
La Operación Garibaldi
- Clasificación: Secuestro
- Características: Otto Adolf Eichmann fue un teniente coronel de las SS nazis y responsable directo de la solución final. El 20 de mayo de 1960 fue secuestrado en Argentina y trasladado al Estado de Israel por el Mossad.
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 11 de mayo de 1960
- Fecha de nacimiento: 19 de marzo de 1906
- Perfil de la víctima: Otto Adolf Eichmann, de 56 años
- Lugar: San Fernando, Argentina
- Estado: Adolf Eichmann fue ejecutado en la horca el 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla, Israel
Índice
- 1 El secuestro de Adolf Eichmann
- 2 La Operación Garibaldi
- 2.0.0.1 Identificación del objetivo
- 2.0.0.2 Operación de Inteligencia y enfoque del objetivo
- 2.0.0.3 Motivo de la Operación: Fundamentos de la decisión ilegal
- 2.0.0.4 Ejecución de la Operación
- 2.0.0.5 El cautiverio de Adolf Eichmann
- 2.0.0.6 Traslado
- 2.0.0.7 El vuelo de El Al hacia Tel Aviv
- 2.0.0.8 La llegada de Adolf Eichmann a Israel
- 2.0.0.9 Detalles anecdóticos y obstáculos que tuvieron que resolver
- 2.0.0.10 Juicio
- 2.0.0.11 Controversia de Argentina contra Israel a raíz de la operación
- 2.0.0.12 Pena de muerte
- 2.0.0.13 Negación de Israel
- 2.0.0.14 Participantes
- 2.0.0.15 Bibliografía
- 3 Adolf Eichmann
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(!) ATENCIÓN: Esta galería estará disponible en los próximos días.
El secuestro de Adolf Eichmann
Última actualización: 26 de octubre de 2015
El cazador cazado
Año: 1960.
Escenario: Una escuela moderna de Nebraska.
La ocasión: Una reunión de todo el cuerpo de estudiantes. El autor que esto escribe pronunció una conferencia acerca de casos de espionaje y traición que fue seguida por un animado coloquio. Cuando ya la sesión tocaba a su fin, un muchacho de doce años de edad alzó una mano e hizo una pregunta, la misma pregunta que el orador había oído varias veces antes:
-Señor Singer, ¿quién fue ese hombre… Adolf Hitler?
La falta de conocimiento acerca del loco de nuestro siglo no es sorprendente, pues está emergiendo una nueva y muy joven generación que sabe muy pocas cosas sobre la pasada historia de la que Hitler forma parte, e incluso sabe menos acerca de sus inhumanos campos de concentración, de los odiados nazis, y del asesino de masas Adolph Eichmann, que «gaseó» seis millones de judíos al eficaz tanto por ciento de doscientos seres humanos cada cuarto de hora.
Pero también están aquellos que conocen estas cosas y las recuerdan con amargura. En la ciudad eterna de Jerusalén, cerca de la tumba de David, se exhiben recuerdos de los horrores de Eichmann, como ejemplo para las próximas generaciones, de que no hay límites de la crueldad del hombre para el hombre una vez se desatan las pasiones del mal y de la ambición.
Allí, en la vitrina de la bárbara inhumanidad, están las copias exactas de los espantosos horrores de Eichmann: los hornos de gas y fosas que sirvieron de cementerio a seres humanos que se arrojaban allí con menos consideración que si fuesen basura, pergaminos hechos con piel humana, barras de jabón fabricadas con grasa humana, y huesos también humanos, tallados en forma de figurillas, etcétera.
El autor, que ha perdido sesenta y seis miembros de su propia familia en el macabro juego de aquella espantosa «caza», tenía esperanzas de no volver a escribir más acerca del hombre que «gaseó» a su madre y a sus abuelos que contaban entonces setenta años de edad…, pero el destino no lo quiso así.
Por ello cree su deber proporcionar un informe imparcial y totalmente desapasionado sobre la mayor «caza del espía» del siglo actual, ya que Tuvia Friedman y el Servicio Secreto de Israel se pasaron dieciséis largos años sufriendo una y otra decepción antes de que, con pleno éxito, descubrieran la pista de Adolf Eichmann, criminal de guerra, torturador y verdugo de seis millones de personas de la misma raza que dio al mundo a Jesucristo.
Tuvia Friedman es un hombre de modales suaves, y agente pacienzudo y sistemático, que indudablemente posee la paciencia de Job. En algunos aspectos se parece al primer ministro de Israel, Ben Gurion, aun cuando no pueda competir con su espesa cabellera. Porque Friedman perdió la suya mientras se hallaba internado en un campo de concentración nazi de Polonia.
Esta es la historia de una caza que abarcó a dos continentes.
En el año 1945 Israel aún no había nacido, pero la idea era un sueño persistente. Los británicos gobernaban sus mandatos de Palestina con armas y con mano firme. Los sionistas se atareaban en organizar su propio gobierno, su sistema de educación y un valiente ejército secreto, el Haganah. Estaba ya muy cerca el día de su levantamiento y subsecuente independencia.
El Haganah, que llevó de contrabando a Palestina a diez mil víctimas de los nazis, creó una red de espionaje muy bien organizada y entrenada. Los judíos de Palestina conocían las tácticas de la guerra. Habían luchado con los ingleses para derrotar a Hitler; ahora estaban preparados para emplear sus conocimientos y pelear por su propio país.
El servicio secreto del Haganah organizó ramas propias en muchos lugares. El jefe de los servicios de inteligencia para Europa era Asher Ben-Nathan, un joven con formación militar, clara visión y tremenda astucia. Después del día V-E, llamó a uno de sus tenientes, Tuvia Friedman, y le dio instrucciones:
-A partir de hoy, su trabajo consistirá en hallar a Adolf Eichmann. No está muerto; simplemente ha escapado. Se le busca como criminal de guerra y es el hombre que ha asesinado a nuestro pueblo. ¡Necesitamos cazar a Eichmann!
Friedman no era Sherlock Holmes, ni poseía una bola de cristal para llevarla en el bolsillo y leer en ella de vez en cuando el porvenir. No existían fotografías de Eichmann y sí solamente unas cuantas descripciones de su aspecto físico. ¿Por dónde debía comenzar las investigaciones?
Trabajando sobre una lógica pista, Friedman visitó diversos campos de refugiados, habló con cientos de personas desplazadas y con cualquier superviviente que quizá hubiese visto al hombre tan buscado. La cosecha que recogió fue insignificante. Adolf Eichmann parecía ser un tipo teutónico corriente sin ninguna característica sobresaliente. De acuerdo con los prejuicios nazis, Eichmann no fraternizaba con los judíos. Su nombre era odiado por millones de personas… pero no era más que una sombra sin rostro ni forma.
Friedman charló con funcionarios de policía de varios países, con los agentes de los servicios de inteligencia británicos, franceses y americanos, así como con los antiguos miembros del grupo secreto antinazi en Alemania.
Todas las fechas, datos y descripciones, solamente condujeron a un verdadero callejón sin salida.
Hubo un momento en el que las esperanzas de Friedman se avivaron. Los Autriacos informaron de que Frau Eichmann visitaba a menudo una cabaña aislada en la parte alta del país. Inmediatamente hubo agentes secretos que vigilaron, esperaron, y finalmente detuvieron al huésped de la señora Eichmann. Con la impetuosidad de los nervios destrozados por la guerra, le fusilaron en el acto sin someterle a juicio. Pero no se trataba de Adolf Eichmann. Su víctima era uno de los muchos nazis que se habían ocultado para huir del acusador dedo de la justicia.
La CIA de los Estados Unidos ayudó un poco más, ya que pudieron proporcionar una descripción verbal más clara de Eichmann. Este había sido prisionero de guerra en un campo. Durante su internamiento, los servicios de contraespionaje de los Estados Unidos habían celebrado tres entrevistas con él.
Sin embargo, tales sesiones habían sido de simple rutina y como la guerra había terminado, Adolf Eichmann presentó el viejo cliché ya tan familiar en todo prisionero: él era una víctima inocente de un equivocado patriotismo, estaba muy asombrado pero no tenía la menor noticia sobre las cámaras de gas ni los campos de concentración, y había sido obligado a vestir el uniforme nazi mediante una combinación de temor y circunstancias.
En sus escritos y en sus entrevistas con sus captores americanos, Eichmann mintió sobre su nombre, su pasado y su historia militar. El CIC de Ansbach le consideró otro nazi más. Se le envió a una prisión y se le olvidó.
En el año 1946, Adolf Eichmann y otros cuatro prisioneros nazis escaparon de aquel campo mal vigilado y, equipados con documentos bien falsificados que le señalaban como a un tal Herr Otto Henninger, emprendió el viaje hacia el norte de Alemania.
Uno de los internos de la prisión tenía un hermano en Eversen que había ayudado a la fuga. El alcalde de Eversen aceptó la tarjeta de registro de herr Henninger y Eichmann disfrutó un período de paz y seguridad en el Kohlenbach Lumber Camp, situado en lo más profundo de unos solitarios bosques.
Tuvia Friedman continuó tejiendo su red, y puso alerta a todos los servicios de espionaje que cooperaban en atrapar al archienemigo de los judíos.
Tuvia, el cazador, se sentía aguijoneado por sus propios recuerdos. Había visto cómo arrancaban a sus padres de su hogar y los ejecutaban siguiendo órdenes de Adolf Eichmann, en Polonia. Cierto que el mundo era infinito, pero el tiempo no lo es y la paciencia de Friedman era su virtud principal.
-Si no puedo encontrar a Adolf Eichmann -razonaba- quizá encuentre a su familia.
Entre los millones de documentos nazis confiscados, Friedman finalmente halló una nueva pista. Un documento firmado por Adolf Eichmann con fecha 30 de octubre de 1934, era una solicitud de permiso para contraer matrimonio con Verónica Liebel, mujer «de la más pura sangre aria y descendiente de arios, maravilloso activo para cualquier jefe militar».
El día 23 de enero de 1935, las SS y el Departamento de seguridad nazi concedían el permiso, añadiendo otro documento en el que constaba que la inspección racial era satisfactoria.
El 17 de mayo del mismo año, Adolf Eichmann se casaba con Verónica Liebel.
De nuevo continuó la búsqueda, la infructuosa persecución de toda posible pista. Verónica Liebel-Eichmann era tan difícil de localizar como su marido. Había rumores que aseguraban se encontraba en Egipto, y otros decían que en América del Sur. El globo entero parecía tener que ser investigado por Friedman.
La caza llegó hasta Praga. Los checos habían capturado a uno de los ayudantes principales de Eichmann, Dieter von Wisliczeny. Von Wisliczeny se mostró locuaz y con ganas de cooperar. Declaró que odiaba a Eichmann porque nunca se había sentido seguro en su asociación con él. El miedo era el látigo de Eichmann. Von Wisliczeny sugirió una idea que valía la pena investigar…. la querida de Eichmann. No, él no conocía su nombre pero sí estaba seguro de que en otro tiempo la mujer en cuestión había sido propietaria de una fábrica en Doppl.
Friedman continuó su trabajo en Austria pero envió a un agente del Haganah a Doppl en busca de la ex querida de Eichmann.
La elección que hizo Friedman de su agente fue excelente. Manos era un hombre apuesto, con excelentes modales, formidable lingüista y con predisposición natural de actor, todo lo cual hacía posible fingiera ser un antiguo oficial nazi. En Doppl le dijeron que «gnadige Frau» estaba de vacaciones en el spa de Bad Ausee.
En dicho lugar de recreo Manos se alojó en el mejor hotel, registrándose como ciudadano holandés, pero a la hora del café, del desayuno, comida y cena, y con todas las personas con quienes hablaba, daba a demostrar claramente que era un alemán que sentía una simpatía especial por todas las tristes y pobres esposas de los líderes nazis que parecían haberse refugiado en Bad Ausee.
Una mujer picó el cebo. Pero no era la querida de Adolf Eichmann. Y con enorme sorpresa se encontró repentinamente metido en el círculo de la propia Frau Eichmann.
Manos comenzó a actuar muy cuidadosamente. Era un «bon vivant», encantador, atento, y evidentemente hombre atractivo. Entonces centró toda su atención, no sobre Frau Eichmann, sino sobre una amiga suya, una viuda. Durante varios días se reunió con ella por las tardes para cenar y tomar a última hora un vaso de buen vino. Por último alcanzó su objetivo: que le presentaran a Liebel.
-Para mí es un placer conocerle -murmuró Frau Eichmann a la vez que Manos se inclinaba caballerosamente sobre su mano. – Me recuerda usted mucho a mi hermano. Le mataron en la guerra.
El paso siguiente fue tan fácil como inevitable. Manos vio frecuentemente a Frau Eichmann. Hubo tés por las tardes en casa de ella, noches de bridge, paseos por el parque, ocasionales visitas a una piscina, todo ello acompañado por un respetuoso y reservado flirt. La casa necesitaba a un hombre, puesto que el esposo de Frau Liebel había muerto en la guerra.
Y Manos necesitaba endiabladamente aquel acceso a la casa. Durante sus visitas trató de encontrar fotografías de Adolf Eichmann, pero sus esfuerzos sólo condujeron a descubrir fotos de los niños Klaus, Horst y Dieter, que estaban mostrando mucho afecto por Manos, el nuevo amigo de la familia. Pero los niños tampoco eran capaces de dar alguna información. Durante los paseos en bote, cuando Manos salía solo con ellos, solamente le comunicaron la versión oficial de que su padre había muerto durante los últimos días de la guerra.
A lo largo de las constantes visitas de Manos, se mencionaban y discutían nombres nazis: Hitler, Bormann, Gocring, Goebbels…, Eichmann. Pero no se decía nada fuera de lo corriente Manos tenía la sensación de que Frau Liebel se ponía nerviosa en cuanto se mencionaba el nombre de Eichmann, pero tales sospechas no eran hechos concretos. Sin embargo, comunicaba tales sentimientos en los informes diarios que enviaba a Tuvia Friedman.
Manos fue introduciéndose profundamente en el círculo familiar de Frau Liebel y de sus hijos. En cierta ocasión en que ella mencionó su necesidad de disponer de una doncella, Manos le prometió hablar con el gerente del hotel para que le consiguiera una buena sirvienta.
La «sirvienta» que sacó de la manga era otro agente del Hagariah. Trabajó durante meses en la casa Liebel, escuchando toda conversación, leyendo cartas siempre que le era posible, y tratando de ver, oír y palpar todo aquello que pudiese tener una posible relación con el hombre buscado.
A juzgar por los informes que salían de la casa de Frau Liebel parecía ser que Verónica no sabía dónde se ocultaba Adolf Eichmann y que no existía entre los dos ningún contacto.
En este punto de las investigaciones, que no parecían ir por muy buen camino, Manos regresó a Doppl firmemente resuelto a encontrar a la querida de Adolf. Tras realizar ciertas indagaciones conoció a Frau Mistlebach, una mujer alegre, feliz, bonita y con buena posición económica. Manos se presentó como hermano de un íntimo amigo de Adolf Eichmann. Su hermano, dijo Manos, tenía dinero y valores de Eichmann, quien indudablemente debía precisar dinero.
Frau Mistlebach movió la cabeza tristemente. No sabía nada acerca de Adolf. Su aventura amorosa pertenecía al pasado, al año 1938. Aquello había terminado y no quedaba más que el recuerdo, vago y romántico.
Sin embargo, el contacto proporcionó un poquito más de información: la dirección del padre de Adolf Eichmann que vivía en Linz, Austria, donde dirigía un pequeño negocio. Cuando Manos visitó a herr Eichmann y le pidió la dirección de su hijo, el viejo respondió con una frase breve e iracunda:
-¡Fuera de aquí! ¡No tengo nada que ver con mi hijo!
Con el fracaso de este contacto, casi antes de haber comenzado, Manos volvió al lado de Frau Mistlebach con la esperanza de hallar una nueva pista.
Sentados bajo un frondoso árbol y tomando un sorbo de buen vino, Frau Mistlebach enseñó a Manos su álbum de fotografías. Hojeó las páginas explicando cada una de las fotos, mencionando lazos de familia, hasta que de repente se detuvo.
-Y aquí… hay una fotografía de mi viejo amigo, del íntimo amigo de tu hermano…. éste es Adolf -dijo.
Manos contempló la única fotografía que probablemente existía de Adolf Eichmann, ya que el cuidadoso y listo líder nazi había tenido buen cuidado en destruirlas todas. Aquélla era la única fotografía que podría identificar a Eichmann legalmente, e identificarle también como al más terrible de los verdugos nazis.
No deseando provocar un incidente arrebatándole a la mujer por la fuerza aquella fotografía, Manos acudió a la policía local. Juntos tramaron un plan para poder registrar de arriba abajo la casa de Frau Mistlebach, so pretexto de buscar ocultos bonos de racionamiento. Se arrancó la fotografía del album, el cuerpo de policía se excusó, y los agentes abandonaron la casa.
Durante todo este tiempo Adolf Eichmann se escondía entre las sombras de un bosque, talando árboles y trabajando como un leñador corriente. Pero el destino escribe siempre sus propias leyes. La compañía maderera quebró y Eichmann se vio obligado a moverse una vez más.
Comunicó a sus compañeros de trabajo que iría a Escandinavia. Más tarde, aquellos mismos hombres relataron detalles acerca del carácter del asesino de masas que podrían resumiese en la forma siguiente: «Era una buena persona. Nos gustaba su honradez. Adolf Eichmann siempre se cuidó de que nuestras raciones se dividiesen equitativamente. Era un trabajador duro. Había una mujer que le visitaba de cuando en cuando, pero en general era hombre solitario. Nos dijo que toda su familia había muerto en la guerra… y que él hubiese deseado morir también».
En lugar de hacer el viaje al norte, a Escandinavia, Adolf Eichmann y dos miembros más del campo, nazis como él, cruzaron a Italia. Su entrada ilegal en el país se efectuó por la frontera austro-italiana.
Eichmann siguió toda la costa y fue hasta Génova donde visitó un monasterio franciscano y en el que solicitó ayuda y descanso. Los monjes no hicieron preguntas y le dieron comida y alojamiento. Eichmann trabajó con los padres franciscanos durante meses. Comía, dormía y oraba con los religiosos, pero la inquietud le devoraba. Finalmente solicitó un pasaporte del Vaticano dando su nombre como el de Ricardo Clement.
Con estos documentos llegó a Siria donde encontró un empleo en un negocio de importación, valiéndose de la ayuda de un antiguo nazi, llamado Alois Brunner. Eichmann una vez más se encontraba en su elemento, entre amigos ex nazis que vivían en Oriente Medio y que habían hallado un buen apoyo ante el Gran Mufti, la Hermandad Musulmana y Liga Panárabe.
El vocabulario, ideología y métodos eran familiares: «Los judíos no son gratos al mundo árabe. Los judíos deben irse. Es preciso que mueran todos los judíos». El grupo mostraba gran actividad en lograr armas para el Oriente Medio, en organizar una instrucción militar y un servicio de espionaje para los grupos extremistas.
Esta vuelta al pasado continuó hasta el año 1949. De vez en cuando los periódicos Informaban que Main Bormann y Adolf Eichmann todavía vivían, pero la mayoría de la gente estaba olvidando tales nombres. El paso del tiempo disminuyó el Impacto del verdadero significado de tales personalidades.
Se mantuvo en el más estricto secreto el ir y venir de Eichmann. No tenía contacto con su esposa, pero leía diariamente los periódicos alemanes y judíos para saber lo que se escribía de él.
Durante este período se creó el Estado de Israel. El Oriente Medio sufrió graves crisis políticas. Eichmann estaba de nuevo sin trabajo. En vana búsqueda de viejos nazis, Adolf viajó hasta España y luego regresó a Génova. Allí el 14 de junio de 1950 logró el visado para emigrar a la Argentina. Un mes más tarde embarcaba en el «SS. Giovanna C.»
Aunque Adolf Eichmann nunca escribió directamente a su esposa, más tarde se vio claro que hubo comunicación con ella mediante una tercera persona, porque Verónica trató una vez más de ayudar a su marido. Firmó una falsa declaración jurada en la que declaraba que su hermana y otros dos testigos habían visto cómo los partisanos checos mataban a Eichman al final de la guerra.
Se dio crédito a tal declaración en muchos círculos. Y había tanta gente que creía la versión de Verónica, que Friedman, Manos y sus agentes fueron considerados una cuadrilla de locos que luchaban contra molinos de viento. Se les describía como individuos medio locos por el odio y la venganza. Incluso el Servicio Secreto de Israel deseaba dar por terminado el asunto, admitiendo que estaban haciendo el ridículo.
Tuvia Friedman no estaba convencido. Con la agudeza de un auténtico sabueso continuó su búsqueda. El dinero para los gastos procedía de su esposa, de su médico, de sus amigos y amistades, que creían firmemente que una protectora cortina de humo estaba protegiendo a Eichmann. «Eichmann está vivo -decía Friedman-. Lo sé… casi lo siento… ¡Estoy completamente seguro!»
Adolf Eichmann llegó a Buenos Aires, la espléndida capital de la Argentina, y se registró bajo el alias de Ricardo Clement, soltero…. nacido en Bozen, en la frontera austro-italiana.
Por fin Adolf Eichmann se sentía libre. No libre de su conciencia, pero sí de sus perseguidores. Pronto sería ciudadano argentino y comenzaría una nueva vida. A los cuarenta y cuatro años de edad estaba dispuesto a crearse un futuro mejor.
Pero siempre ocurre lo mismo. Parece que la mayoría de los criminales cometen siempre un error fatal que conduce a su captura. El hombre que había asesinado a seis millones de judíos y pasado el resto de su vida huyendo, ahora parecía respirar tranquilo, y con esa seguridad llegó el ansia de ver a su esposa e hijos. Este deseo humano y tan natural fue la caída de la bestia sádica e inhumana.
Poco antes de las Navidades una carta enviada por correo aéreo llegó a manos de Verónica Liebel. La carta decía pocas cosas pero estaba firmada por el «tío Ricardo, provincia de Tucumán, Argentina».
Frau Eichmann dijo a sus hijos que su amable tío Ricardo les pedía que se reunieran con él en América del Sur. El tío Ricardo, explicó, era ingeniero de la «Compañía Capri», que construía pantanos para el Gobierno.
Verónica sacó su pasaporte para ella y los niños, bajo el nombre de Liebel y abandonó Europa sin el conocimiento del Servicio Secreto de Israel o de los agentes que casi habían abandonado ya la búsqueda. En el mes de julio de 1952, la familia Liebel desembarcaba en Buenos Aires.
Tras unos días de descanso, tomaron un tren con dirección a la provincia de Tucumán. En una pequeña estación de una zona rural se detuvo el tren. En el pequeño andén estaba un hombre ataviado con ropa de trabajo, esperando a su familia. Tras siete largos años había pocas cosas que reconocer, salvo los recuerdos comunes. Frau Eichmann se armó de valor y dijo:
-Niños…. éste es vuestro tío Ricardo.
La casa en la que habitaban cinco personas exponía tres nombres diferentes…. segundo error que cometió el verdugo nazi. El vivía allí como el «señor Clement», presentó a Frau Eichmann como a su hermana Verónica Liebel, y a los tres niños como Klaus, Horst y Dieter Eichmann.
La reunida familia parecía feliz. Los niños disfrutaban especialmente de aquella vida al aire libre, cazando, pescando, y con la calurosa amabilidad de los naturales del país. El sueldo de Adolf era bueno y la vida inició su recorrido normal.
A miles de millas de distancia Tuvia Friedman hervía de impaciencia. Sus amigos le llamaban loco por continuar la caza. Las pistas fueron haciéndose cada vez más insignificantes, cada una de ellas era más irracional y decepcionante que la anterior. Eichmann había sido visto en Viena, Nueva York, Tel Aviv, Siria y diversos lugares más en el mismo día. Luego, durante varias semanas no llegaron nuevos informes.
De nuevo jugó su baza el destino. Se había terminado el pantano de Capri, dejando a Adolf sin trabajo. Durante corto tiempo trabajó en una factoría donde elaboraban jugos de frutas, y luego intentó abrir una lavandería que inmediatamente fracasó. Su cuenta corriente se hundía y como consecuencia de ello las lógicas preocupaciones económicas incitaron la vieja inquietud.
Eichmann trabajó durante un año en un rancho del Brasil, apareció en Paraguay en el año 1954 y en Bolivia en 1955. También estuvo en Chile, Perú, Uruguay. Era un apátrida, un emigrante y obrero ambulante.
En cada uno de estos cambios, los agentes de Friedman se enteraban del último trabajo que había tenido Eichmann, pero siempre llegaban tarde para capturarle.
En 1956 Adolf Eichmann regresó a la Argentina. El trabajo era escaso y Adolf vagó incesantemente de una labor a otra; mecánico, empleado administrativo, capataz de granja, etc.
Al año siguiente se hallaba en Siria donde ofreció sus servicios a la República Arabe Unida. Cuando el primer ministro Nasser no contestó a su solicitud, Adolf Eichmann, alias señor Clement, regresó de nuevo a la Argentina.
Friedman empezó a creer que Adolf Eichmann se había desvanecido definitivamente. Una nueva chispa de esperanza brilló de nuevo cuando el doctor Edwin Schicla, fiscal general del Estado alemán de Wurttenberg-Baden, escribió a Friedman en octubre del año 1959. «He recibido información secreta en la que se me comunica que Eichmann está en Kuwait, trabajando en la zona del golfo Pérsico.»
Friedman pidió fondos y cuatro hombres para seguir aquella nueva pista. El desilusionado Servicio Secreto de Israel negó la petición.
Con determinación característica, Friedman entregó la carta a un importante periódico israelí para que se publicara en la víspera del Yom Kippur, Día del Sacrificio. La opinión pública se mostró tan exigente que el primer ministro Ben Gurion ordenó al Instituto Central de Inteligencia y Seguridad que intensificara la búsqueda de Eichmann. Y así nuevos agentes se lanzaron a cada uno de los lugares donde recientemente se había visto al fugitivo.
En abril de 1960, los Eichman cometieron su tercer error. Frau Eichmann regresó a Austria y renovó su pasaporte. El empleado que lo hizo reconoció el nombre de Liebel y lo notificó inmediatamente a los agentes de Israel.
Desde aquel mismo momento Frau Eichmann condujo a los agentes hasta Ricardo Clement. Pero todavía quedaba por dilucidar un problema y éste era la prueba legal. Durante los últimos quince años de caza, se había detenido a unos veinte hombres en la creencia de que eran Eichmann, pero todos fueron puestos en libertad tras haber efectuado pruebas de escritura.
La misma Frau Eichmann era la clave de la identidad de su marido. Desde el mismo momento en que abandonó el despacho de pasaportes estuvo bajo constante vigilancia. Un agente de Israel se disfrazó como funcionario del departamento de viajes y la llevó hasta el aeropuerto. También había agentes en el avión que la llevó a Buenos Aires. Y, asimismo, el conductor del coche que la transportó desde el aeropuerto argentino hasta el apartamiento de Chacabuco número 4261 era miembro del Departamento de Inteligencia de Israel.
En una habitación situada frente al departamento de Adolf Eichmann, más agentes de Israel vigilaban todo movimiento que hacía la familia. Eichmann, que ahora trabajaba en una factoría de automóviles, ignoraba hallarse rodeado de espías por todas partes en sus idas y venidas al trabajo, en el restaurante donde hacía las comidas y en el banco de trabajo donde a diario cumplía con su obligación.
Eichmann ignoraba asimismo que muchos de los hombres con los que se relacionaba diariamente tenían números de serie grabados a fuego en su piel, trabajo ejecutado en los campos nazis de concentración.
Aunque Eichmann estaba totalmente rodeado, cazado ya, y virtualmente en las manos de todos aquellos hombres, Tuvia Friedman se enfrentaba todavía con un problema gigantesco. ¿Cómo se podía sacar a Eichmann de la Argentina?
Durante los largos procedimientos de la extradición, Adolf Eichmann, extraordinario artista de las fugas, podía evadir fácilmente la captura. No se le podía pasar de contrabando por las aduanas e inspección de visados para tomar un avión. La única solución estaba en el rapto… Y esta solución estaba al margen de la ley. De la ley internacional. Una ley internacional que si se quebraba quizá traería graves complicaciones entre los Gobiernos de Israel y Argentina.
Ante la celebración en la Argentina de su 150 aniversario de la Independencia, durante cuyos días de fiesta, una nueva línea aérea iba a inaugurarse por el Gobierno de Israel entre Buenos Aires y Tel Aviv, llegó a la capital bonaerense una delegación de Israel. Aquélla seria la forma en que Eichmann sería sacado de la Argentina y llevado en avión hasta Irsael para comparecer ante un tribunal que juzgaría sus asesinatos en masa.
El rapto fue sencillo. Cuatro hombres esperaron en un coche alquilado a que Eichmann regresara de su trabajo. Un quinto hombre vigilaba su apartamiento. No hubo violencia ni confusión. Eichmann fue ocultado en una habitación durante nueve días hasta que el avión israelí despegó de Buenos Aires para llevarle ante los tribunales.
Frau Eichmann, temiendo lo peor e incapaz de hablar claro, con grandes precauciones hizo indagaciones en depósitos de cadáveres y en hospitales. Tras una espera de tres días acudió a la policía.
El cazador y su tan buscada pieza por fin se enfrentaron uno a otro. El hombre de rostro delgado, de conciencia negra, y mostrando el terrible cansancio del que huye constantemente, escribió estas palabras antes de encararse con sus acusadores y con la justicia final:
«Estoy cansado de viajar por todos los continentes como anónimo errante. Me gustaría haber hecho las paces con mis antiguos enemigos.
»No he sido un asesino. No fui más que un soldado eficiente, leal, obediente e hice lo que hice debido a la profunda devoción que sentía hacia mi patria y a las SS. Jamás fui un traidor.
»Tras haber realizado un análisis de mis actos estoy ahora perfectamente convencido de que nunca fui un criminal ni un asesino de masas, ni tampoco lo fueron mis subordinados. Pero si he de ser enteramente sincero me veo como uno de aquellos que ayudaron a realizar los asesinatos, pues, después de todo, yo recibía y despachaba las órdenes de deportación, y parte de los deportados fueron asesinados…. aunque por otras unidades. »Mi creencia en el credo y jefatura nazi y la necesidad de una guerra total, hicieron que yo cumpliese con mis deberes con la conciencia limpia y voluntad de hacerlo así.
»He sido un buen alemán, soy un buen alemán, y lo seguiré siendo siempre.»
El vuelo del avión en el cual se raptó a Adolf Eichmann, sacándole de Buenos Aires para llevarle a Tel Aviv, fue una auténtica violación de la ley internacional. El caso se presentó ante las Naciones Unidas, ante cuya asamblea la señora Golda Meir, ministro de Asuntos Exteriores de Israel, declaró que deseaba disculparse ante la República Argentina por el incidente, pero añadió que, en este caso, la ley moral estaba de parte de Israel.
Hizo historia el juicio de Adolf Eichmann. Sentado en el interior de una jaula de cristal a prueba de balas, el nervioso Eichmann testificó que él solamente cumplía órdenes pero en ningún momento negó el asesinato en masa de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Los días de juicio se convirtieron en semanas. Luego la apelación requirió meses. La Prensa mundial publicó cientos de millones de palabras sobre el juicio. Israel tuvo la oportunidad de recordar, a un mundo que olvidaba demasiado aprisa, todos los horrores de la exterminación en masa ordenada por Hitler, y asimismo tuvo la oportunidad de pintar vívidamente los diabólicos peligros de la dictadura.
El día 31 de mayo de 1962, Adolf Eichmann, de cincuenta y dos años de edad, fue ahorcado en la prisión de Kamle y más tarde incinerado. Sus cenizas se esparcieron en las azules aguas del Mediterráneo.
La Operación Garibaldi
Última actualización: 26 de octubre de 2015
Operación Garibaldi fue una acción de inteligencia del servicio secreto israelí, Mossad, llevada a cabo en San Fernando (Argentina) en mayo de 1960. Esta consistió en la localización, identificación, secuestro y posterior traslado ilegal a Israel del fugitivo jerarca nazi Adolf Eichmann.
Identificación del objetivo
Eichmann llegó a Argentina a principios de los años 1950. En Roma había logrado obtener una identidad falsa, haciéndose pasar por Ricardo Klement, gracias a la colaboración de la Cruz Roja Internacional y miembros de la iglesia católica. En Argentina inicialmente se hospedó por un tiempo en un hotel de inmigrantes, hasta que pudo conseguir una casa en la zona de Olivos, provincia de Buenos Aires.
Tuvo diversos trabajos como en la fábrica de productos de gas Orbis y la fábrica de automóviles de Mercedes-Benz. Posteriormente Adolf Eichmann trajo a toda su familia a vivir a Argentina.
La clave de la identificación fue la relación amorosa iniciada por uno de sus más jóvenes familiares, Nicolás, quien salía con una joven que era hija de madre alemana y de padre judío, quienes habían sufrido las consecuencias del Holocausto, pero que de cara al público se mostraban como una familia alemana corriente.
Cuando la joven presentó a Nicolás, éste muy confiado contó que Adolf Eichmann (Ricardo Klement para los demás), fue un oficial de las SS y que gracias a él había faltado muy poco para llegar a «la solución final». Al padre de la joven le llamó la atención tal actitud, y se percató de que su apellido era Eichmann. Leyó antiguos diarios que contenían los Juicios de Núremberg y pudo saber que Eichmann era uno de los responsables del exterminio más grande en la historia del siglo XX.
Entonces entró en contacto con personas cercanas al gobierno de Israel y así pudo informar al primer ministro y al MOSSAD. El servicio secreto de Israel envió a dos hombres para que identificasen tales datos a la ciudad de Coronel Suárez, donde residía la persona que había afirmado tal cosa.
Lo entrevistaron y como no encontraron contradicciones al relato, y por el hecho que la joven se escribía con Nicolás pero las cartas eran dejadas a un domicilio de un amigo y no el del joven Eichmann, les causó impresión y sospecha que era la persona que estaban buscando. Empezaron el rastreo en el área del Gran Buenos Aires y llegaron a la conclusión que vivía en San Fernando, en una casa de la calle Garibaldi.
Operación de Inteligencia y enfoque del objetivo
En 1952 Simon Wiesenthal, reconocido cazador de nazis, reparó una frase de una carta enviada desde Argentina, que había sido recibida por un amigo suyo. La misma rezaba: «He visto a ese cerdo miserable. Adolf Eichmann, vive en las cercanías de Buenos Aires y trabaja en la central de abastecimiento de aguas”.
El jefe y cerebro de esta operación de inteligencia fue el agente Isser Harel, uno de los primeros y antiguos jefes con los que contó el servicio de inteligencia israelí, MOSSAD. Harel, en 1975 escribió un libro titulado La casa de la calle Garibaldi en el que narra cómo se realizó tal operación en ese domicilio, que fue precisamente la última residencia de Adolf Eichmann.
Luego de que el gobierno israelí recibiera ese dato, fueron enviados una serie de agentes de inteligencia para que realizaran labores rutinarias en el domicilio, no de la calle Garibaldi, sino de otro cercano. No sabían en qué domicilio vivía, sino que sabían donde trabajaba Nicolás Eichmann.
Simulando llevar un paquete, los agentes del MOSSAD lograron que Nicolás recibiera el mismo; luego inician un proceso de espionaje desde el taller hasta el domicilio en el que residían él, su mujer y un hijo. Continuando con sus tareas de espionaje observan que el joven se dirigía a una casa humilde ubicada en la calle Garibaldi.
Los agentes de inteligencia simulan ser empresarios de una importante fábrica que desea radicarse en Argentina. Se dirigen a la Municipalidad de San Fernando y piden informes de dominios a todas las viviendas que están ubicadas en esa manzana. Entre las listas de nombres encuentran a una Vera Liebl de Fichmann. Supusieron que los funcionarios públicos locales confundieron una E con una F. Sin embargo, en un medidor de luz de la casa alquilada, anterior a la calle Garibaldi, encontraron los siguientes nombres: Francisco Schmidt y Ricardo Klement.
Ante esto, Israel envió un agente a Argentina para confirmar la información, pero el espía regresó a Tel Aviv creyendo que no era el hombre que buscaban porque la casa donde vivía el señor registrado como Ricardo Klement, aparentaba pobreza y en ese entonces se creía que los nazis en Argentina vivían en lujosas condiciones.
Sin embargo, por iniciativa de Isser Harel, se lleva a cabo una segunda misión en 1959 por el espía Zvi Aharoni, logrando, finalmente, identificar al objetivo. Aharoni, tomó, de forma disimulada y sin despertar sospechas, fotografías de la casa para luego enviarlas a Israel con el fin de que fueran identificadas por medio de un peritaje fotográfico. Este peritaje reveló muchísimas coincidencias entre Ricardo Klement y el oficial de las S.S., descartando al mismo tiempo que Francisco Schmidt fuese Adolf Eichmann.
En marzo de 1960 los agentes israelíes sabían la fecha de aniversario de la boda entre Vera Liebl de Eichmann y Adolf Eichmann. Llegada esa fecha, donde se cumplían las bodas de plata (los veinticinco años de matrimonio), los espías acudieron al lugar para observar si en la casa sucedía algo fuera de lo común lo que, en evidencia, sí ocurrió: observaron una fiesta familiar y de amigos luciendo vestimentas lujosas con una cena muy especial como si estuviesen celebrando las bodas de plata.
Al coincidir este dato con el expediente secreto de Adolf Eichmann, que había construido el MOSSAD, se dieron cuenta de que estaban muy cerca de la persona que venían buscando por todo el planeta.
Con este dato confirmado, el primer ministro israelí, David Ben Gurión, conformó un comité de emergencia integrada por la cúpula del gobierno y del MOSSAD. Ben Gurión, ante esto, preguntó a su jefe general, Isser Harel, ¿cómo encararía tal problemática?, a lo que Harel respondió: «traer a Eichmann a Israel, como sea».
Motivo de la Operación: Fundamentos de la decisión ilegal
Cuando cayó Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los nazis tenían los días contados en el poder y los aliados comenzaron a caminar sobre Berlín, obligando a que muchos jerarcas nazis huyeran desesperadamente en busca de refugio. Adolf Eichmann fue uno de los que logró entrar a territorio argentino con otra identidad.
El Mossad lo descubre a finales de los 50’s y se realiza un sociograma político y social de Argentina y con esto, surge la inquietud de por qué Argentina no extraditaría a un criminal de guerra nazi, concluyendo que el gobierno de Frondizi estaba teniendo planteos militares, que fomentaban la posibilidad de que entre éstos habría informadores filosnazis que estarían protegiendo a criminales nazis.
Ejecución de la Operación
El equipo de espionaje israelí vigiló durante casi dos semanas a Adolf Eichmann. A sabiendas de que no podían pedir su extradición oficial, pues seguramente esto haría que escapara, el grupo siguió durante varios días al fugitivo nazi, determinando que vivía en la ciudad de San Fernando, en una humilde vivienda de la calle Garibaldi: de ahí el nombre con que fue bautizada la operación.
El equipo alquiló varios inmuebles: uno para mantener a Adolf Eichmann en cautiverio, otro por si todo se complicase en plena capital (para no despertar sospechas) y otro más cerca del aeropuerto para disfrazar a Eichmann y luego sacarlo del país.
La operación tuvo sus momentos de mayor importancia el 1 de mayo de 1960, cuando un grupo de espionaje israelí perteneciente al Mossad llegó a Buenos Aires, dirigidos por Rafael Eitan y bajo la coordinación de Peter Malkin. No obstante ese día llegó al país con otro nombre, el cerebro y jefe del Servicio Secreto MOSSAD, Isser Harel.
Los agentes secretos israelíes espiaban a Adolf Eichman desde un coche alquilado aparcado cerca de su domicilio. Constantemente lo cambiaban para no levantar sospechas. Luego de unos días, conocían sus movimientos y sabían su rutina a la perfección. Adolf Eichmann trabajaba como electricista para la automotriz Mercedes Benz, de la que regresaba hacia su casa, indefectiblemente, a la misma hora.
Isser Harel vio en Peter Malkin una muy buena aptitud física para poder apresar al objetivo. Entonces, Harel decide que sea Malkin el primero que tenga contacto físico con el criminal nazi. Para evitar complicaciones, dos agentes más estarían detrás de él en caso de que Adolf Eichmann presentara resistencia o huyera; así estarían dispuestos a ingresar a la casa de la calle Garibaldi.
Para esto habían ubicado un automóvil modelo estadounidense, alquilado por uno de los agentes a un particular, para transportar a Adolf Eichmann a una casa refugio. Dos automóviles más fueron ubicados sobre la ruta 202 simulando averías mecánicas. Tales vehículos debían estar con las balizas prendidas y con los capots abiertos para no despertar sospechas.
Para el 11 de mayo, el cansancio físico de los participantes de la operación era notorio, dejando atrás cuatro días de vigilancia a Adolf Eichmann; lo que sembró dudas en los mismos sobre si el criminal nazi había cambiado de rutina y si seguía regresando a casa a la misma hora, por el mismo camino y en el mismo servicio colectivo de la línea 203.
A las 18:00 del miércoles 11 de mayo de 1960, sonó el timbre que representaba el fin del día laboral para los obreros de la fábrica Mercedes Benz, sitio donde trabajaba Ricardo Klement (Adolf Eichmann). Éste toma una serie de transportes hasta llegar al colectivo 203.
Al momento de subir al transporte público el cansancio, producto de la jornada, hace que Adolf Eichmann se relaje, causándole una modorra cercana al sueño, lo que le impidió percibir a los pasajeros que tenía a su alrededor. Entre éstos había uno que se escondía tras su gorra: era uno de los hombres del servicio de inteligencia israelí que había tomado el colectivo 203 con la intención de seguir a «Klement» tras su descenso del transporte, que se produjo cerca de las 20:20.
Cuando Adolf Eichmann bajó del colectivo 203, ya habían pasado dos transportes de esa misma línea, lo que generó nerviosismo en el comando que simulaba presentar averías en sus automóviles. En el instante cuando estacionaron sus vehículos para ejecutar el secuestro de ex militar alemán, un ciclista se detuvo para ofrecerles ayuda (dado que éste creía que estaban en problemas), que fue rechazada con firmeza por parte del grupo.
Ricardo Klement circulaba sobre la ruta 202, en la zona de San Fernando, como lo indicaba su habitual rutina. Los hombres del Mossad vieron que llevaba su mano al bolsillo, lo que les hizo temer la presencia de un arma. Al iniciar la operación, Malkin llevaba cubiertas sus manos con guantes de goma para evitar el contacto físico con el objetivo, debido a la repulsión que este le causaba.
Durante la ejecución de la operación, Malkin, en la corrida, llevaba sus cordones del calzado desatado, por lo cual dio un tropiezo, pero luego de atarse los cordones, se abalanzó sobre Adolf Eichmann para reducirlo, ayudado por otros tres agentes que se le abalanzaron encima. Tras lograr ello, lo introdujeron en uno de los autos (este método se denomina asimiento de centinela, que consiste en atrapar al objetivo y evitar que éste se defienda), para después trasladarlo a un refugio donde fue interrogado durante nueve días.
En el interrogatorio quisieron corroborar que la persona detenida era la que realmente buscaban, Adolf Eichmann. Se le preguntó por identidades anteriores y dónde residía. Le preguntaron también su número de afiliación en la S.S. Después de ello, los investigadores del servicio de inteligencia exterior israelí concluyeron que era el objetivo preciso.
La inteligencia israelí había dispuesto reglamentaciones internas severas en la casa donde tenían a Adolf Eichmann: los agente podían salir de noche para no despertar sospechas y solo cuando la calle estuviera oscura; durante el día, como medida de distracción, se aparentaba la vida normal de un supuesto matrimonio que vivía en la casa-comando.
El cautiverio de Adolf Eichmann
Durante el cautiverio, solo una persona del comando tenía autorización para hablar con Adolf Eichmann, el interrogador Hans. Sin embargo, Peter Malkin, rompiendo el protocolo (ya que el prisionero dio lugar a romperlo preguntando si él era la persona que se le había abalanzado), llevó a cabo largas charlas con el jefe nazi.
En la conversación Malkin le preguntó cuáles eran sus anteriores trabajos, le preguntó también si sospechaba algo de esta operación. Adolf Eichmann le responde que su sospecha era fundada cuando escuchó comentarios de vecinos sobre una supuesta fábrica que instalarían grupos estadounidenses, porque en su barrio no había agua potable ni luz y presintió que lo estaban siguiendo, entonces Malkin le preguntó porqué no siguió con la fuga y le contesto que estaba cansado de huir, de cambiar de nombre y buscar un trabajo. Prefirió seguir el juego y entregarse.
En el período del cautiverio también se le preguntó identidades anteriores a Ricardo Klement, el prisionero contestó: Otto Kissinger, Adolph Barth, Otto Eckmann. Le preguntaron también porque los estadounidenses no lo capturaron, y contestó que éstos estaban interesados por los miembros de la Gestapo y no por miembros de las SS.
Adolf Eichmann no quería ir a Jerusalén. Preguntaba por qué no a Fráncfort del Meno, o a Múnich, pero finalmente terminó firmando una declaración de que salía voluntariamente de Argentina. Redacta una declaración a propia mano diciendo que no le gustaba el juego de seguir escapando y de separarse de toda su familia por el hecho de ser perseguido.
En su declaración aparece también diciendo que no valía la pena el seguir viviendo y que los equipos que puso Israel habían ganado el juego. Dice también que han hecho una mejor jugada tomando todos los detalles. También Malkin le había ofrecido vinos kosher y cigarrillos para poder contenerlo, así podía hablar con el jerarca.
Traslado
La parte final de la operación implicaba sacar clandestinamente a Eichmann hacia Israel. Isser Harel tenía que resolver como trasladarían a Adolf Eichmann desde Buenos Aires a Tel Aviv.
Pensaba llevárselo en un barco con los guardias secretos y un médico a bordo. Resultaba que el viaje era lento y peligroso. Descartó esa hipótesis, no obstante decide simular una prueba de vuelo de una nueva línea israelí que ansiosamente deseaba probar un vuelo vacío desde Israel a Buenos Aires y viceversa.
Llega la víspera del 25 de mayo, los diarios publicaron los festejos de 150º aniversario de la Revolución de Mayo. Vieron la suerte golpeando en la puerta del MOSSAD dado que entre todas las delegaciones invitadas había una israelí, y que había llegado en un avión de la línea El-Al, que por primera vez aterrizaba en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
La inteligencia israelí decidió entonces sacar a Adolf Eichmann en ese vuelo. Eichmann iba disfrazado como un guardia borracho y que era acompañado por una persona que era el médico puesto por la inteligencia israelí.
Se había realizado internamente en esta operación una operación llamada accidente de carretera. Uno de los agentes de inteligencia entró a un hospital argentino simulando que había sido accidentado. Entonces quedó internado y pidió constantemente ser llevado a Israel. El 20 de mayo por la mañana le dieron el alta y el documento del agente de inteligencia pasó a tener una fotografía de Adolf Eichmann.
El 20 de mayo de 1960 llega el día del traslado a Israel. Peter Malkin había disfrazado a Eichmann de guardia y se le inyectaron tranquilizantes para que quedase dormido, para que no colocara en una situación peligrosa la acción. No obstante le habían rociado su chaqueta de whisky para simular ebriedad.
En el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Isser Harel arma una mesa de operaciones en una de las cafeterías, que cómo estaba llena de gente por el festejo de la fecha patria, tuvo que realizar una especie del juego de la silla, que consistía que los agentes tenían que tomar la primera silla que estaba vacía sino quedaban parados, debían esperar con buenas intenciones que las sillas estén vacías.
Entonces Adolf Eichmann pasa todos los controles aduaneros junto con el médico de la operación porque simulaban que tenían que controlarlo por un accidente de carretera. Eichmann logra subir al avión que luego se coloca en pista de despegue. El avión realiza un sonido ensordecedor y finalmente cuando llega su carrera final despega comenzando el largo vuelo a Israel.
Muy pocas personas sabían el motivo de la operación pero muchos empezaban a notar movimientos extraños durante toda la estadía de la delegación israelí.
El vuelo de El Al hacia Tel Aviv
El avión ya estaba en vuelo. Habían advertido al pasaje de la presencia de un pasajero misterioso, y que durante el vuelo iban a revelar su nombre. Uno de los agentes de inteligencia le pregunta a Harel si quería decir quien era el pasajero misterioso. Y le dijo que mejor era esperar a que el aparato saliera de territorio argentino, lo convenció de tal manera para que dijera el nombre del misterioso pasajero.
Entonces se hizo notar ante toda la delegación israelí diciendo «El pasajero que viaja con nosotros es Adolf Eichmann». Muchos de lo que estaban emprendiendo el viaje empezaron a llorar, empezaron a recordar sus familiares muertos por el holocausto. Le estaban ofreciendo cigarrillos al jerarca nazi, y uno le dijo «tú le das cigarrillos, él nos dio gas». El libro «La Casa de la calle Garibaldi» da nota de lo que estaba aconteciendo con el traslado de Eichmann a Israel.
El grupo que dirigió el secuestro estuvo viajando en primera clase. No se le permitía a nadie hablar con el prisionero como tampoco acercarse. Solo el jefe del servicio de inteligencia Harel, como el médico estaban autorizados a estar cerca.
Adolf Eichmann al despertarse pregunta si el avión que lo trasladaba a Tel Aviv era cuatrimotor preocupado en su seguridad acostumbrado en realizar vuelos para llevar su maquinaria de exterminio. También pregunta si tenían excelentes pilotos para volar hacia Israel.
Además, felicita a todo el grupo por la eficacia que llevaron tal operación que era arriesgada y que nunca lo asesinaron o lo envenenaron. Comía su comida kosher con gran apetito porque tenía mucha hambre y estaba con los efectos de la anestesia.
Dentro de esa operación de inteligencia, se realiza una suboperación de inteligencia llamada Operación Mengele pensando que podían traer al criminal de guerra nazi médico Joseph Mengele acusado de gravísimos crímenes de lesa humanidad y violación del juramento hipocrático hecho por todos los médicos al graduarse, al someter a experimentos médicos a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz.
Realizaron actividades de inteligencia en la zona norte del conurbano bonaerense. Uno de los agente de inteligencia se hizo pasar por sobrino de Mengele, utilizando su verdadera identidad (dado que éste había ingresado cómo Helmut Gregor.)
El rastreo dio resultado negativo dado que a los empleados del correo le rebotaban todas las cartas dirigidas contra el criminal. Tuvieron una diferencia de dos semanas al rastreo. Isser Harel frenó el rastreo a Mengele y dio la orden de ocuparse del tema Eichmann para evitar poner en peligro la Operación principal.
La llegada de Adolf Eichmann a Israel
Adolf Eichmann llega a Tel Aviv luego de largas horas de viaje. El avión estuvo cargando combustible en África Occidental, en Dakar. A su llegada a Israel Isser Harel se comunica por teléfono con el primer ministro David Ben Gurión y con toda su familia para decirle que había llegado.
El jefe del MOSSAD pide entrevista con el primer ministro, le contesta que había venido con una visita importante, luego se echa a reír y dice que había venido con Adolf Eichmann. David Ben Gurión para evitar un paso en falso pide que al menos dos personas que hubiesen conocido a Adolf Eichmann reconociesen al prisionero.
Luego de ubicadas esas dos personas, se realiza una reunión muy secreta que solo el criminal podría reconocer. Fueron para que éste los reconociera preguntándole temas íntimos de la reunión, como pudo dar detalles muy precisos de la reunión que solo el criminal podría reconocer no ofreciendo lugar a duda que era el criminal.
David Ben Gurión se dirige al parlamento y destaca oficialmente que los Servicios de Seguridad pudieron ubicar, secuestrar y traer a Adolf Eichmann y que se encontraba sometido a la jurisdicción del Estado de Israel. En un principio, menciona que fue ubicado en un país extranjero, pero toda la prensa sospechaba de la República Argentina.
Cuando al criminal nazi lo bajaron del avión fue custodiado por dos guardias de seguridad que sufrieron secuelas del holocausto, no obstante Isser Harel mandó a mencionarles que se trataba de un peligroso espía. Luego que se enteraron que era Adolf Eichmann se sintieron defraudados.
Detalles anecdóticos y obstáculos que tuvieron que resolver
Isser Harel en su libro que cuenta toda la operación consigna algunos detalles e inconvenientes que tuvieron que superar al realizar la operación:
En primer lugar les costo muchísimo trabajo conseguir alquilar un inmueble que sirviese de casa refugio. Deseaban que fuera una casa que tuviese una quinta con un paredón verde que cubriese todos los alrededores de la vivienda. Encontraron una casa que estaba cerca de la ruta 202 y construyeron un refugio especial para poner al objetivo oculto. Tuvieron que ubicar un matrimonio ficticio para simular la apariencia de normalidad en la casa.
Por otra parte, no podían liberarse del vigilante del inmueble, por lo que le tenían que solicitarle una serie continua de mandados para que este vigilara lo menos posible la vivienda, en la que estaría la consumación del delito de privación ilegítima de la libertad.
Era inusual, en aquella época prescindir del vigilante del inmueble, ya que este era cuidador y jardinero. Por lo tanto le efectuaban pedidos extravagantes que lo hacían trasladarse desde la provincia de Buenos Aires a la Capital Federal para ganar tiempo.
Además tuvieron que resolver el tema de la movilidad, alquilaban automóviles, pero éstos se encontraban la mayor parte averiados, y tenían que esconder que los estaban arreglando a costa propia para poder llevar a cabo la operación con el menor riesgo posible. No podían poner en peligro toda la operación si el coche estaba descompuesto.
No podían comprar automóviles, ya que sus nombres falsos iban a quedar registrados en una base de datos públicas y ser descubiertos por la primera compra. Solo podían alquilarlos, operación que se hacía por instrumento privado. El depósito que pagaban por el auto en mal estado era considerablemente caro.
No obstante, cuando secuestran y trasladan a Adolf Eichmann a la casa refugio, Peter Malkin relata no haber visto a un criminal y a un monstruo, sino a un ser humano de carne y hueso, que trabajaba y cuidaba a toda una familia, y que daba afecto y amor a sus hijos. El secuestrado le planteó que si se lo llevaban de la Argentina, quien cuidaría de su familia.
El grupo interrogador le preguntó, si había pensado lo mismo cuando ejecutó la solución final, enviando a las cámaras de gas a millones de personas que morían de hambre y de asfixia con el objetivo de aniquilar a un pueblo entero.
También tuvieron que resolver el tema de las personas que llevaban a cabo la operación. Estas se estaban cansando físicamente y psíquicamente. Veían que estaban cocinándole a una persona, afeitándolo, bañándolo y vistiéndolo mientras que éste les había torturado, asesinado y arruinado a todas sus familias.
El detalle que tuvo la Operación Garibaldi es que muchísimos integrantes eran víctimas directas y vivieron en carne y hueso las secuelas del holocausto. Muchos integrantes perdieron padres, madres, abuelos, tíos, sobrinos, primos, hermanos y a seres allegados. Por esto el operativo planteó un dilema moral.
Cabe aclarar que uno de los integrantes del operativo tuvo un accidente de autos, al chocar su auto contra otro auto. Para evitar que acudieran autoridades policiales el agente tuvo que autoincriminarse, o sea echarse la culpa el mismo y pagar una buena suma de dinero sin contradecir a la otra parte.
Además, cuando investigaban al falso Ricardo Klement, tenían dos falsas suposiciones. En primer lugar, que los nazis que entraron a la Argentina llevaban de por sí un bienestar económico considerable, por tanto si vivía en una casa como la que estaban investigando, le resultaba difícil creer que pudiese vivir allí Adolf Eichmann, porque no tenía servicios de luz, de agua, de gas y estaba en deplorables condiciones.
No entendían que una persona que había llegado a ser teniente general en el Estado de Hitler y por sus antecedentes, se levantara a la madrugada para ir a trabajar y volviera a altas horas de la noche en un transporte colectivo de línea y en un tren lleno de obreros. Lo veían como el teniente general que mandó a millones de personas a las cámaras de gas.
Por otra parte sobrestimaron la capacidad y logística de las fuerzas de seguridad argentina. Suponían que desapareciendo un electricista llamado Ricardo Klement, se produciría una revisión general en todos los automóviles, que se cerrarían los puertos y aeropuertos, y que habría un control muchísimo más exigentes en todas las viviendas.
No obstante durante los días del 11 hasta el 20 de mayo, que es el segmento del cautiverio de Adolf Eichmann en manos del MOSSAD, los diarios argentinos de gran circulación no publicaron jamás este hecho. No obstante la esposa de Adolf Eichmann que mantuvo su misma identidad pero simuló matrimonio con un segundo hombre y contándoles a sus hijos que su padre biológico había muerto en la Segunda Guerra Mundial, jamás haría una denuncia de tal desaparición, porque estaría delatando su verdadero nombre y sus antecedentes militares.
Juicio
Adolf Eichman al llegar a Israel y ser sometido a un largo juicio, pudieron comprobarse crímenes de lesa humanidad y fue encontrado culpable de ellos. Según el criminal de guerra, se sometió a un juicio para evitar que la humanidad repita tales hechos. Declararon miles de testigos. Se sometió a la jurisdicción israelí por lo que se llama en un proceso judicial economía procesal, dado que muchos testigos perjudicados vivían en ese país.
Controversia de Argentina contra Israel a raíz de la operación
Al revelarse poco a poco lo acontecido, el gobierno presidido por ese entonces por Arturo Frondizi, conminó al Estado de Israel a dar explicaciones bajo apercibimiento de romper relaciones diplomáticas. Argentina acusó formalmente a Israel en utilizar métodos nazis para llevar a cabo sus actividades.
Esta operación clandestina generó un gran debate en la Argentina y una enérgica protesta del gobierno de Arturo Frondizi en contra de Israel, llegando a poner en serio riesgo las relaciones diplomáticas entre ambos países.
El secuestro fue interpretado como una violación flagrante de la soberanía argentina, y éste fue el motivo por el cual Israel desde un comienzo negó toda responsabilidad en el hecho. La explicación oficial del gobierno de Israel era que el secuestro había sido llevado a cabo por «voluntarios judíos, algunos de ellos israelíes».
Solo en el año 2005 Israel reconoció oficialmente que la operación fue llevada a cabo por iniciativa del gobierno y por agentes de sus servicios secretos.
Este hecho que ocurrió en la Argentina configuró un concurso real de delitos, es decir, varios hechos independientes entre sí conformando una serie de delitos penales. En este caso se podría encontrar privación ilegítima de la libertad, falsificación de documentos públicos y traslado ilegal del país o sea su erradicación de la República Argentina.
No obstante los que secuestraron a Adolf Eichmann dependían del servicio de inteligencia exterior israelí, por lo que estaban actuando bajo el mando de un Estado extranjero. Tal presupuesto fue calculado por los espías israelíes por lo que hizo que la operación fuese llevada con extrema cautela. Incluso llegó el caso que en la República Argentina los agentes secretos se movían en masa. Usaban taxis pocas veces y alquilaban sus propios autos. Se juntaban en diferentes cafés.
Harel se dio cuenta de que en Argentina los habitantes pasaban mucho tiempo tomando cafés sentados a conversar. Le había pedido a un contacto que tenía en Argentina que le hiciese un sociograma, o sea que le describiese detalles concretos de Argentina. No podían hablar con nadie ajeno de la operación. No podía despertar ningún tipo de sospechas. El cerebro de la operación contactó con un médico para que adormeciera al jerarca y que cuidase de todos los integrantes de la Operación.
Pena de muerte
Tras un largo proceso, que causó gran impacto y controversias en Jerusalén, Eichmann fue ejecutado desnudo en la horca la madrugada del 31 de mayo de 1962, acusado de crímenes contra el pueblo judío. En la última carta antes de la ejecución, que se puede ver en la biografía de Adolf Eichmann, dio gracias y larga vida a Argentina como le había dado a Austria y Alemania, países en los que consideraba que había sido feliz.
Después de ejecutada la sentencia de muerte, los ejecutores deciden incinerar el cuerpo para no dejar rastros y permitir que nadie realice homenajes con respecto a su persona, arrojando sus cenizas al mar Mediterráneo, fuera de las aguas territoriales del Estado de Israel.
Negación de Israel
Cuando el avión que trasladó al jerarca nazi aterrizó en Israel, el agente de inteligencia Isser Harel le anunció al primer ministro que “que tenían la presa lista”. David Ben Gurion anunció en el parlamento israelí que Adolf Eichmann se encontraba detenido dentro del país bien custodiado. No obstante lo habían encontrado en un país extranjero.
Muchos medios de comunicación sospechaban que era la República Argentina, caracterizada de ser un paraíso nazi. Israel niega que se haya producido la acción de inteligencia en la República Argentina y menciona que se produjo en los países árabes.
Hasta hoy, el secuestro y el misterio en torno de la operación han dado lugar a numerosos libros, películas y reportajes de televisión.
El libro más importante que se escribió de la Operación Garibaldi, fue La Casa de la Calle Garibaldi, en el cual el jefe y cerebro máximo de la Operación Isser Harel cuenta tal historia como sus memorias de agente de inteligencia y manifiesta su orgullo ganador en la operación que tanto él y sus participantes, quienes vivieron las consecuencias del holocausto judío, vieron su necesidad de hacer justicia por los crímenes cometidos por Adolf Eichmann.
Este libro tiene un error histórico con respecto a la República Argentina. Isser Harel menciona el 150 aniversario de la independencia argentina por lo que en realidad es de la Revolución de Mayo, Isser Harel por la emoción de encontrar este dato importante en la prensa argentina, pilar importante que produce este traslado, no ha averiguado bien que fecha patria era y la confunde con la fecha patria que se celebra el 9 de julio, un detalle menor ya que los argentinos consideran a ambas fechas estrechamente ligadas a su movimiento emancipador.
La Casa de la Calle Garibaldi, que dio lugar al título del libro que escribió Isser Harel fue demolida por los familiares de Adolf Eichmann en el año 2001, por lo que la actualidad es un terreno baldío ubicado en una de las zonas más precarias de San Fernando.
Participantes
- Isser Harel: jefe del Mossad y responsable máximo del operativo.
- Rafael Eitan: líder de la unidad operativa. Viajaba en uno de los autos que se usaron para capturar a Eichmann.
- Peter Malkin: viajaba en el primer auto. Fue el primero que inmoviliza a Eichman.
- Amos Manor: director del Shin Bet. Fue uno de los que sugirió la búsqueda de Eichmann. Planificó el operativo.
- Abraham Shalom: captor. Iba en el segundo auto.
- Yaacob Crus: subdirector del Mossad. El primero que informó al gobierno de la captura.
- Zvi Aharoni: captor. Descubrió donde vivía Eichmann en Buenos Aires.
- Emanuel Talmor: vino en el avión de El Al que se llevó a Eichman. Fue uno de los que lo transportó drogado.
- Yaacob Meidad: el hombre a cargo de la logística para la captura. Alquiló casas y consiguió autos. En los 9 días que Eichmann estuvo cautivo proveyó alimentos y medicamentos al grupo.
- Yudith Nasiahu: integrante del Mossad. Vivió en la casa en que estuvo cautivo Eichman simulando matrimonio con otro captor.
- Abraham Kaler: ayudó a localizar a Eichmann en Argentina.
- Simón Wiesenthal: cazador de nazis. Dio los indicios para capturar a Eichmann.
- Tuvia Friedman: lo mismo que Wiesenthal.
Bibliografía
- Abos, Álvaro. Eichmann En Argentina. Editorial: EDHASA ARGENTINA ISBN 978-950-9009-91-2
- Harel, Isser. La Casa de la calle Garibaldi. Ediciones Grijalbo, Barcelona ISBN 84-253-0604-3
Adolf Eichmann
Wikipedia
Otto Adolf Eichmann (Solingen, 19 de marzo de 1906 – Ramla, 31 de mayo de 1962) fue un teniente coronel de las SS nazis. Fue el responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración alemanes durante la segunda guerra mundial.
Eichmann utilizó el nombre de Ricardo Klement durante su estancia en Argentina desde el 15 de julio de 1950 hasta el 20 de mayo de 1960, cuando fue secuestrado y trasladado al Estado de Israel por el Mossad.
Adolf Eichmann era el hijo mayor de una familia de cinco hermanos que se trasladaron desde Solingen, en Alemania, a Linz, en el entonces Imperio austrohúngaro. Su padre había encontrado trabajo en una fábrica de esa ciudad. Durante la infancia murió su madre y su padre se volvió a casar.
En su adolescencia estudió en la Realschule, la educación básica y media; allí conoció a un compañero de nombre Salomón que lo invitaba a comer a su casa, ya que en la suya faltaba la unión, el cariño y el núcleo familiar. En esa casa de la familia de aquel amigo aprendió a hablar el yidish.
Adolf Eichmann era considerado un extranjero en Austria y no pudo conseguir trabajo. Sin embargo, sus hermanos menores eran considerados austriacos, puesto que sí nacieron en ese país. El padre de Eichmann tenía entre sus amistades a Ernst Kaltenbrunner, dirigente nazi de origen austriaco. Kaltenbrunner auspició el ingreso de Eichmann al NSDAP austriaco.
Con un interés y fervor frenéticos a la doctrina de Adolf Hitler, el 1 de abril de 1932 se afilió al NSDAP austríaco con el número de afiliado 899.895, y el mismo día se enroló en las SS con el número 45.325, siendo transferido a Berlín el 1 de octubre de 1934 a la así llamada sección de judíos II 112 del Servicio de Seguridad (SD).
El 21 de marzo de 1935 Adolf Eichmann se casó con Veronika Liebl (1909-1997), con quien tuvo cinco hijos: Klaus Eichmann, Horst Adolf Eichmann, Dieter Helmut Eichmann, Ricardo Francisco Eichmann y el menor, principal causante de su posterior captura, Nicolás Eichmann. Estos últimos tienen un nombre español porque nacieron cuando Eichmann estaba fugado en Argentina, ya después de la Segunda Guerra Mundial.
Responsabilidad en el Holocausto
Fue el encargado de la organización de la logística de transportes del Holocausto. Hombre tenaz en el cumplimiento del deber, era una persona muy dada a cumplir las estadísticas que se le exigían, y los judíos eran para él «estadísticas», aunque según sus declaraciones en el juicio que se le realizó por sus crímenes de guerra en 1960 en Israel, no era un antisemita fanático, de hecho, como muchos otros alemanes, se encontraba emparentado de alguna manera con judíos.
Al final de su vida se defendió arguyendo que su participación en el Holocausto se limitó a ser un simple ejecutor de órdenes superiores y no una figura de la talla de Reinhard Heydrich o Heinrich Himmler. Sin embargo, lo cierto es que entró en conflicto con estos en numerosas ocasiones debido al excesivo celo que puso en la idea de la «solución del problema judío», yendo incluso más allá de las órdenes recibidas, ya que, cuando a finales de la Segunda Guerra Mundial Himmler decidió acabar con los asesinatos masivos de judíos, Adolf Eichmann continuó dando las órdenes pertinentes para que se siguieran produciendo.
Antes de 1939, cuando Alemania contemplaba la posibilidad de expulsar a los judíos en lugar de exterminarlos, Adolf Eichmann fue uno de los principales interlocutores nazis con el movimiento sionista, el cual estudió la posibilidad de facilitar la emigración judía a Palestina. En la misma línea, fue una de las personas que pensaron en la viabilidad de crear un Estado judío en Europa del Este.
En 1939 se opta por la deportación masiva de los judíos alemanes a guetos habilitados en Polonia, y en 1942 se celebra la Conferencia de Wannsee organizada por Heydrich, en la que se lanza definitivamente la llamada «Solución Final». Adolf Eichmann, que participa en la Conferencia, queda encargado de la logística de las deportaciones hacia los campos de concentración. Es el artífice de la creación de los Judenräte (‘Consejos judíos’), que colaboraban en las deportaciones facilitando la identificación de los habitantes de los guetos. Esto se hacía confeccionando la lista de personas a deportar, inventariando sus bienes, etc.
Promociones en la SS
Las siguientes son las fechas en que Adolf Eichmann fue ascendido en las SS (según las memorias del propio Eichmann):
SS Mann (soldado raso): 1 de octubre de 1932
SS Scharführer (sargento primero): 24 de diciembre de 1933
SS Hauptscharführer (suboficial superior): 23 de octubre de 1937
SS Untersturmführer (subteniente): 26 de agosto de 1938
SS Obersturmführer (teniente): 2 de febrero de 1939
SS Hauptsturmführer (capitán): 1 de agosto de 1940
SS Sturmbannführer (mayor): 1 de julio de 1941
SS Obersturmbannführer (teniente coronel): 9 de noviembre de 1941
SS Standartenführer (coronel): 20 de abril de 1945
Colaboradores de Adolf Eichmann en el Holocausto
Los delegados de Adolf Eichmann en la Sección IVB4 de la Gestapo tuvieron como principal responsabilidad la deportación en trenes de todas las personas enemigas de la Alemania nazi y de los judíos. Por cada país o región ocupada existía un delegado responsable de los envíos de personas hacia los campos de concentración. Entre estos colaboradores de Adolf Eichmann estuvieron:
- Alois Brunner, asistente de Eichmann. Desde noviembre de 1939 hasta septiembre de 1944, Brunner dirigió las deportaciones de los judíos de Viena, Moravia, Tesalónica, Niza y Eslovaquia. Desapareció después de la guerra y fue condenado a muerte en ausencia en un juicio en París en 1954. Se le concedió asilo en Siria.
- Theodor Dannecker, quien dirigió la preparación de los listados de judíos franceses y españoles para la deportación en 1941, y que fue nombrado comisionado en Italia en 1944. Después de la guerra fue capturado por los estadounidenses y se suicidó en un campo de prisioneros.
- Rolf Günther. Asistente de Eichmann y supervisor de los delegados. Responsable de la deportación de los judíos de Grecia y clandestinamente de Turquía.
- Hans Günther. Delegado en Bohemia-Moravia.
- Dieter Wisliceny, el introductor de la Estrella de David como distintivo de los judíos. Fue el responsable de la deportación y asesinato en masa de los judíos de Eslovaquia, Grecia y Hungría. Después de la guerra fue extraditado a Checoslovaquia, donde fue ejecutado en febrero de 1948 por las autoridades comunistas.
- Hermann Alois Krumey, miembro de la Policía de Seguridad en Lodz. En 1944 fue enviado a Hungría para organizar la deportación de la comunidad judía de ese país. Fue arrestado en Italia en 1945, y después de varios juicios fue sentenciado a cadena perpetua en 1969.
- Franz Novak, cuya función fue la de coordinar los trenes donde iban judíos y gitanos desde cada país hacia los campos de concentración. Hasta 1961 se ocultó en Austria. Juzgado por sus crímenes en 1964, fue sentenciado a 8 años de prisión, aunque el juicio fue anulado en 1966, siendo absuelto de los cargos y liberado.
- Gustav Richter, quien en abril de 1941 fue enviado a Rumanía como Asesor de Asuntos Judíos. Realizó el censo de los judíos y gitanos rumanos, planificando la deportación a guetos y exterminación de cerca de 300.000 judíos en el campo de Belzec. Sus planes fracasaron cuando Rumanía rompió relaciones con Alemania. Fue sentenciado a 4 años de prisión en 1982.
- Wilhelm Zöpf, delegado de Eichmann en La Haya, responsable de los judíos de los Países Bajos.
- Heinz Röthke, destinado en Francia.
- Franz Abromeit, destinado en Croacia y Hungría.
- Otto Hunsche, destinado en Hungría.
- Siegfried Seidl, destinado en Hungría.
Fuga, estancia en Argentina, secuestro y traslado a Israel
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Adolf Eichmann, que se hacía llamar Otto Eckmann, fue capturado por el Ejército de los Estados Unidos, que desconocía su verdadera identidad. En los albores de 1946 se escapó de la custodia del Ejército estadounidense y se ocultó en varios lugares de Alemania durante algunos años. En 1948 obtuvo un salvoconducto para escapar a Argentina, pero no lo usó inmediatamente.
A principios de 1950, Adolf Eichmann estuvo en Ginebra, donde se hizo pasar por un refugiado llamado Ricardo Klement. Con la ayuda de un fraile franciscano de ideas fascistas, que tenía conexiones con el obispo Alois Hudal, Eichmann obtuvo un pasaporte emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y un visado argentino, ambos documentos a nombre de «Ricardo Klement, técnico».
El 17 de junio de 1950 salió en barco desde Génova y llegó a Buenos Aires el 14 de julio.
Se alojó en un hotel para inmigrantes en el barrio argentino Palermo Viejo y comenzó a trabajar en un taller mecánico. Luego viajó en tren a Tucumán para trabajar en una empresa alemana. Llegó toda su familia a la Argentina y los traslada a la provincia de Tucumán.
En 1952 quiebra la empresa en que trabajaba y empieza a trabajar en una fábrica de jugos de frutas. Trabajaba en el puerto de Olivos vendiendo zumos de frutas, hasta que se dio cuenta que le estaban dando pérdidas. Intentó instalar una tintorería, pero fracasó, luego empezó a trabajar en la fábrica de calefones Orbis.
Vivía en la zona norte del Gran Buenos Aires, en los partidos de Vicente López y San Fernando. En primer lugar, vivió en la calle Chacabuco de la localidad de Olivos (partido de Vicente López), donde alquilaba un inmueble. Después, ya como gerente en la fábrica de automóviles Mercedes Benz, se hizo construir una casa en calle Garibaldi 14 (actualmente Garibaldi 6061), en el borde del barrio Bancalari3 (norte del Gran Buenos Aires), donde fue encontrado por los hombres del Mossad.
Adolf Eichmann fue localizado por un judío alemán ciego, vecino suyo, Lothar Hermann (que había migrado a Argentina en 1938), cuya hija tenía amistad de adolescente con uno de los cuatro hijos de Eichmann. La criatura le contaba cosas a su padre «del hogar del señor Klement» que le hicieron caer en la cuenta de su verdadera identidad. Preguntando a ella más cosas, quedó al final totalmente satisfecho.
El problema que surgió era que los jefes de Mossad no querían dar crédito a un ciego. Según la agencia israelí era imposible que un ciego reconociera al criminal de guerra. Mucho más tarde, por la intervención de un amigo importante del citado invidente, el Mossad entró en acción. Esto fue a finales de la década de 1950 en la localidad de Bancalari (partido de San Fernando), en la zona norte del Gran Buenos Aires.
Vivía en la calle Garibaldi, sin asfaltar, la identificación positiva fue realizada por una serie de fotografías comparativas tomadas de manera furtiva, en que se lo reconoció por su particular morfología de la oreja izquierda (las fotos de Adolf Eichmann en su período nazi eran casi todas del lado izquierdo) y se preparó un plan para capturarlo y llevarlo a Israel, encargo hecho por el primer ministro David Ben Gurion al jefe del Mossad Isser Harel, con información dada por el famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal.
El 1 de marzo de 1960 Harel envió a Buenos Aires al jefe interrogador del Shabak Zvi Aharoni, que en el transcurso de semanas de investigación fue capaz de confirmar la identidad del fugitivo.
Como el Estado Argentino tenía un historial de rechazar solicitudes de extradición de criminales nazis, el primer ministro israelí David Ben-Gurion tomó la decisión de que Adolf Eichmann debía ser capturado, ilegalmente. Harel mismo arribó en persona, en mayo de 1960 para supervisar la captura. Rafi Eitan fue designado líder del grupo de ocho agentes, la mayoría de ellos eran agentes del Shin Bet.
Violando tratados de asistencia consular y la soberanía nacional argentina, el 1 de mayo de 1960 un grupo de nokmin (‘vengadores’, en hebreo) del Mossad ingresaron subrepticios por vía aérea en Buenos Aires e iniciaron la «Operación Garibaldi» (por el nombre de la calle donde residía Eichmann).
Este equipo, dirigido por Rafi Eitan y coordinado por Peter Malkin, «especialista en secuestros y en maquillajes», inició una vigilancia de casi dos semanas. Descubrieron que Eichmann era un hombre de hábitos cotidianos, lo que facilitó la elección del lugar de secuestro. Los agentes del Mossad fueron en dos autos, uno para fingir un desperfecto y el otro para evasión de emergencia en caso de que algo saliese mal.
El 11 de mayo de 1960, lo esperaron en una calle y fingieron que el coche se había averiado, cuando llegó el autobús de la línea 203 (La Independencia), Adolf Eichmann no estaba entre los pasajeros. Era de noche y los agentes se desesperaron, pero decidieron esperar al siguiente autobús.
La espera dio frutos. Adolf Eichmann llegó del trabajo en el bus siguiente y descendió del autobús.
Eichmann no sospechó al ver el vehículo averiado y uno de los agentes se acercó y le dijo en la única frase en español que sabía: «Un momento, señor, ¿puedo preguntarle algo?».
Eichmann, que venía con una linterna de mano, se detuvo sorprendido, llevó una mano al bolsillo y el agente se le echó encima. Eichmann gritó pero el motor del vehículo se puso en marcha y amortiguó sus gritos. Secuestrado en plena calle, fue subido al auto en marcha.
Los cuatro agentes israelíes lo trasladaron a un piso franco. Fue atado a una cama e interrogado hasta que Eichmann, quien dijo llamarse Ricardo Klement y luego Otto Henniger, al fin dio su número correcto de las SS y admitió su verdadera identidad.
Peter Malkin confesó más tarde:
Adolf Eichmann era un hombrecito suave y pequeño, algo patético y normal, no tenía la apariencia de haber matado a millones de los nuestros… pero él organizó la matanza.
El avión de la aerolínea israelí El Al fue retrasado para entrar en Argentina por motivos burocráticos hasta una semana, y esto no estaba contemplado en sus planes. Los agentes sabían que Eichmann podía ser buscado por sus familiares o sus camaradas nazis. Por tanto, tuvieron que esperar con angustia en la casa de seguridad, mientras obligaron a Adolf Eichmann a firmar una carta que decía:
Yo, Adolf Eichmann, por medio de esta carta declaro que voy a Israel por mi propia voluntad a limpiar mi conciencia.
Ocho días más tarde, el 20 de mayo de 1960, el avión aterrizó. Adolf Eichmann fue conducido semiinsconciente al Aeropuerto internacional de Ezeiza, en un avión de El Al, con otra identidad, vestido como un mecánico de la aeronave, simulando ebriedad. Sentado en un asiento de primera clase, con pasaporte falso, fue sacado del país de inmediato hacia la ciudad de Haifa, en Israel.
Por este secuestro, la cancillería argentina, por medio del embajador Mario Amadeo ―el presidente de Argentina era Arturo Frondizi―, reclamó una grave violación de la soberanía; este reclamo lo llevó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Recibió apoyo del organismo internacional, pero Israel nunca tuvo intenciones de devolver al criminal nazi. Esto generó problemas entre Argentina e Israel, ya que se trató a todas luces de un secuestro ilegal, sin autorización por parte del Gobierno argentino.
Juicio y ejecución en Israel
La captura fue anunciada con gran despliegue de medios, dándole todo el crédito a Simon Wiesenthal (quien había colaborado en la localización) y a la causa sionista para encubrir la poco ortodoxa participación del Mossad en la operación.
En Jerusalén, Adolf Eichmann fue sometido a juicio por un tribunal presidido por los jueces Moshe Landau, Benjamin Halevy y Yitzhak Raveh. Su abogado defensor fue Robert Servatius.
Eichmann alegó en su defensa que las acciones que cometió eran bajo la obediencia debida a sus superiores y que estos se aprovecharon de esta característica. El jurado lo encuentra culpable de genocidio.
El juicio, que finalizó el 15 de diciembre de 1961, lo condenó a morir en la horca por crímenes contra la Humanidad. Este juicio también es considerado como la gran causa judicial del Estado de Israel. La sentencia se cumplió la madrugada del 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla.
Sus últimas palabras fueron:
Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo.
Sus restos fueron incinerados y las cenizas fueron dispersadas en el mar Mediterráneo por una nave de la Fuerza Naval israelí en presencia de algunos supervivientes del Holocausto, y fuera de las aguas jurisdiccionales de Israel. De este modo, se pretendía evitar que su tumba se convirtiera en lugar de peregrinación.
En este juicio, Adolf Eichmann dejó algunos testimonios del porqué de su participación en el Holocausto. Se citan algunos párrafos:
No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde de los subalternos.
La filósofa Hannah Arendt hizo un ya clásico estudio del personaje y sus obras a raíz del juicio, titulado Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. En él defiende que el hombre que pasaba por ser el mayor asesino de Europa no era ningún «genio del mal», trazando en ese texto la tesis de la banalidad del mal.
Defiende que lo preocupante de la existencia del mal entre nosotros es que cualquier hombre, en determinadas circunstancias, puede reaccionar como Adolf Eichmann y realizar actos tremendamente malvados e inhumanos porque cree que es «su obligación» o «su trabajo». Señaló además, que las acciones de Eichmann bien pudieron haber sido fruto de la sujeción de la cual es víctima un individuo dentro de un régimen totalitario.
Sin embargo, aunque algunos vieron en sus palabras una justificación de las acciones de Eichmann, Arendt no defiende la inocencia del acusado, ni cuestiona la condena a muerte final; más bien cree que el planteamiento por el cual Eichmann fue presentado por la Fiscalía como un supervillano, no obedecía a la verdad, sino más bien a intereses personales de los acusadores (crear un «caso estrella»), políticos (mostrar al mundo que el Estado de Israel, excluido de los Juicios de Núremberg, podía también juzgar a sus verdugos) y sobre todo sociales (un Israel que había ganado en el campo de batalla cierta seguridad militar, estaba pasando por una cierta crisis existencial y necesitaba un punto en torno al cual las nuevas generaciones pos-Holocausto pudieran unirse).
Hanna Arendt cree, sin embargo, que Adolf Eichmann merecía la condena a muerte, pero no por haber organizado ningún plan maestro, o por haber participado personalmente (por ejemplo, pistola en mano) en la muerte de judíos, sino por no haberse opuesto a los crímenes, por haber colaborado eficientemente en el exterminio, incluso sobrepasando las órdenes de sus superiores directos.
Si los jueces hubieran absuelto libremente a Adolf Eichmann de estas acusaciones, estrechamente relacionadas con los espeluznantes relatos de los innumerables testigos que ante ellos comparecieron, no por ello hubieran llegado a un fallo distinto con respecto a la culpabilidad del acusado, quien, en modo alguno, hubiera escapado a la pena capital.
Hanna Arendt
Por ejemplo, cuando, acercándose el final de la guerra el regente Horthy, y el propio Himmler, dieron pasos en el sentido de suspender las deportaciones de judíos húngaros, Adolf Eichmann autorizó algunos envíos de judíos motu proprio a la muerte, con el celo profesional que los nazis llamaban «trabajar en la dirección del Führer y del Reich».
No cabe ninguna duda de que incluso en el mes de abril de 1945, cuando prácticamente todos pasaron a ser «moderados», Adolf Eichmann aprovechó una visita que Paul Dunand, de la Cruz Roja Suiza, efectuó a Theresienstadt, para hacer constar que no estaba de acuerdo con la nueva política seguida por Himmler con respecto a los judíos.
Hanna Arendt
Las declaraciones de la filósofa, pese a todo, resultaron polémicas, y más dada la circunstancia agravante de su propia condición de judía. También es interesante ver la visión que aporta Michel Onfray sobre Adolf Eichmann en su obra El sueño de Eichmann. Onfray en otra obra Un kantiano entre los nazis, demuestra la conformidad del pensamiento político kantiano, con lo expresado por Eichmann en juicio. No hay derecho a rebelarse y hay obligación absoluta de obedecer.
Rafi Eitan, quien dirigió el grupo que capturó a Eichmann, fue durante 25 años oficial de Inteligencia en el Mossad y dirigió el Shin Bet. En noviembre de 1985 fue destituido al ser descubierto como director de una red de espionaje contra Estados Unidos.
«Lo más inquietante de Adolf Eichmann es que no era un monstruo, sino un ser humano», había declarado en alguna entrevista Peter Malkin, el agente que detuvo a Eichmann, quien posteriormente se retiró en 1977 en Nueva York como especialista en contraterrorismo, tras 27 años de servicio en el Mossad, ciudad donde vivió hasta su muerte el 4 de marzo de 2005.
La detención de Adolf Eichmann alertó a otros nazis en Argentina y Brasil como Josef Mengele y Franz Stangl, quienes tomaron resguardos y se ocultaron.