
El Asesino de Valdepeñas
- Clasificación: Asesino
- Características: Agresión sexual - Robo
- Número de víctimas: 3
- Fecha del crimen: 1993 / 1998
- Fecha de detención: 9 de octubre de 2003
- Fecha de nacimiento: 1970
- Perfil de la víctima: Ángel Ibáñez, 24, y su novia Sara Dotor, 20 / Rosana Maroto Quintana, 21
- Método del crimen: Apuñalamiento - Estrangulación
- Lugar: Ciudad Real, España
- Estado: Condenado a 113 años de prisión el 21 de abril de 2005
Índice
Gustavo Romero Tercero
Wikipedia
Gustavo Romero Tercero, conocido como “El Asesino de Valdepeñas”, es un asesino y agresor sexual en serie español.
Biografía
Nació en el año 1970 en Valdepeñas, está divorciado y tiene dos hijas de esa relación. Actualmente está encarcelado cumpliendo una condena de 103 años por los crímenes de los que fue encontrado culpable gracias a la denuncia de su ex-mujer.
El crimen de los novios
Los hechos que se describen a continuación pertenecen al propio relato de Gustavo Romero Tercero durante su juicio:
En la noche del 18 de junio de 1993, Gustavo Romero Tercero abordó a Ángel Ibáñez y Sara Dotor, cuando éstos se disponían a marcharse del Parque de Valdepeñas, donde antes había estado merodeando a su alrededor y esgrimiendo una navaja con la intención expresa de robarles, los obligó a dirigirse a una zona próxima a la vía férrea Madrid-Cádiz, que bordea el Parque.
Una vez en la zona, solitaria y poco iluminada, exigió a Ángel y Sara que le dieran el dinero que tuvieran, mientras apoyó la navaja en el cuello de Ángel, quien le dio su cartera confiando en que así terminaría el incidente.
Gustavo Romero Tercero se sintió descubierto en su identidad al decirle Sara que lo conocía, por ser el sobrino de la jefa de su hermano, bien porque no quería dejar testigos de la sustracción, bien porque ya había proyectado con anterioridad la agresión sexual, comenzó de repente a apuñalar a Ángel con gran violencia en el tórax y en el brazo izquierdo, mientras éste intentaba defenderse. Tras las primeras puñaladas, Ángel trató de huir mientras el procesado continuaba asestándole navajazos, incluso cuando ya se encontraba inerte en el suelo.
Entretanto Sara, quien no podía hacer nada para evitar la agresión a su novio, trató de huir a lo largo de la valla que delimita la vía férrea, corriendo en dirección a la estación. El procesado salió corriendo tras ella, alcanzándola cuando había recorrido unos 87 metros y le propinó una cuchillada en la parte posterior del cuello que le produjo la inmediata caída de bruces. El procesado dio la vuelta a Sara, colocándola boca arriba, sobre el ligero talud que forma la plataforma de la vía con su borde exterior y, tras despojarla de sus ropas, realizó diversos tocamientos y abusos que provocaron varias heridas y contusiones en el cuerpo de la joven, que estaba inmovilizada y aterrorizada en el suelo. Tras los abusos, descargó en el tórax de la joven una rápida sucesión de puñaladas que le provocaron la muerte.
Posteriormente, Gustavo Romero Tercero se llevó parte de las ropas de Sara, las que arrojó al río Jabalón, sin que se hayan podido recuperar. Camino de su domicilio, se deshizo de la navaja arrojándola a una noria existente en una huerta, situada a unos cien metros del que entonces era su domicilio.
Se marchó de su casa el día 23 de junio de 1993, con destino a Las Palmas de Gran Canaria. El sumario fue reabierto el 8 de agosto de 2003 por las declaraciones prestadas por la entonces esposa del procesado, que fue detenido el día 9 de octubre de 2003.
La audiencia condenó a Romero Tercero a 30 años de reclusión mayor, por cada uno de los delitos de asesinato, así como a 12 más por agresión sexual y otros cuatro años, dos meses y un día de prisión menor por robo.
El Tribunal absolvió al acusado de un delito de violación, que le imputaban las acusaciones particulares y le impuso la prohibición por un tiempo de 10 años de volver a la localidad de Valdepeñas, además de condenarle a indemnizar a los familiares de las víctimas con 900.000 euros. El delito de robo había prescrito.
Rosana Maroto Quintana
Tras ser detenido por “el crimen de los novios”, Gustavo Romero Tercero se declara autor del crimen perpetrado contra Rosana Maroto Quintana. Romero afirmó que, tras cumplir la primera parte de su jornada de trabajo como cocinero para el personal de un club de alterne situado en la N-IV, pasadas las 16.30 horas del 25 de junio de 1998, como hacía en muchas ocasiones salió a conducir por los caminos cercanos, ya que evitaba hacerlo por carreteras al no tener el carné.
Según declaró, cuando iba a velocidad muy alta adelantó a la joven, que se dirigía a la zona de El Peral, en Valdepeñas, en bicicleta, cayendo ésta al suelo. Él se paró para comprobar qué había pasado, pensando que la chica estaba muerta, dado que no respondía a sus acciones para reanimarla. Explicó que ante el miedo que tenía de que a partir de lo sucedido, si decía lo que había pasado, se descubrieran los crímenes de los novios, decidió tirar el cuerpo a un pozo cercano.
En principio, se dirigió a un pozo situado en la finca «Casa Rabadán», pero al ver que había vehículos y animales, sólo tiro la bicicleta de Rosana. A continuación, se encaminó a la finca «Casa Torres», abriendo el maletero, donde había depositado el cuerpo, quitándole una zapatilla e intentando sacarle el pantalón corto que llevaba, comprobando que la chica reaccionaba y preguntaba qué estaba pasando y qué es lo que había ocurrido. A continuación la llevó a la casa, donde según agregó, se desató una discusión entre ambos, ya que la joven quería que le devolviera la bicicleta, mientras Romero le ofreció llevarla a Valdepeñas en su coche y entregarle su propia bicicleta, lo que Rosana no aceptaba de ninguna manera.
Romero agregó que pasados unos minutos, volvieron las discusiones por el tema de la vuelta a Valdepeñas y en ese momento, con el recuerdo de las muertes de los dos novios en la cabeza, decidió matarla, por lo que la agarró primero con la mano izquierda del cuello y luego con la derecha, hasta estrangularla.
El asesino reconoció que Rosana se defendió durante unos instantes y que cuando vio que ya no le golpeaba con las manos y los pies, la dejó caer. Luego regresó al coche, cogió el cordón de la zapatilla y lo anudó al cuello de la mujer, para cerciorarse de que quedaba sin vida antes de abandonar el cadáver en el pozo.
El Tribunal le sentenció a 25 años de prisión mayor por asesinato con los agravantes de alevosía y ensañamiento y a 12 años de prisión mayor por agresión sexual.
La sentencia prohíbe a Romero regresar a Valdepeñas y comunicarse con los familiares de la víctima durante cinco años, medida cuyo cumplimiento comienza cuando el condenado obtenga su primer permiso penitenciario, libertad condicional o liberación definitiva.
También le condenó a indemnizar a la familia con más de 360.000 euros, mientras que el Tribunal le absolvió de un delito de detención ilegal como le imputó la acusación particular. A preguntas de la acusación particular, Romero dijo que matar a Rosana «no fue fácil, sobre todo por las dificultades morales».
Condenan a 103 años de prisión a Gustavo Romero por el asesinato de tres personas en Valdepeñas
ElMundo.es
Viernes, 22 de abril de 2005
CIUDAD REAL.- La Audiencia Provincial de Ciudad Real ha condenado a más de 103 años de prisión a Gustavo Romero Tercero, asesino confeso de ‘los novios de Valdepeñas’, Ángel Ibáñez y Sara Dotor, crimen ocurrido en 1993, y de la joven Rosana Maroto, cometido cinco años más tarde.
Así, en el caso de Ángel y Sara, la Audiencia condena a Romero Tercero, de 33 años, a 30 años de reclusión mayor por cada uno de los delitos de asesinato, así como a 12 más por agresión sexual y otros cuatro años, dos meses y un día de prisión menor por robo.
El Tribunal absuelve al acusado de un delito de violación, que le imputaban las acusaciones particulares, y le impone la prohibición por un tiempo de 10 años de residir o volver a la localidad de Valdepeñas, además de condenarle a indemnizar a los familiares de las víctimas con 900.000 euros.
La calificación de los hechos y la sentencia coinciden en gran parte con lo que habían solicitado la fiscalía y las acusaciones particulares, mientras que la defensa de oficio de Romero había calificado los hechos como homicidio, por los cuales solicitó 26 años de cárcel en total, no admitió la existencia de agresión sexual, mientras que el delito de robo habría prescrito.
La sala, que celebró la vista oral de este caso los pasados 5 y 6 de abril, declara como hechos probados que Gustavo Romero, casado y con un hijo en el momento de los hechos, y a la espera de un segundo, salió a dar un paseo en bicicleta por el parque municipal de Valdepeñas en la tarde del 18 de junio de 1993 y después de merodear con insistencia en torno a una pareja, se fijó en Ángel y Sara porque la anterior decidió marcharse.
Apuñalamiento y agresión sexual
El condenado amenazó a ambos con una navaja y los obligó a que lo acompañaran cerca de las vías del tren, una zona totalmente despoblada y oscura, donde los obligó primero a que le dieran el dinero que llevaran, cosa que hizo Ángel.
Cuando los novios creyeron que el incidente habría terminado, Romero comenzó apuñalar a Ángel, con intención de abusar sexualmente de su novia.
El relato de los hechos probados añade que Romero persiguió a Sara, le dio una primera puñalada en el cuello y cuando la joven cayó al suelo la desnudó y abusó sexualmente de ella con tocamientos e introduciendo su puño en la vagina, tras lo cual decidió quitarle la vida con varias puñaladas.
El Tribunal considera probado que en la muerte de ambos jóvenes existe el agravante de alevosía y ensañamiento.
El ahora condenado presentó los hechos, en su declaración ante la Audiencia, como un robo motivado por su falta de trabajo, mala situación económica y cargas familiares, mientras que las muertes habrían sobrevenido ante la negativa de la pareja a darle el dinero.
El tribunal, en cambio, dice claramente en su sentencia que por entonces Romero estaba cobrando la paga por desempleo, de unas 80.000 pesetas, además de otras 25.000 que ingresaba por un trabajo con su cuñado en un bar.
La sala afirma que Romero padece «una personalidad afectada por el transtorno antisocial de la conducta», pero añade que conserva plenamente sus facultades, de modo que comprende la transcendencia de sus actos y actúa libremente.
Agresión y muerte de Rosana
En el caso de Rosana Maroto, se le condena a 25 años de prisión mayor por asesinato con los agravantes de alevosía y ensañamiento, y a 12 años de prisión mayor por agresión sexual.
La sentencia prohíbe a Romero regresar a Valdepeñas y/o comunicar con los familiares de la víctima durante cinco años, medida cuyo cumplimiento comenzará cuando el condenado obtenga su primer permiso penitenciario, libertad condicional o liberación definitiva.
También le condenan a indemnizar a la familia con más de 360.000 euros, mientras que el Tribunal le absuelve de un delito de detención ilegal como le imputaba la acusación particular.
Romero asesinó el 25 de junio de 1998 a Rosana Maroto, de 21 años, cuando la joven paseaba en bicicleta por las inmediaciones de Valdepeñas, y su cadáver no fue hallado hasta octubre de 2003, ya que el acusado lo escondió en un pozo.
Los magistrados declaran probado que Romero, en contra de lo que él mismo declaró durante la vista, tuvo desde el primer momento un claro deseo de abusar de la joven y, una vez consumada la agresión sexual, planeó deshacerse de ella para que no lo delatara y la estranguló antes de arrojarla a un pozo.
Según la sentencia, el acusado se encontraba «en perfecto uso de sus facultades mentales, tenía una capacidad intelectual normal, sin que se haya detectado enfermedad mental, si bien padece un trastorno antisocial de la personalidad que le impide conocer lo que está bien y mal», además de considerar probado que tampoco tenía afectadas sus facultades por ingesta de alcohol o drogas.
Alevosía y ensañamiento
El Tribunal considera que los hechos denotan alevosía y ensañamiento en la muerte de Rosana al verse sometida «al sufrimiento de una violencia intimidatoria».
El Tribunal en su sentencia da por hecho que aquella tarde del 25 de junio de 1998 el condenado se encontró por casualidad con la chica en un camino de tierra de las afueras de Valdepeñas cuando la joven paseaba en bicicleta y el agresor, recién salido de su trabajo como cocinero en un club de alterne, pasaba también con su coche por el mismo lugar.
Romero la abordó y la introdujo en el maletero de su coche, al igual que la bicicleta, y la condujo a un cortijo abandonado, a unos 12 kilómetros de Valdepeñas, donde obligó a la joven a que le hiciera una felación y otras prácticas sexuales.
El relato de los hechos que la sala considera probados añade que, si bien Rosana le pidió que la dejara marchar una vez que se consumó la agresión, Romero no lo hizo y la golpeó y estranguló antes de arrojar su cadáver a un pozo cercano, para que no quedara rastro.
Tras cinco años de desaparición, los GEO localizaron a la joven en el interior de pozo tras detener a Gustavo Romero como sospechoso del asesinato de los novios en Valdepeñas.
Romero compareció en el juicio, celebrado el 7 y 8 de abril, ante el tribunal como autor confeso del crimen, pero su relato había presentado los hechos como un suceso casual y una relación sexual que Rosana Maroto habría consentido.
Condenado a 113 años el asesino de Rosana Maroto y de los novios de Valdepeñas
ElPais.com
21 de abril de 2005
La Audiencia Provincial de Ciudad Real ha condenado a Gustavo Romero a un total de 113 años de cárcel por los asesinatos en Valdepeñas de la pareja de novios Ángel Ibáñez y Sara Dotor, en 1993, y por el de la joven Rosana Maroto, en 1998. Romero, autor de dos crímenes que conmocionaron la localidad manchega hace años, tendrá que pagar más de un millón de euros en indemnizaciones a las familias de sus víctimas.
Romero, de 34 años, fue detenido en octubre de 2003 como presunto autor de la muerte de Ángel Ibáñez, de 24 años, y de su novia, Sara Dotor, de 20, en junio de 1993, mientras paseaban por un parque de la localidad manchega. Al parecer, Romero abordó a las víctimas con intención de agredir sexualmente a la joven y de robarles, pero el novio opuso resistencia y el condenado asesinó a ambos.
Apenas una semana después de ser detenido, y cuando ya estaba ingresado en la cárcel de Herrera de la Mancha, se confesó también autor de la muerte de Rosana Maroto, que desapareció cuando paseaba en bicicleta el 25 de junio de 1998 y cuyo cadáver no fue encontrado hasta ese momento, cuando el acusado dirigió a los investigadores hasta un pozo en el que había ocultado el cadáver.
La Audiencia condena a Gustavo Romero a 76 años por el asesinato y robo con intimidación de Ángel Ibáñez y Sara Dotor y por un delito de agresión sexual a la joven. En este caso, el tribunal le absuelve del delito de violación y le impone una indemnización de 900.000 euros a las familias de las víctimas y una prohibición de volver o residir en la localidad por un tiempo de 10 años.
Igualmente, le condena a 37 años por el asesinato y violación de la joven Rosana Maroto, suceso acaecido en Valdepeñas en 1998. El tribunal le impone una pena de 25 años por el asesinato y otra de 12 por el delito de agresión sexual. Igualmente, le condena a indemnizar a la familia con 360.000 euros. Por este otro caso, el tribunal le prohíbe regresar a Valdepeñas y comunicarse con los familiares de la víctima durante cinco años, medida cuyo cumplimiento comenzará cuando el condenado obtenga su primer permiso penitenciario, libertad condicional o liberación definitiva. También le condena a indemnizar a la familia con más de 360.000 euros, mientras que el Tribunal le absuelve de un delito de detención ilegal como le imputaba la acusación particular.
El asesino de los novios de Valdepeñas en 1993 confiesa que también mató a Rosana Maroto
Jorge A. Rodríguez – ElPais.com
17 de octubre de 2003
La policía recuperó ayer del fondo de un pozo de piedra de 20 metros de profundidad en Valdepeñas (Ciudad Real) el esqueleto de un cuerpo de mujer que corresponde, a la espera de la confirmación científica definitiva, a la joven Rosana Maroto Quintana, de 21 años, desaparecida en dicha ciudad el 25 de junio de 1998.
El hallazgo del cadáver fue posible gracias a la confesión de Gustavo Romero Tercero, de 31 años, detenido la semana pasada como supuesto autor del crimen de los novios de Valdepeñas el 20 de junio de 1993. Una prueba de ADN de un resto de sangre encontrado en la mochila de Rosana Maroto, hallada pocos días después de su desaparición en un río, ha confirmado que se trata de sangre de Gustavo Romero.
Valdepeñas respiró ayer tras resolverse un crimen que, tras el esclarecimiento del asesinato de Ángel Ibáñez, de 24 años, y Sara Dotor, de 20, aún mantenía en vilo a la ciudad. El mismo vecino de la localidad que había confesado ser el supuesto autor del crimen de los novios declaraba que también había matado a Rosana Maroto y que la había tirado a un pozo, situado a 200 metros de la Nacional IV, a la altura del kilómetro 190, a las espaldas de un club de alterne de carretera y de la venta Saga III.
Gustavo Romero, que estaba preso en la cárcel de Herrera de la Mancha por malos tratos, se derrumbó durante un interrogatorio policial. Los investigadores pusieron ante él varias evidencias: las declaraciones de dos testigos protegidos y, sobre todo, una prueba de ADN (hecha con permiso judicial) que confirmaba que el perfil genético obtenido de un rastro de sangre hallado en la mochila de Rosana era idéntico a su huella genética.
Romero confesó entonces que sobre las siete de la tarde del 25 de junio de 1998 se topó con su coche con Rosana Maroto cerca del camino de tierra de la Membrilla, cuando la joven pedaleaba hacia una casa que tiene su padre en la zona del Peral, a siete kilómetros de Valdepeñas.
Según fuentes de la investigación, Romero dijo que la atropelló, que la montó en su coche, la condujo hasta un pozo sito junto a la llamada «casa de Isaac», abandonada hace años, la tiró al fondo y dejó la embocadura tapada con unas tablas. Ninguna de las fuentes consultadas ha facilitado el móvil del crimen.
Con estos datos la policía se encaminó el martes a mediodía hacia el pozo, con el brocal de piedra roja siena semiderruido, pero en una primera inspección no halló el cadáver. El pozo, ubicado a cuatro kilómetros de donde desapareció Rosana, está al borde de una de las cientos de pistas de tierra que recorren la zona, a cinco metros de una casa de labranza.
Ayer, tras introducir un foco por el pozo, cuya abertura de un metro de diámetro había estado tapada con tablones, avistó restos humanos en el fondo. Un equipo de los GEO del Cuerpo Nacional de Policía recuperó a las 16.30 los primeros restos óseos, que corresponden a una mujer de las características de Rosana Maroto. Con una polea y una escala, fueron recuperando el cadáver.
El detenido estuvo ayer junto a la juez del caso (que ha decretado el secreto del sumario) presenciando el rescate, en el que también participaron agentes de la Comisaría General de Policía Científica y de la comisaría de Valdepeñas. Durante la madrugada, la búsqueda seguía bajo la luz de potentes focos y se estaba recomponiendo hueso a hueso el cadáver sobre una improvisada camilla, ya que que, transcurridos más de cinco años, sólo se conserva el esqueleto.
Agustín Díaz de Mera, director general de la Policía, presenció las labores de rescate y, poco después, sin confirmar al cien por cien la identidad del cadáver, dijo que todo apunta a que se trata de Rosana Maroto. Díaz de Mera añadió que en los últimos cinco años han sido revisados 300 pozos de los más de mil que menudean por Valdepeñas, aunque este último aljibe «no había sido chequeado».
Para la resolución de estas tres muertes han sido decisivas las declaraciones de dos testigos protegidos. Gracias a su testimonio se pudo saber que Gustavo Romero disponía de una navaja de doble hoja tipo abanico idéntica a la que según las pruebas forenses había sido utilizada en el crimen de los novios. Dicha navaja fue hallada días atrás en otro pozo de Valdepeñas, también por los GEO.
Romero supuestamente cometió el primer doble crimen con esa navaja y luego se fue a residir a Las Palmas de Gran Canaria. Allí estuvo hasta 1997 y regresó a Valdepeñas, donde trabó amistad con dos de los hermanos de Sara Dotor, a quienes les preguntaba por las investigaciones. Trabajó como montador de estructuras de pladur y en una empresa cárnica. Fue entonces cuando presuntamente mató a Rosana.
Tras mantener una vida normal en el pueblo, fue detenido por supuestos malos tratos a su pareja. A partir de ese momento empezaron a cuadrar las pruebas que lo incriminaron en el crimen de los novios y lo llevaron ayer a contemplar el rescate de los huesos de Rosana, estudiante de segundo de Historia del Arte.
VÍDEO: EL ASESINO DE VALDEPEÑAS