un rasguño que sangraba en una mano. Antes de irse a la cama se lavó las manos y puso su camisa y su suéter en agua.

En enero de 1961 Jack Knight fue sentenciado en Lancaster, Assizes, a prisión perpetua. El jurado rechazó su argumento de que no había actuado conscientemente cuando violó y mató a la chica debido a los quince o dieciséis vasos de cerveza que había tomado en el baile.

La versión de Knight de que no recordaba nada sobre la violación y el asesinato es muy difícil de creer. Es posible, sin embargo, que él mismo desconociera su propio componente asesino que fue estimulado por una combinación de alcohol y por el consiguiente volumen de fluido que llegó a la corriente sanguínea.