
- Clasificación: Asesino
- Características: Violador
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 18 de julio de 1996
- Fecha de detención: 11 de marzo de 2001
- Fecha de nacimiento: 14 de marzo de 1951
- Perfil de la víctima: Caroline Dickinson, de 13 años
- Método del crimen: Asfixia por sofocación
- Lugar: Pleine Fougeres, Francia
- Estado: Fue condenado a 30 años de prisión en 2004
Índice
- 1 Arce, el violador errante
- 2 Arce confiesa al juez que mató a una niña inglesa y violó su cadáver
- 3 Francisco Arce admite su culpa y es condenado a 30 años de cárcel
- 4 El español Francisco Arce, condenado a 30 años de prisión por violar y asesinar a una adolescente británica
- 5 Apelación vuelve a condenar a 30 años de cárcel al gijonés que violó y mató a una menor británica
Arce, el violador errante
Ildefonso Olmedo – ElMundo.es
22 de abril de 2001
«No sé cómo alguien puede pensar que yo he podido violar a nadie… Todo son mentiras de la chica de Llanes y de la policía. Yo tuve muchas novias aquí, ellas te pueden hablar de mí. La última ha sido A., y me quería mucho. Vive por La Calzada de Gijón… Si hacíamos el amor, ella sabía que se tenía que duchar antes. A veces lo hacíamos en mi coche. Ella, por mí, llevaba un bote de alcohol y algodón siempre encima, para frotarse los pechos antes de que yo la tocara y después lavarme los míos. Si no yo no podía, era incapaz. Sabes lo escrupuloso que soy, el asco que me da la comida y otras cosas de la cárcel… Lo del algodón era muy doloroso para ella, lo sé, pero tenía que ser así…».
FRANCISCO JAVIER ARCE (otoño de 1997. Cárcel de Villabona, Asturias)
«Siempre fue un guaje muy raro». Incluso en el barrio gijonés donde creció, Javier Francisco Javier Arce Montes, el hijo errante de los respetados dueños del hoy desaparecido ultramarinos Casa Gerardo tenía cierta fama de que no le interesaban las mujeres. Quizás por su forma de llevar los pantalones, exageradamente subidos por encima de la cintura, o por sus andares y el timbre, suave, casi tímido, de su voz…
«El mariqueto ese», dice ahora alguien con desdén en El Coto, invadido desde hace una semana por periodistas británicos y franceses que quieren reconstruir la historia del presunto violador y asesino de la niña inglesa de 13 años Caroline Dickinson, el 18 de julio de 1996 en un albergue de la Bretaña francesa. Del asturiano que después escapó también de la Justicia española por otro intento de violación y ha terminado detenido en EEUU por allanar la habitación de una joven y masturbarse ante la atónita víctima.
Dice más el vecino gijonés: Arce le tenía manía a las mujeres. Y recuerda una de sus salidas de tono: «Son todas unas putas». En su propia casa, desde la muerte, cuando él era aún muy niño, de su abuela, llevó de mal en peor las relaciones con el otro sexo. Siempre su madre y su hermana Blanca, a las que culpaba de todos sus males. Incluso temía que la sufrida señora Benigna, que hoy cumple 83 años y quedó viuda hace algo más de tres, le envenenara. Nadie podía tocar sus ropas, ni los platos y cubiertos con los que él comía.
Nacido el 14 de marzo de 1951, Francisco Javier Arce Montes tuvo una adolescencia difícil y una madurez imposible. Sus escrúpulos en el acicalado personal le llevaban, según consta en algunos de sus primeros perfiles psiquiátricos, a lavarse las manos sin parar. Hasta más de 20 veces al día. Y aquella vieja manía es una metáfora de su discurrir en la vida errabunda que ha llevado durante tres décadas: la culpa «nunca es de él», dice un abogado asturiano con quien trató. Arce siempre se lavó las manos.
«Era solitario, pero labia tiene bastante», refiere un compañero de adolescencia en el barrio gijonés. No es fácil encontrar a alguien que le conociera de cerca. Javi, pues así le llamaban de joven, dejó enseguida su patria chica y a su familia. «Cada vez que volvía era a por perras», sabe el citado compañero.
El acomodo económico de los suyos, que habían hecho capital desde la tienda de ultramarinos, siempre fue un colchón para cuando le escaseaba el dinero. «Nadie está libre», ha dicho estos días su cuñado, Andrés Moro, «de tener una oveja negra en la familia… Hacía su vida por libre desde muy joven. Siempre desconocíamos por dónde andaba».
Arce Montes ha sido, además de carne de cañón de psiquiátrico desde que en 1971 ingresó por vez primera en el de Leganés (Madrid), con ocasión del servicio militar, un fugitivo clandestino. Y, a lo que se ve, un maniaco sexual que durante tres décadas ha estado persiguiendo a cándidas adolescentes (España, Alemania, Francia, EEUU…) ante las que unas veces se mostraba exhibicionista y otras acosador violento a las claras.
Un informe psiquiátrico de 1974, el año en que una mujer le denunció por vez primera (en su propia ciudad, Gijón, por exhibicionismo), ya le sitúa en las coordenadas de la anormalidad. Lo firma el doctor Félix Margolles, y años después fue incorporado al sumario contra Arce por intento de violación, en 1997, de una joven en Llanes: «Tiene una personalidad obsesiva anancástica con escrúpulos de limpieza y predominio de actos compulsivos». Durante periodos de su vida ha tomado antidepresivos para combatir lo que otro informe médico diagnostica como «síndrome depresivo y obsesivo acompañado de comportamientos esquizoides».
En la década de los 70, cuando era aún veinteañero, pasó por al menos tres centros psiquiátricos. «Tengo un historial clínico muy jugoso, a disposición de los jueces si me lo requieren, en relación con los hechos que ahora se le imputan», dice a CRÓNICA el psiquiatra asturiano Margolles.
El alcohol, al parecer, despertaba entonces en el joven Arce acentuados rasgos paranoicos. Aunque su mayor obsesión era la pulcritud personal. Las intensivas labores de limpieza, a las que se dedicaba todo el día, le retenían siempre en su habitación. Hasta que decidió dejar la casa paterna y buscar una vida anónima en otros países.
«La primera vez que yo lo vi», explica una vecina de El Coto que fue emigrante española en Alemania hasta 1977, «fue alrededor de 1980. Yo ni sabía que los de Casa Gerardo tuvieran un hijo. Llegó con un escarabajo blanco matriculado en Alemania. Siempre ha traído coches viejos…». Por sus matrículas (Holanda, Gran Bretaña, Francia…) es posible ahora trazar el rumbo de sus 30 años de andanzas europeas.
En Alemania, supuestamente su primer destino, conoció además la cárcel. Aunque ahora, tras su captura en Miami (Florida, EEUU) y la identificación de su ADN con el del violador de la niña Dickinson, han trascendido sus antecedentes alemanes (condenas en Bremen, 1980, por exhibicionismo; Friburgo, 1984, por robo, y Tubinga, en Baden Wurtemberg, 1988, por intento de violación a dos jóvenes autoestopistas), el historial delictivo de Francisco Javier Arce engorda casi a diario con nuevas revelaciones.
Hasta seis países podrían haber conocido de sus fechorías. La familia, hasta su detención en Llanes en el verano de 1997, sólo sabía de una condena, que le valió seis años de prisión en el país teutón por violación. En ese caso, fue detenido en Luerrach Stetten el 14 de mayo de 1988. Cumplió dos tercios de la pena antes de ser expulsado de Alemania.
Padre en Francia
En aquellos mismos años, según ha trascendido esta semana y ya sabían algunos vecinos gijonenses, Arce fue padre en Francia. Una profesora de la región de Bretaña ha acudido al juez que investiga la muerte de la joven británica para contarle que mantenía una relación con el asturiano, al que conoció en un albergue de juventud de Holanda en 1981.
También le contó que desde entonces vivían en Vitré, a unos 60 kilómetros de donde violaron y asfixiaron a Caroline Dickinson, aunque él pasaba largas temporadas recorriendo Europa. Que ella estaba al corriente que el padre de su hijo (ahora tiene alrededor de los 17 años) merodeaba y se había colado en algún albergue juvenil donde se alojaban chicas. Que desde 1996 trata de separarse de él, y habían acudido al juez de asuntos familiares, que fijó a Arce una pensión alimentaria que debía pasar para el hijo.
Lo que está por aclarar aún es si fue en su propia casa donde, según otra denuncia de 1983 que ha trascendido ahora contra Arce Montes, el asturiano intentó abusar de la niñera del crío. Los hechos ocurrieron en el pueblo francés de Bourg La Reine, en el departamento de Hants de Saime. Según informes policiales referidos por la prensa asturiana, la niñera del crío de Francisco Javier Arce le denunció por acoso sexual. ¿Vivían entonces la profesora y madre del niño y el asturiano en Bourg La Reine o acaso se trata de otra relación con hijos?
Poco a poco, la luz empieza a abrirse paso sobre tres décadas de oscurantismos e inconfesables secretos en la vida del gijonés de 50 años. Su peor crimen (que se sepa) le ha terminado arrastrando a un castigo que ya parece insoslayable. Los hechos se desarrollaron la noche del 17 al 18 de julio de 1996, en el albergue juvenil de Pleine-Fougères, cerca del Mont-Saint-Michel (Bretaña, noroeste de Francia), en el que se hospedan 60 personas. En el primer piso, en la habitación número cuatro, dormían cuatro estudiantes originarias de Cornualles (suroeste de Inglaterra).
Caroline Dickinson, de 13 años, descansaba en un saco de dormir sobre el suelo, entre dos literas que ocupaban sus amigas Melissa, Camilla, Ann y Jenny. Las chicas contaron luego que habían oído durante la noche lloros, una respiración entrecortada y gruñidos, que atribuyeron a una pesadilla. A la mañana siguiente fue Ann quien descubrió que Caroline estaba muerta. La autopsia reveló que había muerto por asfixia y que, además, fue violada.
Las declaraciones de varias personas, que aseguraron haber visto a un tipo cubierto de tatuajes, con una bandana roja en la cabeza, merodeando por los alrededores la víspera, posibilitan la detención de Patrice Padé, un vagabundo que, tras 45 horas de detención, confiesa el crimen. Pero la prueba de ADN revela la inocencia del mendigo.
La misma noche del crimen, entre una hora y dos antes, otra joven inglesa, Kate Wrigley, de 14 años, escapa de las manos de su atacante en otro albergue situado a 40 kilómetros gracias a los gritos de sus compañeras de cuarto. Las muestras de algodón utilizadas en ambos casos para amordazar a las jóvenes coinciden, por lo que se sospecha que se trató del mismo agresor.
El nombre del español Francisco Javier Arce Montes aparece por vez primera después de meses de investigación sin resultado alguno. El juez del caso, Van Ruymbeke, decidió preguntar a todos los directores de albergues de Francia por incidentes similares ocurridos en sus centros y la identidad de los protagonistas. Del millar de nombres, el magistrado seleccionó una lista con 100 sospechosos.
Los interroga a todos menos a uno: Arce, en paradero desconocido. Ya entonces le constaban dos breves arrestos por merodear alrededor de grupos de jóvenes. El primero, en 1993. El segundo, el 18 de junio de 1994, después de haber entrado en el dormitorio de unas jóvenes irlandesas alojadas en el castillo de la Hercerie, en Croix-en-Touraine. Entonces Arce viajaba en un coche Mazda matriculado en Holanda. Los gendarmes le descubrieron en el billetero tarjeta de varios albergues de juventud y Arce, que dijo residir en Londres y trabajar como camarero, reconoció que ya había estado en el castillo el año anterior. Al no haber cometido delito alguno, los gendarmes le dejaron marchar.
Una situación similar vivió el gijonés seis días antes de la muerte de Dickinson, en julio de 1996. Esta vez fue en un albergue asturiano, el de La Fonte del Cai, en Poo (Llanes). Conducía entonces un Renault-9 matriculado en Inglaterra y portaba un carné de albergues europeos expedido en Gran Bretaña. Los del lugar le llamaban El inglés de Gijón y fue expulsado tras ser sorprendido en dos ocasiones, una de ellas a oscuras, en las habitaciones donde dormían jóvenes.
En aquellos años (de 1993 a 1997), estuvo viviendo en Londres. Residía en Earls Court, un palpitante barrio del oeste de la ciudad, donde ocupaba un pequeño estudio. Pagaba por él unas 22.000 pesetas semanales. Entonces se ganaba la vida trabajando como camarero en el Hilton. Al menos, eso aseguran los que fueran sus vecinos, porque en el lujoso hotel se niegan a confirmar que Arce haya estado alguna vez en su nómina de empleados.
Los vecinos, en cambio, le recuerdan bien. «Era un tipo extraño, difícil, de temperamento violento. Se caracterizaba fundamentalmente por ser agresivo y maleducado», dice Noel Sullivan, de 44 años, cuya vivienda estaba puerta con puerta junto a la del asturiano.
Otro vecino, Gordon Butler, de 45 años, recuerda la furgoneta blanca marca Mazda y matrícula holandesa que Arce utilizaba para viajar por Francia. Allí se encontraba, según Butler, en julio de 1996 cuando asesinaron a la niña Dickinson.
También cuando, dos veranos antes, una jovencita irlandesa de 14 años, Valerie Jacques, fue víctima de un intento de secuestro. Ella, que ha reconocido a Arce por las fotos difundidas ahora, ha contado que el español le echó el ojo en un parque en París y la siguió 200 kilómetros hasta el hotel del valle de Loira en el que se hospedaba con sus compañeras de estudio. «Yo estaba durmiendo boca abajo y, de pronto, alguien me subió el camisón hasta la cintura. Me di la vuelta y vi a ese hombre frente a mí… Empezó a hablarme suavemente, dirigiéndose a mí por mi nombre». Aunque la policía lo detuvo, recibió sólo una amonestación por no haber pruebas de que intentara cometer un crimen.
La tenacidad del nuevo juez francés del caso Dickinson, Francis Debons, y el celo de un agente de inmigración de EEUU, Tomy Ontko, se han aliado fortuitamente para que el asturiano haya sido cazado finalmente.
Debons había visitado Londres en marzo y, en una entrevista con periodistas del Sunday Times, mencionó una lista de 48 personas relacionadas con la investigación del crimen que no habían podido ser localizadas. El que encabezaba el listado, ordenado alfabéticamente, era el español Arce. Un viejo ejemplar del dominical del periódico del 1 de abril cayó en manos de Ontko, de vacaciones en Europa, y éste, gran aficionado a los crucigramas, retuvo el apellido Arce.
A su regreso, el agente introdujo las cuatro letras en el ordenador de los servicios de inmigración y descubrió que el español había sido detenido en Miami, el 13 de marzo, por conducta lasciva y allanamiento de morada. La ciencia se ocupó del resto: un test genético practicado al semen derramado por Arce en el apartamento de Miami reveló que se trataba del mismo que fue hallado en el cuerpo de la niña británica asesinada en Francia hace ya casi cinco años. El círculo se cerraba definitivamente.
La huida americana
Arce se había ido a América. Entró a EEUU, procedente de Chile, el 24 de febrero pasado, aunque sus primeras entradas al país se remontan a 1999 huyendo de España. Pese a que ya había estado en el continente americano mediados los 90, para visitar entonces a una ex novia argentina, esta vez lo había elegido como lugar de refugio.
Un año después del crimen de la pequeña Caroline, Francisco Javier Arce volvió a la carga durante unas vacaciones en Gijón. Desde la casa de sus padres se desplazó hasta la localidad costera de Llanes y, la noche del 22 de agosto de 1997, fue detenido por dos agentes de la policía municipal después de que intentara violar a una joven veraneante de 19 años, a la que puso un cuchillo en la garganta.
La ficha carcelaria del presunto asesino y violador da cuenta de su ingreso en la prisión asturiana de Villabona el 25 de agosto y de su salida, en libertad provisional, apenas tres meses después, el 19 de noviembre. «Ahora es el enviado de Satanás a la tierra, pero en el 97 era un expediente más de los que llegan a los tribunales», dice Claudio Alvargonzález, su abogado por el turno de oficio.
Y es que nadie puso pega a que el asturiano esperara al juicio en libertad, lo que a la postre propiciaría su fuga. Ni siquiera el fiscal, a quien la propia familia del encausado pidió encarecidamente y le entregó copia de la condena por violación que Arce arrastraba de su etapa alemana que lo mantuviera encarcelado por su peligrosidad.
Temían también que Arce acabara arruinando la vida a una joven, empleada de El Corte Inglés, con la que mantenía entonces una relación. Él aún decía que sería absuelto y volvería a Inglaterra… Después llegó el juicio (diciembre de 1998), al que no compareció, y su fuga a América. No se fue con los bolsillos vacíos. «Esperó», dice un amigo, «hasta que su familia no le entregó unos millones, cinco según él, de la herencia del padre».
Largo historial
La historia delictiva de Arce arranca en 1974, cuando fue denunciado en Gijón por exhibicionismo. En los 80 fue condenado tres veces en Alemania, donde estuvo en prisión por violación. En España pasó tres meses en la cárcel por semejante motivo, aunque no llegó a ser juzgado porque se fugó. Se le presumen delitos en seis países.
Arce confiesa al juez que mató a una niña inglesa y violó su cadáver
Pilar Campo – La Voz de Asturias
14 de febrero de 2003
El gijonés Francisco Arce Montes, de 52 años, ha confesado ante un juez francés que sólo quería «callar» a la adolescente inglesa Caroline Dickinson, de 13 años, cuando le colocó una tira de algodón en la boca que le produjo la asfixia. Tras asesinarla, violó su cadáver.
Según su declaración, nunca pretendió «matarla». Con esta declaración, Francisco Arce admitía por primera vez, a lo largo de la instrucción del caso, su autoría en el crimen, aunque las pruebas del ADN habían adelantado, con un 99% de probabilidades, que él era el asesino.
El gijonés, que permanece recluido en la prisión francesa de Rennes, siempre había negado su culpabilidad, pero finalmente ha decidido romper su silencio y colaborar en el esclarecimiento de las circunstancias en que se produjo el crimen, aunque alega en su defensa que no actuó premeditadamente.
Otras denuncias
En sus primeras manifestaciones, que ayer reproducía el periódico The Sun , Francisco Arce explicó ante el juez instructor que había abordado a la adolescente inglesa, que había viajado a Francia en una excursión en compañía de otras alumnas del colegio, sobre las 3.30 horas cuando dormía en un hostal. Al ser sorprendido por la víctima, decidió taparle la boca y se excedió en su acción, provocándole la muerte.
Arce fue detenido en Miami (Estados Unidos) en marzo de 2001 y posteriormente extraditado a Francia, tras ser inculpado formalmente por su presunta autoría en un delito de «homicidio voluntario de menor de 15 años, precedido, acompañado o seguido de violación», según confirmaron fuentes judiciales.
En el caso de que Arce Montes fuera declarado culpable de los hechos que se le imputan, podría llegar a ser condenado por el tribunal a cadena perpetua.
Además de la muerte de Caroline Dickinson, el gijonés está pendiente de ser juzgado por la presunta comisión de varios delitos de índole sexual denunciados en España, Alemania y Reino Unido.
Los investigadores sospechan que Arce es también responsable de una serie de ataques contra adolescentes, entre los que figura una agresión sexual denunciada en un hotel de Saint-Lunaire, sólo horas antes del asesinato de Dickinson en un albergue juvenil situado en Pleine-Fougeres.
El asturiano también dejó asuntos pendientes con la Justicia en Asturias. Los magistrados de la sección tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo habían solicitado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad su inmediata localización y puesta a disposición judicial para su ingreso en prisión por su presunta autoría en tres delitos de agresiones sexuales y una violación perpetradas en Alemania en la década de los años 80 y por el intento de violación y las amenazas a punta de cuchillo que sufrió una joven ovetense en la localidad de Llanes en 1997.
Francisco Arce admite su culpa y es condenado a 30 años de cárcel
La Voz de Asturias
10 de septiembre de 2005
El asturiano Francisco Arce Montes, cuya pena a 30 años de prisión confirmó el pasado junio el Tribunal de Apelación, ha pedido la anulación de su recurso ante el Tribunal Supremo, según informaron fuentes carcelarias.
El director de la cárcel de Rennes, Pascal Vion, aclaró que Arce Montes, de 55 años y natural de Gijón, «manifestó por escrito» su deseo de que se anule el recurso ante el Tribunal Supremo, que impedía su condena oficial.
El preso español será condenado ahora definitivamente «con bastante rapidez», en cuanto el Tribunal Supremo concluya el procedimiento de registro de su petición, precisó Vion.
El gijonés fue condenado en primera instancia a una pena de 30 años de cárcel, de los que veinte años eran de obligado cumplimiento, en el mes de junio del año 2004 por el Tribunal de lo Criminal de Rennes. Arce Montes recurrió la sentencia, al no aceptar la voluntariedad del homicidio, ya que reconoció la violación, pero no la intención de asesinar a la niña británica Caroline Dickinson, a la que asfixió tras cubrirle la boca con un algodón para ahogar sus gritos mientras la violaba.
Asesinato
En el verano del año 1996, Caroline Dickinson se encontraba de vacaciones en un albergue escolar cerca del turístico Mont-Saint-Michel, donde fue violada y asesinada por un hombre que entró en su habitación.
Las pruebas de genética fueron claves para cerrar policialmente el caso Dickinson. Durante la investigación en Francia fue elaborada una lista con los nombres de todos los sospechosos, entre los que figuraba Arce Montes, a quien no se le habían realizado las pruebas de ADN por encontrarse en paradero desconocido.
Su localización fue posible gracias a la acción de un agente de inmigración norteamericano que, de vacaciones en Europa y tras conocer el caso de la muerte de Dickinson, relacionó el nombre de Arce Montes con el hombre que un mes antes había sido detenido en suelo americano por delitos de exhibición e intento de agresión sexual. Un estudio genético permitió identificarle cinco años después como el agresor de la joven británica.
Historial
En Alemania, Francisco Arce Montes fue condenado por exhibicionismo e intento de violación; en España, también intentó cometer una violación con amenaza de arma blanca en Llanes; y en los Países Bajos tuvo problemas policiales por intentar introducirse en las habitaciones de jóvenes que pernoctaban en albergues juveniles.
En Miami, donde fue detenido, Arce Montes había intentado trabajar como camarero en varios restaurantes españoles y las autoridades estadounidenses pudieron constatar que en el último año hizo frecuentes viajes a Bogotá, Santiago de Chile, Buenos Aires y a San José, donde adquirió un nuevo pasaporte español.
El español Francisco Arce, condenado a 30 años de prisión por violar y asesinar a una adolescente británica
ABC.es
14 de junio de 2004
El español Francisco Arce Montes fue condenado hoy en Francia a 30 años de prisión, con 20 de cumplimiento obligatorio, por el asesinato y la violación de la adolescente británica Caroline Dickinson hace casi ocho años.
El Tribunal de lo Criminal de Rennes (noroeste) consideró que el español asesinó de forma voluntaria a la joven, de 13 años, que apareció muerta y violada el 18 de julio de 1996 en un albergue juvenil de Pleine-Fougeres, cerca del municipio turístico Mont-Saint-Michel.
El veredicto, leído por la presidenta del Tribunal, Fabienne Doroy, considera a Arce Montes «culpable del delito de homicidio de menor de 15 años acompañado de violación» y señala que, tras deliberación, los nueve miembros del jurado, concluyeron que «el acusado ha dado muerte voluntariamente a Caroline Dickinson».
Arce Montes, nacido en la ciudad de Gijón (norte) hace 54 años, escuchó imperturbable la lectura de su condena.
Pese a que la sentencia no ha seguido la petición de la Fiscalía, que reclamaba la cadena perpetua, los padres de la adolescente recibieron con lágrimas en los ojos la lectura del veredicto y afirmaron que tras la condena de Arce Montes podrán «empezar a reconstruir» sus vidas.
La defensa, que tiene diez días para apelar la sentencia, algo que no precisó si hará, se mostró satisfecha porque el jurado no se ha dejado influir por la presión mediática que rodeó el caso y porque no ha pronunciado la pena de cadena perpetua.
«No es la decisión que esperábamos, pero al menos no ha sido la cadena perpetua. Antes de apelar tenemos que discutir con nuestro cliente», afirmó el letrado Olivier Dersoir.
Preguntado sobre la reacción de Arce Montes, el abogado señaló que «todavía no ha tenido tiempo para reaccionar, para asumir que va a pasar los próximos 30 años en prisión».
La defensa había admitido en su alegato final el delito de violación pero no el de homicidio voluntario, ya que consideraba que el acusado no tenía intención de matar a la adolescente.
«Den a mi cliente la posibilidad de cambiar y de disfrutar de su país, aunque sea un anciano», había pedido el otro abogado de la defensa Fabian Lahaie al jurado.
Algo difícil, puesto que Arce Montes tiene otras causas pendientes en otros países, entre ellos, una en España, donde fue detenido en 1997 cerca de la localidad asturiana de Llanes, por una presunta tentativa de violación.
Además, el acusado tiene cuentas pendientes con la justicia en Alemania, Suiza y Estados Unidos, siempre por delitos sexuales.
Con la sentencia de hoy se pone fin a uno de los culebrones judiciales más largos de Francia.
Tras diversos avatares judiciales en varios países, Arce Montes fue detenido en Miami (EEUU) en noviembre de 2001 después de introducirse en el cuarto de hotel de una mujer.
Relacionado con la muerte de Caroline Dickinson gracias a las pruebas de ADN, el español fue extraditado a Francia donde, además, era buscado por haberse introducido en un albergue juvenil en 1997.
Antes, había sido condenado en Alemania en 1989 por violaciones con arma, además de la supuesta una agresión sexual en Llanes, en 1997.
Durante los seis días que ha durado el proceso, se han multiplicado los testimonios que presentaban a Arce Montes como un hombre agresivo, que le gustaban las adolescentes y que recorría los albergues de toda Europa.
Apelación vuelve a condenar a 30 años de cárcel al gijonés que violó y mató a una menor británica
Deia.com
29 de julio de 2005
El gijonés de 55 años Francisco Arce Montes fue condenado ayer en apelación a 30 años de prisión, 20 de ellos de obligado cumplimiento, la misma pena que recibió hace un año, por el homicidio voluntario y la violación de una menor británica en el Estado francés en 1996.
El juicio ante el Tribunal de Lo Criminal de Cotes d’Armor (noroeste francés) estuvo marcado por la actitud contradictoria del acusado, quien, sin advertir a sus abogados, había recurrido la sentencia en primera instancia para, según dijo, poder explicarse ante la familia de la joven Caroline Dickinson.
Insistió en los seis días de juicio en que no quiso matar a la menor, sino sólo violarla, y alternó momentos de locuacidad y emoción, en los que no faltaron las lágrimas, con otros de desinterés y falta de concentración, en una imagen más parecida a la que mostró en el juicio anterior de 2004.
Arce Montes, que ayer escuchó el veredicto con la mirada perdida y sereno, había reconocido poco antes de que el jurado se retirase a deliberar que lo que él había hecho «no se perdona». «He cometido algo horrible, lo acepto, pero quiero tener la oportunidad de llevar algún día una vida normal», dijo al jurado, al que pidió que no le enviase a «morir en prisión».
Tras conocer la sentencia, el condenado quiso hacer declaraciones pero el presidente del Tribunal no lo permitió e instó a Arce Montes a hablar con la prensa desde la cárcel, no en la Corte.
Malestar en la familia
La familia de Caroline Dickinson, que tenía 13 años cuando murió asfixiada en su habitación de un albergue escolar de la costa bretona donde se alojaba la noche del 17 al 18 de julio de 1996, lamentó este nuevo juicio, que les ha removido recuerdos sin darles ninguna explicación nueva. «Parece que los derechos del acusado han eclipsado a los de la víctima», dijo el padre de Carolina, John Dickinson, quien consideró que «debería ser revisado» el derecho automático a la apelación en casos de condenas por tribunales de lo criminal que rige en Francia desde 2001.