Gerard John Schaefer

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Gerard Schaefer

El Carnicero de Blind Creek

  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: Oficial de policía - Violador - Mutilador
  • Número de víctimas: 2 - 9 +
  • Fecha del crimen: 1969 - 1973
  • Fecha de detención: 7 de abril de 1973
  • Fecha de nacimiento: 25 de marzo de 1946
  • Perfil de la víctima: Leigh Hainline Bonadies, 25 / Carmen Marie Hallock, 22 / Belinda Hutchens, 22 / Collette Goodenough, 19, y Barbara Ann Wilcox, 19 / Susan Place, 17, y Georgia Jessup, 16 / Mary Alice Briscolina, 14, y Elsie Lina Farmer, 14
  • Método del crimen: Arma de fuego - Estrangulación
  • Lugar: Varias, Estados Unidos (Florida)
  • Estado: Condenado a dos cadenas perpetuas en octubre de 1973. Asesinado en prisión el 3 de diciembre de 1995 por Vincent Faustino Rivera
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Gerard Schaefer – El Carnicero de Blind Creek

Usátegui – Elobservadordelmundo.com

17 de marzo de 2015

Policía y asesino en serie: una combinación letal para que sus confiadas víctimas cayeran en su trampa.

Valiéndose de su cargo para infundir a la vez respeto y confianza, entraba en contacto con mujeres jóvenes y atractivas, a las cuales amenazaba con un arresto ficticio, para seguidamente hacerse el bondadoso y «perdonarlas» proponiéndoles una cita, y una vez aceptada se dirigía hacia zonas boscosas y solitarias del Condado de Martin (Florida), para iniciar un ritual de torturas, humillaciones, violaciones que terminaba con el asesinato a puñaladas o de un disparo de las víctimas… sin embargo sus acciones pudieron comenzar mucho antes de su dedicación a la profesión policial…

Con una mentalidad torturada por tendencias suicidas que posteriormente derivaron en instintos asesinos hacia las mujeres, a las que parecía odiar, se convirtió en uno de los asesinos en serie más activo [activos] de Estados Unidos.

Infancia y juventud

Gerard John Schaefer Jr nació el 25 de marzo de 1946, en Wisconsin. Fue el primero de tres hijos de Gerard y Doris Schaefer. Su padre trabajaba para la compañía Kimberly-Clark y les iba bien económicamente. Recién nacido su familia se trasladó a Atlanta, Georgia, donde fue criado hasta 1960.

Schaefer era un buen estudiante, con un cociente intelectual de 130, y acudía a la escuela católica de la comunidad a la que pertenecía. Sus compañeros de escuela lo recuerdan como un solitario, extraño, y como alguien que simplemente no encajaba, que estaba dispuesto a hacer casi lo que fuera para ver la ropa interior de las alumnas de la escuela.

En clase, frecuentemente conseguía hacer enfurecer a las monjas cuestionando asuntos de dogma y en una ocasión escribió un largo ensayo científico poniendo en tela de juicio el nacimiento virginal de Cristo.

Le gustaba matar animales por el simple placer de hacerlo, y solía espiar a las chicas por la noche a través de las ventanas, masturbándose mientras estas se desvestían. Schaefer las culpaba por «tentarlo» y las llamaba «putas» y «zorras».

Parecía una vida idílica, pero Schaefer no la recordaba así. Decía que sus padres jamás tuvieron una buena relación, que su padre siempre era crítico y que su madre siempre estaba detrás de él, corrigiéndolo. El padre favorecía a la hermana de Gerard, Sara, haciéndolo sentir que hubiera sido mejor haber nacido niña.

El pequeño Schaefer tenía pensamientos suicidas ya que sentía que jamás sería capaz de complacer a su padre. A los 12 años comenzó a masturbarse mientras vestía ropa interior femenina. También practicó ataduras masoquistas, atándose a sí mismo a los árboles y excitándose sexualmente al hacerse daño. Pronto, las imágenes violentas se volvieron hacia el exterior y comenzó a fantasear con dañar a otras personas, particularmente a mujeres.

Los Schaefer se mudaron a Fort Lauderdale, Florida, en 1960. Se unieron al Club Náutico y al Club Social de la ciudad. Gerard tuvo su primer novia, Cindy, a los 14 años y estuvo más o menos bien los siguientes tres años. Tenían relaciones sexuales, pero Cindy solamente aceptaba dichas relaciones cuando seguían un «guión» determinado en el cual obligaba a Schaefer a que rompiera sus ropas y que la «violara» en cada acto sexual. Cuando Schaefer se cansó de este «juego», Cindy lo abandonó. Ese mismo día,

George fue al bosque y practicó sus ataduras masoquistas por primera vez desde que la familia se mudó a Florida.

En la primavera de 1965, Schaeffer conoció a Sandy Stewart, de 17 años, en la escuela de danza. Ella lo describiría como un muchacho «extraño y desconcertante». Se portaba de forma impecable en casa de ella. Iban juntos de excursión a cazar animales, aunque ella era incapaz de dispararles. Schaefer se graduó en junio de 1964, pero el romance continuó. Viajó con la familia de Sandy y se convirtió casi en parte de la familia.

A pesar del noviazgo con Sandy Stewart, Schaefer hizo trámites para entrar al sacerdocio, pero fue rechazado pues, según los examinadores, le faltaba fe. Aquello enfureció a Gerard, quien abandonó la iglesia.

Se convirtió en un estudiante mediocre y la relación con Sandy comenzó a deteriorarse, convirtiéndose más en una forma de terapia que en un noviazgo. Le contaba sus deseos de matar a las mujeres que lo provocaban, como su vecina, que se desnudaba con las cortinas de su habitación abiertas y otra, que tomaba baños de sol en el patio trasero de su casa. También le contó las violentas discusiones con su padre y los perversos juegos sexuales con Cindy. Finalmente, Sandy Stewart terminó la relación pero Gerard Schaefer Jr. la acosó por meses mientras salía con otros chicos, hasta que finalmente abandonó.

Schaefer confesó sus deseos homicidas a su maestro de escritura creativa, quien lo envió con el consejero de la escuela, a quien Gerard le dijo que quería unirse a la armada porque le gustaría «matar», que tenía deseos de dispararles a las vacas. De hecho, Schaefer ya había comenzado a matar animales con un machete y después violaba los cuerpos.

Schaefer entró a la Universidad de Florida buscando convertirse en maestro, pero ello no impidió que fuera llamado al servicio militar. Al recibir la notificación, escribió una nota suicida y huyó. Su compañero de habitación lo halló en su territorio habitual de caza y, tras algunas vacilaciones, finalmente se sometió a una evaluación psiquiátrica que no confirmó el riesgo suicida pero que mostró una severa desorganización psicológica y baja tolerancia a la frustración, lo cual lo eximió del servicio militar.

Posteriormente, su padre comenzó a beber en exceso y fue despedido de su trabajo. La relación de sus padres se deterioró y se separaron.

Primer matrimonio 1968

George, por su parte, se casó en 1968 con Martha Fogg, a quien había conocido poco tiempo antes cuando se unió a una «troupee» de actores y cantantes donde, entre otros, estaba la futura estrella de cine Glen Close.

Primera víctima conocida

Gerard Schaeffer hizo entonces su primer movimiento: Engañó a su vecina y casual compañera de tenis Leigh Bonadies diciéndole que el gobierno buscaba personas para incorporarse a los programas de entrenamiento de la CIA, con un suelo de 20,000 dólares.

Un día, sus familiares encontraron una nota de Leigh donde les decía que se había ido a Miami. Cuando el esposo de ésta le preguntó a Gerard, él le dijo que Leigh se había comunicado con él diciéndole que pensaba dejar a su esposo y solicitando que la llevara al aeropuerto, pero que la chica jamás lo llamó. Charles Bonadies, el esposo de Leigh demandó el divorcio y nadie volvió a saber nada de ella hasta que parte de sus joyas fueron encontradas, años después, en casa de la madre de Gerard Schaeffer.

Segunda víctima

La siguiente víctima de Schaeffer fue Carmen Marie Hallock, una camarera quien le comentó a su cuñada que había conocido a un maestro de escuela que le ofreció un trabajo en el Gobierno como una especie de «agente secreto». Poco después, desapareció, y lo único que se ha recuperado de ella hasta el momento son los dos dientes hallados entre las pertenencias de Schaeffer.

Divorcio

Poco después, Schaefer y Martha se divorciaban. Ella argumentaría la extrema crueldad de Gerard, aunque los detalles de dicha aseveración se desconocen. Sin embargo, Gerard no se dejó vencer por la tristeza y se embarcó en un largo viaje por Europa y África. Al regresar a los Estados Unidos trabajó como guardia de seguridad en una planta eléctrica mientras seguía estudiando.

Nuevo matrimonio

En el trabajo conoció a Teresa Dean, con quien se casó poco después. Se graduó con un grado de bachiller en geografía.

Ingreso en la Policía

En vez de tratar de conseguir la licencia como profesor, entró en el Departamento de Policía de Wilton Manors. Se graduó de la Academia de Policía el 17 de diciembre de 1971, con 25 años.

En su trabajo como policía Schaefer no era muy apreciado. Le encantaba detener gente con el menor pretexto, y solía invitar a salir a las mujeres que detenía por infracciones de las leyes de tránsito. Intentó trasladarse a otro condado, también dentro de la policía, pero no aprobó los exámenes psicológicos del condado de Broward, y lo mismo sucedió en diversos lugares hasta que, finalmente, consiguió trabajo en el condado de Martin con cartas de recomendación falsificadas.

Tercera víctima

Unas semanas después de su nombramiento como Policía mató a Belinda Hutchens, de 22 años, de quien sólo se ha recuperado hasta el momento su libreta de direcciones pero cuyo cuerpo jamás se localizó.

Cambio de método: Comienza a asesinar a parejas de chicas

En algún momento, Schaefer se aburrió de matar mujeres solas y comenzó a asesinar a parejas de chicas que iban juntas a alguna fiesta o celebración.

En palabras del propio George Schaefer:

«Cometer asesinatos «dobles» es mucho más difícil que cometerlos “sencillos”, pero por otra parte eso lo pone a uno en la posición de obtener el doble de diversión. Puede haber vívidas discusiones sobre cuál de las víctimas debe ser asesinada primero. Cuando tienes un par de pimpollos atadas de pies y manos y listas para una lección con el cuchillo para despellejar, ninguna de las dos diablillas quiere ser la primera en irse. Y no se lo piensan dos veces para decirte por qué su mejor amiga es la que debe morir».

Es difícil decir cuándo fue que Schaefer comenzó a hacer «dobles». En 1966 desaparecieron Nancy Leichner de 21 años y Pamela Nater de 20 años, pero aunque se sospecha de Schaefer nunca se ha podido comprobar nada.

En 1970 desaparecieron dos niñas, una de 8 y otra de 9 años. Al siguiente día de su desaparición, el dueño de una heladería las reconoció, y dijo que un hombre en la veintena les compró helados. Los restos de estas niñas jamás fueron encontrados y Schaefer negó los cargos, pero en una carta escrita en 1989 dice que las muertes de estas dos niñas sucedieron en una época en la que él había estado leyendo sobre las costumbres del caníbal Albert Fish, quien comía niñas pequeñas, que él jamás abusó de ellas pero que las halló bastante satisfactorias, especialmente con cebolla y pimientos.

Dos víctimas que se le escaparon dieron lugar a su captura

Pamela Sue Wells y Nancy Ellen Trotter son afortunadas de seguir con vida. Las dos atractivas adolescentes, de 18 y 17 años respectivamente, hacían auto-stop el 21 de julio de 1972 cuando el oficial Gerard Schaefer se detuvo, pidió sus nombres y les dijo que el auto-stop era ilegal en el condado de Martin, lo cual en realidad era falso. Llevó a las chicas de regreso al hospedaje donde estaban quedándose y les ofreció llevarlas a la playa a la mañana siguiente.

El día siguiente, 22 de julio de 1972, Schaefer las recogió, pero en lugar de dirigirse hacia la playa las condujo a la Isla Hutchinson, diciéndoles que les mostraría un fuerte español. Una vez ahí, sacó su pistola y les dijo que planeaba venderlas como esclavas blancas a una organización de prostitución extranjera. Luego las sacó del automóvil y las dejó bajo un árbol, con sogas atadas a sus cuellos y los pies apoyados en las raíces. Si resbalaban de su punto de apoyo, morirían ahorcadas. Schaefer dejó el lugar, prometiendo regresar en breve. Pero, de alguna manera, las chicas se las arreglaron para escapar.

Justificación de su acción

Cuando Schaefer regresó al lugar y no las encontró, llamó por teléfono a su jefe y le dijo que había hecho algo muy tonto, que se había «sobrepasado» en su trabajo y, después de describirle el asunto de las chicas, añadió que solamente quería darles un buen susto, por su propio bien.

Richard Crowder, el jefe de Shaefer, le ordenó que volviera a la Comisaría y salió en busca de las chicas, a quienes halló aún esposadas en el bosque.

De regreso, Crowder despidió de Schaefer en el acto y lo arrestó, con cargos de falsa detención y dos de asalto. Schaefer pagó la fianza de 15,000 dólares y fue liberado el 24 de julio de 1972.

Sin ninguna posibilidad de defensa, Schaefer hizo un trato y se confesó culpable de un cargo de asalto por lo que se le sentenció a un año de cárcel y 3 de libertad condicional.

Schaefer pasó casi todo el tiempo que estuvo en prisión escribiendo cuentos. Emerson Floyd, compañero de celda de Schaefer recuerda que él no permitía a nadie ver su trabajo. Sin embargo, disfrutaba leyéndolo en voz alta. La mayor parte de ellos eran simplemente brutales.

Dos víctimas más dos meses antes de su arresto: se descubre todo

En mayo de 1972, dos meses antes de su arresto, otras dos adolescentes desaparecieron: Susan Place, de 17 años, y Georgia Jessup, de 16. Los padres recordaban haberlas visto alejarse con un hombre mayor que ellas cuyo nombre era Jerry Shepherd, quien las había invitado a tocar guitarra en una playa cercana. Nunca regresaron.

La madre de una de ellas desconfió del extraño y anotó las placas del automóvil, pero erró en el primer número, hasta que seis meses después se dio cuenta de su error. Cuando supo que Schaefer estaba preso, acudió a la cárcel con fotografías de ambas jóvenes, pero Schaefer dijo que no las había visto jamás.

El 1 de abril de 1973, unos chicos encontraron restos humanos en la isla de Hutchinson. Cuando se enteró de esto, Schaefer destruyó sus cuentos y los tiró a la basura. Las dos víctimas fueron identificadas por los registros dentales. Una de ellas, Susan, había sido asesinada de un disparo en la mandíbula. Ambas habían sido amarradas a un árbol y evisceradas. Dado el modus operandi, el único sospechoso era Scheafer.

Registro de la Policía en la casa de la madre de Schaefer

Cuando la policía registró la casa de la madre de Schaefer, encontraron: una pulsera que perteneció a Susan y tres piezas de joyería cuya dueña, una chica de 25 años llamada Leigh Bonadies, estaba desaparecida desde septiembre de 1969; también hallaron dos dientes de una muchacha de 22 años llamada Carmen Hallock, desaparecida en diciembre de 1969.

Encontraron, asimismo, recortes de periódico sobre la desaparición de Bonadies y Hallock, una agenda de direcciones perteneciente a Belinda Hutchens, de 22 años, desaparecida desde enero de 1972; un pasaporte, el diario y un libro de poesía propiedad de Collete Goodenough de 19 años, vista por última vez en enero de 1973.

Apareció también el permiso de conducir de Bárbara Wilcox, de 19 años, quien desapareció al mismo tiempo que Goodenough, una pieza de joyería de Mary Briscolina, de 14 años de edad, desaparecida junto a una amiga en octubre de 1972; un sobre dirigido a Jerry Shepherd; 11 pistolas, 13 cuchillos, fotografías de mujeres desconocidas y del mismo Schaefer vestido con ropa de mujer y más de 100 páginas de narraciones y bosquejos que detallaban la tortura y la muerte de las «putas».

Schaefer, al parecer, tenía una explicación para todo. Las armas eran legales, algunas de ellas eran simples souvenirs. La pulsera de Susan Place la había comprado él en un viaje que hizo a Marruecos en 1970 y los documentos de Wilcox-Goodenough los había encontrado mientras patrullaba. Su exvecina Leigh Bonadies le había dado a Schaefer los artículos de joyería como un regalo.

Y los «planes homicidas» eran fantasías que él había transcrito bajo pedido de su psiquiatra mientras estuvo en tratamiento en 1968, quien le dijo a Schaefer que escribiera todo lo que cruzara por su mente. En cuanto a los dientes de Carmen Hollock, Schaefer adujo que habían sido «plantados» por el excompañero de habitación de Schaefer, quien le había confesado el crimen en secreto.

Juicio y condena

Pero las autoridades no se creyeron los cuentos de Schaefer. Robert Stone, el fiscal, consiguió que se le sentenciara a dos cadenas perpetuas y dijo: «Estamos, probablemente, ante la serie de crímenes más grande de la historia de los Estados Unidos». Schaefer rechazó a someterse a la prueba del polígrafo y el juez C. Pfeiffer

Trownbridge ordenó que se le practicaran exámenes de su estado mental. Cuatro psiquiatras diferentes dijeron que Schaefer estaba legalmente sano y era imputable por los crímenes de los que se acusaba. Sólo se le pudo condenar por dos asesinatos ya que del resto no se pudieron encontrar pruebas concluyentes.

El número total de víctimas de Schaefer se desconoce. Él argumentaba que fueron entre 80 y 110. Durante el juicio llegó a preguntarse irónica y cruelmente: «Una vez maté a una mujer embarazada, ¿Eso cuenta como uno o como dos asesinatos?»

Vida en prisión

Estando ya en prisión, Schaefer hizo numerosas apelaciones y declaraciones de que había sido víctima de una trampa tendida para proteger a altas figuras ligadas al narcotráfico. También se casó con una mujer filipina quien vivió un tiempo en casa de su madre y desapareció tras obtener su residencia legal. También fue acusado de una conjura para matar a ciertas personas y de un plan de escape, por lo que fue trasladado a una prisión de máxima seguridad.

A pesar de hallarse en constante vigilancia, se las arregló para llevar a cabo diversos fraudes por correo, escribiendo anuncios en revistas de sexo y adoptando siempre nombres femeninos, cobrando, incluso, por el privilegio que tendrían aquellos que pagaran por lavar su ropa interior, enviada a ellos por correo.

Luego trabajó como abogado para algunos de los presos, aunque en realidad los engañaba, ya que los hacía confesar y vendía los detalles a las autoridades. Uno de esos internos, quien aguardaba a que se llevara a cabo su juicio por homicidio, le confesó a Schaefer dónde había escondido los restos de su víctima y Schaefer se lo comunicó a la policía.

Su exnovia Sandy decidió escribir un libro sobre Schaefer y éste respondió de forma entusiasta a su solicitud. Por propia iniciativa, Schaefer le envió siete de sus cuentos a Sandy (ahora apellidada London) con títulos tan macabros como «Rubia en una estaca» y «Moscas en sus ojos». Ella publicó un libro con los cuentos de Schaefer, dibujos y algunos textos de la madre de Schaefer.

Schaefer se convirtió en un experto en demandar personas. Desde su celda, inició procesos contra todos los escritores, investigadores y conferencistas que mencionaran su nombre, aunque fuera de pasada. Perdió todos los juicios, pero hizo gastar a sus acusados cantidades considerables de dinero.

Muerte de Gerard Schaefer en prisión

El domingo 3 de diciembre de 1995 Schaefer fue hallado muerto en su celda, con la garganta cortada y 42 puñaladas en diversas partes del cuerpo. El asesino, Vincent Faustino Rivera, confesó haberlo matado porque Schaefer tomó la última taza de agua caliente para el café que quedaba en el dispensador de la celda.


Gerard Schaefer – El Carnicero de Blind Creek

Cabaretcrimes.tumblr.com

Gerard John Schaefer (25/03/1946 – 3/12/1995) fue un oficial de policía arrestado en Florida por los brutales asesinatos que cometió entre 1969 y 1973, año en el que fue detenido.

Fue el primero de los tres hijos que tuvieron Gerard y Doris Schaefer, un matrimonio bien posicionado económicamente. El pequeño Schaefer era un buen estudiante y acudía a la escuela católica de la comunidad de Wisconsin a la que pertenecía.

No obstante, aun pareciendo una vida idílica, Schaefer dijo que sus padres jamás tuvieron una buena relación; que su padre era muy crítico y que su madre siempre le estaba encima, corrigiéndolo. Por la presión de querer complacer a sus progenitores, el chico empezó a tener pensamientos suicidas y, a los 12 años, comenzó a masturbarse mientras vestía ropa interior de mujer. Asimismo, también practicó actos masoquistas, atándose a sí mismo a los árboles y excitándose sexualmente al hacerse daño.

Pronto, las imágenes violentas se exteriorizaron y surgió la fantasía de dañar a otras personas, particularmente a mujeres.

En 1960, la familia se muda a Florida y, a los 14 años, Gerard tiene su primera novia, Cindy. La pareja mantenía relaciones sexuales, pero siempre bajo las condiciones de ella: emulando una violación cada vez que practicaban el sexo; él tenía que romperle las ropas y «forzarla». Tres años después de empezar su relación, Schaefer se cansó de este «juego» y ella terminó con él. Fue el día en que Gerard volvió al bosque y practicó sus ataduras desde que llegara a Florida.

Al adolescente y solitario Schaefer le gustaba matar animales por el simple placer de hacerlo, y solía espiar a las chicas por la noche a través de las ventanas, masturbándose mientras éstas se desvestían. Schaefer las culpaba por «tentarlo» y las llamaba «putas» y «zorras».

En la primavera de 1965, Schaeffer conoció a Sandy Stewart, de 17 años. Su noviazgo duró más allá de la graduación, pero con el tiempo se fue deteriorando la relación y se convirtió más que nada en un tipo de terapia, ya que le empezó a contar a Sandy sus deseos de matar a las mujeres que lo excitaban, como su vecina, que se desnudaba con las cortinas de su habitación abiertas; las violentas discusiones con su padre, los perversos juegos sexuales con Cindy, etc. Finalmente, ella terminó la relación y Schaefer la acosó durante meses, hasta que (quién sabe por qué) finalmente cedió.

Pasado algún tiempo, su padre comenzó a beber en exceso y fue despedido de su trabajo. La relación de sus padres se deterioró y se separaron. Gerard, por su parte, se casó en 1968 con Martha Fogg, a quien había conocido poco tiempo antes cuando se unió a un grupo de actores y cantantes donde, entre otros, estaba la futura estrella de cine Glen Close.

Gerard hizo entonces su primer movimiento. Le dijo a Leigh Bonadies, vecina y compañera de tenis, que el gobierno estaba reclutando gente para los programas de entrenamiento de la CIA, donde pagaban un sueldo de 20.000$.

Un día, los familiares de Bonadies encontraron una nota suya donde decía que se había ido a Miami. Gerard corroboró esta versión cuando el esposo le preguntó si sabía algo al respecto. Así, el abandonado y despechado esposo acabó pidiendo el divorcio y nadie volvió a saber nada de ella hasta que parte de sus joyas fueron encontradas, años después, en casa de la madre de Gerard Schaeffer.

La siguiente víctima fue Carmen Marie Hallock, una mesera que un día comentó que alguien le había ofrecido un trabajo en el gobierno como un tipo de «agente secreto» y quien poco después desapareció. Lo único que se ha recuperado de ella hasta el momento son dos dientes hallados entre las pertenencias de Schaffer.

Poco después, Schaefer y Martha se divorciaron. Entonces Gerard inició un largo viaje por Europa y África y, al regresar a Estados Unidos, trabajó como guardia de seguridad en una planta eléctrica. Allí conoció a Teresa Dean, con quien se casó poco después. Al cabo de poco tiempo, entró en el departamento de policía de Wilton Manors y cometió su primer asesinato como agente de la ley: Belinda Hutchens, de 22 años, de quien sólo se ha recuperado su libreta de direcciones (jamás se localizó el cuerpo).

Pero como policía, Schaefer no era muy apreciado; ya que le encantaba parar a gente con el menor pretexto y solía invitar a salir a las mujeres que detenía por violar las leyes de tráfico. Así pues, en algún momento de su vida, parece que Schaefer se aburrió de matar a mujeres solas y comenzó a asesinar parejas.

Susan Place, de 17 años, y Georgia Jessup, de 16, desaparecieron pocos meses antes del arresto de Gerard. Sus padres recordaban haberlas visto alejarse con un hombre mayor, cuyo nombre era Jerry Shepherd, y que las había invitado a tocar la guitarra en una playa cercana. Nunca regresaron. La madre de una de ellas desconfió del extraño y anotó las placas del coche, pero se equivocó en el primer número y hasta seis meses después no se dio cuenta. Pero cuando enseñaron las fotos de las jóvenes a Schaefer, éste dijo que no las había visto nunca.

Pamela Sue Wells y Nancy Ellen Trotter fue una pareja que tuvo más suerte. Las dos atractivas adolescentes, de 18 y 17 años respectivamente, estaban haciendo autoestop el 21 de julio de 1972 cuando el oficial Gerard Schaefer las vio, les pidió sus nombres y les advirtió de que hacer autoestop en ese condado era ilegal (mentira). Entonces, haciendo uso de su galantería y buena fe, las dejó marchar y se ofreció a llevarlas a la playa la mañana siguiente.

El día siguiente, Schaefer las recogió, pero no fue a la playa. Condujo hasta la Isla Hutchinson y, una vez ahí, sacó su pistola y les dijo que las vendería como esclavas a una organización de prostitución extranjera. Luego las sacó del coche y las dejó atadas del cuello con sogas bajo un árbol y los pies apoyados en las raíces. Si resbalaban de su punto de apoyo, morirían ahorcadas. Schaefer las abandonó allí, pero les prometió que volvería. Milagrosamente, las chicas se las arreglaron para escapar.

Cuando Schaefer regresó al lugar y no las encontró, llamó por teléfono a su superior y le dijo que se había «sobrepasado» en su trabajo; le describió el asunto de las chicas y añadió que solamente quería darles un buen susto, escarmentarlas por su propio bien.

Richard Crowder, su jefe, le ordenó volver al bosque donde las había dejado, acompañado de un equipo para rescatarlas. Y después de encontrarlas vagando por el bosque y muy asustadas, Schaefer fue arrestado en el acto con cargos de falsa detención y asalto.

Schaefer tuvo que pagar una fianza de 15.000 $ y fue liberado el 24 de julio. Sin embargo, al no tener ninguna posibilidad de defensa, hizo un trato con el tribunal y se declaró culpable de un cargo de asalto, por lo que se le sentenció a un año de cárcel y a 3 de libertad condicional.

El 1 de abril de 1973, unos chicos encontraron unos restos humanos en la isla de Hutchinson. Éstos fueron identificados por los registros dentales y resultaron pertenecer a Susan Place y Georgia Jessup, que habían sido amarradas a un árbol, evisceradas y, una de ellas, asesinada por un disparo en la mandíbula.

Dado el modus operandi, el único sospechoso fue Scheafer, y cuando la policía registró la casa de su madre, encontraron una pulsera que perteneció a Susan y tres piezas de joyería propiedad de Leigh Bonadies, desaparecida desde septiembre de 1969.

En ese registro también hallaron dos dientes de una muchacha de 22 años llamada Carmen Hallock, desaparecida en diciembre de 1969. Encontraron, asimismo, recortes de periódico sobre la desaparición de Bonadies y Hallock, una libreta de direcciones perteneciente a Belinda Hutchens, y un pasaporte, el diario y un libro de poesía propiedad de Collete Goodenough, de 19 años y vista por última vez en enero de 1973.

Apareció también la licencia de conducir de Bárbara Wilcox, que desapareció al mismo tiempo que Goodenough; una pieza de joyería de Mary Briscolina, de 14 años de edad, desaparecida junto a una amiga en octubre de 1972, un sobre dirigido a Jerry Shepherd, 11 pistolas, 13 cuchillos, fotografías de mujeres desconocidas y del mismo Schaefer vestido con ropa de mujer, y más de 100 páginas de narraciones y bosquejos que detallaban la tortura y la muerte de las «putas».

Pero Schaefer tenía una explicación para todo: las armas eran legales, incluso algunas de ellas simples souvenirs. La pulsera de Susan Place la había comprado en un viaje a Marruecos en 1970, y los documentos de Wilcox-Goodenough los había encontrado mientras patrullaba.

Su exvecina Leigh Bonadies le había dado las joyas como regalo de agradecimiento por haberla llevado al aeropuerto el día que se fue a Miami; y los «planes homicidas» narrados eran fantasías que su psiquiatra le obligó a describir cuando estuvo en tratamiento en 1968. En cuanto a los dientes de Carmen Hollock, Schaefer acusó a su excompañero de habitación, quien le había confesado en secreto el crimen.

No obstante, nadie creyó las palabras de Schaefer y Robert Stone, el fiscal, consiguió que se le sentenciara a dos cadenas perpetuas. Su modus operandi era inconfundible, pues casi siempre mataba a dos chicas a la vez: recogía en su coche patrulla a chicas que hacían autostop en la carretera, y a punta de pistola, las obligaba a adentrarse en el bosque. Luego las ataba a los árboles, las fotografiaba y, finalmente, las torturaba y las mataba.

Su especialidad, además, era la tortura psicológica: jugaba con ellas diciéndoles que debían dar las razones por las que ellas no debían ser las primeras en morir, mientras las chicas lloraban e imploraban por sus vidas. Después de matarlas, las descuartizaba y enterraba en el bosque. Este juego proporcionaba al criminal un enorme placer sexual.

Según las propias palabras de Schaefer, «hacer “dobletes” es mucho más difícil que hacer sencillos; pero también se obtiene el doble de diversión. Además, puede haber impresionantes discusiones sobre cuál de las víctimas debe morir primero. Y es que cuando tienes a un par de mozas atadas de pies y manos y listas para una lección de cómo despellejar con el cuchillo, ninguna de las dos diablillas quiere ser la primera en irse. Así que no dudan mucho en decirte por qué su mejor amiga es quien debe morir antes».

Se desconoce el número exacto de víctimas de Schaefer; aunque al final él mismo se atribuía entre 80 y 110 muertes. Incluso contó que en una ocasión una mujer se ahogó en su propio vómito mientras veía cómo mataba a su amiga, y que también había matado a una mujer embarazada; ante lo cual preguntaba, irónica y cruelmente: «¿eso cuenta como uno o dos asesinatos?»

En la cárcel, Schaefer hizo numerosas apelaciones declarando que había sido víctima de una trampa tendida para proteger a altas figuras ligadas al narcotráfico. También se las arregló, a pesar de hallarse en constante vigilancia, para llevar a cabo varios fraudes por correo y trabajar como abogado para algunos de presos, aunque en realidad los engañaba y vendía los detalles de sus confesiones a las autoridades.

Se convirtió en un experto demandante. Desde su celda, inició procesos contra todos los escritores, investigadores y conferencistas que mencionaran su nombre, aunque fuera de pasada. Perdió todos los juicios, pero hizo gastar a sus acusados cantidades considerables de dinero.

Su exnovia Sandy decidió escribir un libro sobre él y éste respondió de forma entusiasta a su solicitud. Incluso le envió siete de sus cuentos para que los publicara: «Rubia en una estaca» o «Moscas en sus ojos», entre otros.

Finalmente, el domingo 3 de diciembre de 1995, Schaefer fue hallado muerto en su celda con la garganta cortada y 42 puñaladas en distintas partes del cuerpo. El asesino, Vincent Faustino Rivera, confesó haberlo matado porque Gerard tomó la última taza de agua caliente que quedaba en el dispensador de la celda.

Curiosidades: Schaefer & Bundy

Gerard John Schaefer coincidió en la cárcel con el famoso Ted Bundy.

Schaefer, exoficial de policía preso por asesinar a varias mujeres jóvenes, se burlaba constantemente de Bundy diciéndole «Ted… tú no eres el mejor. Lo soy yo. […] El número de asesinatos que has cometido, no es suficiente».

Y es que Gerard había descrito cientos de asesinatos y torturas que, sumado a los objetos de las víctimas que se encontraron en su poder, indicaba que habría podido asesinar a más de ciento diez mujeres, lo que lo convertiría (definitivamente) en el más prolífico asesino serial de Estados Unidos… Algo que Bundy no podía soportar.

Bundy, con el tiempo admitió que se sintió influenciado por la idea de Schaefer de matar a dos mujeres al mismo tiempo, y que por eso en 1974 asesinó en un mismo día a Janice Ott y Denisse Naslund; todo con el fin de emular a Schaefer.

Sandy Stewart es Sondra London

Sandy Stewart, la chica a la que Schaefer conoció a mediados de los 60 y con la que mantuvo una relación sentimental y acabó contándole sus fantasías, es actualmente Sondra London, una de las escritoras o autoras de libros sobre crímenes reales más famosas de Estados Unidos.

Asimismo, es la «reina» de lo que se conoce como «serial killers groupies» (enjambres de admiradoras de asesinos en serie que suelen flirtear y enamorarse de ellos e, incluso en algunas ocasiones, acaban convirtiéndose en sus esposas), ya que ha tenido relaciones con Schaefer, Keith Jesperson («El asesino de la carita feliz», camionero que asesinó como mínimo a ocho mujeres en distintos estados norteamericanos) y Danny Rolling («El Destripador de Gainesville», que asesinó y mutiló a cinco estudiantes en 1990 en Florida).

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