
- Clasificación: Crimen sin resolver
- Características: La mayoría de las víctimas eran propietarios de tiendas de comestibles de origen italiano
- Número de víctimas: 7 - 12
- Fecha del crimen: 1918 - 1919
- Perfil de la víctima: Hombres y mujeres
- Método del crimen: Golpes con hacha - Cortes con una cuchilla
- Lugar: Nueva Orleans, Estados Unidos (Luisiana)
- Estado: La viuda de una de las víctimas mató en diciembre de 1920 al único sospechoso del caso, Josef Mumfre, por lo que nunca se llegó a conocer con seguridad la identidad del asesino de Nueva Orleans
Índice
El asesino del hacha de Nueva Orleans
Última actualización: 26 de octubre de 2015
En Nueva Orleans entre junio de 1918 y octubre de 1919, de siete a doce muertes fueron achacadas a un misterioso Asesino del Hacha. La mayoría de sus víctimas eran tenderos de origen italiano, por lo que la policía sospechó que podía tratarse de una maniobra de la Mafia para controlar el sector, lo que parece poco probable. La viuda de una de las víctimas mató en diciembre de 1920 al único sospechoso del caso, Josef Mumfre, por lo que nunca se llegó a conocer con seguridad la identidad del asesino de Nueva Orleans.
El asesino del hacha de Nueva Orleans
Última actualización: 26 de octubre de 2015
En la noche del 23 de mayo de 1918 un desconocido logró entrar en la tienda de comestibles del matrimonio Maggio cortando un trozo de madera de la puerta. Introduciéndose después en la vivienda, golpeó al matrimonio con un hacha, cortándoles seguidamente el cuello con una navaja que abandonó en el lugar del crimen. El hecho de que bajo el almohadón empapado de sangre se hallase la cantidad de 100 dólares, demostraba que el asesino no estaba interesado en cometer un robo. Escritas con tiza sobre la acera a pocos metros de la puerta de la tienda aparecieron estas palabras: «Mrs. Maggio velará esta noche como Mrs. Toney».
En 1911 otros tres propietarios de tiendas de comestibles, todos italianos, habían sido asaltados de la misma forma: los Schiambra, los Cruti, y los Rosetti.
Los hermanos de Joseph Maggio fueron arrestados y acusados del crimen, pero a los pocos días quedaron en libertad.
El detective Theodore Obitz, encargado de la solución del caso, fue asesinado por un negro a quien había arrestado por robo. Las investigaciones fueron interrumpidas, pues, durante varias semanas.
A primeras horas de la mañana del 28 de junio, «el hombre del hacha» se introdujo, poniendo en práctica su método habitual, en la tienda de comestibles de Louis Besumer, atacando al propietario y a su esposa con un machete que encontró en el almacén. La señora Besumer murió pocos días después a consecuencia de las heridas; su esposo fue arrestado y acusado de crimen. En torno al caso circularon extraños rumores que afirmaban que Louis Besumer era un espía de los alemanes. La misma noche de su arresto, la del 5 de agosto, «el hombre del hacha» atacó a la señora Edward Scheider hasta dejarla inconsciente, estado en que fue hallada horas más tarde por su marido. Una semana más tarde la señora Scheider daba a luz una niña y pronto entraba en convalecencia.
El 10 de agosto el misterioso atacante entró rompiendo la madera de la puerta, como solía hacer, en el domicilio de Joseph Romano. Las dos sobrinas de éste, oyendo ruidos, acudieron al cuarto de su tío, viendo cómo huía un hombre de alta estatura y encontrando a Romano, que, por excepción era propietario de una barbería, herido en el suelo.
Al acabar la primera guerra mundial los ataques se interrumpieron, hasta que el 10 de marzo de 1919 «el hombre del hacha» reapareció, ahora en el domicilio de Charles Cortimiglia, causando graves heridas a éste y su esposa y la muerte de su pequeño. Cuando la señora Cortimiglia pudo hablar, acusó del crimen a unos vecinos, también italianos, llamados Jordano. A pesar de las protestas de Charles, que afirmaba que éstos no tenían nada que ver con el hecho, Frank Jordano y su padre fueron arrestados. Mientras esto sucedía, Louis Besumer era juzgado por la muerte de su esposa y declarado inocente.
Los ciudadanos de Nueva Orleans estaban tan electrizados por los misteriosos crímenes como los de Londres lo habían estado por los de Jack «el destripador». Un músico llegó a componer una pieza de «jazz» titulada «El misterioso hombre del hacha», que alcanzó gran popularidad.
El 13 de marzo de 1919 el editor del «Times Picayune» recibió una carta del desconocido atacante fechada en «el infierno», en la que a diferencia de las del «destripador» aparecían ciertos conocimientos literarios. El autor afirmaba ser un demonio y que el martes siguiente se proponía hacer una visita a la ciudad, añadiendo que como era un gran aficionado al «jazz» acudiría a cada casa de donde oyera salir esta música. Precisamente el siguiente martes era el 19 de marzo, día de San José, celebrado siempre en Nueva Orleans; durante toda la noche los vecinos de la ciudad bailaron al son de «jazz» sin que «el hombre del hacha» hiciera su aparición.
El 21 de mayo de aquel mismo año los Jordano comparecieron ante un tribunal acusados de asesinato; fueron declarados culpables y sentenciados a muerte ante las protestas de la multitud que llenaba la sala de la Audiencia.
El 10 de agosto, el misterioso criminal atacó a Steve Boca de la forma habitual; éste se recobró de sus heridas a tiempo para defender a uno de sus amigos, Frank Genusa, acusado del delito.
Al mes siguiente, William Carlson, un farmacéutico, sorprendía al «hombre del hacha» en el momento en que intentaba introducirse en su domicilio, disparándole un tiro; el criminal logró darse a la fuga. Al día siguiente agredía a la muchacha de 19 años Sarah Laumann, que también sanó de las heridas infligidas, aunque, por hallarse durmiendo cuando ocurrió el hecho, no pudo dar la descripción del asaltante.
El último ataque tuvo lugar el 27 de octubre; el desconocido se introdujo en el domicilio de Mike Pepitone, al que causó la muerte. La señora Pepitone entró en la habitación a tiempo de ver huir al criminal.
Por aquellos días los periódicos dedicaron sus primeras páginas a Rosie Cortimiglia, la mujer que había acusado a los Jordano, quien confesó al editor del «Times Picayune» haberse dejado llevar en aquella ocasión por un odio personal, continuando: «Dios me ha castigado… He perdido todo. Mi hijo ha muerto; mi marido me ha abandonado y he sufrido la viruela…». A consecuencia de esta declaración, los Jordano quedaron en libertad.
«El hombre del hacha» no volvió a hacer ninguna aparición, pero el caso tuvo un curioso epílogo: el 2 de diciembre de 1920 una mujer disparó en una calle de Los Angeles contra un ciudadano de Nueva Orleans llamado Joseph Mumfre, quien murió instantáneamente. La autora del hecho declaró ser la esposa de Mike Pipetone y que Mumfre era «el hombre del hacha». Fue juzgada y sentenciada a diez años de cárcel, que más tarde quedaron reducidos a tres.
La historia de Mumfre se ajusta perfectamente a los hechos del misterioso criminal. Es, desde luego, el más idóneo de todos los sospechosos. Era un delincuente habitual y durante los períodos que estuvo encarcelado no se cometió ningún crimen en la ciudad.
En 1911, poco antes de la muerte de los Schiambra, los Cruti y los Roseti, fue puesto en libertad. Poco después de ocurridas éstas había cumplido otra sentencia hasta 1918, pocas semanas antes del ataque contra los Maggio. Entre agosto de 1918 y marzo de 1919, período de calma en Nueva Orleans, había sido encarcelado de nuevo convicto de robo.
Como ocurrió en tantos otros casos de la misma naturaleza, los crímenes cesaron bruscamente y nunca pudo averiguarse la identidad del asesino.
El Asesino del hacha de Nueva Orleans
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En mayo de 1918, la ciudad de Nueva Orléans y las comunidades a su alrededor fueron sede de un asesinato que daría inicio a una racha de crímenes cometidos por un asesino que hasta la fecha, es considerado por muchos como una entidad supernatural venida del infierno.
Joseph Maggio y su esposa Catherine, fueron las primeras víctimas del asesino del hacha. La noche del 22 de mayo de 1918, la pareja dormía en su hogar localizado en la esquina de las calles Upperline y Magnolia, donde tenían un bar y una tienda de abarrotes.
La pareja fue asesinada de forma por demás sádica: sus gargantas fueron cortadas con una navaja y sus cráneos golpeados por un hacha; mientras que la policía solo encontró las ropas sangrientas y sucias del asesino.
El cuchillo de afeitar usado por el asesino para cortar las gargantas, fue hallado días después en una propiedad vecina. Andrew Maggio, hermano de Joseph; reportó haber escuchado «gruñidos extraños» en la casa unos momentos antes de descubrir los cadáveres.
En el lapso entre 1918 y 1919, hubo doce víctimas contando a los Maggio; todos ellos asesinados con un hacha, que por lo regular pertenecía a las propias víctimas. El modus operandi del asesino consistía en entrar por la puerta trasera, ejecutar ataques contra uno o más residentes del hogar usando un hacha o una cuchilla afilada, y el hallazgo de ropas ensangrentadas usadas por el asesino.
La mayor parte de sus víctimas eran de ascendencia italoamericana, lo que llevó a la policía a creer que los homicidios eran crímenes de odio, mientras que investigadores de todo el país formularon teorías que iban desde crímenes pasionales hasta que habían sido ejecutados por alguien sádico que buscaba víctimas femeninas. Los criminólogos Collin y Damon Wilson manejaron la hipótesis de que el asesino atacaba a los hombres solo cuando representaban cierto obstáculo contra sus objetivos femeninos.
Otra teoría menos probable era que el asesino asesinaba a sus víctimas para promover el jazz, ya que en una famosa carta dedicada a la gente de Nueva Orléans dijo que perdonaría las vidas de aquellos que tocaran jazz en sus casas.
El asesino del hacha jamás fue capturado, y su ola de crímenes se detuvo misteriosamente. Nunca se supo su identidad y la identidad del criminal permanece desconocida hasta este día, aunque se han manejado varias teorías sobre quien pudo haber sido.
El 13 de marzo de 1919, una carta supuestamente hecha por el asesino, fue publicada en los diarios de la ciudad diciendo que mataría cada quince minutos a partir de la media noche del 19 de marzo; pero que perdonaría a todas las personas que se encontraran en un lugar donde se escuchara tocar a una banda de jazz. Esa noche, todos los salones de baile de Nueva Orléans se llenaron al tope y cientos de músicos de jazz tocaron en fiestas privadas en toda la ciudad. No hubo asesinatos esa noche.
La carta del asesino:
Infierno, Marzo 13, 1919.
Estimado Mortal:
Nunca me han atrapado y nunca lo harán. Nunca me han visto, pues soy invisible; tanto como el éter que rodea tu tierra. No soy un humano, soy un espíritu y un demonio del infierno más caliente. Soy lo que ustedes, Orleanenses y su estúpida policía llaman el Asesino del hacha.
Cuando sienta que es adecuado, vendré y reclamaré otras víctimas. Y solo yo sé quienes serán. No dejaré pista alguna además de mi hacha ensangrentada, manchada con la sangre y cerebros de quienes haya yo mandado al infierno para hacerme compañía.
Si deseas, puedes decirle a la policía que sea cautelosa de no molestarme. Por supuesto, soy un espíritu razonable. Y no me ofendo por el hecho de que hayan elaborado investigaciones en el pasado. De hecho, han sido tan increíblemente estúpidos que no solo me entretienen a mí; si no a su Satánica Majestad, Francis Josef, etc. Pero díganles que tengan cuidado.
No los dejen descubrir qué soy, porque sería mejor que no hubiesen nacido si es que llegan a incurrir en la furia del Asesino del hacha. No creo que haya necesidad de soltar tal advertencia, pues estoy seguro que la policía siempre me va a evitar, como han hecho en el pasado. Son sabios y saben como mantenerse alejados de cualquier posible daño.
Indudablemente, ustedes Orleanenses, creen que soy el asesino más horrible de todos; lo que de hecho soy, pero podría ser mucho peor si así lo deseara. Si lo deseara, podría visitarlos a todos y cada uno de ustedes cada noche. A voluntad, podría matar a miles de sus mejores ciudadanos; pues tengo una relación cercana con el Ángel de la Muerte.
Ahora, para ser exacto, a las 12:15 (tiempo de la tierra) de la noche del próximo Martes, voy a pasar de nuevo por Nueva Orléans. En mi infinita piedad, les haré una proposición. Y aquí está: soy fanático de la música jazz, y juro por todos los demonios de las regiones inferiores que cada persona será perdonada, siempre y cuando en sus hogares toque una banda de jazz en dicho momento. Si todos tienen una banda de jazz tocando, bueno, digamos que será lo mejor para ustedes.
Algo es seguro, y eso es que aquellos de ustedes que no toquen jazz en la noche del Martes, sin duda recibirán un golpe de mi hacha.
Bueno, tengo frío y ansío el calor de mi nativo Tártaro; por lo que es tiempo de que deje su hogar terrenal y cese mis acciones. Esperando que publiquen esto, y que todo les salga bien; soy, he sido y seré el peor espíritu que jamás ha existido tanto en la realidad como el reino de la ficción.
-El Asesino del hacha.
VÍDEO: EL MISTERIO DEL HOMBRE DEL HACHA