
- Clasificación: Asesina
- Características: Envenenadora - Parricida
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 22 de diciembre de 1935
- Fecha de detención: 10 de febrero de 1936
- Fecha de nacimiento: 1904
- Perfil de la víctima: Frederick Bryant, de 39 años (su marido)
- Método del crimen: Veneno (arsénico)
- Lugar: Dorset, Inglaterra, Gran Bretaña
- Estado: Ejecutada en la horca el 15 de julio de 1936
Charlotte Bryant
Última actualización: 1 de enero de 2016
Irlandesa de 33 años, analfabeta. Ejecutada en 1936 por el asesinato de su esposo.
Los Bryant se conocieron en Londonderry durante las revueltas de Irlanda, cuando Frederick prestaba sus servicios en la Policía Militar Británica. Contrajeron matrimonio y fueron a instalarse en Coombe, una pequeña aldea de Dorset.
Frederick Bryant, hombre afable y pacífico, trabajaba como jornalero en una granja. Charlotte Bryant le dio cinco hijos, aunque su conducta hacía dudar de que todos fuesen realmente de su esposo. Tenía tendencias ninfomaníacas y, siendo analfabeta y no pudiendo ahogar sus desordenados deseos en la lectura de folletines amorosos, pasó a la acción, llegando a ser famosa en todas las tabernas de Dorset.
Frederick nunca hizo ninguna objeción a las aventuras amorosas de Charlotte y tampoco protestó cuando en 1933 alquilaron un camastro en la cocina a un gitano buhonero llamado Leonard Parsons y éste se convirtió en el amante de su mujer. Parsons pasaba temporadas en casa de los Bryant, que alternaba con recorridos de los pueblos de los alrededores ejerciendo su negocio o con visitas a su «esposa», una gitana llamada Priscila Loveridge, y sus cuatro hijos.
En mayo de 1935, Bryant sufrió el primero de una serie de ataques que el médico de la localidad, el Dr. MacCarthy, diagnosticó como gastroenteritis.
El 19 de diciembre de 1935, Charlotte Bryant, no pudiendo resistir el deseo de ver de nuevo a su amante, fue a buscarle a un campamento de gitanos cercano a Weston-super-Mare; no pudo encontrar a Parsons, pero tropezó, en cambio, con la celosa Priscilla y con la madre de ésta, Mrs. Penfold (gitana de terrible temperamento que acostumbraba a fumar en pipa). Las dos mujeres la insultaron y maltrataron.
El 20 de diciembre, Frederick cayó enfermo de nuevo y, ante la gravedad de su estado, el doctor ordenó su traslado al hospital, donde murió dos días más tarde. Cuando se le comunicó a Charlotte Bryant que se iba a hacer una encuesta sobre la muerte de su marido, hubo que explicarle detalladamente el significado de esta palabra. Charlotte Bryant se encolerizó ante las sospechas de la policía, pero al descubrirse en el estómago de Bryant una dosis de arsénico, se llevó a cabo un registro de la casa.
El día 10 de febrero de 1936 fue acusada de envenenar a su marido, Frederick Bryant.
El juicio se celebró en mayo bajo la presidencia del juez Mr. Mackinnon. Actuó como fiscal Sir Terence O’Connor y se encargó de la defensa Mr. David Casswell.
En un montón de basura del jardín trasero de los Bryant se había hallado una lata que contenía restos de arsénico y que fue identificada por una firma fabricante de herboricidas como uno de sus envases.
Cuando su defensor preguntó a Charlotte Bryant si había adquirido algún veneno, ésta le miró como si no le comprendiera y contestó: «No lo sé; no sé lo que es veneno».
Sin embargo, reconoció como suyo un abrigo en cuyos bolsillos se encontraron restos de arsénico. Pristilla Loveridge y Mrs. Penfold pusieron una nota de color en el proceso con sus estrafalarias vestiduras y su original lenguaje.
Parsons parecía insensible ante la desgracia de su amante; ella misma no parecía preocuparse mucho de lo que pudiera ocurrirle, oyendo distraídamente a los testigos mientras masticaba caramelos y pastillas de goma.
Priscilla describió a su «marido» como «el sueño de cualquier mujer, capaz de destruir el hogar más feliz»; afirmación un poco difícil de creer puesto que Parsons, siempre sucio y sin afeitar, no parecía precisamente el prototipo de Don Juan.
Charlotte Bryant fue condenada a muerte y ejecutada el 15 de julio de 1936. Todavía sorprende a los investigadores del caso que creyese necesario deshacerse de un marido tan tolerante.