Cristina Soledad Sánchez

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Cristina Soledad Sánchez

La Matataxistas

  • Clasificación: Asesina en serie
  • Características: Robos
  • Número de víctimas: 5
  • Fecha del crimen: Enero - Mayo 2010
  • Fecha de detención: 4 de junio de 2010
  • Fecha de nacimiento: 1979
  • Perfil de la víctima: Martin Tovar Zavala, 39 / José Alfonso Quiroz Mar / Lorenzo Alemán Marantes / Omar Pérez Velásquez / Abel Mendoza Hernández, 68
  • Método del crimen: Arma blanca
  • Lugar: Nuevo León, México
  • Estado: Condenada a 195 años y 11 meses de cárcel el 21 de diciembre de 2012. La pena fue rebajada en apelación en 65 años y meses de cárcel
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Cristina Soledad Sánchez – Condenan a 195 años de cárcel a ‘La Matataxistas’

Sexenio.com.mx

22 de diciembre de 2012

‘La Matataxistas’ es responsable de la muerte de cinco taxistas, del robo con violencia, de violación a las leyes de inhumación y exhumación, y agrupación delictuosa.

Cristina Soledad Sánchez Esquivel, conocida como “La Matataxistas”, fue condenada a 195 años y 11 meses de cárcel por un juez del municipio de San Pedro Garza García, tras dos años de diligencias.

En 2010, Sánchez Esquivel, de 35 años, fue señalada como la autora intelectual y material de cinco crímenes contra taxistas, a quienes privaba de la vida para robarlos junto a varios de sus cómplices.

Como Aarón Herrera Pérez, «El Azteca», de 27 años, a quien se le impuso una pena de 152 años y 4 meses de cárcel.

Pero aun con la pena establecida, los dos delincuentes pasarán sólo 60 años de cárcel porque es la pena máxima que la ley establece en el Estado.

Cabe recordar que “La Matataxistas” fue detenida luego de intentar asaltar a Manuel Neri Balderas, un ecotaxista de Saltillo, a quien pretendía asesinar con un cuchillo cortándole el cuello.

Pero el hombre, de 31 años de edad, forcejeó con la delincuente y sus cómplices, quien fue visto por un conductor que llamó a la policía de García, quienes detuvieron sólo a la mujer.

Tras las investigaciones, se descubrió que cinco ecotaxistas fueron tirados en un pozo de Agua y Drenaje en la zona de Icamole, a donde la mujer guiaba a sus víctimas.

La jefa de la banda, es responsable de la muerte de cinco taxistas, del robo con violencia, de violación a las leyes de inhumación y exhumación, y agrupación delictuosa.


Cristina Soledad Sánchez Esquivel

Thewomanwhokill.blogspot.com

15 de marzo de 2014

Cuándo Cristina Soledad Sánchez Esquivel subió al auto de Héctor Manuel la tarde del 4 de junio, aún no era conocida como La Matataxistas, pero ya era una asesina consumada. Pocos sabían que en un pozo de agua ubicado en El Cerro del Fraile, muy cerca de García, Nuevo León, sumergía cadáveres a casi trescientos metros de profundidad.

“No me importa que tengas familia, también la vamos a matar y a echar al pozo”, contó las sentencias de muerte Aarón Herrera Pérez, El Azteca, amigo y cómplice de quien en su juventud conoció como La Plomera, muchos años antes de ser lo que es ahora y después de que la Dirección Estatal de Investigaciones lo capturara tras la denuncia de Ezequiel Herrera Nájera, su padre.

De hecho, los investigadores de Coahuila y Nuevo León tampoco sabían que Cristina Soledad lideraba una banda de matones. Ni que había asesinado al menos a cinco hombres con características similares, entre ellos a su amante. Tiempo después, tras las sombras de su detención, confesaría que fue ultrajada y vejada en múltiples ocasiones. De ahí su odio.

“¿Crees en Dios? La libraste de milagro. Se está lamentando de no haberte matado”, habría de confiar un policía investigador a Héctor Manuel Nerio Balderas, mientras rendía su declaración en la Procuraduría General de Justicia del estado de Nuevo León la madrugada del 5 de junio, cansado y hambriento tras la batalla.

A esa hora los rotativos estaban cocinando la historia de esa mujer robusta, morena y de 31 años que abordaba taxistas: apuñalaba o disparaba en parajes de la carretera a Icamole para vender sus autos en 20 mil pesos.

Héctor Manuel, de 60 años, originario de Charcas, San Luis Potosí, dijo sentir que se le iba el aire cuando escuchó: “Usted acaba de nacer. Ya confesó que mató a cuatro”. La mano y el cuello sangraban moderadamente a causa de un navajazo.

“Tengo un mes y siete días de nacido”, respiró hondo al momento de subir el primer pasaje desde aquel ataque.

El destino sería precisamente el lugar donde iba a ser su tumba.

Y es que Cristina Soledad se paró en la acera de Periférico Luis Echeverría Álvarez, justo afuera de la central de autobuses de Saltillo, poco antes de las cuatro de la tarde. En la mano traía un boleto de autobús: su gesto serio, seño fruncido.

Pese a que varios taxistas sonaron sus claxon, ella observó, al menos así piensa Héctor Manuel, al hombre con el perfil de victimario:

“Casi todos son de mi edad, nada más ese otro pobre muchacho de Saltillo que mató”, refiriéndose a Omar Pérez Velásquez, de 31 años, avecindado en la colonia Privadas La Torre, a quien sus familiares reportaron como desaparecido el 28 de mayo ante la Fiscalía General del estado de Coahuila. Hallado finalmente en ese pozo, oscuramente muerto y en estado de descomposición.

—¿Cuánto cobra a García, Nuevo León? Es que se fue mi camión–, dijo enseñando un boleto.

—Quinientos pesos, si lleva equipaje cobro más.

Cristina Soledad negó con la cabeza, subió a la parte trasera del Nissan Tsuru. Tomó asiento del lado izquierdo. El calor era insoportable, sofocaba, sobre todo por los 130 kilómetros que duró el silencio de la pasajera durante el trayecto, únicamente fragmentado por el nerviosismo de la mujer al ver dos patrullas de la Policía Federal en el entronque de la carretera libre a Laredo.

Ella habló hasta entrar a García. Comentó que posiblemente la esperarían unos familiares; después que si la llevaba a un lugar conocido como Los Arcos de Icamole, ubicado en el kilómetro 12, cerca del poblado Cerritos y del rancho El Lagartijo.

—Hasta aquí no entro, no meto el carro a terracería”—, rompió Héctor Manuel al ver un camino de tierra bordeado por un monte inmenso, sólo escuchaba el rugir de los transformadores de energía confundiéndose con las chicharras.

—Nada más hasta la lomita, me están esperando. Ya para que no se queje voy por el dinero, por ahí vivo.

Héctor Manuel aflojó los músculos, pensó: “Aquí la espero”.

Pero Cristina Soledad brincó hacia el lado izquierdo del auto, con la mano derecha lanzó un navajazo y con la izquierda sujetó al taxista por el cuello girando su rostro. Intentó reaccionar; el cinturón de seguridad lo amarró. Ella gritó: “Hasta aquí llegaste, hijo de tu chingada madre, tanto veniste chingando que te va a cargar”.

“¿Ha escuchado usted la puerta de una bisagra cuando rechina? Así se oyó mi cuello cuando me jaló”, recordó Héctor Manuel Nerio, porque a causa del jalón el lado izquierdo del cuerpo se le durmió.

Cristina Soledad bufaba de coraje, como bestia: “Ahí viene mi comando ¿No viste que agarré el celular?”. Estaba fuera de esta realidad, pidió que su víctima bajara despacio del carro para no mancharlo de sangre. Él comentó que iba a poner el freno de mano, cuando tomó la palanca sintió la viscosidad tibia a causa de la herida que le afectó tres dedos.

Héctor Manuel apagó la marcha, dejó de sentir la opresión. Con sus manos tomó la pierna dormida; bajó del carro. Ella estaba detrás, aleccionó: “¿Ves la lomita? Vas a caminar derecho por el camino, papacito. Nada que agarras piedras o corres”.

A lo lejos observaba cuerpos, escuchaba voces de hombres. Caminó unos metros; los músculos fueron aflojando. Y corrió en medio del monte recibiendo las punzadas de la lechuguilla en sus tobillos. En su carrera tomó un leño picudo dispuesto a herir a quien se cruzara en la carrera.

Finalmente, llegó al rancho El Lagartijo. Pensó que posiblemente se tratase de cómplices de Cristina Soledad Sánchez; observó a dos pequeños que lo reconfortaron por tratarse de un lugar familiar.

Jolino, el perro guardián del rancho, ladró. Y Rolando Castañeda, encargado del lugar, salió en compañía de su amigo Felipe Solís para ver de qué se trataba. Rolando, de 30 años de edad, llevó al hombre que sangraba y pedía ayuda al Depósito Hugo, atendido por Heliodoro Aguiñaga Lara, quien vende refrescos, cervezas y frituras.

En el lugar estaba Manuel de la Cerda, de 60 años, hombre que durante los años setenta fue taxista en Monterrey y quien recordó la camaradería del oficio.

Heliodoro ofreció un trapo porque la hemorragia de Héctor Manuel había manchado el piso; él se negó pidiendo pronta ayuda telefónica a la Policía Municipal de García, quienes tardaron aproximadamente 10 minutos en llegar.

En su desesperación sangrante, Héctor Manuel dijo que escuchó cuando su atacante encendió el motor del auto. Y que posiblemente podía encontrar alguna identificación en el lugar de los hechos, a pocos metros de ahí.

Rolando, Felipe, Heliodoro y Manuel fueron a buscar, mientras Héctor Manuel interceptó a los oficiales de la Policía Municipal para explicarles, en pocas palabras, que no necesitaba atención médica, sino capturar a quien minutos antes lo había atacado. Fue condenada a 195 años y 11 meses de cárcel por un juez del municipio de San Pedro Garza García, tras dos años de diligencias.

En 2010, Sánchez Esquivel, de 35 años, fue señalada como la autora intelectual y material de cinco crímenes contra taxistas, a quienes privaba de la vida para robarlos junto a varios de sus cómplices.

Como Aarón Herrera Pérez, «El Azteca», de 27 años, a quien se le impuso una pena de 152 años y 4 meses de cárcel.

Pero aun con la pena establecida, los dos delincuentes pasarán sólo 60 años de cárcel porque es la pena máxima que la ley establece en el Estado.

Cabe recordar que “La Matataxistas” fue detenida luego de intentar asaltar a Manuel Neri Balderas, un ecotaxista de Saltillo, a quien pretendía asesinar con un cuchillo cortándole el cuello.

Pero el hombre, de 31 años de edad, forcejeó con la delincuente y sus cómplices, quien fue visto por un conductor que llamó a la policía de García, quienes detuvieron sólo a la mujer.

Tras las investigaciones, se descubrió que cinco ecotaxistas fueron tirados en un pozo de Agua y Drenaje en la zona de Icamole, a donde la mujer guiaba a sus víctimas.

La jefa de la banda, es responsable de la muerte de cinco taxistas, del robo con violencia, de violación a las leyes de inhumación y exhumación, y agrupación delictuosa.


La Matataxistas

Eduardo Rojas – Cuartopoder.mx

18 de agosto de 2013

El taxista detuvo su vehículo para darle servicio a una mujer. No llamaba la atención, parecía una pasajera más, pero en realidad era una multiasesina.

Era el 5 de junio del 2010 cuando la Policía detuvo a Cristina Soledad Sánchez Esquivel, de 31 años, quien conducía un taxi robado; la historia cambió a una asesina confesa que reconoció haber matado a cuatro taxistas y a su amante.

Los policías no podían creer lo que escuchaban. La mujer no aparentaba ser una asesina, pero detalló que abordaba los taxis, realizaba una breve charla para dar confianza al conductor y luego los atacaba con un cuchillo.

Posteriormente se apoderaba del control del vehículo y se deshacía del cuerpo arrojándolos hacia un pozo del sistema de agua potable de la ciudad.

El 7 de junio, elementos de Protección Civil acudieron al lugar donde señaló la mujer arrojaba los cuerpos. Introdujeron un cámara al pozo, no encontraron ningún cuerpo, pero sí muestras de cuero cabelludo.

Además recuperaron una fotografía de una niña que resultó ser la nieta del taxista Abdiel Mendoza Hernández, que se encontraba desaparecido desde hace dos meses. Ese mismo día, la Policía detuvo a dos menores de edad que confesaron ser cómplices de La Matataxistas.

Un día después, la mujer habló del crimen de Martín Tovar Zavala, de 39 años, quien era su amante. Luego los policías le mostraron fotografías de hombres con reportes de desaparecidos y la mujer señaló la foto de Abel Mendoza Hernández, de 68 años, y de oficio taxista.

Las historias de terror continuaron. La mujer relató que uno de los taxistas fue asaltado y golpeado pero no murió. Aun así lo aventaron a un pozo de los servicios de agua potable.

El hombre empezó a gritar pidiendo ayuda y los cómplices de La Matataxistas le arrojaron piedras en la cabeza hasta que lo mataron. El 10 de junio un hombre se presentó a declarar en contra de la mujer. Era un taxista que había sobrevivido al ataque.

Era un hombre de 54 años, quien fue agredido a cuchilladas, pero no pudieron lanzarlo a un pozo. Lo encerraron en la cajuela del taxi y de ahí el hombre escapó.

Los hechos fueron condenando a Cristina y la prensa la llamó La Matataxista. Obviamente la Policía quería saber qué motivó a la mujer a cometer los crímenes. Los psicólogos que la examinaron concluyeron que Cristina era una mujer solitaria producto de años de humillaciones por parte de los hombres.

El análisis de los especialistas señaló que tiene una actitud antisocial, frialdad afectiva, insensible al dolor ajeno, no muestra arrepentimiento y una marcada tendencia al sadismo.

Además de que tiene un patrón de vida patético a causa de vejaciones, desamor, frustración y abandono personal. Durante las entrevistas, la mujer confesó que fue víctima de abusos sexuales, y aseguró que fue ultrajada y violada.

Cristina, a pesar de ser una asesina, tuvo seis hijos: cuatro mujeres y dos hombres, que al momento de su captura tenían entre 15 y cinco años de edad. La Procuraduría de Justicia de Nuevo León le dictó una sentencia de 190 años de prisión.


Una tumba en el desierto

Eric Pichardo – Zocalo.com.mx

16 de junio de 2010

Enmedio de un marcado hermetismo de las autoridades de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) de Nuevo León, ayer fueron recuperados los cuerpos de dos víctimas más de “La Matataxistas”, Cristina Soledad Sánchez.

Los cadáveres, que hasta la tarde-noche de este martes no habían sido identificados, fueron rescatados por las autoridades de un pozo de agua que se encuentra en un paraje sobre la carretera a Icamole, a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal de García.

Llegar a este municipio es llegar a “tierra caliente”, cuentan algunos. Y sí que lo es, pues pisar la carretera de estos parajes, que arde a más de 39 grados, es una verdadera proeza.

García, centro turístico de Nuevo León, fue el lugar que la banda de “La Matataxistas” escogió para sepultar sus secretos, sus crímenes.

Aquí, en terreno inhóspito y bajo un calor abrasador, los asesinos de al menos cinco trabajadores del volante estaban seguros que el desierto sería su cómplice perfecto.

Ellos, al igual que el equipo de Zócalo Saltillo, cruzaron varias veces a la boca del pozo por este camino. Circularon como nosotros frente a las “narices” de la Policía Municipal, ubicada sobre la carretera que lleva al Centro y que está resguardada por decenas de elementos fuertemente armados.

No hay de otra, por aquí hay que pasar. Por este camino donde hay puestos de todo, gente de toda, casas y empresas de todas. Sobre esta calle, corazón de este municipio, circularon varias veces “La Matataxistas” y sus cómplices para llegar a pleno desierto.

Brecha de piedra bola

Para llegar al pozo de agua donde fueron arrojados los cuerpos de los taxistas hay que seguir por el camino a García, hasta llegar al entronque de avenida Lincoln y de ahí tomar a Icamole.

Unos 5 ó 6 kilómetros de soledad, donde no hay nada, por lo menos hasta llegar a La Venadita, una ferretera es la señal de que hemos llegado.

Justo aquí está la brecha, a las faldas del Cerro del Fraile, llena toda de piedra bola, intransitable para vehículos como en el que vamos, o como en los que varias veces los homicidas seguramente se internaron entre las hierbas y las espinas que brotan por todos lados.

Después de un par de kilómetros finalmente encontramos un retén resguardado por policías municipales que acordonaron el perímetro de acceso al pozo que se alcanza a ver en la serranía.

“¿De dónde viene? No hay paso”, nos advierte un agente municipal que intercepta nuestro camino incluso antes de bajarnos del vehículo.

Cualquier movimiento los alerta. Incluso la llegada de camionetas de peritos de la Procuraduría de Nuevo León que tienen que identificarse.

De acuerdo con las autoridades, nada ya se puede fotografiar. “Interrumpen nuestro trabajo, no nos dejan operar y po’s no se puede pasar ya. Vaya y pida informes a Monterrey”, nos dice uno de los hombres que llega al retén en una camioneta oficial sin bajarse del vehículo.

Se ve la maquinaria que intenta rescatar los cuerpos del “pozo de la muerte”, como ellos le llaman aquí, en medio del desierto, en lo más alto del monte donde los taxistas tuvieron su última carrera.

Cronología del crimen

El nombre de Cristina Soledad Sánchez, “La Matataxistas”, suena desde los primeros días de junio, cuando se dieron a conocer los macabros homicidios que ella junto con su banda delictiva realizaba.

Esta historia, que parece sacada de una novela, impactó a propios y a extraños cuando la presunta implicada confesó haber asesinado y tirado los cuerpos de sus víctimas en un pozo localizado en el Cerro del Fraile, en el municipio de García, para luego vender sus vehículos.

5 de junio

La Policía de García detiene a Cristina Soledad Sánchez, de 31 años de edad, cuando huía con un taxi robado, luego de que el hecho es denunciado por el afectado. Confiesa que junto con sus cómplices mató a tres trabajadores del volante. Manifiesta haber cometido por lo menos dos crímenes, en donde con el mismo procedimiento les arrebató la vida a dos taxistas. Menciona que luego de despojar de sus vehículos a los conductores los agredía con el arma blanca y los arrojaba en un hoyo ubicado en las faldas del Cerro del Fraile, lugar hasta donde acudieron elementos de Protección Civil.

7 de junio

Elementos de Protección Civil de Estado introducen por el ducto una cámara de video atada a una cuerda; aparentemente la cámara no registró nada, pero sí se encuentran muestras de cuero cabelludo y grasa corporal. Los peritos recuperan en los alrededores la fotografía de una niña que resultó ser la nieta de un taxista identificado como Abdiel Mendoza Hernández, desaparecido desde hacía dos meses. Dos menores fueron presentados ante las autoridades de Justicia para Adolescentes como presuntos cómplices de la mujer que participó en el asesinato de varios taxistas; ambos se encuentran libres.

8 de junio

Hasta un ex novio de “La Matataxistas” habría sido asesinado por la mujer. La multiasesina reconoció en foto a otro trabajador del volante desaparecido y afirmó que los mató a ambos. La Policía Ministerial mostró varias fotografías a Cristina Soledad Sánchez Esquivel. “La Matataxistas” identificó plenamente a uno como Martín Tovar Zavala, de 39 años, quien era su amante y una víctima más, al igual que la imagen de un taxista habitante de García de nombre Abel Mendoza Hernández, de 68 años.

9 de junio

Uno de los taxistas que fue asaltado y masacrado por “La Matataxistas” y su banda fue arrojado vivo a la fosa de Agua y Drenaje, según reveló la acusada durante los interrogatorios a los que fue sometida por la Policía Ministerial. Cristina Soledad Sánchez Esquivel también dijo que el taxista presuntamente se atoró y empezó a gritar que lo ayudaran; pero sus compinches le arrojaron varias piedras en la cabeza hasta que presuntamente lo mataron.

10 de junio

Un hombre que sobrevivió al ataque de Cristina Soledad Sánchez Esquivel, “La Matataxistas”, narró a un noticiero la amarga experiencia de la que fue protagonista. El hombre de 54 años, habitante de la colonia San Pedro 400, describió que luego de haber sido golpeado, la agresora, junto con sus cómplices, trataron de asesinarlo a navajazos y lanzarlo a la fosa, pero no pudieron. Luego de ser encerrado en la cajuela del vehículo, la víctima logró escapar.

11 de junio

Al ser capturado en Saltillo, un cómplice de “La Matataxistas” detalló la forma como mataban a sus víctimas, narró la extrema violencia de Cristina Soledad Sánchez, y aseguró que recibía 300 pesos por participar en los asesinatos. Aarón Herrera Pérez, “El Azteca”, fue capturado el viernes 11 de junio, cuando se encontraba trabajando en una maderería en la capital del estado de Coahuila.

14 de junio

Tras realizar los trabajos de búsqueda en la fosa ubicada en las faldas del Cerro del Fraile, en la comunidad conocida como La Venadita, los elementos lograron extraer uno de los cuerpos que se encontraba a casi 272 metros de profundidad. Fue cerca de las 18:00 y después de remover estas piedras que fue liberado el cuerpo de una persona masculina, la cual vestía un pantalón de mezclilla y una camisa, sin que las autoridades pudieran identificarla en ese momento, ya que se encontraba en estado de descomposición con al menos tres semanas de haber fallecido.

15 de junio

Un saltillense que colaboró en la detención de esta banda, narró a un noticiero regiomontano que sentía temor por su seguridad y la de su familia ante las posibles represalias. El taxista relató los momentos de angustia que vivió cuando fue herido en la mano derecha con una navaja y amenazado de muerte por Cristina Sánchez, para después huir y pedir auxilio a la policía regiomontana, a quienes todavía ayudó en la detención de la llamada “Matataxistas”. Los cuerpos de dos víctimas más de Cristina Soledad Sánchez fueron rescatados por la Agencia Estatal de Investigaciones.

 


VÍDEO: CONFESIONES DE LA MATATAXISTAS (PARTE 1)

VÍDEO: CONFESIONES DE LA MATATAXISTAS (PARTE 2)


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