Francisco Guerrero Pérez

Volver Nueva búsqueda
Francisco Guerrero Pérez

El Chalequero

  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: Misoginia - Violador
  • Número de víctimas: 18
  • Fecha del crimen: 1880 - 1888 / 1908
  • Fecha de detención: 13 de junio de 1908
  • Fecha de nacimiento: 1840
  • Perfil de la víctima: Mujeres (prostitutas)
  • Método del crimen: Estrangulamiento - Degollación
  • Lugar: México, D. F., México
  • Estado: Condenado a pena a muerte en 1888. Conmutada por 20 años de prisión. Indultado y puesto en libertad en 1904. Condenado a pena de muerte en 1908. Fallece en 1910.
Leer más

Francisco Guerrero Pérez

Wikipedia

Francisco Guerrero Pérez, El Chalequero, fue el primer asesino en serie del cual se tuvo registro en México, aunque no fue el primer asesino serial mexicano este título le corresponde a Felipe Espinosa. Mató en la Cd. de México alrededor de 20 mujeres dedicadas a la prostitución durante 1880 y 1888, y una última (una anciana no prostituta, aunque hay fuentes que manejan que sí lo era) en 1908.

Su periodo de actividad concordó con el de Jack el Destripador, por lo que algunos autores de su época y actuales lo han llegado a comparar con él. También fue nombrado por la prensa de la época como el «Barbázul mexicano», el «Destripador mexicano o del río Consulado», o el «Degollador del río Consulado». Guerrero era un asesino organizado, misionero motivado por el odio y sedentario.

Antecedentes

Francisco Guerrero nació en el seno de una familia pobre en alguna parte del Bajío en 1840, fue el decimoprimer hijo; su infancia estuvo marcada por la pobreza, los abusos de su madre- golpeadora y asfixiante- y la ausencia de su padre. En 1862, a la edad de 22 años, emigra a la Ciudad de México, donde comienza a laborar como zapatero.

Guerrero jamás tuvo reparo en tratar de ocultar su misoginia y, ni siquiera, sus asesinatos, aun así estuvo casado,- procreó 4 hijos con su esposa, llamada María, y otros más extramaritales,- y tuvo muchas amantes,- las cuales de hecho, llegaron a mantenerlo («barbázul»); llegó a tener todo un harén de sexoservidoras a su servicio (se cree pudo fungir como proxeneta)-. En varias ocasiones se cuenta que se le pudo ver alardeando de sus crímenes; en su barrio- Guerrero vivía en la colonia de Peralvillo- todos sabían lo que hacia pero nadie lo denunciaba por miedo. Paradójicamente, Guerrero se declaraba un católico devoto a la virgen de Guadalupe, y contaba orgulloso haber sido en su infancia sacristán.

Vestía de manera estrafalaria aunque siempre elegante, siempre usaba pantalones entallados de cachemira, fajas multícolores y chalecos de charro. Lo describían como:

«…guapo, elegante, galán y pendenciero.» (Anónimo, 1888)

Existen dos teorías de porque se le apodaba «el Chalequero», una apunta a que simplemente era porque solía usar este tipo de prendas, otra menciona que se debía a que sostenía relaciones sexuales «a chaleco» con la mujer que el quisiera (la expresión «a chaleco» indica que algo se hace de manera forzada).

Perfil psiquiátrico

Poseía una muy marcada personalidad psicopática pues carecía de empatía, no sentía culpa, tenía un estilo de vida parasitario, cosificaba a las personas a su alrededor, tenía una autoestima inflada, sufría de ataques súbitos de ira, era manipulador y promiscuo; pese a ello era una persona carismática (de ahí sus muchas amantes).

En su época no se prestó atención a su diagnóstico pero su comportamiento y personalidad concuerdan con los de un trastorno errático de la personalidad ( personalidad antisocial y/o personalidad narcisista). Lo describían como tranquilo y callado, ponía demasiado cuidado en su cuidado personal.

Veía al sexo femenino como un simple satisfactor sexual deshechable. Sus crímenes estaban marcados por una crueldad desmesurada con marcados tintes sexuales, eran de odio. Violaba a sus víctimas para poder demostrar la supuesta «superioridad y poder» que creía tener sobre las mujeres.

Todas sus víctimas (exceptuando la última) fueron prostitutas pero, a diferencia de lo que se llegó a creer, no las mataba por el hecho de serlo, sino porque ellas eran más vulnerables (prueba de ello fue que su última víctima no se dedicaba a esta práctica, sin embargo, también pertenecía a un sector poblacional vulnerable: la tercera edad).

Según él las mujeres le debían una total fidelidad a sus maridos, el adulterio tendría que ser castigado con la muerte, consideraba especialmente pecaminoso el labor de una trabajadora sexual ya que no guardaban fidelidad hacia ningún hombre.

Es fácil intuir que su trastorno de personalidad y su misoginia, fue producto de un rechazo maternal durante la infancia, que degeneró en un complejo de Edipo no superado. Muy probablemente no conoció una imagen paterna o ésta representó el patrón de la violencia contra las mujeres (un padre golpeador). Pertenecía a un estrato social bajo y era prácticamente analfabeto. Proyectaba en sus víctimas la imagen de su madre.

Perfil realizado en su época

Con base en las teorías de Cesare Lombroso, vigentes para la criminología de la época, los detectives idearon un perfil del asesino: lo clasificaron como un «criminal nato» (según Lombroso los criminales natos eran individuos que habían nacido en un estrato social bajo y pertenecían a una determinada etnia, era producto de un proceso involutivo en donde a través de las generaciones, expuestas a un medio determinado, sus antepasados fueron alejándose de la condición humana hasta culminar en ellos, éstos habían degenerado hasta asemejarse a animales) y lo retrataban como un hombre perteneciente a un estrato social bajo, analfabeta, con evidentes muestras de decadencia social como un arreglo personal muy deficiente y malos modos, y un nivel de inteligencia subnormal; físicamente tendría tez morena,- ascendencia mestiza o indígena,- robusto y rasgos toscos, marcadamente masculinos, casi simiescos.

Carlos Roumagnac, uno de los primeros criminólogos mexicanos, concluyó que el «Degollador del río Consulado» era un criminal nato, al afirmar:

«…no hay datos suficientes que autoricen a suponer que (…) el Chalequero, haya cometido sus crímenes bajo la influencia irresistible de la perversión sexual (…) no los a cometido bajo la influencia de una obsesión morbosa (…) los ha consumado por impulsiones violentas y conscientes (…) es por tanto un degenerado inmoral violento…» (Romagnac, Carlos; 1906)

Cabe destacar que pese a que los asesinatos de Guerrero mostraran evidentes rastros de agresión sexual y patrones de desfeminización, Romagnac dudaba de que estuviera motivado por una compulsión sexual y, contrario, a la concepción de «criminal nato», lo describiera como un asesino organizado.

Quizás los investigadores no se equivocaron en la etnia, condición social y académica del asesino, pero si en su descripción física, en su comportamiento ante las demás personas- Guerrero era educado e incluso caballeroso, era así como se ganaba la confianza de sus víctimas- y en su capacidad intelectual- jamás se identificó algún grado de deficiencia intelectual en él, y de hecho sus crímenes mostraban a un asesino altamente organizado-.

No fue hasta 1908, que un grupo de periodistas quienes, quizás influenciados por la noción de Jack el Destripador, retrataron ante las masas una imagen más cercana al verdadero Francisco Guerrero: un hombre delgado de tez morena, estatura mediana, escrupulosamente arreglado a la manera occidental, con un comportamiento refinado y galante, solo con una mirada penetrante y vacía.

Crímenes – Modus operandi

Abordaba a sus víctimas con el pretexto de hacer uso de sus servicios, y en efecto sí hacia uso de ellos. Posteriormente, las amagaba y ultrajaba, las asesinaba por estrangulación o degollamiento y, finalmente, por razones que no están muy claras,- quizás para que no pudieran ser identificadas,- en algunas ocasiones llegó a decapitarlas. Empleaba un cuchillo para curtir la piel, el cual también usaba en su oficio de zapatero. Tiraba los cadáveres en el río Consulado.

Un hecho curioso fue que la vida delictiva de Francisco Guerrero concordó con la del famoso Jack el destripador, al igual sus crímenes tuvieron varios elementos en común. En 1888, cuando la prensa mexicana publicó la noticia de los asesinatos de Jack el Destripador, los titulares anunciaban: Hay un «Chalequero» inglés.

En 1908, fue publicado un reporte gráfico de uno de los ataques atribuidos a Guerrero, la supuesta víctima era una prostituta llamada Lorenza Urrutía (quien también fungiría como testigo en el juicio por la muerte de la penúltima víctima del «destripador»), según relató: ella había conocido a Guerrero cerca de la vías férreas en la colonia Peralvillo, el hombre se le acercó para «pedirle lumbre para su cigarrillo», acto después sacaría un cuchillo con el cual la amagaría, menciona le pidió lo acompañara a charlar en un punto cerca de ahí; en esta ocasión la mujer pudo escapar gracias a que engañó al asesino para que la dejara ir a «recoger un dinero».

Dos meses después se volvería a encontrar con Guerrero, esta vez sin tanta suerte; la condujo hasta una cueva alejada de la población, ahí la violó y torturó cerca de 2 días, ella pudo salir con vida porque Guerrero se fue durante un momento para ir a comprar pulque. La historia aunque atrajo la atención del público no fue comprobada nunca.

Víctimas

La gran mayoría de sus víctimas fatales jamás fueron identificadas, tan solo se tienen los nombres de algunas mujeres muertas que incluso en algunas ocasiones tan solo fueron identificadas parcialmente:

Candelaria Mendoza.
Francisca Rivero, apodada «la Chíchara».
María de Jesús González.
Margarita, apodada «la Burra Panda».
María Guadalupe Villagrán.
Josefina Rodríguez.
María Múñoz.
Murcia Gallardo.
Antonia, la anciana que representó su última víctima.

Primera detención

De 1880 a 1888, durante el Porfiriato, cadáveres de mujeres decapitadas, brutalmente golpeadas y cortadas, comenzaron a aparecer en los margenes del río Consulado. El 13 de febrero de 1888, Francisco Guerrero fue arrestado por el detective Francisco Chávez, tras haber sido denunciado por varios vecinos- José Montoya, Eulalia González y Lorenza Urrutía- de una de sus víctimas, llamada Murcia Gallardo.

Murcia Gallardo era una mujer pobre dedicada a la prostitución, a principios de 1888 había sido violada y degollada, su cadáver se encontró a orillas del río Consulado; la última vez en que se le había visto con vida se encontraba en compañía de Francisco Guerrero.

Ya para entonces Guerrero se jactaba abiertamente de sus crímenes dentro del bajo mundo del arrabal. Pero al verse atrapado negó todos los crímenes.

Tras la captura de Guerrero, una nueva denuncia se entabló en su contra; era de una mujer llamada Emilia, que lo acusó de violación e intento de homicidio; según declararía ella no era sexoservidora, era lavandera, había sido agredida por Guerrero en la colonia del río Consulado tras regresar de una peregrinación del pueblo de La Santísima cerca de la Villa de Guadalupe. Dándola por muerta la había abandonado en los márgenes del río.

Aunque en un principio el autoritario régimen habría censurado la mayoría de las noticias que hablaban sobre los crímenes, para cuando se logró capturar al asesino, la ola mediática no pudo ser contenida y Francisco Guerrero se convirtió en un hito para las masas.

Francisco Guerrero solo fue condenado por la muerte de Murcia y la agresión a Emilia, no se pudo comprobar su responsabilidad en los demás crímenes. En un principio, como dictaban las leyes, fue sentenciado a pena de muerte, pero el mismo Porfirio Díaz revocó la sentencia y lo sentenció a 20 años de reclusión en la prisión de San Juan de Uluá. En 1904, por error recibió el indulto.

Segunda detención

Pocos años después de haber sido liberado, justamente el 13 de junio de 1908, Francisco Guerrero fue aprehendido por segunda vez por el asesinato de una anciana- que jamás fue identificada plenamente, tan solo se supo que se llamaba Antonia- a quien ejecutó de la misma manera que a sus otras víctimas. La mujer apareció degollada a orillas del río Consulado; supuestamente el móvil del asesinato fue que la anciana «lo había hecho enojar».

En esta época la noción de asesino en serie estaba muy lejos de existir. Fue un reportero, que dando cobertura a los hechos, se dio cuenta de que el asesinato de la anciana coincidía con la serie de crímenes perpetrados por Guerrero 20 años atrás (mismo patrón, característica más distintiva de los asesinos seriales),- quien lo denuncia. Fue detenido a una corta distancia del sitio del crimen todavía con las manos ensangrentadas.

En está ocasión Guerrero había cometido múltiples errores: un niño llamado José Inés Rodríguez había sido testigo de la violación y el asesinato de la anciana, el niño era pastor estaba arreando a su ganado cerca del río cuando escuchó los gritos de la mujer, se acercó y oculto entre unos matorrales atestiguó todo lo ocurrido; y además dos mujeres- hermanas apellidadas Solorio- vieron a Guerrero limpiarse de la sangre en los brazos, cara y tórax con el agua del río a unos pocos metros de distancia del crimen.

La detención de Guerrero se dio sin mayor alarde, exceptuando porque el suceso atrajó la atención de más de 2 000 expectadores. Fue recluido en la prisión de Lecumberri y sentenciado nuevamente a pena de muerte esta vez sin que alguna autoridad interviniera.

Muerte

Francisco Guerrero falleció antes de que la sentencia se pudiera cumplir, en 1910 a la edad de 70 años, justamente el año que se desató la Revolución mexicana.

Algunas versiones manejan que murió de tuberculosis, otras manejan la tifoidea como causa de su muerte y otras indican que falleció de una contusión cráneo-cefálica al sufrir un accidente; hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta cual fue la verdadera causa de su muerte, solo se sabe que el signo final de la patología fue una trombo-embolia cerebral, fue encontrado inconsciente en su celda, posteriormente fue trasladado al Hospital Juárez donde falleció. Jamás mostró señales de arrepentimiento.

Francisco Guerrero en la cultura popular

Los crímenes del «Chalequero» sirvieron de inspiración para 2 grabados del reconocido artista José Guadalupe Posada. Los grabados se conservan hasta la actualidad y ahora son ya de dominio público.

Posterior a su detención en 1888, declararía que su texto favorito era «Los misterios de París» de Eugenio Sue. Durante su estancia en Lecumberri, Guerrero se volvió aficionado a la novela «Pablo y Virginia» de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre, la cual leía constantemente.


«El chalequero», primer asesino mexicano, mató a 20 mujeres

Felipe Villanueva – ImagenDelGolfo.com.mx

15 de mayo de 2010

Los más conocidos asesinos seriales han sido de nacionalidad extranjera principalmente norteamericanos, pero México, también ha dado al mundo algunos asesinos seriales.

El primer asesino de nuestro país fue Francisco Guerrero alias “El Chalequero”, del cual se desconoce el año en que nació, pero sí se sabe el de su muerte la cual fue en el año de 1910.

Se sabe que esta persona asesinó aproximadamente a 20 mujeres en la ciudad de México durante el periodo de 1880 y 1888, todas ellas dedicadas a la prostitución, excepto una la cual se trató de una mujer de la tercera edad, esto en el año de 1908.

Este personaje se convirtió en un icono de la discriminación y segregación de la mujer durante el México Porfirista y de la cultura del machismo mexicano, el cual aún persiste.

El Chalequero ejerció la profesión de zapatero, no pudo ocultar el odio que sentía hacia la mujer, motivo hasta donde se sabe nunca se casó.

Al momento que cometía sus crímenes le gustaba vestir de manera estrafalaria, de acuerdo algunas versiones de personas que lo llegaron ver cerca de las personas que mataba, pudieron describir que usaba pantalones entallados, fajas multicolores, y chalecos de charro, motivo por el cual surgió su apodo del Chalequero.

Una característica de Francisco Guerrero es que veía a la mujer como un simple satisfactor sexual desechable.

Sus asesinatos estaban marcados por una crueldad desmesurada, pero no tenía fijado un móvil sexual, ya que en sus crímenes no había sadismo, eran meramente por odio.

Llegaba a violar a sus víctimas con el fin de demostrar su superioridad y poder, que creía tener entre las mujeres.

Como se dijo al principio de este texto, casi todas las víctimas de este asesino fueron mujeres que se dedicaban a dar un servicio sexual, no las mataba por la profesión que tenían, sino por que pertenecían a una población vulnerable, como lo era también su última víctima que no fue prostituta, sino una mujer de edad avanzada.

Poco se conoce de la vida de Francisco Guerrero, se presume que su trastorno de personalidad se debió por un rechazo materno durante su infancia, o posiblemente nunca tuvo una imagen paterna o tal vez esta representó la muestra de la violencia contra las féminas, como un padre golpeador.

La manera de operar de este criminal era de la siguiente manera: abordaba a sus víctimas con el pretexto de hacer uso de sus servicios, después de hacer uso de ellos las amagaba, y ultrajaba, para luego estrangularlas hasta privarlas de la vida, por razones que nunca estuvieron claras las decapitaba, para terminar arrojando sus cuerpos en el Río Consulado.

Durante el periodo que conformó los años de 1808 a 1888 se comenzaron a localizar a las orillas del río, cuerpos de mujeres decapitadas, brutalmente golpeadas y cortadas.

Las autoridades conservadoras y de buenas costumbres, al tener conocimiento de estos hechos, no se dedicaron a investigar estos crímenes, ya que se preocupaban más por perseguir opositores políticos.

Además la muerte de las sexoservidoras lo veían como benéfico para la sociedad, ya que no existirían este tipo de personas. Por su parte la prensa fue fuertemente censurada por el régimen la cual hizo que la atención no se fijara en los hechos.

A pesar del poco interés por parte de las autoridades por esclarecer los homicidios, el 13 de febrero de 1888, Francisco Guerrero fue detenido, aceptaba abiertamente su responsabilidad.

Fue sentenciado a muerte de acuerdo a lo que dictaban las leyes, pero el mismo Porfirio Díaz revocó la sentencia, y ésta quedó en 20 años de prisión, los cuales pasaría en la cárcel de San Juan De Ulúa.

Esta sentencia fue hecha después de que se dijo textualmente que las víctimas eran: “Simplemente Putas …” Para el año de 1908 el asesino cumplió su sentencia y fue puesto en libertad. Después de algunos meses de obtener su libertad, el 13 de junio del mismo año, el Chalequero nuevamente es aprehendido ahora por el homicidio de una anciana a la cual privó de la vida de la misma manera que sus anteriores víctimas.

Para ese entonces el régimen porfirista ya estaba decayendo y se venía venir la Revolución. Otra vez la sentencia para este sujeto fue la pena de muerte, en esta ocasión ninguna autoridad pudo intervenir, pero Francisco Guerrero murió de causas naturales en el año de 1910, antes de que fuera ejecutada su
muerte.

Como dato curioso la vida delictiva de Francisco Guerrero concordó con la del famoso Jack el destripador, al igual sus crímenes tuvieron varios elementos en común.

 


VÍDEO: El PRIMER ASESINO SERIAL DE MÉXICO


Uso de cookies.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies.

ACEPTAR
Aviso de cookies