
- Clasificación: Asesina
- Características: Mató a una conocida para apoderarse de su bebé ante la presunta imposibilidad de ser madre por causas naturales
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 13 de agosto de 2002
- Fecha de detención: 20 de septiembre de 2002
- Perfil de la víctima: Vanessa Lorente Jiménez, de 22 años
- Lugar: Fene, A Coruña, España
- Estado: Condenada por la Audiencia Provincial de A Coruña a 30 años de prisión el 30 de mayo de 2006. El Tribunal Supremo redujo en dos años la condena al eliminar la agravante de confianza en julio de 2007
Índice
- 1 Un hijo vale una vida
- 2 Piden 20 años para la acusada de matar a una joven para quedarse con su bebé
- 3 La joven acusada de apropiarse de un bebé y matar a su madre en Fene (A Coruña) culpa a terceras personas de su muerte
- 4 Isabel Marcos le dijo a su padre que el hijo de Vanessa era suyo
- 5 El perito psiquiátrico que examinó a la acusada del crimen de Monfero descarta que tenga mermada su capacidad cognitiva
- 6 La confusión, el resultado de una mala investigación
- 7 Condenada a 30 años de prisión la mujer que mató a otra para quedarse con su bebé
- 8 El Supremo reduce en 15 años la condena de una mujer que ayudó a su hija a matar [a] una amiga para quedarse con su bebé
- 9 Matar para ser madre
Un hijo vale una vida
Manuel García Solano – El Mundo
29 de septiembre de 2002
Una llamada anónima puso en alerta hace unos días a la Guardia Civil. El comunicante decía que Isabel Marcos, una joven del municipio coruñés de Miño, estaba criando a un bebé que no era suyo. Se dispararon las sospechas. Alguien comenzó a atar cabos. Otra mujer, Vanesa Lorente, había desaparecido hacía poco más de un mes con su pequeño. Daniel tenía entonces cuatro meses. Ahora ha cumplido los cinco y su supuesta raptora le ha cambiado el nombre. Ante sus vecinos y familiares, lo hacía pasar por su hijo y le llamaba José Andrés.
La maquinaria policial se puso en marcha e Isabel Marcos Maceiras fue detenida en un piso alquilado que tenía en Miño. Estaba con el pequeño. Daniel fue trasladado al hospistal [hospital], donde los pediatras le hicieron un reconocimiento médico y las correspondientes pruebas de identidad. Así se confirmó lo que denunciaba la misteriosa llamada telefónica. Aquel niño no era hijo de la que se decía su madre, sino de Vanesa Lorente, la joven de 22 años a quien sus amigos buscaban desde el pasado 17 de agosto.
El hilo de la investigación provocó un despliegue de la Guardia Civil en otro municipio de la comarca, Monfero. Muchos vecinos achacaron aquel movimiento inusual de patrullas a la celebración del Rally de Ferrol. Pero poco tenía que ver aquello con una prueba deportiva. A medianoche, los agentes desenterraban un cuerpo en una finca propiedad de los padres de Isabel Marcos. El cadáver, con un golpe en la cabeza y síntomas de violencia, pertenecía a Vanesa, la joven desaparecida, la verdadera madre de Daniel.
La confesión
Isabel, sus padres y su ex marido, Ángel González, fueron conducidos ante el juez. La presunta homicida guardó un silencio absoluto hasta que, 72 horas después, acabó derrumbándose. Con un vago testimonio y después de incurrir en múltiples contradicciones, acabó confesando que había matado a Vanesa y se había quedado con el pequeño Daniel.
Aunque exculpó a sus padres, existen serias dudas sobre si Isabel pudo hacerlo todo sin ayuda; secuestrar y matar violentamente a Vanesa, trasladarla a la casa de Monfero, cavar una fosa y enterrarla. Y después, seguir viviendo como si nada hubiera pasado. Paseando con su niño. Sin levantar sospechas en su propia familia.
Cuando el 17 de agosto Vanesa Lorente Jiménez y su hijo Daniel desaparecieron de la casa en la que vivían con una amiga nadie podía imaginar un final tan trágico. Todos creyeron que Vanesa huía de nuevo de su entorno familiar, como ya había hecho en otras ocasiones. La joven tenía sólo 22 años y una complicada vida seguida muy de cerca por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Fene.
Había puesto varias denuncias por malos tratos contra el padre de su hijo, JMP, del que estaba separada. Por eso, cuando notaron su ausencia, mucha gente pensó que se había refugiado en un centro de acogida con el pequeño. Para proteger a su hijo y estar lejos de J. . «Él la echó de casa y la amenazaba con quitarle al niño pero ella lo seguía queriendo», recuerdan ahora con rabia los más cercanos a Vanesa Lorente. Sólo las amigas más íntimas de la joven recorrieron las calles pegando carteles con su foto y recabando pistas sobre su paradero.
Con la asesina
Hasta el día en que denunciaron la desaparición no sabían nada de la existencia de Isabel Marcos. «Cuando faltó Vanesa fuimos a casa de J., su marido, y él nos dijo que estaba con una tal Isa. Luego esa mujer apareció en el cuartel de la Guardia Civil cuando estábamos poniendo la denuncia y yo la volví a ver más tarde en un centro comercial», explica Araceli, una de las mejores amigas de Vanesa.
En aquel establecimiento, Araceli interrogó a Isabel Marcos sobre su relación con Vanesa. Pero sacó poco en limpio. Sólo respuestas vagas y un comentario de Isabel: «Qué calor hace y yo… que estoy embarazada…». «Pues no se te nota nada», fue la respuesta inmediata de Araceli.
El pasado sábado día 21, la Guardia Civil descubría el cuerpo sin vida de Vanesa en la casa de los padres de Isabel, enterrado a un metro de profundidad debajo de un alpendre que se utilizaba para colgar la ropa. Primero apareció el cadáver de un perro. Más abajo, el de la mujer. Según declaró más tarde Isabel Marcos, habían matado al animal para justificar ante sus vecinos el más que probable mal olor que desprendería el lugar.
Días después de que Vanesa fuese enterrada en la fosa, el padre de Isabel, albañil de profesión, echó una capa de cemento en el suelo del tendal. «Me lo pidieron mi mujer y mi hija porque decían que se manchaban los zapatos al ir a colgar la ropa», explicó ante el juez.
Ambos progenitores negaron totalmente su participación en los hechos. La madre de Isabel aseguró que creía haber ayudado a enterrar «un vespino» y testigos del hallazgo del cuerpo dicen que el padre se echó las manos a la cabeza cuando se descubrió el verdadero contenido de la fosa. «¿Que fixeches?» -¿qué hiciste?-, le gritó a su hija.
Hasta que se levante el secreto del sumario no se conocerán los motivos que ha alegado Isabel para cometer el crimen, justificar el rapto de un niño e inventarse un embarazo. Una hipótesis es que la joven estaba traumatizada porque no era capaz de tener descendencia. Otra, que buscó alguna manera de reconciliarse con su ex marido. O quizá, quería vengarse de él, celosa de la buena amistad que Ángel González tenía con Vanesa.
Lo único que parece cierto es que Isabel es la principal instigadora de un truculento plan para ser madre. Tras la desaparición y muerte de Vanesa, se metió de lleno en su papel de fingir durante semanas. Primero simuló un embarazo. Después, un parto. Se dejó ver ante sus vecinos con ropas holgadas y poco después comenzó a pasear por el pueblo con un carrito de bebé.
Quienes la trataban la describen como una persona «rara» y poco sociable, por eso nadie se hacía demasiadas preguntas. «Pensándolo bien ahora, no daban las cuentas», decía una mujer de Monfero cuando se destapó el suceso. Pero Isabel siempre fue una mujer reservada. Hablaba poco con los vecinos de su parroquia. Sólo entre los más allegados repartió unas fotos en las que se la veía sonriente, con el niño en brazos. Por lo demás, su vida era un continuo ir y venir. De Miño a Fene. De Fene a Monfero.
Su cambio constante de residencia y su carácter solitario le hicieron más fácil mantener la farsa de su maternidad. La veían empujando un cochecito de niño pero no le preguntaban nada.
En cambio, ahora todo son habladurías. Una mujer recuerda haberse cruzado con ella en la calle hace tan sólo unos días. Asegura que Isabel le enseñó al niño y le dijo que estaba de nuevo embarazada.
En sus apenas cinco meses de vida, el pequeño ya ha tenido dos familias. Su madre natural acabó muerta en un foso. Su presunta raptora, en la cárcel. Y él, Daniel o José Andrés, bajo la custodia de la Xunta de Galicia. Sin saber nada sobre su futuro y, afortunadamente, sin saber todavía nada sobre su pasado. «Vanesa quería darle a su hijo todo lo que ella no había tenido. Ojalá le dejen crecer tan feliz como mi amiga deseaba y que sepa siempre que su madre lo dio todo por él», dice Araceli.
Piden 20 años para la acusada de matar a una joven para quedarse con su bebé
Francisco Varela – Lavozdegalicia.es
28 de diciembre de 2005
La instrucción de la causa por el conocido como crimen de Monfero parece enfilar su final, transcurridos más de tres años de los hechos. El fiscal ha entregado sus conclusiones provisionales al juzgado de Betanzos que se ocupa del asunto, en las que solicita 20 años de cárcel para Isabel Marcos Maceiras como principal y única autora del asesinato de la joven Vanessa Lorente Jiménez. El relato de los acontecimientos que hace el ministerio público no difiere en líneas generales de las primeras hipótesis.
Isabel Marcos, ahora con 39 años y recluida desde entonces en la prisión de Teixeiro, conocía a Vanessa Lorente. El 13 de agosto del 2002 la supuesta asesina llamó por teléfono a su amiga, entonces con poco más de 20 años. Se reunieron en una cafetería de Fene y allí las vieron a ambas con el bebé de Vanessa, nacido en abril del 2002. Salieron del establecimiento y se dirigieron a la casa donde por aquellos días la joven madre vivía acogida por otra amiga. Sólo Vanessa subió al piso para recoger algunas cosas e invitar a la hija de la dueña a acompañarlas a hacer unas compras, pero ésta desistió.
Se pierde la pista
Isabel Marcos, Vanessa y su bebé partieron en un Citroën AX. De todo ello hay testigos, pero a partir de ahí se pierde la pista y nada se vuelve a saber de Vanessa hasta que un mes después se descubre su cadáver enterrado en la finca de los padres de Isabel Marcos, en Queixeiro, Monfero.
Para entonces, las amigas de Vanessa ya habían comenzado a sospechar de que algo raro ocurría, al no tener noticias suyas. Como su familia vivía fuera de la comarca de Ferrol y se había separado, por malos tratos, del que había sido su compañero y padre del bebé, sólo este círculo de amigas dio la voz de alarma.
La pista se recuperó en Miño pasado el 20 de septiembre, cuando agentes de la Guardia Civil llamaron a la puerta de un piso y les abrió Isabel Marcos con un bebé en brazos. Era el hijo de Vanessa, y ésta no aparecía por ninguna parte.
Le rompe la cabeza
Fue la propia Isabel quien llevó a los agentes hasta la fosa donde, a juicio del fiscal, ella sola enterró a su víctima después de romperle la cabeza con un objeto contundente. ¿Qué papel jugaron los restantes acusados?
Para el fiscal, los padres de Isabel y su ex marido son autores de un delito de detención ilegal y pide para ellos siete años y medio de cárcel. Es evidente, sostiene, que los padres sabían que su hija no había dado a luz y, a pesar de ello, le siguieron el juego. Igualmente actuó su ex esposo, que volvió a vivir con Isabel y presentó al crío como fruto del matrimonio. Antes de restaurar la convivencia entre ambos en el piso de Miño, Isabel vivió 15 días con sus padres, y con ella, el bebé, al que presentaba a los vecinos como hijo suyo para sorpresa de los habitantes de Queixeiro, que no la habían visto embarazada.
En un primer momento Isabel Marcos dijo a la Guardia Civil que el niño era de una amiga que había acudido a un entierro y le había pedido que se lo cuidara. Pero la supuesta asesina comentó poco después a los guardias, en una conversación irrelevante, que el cadáver estaba enterrado en un cobertizo.
La joven acusada de apropiarse de un bebé y matar a su madre en Fene (A Coruña) culpa a terceras personas de su muerte
E.P. – Elcorreogallego.es
8 de mayo de 2006
Isabel Marcos Maceiras, acusada de matar a Vanessa Lorente Jiménez el 13 de agosto de 2002 y de apropiarse de su bebé de tres meses, culpó hoy a terceras personas de la muerte de la joven, vecina de Fene (A Coruña), y atribuyó al consumo de drogas sus declaraciones en las que reconoció haber enterrado a la víctima.
La acusada, de 28 años de edad, se enfrenta a una petición de 20 años de cárcel por los delitos de homicidio y de detención ilegal que le imputa el Fiscal, además de una indemnización de 240.000 euros para el hijo de la víctima y de 30.000 euros para la madre de la fallecida, María Eugenia Jiménez Sánchez.
Las acusaciones particulares elevan las peticiones de prisión a un total de 28 años de cárcel, ya que consideran los hechos como un delito de asesinato y otro de detención ilegal. También están imputados el marido de la acusada, Ángel González Cernadas, y los padres de la joven, José Carlos Marcos Seco y María Maceiras Corral, por un delito de detención ilegal del menor.
El fiscal pide para cada uno de ellos 7 años y 6 meses de prisión, petición que las acusaciones elevan a 8 años en el caso de los dos primeros y a 11 años para la madre, porque solicitan también un delito de encubrimiento. Por su parte, las defensas piden la absolución.
Hechos
Según el escrito de la Fiscalía, Isabel Marcos, que mantenía «cierta relación de amistad con la fallecida», quedó con ella el 13 de agosto de 2002 en una cafetería de Fene. Después abandonaron el local juntas y fueron de compras a un hipermercado, donde la acusada compró un muñeco al niño.
Posteriormente, con el pretexto de tener que coger algo en casa de sus padres, Isabel se dirigió a a Monfero, detuvo el vehículo en un lugar no determinado y «con ánimo de acabar con su vida» golpeó en la cabeza a Vanessa con un objeto no identificado, lo que lo provocó la muerte.
Según el fiscal, la acusada dejó luego al bebé con su madre en el domicilio familiar y enterró el cadáver de Vanessa en un hoyo que había preparado días antes para, supuestamente, enterrar un ciclomotor.
El ministerio público sostiene que los padres y el marido de la acusada «eran conocedores» de que el bebé no era hijo de Isabel Marcos «pese a lo que le prodigaron toda clase de cuidados, teniéndolo como nieto e hijo, respectivamente, ante terceras personas». Isabel fue detenida el 20 de septiembre de 2002 portando el bebé en brazos, argumentando entonces que era su sobrino.
Contradicciones
En la Audiencia Provincial de A Coruña comenzó hoy la primera sesión del juicio, que se prolongará hasta el próximo jueves día 11. En su declaración, Isabel Maceiras atribuyó a los efectos de las drogas que, según dijo, consume -entre ellas trankimazin, cocaína, heroína y porros- las cuatro declaraciones diferentes que ofreció tras su detención, en las que en unos casos negó los hechos, otros reconoció ser la autora de la muerte de Vanessa y en otros responsabilizó a sus padres.
En esta primera jornada del juicio, a preguntas del Fiscal, admitió haber estado el 13 de agosto de 2002 con Vanessa, pero señaló que la dejó en Pontedeume y que luego ella se fue hasta casa de sus padres. Argumentó también que el niño se fue con ella porque se lo pidió la víctima y que esta quedó en llamarla para recogerlo. Además, indicó que si no acudió a la Guardia Civil al no aparecer Vanessa fue por «miedo a que ocurriera esto», indicó en referencia a su detención.
Isabel Maceiras, que contestó con un «no recuerdo» a la mayoría de las preguntas del Fiscal y las acusaciones, negó que su intención fuese quedarse con el niño y añadió que no le hacía falta porque ella podía quedarse embarazada. También desmintió que hubiese dicho que era hijo suyo o que lo hubiesen hecho sus padres o marido, con el que había regresado después de haber estado separados y mantenido una relación con otro hombre.
Autoría
Pese a haber confesado que bajo el pavimento del cobertizo anexo al domicilio de sus padres se encontraba el cadáver de la desaparecida, hoy la acusada sostuvo que se enteró dónde se encontraba el cuerpo porque, estando en el domicilio de Fene que compartió con el que durante un tiempo fue su pareja, José Lino, oyó una «conversación telefónica» en la que se decía el lugar.
A preguntas de uno de los abogados de la acusación, sostuvo que eran «tres o cuatro» las personas que estaban en el piso, pero aseguró que no conocía a ninguno. «Eran amigos de Lino», indicó Isabel Maceiras. «Si no comenté nada fue porque las cosas que no van conmigo no me interesan», respondió a preguntas de la acusación sobre las razones por las que no contó antes esto.
Posteriormente, a preguntas de su abogada, Isabel Maceiras mantuvo que oyó como «Lino y Pillo -indicó en referencia al padre del hijo de la víctima- hablaban de la muerte de Vanessa». También explicó que ambos la amenazaron con hacerle «algo» a sus padres si contaba lo que sabía y explicó que la fallecida le había dicho que su pareja la había amenazado de muerte.
Por otra parte, la acusada admitió haber echado pastillas de un medicamento que ella y su madre tomaban -y que se usa para poder dormir- en uno de los zumos que, según su testimonio, adquirieron ella y Vanessa cuando pararon en una gasolinera de Pontedeume. No obstante, indicó que era para ella, pero que se lo tomó la víctima. Aún así, insistió, en contradicción con sus declaraciones tras su detención, en que «nunca» trasladó a su amiga hasta la casa paterna.
En el juicio, la madre de Isabel Maceiras indicó que su hija le explicó que el niño era de «una amiga maltratada» y afirmó que nunca había visto a Vanessa «ni muerta, ni viva», salvo en la fotografía que le enseñó la Guardia Civil.
Asimismo, admitió haber visto a su hija cavando un hoyo, pero añadió que le dijo que era para una vespino y negó haber visto a la víctima en el coche de su hija. Tampoco supo aclarar cómo apareció el cuerpo de Vanessa en su finca y negó haber ayudado a enterrarla. «No sé como fue enterrada, ni quien la enterró», insistió.
Isabel Marcos le dijo a su padre que el hijo de Vanessa era suyo
Elcorreogallego.es
10 de mayo de 2006
El procesado José Carlos Marcos Seco, padre de Isabel Marcos Maceiras, la joven acusada de matar a una conocida suya, Vanessa Lorente, y de apropiarse de su bebé, reconoció ayer que su hija le presentó inicialmente al niño de la fallecida como hijo suyo.
En su declaración ayer, en la segunda sesión del juicio que se celebra en A Coruña, José Carlos Marcos, para quien el fiscal pide 7 años y 6 meses de prisión por un delito de detención ilegal del menor, manifestó que, al insistirle, la procesada le explicó que era de una «amiga», aunque precisó que nunca supo su nombre.
Según el fiscal, la procesada, de 28 años, mató a la madre del niño, Vanessa Lorente Jiménez, el 13 de agosto de 2002 después de haber estado consumiendo algo en una cafetería de Fene y de compras en un hipermercado. Luego enterró el cadáver en la casa de sus padres, en Monfero, mientras que el niño permaneció con ella hasta su detención el 20 de septiembre de ese mismo año.
Junto a ella, para quien el fiscal pide 20 años de cárcel por homicidio y detención ilegal, están imputados sus padres, José Carlos Marcos Seco y María Maceiras Corral, y su marido, Ángel González Cernadas, por detención ilegal.
El padre explicó ayer que su hija, antes de aparecer en casa con el niño, les dijo que era de ella, pero añadió que luego les explicó que era de una «amiga maltratada». Sobre por qué no devolvieron al bebé, afirmó que Isabel era «mayor de edad» y que él nunca supo de la desaparición de Vanessa, a la que aseguró no conocer.
José Carlos Marcos también explicó que en su casa hubo una Vespino, pero «de aquella no»; mientras que su hija manifestó en su declaración del lunes que el hoyo en el que apareció enterrada Vanessa se había hecho para depositar una Vespino.
El marido de Isabel Marcos afirmó respecto a dicha motocicleta que estaba en casa de sus padres desde hacía unos cinco años, y añadió que «sigue allí». Sobre el bebé, González Cernadas dijo que Isabel le comentó que era de una amiga.
El marido de la principal acusada por este homicidio negó durante su declaración que él lo hubiese hecho pasar como hijo suyo, aunque reconoció que a su madre le mintió para que no se opusiese a su relación con Isabel Marcos Maceiras.
González Cernadas también dijo que ésta le contestaba si es que le «molestaba» el niño cuando él le preguntaba cuándo iba a volver la madre, y aseguró que nunca vio a su mujer consumir droga.
«Está muerta y enterrada en una finca»
También prestaron declaración varios guardias civiles, que manifestaron que fue Isabel Marcos la que les dijo, tras su detención, que Vanessa Lorente estaba muerta y enterrada en una finca de sus padres. Los agentes aseguraron que Marcos les había dicho antes que el niño era su sobrino y que les contestó con «incongruencias» sobre el paradero de Vanessa. «No podía justificar el motivo por el que el niño estaba con ella y llegó a decirnos que Vanessa se había ido a Madrid con un chico», indicó uno de los agentes de la guardia civil, que expresó sus dudas respecto a que alguien ajeno a la finca donde fue localizado el cadáver pudiera entrar sin que se enteraran los dueños o los vecinos, ya que, según matizó, «los perros ladraban mucho».
El perito psiquiátrico que examinó a la acusada del crimen de Monfero descarta que tenga mermada su capacidad cognitiva
Europa Press – Noticias.interbusca.com
11 de mayo de 2006
La psicóloga y el psiquiatra que examinaron a Isabel Marcos Maceiras, acusada de asesinar a Vanessa Lorente y de enterrarla en la finca de sus padres en Monfero (La Coruña), así como de apropiarse de su bebé, coincidieron hoy en que la joven, de 28 años de edad, no tiene mermada su capacidad cognitiva y volitiva -capacidad para decidir y ejecutar su voluntad-.
La psicóloga que la atendió en el centro penitenciario de Teixeiro explicó que presenta una inteligencia «normal-baja, pero dentro de la normalidad» y aseguró que tiene una personalidad «con tendencia esquizoide y matizada con un estado de ánimo depresivo» que, dijo, se agravó con su entrada en prisión.
No obstante, precisó que la tendencia esquizoide que presenta es un «rasgo» de su personalidad, que le hace tener una forma de pensar distinta y que le genera «problemas» en su entorno, pero añadió que es «consciente de lo que hace».
También el psiquiatra que la examinó en Teixeiro coincidió con esta valoración e indicó que la patología que tiene «no le impide discernir». Como su compañera, manifestó que la acusada no le trasladó que consumiese drogas antes de su entrada en prisión, aunque sí una vez dentro.
Búsqueda de Vanessa
El juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de La Coruña continuó hoy con la declaración de otros testigos, entre ellos el dueño de la cafetería de Fene en la que estuvieron Vanessa e Isabel el día de la desaparición de la primera, el 13 de agosto de 2002.
Éste explicó que estuvieron hablando durante un rato y que luego se marcharon. Aseguró que él participó activamente en la búsqueda de Vanessa y que Lino -pareja de la acusada durante un tiempo- le dijo que «no la buscara más que estaba en casa de un tal Antonio en Madrid».
Asimismo, manifestó también que tanto Lino como Pillo -pareja de Vanessa y padre del niño- intentaron persuadirlos a él y a otro hombre que participó en la búsqueda para que no siguiesen con ello. «Lino y Pillo estaban de borrachera cuando la buscábamos», indicó el dueño de la cafetería, quien precisó que también descalificaban a Vanessa y que nunca colaboraron para intentar localizarla.
Embarazo
Confirmó, además, que hubo por parte de Lino e Isabel «muchísismos [muchísimos] intentos para demostrar» que estaba embarazada e indicó que el marido iba a por bocadillos «y decía que tenía la mujer de antojos, que estaba en estado».
También el patrón de Lino indicó que un día recibió la llamada de una mujer avisándole de que Isabel había dado a luz, pero que cuando le dijo a su empleado que podía faltar al día siguiente al trabajo para ver a su pareja y el bebé, éste le contestó que ya iría el fin de semana. Aseguró que no le pareció «lógico», aunque afirmó que Lino invitó a los compañeros a tomar algo para celebrarlo.
Por otra parte, ratificó la declaración ante la Guardia Civil, según la cual entre la tarde del 13 y el 14 de agosto -fecha en la que, según el fiscal, murió Vanessa- Lino faltó al trabajo, argumentando que había tenido que ir de urgencias a un centro médico por dolor de muelas. Señaló también que la Guardia Civil le confirmó la existencia de un parte médico en las citadas fechas. El juicio concluirá mañana con la lectura de las conclusiones.
La confusión, el resultado de una mala investigación
Francisco Varela – Lavozdegalicia.es
17 de mayo de 2006
¿Alguien esperaba que el juicio por el crimen de Monfero aclarase algo más de lo que se sabía antes de su comienzo?
Hagamos un feed-back: el cadáver de Vanessa Lorente apareció en septiembre del 2002, un mes después de que fuera asesinada, en la finca de los padres de la principal sospechosa, Isabel Maceira. A partir de ahí, todas fueron conjeturas a pesar de que en el banquillo se sentaron sus padres y el ex marido.
Es decir, han pasado casi cuatro años, tres de los cuales con una instrucción judicial a cargo de un juzgado de Betanzos que poco más aclaró de lo que se sabía en el 2002.
Una investigación que cambió de manos en varias ocasiones. En un comienzo, a cargo del juez ferrolano José Luis Aulet Barros, que fue quien ordenó la prisión de los primeros arrestados, se planteó un conflicto de competencias que se resolvió en favor del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Betanzos, por ser el natural dado que la investigación se inició en Miño (partido de Betanzos) donde se recuperó el niño raptado de Vanessa, en el piso que ocupaba Isabel Maceiras y su marido de entonces.
El equipo de la Guardia Civil también cambió. Por ello no ha de sorprender que la pesquisa no fuese la mejor del mundo. No ha de sorprender, en consecuencia, que las defensas hiciesen el agosto con las grandes lagunas que han quedado sin aclarar. Es una técnica básica de la criminología, quien siembra la duda puede conseguir una absolución.
La Galicia profunda
Durante el proceso en la Audiencia se escucharon voces que hablaban de un crimen de la Galicia profunda.
Pero si algo ha quedado claro es que, al menos, los Servicios Sociales municipales de Fene hicieron cuanto pudieron por evitar la tragedia. Incluso, para algunos, se han sobrepasado. Fue la técnica municipal quien asistió a Vanessa durante varios meses, la acompañó a la Guardia Civil cuando fue agredida. Le buscó una casa amiga para acogerla del desamparo cuando se separó de su novio y padre de su hijo. La alcaldía, a la postre, buscó por todos los medios el personarse en el proceso, pero la Audiencia no se lo permitió. Fueron otras las evidencias que el asesinato puso sobre la mesa: excesivas dilaciones en la investigación del suceso. Por lo que hay que preguntarse si ocurren estas cosas en un caso que fue noticia en toda España, qué ocurrirá con otros en los que su trascendencia es mínima. Por poner un ejemplo: la causa por el homicidio de la anciana de Neda (también verano del 2002), a manos de su nieto menor, continúa todavía abierta para determinar otras posibles implicaciones, a la espera de pruebas criminalísticas que tenían que estar resueltas hace más de un año.
O la muerte de un hombre en As Somozas, en la última Festa do Lisco del pasado año, cuya pesquisa se inició casi trece horas después, tiempo suficiente para borrar rastros.
La conclusión parece clara. En una comarca con escasa criminalidad cuando aparecen asuntos que se complican un poco las cosas se lían de tal manera que cuando la causa llega a juicio se transforman en verdaderas ceremonias de confusión. ¿Qué esperamos que hagan los abogados de la defensa si la causa les facilita su trabajo con la confusión?
Condenada a 30 años de prisión la mujer que mató a otra para quedarse con su bebé
Érika Montañés – ABC.es
31 de mayo de 2006
La sección primera de la Audiencia Provincial de La Coruña dictó ayer sentencia de culpabilidad para Isabel Marcos Maceiras, la joven vecina de Fene (La Coruña) que mató a su conocida, Vanessa Lorente, para apoderarse de su bebé, de tres meses de edad en el momento de autos, ante la presunta imposibilidad de la imputada para ser madre por causas naturales. Según la sentencia condenatoria, facilitada a ABC por fuentes judiciales, el juez considera probado los hechos constitutivos de un delito de asesinato (y no de homicidio, como pidió el fiscal en un primer momento, para después, amparándose en el artículo 139 del Código Penal, elevar la petición de pena por la tipificación como asesinato) por parte de la acusada, que fingió un embarazo y se apoderó del niño de su amiga en agosto de 2002. Por todo ello, se le condena a 30 años de cárcel.
Pero Isabel no es la única castigada por la muerte a golpes de la joven Vanessa Lorente. Según el auto, el juez resuelve también que la madre de Isabel, María Maceiras, fue cómplice del asesinato, autora del delito de detención ilegal del bebé de la víctima y cooperadora en el de suposición de parto. El juez la ha condenado a 25 años de prisión, mientras que el padre de la máxima imputada y su marido, José Carlos Marcos y Ángel Cernadas, respectivamente, también deberán pasar diez años de prisión por haber sido encontrados responsables de un delito de detención ilegal y de ficción del embarazo, llegando a engañar a terceras personas con la falsedad. Para el inocente bebé, víctima del rapto, Isabel Marcos deberá abonar una cantidad de 240.000 euros en concepto de indemnización, señala la sentencia.
Con gran «capacidad de fabulación»
La sala coruñesa encontró así suficientemente probado que a finales del año 2001 la acusada abandonó la casa de sus padres en Monfero (La Coruña), donde residía también con su esposo, para vivir en la localidad de la víctima, Fene, con un amante, que fue quien le presentó a Vanessa, en proceso de gestación. Fue ese mismo momento en el que Isabel comenzó a fingir que ella también esperaba un bebé y, en base a un «plan perfectamente trazado» quedar con Vanessa en agotos [agosto] del año siguiente en una cafetería, ir de compras con ella, golpearla hasta la muerte y quedarse con el bebé.
Si bien la sentencia recoge que no existe «ninguna prueba material directa que permita establecer sin margen alguno para la duda» que Isabel fuese la autora de los golpes mortales, y no se ha encontrado ningún arma que la implique, sí se considera «determinante» el hecho de que la procesada fuese la última persona en ver con vida a Vanessa, y denunciase ante la Guardia Civil el hallazgo de su cadáver en un hoyo cavado días antes en una finca de sus padres con el pretexto de «enterrar un ciclomotor» añejo. Esa denuncia fue «una muestra de notable capacidad de fabulación» según el juez.
En esa tarea de sepultura del cadáver, la sala apunta con el índice a la madre de Isabel, quien le ayudó a suministrar un zumo con somníferos a Vanessa, supuesto «tan claro de alevosía» que fue aprovechado a continuación para asestar en la nuca de la joven un golpe mortal. Desde ese 13 de agosto y hasta el 20 de septiembre, cuando se detuvo a la hoy interna en prisión, tanto ella como sus padres y su marido, con quien había retomado curiosamente su relación, «cuidaron con plena dedicación del bebé pese a que eran plenamente conscientes de que no tenían con él parentesco alguno y adoptaron» la condición de abuelos y padres frente a terceros.
El Supremo reduce en 15 años la condena de una mujer que ayudó a su hija a matar [a] una amiga para quedarse con su bebé
Europa Press – Periodistadigital.com
4 de julio de 2007
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha reducido de 25 a 10 de prisión la condena que impuso la Audiencia Provincial de A Coruña a María Maceiras Corral por ayudar a su hija, quien en 2002 mató a una amiga con el fin de robarle a su bebé, que hizo pasar por suyo durante más de un mes. Considera que no existe prueba suficiente para considerarla cómplice del asesinato, mientras que reduce en dos años la condena de 30 impuesta a su hija Isabel Marcos Maceiras, al eliminar la agravante de abuso de confianza.
María Maceiras fue condenada a un total de 25 años de prisión, 15 de ellos como cómplice del asesinato de Vanessa L.J., perpetrado por su hija en agosto de 2002, y también como responsable un delito de detención ilegal y otro simulación de parto. Su hija fue condenada a 30 años de prisión como autora material del crimen y también por los otros dos delitos.
La sentencia del Supremo, de la que ha sido ponente el magistrado Miguel Colmenero, anula como prueba contra María la declaración que realizó contra ella su hija, en la que ésta dijo que su madre le ayudó a preparar el fármaco que suministró a su víctima para dejarla sin sentido y poder golpearla, y después a cavar el hoyo donde enterraron el cadáver.
Según el alto tribunal, al tratarse de la declaración de una coimputada, para la toma de consideración de esta prueba es necesario que se añada algún elemento de corroboración que no existe en este caso, lo que determina la absolución de María como cómplice del asesinato. Añade que Isabel sólo inculpó a su madre por el crimen en una de sus declaraciones, mientras en otros interrogatorios involucró a otras personas o bien dijo que actuó en solitario. Por lo que se refiere a Isabel Marcos, el tribunal ha estimado el motivo alegado por su defensa y apoyado por el Ministerio Fiscal que consideró inadecuada la aplicación en este caso de la agravante de abuso de confianza. El Supremo considera que el aprovechamiento por la acusada de la relación de confianza que tenía con su víctima quedó embebido en la agravante de alevosía que aplicó la Audiencia Provincial a su conducta, y no puede tenerse en cuenta por separado para fijar el total de los años de prisión.
Hechos probados
Según los hechos declarados firmes por el Tribunal Supremo, Isabel conoció a su víctima ya embarazada en Fene (A Coruña) a través de su pareja, José L.L, y desde ese momento comenzó a decir a sus conocidos que ella también esperaba un bebé.
Cuatro meses después de que Vanessa diera a luz, el 13 de agosto de 2002, Isabel quedó con ella en una cafetería y la convenció que la acompañara a casa de sus padres en Monfero para recoger unos enseres. Durante el trayecto, la condenada se detuvo en una gasolinera y dio a beber a Vanessa un zumo en el que había diluido varios comprimidos de un fármaco que indujo a la chica al sueño. Después la golpeó en la nuca, lo que le produjo la muerte.
Isabel y su madre sepultaron a la joven en un hoyo que habían realizado en un cobertizo próximo a la casa familiar. En ese mismo agujero metieron más tarde un perro que había matado el padre de la chica y vertieron cemento. La asesina ue [fue] detenida el 20 de septiembre, y durante todo ese tiempo el niño permaneció oculto y privado de contacto con su familia biológica.
La Audiencia de A Coruña también condenó al padre de la chica a 9 años de cárcel y a otro hombre, Angel G.C, a 10 años por colaborar en los planes para robar al bebé.
Matar para ser madre
Carmen Morán – El País
14 de agosto de 2011
Vanesa era una joven de mirada triste, nunca sonreía. Su novio la maltrataba, con su madre apenas se hablaba. Tuvo un hijo que nunca había buscado. Su amiga Isa, que estaba obsesionada con quedarse embarazada, la sepultó viva para robarle al crío. La homicida fue detenida y arrastró a sus padres con ella a la cárcel.
Una hermosa lengua del Atlántico entra a tierra entre Ferrol y Fene. En el verano de 2002, un hombre pasea por la orilla y mira al agua con insistencia. No está mariscando, pero sí busca: espera que el mar le devuelva el cadáver de la joven Vanesa Lorente. Por más empeño que ponga en el rastreo, la búsqueda será huera. La chica está muerta, sí, pero también enterrada. Sobre su cuerpo, un perro; sobre el perro, la tierra, y sobre la tierra, una capa de cemento. Pero nadie lo sabe todavía.
El martes 13 de agosto de aquel año se perdió la pista de Vanesa, que a sus 22 años acababa de tener un niño, a punto entonces de cumplir cuatro meses. Tampoco se sabía nada del bebé. Desaparecieron juntos. Aquel día había comido en casa de su amigo Nicolás Castro, en Fene, donde vivían, una lasaña que había hecho ella misma para la familia. «Ella y su novio, Pillo, vivieron un tiempo arriba, en el tercero. Hicimos amistad. El día antes del parto él volvió a pegarle. Nadie miraba por ella», recuerda ahora Nicolás. En el transcurso de aquel almuerzo, la muchacha recibió una llamada en su teléfono móvil. Era la asesina, Isabel Marcos Maceiras, Isa, que la citaba para esa misma tarde. Con una porción de la lasaña, Vanesa volvió a casa. Aquellos días vivía con su amiga Rosa de Ana y sus hijas, bajo la tutela de los servicios sociales después de haber denunciado por maltrato a su novio en varias ocasiones. Las anotaciones en su diario revelan el infierno de su relación, las pocas migas que hacía con su madre, residente en Mahón, y la espera de un hijo no buscado. Cuando llegó a casa entregó la comida y les dijo que se iba a Alcampo con Isa.
La primera parada es en un bar llamado Pan Neda. Lo regentaba entonces Julio Santos, el hombre que días después buscaría con insistencia en la ría de Ferrol. Vanesa había trabajado allí algún tiempo y Julio seguía ayudándola dada su precariedad económica. «Ella venía con marcas en la cara, de los golpes del novio. Era una chica con una gran amargura, muy triste, muy callada. Tenía una melena negra, unos labios gruesos y las cejas… [Julio, ya jubilado, busca la palabra] … perfiladas. Aparentaba muy joven y nunca sonreía». Las dos mujeres se sentaron. Julio incluso habló con la asesina.
-Yo a ti te conozco -le dijo.
-Sí, hombre, soy de Monfero, usted repartía el pan por allí -le contestó ella. Luego se fueron.
El nicho ya estaba excavado en el huerto de los padres de la asesina. Pero antes pararon en una gasolinera de Pontedeume para comprar unos refrescos en los que Isa vertió los somníferos triturados. Vanesa estaba inconsciente cuando llegaron a Monfero. Allí esperaba la madre de Isabel, María Maceiras, y entre las dos cogieron el cuerpo y lo enterraron. Después llegó el padre, José Carlos Marcos, y cubrió con cemento el suelo del cobertizo, en la creencia, según declaró, de que habían enterrado un vespino.
Isa ya tenía lo que había anhelado durante años: un bebé. Cometió un crimen para conseguirlo y arrastró a sus padres a la cárcel con ella. Allí siguen los tres, pero la estancia entre rejas les ha deparado una gran sorpresa.
La obsesión de Isabel Marcos por quedarse embarazada venía de largo. En las parroquias de Monfero la recuerdan con un cojín en la tripa. No era solo una locura; Isabel estaba preparando el desenlace de un delirante teatro montado torpemente para quedarse con el crío. A su padre le dijo meses antes que había tenido una nieta; a su novio, Lino López, le contó que había sido padre, y su exmarido, Ángel González, con el que nunca pudo concebir, se prestó a vivir de nuevo con ella y con el bebé robado como si fuera suyo. Para cada uno había fabricado una mentira, todas ellas de poca consistencia y fácilmente desmontables. La debilidad de la trama no impedía, sin embargo, que Isa se hiciera fotos con el bebé y lo enseñara, feliz, a todo el que lo quisiera ver.
La Guardia Civil resolvió el caso en cuanto se puso a ello. En apenas dos días. Pero hubo que esperar hasta el 20 de septiembre. Hasta entonces, los amigos de Vanesa se desesperaban con una búsqueda que no avanzaba. La víctima había conocido a Isabel porque los novios de ambas eran amigos, Pillo y Lino, los dos dados al marisqueo furtivo en algún tiempo. «Yo vi a Pillo, el padre del bebé, salir de madrugada de casa de Isabel, cuando Vanesa ya había muerto. Declaró después que había estado tomando unas copas allí. ¿No estaba su hijo en la casa? De haberlo visto lo hubiera reconocido, claro…», deja caer Nicolás Castro. «Y Lino nos dijo que no buscáramos a Vanesa, porque había mandado un mensaje diciendo que estaba en Madrid con un tal Antonio», dice Julio Santos. «Y entonces, «¿por qué no llama?», le pregunté yo». Vanesa tampoco estaba en Mahón visitando a su madre, con quien no se llevaba muy bien. «Nadie miraba por ella», insiste Nicolás Castro.
El 20 de septiembre, como se ha dicho, los guardias vigilan el domicilio de Isabel desde primera hora de la mañana. A las 11.20, la mujer sale con el bebé y se dirige en coche hasta un tanatorio. Un agente entra tras ella y alcanza a hacerle algunas consideraciones fútiles sobre el crío. Lo suficiente para despejar todas las dudas: el niño es el mismo que el de la foto que manejan, el hijo de Vanesa.
La vigilancia continúa. Isa vuelve a casa y a las 17.50 sale de nuevo. Los agentes la invitan entonces a acompañarles al cuartel para colaborar en la investigación de la desaparición de Vanesa. Se presta voluntariamente y sigue mintiendo en su declaración. Luego acompaña a los agentes al registro del domicilio, donde aparecen los zuecos de la víctima. Cuando le piden que les acompañe de nuevo, deja una nota para su exmarido: «Estoy en el cuartel porque dicen que robé el niño». La nota la había escrito en el reverso de la factura del cemento que compró para cubrir el foso de Vanesa.
A ambos se les acusó de suposición de parto y alteración de la paternidad, estado o condición del menor. Pero sin cadáver no hay crimen. Isabel Marcos confesó al día siguiente y señaló con unos trazos el lugar donde encontrar el cuerpo. Primero desenterraron al perro. Los lugareños dicen que con ello se evita que otros perros escarben… pero ¿y el cemento? En su declaración, Isabel quiso implicar a Lino, su novio, sin conseguirlo. Detalló con precisión, sin embargo, la colaboración crucial de su madre en el crimen. Pero ni en Fene ni en Monfero se explican muy bien qué pinta el padre en la cárcel; nadie lo ve muy capaz de tener un papel relevante en el asunto. Ni de enterarse casi de lo ocurrido.
Pero allí están los tres. Solo que ahora son cuatro. Isabel ha cumplido el sueño de su vida entre rejas. Se quedó embarazada, esta vez de verdad, y tiene una niña, «de un par de años más o menos», según una vecina de una de las parroquias de Monfero, que la ha visto en alguna ocasión. Otras lo confirman en las aldeas cercanas.
Julio Santos se sorprendió al enterarse, hace unos días. «Pero Vanesa está muerta», dice solo. Y recuerda a aquella chica de Cartagena, hija de padres divorciados, que recaló en Galicia por circunstancias de la vida. Menciona de nuevo los golpes que le daba el novio, que ahora tiene la custodia del hijo, y las penurias económicas que pasaba. Y se vuelve a mirar la ría desde una terraza de Fene. «Cuando supe que había desaparecido, pensé que se había tirado al mar».