
- Clasificación: Crimen sin resolver
- Características: Desaparición - ¿Homicidio? - El sospechoso principal del caso también fue investigado por la desaparición de Ángeles Arroyo Agrás, de 61 años, en 1997
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 10 de octubre de 2007
- Perfil de la víctima: Margalida Bestard Ramis, de 72 años
- Lugar: Mallorca, España
- Estado: Antonio Serrano fue detenido por la Guardia Civil el 28 de abril de 2008 y puesto en libertad tres días después por falta de pruebas, entre ellas, el cuerpo de Margalida Bestard
Índice
- 1 Caso Margalida Bestard – Detenido el presunto autor de la desaparición de Margalida Bestard
- 2 Libertad con cargos para el sospechoso de la desaparición de Margalida Bestard
- 3 El miedo se apodera de la famila den Bestard: «Estamos ante el maestro del asesinato»
- 4 Dos desaparecidas, 11 años y un solo sospechoso
- 5 La Guardia Civil excava en un solar de s’Arenal de Llucmajor en busca de Margalida Bestard
- 6 El principal sospechoso de la desaparición de Margalida Bestard recibe una brutal paliza en Algaida
- 7 «Yo no he sido, pero Serrano se merece la paliza que le han dado»
- 8 Condenado el hijo de Margalida Bestard por acosar al sospechoso
- 9 La desaparición de Margalida Bestard y Ángeles Arroyo
Caso Margalida Bestard – Detenido el presunto autor de la desaparición de Margalida Bestard
Elmundo.es
29 de abril de 2008
Miembros de la Guardia Civil han detenido a Antonio S. O., de 63 años, a las 10.30 horas de este lunes como presunto autor de la desaparición de Margalida Bestard. El acusado ha sido trasladado a las dependencias de la Comandancia con el fin de practicar diligencias y ponerlo a disposición judicial.
Margalida Bestard Ramis, de 70 años, despareció el pasado 10 de octubre de 2007. Sus familiares interpusieron la denuncia de su desaparición tras constatar que esa mañana la mujer no había regresado después de su visita a El Arenal para cobrar unos alquileres que tenía en la calle Marineta, entre otros.
La investigación confirmó que la víctima había sido forzada contra su voluntad, sin embargo no se encontraron indicios que hicieran pensar en un desaparición o accidente.
La vecina de Pòrtol Margalida Bestard, de 72 años, fue vista por última vez la tarde del pasado miércoles 10 de octubre cuando acudió a cobrar unos alquileres del Edificio Marineta.
La última vez que le vieron
Una investigación conjunta del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil sirvió para tratar de reconstruir cuáles fueron sus últimos movimientos. La mujer condujo su Peugeot, algo que hacía habitualmente, y lo dejó estacionado en el Club Náutico de Llucmajor. No lo movió. La tardanza de Margalida exasperó desde un primer momento a sus hijos. De hecho, sobre las 19.00 horas del mismo miércoles su hijo Miguel interpuso una denuncia ante la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de la Playa de Palma. Sin embargo, Margalida fue vista por última vez en el edificio Marineta, en el término municipal de Llucmajor. Este ámbito de investigación correspondía a la Guardia Civil.
Al interrogatorio de los vecinos del inmueble le siguió una intensa búsqueda de la mujer. Un nutrido grupo de voluntarios, coordinados por Protección Civil, peinó la zona para tratar de recabar el menor indicio de la mujer desaparecida. Los buscadores tuvieron que desistir, al no encontrar el menor rastro de ella. Agentes de la Unidad Canina de la Guardia Civil con perros adiestrados, helicópteros e incluso submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) del Instituto Armado iniciaron el rastro. Tampoco encontraron indicios de la mujer.
Ya había ido a la cárcel por otra desaparición
Sin embargo, a los pocos meses, la investigación dio un vuelco. Tras cruzar el listado de nombres entre Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía uno de ellos salió a relucir: Antonio S.O. Un minucioso repaso a sus antecedentes le hizo situarse en primera línea entre los sospechosos de la misteriosa desaparición de Margalida Bestard. De hecho, Antonio S.O. llegó a pisar la cárcel hace unos 11 años por la extraña desaparición de otra mujer en s’Arenal. Ángeles Arroyo tenía su puesto de comida contiguo a la tienda de souvenirs de Antonio. En su vivienda se encontraron restos de sangre de esta mujer. Sin embargo, el cuerpo de Ángeles no apareció por ningún lado. Finalmente, ante la ausencia de pruebas incriminatorias contra él, el juez decidió dejarlo en libertad. Transcurridos 11 años, el último contacto que estableció Margalida Bestard antes de que fuera vista por última vez fue, precisamente, con Antonio S.O., de 63 años.
El mismo sospechoso así lo reconoció en declaraciones a El Mundo. «Hablamos de pagar unos recibos de contribución de basura», aseguró a este periódico. Antonio también aportó una explicación sobre los restos de sangre de Ángeles Arroyo encontrados en su antigua tienda de souvenirs que tenía en Cala Major. La coartada de Antonio siempre ha contado con el respaldo de su mujer, Fina. «Vino al local mío y se cortó con una botella en una mano. Yo le eché agua oxigenada y mercromina», señaló Fina.
Libertad con cargos para el sospechoso de la desaparición de Margalida Bestard
LD / Efe – Libertaddigital.com
1 de mayo de 2008
Tras ser interrogado durante cerca de una hora, Antonio S.O. salió sin esposas de los Juzgados de la Vía Alemanya, pero deberá comparecer los días 1 y 15 de cada mes ante la autoridad judicial, la única medida cautelar dictada por Morro, quien no ha retirado el pasaporte del principal sospechoso de la desaparición de Bestard.
Así lo explicó tras la declaración el abogado de Antonio S.O, Carlos Portalo, quien señaló que se ha decretado el secreto del sumario y que la magistrada del Juzgado de Instrucción número 12 de Palma, Carmen Abrines, continuará con la investigación, por lo que no descartó que su cliente vuelva a ser detenido si se encontrasen pruebas firmes contra él.
Antonio S.O comenzó a declarar ante la jueza de guardia a las 13.45 horas de esta tarde, después de que esta mañana fuera puesto a disposición judicial, después de que ayer se negara a declarar ante los agentes de la Guardia Civil, a quienes sólo manifestó que se declara inocente.
Tras su arresto el pasado lunes, Antonio S.O. permaneció en los calabozos de la Guardia Civil, de los que sólo salió para acompañar a los agentes al registro de una finca de su propiedad situada en s’Arenal de Llucmajor, donde se investigó el garaje ante la posibilidad de que pudiese estar escondido el cadáver de Bestard.
A pesar de que varios obreros realizaron obras bajo la rampa del garaje y a que la Guardia Civil utilizó perros especializados en la búsqueda de cadáveres, la búsqueda del cuerpo de Bestard resultó infructuosa, por lo que, actualmente, no existe ninguna prueba contundente contra Antonio S.O. para acusarle del asesinato de esta mujer de 73 años.
Los hijos de Bestard y la Guardia Civil sospecharon desde el primer momento en que Antonio S.O era el responsable de la desaparición de Margalida, dado que este hombre ya fue investigado por la desaparición de otra mujer Ángeles Arroyo, que trabajaba en un local de Cala Major, con la que discutió momentos antes de que su familia ya no volviese a saber nada más de ella.
Precisamente, los familiares perdieron el rastro de Bestard, después de que ésta acudiera al edificio Marineta de s’Arenal para cobrar una serie de alquileres, así como un recibo de la basura, que afectaba al principal sospechoso de su desaparición.
El miedo se apodera de la famila den Bestard: «Estamos ante el maestro del asesinato»
Efe – Elmundo.es
2 de mayo de 2008
Miquel Serra Bestard, hijo de Margalida Bestard, la mujer de Pórtol, de 73 años, desaparecida desde el pasado 10 de octubre, ha anunciado que la familia se reunirá para decidir qué medidas tomar ante la puesta en libertad de Antonio S. O., el único sospechoso de la muerte de su madre.
«Hoy hemos decidido tomarnos un día de reflexión porque el golpe de ayer ha sido muy duro», ha explicado Serra, para añadir que toda la familia y sus allegados están «indignados» ante la decisión de la jueza de dejar en libertad al que, según él, es el asesino de su madre.
Serra ha comentado que aún no saben qué harán pero ha asegurado que no se quedarán «de brazos cruzados», si bien en el aspecto judicial ha afirmado que la familia no puede hacer nada pues hay secreto sumarial y «todo lo llevan jueza y fiscal».
El hijo de Margalida Bestard ha reconocido el trabajo realizado por las fuerzas de seguridad del Estado pero ha remarcado que no comprende cómo la jueza dice no tener pruebas concluyentes contra Antonio S.O., después de que el delegado del Gobierno afirmara que se había encontrado sangre de su madre en el garaje del sospechoso.
«Estamos ante un maestro del asesinato. Es la segunda vez que mata y sigue libre. Yo ya no confío en que esto se arregle y se haga justicia, ya he perdido la fe», ha declarado el hijo de Bestard, quien ha lamentado que haya que esperar «a que haya una tercera vez que mate, que ojalá no sea a la madre de un vecino».
Miquel ha recordado que Antonio S. O. ya fue detenido hace diez años por la desaparición de otra mujer en el municipio de Llucmajor, Ángeles Arroyo, con quien, al parecer, había discutido por una jardinera.
Dos desaparecidas, 11 años y un solo sospechoso
Jesús Duva – El País
25 de mayo de 2008
Dos mujeres desaparecidas en Mallorca, con 11 años de diferencia, y un mismo sospechoso. Ángeles Arroyo Agrás, de 54 años, dueña de un bar, no ha vuelto a ser vista desde el 6 de noviembre de 1996. La viuda Margalida Bestard Ramis, de 72 años, propietaria de un bloque de apartamentos, desapareció el 10 de octubre de 2007. Más de una década separa un caso del otro, pero en ambos aparece un mismo nombre: Antonio S. O., un manitas de 63 años, ebanista, electricista y fontanero, fue detenido en ambas ocasiones y puesto en libertad por los jueces al no apreciar pruebas contundentes en su contra.
Ángeles Arroyo regentaba un bar contiguo a un local donde Antonio poseía una tienda de souvenirs en Cala Major. Algunos testigos declararon en su día que Ángeles y Antonio habían discutido días antes de la misteriosa desaparición de la mujer. Pero tuvo que transcurrir más de un año hasta que, en 1998, la Brigada de Policía Judicial detuvo al sospechoso, tras inspeccionar su tienda y descubrir manchas de sangre presuntamente pertenecientes a la víctima.
El arrestado admitió que a veces había tenido alguna trifulca con Ángeles porque una jardinera y las mesas de su bar dificultaban el paso a los clientes de su tienda de recuerdos. Cuando fue interrogado acerca de los restos de sangre, aseguró que tales manchas se debían a que Ángeles se había cortado con una botella de cristal y que había acudido a su establecimiento para que le curaran con agua oxigenada y mercromina.
Ante los indicios, el juez encargado del sumario envió al fontanero a prisión y allí pasó varias semanas, hasta que quedó libre por falta de pruebas. Si no había cadáver, no se le podía acusar de ningún crimen.
Sin embargo, la policía no olvida. El Grupo de Homicidios de la policía mallorquina tampoco se deja nada en el cajón. Así que en julio de 2007, un decenio después de la desaparición de Ángeles, los agentes encargados de las pesquisas decidieron rastrear con georradares una finca de 10.000 metros cuadrados de Llucmajor, que el sospechoso había vendido recientemente. El objetivo era localizar algún desnivel, algún montículo, alguna grieta en la tierra, que revelara el ocultamiento de un cadáver, según fuentes de la investigación. El rastreo concluyó sin resultados.
Pero 11 años después de la evaporación de Ángeles Arroyo, en octubre del año pasado el fontanero se vio envuelto en la enigmática desaparición de la viuda Margalida Bestard. Fue vista con vida por última vez el día que salió de su casa de Pòrtol para cobrar los alquileres de unos apartamentos que posee en el edificio Marineta, en El Arenal.
Había quedado en verse allí mismo con una asistenta a la que había contratado para limpiar unos pisos que tenía previsto arrendar en breve. «Mi madre estuvo con Jenny, la empleada, limpiando unos apartamentos. A media mañana le dijo a la chica: «Me voy a cobrar unos recibos y luego comemos algo»», recuerda Miquel Serra Bestard, el hijo de Margalida. Cobró los alquileres, pero jamás volvió a reunirse con la empleada doméstica, quien, alarmada, alertó a la familia.
Serra ha explicado que su madre conoció al tal Antonio en enero de 2006, cuando éste le compró, a través de una inmobiliaria, uno de los apartamentos del número 5 de la calle de Marineta, en el Arenal.
La operación mercantil no tuvo ningún contratiempo: Antonio pagó puntualmente los 150.000 euros, firmó las escrituras. En teoría, ahí acababa todo. Pero diez meses después, le llegaron a Margalida los recibos de la tasa de basuras y de la contribución urbana. Ella decidió entregárselos al comprador pidiéndole que pagase los 200 euros que reclamaba el Ayuntamiento y que, además, tramitase el cambio de titularidad.
En octubre de 2007, Margalida recibió, otra vez, el recibo de la tasa de recogida de basuras y el de la contribución. Contrariada por ese hecho, se citó el día 10 con Antonio S., al que recriminó que aún no hubiera efectuado el cambio de titularidad del inmueble. «Mi madre era una mujer educada, pero enérgica. Es posible que le dijera que a ella no la toreaba nadie, y que desatara las iras de ese individuo. Eso podría haber sido el origen de lo ocurrido», aventura Serra.
Antonio S. ha reconocido que ese día se encontró con Margalida en el ascensor y que ésta acordó dejarle los recibos en su buzón. «No volví a verla más», aseguró. Ni él ni nadie. Desde entonces, a la septuagenaria se la ha tragado la tierra.
Hace tres semanas, Antonio S. O. fue detenido por la Guardia Civil. Los agentes excavaron y rastrearon una finca rústica del Camí Vell de Porreres, cerca de Algaida, propiedad del arrestado, así como dos viviendas y un garaje. Durante la operación, que se prolongó durante tres días, estuvo tranquilo y despreocupado, como si aquello no fuera con él. O bien porque tenía la certeza, como así sucedió, de que no iba a descubrirse el menor indicio de la septuagenaria desaparecida.
La juez de guardia de Palma, Magdalena Morro, decretó la libertad del detenido, con la obligación de comparecer cada 15 días, pese a recaer sobre él la sospecha de estar relacionado con «la desaparición forzosa y el homicidio» de Bestard.
«No entiendo cómo funciona la justicia. Seguro que hay gente en la cárcel por mucho menos. La familia está indignada. Es incomprensible que este hombre esté en la calle tan tranquilo, teniendo en cuenta que un capitán de la Guardia Civil nos comentó que había suficientes indicios en su contra», agrega Serra. Éste sostiene que la policía y la Guardia Civil le han contado que el sospechoso es un hombre «fácilmente irascible y alterable».
La Guardia Civil excava en un solar de s’Arenal de Llucmajor en busca de Margalida Bestard
A. Sepúlveda – Ultimahora.es
20 de diciembre de 2009
La Policía Judicial de la Guardia Civil tiene una nueva pista en el caso de la desaparición de Margalida Bestard, la vecina de Pòrtol de la que no se tienen noticias desde octubre de 2007, y ha excavado esta semana en un solar de s’Arenal de Llucmajor, en busca del cadáver de la septuagenaria.
La nueva pista llegó hace unos días cuando los investigadores de la Policía Judicial, que no han dejado en ningún momento el caso, recibieron una información inédita sobre cuál podía ser el paradero de la señora. De acuerdo con estos datos, la desaparición de Margalida, el 10 de octubre, coincidió con una obra en un solar de la Avenida Europa, que en la actualidad está vallado. En aquel terreno se colocó una capa de hormigón y los nuevos datos apuntaban a que el asesino de la mujer la pudo haber enterrado allí.
Así pues, la Benemérita contrató los servicios de una cuadrilla y de maquinaria pesada y estos días ha levantado la capa de hormigón, aunque de momento no se ha encontrado resto humano alguno. Los trabajos han sido lentos porque se tenía que picar por zonas y los agentes también se han entrevistado con los vecinos del solar para saber si recuerdan algún dato sospechoso de aquel 10 de octubre. El terreno no es propiedad del principal sospechoso de la desaparición de la vecina de Pòrtol, Antonio S.O.
Los hijos de Margalida siguen convencidos de que fue este hombre, que siempre ha negado cualquier relación con la desaparición, el que acabó con la vida de la señora durante una discusión.
La desaparecida vendió hace años una casa a Antonio S.O., y se quejaba de que aquél no pagaba unos impuestos de la basura y que le llegaban a ella los recibos impagados. Para la familia de Margalida, éste pudo ser el desencadenante por el cual Antonio S.O. atacó a la abuela de Pòrtol.
El hombre llegó a ser detenido por la Guardia Civil, que también lo consideró el principal sospechoso, pero las pruebas reunidas contra él no fueron suficientes para que el juez lo enviara a prisión.
Un dato que llamó poderosamente la atención de los investigadores es que Antonio S. ya fue investigado, años atrás, por una desaparición similar de una mujer en Cala Major. María Àngeles Arroyo nunca apareció y el Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía detuvo a Antonio S.O. como principal y único acusado. En aquella ocasión, también, fue liberado porque no aparecía el cuerpo de la señora, que a día de hoy -como Margalida Bestard- sigue desaparecida.
El principal sospechoso de la desaparición de Margalida Bestard recibe una brutal paliza en Algaida
J. Bastida – Ultimahora.es
19 de agosto de 2010
Antonio Serrano, el que fue considerado principal sospechoso de la desaparición de Àngeles Arroyo y de Margalida Bestard fue, en la tarde de ayer, brutalmente agredido en una finca de su propiedad en el municipio de Algaida.
Al parecer y, según información a la que ha tenido acceso Ultima Hora, Antonio Serrano había quedado con unos señores en la citada finca con la finalidad de realizar una compraventa.
Todo apunta a que a la hora prevista un grupo de unos cuatro o cinco varones, todos ellos encapuchados, se personaron en el lugar armados con bates de béisbol, palos y otros objetos contundentes y la emprendieron a golpes contra Antonio. Por el momento se desconoce quién o quiénes son los autores de la agresión o si los mismos actuaron por iniciativa propia o por encargo de terceras personas.
A raíz de la brutal paliza recibida, la víctima, sufrió la fractura de una de sus piernas y la otra quedó seriamente dañada. Al mismo tiempo, el varón quedó tendido en el suelo y recibió golpes por todas las partes de su cuerpo. En el lugar donde se produjo la agresión, al encontrarse en una zona muy apartada, nadie escuchó los gritos de auxilio.
Así como pudo y, con una pierna fracturada, Antonio se arrastró durante aproximadamente unos dos kilómetros de distancia campo a través hasta conseguir alcanzar la rotonda de los muebles «Modelmon». Una vez allí, con el rostro ensangrentado, pidió auxilio a través del teléfono de emergencias 112. Con suma celeridad, una ambulancia del 061 se personó en el lugar, atendió «in situ» a la víctima y el facultativo tras evaluar las lesiones del paciente decretó el traslado inmediato al hospital de Son Llàtzer, donde permanece ingresado. Del mismo modo también se dio aviso a la Guardia Civil quien se hizo cargo de la investigación.
Inmediatamente, varias dotaciones de la Policía Judicial de la Guardia Civil se pusieron a trabajar con todas las hipótesis y líneas de investigación posibles.
Cabe recordar que Antonio Serrano fue acusado directamente por los familiares de Margalida Bestard del asesinato de la mujer.
De hecho, los hijos y el yerno de Margalida siempre se han mostrado muy crítico con la Justicia. «Nosotros hablamos de asesinato, no de desaparición. El sospechoso queda en libertad y tiene el derecho a no declarar. La juez y el fiscal creen que las pruebas aportadas por la Guardia Civil no son suficientes para meterlo en prisión y nosotros, la familia, nos preguntamos por los derechos que tienen las víctimas. Deseo que a nadie le ocurra lo que le ha pasado a mi suegra, pero que sepan que las leyes no garantizan que así sea», concluyeron.
Por el momento, la Guardia civil se desplazó hasta el hospital para tomarle declaración a la víctima y en los próximos días no se descarta que se produzcan detenciones.
«Yo no he sido, pero Serrano se merece la paliza que le han dado»
J. Bastida – Ultimahora.es
20 de agosto de 2010
«Yo no he tenido nada que ver con la agresión. En el momento que Antonio recibió la paliza yo estaba embarcado trabajando, pero me parece estupendo lo que le ha pasado». Así de claro y rotundo se mostraba ayer Miquel Serra, hijo de Margalida Bestard, la vecina de Pòrtol desaparecida desde octubre de 2007.
«Esta mañana (ayer para el lector), cuando me he levantado he leído el Ultima Hora y me he enterado de lo que le sucedió. Tengo que decir que yo estaba pescando. El día de la paliza yo estaba embarcado desde las cinco de la mañana y regresé a casa pasadas las seis de la tarde. Se puede decir que tengo una buena coartada», añade.
Abogado
Miquel Serra, nada más tener constancia de la noticia de la brutal paliza que cuatro encapuchados propinaron al principal sospechoso de la desaparición de su madre, Antonio Serrano, llamó por teléfono a su abogado y decidieron, para evitar malos entendidos y complicaciones, realizar una declaración voluntaria ante la Guardia Civil.
El hijo de Margalida Bestard no duda en afirmar: «Yo creo que después de lo sucedido Antonio se tendría que preguntar cuáles son los motivos por los que ha recibido la paliza. ¿Qué has hecho mal en tu vida para que la gente te quiera pegar? ¿Deberás dinero a los banqueros o tendrá relación la agresión con los casos de Àngeles Arroyo o de mi madre Margalida Bestard? Creo que lo mejor es que te conteste el implicado porque no debe tener la conciencia tranquila», relata visiblemente afectado Miquel.
«Yo no he sido, pero la verdad es que creo que se la tiene bien merecida. Repito, cuando se produjo la agresión yo estaba al sur de Cabrera. Por cierto, me han dicho que tampoco ha sido para tanto. Según me han comentado le han roto una pierna y cuatro golpes más, pero que tampoco se teme por su vida. Un pequeño susto, supongo», concluye Serra.
Condenado el hijo de Margalida Bestard por acosar al sospechoso
M.O.I. – Diariodemallorca.es
3 de septiembre de 2013
La Audiencia Provincial ha condenado al hijo de Margalida Bestard, la mujer que desapareció en 2007 en s´Arenal de Llucmajor, por acosar al hombre que fue detenido por su implicación en el caso. El tribunal de la sección segunda rebaja sin embargo la pena de un año de prisión por un delito de coacciones que le impuso un juzgado de lo penal de Palma, ya que considera que los hechos constituyen una falta y le impone una multa de 150 euros.
El fallo recuerda que la madre del acusado, Margalida Bestard, desapareció el 10 de octubre de 2007 cuando acudió a cobrar unos alquileres a un edificio de la zona de s´Arenal de Llucmajor. Las pesquisas de la Guardia Civil llevaron semanas después a la detención de Antonio S.O. como presunto autor de su desaparición y muerte, aunque el hombre quedó en libertad y el caso se archivó por falta de pruebas.
La sentencia considera probado que Miguel S.B., hijo de la desaparecida, creyendo que el arrestado era el verdadero autor de la muerte de su madre colgó entre noviembre de 2007 y principios de 2008 varios manuscritos en la puerta de entrada del domicilio donde vivían el sospechoso y su mujer, en la calle Marineta de s´Arenal. «Señoras, cuidado, aquí vive un mataviejas» podía leerse en el escrito, que incluía una foto del hombre con la leyenda «piltrafa». Además, el acusado, que actuó obcecado y con ánimo de no dejar vivir tranquilos al sospechoso y su mujer, colocó varias cruces de madera en el mismo sitio en las que podía leerse: «Margarita no te olvida, asesinos». Por estos hechos, un juzgado de lo penal de Palma condenó al hijo de la desaparecida a un año de prisión y a indemnizar a los perjudicados con 3.000 euros por un delito de coacciones
Miguel S.B. recurrió el fallo ante la Audiencia Provincial, que ha rebajado ahora la pena al entender que los hechos constituyen una falta y no un delito. El tribunal considera que no quedó acreditado que las notas que colgó el acusado motivaran los cambios de residencia que relataron Antonio S.O. y su mujer, según los cuales tuvieron que mudarse primero a un domicilio cercano y después a Palma. El fallo de la sección segunda explica que los hechos no revisten la gravedad suficiente para ser calificados como un delito y rebaja la condena a una multa de 150 euros. Además, Miguel S.B. no deberá indemnizar a sus rivales.
La desaparición de Margalida Bestard y Ángeles Arroyo
Datos extraídos del libro «Crímenes sin resolver» (Ariel, 2014) de Vicente Garrido y Patricia López, y de un artículo del diario «Última Hora» del 19 de agosto de 2010.
Ángeles Arroyo tenía 61 años cuando desapareció. Regentaba una hamburguesería y vivía sola; su familia más próxima -una hija- estaba en Ibiza, y la relación con ella no era muy intensa. Ángeles se tenía únicamente a sí misma, y sólo podía contar con la ayuda ocasional que pudiera precisar de alguno de sus vecinos.
Margalida Bestard era una mujer viuda que disfrutaba plenamente del cariño y afectos de sus hijos y otros familiares. Tenía 73 años, y al igual que Ángeles, tampoco era una persona que se quedara tranquilamente en su casa, sino que gustaba de cobrar personalmente los alquileres de sus inmuebles y de gestionar que los pisos estuvieran listos para los nuevos inquilinos. En ciertos momentos llevaba consigo entre mil y dos mil euros cobrados por los alquileres.
Margalida Bestard
Características físicas: 1,65 de estatura, complexión de normal a gruesa, cabello castaño, media melena, ojos marrones, gafas graduadas. El día de su desaparición vestía una chaqueta marrón claro y pantalones marrón oscuro.
Margalida era propietaria de un edificio en el barrio de El Arenal de Palma de Mallorca, tenía arrendadas 12 viviendas y tres locales comerciales a pie de calle. El bloque de la calle Marineta no era su único patrimonio y podía costearse que otra persona gestionara los negocios.
El día de su desaparición se la veía emocionada, conduciendo su nuevo Peugeot 309 azul.
A las 8:30 de la mañana, las cámaras del Club Náutico grabaron a la anciana aparcando el coche y a las 9:00 las de un banco reflejaron cómo andaba sola hacia el edificio de su propiedad.
En el portal se juntó con unos trabajadores, subieron juntos al 10º A, les explicó lo que quería de ellos, les echó una mano y sobre las 11:00 comenzó la ruta por el bloque.
Margalida empezó su ruta a las 11.00 de la mañana en el 10º C, donde cobró 94 euros. A las 12.30 las dos inquilinas del 5º B le pagaron en metálico 485 euros más. En ese momento, la anciana se tomó un descanso y, como siempre, bajó a la cafetería San Cristóbal.
Testimonio del camarero de la cafetería al reportero Boro Barber: «Pasadas las doce, como siempre, vino y se tomó un café. Estuvo unos 15 minutos, bajó un inquilino a pagarla y ella se subió, se supone que a cobrar los alquileres. Luego la vi bajar y a la altura del hotel Mediodía ya no la vi más. Estamos hablando de las dos menos cuarto aproximadamente.»
Margalida volvió al edificio a las 12.40 para seguir cobrando. Veinte minutos después, el vecino del 10º B le pagó 550 euros; a las 13.15, el del 5º A, 401 euros; a las 13.30 cobró 135 euros del 4º A. Aún le quedaba por recibir el alquiler de los tres locales comerciales, situados en los bajos del edificio. Uno de ellos le pagó con un cheque al portador de 500 euros. En total, la Guardia Civil comprobó que la anciana recaudó ese día 1.665 euros en efectivo.
Alrededor de las 13.40 de la tarde, el panadero escuchó que su casera discutía con alguien con voz masculina en la puerta. Asimismo, en el segundo, una testigo escuchó también la disputa. Se trata de una vecina que desde el balcón vio a Margalida, pero no consiguió identificar a su interlocutor. En ese momento, se perdió el rastro de la anciana.
La Guardia Civil inspeccionó el edificio en busca de algún rastro que pudiera indicar un accidente, algún resto de sangre, su bolso… Pero no encontró nada físico, aunque sí certezas. A la hora en que se produce la desaparición el tráfico en la calle Marineta era fluido, por lo que los agentes llegaron a la conclusión de que resultaba imposible que alguien parara a Margalida, la metiera en un coche, y la secuestrara sin que nadie se diera cuenta.
Tras descartar la hipótesis del secuestro, las miradas se volvieron hacia Miguel, el hijo de la víctima, ya que el patrimonio familiar podía ser un móvil perfecto.
Los agentes de Homicidios interrogaron a Miguel en varias ocasiones hasta que pudieron confirmar que el hijo de Margalida Bestard estaba en casa con su mujer en el momento en que se produjo la desaparición de su madre; un lugar situado a 20 kilómetros del edificio de la calle Marineta.
Según se acabó descubriendo, el problema más reseñable que tuvo la anciana fue con uno de los habitantes del edificio de la calle Marineta, uno de los pocos propietarios, a quien Margalida le había vendido el 7º C.
A finales del año 2006, se recibió el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y la tasa de las basuras. En ese momento, Margalida descubrió que el nuevo propietario todavía no lo había puesto a su nombre, por lo que discutió con él y finalmente tuvo que abonarlo ella. La anciana tenía la sospecha que ese año (2007) le iba a suceder lo mismo, porque dos días antes de su desaparición le comentó a su hija Catalina que junto con los impuestos de la zona de El Arenal le había vuelto a llegar el del 7º C y pensaba que el propietario «la quería torear».
El día de la desaparición, Margalida se encontró con este hombre en el ascensor y se lo reprochó, reclamándole una deuda de 200 euros delante de otras personas.
La discusión entre Margalida y el propietario del 7º C fue oída por un par de vecinos, el panadero y el fontanero que acompañaba a la señora. Comenzó sobre las 11.00 en el piso diez y, según el testimonio del trabajador de confianza de la familia Bestard, duró hasta pasadas las 12.00. Cuando él terminó la faena en el piso décimo, los tres se subieron al ascensor y «las sensaciones no eran buenas. No percibí ningún ademán de una posible agresión contra esta mujer, se mantenía a una cierta distancia. Pero la sensación era cargante, eso sí, porque la cara que ponía este hombre era un poema. Él no aflojaba, ella tampoco. Ella decía que no quería vender, «no tengo falta de dinero, no quiero vender el piso». Él parecía que se iba exaltando poco a poco, pero en ningún momento llegó a haber un acercamiento físico o un posible ataque. Ellos se quedaron en el 5º, continuaron con su discusión, yo me quedé en el ascensor y continué hasta la planta baja».
Durante los primeros días de la desaparición, y aunque nadie sospechaba del vecino del 7º C, una conversación se le quedó grabada a Catalina, la hija de Margalida. En una de las ocasiones en que estaba en el edificio y la Guardia Civil pidió a los familiares que entraran en el portal para hablar con ellos, este señor, que se encontraba ahí y era un completo desconocido para ella, se metió en la conversación: «empezó a decir que si había unos búlgaros, unos rumanos, unas cosas raras que a nosotros nos parecían de chiste porque ya habíamos hablado con la señora de la limpieza, el señor del seguro… y nadie había visto a esta gente que él decía que había visto. Él fue introduciendo personajes en esta película que se había montado para su propio interés. No sospechamos de él, pero al parecer la Guardia Civil sí comenzó a hacerlo».
El pasado del sospechoso
El 15 de octubre de 2007, la Policía Nacional envió a la Guardia Civil el siguiente comunicado: «El grupo de Homicidios comunica que en el edificio donde ocurrieron los hechos, concretamente en el 7º C, reside una persona investigada por la desaparición inquietante de otra mujer: ÁNGELES ARROYO, nacida en 1935, denunciada por su hija GREGORIA (…) el 23.01.1997».
La investigación se centró en la posibilidad de que Ángeles Arroyo pudiera haber sido víctima de un homicidio a manos del que era su vecino de local comercial, Antonio Serrano, con el que tenía una conocida relación de enemistad por disputas vecinales, que finalizó dentro del local comercial propiedad de éste, en la calle de la Gaviota, en la Galería comercial número 6 del edificio Plaza Mayor. Aquella fue la última vez que se la vio con vida.
El 6 de febrero de 1997, la Policía entró en el local y encontró restos de sangre, cuyo ADN se demostró que correspondía a Ángeles Arroyo. El 22 de junio de 1998 se detuvo al sospechoso, que pasó a disposición judicial e incluso fue ingresado en prisión, hallándose contradicciones en su declaración. Posteriormente fue puesto en libertad debido a que el cuerpo no fue hallado.
La Policía Nacional añadió en el comunicado que el sospechoso «es una persona irascible y violenta con antecedentes por malos tratos en el ámbito familiar». Asimismo, relacionó en el escrito las coincidencias entre las dos desapariciones «que apuntan a la posible autoría de Antonio»: las dos desaparecidas eran sus vecinas, unas mujeres de avanzada edad y sin pareja, con las que pudiera tener discusiones de vecindad, pues ambas dejaron de ser vistas tras una discusión con él.
A partir del 23 de octubre de 2007, el juez instructor del caso de Margalida Bestard autorizó a que se pinchasen los teléfonos de Antonio Serrano y su esposa Josefa como pidieron tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional.
Ángeles Arroyo
Ángeles Arroyo tenía 61 años y regentaba un bar-hamburguesería. El 22 de enero de 1997, su hija Gregoria denunció ante la Policía que su madre llevaba desaparecida por lo menos desde el 8 de diciembre del año anterior.
Gregoria residía en la isla de Ibiza y mantenía contacto con su madre por teléfono, visitándola cuando viajaba a Mallorca. Según relató en una de sus declaraciones: «El 10 de diciembre fue a casa de su madre y al no hallarla se puso en contacto con una amiga, Ida, quien le dice que hace tiempo que no la ve. También habla con Pepe, el portero de la finca donde vivía su madre, quien le informa de que no sabe nada de Ángeles. El portero le cuenta que incluso la policía local estuvo en el piso dos días antes, Ángeles no estaba, sí la perra, que tenía el agua puesta, cerraron la vivienda y se fueron».
Gregoria volvió a Ibiza el 8 de enero sin saber de su madre. Tampoco sabían nada su padre, exmarido de Ángeles Arroyo, ni su otra hija ni sus amigos. Posteriormente, el día 22 de ese mismo mes, regresó a Mallorca, preocupada por la ausencia de noticias. Entró en la vivienda de su madre con las llaves del portero y encontró todos los efectos de la señora y la perra muerta.
Esa mañana, una vecina del barrio se puso en contacto con Gregoria para decirle que acudiera al bar Manolo, colindante con el de su madre, donde ella y su marido podían darle una información útil. Allí le explicaron que a finales de noviembre o principios de diciembre, Ángeles había tenido una fuerte discusión con Antonio Serrano, el del local de suvenires también pegado al establecimiento de su madre.
El responsable del bar Manolo también explicó a la Policía que: «Ángeles le había comentado el pasado verano que había mantenido un par de discusiones con el dueño de la tienda de suvenires, Antonio». Según su declaración, la última vez que él había visto a Ángeles «estaba en la parte trasera de otro bar que también regenta y presenció una fuerte discusión de Ángeles y Antonio, originada porque éste había cortado un seto de la desaparecida sin permiso. Se insultaron mutuamente de forma muy grave. Una vez que aparentemente finalizó la pelea, el hombre entró en su local, quedando Ángeles en el pasillo exterior junto a la entrada del bar. Un minuto más tarde, Antonio salió otra vez y le dijo algo a la desaparecida, entrando los dos al local de Antonio. Ya no se escuchó nada más. A partir de este momento no se ha vuelto a ver a Ángeles, ni se ha vuelto a abrir la hamburguesería».
La Policía consiguió registrar el negocio del sospechoso y encontraron restos de sangre que pertenecían a Ángeles y al investigado. Uno se encontraba en un trozo de plástico de un flotador antiguo, otro en un trozo de camiseta, al fondo de la tienda, y otro en el mostrador. Además, la Policía Científica determinó que una zona había sido limpiada con esmero mientras el resto no.
El 22 de junio de 1997, la Policía detuvo a Antonio Serrano. Durante la declaración negó haber discutido con Ángeles, al igual que hizo posteriormente en el juzgado. Como en el caso de Margalida, intentó aparentar una estrecha y buena relación con la desaparecida.
Sobre los detalles de la declaración policial, el inspector Márquez resaltaba lo siguiente: «[Antonio] prácticamente nunca discutió con Ángeles. Sí [es cierto que] en una ocasión en la que ella tenía mesas en el pasillo de delante de su tienda [discutieron], pero que no supuso un problema, él se lo dijo a ella y nada más. También tuvo una discusión con su mujer porque ellos ponían los expositores en la acera y Ángeles consideraba que esto entorpecía su negocio».
«Cree que el día que cerró la tienda al público fue el día que su mujer tuvo la discusión con Ángeles. Era finales de verano, sería dentro de la primera quincena de septiembre». Los agentes le preguntaron si a principios de diciembre había cortado un seto de la mujer, y respondió que «sí, pero que no es cierto que ese día viera a Ángeles ni que ella se enfadara».
Tras ser enviado a prisión preventiva, los investigadores tuvieron constancia de que Antonio había realizado unas obras en su finca de Llucmajor que terminó en diciembre de 1996. Las esperanzas se centraron en ese lugar, pero finalmente no lograron encontrar el cuerpo de la desaparecida. Siete meses después de su ingreso en prisión, el sospechoso fue puesto en libertad.
En relación a los hallazgos de ADN en el local, Josefa, la mujer de Antonio Serrano, los justificó diciendo que: «encontraron sangre en una camiseta de las que yo tenía en venta. Eso fue porque un día esta mujer, mirando y tocando la camiseta dentro de una bolsa de plástico que tenía enganchado el precio con un alfiler, se pinchó y manchó el envoltorio de plástico de sangre. Al ponerse la camiseta quedó una gota de sangre en el mostrador de mi local, porque ella se había cortado con una botella en su almacén. Su almacén estaba puerta con puerta con el almacén de nuestro local y yo la curé».
La última detención
Miguel, el hijo de Margalida Bestard, explicó en una entrevista que una vez que su madre hubo desaparecido, Antonio Serrano puso el piso a la venta y lo vendió a los tres meses. El sospechoso también se marchó del lugar tras la desaparición de Ángeles Arroyo.
A los treinta y tres días de la desaparición de Margalida, los agentes de la Benemérita consiguieron que el juzgado les autorizara a entrar en el piso que Antonio tenía en la calle Marineta y en los de la calle Trencadors. Sin embargo, no se pudo encontrar ninguna prueba física de la supuesta víctima. Lo único que se halló relacionado con Margalida fueron los recibos de las tasas de basuras que la anciana le reclamó la mañana del día 10 de octubre y que él se encargó de pagar unos días después.
En su declaración, Antonio manifestó que el único contacto que tuvo con Margalida ese día fue cuando volvió a casa para hacerse el bocadillo y coincidió con ella en el ascensor, subieron al piso décimo para que ella le diera unos papeles para cambiar la titularidad de los recibos de la basura y como no los halló quedó echarlos en el buzón; un testimonio que no encaja con el del obrero que le vio discutir con la mujer por la mañana en el garaje. Además, el panadero de la calle Marineta escuchó alrededor de las 13.30 a Margalida discutir con Antonio, y una vecina afirmó que vio desde su balcón a las 13.45 a la señora discutiendo en el portal con un hombre al que no pudo reconocer porque se lo tapaba el edificio.
En relación a lo que hizo el día de la desaparición, Antonio explicó que estuvo trabajando hasta las 13.30 en su local de la calle Trencadors. Sin embargo, ocultó que se desplazó a la zona de Marratxí, pues a las 13.12 su móvil saltó en el repetidor de ese lugar.
El sospechoso afirmó que fue a comer a las 13.30 hasta las 15.00, hora en que tenía cita con un electricista. Su mujer, Josefa, declaró que llegó a su casa sobre las 13.30 o las 14.00, sin saber si su marido estaba allí o llegó cinco minutos más tarde. Dijo que lo llamó desde el autobús para decirle que estaba llegando, pero según los investigadores, mintió, ya que esa llamada jamás apareció en los listados de llamadas de la mujer.
Antonio Serrano habló de una cita con un electricista a las 15.00. Según sus palabras, éste se presentó a las 16.00, y volvió a su trabajo en la calle Trencadors a las 17.00. Sin embargo, el electricista declaró que nunca se citó con el sospechoso, que se pasó por su tienda después de las 17.15.
Antes de hablar de esa cita, Antonio contó otra versión a la Benemérita. Dijo que aquella tarde tenía una cita en el médico a las 15.00 horas y que al acudir vio a Margalida con tres desconocidos. Por otro lado, reveló a los investigadores que la tarde en que se produjo la desaparición trabajó hasta las 19.00 o 20.00 horas y al llegar a su domicilio se enteró del suceso por un corrillo de personas situados en la puerta. En cambio, su esposa Josefa declaró que su marido le había comentado que se había enterado de la desaparición porque le llamó Miguel, el hijo de Margalida, para preguntarle si la había visto.
El 28 de abril de 2008, Antonio Serrano fue detenido. Los investigadores sospechaban que Margalida podría estar emparedada y se efectuaron levantamientos del suelo y las paredes de su cochera, así como varias batidas en las fincas del sospechoso. Sin embargo, la falta de pruebas llevó al juez a dejarlo en libertad sin cargos.
VÍDEO: EXPEDIENTE ABIERTO – MARGALIDA BESTARD