
- Clasificación: Asesinato
- Características: Pastor cristiano, activista por los derechos civiles para los afroamericanos y premio Nobel de la Paz, murió víctima de una conspiración
- Número de víctimas: 1
- Fecha del crimen: 4 de abril de 1968
- Perfil de la víctima: Martin Luther King, Jr., de 39 años
- Método del crimen: Arma de fuego (fusil Remington de calibre 30)
- Lugar: Memphis, Estados Unidos (Tennessee)
- Estado: James Earl Ray fue condenado a 99 años de cárcel. Murió en prisión el 23 de abril de 1998
Índice
- 1 El asesinato de Martin Luther King, Jr.
- 2 Discurso de Robert F. Kennedy sobre el asesinato de Martin Luther King, Jr.
- 3 Martin Luther King, Jr.
- 3.0.0.1 Juventud
- 3.0.0.2 Montgomery: la lucha por los derechos civiles
- 3.0.0.3 Albany
- 3.0.0.4 Birmingham
- 3.0.0.5 La marcha sobre Washington
- 3.0.0.6 St. Augustine, la Civil Rights Act y el Premio Nobel de la Paz
- 3.0.0.7 «Bloody Sunday» (El domingo sangriento)
- 3.0.0.8 Chicago
- 3.0.0.9 Contra la guerra de Vietnam y la pobreza
- 3.0.0.10 La campaña de los pobres
- 3.0.0.11 Asesinato
- 3.0.0.12 Investigación y desarrollos posteriores
- 3.0.0.13 Alegaciones de conspiración
- 3.0.0.14 El pensamiento de Martin Luther King
- 3.0.0.15 Desobediencia civil y no violencia
- 3.0.0.16 Igualdad racial, libertad y orgullo
- 3.0.0.17 Pacifismo y compromiso personal
- 3.0.0.18 Vida espiritual frente a confort material
- 3.0.0.19 Fe, amor y poder
- 3.0.0.20 Ciencia y religión
- 3.0.0.21 Compensación histórica
- 3.0.0.22 Fuentes e inspiraciones
- 3.0.0.23 King y el FBI
- 3.0.0.24 Legado
- 3.0.0.25 Homenajes
- 3.0.0.26 Partidarios e influencia
- 3.0.0.27 Críticas
El asesinato de Martin Luther King, Jr.
Oriana Fallaci
«El hombre -escribía Oriana Fallaci en el número 603 de «Gaceta ilustrada», cuando fue a Memphis para reconstruir in situ el asesinato de Martín Lutero King- estaba en la ventana y apuntaba con su fusil. El fusil era un «Remington» de calibre 30, con mira telescópica. Apenas cuarenta y ocho horas antes, un fusil así había sido robado en Walnut Grove Road, en una tienda de artículos deportivos. La policía lo sabía.
Si uno solo de los agentes que rodeaban el motel hubiese elevado la mirada por encima de los árboles, no hubiese tenido que esforzarse mucho para ver el fusil apoyado en la ventana del baño. Entre aquella ventana y el Motel Lorraine hay sólo una distancia de doscientos cinco pies y tres pulgadas, menos de setenta metros. El hecho es que la policía protegía a Martín Lutero King con muy discreta atención y aun, si cabe, con menos entusiasmo»
Cuando el hombre llamó, Bessie Brewer hizo un gesto de fastidio y permaneció unos segundos tumbada en la cama. Eran las tres y cuarto de la tarde, la hora en que la gustaba echarse una siesta, y su marido, Frank, no estaba allí para defenderla contra cualquier tipo desagradable. Acude cierta clase de gente al número 422 de South Main Street. Viejos drogados, borrachos, perdularios. Hay que recibirlos con el cuchillo en la mano; pero, ¿qué otras personas quieres que alquilen aquellas habitaciones sucias que Bessie Brewer cede a cinco dólares semanales, con luz eléctrica incluida?
Aparte de que la pensión está en el barrio negro y la gente bien no duerme entre los negros; ¿no te parece? Voy, murmuró Bessie Brewer. Luego, lentamente, salió de la cama. Se dirigió hacia la puerta de cristales, la abrió, manteniendo echada la cadena de hierro y lanzó un mirada hostil hacia la sombra oscura que aguardaba al otro lado de la mirilla. E inmediatamente su cara cobró una expresión cordial.
El hombre no se parecía en nada a los desechos humanos que de ordinario ves en South Main Street. Tenía un aire elegante, limpio, y llevaba un bonito traje gris oscuro, con una bonita corbata gris oscuro, al parecer, de punto, y una camisa limpia de cuello bien planchado. El rostro era sano, austero con el ligero bronceamiento del que frecuenta el aire libre, y estaba cuidadosamente afeitado. Los cabellos espesos con una hebra gris, se hallaban bien cortados y peinados hacia atrás. En suma, parecía un señor y quizá lo fuese. «¿Puedo ocupar una habitación?», preguntó correctamente.
Sin perder la expresión cordial, sonriendo, incluso, por primera vez en muchos años, Bessie Brewer descorrió la cadena y le invitó a entrar.
Cuando el hombre estuvo dentro se le ocurrió pensar sencillamente: «No es nada feo». Era un hombre alto, de más de 1,80, como su marido, fuerte, pero esbelto y con rasgos interesantes. Llamaba, por ejemplo, la atención su nariz larga, estrecha, afilada como el pico de un pájaro; la boca firme y delgada, la barbilla saliente, imperiosa y cuadrada. «Sí, una habitación, claro respondió Bessie Brewer, y rápidamente dobló la cantidad; diez dólares semanales.»
«Está bien», dijo el hombre. Hablaba con acento del Sur, pero no precisamente con el acento de Memphis. Bessie Brewer tomó un manojo de llaves y condujo al hombre escaleras arriba, hacia el fétido corredor donde se alineaban las habitaciones.
Estaba un tanto preocupada por la reacción que experimentaría ante aquella porquería y aquel abandono. Así es que abrió la puerta de la mejor habitación, la número 8, que mira precisamente a South Main Street. «Hay también una pequeña cocina con frigorífico», se apresuró a decir. Pero el hombre, sin reparar en la cocina, en el frigorífico ni en ninguna otra cosa, se dirigió hacia la ventana, desde la cual no se veía el motel Lorraine. El motel se halla en la parte opuesta, en Mulberry Street.
Movió la cabeza, y dijo: «No, no. Esta es demasiado buena. Y no tengo necesidad de cocina; me basta con la habitación para dormir. ¿No tiene una habitación con la ventana que dé al norte?».
Bessie Brewer dijo que tenía la número 5, aunque no era la mejor habitación. Luego le precedió de nuevo por el corredor y abrió la puerta de un cuarto incalificable, oscuro. Se divisaba una cama de hierro, un armario, un diván con las patas desvencijadas y un marco sin espejo. Del techo pendía, de un hilo negro, sucio de moscas, una lámpara de cincuenta vatios. El hombre no se interesó por nada de aquello y se fue hacia la ventana, que se abría contra la pared del edificio que estaba próximo, perpendicularmente a Mulberry Street.
Desde aquella ventana, asomándose, podía verse el motel Lorraine, aunque fuera de perfil y a través de los árboles. Entre la pensión de Bessie Brewer y Mulberry Street hay un bosquecillo de árboles, y en esta estación están todavía sin hojas.
El hombre estuvo un rato asomado, y luego dijo, satisfecho: «Bueno, esta habitación me conviene». «Ocho dólares y medio» -contestó Bessie Brewer-. «Bueno.» «Pago anticipado.» «Bueno» «El baño es común con la habitación número 6 y con la número 4.» «¿Puedo verlo?»
El baño estaba al final del corredor, haciendo ángulo con la habitación número 6, a tres pasos de la número 5. En la número 6 habitan Charlie y Grace Stephens, dos desechos de mediana edad. Grace acaba de salir del hospital y estaba en la cama cuidándose un enorme grano en la nariz. «No le molestarán», mintió Bessie Brewer, y precisamente en aquel momento Charlie Stephens abrió la puerta y se puso a observar al nuevo inquilino con la curiosidad que se siente por un nuevo inquilino. El hombre se dejó observar tranquilo y devolvió la mirada con ojos serenos.
Luego con la misma serenidad, estudió el diván sucio, la bañera en la que nadie había hecho correr una gota de agua desde hacía años, la alacena del rincón, llena de papeles, cajas, basura. La ventana estaba muy alta y era difícil asomarse, porque la bañera. se encontraba debajo de ella. Pero era accesible.
El hombre se acercó y se asomó un rato. Desde allí, Mulberry Street y el motel Lorraine se distinguían perfectamente. En medio quedaba el bosquecillo de árboles, es cierto, pero iba en declive hacia la calle y, por consiguiente, no estorbaba la vista. Si no se era miope, podían distinguirse todos los, pormenores de la terraza a la que se abren las habitaciones del segundo piso del motel e incluso el número de las habitaciones inscritos en letras doradas sobre la puerta de color verde. La habitación 306, por ejemplo.
El hombre hizo un gesto de asentimiento, como si hablara consigo mismo y bajo su nariz puntiaguda, los labios se entreabrieron en una sonrisa. Bessie Brewer dijo: «Ahora que lo pienso, aquella sonrisa me causó impresión. Era… eso es, la sonrisa de un idiota. Y aquella sonrisa idiota se le quedó pegada a los labios hasta que me pagó».
El pago lo hizo en el despacho, ante el viejo Reeves, un inquilino de setenta y tres años, que vive en la pensión desde hace mucho tiempo. «Le observó -dice el viejo Reeves- porque un viejo observa siempre a los jóvenes, y aquel era joven. A lo más tendría treinta y dos o treinta y cinco años. Y luego, porque pagó a Bessie con un billete de veinte dólares. Imagínese.» Bessie Brewer tuvo en la mano durante un rato los veinte dólares antes de darle el recibo. «A nombre de quién extiendo el recibo, señor… » «John Willard. Me llamó John Willard», respondió el hombre. «Gracias, señor Willard. Aquí tiene usted los once dólares y medio que sobran.»
Una caja larga, rectangular
El hombre cogió el dinero y se fue. Se fue a la habitación número 5, pero salió en seguida, recorriendo rápidamente el corredor y las escaleras. En la calle, casi al frente al café que está junto a la pensión de Bessie Brewer, había aparcado un Mustang blanco. Levantó el portamaletas del Mustang blanco y sacó una caja larga, rectangular. Con la cala debajo del brazo, subió las escaleras y entró en la casa.
En el corredor le vio Willie Anchutz, el huésped que ocupa la habitación número 4. Willie Anchutz no es muy perspicaz; pero dice que pensó: «Parece el estuche de un fusil; es igual al que tenía Oswald». En la mano izquierda el hombre llevaba un paquete medio deshecho, y Willie Anchutz dice que pensó: «¡Qué raro, parecen gemelos! Pero, ¿cómo no lleva maleta?. Luego dijo: «Buenas tardes». Y el hombre dijo: «Buenas tardes».
Era alrededor de las cuatro menos cuarto y en el mismo momento Martín Lutero King entraba en su habitación, en la habitación 306 del motel Lorraire.
Para quien tema que te asesinen o le rapten, los moteles son la cosa menos aconsejable que hay en Norteamérica. Todas las habitaciones dan directamente a la calle y reciben la luz de la pared que da a la calle, una pared enteramente de cristal. Los delitos más fáciles en los últimos años se han cometido en los moteles, que los viajeros norteamericanos se obstinan, sin embargo, en frecuentar, porque casi siempre viajan en automóvil y cada habitación de un motel corresponde al aparcamiento de un automóvil. El que elige el motel, pues, puede dejar su coche delante de su habitación. Y por esto muchos moteles, al estilo del Holiday Inn, están hechos como un rectángulo, y así la mitad de las habitaciones dan a un patio interior, que es mucho más seguro. El motel Lorraine no tiene patio interior y todas las habitaciones están a merced de la curiosidad o de la criminalidad del que pasa o vive en una casa de enfrente.
El reverendo Martín Lutero King no solía alojarse en el motel Lorraine. Cuando iba a Memphis se alojaba en el Holiday Inn y así lo había hecho la semana anterior. Aquella vez se alojó en el Lorraine porque el Lorraine está dirigido por negros y frecuentado casi exclusivamente por negros y está en el corazón del barrio negro. Una razón polémica, en suma, tanto como política.
Una razón como la que le llevó a Memphis. Los negros de Memphis estaban muy asustados y deprimidos. El 12 de febrero los barrenderos negros se habían declarado en huelga y el alcalde Loeb la había declarado ilegal. El tribunal le había dado la razón; a la huelga habían seguido desórdenes; la Guardia Nacional había sido llamada; un muchacho de dieciséis años había perdido la vida, y además muchos habían sido heridos y muchísimos detenidos. Y mientras los tanques pasaban con estrépito por las calles del ghetto, la única esperanza se llamaba Martín Lutero King y la gran marcha de protesta que Martín Lutero había anunciado para el lunes, 8 de abril.
Con un veredicto anticonstitucional, el juez Bailey Bown había prohibido la marcha; pero Martín Lutero King anunció que la marcha se efectuaría lo mismo. «He leído en alguna parte que todos los ciudadanos de color tienen libertad de palabra. He leído en alguna parte que cualquier ciudadano de color tiene libertad de expresión. He leído en alguna parte que cualquier ciudadano de cualquier color tiene derecho a manifestarse.» Y para hacer más firme su decisión se había instalado en el Lorraine.
Un bonito problema para Frank Holloman, jefe de la policía. Holloman sabía bien que la vida de King corría peligro, que le habían llegado amenazas de muerte a docenas en aquellos días y que en Memphis no se bromea. Un blanco de Memphis, en las afueras, había intentado matar a James Meredith, en 1965.
Memphis no está lejos de Alabama; Memphis se encuentra en el cruce de tres Estados que son los más racistas de Norteamérica: Tennessee, Arkansas y Mississippi. En cuanto Martín Lutero King se instaló en el motel Lorraine, Frank Holloman envió allí a treinta policías y a William Huston, el jefe del departamento criminal; también envió una docena de detectives de paisano.
Prácticamente, el Lorraine estaba defendido como el cortejo de Kennedy en Dallas. Pero, como en Dallas, todos se habían olvidado de vigilar las ventanas desde las que cualquiera hubiese podido disparar. Las ventanas de Bessie Brewer.
Con el reverendo Martín Lutero King estaban el reverendo Jessie Jackson y el reverendo Andrew Young, dos negros muy activos en la lucha por los derechos civiles. Los tres hombres entraron en la habitación 306 e inmediatamente Martín Lutero King levantó las cortinillas que cubren las paredes de cristal irrompible. Luego pidió que les sirvieran tres cervezas, con tres paquetes de patatas fritas, y se sentaron en el diván-cama que está junto a la pared de cristal.
Había en el doctor King una misteriosa tristeza aquel día. Mientras aguardaban que les llevasen la cerveza, dijo a Jackson y a Young: «Bueno, muchachos, como le ocurre a cualquiera, me gustaría vivir una vida larga; pero ahora no debo pensar en eso. Será lo que Dios quiera. Y sea lo que sea lo que Dios quiera, siempre me quedará la satisfacción de haber podido mirar a mi alrededor y haber visto la tierra prometida».
Entonces, Jessie Jackson exclamó: «Pero, ¿qué palabras son esas, Mart?» «Bueno, quiero decir que quizá no pueda llegar con vosotros a la tierra prometida -dijo Martín Lutero King- y por eso quiero que sepáis esta tarde que si yo no llego, llegaréis vosotros.» «Oh, Mart», protestó Andrew Young. En aquel momento entró la camarera con las cervezas.
«¿Pero cree este tipo que el baño es suyo?»
Desde la ventana de la habitación número 5, el hombre vio entrar a la camarera con las cervezas. Su postura era incómoda, porque para ver desde aquella ventana tenía que sacar mucho el cuerpo y girar luego cuarenta y cinco grados. Pero usaba los gemelos y no perdía un detalle, un movimiento. He aquí a Martín Lutero King que se sirve la cerveza; he aquí otro que le ofrece un cigarrillo y se lo enciende; he aquí al grupo que discute, he aquí que suena el teléfono, porque King se vuelve, rápidamente, se levanta y responde.
Es casi seguro que el hombre estuvo en la ventana cerca de media hora; el tiempo que Grace Stephens no le oyó pasear. Naturalmente, hubiese podido emplear la media hora tumbado en la cama, pero después se vio que la cama no tenía trazas de haber sido usada. Sólo había un leve declive al borde, el declive que hace alguien que se apoya un poco. En cambio, junto a la ventana se encontró una silla y los visillos de flores amarillas y verdes habían sido cuidadosamente apartados y luego enganchados en lo alto.
Después de aquella media hora, Grace Stephens oyó que se movía una silla, como si se levantara, y el hombre comenzó a pasear. Arriba y abajo, a pasos regulares y obstinados, Grace Stephens le dijo a su marido: «¿Por qué no se para ese tipo? Dile que deje de andar, Charlie. Me pongo nerviosa y me rasco el grano de la nariz».
Charlie estaba a punto de llamar a la puerta de la habitación del vecino para decirle: «Perdone, pero mi mujer está enferma y los ruidos le molestan», cuando la puerta de la habitación número 5 se abrió y el hombre se metió en el baño.
Al cabo de un rato, la puerta número 4 se abrió también y Willie Anchutz intentó abrir el baño, que estaba cerrado con llave. Blasfemó, se volvió, esperó diez minutos, intentó de nuevo entrar; pero seguía cerrado. Blasfemó de nuevo, volvió de nuevo hacia atrás, pero el baño estaba siempre cerrado, y sucedió esto cuatro veces.
A la cuarta vez, Willie Anchutz golpeó en la puerta de los Stephens y les dijo con voz lo suficientemente recia como para que la oyese el otro: «Pero, ¿es que ese tipo se cree que el baño es suyo? Está encerrado en él hace por lo menos media hora». «Quizás esté malo», sugirió Grace Stephens. Entonces Willie Anchutz tiró de la manilla y gritó: «¡Eh! ¿Van bien las cosas? ¿Le hace falta ayuda?» Nadie respondió. El único sonido fue un roce contra la pared y luego un golpe contra la bañera, como si el hombre hubiese tropezado.
«Señor, dame tu mano»
El hombre estaba en la ventana y apuntaba con su fusil. El fusil era un Remington de calibre 30 con mira telescópica. Apenas cuarenta y ocho horas antes, un fusil así había sido robado en Walnut Grove Road,’ en una tienda de artículos deportivos. La policía lo sabía. Si uno solo de los agentes que rodeaban el motel hubiese elevado la mirada por encima de los árboles, no hubiese tenido que esforzarse mucho para ver el fusil apoyado en la ventana del baño. Entre aquella ventana y el Lorraine hay sólo una distancia de doscientos cinco pies y tres pulgadas, menos de setenta. metros. El hecho es que la policía protegía a Martín Lutero King con poca atención y aún con menos entusiasmo.
La policía de Memphis no ha querido nunca a Martín Lutero King. Le quería aún menos aquella tarde del jueves, 4 de abril, hacia las seis. Faltaban pocos minutos para las seis cuando Millie Anchutz gritó: «En fin, todos tenemos que hacer nuestras necesidades, ¿no?» Grace Stephens le recuerda bien, porque, cuando gritó, ella buscaba en la radio su programa favorito, que se titula «El mejor de Broadway».
Grace buscaba en la radio «El mejor de Broadway» y Willie gritaba y el hombre apuntaba con el fusil, cuando Ben Brach, cantante negro y amigo de Martín Lutero King entró en la habitación 306.
Reverendo, ¿me ha mandado llamar?» «Sí, Ben, entra -dijo King-. Tenía ganas de oírte cantar.» «¿Qué es lo que quiere que le cante, reverendo?» «Cántame «Oh, precioso Señor» y cántalo bien, te lo ruego.» Ben Branch cantó «Oh precioso Señor, dame una mano; soy tan débil, estoy tan cansado. Creo que no logrará salir adelante sin ti». Pero cuando terminó la primera estrofa, Martín Lutero le detuvo. Tenía lágrimas en los ojos. «Por lo que más quieras, Ben, no la estropees por mí. Esta canción v ale un imperio. Tienes que cantarla el lunes en la marcha»
Ben Branch se lo prometió y Jessie Jackson dijo: «Por qué, no vienes con nosotros, Ben? Vamos todos. a cenar a casa del reverendo Samuel Klyes. Se está haciendo tarde, Prepárate para marcharnos, Mart». «Okey -contestó King-. Sin embargo, antes quiero tomar un poco de aire fresco. Llevo todo el día encerrado aquí y me duele la cabeza.»
Abrió la puerta y salió a la terraza, Jessie Jackson le siguió. Las estudiantes negras de Lemoyne College, que estaban debajo de la terraza, exclamaron: «¡Ahí está, ahí está!» Una de ellas, Clara Esther, dijo: «¡Diablo! ¿No es realmente un hombre guapo? ¡Y qué joven! Ni siquiera aparenta tener treinta y nueve años.»
Con ellas estaba el chófer de Martín Lutero King, Salomón Jones. Estaba limpiando el coche para llevar al guapo a casa de Samuel Klynes. «Calma, muchachas, calma -dijo en broma-. El reverendo. está casado» Luego Salomón Jones levantó la cara hacia Martín Lutero King y le gritó: “Doctor King, ¿se da cuenta del frío que hace esta noche? Póngase el abrigo”. «Me lo pondré», dijo King, casi apoyó con las manos en la balaustre de la terraza y respiró el aire fresco. «Hace realmente fresco, Jessie. Mira qué cielo tan lívido. ¿Sabes Jessie que … »
El disparo le alcanzó antes de que acabara la frase. Un disparo solo, violento, como una bomba, «¿Qué pasa? ¿Hay fuegos artificiales esta noche?», preguntó Salomón Jones. «Debe de haberse reventado el neumático de un automóvil», dijo Clara Esther.
Luego los dos buscaron con los ojos a Martín Lutero King, pero ya no estaba apoyado en la balaustrada de la terraza. Yacía en el suelo y Jessie Jackson imploraba «Mart, Mart, ¿me oyes, Mart?»
Clara Esther y Salomón Jones se precipitaron por las escaleras; alguien había puesto debajo de la cabeza de Martín Lutero King una toalla de goma y la toalla estaba mojada de sangre. La sangre salía gorgoteando e una horrenda herida entre el cuello y la mandíbula derecha.
Dice Jessie Jackson: «El disparo le alcanzó entre el cuello y la mandíbula derecha, destrozándosela. Martín me miró con mirada sorprendida y luego una sonrisa extraña se abrió paso entre sus labios y cayó hacia atrás».
Tenía aquella extraña sonrisa aún cuando llegaron los policías; pero sus pupilas, abiertas de par en par, no veían y la respiración se hacía cada vez más angustiosa. Un policía gritó: «¿Qué es lo que le habéis hecho?»
Una mujer gritó: «¡Han matado al rey; ha muerto el rey!» Clara Esther gritó: «Está ahí. ¡Han disparado sobre él desde el otro lado de los árboles!»
Jessie Jackson dijo a los policías que el disparo había venido desde allí, más allá de los árboles, quizá desde alguna de las ventanas. Y también Salomón Jones. Y también Andrew Young. Y también Ben Branch. Todos señalaban con el dedo hacia aquella dirección, pero los policías no se movieron. Habían pasado ya diez minutos antes de que uno de ellos dijera: «Bueno, vamos a ver qué pasa allí». Eran las seis y dieciséis. Se estaban llevando a Martín Lutero King en una ambulancia.
El disparo conmovió la pensión de Bessie Brewer como un cañonazo. Extendida sobre el lecho, Bessie Brewer dijo a su marido: «Eh, Frank, han disparado». «Ya», dijo Frank, y no se movió. No se movió tampoco Willie Anchutz. Ni siquiera se movió durante unos segundos Charlie Stephens, aunque Grace gritó como una corneja: «Han disparado desde el baño, Charlie. Ha disparado él, Charlie”.
Por tanto, en el baño dispuso el hombre de todo el tiempo que necesitó para ver si hacía falta un segundo disparo, apartarse de la ventana, bajar de la bañera, sobre la que, evidentemente, estaba subido, dejando la huella. de su mano en la pared. La impronta está aún allí, nítida, negra, porque su mano se había manchado en el alféizar, cubierto de hollín. En el baño el hombre tuvo tiempo de envolver el fusil, de meterlo en la caja y de salir rápidamente, pero sin correr.
Charlie Stephns, convencido por Grace, abrió la puerta del número 6 cuando el hombre salía del baño con su caja. Willie Anchutz también.
El hombre salía bastante tranquilo, nada turbado, como cuando llegó a elegir la habitación; pasó ante los dos inquilinos con su cala, recorrió el corredor, cose que supone cerca de diez segundos; bajó las escaleras, lo que supone veinte segundos; salió a la acera, siempre con su calma, torció hacia la izquierda, en donde estaba la tienda de juguetes Canipe Amusement Company, y sólo entonces dejó caer la caja, que hizo un ruido sordo. Luego se dirigió hacia el Mustang blanco.
“Eh, ha perdido una cosa, señor”, le gritó Guy Canipe, el propietario de la tienda, El hombre no respondió y subió al Mustang blanco. «Señor, señor, su caja, señor», repitieron Bernel Finley y Julius Graham, que estaban a la puerta del Canipe Amusement Company. El hombre cerró la portezuela del Mustang blanco, lo puso en marcha y salió en dirección de la autopista de Austin, la Peay Highway.
«Soy un hombre»
Cuando los primeros policías llegaron al 422 de South Main Street, el hombre estaba ya a más de treinta kilómetros y al departamento criminal había llegado la noticia de un raro episodio que había ocurrido en la Peay Highway, en donde un Mustang blanco se había puesto a pedir paso a un Pontiac azul y como el Pontiac azul no le dejaba paso, del Mustang blanco habían salido algunos tiros de revólver. Entonces, el Pontiac azul se echó a un lado y el Mustang blanco se lanzó en una carrera loca.
Pero esto no fue nada. Cuando la policía, incitada por el F.B.I. ordenó la búsqueda del Mustang blanco en un radio de trescientos kilómetros, habían pasado veinte horas y media, el tiempo suficiente como para trasladarse a tres o cuatro Estados por lo menos y tomar allí un avión para Méjico o para Tokio.
Martín Lutero King empleó menos tiempo en morir. A las seis y veinte, cuando entraba en una camilla en el servicio de urgencia del Hospital de San José, su estado era desesperado. A las seis y media ni siquiera servía de nada la máquina para resucitar el corazón.
A las siete fue declarado oficialmente muerto, y sólo entonces, alguien cayó en la cuenta de que había sido muerto como Kennedy, que Norteamérica tenía sobre sus espaldas un segundo Dallas. Menos misterioso, pero más peligroso.
Aquella misma noche los negros se desbordaron, saqueando, quemando y disparando. Lyndon Johnson anuló su viaje a Hawai para discutir la paz en el Vietnam. Y al amanecer, entre el humo de los incendios, comenzaron a aparecer por las calles de Memphis largas filas silenciosas y amenazadoras de negros, que llevaban sobre el pecho un cartel con las siguientes palabras: I am a man. «Soy un hombre». Todos sabían lo que quería decir: la guerra.
Discurso de Robert F. Kennedy sobre el asesinato de Martin Luther King, Jr.
Última actualización: 26 de octubre de 2015
El discurso sobre el asesinato de Martin Luther King, Jr. de Robert F. Kennedy fue realizado por el Senador por Nueva York Robert F. Kennedy el 4 de abril de 1968. Kennedy se encontraba en campaña para lograr la nominación presidencial del Partido Demócrata de 1968 y había hablado en la Universidad de Notre Dame y la Ball State University ese mismo día.
Antes de abordar un avión para volar a Indianapolis para un último discurso en un barrio donde predominaban los hombres de color, se enteró de que le habían disparado a Martin Luther King, Jr.,lo que llevó a su secretario de prensa Frank Mankiewicz a sugerirle que le pidiera a la audiencia que rezaran por la familia de King y que les pidiera que siguieran la política de no violencia de King. Se enteraron de King estaba muerto cuando aterrizaron en Indianapolis.
Tanto Mankiewicz como el escritor de discursos Adam Walinsky habían escrito unos borradores justo antes de que Bob Kennedy se presentara ante la multitud para que las utilizara, pero Kennedy rehusó usar las notas de Walinsky, y en su lugar utilizó lo que al parecer él habría escrito antes de llegar; Mankiewicz llegó justo después de que Kennedy empezara a hablar.
Justo antes de llegar donde la multitud el Jefe de Policía de Indianapolis le dijo a Robert F. Kennedy que no podría proveer protección y que debido a lo que quería hablar sería muy peligroso seguir adelante, pero Robert F. Kennedy decidió continuar a pesar de ello. Parado en un podio ubicado en un camión, Robert F. Kennedy habló exactamente cuatro minutos y cincuenta y siete segundos.
Resumen
Robert F. Kennedy fue el primero en informar a la audiencia presente de la muerte de Martin Luther King, provocando que algunos entre la audiencia gritaran y lloraran. Varios de los ayudantes de Kennedy hasta tuvieron miedo de que la entrega de esta información desembocaría en una revuelta. Una vez la audiencia se hubo calmado, Kennedy reconoció que muchos entre ellos estarían llenos de rabia, especialmente porque se creía que el asesino era un hombre blanco, y que él sintió lo mismo cuando su hermano John F. Kennedy fue asesinado. Estas afirmaciones sorprendieron a los ayudantes de Kennedy, que nunca lo habían escuchado hablar de la muerte de John Kennedy.
Kennedy siguió diciendo que el país tenía que hacer un esfuerzo para «superar estos tiempos bastante difíciles», luego citó un poema del poeta griego Esquilo. Para concluir Kennedy dijo que el país necesitaba y quería la unidad entre negros y blancos, y citó una vez más a los antiguos griegos.
Película
Un documental sobre el discurso y los eventos que lo rodearon, titulado A Ripple of Hope, fue producido por Covenant Productions at Anderson University para la primavera de 2008. Incluye entrevistas a quienes trabajaron con Kennedy y a personas de la audiencia.
Texto traducido
Damas y Caballeros
Esta tarde solo voy a hablar un minuto con ustedes porque tengo… Tengo noticias muy tristes para todos vosotros, y creo que igualmente son noticias tristes para todos nuestros conciudadanos, y para las personas que aman la paz en todo el mundo, y es que Martin Luther King recibió un disparo y fue asesinado esta noche en Memphis, Tennessee.
Martin Luther King dedicó su vida al amor y la justicia entre los seres humanos. Él murió a causa de ese esfuerzo. En este día difícil, en este momento difícil para los Estados Unidos, tal vez esté bien preguntar que clase de nación somos y en que dirección nos queremos embarcar.
Para aquellos entre ustedes que son de raza negra, el estudio de las pruebas hace evidente que personas blancas fueron las responsables. Puede que esto les llene de amargura, y de odio, y de un deseo de venganza.
Podríamos movernos en esa dirección como nación, hacia una polarización mayor – personas negras con los negros, y blancos con los blancos, llenos de odio unos contra otros. O podríamos hacer un esfuerzo, como hizo Martin Luther King, para entender y para comprender, y sustituir esa violencia, esa mancha de sangre que se ha extendido a lo largo de nuestra tierra, haciendo un esfuerzo para entender, para compadecer y para amar.
Para aquellos entre ustedes que son negros y están tentados a llenarse con odio y desconfianza, por la injusticia de semejante acto, en contra de todas las personas blancas, yo solo les diría que en mi propio corazón también puedo sentir la misma clase de sentimiento.
Yo tuve un miembro de mi familia asesinado, pero él fue asesinado por un hombre blanco.
Necesitamos hacer un esfuerzo en los Estados Unidos, necesitamos hacer un esfuerzo para comprender y para ir más allá en estos tiempos difíciles.
Mi poema favorito… mi poeta favorito era Esquilo; y el una vez escribió:
Incluso en nuestros sueños hay dolores que no se puede olvidar caen gota a gota sobre el corazón, hasta que, en nuestra propia desesperación, en contra de nuestra voluntad, viene la sabiduría por la terrible gracia de Dios. Lo que necesitamos en los Estados Unidos no es la división; lo que necesitamos en los Estados Unidos no es odio; lo que necesitamos en los Estados Unidos no es violencia o anarquía, sino el amor, la sabiduría, y la compasión unos con otros, y un sentimiento de justicia hacia aquellos que aun sufren dentro de nuestra nación, ya sean blancos o negros.
Así que les pido que esta noche vuelvan a casa, para orar por la familia de Martin Luther King, pero aun más importante, para orar por nuestro propio país, al cual todos amamos; una oración por la comprensión y la compasión de la cual hablaba.
Podemos hacerlo bien en este país. Tendremos tiempos difíciles. Hemos tenido tiempos difíciles en el pasado. Y tendremos tiempos difíciles en el futuro. Esto no es el fin de la violencia; no es el fin de la anarquía. Y esto no es el fin del desorden.
Pero la vasta mayoría de las personas blancas y la vasta mayoría de las personas negras de este país quieren vivir juntos, quieren mejorar la calidad de nuestras vidas, y quieren justicia para todos los seres humanos que abriga nuestra tierra.
Dediquémonos a lo que los griegos escribieron hace tantos años: A dominar el salvajismo del hombre y hacer apacible la vida de este mundo. Hagamos eso y oremos por nuestro país y por nuestro pueblo.
Muchas Gracias.
Martin Luther King, Jr.
Wikipedia
Martin Luther King, Jr. (Atlanta, 15 de enero de 1929 – Memphis, 4 de abril de 1968) fue un pastor estadounidense de la iglesia bautista que desarrolló una labor crucial en Estados Unidos al frente del Movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos y que, además, participó como activista en numerosas protestas contra la Guerra de Vietnam y la pobreza en general.
Por esa actividad encaminada a terminar con la segregación estadounidense y la discriminación racial a través de medios no violentos, fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. Cuatro años después, en una época en que su labor se había orientado especialmente hacia la oposición a la guerra y la lucha contra la pobreza, fue asesinado en Memphis, cuando se preparaba para asistir a una cena informal de amigos.
Martin Luther King, activista de los derechos civiles desde muy joven, organizó y llevó a cabo diversas actividades pacíficas reclamando el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos para la gente negra de los Estados Unidos.
Entre sus acciones más recordadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955; su apoyo a la fundación de la Southern Christian Leadership Conference (SCLS), en 1957 (de la que sería su primer presidente); y el liderazgo de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en agosto de 1963, al final de la cual pronunciaría su famoso discurso «I have a dream» (‘yo tengo un sueño’), gracias al cual se extendería por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y se consolidaría como uno de los más grandes oradores de la historia estadounidense.
La mayor parte de los derechos reclamados por el movimiento serían aprobados legalmente con la promulgación de la Ley de los derechos civiles y la Ley del derecho al voto.
King es recordado como uno de los mayores líderes y héroes de la historia de Estados Unidos, y en la moderna historia de la no violencia. Se le concedió a título póstumo la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy Carter en 1977 y la Medalla de oro del congreso de los Estados Unidos en 2004. Desde 1986, el Día de Martin Luther King Jr. es día festivo en los Estados Unidos.
Juventud
Luther King era hijo del pastor bautista Martin Luther King, Sr. y de Alberta Williams King, organista en una iglesia. Su padre se llamaba al nacer Michael King, por lo que al futuro premio Nobel de la Paz se le puso en principio ese mismo nombre: Michael King, Jr. Pero en un viaje a Europa que realizó la familia en 1934, el padre, durante una visita a Alemania, decidió cambiar los nombres por Martin Luther en honor del reformador protestante Martin Luther (en español Martín Lutero). Tuvo una hermana mayor, Christine King Ferris, y un hermano más joven, Alfred Daniel Williams King.
Desde pequeño, vivió la experiencia de una sociedad segregacionista; a los seis años, dos amigos blancos le anunciaron que no estaban autorizados a jugar con él.
En 1939, cantó con el coro de su iglesia en Atlanta para la presentación de la película Lo que el viento se llevó.
King estudió en la Booker T. Washington High School de Atlanta. No cursó ni el noveno ni el duodécimo grado, y entró a los 15 años en el Morehouse College, una universidad reservada a los jóvenes negros, sin haberse graduado formalmente en secundaria.
En 1948, se graduó en sociología (Bachelor of Arts) en el Morehouse9 y se matriculó en el Crozer Theological Seminary en Chester, en Pensilvania, de donde salió con un grado de Bachelor of Divinity (licenciatura en teología) el 12 de junio de 1951. King comenzó en septiembre de ese mismo año sus estudios de doctorado en Teología sistemática en la Universidad de Boston, recibiendo el grado de Doctor en Filosofía el 5 de junio de 1955.
Se casó el 18 de junio de 1953 con Coretta Scott, que tomó su nombre para convertirse en Coretta Scott King, en el jardín de la casa de sus padres en Heiberger, Alabama. Tuvieron cuatro hijos: Yolanda King, en 1955, Martin Luther King III, en 1957, Dexter Scott King, en 1961, y Bernice King en 1963.
Montgomery: la lucha por los derechos civiles
King fue nombrado en 1954 pastor de la Iglesia bautista de la Avenida Dexter, en Montgomery, con 25 años de edad.
El sur de los Estados Unidos se caracterizaba en esa época por la violencia que se ejercía contra los negros, un racismo que llegaría a provocar en 1955 la muerte de tres personas de color: Emmett Till, un adolescente de 14 años; el pastor activista George W. Lee y el militante de los derechos civiles Lamar Smith (activista).
El 1 de diciembre de 1955, cuando Rosa Parks, una mujer negra, fue arrestada por haber violado las leyes segregacionistas de la ciudad de Montgomery al no querer ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús, Luther King inició un boicot de autobuses con la ayuda del pastor Ralph Abernathy y de Edgar Nixon, director local de la National Association for the Advancement of Colored People.
La población negra apoyó y sostuvo el boicot, y organizó un sistema de viajes compartidos. Luther King fue arrestado durante esa campaña, que duró 382 días y que resultó extremadamente tensa a causa de los segregacionistas blancos que recurrieron a métodos terroristas para intentar amedrentar a los negros: la casa de Martin Luther King fue atacada con bombas incendiarias la mañana del 30 de enero de 1956, así como la de Ralph Abernathy y cuatro iglesias.
Los boicoteadores fueron objeto constante de agresiones físicas, pero el conjunto de los 40 000 negros de la ciudad siguieron con su protesta, llegando en ocasiones a caminar hasta 30 km para llegar a sus lugares de trabajo.
El boicot terminó gracias a una decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos del 13 de noviembre de 1956 que declaraba ilegal la segregación en los autobuses, restaurantes, escuelas y otros lugares públicos.
Continuando con la campaña, en 1957, Luther King participó en la fundación de la SCLC (Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano, en inglés), un grupo pacifista del que sería presidente hasta su muerte y que se había creado para participar activamente en el movimiento por los derechos civiles organizando a las iglesias afroamericanas en las protestas no violentas.
King se adhirió a la filosofía de la desobediencia civil no violenta, tal como había descrito Henry David Thoreau y como había utilizado con éxito Gandhi en la India. Aconsejado por el militante de los derechos civiles Bayard Rustin, decidió utilizarla con motivo de las manifestaciones de la SCLC. Siguiendo esa misma filosofía, se hizo vegano en 1957.
King expuso en 1958 su punto de vista sobre la segregación racial y la espiral de desigualdad y de odio que provocaba en su libro Stride toward freedom; the Montgomery story (‘La marcha hacia la libertad; la historia de Montgomery’):
Con frecuencia, los hombres se odian unos a otros porque se tienen miedo; tienen miedo porque no se conocen; no se conocen porque no se pueden comunicar; no se pueden comunicar porque están separados.
Mientras estaba firmando ejemplares de su libro en una tienda de Harlem, el 20 de septiembre de ese año fue apuñalado por Izola Curry († 2015), una mujer negra que lo acusó de ser un jefe comunista y que sería juzgada como desequilibrada. Luther King escapó por poco de la muerte, pues la herida hecha con un cortapapeles le había rozado la aorta. Perdonó a su agresora y en una declaración a la prensa aprovechó para subrayar y denunciar la presencia de la violencia en la sociedad estadounidense:
El aspecto patético de esta experiencia no es la herida de un individuo. Demuestra el clima de odio y de amargura que impregna de tal manera nuestra nación, que estos accesos de extrema violencia deben surgir inevitablemente. Hoy soy yo. Mañana podría ser otro dirigente o no importa quién, hombre, mujer o niño, quien sea víctima de la anarquía y la brutalidad. Espero que esta experiencia termine por ser socialmente constructiva demostrando la necesidad urgente de la no violencia para gobernar los asuntos de los hombres.
En 1959 escribió el libro The measure of a man (‘La medida de un hombre’), un intento de describir una estructura óptima de sociedad política, social y económica, libro del que se extrajo el ensayo What is man? (¿Qué es un hombre?).
El FBI comenzó a someter a vigilancia a Martin Luther King en 1961, en la creencia de que los comunistas intentaban infiltrarse en el movimiento de los derechos civiles. Aunque no consiguieron ninguna prueba, la agencia utilizó ciertos detalles registrados a lo largo de seis años para intentar apartarle de la dirección de la organización.
Luther King previó con claridad que las protestas organizadas y no violentas contra el sistema de segregación del sur provocarían una gran cobertura mediática del conflicto por la igualdad y el derecho al voto de las personas de piel negra.
Las reseñas de los periodistas y los reportajes de la televisión mostraron las privaciones y humillaciones cotidianas de los afroamericanos del sur de los Estados Unidos, así como la violencia y el acoso desplegados por los segregacionistas contra los militantes de los derechos civiles. Como consecuencia de ello, se produjo una ola de incipiente simpatía en el seno de la opinión pública por el movimiento, que terminaría por convertirse en el tema político más importante de los Estados Unidos de los años sesenta.
Luther King organizó y dirigió marchas por el derecho al voto de los afroamericanos, la desegregación, el derecho al trabajo y otros derechos del hombre básicos. La mayor parte de ellos terminaron por ser sancionados como leyes en la Civil Rights Act of 1964 y el Voting Rights Act de 1965.
Junto con el SCLC aplicaron con éxito los principios de manifestación no violenta eligiendo estratégicamente los lugares y el método de protesta, consiguiendo confrontaciones espectaculares con las autoridades segregacionistas.
Albany
En Albany (Georgia), tuvo que reunir en 1961 y 1962 a los activistas locales del Student Nonviolent Coordinating Committee(SNCC; Comité Coordinador Estudiantil No Violento) y de la National Association for the Advancement of Colored People (Asociación nacional para el progreso de la gente de color) dirigida por William G. Anderson, un médico negro.
Luther King intervino porque el SNCC no conseguía hacer avanzar el movimiento a pesar de las eficaces acciones no violentas (ocupación de bibliotecas, estaciones de bus, restaurantes reservados a los blancos, boicots y manifestaciones) a causa de la habilidad del sheriff local Pritchett, que realizaba arrestos masivos sin violencia y una dispersión de los detenidos por todo el condado.
Asimismo, tuvo que intervenir porque esta organización lo había criticado por haber apoyado, en su opinión, débilmente los «freedom rides» (‘buses de la libertad’ contra la segregación).
Aunque no pensaba quedarse más que unos días y solo con la intención de actuar como consejero, fue arrestado durante una detención masiva de manifestantes pacíficos. Rechazó pagar la fianza en tanto la ciudad no hiciese concesiones a las reclamaciones que habían provocado las manifestaciones.
No mucho tiempo después de su marcha, los acuerdos que se habían alcanzado fueron «deshonrados y violados por la ciudad».
Regresó en julio de 1962 y fue condenado a 45 días de prisión o a pagar 178 dólares de multa. Eligió la cárcel, pero fue discretamente liberado a los tres días por el shérif Pritchett, que se las arregló para pagar su multa. King comentaría:
Habíamos sido testigos de personas echadas de restaurantes… expulsadas de las iglesias… y mandadas a prisión… Pero por primera vez, éramos testigos de alguien echado a patadas de prisión.
Tras cerca de un año sin resultados tangibles, el movimiento comenzó a debilitarse y a dividirse entre radicales y moderados. Durante una manifestación, jóvenes negros lanzaron piedras contra la policía; Martin Luther King exigió el alto de todas las protestas y un «día de penitencia» para promover la no violencia y mantener la moral. Más tarde, fue otra vez arrestado y encarcelado durante dos semanas.
A pesar de la movilización, el movimiento de Albany no consiguió obtener resultados inmediatos, pero sirvió de lección estratégica para Martin Luther King y el movimiento de los derechos civiles, que decidieron concentrarse en temas específicos con el objeto de obtener victorias simbólicas:
El error que cometí fue protestar contra la segregación en general antes que contra alguno de sus hechos distintivos en concreto […] Una victoria de este tipo habría sido simbólica y habría galvanizado nuestro apoyo y nuestra moral… Cuando se planificó nuestra estrategia para Birmingham meses después, pasamos muchas horas evaluando Albany e intentando aprender de nuestros errores. Nuestro examen nos ayudó no solamente a hacer nuestras futuras tácticas más eficaces, sino que nos reveló también que lo de Albany había estado lejos de ser un fracaso total.
Sin embargo, el activismo local continuó, al tiempo que la atención de los medios se dirigía a otros temas. La primavera siguiente, la ciudad anularía todas sus leyes segregacionistas.
Birmingham
En 1960, la población de Birmingham era de 350 000 habitantes, un 65 % eran blancos y el resto negros. Era una de las ciudades que mantenían y aseguraban por medio de la ley local el mayor grado de segregación racial de Estados Unidos en todos los aspectos de la vida, y tanto en los establecimientos públicos como en los privados. En esa época, solo el 10 % de la población negra estaba inscrita en las listas electorales y su nivel de vida medio era menos de la mitad que el de los blancos, y los salarios para un mismo puesto eran, por lo general, muy inferiores.
Birmingham no tenía ni policías, ni bomberos, ni tenderos, ni directores ni empleados de banca negros; los empleos para la población negra estaban limitados a los trabajos manuales en las acerías. Una secretaria negra no podía trabajar para un patrón blanco. El desempleo entre los negros era dos veces y medio más elevado que el de los blancos. Cincuenta atentados racistas no aclarados entre 1945 y 1962 dieron a la ciudad el sobrenombre de «Bombingham». Las iglesias negras donde se discutía sobre los derechos civiles fueron objetivos preferentes y la ciudad fue particularmente violenta contra los Freedom Riders.
Un responsable local de los derechos civiles, el pastor Shuttlesworth, intentó luchar a través de la justicia para que se desegregasen los parques de la ciudad, pero la ciudad reaccionó cerrándolos. El domicilio y la iglesia donde el pastor ejercía fueron entonces objeto de varios atentados con bomba. Tras la detención de Shuttlesworth en 1962 por haber violado las leyes segregacionistas y que una petición al alcalde hubiese sido tirada a la papelera, según el propio alcalde, el pastor pidió la ayuda de Martin Luther King y del SCLC, subrayando el papel crucial de Birmingham en la lucha nacional por la igualdad racial.
Las protestas comenzaron por un boicot en la Pascua de 1963 para animar a los jefes de empresas a que abriesen los empleos de vendedores y otros puestos a las personas de todas las razas, y para detener la segregación en las tiendas, manifestada, por ejemplo, en la existencia de cajas de cobro reservadas exclusivamente para los blancos.
Dado que los dirigentes económicos resistieron al boicot, Martin Luther King y el SCLC empezaron lo que habían bautizado como el proyecto C, una serie de manifestaciones no violentas, como los sit-ins en restaurantes y bibliotecas, el arrodillamiento de personas negras en las iglesias reservadas a los blancos, marchas de protesta pacíficas, etc.; todo ello con la finalidad de provocar arrestos.
Martin Luther King resumió la filosofía de la campaña de Birmingham de la siguiente manera:
El objetivo de […] la acción directa es crear una situación de crisis generalizada que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones.
Él mismo fue arrestado el 13 de abril. Durante su estancia en la cárcel, escribió la famosa Carta desde la prisión de Birmingham (Letter from Birmingham Jail), un ensayo donde define su lucha contra la segregación y que constituye una apasionada declaración de su cruzada por la justicia y la vida.
En tales circunstancias, recibió el apoyo directo del presidente John Fitzgerald Kennedy, y su mujer Coretta el de Jacqueline Kennedy; fue liberado una semana después.
Aunque la campaña no disponía ya de demasiados voluntarios, los organizadores, a pesar de las vacilaciones de Martin Luther King, reclutaron a estudiantes y niños en una maniobra que fue denominada por los medios como «la cruzada de los niños».
El 2 de mayo, cientos de estudiantes de todas las edades fueron preparados y entrenados para participar pacíficamente en las manifestaciones. Fueron arrestados violentamente por la policía que utilizó perros, y también chorros de agua a alta presión de una potencia tal que podían romper la ropa o levantar a una niña por encima de un coche. Como reacción, y a pesar de las instrucciones del SCLC, los padres y los guías comenzaron a tirar objetos contra la policía, aunque fueron corregidos por los organizadores.
La decisión de utilizar a los niños aun en una manifestación no violenta fue muy criticada, entre otros por el ministro de Justicia Robert Francis Kennedy y por el activista Malcolm X, quien declaró que «los verdaderos hombres no ponen a sus niños en el punto de mira».
Martin Luther KIng, que se mantuvo callado y fuera de la ciudad cuando uno de sus amigos organizaba las manifestaciones infantiles, entendió el éxito del acontecimiento y declaró en una celebración religiosa que:
Este día me ha inspirado y conmovido y nunca había visto cosa igual.
Las escenas de violencia policial, reproducidas ampliamente por los medios, provocaron la reacción internacional y sacaron a la luz la segregación racial existente en el sur de los Estados Unidos. El senador de Oregón, Wayne Morse, comparó Birmingham con el apartheid en África del Sur. Las cárceles se llenaron y varios niños se presentaron directamente ante ellas cantando para ser arrestados. La ciudad estuvo al borde del hundimiento civil y económico porque todos los comercios del centro dejaron de funcionar.
El gobernador George Wallace envió a la policía del Estado para apoyar al jefe de la policía local.Robert Kennedy mandó el 13 de mayo a la Guardia Nacional para evitar que se desbordasen los acontecimientos como consecuencia de sendos atentados con bomba contra un hotel donde se había alojado Martin Luther King y contra la casa del hermano de este, que había derivado en una manifestación contra la policía.
El 21 de mayo dimitió el alcalde, el jefe de policía fue relevado y en junio todos los carteles segregacionistas fueron eliminados y los lugares públicos abiertos a las negros.
Al final de la campaña, la reputación de Martin Luther King se había reforzado considerablemente y Birmingham se convirtió en un elemento importante para el éxito de la futura marcha sobre Washington.
El domingo 15 de septiembre, un atentado con bomba del Ku Klux Klan contra la iglesia baptista de la calle 16 durante el momento de la oración causó la muerte de cuatro muchachas negras e hirió a 22 niños. El ataque provocó la indignación nacional y reforzó el movimiento de los derechos civiles.
La marcha sobre Washington
Representando al SCLC, Martin Luther King era el dirigente de una de las seis grandes organizaciones por los derechos civiles que organizaron la marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad. Y fue uno de los que aceptaron la sugerencia del presidente John F. Kennedy de cambiar el mensaje de la misma.
El presidente, que ya había apoyado públicamente a Martin Luther King y había intervenido también varias veces para que se le dejase salir de prisión, se había opuesto inicialmente al objetivo de la marcha porque consideraba que podría tener un impacto negativo en el voto de la ley sobre los derechos civiles.
Ese objetivo inicial era el mostrar la situación desesperada de los afroamericanos de los estados del sur y denunciar el fracaso del gobierno federal en asegurar sus derechos y su seguridad. El grupo de los seis aceptó bajo la presión e influencia presidencial presentar un mensaje menos radical. Algunos activistas de los derechos civiles pensaron entonces que la marcha presentaba así una visión inexacta y edulcorada de la situación de los negros; Malcolm X la llamó «La farsa sobre Washington» y los miembros de la organización Nation of Islam, que participaron en la marcha, fueron suspendidos temporalmente.
La marcha planteó, sin embargo, demandas específicas:
- el fin de la segregación racial en las escuelas públicas;
- una legislación significativa sobre los derechos civiles (incluyendo una ley que prohibiese la discriminación racial en el mundo del trabajo);
- una protección de los activistas de los derechos civiles de la violencia policial;
- un salario mínimo de 2 dólares para todos los trabajadores sin distinción;
- un gobierno independiente para Washington D.C., que dependiese de un comité del Congreso.
A pesar de las tensiones, la marcha fue un rotundo éxito. Más de 250 000 personas de todas las etnias se reunieron el 28 de agosto de 1963 frente al Capitolio de los Estados Unidos, en lo que constituyó la manifestación más grande que haya tenido lugar en la capital estadounidense.
El que a la postre sería el momento álgido en la lucha de Martin Luther King fue su famoso discurso «I have a dream», en el que manifestó su voluntad y su esperanza de conocer una América fraternal. Este discurso está considerado como uno de los mejores de la historia estadounidense, junto con el Gettysburg Address de Abraham Lincoln.
St. Augustine, la Civil Rights Act y el Premio Nobel de la Paz
A pesar del fallo de 1954 de la corte Suprema (Brown v. Board of Education), que declaró la segregación racial como inconstitucional en las escuelas públicas, solo seis niños negros fueron admitidos en las escuelas blancas en St. Augustine (Florida). Además, las casas de dos familias de estos niños fueron incendiadas por los segregacionistas blancos y otras familias fueron forzadas a marcharse de la región porque los padres habían sido despedidos de sus puestos de trabajo y no pudieron encontrar otro en la zona.
En mayo y junio de 1964, Martin Luther King y otros dirigentes de los derechos civiles llevaron a cabo una acción directa en esa ciudad para denunciar los hechos. Una marcha nocturna alrededor del antiguo mercado de esclavos terminó con el ataque de los segregacionistas blancos contra los manifestantes y con la detención de cientos de personas. Como las cárceles eran demasiado pequeñas, se tuvo que encerrar a los detenidos al aire libre. Algunos manifestantes fueron arrojados al mar por la policía y por los segregacionistas, y se libraron de ahogarse durante un intento de llegar a las playas de Anastasia Island, reservadas a los blancos.
La tensión alcanzó su punto álgido cuando un grupo de manifestantes se tiró a la piscina del motel Monson prohibido a los negros. La fotografía de un policía zambulléndose para arrestar a un manifestante y la del propietario del motel vertiendo ácido clorhídrico en la piscina para hacer salir a los activistas, se conocieron en todo el mundo y sirvieron incluso a los países comunistas para desacreditar el discurso de la libertad de los Estados Unidos. Los manifestantes aguantaron la violencia física y verbal sin responder, lo que entrañó un movimiento de simpatía nacional y ayudó a a la aprobación de la Civil Rights Act el 2 de julio de 1964.
El 14 de octubre de 1964, Martin Luther King se convirtió en el galardonado más joven con el Premio Nobel de la Paz, por haber dirigido una resistencia no violenta con el objetivo de eliminar los prejuicios raciales en los Estados Unidos.
«Bloody Sunday» (El domingo sangriento)
En diciembre de 1964, Martin L. King y el SCLC unieron sus fuerzas otra vez con el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) en Selma, Alabama, donde el SNCC trabajaba desde hacía meses en el registro de electores en las listas electorales. Selma era entonces un lugar importante para la defensa del derecho al voto de los afroamericanos. La mitad de los habitantes de la ciudad eran negros, pero solo el 1 % de ellos estaban inscritos en las listas electorales; la oficina del registro, que no estaba abierta más que dos días al mes, abría con retraso y sufría demoras además por las pausas para comer.
El domingo 7 de marzo de 1965, 600 defensores de los derechos civiles salieron de Selma para intentar llegar a Montgomery, la capital del estado, con el fin de presentar sus quejas mediante una marcha pacífica. Fueron arrestados a los pocos kilómetros en el puente Edmund Pettus, donde la policía y una muchedumbre hostil de personas de piel blanca les impidió proseguir y los rechazó violentamente a golpe de porras y de gases lacrimógenos. Ese día sería recordado con el nombre de «bloody sunday» y marcó un punto sin retorno en la lucha por los derechos civiles.
Los reportajes que mostraban la violencia policial permitieron al movimiento conseguir el apoyo de la opinión pública y subrayaron el éxito de la estrategia de no violencia de Martin L. King, que no estaba presente en esa primera marcha, pues había estado intentando retrasarla tras su encuentro con el presidente Lyndon B. Johnson. Dos días después, Martin L. King dirigió una marcha simbólica hasta el puente, una acción que parecía haber negociado con las autoridades locales y que provocó la incomprensión de los activistas de Selma.
El movimiento buscó entonces la protección de la justicia con el objeto de realizar la marcha, y el juez de la corte federal Frank Minis Johnson Jr resolvió en favor de los manifestantes:
La ley es clara con respecto al hecho de que el derecho a presentar quejas contra el gobierno puede ser ejercido por un gran grupo […] y estos derechos pueden ser ejercidos por una marcha, incluso de la extensión de una vía pública.
Finalmente 3200 manifestantes partieron de Selma el domingo 21 de marzo de 1965, recorriendo 20 kilómetros al día y durmiendo en los campos. Fue durante este trayecto cuando Willie Ricks ideó la expresión «Black Power». Al llegar al capitolio de Montgomery, el jueves 25 de marzo, los manifestantes eran 25 000. Martin L. King pronunció entonces el discurso «How Long, Not Long».
Ese mismo día, la militante blanca de los derechos civiles, Viola Liuzzo, fue asesinada por el Ku Klux Klan cuando transportaba a unos manifestantes en su coche. Martin Luther King asistió a los funerales y el presidente Johnson intervino directamente en la televisión para anunciar la detención de los culpables.
Menos de cinco meses después, el presidente firmó la Voting Rights Act mediante la que se garantizaba el derecho al voto para los ciudadanos negros sin restricciones de ningún tipo.
Chicago
Tras el éxito en el sur, Martin L. King y otras organizaciones en defensa de los derechos civiles intentaron extender en 1966 el movimiento hacia el norte: Chicago se convirtió en el objetivo principal. Martin Luther y Ralph Abernathy, ambos de clase media, se mudaron a los suburbios de Chicago en el contexto de una experiencia educativa y para mostrar su apoyo y empatía con los pobres.
La SCLC formó una alianza con la CCCO (Coordinating Council of Community Organizations), una organización fundada por Albert Raby Jr., y con el CFM (Chicago Freedom Movement). Durante la primavera, realizaron una serie de experimentos (testing) con parejas negras y blancas con el fin de desvelar las prácticas discriminatorias de las sociedades inmobiliarias. Los tests revelaron que la selección de parejas que solicitaban una vivienda no estaba basada en modo alguno en los ingresos, la distancia al trabajo, el número de hijos u otras características socio-económicas (pues las parejas presentaban exactamente los mismos), sino más bien por el color de la piel.
Se organizaron grandes marchas pacíficas en Chicago y, Abernathy lo contaría más tarde, la recepción que tuvieron fue peor que en el sur. Fueron recibidos por una muchedumbre rencorosa que les lanzaba botellas, y Martin L. King y él comenzaron a temer que se desencadenase un motín.
Los principios de Martin Luther King chocaban con la responsabilidad de tener que llevar a los suyos hacia un hecho violento. Si Martin Luther King tenía la convicción de que una marcha pacífica iba a ser dispersada con violencia, prefería anularla para salvaguardar la seguridad de todos, como fue el caso del «bloody sunday». No obstante, y a pesar de las amenazas de muerte contra su persona, condujo esas marchas. La violencia en Chicago fue tan intensa que conmocionó a los dos amigos.
Otro problema fue la duplicidad de los dirigentes de la ciudad. Algunos acuerdos sobre las acciones que había que realizar indicadas por King y Abernathy fueron anuladas más tarde por los políticos que formaban parte del ayuntamiento corrupto de Richard Daley[cita requerida]. Abernathy no pudo soportar las condiciones de vida en los suburbios y se marchó secretamente tras un corto período. Martin Luther King se quedó y escribió sobre el impacto emocional que representaba para Coretta y sus hijos el vivir en medio de condiciones tan duras.
Cuando Martin Luther King y sus aliados regresaron a casa, dejaron a Jesse Jackson, un joven seminarista que ya había participado en las acciones del sur, que organizase los primeros boicots dirigidos a conseguir el acceso a los mismos empleos, algo que resultaría ser un éxito tal que desembocaría en el programa de igualdad de oportunidades de los años 70.
Contra la guerra de Vietnam y la pobreza
A partir de 1965, Martin Luther King comenzó a expresar públicamente sus dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. El 4 de abril de 1967, un año antes de su muerte, pronunció en Nueva York el discurso «Más allá de Vietnam: el momento de romper el silencio». Denunciaba en él la actitud de Estados Unidos en Vietnam e insistía en el hecho de que estaban ocupando el país como una colonia estadounidense y llamaba al gobierno estadounidense «el más grande proveedor de violencia en el mundo de hoy». Insistía, también, en que el país tenía necesidad de un gran cambio moral:
Una verdadera revolución de valores se preocuparía luego, avergonzada, de los sorprendentes contrastes entre la pobreza y la riqueza. Con una indignación justificada, miraría más allá de los mares y vería a los capitalistas individualistas del oeste invirtiendo enormes cantidades de dinero en Asia, en África y en América del sur, solo para conseguir beneficios y sin ninguna preocupación por las mejoras sociales en esos países, diría: “No es justo”.
Consideraba que Vietnam hacía difícil alcanzar los objetivos enunciados por Johnson en su discurso sobre el estado de la Unión de 1964, en el que anunciaba una «guerra contra la pobreza».
Martin Luther King ya era odiado por numerosos blancos racistas de los estados del sur, pero este discurso hizo que numerosos medios se volviesen contra él. Time calificó el discurso como «una calumnia demagógica que parecía un guion de Radio Hanoi», y The Washington Post declaró que King «había disminuido su utilidad a su causa, su país, su gente».
Martin Luther King expresó con frecuencia la idea de que Vietnam del Norte «no había empezado a enviar un gran número de provisiones u hombres hasta que las fuerzas estadounidenses llegaron por decenas de miles». Elogió también la reforma agraria emprendida por el norte. Acusó, igualmente, a los Estados Unidos de haber matado a un millón de vietnamitas, «sobre todo niños». Y propuso en una carta al monje budista y pacifista vietnamita Thich Nhat Hanh, que luchaba por detener el conflicto, para el Premio Nobel de la Paz de 1967.
Dijo también en su discurso que
la verdadera compasión es más que dar una limosna a un mendigo; permite ver que un edificio que produce mendigos tiene necesidad de una reestructuración. […] de Vietnam a África del Sur pasando por América latina, los Estados Unidos están en el lado malo de la revolución mundial.
Además, cuestionó «nuestra alianza con los terratenientes de América latina» y se preguntó por qué los Estados Unidos reprimían en lugar de apoyar las revoluciones de los «pueblos descalzos y descamisados» del tercer mundo.
El discurso era un reflejo de la evolución política de Martin Luther King en sus últimos años, debido en parte a su afiliación al Highlander Research and Education Center progresista, y que lo había llevado a hablar de una necesidad de cambios fundamentales en la vida política y económica de la nación. Expresaba con mucha frecuencia su oposición a la guerra y la necesidad de redistribuir los recursos para corregir las injusticias raciales y sociales.
Y aunque en sus alocuciones públicas era reservado a la hora de adscribirse ideológicamente, con el fin de evitar ser etiquetado como comunista por sus enemigos políticos, en privado declaraba habitualmente apoyar al socialismo democrático:
Ustedes no pueden hablar de una resolución del problema económico de los negros sin hablar de millones de dólares. Ustedes no pueden hablar del fin de las chabolas sin decir primero que los beneficios no pueden conseguirse gracias a las chabolas. Ustedes en verdad falsean la realidad porque tienen negocios ahora con la gente. Ustedes tienen negocios con los capitanes de la industria […] Eso significa ahora que ustedes se mueven en un mar agitado, porque eso significa que hay algo que no funciona con… el capitalismo… Debe haber una mejor distribución de la riqueza y puede ser que América tenga que dirigirse hacia un socialismo democrático.
Martin Luther King había leído a Marx cuando estaba en Morehouse, pero aunque rechazaba el «capitalismo tradicional», rechazaba también el comunismo a causa «de su interpretación materialista de la historia» que niega la religión, su «relativismo étnico» y su «totalitarismo político».
La campaña de los pobres
A partir de noviembre de 1967, King y el equipo de la Southern Christian Leadership Conference (SCLC) se reunieron para discutir la nueva legislación, los motines raciales (hot summers) y la aparición del Black power. Decidieron entonces organizar la Poor People’s Campaign (la Campaña de los pobres) con el fin de luchar por la justicia social. Calificada por el pastor como la «segunda fase en el movimiento de los derechos civiles», pretendía combatir la pobreza, analizando su origen y no restringiéndose sólo a la defensa de los afroamericanos. King afirmó entonces:
No deben ser solo las gentes negras, sino todos los pobres. Debemos incluir a los amerindios, los puertorriqueños, los mexicanos e, incluso, a los pobres blancos.
No obstante, la campaña no fue apoyada por todos los dirigentes del movimiento de los derechos civiles, entre ellos Bayard Rustin. Su oposición se basaba en argumentos relativos al hecho de que los objetivos de la campaña eran demasiado amplios, las demandas irrealizables y que ello aceleraría el movimiento de represión contra los pobres y los negros.
Martin L. King recorrió el país de punta a punta para reunir un «ejército multirracial de los pobres», que marcharía hacia Washington e iniciaría una desobediencia civil en el Capitolio, que duraría si fuese necesario hasta que el Congreso firmase una declaración de los derechos humanos del pobre. El Reader’s Digest hablaría de una «insurrección».
Esta «declaración de los pobres» demandaba un programa de empleos gubernamentales para reconstruir las ciudades estadounidenses. Martin L. King veía una necesidad urgente de enfrentarse al Congreso, que había demostrado su «hostilidad a los pobres» al «distribuir los fondos militares con generosidad» pero dando «fondos a los pobres con avaricia».
Su visión era la de un cambio que fuese más revolucionario que una simple reforma: citó los defectos sistemáticos del racismo, de la pobreza, del militarismo e indicó que «la misma reconstrucción de la sociedad era el verdadero problema que había que resolver».
Pero el asesinato de Martin Luther King en abril de 1968 afectó profundamente a la campaña. Ésta se inició a pesar de todo en mayo, culminando con una marcha sobre Washington, sin conseguir lograr sus objetivos.
Asesinato
A finales de marzo de 1968, Martin Luther King se desplazó a Memphis (Tennessee) para apoyar a los basureros negros locales que estaban en huelga desde el 12 de marzo con el objeto de obtener una mejora salarial y un mejor trato.
A los afroamericanos se les pagaba 1 dólar y 70 centavos por hora, pero no se les abonaba cuando no podían trabajar por razones climatológicas, al contrario de lo que se hacía con los trabajadores blancos.
Como consecuencia de las protestas pacíficas, estalló una oleada de violencia contra ellas que degeneró en el asesinato de un joven afroamericano.
El 3 de abril, en el Mason Temple (Church of God in Christ, Inc. – sede mundial), Martin Luther King hizo el discurso profético «I’ve Been to the Mountaintop» («He estado en la cima de la montaña») ante un auditorio eufórico:
No es verdaderamente importante lo que ahora ocurre… Algunos han comenzado a […] hablar de amenazas que se perfilan. ¿Qué es lo que me podría ocurrir por parte de uno de nuestros malvados hermanos blancos? … Como todo el mundo, a mí me gustaría vivir mucho tiempo. La longevidad es importante, pero eso es algo que ahora no me preocupa. Yo solo quiero cumplir la voluntad de Dios. ¡Y él me ha autorizado a subir a la montaña! Y he mirado en torno a mí y he visto la tierra prometida. Puede que yo no vaya allí con vosotros. Pero quiero que sepáis esta noche que nosotros llegaremos como pueblo a la tierra prometida. Y estoy muy feliz esta noche. No tengo ningún temor. No tengo miedo de ningún hombre. ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!
El 4 de abril de 1968 a las 18 horas y un minuto, Martin Luther King fue asesinado por un segregacionista blanco en el balcón del Lorraine Motel en Memphis (Tennessee). Sus últimas palabras en ese balcón fueron dirigidas al músico Ben Branch, quien iba a actuar esa noche durante una reunión pública a la que asistiría Martin Luther King:
Ben, prepárate para tocar Precious Lord, Take My Hand (Señor, toma mi mano) en la reunión de esta noche. Tócala de la manera más hermosa.
Sus amigos, que estaban dentro de la habitación, al oír los disparos corrieron hacia el balcón donde encontraron a Martin Luther King con una bala en la garganta. Se le declaró muerto a las 19h05 en el St. Joseph’s Hospital.
El asesinato provocó una oleada de motines raciales en 60 ciudades de los Estados Unidos (125 en total) que provocaron numerosas muertes y obligaron a la intervención de la Guardia Nacional. Cinco días más tarde, el presidente Johnson decretó un día de luto nacional (el primero por un afroamericano) en honor de Martin Luther King.
A los funerales asistieron 300.000 personas, entre ellas también el vicepresidente Hubert Humphrey (Johnson estaba en una reunión sobre Vietnam en Camp David y había el temor de que su presencia pudiese provocar manifestaciones de los pacifistas). Motines de cólera estallaron en más de cien ciudades, provocando 46 víctimas.
A petición de su viuda, Martin Luther hizo su propia oración fúnebre con su último sermón, «Drum Major», grabado en la Ebenezer Baptist Church. En este sermón, pedía que en sus funerales no se hiciese mención alguna de sus premios, sino que se dijese que él había intentado «alimentar a los hambrientos», «vestir a los desnudos», «ser justo sobre el asunto de Vietnam» y «amar y servir a la humanidad». A petición suya, su amiga Mahalia Jackson cantó su himno favorito, Take My Hand, Precious Lord.
Tras el asesinato, la ciudad de Memphis negoció el fin de la huelga de una manera favorable a los basureros.
Según el biógrafo Taylor Branch, la autopsia de King reveló que, aunque solo tenía 39 años, su corazón parecía el de un hombre de 60, mostrando físicamente el efecto del estrés de 13 años en el movimiento de los derechos civiles.
Entre 1957 y 1968, King había recorrido más de 9,6 millones de kilómetros, hablado en público más de 2.500 veces, arrestado por la policía más de veinte y había sido agredido físicamente al menos en cuatro ocasiones.
Investigación y desarrollos posteriores
Dos meses después de la muerte de Martin Luther King, James Earl Ray, un evadido, fue capturado en el aeropuerto de Londres Heathrow cuando intentaba salir del Reino Unido con un falso pasaporte canadiense a nombre de Ramón George Sneyd. Ray fue extraditado rápidamente a Tennessee y acusado de la muerte de Martin Luther King; reconoció el asesinato el 10 de marzo de 1969 y se retractó tres días después. Aconsejado por su abogado Percy Foreman, Ray se declaró culpable con el fin de evitar la pena de muerte. Fue condenado a 99 años de prisión.
Ray despidió a su abogado, diciendo que los culpables de la muerte había sido un tal «Raoul» y su hermano Johnny, a los que había conocido en Montreal, Canadá. Dijo, además, que «él no había disparado personalmente contra King», aunque podía «ser parcialmente responsable sin saberlo», sugiriendo una pista acerca de una posible conspiración. Pasó luego el resto de su vida intentando en vano que se le anulase su condena y que se reabriese el proceso.
El 10 de junio de 1977, poco después de haber prestado declaración ante una comisión del congreso sobre el crimen en la que insistió en que no había matado a Martin Luther, se evadió con otros seis condenados de la cárcel de Brushy Mountain, en Tennessee. Fue detenido el 13 de junio y devuelto a prisión.
En 1997, Dexter Scott King, el hijo de Martin Luther King, se entrevistó con Ray y apoyó públicamente los esfuerzos de Ray para conseguir un nuevo juicio.
En 1999, un año después de la muerte de Ray, Coretta Scott King, viuda de Martin Luther y también dirigente de los derechos civiles, y el resto de la familia King, ganaron un proceso civil contra Loyd Jowers (propietario de un restaurante no lejos del Motel) y «otros conspiradores».
En diciembre de 1993, Jowers había aparecido en Prime Time Live de ABC News y había revelado detalles de una conspiración que implicaba a la mafia y al gobierno para asesinar a Martin Luther. Jowers relató durante el juicio que había recibido 100 000 dólares para organizar el asesinato de Martin Luther King. El jurado de seis negros y seis blancos declaró a Jowers culpable y mencionó que «agentes federales habían estado implicados» en el complot para el asesinato. William F. Pepper, antiguo abogado de Ray, representó a la familia de King durante el proceso y presentó 70 testigos.
Al finalizar el proceso, la familia King había llegado a la conclusión de que Ray no había tenido nada que ver con el asesinato.
En 2000, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos terminó una investigación sobre las revelaciones de Jowers, pero no encontró ninguna prueba que pudiese demostrar una conspiración. El informe de la investigación recomendó que no hubiese ninguna nueva investigación en tanto que no se presentasen nuevos pruebas fiables.
Alegaciones de conspiración
Se ha especulado con que Ray no era más que un peón, de la misma manera que muchos suponen lo mismo del presunto asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald. Las pruebas que aducen los partidarios de esta teoría son:
- La confesión de Ray fue obtenida bajo presión, y fue amenazado con la pena de muerte.
- Ray era un pequeño atracador y ladrón, y no tenía ningún antecedente judicial en el que hubiese sido acusado de crimen violento causado con arma.
- Dos exámenes balísticos realizados sobre el arma del crimen, una Remington Gamemaster, nunca llegaron a probar que Ray hubiese sido el asesino o que esta arma hubiese sido realmente el arma del crimen.
- Los testigos de la muerte de King dicen que el disparo no provenía de los apartamentos mencionados en la investigación sino de un matorral próximo a ella. Un matorral inexplicablemente cortado días después del asesinato.
El 6 de abril de 2002, el New York Times informó de que un pastor, el Reverendo Ronald Denton Wilson, había declarado que era su padre Henry Clay Wilson quien había asesinado a Martin Luther King Jr, y no James Earl Ray. Dijo que sus motivos no habían sido racistas sino políticos, dado que pensaba que King era comunista.
En 2004, Jesse Jackson, que estaba con King en el momento del crimen, explicó:
El hecho es que había saboteadores para impedir la marcha. En el interior de nuestra propia organización, se descubrió que una persona muy importante estaba pagada por el gobierno. Así, pues, había infiltraciones en el interior, saboteadores en el exterior y ataques de la prensa. […] Yo nunca creeré que James Earl Ray tenía el motivo, el dinero y la movilidad para haberlo hecho él mismo. Nuestro gobierno estuvo muy implicado en preparar el terreno y pienso que también el camino para la huida de James Earl Ray.
Los biógrafos David Garrow y Gerald Posner se posicionaron en contra de las conclusiones de William F. Pepper, quien animó el juicio de 1999 al acusar al gobierno de estar implicado en la muerte de Martin Luther King Jr.
El pensamiento de Martin Luther King
Desobediencia civil y no violencia
En la Carta desde la prisión de Birmingham, escrita el 16 de abril de 1963 mientras estaba arrestado por una manifestación no violenta, Martin Luther King respondió a ocho sacerdotes blancos de Alabama que habían escrito cuatro días antes una carta titulada Una llamada a la unidad. Aunque admitían la existencia de injusticias sociales, expresaban la idea de que la batalla contra la segregación racial debía tener lugar en los tribunales y no en la calle. King respondió entonces que sin acciones directas y fuertes como las que él lideraba, los derechos civiles no se conseguirían nunca.
Escribió también que «esperar ha significado casi siempre nunca» y afirmaba que la desobediencia civil no estaba solamente justificada frente a una ley injusta, sino también que «cada uno tiene la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas».
La carta incluía la famosa cita «Una injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia de cualquier lugar», así como unas palabras de Thurgood Marshall que él repite: «Una justicia demorada durante mucho tiempo es una justicia rechazada».
Hasta el final de su vida, Martin Luther King se opuso a la radicalización y a la violencia preconizada por el Black Power y subrayó que «los motines no arreglan nada», y consideró este medio como ineficaz, más allá de la naturaleza opuesta de los motines a su doctrina de no violencia, de moral y de fe:
Si se dice que el poder es la capacidad de cambiar las cosas o la capacidad de conseguir sus objetivos, entonces no es poder involucrarse en una acto que no los consigue: sea cual sea el ruido que hagáis y el número de cosas que queméis.
Para él, una guerrilla como la del Che Guevara era una «ilusión romántica». King prefería la disciplina de la desobediencia civil, que definía no solamente como un derecho sino también como un homenaje a una energía democrática no explotada. Lo mismo para la pobreza: pidió a los militantes «utilizar todo el poder de la no violencia para el problema económico», aunque no hubiese nada en la Constitución estadounidense que garantizase un techo y una comida. Remarcó la similitud de su lucha con la de Jesus:
La opinión pública le dio la espalda. Decían que era un agitador. Utilizaba la desobediencia civil. Rechazaba los mandatos de la ley».
Para King, la no violencia no era sólo justa sino indispensable, porque por muy justa que fuese la causa de origen, la violencia significa el error y el ciclo de venganza de la Ley del Talión, y el defendía la ética de la reciprocidad:
La última debilidad de la violencia es que es una espiral descendente, que engendra lo mismo que busca destruir. En lugar de debilitar el mal, lo multiplica. Utilizando la violencia, podéis matar al mentiroso, pero no podréis matar la mentira, ni restablecer la verdad. Utilizando la violencia, podréis asesinar al rencoroso, pero no podréis matar el odio. De hecho, la violencia hace simplemente crecer el odio. Y esto continúa. Devolver el odio por el odio multiplicado al odio, añadiendo una oscuridad todavía más profunda que una noche sin estrellas. La oscuridad no puede esconder la oscuridad: sola la luz puede hacer esto. El odio no puede esconder el odio: solo el amor puede hacer esto.
Afirmaba también que el fin no podía justificar los medios, al contrario de lo que pensaba Maquiavelo:
Siempre he predicado que la no violencia exige que los medios que utilizamos deben ser tan puros como el fin que perseguimos. He intentado dejar claro que está mal utilizar medios inmorales para alcanzar un fin justo. Pero debo afirmar ahora que también está mal, todavía peor, utilizar medios morales para preservar un fin inmoral.
En la Carta de Birmingham, respondió también a los sacerdotes que le acusaban de crear oportunidades para la violencia con su desobediencia civil pacífica en un medio racista, indicándole que el que pide justicia de manera no violenta no puede ser instigador de disturbios:
En vuestra declaración, afirmáis que nuestras acciones, aunque pacíficas, deben ser condenadas porque precipitan la violencia. Pero, ¿es una afirmación lógica? ¿No es como si condenaseis a un hombre que ha sido robado porque el hecho de tener dinero es lo que ha provocado el acto de robar?
Igualdad racial, libertad y orgullo
Más allá de su lucha por la igualdad racial, del discurso «I have a dream» donde imagina que sus «cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su persona» y de la victoria política con los votos de la Civil Rights Act y Voting Rights Act, Martin Luther King señaló que la igualdad racial no devenía sólo de las leyes que defienden a la persona, sino sobre todo de la manera en que esa persona se percibe a sí misma:
Mientras el espíritu se halle esclavizado, el cuerpo no podrá ser nunca libre. La libertad psicológica, un firme sentido de la autoestima, es el arma más poderosa contra la larga noche de la esclavitud física. Ninguna proclama de emancipación lincolniana o carta de derechos civiles johnsoniana puede aportar totalmente este tipo de libertad. El negro será libre cuando alcance las profundidades de su ser y firme con la pluma y la tinta de su humanidad afirmada su propia declaración de emancipación. Y con un espíritu tendido hacia la verdadera autoestima, el negro debe rechazar con orgullo las esposas de la auto-abnegación y decirse a sí mismo y decir al mundo: “Yo soy alguien. Yo soy una persona. Yo soy un hombre con dignidad y honor. Y tengo una historia rica y noble».
Pacifismo y compromiso personal
Martin Luther King subrayó que la no violencia no era solamente un método justo, sino también un principio que debía ser aplicado a todos los seres humanos, fuesen de donde fuesen, y comparaba la campaña de no violencia aclamada en los Estados Unidos a la violencia de las guerra de Vietnam sostenida por una parte de la opinión pública estadounidense:
Hay algo extrañamente inconsistente en una nación que los aclama cuando dicen “Sean no violentos con Jim Clark”, pero que los maldice y los condena cuando dicen: “sean no violentos con los niños vietnamitas marrones”.
Para Luther King, la no violencia debía llevar al pacifismo, sobre todo en el contexto de la guerra fría y de la estrategia militar de destrucción mutua asegurada que podría llevar al apocalipsis:
Los hombres, a lo largo de la historia, han hablado de la guerra y de la paz. Pero ahora ya no pueden quedarse solo en el hablar. No es una elección entre la violencia y la no violencia en este mundo; es una elección entre la no violencia y la no existencia.
Martin Luther King invocaba con frecuencia la responsabilidad personal para desarrollar la paz mundial Para él, el triunfo del bien sobre el mal era inevitable, a pesar de los frecuentes retrocesos y guerras de la historia:
Rechazo aceptar la noción cínica de que naciones tras naciones deben descender la escalera militarista hacia el infierno de la destrucción termonuclear. Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán finalmente la palabra. Porque el bien, incluso temporalmente vencido, es más fuerte que el mal triunfante.
Admitía que esa opinión idealista y moral era difícilmente defendible en ese contexto histórico, pero subrayaba que la conciencia y el ideal de justicia no debían recular ante una opinión pública desfavorable, un cálculo político o una tarea que pareciese insuperable:
En relación a algunas posturas adoptadas, la cobardía plantea una cuestión: “¿es peligroso?”; el oportunismo plantea la cuestión: “¿es política?”; y la vanidad lo junta todo y plantea la cuestión: “¿es popular?”. Pero la conciencia plantea la cuestión: “¿es justo?”. Y llega entonces un momento en que uno debe posicionarse ante algo que no carece de peligro, que no es política, ni popular, sino que debe hacerlo porque su conciencia le dice que es justo. Creo que hoy en día es necesario para todas las personas de buena voluntad reunirse en un gran acto de conciencia y decir las palabras del viejo espiritual negro, “No vamos a estudiar más la guerra”. He aquí el reto del hombre moderno.
Vida espiritual frente a confort material
Martin Luther King, sin preconizar un retorno hacia la sencillez voluntaria ni devenir en un crítico del desarrollo como Gandhi, se puso en guardia contra el american way of life en tanto su tendencia al consumismo y el materialismo podía desviar al hombre de la causa del bien y de la espiritualidad:
Hoy en día, la gran tentación y la gran tragedia de la vida es que permitimos con frecuencia al exterior de nuestras vidas el absorber al interior de nuestras vidas. La gran tragedia de la vida es que con demasiada frecuencia autorizamos a los medios con los que vivimos a alejarnos del fin para el que vivimos. […] ¿Cuál es el beneficio para un hombre de llenar el mundo entero de medios – aviones, televisiones, luz eléctrica – y perder el fin: el alma?
En su opinión, este profundo cambio estaba vinculado a una revolución de los valores que permitiría vencer a los más grandes males de la civilización:
Estoy convencido de que si queremos estar del lado bueno de la revolución mundial, debemos como nación emprender una revolución radical de valores. Debemos comenzar rápidamente a pasar de una sociedad “orientada hacia las cosas” a una sociedad “orientada hacia la persona”. Cuando las máquinas y los ordenadores, los motivos de beneficios y los derechos de propiedad son considerados como más importantes que los individuos, el triplete gigante compuesto por el racismo, el materialismo y el militarismo es imposible de vencer.
Fe, amor y poder
Debido a su vocación de pastor, Luther King situó a la Biblia en el corazón de su mensaje, considerando que la humanidad había estado desde hacía mucho tiempo «en la montaña de la violencia» y que debía ir hacia «la tierra prometida de justicia y de fraternidad». Para él, este objetivo era una misión divina en tanto que «no debía satisfacerse nunca con objetivos inacabados, […] sino que había que mantener siempre una especie de descontento divino».
Esta voluntad divina y este mensaje de amor transmitido por el Evangelio implicaba, según él, una voluntad inquebrantable frente a la adversidad, «un espíritu duro y un corazón tierno», como enseñó directamente Jesús a sus discípulos:
Jesús reconoció la necesidad de confundir a los contrarios. Sabía que sus discípulos deberían enfrentarse a un mundo difícil y hostil, donde habrían de enfrentarse a los políticos recalcitrantes y a la intransigencia de los protectores del antiguo orden […] Y les dio una fórmula de acción, “sed tan sabios como las serpientes y tan inofensivos como las palomas”.
El amor no es, entonces, para Luther King solamente un fin o un objetivo, sino también el medio para alcanzar la paz y la justicia mundial. De esta forma, refuta la idea del amor como algo débil, que algunos filósofos como Nietzsche habían acuñado.
Esta llamada para que una comunidad mundial lleve los problemas de vecindad más allá del ámbito tribal, de la raza, de la clase y de la nación, es en realidad una llamada a un amor universal e incondicional de la humanidad entera. Este concepto frecuentemente incomprendido, frecuentemente mal interpretado, tan rápidamente eludido por los Nietzsches del mundo como una fuerza débil y cobarde, se ha convertido ahora en una necesidad absoluta para la supervivencia del ser humano. Cuando hablo de amor, yo no hablo de un especie de respuesta sentimental y débil. No hablo de una fuerza que solo es un sinsentido sentimental. Yo hablo de una fuerza que todas las grandes religiones del mundo han visto como el principio unificante supremo de la vida. El amor es la llave que abre la puerta que lleva a la realidad última.
Martin Luther King consideraba que el poder, en este contexto, no era algo malo en sí en cuanto éste fuera comprendido y utilizado correctamente; es decir, cuando no fuera considerado como el exacto opuesto del amor. En su opinión, la perversa malinterpretación según la cual el amor es visto como el «abandono del poder» y el poder como una denegación de amor, es la razón por la cual Nietzsche rechazó el amor cristiano y los teólogos cristianos el concepto nietzscheano de la voluntad de poder.
El poder sin amor es peligroso y abusivo, el amor sin poder es sentimental y anémico. El mejor poder es el amor que implica la petición de justicia, y la mejor justicia es el poder que corrige todo lo que pone obstáculos al amor.
La lucha por el poder, sin amor o conciencia, está entonces condenada al fracaso, ya sea por blancos o negros. Para él, «es esta colisión entre un poder inmoral y una moralidad impotente la que constituye la mayor crisis de nuestro tiempo».
King también arremetió contra el concepto Nieztschiano de la muerte de Dios, recurriendo a la afirmación bíblica del amor de Dios. Para él, «el amor de Dios es incesante y eterno»y por lo tanto no puede morir. En relación a ésto, pronunció un sermón titulado ¿Porqué Jesús llamó ‘necio’ a un hombre? en el cuál, retomando la Parábola del rico insensato, manifiestó:
Éste hombre era un necio porque no pudo dar cuenta de su dependencia de Dios… ésta necedad centrada en el hombre todavía esta viva hoy en día. De hecho, hoy en día se ha llegado al punto en el que incluso algunos están diciendo que Dios está muerto. Lo que más me molesta de todo eso es que no me dan la información completa, porque al menos me hubiera gustado asistir al funeral de Dios. Y hoy quiero preguntar, ¿qué médico forense lo declaró muerto? Quiero preguntar, ¿cuánto tiempo había estado enfermo? Quiero saber si tuvo un ataque al corazón o murió de cáncer crónico. Estas preguntas se me han respondido, y entonces voy a creer y a saber que Dios está vivo. Saben, mientras el amor esté alrededor, Dios está vivo. Mientras la justicia esté alrededor, Dios está vivo. Hay ciertas concepciones de Dios que tenían que morir, pero no Dios. Saben, Dios es el sustantivo supremo de la vida; Él no es un adjetivo. Él es el objeto supremo de la vida; Él no es un verbo. Es la cláusula suprema independiente; Él no es una cláusula dependiente. Todo lo demás depende de Él, pero Él no depende de nada
Why Jesus Called A Man A Fool (1967)
Aunque era un hombre de fe, Luther King abogaba por el laicismo y aprobó una decisión de la Corte suprema de prohibir la imposición de la oración en las escuelas públicas. Comentó que «eso no pretendía poner fuera de la ley la oración o la creencia en Dios. En una sociedad plural como la nuestra, ¿quién debe determinar qué oración debe ser dicha y por quién? Legalmente, constitucionalmente o de otra manera, el Estado no tiene ciertamente ese derecho».
Ciencia y religión
Para Luther King, si la violencia y la guerra habían devenido tan destructoras era porque la rapidez del progreso científico había sobrepasado a la del desarrollo de la ética y la moral, que no eran capaces de restringir sus aplicaciones negativas. No obstante, en contraposición a las pretensiones humanistas, King declara:
El problema es con el hombre mismo y el alma del hombre. No hemos aprendido a ser justos y honestos y amable y verdaderos y amorosos. Y esa es la base de nuestro problema. El verdadero problema es que a través de nuestro genio científico hemos hecho del mundo un vecindario, pero a través de nuestro genio moral y espiritual hemos fallado en hacer de éste una hermandad.
Rediscovering Lost Values.
Aunque subrayó que «nuestro poder científico había desbordado nuestro poder espiritual. Tenemos misiles guiados y hombres desorientados», no señalaba, sin embargo, a la ciencia como culpable real de todos los males. King señala que el problema esencial en la sociedad no yace en el progreso del conocimiento, sino en la pérdida de moralidad del ser humano:
El problema no es tanto que no sabemos lo suficiente, sino que no somos lo suficientemente buenos. El problema no es tanto que nuestro genio científico se quede atrás, sino que nuestro genio moral se quede atrás.
En este sentido, apelaba a la complementariedad de la ciencia y la religión, reconociendo la importancia de cada una de éstas esferas sociales:
La ciencia investiga; la religión interpreta. La ciencia da al hombre el conocimiento que es el poder; la religión da al hombre la sabiduría que es el control. La ciencia se ocupa principalmente de los hechos; la religión se ocupa principalmente de los valores. Las dos no son rivales. Son complementarias.
Compensación histórica
En varias ocasiones, Martin Luther King expresó la opinión de que los afroamericanos, al igual que otros estadounidenses oprimidos, deberían ser indemnizados por los perjuicios sufridos históricamente.
Entrevistado por Alex Haley en 1965, dijo que dar solo la igualdad a los afroamericanos no podría suprimir la diferencia de renta entre ellos y los blancos. Indicó que no pedía una restitución completa de los salarios nunca pagados durante la esclavitud, algo que creía imposible, sino que proponía un programa de compensación gubernamental de 50 mil millones de dólares durante 10 años para todos los grupos oprimidos.
Subrayó que «el dinero gastado estaría más que justificado por los beneficios que aportaría a la toda la nación gracias a una bajada espectacular del abandono escolar, de las separaciones familiares, de las tasas de criminalidad, de la ilegitimidad, de los enormes gastos sociales, de los motines y de muchos otros males sociales».
En su libro Por qué no podemos esperar de 1964, desarrolló esta idea, explicando que el reglamento del trabajo no remunerado era una aplicación de la common law.
Fuentes e inspiraciones
Martin Luther King escribió que su primer encuentro con la idea de la desobediencia civil no violenta fue al leer On Civil Disobedience de Henry David Thoreau, en 1944, cuando estaba en el Morehouse College:
Ahí, con ese valiente rechazo de un hombre de Nueva Inglaterra a pagar sus impuestos y su elección de ir a prisión antes que sostener una guerra que extendería los territorios de la esclavitud a México, tuve mi primer contacto con la teoría de la resistencia no violenta. Fascinado por la idea de rechazar el cooperar con un sistema maléfico, quedé tan profundamente conmovido que releí el libro varias veces.
Thoreau le hace tomar conciencia de que una lucha activa pero no violenta contra el mal era tan justa y necesaria como ayudar al bien, y que los medios y formas de esta lucha eran innumerables:
He llegado a convencerme de que la no cooperación con el mal es tan obligación moral como la cooperación con el bien. Ninguna otra persona ha sido más elocuente y apasionada en difundir esta idea que Henry David Thoreau. Como consecuencia de sus escritos y de su testimonio personal, somos los herederos de un legado de protesta creativa. Las enseñanzas de Thoreau han revivido en nuestro movimiento de los derechos civiles; de hecho, está más vivas que nunca. Que sean expresadas por un sit-in en un restaurante, un autobús de la libertad en Mississippi, una manifestación pacífica en Albany (Georgia), un boicot de autobuses en Montgomery (Alabama), todo ello es la cosecha de la insistencia de Thoreau en que se debe resistir al mal y que ningún hombre moral puede conformarse pacientemente con la injusticia.
El dirigente de los derechos civiles, teólogo y educador Howard Thurman tuvo también muy pronto una influencia sobre él. Era compañero de clase del padre de Martin en el Morehouse College, y se convirtió en el mentor del joven Martin Luther y de sus amigos. El trabajo de misionero de Thurman lo había llevado al extranjero donde se había encontrado y conversado con Mahatma Gandhi. Cuando Martin Luther King estuvo en la universidad de Boston, visitaba con frecuencia a Thurman, que era el deán de la capilla de Marsh.
El activista de los derechos civiles Bayard Rustin, que había tenido a Mahatma Gandhi como profesor, aconsejó a Martin Luther King seguir los principios de la no violencia desde 1956. Le sirvió de consejero y de mentor en sus comienzos y sería el organizador principal de la marcha a Washington. No obstante, la homosexualidad reconocida por Bayard, su compromiso con el socialismo democrático y sus relaciones con el Partido comunista de los Estados Unidos hicieron que numerosos dirigentes negros y blancos pidiesen a Martin Luther que mantuviese las distancias con él.
Muy inspirado por los éxitos del activismo no violento de Mahatma Gandhi, Martin Luther King visitó a su familia en la India en 1959, con la ayuda del grupo de cuáqueros de la American Friends Service Committee (AFSC) y del NAACP. El viaje lo afectó profundamente, mejorando su comprehensión de la resistencia no violenta y su implicación en la lucha por los derechos civiles estadounidenses. En un mensaje radiofónico durante su último día en la India, anunció:
Tras mi estancia en la India, estoy más convencido que nunca que el método de resistencia no violenta es el arma más poderosa posible para los pueblos oprimidos en su lucha por la justicia y la dignidad humana. En un sentido literal, Mahatma Gandhi encarna en su vida ciertos principios universales que son inherentes a la estructura moral del universo, y estos principios son tan ineluctables como la ley de la gravedad.
King y el FBI
El FBI y su director J. Edgar Hoover mantuvieron relaciones antagónicas con Martin Luther King. A partir de una orden escrita del ministro de justicia Robert Francis Kennedy, el FBI comenzó a investigarlo a él y a la Southern Christian Leadership Conference (SCLC, «Conferencia principal de los cristianos del sur»), en 1961.
Las investigaciones fueron superficiales hasta 1962, cuando el FBI descubrió que uno de los consejeros más importantes de King, Stanley Levison, tenía relaciones con el Partido Comunista de los Estados Unidos. De acuerdo con una de sus declaraciones bajo juramento en el House Un-American Activities Committee (Comité de asuntos antiestadounidenses), uno de los ayudantes de Martin Luther, Hunter Pitts O’Dell, tenía también relaciones con el partido comunista. El FBI intervino las líneas telefónicas en las casas y oficinas de King y de Levison, también en los hoteles donde se hospedaban cuando estaban de viaje por el país. El FBI informó además al entonces Fiscal General Robert F. Kennedy y al entonces Presidente John F. Kennedy, quienes fallidamente intentaron persuadir a King de que se apartara de Levison.
Por su parte, Martin Luther negó categóricamente tener relaciones con los comunistas, diciendo en una entrevista «que había tantos comunistas en su movimiento de libertades como esquimales en Florida»; Hoover respondió acusándolo de ser «el mentiroso más grande del país».
Este intento de probar que Martin Luther King era comunista se debía en gran parte a que muchos de los segregacionistas creían que los negros del sur habían estado hasta el momento felices con su situación pero que estaban siendo manipulados por «comunistas» y «agitadores extranjeros». Stanley Levinson, abogado, había tenido relaciones con el partido comunista a lo largo de negociaciones comerciales, pero el FBI rechazó creer los informes que indicaban que no tenía ninguna asociación con ellos.
Como no se pudo encontrar políticamente nada contra Luther King, los objetivos y las investigaciones del FBI cambiaron y se centraron en intentar desacreditarlo a través de su vida privada. Se intentó en primer lugar probar que era un marido infiel. Las grabaciones, algunas de ellas hechas públicas tiempo después, no aportaron ninguna prueba concluyente al respecto, a pesar de las observaciones de ciertos oficiales o del mismo presidente Johnson que había llegado a decir de él que se trataba de un «predicador hipócrita». Tampoco algunos libros aparecidos en los años 80 pudieron aportar pruebas.
El FBI distribuyó informes sobre estas supuestas desviaciones en su vida privada a periodistas amigos, aliados o posibles fuentes de financiación del SCLC, e incluso a la propia familia de Martin Luther. La agencia envió también cartas anónimas al interesado amenazándolo con revelar más informaciones si no abandonaba su militancia por los derechos civiles. Alguna carta ha sido incluso interpretada como una invitación a que Martin Luther se suicidase.
Finalmente, el FBI abandonó sus investigaciones sobre la vida privada de Martin Luther y el acoso para concentrarse en el SCLC y el movimiento Black Power. Pero después de que una manifestación pacífica en Memphis en marzo de 1968 fuese desbordada por elementos violentos del black power, Hoover, que tenía a un agente infiltrado en la jerarquía del SCLC, lanzó una nueva campaña de descrédito contra Martin Luther King. Así, el 2 de abril tuvo constancia de que se habían reanudado las escuchas. El mismo día de su asesinato, la oficina del FBI en Mississipi propuso dos nuevos programas de contra-información (COINTELPRO) utilizando rumores y desinformación «para desacreditar a King ante los pobres negros cuyo apoyo busca».
El último contacto del FBI con Martin Luther King fue el momento de su asesinato. La agencia lo vigilaba en el Lorraine Motel desde un edificio al otro lado de la calle, muy cerca de donde se situó James Earl. Fueron miembros del FBI los primeros que acudieron junto a Martin Luther a proporcionarle los primeros cuidados en cuanto fue disparado. Para los partidarios de una teoría conspiratoria, su presencia tan próxima al lugar del crimen es una confirmación de su implicación en el asesinato.
El 31 de enero de 1977, en los casos “Bernard S. Lee v. Clarence M. Kelley, et al.” y “Southern Christian Leadership Conference v. Clarence M. Kelley, et al.”, el juez John Lewis Smith Jr. ordenó que todas las grabaciones y transcripciones manuales conocidas y existentes resultado del espionaje al que fue sometido Luther King entre 1963 y 1968, fuesen conservadas en la National Archives and Records Administration y su consulta pública prohibida hasta el año 2027.
Legado
Homenajes
Martin Luther King fue nombrado persona del año por Time Magazine en 1963.
En el discurso de presentación que se le dedicó por parte de los organizadores con motivo de la entrega del Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King fue descrito como «la primera persona del mundo occidental que ha demostrado que una lucha puede ser ganada sin violencia, la primera en haber hecho de su mensaje de amor fraternal una realidad a lo largo de esa lucha, y la que ha llevado ese mensaje a todos los hombres, a todas las naciones y a todas las razas».
Recibió en 1965 la medalla de las libertades estadounidenses del Comité Judío Estadounidense «por su excepcional fomento de los principios de las libertades humanas». En la ceremonia de recepción del premio dijo que la libertad era una cosa, y que o se tenía entera o no se era libre.
El mismo año recibió el premio Pacem in Terris (paz en la tierra, en latín) basado en la encíclica Pacem in Terris del papa Juan XXIII.
En 1966, la federación de planificación familiar de América le otorgó el premio Margaret Sanger «por su valiente resistencia a la beatería y por su vida consagrada al progreso de la justicia social y de la dignidad humana».
Martin Luther King recibió 20 Doctorados honoris causa de universidades estadounidenses y extranjeras.
Recibió también a título póstumo el premio Marcus Garvey del gobierno de Jamaica en 1968 y en 1971 recibió el Grammy Award a la mejor grabación hablada por su discurso Why I Oppose the War in Viêt Nam (Por qué me opongo a guerra del Vietnam).
El presidente Jimmy Carter lo galardonó con la Presidential Medal of Freedom a título póstumo en 1977.
En 1980, el barrio donde pasó su juventud fue declarado monumento histórico.
El 2 de noviembre de 1983, el presidente Ronald Reagan firmó una ley por la que se creó un día festivo en su honor, el Martin Luther King Day. Los primeros estados lo aplicaron en 1986 y el 17 de enero de 2000 el día festivo fue celebrado oficialmente en los 50 estados del país.
En 1998, la fraternidad Alpha Phi Alpha, a la que él pertenecía, fue autorizada por el Congreso de los Estados Unidos a crear un memorial.
Martin Luther King fue el primer afroamericano y el segundo no presidente en ser honrado con un monumento en el National Mall de Washington.
Martin Luther King está considerado como el autor de los más grandes discursos históricos de los Estados Unidos, junto con Abraham Lincoln o John Fitzgerald Kennedy.
Más de 730 ciudades de los Estados Unidos tenían una calle Martin Luther King en 2006 y muchas otras han sido bautizadas con su nombre en el mundo entero.
Partidarios e influencia
Martin Luther King es una de las personalidades más admiradas de la Historia de los Estados Unidos.
Inspirado por Gandhi, numerosas personalidades de la escena internacional como José Bové y Jesse Jackson lo han tomado como ejemplo para su lucha en favor de los derechos del hombre y su método de desobediencia civil a través de la no violencia como el mecanismo adecuado para conseguirlo.
Ha influido en los movimientos por los derechos del hombre en África del Sur y ha sido citado como inspiración por otro premio Nobel de la Paz que ha combatido por la igualdad en esos países: Albert Luthuli.
La mujer de Martin Luther, Coretta Scott King, siguió los pasos de su marido y se mantuvo muy activa respecto de los problemas de justicia social y de los derechos civiles hasta su muerte en 2006. El año del asesinato de su marido, fundó el King Center en Atlanta, dedicado a preservar su legado y su trabajo de promoción de la resolución no violenta de los conflictos, y de la tolerancia en el mundo.
Su hijo, Dexter King, es en la actualidad el presidente del centro y su hija Yolanda ha fundado la Higher Ground Productions, una organización especializada en el tratamiento de la diversidad.
En 2008, durante la elección presidencial estadounidense Barack Obama llenó su campaña de referencias a Martin Luther King y le rindió homenaje. Jesse Jackson, compañero de lucha de King, declaró que le habría gustado que este hubiese sido testigo de la victoria de Barack Obama, primer presidente de los Estados Unidos de color.
Críticas
Más allá de las acusaciones de infidelidad o de plagio académico, los militantes más radicales, como los del movimiento Black Power o Malcolm X, le dirigieron diversas críticas políticas, aunque no dañaron excesivamente su imagen.
Así, Stokely Carmichael se mostró en desacuerdo con la voluntad de integración de Martin Luther King, que consideraba como un medio para alcanzar sus fines y no como un principio. Stokely Carmichael veía, por tanto, la lucha de Martin Luther King como un insulto a la cultura afroamericana.
Omali Yeshitela, que había dirigido el International People’s Democratic Uhuru Movement (UnPDUM), más radical, pidió también a los africanos que se acordasen de que la colonización europea se había hecho de manera violenta y forzada, y no por integración en la cultura africana. Intentar integrarse en la cultura del colonizador es para ella también un insulto a la cultura original africana.
VÍDEO: DOCUMENTAL – QUIÉN MATÓ A MARTIN LUTHER KING