Dylann Roof

La masacre de la iglesia de Charleston

  • Clasificación: Asesino en masa
  • Características: Quería impulsar una guerra racial
  • Número de víctimas: 9
  • Fecha del crimen: 17 de junio de 2015
  • Fecha de detención: 18 de junio de 2015
  • Fecha de nacimiento: 3 de abril de 1994
  • Perfil de la víctima: Clementa C. Pinckney, de 41 años / Susie Jackson, de 87 / Ethel Lee Lance, de 70 / Depayne Middleton-Doctor, de 49 / Cynthia Marie Graham Hurd, de 54 / Tywanza Sanders, de 26 / Daniel Simmons, de 74 / Sharonda Coleman-Singleton, de 45 / Myra Thompson, de 59
  • Método del crimen: Arma de fuego
  • Lugar: Charleston, Estados Unidos (Carolina del Sur)
  • Estado: En prisión a la espera de ser juzgado
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Índice

Dylann Roof – Masacre de la iglesia de Charleston

Última actualización: 17 de enero de 2016

La masacre o tiroteo de la iglesia de Charleston fue un suceso que tuvo lugar el miércoles 17 de junio de 2015 en la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur. Dicha iglesia es uno de los templos más antiguos de Estados Unidos siendo a la par parte importante en la historia de los derechos civiles.

Ese día un joven accedió al templo y empezó a disparar contra los fieles cobrándose nueve vidas (incluido el Reverendo y Senador Clementa C. Pinckney) y un herido.

Al poco de tener lugar el atentado, la policía detuvo e identificó al atacante como Dylann Roof de 21 años de edad y de raza blanca. El Departamento de Justicia estuvo barajando la posibilidad de que el ataque fuere un acto terrorista o bien un delito de odio, esta última opción fue confirmada por el FBI.

En cuanto al joven, fue acusado del asesinato de nueve personas y de tentativa por la décima por el Estado de Carolina del Sur.

Trasfondo

La iglesia tuvo un papel importante en la historia del Estado abarcando la esclavitud, la lucha por los Derechos Civiles en los años 60 y el movimiento Black Lives Matter de los años 10. Fue fundada en 1816 siendo la iglesia episcopal afroamericana más antigua de Estados Unidos, los feligreses suelen referirse a ella como «Madre Emanuel».

En 1822, uno de los cofundadores, Denmark Vesey, intentó promover una rebelión contra la esclavitud. Esta acción le llevó a ser ejecutado junto a treinta y cinco personas más, en cuanto a la iglesia, fue quemada.

Los ciudadanos de Charleston eran conscientes de que el levantamiento iba a tener lugar en la medianoche del 16 de junio y que las tensiones estallarían a la mañana siguiente. El asaltante escogió ese día al coincidir con el 193 aniversario de la fallida rebelión.

El centro fue erigido de nuevo, pero clausurado junto con otras congregaciones de feligreses afroamericanos en 1834. No obstante se organizaron reuniones en secreto hasta que en 1865 se reorganizaron y adquirieron el nombre de Emanuel («Dios con nosotros»). En 1886 la estructura volvió a sufrir daños, pero esta vez de manera natural a causa de un terremoto. La última restauración data de 1891.

El Pastor y Reverendo Clementa C. Pinckney llevaba organizando manifestaciones desde el asesinato de un afroamericano el 4 de abril de 2015 a manos de un agente de policía cerca de North Charleston. Al ser Senador en Carolina del Sur exigió que todas las fuerzas del orden llevasen cámaras en sus uniformes.

Un caso que guarda similitudes con este ataque fue el atentado de 1963 perpetrado por el KKK en una iglesia afroamericana de Birmingham, Alabama, y en el que fallecieron cuatro personas y catorce fueron heridas. Este otro suceso supuso el culmen de la lucha por los Derechos Civiles.

Un notable número de estudiantes, periodistas, activistas y políticos pusieron énfasis en la necesidad de entender el significado del racismo en Estados Unidos en lugar de verlo como un «hecho aislado motivado por razones raciales». A lo largo de los siglos XIX y XX los ataques contra iglesias frecuentadas por afroamericanos fueron frecuentes.

Ataque

Aproximadamente a las 19:05 (hora local) del día 17 de junio de 2015 el Departamento de Policía de Charleston recibió llamadas alertando sobre un posible tiroteo en la Iglesia Emanuel. Según describían los testigos, el atacante era un hombre blanco de cerca 21 años y de 1,75 de estatura. El joven era rubio y llevaba un suéter, pantalones vaqueros y una riñonera en la que supuestamente llevaba armas, una de ellas una pistola del calibre 45. Tras el ataque el joven huyó.

Una hora antes del ataque, Roof pidió a los presentes poder sentarse cerca del reverendo para verles en el estudio de la Biblia. Durante la actividad el joven empezó a discrepar cuando los asistentes (catorce en total) empezaron a debatir sobre las Escrituras. Al momento extrajo de una riñonera una especie de arma.

Dos de los fallecidos: Susie Jackson (de 87 años) y su sobrino Tywanza Sanders (de 26 años) trataron de calmarle y preguntarle la razón de sus actos a lo que este respondió: «tengo que hacerlo. Violáis a nuestras mujeres y os estáis apoderando de nuestro país» mientras hacía uso de soflamas racistas al tiempo que empezó a disparar indiscriminadamente. Otros asistentes le oyeron decir: «¿queréis un motivo para rezar?, yo os lo daré.» Dos de las supervivientes: la madre de Sanders y su sobrina de 5 años fingieron estar muertas.

La presidenta de la agrupación local de la NAACP, Dot Scott, comentó sobre los testimonios de los familiares de las víctimas que el asesino le perdonó la vida a una mujer (a la madre de Sander) para que pudiese contarle a la opinión pública lo sucedido. El hijo de una de las víctimas afirmó sobre el joven que estaba dispuesto a suicidarse pero se quedó sin munición. Antes de abandonar el centro, lanzó insultos raciales contra los fallecidos.

Horas después se produjo una falsa amenaza de bomba en las proximidades del Hotel Marriott en la Calhoun Street suponiendo más problemas a la investigación de los hechos.

Víctimas

Las víctimas, todas ellas de raza afroamericana, son seis mujeres y tres hombres. Ocho fallecieron en la escena del crimen mientras que la novena fallecería en el MUSC Medical Center. Hubo seis supervivientes, entre ellos una persona herida de bala cuya identidad no ha trascendido.

La identidad de los fallecidos es la siguiente:

  • Clementa C. Pinckney (41)
  • Susie Jackson (87)
  • Ethel Lee Lance (70)
  • Depayne Middleton-Doctor (49)
  • Cynthia Marie Graham Hurd (54)
  • Tywanza Sanders (26)
  • Daniel Simmons (74)
  • Sharonda Coleman-Singleton (45)
  • Myra Thompson (59)

Búsqueda y captura

Tras el ataque, considerado por el FBI, la policía local y estatal como «crimen de odio» recibieron la orden de búsqueda y captura contra el [entonces] sospechoso. Para ello hicieron circular imágenes del supuesto autor de la matanza con el fin de recibir colaboración de la ciudadanía.

Roof fue detenido a las 10.44 (hora local) del día siguiente al ataque en una parada de tráfico en Shelby, Carolina del Norte. Durante el arresto le fue encontrada en el coche una pistola del calibre 45, aunque en aquel momento se desconocía si esa era el arma del delito.

La policía recibió la llamada de una civil que reconoció a Roof desde su coche con matrícula de Carolina del Sur y una bandera decorativa de los Estados Confederados de América. La mujer declaró: «me acerqué y vi su peinado. Me puse nerviosa, era una sensación espantosa. ¿Era, o no era él?» Tras dar el aviso, Roof fue detenido 56 km. más adelante.

Procesamiento

En la tarde del 18 de junio fue trasladado al centro de detención del Sheriff en North Charleston, donde recibiría una orden de extradición. Su celda era contigua con la del preso Michael Slager, policía suspendido de servicio y acusado de asesinato en primer grado como responsable del tiroteo contra Walter Scott, otro civil afroamericano cuya muerte provocó tensiones raciales. De acuerdo con sus palabras, pretendía iniciar una guerra civil entre razas. También añadió que estuvo a punto de no llevar a cabo tal acción porque los miembros de la iglesia «habían sido amables» con él.

El 19 de junio fue acusado de nueve cargos de asesinato y uno por tenencia de armas. Su primera aparición ante el tribunal de Charleston fue vía videoconferencia. Durante la audiencia de fianza los supervivientes y familiares tanto de estos primeros como de los fallecidos se dirigieron a Roof directamente para comunicarle que «rezaban por su alma» y que le perdonaban.

Durante la vista judicial, el juez James Gosnell, Jr., levantó controversias al equiparar en su declaración a las familias de las víctimas con la del acusado de asesinato múltiple. Su fallo también fue criticado al indemnizar a los afectados con solo 1 millón de dólares por el cargo de posesión de armas, pero ninguna por los nueve cargos de asesinato. Cabe destacar que Gosnell fue reprendido por la Corte Suprema de Carolina del Sur por farfullar insultos racistas durante un juicio en 2003.

La Gobernadora Nikki Haley exigió a la fiscalía la pena capital para Roof.

Repercusiones

Heidi Beirich, directora del programa de inteligencia Southern Poverty Law Center (SPLC), organización con sede en Montgomery, Alabama, desde donde se rastrea a grupos que promueven la violencia racial, declaró que: «los comentarios del joven armado son el principal tema de los foros copados por supremacistas blancos, los cuales se sienten víctimas por parte de los negros y nadie les presta atención […] La temática de una mujer blanca agredida sexualmente por parte de un hombre de raza afroamericana es bastante antigua».

En este punto de la investigación no queda claro de si el sospechoso tenía algún vínculo con estos grupos, no obstante, admite que en los últimos años ha habido un auge de estos colectivos en el Estado.

En la Iglesia Metodista Episcopal Africana Morris Brown, también en Charleston un numeroso grupo de personas de diversas razas y credos asistieron en una ceremonia por las víctimas del atentado con el objetivo de lanzar un mensaje de unidad. En el TD Arena de la universidad local también tuvo lugar una vigilia.

El 21 de junio, la iglesia atacada volvió a abrir sus puertas.

Gobierno y autoridades

El alcalde de la localidad Joseph P. Riley, Jr. condenó el ataque y declaró: «de todas las localidades, Charleston ha tenido que presenciar como un ser horrible y despreciable entra en una iglesia con la intención de matar a gente con la única idea de orar y colaborar entre sí. Es algo que escapa a nuestro conocimiento y que no se puede explicar. Abriremos nuestros brazos para proteger a la iglesia y a su comunidad.»

Nikki Haley tuvo una respuesta más neutral: «mientras no sepamos todos los detalles, jamás comprenderemos lo que motiva a alguien para entrar en «nuestras casas» y arrebatarle la vida a otro. Únanse con nosotros, por favor y acompañemos tanto a las víctimas como a sus familiares con nuestro amor y plegarias.»

El Presidente Barack Obama anunció tras ser informado sobre el ataque: «de nuevo, gente inocente ha sido asesinada por uno con intenciones de provocar dolor sin tener problemas en recurrir a un arma. Somos un país en el que debemos lidiar con este tipo de violencia que en otros países avanzados no ocurren.» El Presidente ofreció una conferencia de prensa en la que afirmó que [él y Michelle] conocían a varios miembros de la congregación del Emanuel, incluido el pastor. Tras condenar el ataque, declaró sus condolencias y apoyo a todas las víctimas.

El director del FBI James Comey evitó calificar el tiroteo como un «acto terrorista» y mandó una investigación centrada en un delito racial.

Familias

Tras la primera vista judicial de Roof, su familia declaró sentirse consternada por las acciones de su hijo. Los familiares de las víctimas por su parte perdonaron al acusado.

Comunidad religiosa

El WMC, asociación internacional de iglesias metodistas de la cual era parte la iglesia Emanuel pidió «rezar por las víctimas y ofrecer su apoyo a sus familias y demás miembros de la iglesia episcopal afectados por este crimen motivado por el odio». El presidente y vicepresidente de la Conferencia Británica Metodista escribieron una carta en señal de solidaridad.

La UMC, también afiliada al WMC e integrada en la comunidad metodista afroamericana llamó a sus miembros para «mostrar su apoyo a las víctimas y rechazar cualquier acto de violencia con el fin de buscar la paz».

Discurso similar vino de la Iglesia Metodista Episcopal Cristiana. Su máximo portavoz pidió que les permitiesen unirse al dolor de las familias, tanto de las víctimas como del perpetrador del tiroteo.

El Reverendo Olav Fykse Tveit, secretario general del WCC declaró: «rendimos nuestras plegarias para con los heridos y afectados a parte de ofrecerles solidaridad y compañía a nuestros hermanos y hermanas.» El Arzobispo Joseph Edward Kurtz de la Conferencia Católica Estadounidense también remarcó sus palabras.

Diversas Organizaciones Judías se unieron para condenar el ataque y expresar su pesar y horror. En la Asamblea Rabínica en su estamento hizo mención de uno de los pasajes del Levítico:

«No te distraigas por la sangre de tu vecino.»

Al terminar el pasaje declaró: «el odio y actos violentos como este no tienen cabida en nuestra sociedad, sociedad conocida por su diversidad de razas y cultura».

Objeto de debate – Bandera confederada

A la mañana siguiente del suceso, la mayor parte de banderas confederadas, incluida la del Capitolio Estatal, ondearon a media asta a excepción del monumento al Soldado Confederado, puesto que se necesita un acuerdo aprobado por dos terceras partes de la Cámara legislativa. No obstante, el mástil tiene un mecanismo que hace imposible el subir y bajar la enseña siendo la retirada la única solución.

Tras el ataque se hicieron peticiones para retirar la bandera confederada de las instituciones, a la misma petición se unieron políticos como Barack Obama, Mitt Romney, Jeb Bush y demás. El 20 de junio una multitud se concentró frente a la Cámara del Estado en protesta por la presencia de la bandera. También se realizó una petición on-line vía MoveOn.org en la que se recogieron más de 300 mil firmas.

El 22 de junio se celebró una rueda de prensa en el Capitolio en la que la Gobernadora estaba acompañada por los líderes de ambos partidos, entre los que se incluían los Senadores Republicanos Lindsay Graham y Tim Scott y el anterior Gobernador Republicano Mark Sanford, el cual exigió la retirada de la bandera al ser según sus palabras: «parte integral de nuestro pasado». Haley alegó que «no permitirían que este símbolo sirva jamás para dividir», posteriormente ordenaría una reunión en la Cámara para tratar, a parte de los ajustes presupuestarios, la retirada de la bandera de la institución, sin embargo algunos abogados cuestionan la legalidad del asunto.

Ken Thrasher, representante de Sons of Confederate Veterans, organización contraria a la retirada de la bandera, declaró que si la Cámara vota por quitarla, acatarían la resolución. Partidarios de la enseña confederada entre las filas Republicanas afirmaron que se pondrían de lado de Haley.

El 23 de junio la Asamblea General de Carolina del Sur acordó incluir el tema de la bandera en la agenda especial tras una votación en la que los bipartisanos apoyaron la iniciativa de remover la bandera. La moción salió adelante de manera unánime por 103 a favor frente a 10 en contra. En la Cámara del Senado rindieron homenaje a Pinckney, fallecido en el ataque. Entre los legisladores a favor de la retirada se encontraba el Senador Paul Thurmond, hijo del también Senador Strom Thurmond, quien ya dirigiera con anterioridad una organización segregacionista.

En cuanto al merchandising, varias superficies comerciales y portales de venta por internet anunciaron que iban a retirar las banderas confederadas de sus stocks.

Donaciones a la campaña de 2016 por parte de Earl Holt

El líder del Consejo de Ciudadanos Conservadores, Earl Holt (cuya website es mencionada por Dylann Roof en su manifiesto por compartir sus opiniones raciales) ofreció donativos de más de 74.000 dólares a los candidatos republicanos y demás comités para la campaña Presidencial de 2016.

Entre los beneficiarios se encuentran los candidatos: Ted Cruz, Rick Santorum y Rand Paul, los cuales se sumaron a la condena por el ataque racista de Charleston. Sus respectivos portavoces afirmaron que los candidatos devolverían parte del dinero a Holt y el resto iría a los fondos de la iglesia para ayudar a los familiares. Otros doce republicanos comentaron que podrían devolver parte de las donaciones a Holt.


Un hombre mata a nueve personas en una iglesia en Charleston

Joan Faus – El País

18 de junio de 2015

El suceso tiene lugar en un histórico centro religioso de mayoría negra de Carolina del Sur.

Una tragedia, con indicios raciales, sacudió la noche de este miércoles Charleston, al sureste de Estados Unidos. Un hombre abrió fuego en una histórica iglesia afroamericana en esa ciudad de Carolina del Sur, causando la muerte de nueve personas, según informó la policía. El sospechoso es un veinteañero blanco que está siendo buscado por la policía.

Ocho de las víctimas murieron en el interior de la iglesia y una novena falleció mientras era trasladada, junto a otra persona, a un centro médico, según dijo el jefe de la policía local, Gregory Mullen, en una rueda de prensa a primera hora de la madrugada del jueves. «Creo que es un crimen de odio», explicó Mullen.

Las autoridades dijeron que los primeros indicios apuntan a un único atacante y declinaron detallar la raza ni identidad de las víctimas. Sin embargo, el reverendo Al Sharpton, defensor de los derechos civiles, anunció en Twitter que Clementa Pinckney, pastor de la iglesia, se encuentra entre los fallecidos.

«La única razón que alguien pueda entrar a una iglesia y disparar a gente rezando es que le salga del odio. Es el mayor acto de cobardía», agregó el alcalde de la ciudad, Joe Riley. Coches y helicópteros de policía rastrean la ciudad en busca del sospechoso, de aspecto delgado y que iba vestido con un jersey de capucha y unos pantalones vaqueros.

El tiroteo tuvo lugar alrededor de las 9 de la noche en la Iglesia Africana Metodista Episcopal de Emanuel, construida en el siglo XIX y de las más antiguas de la comunidad negra en el sur de Estados Unidos. Tras el suceso, grupos de personas negras se agruparon en los alrededores de la iglesia en círculos con las manos cogidas. «Creíamos que los asuntos raciales estaban superados», dijo uno de ellos a un periodista del diario The Post and Courier.

A la espera de conocer más detalles y que se confirme la motivación racial del atacante, Charleston no escapa de las tensiones raciales que sacuden otras partes de Estados Unidos.

La tensión se evidenció a principios de abril tras la muerte de Walter Scott, un hombre negro de 50 años que iba desarmado, por el impacto de ocho disparos de un policía blanco. El suceso tuvo lugar en plena luz del día en una zona ajardinada en la parte norte de Charleston. Se conoció tras la difusión de un vídeo de un transeúnte, derivó en la imputación del agente y en protestas callejeras de la comunidad negra, que denunció un patrón discriminación racial de la policía.

Las quejas en North Charleston fueron parecidas a las escuchadas en el último año en EE UU. Fue el último estallido de indignación tras los casos de muertes de negros desarmados a manos de la policía, como los registrados anteriormente en Ferguson (Misuri) y Staten Island (Nueva York).

Charleston es una ciudad de 127.000 habitantes. El 67% de la población del condado es blanca y el 29% es negra, según datos del Censo federal. Como buena parte del sur de Estados Unidos, Carolina del Sur tiene una reprobable historia de discriminación racial. El Estado mantuvo la esclavitud de los negros hasta bien entrado el siglo XIX. Y la población negra sufrió algún tipo de marginalización hasta el fin oficial de la segregación racial hace medio siglo.


Una matanza racista agita los peores fantasmas de Estados Unidos

Joan Faus – El País

18 de junio de 2015

La policía detiene a Dylan Roof, un joven blanco de 21 años.

Estados Unidos revive en Charleston monstruos de su pasado y del racismo más abyecto. Esta ciudad de Carolina del Sur amaneció este jueves conmocionada después de que la noche del miércoles nueve personas, entre ellos un senador del Estado, murieran en una iglesia negra por los disparos de un joven blanco.

Catorce horas después, la policía detuvo a Dylann Roof, de 21 años, por cometer un «crimen de odio» impulsado por motivos racistas. El tiroteo supone el más grave en un centro religioso en EE UU junto a la matanza en 1991 de nueve personas en un centro budista en Arizona.

El suceso revela el tortuoso camino hacia la reconciliación racial en este país tras un último año marcado por las protestas por las muertes de negros desarmados -una de ellas en abril en el norte de Charleston- a manos de la policía. Y evidencia que, medio siglo después del fin oficial de la segregación racial, se mantienen los ataques racistas a iglesias afroamericanas. La última matanza cometida en un centro religioso ocurrió en 2012, cuando un supremacista blanco mató a seis fieles en un templo sij en el Estado de Wisconsin.

Uno de los peores antecedentes es la muerte en 1963 de cuatro niñas negras en una iglesia de Alabama por un ataque del Ku Klux Klan. La quema y atentados contra iglesias negras eran una realidad en el siglo XIX y se intensificaron durante la época de lucha por los derechos civiles en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Más tarde, revivieron en una oleada de ataques a mediados de los años noventa. En enero de 2009, el día de la proclamación de Barack Obama como presidente estadounidense, un hombre blanco atacó una iglesia negra de Massachusetts.

Roof escogió como diana de su sinrazón una iglesia histórica para la comunidad afroamericana en el antiguo sur esclavista. Alrededor de las ocho de la noche del miércoles, el joven -oriundo de Lexington, una ciudad a dos horas en coche de Charleston- entró a la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en una calle principal en el centro de Charleston, rodeada de cuidadas viejas casas de madera pintadas de blanco.

Roof, vestido con ropa informal, entró por una de las puertas principales. Dentro de la iglesia, una de las más antiguas de la comunidad negra en EE UU, el joven se unió a un grupo que estaba en una sesión de estudio de la Biblia y permaneció sentado durante una hora antes de empezar a disparar.

«Tengo que hacerlo. Violáis a nuestras mujeres y estáis tomando nuestro país. Y tenéis que iros», dijo antes de abrir fuego, según contó a la cadena televisiva NBC una prima del reverendo fallecido, que se basaba en el testimonio de un superviviente. Ocho de las víctimas murieron en el interior del templo y una novena falleció mientras era trasladada al hospital. Roof huyó en un coche.

Seis de las víctimas eran mujeres y tres eran hombres, según anunció en una rueda de prensa el jefe de la policía local, Greg Mullen. Las autoridades revelaron la identidad de los fallecidos, que tenían entre 26 y 87 años, pero no su raza. Uno de ellos, según anunciaron sus allegados, es el reverendo Clementa Pinckney, de 41 años, pastor de la iglesia, senador demócrata en el Legislativo estatal y un reconocido líder de la comunidad negra.

En su perfil de Facebook, Roof mantiene amistad con personas negras y aparece en una fotografía luciendo una chaqueta con las banderas de dos antiguos regímenes racistas: las de Sudáfrica del Apartheid y Rodesia (ahora Zimbabue). En otra, aparece junto a un coche con una matrícula decorada con una bandera de la Vieja Confederación que representa a los Estados esclavistas del sur de EE UU que se enfrentaron a los unionistas del norte en la Guerra Civil (1861-1865). El conflicto se inició en Charleston, de 127.000 habitantes.

El padre de Roof le regaló una pistola para su cumpleaños, según reveló a la agencia Reuters un tío suyo, que lo describió como un chico «callado y de voz tranquila». El joven fue detenido, sin resistencia, la mañana del jueves en una localidad de Carolina del Norte, a unos 300 kilómetros al norte de Charleston, tras recibir la policía indicaciones de un ciudadano que lo había visto.

El 67% de la población del condado de Charleston es blanca y el 29% es negra, según los últimos datos. Como buena parte del sur de Estados Unidos, Carolina del Sur tiene una reprobable historia de discriminación racial hasta hace medio siglo.

Los alrededores de la iglesia Emanuel estaban el jueves tomados por periodistas y cámaras. Una cinta policial amarilla impedía el acceso al perímetro del templo, al que solo podía ingresar la policía. En una esquina del perímetro, un hombre mayor negro lucía una pancarta que rezaba: «Bajad las armas, gente joven».

En otra esquina, Bill Parson, blanco de 38 años, depositaba unas flores en un improvisado memorial. «No lo entiendo. Es un sin sentido», decía. Parson relataba que vive en esa zona desde que es niño. Cuenta que se trata de un barrio en el que conviven blancos y negros, pero que en los últimos años ha atraído a más residentes blancos al promoverse un plan de rehabilitación de casas antiguas que ha disparado el precio de las viviendas.

Parson admite que hay «tensión racial» en Charleston, pero esgrime que es la misma que en otras partes de EE UU. A pocos metros, Ernest Fields, negro de 62 años, lo pone en duda: «Aquí, hay mucha disparidad racial».

Un símbolo para los afroamericanos

El ataque contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal, conocida como Madre Emanuel y fundada en 1816 por el líder abolicionista Morris Brown, apunta a uno de los símbolos de la comunidad afroamericana de EE UU.

Desde su constitución la iglesia se convirtió en un símbolo de la lucha contra la esclavitud. En 1822, el templo fue investigado por su participación en una revuelta de esclavos en Charleston. Nunca llegó a demostrarse que Brown estuviera implicado.


El tiroteo de Charleston en datos

Joan Faus – El País

18 de junio de 2015

A continuación, se repasan las principales preguntas y datos del ataque armado, la noche del miércoles, en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur), que acabó con la vida de nueve personas.

¿Quién es el autor de la matanza?

El FBI ha identificado al supuesto autor del tiroteo de Charleston como Dylann Roof, blanco de 21 años. Ha sido detenido la mañana del jueves, catorce horas después del tiroteo, en un control de carretera en Carolina del Norte.

¿Cuándo tuvo lugar el tiroteo?

El tiroteo tuvo lugar pasadas las 9 de la noche hora local en la Iglesia Africana Metodista Episcopal de Emanuel en Charleston (Carolina del Sur), construida en el siglo XIX y una de las más antiguas de la comunidad negra en el sur de EE UU.

¿Cuántas personas murieron?

Fallecieron nueve personas que estaban en la iglesia (tres hombres y seis mujeres). Ocho de las víctimas murieron en el interior de la iglesia y una novena falleció mientras era trasladada, junto a otra persona, a un centro médico. Entre los muertos se encuentra el reverendo negro Clementa Pinckey, que era también senador estatal en Carolina del Sur.

La policía no ha difundido ni la identidad ni la raza de las víctimas, pero es presumible que todas o la mayoría sean negras dado que la iglesia congrega a fieles mayoritariamente afroamericanos.

¿Cómo fue el tiroteo?

Alrededor de las ocho de la noche hora local del miércoles, el joven entró a la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en una calle principal en el centro de Charleston. Dentro de la iglesia, Roof se unió a un grupo que estaba en una sesión de estudio de la Biblia y permaneció sentado durante una hora antes de empezar a disparar. Iba vestido con un jersey de capucha y unos pantalones vaqueros.

¿Qué condena puede afrontar el atacante?

La policía ha considerado el suceso «un crimen de odio», es decir, motivado por discriminación racial. Además de la investigación estatal, ya está en marcha una investigación federal en manos del FBI, debido a la naturaleza del ataque. El Departamento de Justicia está analizando si acusa al joven de cometer un «crimen de odio», lo que podría acarrear graves condenas penales.

¿Cómo es Charleston?

Charleston es una ciudad de 127.000 habitantes al sureste de Estados Unidos. El 67% de la población del condado es blanca y el 29% es negra, según datos del Censo federal.

¿Hay tensión racial en Charleston?

Como buena parte del sur de Estados Unidos, Carolina del Sur tiene una reprobable historia de discriminación racial. El Estado mantuvo la esclavitud de los negros hasta bien entrado el siglo XIX. Y la población negra fue marginalizada hasta el fin oficial de la segregación racial hace medio siglo.

Charleston no escapa de las tensiones raciales que sacuden otras partes de Estados Unidos. La tensión se evidenció a principios de abril tras la muerte de Walter Scott, un hombre negro de 50 años que iba desarmado, por el impacto de ocho disparos de un policía blanco.

El suceso tuvo lugar en plena luz del día en una zona ajardinada en la parte norte de Charleston. Se conoció tras la difusión de un vídeo de un transeúnte, derivó en la imputación del agente y en protestas callejeras de la comunidad negra, que denunció un patrón discriminación racial de la policía.


La matanza racista deja a Charleston sin palabras

Joan Faus – El País

19 de junio de 2015

Cientos de personas rinden homenaje a los nueve fallecidos en una iglesia afroamericana por los disparos de un joven blanco.

Hay sucesos que resultan tan chocantes que limitan la capacidad de hablar. En las calles del centro de Charleston (Carolina del Sur), a muchos residentes les cuesta valorar la matanza la noche del miércoles en una histórica iglesia afroamericana. No saben muy bien qué decir acerca de que un blanco de 21 años acabara con la vida de nueve personas.

Piensan mucho antes de responder, como si aún estuvieran digeriendo el suceso o confiaran en que es una pesadilla y que de golpe volviera la normalidad a la calle Calhoun: la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel no estuviera cerrada, ni rodeada por cintas amarillas policiales, flores y dedicatorias, y un ejército de periodistas y camarógrafos.

A las nueve de la noche del jueves, no suenan las campanas de la histórica iglesia Emanuel, una de las más antiguas de la comunidad negra en Estados Unidos. A las 24 horas del asalto armado de Dylann Roof, el silencio es imponente frente a la iglesia. solo queda interrumpido por el flujo de automóviles y algunas conversaciones.

Hay velas prendidas y decenas de ramos de flores, osos de peluche y dedicatorias colocadas en el suelo frente a una puerta de la iglesia. En una verja, junto al aparcamiento en que Roof estacionó el coche con el que huyó tras el tiroteo, hay colocados nueve lazos blancos con el nombre de cada uno de los fallecidos, que tenían entre 26 y 87 años.

Las escenas son similares desde el inicio a media tarde de una procesión de varios centenares de personas que acuden a rendir homenaje a las víctimas. Muchas personas blancas y negras de todas las edades están absortas con la mirada perdida en el horizonte durante varios minutos, algunas derraman lágrimas, otras mantienen con esfuerzo la compostura o se funden en abrazos entre ellas. El dolor, la incredulidad y la emoción son palpables.

«Nunca lo imaginé. Es un sin sentido», dice David Nelson, blanco de 36 años, que ha acudido frente al templo junto a un grupo de amigos. Tras depositar unas flores, se abrazan alrededor de un círculo. «Sentimos que teníamos que estar aquí, para dar apoyo», agrega Nelson, que no conoce a nadie de la iglesia Emanuel.

A un par de metros, Peggy Blake, afroamericana de 49 años, dice sentir pena por Roof, que fue detenido la mañana del jueves y la policía considera que cometió un «crimen de odio» por motivos raciales. «Creo que no se da cuenta de lo que ha hecho. Deberían arrestar a sus padres», afirma, mientras muestra una pancarta con imágenes de personas sonriendo bajo el lema We Shall Overcome, el himno del movimiento de los derechos civiles que logró hace medio siglo el fin oficial de la segregación racial.

Jahn Richardon, negro de 39 años, parece menos sorprendido. Esgrime que hay pocos lugares con mayor tensión racial que Charleston. Sostiene, sin entrar en detalles, que el hecho de que esta ciudad al sureste de EE UU fuera uno de los principales puertos de desembarco de esclavos negros hace que todavía hoy «la energía y la atmósfera sean diferentes». No le parece nada casual que el objetivo del asalto del joven fuera una iglesia fundada por abolicionistas afroamericanos.

Entre los congregados, varias personas con camisetas de «Las vidas negras importan» reparten papeles para informar de una manifestación prevista para el sábado para denunciar las muertes de negros desarmados a manos de la policía.

En abril, Walter Scott, negro de 50 años, murió en la zona norte de Charleston tras recibir ocho disparos en la espalda de un policía blanco. Su fallecimiento desencadenó una ola de protestas de la comunidad afroamericana, que denunció un patrón discriminación racial de la policía. Fueron quejas similares a las escuchadas, tras episodios parecidos, en otras zonas de EE UU en el último año.


El asesino confeso de EE.UU. quería «una guerra racial»

Joan Faus – Elpais.com

20 de junio de 2015

Las autoridades judiciales de Carolina del Sur acusaron este viernes a Dylann Roof, el sospechoso de matar a nueve personas negras en una iglesia en Charleston, de nueve cargos de asesinato que podrían acarrear una condena de pena de muerte.

Roof, blanco de 21 años, confesó a la policía haber cometido la matanza de la noche del miércoles en una histórica iglesia afroamericana alegando que quería impulsar una guerra racial, según fuentes de la investigación citadas por medios estadounidenses.

El ritual es similar. Tras cada asesinato masivo en Estados Unidos, surgen las mismas preguntas. ¿Qué lleva a una persona a abrir fuego indiscriminadamente? ¿Se podría haber prevenido? ¿Debería ser más difícil adquirir armas de fuego?

Tras el caso de Roof, quedan muchas incógnitas por resolver, pero las primeras informaciones esbozan el perfil de una persona reservada, con odio hacia los afroamericanos y que creía estar guiada por un supuesto afán de justicia.

Tras ser detenido el jueves y trasladado a un centro de detención a las afueras de Charleston, Roof confesó a la policía ser el autor de los disparos y reveló que quería iniciar una «guerra racial», según fuentes de la investigación citadas por la cadena televisiva CNN. Buscaba cumplir una «misión», según la cadena NBC, pero tuvo dudas hasta el último momento: le dijo a la policía que «casi» no lleva a cabo el ataque «porque todo el mundo era tan amable con él».

Al día y medio de la matanza, la familia de Roof emitió un comunicado en que manifestó sus «condolencias» a los fallecidos y su «pena e incredulidad» por lo sucedido.

Un juez decretó que Roof siga detenido y determinó que no tiene autoridad para fijar una fianza para los cargos de asesinato. Estableció una fianza de un millón de dólares para el cargo de posesión de arma. En una comparecencia por videoconferencia desde un centro de detención, el joven se limitó a confirmar al magistrado sus datos personales y se mostró impasible ante las declaraciones, en la sala judicial, de varios familiares de las víctimas que mostraron compasión y perdón hacia él.

Antes de abrir fuego, Roof -que vivía a dos horas en coche al norte de Charleston- estuvo una hora en el interior de la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en el centro de esta señorial ciudad, de 127.000 habitantes y que fue uno de los principales puertos de entrada de esclavos africanos. La iglesia es uno de los centros religiosos afroamericanos más antiguos de EE UU y con un intenso peso histórico al haber sido fundada en 1816 por un líder negro abolicionista.

El joven entró a la iglesia alrededor de las ocho de la noche del miércoles. Se unió a un grupo de una docena de personas que estaban en una sesión de estudio de la Biblia, en una sala en el subterráneo del templo. Una hora después les descerrajó varios disparos. Mató a nueve personas, todas afroamericanas (entre 26 y 87 años), incluido Clementa Pinckney, pastor de la iglesia, senador demócrata en el Legislativo estatal y un reconocido líder de la comunidad negra. Según el relato de una de las supervivientes, Roof le perdonó la vida para que pudiera contar lo sucedido.

La iglesia permanece clausurada y rodeada por cintas policiales. En una sobrecogedora vigilia nocturna, junto a un improvisado memorial repleto de flores y dedicatorias, Peggy Blake, afroamericana de 49 años, decía sentir pena por Roof: «Creo que no se da cuenta de lo que ha hecho. Deberían arrestar a sus padres».

La policía considera que el joven cometió un «crimen de odio», es decir, actuó por motivos racistas, pero aún no ha sido acusado de ello. Carolina del Sur es uno de los cinco Estados de EE UU sin una ley que tipifique esos crímenes, en las que normalmente se imponen penas adicionales al considerar que el acusado actuó motivado por la raza, género u orientación sexual de la víctima. Ante ese vacío, el Gobierno federal podría acusar directamente a Roof de un crimen de odio. El Departamento de Justicia investiga el ataque a tiros en la iglesia como un «acto de terrorismo interno», según un portavoz citado por la agencia Reuters.

La gobernadora de Carolina del Sur, la republicana Nikki Haley, abogó porque la fiscalía promueva una acusación de condena de muerte contra el supuesto autor del peor ataque a una iglesia negra en la historia moderna de EE UU. «Esto es absolutamente un crimen de odio», dijo Haley a la cadena NBC. «Hemos hablado con los investigadores […] dicen que vieron pura maldad en sus ojos».

Los investigadores todavía no han podido determinar cómo consiguió Roof la pistola que empleó en la iglesia. Un tío suyo afirmó que se la había dado su padre como regalo al cumplir 21 años, pero otras informaciones apuntan a que la compró el joven. Lo que sí se ha confirmado es que había sido detenido este año en un centro comercial por poseer ilegalmente un medicamento para adicciones e incumplir una orden de alejamiento tras intimidar verbalmente a trabajadores.


Ira por una bandera confederada tras la matanza de Charleston

Silvia Ayuso – El País

19 de junio de 2015

La controvertida bandera continúa izada en la capital de Carolina del Sur donde el resto de banderas ondea a media asta. Obama dice que la bandera debería estar en un museo.

Las redes sociales en Estados Unidos se llenaron el viernes con una demanda tan corta como precisa: «bajad esa bandera». «Esa bandera» es la confederada, el controvertido símbolo de los Estados secesionistas del sur. Dos días después del asesinato racista de nueve feligreses negros en una iglesia de Charleston, en Carolina del Sur, a manos de un joven blanco, «esa bandera» seguía izada orgullosa frente al Capitolio en la capital de ese Estado, Columbia.

Un fuerte contraste con las banderas federal y estatal erigidas sobre la cúpula del parlamento local, que ondeaban a media asta. Y con cada golpe de viento que la agitaba, aumentaba la discusión sobre si la confederada debía ser retirada o no, uniéndose esta controversia al reavivado debate sobre el racismo en EE UU o el uso de armas.

En el trasfondo está el significado mismo de esta bandera, un debate que lleva dividiendo al país desde el fin de su guerra civil (1861-65). Para sus defensores, se trata de un tributo a los que lucharon en esa contienda y un emblema de la libertad de expresión. Sus detractores la consideran un símbolo de la esclavitud, la segregación racial y el odio de esos supremacistas blancos con los que se identificaba abiertamente el asesino de Charleston, Dylann Roof.

Las autoridades estatales se han mostrado esquivas a la hora de atender los reclamos de arriar la polémica bandera. «Sería como abrir la caja de Pandora», dijo el congresista republicano Mark Sanford. También la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, lo calificó como un «tema sensible».

De sensible nada, respondió desde las páginas de The Atlantic el autor afroamericano Ta-Neshi Coates. «El crimen de Roof no puede ser separado de la ideología de la supremacía blanca ni de su potente símbolo, la bandera confederada», afirmó. Un llamamiento al que se unió el viernes Cornell Brooks, el presidente de la NAACP, la organización afroamericana más influyente del país. «La bandera confederada no puede ondear en la capital del Estado», zanjó.

También el presidente de EE UU, Barack Obama, tiene claro qué se debe hacer. Tal como ya ha dicho en el pasado, opina que «la bandera confederada debería estar en un museo, y esa sigue siendo su postura», dijo el viceportavoz de la Casa Blanca, Eric Schulz.

La polémica sobre la bandera en Carolina del Sur ha coincidido con una decisión de la Corte Suprema que, el jueves, avaló la decisión del también Estado sureño de Texas de prohibir en 2011 el uso de esa misma bandera confederada en las matrículas personalizadas de los vehículos.

El caso había llegado hasta el máximo tribunal de EE UU después de que la organización Hijos de los Veteranos Confederados (SCV, por sus siglas en inglés) interpusiera una demanda contra el Estado de Texas por esta decisión, que consideró atentaba contra su libertad de expresión.

El Departamento de Vehículos Motorizados de Texas había decidido prohibir el uso de la bandera confederada al considerar que su uso podía ser «ofensivo» para parte de la población.

«Una parte importante de la opinión pública asocia la bandera de la Confederación con organizaciones que expresan odio hacia personas o colectivos», argumentó en su momento la institución, a la que la Corte Suprema le ha dado ahora la razón.

En una de las fotografías de Dylann Roof que han circulado desde que fuera identificado como el autor de la masacre de la iglesia Emanuel de Charleston, el joven posa sentado en el capó de un coche con la matrícula adornada con «esa bandera».


Una tienda de armas en Charleston: «No creo que la culpa sea de la pistola»

Joan Faus – El País

21 de junio de 2015

Un establecimiento se anunció en la portada sobre la matanza del principal diario de la ciudad. Sus trabajadores y clientes enfatizan la conducta del asesino.

La coincidencia es sonrojante y refleja el complejo significado de las armas en Estados Unidos. Al día siguiente de que un joven blanco matara a nueve negros en una iglesia en Charleston (Carolina del Sur), la portada del jueves de The Post and Courier, el principal diario de la ciudad, incluía un anuncio de una tienda de armas. Un titular ocupaba todo el ancho de la portada en papel: Ataque en una iglesia mata a nueve. Justo encima, había enganchado un pequeño anuncio: 30 dólares te lo cubren todo. Publicitaba una promoción especial para mujeres en una sesión recreativa de disparos la noche del jueves.

La tienda, ATP Gun Shop & Range, está ubicada en Summerville, un suburbio rural a media hora en coche al oeste de Charleston. El establecimiento ocupa una nave industrial en una tranquila carretera con árboles y destartaladas casas de chapa. «El anuncio fue muy trágico», se lamentaba este sábado al mediodía el portavoz, Eric Elliott. Alega que la publicidad se solicita con tres semanas de antelación y que no tienen control sobre su publicación. El diario se ha disculpado.

La matanza perpetrada por Dylann Roof, de 21 años, en una histórica iglesia afroamericana en el centro de Charleston ha reabierto el debate sobre la regulación de la compra de armas. El presidente Barack Obama ha pedido endurecer las leyes, pero hay pocos indicios de que lo logre. Los investigadores todavía no han determinado cómo adquirió Roof la pistola que empleó. Un tío suyo asegura que se la regaló su padre al cumplir 21 años, la edad necesaria para poder comprar armas.

Para adquirir una pistola en Carolina del Sur, es necesario rellenar un formulario con datos personales. La ley federal prohíbe la venta a personas con cargos judiciales pendientes. Ese era el caso de Roof, que en febrero fue detenido por posesión ilegal de un medicamento para adicciones. Sin embargo, según su tío, el joven nunca pasó por una tienda.

Carolina del Sur es uno de los 40 estados que no requiere un análisis de antecedentes en las transacciones privadas de armas. Pero si la fiscalía lograse demostrar que el padre de Roof conocía los cargos judiciales de su hijo podría ser condenado a diez años de cárcel.

En Estados Unidos, se calcula que hay 270 millones de armas de uso privado, lo que se traduce en una media de nueve armas por cada diez ciudadanos. Es la proporción más alta del mundo. La primera potencia mundial duplica la proporción del segundo país en la clasificación: Yemen, el país más pobre del mundo árabe. En EE UU, según los últimos datos, hay de media 3,6 asesinatos con arma por cada 100.000 habitantes. En Carolina del Sur, son 5 por cada 100.000. Es el séptimo Estado más violento.

La tienda de Summerville estaba este sábado bastante transitada. Había clientes blancos y negros. En el aparcamiento de la tienda, unos adolescentes saltaban con monopatines. El precio de pistolas y rifles oscila entre los 200 y los 6.000 dólares. Se venden todo tipo de complementos, desde fundas a ropa de camuflaje. En una pared al fondo, cuelga una bandera de la NRA, la asociación nacional del rifle, el mayor lobista en contra de endurecer los controles de venta de armas.

El portavoz Elliott, negro de 35 años, sostiene que la matanza de Charleston «va más allá del control de las armas» y pone el foco en la conducta del joven. Coincide con él Ron, un cliente blanco de 67 años, que está mirando escopetas. «Este tipo de gente haría daño de un modo u otro. Podría haber usado una bomba. No creo que la culpa sea de la pistola», argumenta.

De fondo, se oyen los disparos de las dos salas recreativas de tiro -con pistola o rifle- a un torso humano de papel con una diana en el centro, que está a una distancia variable. Para abrir fuego, basta entregar un carné de identidad y ponerse unos auriculares y unas gafas de protección. Si uno trae su pistola con balas, el precio ronda los 20 dólares durante un tiempo ilimitado. Si se alquila un arma con 50 balas, el coste es de unos 50 dólares. Dentro de cada sala, divididas en unos diez carriles, el ruido es atronador e inquietante. Apenas hay espacios libres para disparar.

Ron, que tiene una pistola en su casa y que desde niño recuerda que su padre tenía otra, cuenta que viene de vez en cuando a abrir fuego a la ATP Gun Shop & Range. «Es como un deporte de competencia con los otros. Me gusta. Es mi hobby», explica.

El portavoz Elliott defiende la Ladies Night de los jueves, que se publicitó en el diario de Charleston. «Ha ayudado a muchas mujeres a superar miedos», dice. «Hay muchos casos de violencia doméstica en Carolina del Sur y promovemos la autodefensa».


Dylan Roof: «Alguien tiene que tener la valentía, y creo que ese debo ser yo»

Joan Faus – El País

21 de junio de 2015

Una página web recoge fotografías de Dylan Roof, el blanco de 21 años acusado de matar a nueve fieles negros en una histórica iglesia afroamericana en Charleston, e incluye un manifiesto supremacista blanco. El dominio fue registrado en febrero por Roof, según publicó este sábado el diario The New York Times.

El sitio se llama «Last Rhodesian» (El Último Rodesiano), en referencia a la antigua república de Rodesia, donde imperó un régimen racista gobernado por la minoría blanca, hasta que en 1980 se convirtió en Zimbabue. En la portada, aparece una fotografía de un joven blanco, que no es Roof, tendido en el suelo ensangrentado.

Pero en una sección de fotografías sí aparece el autor confeso de la atrocidad la noche del miércoles en la iglesia Emanuel, en el centro de Charleston. Se ve al joven posando con una bandera de la Vieja Confederación de los Estados esclavistas del sur de Estados Unidos en el siglo XIX, quemando una bandera estadounidense o visitando lugares históricos del sur. En otra, aparece amenzando [amenazando] con una pistola con siete balas. Es una Glock calibre 45, el mismo modelo que, de acuerdo con las investigaciones, fue el que utilizó Roof en el interior de la iglesia.

El manifiesto no lleva el nombre de ningún autor ni fecha, pero da indicios de que lo escribiera Roof. El autor se describe como un «blanco nacionalista» y se disculpa por los errores tipográficos porque, alega, «está con gran prisa».

En una sección titulada «Una explicación», explica que ha elegido Charleston para sus acciones «porque es la ciudad más histórica» de Carolina del Sur y porque llegó a tener la «mayor proporción de negros frente a blancos en el país». Y agrega: «No tenemos skinheads, ningún KKK [en alusión al Ku Klux Klan] real, nadie haciendo nada más allá de hablar en Internet. Bueno, alguien tiene que tener la valentía de llevarlo al mundo real, y creo que ese debo ser yo».

Al principio del texto, el autor explica su evolución ideológica. «No me crié racista en casa o en mi entorno. Viviendo en el sur, casi cada persona blanca tiene alguna conciencia racial, simplemente por el número de «negroes» [lo escribe así en inglés, en la forma despectiva que se usaba hasta las leyes de derechos civiles en los años sesenta] en esta parte del país. Pero es una conciencia superficial».

Más adelante, explica que el caso que «realmente» le «despertó» fue la muerte en 2012 en Florida de Trayvon Martin, un negro de 17 años, por disparos de George Zimmerman, un vigilante vecinal blanco de origen hispano. El suceso desató protestas de la comunidad negra. «Era obvio que Zimmerman tenía la razón», escribe el autor, que lamenta que los medios de comunicación «ignoren» los casos de negros que asesinan a blancos.


Obama se estrella contra la brecha racial y el control de las armas

Marc Bassets – El País

21 de junio de 2015

El presidente de Estados Unidos afronta el tramo final de mandato sin haber regulado las pistolas ni alcanzar los soñados Estados Unidos postraciales.

La matanza de Charleston (Carolina del Sur) expone una doble frustración del presidente Barack Obama en el tramo final de su presidencia. Obama, pese a las esperanzas que despertó en 2008 la llegada del primer afroamericano a la Casa Blanca, se marchará sin haber cerrado la herida racial de Estados Unidos. Y, pese a la sucesión de matanzas durante este tiempo este país tampoco ha avanzado ni un milímetro en la regulación de las armas de fuego. Sin capacidad para cambiar el statu quo, el presidente se ha resignado a que sus discursos y exhortaciones queden sin respuesta.

En Charleston, el viejo puerto sureño donde estalló la Guerra Civil, han confluido dos crisis que recorren la presidencia de Barack Obama: la crisis por las tensiones raciales y las crisis de las armas de fuego. La conjunción de un racismo destructivo, en una parte ínfima de la población pero extremadamente peligrosa, y el fácil acceso a las pistolas ha derivado en una combinación macabra.

Nueve personas, todas negras, murieron el miércoles en una iglesia afroamericana de la ciudad de Carolina del Sur por los disparos de un blanco de 21 años.

En otro país el perpetrador lo hubiera tenido más difícil para hacerse con una pistola, o quizá tendría que haberse conformado con atacar con un cuchillo. En Estados Unidos, con una población de más de 310 millones de habitantes, circulan entre 270 y 310 millones de armas de fuego en manos privadas, concentradas en manos de cerca de un 40% de la población.

La interpretación vigente de la Constitución ampara la propiedad privada de las pistolas. En ningún país del mundo hay tantas. El siguiente, en armas per cápita, es Yemen. Cada año, en EE UU, mueren más de 10.000 personas por la violencia con armas de fuego.

Las armas son -como la pena de muerte- una exepción estadounidense, un rasgo que distingue a este país de la mayoría de democracias desarrolladas. Otro rasgo es el trauma del racismo. El racismo, obviamente, no es una particularidad de EE UU, pero aquí fue el pilar fundacional de un sistema -el de la esclavitud hasta 1865, el de la segregación hasta cien años después, el de los 4.743 muertos por linchamientos entre 1882 y 1968- que dejó secuelas. Una parte de la población negra vive atrapada en un espiral de pobreza, desestructuración familiar y violencia que tapona cualquie [cualquier] vía hacia el sueño americano.

La victoria de Obama hace siete años creó la ilusión de que EE UU entraba en la era posracial. Si el presidente era negro, si la primera dama descendía de esclavos, ¿qué otra frontera quedaba por romper? Pero los avances son lentos.

La matanza de Charleston es el colofón a un año de tensiones, un año que el goteo los episodios de muertes de negros por disparos o el maltrato de la policía -en Ferguson, en Nueva York, en Baltimore- ha despertado conciencias. EE UU tiene el 5% de la población mundial y y un 25% de la población carcelaria; en las cárceles los negros son cerca del 40% aunque representen el 12% de la población estadounidenses.

Tampoco ha avanzado Obama en sus planes para regular las armas de fuego. El ritual siempre es parecido y el jueves se repitió. Salta la noticia de una matanza. El presidente comparece en la sala de prensa. Lee un comunicado lamentando los hechos y, en ocasiones, pide una reflexión sobre la facilidad con la que las armas de fuego circulan por este país. Después, nada. No ocurrió nada tras el asesinato de veinte niños en una escuela primaria de Connecticut, en diciembre de 2012, pese que, por primera vez, Obama propuso tímidas restricciones a la compraventa de las armas de fuego más peligrosas.

En EE UU mueren al año, según las cifras el FBI, más de 400 personas por disparos de la policía (la cifra real, según investigaciones recientes de la prensa, puede ser el doble). Según un gráfico de The Economist, basado en los últimos datos disponibles, en el mismo periodo mueren en Alemania por disparos de la policía 8 personas y en Reino Unido y Japón, ninguna. Una explicación de esta disparidad es precisamente la abundancia de armas en EE UU: un agente estadounidense sabe que cualquier persona puede ir armada y su reacción a cualquier incidente es más agresiva.


La bandera de la discordia en Estados Unidos

Silvia Ayuso – El País

22 de junio de 2015

Una bandera confederada que sigue ondeando en Carolina del Sur tras una matanza racista en una iglesia de ese Estado ha reabierto el debate sobre el legado racista de ese símbolo.

Una bandera de los Estados Confederados de América, los once territorios meridionales que se separaron de los Estados Unidos entre 1861 y 1865, sigue ondeando en Carolina del Sur. Tras la matanza racista en una iglesia de ese Estado se ha reabierto el debate sobre el legado racista de ese símbolo.

¿Qué argumentan de los defensores de la bandera confederada?

Los defensores de la bandera confederada, en su mayoría sureños blancos, afirman que es una cuestión de «legado». Se trata, dicen, de rendir tributo a los que participaron y murieron en la Guerra Civil (1861-65).

Con el tiempo se agregó el argumento de la libertad de expresión. Ese fue el razonamiento que usó un grupo en Texas cuando las autoridades locales prohibieron en 2011 que se usara la bandera confederada como adorno en las matrículas personalizadas de los vehículos privados.

El Tribunal Supremo acaba de dar la razón al Gobierno texano, respaldando el argumento de este de que «una parte importante de la opinión pública asocia la bandera de la Confederación con organizaciones que expresan odio hacia personas o colectivos».

¿Qué argumentan de los detractores?

Para muchos, no solo para la población negra que sufrió bajo la segregación racial vigente hasta hace medio siglo y que todavía denuncia el racismo persistente en el país, la bandera confederada es el símbolo de la esclavitud en el Sur hasta la Guerra Civil y de todas las leyes racistas que le siguieron hasta bien entrado el Siglo XX.

Lo prueba, afirman, el continuado uso que hicieron -y siguen haciendo- los supremacistas blancos, del Ku Klux Klan a grupos neonazis, entre otros, de esta bandera. Así lo hizo el propio asesino de Charleston, Dylann Roof, en numerosas imágenes surgidas desde que la noche del miércoles asesinara a nueve negros en la histórica iglesia Emanuel.

La bandera confederada volvió a popularizarse cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, se empezó el debate para otorgar más derechos a la población negra que redundó en el movimiento por los derechos civiles.

¿Qué Estados la siguen usando?

En las últimas décadas, son varios los Estados sureños que han usado y retirado, para volver a instaurarla, la bandera confederada. Solo Mississippi la sigue utilizando de manera oficial, integrada en su bandera estatal.

Georgia la incluyó en su bandera desde mediados de los años 50 hasta que en 2003 se aprobó un nuevo diseño.

En Florida fue el entonces gobernador Jeb Bush el que decidió retirarla del espacio estatal, en 2001.

¿Por qué sigue ondeando en Carolina del Sur?

La bandera confederaba ondeó junto con la federal y la estatal en la cúpula del Capitolio de la capital de Carolina del Sur, Columbia, desde 1962 hasta el año 2000. Quienes denuncian su trasfondo racista apuntan precisamente al caso de este Estado, donde fue izada en la sede parlamentaria en lo más álgido de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos.

En 2000, tras fuertes protestas por la continuada presencia de la bandera en el Capitolio, se aprobó una «ley de patrimonio histórico» que la sacó del edificio legislativo, pero no de sus terrenos inmediatos, desde donde hoy sigue izada, para indignación de quienes reclaman su retirada tras la matanza de Charleston.

¿Por qué la bandera confederada no puede ondear al menos a media asta, como las demás?

Para empezar, el mástil donde ondea esta bandera en Columbia no tiene una polea, por lo que o está izada en lo más alto o se arría, pero no se puede dejar a media asta.

Además, no es una decisión que puedan tomar las autoridades locales de forma autónoma. Por la ley de 2000, la bandera confederada pasó a formar parte de un monumento a los soldados confederados. Para realizar cualquier cambio en un patrimonio histórico como este, incluido arriar la bandera de la discordia, se requiere una mayoría de dos tercios de la Asamblea General local.

¿Es previsible su retirada en Carolina del Sur?

La retirada de la bandera ha provocado una discusión constante en Carolina del Sur en los últimos años. En un debate electoral en 2014, la actual gobernadora, la republicana Nikki Haley, desestimó esta disputa, afirmando que no era una cuestión que preocupara a los que están interesados en invertir en Carolina del Sur. También ha declarado que es una cuestión «sensible». Sin embargo, en los pasados días, en vista de la renovada polémica, la gobernadora ha admitido que «esa conversación probablemente va a volver».

Un legislador local, el republicano Norman Doug Brannon, ha anunciado que presentará una propuesta de ley para retirar de una vez la bandera confederada del predio del Capitolio.

La presión popular también parece crecer tras la masacre. El sábado, más de mil personas se manifestaron frente al Capitolio exigiendo la retirada de la bandera confederada, en lo que ha sido calificado de un acto de «precalentamiento» para una manifestación más masiva que se está organizando, con el mismo reclamo, para el 4 de julio, la fiesta nacional de EE UU. Además, una petición en línea para retirar la bandera del Capitolio ya supera las 400.000 firmas en la web move.org.

La influencia de Obama para reformar la policía es escasa, porque las policías son locales, no federales. A la hora de hablar del racismo, es cauto. Su capacidad para regular las armas de fuego todavía es menor. El Congreso bloquea todas las iniciativas, como se comprobó después de Newtown.

Obama cree que el cambio será lento y paulatino, y que sólo llegará si los estadounidenses presionan a sus representantes. Nada ocurrió después de masacres como las de Columbine, Aurora o Newton. Si estos antecedentes son un indicio, Charleston será un nombre más.


Dylann Roof, detenido sin resistencia

El País

24 de junio de 2015

Dylann Roof, el asesino confeso de nueve personas en una iglesia de Charleston, en Carolina del Sur, no opuso resistencia a su detención el 18 de junio. Una patrulla policial le arrestó 14 horas después del tiroteo, por el que las autoridades judiciales le han acusado de nueve cargos de asesinato que podrían acarrear una condena de pena de muerte.

Roof, blanco de 21 años, confesó a la policía haber cometido la matanza alegando que quería impulsar una guerra racial, según fuentes de la investigación. El tiroteo supone el más grave en un centro religioso en EE UU junto a la matanza en 1991 de nueve personas en un centro budista en Arizona.


El asesino de Charleston, imputado por crímenes de odio

Silvia Ayuso – El País

22 de julio de 2015

El asesino de nueve feligreses negros en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, el supremacista blanco Dylann Roof, afrontará cargos federales por crímenes de odio y uso de armas de fuego por los que podría ser condenado a cadena perpetua o incluso a la pena capital.

Según anunció este miércoles la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, un gran jurado federal ha decidido imputarle por un total de 33 cargos, incluidos los de crímenes de odio, por una matanza que las autoridades consideran llevaba tiempo planeando de forma meticulosa.

«Varios meses antes de los trágicos acontecimientos del 17 de junio, Roof concibió su objetivo de incrementar las tensiones raciales en todo el país y buscar venganza por los males que consideraba habían infligido los afroamericanos a los blancos», dijo Lynch en rueda de prensa en Washington.

Según resaltó, Roof no solo decidió «buscar y asesinar» a ciudadanos negros «por su raza». Además, escogió cuidadosamente el lugar de la matanza: un «elemento esencial» de los planes de Roof era «encontrar a sus víctimas dentro de una iglesia negra para asegurarse la mayor notoriedad y atención para sus acciones». Fue por eso que el joven se dirigió a la iglesia Emanuel de Charleston, un templo históricamente ligado a la comunidad afroamericana de Carolina del Sur, recordó.

Los feligreses que la noche del 17 de junio estaban congregados en una sala de estudio de la histórica iglesia afroamericana Emanuel de Charleston recibieron a Roof «con biblias». El asesino de 21 años y declarado racista «tenía su pistola Glock de calibre 45 y ocho cargadores llenos de balas de punta hueca», subrayó Lynch.

Los cargos federales son tan graves que contemplan la posibilidad de una condena a muerte, pero Lynch dijo que la acusación no decidirá si la solicita hasta que estudie «exhaustivamente» todos los aspectos legales del caso y haya consultado también a los familiares de las víctimas. Varios de ellos dijeron «perdonar» al joven asesino durante la primera comparecencia de este ante un juez local.

Roof ya había sido imputado en un tribunal local por nueve cargos de asesinato que podrían condenarlo a muerte. Pero Carolina del Sur no contempla en su legislación los crímenes de odio. Fue por ello que el Gobierno federal decidió presentar la acusación bajo este precepto, con el fin de que no quede de lado el componente racial de esta masacre que sacudió a todo el país.

La matanza de Charleston ha tenido, en principio, el efecto contrario al deseado por Roof. La masacre provocó entre otros un intenso debate sobre la bandera confederada que seguía ondeando en terrenos oficiales de Carolina del Sur y que es ampliamente asociada con un pasado racista y de discriminación en el sur del país. El propio Roof se había tomado numerosas fotografías con este símbolo antes de perpetrar el crimen racista.

Veintitrés días después de la matanza, la bandera confederada que había seguido ondeando frente al Capitolio en Columbia, la capital de Carolina del Sur, fue arriada y trasladada a un museo. También Alabama retiró la bandera confederada que asimismo ha dejado de ser comercializada por grandes cadenas como Wal-Mart o Amazon.


El Manifiesto de Dylann Roof

Dylann Roof

Traducción por A. Garrido

Nota del Editor:

El siguiente texto pretende ser el «manifiesto» de 2.440 palabras de Dylan Roof del sitio Web lastrhodesian.com. Fue guardado bajo el nombre «rtf88.txt». Estoy reproduciéndolo inalterado, errores tipográficos y todo. Parece poco probable que este manifiesto sea falso, ya que Roof está vivo y podría exponerlo si lo fuera.

Resulta que Roof es nacionalista blanco, conciente [consciente] de los problemas raciales y judíos. Él deja claro que fue despertado por el incidente de Trayvon Martin. Imagino que mucha gente lo fue, porque llamar a George Zimmerman hombre blanco -y atenerse a ello- es la más elegante prueba posible de que el establishment desea avivar el odio negro contra los blancos creando la completamente falsa impresión de que los negros son desproporcionadamente víctimas en lugar de perpetradores de los crímenes de odio interracial.

Los medios de comunicación tuvieron que mentir concientemente [conscientemente] para vender esa historia, hasta a editar la cinta de la llamada de Zimmerman al 911. Y sabían que, provocando a los negros resentidos e impulsivos, la sangre blanca fluiría. Consideraron eso justicia. Y también sabían que la sangre negra fluiría cuando la policía apareciera en escena. Pero ellos consideraron eso un daño colateral aceptable. Ellos también sabían -de hecho, esperaban- que los blancos devolvieran el golpe, polarizando aún más a las razas. Tomó un tiempo, pero Dylan Roof hizo justamente eso. Era una consecuencia predecible y deseada de la operación Trayvon Martin, que fue el modelo para la subsiguiente agitación negra en Ferguson, Ciudad de Nueva York, Baltimore, y finalmente en todas partes en que haya negros que vayan en contra de la ley. Así que yo culpo a la Izquierda.

No hace falta decir que la elección de disparar a 9 personas en un estudio de la Biblia en Charleston fue estúpida y malvada. Es una vergüenza que cuando un periodista miente, otra gente muera (Siendo James Foley una excepción). Pero tal vez la elección de Roof no fue al azar. Será interesante ver si esa iglesia en particular, con una larga historia de agitación por los derechos civiles, desempeñó también un papel en la operación Trayvon Martin.

El mundo entero pronto estará leyendo este manifiesto, y el establishment responderá con predecibles mentiras, distorsiones, evasiones, y chantaje emocional. Por lo tanto, emito un llamado a la colaboración abierta para nuestros lectores. En los comentarios a continuación, por favor publiquen enlaces de fuentes confiables para cada afirmación fáctica documentable que Roof hace en su manifiesto. Luego elegiré las mejores de ellas y emitiré una versión con anotaciones.

No fui criado en un hogar o entorno racista. Viviendo en el Sur, casi toda persona blanca tiene una pequeña cantidad de conciencia racial, simplemente por el número de negros en esta parte del país. Pero es una conciencia superficial. Al crecer, en la escuela, los niños blancos y negros hacen bromas raciales los unos a los otros, pero todas ellas son bromas. Yo y mis amigos blancos a veces veríamos cosas que nos harían pensar que «los negros eran los verdaderos racistas» y otros pensamientos elementales como éste, pero no había un verdadero entendimiento detrás de esto.

El evento que verdaderamente me despertó fue el caso de Trayvon Martin. No paraba de oír y ver su nombre, y finalmente decidí buscar. Leí el artículo en Wikipedia e inmediatamente fui incapaz de entender cuál era el gran problema. Era obvio que Zimmerman estaba en lo correcto. Pero más importante, esto me impulsó a escribir las palabras «crimen negro contra blanco» en Google, y desde ese día nunca fui el mismo. El primer sitio Web al que llegué fue Council of Conservative Citizens. Había páginas y páginas de estos brutales asesinatos de negros contra blancos. Estaba incrédulo. En ese momento me di cuenta de que algo estaba muy mal. ¿Cómo podían las noticias hacer explotar el caso de Trayvon Martin mientras miles de estos crímenes de negros contra blancos eran ignorados?

Desde ese momento investigué más profundo y descubrí lo que está pasando en Europa. Vi que las mismas cosas estaban pasando en Inglaterra y Francia, y en todos los otros países Europeos Occidentales. Nuevamente me encontré incrédulo. Como estadounidenses se nos enseña a aceptar a vivir en el crisol, y los negros y otras minorías tienen tanto derecho a estar aquí como nosotros, ya que todos somos inmigrantes. Pero Europa es la tierra natal de las personas blancas, y en muchas maneras la situación es incluso peor allá. Desde aquí me enteré del problema judío y otras cuestiones que enfrenta nuestra raza, y puedo decir hoy que estoy completamente racialmente conciente.

Negros

Creo que es apropiado empezar con el grupo con el que tengo más experiencia en la vida real, y el grupo que es el más grande problema para los estadounidenses.

Los negros son estúpidos y violentos. Al mismo tiempo tienen la capacidad para ser muy astutos. La gente negra ve todo a través de un lente racial. Eso es conciencia racial, es ver todo lo que ocurre a través de un lente racial. Siempre están pensando sobre el hecho de que son negros. Esto es parte de la razón por la que se sienten ofendidos tan fácilmente, y piensan que algunas cosas tienen la intención de ser racista hacia ellos, incluso cuando una persona blanca no estuviese pensando sobre raza. La otra razón es la agitación judía de la raza negra.

La gente negra es racialmente conciente casi desde el nacimiento, pero la gente blanca en promedio no piensa sobre raza en sus vidas cotidianas. Y este es nuestro problema. Necesitamos y tenemos que hacerlo.

Digamos que estuviste para presenciar a un perro siendo golpeado por un hombre. Casi con toda seguridad te vas a sentir muy mal por ese perro. Pero luego digamos que estuviste para presenciar a un perro mordiendo a un hombre. Lo más probable es que no sentirás por el hombre la misma lástima que sentiste por el perro. ¿Por qué? Porque los perros son inferiores a los hombres.

La misma analogía se aplica a las relaciones de negros con blancos. Incluso hoy, los negros son subconcientemente vistos por la gente blanca como seres inferiores. Son sujetos a un estándar más bajo en general. Por eso pueden ir por ahí con cosas como comportamiento ofensivo en público. Porque eso se espera de ellos.

Las modernas clases de historia inculcan un subconsciente complejo de superioridad blanca en los blancos y un complejo de inferioridad en los negros. Este complejo de superioridad blanca que viene de aprender cómo nosotros dominamos a otros pueblos es también parte del problema que recién he mencionado. Pero por supuesto no niego que de hecho seamos superiores.

Deseo con pasión que los negros hubiesen sido tratados terriblemente a lo largo de la historia por los blancos, que cada persona blanca tuviese un ancestro dueño de esclavos, que la segregación fuese una maligna y opresiva institución, y así sucesivamente. Porque si todo eso fuese verdad, sería mucho más fácil para mí aceptar nuestra actual situación. Pero no es verdad. Nada de eso lo es. Se nos dice que aceptemos lo que nos está pasando debido a las fechorías de los ancestros, pero todo se basa en mentiras históricas, exageraciones y mitos. He intentado infinitamente pensar en las razones por las que merecemos esto, y sólo he vuelto más irritado porque no hay razones.

Sólo de un cuarto a un tercio de la gente del Sur era dueña de incluso un esclavo. Con todo, toda persona blanca es tratada como si tuviese un ancestro dueño de esclavos. Esto se aplica también en estados donde la esclavitud nunca existió, así como a gente cuyas familias inmigraron después de que la esclavitud fuese abolida. He leído miles de narraciones de esclavos de mi estado. Y casi todas de ellas fueron positivas. Una está pegada en mi mente, donde un viejo ex esclavo relataba cómo el día que su ama murió fue uno de los días más tristes de su vida. Y en muchas de esas narraciones los esclavos cuentan cómo sus amos ni siquiera permitían azotar en su plantación.

La segregación no fue algo malo. Fue una medida defensiva. La segregación no existía para frenar a los negros. Existía para protegernos de ellos. Y me refiero en múltiples maneras. No sólo nos protegía de tener interacción con ellos, y de ser físicamente dañados por ellos, sino que nos protegía de ser bajados hasta su nivel. La integración no ha hecho nada más que bajar a los blancos al nivel de animales brutos. El mejor ejemplo de esto es obviamente nuestro sistema escolar.

Ahora los padres blancos son forzados a mudarse a los suburbios para enviar a sus hijos a «buenas escuelas». ¿Pero qué constituye una «buena escuela»? El hecho es que cuán buena es considerada una escuela corresponde directamente con cuán blanca ella es. Odio con pasión toda la idea de los suburbios. Para mi representa nada más que gente blanca miedosa corriendo. Corriendo porque son demasiado débiles, miedosos, y lavados del cerebro para pelear. ¿Por qué deberíamos huir de las ciudades que creamos por la seguridad de los suburbios? ¿Por qué son los suburbios seguros, en primer lugar? Porque son blancos. La parte patética es que estas personas blancas ni siquiera admiten a sí mismas por qué se están mudando. Se dicen a sí mismos que es por mejores escuelas o simplemente para vivir en un más lindo vecindario. Pero honestamente es sólo una manera de escapar de los negros y otras minorías.

¿Pero qué hay de la gente blanca que es dejada atrás? ¿Qué hay de los niños blancos que, debido a las leyes de zonificación escolar, son forzados a ir a una escuela que es 90 por ciento negra? ¿Pensamos realmente que ese niño blanco podrá ir algún día sin ser acosado por ser blanco, o ser llamado «chico blanco»? ¿Y quién está peleando por él? ¿Quién está peleando por esa gente blanca forzada por circunstancias económicas a vivir entre negros? Ninguno, pero alguien tiene que hacerlo.

Aquí también me gustaría referirme a la idea del Northwest Front. Pienso que esta idea es más que estúpida. ¿Por qué debería yo, por ejemplo, renunciar a la belleza e historia de mi estado para ir al Noroeste? Para mí la idea completa simplemente corresponde al concepto de gente blanca corriendo hacia los suburbios. La completa idea es patética y sólo otra manera de correr del problema sin enfrentarlo.

Alguna gente siente como si el Sur estuviese lejos de salvarse, que tenemos demasiados negros aquí. A esto yo digo mira la historia. El Sur tuvo una mayor proporción de negros cuando nosotros los teníamos como esclavos. Mira a Sudáfrica, y cómo una pequeña minoría mantuvo a los negros en apartheid por años y años. Hablando de Sudáfrica, si alguien piensa que las cosas con el tiempo simplemente cambiarán para mejor, considere cómo en Sudáfrica tienen acción afirmativa para la población negra que compone el 80 por ciento de la población.

Está lejos de ser demasiado tarde para Estados Unidos o Europa. Yo creo que aunque fuésemos sólo el 30 por ciento de la población, podríamos recuperarlo completamente. Pero de ninguna manera deberíamos esperar más para tomar una acción drástica.

Cualquiera que piense que las personas blancas y negras se ven tan diferentes como lucimos por fuera, pero que de alguna manera somos mágicamente iguales por dentro, es delirante. ¿Cómo podrían nuestros rostros, piel, cabello y estructura corporal ser todos diferentes, pero nuestros cerebros ser exactamente lo mismo? Este es el sinsentido que somos llevados a creer.

Los negros tienen CI inferiores, inferior control de los impulsos, y más alto niveles de testosterona en general. Sólo estas tres cosas son una receta para el comportamiento violento. Si un científico publica un artículo sobre las diferencias entre razas en Europa Occidental o Estados Unidos, puede esperar perder su trabajo. Existen rasgos de la personalidad dentro de las familias humanas, y dentro de diferentes variedades de gatos o perros, ¿entonces por qué no entre razas?

Un caballo y un burro pueden reproducirse y hacer una mula, pero aún así son animales completamente diferentes. Sólo porque nos podamos reproducir con otras razas no nos hace iguales.

En las modernas clases de historia siempre se enfatiza que, cuando hablamos sobre cosas «malas» que los blancos han hecho en la historia, son blancos. Pero cuando aprendemos sobre las numerosas, y casi incontables maravillosas cosas que los blancos han hecho, nunca se señala que estas personas fueron blancas. Sin embargo, cuando aprendemos sobre cualquier cosa importante hecha por una persona negra en la historia, siempre se señala repetidamente que fueron negros. Por ejemplo, cuando aprendemos sobre cómo el tallista de George Washington fue el primer negro lo suficientemente inteligente para abrir un maní.

Sobre otra materia quiero decir esto. Muchas personas blancas sienten como si no tuviesen una cultura única. La razón de esto es que la cultura blanca es la cultura mundial. No quiero decir que nuestra cultura esté compuesta de otras culturas, quiero decir que nuestra cultura ha sido adoptada por todos en el mundo. Esto nos hace sentir como si nuestra cultura no fuese especial o única. Digamos por ejemplo, que cada hombre de negocios en el mundo vistiese un kimono, que cada rascacielos tuviese la forma de una pagoda, que cada puerta fuese corrediza, y que todos comiesen todo usando palillos. Esto probablemente haría al hombre japonés sentir como si no tuviese una única cultura tradicional.

He notado un gran desprecio hacia las mujeres blancas mesticistas dentro de la comunidad nacionalista blanca, rayana en la demencia. Estas mujeres son víctimas, y pueden ser salvadas. Deténganse.

Judíos

A diferencia de muchos nacionalistas blancos, soy de la opinión de que la mayoría de los judíos de Estados Unidos y Europa son blancos. En mi opinión el problema con los judíos no es su sangre, sino que su identidad. Creo que si de alguna manera pudiéramos destruir la identidad judía, no causarían mucho problema. El problema es que los judíos lucen blancos, y en muchos casos son blancos, sin embargo se ven a sí mismos como una minoría. Al igual que los negros, la mayoría de los judíos siempre está pensando sobre el hecho de que son judíos. El otro problema es que ellos crean redes. Si pudiéramos de alguna manera volver azul a cada judío por 24 horas, creo que habría un despertar masivo, porque la gente sería capaz de ver claramente lo que está pasando.

No pretendo entender por qué los judíos hacen lo que hacen. Ellos son un enigma.

Hispanos

Los hispanos son obviamente un gran problema para los estadounidenses. Pero hay buenos hispanos y malos hispanos. Recuerdo mientras miraba canales de televisión hispanos, que los programas e incluso los comerciales eran más blancos que los nuestros. Ellos respetan la belleza blanca, y una buena porción de los hispanos son blancos. Es un hecho muy bien sabido que los hispanos blancos componen la elite de la mayoría de los países hispanos. Hay buena sangre blanca que vale la pena salvar en Uruguay, Argentina, Chile e incluso Brasil.

Pero siguen siendo nuestros enemigos.

Asiáticos orientales

Tengo un gran respeto por las razas del Este Asiático. Incluso si nos fuésemos a extinguir, ellos podrían continuar algo. Ellos son por naturaleza muy racistas y podrían ser grandes aliados de la raza blanca. No me opongo en absoluto a ser aliados con las razas del Noreste Asiático.

Patriotismo

Odio mirar la bandera estadounidense. El patriotismo estadounidense moderno es un absoluto chiste. Personas fingiendo que tienen algo de que estar orgullosas mientras la gente blanca es asesinada diariamente en las calles. Muchos veteranos creen que les debemos algo por «proteger nuestra forma de vida» o «proteger nuestra libertad». Pero no estoy seguro de qué forma de vida están hablando. ¿Qué tal si protegemos a la raza blanca y dejamos de pelear por los judíos? Diré esto, sin embargo, yo mismo habría preferido vivir en Estados Unidos de 1940 que en la Alemania Nazi, y no, esto no es ignorancia al hablar, es sólo mi opinión. Así que no culpo a los veteranos de ninguna guerra hasta después de Vietnam, porque al menos tenían un Estados Unidos por el cual sentirse orgullosos y pelear.

Una explicación

Por tomar un dicho de una película «Veo todas estas cosas pasando, y no veo a nadie haciendo algo al respecto. Y eso me molesta». Por tomar un dicho de mi película favorita, «Incluso si mi vida vale menos que una partícula de polvo, quiero usarla para el bien de la sociedad».

No tengo elección. No estoy en condición de, solo, ir al ghetto y pelear. Elijo Charleston porque es la ciudad más histórica en mi estado, y alguna vez tuvo la más alta proporción de negros sobre blancos en el país. No tenemos skinheads, ni verdadero KKK, nadie haciendo algo más que hablar por Internet. Bueno, alguien tiene que tener la valentía de llevarlo al mundo real, y supongo que tengo que ser yo.

Desafortunadamente al momento de escribir estoy en un gran apuro y algunos de mis mejores pensamientos, en realidad muchos de ellos se han quedado afuera y perdido para siempre. Pero creo que suficientes grandes mentes blancas ya están allá afuera.

Por favor, disculpen los errores tipográficos, no tuve tiempo de revisarlo.

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