
El misterio de la tumba de Ituren
- Clasificación: Asesinato
- Características: Secuestro - Fue torturado hasta la muerte por agentes secretos franceses, dirigidos por el entonces ministro del interior de Marruecos, Mohammed Ufqir
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 29 de octubre de 1965
- Fecha de nacimiento: 1920
- Perfil de la víctima: Mehdi Ben Barka, de 45 años
- Método del crimen: Tortura - Apuñalamiento
- Lugar: París, Francia
- Estado: El cadáver nunca apareció. En junio de 1967 Antoine Lopez y Louis Souchon fueron condenados a 6 años de cárcel. Mohammed Ufqir fue condenado a cadena perpetua en rebeldía
Índice
- 1 El caso Ben Barka y el misterio de la tumba de Ituren
- 2 El caso Ben Barka
- 2.0.0.1 El secuestro
- 2.0.0.2 ¿Por qué murió Ben Barka?
- 2.0.0.3 El proceso judicial
- 2.0.0.4 «Yo he visto matar a Ben Barka»
- 2.0.0.5 Órdenes de detención
- 2.0.0.6 Las revelaciones de Ahmed Bujari
- 2.0.0.7 Las revelaciones de Ali Bourequat
- 2.0.0.8 Las revelaciones de Lucien Aimé-Blanc
- 2.0.0.9 Los archivos del SDECE y de la CIA
- 3 Tras la pista del cuerpo de Ben Barka
- 4 El enigma Ben Barka. Hace 50 años que el desaparecido opositor marroquí fue secuestrado en París
- 5 Mehdi Ben Barka
El caso Ben Barka y el misterio de la tumba de Ituren
Última actualización: 15 de abril de 2016
De Ben Barka, el principal opositor a la monarquía marroquí, se oyó hablar mucho en Navarra el 19 de septiembre de 1966, cuando en un panteón del cementerio de Ituren, en Malderreka, relativamente cerca de la frontera, aparecieron los restos de dos personas, un hombre y una mujer, que habían sido escondidos allí.
Se especuló mucho entonces sobre el zapato de tacón que llevaba la mujer y sobre todo se especuló sobre si aquellos restos podían ser los de Ben Barka y su secretaria, secuestrados el día 29 de octubre de 1965, frente a la muy literaria brasserie Lipp, de Saint-Germain, en París.
El pueblo fue tomado por la Guardia Civil y hubo órdenes en todos los medios de comunicación para que no se publicara nada sobre el asunto. La Policía se hizo cargo de los restos encontrados en la tumba de Ituren y nunca más se supo de ellos.
La única respuesta oficial es la que dio el forense Dr. Yoldi: «Seguramente, el enterrador se ha equivocado y ha dejado equivocadamente los restos en esta tumba». Sin embargo, el enterrador lo desmintió enérgicamente.
La identidad de los cadáveres continúa siendo un misterio.
Cincuenta años después de la desaparición de Ben Barka, con la complicidad de policías, truhanes y servicios secretos marroquíes y franceses sigue sin esclarecerse. Ciénagas policiales y judiciales. Sus restos no han aparecido. Y en ningún lugar aparece que fuese secuestrado junto a su secretaria o que la tuviera. Pero no hay invierno que en Baztán no se recuerde aquel hallazgo.
El caso Ben Barka
Última actualización: 15 de abril de 2016
Se llama asunto Ben Barka (o, en francés, affaire Ben Barka) al secuestro y asesinato del dirigente opositor marroquí Mehdi Ben Barka, perpetrado, al parecer, por los servicios secretos marroquíes con el beneplácito de los franceses en 1965.
La desaparición de Ben Barka es uno de los hechos más relevantes de la etapa de la historia del Marruecos moderno conocida como años de plomo. Aunque gran parte de las circunstancias de su secuestro han sido dilucidadas por la investigación posterior, otras siguen sin aclararse, como la ramificación de las responsabilidades de su asesinato o el paradero de sus restos.
Ben Barka fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en la puerta de la parisina cervecería Lipp, situada en el número 151 del bulevar Saint-Germain, cuando se dirigía en compañía del estudiante Thami Azemmuri, un compatriota, a una cita con el cineasta Georges Franju. Unos policías franceses de paisano abordaron al opositor marroquí y le hicieron subir a un coche, mientras que unos marroquíes ahuyentaban a Azemmuri. Desde ese momento no se volvió a ver a Ben Barka.
Tras constatarse su desaparición, atribuida a los servicios secretos marroquíes, se inició en Francia la investigación correspondiente, que seguía abierta a mediados del año 2006. Las autoridades marroquíes han negado siempre su responsabilidad en la desaparición del líder opositor, y las francesas, por su parte, negaron rápidamente su participación en el secuestro.
El general De Gaulle, presidente de la República, declaró en su rueda de prensa del 21 de febrero de 1966 que «nada, absolutamente nada, indica que el contraespionaje o la policía, como tales y en su conjunto, conocieran la operación o que a fortiori la hayan cubierto».
Esta afirmación, que se hizo famosa, fue desmentida por las investigaciones posteriores, que demostraron que el Servicio de Documentación Exterior y Contraespionaje (SDECE) estaba al corriente de los preparativos del secuestro.
El secuestro
Ben Barka había sido contactado meses antes por un hombre llamado Georges Figon, que se presentaba como productor de una película sobre la descolonización, titulada Basta!, que iba a ser dirigida por el cineasta Georges Franju, con guion de Marguerite Duras; Ben Barka debía ser el «asesor histórico».
En realidad no existía tal proyecto de película, aunque tanto Franju como Duras llegaran a creer que sí: era todo un cebo montado por Figon, quien trabajaba para un hombre no identificado que se hacía llamar Larbi Chtouki y que se presentaba como agente de las instituciones marroquíes.
El objetivo era atraer a Ben Barka al punto en el que debía ser secuestrado, la brasserie Lipp en París, a donde se dirigía para ultimar detalles con Franju, el periodista Philippe Bernier (parte de la conspiración) y Figon.
A las 12 y 25 de la mañana de aquel 29 de octubre, cuando Ben Barka y Azemmuri se disponían a entrar en el bar, unos policías de la brigada de estupefacientes, los inspectores Louis Souchon y Roger Voitrot abordaron a Ben Barka y le pidieron que les siguiera «para encontrarse con un responsable francés».
El líder marroquí estaba citado el día siguiente con el presidente De Gaulle, así que, quizás pensando que se había adelantado el encuentro, tras solicitar la documentación de los agentes, subió al Peugeot 403 de éstos sin oponer resistencia. Mientras, unos marroquíes habían apartado a Azemmuri y le ordenaban que desapareciera.
La operación ha sido en gran medida planeada por Antoine Lopez, jefe de escala de Air France en el aeropuerto de Orly de la capital francesa (es él quien indica a los secuestradores que Ben Barka ha llegado a Orly esa mañana) y colaborador habitual del SCEDE.
Lopez es quien recluta a los agentes que participan en el secuestro, así como a los mercenarios franceses que proporcionarán el escondite y la ayuda necesaria a los agentes marroquíes. Un miembro de la embajada de Marruecos, Ghali El-Mahi, participa también en los preparativos.
Ben Barka fue conducido a un chalet de Fontenay-le-Vicomte (Essonne), propiedad de Georges Boucheseiche, empresario y antiguo agente de la Gestapo, amigo y vecino de Lopez y colaborador habitual de los barbouzes, la policía paralela de De Gaulle que lucha contra la OAS.
Con Bouseseiche, al que llaman Monsieur Jo, se encuentra su banda: André Le Ny, Pierre Dubail y Jean Palisse, a los que se une poco después Georges Figon. Ben Barka es encerrado en una habitación del primer piso.
No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió en el chalet; únicamente que Ben Barka murió allí a manos de sus secuestradores, y según varios testimonios, en concreto a manos del general Mohammed Ufqir, ministro del Interior de Marruecos que llega a Fontenay al día siguiente.
¿Por qué murió Ben Barka?
Algunas fuentes, como las declaraciones que haría Figon, indican que Ben Barka fue torturado intencionadamente hasta la muerte por Ufqir, que era, además de un alto cargo del Estado marroquí, enemigo personal de Ben Barka.
El antiguo agente secreto español Luis Manuel González-Mata afirmó en sus memorias que Ufqir le habría contado que el objetivo de la tortura era obtener un poder de Ben Barka para poder sacar de un banco de Ginebra (Suiza) los archivos del opositor, lo que se habría conseguido.
Otras opiniones apuntan a que el objetivo no era matar a Ben Barka sino advertirle, amenazarle, conminarle quizá a cesar en su actividad de denuncia. Un intento de huida del líder socialista habría provocado una respuesta excesivamente violenta por parte de sus captores, ocasionándole la muerte sin quererlo. Ben Barka murió por asfixia.
El proceso judicial
La investigación policial y judicial por la desaparición empieza el sábado 30 de octubre de 1965, desencadenada por una denuncia de Abd al-Qader Ben Barka, hermano de Mehdi, y por la prensa, alertados por el estudiante Azemmuri, testigo del rapto.
El comisario Maurice Bouvier descubre pronto que Ben Barka ha sido secuestrado por marroquíes con la ayuda de los dos policías franceses Souchon y Voitrot, actuando bajo las órdenes de Lopez, del SCEDE, y aparentemente de acuerdo con sus superiores.
El 2 de noviembre la policía pone bajo vigilancia el chalet de Boucheseiche en Fontenay-le-Vicomte y la casa de Lopez en un pueblo inmediato. Se piensa ya que el secuestro tiene que ver con el retorno de Ben Barka a Marruecos y con las altas instancias del reino alauí, pero se decide no molestar a Ufqir y Dlimi, que están de visita en París y que regresan a Marruecos el día 4.
El 5 de noviembre Lopez ingresa en prisión; Souchon y Voitrot lo harán el 13 y entre medias se dicta una orden de extradición contra los mercenarios Georges Boucheseiche, Julien Le Ny y Pierre Dubail, que han huido a Marruecos. Es acusado también Philippe Bernier, el periodista citado con Ben Barka en la brasserie Lipp junto a Franju y Figon. Éste, sin embargo, no es localizado por la policía, y sí, por el contrario, por la prensa, a quien hará una confesión.
«Yo he visto matar a Ben Barka»
El 10 de enero de 1966 el semanario L’Express publicó, bajo el título «Yo he visto matar a Ben Barka», unas declaraciones de Georges Figon (aunque él lo desmintió poco después) en las que se aseguraba que Ben Barka había sido torturado hasta la muerte en el sótano del chalet de Lopez en Ormoy, localidad cercana a Fontenay-le-Vicomte, por el comandante marroquí Ahmed Dlimi y el general Mohammed Ufqir.
Es el primer testimonio público sobre lo ocurrido a Ben Barka, aun cuando el título es una exageración, pues Figon no ha visto morir a Ben Barka, y contiene un dato erróneo, el del chalet de Lopez, probablemente con intención de exculpar a Boucheseiche y su banda, que no han sido detenidos.
El juez Louis Zollinger dicta el 20 de enero una orden de arresto contra Ufqir y Dlimi. También será inculpado Marcel Le Roy-Finville, superior de Lopez en el SDECE. Entretanto, la policía ha conseguido localizar a Figon el día 17: muerto en su domicilio, por suicidio según la investigación.
Ésta, por otra parte, queda paralizada: al haber dos agentes de policía implicados, el juez Zollinger no puede seguir recurriendo a los servicios de la policía, de acuerdo con la legislación francesa, lo que en la práctica dificulta ir más lejos en el esclarecimiento de los hechos.
El juicio comienza en septiembre de 1966 y es interrumpido el 19 por la inesperada aparición de Ahmed Dlimi, que llega a Francia para entregarse y así, según dice, defender su inocencia y lavar el honor de su país. El 5 de junio de 1967 se reabre la sesión.
El tribunal pronuncia las siguientes sentencias: Georges Boucheseiche, Jean Palisse, Julien Le Ny y Pierre Dubail son condenados a cadena perpetua. Ahmed Dlimi, Ghali El-Mahi, Roger Voitot, Marcel Le Roy-Finville y Philippe Bernier son absueltos. Antoine Lopez y Louis Souchon son condenados a seis años de cárcel. Mohammed Ufqir es condenado a cadena perpetua en rebeldía.
En 1975, Bashir Ben Barka, hijo de Mehdi, consigue que se reabra la investigación a partir de un papel encontrado en el cadáver de Figon, cuya autoría se atribuye al abogado Pierre Lemarchand, jefe de los barbouzes en Argelia. En 1982 el juez Pinsseau logra acceder a los escasos documentos del SCEDE sobre el caso Ben Barka que están desclasificados: los que inculpan a Lopez y Leroy-Finville.
La instrucción sigue abierta. Sin embargo, la mayoría de los testigos conocidos del caso han muerto: Figon el 17 de enero de 1966. Bouseseiche, Dubail y Le Ny, refugiados en Marruecos, murieron en 1974 en el centro de detención clandestino Dar al-Muqri, en Rabat, tras haber estado en arresto domiciliario por su supuesta participación en un complot contra Hasan II.
Thami Azemmuri, el estudiante que acompañaba a Ben Barka y fue testigo de su secuestro, fue encontrado muerto, oficialmente por suicidio, en 1971 en París. El general Ufqir murió en 1972, tras conocerse su participación en un complot contra Hasan II. Palisse murió de cáncer en Marruecos en 1979. Finalmente, Ahmed Dlimi, que con el tiempo se convirtió en número dos del régimen alauí, murió en 1982, oficialmente en un accidente de tráfico.
De este modo, de todas las personas conocidas que participaron en la operación (y que podrían por tanto arrojar luz sobre ella) sólo quedarían con vida dos agentes marroquíes, Milud Tunsi (a quien se identifica como el misterioso Chtouki) y Bubker Hasuni.
Órdenes de detención
En 2007 el juez instructor francés Patrick Ramaël firmó órdenes de detención contra Milud Tunsi, contra el jefe de la Gendarmería marroquí, el general Hosni Bensliman, contra el antiguo jefe del servicio secreto Abdelhak Kadiri y su agente Abdelhak Achaachi, que perteneció a una unidad de élite de los servicios secretos.
La razón esgrimida fue la falta de cooperación de la justicia marroquí para interrogar a estas personas en Marruecos. Bensliman es el militar de más alta graduación del reino y persona muy cercana al rey, por lo que la orden de detención suscitó inquietudes a nivel diplomático y el Ministerio de Justicia francés, a la sazón dirigido por Rachida Dati, se negó durante dos años a cursarla a Interpol. Finalmente Interpol la dictó el 1 de octubre de 2009, pero fue retirada 24 horas más tarde, aduciendo defectos de forma. En palabras del hijo de Ben Barka:
La opinión pública puede ver hoy una muestra de lo que nuestra familia soporta desde hace 44 años: la razón de Estado se mofa de nuestro derecho a la verdad. […] No hay que olvidar cómo se originan esas órdenes de detención. Si se dictaron fue porque la justicia marroquí se había negado a interrogar a estas personalidades. Al juez Patrick Ramaël no le quedaba más remedio que detenerlas para poder interrogarlas.
Bensliman y el resto de las personas reclamadas aparecieron en una lista de 44 personas clave de la represión durante el régimen de Hasan II publicada por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en 2001 y elaborada a través de testimonios de víctimas del terror de Estado.
Bensliman fue condecorado en 2005 con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica por el Consejo de Ministros español en vísperas de la visita de los reyes de España a Marruecos.
Testimonios y teorías sobre el asunto Ben Barka
Las revelaciones de Ahmed Bujari
A finales de junio de 2001 el antiguo agente de la seguridad marroquí Ahmed Bujari hizo importantes revelaciones sobre el asunto Ben Barka en una entrevista publicada a la vez en el diario francés Le Monde y el semanario marroquí Le Journal, revelaciones que ampliaría al año siguiente en un libro, Le secret, Ben Barka et le Maroc (El secreto, Ben Barka y Marruecos).
Según Bujari, el propósito del secuestro de Ben Barka era trasladarle a Marruecos, pero murió accidentalmente a manos de sus captores en el chalet de Bouseseiche.
El cuerpo llegó a Rabat la noche del 31 de octubre y disuelto en una gran cuba llena de ácido en el centro de detención de Dar al-Muqri. Según Bujari, él mismo fue el encargado de adquirir el recipiente, y la operación fue filmada por orden de Hasan II para que el monarca pudiera ver el fin de Ben Barka.
Bujari dice también que la CIA dio apoyo a la operación, interesada como estaba en dar un golpe a la conferencia Tricontinental haciendo desaparecer a su principal actor (y efectivamente, la Tricontinental apenas sobrevivió a Ben Barka).
Según Bujari, un tal coronel Martin, agente de la CIA en Marruecos, supervisó la operación de desaparición del cadáver. Bujari añade que Martin había conocido este método para hacer desaparecer a los adversarios durante su estancia en Irán tras el derrocamiento del gobierno de Mosaddeq.
Los testimonios de Bujari han sido tachados de «impostura» por el periodista Hamid Barrada, un antiguo disidente cercano al círculo de Ben Barka de quien Bujari dice en su libro que fue colaborador de los servicios secretos marroquíes y que participó en el seguimiento que éstos hicieron al opositor marroquí en los meses previos a su secuestro.
En medios oficialistas se suele defender la opinión de Barrada (quien es hoy un ferviente defensor del statu quo), mientras que desde medios críticos con el sistema político marroquí se suele dar crédito a Bujari.
Las revelaciones de Ali Bourequat
Este empresario francomarroquí, que pasó diez años encerrado en una de las prisiones clandestinas de Hasan II, afirmó haberse encontrado durante su periplo por los subterráneos del Estado con Pierre Dubail, uno de los protagonistas del asunto Ben Barka.
Dubail confirmó que los jefes inmediatos de la operación fueron Ufqir y Dlimi, que torturaron a Ben Barka hasta la muerte, y afirmó que todo se hizo con ayuda de los servicios secretos franceses.
En cuanto al destino del cadáver, Dubail, según Bourequat, dijo que había sido enterrado en un sarcófago de cemento en Francia, cerca del lugar donde fue asesinado, excepto la cabeza, que se llevó a Marruecos por orden expresa de Hasan II, que quería cerciorarse de la muerte de su enemigo, y luego enterrada en Dar al-Muqri.
Las revelaciones de Lucien Aimé-Blanc
El comisario Aimé-Blanc fue director adjunto de la brigadas de estupefacientes y antimafia de la policía francesa, y luego responsable de la Oficina Central para la Represión del Bandidismo entre 1977 y 1980.
En abril de 2006, ya jubilado, publicó L’Indic et le commissaire [El soplón y el comisario], libro en el que hace varias revelaciones sobre la participación oculta de los servicios de seguridad franceses en diferentes tramas, como el asesinato de Ben Barka.
Según Aimé-Blanc, todos los actores de la desaparición del opositor marroquí habían sido objeto de escuchas por parte del SDECE, que había colocado micrófonos en el hotel donde se estuvieron reuniendo a lo largo de un mes para ultimar los detalles del secuestro.
Aimé-Blanc tuvo acceso a la transcripción de esas escuchas en 1966, siendo adjunto de la brigada antimafia, y publica algunos extractos en su libro. Según Aimé-Blanc, sendas copias de las transcripciones de esta clase de escuchas eran en la época invariablemente remitidas al Ministerio del Interior y al gabinete del primer ministro, entonces jefe del SDECE. Para el comisario la implicación de los servicios de inteligencia franceses en el asunto está clara, pues sabiendo bien lo que se tramaba no hicieron nada para impedirlo.
Los archivos del SDECE y de la CIA
En 1976, el gobierno de Estados Unidos reconoció, en respuesta a requerimientos efectuados en el marco de la Freedom of Information Act (legislación sobre el acceso público a los archivos federales), que la CIA poseía 1.800 documentos sobre Ben Barka y su desaparición, pero siguen estando clasificados.
En Francia, tras la victoria socialista de 1982 se abrieron al público los archivos de la SDECE. Sin embargo, buena parte de lo concerniente a Ben Barka había desaparecido. Otros documentos sobre el caso han sido declasificados a lo largo de los años, pero la familia del opositor marroquí considera que no arrojan especial luz sobre el asunto.
Tras la pista del cuerpo de Ben Barka
Antonio Jiménez Barca – El País
11 de octubre de 2009
Un supuesto informe secreto de la gendarmería francesa asegura que el cuerpo del líder socialista marroquí fue incinerado tras su asesinato.
Casi 44 años después, el turbio asesinato de Mehdi Ben Barka sigue sacudiendo la vida francesa.
El 29 de octubre de 1965, en plena calle, frente al restaurante Lipp, en el corazón de París, tres policías franceses, aparentemente a sueldo de ciertos altos cargos marroquíes, secuestraron a Mehdi Ben Barka, el líder de la izquierda marroquí en el exilio, antiguo profesor de matemáticas y posteriormente el más feroz opositor a Hassan II. Jamás se le volvió a ver desde esa tarde.
Murió, según aseguró un agente secreto marroquí en 2006, en una casa situada en las afueras de París, en Fontenay-le-Vicompte, propiedad de un hampón de aquellos tiempos, Georges Bucheseiche, al que la policía conocía bien, entre otras cosas, por los tatuajes de mujeres sentadas y puñales que lucía en los dos brazos. Mehdi murió tras ser torturado, a manos del ministro del Interior marroquí de entonces, el siniestro Mohamed Ufkir, que le clavó un estilete varias veces mientras el líder político agonizaba atado a una silla e inconsciente.
Hay todavía muchos cabos sueltos en esa historia. Uno de ellos es la implicación real de los servicios secretos franceses. Otro, qué pasó con el cadáver. Hasta ahora se sospechaba que fue trasladado a Marruecos y disuelto en una cuba de ácido. Este domingo, el Journal du dimanche revela que, según un informe secreto de la policía francesa de aquel tiempo, el cuerpo nunca viajó a Marruecos, sino que fue incinerado en la región de Essonne, cerca del lugar del asesinato.
Georges Fleury, un antiguo jefe de comandos de la marina, reconvertido en escritor, posee las 95 páginas que, según él, lo certifican. En este informe, la policía francesa de la época da cuenta de sus investigaciones y recoge el testimonio de un tal Maurice T., propietario de una gasolinera, que aseguró a los agentes que participó en la incineración del cadáver por 5.000 francos (una pequeña fortuna en la época).
La policía francesa, según el informe, también encontró otra pista: una tela y un trozo de piel, que ahora nadie sabe dónde están. El abogado de la familia Ben Barka, según aseguró ayer, desconocía la existencia de estas investigaciones.
¿Cómo llegó a manos de Fleury el informe? «Hace 25, en el Salón del Libro, mientras yo firmaba ejemplares, un hombre se acercó y dejó en la mesa una carpeta llena de documentos. El desconocido sólo dijo: «Para usted» antes de darse la vuelta e irse», respondió el escritor al Journal du dimanche.
Hasta ahora, Fleury había guardado el informe, pero hace poco se enteró de que el juez instructor Patrick Ramaël sigue detrás del caso. De hecho, hace una semana, la Fiscalía de París paralizó las órdenes de arresto, emitidas por este juez, para interrogar a cuatro marroquíes sospechosos de estar implicados en el caso, entre los que se cuentan el actual jefe de la Gendarmería de Marruecos, el general Hosni Benlisman.
El enigma Ben Barka. Hace 50 años que el desaparecido opositor marroquí fue secuestrado en París
Rafael Poch – La Vanguardia
1 de noviembre de 2015
Como cada 29 de octubre desde hace muchos años, un grupo de personas se reunirán hoy junto a la Brasserie Lipp, en el boulevard Saint Germain, con carteles y megáfonos. Allí estarán Bachir, Rhita y sus hijos respectivos, y el abogado Maurice Buttin, entre otros, para recordar a su padre, abuelo o cliente: el dirigente socialista de la oposición marroquí Mehdi ben Barka (1920-1965).
Junto al emblemático restaurante en el que Apollinaire y Verlaine escribieron algunos versos, lugar de cita para Saint-Exupéry, Mitterrand, Semprún o Yves Montand, en pleno corazón del París guapo y literario, Ben Barka fue secuestrado el 29 de octubre de 1965. Fue la última vez que se le vio.
Dos policías abordaron a Ben Barka enseñándole sus placas e invitándole a subir a un Peugeot 304, en el que también subieron un agente de los servicios secretos franceses y un personaje de los bajos fondos, Georges Boucheseiche. Se sabe que llevaron a Ben Barka hasta la casa de Boucheseiche en Fontenay-le-Vicomte, al sur de París. Se supone que allí lo asesinaron, pero no se sabe cómo.
Cincuenta años después, se ignora qué hicieron con su cadáver. El secreto de Estado continúa rodeando aquel asunto en el que se produjo «una convergencia de diversos intereses para poner fin a las actividades de mi padre», dice Bachir ben Barka, el hijo mayor.
Se abrieron dos procesos, en 1966 y 1967, «en los que fueron juzgados sus secuestradores, pero nunca pudo responderse a las cuestiones de fondo, porque siempre se tropezó con la razón de Estado», explica Bachir, matemático del Instituto Universitario de Tecnología de Belfort, junto a la frontera suiza.
El general De Gaulle, que había recibido en dos ocasiones a Ben Barka, se mostró contrariado, prometió una investigación minuciosa y cuatro meses después de la desaparición rechazó toda implicación «del contraespionaje y la policía francesa como tal y en su conjunto», fórmula que deja ciertos espacios de ambigüedad.
«En 1975, ante la perspectiva de un cierre del caso por prescripción, presentamos una segunda denuncia por el asesinato de mi padre, por lo que el caso continúa judicialmente abierto medio siglo después de los hechos», explica Bachir, de 64 años. Hasta la muerte del rey Hasan II, en 1999, la familia Ben Barka no pudo volver a su país. El obstruccionismo de Marruecos y de los servicios secretos franceses perdura descaradamente hasta hoy.
Para Bachir, los protagonistas de aquel crimen de Estado fueron «en primer lugar, el ministro del Interior marroquí, un agente de los servicios secretos franceses, una serie de truhanes encargados de ejecutar el trabajo sucio y agentes de los servicios secretos de Estados Unidos e Israel». Respecto al patrocinador, el abogado de la familia, Maurice Buttin, es concluyente: Hasan II.
En Iraq y Egipto, las monarquías habían sido derrocadas por movimientos nacionalistas-progresistas semejantes a los que en Marruecos propugnaban una monarquía parlamentaria con poco poder ejecutivo. En el contexto de los movimientos antiimperialistas, el rey de Marruecos era un fiel peón de Estados Unidos y Francia.
En el caso hay dos hipótesis: que Hasan II quisiera llevar a la fuerza a Marruecos a su principal opositor y que éste hubiera muerto accidentalmente a mano de los bandidos a los que había recurrido su ministro del Interior, el general Mohamed Ufkir, y su jefe de policía Ahmed Dlimi -ambos en París aquellos días- con la ayuda de los servicios secretos franceses, o bien que se tratara de una operación directamente encaminada a matarlo.
Ben Barka había sufrido un atentado en Marruecos -una colisión de tráfico-, que dejó sus cervicales muy delicadas. Sin menoscabo de la hipótesis de una ejecución, el maltrato de sus secuestradores y eventuales interrogadores pudo matarlo accidentalmente.
Los actores del caso tuvieron un destino inequívoco. De los gángsters franceses implicados, algunos de los cuales habían colaborado con la Gestapo y luego activos como miembros de la policía secreta -el GAL gaullista contra la OAS-, tres, entre ellos Georges Boucheseiche, fueron asesinados en su exilio marroquí por los servicios secretos de ese país en 1974.
Otro peón, Georges Figon, se suicidó con disparos por la espalda en 1966. Oufkir murió en agosto de 1972 a raíz de su intentona golpista contra Hasan II. El jefe de la policía, Ahmed Dlimi, fue eliminado por el rey en 1983 mediante un accidente de tráfico.
Respecto a Ben Barka, sus problemas no se derivaban sólo, ni sobre todo, de sus proyectos reformistas para Marruecos. Los sesenta fueron años de ebullición. Ben Barka presidía el Comité Preparatorio de la Conferencia Tricontinental, el ensayo coordinador que se celebró en La Habana en enero de 1966, tres meses después de su asesinato. Había sido uno de los artífices de la complicada unión de lo que se llamaba «campo antiimperialista». Ahí se sitúa su eliminación, en el gran panteón de los adversarios del imperio.
El camerunés Felix-Roland Moumié fue envenenado en 1960; el congoleño Patrice Lumumba, asesinado en 1961; el togolés Sylvanus Olympio, en 1963. En 1965 cayeron el primer ministro iraní, Ali Mansur (enero), el líder de los afroamericanos Malcom X (febrero), y el viceministro de Defensa guatemalteco, Ernesto Molina (mayo). Siguieron el Che en 1967, Luther King en 1968, Amílcar Cabral en 1973… La lista es larga.
Mehdi Ben Barka
Última actualización: 15 de abril de 2016
Mehdi Ben Barka (en árabe, المهدي بن بركة) fue un político marroquí, activista por la independencia y más tarde disidente del régimen de Hasan II, cofundador de los partidos políticos Istiqlal y UNFP y figura dirigente del movimiento tercermundista.
Nació en Rabat en 1920 y murió en extrañas circunstancias en París en 1965. Su secuestro y asesinato a manos, aparentemente, de los servicios secretos franceses es uno de los episodios más emblemáticos de la época de la historia de Marruecos conocida como años de plomo.
Primeros años
Mehdi Ben Barka nació en Rabat (Marruecos) en 1920, en el seno de una familia de clase media baja: su padre era recitador del Corán en una mezquita y vendedor de té y azúcar. Mehdi asistió a la escuela coránica hasta los nueve años. La familia sólo tenía recursos para que uno de los hijos fuese a la escuela más allá de esa edad, y le tocó al hermano mayor, quien estudió en un colegio francés.
Mehdi acompañó todos los días a su hermano y lo esperó en la puerta hasta la salida. La maestra francesa acabó por invitarle a entrar como oyente y se reveló como un estudiante excepcional. Llegó a ser el primer licenciado en matemáticas de Marruecos.
En su adolescencia frecuentó círculos nacionalistas. El movimiento independentista marroquí, que vio en él a un futuro cuadro, fue quien corrió con los gastos de sus estudios secundarios. Una beca de la Residencia (el gobierno francés en Marruecos) le permitió después realizar estudios universitarios en Argel y convertirse en el único marroquí de la época licenciado en Ciencias. La agitación nacionalista que acompañó a la segunda guerra mundial impidió que hiciera el doctorado, dedicándose a partir de entonces por entero a la política.
Del Istiqlal al exilio
En 1944 Mehdi Ben Barka fue uno de los firmantes del Manifiesto por la independencia, que era al mismo tiempo el acta de creación del Partido de la Independencia, más conocido por su nombre árabe: Istiqlal. Esto le valió, como a otros líderes nacionalistas, dos años de cárcel.
Al salir se dedicó a labores de organización interna del partido, particularmente a la creación de un archivo de documentación y de un diario, Al-Alam («La Bandera»). Su intensa actividad le valió el mote de Dinamo que conservó por el resto de su vida.
Como el partido Istiqlal era ilegal -aunque más o menos tolerado por las autoridades de ocupación-, no tenía sedes públicas: en Rabat era la casa familiar de Ben Barka, que quedaba en la Medina (o ciudad vieja), la que servía de lugar de reunión, de trabajo y de encuentro con la prensa.
Ben Barka se convirtió pronto en una figura de referencia dentro del movimiento nacionalista marroquí, a pesar de sus diferencias de edad y extracción social con los líderes nacionalistas históricos, como Allal al-Fasi o Ahmed Balafrej.
Al contrario que ellos, Ben Barka veía en el nacionalismo únicamente una bandera bajo la cual acometer lo que realmente importaba, que era la modernización de Marruecos: acabar con el subdesarrollo, el analfabetismo, las estructuras feudales y las desigualdades sociales.
Ben Barka quería que el Istiqlal fuese el partido de la modernidad y que al mismo tiempo fuera un partido popular, esto es, ligado a todos los sectores sociales, con especial atención al proletariado urbano y a los habitantes de los barrios de chabolas (villas), que eran el nexo entre la ciudad y el campo (el Istiqlal era sobre todo una organización urbana).
De este modo, Ben Barka se acercó, y también acercó progresivamente al Istiqlal, a posiciones de tipo socialista, lo que a la larga sería causa de una fractura dentro del partido. En aquellos momentos, sin embargo, estas posiciones eran en gran medida la clave del éxito del partido y de la popularidad de Ben Barka.
En 1951 Ben Barka fue enviado al destierro en el Atlas. Durante tres años, se le obligó a internarse más y más en las montañas, hasta reducir su contacto con la vida urbana a una visita anual de su familia. Ben Barka aprovechó el aislamiento para estudiar: economía del desarrollo, sociología, inglés y tamazight. En las cartas que enviaba a su familia, relatando la monotonía cotidiana, incluía mensajes con tinta invisible para sus compañeros de lucha.
Mientras duró el destierro de Ben Barka, las tensiones en las ciudades se recrudecieron. En Casablanca centenares de manifestantes fueron muertos a tiros por la policía francesa en diciembre de 1952.
En 1953, el sultán Mohammed ben Yusef inició su huelga del sello, negándose a firmar las leyes y decretos que le presentaba la Residencia. Ésta decidió sustituirlo por un pariente suyo más dócil, el anciano Mohammed Ben Arafa, y envió a Mohammed y al príncipe heredero Hasan al exilio en Madagascar, lo que convirtió al monarca automáticamente en un héroe para la mayoría de los marroquíes.
Un sector del nacionalismo pasó a la lucha armada, formando el Ejército de Liberación de Marruecos, conocido como la Resistencia, que enseguida estableció contactos con el nacionalismo armado de Argelia, lo que inquietó profundamente a Francia.
Los dirigentes nacionalistas encarcelados o deportados eran vistos entonces como interlocutores válidos, en la medida en que no se les podía considerar culpables de acciones como el sangriento atentado de diciembre de 1953 en Casablanca, donde decenas de franceses que hacían sus compras de Navidad murieron a consecuencia de una bomba. Ben Barka y otros líderes nacionalistas fueron liberados.
A principios de 1955 formó parte de la delegación del Istiqlal en la Conferencia de Aix-les-Bains (Francia), en la que se acordó la «independencia en la interdependencia» de Marruecos, con Mohammed V como rey. A cambio, los nacionalistas marroquíes cortaron lazos con la resistencia argelina.
El Marruecos independiente se puso en marcha con un rey a la cabeza, fuertes alianzas con la antigua potencia colonial, y un Istiqlal hegemónico y empeñado en asegurar la permanencia del statu quo pactado: el partido nacionalista emprendió acciones contra quienes, dentro o fuera de sus filas, cuestionaban la monarquía, proseguían la lucha armada, apoyaban a los independentistas argelinos o criticaban la hegemonía del Istiqlal.
En esta oleada represiva hubo incluso muertos, como Abbas Mesaadi, líder de la Resistencia, o el comunista Abdelkrim ben Abd Allah. La reputación de Ben Barka, que como dirigente del partido no podía ser totalmente ajeno a todo ello, resultó sin embargo preservada y siguió siendo una de las figuras más carismáticas del nuevo Marruecos.
Por ello, Mohammed V lo nombró presidente del primer parlamento marroquí, aunque dicho órgano era más bien un consejo consultivo que asistía al rey, ya que el reparto de poder entre el antiguo sultán y la clase política seguía sin quedar netamente definido.
En esos años (mediados de los 50), Ben Barka se dedicó también a viajar y a tomar contacto con movimientos y líderes del Tercer Mundo en lucha contra el colonialismo o el neocolonialismo: fue recibido por Burguiba, Nasser, Hô Chí Minh o Mao en sus respectivos países, donde Ben Barka buscaba recetas contra el subdesarrollo y el feudalismo que pudieran exportarse a Marruecos. Ése fue el inicio de su carrera en la política internacional como líder del movimiento tercermundista.
Sin ser ministro ni poseer ningún otro cargo con poder ejecutivo, su prestigio era tal que logró implantar en Marruecos experiencias piloto inspiradas en las de países con gobiernos socialistas, como iniciativas de trabajo voluntario para la creación de infraestructuras. Entre ellas se destacó la escuela taller de la Carretera de la Unidad, una carretera que unió los antiguos territorios español y francés de Marruecos, y a través de cuya construcción se pretendió formar a miles de jóvenes marroquíes.
En 1959 explotaron en el seno del Istiqlal las tensiones que venían arrastrándose desde años atrás en relación a cuestiones como la relación entre el rey y la clase política y el reparto de poder subsiguiente (tema mantenido en equilibrio desde la independencia), o la relación entre las viejas estructuras sociales y de poder (el Majzen) con los deseos de transformación social y económica defendidos, entre otros, por Ben Barka.
Éste y otros militantes exigieron una definición clara de la estructura del Estado marroquí, con la adopción de una constitución y la limitación de los poderes del monarca, y la sustitución de las estructuras majzenianas de poder fáctico por instituciones democráticas.
La mayoría de los dirigentes del Istiqlal interpretó que la corriente de Ben Barka estaba llanamente en contra de la monarquía. De este modo, Ben Barka, Mohammed Basri y Abderrahim Bouabid, quienes tenían el apoyo de la mayor parte de los sindicalistas y juventudes del partido, fueron forzados a salir de él. Crearon entonces la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP).
La UNFP tuvo una orientación marcadamente de izquierdas y denunció desde el principio la corrupción que a su juicio invadía las incipientes instituciones marroquíes, la pervivencia del feudalismo y la alianza de éste con los hombres de negocios extranjeros. Reclamó elecciones libres, una constitución, la alfabetización, la reforma agraria y el final de la exclusión social de las mujeres. Bastaron tres meses para que los dirigentes del nuevo partido fueran encarcelados, y su periódico, prohibido. Ben Barka se exilió voluntariamente en París.
Exilio y actividad internacional
Desde la capital francesa, Ben Barka siguió en contacto con la oposición marroquí (para la que su domicilio se volvió una especie de sede en Europa) pero se dedicó cada vez más a tareas de organización dentro del movimiento tercermundista con el que había tomado contacto unos años antes. Fue elegido para el comité ejecutivo del Fondo de Solidaridad Afroasiática, núcleo del movimiento de los no alineados.
En 1962 Ben Barka regresó a Marruecos para participar en el II Congreso de la UNFP. Tuvo un recibimiento multitudinario. Su informe para el congreso, sin embargo, fue considerado demasiado «revolucionario» por sus compañeros, que no dejaron que fuese leído desde la tribuna.
Mohammed V había muerto, y desde hacía un año reinaba Hasan II. El equilibrio y la tensión de poderes que existía desde la independencia se había resuelto en una monarquía absoluta de hecho. Se aprobó una constitución redactada por juristas franceses que pretendía dar aires democráticos al régimen: el Istiqlal la apoyó, pero fue rechazada de plano por la UNFP.
En la víspera del referéndum constitucional, Ben Barka, que era seguido permanentemente por la policía desde su regreso, sufrió un intento de asesinato cuando el automóvil en el que viajaba a Casablanca fue empujado por otro automóvil hacia un barranco. El líder de la UNFP se salvó con una lesión cervical leve.
En 1963 se presentó a las primeras elecciones legislativas por el distrito de Yaqub al-Mansur, un suburbio de Rabat. Sus mítines electorales (vetados en la radio y la televisión) se enfrentaban radicalmente contra el poder personal del rey. El resultado de las elecciones dio la victoria a un partido recién creado por personajes vinculados al palacio, seguido de lejos por el Istiqlal y la UNFP. La oposición denunció el fraude.
Dos meses más tarde, cuando los diputados aún no habían tomado posesión de sus escaños, millares de militantes de la UNFP, incluido todo su Comité Ejecutivo, fueron detenidos y torturados bajo la sospecha de preparar un complot contra la vida de Hasan II. Ben Barka logró huir y salir del país hacia un segundo exilio. Encontró refugio en Argelia, donde el presidente Ben Bella lo protegió y le asignó tareas relacionadas nuevamente con el movimiento tercermundista.
En 1964 se celebró en Rabat el proceso contra la UNFP por el supuesto complot contra el rey. Hubo veinte condenas a muerte, entre ellas la de Ben Barka, juzgado en rebeldía. Todos los condenados a muerte, excepto él, fueron indultados poco después. Ben Barka había sido denigrado públicamente en Marruecos a causa de su rechazo a la Guerra de las Arenas, que ese año enfrentó a su país natal con su país de acogida, Argelia, lo que fue presentado por las autoridades marroquíes como connivencia con el enemigo.
Entre tanto, Ben Barka continuaba su actividad como organizador del movimiento tercermundista, ganando relevancia a escala internacional. En 1965 no tenía residencia fija: como presidente de la comisión preparadora de la Conferencia Tricontinental, que debía celebrarse en La Habana el año siguiente, vivía a caballo entre Francia, Argelia, Egipto y Cuba, entre otros lugares.
En marzo, Marruecos se conmovió con la durísima represión contra unos disturbios populares en Casablanca; poco después, Hasan II anunció su intención de emprender reformas e hizo llegar un mensaje al matemático Ben Barka que decía: «Debo resolver una ecuación en Marruecos».
Ben Barka, que seguía condenado a muerte, consideró la idea de volver a su país, con la condición de que se emprendieran profundas reformas sociales y que su retorno fuese después de la celebración de la Tricontinental.
En junio, sin embargo, Hasan II abandonó la idea de hacer reformas y se inclinó por el método opuesto: decretar el estado de excepción, disolver el parlamento y ponerse a sí mismo a la cabeza de un gobierno designado, cuyo ministro de Justicia era el juez que condenó a muerte a Ben Barka, y su ministro del Interior el general Mohammed Ufqir, quien era el jefe de la policía en las vísperas del plebiscito constitucional de 1962, cuando ocurrió el intento de asesinato de Ben Barka.
Desaparición de Ben Barka
Ben Barka fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en París por agentes de la policía francesa, cuando se dirigía a una cita con el cineasta Georges Franju para preparar el rodaje de una película sobre la descolonización. Desde entonces no se tuvieron más noticias de él.
La investigación judicial que siguió estableció que Ben Barka fue trasladado a un chalet de un pueblo cercano donde fue torturado hasta la muerte por agentes secretos franceses, dirigidos aparentemente por el entonces ministro del interior del reino alauí, Mohammed Ufqir, quien habría participado en persona en el asunto.
El juicio, celebrado en 1967, condenó a penas de cárcel a varios de los implicados, incluido Ufqir, que fue juzgado en rebeldía y condenado a cadena perpetua. Sin embargo, no se lograron averiguar todos los detalles de la trama, especialmente la implicación de los gobiernos francés y marroquí como tales, o de sus servicios secretos, las razones precisas del secuestro, las posibles complicidades de otras organizaciones como la CIA o el paradero del cuerpo de Ben Barka.
Por esta razón, el proceso sigue abierto, aunque casi todos los testigos conocidos han ido muriendo a lo largo de los años, la mayoría por causas no naturales.
Con el cambio de siglo, y coincidiendo con la relativa apertura política en Marruecos, dos testimonios nuevos han arrojado nueva luz sobre el caso Ben Barka. Uno es el del antiguo agente de la seguridad marroquí Ahmed Bujari, quien asegura que el cuerpo de Ben Barka fue trasladado al centro de detención clandestino de Dar al-Muqri, en Rabat, donde fue disuelto en una gran caldera de ácido que el propio Bujari había tenido que hacer fabricar para la ocasión.
El otro testimonio es el del antiguo comisario Lucien-Aimé Blanc, compañero de los dos policías franceses condenados por el asunto Ben Barka, quien hizo públicas las trancripciones de escuchas telefónicas realizadas por los servicios secretos franceses a quienes planeaban la desaparición de Ben Barka, lo que demostraría que el gobierno de la época al menos conocía los planes de secuestro.
Los Estados francés y marroquí han negado siempre cualquier implicación oficial en el caso. Marruecos, desde la muerte de Ufqir en 1972, ha admitido la participación del general en el secuestro, pero atribuyéndola a un acto individual producto de su enemistad personal con Ben Barka, y no a un plan institucional.