
- Clasificación: Crimen sin resolver
- Características: Móvil desconocido - La joven fue asesinada en el interior de su vehículo, donde se descubrió una bufanda negra con unos escudos bordados que, junto a otros indicios, marcaron los primeros años de la investigación
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 25 de enero de 2004
- Perfil de la víctima: Sheila Barrero Fernández, de 22 años
- Método del crimen: Arma de fuego - La investigación reveló que Sheila murió por un disparo en la nuca a «cañón tocante»
- Lugar: León - Asturias, España
- Estado: La Guardia Civil consideró a Borja Vidal Gómez, de 19 años y exnovio de Sheila, sospechoso principal del crimen. El joven fue detenido seis meses después del asesinato, pero finalmente fue puesto en libertad al no existir pruebas concluyentes
Índice
- 1 El caso Sheila Barrero – Una bufanda en el coche
- 2 La Guardia Civil insiste en Borja Vidal como sospechoso del crimen de Sheila
- 3 Ni quién ni por qué, sólo dónde y cómo
- 4 La familia de Sheila Barrero piensa que hay más de un implicado en el crimen
- 5 El único imputado por el crimen de Sheila Barrero declarará ante el juez el día 14
- 6 El juez archiva la causa contra el único imputado por la muerte de Sheila Barrero
- 7 La Audiencia Provincial confirma el sobreseimiento del crimen de Sheila Barrero
- 8 La familia de Borja Vidal quiere limpiar su nombre al quedar clara su inocencia en el «caso Sheila»
- 9 La madre de Sheila Barrero exige reabrir el caso con una acampada
- 10 La madre de Sheila Barrero abandona su acampada tras 18 días ante los juzgados
- 11 Un pueblo maldito
- 12 Once años llorando a Sheila
- 13 Doce años después, persiste la incógnita sobre el crimen de Sheila Barrero
- 14 «Es vergonzoso», dice la familia de Sheila Barrero tras 12 años sin resolver el crimen
- 15 «Hay gente que sabe qué ocurrió y no habla», dice la madre de Sheila Barrero
El caso Sheila Barrero – Una bufanda en el coche
Cruz Morcillo / Pablo Muñoz – ABC.es
17 de agosto de 2006
Sheila Barrero, de 22 años, regresaba a su casa tras una noche de trabajo, diversión y copas. En el alto de La Collada, paso entre el valle de Laciana (León) y Asturias, alguien la adelantó, subió a su coche, la disparó en la nuca y aparcó luego el turismo
El fin de semana del 24 y el 25 de enero de 2004 un intenso frío, húmedo, calaba hasta los huesos en el valle de Laciana, una comarca minera ahora en dificultades por la crisis en el sector. Villablino, el pueblo más importante de la zona, no era una excepción.
Sheila Barrero no había nacido allí, sino en Degaña (Asturias), situada a tan sólo unos kilómetros de Villablino, pero trabajaba en un pub de ese pueblo leonés, lo que la hacía ser muy conocida. Entre semana, la chica, que había estudiado Turismo, estaba empleada en una agencia de viajes de Gijón, pero completaba sus ingresos con el pluriempleo del local de copas. Era, por tanto, una joven normal, de su tiempo, no muy alta pero sí atractiva.
El viernes 23 Sheila viajó desde Gijón a su casa de Degaña a bordo de su Peugeot 206. Esa misma noche trabajó en el pub. Al día siguiente, su padre la acompañó a un taller de Villablino para que realizaran una revisión al turismo. Luego, padre e hija regresaron a su casa.
Sheila, pues, se había quedado sin coche para ir a trabajar. Por eso quedó con unos amigos para que la fueran a buscar a su casa a las diez y media de la noche. Así lo hicieron, y al llegar a Villablino, junto a un grupo de amigos y amigas, se dirigieron a un local a comer una hamburguesa. A medianoche ella se fue al pub, mientras el resto del grupo seguía la ronda.
Pasadas las tres de la mañana se produjo un hecho anecdótico pero clave en el posterior desarrollo de los hechos. El hijo del dueño del taller llegó al local con su novia y al ver a Sheila le dijo que ya tenía arreglado el coche, que estaba estacionado fuera y además le dio las llaves. La joven, lógicamente, se lo agradeció porque ya no tenía que molestar a nadie para volver a su casa.
Sobre las cuatro de la madrugada, los amigos de Sheila llegaron al pub donde ésta trabajaba y allí permanecieron hasta las siete de la mañana. Luego, para rematar la velada, se fueron a tomar otra copa, aunque ella sólo consumió coca-cola. El cansancio hacía ya mella y dijo que se volvía a casa.
Dos de sus amigos se ofrecieron a llevarla en coche hasta donde ella tenía aparcado el suyo. Luego, los dos vehículos, uno detrás de otro, fueron hasta Caboalles de Abajo, donde por fin se separaron. Ellos enfilaron hacia el alto de Leitariegos; ella se dirigió hacia el puerto de La Collada.
En ese momento, los chicos se dieron cuenta de que uno de los faros del Peugeot 206 de Sheila no funcionaba, así que se lo advirtieron y le pidieron además que les llamara al llegar a su casa para quedarse tranquilos.
El alto de La Collada está a menos de diez minutos del cruce de Caboalles, sobre todo para una chica como Sheila a la que le gustaba pisar el acelerador. Además, conocía la carretera palmo a palmo, por lo que la llovizna y la escasa visibilidad -esa mañana no fue plena hasta las nueve menos veinticinco- tampoco le suponían una dificultad especial.
Pero pasaban las horas y la joven no llegaba a su casa. El padre, en principio, no se preocupó porque pensó que se habría quedado a dormir en Villablino, con su hermano, ya que aún creía que no tenía coche. Cuando su madre le llamó para preguntar por Sheila, éste respondió que no estaba allí. La mujer, inquieta, telefoneó a su hija. No hubo respuesta.
Ese día, como todos los domingos, la familia se juntaba a comer en Degaña. El hermano de Sheila, su cuñada y su sobrina pasaron por La Collada a las doce y media y él se percató de que un coche similar al de la joven estaba aparcado junto a una zona recreativa. Extrañado, dejó a su familia con sus padres y regresó al puerto para comprobar si era el turismo de su hermana y si ella estaba allí, quizá indispuesta.
Poco después, al acercarse, vio que en efecto Sheila estaba dentro del coche, aparentemente bien sentada. Al abrir la puerta la movió y se dio cuenta de que su hermana estaba muerta… Salió corriendo a la carretera y paró el primer vehículo que pasó, que conducía un minero. Segundos después llamaron al 112. La Guardia Civil de Villablino recibió el aviso a la una y veinte de la tarde.
La investigación reveló que Sheila murió por un disparo en la nuca a «cañón tocante», realizado desde el asiento de atrás y con un arma probablemente rectificada del 6,35. No había huellas significativas en el coche. No le habían robado nada. Lo único llamativo era una bufanda negra con un escudo bordado que aún nadie ha reconocido como suya.
El cadáver fue «colocado», ya que tenía una mano encima de la otra y los pies en una posición extraña. Es revelador, además, que la chica, ya muerta, estuvo algún tiempo volcada sobre el asiento del copiloto, como lo demuestran los rastros de sangre.
Desde el primer día, la Policía Judicial de la Guardia Civil de Villablino y la Comandancia de Asturias se volcaron en el caso, al que luego se incorporó también la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado. Lo primero que se hizo fue interrogar a todos los amigos de Sheila, a prácticamente todos los jóvenes de Villablino. La principal hipótesis de trabajo era entonces, y aún lo es hoy, la venganza. Luego se amplió el círculo a su entorno laboral y al familiar. Más tarde a las personas que trabajaban cerca de la Collada o pasaban habitualmente por allí, ya fueran mineros, empleados de mantenimiento de carreteras, conductores profesionales… En total, más de 600 entrevistas. Incluso se analizaron todas las comunicaciones realizadas ese día en la zona.
Precisamente esta gestión llevó meses después hasta un grupo de cazadores que declararon que a primeras horas de esa mañana habían visto dos coches estacionados, uno detrás de otro, prácticamente en el centro de la carretera, junto al alto de La Collada, en dirección a Asturias. Uno de los vehículos, además, era similar al de Sheila…
La hipótesis de la Guardia Civil es que el asesino adelantó con su coche a la joven y frenó delante de ella. Sheila lo tenía que conocer, porque no intentó una maniobra de evasión, perfectamente posible dado que el ancho de la carretera lo permite. Luego, el desconocido bajó del turismo, y ella abrió la ventanilla. Entró en el Peugeot 206 por la puerta de atrás y le disparó en la nuca. Ya muerta, apartó un poco el cadáver y estacionó el coche junto al área recreativa. Finalmente huyó en su vehículo. Nadie lo vio. Nadie recuerda haberse cruzado ese día con vechículos. La falta de visibilidad, el mal tiempo y lo temprano de la hora de un día festivo fueron los mejores aliados del asesino.
Las pesquisas se centraron en un antiguo novio de Sheila, vecino de Villablino, con el que no había acabado bien. Sus padres aseguran que él no pudo ser, porque no salió de casa ese fin de semana. Sin embargo, no está claro que ellos sí estuvieran en la vivienda familiar, ya que los sábados y domingos solían pasarlos fuera para jugar al golf. Este chico conocía el coche de la víctima y conducía, aunque no tenía carné. Además, horas después del crimen se le hizo la prueba de detección de sustancias para ver si había disparado un arma y se le encontraron algunos restos en una mano que así lo indicaban, aunque los análisis no fueron concluyentes. La mañana del asesinato se comportó de forma extraña. Con todos estos indicios, el juez ordenó su detención. Sin embargo, tras tomarle declaración lo dejó en libertad.
Los agentes, en cualquier caso, no desfallecen y continúan trabajando. Creen que hay alguien que sabe algo y no lo ha dicho. Si se decide a colaborar, su identidad y su testimonio serán siempre un secreto. También se analizan nuevas muestras en el laboratorio. Se reconstruye asimismo la película del crimen. La familia de Sheila no olvida. La Guardia Civil, tampoco.
La Guardia Civil insiste en Borja Vidal como sospechoso del crimen de Sheila
D. López – Diariodeleon.es
29 de julio de 2004
La policía judicial de la Guardia Civil sigue considerando a al joven Borja Vidal como principal sospechoso del homicidio de Sheila Barrero, la joven de la localidad asturiana de Degaña, asesinada en la madrugada del 25 de enero en el alto de La Collada cuando regresaba a su casa después de trabajar en un pub de Villablino.
A pesar del auto dictado el pasado lunes por el titular del Juzgado de Instrucción de la localidad asturiana de Cangas del Narcea, dejando en libertad provisional al joven de Villager de Laciana que había sido detenido por la Guardia Civil el pasado viernes, fuentes que han tenido acceso directo al sumario y a la investigación han asegurado a este periódico que la prueba aportada al juez relaciona directamente al joven en libertad provisional con el arma asesina, una pistola de 6,35 milímetros y que se trataría, según las mismas fuentes, de una prueba «objetiva».
De acuerdo con estos datos, la prueba de la pólvora descarta por completo que los restos encontrados en el joven correspondan a una escopeta, «porque un disparo de escopeta dejaría los restos de pólvora en partes de la cara o los hombros, y a este chico se le localizaron en los dedos índice y pulgar, como se refleja en el sumario».
Así mismo, se aseguró que los componentes químicos son diferentes a los de un arma de caza, y que además «se corresponden con los del casquillo que fue localizado en el interior del vehículo de la joven». De igual manera, la investigación insiste en descartar que el joven haya estado acompañado por sus familiares durante todo el fin de semana, tal y como han testificado en reiteradas ocasiones sus propios allegados y se insiste en que el chico durmió solo en casa esa noche, lo que por parte de la Guardia Civil se consideraría una prueba más a favor de las investigaciones que se mantienen abiertas.
La familia clama su inocencia
Por otra parte, según informa desde Villablino José Luis Vega, el abogado de la familia del joven detenido el pasado viernes por la policía judicial de la Guardia Civil como presunto autor del homicidio de Sheila Barrero y que el juez dejó en libertad el pasado lunes, insistió ayer en resaltar en una rueda de prensa celebrada en Villablino la inocencia de Borja Vidal, agradeciendo el apoyo de vecinos y allegados durante todo este proceso, y recriminando la actitud de determinados medios de comunicación.
El portavoz familiar, Pedro González, destacó que el joven se encuentra en libertad «después de soportar con entereza una pesadilla personal y familiar», afirmó que «lo que ya era de por sí muy grave, la detención de un inocente, se ha hecho aún más difícil de soportar debido a la actuación irresponsable de algunos medios de comunicación» e insistió en que adoptarán medidas judiciales, aunque según comentó «ninguna condena, por dura que sea, podrá reparar ni el linchamiento personal ni el daño moral al que Borja ha sido sometido».
No obstante, también quiso rendir un aplauso «para los profesionales que han sabido, por encima de cualquier otro interés, informar de los hechos y conservar el respeto por la intimidad de la familia», extendiendo este agradecimiento a vecinos y amigos «por permanecer ahí en la peor circunstancia posible». Además subrayó: «La fe que han mantenido honra a Borja y os honra también a vosotros, no lo olvidaremos nunca». De igual manera, y en contra de algunos rumores, el portavoz de la familia quiso destacar «el excelente trato humano dispensado a Borja Vidal Gómez en las dependencias de la policía judicial, gracias de todo corazón», resaltó el abogado de la familia. Así mismo esta familia se puso a disposición de la de Sheila Barrero «en la esperanza de que el culpable sea detenido».
Ni quién ni por qué, sólo dónde y cómo
C. Vergara / M. Romero – Diariodeleon.es
7 de febrero de 2005
Sheila Lorena Barrero Fernández era la menor de cuatro hermanos. Tenía 22 años cuando le sesgaron la vida en el gélido amanecer del 25 de enero del 2004. No era confiada en exceso y sabía muy bien cómo parar los pies a cualquiera. Quienes la conocían dicen que era de ese tipo de personas con magnetismo y un gran poder de atracción.
La «nena», como la llamaba cariñosamente su madre, se había diplomado en Turismo y trabajaba en una agencia de viajes en Gijón de lunes a viernes. El atractivo de un dinero extra la llevó a poner copas los sábados por la noche en un conocido pub de Villablino. A partir de su salida de este establemiento [establecimiento], todo es confusión. La familia, que no ha cejado en su lucha por agotar cualquier posibilidad que ayude a encontrar al asesino o asesinos de Sheila, ha solicitado la reconstrucción de los hechos que sucedieron esa funesta madrugada. A la espera de que se desarrolle la citada recreación y lejos de suplantarla, el entorno de la joven sostiene que así transcurrieron sus últimas horas.
Desde que sale de casa hasta el cierre del pub donde trabaja
A las diez de la noche del día 24 de enero, Sheila se está arreglando en su casa. Como cualquier joven de su edad era coqueta, aunque limitaba mucho su gasto en ropa porque quería ahorrar. Vivía con sus padres en la localidad asturiana de Degaña y esa noche no tenía coche para acercarse a Villablino porque lo había llevado al taller. Un amigo de Caboalles la fue a buscar sobre las diez de la noche. Al llegar a la capital lacianiega entraron en el bar Osiris, se tomaron algo y, al llegar la medianoche, Sheila se fue al pub donde trabajaba.
La madrugada transcurrió con normalidad. No pasó nada -ni peleas ni discusiones- que haga sospechar que su trágico final se desencadenase por algún motivo relacionado con el trabajo. Sheila, entre otros amigos, recibió la visita de uno de los empleados de un taller de confianza donde había dejado el coche para arreglar. Le entrega las llaves y le dice que lo tiene aparcado en las cercanías del pub Guei, donde suele acudir la joven después de salir de su trabajo.
Por esas fechas había viajado a Punta Cana. Trajo como recuerdo una botella de licor, que abrió al acabar su jornada. Se tomó unos chupitos con sus compañeros y amigos y cerraron el pub. Eran las siete de la mañana. Era una chica rutinaria y controlaba estrictamente sus horarios, por lo que a esa hora, como solía hacer casi siempre, se fue al citado pub a encontrarse con sus amigos y tomarse algo antes de marchar de nuevo para Degaña.
Un emotivo cambio de zapatos y su última presencia
En el citado establecimiento se encuentra con un grupo de amigos y conocidos y se sienta a descansar. En ese momento le duelen especialmente los pies y un amigo le ofrece sus zapatos. Se los cambia, pero insiste en que su noche ha sido larga y que quiere irse para casa. Se despide de todos y sale a la calle a recoger su coche. Dos de sus amigos la acompañan hasta el coche, charlan un pequeño rato y quedan en que la seguirán en su vehículo hasta el puente de Caboalles, donde ellos se desviarán. Se despiden. Ella entra en su vehículo y ellos hacen lo propio en el suyo. Es el último momento en el que alguien la ve con vida. A partir de esta hora comienzan las contradicciones y las horas en vacío que impiden, al menos de momento, dar con el paradero de su verdugo o verdugos.
Sus amigos le advierten de una avería en el coche
Ni siquiera son las ocho de la mañana. Sheila conduce su coche por la carretera que une Caboalles y Degaña por el puerto del Cerredo (LE-733). Antes de desaparecer para siempre, los amigos que la siguen en su coche se dan cuenta de que lleva un foco fundido. Uno de ellos le envía un mensaje al teléfono móvil y la advierte de la avería. En el sms le piden que realice una llamada perdida cuando llegue a su casa para tranquilidad de todos. Sheila nunca pudo llegar a hacer esa llamada.
A partir del puente de Caboalles no existen pistas concluyentes que aclaren o al menos acerquen a una teoría sobre la muerte de la joven.
Dos cazadores guardaron silencio durante meses
Tras el momento en el que sus amigos la ven por última vez -a partir del puente de Caboalles ella parte hacia el puerto de Cerredo y ellos siguen por la comarcal 631- se produce una de las circunstancias que más llama la atención en este caso. Son las 8:09 horas del 25 de enero. Comienza a bajar la niebla, pero la visibilidad no es del todo mala. Dos cazadores que se dirigían a una batida desde Villablino hacia la vertiente asturiana de Cerredo se encontraron con un coche estacionado en el medio de la carretera. El vehículo se encontraba a unos 30 metros de donde después aparecería el cuerpo sin vida de Sheila. Exactamente estaba a la altura del tercer palo de la curva más cerrada del Alto de Cerredo.
Los dos hombres tuvieron que hacer una peligrosa maniobra para sorterar el vehículo parado en la calzada. Disminuyeron la velocidad bruscamente y lo pasaron por la izquierda en el estrecho margen de carretera que les dejaba el coche estacionado. Estos dos testigos nunca dijeron nada. Ni avisaron a la Guardia Civil para que retirara el vehículo ante la evidente temeridad que suponía ni mucho menos lo comentaron con nadie.
Varios meses después, la Guardia Civil identificó a ambos cazadores y los llamó a declarar en calidad de testigos. Sus versiones son, en algunos detalles, muy confusas. Uno de ellos vio un coche «blanco» y el segundo lo vio «oscuro». A pesar de reducir la velocidad y de pasar al ras del vehículo parado sostienen que no vieron absolutamente nada, y mucho menos algo que les hiciese sospechar de tan trágico final para la joven.
Su hermano dio con el cuerpo tras iniciar la búsqueda
Todo lo que ocurrió entre las ocho de la mañana y las doce de mediodía, hora en la que hallaron el cadáver, es una laguna y sólo quienes investigan conocen detalles que es preferible no contar para no interferir en las pesquisas. Sólo se sabe que el coche de Sheila fue desviado en algún momento hacia un descampado situado muy cerca del Alto del Cerredo. El vehículo fue llevado a un extremo del prado y estacionado junto a una caseta, nadie sabe si con la intención de que no se viera desde la carretera.
Llegado el mediodía del domingo día 25, salta la alarma en casa de Sheila. No ha llegado aún a casa. Sus padres se comienzan a preocupar, pero dan por hecho de que se ha quedado a dormir en casa de su hermano Elías, en Villablino, dado que ellos pensaban que no le habían entregado el coche en el taller. Pero Elías llegó con su familia a Degaña para comer, como hace todos los domingos. Sheila no estaba con él. Durante el trayecto, a pesar de la niebla, observó un coche blanco estacionado en el descampado de Cerredo, pero no le dio mayor importancia. Esa imagen le vino enseguida a la cabeza y se trasladó hasta allí.
Fue él quien abrió la puerta y se encontró con su hermana, ya fallecida. Alguien había acabado con su vida de un tiro en la nuca. La mataron por la espalda; evitaron su última mirada. Para ello utilizaron un arma de calibre 6.35 milímetros, pequeña pero suficiente para ser letal. El cuerpo de Sheila se encontraba tendido sobre el volante y sus pertenencias se encontraban intactas en el interior del vehículo. Una media rota a la altura de la ingle apuntaba hacia un posible intento de agresión sexual.
Después de su hermano llegó su padre, Elías. Y después, su madre, Julia. Desde entonces, el dolor en esta familia se ha hecho insoportable. No se quitan de la cabeza la imagen de Sheila Barrero Fernández dentro del vehículo.
La familia de Sheila Barrero piensa que hay más de un implicado en el crimen
Miguel Ángel Zamora – Diariodeleon.es
24 de enero de 2007
La familia de Sheila Barrero, la joven asesinada en el alto de La Collada (mañana se cumplen tres años del suceso) considera que, a tenor de los tres informes que obran en poder de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, es más que previsible que antes de que acabe el año, se celebre el juicio contra el único imputado en el caso, que permanece en libertad provisional. Desde su punto de vista, los hechos no pudieron producirse de la mano de una sola persona, por lo que entienden que hubo al menos un segundo implicado, si bien se entiende que el caso, va camino de esclarecerse: «Todo saldrá a la luz en su momento», manifestó ayer su hermana.
Sheila Barrero apareció muerta el pasado día 25 de enero del 2004, en las inmediaciones del puerto de Cerredo, a medio camino entre el pub de Villablino en el que trabajaba y su domicilio en Degaña, con un disparo en la cabeza.
La única persona detenida por este suceso fue un antiguo compañero, con el que se la relacionaba a nivel sentimental, al que se le practicaron varias pruebas en busca de restos de pólvora, que resultaron positivas. No obstante, el joven alegó que había estado cazando en fechas previas, pero según explica Mónica Barrero a este periódico los tres informes dejan claro que el disparo se hizo dentro del coche y los restos de pólvora del imputado «no coinciden ni con el cartucho ni con el arma que dice que utilizó para la caza», puntualiza Barrero, quien además indica que por esta razón el juez estimó conveniente imputarle en el caso, pero decretó su libertad provisional.
«Un tercer informe vuelve a marcarle en la prueba de la pólvora sin nigún [ningún] género de duda y nosotros nos atenemos a eso y, por esta razón, queremos que el culpable pague por ello», manifestó, para después remarcar: «Está claro que el disparo se produjo desde el interior del coche de Sheila, por la parte de atrás, y aunque (el imputado) diga que había estado cazando, las pruebas que se han practicado dicen todo lo contrario. Por eso pensamos que no tardando se va a celebrar juicio, y en el transcurso de ese juicio se conocerá que el móvil real que había detrás de todo esto era la intención de abusar sexualmente de mi hermana».
Lo que sí tiene claro Mónica Barrero es que el hecho de que el detenido esté en libertad, no significa que no haya indicios de que ha sido él. «Lo que sucede es que no hay riesgo de fuga, y que se está investigando si, como parece, hay otra persona que está implicada en todo esto, que nosotros cada vez lo tenemos más claro», afirmó. La Guardia Civil ha realizado durante la investigación más de 600 entrevistas a personas que pudieran facilitar algún tipo de información, y a la vez, ha analizado más de cien restos orgánicos que aparecieron en los alrededores de la escena del crimen.
El único imputado por el crimen de Sheila Barrero declarará ante el juez el día 14
Olaya Suárez – Elcomercio.es
7 de septiembre de 2007
Borja V. G., el único imputado en el asesinato de la degañesa Sheila Barrero, volverá a declarar ante el juez instructor del caso el próximo viernes en Cangas de Narcea. El joven fue detenido seis meses después del crimen, ocurrido el 25 de enero de 2004 en el alto de la Collada. Tras ofrecer su testimonio ante la Guardia Civil y el juez, quedó en libertad al no existir pruebas concluyentes que lo acusasen directamente. El único dato que le imputaba era el hallazgo de pólvora en sus manos, una circunstancia que él mismo achacó a la participación, días antes, en una jornada de caza.
La declaración de Borja V. G. se realiza a petición de la acusación particular, quien solicitó un nuevo interrogatorio a raíz de los resultados de las pruebas realizadas en una bufanda hallada en el coche de la víctima. Las pruebas efectuadas en el laboratorio madrileño de la Guardia Civil determinaron la existencia en la citada prenda de una fibra similar a la encontrada en una chaqueta de Borja V. G.
El letrado de la defensa del joven leonés, vecino de la localidad de Villager de Laciana, asegura que, la del próximo viernes, es una declaración «totalmente intrascendente y que no cambiará en nada el rumbo de las investigaciones». El abogado considera que «su testimonio fue recogido en más de cinco páginas y ahora no va a haber ninguna modificación».
La defensa espera que la instrucción del caso «se cierre en las próximas semanas sin que ni siquiera se llegue a celebrar juicio, ya que mi cliente es inocente y se quedará fuera de la instrucción al no existir pruebas contra él. Deberían investigar en otra dirección y no entre chavales de 19 años de la zona incapaces de cometer un asesinato de tanta envergadura», subrayó ayer el abogado de Borja V. G.
Los análisis de ADN efectuados en el lugar del crimen no corresponden al imputado, aunque la familia de la joven fallecida siempre lo ha relacionado con el trágico episodio.
Sheila Barrero, estudiante de Turismo de 22 años, apareció muerta con un tiro de bala en la nuca en el interior de su vehículo, estacionado en un área recreativa del concejo de Degaña. Los dos médicos forenses que examinaron el cadáver señalaron que el disparo fue efectuado a poca distancia con una pistola del calibre 6,3, supuestamente desde el mismo interior del coche.
Han pasado más de tres años y medio y el asesinato que conmocionó la región sigue sin estar resuelto. La investigación del crimen corre ahora a cargo del quinto juez instructor, tras los sucesivos cambios registrados.
El juez archiva la causa contra el único imputado por la muerte de Sheila Barrero
I. Villar – Elcomercio.es
25 de octubre de 2007
El Juzgado de Primera Instancia número 1 de Cangas del Narcea ha decretado el sobreseimiento provisional de la causa contra Borja V. G. por el asesinato de Sheila Barrero, al entender que ninguna de las pruebas presentadas en el proceso de instrucción relacionan al joven con el caso. El auto de sobreseimiento emitido por el juez aduce la «falta de autor conocido» para optar por el archivo momentáneo del sumario. Contra este fallo cabe, no obstante, el recurso de la familia de la víctima, que puede elevar la revisión del auto ante la Audiencia Provincial de Oviedo. Según señalaron fuentes jurídicas, el fiscal ya había solicitado el cinco de octubre el sobreseimiento del caso, «utilizando un tono aún más crítico con el proceso de investigación realizado por la Comandancia de Oviedo que el utilizado por el juez». Tras esta decisión Borja V. G. deja de constar como imputado.
El auto judicial desgrana en ocho folios varias de las causas que han motivado la decisión final del juez. El primero de ellos sería directamente la ausencia de un móvil claro, al entender que pese a haber mantenido una breve relación en el pasado, en el momento de los hechos no existía ningún tipo de vinculación entre ellos, ni siquiera una enemistad que pudiera ser probada. El juez descarta la existencia de motivos sexuales en el crimen y considera que la razón del homicidio «es una incógnita». Señala además que las pruebas aportadas no permiten elaborar un relato riguroso de los hechos.
La ausencia de testigos impide vincular igualmente a Borja V. G. con el crimen. De hecho, el joven ha podido constatar durante el proceso de instrucción que el día de los hechos disputó dos partidos de fútbol en la provincia de León, tras los cuales cenó en casa de sus abuelos y fue finalmente a casa de sus padres a dormir. La defensa señaló en todo momento que el acusado «no salió en todo el día del entorno de Villablino».
Tampoco las pruebas físicas presentadas por los investigadores han podido probar ninguna relación del hasta ahora imputado con el caso. El análisis de la bufanda que, tal y como contó en exclusiva El Comercio, apareció en el coche de la víctima, ha demostrado la existencia de ADN de un varón, que sin embargo no es Borja V. G. Fuentes próximas al caso señalaron que en el coche se encontraron muestras de cuatro o cinco perfiles genéticos anónimos.
En la misma bufanda se encontró una fibra que pertenecía presuntamente a una chaqueta de la víctima. La defensa alegó que el joven sí había estado con anterioridad en el coche de Sheila, «y pudo caérsele entonces». En cualquier caso el estudio de la chaqueta referida rechazó que en la misma existieran restos de partículas que necesariamente deberían haber quedado impregnadas en el tejido al efectuar un disparo a tan corta distancia y en el interior del vehículo.
Sin acceso a armas
La instrucción sirvió también para descartar que el hasta ahora imputado tuviera acceso a armas cortas y el juez consideró que la presencia de residuos asociados a la pólvora en una de las manos de Borja V. G. era «un mero indicio aislado» que podía responder a la afición del joven a la caza. La prueba más controvertida, no obstante, es la referida a la munición hallada en el vehículo donde fue asesinada la joven. Según recoge el auto de sobreseimiento, si bien los informes realizados por la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo refieren que se recogió un casquillo marca Geco, en los laboratorios de balística la pieza analizada correspondía a la marca Sellier & Bellot. Si bien ambos casquillos tenían un mismo calibre, 6,35 milímetros, no coincide su composición química.
Fuentes jurídicas señalaron que el auto judicial excusa este hecho entendiéndolo como una mera «confusión», mientras que el documento redactado por la Fiscalía «considera muy grave lo ocurrido en torno al casquillo». Finalmente, el auto de sobreseimiento señala que el coche fue manipulado y considera que el crimen no tuvo lugar en el lugar donde apareció el vehículo. El homicidio ocurrió en el límite geográfico con León, pero el coche fue «empujado» después hacia Asturias.
La Audiencia Provincial confirma el sobreseimiento del crimen de Sheila Barrero
Efe – Elcomercio.es
20 de mayo de 2008
La Audiencia Provincial ha desestimado el recurso de apelación presentado por la familia de Sheila Barrero contra la decisión del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Cangas del Narcea de declarar el sobreseimiento provisional de las diligencias abiertas a raíz de la muerte de la joven.
El cuerpo de Sheila Barrero fue encontrado en el interior de su vehículo con un disparo en la cabeza en la madrugada de 25 de enero de 2004 en el área recreativa del alto La Collada (Degaña), en el límite de Asturias y León.
El recurso cuestionaba la suficiencia de la investigación llevada a cabo y solicitaba que continuase la instrucción de la causa después de que el juez instructor archivase el sumario «por falta de autor conocido» y retirase la condición de imputado que pesaba sobre un joven de Villager de Laciana (León).
Según la Audiencia, dado el tiempo transcurrido entre la muerte de la joven y la toma de muestras, se descarta que los residuos localizados en la mano derecha y en la ropa del joven a los que alude el recurso fuesen consecuencia directa del disparo recibido por Sheila Barrero.
También considera insuficiente como indicio la aparición de una fibra de color azul, perteneciente a la chaqueta del imputado, en la bufanda encontrada en el vehículo de la víctima dado que no aparecen restos genéticos ni del disparo y la probable presencia en el coche en otras ocasiones del joven leonés.
El auto incide, además, en que, a pesar de los rumores, el registro realizado en el domicilio del abuelo del imputado no permitió localizar el arma ni los casquillos hallados se correspondían con los utilizados para causar la muerte de la joven.
Asimismo, la Audiencia considera que el móvil apuntado en el recurso -la «insoportable» situación que suponía para el imputado la persistencia de la fallecida en continuar con una relación que él quería zanjar- no parece guardar «una relación de proporcionalidad» con la atribución al joven de la muerte de Sheila Barrero.
El auto del juzgado instructor de la causa señalaba que ninguna de las seis teorías en las que se sustentaba la imputación del acusado eran «suficientes pruebas para abrir un juicio oral» y reconocía la complejidad del caso por cuanto el móvil del homicidio «es una incógnita», si bien descartaba los motivos sexuales.
Asimismo admitía que el vehículo en el que apareció la joven muerta «fue manipulado en su traslado», al mismo tiempo que se apunta que las líneas de investigaciones deberían de dirigirse a profesionales «tanto por el arma como por el tipo de munición empleada».
La noche en la que se produjeron los hechos Sheila Barrero se dirigía, una vez concluida su jornada laboral en un pub de Villablino (León), a su casa de Degaña.
A primeras horas de la madrugada su coche se detuvo en el alto La Collada, sin quedar demostrado si fue de forma voluntaria o forzosa, lo cual habría explicado si la víctima conocía al asesino, y falleció posiblemente por un disparo hecho desde dentro del coche.
La familia de Borja Vidal quiere limpiar su nombre al quedar clara su inocencia en el «caso Sheila»
P. I. / Redacción – Diariodeleon.es
22 de mayo de 2008
La declaración de inocencia y el archivo definitivo del crimen de Sheila Barrero ha dado alas a la familia de Borja Vidal para intentar limpiar el nombre del joven, que ha figurado durante los últimos cuatro años como imputado en el caso, «a pesar de no existir pruebas ni indicios de criminalidad», según reitera su abogado, Pedro González.
El letrado recuerda que Vidal ha sufrido «una auténtica jauría humana» cada vez que tenía que acudir a practicar alguna diligencia, con «pasillos vergonzosos, patadas, insultos y cinturones de seguridad rotos para increparle». De ahí, que la familia esté sopesando emprender acciones de responsabilidad patrimonial contra la administración de Justicia e incluso contra algún medio de comunicación, «por lo gravoso que ha resultado tener que comparecer todos los días 1 y 15 de cada mes desde hace cuatro años siendo inocente y por la campaña de incriminación en la que se ha visto envuelto», puntualiza su abogado defensor.
González valora «muy positivamente» la sentencia dictada por la sección tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo, que declara inocente a Borja Vidal y que señala que la tesis que trataba de encausar al muchacho estaba imbuida de una gran subjetividad. El letrado aclara, no obstante, que «nunca se les ha pasado por la cabeza exigir daños y perjuicios a la familia de la víctima, que bastante tienen ya para ellos, al continuar sin resolver el crimen y el verdadero culpable o culpables sin aparecer» Tampoco consideran que los familiares de Sheila «hayan calumniado a Borja». Eso sí, entienden que la opinión pública ha hecho un juicio paralelo al joven «causándole un daño irreparable, similar al que sufrió Dolores Vázquez en el caso de Rocío Wanninkhof».
La madre de Sheila Barrero exige reabrir el caso con una acampada
Agencias – Diariodeleon.es
28 de enero de 2009
La madre de la joven Sheila Barrero, la joven asesinada en el interior de su coche hace cinco años en el puerto de La Collada, en el suroeste de Asturias, ha decidido acampar frente al Palacio de Justicia de Oviedo para pedir que se reabra el caso, que no ha sido resuelto.
En una tienda de campaña de tipo iglú en la que pasará las noches, Julia Fernández tiene previsto mantener su protesta ante la sede de la Audiencia Provincial el tiempo que haga falta para tratar de conseguir que la justicia vuelva a revisar el caso. Con una camiseta con la imagen de su hija asesinada el 25 de enero de 2004 y letreros en los que pide justicia y se pregunta cuánto vale la vida de una persona, Julia Fernández no descarta la posibilidad de emprender una huelga de hambre para tratar de conseguir que el asesino de su hija vaya a la cárcel.
Concentración
Unas 150 personas entre amigos y familiares ya se concentraron el pasado 25 de enero delante del Ayuntamiento de Degaña en homenaje a la joven Sheila Barrero y para pedir que se reabra el caso y que se esclarezcan los hechos.
Sheila Barrero fue hallada muerta con un disparo en la cabeza, dentro de su vehículo el 25 de enero del 2004 en el alto del Puerto de La Collada, en el límite entre Asturias y León. Fue su propio hermano, que había salido a buscarla, quien encontró el cadáver de Sheila, que había sido aparcado en el área recreativa.
Semanas más tarde fue detenido un joven con el que se la relacionó a nivel sentimental, pero primero el Juzgado de Instrucción de Cangas del Narcea y más tarde la Audiencia Provincial sobreseyeron el caso.
Para la familia de la joven, no es justificable que hace un año la Audiencia Provincia procediese al sobreseimiento del caso puesto que, en su opinión, hay pruebas obtenidas por la Guardia Civil que cuestionan las declaraciones del único imputado.
La madre de Sheila Barrero abandona su acampada tras 18 días ante los juzgados
Efe – Elcomercio.es
13 de febrero de 2009
La madre de Sheila Barrero, Julia Fernández, ha decidido abandonar la acampada que comenzó hace 18 días frente al edificio de los juzgados de Oviedo, aunque la familia no descarta la posibilidad de volver a salir a la calle si el juez no reabre el caso por el crimen de la joven en 2004 en Degaña.
Según ha explicado la hermana de Sheila Barreiro, Mónica, en rueda de prensa la familia ha decidido abandonar la acampada y esperar a que sus abogados aporten nuevos datos a la investigación para tratar de conseguir la reapertura de las actuaciones judiciales.
«No sabemos si lo estamos haciendo bien o mal pero hay que tomar una decisión, ya que tiempo para volver siempre tenemos», según ha manifestado Mónica Barrero.
La madre de la joven, Julia Fernández, comenzó la acampada hace 18 días frente a los juzgados, como protesta por el sobreseimiento de las actuaciones tramitadas por el juzgado de Instrucción de Cangas de Narcea en relación con el asesinato de Sheila.
La familia Barrero ha agradecido a todas las personas que les han apoyado durante estos cinco años y ha recordado que la recogida de firmas en apoyo a la reapertura del caso continuará en una mesa dentro del Centro Cívico donde se encuentran los juzgados, que serán presentadas dentro de quince días en la Delegación de Gobierno.
Sheila Barrero fue hallada muerta con un tiro en la cabeza dentro de su vehículo el 5 [25] de enero de 2004 en el alto del Puerto de La Collada, en el límite de Asturias y León.
Un pueblo maldito
Jaime V. Echagüe – Larazon.es
31 de mayo de 2011
El teléfono quiebra el silencio que reina en casa de los Barrero. Y también el sosiego que se ha apoderado de Degaña, una parroquia asturiana en la que poco más de un centenar de vecinos convive al pie de las montañas. Los periodistas hemos vuelto a ubicarlos en el mapa. ¿El motivo? La consecución de una tragedia inexplicable, el brutal asesinato de tres miembros de la familia de Silvia Brugos a manos de un ex marido resentido, ha reabierto una vieja herida que, en realidad, nunca cicatrizó. La familia Brugos tiene fe en la Justicia. Los Barrero no, pero siguen luchando. La familia Brugos puede señalar a su asesino. Los Barrero no, aunque creen conocerlo. Ambos hogares, a los que une una buena amistad, están ahora también hermanados por el dolor.
El 25 de enero de 2004, una bala separó a Elías Barrero y Julia Fernández de su hija Sheila, de 22 años. Licenciada en Turismo, la joven se quería sacar «unas pesetas» trabajando los fines de semana en un bar de Villablino (León), a unos 20 kilómetros de casa. La noche del viernes, Borja, un chico con el que estuvo saliendo, se presentó en el local. «Sheila iba a retomar la relación con su anterior novio. Iban a ir a Tenerife esa semana», relata su madre, Julia. «Ese viernes, Borja fue al bar. Sheila, ni le servía las copas ni se hablaba con él. Allí la trató muy mal, la insultó y la hizo llorar. Y era muy difícil hacerla llorar», cuenta. Su cadáver fue encontrado al poco rato en las inmediaciones del Puerto de Cerredo, dentro de su coche. Sheila regresaba a casa. La habían disparado en la cabeza.
Seis meses después, Borja fue detenido. Elías y Julia lo veían claro. Había dado positivo en las pruebas de balística. «Daré positivo porque antes del crimen estuve de caza», dijo él. «Pero los test descartan que los restos en sus manos sean de pólvora: son de cartuchería metálica, y de los mismos componentes que el casquillo hallado en el coche de Sheila», apunta Julia con convicción. Había más indicios. Pero de poco sirvieron. El joven sólo fue imputado. El juez decretó su libertad provisional sin cargos. Lo que más dolió a Elías y a Julia fue que se enteraron por la Prensa. «El abogado ya adelantó a los periódicos que el caso se iba a archivar», recuerda Elías.
Ahora, siete años después, un triple homicidio. Sólo hay que subir unas escaleras desde el hogar de los Barrero para presentarse en la puerta de los Brugos. «Esto acabó de matar al pueblo», dice Elías. «Era un pueblo alegre, tranquilo, ahora todo se desencaja. Sales y no ves a nadie. La gente va mirando el suelo. Antes, salí a la huerta y me pasé a otro camino para no cruzarme con nadie», confiesa. Eran las 8:00 horas del lunes cuando Elías notó el revuelo. Pasó la cinta de seguridad. «Algo le pasó a la chica de los Brugos», le dijo un guardia. «Vino un loco y hay dos o tres muertos», añadió. José Manuel Álvarez, de 42 años, se había presentado unas dos horas antes. Destrozó el coche de la familia, incluso pinchó sus ruedas. Armado con un machete, se llevó por delante a Manuel Ángel Brugos, de 61 años, Roberto Brugos, de 33, y Jorge Marqués, de 38. Eran, respectivamente, el padre, el hermano y el novio de Silvia Brugos, concejala electa del PSOE en Degaña, y que se encontraba en trámites de divorcio de José Manuel tras dos años de separación. Ella era el objetivo, pero sobrevivió al ataque. Al igual que su madre, Isabel Rodríguez. Los niños estuvieron presentes. «¡Papá, pero qué haces!», gritaron. Su padre les había dejado horas antes en el lugar del crimen. Habían pasado con él el fin de semana.
«Quería pasar página»
«Este desgraciado vino y nos acuchilló a todos». Éso fue lo que dijo Silvia cuando llamó a Vicky, secretaria general del PSOE en Degaña, sobre las 5:45. Y es que Silvia, elegida concejala en las pasadas elecciones municipales, es la «sustituta» de Vicky. Ésta dejaba el cargo y se lo propuso. «Ella estaba implicadísima en el proyecto. Empezó una nueva vida. Encajó muy bien con sus compañeros. El domingo estaba feliz. ¡Cuánto habrá pasado con este asesino el tiempo que vivió con él!», dice. Antes de aquella noche, Silvia había soportado mucha presión. Una vez, José Manuel los siguió en coche a ella y a su novio y les pinchó las ruedas. La concejala no quería salir sola de casa. «La llamaba, la insultaba, y ella tragaba. ¿Que tenía que haber denunciado el entorno? Ahora es tarde». Y si aguantó, fue por sus hijos. «Quería pasar página, ser dueña de su vida», puntualiza.
«No te lo puedes ni creer», dice Elías. Pocos días antes, estuvo tomando una cerveza con Manuel Ángel. Habían sido compañeros en la mina de Cerredo. Compartían el mismo relevo y el cuarto de aseo. De hecho, «algunos hermanos suyos era como si fueran míos». Y también fue compañero del asesino. «Le tuve de vigilante durante 13 años. Hablando con un profesor suyo, me dijo: «Nunca me gustó el carácter de ese rapaz». Ya de pequeño era muy duro, muy seco, caía muy mal. Yo era su superior, y si le pedías algo, te miraba como diciendo: ¿quién eres tú?». Hay que tener en cuenta que, salvo los comerciantes, la mayoría de habitantes del concejo han pasado por la mina. «¿Los mineros? Sé que tienen muy mala fama. Pero entre nosotros hay solidaridad. Se dice que, cuando uno se prejubila, se dedica a beber, a golfear. Pero cuando tienes un compañero minero, lo tienes mientras vivas». Esa etapa, la de la prejubilación, era la que le tocaba ahora a José Manuel, merced a un ERE. Económicamente no le iba a ir mal. «Un prejubilado gana más que trabajando. Iba a cobrar unos 3.000 euros al mes», calcula Elías. La mina era más dura cuando él era joven.
La vida de los Brugos y los Barrero gira en torno a la Justicia. Así lo cree Isabel, madre de Silvia y superviviente del ataque: «La Policía es la que tiene que resolver, y el juzgado, el que tiene que hablar. Es la Justicia la que tiene que poner fin a esto», comenta al otro lado del teléfono. «Las heridas no duelen, duele todo lo demás», alcanza a añadir.
«Justicia para Sheila»
Unos 30 kilómetros antes de llegar a Degaña puede leerse una pintada en unas rocas: «Justicia para Sheila». El forastero que llegue a la parroquia encontrará idéntica petición en una fachada. Los carteles que piden colaboración ciudadana continúan pegados, pero muy ajados. «La Justicia está a la espera… pero, ¿a la espera de qué? Sólo si llega un señor diciendo: «fui yo»… Pero, ¿quién va a venir después de siete años? Algo tiene que haber para poder reabrir el caso», se lamenta Elías, ante la foto de Sheila que preside el salón.
Elías y Julia se encadenaron en los juzgados de Cangas de Narcea. Sus hijos Elías, Rubén y Mónica acudieron a la unidad de psicología de la Guardia Civil en Madrid para que chequearan los tests realizados al imputado. Se reunieron con el delegado del Gobierno en Asturias, con el fiscal de la Audiencia de Oviedo y con el responsable de los jueces de la provincia. Julia acampó durante un mes ante la Audiencia. «El delegado del Gobierno y nuestros abogados nos dieron toda clase de esperanzas», dice Elías. De eso hace ya dos años. «Pero vamos a seguir. Y puede que más duros. Julia quiere hacer una huelga de hambre en septiembre», añade. «A mí no me importa morir», asegura ella.
Es jueves, han pasado tres días desde el crimen, y una espesa niebla se cierne a la entrada de Degaña. Como todos los días, Elías tenía planeado salir al monte. «¿Sabes por qué salgo adelante? Tengo un tractor. Salgo con mis dos perros, como un bocado y bebo un vaso de agua». Eso le da la vida.
Un renegado en la mina
En Caboalles de Abajo (León) se mezclan los rumores, lo leído en la prensa y lo que ya se comentaba desde hace años. Que si José Manuel tenía problemas con las drogas, que si estaba siendo tratado tras su separación… Esta semana, familiares suyos custodiaban la casa donde vive Manuela, su madre. Ambos compartían techo. Y en estos años, ha ejercido de abuela con tesón. «Llevaba la Iglesia a sus nietos», apunta un vecino. «Comprendo todo lo que están sufriendo, pero nosotros también lo estamos pasando mal», dijeron sus allegados. «Entended que había perdido a su marido, y ahora también a su hijo único», añadieron. A José Antonio se le conocía como el «hijo de Abel», minero como él. Pero también como el «renegado», una burla de los mozos del pueblo, que le comparaban con Lorenzo Lamas -protagonista de una serie del mismo nombre- cuando iba con su moto a cortejar a Silvia.
Once años llorando a Sheila
Leonoticias.com
25 de enero de 2015
Sheila no se ha perdido en el olvido. Nunca lo hará, en realidad. De ello se ocupa su familia que, sumida en el dolor y en el pesar, recuerda cada día a su ser más querido.
El crimen de Sheila sigue once años después sin ser resuelto. Nadie ha sido capaz de deshacer el nudo que permita dar con el culpable de aquella brutal muerte.
Ocurrió tal día como hoy, el 25 de enero de 2004, cuando la vida de Sheila Barrero terminó a manos de un criminal que decidió descerrajarle un tiro en la cabeza. Ahí se puso fin a una joven alegre, divertida, que cumplía con su trabajo en un pub de la localidad de Villablino en el que era apreciada por clientes y propietarios.
La familia, once años después, ve increíble que este crimen no se pueda resolver porque mantienen que sí que hay indicios más que suficientes para para avanzar en las pesquisas.
«Rabia y dolor»
Julia Fernández, la madre de Sheila, no oculta su «rabia y dolor», además de su «escasa fe en la Justicia, ya que, a pesar de las pruebas, todo el procedimiento fue sobreseído provisionalmente». Por eso, se pregunta «cuántas pruebas hacen falta para tener un juicio justo y esclarecer de una vez los hechos».
Sheila trabajaba en Villablino en el pub Joe. En la jornada de su muerte siguió la rutina del resto de los días. Con los últimos clientes fuera del local recogió la barra, tomó su coche y se fue hacia Degaña (Asturias), donde vivía su familia.
Algo ocurrió en el camino para que esta camarera de 22 años detuviera el vehículo en un área de descanso de Cerredo, algo ocurrió para que quizá lo hiciera obligada por quien más tarde terminó por su vida, pero lo sucedido entonces está perdido en la oscuridad y el silencio de una noche rota por un único disparo.
Demasiados interrogantes que no obtienen respuesta.
¿Más de un implicado?
La familia insiste en que en el crimen de Sheila participó más de una persona. Además siempre ha tenido la sospecha razonable de que en el crimen había una implicación directa de Borja V. G., con quien la joven había mantenido una relación sentimental.
Borja V. G. fue detenido seis meses después de la muerte pero finalmente no se lograron pruebas que le incriminaran en el caso.
Conocedores de la zona
La desesperada llamada de la familia en busca de personas que pudieran haber conocido algo del caso nunca hizo efecto. En el lugar se localizó una bufanda con un toisón de oro, una flor y un libro abierto. Sin embargo, el llamamiento para ver si alguien conocía a quien pudiera portar esa prenda tampoco sirvió de nada.
Para la familia no hay duda de que quien mató a Sheila conocía la zona, ya que el Alto de la Collada no es un lugar de paso frecuentado y en el lugar donde apareció el vehículo «no fueron halladas maniobras de evasión». «Quien la detuvo era conocido de ella», mantiene la familia.
Borja V. G. sigue hoy en libertad y la madre siempre ha recordado que él dio «positivo» en las pruebas de parafina. Había restos de pólvora en sus manos, si bien el joven alegó entonces que había disparado días antes una arma de caza.
La prueba de cargo no pudo ser consolidada y hoy el crimen de Sheila sigue sumido en la lista de «casos por resolver». Sheila tendría hoy 33 años.
Doce años después, persiste la incógnita sobre el crimen de Sheila Barrero
Efe – Eldiario.es
25 de enero de 2016
El 25 de enero de 2004 el cadáver de la joven Sheila Barrero fue hallado con un disparo en la cabeza en el interior de su coche, que se encontraba estacionado en el alto del puerto de La Collada, en el límite de Asturias y León, sin que en los doce años transcurridos se haya podido detener al autor del crimen.
Fue su propio hermano, que había salido a buscarla, quien encontró a la mañana siguiente el cadáver de Sheila, a la que mataron cuando tenía 22 años.
Semanas más tarde fue detenido un joven relacionado con la víctima a nivel sentimental, pero primero el juzgado de instrucción de Cangas del Narcea (Asturias) y más tarde la Audiencia provincial sobreseyeron el caso por falta de pruebas.
El juez, en un auto de ocho folios, decidió archivar el sumario «por falta de autor conocido» y retiró la condición de imputado que pesaba sobre un joven de Villager de Laciana (León), que pasó entonces a considerarse un investigado más, como otros diez jóvenes de la comarca leonesa de Laciana, que en su momento tuvieron que declarar en el caso.
En el auto se reconoce que ninguna de las seis teorías en las que se sustentaba la imputación del joven leonés eran suficientes pruebas para abrir un juicio oral, al mismo tiempo que reconocía la complejidad del caso por cuanto el móvil del homicidio era una incógnita, si bien descartó los motivos sexuales.
Además, el juez advertía de que el vehículo en el que apareció la joven muerta «fue manipulado en su traslado», al mismo tiempo que se apuntaba que las líneas de investigaciones deberían de dirigirse a profesionales «tanto por el arma como por el tipo de munición empleada».
Quedó comprobado que la noche de autos la joven Sheila Barrero se dirigía, una vez concluida su jornada laboral en un pub de Villablino (León), a su casa de Degaña (Asturias).
A primeras horas de la madrugada su coche se detuvo en el alto La Collada, sin quedar demostrado si fue de forma voluntaria o forzosa, lo cual habría explicado si la víctima conocía al asesino, y posiblemente fue asesinada por un disparo efectuado desde el interior del coche.
Ante la falta de pruebas que sustentaban las diversas teorías en las que se apoyaba la acusación particular para la apertura de juicio oral contra el único sospechoso, se declaró no probada ninguna de las acusaciones y se retiró la condición de imputado al joven leonés.
También por ese estancamiento de la investigación, Julia Fernández, la madre de la joven, decidió acampar frente a los juzgados de Oviedo en 2009 para pedir la reapertura del procedimiento, y mantuvo su protesta durante 18 días.
Para la familia de la joven, no es justificable el sobreseimiento del caso puesto que, en su opinión, hay pruebas que cuestionan las declaraciones del único imputado.
«Es vergonzoso», dice la familia de Sheila Barrero tras 12 años sin resolver el crimen
D. Álvarez – Lne.es
26 de enero de 2016
«Es vergonzoso, parece que están todos de acuerdo para que no se sepa nada del asesinato», lamentó ayer el padre de Sheila Barrero, Elías Barrero, durante la concentración a las puertas del Ayuntamiento de Degaña, como cada 25 de enero, para recordar que se cumplen 12 años del asesinato de la joven degañesa. En torno a un centenar de vecinos del municipio, políticos, amigos, familiares y conocidos arroparon a la familia de Sheila, que fue hallada muerta en el alto de la Collada. Murió cuando volvía a casa después de su jornada de trabajo en Villablino.
La investigación del caso fue archivada en octubre de 2007 y desde entonces la familia no deja de pedir su reapertura. El año pasado emprendieron un envío de cartas a todas las instituciones regionales y estatales demandando la posibilidad de que las pruebas encontradas en el escenario del crimen puedan volver a ser analizadas con los nuevos métodos tecnológicos existentes, confiados en que podrían arrojar luz sobre el asesinato de la joven de 22 años y resolver de forma definitiva el caso.
Sin embargo, nada ha cambiado en un año. «Hemos vuelto a enviar las cartas en los últimos meses a los políticos de aquí para que el tema se lleve al Congreso de los Diputados, pero no se ha movido nada», comentó Elías Barrero.
Los padres de Sheila aseguran que no pararán hasta que se haga justicia y ya tienen claro el siguiente paso que darán: «Una vez que se conforme el nuevo gobierno solicitaremos reuniones con el Presidente y el Ministro de Justicia y si de ahí no sale nada empezaremos a manifestarnos día tras día». La familia de la joven está cansada de ver pasar los años sin que se avance en el esclarecimiento del crimen. La chica fue hallada muerta en su vehículo con un disparo en la cabeza la mañana del 25 de enero de 2004.
La corporación municipal también volvió a pedir justicia en un pleno extraordinario en el que se leyó una declaración institucional aprobada por unanimidad por todos los grupos. «Hace doce años que llevamos aguardando con impaciencia que todo el peso de la ley recaiga sobre el culpable o culpables de tan horrendo crimen y nunca hubiéramos imaginado, que después de tanto tiempo, no se hayan esclarecido los hechos», leyó el alcalde, José María Álvarez, quien recordó a Sheila Barrero como una joven «llena de proyectos, ilusiones y de futuro a la que alguien, sin respetar el más esencial derecho del ser humano, le arrebató la vida».
El Ayuntamiento decretó luto oficial para el día de ayer y las banderas del Consistorio ondearon a media asta. Tras el pleno, se produjo una concentración silenciosa y al finalizar, la hermana de Sheila, agradeció a sus vecinos su presencia en todos los aniversarios e imploró en voz alta «que éste sea el último».
«Hay gente que sabe qué ocurrió y no habla», dice la madre de Sheila Barrero
Luis Á. Vega – Lne.es
3 de abril de 2016
«Hay gente que sabe qué ocurrió, que podría aportar datos relevantes para esclarecer este crimen y no habla», dice Julia Fernández, una mujer que se confiesa triste, hundida, pero que no ceja en la esperanza de ver un día al responsable -o responsables- de la muerte de su hija entre rejas. La madre de Sheila Barrero, la joven ejecutada de un tiro en la nuca en la mañana del 25 de enero de 2004, a la altura del alto de La Collada, en la carretera que une Villablino (León) y Cerredo (Degaña), ha perdido la cuenta de todas las puertas que ha tocado en busca de luz para un asesinato tan vil como inexplicable. Llegó a plantarse hace unos años en una tienda de campaña a las puertas de la Audiencia Provincial para que la investigación, cerrada provisionalmente, fuese retomada, y reunió hasta 21.000 firmas contra el olvido. «Es como si a nadie le interesase lo que le pasó a mi hija», se duele.
Lo que le ocurrió a Sheila es que nunca regresó a casa. La joven trabajaba de lunes a viernes en una agencia de viajes de Gijón, y los fines de semana completaba los ingresos sirviendo copas en el pub «Joe Team» de Villablino. Una fuerza de la naturaleza de 22 años. El día que la mataron había salido de trabajar a eso de las siete de la mañana y se había ido con los compañeros a otro bar, aunque estaba cansada y decidió volver a casa, en Degaña. Ese día, domingo, la familia solía reunirse para comer. Salió de Villablino a eso de las ocho menos cuarto. Unos amigos la acompañaron en su propio coche hasta el cruce de Caboalles. Luego ella tiró hacia el alto de La Collada, los otros hacia Leitariegos.
Era el típico día invernal, con niebla. Todo indica que alguien en otro coche la adelantó y la obligó a detenerse en plena carretera. No había señales de frenada brusca, lo que evidencia que conocía a su asesino. El homicida salió de su coche y se montó en el de ella, en la parte de atrás. Fue desde allí desde donde le disparó el tiro de gracia. La joven cayó sobre el asiento del copiloto, donde se encontraron machas de sangre. El asesino la apartó un poco y condujo su coche hasta el cercano aparcamiento del área recreativa de La Collada. Fue allí donde, a eso del mediodía, la encontró su hermano Elías, que había ido a buscarla ante la preocupación de sus padres.
Julia Fernández asegura que la investigación de la Guardia Civil fue impecable. No fueron ellos los que fallaron. En el coche encontraron un casquillo y una bufanda. Llegaron a dar incluso con dos cazadores de Ibias que habían pasado por el lugar del crimen minutos antes de cometerse, cuando aún se encontraban en mitad de la carretera los dos coches, el de Sheila y el de su asesino. Pero los dos hombres ofrecieron un relato difuso y hasta contradictorio de lo que habían visto.
Durante un tiempo, dio la impresión de que el supuesto autor del crimen estaba al alcance de la mano. Seis meses después del asesinato, fue arrestado un joven de Villager de Laciana que había salido con Sheila brevemente, antes de que la joven retomase la relación con su novio de toda la vida. La prueba de la parafina desveló a los agentes que Borja V. G., de 19 años, había disparado un arma de cartuchería metálica, similar al de la pistola del 6,5 con la que mataron a la chica. Hasta tres informes se realizaron que apuntaban a este joven.
También se encontró una fibra en la misteriosa bufanda hallada en el coche, que se correspondía con una chaqueta del entonces único sospechoso del crimen. Incluso se hizo constar en un informe que el abuelo del joven, al encontrar los guardias en un registro de su casa una caja con munición, llegó a preguntarles si estaban buscando «la pistola pequeña», aunque luego negó taxativamente ante el juez haber hecho este comentario.
Tanto el juez como el ministerio público consideraron que todo eran pruebas circunstanciales y que se precisaba algo más solido e inapelable para levantar una acusación de asesinato. En la misma tesis insistió la sección tercera de la Audiencia Provincial, cuando hubo de dirimir un recurso por el sobreseimiento del caso. Esta sala llegó introducir un elemento perturbador, al resaltar el carácter «profesional» del crimen. Borja V. G. quedó finalmente libre de cualquier cargo, para desmayo de la familia, a la que solo le ha quedado el consuelo de recordar públicamente a Sheila cada 25 de enero, y ya van doce desde que la mataron.
Pero no se rinden. La familia, que ha llegado a mandar cartas a la Casa Real pidiendo la reapertura del caso, está esperando a que se constituya el nuevo Gobierno para pedir al presidente y al ministro de Justicia la reapertura del caso. Si no lo hacen, prometen movilizaciones.