Ivan Robert Marko Milat

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Ivan Milat

El asesino de mochileros

  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: Violador
  • Número de víctimas: 7 +
  • Fecha del crimen: 1989 - 1992
  • Fecha de detención: 22 de mayo de 1994
  • Fecha de nacimiento: 27 de diciembre de 1944
  • Perfil de la víctima: James Gibson, de 19 años, y Deborah Everist, de 19 / Simone Schmidl, de 21 / Gabor Neugebauer, de 21, y Anja Habschied, de 20 / Caroline Clarke, de 21, y Joanne Walters, de 22
  • Método del crimen: Apuñalamiento - Arma de fuego
  • Lugar: Nueva Gales del Sur, Australia
  • Estado: Condenado a siete cadenas perpetuas, más otros 18 años de cárcel, el 27 de julio de 1996
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Ivan Milat – El asesino de mochileros

Matase.wordpress.com

Ivan Robert Marko Milat nació el 27 de diciembre de 1944 en Guildford (Australia). Durante su juventud entró varias veces en la cárcel por robos cometidos dada su pertenencia a bandas de carretera que atracaban en las cercanías de gasolineras a conductores solitarios.

En el año 1971 fue acusado del secuestro de dos jóvenes y de la posterior violación de una de ellas, aunque le fueron retirados los cargos y no llegó a entrar en prisión. No obstante, seguiría entrando y saliendo de la cárcel durante los siguientes 20 años por atracos varios.

El 20 de septiembre de 1992 un grupo de jóvenes que participaban en una carrera de orientación en el Bosque Estatal de Belanglo encontraron un cadáver en avanzado estado de descomposición. Tras el aviso pertinente a las autoridades el parque fue cerrado y tomado por la policía, quienes encontraron otro cadáver a unos 35 metros de distancia al día siguiente.

En un principio los medios de comunicación dieron por sentado que se trataba de los cuerpos de Caroline Clarke y Joanne Walters, unas jóvenes mochileras británicas que habían desaparecido el mes de abril anterior.

Aún así, también se habían producido más desapariciones en aquella época, como las de Gabor Neugebauer y Anja Habschied, una pareja alemana cuya desaparición había sido denunciada a principios de ese año de 1992. Y a la vez también se podía tratar de Deborah Everist y James Gibson, otra pareja desaparecida en el año 1989.

Finalmente, las investigaciones concluyeron que se trataba de Caroline Clarke y Joanne Walters. Joanne presentaba 35 puñaladas y Caroline diversos impactos de bala en la cabeza. Tras otros seis días de búsqueda intensiva no encontraron nada más y se cerró la investigación en Belanglo.

En octubre de 1993 un hombre llamado Bruce Pryor descubrió un cráneo humano y un fémur humanos en una zona remota del Bosque de Belanglo. La policía acudió rápidamente y no tardaron en descubrir el resto de los cadáveres; se trataba de James Gibson y de Deborah Everist. En un principio no les cuadraba que los cuerpos estuviesen allí, puesto que la mochila y la cámara de fotos de James había aparecido dos años antes en los suburbios de Sydney, a unos 100 kilómetros del lugar.

En 1 de noviembre de ese mismo año el sargento Jeff Tritcher encontró un cráneo en un claro del bosque. Pertenecía a Simone Smichdl, una joven alemana que había sido vista por última vez haciendo autoestop el día 20 de enero de 1991. En la búsqueda posterior apareció el resto del cadáver que presentaba numerosas heridas por arma blanca en torso y cabeza. Sorprendentemente los restos de ropas halladas no se correspondían con la última ropa que se recordaba a Simone, pero sí coincidían con la indumentaria de Anja Habschied.

Dos días más tarde, el 3 de noviembre, aparecieron los restos de la pareja que faltaba, Anja y Gabor. Se encontraban enterrados a escasa profundidad a poco más de 40 metros de donde había aparecido Simone. Gabor había sido asesinado a disparos y Anja decapitada.

Ante la similtud [similitud] de los asesinatos, la policía comenzó a investigar la posibilidad de que se tratase de un asesino en serie. En este punto se produjo un hecho que marcaría la investigación: la policía recibió una llamada de un hombre llamado Paul Onions.

Paul era un joven británico que unos años atrás había estado recorriendo Australia haciendo autoestop, al igual que todas las víctimas encontradas. Un hombre llamado «Bill» había parado para llevarle al sur de Sydney, en la misma dirección que se encuentra el Bosque de Belanglo. En el transcurso del viaje «Bill» sacó un arma y le apuntó. Paul consiguió bajar y con ayuda de Joanne Berry, una joven que pasaba por allí en su moto, consiguió llegar a la comisaría y presentar la denuncia.

Misteriosamente, esta denuncia se quedó traspapelada y nunca llegó a investigarse hasta la llamada de Paul. Joanne Berry había dejado sus datos de contacto, y cuando fue requerida incluso aportó el nombre de un hombre que trabajaba con Ivan Milat que, dijo, podría ser revelador. Este hombre se llamada Richard Milat; era el hermano de Ivan. Richard afirmó que el día en que se había producido el asalto a Paul su hermano no había ido a trabajar.

Además, al indagar en el historial de Ivan se dieron cuenta de que tenía numerosos antecedentes por robos, y que, aunque se había archivado, en su historial constaba una denuncia por secuestro y violación. Además, Ivan poseía una pequeña cabaña en las cercanías del bosque donde se habían hallado los cuerpos, y era un coleccionista de armas, tanto de fuego como blancas.

Una vez llegados a este punto, las autoridades emitieron una orden de detención contra Ivan, y pidieron a Paul Onions que volase hasta Australia. Paul llegó el 5 de mayo de 1994 e identificó sin lugar a dudas en fotografías que el hombre que buscaban se trataba del mismo que le había recogido en el coche para posteriormente apuntarle con un arma.

Ivan Milat fue finalmente detenido el 22 de mayo con un gran dispositivo de más de 50 agentes. A pesar de que se negó a declarar, las pruebas de balística demostraron que las armas que habían asesinado a tres de los siete mochileros eran suyas. Apoyándose también en la identificación, se le acusó formalmente de siete asesinatos.

El día 27 de julio de 1996 el jurado declaró a Ivan Milat culpable de siete asesinatos, así como de intento de secuestro, robo e intento de asesinato sobre la persona de Paul Onions. El juez le condenó a una cadena perpetua por cada uno de los asesinatos y a otros seis años más por cada uno de los cargos de los que lo acusó Paul, lo que hace que esté cumpliendo un total de siete cadenas perpetuas más 18 años.

En su estancia en la cárcel Ivan ha demostrado ser un preso bastante peligroso. El primer día tuvo un altercado con otro preso que acabó en una pelea. Antes de llevar un año intentó fugarse junto a otro preso, George Sawas. Fueron interceptados a tiempo y misteriosamente George apareció ahorcado al día siguiente en su celda. Ivan fue trasladado a otra prisión, a la de máxima seguridad de Goulburn.

Protagonizó numerosos casos de autolesión tragando objetos cortantes, e incluso llegó a amputarse un dedo con un cuchillo de plástico.


Ivan Milat – «El Asesino de Mochileros»

Grotesqueandarabesque.blogspot.com

4 de marzo de 2015

Anualmente, se reportan más de 35 mil de desapariciones en Australia. La cifra parece increíble. Afortunadamente más del 95% de las personas extraviadas son finalmente encontradas… y, sin embargo, unas 1.600 desaparecen sin dejar rastro.

Muchas de estas personas desaparecidas son jóvenes mochileros, nativos y extranjeros, que se adentran en las regiones más inhóspitas con el fin de conocer y vivir una verdadera aventura entre bosques vírgenes y desiertos majestuosos. Un panorama bastante atractivo, teniendo en cuenta el contraste del paisaje en el sexto país más grande del mundo, el que cuenta con una superficie de más de 7.600.000 kilómetros cuadrados.

Recorrer Australia, a pie o haciendo autostop, además de resultar emocionante para los jóvenes mochileros, es bastante económico. Pero hay algunas historias muy oscuras que se cuentan en torno a los mochileros que nunca aparecen. Los lugareños, suelen advertir a los aventureros sobre la presencia de asesinos seriales que buscan sus víctimas entre los descuidados que piden un aventón. Estas inquietantes historias han ido aumentando en vista de que, efectivamente, las desapariciones en Australia son demasiado comunes. Y hay una, en particular, que horrorizó a la comunidad durante varios años.

Todo comenzó el 20 de septiembre de 1992, cuando unos jóvenes avisaron a la policía sobre el hallazgo del cadáver de una chica en avanzado estado de descomposición en el bosque estatal de Belanglo, cerca de Melbourne. La policía cerró el área y comenzó a buscar pistas; pero la sorpresa fue mayor cuando dieron con otro cuerpo femenino.

Las víctimas fueron identificadas como Caroline Clarke y Joanne Walters, dos chicas inglesas que se habían extraviado solo un par de meses antes. La brutalidad del doble asesinato no dejó indiferente a la policía. Joanne Walters había sido apuñalada al menos 35 veces, mientras que Caroline había recibido diez disparos en la cabeza con un potente rifle de caza.

En el lugar se encontraron los restos de una fogata, lo que sugería que el o los asesinos habían permanecido bastante tiempo con las víctimas antes de marcharse, posiblemente torturándolas. El caso dio que hablar; sin embargo la investigación se diluyó en vista de que no existía ninguna pista que vinculara los crímenes con algún sospechoso. Las familias de las chicas tuvieron que resignarse a que el crimen quedara impune.

El 5 de octubre de 1993, se encontraron los resto óseos de dos autoestopistas, nuevamente en el bosque de Belanglo. La policía descubrió algunos casquillos de bala en los cuerpos, los cuales fueron identificados como los de James Gibson y Deborah Everist, ambos de 19 años. Los jóvenes había desaparecido el 30 de diciembre de 1989, y desde entonces se encontraban con [en] paradero desconocido.

La policía no tardó en sospechar que los cuatro crímenes estaban relacionados, pues las estrías de las balas halladas en la nueva escena, coincidían con las encontradas en los cuerpos de las dos mochileras encontradas tres meses antes. Nuevamente se encontraron restos de fogata cerca del lugar. También era un patrón común que los cuerpos mostraran ataduras en las manos y distintos golpes en todo el cuerpo. Posiblemente un asesino en serie estaría rondando la zona, y la prensa no tardó en alarmar a la población.

La aparición de un cráneo, el 1 de noviembre de ese mismo año, solo sirvió para desatar una verdadera cacería humana por parte de la policía, pues se habían topado con la cabeza de Simone Smichdl, una joven alemana que había desaparecido el 20 de enero de 1991.

El cuerpo apareció días más tarde. mostrando numerosas heridas corto punzantes en el pecho realizadas, muy posiblemente, con un cuchillo de caza grande. Sin embargo, en las cercanías, se habían encontrado las ropas de otra chica alemana reportada como desaparecida y que no tenía nada en común con Simone Smichdl, salvo la nacionalidad, Anja Habschied.

Después de tres días de búsqueda, a unos escasos 40 metros, se encontró el cuerpo de Anja y su novio Gabor Neugebauer. Ambos habían desaparecido mientras hacían autostop en las carreteras australianas. Gabor había sido asesinado con nueve disparos en la cabeza, mientras que a Anja la habían decapitado viva. Nunca se pudo encontrar su cabeza.

Nuevamente coincidieron las estrías de las balas… definitivamente la policía estaba tras la pista de un asesino serial que no se detendría hasta que lo atraparan y que se estaba volviendo cada vez más sádico y osado. Pero más allá de tener las municiones del arma homicida que se utilizó en algunos de los crímenes, los investigadores no tenían más pistas.

Se detuvo a cientos de sospechosos; pero no se sacó nada en limpio. Los noticieros y los periódicos se encargaron de difundir la noticia tanto a nivel local como internacional, debido a que algunas de las víctimas eran turistas europeos.

Se abrieron líneas telefónicas para recibir cualquier tipo de información que sirviera para atrapar al asesino. Se recibieron miles de llamadas apuntando a sujetos extraños y violentos de la zona; pero cada vez que la policía los interrogaba, terminaban dándose cuenta que tenían al sujeto equivocado entre manos.

Sin embargo, hubo una llamada que resultó siendo crucial para la investigación. Esta provenía de Europa. La noticia ya se había masificado y el gobierno australiano estaba empeñado en difundir el caso a nivel internacional, con la esperanza de que alguien que hubiese visitado el país a principio de los 90, supiera o hubiese visto algo. Y así fue.

Un joven británico, llamado Paul Onions, se comunicó con la línea de informaciones sobre los crímenes de Belanglo, y contó que cuando visitó el país, unos años atrás, tuvo un inquietante encuentro con un sujeto que accedió a llevarlo en su camioneta, mientras él hacía autostop.

El hombre se presentó como «Sam» y se detuvo cuando el joven mochilero pedía un aventón hasta el sur de Sydeny, en la misma dirección que se encontraba el bosque de Belanglo. Luego de charlar unos minutos, «Sam» se quedó callado y comenzó a hacer movimientos extraños con su mano, bajo el asiento. Onions se dio cuenta y se preparaba para saltar del vehículo, cuando el conductor ya había sacado un arma y le apuntaba a la cabeza.

Onions no lo pensó dos veces, y saltó de la camioneta hacia la carretera. «Sam» bajó de su vehículo, persiguiéndolo con el revólver, hasta que lo alcanzó. Paul, que se resistía con todas sus fuerzas, sabía que si se dejaba atrapar posiblemente terminaría muerto. Comenzaron a forcejear hasta que una motocicleta se acercó al lugar.

El hombre del revólver se vio obligado a huir, mientras el joven Paul pedía ayuda al oportuno motorista que ya se había percatado del incidente. Joanne Berry era quien conducía la motocicleta, una joven que vivía por los alrededores y que, valientemente, se acercó para auxiliar [a] Onions.

En vista de lo ocurrido, Berry le aconsejó a Onions dejar una denuncia en el departamento de policía. Ella misma lo llevó, inmediatamente, a declarar; pero dicha denuncia nunca aparecería dentro de los registros, pues terminó traspapelándose y desapareció.

El apellido Milat aparecía en esos papeles… Joanne Berry lo mencionó, pues advirtió a la policía que una amiga de ella le contó acerca de algunos asuntos turbios en los cuales un tal Richard Milat, y dos de sus hermanos, estaban involucrados. Específicamente en robos y asaltos a mano armada en la carretera. Cabe destacar que los hermanos Milat eran 14 en total.

A pesar de la desaparición del reporte, se pudo acceder a una copia no oficial del relato de Onions, y el apellido Milat resultó sumamente familiar a los investigadores. Varias de las personas que llamaron a las autoridades, para ayudar en el caso de los mochileros asesinados, habían hablado de los extraños hermanos Milat. Se sabía que eran sujetos hoscos, de mal vivir, aficionados a la caza y que siempre iban armados.

El primer nombre de la lista era Richard, y no tardaron en interrogarle sobre el ataque a Paul Onions. Richard negó todo… y pudo demostrar su coartada; sin embargo proporcionó un dato clave para la investigación. La fecha en la cual se denunció el ataque, su hermano, Ivan Milat, no se presentó a trabajar. La policía tenía a un nuevo sospechoso.

Ivan tenía una reputación peor que la de su hermano. No solo había sido señalado como un sujeto violento y psicopático; sino que tenía antecedentes por haber raptado y violado a una chica.

Ivan Robert Marko Milat nació el 27 de diciembre de 1944. Era un hombre aficionado a la caza, musculoso y desagradable. Lucía un gran bigote de camionero y, aparentemente, disfrutaba mucho de la vida al aire libre. Había pasado varios años en la cárcel por distintos robos y era un coleccionista de armas de todo tipo, y no solo eso… era propietario de una pequeña cabaña ubicada en el bosque de Belanglo. Todo apuntaba a que el sospechoso podía ser, perfectamente, el sádico asesino que tenía en vilo a la comunidad… pero eso había que probarlo.

La policía consiguió una orden de aprensión contra Ivan, al mismo tiempo que solicitaron a Paul Onions que viajar de inmediato hasta Sydney para reconocer a su asaltante. El 5 de mayo de 1994, Onions llegó hasta el departamento de policía y reconoció de inmediato (gracias a una fotografía) a Ivan Milat como su asaltante, quien años atrás estuvo a punto de raptarlo y posiblemente asesinarlo.

Un escuadrón de 50 agentes detuvieron a Milat, sin que este mostrara ningún tipo de resistencia.

Tras revisar el arsenal de armas que poseía Ivan, no pudieron dar con el rifle homicida, lo que consternó un poco a los investigadores; pero sí encontraron los objetos robados a los mochileros asesinados. Cámaras fotográficas, billetes extranjeros, ropa, sacos de dormir, bolsos de viaje, termos y cantimploras fueron hallados en su propiedad… incluso sogas muy similares a las utilizadas para maniatar a las víctimas.

El gran problema era que, sin el arma homicida, solo podrían culparlo de robo. Por su parte, Ivan se negaba a cooperar e insistía en su inocencia.

Una y otra vez, los investigadores removieron pisos y paredes de la propiedad de Ivan Milat, sin resultados hasta que, por fin, encontraron el rifle que utilizó Milat en los asesinatos. El arma se encontraba oculta bajo un piso falso de madera, en el entretecho de la casa.

Los datos otorgados por el Control Estatal de Carreteras de Australia, terminaron por ubicar al sospechoso en todos los lugares y las fechas coincidentes con las desapariciones. No cabía duda de que Ivan Milat era el hombre al que estaban buscando.

Durante el juicio, Milat se mostró irónico y despectivo. Pasó de declararse inocente a insinuar que cometió los crímenes con la ayuda de hasta siete personas más. Para los investigadores era obvio que estaba mintiendo. Si bien en un principio se planteó la posibilidad de que se tratara de dos asesinos, todo indicaba a que Milat actuó solo y sin ayuda.

El 27 de julio de 1996, Ivan Milat fue declarado culpable de siete asesinatos y un intento de secuestro y asesinato, y condenado a siete cadenas perpetuas, más otros 18 años de cárcel.

Respecto a las motivaciones de este asesino en serie, es poco lo que se sabe. Tampoco hay datos sobre su infancia y el trato que tuvo por parte de sus padres, aunque podemos suponer que se crió en un ambiente algo salvaje. Sus crímenes mostraban una especial crueldad y sadismo, además de un calculado proceder. Era conocido por ser un sujeto rudo y tosco, fama que compartía con varios de sus hermanos; pero Ivan era un tanto más diferente. Terminó convirtiéndose en uno de los más odiosos asesinos seriales de Australia.

Milat sigue tras las rejas, en donde ha demostrado un comportamiento sumamente agresivo. A tan solo 24 horas de haberse visto encarcelado, protagonizó una violenta gresca con otro interno. Un año más tarde, fue detenido cuando intentaba fugarse con otro reo, el que apareció misteriosamente asesinado al día siguiente.

Milat fue enviado de inmediato a la cárcel de alta seguridad de Goulburn, en donde siguió llamando la atención. Primero, intentó conseguir algunos privilegios por medio de protestas extremas, como automutilarse tragando corchetes, agujas y navajas de afeitar.

El 26 de enero del 2009, se amputó el meñique con un cuchillo de plástico, con el objetivo de mandarlo por correo a tribunales. Según las propias palabras de su otro hermano, Alex Milat, Ivan estaba «aburrido» y quería llamar la atención, o bien pedir que se le trasladara a una prisión de menor seguridad. El 2011, Ivan Milat perdió 25 kilos tras someterse a una huelga de hambre para acceder a una consola Playstation; pero no logró su objetivo.

Los siete espeluznantes crímenes cometidos por Milat, entre 1989 y 1993, consternaron a toda Australia e incluso sirvieron de inspiración para películas sobre asesinos seriales australianos (como Wolf Creek, dirigida por Greg McLean, 2005); sin embargo algunos investigadores creen que pudo haber cometido más asesinatos. Hace un par de años, la policía visitó a Milat para interrogarlo sobre el asesinato de dos jóvenes enfermeras, cometido en 1980; pero el acusado se limitó a sonreir, sin decir una palabra.

Tras el hallazgo de varios esqueletos en las inmediaciones de Belanglo, en los años posteriores, la sombra asesina de Milat continuó extendiéndose y se planteó la teoría de que, efectivamente, habían más crímenes asociados al peligroso psicópata. Sea como sea, a los 70 años, Ivan Milat sigue tras las rejas, sin cooperar, sin mostrar arrepentimiento alguno y en donde posiblemente pase el resto de sus días.

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