
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Violador
- Número de víctimas: 14 + 1
- Fecha del crimen: 1987 - 1998
- Fecha de nacimiento: 5 de noviembre de 1966
- Perfil de la víctima: Elandra Bunn, 33 / Cynthia Annette Johnson, 30 / Brenda Bries, 37 / Paula Vance, 38 / Mildred Beasley, 45 / Natalie Price, 31 / Desarae Jones, 29 / Andrea Tripplett, 29 / Mary Edwards, 41 / Debra Williams, 32 / Regina Washington, 27, y su hijo no nacido / Anita Fishman, 31 / Annette Ernest, 26 / Diane Johnson, 21
- Método del crimen: Estrangulación
- Lugar: Los Angeles, Estados Unidos (California)
- Estado: Condenado a pena de muerte por 11 asesinatos el 10 de julio de 2007. Condenado a pena de muerte por segunda vez el 26 de junio de 2014 por otros 4 asesinatos
Índice
Chester Turner
Última actualización: 26 de abril de 2016
Chester Dewayne Turner (nacido el 5 de noviembre de 1966) es un asesino en serie estadounidense. El 30 de abril de 2007 fue encontrado culpable del asesinato de 10 mujeres en Los Ángeles, y también fue hallado culpable de la muerte del hijo no nacido de una de sus víctimas. El 19 de junio de 2014 fue encontrado culpable de 4 asesinatos más.
Los fiscales han llamado a Turner «uno de los asesinos en serie más prolíficos en la historia de la ciudad». El 10 de julio de 2007, Turner fue condenado a muerte por los primeros 11 asesinatos. El 26 de junio de 2014, Turner fue condenado a muerte por segunda vez para los 4 asesinatos adicionales.
Biografía
Turner nació en Warren, Arkansas, pero se trasladó a Los Ángeles con su madre cuando tenía cinco años, después de que sus padres se separaran. Estudió en colegios públicos de Los Ángeles, pero no terminó el Instituto.
De joven trabajó en Domino’s Pizza como cocinero y repartidor, mientras vivía con su madre hasta que esta se traslado a Utah. Cuando se quedó solo vivió en albergues para sin techo y misiones.
Turner fue encarcelado 7 veces entre 1995 y 2002, seis por ofensas no violentas y una por asalto a un oficial de policía el 9 de abril de 1997.
Asesinatos
Turner fue hallado culpable de 11 asesinatos que ocurrieron en Los Ángeles entre 1987 y 1998. Los primeros 9 asesinatos tuvieron lugar en cuatro manzanas de la calle Figueroa Street entre la Avenida Gage y la calle 108:
- Diane Johnson, de 21 años, cuyo cadáver parcialmente desnudo y estrangulado fue hallado en marzo de 1987 en una carretera en construcción al oeste de Harbor Freeway.
- Annette Ernest, de 26, hallada en la cuneta de una carretera en octubre de 1987, estrangulada y parcialmente desnuda.
- Anita Fishman, de 31, estrangulada y también desnuda parcialmente, cuyo cadáver fue hallado en la puerta de un garaje en un callejón de la calle Figueroa en enero de 1989.
- Regina Washington, de 27, también hallada parcialmente desnuda y estrangulada dentro de un garaje de la calle Figueroa en septiembre de 1989. Washington estaba embarazada de seis meses. La muerte del feto se atribuyó por los forenses al estrangulamiento de la madre, por lo que su muerte fue considerada como un homicidio.
- Andrea Tripplett, de 29, estrangulada, se encontró parcialmente desnuda detrás de un edificio vacío en la calle Figueroa en abril de 1993.
- Desarae Jones, de 29, hallada estrangulada junto a vivienda deshabitada en mayo de 1993.
- Natalie Price, de 31, encontrada parcialmente desnuda y estrangulada en una vivienda abandonada en febrero de 1995.
- Mildred Beasley, de 45, hallada igualmente semidesnuda y estrangulada entre unos arbustos en la calle 110 en noviembre de 1996.
Los dos últimos asesinatos tuvieron lugar fuera de esa zona en el Condado de Los Ángeles:
- Paula Vance, de 24 años, encontrada en una tienda, Olympia Tool, en Azusa en febrero de 1998.
- Brenda Bries, de 39, hallada estrangulada en un W.C. portátil cerca de Little Tokyo en abril de 1998.
El asesinato de Paula Vance fue visto por un testigo que paseaba por un parque de caravanas.
En marzo de 2002 Turner violó a una mujer de 47 años durante más de dos horas, amenazándola con matarla si acudía a la Policía. Fue encontrado culpable y condenado a 8 años de prisión y obligado a facilitar una muestra de ADN que fue introducida en el CODIS (Combined DNA Index System).
En septiembre de 2003, gracias a esa muestra de ADN se identificó a Turner como el autor de los asesinatos de Paula Vance y Mildred Beasley. Los detectives investigaron el pasado de Turner y consiguieron relacionarle gracias al ADN con nueve de los once asesinatos sin resolver.
Condenas de asesinato adicionales y segunda sentencia de pena de muerte
El 19 de junio de 2014, Turner fue encontrado culpable de cuatro asesinatos adicionales. Las víctimas fueron Elandra Bunn, de 33 años; Deborah Williams, de 32; Mary Edwards, de 41; y Cynthia Annette Johnson, de 30. El 26 de junio de 2014 fue condenado a otra pena de muerte por estos asesinatos.
Chester Turner: un hombre sociable
José Luis Durán King – Operamundi-magazine.com
10 de febrero de 2013
La gente que conoció a Turner nunca sospechó que estuviera relacionado con la cadena de crímenes que costó la vida a 13 mujeres, dos de ellas sacrificadas en estado de gravidez, aunque muchos sabían que el hombre tenía un temperamento violento, que era bebedor empedernido y visitante asiduo de los distritos rojos.
Siempre estuvo alejado de los reflectores. Fue un fantasma agresivo que, incluso cuando fue grabado por una cámara mientras violaba salvajemente a una vagabunda retrasada mental, tuvo la suerte de que su rostro nunca fuera captado por el dispositivo de vigilancia.
A Chester Turner se le considera el asesino serial más prolífico en la historia de Los Ángeles. Pese a lo anterior, el inicio de sesiones de su juicio estuvo vacío. Los medios, la gente, prefirieron asistir a la corte en la que el famoso Phil Spector -el músico y productor estadounidense que trabajó con los Beatles- comenzó su defensa ante la acusación de haber asesinado a una actriz.
El frenesí de la fama en Estados Unidos es un tornado que arrasa masas entusiastas de curiosos que hurgan en las conductas morbosas buscando una piedra filosofal que transforme en oro, aunque sea brevemente, la vida de alienación y anonimato por la que transitan al día millones de ciudadanos de aquel país. «Yo estuve ahí» es la consigna que atrae como miel a las moscas de panteón. Y no falla. Desde el juicio a Charles Manson hasta el de Jeffrey Dahmer, el fenómeno de los coleccionistas de escalofríos se repite cada año.
No sucedió así en el caso de Chester Turner. ¿Por qué? Muchos factores contribuyeron para que el caso pasara de noche y fuera relegado a las páginas interiores de los medios impresos, aunque el principal quizá sea el que adujo Jeff Victoroff, profesor de neurología y psiquiatría de la Universidad del Sur de California: las víctimas de Turner fueron mujeres de origen afroamericano, adictas, pobres, damas proscritas por la historia, muy lejos de las glamorosas rubias de extractos clasemedieros.
Década oscura
El contexto histórico que circundó el periodo criminal de Chester Turner no pudo ser más apropiado. Los años 80 en Los Ángeles vieron levantar enormes marejadas de drogas sintéticas. También significó la época de oro de William Bonin, Richard Ramírez, Ed Kemper, de los primos Bianchi y Buono, y de Vaughn Greenwood, que tenía como afición rebanar la garganta de las personas mientras éstas dormían.
Los asesinatos de Chester Turner de alguna manera cierran un periodo cruento que arrojaba al año decenas de investigaciones de asesinato serial. En 1987, el cadáver semidesnudo de Diane Johnson fue hallado al lado de la autopista 110. En ese mismo año, Eleandra Bunn y Annette Ernest perdieron la vida en manos del victimario de la joven Johnson. Las tres mujeres fueron violadas repetidamente antes de ser sacrificadas.
Las víctimas Johnson, Bunn y Ernest unieron sus nombres a las decenas de mujeres afroamericanas asesinadas durante los años 80, provocando que en 1986 se formara la Coalición Negra de Lucha Contra los Asesinos Seriales, grupo que añadió mayor presión ante los escasos logros de las autoridades.
En respuesta, el Departamento de Policía de Los Ángeles integró una unidad de 49 detectives, asignados de tiempo completo a resolver la ola de homicidios, la cual fue disuelta después de no alcanzar resultados positivos.
Invisible
Tras la separación de sus padres, Chester Turner, de cinco años, llegó en compañía de su madre a Los Ángeles. Nunca sobresalió en la escuela, abandonando los estudios poco después de ingresar en el Instituto. A partir de ese momento alternó su tiempo en trabajos informales y estancias en la prisión por delitos de poca monta.
La gente de su vecindario nunca sospechó que Turner estuviera relacionado con la cadena de crímenes que costó la vida a 13 mujeres, dos de ellas sacrificadas en estado de gravidez. Aunque era un hombre aparentemente integrado a su comunidad, algunos de sus conocidos sabían que tenía un temperamento violento, bebedor empedernido y visitante asiduo de la zona roja de Figueroa.
Fue precisamente esa integración social la que lo hizo invisible para las autoridades, quienes en un principio detuvieron a David Allen Jones, de 28 años, como sospechoso principal de los homicidios. Sin embargo, cuando Jones llevaba más de diez años en prisión, la policía cotejó las muestras de semen recabadas en algunos de los asesinatos, concluyendo que habían detenido al individuo equivocado, mientras que el verdadero culpable estaba libre y posiblemente practicando su pasatiempo favorito.
La violación de María Martínez en 2003 condujo a los investigadores a una nueva ruta de pesquisas. Después de ser brutalmente violada, Martínez acudió a la policía, pero su testimonio fue subestimado debido a que la mujer tenía antecedentes penales y consumía drogas. Un trabajador social aconsejó a Martínez para que insistiera en su acusación. Así lo hizo y el cotejo de la muestra de semen con los líquidos recabados en las mujeres asesinadas desembocó en la detención de Chester Turner.
En 2004, David Allen Jones fue liberado, después de 11 años en prisión y además del clásico «usted perdone» recibió una indemnización de 720 mil dólares.
El 30 de abril de 2007, Turner fue convicto por el asesinato de diez mujeres. Su aprehensión contribuyó a que se desempolvaran más de 100 archivos de casos fríos en los que el hombre pudo haber participado. Aunque el caso permanece temporalmente abierto, es casi imposible que Chester Turner evada la pena de muerte.
Dos veces sentenciado a muerte
José Luis Durán King
5 de julio de 2014
Chester Turner fue un monstruo de enorme apetito sexual que acabó con la vida de más de una decena de mujeres en una época en la que en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, los homicidas seriales hacían cola para ganar los titulares de los periódicos.
William Bonin, Richard Ramírez, Ed Kemper, los primos Bianchi y Buono, Vaughn Greenwood y por supuesto el mencionado Turner trabajaron con prisa y sin pausa para que la ciudad californiana fuera denominada «la capital del asesinato serial en el mundo».
Turner, un repartidor afroamericano de pizzas, montó su obra letal en los años 80 y 90. Era un bebedor compulsivo, un tipo violento, visitante asiduo de los distritos rojos angelinos y descuidado al momento de atacar.
Pero también fue un criminal prácticamente invisible para la gente que lo conocía, para la policía y para los medios. Y la suerte estuvo de su lado por mucho tiempo. Incluso una vez fue grabado por una cámara de vigilancia mientras violaba a una vagabunda retrasada mental, solo que su rostro no fue captado por el dispositivo.
Esa indiferencia lo acompañó cuando comenzó su juicio después de que fue detenido, en septiembre de 2003. Pese a ser quizás el homicida más prolífico de Los Ángeles, la sala de la Corte estuvo prácticamente vacía.
Para Jeff Victoroff, profesor de neurología y psiquiatría de la Universidad del Sur de California, la explicación de ese fenómeno tiene que ver con el hecho de que las víctimas de Turner fueron mujeres de origen afroamericano, adictas, pobres, damas proscritas por la historia, lejos de las glamurosas rubias de extractos clasemedieros.
Para quitar presión por el alto índice de mujeres afroamericanas asesinadas o consecuencia de investigaciones mal llevadas, las autoridades detuvieron a un hombre llamado David Allen Jones, de 28 años, quien estuvo 10 años en prisión por una cadena de homicidios en la que no participó.
La violación de María Martínez en 2003 finalmente condujo a la policía a enmendar su error. El cotejo de la muestra de semen con los líquidos recabados en las mujeres asesinadas desembocó en la detención de Chester Turner y en la liberación de David Allen en 2004.
El 30 de abril de 2007 Turner fue sentenciado a muerte por el asesinato de 10 mujeres, incluyendo el de una que estaba embarazada, caso en el que le añadieron 15 años al homicida por la muerte de un bebé no nacido, pero que al momento de morir junto con su madre tenía seis meses y medio de gestación.
Pero la maquinaria punitiva no se detuvo y un grupo de agentes continuó trabajando en más de 100 expedientes de casos fríos.
En junio pasado, la policía de Los Ángeles anunció que Chester Turner, de 47 años, huésped del corredor de la muerte, es responsable de haber asesinado a Cynthia Annette Johnson, de 30 años; Elandra Bunn, de 33; Mary Edwards, de 42, y Deborah Williams, de 28, quienes murieron en manos del entonces repartidor de pizzas durante una época en que el consumo de crack fue epidémico y que arrojó a muchas mujeres a la prostitución como un medio para costear su adicción.
Con la adenda de los cuatro asesinatos, un jurado de Los Ángeles determinó la aplicación de la pena de muerte para Chester Turner, no obstante que un veredicto similar fue determinado en 2007.
La declaración de una mujer llamada Gwendolyn Cameron resume el sentir de algunos de los familiares de las víctimas: «Estoy feliz», señaló. «Se ha hecho justicia. Él es un animal, no tiene alma».
Dianna Bright, hermana de una mujer que fue tirada en el estacionamiento de un hotel, más relajada, añadió: «Podemos respirar ahora y seguir adelante. Es un gran alivio para mí».