El caso de Jack el Destripador

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Jack el Destripador
  • Clasificación: Crimen sin resolver
  • Características: Evisceración - Canibalismo
  • Número de víctimas: 5
  • Fecha del crimen: Ago. - Nov. 1888
  • Perfil de la víctima: Mary Ann Nichols, de 43 años / Annie Chapman, de 47 / Elizabeth Stride, de 45 / Catherine Eddowes, de 46 / Mary Jane Kelly, de 25
  • Método del crimen: Arma blanca (cuchillo)
  • Lugar: Londres, Inglaterra, Gran Bretaña
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Índice

Jack el Destripador

Última actualización: 26 de octubre de 2015

Jack el Destripador (Jack the Ripper en inglés) es el pseudónimo dado a un asesino en serie (o asesinos) que actuó en la empobrecida área de Whitechapel en Londres en la segunda mitad del año 1888.

El nombre es tomado de una carta a la agencia central de noticias de alguien que decía ser el asesino, publicada mientras se desarrollaban los hechos. Aunque muchas teorías han sido postuladas, la identidad de Jack el Destripador no ha sido todavía determinada.

Las leyendas que rodean los asesinatos del Destripador se han convertido en un desorden complejo de investigación histórica, una teoría de conspiración libremente interpretada y folclore. La falta de una identidad confirmada para el asesino, ha permitido numerosos comentarios de historiadores e investigadores aficionados (apodados Ripperologists) que apuntaban a un gran número de posibles criminales.

La prensa escrita, cuya circulación había estado aumentando progresivamente en la época, extendió la noticia y aumentó la notoriedad del asesino debido al salvajismo de los asesinatos y la impotencia de la policía para capturar al causante de todo, con el Destripador evitando ser descubierto a veces por unos pocos minutos.

Las víctimas

Las víctimas eran mujeres que ganaban un salario como prostitutas ocasionales. Los asesinatos típicos de Jack eran perpetrados en un lugar público o semipúblico. La garganta de la víctima era cortada de izquierda a derecha (lo que sugiere que era diestro), a lo que le seguía una mutilación abdominal, aunque en algunos casos dichas mutilaciones se extendían a otras partes del cuerpo. Muchos creen hoy en día que la víctimas eran estranguladas previamente para silenciarlas. Debido a la naturaleza de las heridas en muchas presuntas víctimas del Destripador, algunas con órganos internos extraídos, como el útero, se ha propuesto la idea de que el asesino tuviera un cierto grado de conocimiento de anatomía. Por este motivo, puede ser que se tratase de un médico, cirujano, o incluso un carnicero, aunque esto, como la mayoría de las creencias sobre el asesino y hechos sobre el caso, está en disputa.

Las cinco víctimas de Jack (aunque algunos estudiosos apuntan a que pudieron ser más) son:

  • Mary Ann Nichols, nacida un 26 de agosto de 1845 y asesinada el viernes 31 de agosto de 1888.
  • Annie Chapman, nacida en septiembre de 1841 y asesinada el sábado 8 de septiembre de 1888.
  • Elizabeth Stride, nacida en Suecia el 27 de noviembre de 1843 y asesinada el domingo 30 septiembre de 1888.
  • Catherine Eddowes, nacida el 14 de abril de 1842 y asesinada el domingo 30 de septiembre de 1888.
  • Mary Jane Kelly, nacida en 1863 y asesinada el viernes 9 de noviembre de 1888.

El asesino

El 25 de septiembre de 1888, la Agencia Estatal de Noticias recibió una nota en tinta roja cuyo contenido era:

Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a gritar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito… — Firmado: Jack el Destripador

La mención a «desde el infierno» aparece en la única carta que se atribuye realmente al destripador. Fue dirigida a George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel. Llevaba matasellos del 15 de octubre y fue recibida el día siguiente, el 16 de octubre de 1888:

Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco. — Firmado: Atrápame cuando pueda, señor Lusk

John Grieve, un ex comisario jefe adjunto de Scotland Yard, hizo el primer retrato robot de «Jack el destripador» con los testimonios de trece personas que afirmaron haber visto al supuesto asesino, que estranguló y mutiló a cinco prostitutas en el este de la capital británica.

Los investigadores creen que tenía buena conducta además de una capacidad innata para mezclarse entre la muchedumbre y han llegado a la conclusión de que fue interrogado seguramente por la Policía, que lo descartó porque su aspecto normal no delataba a un sádico como el que buscaban.

Además de tener conocimientos de anatomía, como se ha señalado antes, el asesino debía de tener una buena posición económica pues en uno de los escenarios del crimen se encontraron uvas, que por aquella época eran muy caras.

Sospechosos

Argumentos como éstos han dado pie a numerosas teorías conspirativas que apuntan la autoría de los crímenes al médico de la Reina, reputados pintores de la época, o incluso miembros de la familia real británica.

En la década de los 90 se publicó el diario de James Maybrick, un comisionario algodonero de Liverpool donde se declaraba el autor de los crímenes. Sin embargo, el diario es considerado por la mayoría un fraude.

Asimismo, recientemente se ha dado a conocer una posible identidad del asesino según documentos de Scotland Yard, expuestos en el Black Museum. El sospechoso fue un peluquero llamado Aaron Kosminski.

En el año 2006, descubrieron en una de sus cartas ADN de mujer, por lo que algunos piensan que «Jack» pudo tratarse de una mujer aunque en ese caso debió de tratarse de una mujer lo suficientemente fuerte como para mutilar los cuerpos de las prostitutas.

Scotland Yard también barajó la posibilidad de que el asesino fuera Lewis Carroll pues se decía que en su poema Jabberwocky estaba escrita una declaración hecha con anagramas.


Jack el Destripador – El fantasma de Whitechapel

Alain Monestier – Los grandes casos criminales

Junto con el té, la niebla y el monstruo del Lago Ness, Jack el Destripador forma parte del folklore británico. Todos los asesinos de la sombra sueñan con parecerse a él.

Jack el Destripador mató cinco veces. Seis, quizás, y siempre de la misma manera. Es poco para un asesino con semejante fama. Muchos de sus imitadores, hoy totalmente relegados al olvido, se mostraron a la vez más prolíficos e infinitamente más imaginativos.

Puede sorprendemos el lugar eminente que el misterioso asesino de Spitalfields ocupa en la mitologia criminal. Ninguna originalidad hay en sus actos. Su comportamiento no se diferencia en nada al de los otros asesinos de la sombra. Igual que ellos, se burla de la-policía, envía cartas para reivindicar los crímenes que ha cometido. Anuncia los que se dispone a cometer. Desequilibrado mental y obseso sexual, es movido por una idea fija que le hace escoger a sus víctimas dentro de una categoría social concreta. En resumidas cuentas, es un personaje bastante prosaico.

Un fantasma

En realidad, lo que ha hecho famoso al asesino de las riberas del Támesis -fuera del cuadro pintoresco y sórdido en el cual se han desarrollado sus fechorías- es que haya sabido desaparecer dejando tras él un misterio absolutamente completo, propicio para fomentar todas las fabulaciones, hasta las más inverosímiles.

No sólo Jack el Destripador nunca fue detenido, no sólo nunca fue visto ni siquiera percibido, sino que además su repentina desaparición no implicó en absoluto que estuviera muerto. Por lo cual, mucho después del caso, su sombra, siempre dispuesta a reaparecer, siguió rodando, aterradora, por las calles de Londres.

En 1889, resolver el enigma se había convertido en uno de los pasatiempos favoritos de los ingleses. Transformándose en detective aficionado, cada uno aportó su pequeña hipótesis sobre la identidad del Destripador: desde las prostitutas de Whitechapel, sus víctimas predilectas, hasta la Reina Victoria, que se aventuró, dicen, a formular alguna opinión sobre el tema.

El odio a las prostitutas

La primera víctima que pueda serie atribuida con certeza se llamaba Martha Turner. Era una vieja prostituta, desdentada y alcohólica, que arrastraba una vida de vagabunda en el barrio piojoso de Whitechapel. Su cuerpo fue encontrado la mañana del 8 de agosto de 1888 en una escalera de George Yard. Degollada y luego destripada, había sufrido una mutilación muy metódica de sus órganos sexuales de lo cual se dedujo que aquello era el gesto de un ser especialmente desequilibrado. Aquel crimen, sin embargo, suscitó poco interés. En aquel barrio miserable de la capital, semejantes casos no tenían nada de excepcional. Apenas fue mencionado por los periódicos.

La inquietud del público sólo empezó a manifestarse realmente un mes más tarde, el 7 de septiembre, cuando la policía descubrió en el n.º 29 de Hanbury Street -es decir, en el mismo barrio- el cadáver de otra prostituta, también mayor y no menos desdentada, que presentaba unas mutilaciones exactamente iguales a las que se habían observado en el primer crimen. El pánico se apoderó entonces de golpe de los habitantes del barrio. Para calmar la psicosis que se propagaba en una población dispuesta a encontrar cabezas de turco y a ejercer una justicia ciega, los policías de Scotland Yard hicieron una investigación de gran envergadura, de la cual, como podía esperarse, no sacaron ningún resultado.

Aquellos dos crímenes hubieran quedado anónimos si, el 12 de septiembre, el asesino no se hubiera dado a conocer enviando a una agencia de prensa londinense una carta firmada con el apodo que él mismo había escogido para entrar en la leyenda: Jack el Destripador. A falta de haber podido utilizar la sangre de la última víctima, que, decía su autor, «había coagulado», aquella misiva estaba escrita con tinta roja. Explicaba el odio que sentía por las víctimas y anunciaba otros crímenes. Los policías la hicieron reproducir en miles de ejemplares y fue pegada a los muros de todas las calles de la capital con la esperanza de que alguien pudiera reconocer su letra y poner a los investigadores sobre la pista del maníaco. Aquella fijación de carteles no tuvo más resultado que el de dar al acontecimiento la publicidad que aún le faltaba, y decuplicó el miedo no sólo de los habitantes del East End sino también de todos los londinenses.

La multiplicación de las patrullas en el muy estrecho barrio donde el Destripador debía de perpetrar todos sus crímenes no impidió que el monstruo golpeara de nuevo, y dos veces seguidas, el 29 de octubre. Las víctimas fueron nuevamente dos viejas prostitutas cuyos cadáveres, degollados y mutilados según el mismo ritual preciso y sádico, fueron hallados en las calles de Spitalfields.

Unos días después, Jack remitió al presidente del comité de vigilancia de Whitechapel un paquete que contenía la mitad de un riñón de una de las mujeres y una nueva carta en la cual decía haber «comido la otra mitad después de freírla».

El último crimen que le fue atribuido aventaja a todos los demás en horror. Es el de Mary Jane Kelly, una prostituta que, contrariamente a las anteriores víctimas, era una mujer joven y muy guapa. El cuerpo de la desdichada fue descubierto el 10 de noviembre en la habitación donde recibía a sus clientes, en un edificio mugriento del n.º 29 de Hanbury Street. Seguro de no ser molestado, Jack se tomó su tiempo y llevó a cabo su tarea con un cuidado excepcional. ¿Querría terminar con primor su carrera criminal?

La joven prostituta no sólo fue degollada y mutilada con una precisión totalmente quirúrgica, sino que fue también descuartizado y cortada en mil pedazos que fueron encontrados por todas las esquinas de la habitación. Dicen que les fue necesaria media jornada a los médicos forenses para reconstituir el horrible rompecabezas.

Un fin enigmático

Desde aquella fecha, los crímenes cesaron, y en los primeros meses del año 1889 Scotland Yard suspendió repentinamente sus búsquedas. Retiraron del barrio maldito todos los refuerzos de policías que aseguraban su vigilancia. Aquella decisión precipitada creo sorpresa, provocó algunas reacciones de indignación y acreditó la idea según la cual las autoridades sabían más de lo que habían querido decir sobre la identidad de Jack el Destripador. Era la puerta abierta a todas las fabulaciones y, para el misterioso criminal, la entrada en la leyenda.

Las especulaciones sobre su identidad, sobre su desaparición y sobre las conclusiones de las investigaciones policiales volvieron con más fuerza. Todas las hipótesis, hasta las más descabelladas, se adelantaron para responder a las innumerables preguntas que planteaba el caso. ¿Cómo el Destripador había podido cometer todos sus crímenes en un espacio de sólo 450 metros cuadrados y vigilado permanentemente no sólo por la policía, sino también por una junta de vigilancia? ¿Cómo después de haber cometido sus fechorías podía salir del barrio sin llamar la atención? ¿Cómo se las apañaba para burlar la desconfianza de sus víctimas?

La enumeración de las explicaciones que se propusieron no acabaría nunca. Para algunos, como Conan Doyle, el asesino sólo podía ser una mujer, un policía o un clérigo; para otros, era seguramente un carnicero que, sin llamar la atención, ponía pasearse él sólo por las calles con la ropa chorreando sangre. Bernard Shaw, para quien cualquier ocasión de reir era buena, sugirió la idea de que podía tratarse de un «reformador social» que no había encontrado nada más eficaz para llamar la atención sobre la miseria del proletariado inglés. Todas esas suposiciones no llevaron a ningún sitio. Para la mayor gloria del Destripador, estamos, todavía, en el más completo misterio.

– Entre los numerosos personajes que fueron sospechosos de ser Jack el Destripador, tres merecen ser mencionados: George Chapman, Montague John Druitt y el duque de Clarence.

– George Chapman. Ahorcado en Londres, en 1902, por haber envenenado a tres mujeres, aquel truhán había ido a la capital en 1888. Durante su estancia en Nueva Jersey (Estados Unidos), en 1889, unos crímenes idénticos a los de Jack el Destripador fueron cometidos. Se sospechó de él durante algún tiempo. Pero fue ejecutado sin ser inculpado por los crímenes de Whitechapel.

– El duque de Clarence. Un artículo publicado, en 1970, en la revista The Criminologist reveló las confidencias hechas por Sir William Gull, el antiguo médico de la familia real. Según él, el Destripador no era otro sino el duque de Clarence, nieto de la reina Victoria. Desgraciadamente para los aficionados a los escándalos mundanos, el duque tenía una coartada indudable: el 9 de noviembre de 1888 estaba en Sandringham.

– Montague John Druitt. Aquel abogado londinense se suicidó a la edad de treinta y cinco años, algunos días después del crimen de Mary Jane Kelly. Scotland Yard posee respecto a él un expediente que, según los términos de la legislación británica, no podrá ser conocido por el público hasta 1992. Haría de él el sospechoso número uno. Se le considera como el candidato más plausible.


Jack el Destripador

Wikipedia

Jack el Destripador (Jack the Ripper en inglés) fue un asesino en serie de identidad desconocida que cometió varios crímenes en 1888, principalmente en el distrito de Whitechapel, en Londres —así como en las áreas empobrecidas de los alrededores—.

El citado apodo se originó de una carta escrita por alguien que se adjudicaba los asesinatos bajo este alias, y como resultado de su difusión por los medios de comunicación, dicho nombre pasó a ser conocido por la sociedad en general.

A pesar de ello, varias fuentes consideran que el aludido documento se trató realmente de una broma de mal gusto elaborada por algún periodista, en un intento de aumentar el interés en la historia y, al mismo tiempo tal vez armar un escándalo.

Otros alias con los que también es conocido el homicida son «El asesino de Whitechapel» y «Mandil de cuero», además de «Genio independiente», este último acuñado en una carta escrita por George Bernard Shaw.

Con frecuencia, Jack el Destripador es descrito como un asesino inteligente, eficaz, burlón, astuto, frío y obsesionado por el asesinato. Los ataques que se le atribuyeron involucraban a mujeres prostitutas de barrios pobres y tenía un modus operandi distintivo, que consistía en estrangulación, degollamiento y mutilación abdominal.

La extracción de los órganos internos de al menos tres de las víctimas llevó a pensar que el asesino tenía conocimientos anatómicos o quirúrgicos. Por otra parte, los rumores de que los asesinatos estaban relacionados entre sí se intensificaron entre septiembre y octubre de 1888, período en el que apareció una gran cantidad de misivas escritas por uno o varios sujetos anónimos, enviadas a Scotland Yard y los medios.

Uno de los textos, recibido por George Lusk del Comité de Vigilancia de Whitechapel, incluía medio riñón humano preservado, supuestamente de una de las víctimas. Debido al carácter extraordinariamente brutal de los asesinatos y el enfoque que los medios de comunicación les dieron a los mismos, el público creyó que en verdad se trataba de un único asesino: Jack el Destripador.

La amplia cobertura que la prensa le otorgó a dichos eventos provocó que alcanzaran notoriedad a nivel internacional. Una investigación sobre los asesinatos en Whitechapel cometidos hasta 1891 no pudo resolver con certeza si todos los crímenes se conectaban con los asesinatos en 1888; para entonces, la leyenda de Jack el Destripador comenzaba a solidificarse.

Debido a que los homicidios jamás fueron resueltos, las leyendas en torno a ellos se convirtieron en una combinación de investigación histórica genuina, folclórica, y pseudohistórica. Desde entonces, se tiene constancia de más de un centenar de teorías sobre la identidad del Destripador, mientras que los acontecimientos han influido en múltiples obras de ficción literarias, cinematográficas y artísticas.

Contexto histórico

A mediados del siglo XIX, inmigrantes irlandeses llegaron a Inglaterra y se asentaron en sus principales ciudades. Entre los sitios ocupados estaba el East End de Londres, que desde 1882 comenzó a recibir también a refugiados judíos del este de Europa y de la Rusia imperial.

La sobrepoblación comenzó a tener consecuencias en sectores del East End que antes habían sido prósperos como Whitechapel, en donde el nivel de desempleo y personas sin refugio aumentó considerablemente. Una parte importante de la población vivía en extrema pobreza, y proliferaron los barrios bajos.

Problemas como los robos, la violencia, el alcoholismo y la prostitución se volvieron cotidianos. Por citar un ejemplo, en octubre de 1888, la Policía Metropolitana de Londres calculó que había 62 burdeles y 1200 mujeres que trabajaban en dichos sitios, tan sólo en Whitechapel.

Las manifestaciones sociales no se hicieron esperar, y en algunas de ellas fue necesaria la intervención de la policía, como es el caso del conocido como Domingo Sangriento. La prensa hizo eco en sus páginas del racismo, la delincuencia, los disturbios públicos y la pobreza que imperaban en Whitechapel, barrio que comenzó a cobrar una mala fama por la inmoralidad de su comunidad. Por si esto fuera poco, en 1888 los medios de comunicación nacionales dieron a conocer una serie de asesinatos grotescos y depravados que atribuyeron a un personaje sin identificar, el cual sólo era conocido con el mote de «Jack el Destripador».

Asesinatos

En ese período de disturbios sociales y violencia, varias mujeres fueron atacadas o asesinadas en el East End, razón por la que ha sido complicado esclarecer en cuántos de esos casos participó un solo individuo. En la investigación realizada por la Policía Metropolitana de Londres se analizaron 11 homicidios ocurridos entre abril de 1888 y febrero de 1891 en Whitechapel, los cuales atribuyeron al mismo asesino.

Aunque nunca pudo comprobarse tal hipótesis, varios investigadores dan por válida la sospecha de que cinco de esas muertes sí fueron ocasionadas por el Destripador. Suelen referirse a estas como «las cinco [muertes] canónicas». Se observó que los cadáveres de esas mujeres presentaban cortes en la garganta, mutilaciones abdominales y del área genital, el rostro desfigurado o carecían de algún órgano. Se trataba del modus operandi del misterioso homicida.

Los primeros dos casos de la investigación no figuran entre los cinco canónicos. La primera víctima, Emma Elizabeth Smith, fue asaltada y violada en la calle Osborn de Whitechapel el 3 de abril de 1888. Al día siguiente falleció mientras estaba internada en un hospital, a causa de una peritonitis por un objeto contundente que el asesino insertó en su vagina.

A pesar de la similitud del crimen con el modus operandi de Jack el Destripador, Smith declaró antes de su muerte que había sido atacada por dos o tres hombres, uno de los cuales era un adolescente. Por lo tanto, se considera que es uno más de los numerosos asesinatos registrados en East End durante esa época violenta.

La siguiente víctima, Martha Tabram, fue asesinada de 39 puñaladas en George Yard, Whitechapel. Tampoco coincide con las características antes mencionadas, sin embargo la policía lo vinculó en su momento como uno de los cinco canónicos debido a la crueldad y a la cercanía del lugar a los demás en que ocurrieron los siguientes homicidios.

Las cinco víctimas canónicas

El cadáver de la primera víctima canónica de Jack el Destripador, Mary Ann Nichols, fue encontrada en la calle Buck’s Row —actual calle Durward—, Whitechapel, en la madrugada del viernes 31 de agosto de 1888. Tenía dos cortes en la garganta, y su abdomen estaba parcialmente desgarrado por una herida en forma irregular hecha con algún cuchillo, además de que presentaba muchas otras incisiones en esa misma parte de su cuerpo.

A la semana siguiente, el sábado 8 de septiembre, poco antes del amanecer, se halló el cuerpo de Annie Chapman, la segunda víctima canónica, en la puerta de un patio trasero de la calle Hanbury Stree, en Spitalfields. También tenía un par de cortes en la garganta, y su abdomen había sido completamente desgarrado. Poco después se descubrió que su útero había sido extraído. Durante la investigación policíaca, un testigo dijo haber visto a Chapman a las 5:30 a.m. con un hombre de cabello oscuro y de aspecto andrajoso aunque gentil.

Los cuerpos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes fueron hallados en la misma madrugada del sábado 30 de septiembre. El de la primera estaba en Dutfield’s Yard —actual calle Henriques—, Whitechapel. La víctima había fallecido de una incisión en el lado izquierdo del cuello que le dañó la artería principal.

Existen dudas sobre si debiese vincularse al Destripador, o si este fue interrumpido durante el ataque ya que no presentaba heridas en el abdomen como en los casos anteriores. Algunas personas que afirmaron haber visto a Stride, horas antes del asesinato, ofrecieron distintos puntos de vista sobre la identidad del posible homicida: unas dijeron que era rubio, y otras que era de tez morena. Unas comentaron que vestía de forma andrajosa, pero otras que iba bien vestido.

Cuarenta y cinco minutos después de este hallazgo, encontraron el cadáver de Eddowes en Mitre Square, en la City de Londres. Este sí tenía la garganta dañada, y un corte profundo y extenso en el abdomen. No tenía el riñón izquierdo ni la mayor parte del útero. Un vecino del lugar, Joseph Lawende, que había pasado por la escena del crimen acompañado de dos amigos poco antes del homicidio, describió haber visto a un hombre rubio de aspecto andrajoso junto con una mujer que podría haber sido Eddowes. No obstante sus amigos no pudieron avalar tal descripción.

La policía encontró una parte del delantal ensangrentado de Eddowes en la entrada de una casa en la calle Goulston, Whitechapel. En la pared donde estaba tirado, justo encima, estaban escritas unas palabras que implicaban a judíos. Sin embargo, no pudo determinarse si el propio asesino había escrito tal consigna, o si se trataba de algo meramente incidental. El comisionado de la policía Charles Warren pidió que lavasen la pared para evitar posibles disturbios antisemitas.

El cuerpo de la última de las cinco víctimas canónicas, Mary Jane Kelly, fue hallado sobre la cama de la recámara de su casa, en Miller’s Court,10 calle Dorset, Spitalfields, a las 10:45 a.m., del viernes 9 de noviembre. Presentaba una profunda herida en la garganta y no tenía ningún órgano en su abdomen, ni siquiera el corazón.

Un aspecto característico en todos los asesinatos canónicos es que fueron cometidos durante la noche, y en un fin de semana o un día antes, en la primera o en la última semana del mes correspondiente. Cada homicidio era más severo que el anterior, excepto por el de Stride cuyo atacante podría haber sido interrumpido. El cuerpo de Nichols no tenía ningún órgano, el de Chapman carecía del útero y el de Eddowes no contaba con el útero ni tampoco un riñón. Su rostro estaba desfigurado al igual que el de Kelly, que no tenía el corazón.

La creencia de que estos asesinatos fueron cometidos por el mismo individuo proviene de documentos posteriores en los que se les relacionó entre sí, al mismo tiempo que se excluía a otros. En 1894 el asistente del jefe de la Policía Metropolitana y director del Departamento de Investigación Criminal —CID, por sus siglas en inglés—, Melville Macnaghten, aseguró en un reporte que «el asesino de Whitechapel tuvo 5 víctimas, y nada más».

Aunque debe tomarse en cuenta que Macnaghten se unió a la policía un año después de los asesinatos canónicos, además de que su memorándum tiene varias incongruencias en la información dada sobre los posibles sospechosos.

Ya antes, en noviembre 1888, el médico Thomas Bond había vinculado esos cinco homicidios en una carta dirigida a Robert Anderson, el entonces director del CID. Algunos investigadores coinciden en que si bien algunos de los casos fueron cometidos por el mismo sujeto de manera indudable, los restantes debieron ser responsabilidad de un número desconocido de homicidas.

Para los escritores Stewart P. Evans y Donald Rumbelow el expediente de las cinco víctimas canónicas representa un mito, ya que a pesar de que tres de esos asesinatos definitivamente tienen elementos en común, no existe certeza en los de Stride, Kelly ni tampoco en el de Tabram.

Sin embargo, otros sí piensan que hay evidencias suficientes para deducir que los seis casos investigados desde Tabram hasta Kelly fueron obra del mismo personaje. El Dr. Percy Clark, auxiliar del médico forense George Bagster Phillips, avaló que tres de los homicidios están relacionados, y los demás pudieron ser cometidos por «individuo[s] de mentalidad débil…, que trataban de imitar [el modus operandi del Destripador]».

Posteriores asesinatos en Whitechapel

Kelly es ciertamente considerada como la última víctima del Destripador. Se piensa que después de ese crimen, el asesino cesó su actividad ya sea porque falleció, o porque fue encarcelado, internado en alguna institución, o simplemente emigró. No obstante, la investigación policíaca incluyó otros cuatro homicidios más en su expediente de Whitechapel, que ocurrieron después de los cinco canónicos ya descritos anteriormente.

El cuerpo de Rose Mylett fue hallado en Clarke’s Yard, de la calle High ubicada en Poplar, el 20 de diciembre de 1888. La víctima había sido estrangulada, pero el cadáver no tenía ninguna señal de forcejeo. Por lo tanto, se llegó a la conclusión de que Mylett pudo haberse ahorcado accidentalmente mientras estaba en estado de ebriedad, o se suicidó. Aunque no hubo una respuesta objetiva para el caso, el jurado investigador lo catalogó como un homicidio.

El siguiente asesinato ocurrió seis meses después, el 17 de julio de 1889. Se trataba de Alice McKenzie, quien había fallecido a causa de una herida en la arteria carótida izquierda. Su cuerpo, hallado en Castle Alley, Whitechapel, tenía varias contusiones menores y algunos cortes. Aunque Thomas Bond, uno de los forenses que examinó el cadáver, consideró que se trataba de una víctima más del Destripador, el forense George Bagster Phillips, que había analizado los cuerpos de las pasadas tres víctimas, rechazó esa hipótesis. Algunos escritores que han redactado sobre el tema se muestran divididos respecto al asesinato de McKenzie: unos piensan que podría haber sido otro individuo que imitó el modus operandi del Destripador para despistar a las autoridades, o si efectivamente había sido cometido por él.

El torso de la calle Pinchin, como su nombre lo sugiere, era un torso sin cabeza ni piernas de una mujer no identificada, encontrado bajo un arco ferroviario en la citada calle, ubicada en Whitechapel, el 10 de septiembre de 1889. Es probable que el homicidio pudiera haber sido perpetrado en cualquier lugar, mientras que los restos del cuerpo desmembrado habrían sido dispersados para deshacerse de ellos.

Coles fue asesinada el 13 de febrero de 1891 bajo un arco ferroviario en Swallow Gardens, Whitechapel; su garganta había sido seccionada, pero su cuerpo no había sido mutilado. Un hombre llamado James Thomas Sadler, quien había sido visto con ella poco antes de su asesinato, fue arrestado por la policía, acusado del asesinato de Coles e incluso vinculado con el Destripador. Sin embargo, fue absuelto por la corte el 3 de marzo de ese año, debido a que no había evidencia alguna que corroborara la acusación.

Otras supuestas víctimas

Además de los once casos de Whitechapel, algunas personas han asociado otros ataques al Destripador. En uno de ellos, el de «Fairy Fay», no está del todo claro si la agresión fue verdadera o se trataba de un asunto fabricado aprovechando la popularidad del asesino. Se designó como «Fairy Fay» a una supuesta víctima que presuntamente fue encontrada el 26 de diciembre de 1887, «después de que le enterraran una estaca en el abdomen», sin embargo no hay evidencia alguna de un homicidio cometido en Whitechapel alrededor de la temporada navideña de 1887.

De hecho, se llegó a creer que «Fairy Fay» pudo haber sido creado por la prensa a través de la confusión de detalles en torno al asesinato de Emma Elizabeth Smith y otro ataque sin consecuencias fatales ocurrido en la Navidad de 1886. Por lo tanto, la mayoría de los autores considera que «Fairy Fay» nunca existió.

Annie Millwood ingresó a la enfermería del workhouse de Whitechapel con puñaladas en las piernas y la parte baja del abdomen el 25 de febrero de 1888. A pesar de que fue dada de alta murió poco después, el 31 de marzo, a la edad de 38 años, al parecer de causas naturales. Con el paso del tiempo se le consideró como la primera víctima del Destripador, sin embargo, este ataque no pudo ser conectado con los demás.

Otra supuesta víctima fue Ada Wilson, quien de acuerdo a los reportes médicos sobrevivió tras haber sido apuñalada en dos ocasiones en el cuello el 28 de marzo de 1888. Annie Farmer, quien vivía en la misma hostería donde residía Martha Tabram, reportó un ataque el 21 de noviembre de 1888; al ser examinada, presentaba un corte superficial en la garganta, que posiblemente se trataba de una herida autoinfligida.

«El misterio de Whitehall» fue un término usado para referirse al descubrimiento del torso decapitado de una mujer el 2 de octubre de 1888, en el sótano de la nueva sede de la Policía Metropolitana, construida en la calle Whitehall. Un brazo perteneciente al cadáver había sido encontrado previamente flotando en el río Támesis cerca de Pimlico, mientras que una de las piernas se halló enterrada cerca del lugar donde se encontró el torso.

Las otras extremidades y la cabeza nunca aparecieron, por lo que el cuerpo jamás pudo ser identificado. Las mutilaciones eran similares a las del caso de la calle Pinchin, en donde las piernas y la cabeza fueron cortadas, pero no los brazos. El misterio de Whitehall, junto con el caso de la calle Pinchin, podrían formar parte de una serie de asesinatos denominada «Los misterios del Támesis», perpetrados ambos por un solo asesino en serie, apodado «Homicida del torso».

Es discutible, aún hoy, la cuestión de si Jack el Destripador era la misma persona o si se trataba de diferentes asesinos en serie activos en la misma región. Ya que el modus operandi de este último difería en parte al del Destripador, la policía descartó relacionar estos últimos casos con los canónicos.

Elizabeth Jackson, una prostituta cuyas extremidades fueron recogidas del río Támesis entre el 2 y el 25 de junio de 1889, podría tratarse de una víctima más del Homicida del torso.

John Gill, un niño de siete años de edad, fue hallado muerto en Manningham, Bradford, el 29 de diciembre de 1888; sus piernas presentaban heridas, mientras que el abdomen había sido seccionado y sus intestinos sacados del cuerpo. No se encontró ni su corazón ni una de sus orejas. Las similitudes con el caso de Mary Kelly llevaron a la prensa a especular que el Destripador había asesinado al chico. El empleador de la víctima, el lechero William Barrett, fue arrestado en dos ocasiones acusado del asesinato por evidencias circunstanciales, sin embargo al final fue puesto en libertad. Aparte de él, nadie más fue procesado en torno al caso.

Carrie Brown (apodada como «Shakespeare» debido a que citaba constantemente sonetos de Shakespeare), fue estrangulada con prendas de vestir y mutilada con un cuchillo el 24 de abril de 1891 en Manhattan. Al momento de encontrar el cadáver, se halló en la escena del crimen un largo tenedor incrustado en la zona de la ingle, así como heridas superficiales en las piernas y espalda. A pesar de que ningún órgano fue extraído del cuerpo, se encontró un ovario sobre la cama, se desconoce si fue dejado allí a propósito o de forma accidental. En ese momento el asesinato fue comparado con los de Whitechapel, aunque la Policía Metropolitana de Londres descartó cualquier conexión entre éstos.

Investigación

Los archivos criminales que aún subsisten sobre los asesinatos de Whitechapel permiten una visión detallada de los procedimientos de investigación que existían en la época Victoriana. Uno de los pasos en las pesquisa consistió en que un numeroso grupo de policías llevó a cabo un programa de investigación casa por casa en todo Whitechapel, se recogió material forense para posteriormente examinarlo. Una vez hecho esto, se pasó a identificar y trazar conjeturas, examinando algunas de manera más minuciosa, mientras que otras simplemente eran descartadas al no ser útiles para la investigación. En la actualidad, la policía suele trabajar con base a este mismo patrón. Se procedió entonces a entrevistar a un aproximado de 2.000 personas, «se investigó más de 300» y 80 fueron detenidas.

Al principio, la investigación era llevada a cabo por el Departamento de Investigación Criminal (CID) de la Policía Metropolitana de Whitechapel (H), encabezada por el detective e inspector Edmund Reid. Tras la muerte de Nichols, los agentes Frederick George Abberline, Henry Moore y Walter Andrews fueron enviados desde la Oficina Central de Scotland Yard para prestar ayuda. No fue sino hasta el homicidio de Eddowes, suscitado en Square Mile, que la policía municipal, dirigida por James McWilliam, se involucró en el caso.

No obstante, la dirección general de las investigaciones en torno al expediente del Destripador se vio obstaculizada en cierto modo, debido a que el recién nombrado jefe de la CID, Robert Anderson, se hallaba de licencia en Suiza entre el 7 de septiembre y el 6 de octubre, período en que Chapman, Stride y Eddowes fueron asesinadas. Esto llevó al comisario de la Policía Metropolitana, Sir Charles Warren, a nombrar al inspector Donald Swanson como el coordinador de la investigación por parte de Scotland Yard.

Edmund Reid opinó acerca de la frustración de la policía y el modus operandi del asesino:

La posición de la sangre y del cuerpo mostraba que él le había cortado el cuello con la mano derecha; de derecha a izquierda, haciendo que la sangre saliese despedida en dirección contraria de donde él se hallaba, lo que probablemente haría que su ropa no se manchara de sangre. Una de las principales dificultades del caso radicaba en que el ingenio sobrepasaba a la razón.

A causa de la insatisfacción social originada por el trabajo de los cuerpos policíacos, un grupo de ciudadanos voluntarios del East End, conocido como el Comité de Vigilancia de Whitechapel, optó por patrullar las calles en busca de personas sospechosas; de hecho, el Comité le solicitó al departamento policial británico Home Office, el 30 de septiembre de 1888, que fijara de forma definitiva y oficial una recompensa para aquel que proporcionara información útil sobre el asesino. No obstante, la solicitud fue rechazada ese mismo día.

Previamente, un mes antes, el 31 de agosto, L. P. Walter había enviado una carta al departamento policial británico Home Office con tal de que se ofreciera alguna especie de bonificación económica para quien lograra capturar a Mandil de Cuero, siendo ésta opción rechazada también al instante.

De forma similar, el 10 de septiembre, Samuel Montagu, primer barón de Swaythling, ofreció un monto de 100 GBP a quien capturara al Destripador. Así, al día siguiente de que el Comité enviara su solicitud, el 1 de octubre, el diario The Financial News ofreció un incentivo económico de 300 GBP a quien lograra capturar al homicida.

Ese mismo día, el Lord Mayor of London propuso inclusive una bonificación más elevada al ofrecer hasta 500 GBP por la captura del Destripador y aunque Sir Alfred Kirby también dio aviso de una recompensa de 100 GBP, además de incluir en su oferta a un grupo de 10 hombres de milicia, esta última se redujo al final. Un día después, el 2 de octubre, George Lusk (líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel) insistió de nueva cuenta al Home Office que reconsiderara la opción de la recompensa.

Este mismo concepto de las bonificaciones económicas sería retomado luego por ADIP Walter and Sunders Peterfields, una industria textil, en una misiva enviada al Ministerio Interior de Londres. Otra de las acciones más prominentes del Comité fue contratar detectives privados para interrogar a los testigos de manera independiente. Sin embargo, el gobierno rechazó cualquier gratificación de esa índole; en opinión de Paul Begg: «la Policía Metropolitana y otras instituciones habían ofrecido recompensas en el pasado y dicha política había caído en desuso porque se creía que el ofrecimiento de una recompensa animaba a la gente a facilitar informaciones falsas con la esperanza de conseguirla».

Debido a esto, las críticas no se hicieron esperar; la policía fue «acusada de no afanarse demasiado en saber quién era el Destripador y de que el esfuerzo habría sido muy superior si los crímenes hubieran tenido lugar en las zonas más ricas de Londres». Posteriormente, se ofreció una oferta de 500 GBP para quien diera información del asesino de Eddowes.

Los carniceros, cirujanos y médicos se volvieron sospechosos debido a la naturaleza de las mutilaciones. Una nota de Henry Smith, Comisionado Interino de la policía municipal, indica que se indagaron las coartadas de los carniceros y matarifes locales, sin embargo fueron eliminadas del proceso de investigación. Un informe del inspector Donald Swanson al Ministerio Interior confirma que se visitó y examinó a un total de 76 carnicerías y mataderos, y que la investigación había abarcado a todos sus empleados durante los últimos seis meses.

Algunas figuras contemporáneas, inclusive la Reina Victoria, pensaban que el patrón de los asesinatos indicaba que el culpable era un carnicero o ganadero que abordaba alguno de los barcos de ganado que surcaban las aguas entre Londres y la Europa Continental (incluso, se llegó a pensar que el culpable no era un inglés sino un judío).

Whitechapel estaba cerca de los muelles de Londres, y por lo general estos barcos, atracaban cada jueves o viernes y partían el sábado o el domingo. Aun cuando se examinaron este tipo de embarcaciones, las fechas de los asesinatos no coincidían con el desplazamiento de un solo barco, desestimándose también el traslado de un miembro de la tripulación entre dos o más barcos.

Perfil criminal

A finales de octubre, Robert Anderson pidió al médico de la policía, Thomas Bond, su opinión sobre las habilidades y conocimientos quirúrgicos del asesino. La opinión ofrecida por Bond sobre el personaje conocido como el «asesino de Whitechapel» es considerada como el primer perfil criminal de la historia que aún se conserva. La evaluación del médico se basó en su propio examen de la víctima más mutilada y en las notas post mórtem de los cuatro asesinatos canónicos anteriores, en la cual decía lo siguiente:

No dudo que los cinco asesinatos fueron cometidos por la misma mano. En los primeros cuatro las gargantas parecieran haber sido cortadas de izquierda a derecha, mientras que en el último caso, debido a la considerable mutilación, es imposible señalar en qué dirección se hizo la cortada, aunque se hallaron rastros de la sangre arterial sobre la pared en forma de salpicaduras, muy cerca de donde la cabeza de la mujer debió haber estado.

Todas las circunstancias en torno a los asesinatos me llevan a deducir que las mujeres fueron asesinadas cuando se encontraban recostadas y, en todos los casos, la garganta fue cortada en primer lugar.

El asesino, en su apariencia externa, es muy probable que sea de aspecto inofensivo. Un hombre de mediana edad, bien arreglado y de aire respetable. Puede tener el hábito de llevar capa o abrigo porque si no, la sangre de sus manos y ropas hubiera llamado la atención a los viandantes.

Bond se opuso totalmente a la idea de que el asesino poseía cualquier tipo de conocimiento científico o anatómico, o incluso «los conocimientos técnicos de un carnicero o matarife».

En su opinión, el asesino debía tener hábitos de un hombre solitario, sujeto a «ataques periódicos de manía homicida o erótica» y el cáracter de las mutilaciones era un probable indicador de «hipersexualidad».

Además, consideró: «el impulso homicida podía haberse desarrollado a partir de un sentimiento de venganza o de una condición mental melancólica, o la manía religiosa pudo haber sido la enfermedad original, pero no creo que alguna de éstas [hipótesis] sea la correcta».

Si bien no hay evidencia de ninguna actividad sexual con ninguna de las víctimas, algunos psicólogos suponen que la penetración de las víctimas con un cuchillo y «la exhibición de los cadáveres en posiciones sexualmente degradantes con las heridas expuestas» indican que el autor obtenía placer sexual con los ataques.

No obstante, esta opinión es cuestionada por otros, que descartan estas hipótesis afirmando que en realidad se trata de una serie de suposiciones inverificables. Las comparaciones del Destripador con la motivación y los actos de los asesinos en serie contemporáneos, han llevado a sugerir que el primero pudo haber sido un loco esquizofrénico, como Peter Sutcliffe el «destripador de Yorkshire», que decía oír voces, dándole instrucciones para atacar a prostitutas.

Sospechas

La concentración de los asesinatos en los fines de semana y la ubicación a unas pocas calles de diferencia uno de otro, ha hecho que muchos concluyan que el Destripador era una empleado que trabajaba durante la semana y vivía en la misma localidad.

Otros piensan que se trataba de un hombre de clase alta educado, posiblemente un doctor o un carnicero (ya que se pensó que el asesino tenía experiencia quirúrgica y anatómica, basándose en el grado de las mutilaciones y en el hecho de que el útero de Champman hubiera sido extraído), que se acomodó en el área de Whitechapel buscando una zona más adecuada para llevar a cabo sus crímenes; esas nociones se basan en las percepciones culturales, como el miedo a la profesión médica, la desconfianza de la ciencia moderna o la explotación de los pobres por los ricos. Incluso, algunos lo calificaban de «habilidoso» y otros simplemente opinaban lo contrario.

El escritor Stephen Knight propuso una elaborada teoría de conspiración masónica donde interviene la clase alta y un médico en su libro publicado en 1976 Jack the Ripper: The Final Solution, no obstante muchos autores califican esta teoría como «una fantasía».

Los sospechosos propuestos años después de los asesinatos, incluyen virtualmente a cualquiera remotamente relacionado con el caso en los documentos contemporáneos, así como muchos nombres famosos que nunca fueron considerados en la investigación policial original. Debido a que todas las personas de esa época se encuentran muertas, los autores modernos han sido libres de acusar a cualquiera, sin «requerir de evidencia histórica alguna».

En 1894, Sir Meville Macnaghten redactó un memorándum en el que nombró a tres personas que a él le parecían sospechosos (hoy en día, estas acusaciones son catalogadas como evidencia circunstancial): Montague John Druitt, Michael Ostrog y Aaron Kosminski. En opinión de Begg:

Creo que a Ostrog se le puede tachar sin problemas. Era un hombre mucho mayor. Era un estafador y un ladronzuelo y es muy posible que en la época de los asesinatos se encontrase en Francia.

A pesar de las muchas y variadas teorías sobre la identidad y la profesión de Jack el Destripador, las autoridades no están de acuerdo en una única solución y el número de sospechosos identificados llega a más del centenar.

Según un estudio realizado para el documental «Jack el destripador en América», emitido por Discovery Channel, el homicida viajó hacia los Estados Unidos y habría cometido varios asesinatos en el país. El resultado de la investigación concluye que Jack el Destripador se llamaba James Kelly, un asesino psicótico que escapó del asilo psiquiátrico de Broadmoor en Inglaterra y que había viajado, luego del cese de los asesinatos en ese país, hacia Estados Unidos. Señala en apoyo de su versión que un tiempo antes del asesinato de una prostituta en ese país, el cual habría tenido las mismas características que las de los homicidios ocurridos en Londres, una carta enviada a la policía de Nueva York y firmada por quien dijo ser Jack el Destripador, avisaba que habría más asesinatos. James Kelly luego regresó al hospital psiquiátrico ya envejecido y dijo haber luchado «contra el mal» durante toda su vida y admitió haber viajado hacia Estados Unidos.

La última hipótesis hasta el momento es la postulada por un detective jubilado inglés, llamado Trevor Marriott, quien sostiene que no todos los asesinatos fueron cometidos por el mismo individuo denominado Jack; según Marriott, la identidad de este habría correspondido a un marinero alemán llamado Carl Frigenbaum, quien no era de clase alta como indica la leyenda urbana.

En 2014, El autor Russel Edwards dijo haber realizado un estudio de ADN en una prenda perteneciente a Eddowes y lanzó la hipótesis aún sin confirmar de que Aarón Kosminski fue el famoso asesino.

Eduardo Coutiño, en su obra: «Jack El Destripador. Un enigma con solución»; teoriza sobre la existencia de tres asesinos que actuaban en colaboración. Siendo el nombre de dos de ellos conocidos: Stephen Herbert Appleford y su cuñado Frederick Gordon Brown.

Cartas

En el transcurso del tiempo en que sucedieron los crímenes del Destripador, la policía, los periódicos y otros recibieron cientos de cartas sobre el caso. Algunos bien intencionados ofrecían consejos para capturar al asesino, pero la gran mayoría eran inútiles. Cientos de cartas afirmaban ser escritas por el propio asesino, y tres de éstas destacan: la carta «Querido jefe», la postal «Saucy Jacky» y la carta «Desde el infierno».

La carta «Querido jefe», datada el 25 de septiembre de 1888 (y sellada el 27 del mismo mes), fue recibida por la Agencia Central de Noticias y luego enviada a Scotland Yard el 29 de septiembre. Inicialmente se consideró una broma, pero cuando Eddowes fue hallada muerta tres días después del sellado de las cartas con una oreja cortada parcialmente, la promesa de la carta «cortaré las orejas de las señoritas» llamó la atención. Sin embargo, la oreja de Eddowes parecía haber sido mellada por el asesino incidentalmente durante su ataque, mientras que la amenaza del autor de la carta consistente en enviar las orejas a la policía jamás se llevó a cabo.

El nombre de «Jack el Destripador» fue usado por primera vez en esta carta por el firmante y ganó notoriedad en todo el mundo después de su publicación.135 La mayoría de las cartas posteriores imitan el tono narrativo de ésta.

Muchas fuentes enlistan otra carta, que data del 17 de septiembre de 1888, como la que usa por primera vez el nombre de Jack el Destripador, pero la mayoría de los expertos creen que se trataba de una falsificación moderna insertada en los registros de la policía en el siglo XX, mucho tiempo después de los asesinatos. La carta contiene el siguiente texto:

Querido Jefe, desde hace días no dejo de oír que la policía me ha atrapado, pero en realidad todavía no me ha pillado. En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo de gritar. Mi cuchillo está tan bien afilado que quiero ponerme manos a la obra ahora mismo. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito […]

Atentamente, Jack el Destripador.

La postal «Saucy Jacky» fue sellada el 1 de octubre de 1888 y recibida el mismo día por la Agencia Central de Noticias. La caligrafía es similar a la de «Querido Jefe». En ella se menciona que dos víctimas fueron asesinadas muy cerca una de la otra; la frase «esta vez un doble acontecimiento» pudiera referirse específicamente a los asesinatos de Stride y Eddowes.

La carta fue enviada por correo antes de que los asesinatos se dieran a conocer, por lo que es poco probable que cualquiera tuviera conocimiento de los crímenes, pero fue sellada 24 horas después de que los asesinatos tuvieron lugar, así que no fue sino hasta mucho después que los detalles fueron conocidos por los periodistas y residentes de la zona.

No bromeaba querido jefe cuando le di el chivatazo. Mañana tendrá noticias del «Bueno de Jack». Esta vez, la cosa es doble; la primera chilló un poco y no pude rematarla, no me dio tiempo a quitarle la oreja para la policía, gracias por retener mi última carta hasta que volví al trabajo.

Jack el Destripador.

La carta «Desde el infierno» fue recibida por George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, el 16 de octubre de 1888; la caligrafía y estilo de ésta difieren respecto de los de la carta «Querido jefe». La carta venía en una pequeña caja en la cual Lusk descubrió la mitad de un riñón, preservado en «espíritus de vino» (etanol). Se cree que el riñón izquierdo de Eddowes fue extraído por el asesino. En un tono tétrico, el escritor afirma que «frió y se comió» la mitad del riñón que faltaba.

No obstante, hay desacuerdo sobre el órgano hallado: algunos sostienen que pertenecía a Eddowes, mientras que otros argumentan que en realidad era una broma macabra. El riñón fue examinado por el Dr. Thomas Openshaw del Hospital de Londres, quien determinó que era humano y que correspondía al lado izquierdo del cuerpo, pero (contrario a los falsos reportes de los periódicos) no pudo determinar ni la edad ni el sexo del propietario. Openshaw posteriormente recibió una carta firmada por «Jack el Destripador». «Desde el infierno» conteniendo el siguiente texto:

Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco. Firmado, Atrápeme si puede Señor Lusk.

Jack el Destripador.

Scotland Yard publicó facsímiles de la carta «Querido Jefe» y la postal el 3 de octubre, con la esperanza de que alguien reconociera la escritura. En una misiva dirigida a Godfrey Lushington, Jefe de la Secretaria de Estado del Ministerio del Interior, Charles Warren explicó: «Creo que todo esto es un engaño pero por supuesto estamos obligados a poner a prueba y encontrar al responsable en cualquier caso».

El 7 de octubre de 1888, George R. Sims, en el periódico dominical Referee, explicó mordazmente que la carta había sido escrita «con el fin de acrecentar al máximo la popularidad de un periódico de baja circulación».

Más tarde, los cuerpos policíacos afirmaron haber identificado a un periodista como el autor de «Querido jefe» y la postal correspondiente. El periodista fue identificado como Tom Bullen en una carta del Jefe Inspector John George Littlechild a George R. Sims, que tiene como fecha el 23 de septiembre de 1913. Un periodista llamado Fred Best confesó en 1931 que había escrito las cartas para «mantener vivo el negocio».

En 2009, Kelvin McKenzie, un editor de periódicos retirado, sometió la carta «Querido Jefe» a un análisis de escritura llevado a cabo por la grafóloga Elaine Quigley; esta demostró, tras haber situado una copia transparente de una muestra conocida de la escritura de Best por encima de la carta original, que Best era, casi indudablemente, el autor de la misma. Por la forma deliberada en la que fue escrita la misiva, Quigley dedujo que el autor redactó por instrucciones de un tercero: de acuerdo a esta teoría, McKenzie pudo entonces especular que T. P. O’Connor, el editor de Best, era su cómplice y su objetivo era aumentar la circulación de su periódico The Star.

Medios de comunicación

Los asesinatos del Destripador marcaron una importante línea divisoria respecto al tratamiento de los crímenes por parte de los periodistas. Aunque no fue el primer caso de un asesino en serie, Jack el Destripador fue el primero en crear frenesí mundial en los medios de comunicación.

Las reformas fiscales en la década de 1850 habían permitido la publicación de periódicos baratos con una mayor difusión. Éstos se multiplicaron después de la época Victoriana para incluir periódicos de circulación masiva a un precio muy bajo (un penique), junto con revistas populares, como Illustrated Police News, que hizo del Destripador el beneficiario de una publicidad sin precedentes.

Tras el asesinato de Nichols a comienzos de septiembre, el Manchester Guardian reportó que: «Cualquier información que esté en manos de la policía, debe mantenerse en secreto […] Se cree que su atención se dirige particularmente a … un personaje conocido como ‘Mandil de cuero’».

Los periodistas se vieron frustrados por la renuencia de la policía judicial a revelar detalles de su investigación al público, por lo que recurrieron a la redacción de informes de veracidad dudosa. Como resultado de lo anterior, comenzaron a proliferar descripciones ficticias de «Mandil de cuero» en la prensa, aunque eran descartadas al mismo tiempo por reporteros rivales, como «consecuencia de la mítica fantasía de los periodistas».

Así, John Pizer, un limpiabotas local, fue reconocido como «Mandil de cuero» y arrestado, «a pesar de que el inspector de la investigación informó que «no existía nada que lo comprobara». Finalmente habría de ser liberado tras confirmar su coartada.

Tras la publicación de la carta «Querido jefe», «Jack el Destripador» vino a substituir a «Mandil de cuero» como el nombre adoptado por la prensa y el público para describir al asesino. Más tarde el asesino pasó a ser conocido también como «Jack Rojo». El nombre «Jack» fue usado para describir a otro legendario asesino de Londres: «Spring Heeled Jack», que supuestamente atacaba a sus víctimas saltando por encima de las paredes y huía tan rápido como llegaba.

La invención y adopción de un alias para un asesino en particular llegó a ser una práctica muy común entre los medios de comunicación con ejemplos notables como el Hachero de Nueva Orleans, el Estrangulador de Boston, y el francotirador de Beltway. Ejemplos derivados de Jack el Destripador incluyen el Destripador francés, el Destripador de Düsseldorf, el Destripador de Camden, Jack el Stripper, el Destripador de Yorkshire, y el Destripador de Rostov. Informes de prensa sensacionalistas, combinados con el hecho de que nadie fuera declarado culpable, han confundido el análisis académico y creado una leyenda que arroja incógnitas sobre posteriores asesinos en serie.

Legado

La naturaleza de los asesinatos y de las víctimas llamó la atención sobre las pobres condiciones de vida en el East End, al mismo tiempo causó como resultado que la opinión pública se manifestara en contra del hacinamiento y la insalubridad en los barrios bajos.

En las dos décadas posteriores a los asesinatos, los peores aspectos de aquellos barrios fueron eliminados o, en su caso, demolidos, aunque las calles y algunos edificios sobrevivieron y la leyenda del Destripador es promovida por medio de un tour por los sitios de los asesinatos. El pub The Ten Bells en la calle Commercial era frecuentada por al menos una de las víctimas (Mary Kelly) y fue el centro de este tipo de giras durante muchos años.

Además de las contradicciones y la falta de fiabilidad de los testimonios contemporáneos, los intentos de identificar al verdadero asesino se ven obstaculizados por la falta de pruebas forenses. Los análisis de ADN en las cartas son inconclusos; el material disponible se ha manejado muchas veces y está demasiado contaminado como para ofrecer resultados significativos.

Hasta la fecha más de 100 obras no ficticias abordan exclusivamente los asesinatos de Jack el Destripador, convirtiéndolo así en uno de los temas criminales más explorados en la literatura. Incluso, el término «ripperología» fue acuñado por Colin Wilson, en la década de 1970, para describir el estudio del caso.

Tras una serie de análisis en torno a los expedientes, los periódicos Ripperana, Ripperologist y Ripper Notes publicaron sus investigaciones. El pintor inglés Walter Sickert, inspirado en la indisposición para asumir el orden de la región East End, realizó algunas pinturas, destacando entre ellas la obra Jack the Ripper’s Bedroom.

Inmediatamente después de los asesinatos «Jack el Destripador se convirtió en el coco de los niños».184 Las representaciones que se hacían de él eran a menudo fantásticas o monstruosas. Entre 1920 y 1930, se le representó en el cine vistiendo ropa típica como un hombre que ocultaba un secreto cazando a sus víctimas desprevenidas; la atmósfera y el mal eran mostrados por medio de iluminación y juego de sombras.

En 1960, llegó a ser «el símbolo de la aristocracia depredadora», siendo retratado con un sombrero de copa y vestido como un caballero. La clase dirigente llegó a convertirse entonces en el villano, mientras que Jack representaba la sobreexplotación de la clase social alta. Además, la imagen del asesino se fusionó con historias y símbolos del género del terror, tales como el manto de Drácula o la cosecha de órganos de Víctor Frankenstein. De hecho, el mundo ficticio del Destripador logró alearse con múltiples géneros, que van desde Sherlock Holmes hasta el terror erótico japonés.

A diferencia de otros asesinos de menor popularidad, no existe ninguna figura de cera de Mandil de Cuero en la Cámara de los Horrores de Madame Tussauds, pues ahí se rigen por una política de no exhibir personajes cuya descripción no sea del todo conocida. Debido a ello, Jack es representado como una sombra. En 2006, fue elegido por la revista BBC History y su comunidad de lectores como el «británico más detestable de todos los tiempos».

Literatura

Jack el Destripador destaca en cientos de trabajos de ficción, los cuales en conjunto sobrepasan las fronteras entre la realidad y la ficción, incluyendo las cartas y el Diario del Destripador. Asimismo ha sido retomado en novelas, cuentos cortos, poemas, caricaturas, juegos, canciones, obras teatrales, películas, y en la ópera de 1930 Lulu, de Alban Berg.

Poco tiempo después de acontecidos los primeros asesinatos, en octubre de 1888, fue publicada la novela gótica The Curse Upon Mitre Square, escrita por John Francis Brewer, cuya trama aborda primordialmente el asesinato de Catherine Eddowes en Mitre Square.

Asimismo, la obra In Darkest London de Margaret Harkness, publicada justo al año siguiente bajo la firma «John Law», describe a Jack como un matarife no judío que se ocultaba entre la comunidad judía de la región del East End.

A rasgos generales, las historias del Destripador consiguieron atraer la atención internacional; en 1892, se lanzó una antología de cuentos cortos en idioma sueco, Uppskäraren («El destripador») compilada por Adolf Paul, sin embargo ésta fue suprimida a últimas instancias por las autoridades rusas. Por otra parte, la obra en español Jack El Destripador pasó ser considerada como un «divertido pastiche al estilo de Sherlock Holmes» tras su lanzamiento comercial, poco después de la serie de homicidios.

La primera historia influyente, «The Lodger», fue escrita por Marie Belloc Lowndes, siendo publicada en la revista McClure’s Magazine en 1911 y novelizada un par de años después, en 1913. En esta, una pareja de Londres, los Bunting, sospechan que su inquilino, el señor Sleuth, es un asesino misterioso conocido como «El Vengador», quien se halla claramente basado en la imagen del Destripador. Si bien no se da a conocer al final si Sleuth es realmente El Vengador, el enfoque del cuento corto radica en el terror psicológico de los Bunting, el cual podría ser enteramente infundado, más allá de la veracidad en torno a la verdadera identidad de Sleuth. En 1927, «The Lodger» inspiró el largometraje del cineasta Alfred Hitchcock The Lodger: A Story of the London Fog; en la época contemporánea se han grabado un total de cuatro adaptaciones adicionales tomando todas ellas como referencia la historia original de Lowndes.

En 1926, Leonard Matters propuso, en un artículo publicado en una revista, que Jack había sido alguna vez un eminente doctor, cuyo hijo murió de sífilis a causa de su relación con una prostituta. De acuerdo a su teoría, el doctor, bajo el alias de «Dr. Stanley», cometió los asesinatos a manera de venganza y huyó después de esto hacia Argentina. Más tarde, en 1929, Matters expandió sus ideas en forma de un libro titulado The Mystery of Jack the Ripper; tras su publicación, fue señalado como objeto de estudio por parte de académicos, aunque luego se evidenció que contenía errores de objetividad, además de que la bibliografía que supuestamente sustenta su contenido jamás fue localizada.

El material mencionado inspiró otras obras tales como la escenificación teatral Murder Most Foul, así como la película Jack the Ripper. El libro de Jonathan Goodman Who He? (1984) también se encuentra escrito al estilo de un estudio objetivo, sin embargo el sospechoso mencionado en el texto, un tal «Peter J Harpick», se trata en realidad de un término usado a manera de anagrama de «Jack the Ripper» (en español, «Jack el Destripador»).

La historia corta «Yours Truly, Jack the Ripper», de Robert Bloch (publicada en la colección Weird Tales, en 1943), describe al Destripador como un ente inmortal que debe realizar sacrificios humanos para garantizar la vida eterna.

Décadas después, en los años 1960, se realizó una adaptación doble (una para radio, en el programa radiofónico Stay Tuned for Terror, y la otra para televisión, bajo el formato de un episodio de la serie Thriller).

Asimismo, la antología de ciencia-ficción Dangerous Visions (1967) incorporó un relato inédito sobre el homicida, de la autoría de Bloch, titulado «A Toy for Juliette», además de una continuación oficial para la misma por parte de Harlan Ellison, la cual pasó a denominarse «The Prowler in the City at the Edge of the World». Otras obras de Bloch incluyen The Will to Kill (1954) y Night of the Ripper (1984).

Además de los anteriores, los siguientes relatos se basaron en la mitología de Jack: A Case to Answer (1947) por Edgar Lustgarten, The Screaming Mimi (1949) por Fredric Brown, Terror Over London (1957) por Gardner Fox, Ritual in the Dark (1960) y The Killer (1970) por Colin Wilson, Sagittarius (1962) por Ray Russell, A Feast Unknown (1969) por Philip José Farmer, A Kind of Madness (1972) por Anthony Boucher, Nine Bucks Row (1973) por T. E. Huff, The Michaelmas Girls (1975) por John Brooks Barry, Jack’s Little Friend (1975) por Ramsey Campbell, By Flower and Dean Street (1976) por Patrice Chaplin, The Last Sherlock Holmes Story (1979) por Michael Dibdin, The Private Life of Jack the Ripper (1980) por Richard Gordon, White Chappell, Scarlet Tracings (1987) por Iain Sinclair, Anno Dracula (1992) por Kim Newman, A Night in the Lonesome October (1993) por Roger Zelazny, Ladykiller (1993) por Martina Cole, Savage (1993) por Richard Laymon, The Pit (1993) por Neil Penswick, Dan Leno and the Limehouse Golem (1994) por Peter Ackroyd, Pentecost Alley (1996) por Anne Perry y Matrix (1998) por Mike Tucker y Robert Perry. De manera más reciente, Giles Richard Ekins, ha hecho uso de los asesinatos del Destripador en su novela Sinistrari; en la cual incluye detallados textos sobre sus víctimas y los principales sospechosos.

En la literatura española, El cuarteto de Whitechapel de Daniel Sánchez Pardos (2010) indaga en el mito de Jack el Destripador a través de una reflexión desde las performances artísticas del siglo XXI. Por su parte, Fernando García Calderón narra en Yo también fui Jack el Destripador (2015) los intentos por desentrañar la identidad del asesino durante una investigación a mediados del siglo XX, en el Londres posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Cine

El libro «The Lodger» ha sido adaptado en cinco películas: The Lodger: A Story of the London Fog, de Alfred Hitchcock (1927), The Lodger (1932), The Lodger (1944), Man in the Attic (1953) y The Lodger (2009). En su versión, Hitchcock decidió contratar en el rol estelar a Ivor Novello, lo que ocasionó que la compañía productora Gainsborough Pictures insistiera a cambio en reescribir el guion de tal forma que el personaje de Novello resultara más simpático.

En 1932, Novello realizó una nueva versión de la película, esta vez con un final más dramático en donde él estrangula al asesino, quien en realidad es su hermano enloquecido, el «asesino bosnio». Por otro lado, la adaptación de 1944 prescindió de la ambivalencia de la novela y describió al inquilino, interpretado por Laird Cregar, como Jack el Destripador. A diferencia de sus predecesoras, esta nueva versión se ubica en 1888, año en que sucedieron los acontecimientos.

La versión Man in the Attic, de 1953, protagonizada por Jack Palance, resultó ser muy similar a la anterior adaptación,212 mientras que la cinta de 2009 es estelarizada por Simon Baker.

Otra película basada en Jack es Room to Let (1949), misma que se basó en el programa radiofónico de Margery Allingham transmitido en 1948 y fue una de las primeras películas de horror producidas por Hammer Productions. En la trama, Valentine Dyall interpreta al inquilino, el Dr. Fell, quien escapa de un manicomio en donde había estado cautivo por 16 años tras haber cometido los asesinatos canónicos de Whitechapel.

Más tarde, la misma productora estrenó tres nuevas cintas a principios de los años 1970: en Hands of the Ripper (1971), la hija del Destripador, interpretada por Angharad Rees, se convierte en una asesina tras ver cómo su padre mata a su propia madre; por otra parte, en Dr. Jekyll and Sister Hyde (1971), el Dr. Jekyll se transforma en la maligna Sister Hyde y es responsable de los asesinatos de Jack; finalmente, en su producción Terror in the Wax Museum (1973), un asesino se hace pasar por una figura de cera de Mandil de Cuero.

  • Das Wachsfigurenkabinett (1924; Waxworks en inglés), dirigida por Paul Leni, relata uno de los asesinatos perpetrados por Mandil de Cuero, el cual es interpretado por Werner Krauss (previamente, el mismo actor protagonizó la cinta El gabinete del doctor Caligari).
  • Die Büchse der Pandora (1929; trad. literal: La caja de Pandora), es una cinta alemana dirigida por Georg Wilhelm Pabst y basada en una obra de teatro creada por Frank Wedekind acerca de una mujer, Lulu (interpretada por la actriz Louise Brooks), cuyo estilo desinhibido la lleva a encontrarse con el Destripador, encarnado por Gustav Diessl.
  • Drôle de Drame (1937) es una parodia de Jack dirigida por Marcel Carné, en la que participa Jean-Louis Barrault como un vegetariano del East End que asesina a carniceros en venganza por los animales que éstos han matado.
  • La película para televisión Jack the Ripper (1958), basada en un episodio de The Veil, cuenta en sus escenas iniciales con Boris Karloff y trata sobre un clarividente que identifica al Destripador como un cirujano notable que decide hacerse pasar por muerto para evitar ser aprisionado en un asilo de lunáticos. La historia se basa en un reporte publicado por un periódico en 1895, donde se enuncia que Robert James Lees había utilizado poderes psíquicos para atraer al asesino a la casa de un físico londinense.
  • Jack the Ripper (1959), producido por Monty Berman y Robert S. Baker, se basó en parte en la teoría formulada por Leonard Matters, donde también se llega a la conclusión de que el asesino de Whitechapel era en realidad un doctor vengativo.
  • Por otra parte, el filme alemán Das Ungeheuer von London City (1964), (trad. literal: El monstruo de Londres), presenta al hijo de Jack el Destripador como el antagonista de la historia; asimismo, hace mención de que Jack había sido víctima de sífilis.
  • Dr. Strangelove (1964) es una comedia negra en la que el antagonista es llamado General Jack D. Ripper, aunque los parecidos entre éste y el verdadero Jack nunca son profundizados en la trama.
  • Tanto en A Study in Terror (1965) como en Murder by Decree (1979) se muestra a Sherlock Holmes combatiendo al asesino de Whitechapel. La primera es acompañada de una novela homónima escrita por Ellery Queen, mientras que la segunda es protagonizada por Christopher Plummer como Sherlock y James Mason como Watson. De manera coincidente, en ambas cintas, Frank Finlay interpreta al Inspector Lestrade. Parte de la misma trama fue seguida en la serie televisiva Jack the Ripper, en 1988, estelarizada por Michael Caine como el Inspector Frederick George Abberline.
  • Por otra parte, la producción de bajo presupuesto Night After Night After Night (1969) abordó la trama de un juez cuya identidad secreta es la de un asesino parecido al Destripador que ataca a prostitutas en el área londinense conocida como Soho.

A lo largo de los años 1970 y 1980 comenzaron a estrenarse filmes cuyo vínculo con el mito de Mandil de Cuero era solamente con fines comerciales. Ejemplo de ello son las películas de horror tipo porno softcore Blade of the Ripper (1970), The Ripper of Notre Dame (1981) y The New York Ripper (1982), las cuales tienen poca o nula relación con los homicidios de Whitechapel más allá de usar el término «Destripador» en sus títulos.

Otro ejemplo notable es The Ripper of Notre Dame, que fue dirigida y coescrita por Jesús Franco, cuya otra película titulada Jack the Ripper (1976) presenta a Klaus Kinski como un doctor homicida cuya madre era una prostituta.

De manera similar, What the Swedish Butler Saw (1975) aborda una historia en la que el Destripador se oculta en un estudio fotográfico; el filme es considerado un poco más pornográfico que los anteriores. Mientras tanto, las cintas de suspense Jack the Mangler of London (1973), Fear City (1984), Night Ripper (1986) y Jack’s Back (1988) recibieron críticas malas tras su estreno, al igual que el filme japonés Assault! Jack the Ripper. Edge of Sanity (1989) es otra película similar que, a pesar de ser protagonizada por Anthony Perkins como el Dr. Jekyll y su álter ego Jack Hyde, fue catalogada por la crítica como «una producción de mal gusto».

  • The Ruling Class (1972) es una sátira de la aristocracía británica, en donde se vincula al homicida con la clase alta de Gran Bretaña. En dicha cinta, Jack Gurney (interpretado por el actor Peter O’Toole) pasa gran parte de la trama creyendo que él es Jack el Destripador, por lo que perpetra un par de los asesinatos atribuidos a Mandil de Cuero.
  • En Time After Time (1979), basada en la novela homónima, Jack escapa en una máquina del tiempo a un San Francisco contemporáneo, en donde es perseguido por H. G. Wells.
  • La producción Terror at London Bridge (1985), protagonizada por David Hasselhoff, relata cómo el espíritu de Jack es transportado a Arizona por medio de una piedra maldita del Puente de Londres, ubicado en el lago Havasu City. Ese mismo año, se estrenó The Ripper, en donde el mismo espíritu del homicida se halla oculto en un anillo maldito.
  • Amazon Women on the Moon (1987) es un filme de comedia que parodia las teorías en torno a la identidad del Destripador especulando que Jack era el Monstruo del lago Ness, pero disfrazado.
  • La comedia negra Deadly Advice (1994) muestra a Jane Horrocks como una asesina en serie que se imagina que es aconsejada por las encarnaciones de asesinos históricos famosos. En este filme, John Mills aparece como Jack.
  • Ripper Man (1994) muestra a un asesino que cree ser la reencarnación del asesino George Chapman, quien fue uno de los sospechosos de ser el Destripador, tras su arresto en 1903.
  • En The Ripper (1997), Samuel West interpreta al Príncipe Eddy, quien es acusado de ser el Destripador.
  • Años después, se estrenó el filme Jill the Ripper (2000), dirigido por Dolph Lundgren, el cual es protagonizado por una versión femenina del Destripador, que asesina únicamente a hombres.
  • La película Desde el infierno (2001), basada en la historieta del mismo nombre, fue dirigida por los hermanos Hughes y protagonizada por Johnny Depp como el Inspector Abberline.
  • Lanzadas el mismo año que Desde el infierno (y consecuentemente ensombrecidas por ella), las producciones Ripper y Bad Karma (renombrada como Hell’s Gate), abordaron igualmente la temática de Jack el Destripador.
  • En la película «Shanghai Knights, uno de los personajes secundarios es Jack el Destripador.

Historietas

From Hell es una novela gráfica creada por Alan Moore y Eddie Campbell acerca del Destripador, cuyo nombre es tomado de la carta homónima supuestamente escrita por el homicida. Está basada en la teoría conspirativa de Stephen Knight, en la cual acusó a la realeza y a la francmasonería de haber perpetrado los crímenes atribuidos a Jack, teoría popularizada por su libro Jack the Ripper: The Final Solution.

En el apéndice de la novela gráfica, Moore claramente menciona que no le da credibilidad a la teoría de Knight y explica que solamente utilizó el nombre con fines dramáticos. La realeza y el asesino fueron incorporados también en Blood of the Innocent, hecha por Rickey Shanklin, Marc Hempel y Mark Wheatley en 1986, así como una historia («Royal Blood») de la serie Hellblazer de DC Comics.

El ejemplar número 100 de Master of Kung Fu, publicado por Marvel Comics en 1981, contiene una historia titulada «Red of Fang and Claw, All Love Lost», en la cual el Destripador era un experimento de Fu Manchú, el cual escapó y se ocultó en Londres. Al final de la historia, el héroe de la publicación se enfrenta al asesino.

Igualmente, en Gotham by Gaslight (1989), de la editorial DC Comics, muestra una versión de la época victoriana del superhéroe Batman, quien se halla persiguiendo a Jack en Nueva York.

Además, Mandil de Cuero apareció en Doom Patrol (1989) de Grant Morrison, Wonder Woman: Amazonia y Predator: Nemesis en 1997, además de una historia del cómic Judge Dredd titulada «Night of the Ripper!».

Una historia en la serie de la Liga de la Justicia se fusionó con La isla del doctor Moreau de H. G. Wells, dando como resultado un relato en el que Jack aparece como un orangután, mientras que Whitechapel Freak (2001) de David Hitchcock incorpora al homicida como una figura secundaria en un relato centrado en un espectáculo ambulante de fenómenos. En el mismo, el Destripador es un hombre sin piernas «atado a los hombros de un enano». Existe otra historia, adicionalmente, creada por Rick Geary y publicada en su volumen A Treasury of Victorian Murder de 1995.

Teatro y ópera

El Destripador aparece al final de la obra moral de Frank Wedekind Die Büchse der Pandora (1904), en la cual asesina a Lulú, el personaje principal. Lulú es la personificación pecaminosa de la lujuria que sin darse cuenta recibe su merecido cuando flirtea con el homicida. En la etapa de producción original, Wedekind representó al Destripador. La obra fue adaptada a una película Die Büchse der Pandora (en 1929, dirigida por Georg Wilhelm Pabst), además de la ópera Lulú (por Alban Berg); ambas representaciones también terminan con el asesinato de Lulú perpetrado por el Destripador. También se realizaron tres películas en 1923, 1962 y 1980 respectivamente, y una obra teatral dirigida por Peter Barnes en 1970.

Jack l’Eventreur de André de Lorde era parte de la producción del Grand Guignol en París. La novela e historia corta de Marie Belloc Lowndes The Lodger fue adaptada para el escenario como The Lodger: Who Is He? por Horace Annesley Vachell.

En 1917, el primer papel de Lionel Atwill en el teatro de Broadway fue como personaje principal de ésta. Phyllis Tate también basó su ópera The Lodger, escenificada por vez primera en 1960, en la historia de Lowndes.

Mientras tanto, Murder Most Foul de Claude Pirkis debutó en 1948. Aquí, el personaje del asesino, el Dr. Stanley, fue tomado de The Mystery of Jack the Ripper por Leonard Matters, publicado por primera vez en 1929. Finalmente, Force and Hypocrisy de Doug Lucie está basada en la teoría conspirativa de la realeza redactada por Stephen Knight.

Televisión

En el episodio «Wolf in the Fold» de la serie televisiva Star Trek (1967), el guionista Robert Bloch reutilizó partes de su historia corta titulada «Yours Truly, Jack the Ripper», la cual ya había aparecido en un episodio de la serie de televisión estadounidense Thriller, en 1961. En la misma, una entidad inmortal, referida como «Redjac», se alimenta del miedo, y ha cometido algunos asesinatos, incluyendo los atribuidos a Jack el Destripador, con tal de subsistir.

Para finales de la década 1960, Mandil de Cuero quedó establecido en la televisión estadounidense como una «fuerza maligna universal», un concepto que podía dar origen a cualquier tipo de villano.

Asimismo, en el episodio «The New Exhibit» de The Twilight Zone (1963), Martin Balsam interpreta al curador de un museo de cera que empieza a obsesionarse con cinco figuras de cera de asesinos, entre las cuales se incluye el Destripador. Lo anterior, lo lleva a matar a otros con tal de «proteger a las figuras de cera».

Por otra parte, en el capítulo «Knife in the Wilderness» de Cimarron Strip (1968), escrito por Harlan Ellison, Jack continúa su serie de atrocidades en el continente americano, finalizando en Cimarron City, donde encuentra su final a manos de indios nativos. Mientras tanto, en la serie Superagente 86, específicamente en el episodio «House of Max» (1970), el homicida es un maniquí de cera animado.

En la serie televisiva The Sixth Sense, en el capítulo «With Affection, Jack the Ripper» (1972), un hombre enloquece durante un experimento paranormal en el que asume el control del cuerpo del asesino.

Además, en el episodio titulado igualmente «With Affection, Jack the Ripper» de la serie La Isla de la Fantasía (1980) —la razón de llevar el mismo nombre que el episodio de The Sixth Sense es porque el guionista era el mismo en ambos programas: Don Ingalls—, Lynda Day George encarna a la criminóloga Lorraine Peters, la cual utiliza un portal del tiempo para confirmar sus sospechas de que Jack el Destripador era un doctor, Albert Fell, interpretado por Victor Buono. Sin embargo, Fell la sigue una vez que ella vuelve a través del portal y se la lleva de vuelta a 1888, el enigmático Sr. Roarke interviene de manera fortuita y el doctor muere más tarde mientras trata de huir. El nombre Fell claramente es tomado del programa radiofónico de Margery Allingham, Room to Let (1948).

El mismo concepto del portal del tiempo fue incorporado en «A Rip in Time» (1997), el primer episodio de la miniserie Timecop, en la cual un policía que viaja en el tiempo vuelve a 1888 para atrapar a un criminal que ha asesinado y desplazado a Jack el Destripador.

Mientras tanto, el capítulo «Comes the Inquisitor» de la serie Babylon 5 muestra a un personaje llamado Sebastian, quien en realidad es el Destripador, abducido por la raza alienígena Vorlon en el año 1888, para pasar a convertirse en su inquisidor, de tal forma que puede probar (por medio de la tortura) a seres que son llamados a encabezar una importante causa.

A su vez, la serie Jack the Ripper (1973), escrita por Elwyn Jones y John Lloyd, tuvo una conexión en algún momento con el drama policíaco Z Cars. Dicho programa especial presentó a los detectives Barlow y Watt, de Z Cars (interpretados por Stratford Johns y Frank Windsor, respectivamente), investigando los asesinatos desde una perspectiva histórica.

En el primer episodio de Kolchak: The Night Stalker, titulado «The Ripper» (1974), el reportero Carl Kolchak persigue a un asesino sobrenatural cuyas víctimas tienen los mismos patrones de los asesinatos atribuidos al Destripador. El homicida posee una fuerza sobrehumana y es invulnerable a cualquier tipo de arma, sin embargo Kolchak logra «desmaterializarlo» al electrocutarlo.

De igual forma, el episodio «Ripper» de The Outer Limits (1997), está situado en un ficticio 1888, en donde el actor Cary Elwes (en su papel del Dr. Jack York), asesina a mujeres que cree que están poseídas por alguna especie de entidad alienígena.

En otro capítulo de la serie Sir Arthur Conan Doyle’s The Lost World, «The Knife» (2001), los exploradores se encuentran con los dos hombres culpados por los homicidios en la teoría de conspiración real descrita por Stephen Knight: William Gull y Robert Anderson.

Spike Milligan parodió luego el género en la «sublimemente tonta» The Phantom Raspberry Blower of Old London Town.

Por otra parte, la serie de ciencia-ficción Sanctuary (2007) detalla la posesión de John Druitt (implicado históricamente como uno de los sospechosos de ser el Destripador) por una criatura demoníaca que lo convierte en Mandil de Cuero.

Asimismo, en la séptima temporada de Smallville, un doctor llamado Curtis Knox dice que puede curar a los fenómenos que provienen de meteóritos, sin embargo está mintiendo pues su propósito es asesinarlos. Luego se descubre que Knox es inmortal y que reclama ser el verdadero Jack el Destripador.

Finalmente, en la miniserie de 2009 Whitechapel, un homicida parecido al Destripador comete una serie de asesinatos en la mismas fecha, hora y estilo que los homicidios de Jack.

En la caricatura canadiense Total Drama World Tour, en el episodio 13, el desafío se basa en evitar ser atrapado por Jack el Destripador (Quién después se revela que es Ezekiel) en todo Londres.

En el anime Kuroshitsuji el shinigami/mayordomo Grell Sutcliff y Madame Red resultan ser los «Jack el Destripador». Uno de los oficiales a cargo del caso responde al nombre de «Fred Abberline», aunque su jefe, Lord Randall, tiene más parecido físico al verdadero.

En el anime Soul Eater, en el primer episodio Soul Eater Evans y Maka Albam enfrentan a Jack the Ripper que es un garras que aparentan ser navajas. En el anime Nobunagun Adam Muirhead, un miembro de DOGOO tiene un un objeto llamado E-Gen con el alma de Jack el Destripador, cuya arma es un gran cuchillo de caza.


Sospechas de la identidad de Jack el Destripador

Wikipedia

Durante el siglo XIX, tras los atroces asesinatos cometido por Jack el Destripador, se levantaron grandes incógnitas por saber quién era el famoso asesino, es decir, la persona tras la máscara.

La circunstancia de que este asesino nunca fuese capturado y procesado, no supuso que durante el breve período que duró su reinado de terror, Scotland Yard dejase de investigar y de arrestar a sujetos sobre quienes recayeron sospechas de haber sido ese sanguinario ejecutor.

Luego de clausurarse formalmente el respectivo expediente policial –en el año 1892– continuaron emergiendo a la luz pública nombres de individuos signados con similar suspicacia aunque, como es sabido, jamás se llegó a responsabilizar penalmente a ninguno de ellos, y el caso se mantuvo sumido en el más profundo de los misterios.

Respetando un orden cronológico en la aparición de tales sospechosos a la identidad del Ripper, y omitiendo mencionar a seudos sospechosos que en verdad sólo constituyeron personajes de ficción (de los cuales empero hubo muchos), una lista bastante completa de personas nominadas como candidatos plausibles o, al menos, en su momento muy mediáticos, sería la que seguidamente se desarrolla.

Sospechosos señalados por la policía de la época

  • Montague John Druitt

Uno de los nombres que más se mencionó como sospechoso de los crímenes de Whitechapel fue el de Montague John Druitt,1 un abogado hijo de un cirujano de muy buena familia, que desapareció justo tras el crimen de Mary Kelly y cuyo cuerpo fue hallado un mes después flotando sin vida en el Támesis; al fallecimiento esa persona tenía 31 años.

La sospecha hacia John Druitt parte de unas investigaciones realizadas años después de que el caso fuese cerrado por el jefe de policía de Scotland Yard, Sir Macnagthen. No hay evidencia sobre por qué Macnaghten lo consideró un sospechoso serio porque el expediente del caso sigue cerrado al día de hoy y sus únicas declaraciones públicas habían sido que no sólo él sospechaba de la culpabilidad de Druitt porque era «sexualmente insano», sino que además su propia familia creía que había sido el asesino.

Montage John Druitt nació el 15 de agosto de 1857 en Wimborne, Dorset. Fue un graduado del Winchester College, abogado, profesor, y deportista que integró equipos de críquet. Esa persona falleció a los treinta y un años de edad, escasos días después de acaecido el último y más terrible de los asesinatos del mutilador victoriano (el de Mary Jane Kelly, nueve de noviembre de 1888). Su cadáver en estado de descomposición fue retirado de las aguas del río Támesis el último día de ese año.

Aunque en ensayos posteriores sobre los crímenes victorianos se planteó que pudo haber sido víctima de homicidio, la opinión más compartida es que su muerte se debió a suicidio.

La candidatura de Druitt a la identidad del Destripador experimentó su apogeo desde la década de los años sesenta de la centuria pasada, a raíz de la publicación de “Otoño de terror” del escritor estadounidense Tom Cullen, y de la sencillamente rotulada: “Jack the Ripper” del ensayista británico Dan Farson.

Estos especialistas exhumaron las antiguas notas del memorándum Macnaghten en donde se mencionaba a este suicida como un sospechoso de primera categoría. En dicho informe, aquel alto mando policial expresó que Druitt era de familia bastante acomodada y que su cuerpo sin vida fue rescatado del Támesis el 31 de diciembre de 1888 –datos ciertos-, pero falló al sostener que se trataba de un médico de cuarenta y un años –lo que, como ya se dijo, no era así-. También destacó que los parientes del fallecido creían que él era el asesino.

Sin embargo, no existen pruebas que avalen esta última aseveración la cual, aunque fuese verídica, tampoco implica necesariamente que Montague hubiese en verdad sido Jack el Destripador.

Es más, actualmente la proposición de este hombre al cargo de ejecutor del East End londinense se ha diluido considerablemente, frente a la total ausencia de evidencias objetivas para incriminarlo.

  • Joseph Isenschmid, tildado por los periódicos como «El charcutero loco»

El 13 de septiembre de 1888 la policía detuvo a un hombre que se dedicaba a la comercialización de piezas cárnicas. Un par de días antes de ese arresto, dos médicos de Whitechapel lo habían denunciado a causa de sus hábitos extraños, y su propia esposa declaró en su contra alegando que Joseph Isenschmid era violento, que siempre portaba encima grandes y afilados cuchillos, aún en los momentos en que la práctica de su oficio no se lo requería, y que había amenazado con matarla.

Se supo que el indagado había sido sometido ya a una prolongada internación en un hospicio debido a padecer severos trastornos psíquicos y, luego de una nueva revisión médica donde se constató su total desquicio, la justicia ordenó su encierro por causa de enajenación mental.

Dado que se hallaba preso cuando acaecieron los homicidios de Liz Stride y Kate Eddowes, el 30 de septiembre de 1888, fue descartado definitivamente como posible asesino de las prostitutas.

  • Severin Klosowski (alias George Chapman)

El joven barbero polaco, residente a sus veintitrés años en el este de Londres en 1888, prefería que lo conocieran por un nombre más británico. Debido a tal vanidad adoptó el de George Chapman, tomando ese apellido típicamente inglés de una de sus ocasionales concubinas. Casualmente, el mismo apellido de la segunda de las víctimas canónicas de Jack el destripador.

En el tiempo de los homicidios victorianos no se lo asoció con ellos. Años después, el polaco alcanzaría la fama que tanto ansiaba. Más se trató de una fama aciaga, porque le fue dada como asesino. Más concretamente por su condición de uxoricida, pues se descubrió que mediante dosis de arsénico había mandado a la tumba sucesivamente a tres esposas.

En 1903 se impartió orden de captura en su contra y el mérito de concretar el arresto lo tuvo el sargento detective de la Policía Metropolitana George Albert Godley, quien en el pasado había sido uno de los más tenaces perseguidores de Jack el Destripador.

El antiguo jefe de Godley, el inspector detective Frederick Abberline, felicitó públicamente a su ex subordinado. “Has atrapado a Jack el Destripador”, parece que le dijo.

Y resulta que Klosovsky-Chapman constituyó para el famoso detective Abberline el primordial sospechoso de haber sido el degollador de los barrios bajos londinenses. Empero, al presente la mayoría de los expertos descartan a este hombre como candidato plausible.

Aunque es cierto que residió en una zona cercana a dónde se consumaron los asesinatos, su instinto homicida recién se habría despertado años más tarde y, sobre todo, el modus operandi de un envenenador muy remota relación guarda con las sangrientas carnicerías perpetradas por Jack the Ripper.

  • Aarón Kosminski

Otro de los sospechosos de Macnaghten fue Aarón Kosminski, un judío polaco residente en Whitechapel que sentía un odio más patológico que visceral hacia las mujeres, y que fue ingresado en un hospital psiquiátrico en marzo de 1889 por sus tendencias homicidas.

El doctor Houchin, quién certificó la locura de Kosminski, describió su comportamiento: «declaró que es dirigido y que sus movimientos son controlados por un instinto que informa su mente; dijo que conoce las actividades de toda la humanidad, y rechazó casi todos los alimentos porque su instinto le decía que no lo haga».

En los registros del hospital sólo se ha encontrado una mención de comportamiento agresivo por parte de Kosminski, si bien su estado mental parecía deteriorarse con el tiempo: «Incoherente, de vez en cuando excitado y violento. Hace unos días se subió una silla, e intentó golpear al asistente.»

Durante el tiempo que permaneció recluido, había sido diagnosticado como «enfermo crónico inofensivo, de vez en cuando molesto, pero no violento, que se recluye cada vez más en su propio mundo hasta el punto de no saber su edad o cuanto tiempo ha estado interno».

El escritor Russell Edwards, obsesionado con el caso, compró en el año 2007 un chaleco de dudosa procedencia, que el afirmaba pertenecía a Catherine Eddowes, la segunda mujer asesinada en el distrito de Whitechapel. Mandó la prenda al doctor Jari Louhelainen, especialista en genética.El científico localizó a algunos de los descendientes de los sospechosos para poder realizar la comparación pertinente del ADN encontrado. Y encontró a una pariente británica de la hermana de Kosminski que comparte el ADN mitocondrial con el presunto asesino. Los dos ADN coincidían en más de un 99%, un porcentaje que ascendió al 100% tras el segundo análisis. Sin embargo hay serias dudas sobre los métodos y resultados empleados por Edwards.

  • Michael Ostrog

Michael Ostrog era un médico ruso que además se dedicaba a la estafa, por lo que pasó una gran parte de su vida en la cárcel. No era un delincuente ordinario, era muy inteligente, tenía buena educación, y en algunas ocasiones durante los juicios por sus delitos, su astucia le había llevado a simular que sufría un trastorno mental, lo que le había salvado de la cárcel en más de una ocasión.

No se sabe a ciencia cierta porqué figura entre la lista de los sospechosos del Destripador, pues no hay indicios de que haya asaltado a ninguna mujer, y con sesenta años que debía tener en 1888, parecen demasiados para encajar en las descripciones del asesino.

  • John Pizer, apodado por la prensa «Mandil de Cuero»

Se trataba de un judío pobre que trabajaba de zapatero y portaba habitualmente un delantal o mandil de cuero cuando ejercía su oficio, y de ahí su apodo “Mandil de Cuero” (Tablier de cuir en francés, Leather Apron en inglés).

El 10 de setiembre de 1888 resultó arrestado por el sargento detective William Thick de la Policía Metropolitana. Ulteriormente declaró en el juzgado presidido por el magistrado (“coroner”) Wynee Baxter, durante la encuesta judicial instruida con motivo del asesinato de Annie Chapman.

Fue exonerado de los cargos atribuidos y se decretó su libertad el 14 de septiembre de aquel año, tras acreditarse que mientras victimaban a Mary Ann Nichols (madrugada del 31 de agosto de 1888) él se encontraba junto a un grupo de curiosos contemplando el gran incendio desatado en Ratcliffe Highway, a varios kilómetros de distancia del escenario donde se cometiera aquel crimen.

  • Francis Tumblety

Según investigaciones muy ulteriores, el más serio sospechoso para Scotland Yard, en época contemporánea a los crímenes, lo constituyó el curandero y seudomédico estadounidense Francis Tumblety.

En el año 1993 el ripperólogo Stewart Evans descubrió una vieja carta redactada por el Inspector John Litlechild, dirigida al dramaturgo y periodista victoriano George Sims. Esa misiva informaba que el sospechoso preferido estaba mencionado en un expediente secreto de la Policía Metropolitana, donde se lo designaba como “Dr. T”.

Sin dudas se hacía allí referencia al aludido Francis Tumblety, al cual se lo consideraba un sujeto afectado por una grave psicopatía sexual (eufemismo para referirse a la homosexualidad en aquel entonces) y cuyos sentimientos hacia las mujeres eran en extremo amargos pues trasuntaban un odio patológico.

En aquella carta se relataba cómo ese individuo cometió ofensas antinaturales en la vía pública, siendo arrestado in fraganti en la calle Malborough el 7 de noviembre de 1888, aunque el reo logró salir de inmediato libre bajo fianza.

El 16 de noviembre de ese mismo año fue acusado formalmente y compareció ante una corte británica. Cuatro días después se celebró una audiencia tras la cual se pospuso el proceso hasta el 10 de diciembre.

Pero antes de llegar esa fecha, el encausado aprovechó su libertad condicional huyendo de Inglaterra rumbo a Francia, utilizando el falso nombre de Frank Townsend. Arribó a tierras galas el 24 de noviembre, y desde allí viajó a Nueva York, Estados Unidos, a bordo del vapor Bretagne.

Scotland Yard envió para capturar al prófugo a uno de sus más destacados investigadores, el inspector Walter Simon Andrews. Este detective iba secundado por otros dos inspectores y gozó del apoyo logístico de la policía estadounidense. Sin embargo no pudo atrapar al escurridizo Tumblety.

No pudieron capturar al prófugo, y éste concluyó sus días falleciendo en Saint Louis, Missouri, en el año 1903.

Se especuló que Scotland Yard no habría enviado a sus agentes a otro continente para arrestar a un vulgar ofensor contra la moral que había faltado a su palabra. Realizar un despliegue espectacular sólo para castigar a un delincuente tan menor parece impensable.

La explicación sería que en realidad la policía trató desesperadamente de enmendar el error de haber dejado escapar a aquél que (nuevas y secretas pruebas) sindicaban como el asesino de las prostitutas de Whitechapel.

Al menos así lo sostiene la hipótesis que le asigna a este hombre la identidad del anónimo Jack the Ripper.

Sospechosos señalados en la época por la opinión pública y/o por la prensa

  • William Bury

William Henry Bury contaba con veintinueve años de edad en 1888, y residía en la localidad inglesa de Bow, donde convivía con su joven cónyuge Ellen Elliot con la cual había contraído enlace en el mes de abril de aquel año.

El matrimonio vivió en el East End de Londres hasta enero de 1889 y luego se mudaron a la ciudad escocesa de Dundee.

El hombre se apersonó a la estación de policía local en la mañana del 10 de febrero de 1889 pretendiendo que su esposa –la cual ejercía la prostitución- se había suicidado. Pero las pruebas forenses se mostraron muy decisivas en su contra y bastaron a fin de esclarecer la situación sin dejar sombra de duda.

La realidad era que el individuo asesinó a su mujer valiéndose de una cuerda con la cual la estranguló. Tras desmayar a su víctima, Bury le asestó feroces puñaladas en la región abdominal y genital causándole el deceso. Culminada su pérfida agresión escondió el cuchillo ensangrentado dentro del hueco de un árbol.

Una notable curiosidad fincó en que sobre la puerta de ingreso del edificio de apartamentos donde moraba el victimario, alguien había trazado con letras de color rojo la advertencia: “Jack el Destripador se oculta detrás de esta puerta”.

A su vez, en la pared adyacente a la escalera que conducía al sótano se leía, estampada con tiza, una segunda frase acusatoria: “Jack el Destripador está en este sótano”.

Otros datos más objetivos incriminaban al sujeto, pues los médicos forenses creyeron percibir marcadas analogías entre las heridas mortales de su esposa y las patéticas incisiones ventrales infligidas a las víctimas del Ripper. En todos los casos, además, las extintas fungían de meretrices, al igual que la desafortunada Ellen.

El tribunal de Dundee lo halló culpable de homicidio especialmente agravado por el vínculo matrimonial, y lo condenó a purgar su culpa aplicándole la pena capital.

El verdugo y criminólogo aficionado James Berry, que no fue quien lo finiquitó, se trasladó desde Inglaterra hasta aquella cárcel de Escocia a fin de dialogar con el penado. Tras la entrevista quedó convencido de que aquel hombre era igualmente culpable de la masacre acontecida en año anterior en los suburbios de Londres, y así lo afirmó públicamente.

En la mañana del 24 de abril de 1889 William Henry Bury fue ejecutado. El día anterior admitió por escrito haber matado a su cónyuge, pero negó cualquier participación en los asesinatos de Jack el Destripador.

  • Thomas Cutbush

Thomas Cutbush Haynes nació en 1866 en Kennington, localidad relativamente cercana a Whitechapel. Provenía de una respetable familia de clase media. Su infancia fue complicada, puesto que su padre era alcohólico y abandonó el hogar siendo su hijo adolescente. Thomas quedó entonces al cuidado de su madre y de su tía materna, mujeres muy religiosas.

Mostró graves problemas de conducta ya en su primer trabajo, del cual a los pocos días lo expulsaron. En su segundo empleo le fue aún peor, pues tras un arranque de furia empujó por las escaleras a su anciano patrono.

Se presume que contrajo sífilis en el año 1888.

Tres años más tarde fue detenido después de comprobarse que, como mínimo, fue responsable de agredir a las jóvenes Florence Grace Johnson e Isabella Frazer Anderson en plena vía pública, a quienes tajeó las nalgas con un cuchillo.

A partir del mes de febrero de 1894 el influyente periódico británico The Sun lo acusó públicamente, a través de una serie de artículos, de ser el culpable de los desmanes consumados por Jack el Destripador.

No obstante, no se le instruyeron cargos a raíz de tales crímenes, aunque quedó confinado por “orden de su Majestad” (según la expresión que se usaba por entonces en estos casos) por tiempo indeterminado en el hospital psiquiátrico de Broadmor, al considerárselo peligroso, mentalmente insano e irrecuperable.

Un dato curioso y de interés en esta historia radica en que en el mismo año de 1894, y a modo de respuesta ante las denuncias contra Cutbush propaladas por The Sum, el Inspector de Scotland Yard Sir Melville Leslie Macnaghten redactó un memorándum policial, de circulación interna, donde manifestó su convencimiento de que Thomas no era el múltiple homicida de Whitechapel, sino un simple enajenado más o menos inofensivo.

En lugar de Cutbush, el Inspector Macnaghten consignó en sus notas los nombres de tres personas que estimaba como posibles culpables, aunque los mismos jamás fueron formalmente acusados.

Los sospechosos más firmes, de acuerdo con la opinión de este jerarca de la policía, eran Montague John Druitt, Michael Ostrog, y Aaron Kosminsky.

  • Frederick Deeming

Frederick Bailey Deeming es el nombre de un notorio delincuente sexual y victimario serial que fue colgado en Melbourne, Australia, en el año 1892.

Tenía cuarenta y seis años en 1888 y cargaba ya con un frondoso historial delictivo, aunque sus crímenes más espantosos, aquellos que le valieron la pena de muerte, los perpetraría tres años más tarde.

En 1891 asesinó a su esposa y a sus cuatro hijos en Rainhill, Liverpool, y al año siguiente victimó a su segunda cónyuge en la ciudad de Melbourne, Australia.

Se lo vinculó al caso de Jack el Destripador a partir de una nota editada en la Pall Mall Gazette el 8 de abril de 1892 (estaba preso por sus acreditados crímenes desde el 11 de marzo de ese año), donde se aseguraba que en las oficinas de Scotland Yard se habían recibido decenas de cartas denunciando que Frederick Deeming era el implacable ultimador de meretrices de los barrios bajos de la capital británica.

Aunque insistieron en haberlo visto merodeando por los alrededores de los lugares donde se consumaron las mutilaciones, lo cierto que es muy dudoso que ese dato resultara veraz.

Parece seguro, en cambio, conforme a diversas y coincidentes fuentes, que en el año 1888 el itinerante Deeming (entre otras facetas fue marino mercante y se valía de diversos alias) estaba en Sudáfrica timando a ciudadanos sudafricanos.

Hay constancia de que por esas fechas compareció repetidas veces ante la justicia de aquel país, acusado por la comisión de fraudes y estafas.

  • Carl Feigenbaum

El marino mercante y florista ocasional alemán Carl Ferdinand Feigenbaum concluyó su existencia electrocutado en la cárcel de Sing Sing, Estados Unidos, en el año 1896.

La drástica condena se estimó justa, pues dos años atrás había degollado a su casera, la señora Juliana Hoffman (mediante un corte de izquierda a derecha en el cuello, al estilo de los del Destripador).

No tuvo tiempo de abrirla en canal y extirparle órganos, si esa hubiera sido su intención, porque el adolescente hijo de su víctima lo descubrió y pidió socorro a gritos. Al escenario del crimen llegó la policía, junto con vecinos y curiosos, y lo capturaron mientras pretendía huir.

Su propio abogado, el doctor William Lawton, creyó que su patrocinado era, además del asesino de la señora Hoffman, Jack el Destripador; y así lo afirmó a los periódicos, luego de que su defendido muriera ejecutado.

Pero no es seguro que Carl Feigenbaum haya estado en Inglaterra en 1888, a pesar de su condición de marino, y pese también, al excelente trabajo investigativo del experto Trevor Marriott, quien en archivos navales británicos revisó cientos de listados sobre arribos de buques en los que ese hombre podría haber viajado como tripulante.

  • Robert D’Onston Stephenson

Robert D’Onston Stephenson, de cuarenta y ocho años en 1888, entraba y salía con cada vez más asiduidad del Hospital de Londres sito en Whitechapel, en donde lo trataban por sus afecciones psiquiátricas.

No obstante, más que un enajenado, el individuo era un excéntrico, un alcohólico, y un charlatán. Y su poder de persuasión era muy grande, logrando ganarse fama de experto y practicante de magia negra.

Su bella y juvenil amante (Mabel Collins) y una aristocrática socia (la baronesa Vittoria Cremers), lo mantenían económicamente, lo mimaban, y lo consideraban una persona excepcional. Por lo menos lo tuvieron como un ser extraordinario hasta cuando comenzó a volverse patente que el hombre desvariaba, pues pretendía, alternativamente, saber quién era el Destripador, o con un aire de misterio insinuaba que él mismo lo era.

D’Onston llegó al extremo de denunciar a uno sus médicos tratantes acusándolo de ser el asesino. Su denuncia naturalmene fue desechada por la policía. A su vez, un socio ocasional lo acusó a él de ser el Ripper. Esta segunda denuncia igualmente fue desestimada.

El escritor Ivor Edwards 16 plantea que Robert D’Onston en verdad fue Jack the Ripper, y que sus homicidios se inspiraron en un ceremonial diabólico basado en la configuración de los lugares en donde aparecieron los cadáveres de las víctimas.

La teoría de Ivor Edwards tiene su remoto origen en artículos periodísticos escritos por el célebre espiritista Alesteir Crowley, partidario de que el satanismo estuvo detrás de aquellos asesinatos, y de que Donston configuraba el candidato más probable.

Por cierto, tales hipótesis no son contempladas seriamente por los especialistas en la historia de estos crímenes victorianos.

  • Joseph Merrick

Joseph Carey Merrick nació en Leicester, Inglaterra el 5 de agosto de 1862 y falleció en Londres el 11 de abril de 1890. Se hizo famoso debido a las terribles malformaciones que padeció desde el año y medio de edad, causadas por una misteriosa enfermedad y por las que se ganó el pronombre «El Hombre Elefante».

Condenado a pasar la mayor parte de su vida en un mundo de farándula, sólo encontró sosiego en sus últimos años de vida. Muchos de los habitantes de Inglaterra lo consideraban un fenómeno, incluso llegó a haber un rumor de que él era Jack el Destripador.

Joseph murió dos años después de los crímenes cometidos por el asesino, que casualmente ocurrieron en zonas muy cercanas del hospital donde vivía internado. Sin embargo, Joseph apenas podía caminar, además nunca se encontró ninguna prueba de que él fuera culpable. Todo esto ha hecho que los investigadores lo rechacen totalmente como sospechoso.

Sospechosos señalados posteriormente por diferentes autores

  • Alberto Víctor, duque de Clarence y Avondale

También la nobleza se vio afectada por esta serie de crímenes. Uno de los principales sospechosos fue el duque de Clarence y Avondale, el príncipe Alberto Víctor, hijo del rey Eduardo VII y nieto de la reina Victoria.

Tenía 28 años en el momento de los crímenes, y murió poco después de consumados esos crímenes en una clínica privada por enfermedad. Según parece, el joven príncipe era un apasionado de la caza con todo su ritual y crueldad, aunque nunca se le consideró como un hombre violento; además era un asiduo visitante de los prostíbulos.

El doctor Thomas Stowell publicó un artículo en 1970 acusando al príncipe Alberto de ser Jack el Destripador, basando su teoría sobre algunos documentos de su médico personal, William Gull, quién le estaría tratando la enfermedad.

Nótese que la nominación del príncipe Alberto Víctor al rango de Jack el Destripador fue postulada básicamente por este anciano médico, mediante un artículo difundido en noviembre de 1970 en la revista Criminologist.

El futuro duque de Clarence y Avondale nació en 1864, siendo primogénito del príncipe de Gales, también llamado Alberto. De adolescente viajó en barco recorriendo el mundo en compañía de su hermano George, y se sugirió que durante aquel periplo fue seducido y contrajo la sífilis que acarrearía su deceso en el año 1892 a la temprana edad de veintiocho años.

Conforme sostuvo Thomas Stowell, a mediados de los años ochenta del siglo XIX, tras retornar de otra de sus travesías marítimas, los empujes de su enfermedad lo conducirían a la definitiva pérdida de la razón, convirtiéndose, a partir de entonces, en el demencial asesino de prostitutas del East End londinense.

Se alegó que el joven aristócrata desarrolló una obsesión por la sangre durante sus cacerías en Escocia, y que allí adquirió los rudimentos clínicos que el Destripador demostró poseer a la hora de mutilar a sus víctimas.

De acuerdo con esta versión, el aspirante a monarca pasaría de despellejar venados a despedazar prostitutas, y de sus sórdidas andanzas recién se enteraría la Casa Real británica luego del doble crimen del 30 de setiembre de 1888.

Tras el bestial asesinato de Catherine Eddowes, la Policía Secreta lo detendría poniéndolo bajo custodia. No obstante, el preso logró escapar a la vigilancia, y en la madrugada del nueve de noviembre de ese año cometería el más horripilante de sus crímenes contra Mary Jane Kelly.

Lo volverían a atrapar y sería confinado, bajo estrictas medidas de seguridad, en un hospital psiquiátrico de la localidad de Ascot.

El cuidado sanitario del príncipe le fue encomendado al médico imperial Sir William Gull. Tan exitoso fue el tratamiento que se produjo un repunte sanitario, el cual permitió al paciente emprender un nuevo viaje en crucero y tomar parte en acontecimientos públicos durante el año 1890.

Por desgracia, la afección cerebral que sufría, agudizada por el avance de su enfermedad venérea, precipitó el trágico desenlace.

En 1892 el malogrado joven falleció, y una virulenta epidemia de gripe que azotó Gran Bretaña aquel año le permitiría a la Corona pretextar que el heredero al trono había muerto a consecuencia de la misma, extremo que brindó la coartada perfecta para evitar el consiguiente bochorno.

La antedicha constituye, muy resumidamente, la teoría (actualmente desechada en forma casi unánime) que identifica al príncipe Alberto Víctor con Jack el Destripador.

  • Doctor William Gull

La postulación de que el Dr. William Withey Gull fuera el asesino de Whitechapel está estrechamente ligada a la denominada “Teoría de la conspiración monárquico-masónica”.

Stephen Knight en su libro de 1976, Jack the Ripper: The Final Solution, adujo que los crímenes cometidos en el este de Londres fueron obra de un grupo de asesinos, en el cual el papel de principal ejecutor se asignó al Dr. Gull.

Su cochero, John Charles Netley, lo conduciría en su carruaje privado secundándolo en las tropelías, y un tercer participante (en apariencia el pintor Walter Richard Sickert) también lo pudo haber ayudado.

Pero, claro está, el auxilio mayor para que el ejecutor saliera impune lo suministrarían altas autoridades del gobierno monárquico y de la orden masónica, a la cual el doctor pertenecía.

El móvil de los homicidios, y la excesiva crueldad de los mismos, radicaría en el desorden cerebral que afectaba al facultativo, que en 1887 sufrió un ataque cardíaco que le produjo afasia, trastorno generador de estados de alucinación.

El galeno habría sido contactado por jerarcas del gobierno británico para poner fin a la amenaza de un chantaje contra la Corona que pretendían llevar a cabo las prostitutas Polly Nichols, Annie Chapman, Liz Stride, y Mary Kelly (a Catherine Eddowes la ultimarían por error).

Las luego difuntas estarían, de acuerdo con esta proposición, en conocimiento del matrimonio semiclandestino del príncipe Alberto Víctor con la plebeya y católica Annie Crook, que engendró una hija del futuro monarca. Debía evitarse a cualquier precio que tan bochornoso escándalo trascendiera.

Pero al parecer el médico, impelido por el desorden psíquico que lo agobiaba, malinterpretó o exageró el cometido que le habían adjudicado en la conjura.

Vale decir, no le habrían pedido que asesinase a las mujeres, sino más bien que las asustara o que les practique operaciones de lobotomía, como la que, según se pretendió, practicó a Annie Crook.

Sin embargo, lamentablemente, el trastorno que padecía transformó al respetable galeno en el monstruo que la posteridad conocería como Jack el Destripador.

Tal representa, en síntesis, la hipótesis donde se implica al Dr. William Whitey Gull en los crímenes del “otoño de terror”.

  • James Kelly

Según un estudio realizado para el documental «Jack el destripador en América» para Discovery Channel, Jack el Destripador sería James Kelly, un asesino psicótico que escapó del Asilo psiquiátrico de Broadmoor en Inglaterra y que habría viajado, luego del cese de los asesinatos en ese país, hacia Estados Unidos.

Los indicios que en este caso atraen las sospechas, son que un tiempo antes se produjo el asesinato de una prostituta en ese país con las mismas características que los de Londres, además de una carta aparecida en un diario estadounidense en la que avisaba que se realizaría un asesinato en nombre de Jack el Destripador.

James Kelly luego volvería al hospital psiquiátrico ya envejecido, y habría contado haber viajado hacia Estados Unidos y luchado «contra el mal».

James Kelly nació el 20 de abril de 1860 en Preston, Lancashire, siendo hijo natural de Sarah Kelly quien dejó al infante al cuidado de su abuela Therese. La madre se desentendió del niño pero al menos le legó una pequeña fortuna valuada en 20.000 libras a ser administrada por una reserva fiduciaria, de la cual el beneficiario podría disponer al cumplir los veinticinco años.

Con dieciocho años, en 1878, comenzó su actividad como tapicero empleándose al servicio de sucesivos patronos.

A sus veinte años conoce a Sarah Brider de diecinueve años, moza recatada, de familia católica y muy trabajadora. Se pone de novio con la chica y es bien recibido por los padres de ella, pasando a residir en el número 21 de la calle Lane, en el hogar de sus futuros suegros.

James pierde su empleo de tapicero a raíz de sus rarezas y sus explosiones temperamentales. Días después, el cuatro de junio de 1883, contrae enlace con su novia en ceremonia religiosa celebrada en la parroquia de San Lucas.

Kelly se había casado con la muchacha que aparentemente amaba pero estaba destinado a no ser feliz con ella. Reñía y desplegaba celos obsesivos recriminando a su flamante esposa sus pretendidas infidelidades. Entre otras acusaciones, le enrostraba haberle trasmitido una enfermedad venérea.

En este convulso entorno fue que el 21 de junio, a sólo diecisiete días de haberse casado y durante el curso de una violenta pelea, el tapicero extrajo de sus ropas una filosa navaja de muelle con la cual rasgó profundamente el cuello de su mujer.

Se arrestó al atacante, quien no ofreció resistencia, y la agredida cónyuge expiró el 24 de junio de 1883. Al día siguiente el uxoricida fue imputado de homicidio especialmente agravado, luego de que el primer médico forense que lo examinase lo encontró perfectamente apto.

A despecho de las apelaciones de sus abogados y de las peticiones de clemencia, el fin en la horca parecía inexorable. El 20 de agosto de ese año de 1883 debía cumplirse la sentencia de muerte.

Pero casi milagrosamente James Kelly salva su vida. El siete de agosto y apenas unos días antes de la ejecución, el doctor W. Orange, superintendente del asilo de Broadmoor, lo examina y decide que está completamente orate. Las declaraciones de su antiguo jefe, Mr. Hiron, aportando pormenores sobre las actitudes anormales de su ex empleado, contribuyen a que se le conmute la fatídica sentencia.

El recluso pasará ahora a cumplir pena de confinamiento por tiempo indefinido dentro del asilo de Broadmoor.

Durante cinco años James Kelly se mostró como un interno modelo. Pero todo era una farsa para hacer bajar la guardia a sus captores. Con suma astucia y paciencia, sirviéndose de un trozo de metal que modeló a tal fin, fabricó una llave con la cual abrió la puerta principal del asilo y se escapó tranquilamente el 23 de enero de 1888.

Pendía sobre el prófugo orden de aprehensión para restituirlo al hospital, y la policía fue a buscarlo pensando que se refugiaba en la casa de sus suegros.

El 10 de noviembre de 1888, o sea el día después de la horrible muerte de Mary Jane Kelly, se practicó una redada en ese domicilio, pero el fugado no estaba allí y nadie conocía su paradero.

Permaneció libre durante casi cuarenta años, hasta que en 1927 retornó imprevistamente por propia voluntad al asilo de Broadmoor, rogando que lo admitieran pues, conforme sus palabras recogidas por un periódico: “estoy muy cansado y quiero morir junto a mis amigos”.

Fue su última reclusión y sólo vivió dos años más. En 1929 expiró a causa de neumonía lobular doble, atento consta en su certificado de defunción.

En ese lapso final escribió unas memorias que el investigador policial Ed Norris afirmó, en un programa de Discovery Channel, haber leído.

En esas notas, aunque Kelly no confiesa abiertamente haber sido Jack el Destripador, trasunta un enfermizo odio hacia las prostitutas. Además, en su propio diario personal reconoce que estaba escondido en Londres entre los meses de agosto y noviembre de 1888, es decir: desde el inicio hasta el término de la horrible matanza de East End de Londres de ese fatídico año de 1888.

  • James Maybrick

En 1992 surgió una nueva teoría que causó sensación por lo evidente que parecía.

Michael Barrett, un distribuidor de chatarra de Liverpool, presentó un diario escrito por un hombre llamado James Maybrick en 1889, que confiesa ser el mismo Jack el Destripador.

James Maybrick era un comerciante de algodón que comenzó su negocio en Londres, viajó a los Estados Unidos para abrir una oficina en Virginia y volvió varios años más tarde. Había contraído la malaria en Estados Unidos y tomaba una combinación de arsénico y estricnina. La medicación era adictiva y él siguió tomando arsénico hasta que falleció, en 1889.

Nunca se sospechó de él hasta la aparición del diario, en el que Maybrick se autodenominaba Jack, y daba a entender que era el asesino de las prostitutas con hechos concretos: contando con detalle cada uno de los crímenes, hablando del placer que le producía el haberlos cometido, e incluso se burlaba de los esfuerzos vanos de la policía por encontrarlo. Es más, en el diario cuenta que era fácil buscar un nombre de asesino así que utilizó las 2 primeras letras de su nombre y las últimas 2 letras de su apellido.

  • Walter Sickert

El pintor impresionista británico Walter Richard Sickert fue un tardío nominado a la identidad de Jack el Destripador. Al igual que ocurriera con el príncipe Alberto Víctor y con el Dr. William Gull, su nombre empezó a destacarse en este caso criminal a partir de la teoría de la conspiración monárquico masónica.

La diferencia con los otros dos personajes históricos antes mencionados reside en que, mientras el aristócrata y el galeno nada hicieron para verse involucrados con la tétrica figura del Destripador londinense, Walter Sickert, en cambio, vivió obsesionado con este homicida múltiple.

De tal extraña obsesión hay sobradas pruebas.

Por ejemplo, pintó lienzos dedicados al criminal, a saber: “Jack en tierra” y “El dormitorio de Jack el Destripador”. Otras obras pictóricas que hoy día se exponen en la Galería Tate también serían reflejo de las matanzas victorianas.

A su vez, una retahíla de cuadros suyos muy conocida se inspiró en el asesinato de una prostituta, acaecido en Camden Town el 12 de septiembre del año 1907, y más de un perito en arte cree advertir en esas pinturas una recreación de las víctimas del otoño de terror de 1888.

Se especula, asimismo, que algunas de las cartas remitidas a la prensa y a la policía en la época de los homicidios conformaron facturación de este artista, aunque las habría redactado en vena de broma, igual que lo hicieron tantos ingleses.

Otros sospechosos secundarios con menos posibilidades

Aparte de los nombrados por cierto hubo más sospechosos, como por ejemplo algunos de los citados en varias páginas del sitio digital Casebook: Jack de Ripper, aunque las candidaturas que en el presente artículo aún no han sido analizadas, sin duda en general son poco serias y fáciles de descartar, y por tanto, el análisis más detallado de estos casos tendría un interés secundario. No obstante la anterior puntualización y a efectos ilustrativos, vale aportar seguidamente una apretada reseña sobre tales sospechosos secundarios.

  • Inspector Frederick Abberline

Fue el detective de Scotland Yard encargado de las principales investigaciones en los homicidios de 1888. Por lo común se lo reputó como un tenaz y meritorio (aunque frustrado) perseguidor del infame mutilador victoriano. Pese a ello, en época actual dos libros basados en estudios grafológicos le atribuyen haber sido el «asesino de Whitechapel», en una suerte de desdoblamiento de personalidad al estilo del Dr. Jekyll y de Mr. Hyde.

  • Joseph Barnett

Trabajador del mercado de Billinsgate de treinta años al tiempo de los crímenes, Joseph Barnett fue concubino de la víctima Mary Jane Kelly hasta poco antes de su homicidio.

Nunca recayeron recelos sobre su persona hasta que, en 1995, Bruce Paley publicó la obra Jack the Ripper: The Simple Thuth, propugnando la hipótesis de su culpabilidad. El motivo: el joven quería sacar a su novia de la prostitución y el alcoholismo. Para atemorizarla, al extremo de que la chica abandonase esa vida disipada y accediese a convivir definitivamente con él, se dedicó a matar a sus compañeras de oficio. Luego, poseído por un arranque de celos y furia, terminó masacrándola también a ella.

  • David Cohen

Su identidad no es segura, en tanto se adujo que su nombre y apellido judío es demasiado común, y podría referir a un acrónimo con el cual se designó a una persona equis. Fue propuesto como el asesino por el ripperólogo Martín Fido en el año 1993.

David Cohen podría haber sido un interno del hospital de Whitechapel, considerado muy violento y peligroso. Probablemente trabajaba de carnicero, y por 1888 sufría de sífilis avanzada. La enfermedad lo habría precipitado al desquicio mental, y lo habría debilitado al punto de no poder proseguir con la matanza. Se trataría del individuo que Joseph Lawende y otros testigos judíos vieron junto a la víctima Catherine Eddowes instantes previos a su deceso, y aunque lo conocían, no habrían querido denunciarlo.

  • Dr. Thomas Neill Cream

Fue un adinerado médico abortista escocés que cobró notoriedad por envenenar mujeres, en especial prostitutas. Se lo conoció bajo el alias de “Envenenador de Lambert”, en relación con el área de Londres en donde cometió sus últimos crímenes.

Era un excéntrico y trató de incriminarse a sí mismo. Lo condenaron a muerte, y cuando subió al patíbulo exclamó: «Yo soy Jack el…», sin poder concluir la frase, pues se abrió la trampilla y, tras caer, resultó desnucado por soga anudada a su cuello.

En realidad Thomas Cream estuvo preso en Norteamérica durante las tropelías del Destripador, y según una muy arriesgada especulación, se habría valido de su dinero a fin de sobornar a los guardias de la prisión, colocando a un doble en su lugar mientras se ocupaba de mutilar meretrices en Londres (teoría por cierto demasiado rebuscada y muy poco probable).

  • George Hutchinson

Este sospechoso ocasional también se vincula a Mary Jane Kelly. Fue un obrero que testificó haberla visto, horas previas a su muerte, en compañía de un sujeto extrañamente bien vestido para la pobreza imperante en Whitechapel.

En 1998 Robert “Bob” Hinton publicó la obra From Hell: The Jack the Ripper Mistery,36 donde se arguye que las declaraciones de George Hutchinson a la policía constituyeron una cortina de humo a fin de ocultar su culpabilidad. La verdad habría sido que, enamorado de la bella meretriz, la habría asesinado durante un acceso de rabia y despecho al ser despreciado por ésta.

  • Alexander Pedachenko

Se trata de un sospechoso ficticio. Presunto médico ruso asesino enviado por la policía secreta zarista a Londres para eliminar sádicamente prostitutas, a fin de poner en ridículo a Scotland Yard. Al menos eso sostuvo el autor William Le Queux en un libro editado en 1923 que se titula en español: Lo que sé sobre reyes, celebridades y ladrones.

  • James Thomas Sadler

En febrero de 1891, cuando en el este de Londres alguien degolló a la víctima no canónica Frances Coles, este hombre contaba con cincuenta y tres años y laboraba de fogonero en un barco. El individuo era amante de esa joven meretriz, y fue sindicado de haber sido su asesino; de paso, se receló también que hubiera sido Jack el Destripador.

Estuvo preso bajo esta sospecha, y una enfurecida turba intentó lincharlo cuando la policía lo sacó de la comisaría de la calle Leman rumbo al Juzgado. Finalmente se lo liberó debido a falta de pruebas aptas a fin de incriminarlo. Tampoco nunca le instruyeron cargos por los homicidios del Destripador.

  • James Kenneth Stephen

James Kenneth Stephen fue un poeta y abogado inglés de familia aristocrática, que además fungió de preceptor del nieto de la Reina Victoria, el Príncipe Albert Víctor.

Terminó sus días recluido en un hospicio aquejado de desórdenes mentales. Se caracterizó por ser en extremo misógino, y este rasgo visible en algunos de sus más violentos poemas indujo a sus detractores a especular que pudo haber perpetrado las fechorías que en 1888 llevó a cabo, en el distrito de Whitechapel, el homicida en serie apodado ‘Jack el Destripador’.

Sin embargo, la mayoría de los estudiosos de ese caso criminal lo descartan como sospechoso plausible, pese a que dos investigadores publicaron sendos libros sugiriendo que efectivamente se trató de un asesino de prostitutas.

  • Joseph Silver

Fue un proxeneta judío que operó en el este de la capital inglesa en 1888, donde estuvo a cargo de una casa de lenocinio. De historial muy turbulento, viajó por el mundo residiendo en Sudáfrica una década más tarde, en donde instaló una cadena de cafeterías y burdeles.

Años atrás había estado privado de su libertad en la prisión norteamericana de Sing Sing, acusado de cometer robos y estafas. Las andanzas de Joseph Silver concluyeron trágicamente en 1918 al ser ejecutado en Polonia bajo los cargos de espionaje y traición.

En el año 2007, el historiador Charles Van Onselen lo sugirió como Jack el Destripador en su libro «The Fox and the Flies: The wold of Joseph Silver».

  • Dr. John Williams

Fue nominado Destripador de Londres por Tony Williams, descendiente suyo, en el libro “Uncle Jack” publicado en el año 2005.

Se trató de John Williams, un prestigioso cirujano vinculado a la casa real británica, que en el tiempo de los asesinatos victorianos trabajaba en la enfermería del Hospital de Whitechapel. Se manejó que habría tratado por enfermedades venéreas a algunas de las víctimas; el bisturí con que practicaba las mutilaciones es una reliquia que actualmente se exhibe en el Museo de Gales. No quedan claros los motivos que lo podrían haber inducido a emprender la masacre.

  • Lewis Carroll

Aunque siempre se lo consideró un soñador inofensivo, en el año 1996 el autor Richard Wallace no vaciló en acusarlo de haber sido el hombre que estaba oculto bajo el alias de Jack el Destripador. Las pretendidas pruebas que supuestamente le acusaban, eran frases crípticas contenidas en sus libros diecinueve años antes de la matanza del otoño de 1888. Según esta interpretación, el ya desequilibrado escritor, dejó allí pistas anticipando los crímenes que planeaba cometer.

  • Elizabeth Williams

Más insólita aún resulta la candidatura al cargo de Asesino de Whitechapel que un ensayo reciente impone a Elizabeth Williams, la esposa del Dr. John Williams, conforme sugiere John Morris en la obra Jack the Ripper: The Hand of the Woman, Londres, Inglaterra (2012).

Según esta teoría, Lizzie Williams sería Jack el Destripador, quien mutilaba a las prostitutas movida por celos y envidia al ser ella infértil. De paso, se vengaba así de Mary Jane Kelly, presunta amante de su marido.

  • Mary Eleanor Pearcey

Otra mujer acusada de ser “Jill the Ripper” fue Mary Eleanor Pearcey (también identificada como Mary Eleanor Wheeler). Se trató de una joven convicta por ultimar a la esposa y a la pequeña hija de su amante. La condenaron a muerte, y en su época nadie manejó seriamente que, además, hubiera sido Jack el Destripador, aunque debido a su gran fuerza muscular se barruntó que también podía haber consumado los desmanes del Destripador.

Empero, sus motivaciones para matar difieren de aquellas que movilizaron al victimario del East End londinense, y hay consenso en que deviene una candidata sumamente improbable.

  • Dr. Stephen Appleford

Otro ensayo de reciente data, también fundado en la ciencia (en una mezcla de las disciplinas matemáticas, grafología, y estadísticas, entre otras), propone que los siguientes dos cirujanos, Drs. Stephen Herbert Appleford y Frederick Gordon Brown, estuvieron involucrados en los crímenes del otoño de terror.

Los citados eran cuñados entre sí, y ambos tuvieron destacadas carreras académicas. El más relacionado con el caso de Jack el Destripador notoriamente fue Frederick Gordon Brown, médico forense de la Policía de la City de Londres, quien en su momento presentó un minucioso informe de la autopsia que practicó a la víctima Catherine Eddowes, lo cual, conforme con ciertas interpretaciones, se estima que configura una de las pruebas de su posible implicancia en los homicidios. No obstante, y según el investigador Eduardo Cuitiño, quien realmente podrá haber cometido los crímenes de Witechapel fue Stephen Herbert Appleford; y el rol que le podría haber ajustado a Frederick Gordon Brown se reduciría al de encubridor, o a lo sumo el de colaborador un tanto forzado.

  • Francis Thompson

Francis Thompson fue un poeta y ensayista británico que murió joven de tuberculosis y que vivió en la pobreza. Aunque no está comprobado, también pudo haber padecido dolencias venéreas.

El escritor Richard A. Patterson lo postuló en el año 2002 al cargo de homicida múltiple victoriano.

El motivo esgrimido para esta acusación, fue que Francis Thomson habría sufrido de un grave desquicio psíquico impelido por su religiosidad enfermiza y su misoginia extrema. Se podría haber tratado pues de un asesino del tipo de los que la moderna criminología califica de “misionero”, y que podría haber ultimado a las meretrices de Whitechapel para sanear a la sociedad, y castigarlas por propagar vicios y enfermedades. Adicionalmente, también poseía habilidades quirúrgicas, y además vivió en la zona de Whitechapel entre 1885 y 1888, cuestiones estas últimas que lo califican como sospechoso pero que obviamente no son concluyentes.


Libros en español sobre Jack el Destripador

Última actualización: 26 de octubre de 2015

Libros en español de ficción y de no ficción sobre el mítico asesino serial «Jack el Destripador» del East End londinense.

Principales libros de no ficción escritos por autores latinos

  • Ariadna Bielba, Jack el Destripador y otros asesinos en serie, Edimat Libros S.A, Madrid, España, 2007, ISBN 978-84-9764-851-6.
  • Gabriel Pombo, El monstruo de Londres: La leyenda de Jack el Destripador, editorial Artemisa, Montevideo, Uruguay, 2008, ISBN 978-9974-8051-7-0 (texto en línea).
  • Gabriel Pombo, Jack el Destripador: La leyenda continúa, edición independiente, Montevideo, Uruguay, 2010, ISBN 978-9974-1-0663-5 (texto en línea).
  • Nuria Janire Rámila, La maldición de Whitechapel, Aladena editorial, Málaga, España, 2009, ISBN 978-84-92510-177.
  • Mónica Laura Arra, Jack en Scotland Yard, editorial fps, La Plata, Argentina, 2010, ISBN 978-987-26318-0-2, primera edición.
  • Mónica Laura Arra, Jack el destripador, reseña histórica, estudio grafológico de Frederick George Abberline, Dosyuna Ediciones Argentinas, Buenos Aires, Argentina, 1012, ISBN 978-987-1573-20-2.
  • José Luís Abad y Benitez, Jack el destripador: El asesino más inteligente de la historia, maquetación e impresión: Litografía Santa Elena, Distribución: Ingénercan S.L, España, primera edición, julio 2011.
  • Eduardo Cuitiño, Jack el Destripador: Un enigma con solución, editorial ‘Torre del Vigía’, Montevideo, Uruguay, diciembre de 2013, ISBN 978-9974-8420-3-8.

Principales libros de ficción escritos por autores latinos

  • Arquímedes González Torres, La muerte de acuario: Sherlock Holmes a la caza de Jack El Destripador, Ediciones Distribuidora Cultural, Managua, Nicaragua, 2005, ISBN 9992448415 y 9789992448410.
  • Enrique Hernández Montaño, Entre las sombras: Londres, 1888. Jack el destripador deja un sendero de sangre en las adoquinadas calles de la ciudad del Támesis. El inspector Abberline sigue incansable la pista del asesino, Ediciones Nowtilus S.L, Madrid, España, 2007, ISBN 978-84-9763-385-7 y 8497633857 (texto en línea).
  • Antonio Ruiz Vega, Últimas palabras de Kate Eddowes, Ochoa, 2006, ISBN 8473596056 y 9788473596053.

Principales libros de no ficción escritos por autores anglosajones

  • Tom A. Culen, Jack el destripador: otoño de terror, Ultramar, 1993, ISBN 8473868188 y 9788473868181.
  • Colin Wilson, Robin Odell, Jack el Destripador: Recapitulación y veredicto, editorial Planeta, Barcelona, España, 1989, ISBN 84-320-4441-5 y 9788432044410.
  • Rick Geary, Jack el destripador : diario de los crímenes de Whitechapel, 1888-1889, editorial Club Universitario, 2003, ISBN 8484542351 y 9788484542353 (texto en línea).
  • Shirley Harrison, El Diario de Jack el Destripador, Círculo de Lectores, 1994, ISBN 84-406-4166-4, 842265069X, y 9788422650690.
  • Paul H. Feldman, Jack el Destripador: Capítulo final, Editorial Planeta, Barcelona, España, 1999.
  • Patricia Daniels Cornwell, Retrato de un Asesino: Jack el Destripador, Caso Cerrado, Ediciones B grupo Z, Barcelona, España, 2003, ISBN 84-666-1102-9 y 9788466611022.
  • Stewart P. Evans, Keith Skinner, Jack el destripador: Cartas desde el Infierno, ediciones Jaguar, Madrid, España, 2003, ISBN 84-95537-69-9 y 9788495537690.

Principales libros de ficción escritos por autores anglosajones

  • Alan Moore, Eddie Campbell, From Hell / Desde el Infierno (cómic), Editorial Planeta De Agostini, Barcelona, España, 2001, ISBN 84-395-9158-6, 1603091793, 9781603091794 (comentario en línea ; texto en línea en inglés ; texto en línea en español ; artículo en Wikipedia).
  • Iain Siclair, White Chappell: Trazos Rojos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, 2004, ISBN 950-07-2598-3 (comentarios en línea ; texto en línea).
  • Anne Perry, El complot de Whitechapel, Ediciones de Bolsillo, Buenos Aires Argentina, 2004, ISBN 987-566-030-2.
  • Robert Bloch, La noche del Destripador, Plaza y Janés Ediciones, Barcelona, España, 1987, ISBN 84-01-32213-8 y 9788401322136.
  • James Reese, El dossier Drácula, Editorial Planeta Internacional, Barcelona, España, 2011, ISBN 978-84-08-08780-9 y 8408087800 (texto en línea).

Principales libros en español de criminología escritos por autores latinos, donde se destina un capítulo o sección a Jack el Destripador

  • Vicente Garrido, La mente criminal: La ciencia contra los asesinos en serie, Ediciones Planeta Madrid S.A, Madrid-España, 2007, ISBN 978-84-8460-644-4.
  • Daniel Silva y Raúl Torre, Investigación criminal de homicidios seriales, Editorial García Alonso, Buenos Aires-Argentina, 2004, ISBN 987-9488-32-6.
  • Raúl Torre y Daniel Silva, Perfiles criminales, Ediciones Dosyuna, Buenos Aires Argentina, 2006, ISBN 987-22059-4-9.
  • Gabriel Pombo, Historias de asesinos, Editorial jurídica Carlos Alvarez, Montevideo-Uruguay, 2010, ISBN 978-9974-611-38-2.
  • Santiago Camacho, 20 grandes conspiraciones de la historia, Editorial El Ateneo, Buenos Aires-Argentina, 2003.

Principales libros en español escritos por autores anglosajones, donde al menos se destina un capítulo o sección a Jack el destripador

  • Robert K. Ressler y Tom Shachtman , Dentro del monstruo: Un intento de comprender a los asesinos en serie, Alba Editorial, Barcelona- España,2003 , ISBN 84-8428-199-X.
  • Judith R. Walkowitz, La ciudad de las pasiones terribles: Narraciones sobre el peligro sexual en el Londres victoriano, Ediciones Cátedra S.A,;Madrid-España, 1995, ISBN 84-376-1335-3.
  • Helen Morrison y Harold Goldberg, Mi vida con los asesinos en serie, Editorial Océano,, Barcelona-España, 2004, ISBN 84-494-1913-1.
  • Jasper Ridley, Los masones, ediciones B, Buenos Aires-Argentina, 2006.
  • Deborah Cameron, Feminicidio, Ediciones de la Universidad Autónoma de México, ciudad de México, 2006.
  • Colin Wilson, Los asesinos: Historia y psicología del homicidio, Ediciones Luís de Caralt, Barcelona-España, 1976.

 


VÍDEO: CANAL HISTORIA – JACK EL DESTRIPADOR

VÍDEO: NATIONAL GEOGRAPHIC – JACK EL DESTRIPADOR


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