El asesinato de Isabel Carrasco

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Asesinato de Isabel Carrasco
  • Clasificación: Asesinato
  • Características: Venganza
  • Número de víctimas: 1
  • Fecha del crimen: 12 de mayo de 2014
  • Fecha de detención: Montserrat González y Triana Martínez: 12 de mayo de 2014 / Raquel Gago: 16 de mayo de 2014
  • Perfil de la víctima: La presidenta de la Diputación de León y del PP regional, Isabel Carrasco Lorenzo, de 59 años
  • Método del crimen: Arma de fuego (revólver Taurus, calibre 32)
  • Lugar: León, España
  • Estado: Montserrat González y Triana Martínez fueron condenadas a 22 y 20 años de prisión el 10 de marzo de 2016. Raquel Gago fue absuelta del delito de asesinato y condenada a 5 años de cárcel el mismo día. Posteriormente, tanto el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León como el Tribunal Supremo elevaron la pena a Gago al considerarla cómplice del crimen y fue condenada por este último organismo a 14 años de prisión
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Asesinato de Isabel Carrasco – Muere a tiros en plena calle la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco

J. Jiménez Gálvez / F. Manetto – Elpais.com

13 de mayo de 2014

Isabel Carrasco Lorenzo, de 59 años, presidenta de la Diputación de León desde 2007 y del Partido Popular en esa provincia desde 2004, fue asesinada ayer a tiros cuando caminaba, poco después de las cinco de la tarde, por el paseo de la Condesa de Sagasta, muy cerca de su domicilio en la capital leonesa.

Las supuestas autoras del crimen son una mujer de 55 años y su hija, de 35. La investigación aún no ha acreditado cuál de las dos tiroteó a la líder provincial del PP. Tras producirse los disparos, la de mayor edad huyó a la carrera. Un policía jubilado vio el asesinato e identificó a las presuntas autoras. Pocos minutos después, era detenida la madre, y más tarde su hija. Fuentes del Ministerio del Interior atribuyeron de inmediato el suceso a una «venganza personal». La más joven fue despedida de la Diputación Provincial de León en 2011, según fuentes de la investigación, cuando finalizó su contrato de interina. Desde entonces, según las mismas fuentes, trabajaba por cuenta propia, y el pasado viernes el organismo le comunicó que no le pagaría una cantidad supuestamente pendiente.

Las dos detenidas, que se negaron a declarar ante los agentes, son la esposa e hija del inspector jefe de la Policía en Astorga, Pablo Antonio Martínez García. La pistola con la que se cometió el crimen no ha sido localizada aún y se busca en el río, aunque fuentes del Ministerio del Interior indicaron que no corresponde al arma del inspector jefe, quien declaró además que solo dispone de su pistola reglamentaria, que se encontraba en su poder.

La investigación policial apunta a que los tiros se hicieron a muy corta distancia. De los cinco disparos, cuatro impactaron en el cuerpo de la presidenta del PP de León, según indicaron fuentes del Ministerio del Interior.

Aunque las primeras hipótesis apuntaron a que quien apretó el gatillo era la de mayor edad, el delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano, aseguró a última hora de la tarde que la investigación policial no había podido acreditar aún cuál de las dos había tiroteado a la líder provincial leonesa. «Se trata de un suceso dramático sin explicación», añadió. Aunque Medrano confirmó que la menor de las mujeres detenidas había sido despedida «recientemente» de la Diputación Provincial de León, que presidía Carrasco, en ningún caso quiso vincular este hecho con lo ocurrido.

La hija, Monserrat Triana Martínez, afiliada al Partido Popular de León, al igual que su madre, figuró como número siete en las listas de las elecciones municipales de Astorga en 2007, aunque no logró el acta de concejal. Ese mismo año empezó a trabajar en la Diputación Provincial de León como ingeniera de telecomunicaciones, para asesorar a los Ayuntamientos en la redacción de proyectos relacionados con banda ancha y televisión digital terrestre.

Los compañeros de partido de la presidenta de la Diputación Provincial explicaron ayer que la fallecida no había recibido amenazas previas de ningún tipo. «No tenía miedo alguno, era una persona muy valiente, muy decidida, muy convencida de lo que hacía y de mucho carácter», explicó Luis Aznar, senador del PP por León, informa Servimedia. El número dos de los populares en Castilla y León y alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, la calificó de «política vocacional». Esteban González Pons afirmó: «La mejor palabra para definirla es coraje. No hay un rincón del PP que no se sienta traspasado por el dolor».

El delegado del Gobierno también explicó, en conferencia de prensa, que a la policía no le constaba ninguna denuncia de Carrasco por amenazas.

La presidenta provincial del PP había salido poco antes de las cinco de la tarde de ayer de su domicilio junto a su actual pareja. Ambos se dirigían inicialmente a la sede del Partido Popular en León, pero él decidió desplazarse en moto para atender después otros asuntos en la ciudad, según explicaron fuentes de su entorno.

Cuando alcanzó su destino y comprobó que ella no estaba aún en la sede del PP se extrañó, dado que el recorrido a pie desde la vivienda hasta el número 25 del paseo de Salamanca (300 metros a través de una de las pasarelas peatonales que cruzan el río Bernesga a su paso por la capital leonesa), es sensiblemente más corto que por carretera, ruta que requiere sortear el río a través del puente de la avenida de Palencia. Al apreciar movimiento de coches y de agentes de policía en el entorno de la pasarela peatonal, el novio de la víctima se acercó al lugar del crimen. Fue uno de los primeros en llegar ante el cuerpo ya sin vida de la presidenta del PP leonés.

«A esa hora estaba todo lleno de gente, y de críos jugando, con muchísima gente paseando perros», señaló una pareja que se encontraba cerca del lugar del tiroteo. «Oímos un ruido como de petardos. Luego vimos el cuerpo de una persona tumbada boca abajo. Una persona que estaba a su lado gritó: ‘Ha sido una mujer y ha salido corriendo», relataron los testigos.

La presidenta de la Diputación acudía a la sede del PP para reunirse con compañeros con los que tenía previsto viajar en coche hasta Valladolid para acudir al mitin principal de su partido en Castilla y León por la campaña electoral de las europeas. Algunos de los dirigentes del PP leonés que la esperaban en la sede pudieron oír los disparos que acabaron con la vida de su líder provincial.

Los principales partidos políticos suspendieron de inmediato todos los actos electorales que tenían programados para la tarde de ayer. El presidente Mariano Rajoy, al que llamó el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, para mostrar sus condolencias, debía haber dado ayer el mitin al que tenía previsto acudir Carrasco en Valladolid.

El PP también comunicó que cancelaba los actos electorales previstos para hoy por la muerte de la líder de León, salvo el debate en televisión de su candidato, Miguel Arias Cañete, con la socialista Elena Valenciano. La sesión de control al Gobierno convocada para hoy en el Senado con tres preguntas al presidente del Gobierno también fue suspendida.

Rajoy y la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, llegarán hoy a las 12 a León, donde se guardará un minuto de silencio. El presidente condenó el «miserable crimen» y destacó la «entrega al servicio público» de la presidenta provincial de su partido. «Si toda muerte es causa de dolor y desazón, la vileza de este asesinato no solo nos remueve en lo más profundo, sino que nos causa el más vivo rechazo. La entrega al servicio público de la presidenta de la Diputación de León no hace sino subrayar que somos el conjunto de los españoles los afectados por esta tragedia».

El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, decretó tres días de luto oficial en esa comunidad. El Ayuntamiento de León celebró anoche un pleno extraordinario por el asesinato en la calle de una dirigente que lo había sido casi todo en la provincia. Hasta el Consistorio se desplazaron también el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, y el secretario de Organización del PSOE, Óscar López. Por la noche quedó instalada la capilla ardiente en la sede de la Diputación.

La líder del PP leonés había pasado por las principales escalas de representación pública en las instituciones regionales. Sus primeros cargos de gestión llegaron de la mano del presidente José María Aznar en 1987, cuando fue nombrada Delegada Territorial de la Junta castellanoleonesa, puesto que desempeñó durante cuatro años. Jesús Posada, presidente del Congreso, coincidió con ella cuando relevó a Aznar como presidente de la Junta. «Era mis ojos, mis oídos y mis manos en León. Estaba en los puestos al pie del cañón», recordó ayer Posada.

Carrasco regresó en 1991 a la vida privada para ejercer su profesión de inspectora de Hacienda como jefa de la unidad regional de grandes empresas y patrimonio de Castilla y León. Cuatro años después retomó la actividad política al ser nombrada consejera de Economía y Hacienda en el Gobierno de Juan José Lucas, cargo que desempeñó entre 1995 y 1999. «Fue un ejemplo de lealtad, eficacia y pasión por la política. Era una mujer con mucha seguridad pero también capaz de consultar y de ser prudente cuando el momento lo requería», aseguró Lucas tras conocer la noticia. Fue la primera mujer que presidió el PP de León, desde diciembre de 2004; y la Diputación Provincial, desde 2007, cargos que ocupaba ahora.

La capilla ardiente finalmente abrirá sus puertas al público a las 11.30 de esta mañana, y no a las 9.00 como estaba previsto inicialmente, a petición de la familia, según han informado fuentes de la Diputación. La capilla ardiente se instalará en el Palacio de los Guzmanes, sede de la institución provincial, y el funeral tendrá lugar este martes por la tarde en la catedral de León.


La madre confiesa que mató a sangre fría a Isabel Carrasco por rencor

Luis Gómez / Jorge A. Rodríguez – Elpais.com

14 de mayo de 2014

Montserrat González ha confesado que fue ella la que mató a sangre fría a Isabel Carrasco por rencor, por una inquina acumulada desde que la presidenta de la Diputación de León despidió a su hija en 2011, según han confirmado fuentes policiales. Ella fue la que empuñó el revólver Taurus que una policía local, Raquel Gago Rodríguez, de 41 años, amiga de la hija de la ahora asesina confesa, entregó anoche en una comisaría. El círculo del crimen parece cerrarse así con todos los elementos: cadáver, arma, móvil (rencor, «inquina personal») y autor material. Pero quedan por aclarar los papeles de la hija, la agente que se quedó el revólver y cómo la mujer rumió durante dos años, tal y como ha confesado, la idea obsesiva de matar a la persona que consideraba la causante de los males de su hija,

La confesión de la madre se ha producido en las últimas horas. Solo ha sido una corroboración de lo que los investigadores ya tenían claro. El asesinato fue gestado durante semanas por la madre -y posiblemente la hija-, que planificaron el crimen al detalle pero sin contar con un elemento clave: los testigos. Los agentes están convencidos de que las mujeres hicieron varias esperas a Carrasco en las proximidades de su casa y que el crimen fue perpetrado el lunes pero pudo haber sido antes o después; el día que la política caminase sola por la calle.

El martes por la noche, 30 horas después del crimen, el arma con el que supuestamente fue asesinada de cuatro disparos Isabel Carrasco Lorenzo cayó en manos de la policía. Según fuentes policiales, la hija de la ahora autora confesa, Montserrat Triana Martínez, dejó un revólver en manos de esta tercera mujer inmediatamente después del crimen. Esta agente, que ha sido detenida y puesta en libertad poco después, llevó anoche el arma a una comisaría en un paquete, 30 horas después. La agente, que ha confirmado que es amiga de Triana Martínez, tendrá que declarar en breve ante el juez, en calidad de imputada .

La mujer que ha entregado el arma ha asegurado que esta fue colocada en la parte trasera de su coche, metida dentro de un bolso bandolera. Se trata de un revólver de la marca Taurus, que tiene tres cartuchos percutidos. La mujer ha asegurado que la hija de la supuesta autora material del crimen lo había dejado en la parte trasera de su coche y que no se dio cuenta de ello hasta la tarde del martes. Tanto la tardanza en entregar el arma como el hecho de que hubiera callado hasta ahora que había estado junto a la hija de la autora confesa del crimen han llevado a su detención.

Los investigadores han encontrado otra arma durante los registros de la casa de la hija, pero que no había sido disparada recientemente. En ese mismo registro se halló medio kilo de marihuana. La pistola es del calibre 7,65 y, de momento, se ignora su procedencia, al igual que del revólver supuestamente utilizado en el asesinato. Ambas armas tienen borrado el número de serie.

Ahora se investiga la relación que tiene ella con la familia. Isabel Carrasco Lorenzo, de 59 años, presidenta de la Diputación de León desde 2007 y del Partido Popular en esa provincia desde 2004, fue asesinada el lunes a tiros cuando caminaba, poco después de las cinco de la tarde, muy cerca de su domicilio en la capital leonesa.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha asegurado este miércoles en el pasillo del Congreso de los Diputados que el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, está «bastante esclarecido». Mientras, el marido y padre de las dos primeras detenidas por el crimen, Pablo Antonio Martínez, inspector jefe de la Comisaría de Astorga (León), ha sido relevado de su cargo a petición propia. El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, ha asegurado hoy que este agente no tiene nada que ver con el asesinato perpetrado por su esposa e hija.

La versión del policía jubilado, testigo de lo acontecido, sitúa a las dos mujeres en la pasarela por la que Carrasco se dirigía desde su domicilio a la sede del PP. Monserrat González, la madre, llevaba la cara tapada con una gorra y un pañuelo en el momento en que disparó un tiro por la espalda a la dirigente popular y volvió a tirotearla cuando ya estaba en el suelo. La acción, según el testimonio del policía jubilado, se produjo sin que mediara ninguna discusión entre las mujeres.

Madre e hija huyeron despacio y al bajar la pasarela tomaron caminos distintos con un mismo destino. El agente jubilado decidió seguir a la mujer a la que asegura que vio disparar sin percatarse de en qué momento se desprendió del arma. Mientras seguía a la mujer, llamó a la policía para alertar de lo ocurrido y contar hacia dónde se dirigían. Monserrat González llegó entonces al lugar donde le esperaba su hija, junto a un coche Mercedes y en ese momento, ambas fueron detenidas.


Prisión incondicional sin fianza para la policía que entregó el arma

Elpais.com

16 de mayo de 2014

La investigación del crimen que acabó con la vida de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, incorpora un nuevo sospechoso, Raquel Gago, una policía local de 41 años. La juez que lleva la instrucción del caso decretó este viernes su prisión incondicional y sin fianza, acusada de los mismos cargos que las presuntas autoras del crimen: homicidio, tenencia ilícita de armas y atentado contra la autoridad.

A juicio de los expertos, viene a significar que la magistrada considera que Raquel Gago puede haber sido cómplice o haber tenido algún grado de conocimiento de los planes urdidos para acabar con la vida de la presidenta de la Diputación de León. Gago estuvo prestando declaración este viernes durante casi cinco horas.

La agente municipal entró en escena la noche del martes, 30 horas después de producirse el homicidio, cuando se presentó en una comisaría de policía para entregar el arma con la que se cometió el delito, un revólver Taunus [Taurus] del calibre 38 [32]. Desde ese momento, aparecieron muchos interrogantes sobre su papel en los hechos.

Raquel Gago había declarado en primera instancia que encontró la pistola en el maletero de su coche, el cual -dijo- había prestado a su amiga Montserrat Triana Martínez, hija de la autora confesa de los disparos. Gago quedó imputada y fue citada para declarar este viernes.

La intervención de esta policía local, que presta servicio en los barrios y tiene un expediente laboral intachable, resultaba intrigante por varios motivos. El primero era su presencia cerca del lugar de los hechos y en una hora aproximada. Varios testigos, entre ellos un supervisor de los aparcamientos, reconocieron haberla visto por la zona e incluso entablar conversación con Montserrat Triana Martínez minutos después de haberse cometido el homicidio, a las 17.17 horas del pasado lunes 12.

Era muy extraño que Raquel Gago, sabedora de lo que había sucedido, no se presentara como testigo horas después del crimen, a diferencia de lo que hicieron otros vecinos de León cuando ya se sabía que su amiga había sido detenida por los hechos. Tampoco se explica cómo es que Montserrat Triana Martínez acudiera al lugar en el coche de Raquel Gago y no lo utilizara para alejarse una vez cometido el delito. Y más extraño aún es que el vehículo lo terminara recogiendo Gago y descubriera al día siguiente que había una pistola en el maletero.

Por este motivo, el Ayuntamiento de León decidió el jueves abrir a la policía un expediente disciplinario y suspenderla durante dos meses de empleo y sueldo.


Triana pasó en minutos de encubrir a Raquel a admitir que se llamaron y estuvieron juntas

J. M. Ayala –  ABC.es

15 de junio de 2014

Las declaraciones ante la juez en un caso tan tremendo como el del asesinato de Isabel Carrasco siempre dan para mucho y más si la interrogada muestra contradicciones en su testimonio. Frente a las versiones de la madre -autora confesa del crimen- y de la policía local imputada, que apenas variaron -más allá de su verosimilitud- la de Montserrat Triana fue a tirones, con cambios de guión y desconcertante por momentos. Quizás por su estado de ánimo o por la «fragilidad» de la que ha hecho gala desde que fue detenida, lo cierto es que, posiblemente sin quererlo, sus palabras dejan en muy mal lugar a su querida amiga Raquel Gago.

Triana fue «recibida» por la juez la mañana del 14 de mayo, un día y medio después del crimen. Ya había declarado ante la policía y había mantenido contactos con su representación legal. Sin embargo, casi al comienzo de la declaración afirmó que el día de autos no estuvo «nadie más» con ella y su madre y «nadie estuvo en casa». Repreguntada instantes después por si se encontró con su amiga, insistió en que la «primera vez» que vio a Raquel el lunes fue cuando la encontró «hablando con otra persona -el agente de la ORA-». Varios minutos después, y a preguntas de la propia juez, Montserrat Triana reiteraba que hasta las «cinco y media no había estado con su amiga. En ese mismo momento, la titular del juzgado de Instrucción Número 4 hizo que el semblante de la joven cambiara de golpe al interrogarle directamente sobre si ambas tomaron café en su casa. «Es cierto. Vino a las cuatro. Estuvo a esa hora unos veinte minutos y se fue, admitía finalmente la imputada, que entonces se «soltó» para reconocer que Raquel «sabía la situación en su trabajo -los problemas con Isabel Carrasco-, lo de plaza en la Diputación y que llevaba tiempo sin poder salir».

Ya en el turno del Ministerio Fiscal, Triana señalaba que llevaba «tres días sin dormir» y que le costaba «colocar los datos». Entonces explicó que «pudo ponerle un mensaje para invitarla a casa a comer porque le gustan los mejillones. Como no quiso fue a tomar café. Eso fue así». Además, admitía en ese momento por primera vez que la llamó «para charlar un rato, aunque no recuerda sobre qué hablaron.

La segunda situación en la que quiso restar importancia a la participación de su amiga fue cuando explicó su encuentro con ella para dejarle el bolso con el arma. «Al cruzar Colón vi a una amiga que creo que se llama Raquel Rodríguez». En un momento posterior de su declaración, detalló que «a mi amiga Raquel no le dije por qué le dejaba el bolso» y en otro posterior, y a preguntas ya del fiscal, ya concretó que cuando se encontró con ella le dijo «hola» y «te dejo esto un minuto; voy por fruta», afirmando desconocer si la agente se dio cuenta de que metió el bolso en el coche (Raquel declaró que le dio a la llave). También a estas alturas de la declaración reconoció al fin que Raquel la llamó cuando ya estaba con la Policía «quizás porque estaba esperándome» y simplemente le respondió que «le llamaba después».

A vueltas con el bolso

La tercera manera para tratar de evitar que cualquier sospecha recayera sobre la agente fue cuando, también al principio de la declaración, afirmó que el bolso en el que se encontraba el arma era de su madre. Muchos minutos después y preguntada directamente por el bolso de Fornarina, admitió que se lo dejó Raquel y que es el que le entregó su madre, pero luego rectificó para asegurar que lo llevaba ella. Así, explicó -no lo había hecho antes- que fue la propia Triana la que metió el bolso de su madre dentro del de Fornarina «para que no se viera». «No lo pensé… Se me ocurriría».


Raquel Gago ocultó información a todo su entorno al menos 24 horas

J. M. Ayala – ABC.es

15 de junio de 2014

La pieza que posiblemente más aristas presenta en el caso del crimen de Isabel Carrasco ocultó información o mintió sin ninguna duda tanto a sus familiares como a sus amigas y a su pareja, además de a la Policía y en el taller de restauración al que solía acudir. En estado de «shock» y «paralizada» por las circunstancias, según su declaración, la agente de la Policía Local no construyó su versión de los hechos -de momento, definitiva- hasta que entregó -por su voluntad u obligada- el arma un día después del crimen. Ya en su declaración ante la juez, Raquel Gago aseguró que no pensó «en comentar ni a sus compañeros ni a otros agentes que había estado tomando café con Triana. Ni se me pasó por la cabeza» porque estaba «bloqueada».

Y es que Gago «en ningún momento» creyó que podía estar implicada porque, en su opinión, y pese al encuentro con Triana antes y después del asesinato, «no pasó nada que supusiera que tuviera que actuar con cautela». Por eso, hizo su vida «normal» durante las horas posteriores al asesinato manteniendo que no existía «coacción o dependencia que me obligara a colaborar».

Pero su primera mentira como tal se produjo poco antes de la seis de la tarde del lunes cuando Raquel aseguró a una trabajadora social del Ayuntamiento de León que llegaba tarde al curso de restauración en la Casa de Cultura de Trobajo del Cerecedo porque se había quedado dormida. Según declararía días más tarde el coordinador del Centro, la agente llegó a la clase «poco antes de las seis» cuando los lunes el horario era de 16,30 horas a 18,30 horas.

Pero fue con su hermana, Beatriz, con la que más tiempo pasó desde el asesinato y hasta que fue detenida. La llamó por teléfono pasadas las seis de la tarde al enterarse de la muerte de Carrasco y le respondió que lo había sabido «porque lo estaban comentando en el curso». No dijo nada más. Una hora más tarde volvieron a hablar y la agente ya le avisó de que sabía «algo más». A las siete y media se vieron y Raquel le dijo que «era mejor» que se sentara. Fue entonces cuando Raquel le comentó que había sido Triana y que había estado «tomando café» en su casa. Las dos hermanas estaban «fuera de sí» y Beatriz dijo ante la juez que «no me dijo que después del crimen había vuelto a ver a Triana», reconoció.

Después quedaron con Leticia -una de las amigas- se dirigieron a casa de Raquel. A lo largo de la noche otros dos miembros del grupo, Silvia y Lorena, también acudieron hasta el lugar . Con Raquel «ausente y en las nubes» fue Beatriz la que comentó que su hermana había visto a Triana, pero la agente no dio más explicaciones. La velada acabó pasadas las doce de la noche. Al día siguiente Beatriz quiso estar con Raquel «porque la veía mal». Quedaron para ir a comer a casa de sus padres. La madre pregunto si sabía algo y Raquel le respondió que «cómo lo iba a saber». Junto a Lorena, decidieron arreglar la bici de Beatriz, que estaba en el trastero de Raquel. Para meterla en el vehículo había que abatir los asientos. Entonces, según las presentes, Raquel cogió una garrafa de agua, se le escapó «y lo mojó todo». «Se puso histérica», explicó ante la juez Beatriz, quien narró que fue en ese momento cuando su hermana vio el bolso y el arma: «Se puso muy nerviosa y empezó a decir cosas de Triana. Que no nos había dicho nada, pero que se había encontrado con ella y le había preguntado si tenía el coche abierto. No daba pie con bola».

«No vi el bolso»

La versión de Beatriz fue corroborada por el resto de amigas que estuvieron con ella esos dos días. Leticia sí montó en el coche y lo hizo en la parte de atrás del asiento del copiloto -donde estaba supuestamente el arma- el lunes por la noche. «Fueron unos segundos» y no recuerda «nada concreto». «En los pies no vi ni pisé nada -pese a que el bolso era de gran tamaño, según la Policía-».

Pero es que tampoco su pareja fue informada de lo sucedido. El hombre casado con el que mantenía una relación desde hace años explicó a los agentes que la misma tarde del crimen mantuvieron varias conversaciones en las que en ningún momento le comentó «que hubiera estado o se hubiera visto con Triana». Al día siguiente tampoco se vieron y fue el día 14 cuando le dijo que había estado en la comisaría y que iba a estar «unos días sin tener contacto con él».


Triana: «Mamá, no digas quién tiene el arma, que es policía local»

P. Muñoz / C. Morcillo – ABC.es

14 de junio de 2014

«Pensábamos que no pasaba nada porque se vieran, si servía para que estuvieran más tranquilas. Se vieron, se abrazaron; Montserrat dijo a Triana que no se preocupara que la iba a exculpar, que iba a declarar que había sido ella y que Triana se iba a ir para su casa». Esta sorprendente escena fue relatada a la juez que instruye el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, el pasado 5 de junio por un inspector de Policía. La juez quería saber por qué se permitió a las detenidas, Montserrat González y su hija Triana Martínez, encontrarse en comisaría antes de declarar formalmente cuando habían sido trasladadas antes a dependencias policiales diferentes. Ese encuentro se produjo pasadas las tres de la tarde, al día siguiente del crimen, en un despacho de la comisaría de León, en presencia de dos inspectores llegados desde Burgos para colaborar en el caso y dar «garantía» de imparcialidad, dada la relación de las presuntas autoras con el comisario de Astorga (marido y padre, respectivamente).

«Estaba muy angustiada»

«Nos llamaron de calabozos diciendo que Montserrat estaba muy angustiada y quería hablar con alguien de la investigación. Subió a dependencias del grupo, dijo que no le gustaba la comida y que iba a cometer una locura». La autora del asesinato compartió bocadillo de jamón con los dos inspectores. Le dijeron que si allí estaba más tranquila podía quedarse.

Charlaron en un «ambiente de empatía», según la declaración del agente. Les contó que estaba muy preocupada por su hija, que ella había matado a Isabel y Triana no tenía nada que ver. «Es la primera noche que duermo tranquila, quiero ver a Triana», se sinceró con los investigadores.

Cuando por fin madre e hija se abrazaron preguntaron en qué momento se les iba a tomar declaración. Los funcionarios les explicaron que no se haría hasta que no apareciera el arma del crimen. «Montserrat nos dijo que no se buscara el arma en el río porque la tenía una persona que no podía decir quién es».

En ese momento, las detenidas tuvieron un pequeño enfrentamiento verbal. «Mamá, no se te ocurra decir quién la tiene», recriminó Triana a su madre. Casi entre dientes, la joven dijo: «Que es policía local». Los dos agentes se quedaron a cuadros. Ninguna quiso dar más datos. Ambos salieron del despacho para informar a sus superiores y las detenidas quedaron al cargo de agentes de uniforme. La juez preguntó al inspector si es habitual que dos personas implicadas se comuniquen. «Si no hay acordada incomunicación, no resulta perjudicial para la investigación y se trataba de evitar males mayores».

La instructora no se planteó cómo podía saber la madre quién tenía la pistola si en teoría su hija se había deshecho de ella por su cuenta cuando se separaron tras el crimen. Pero las casualidades no acabaron ahí. Unos 45 minutos después, el jefe de Delincuencia Urbana llamó para contar que uno de sus hombres había recibido una llamada con información del arma. Era el policía nacional al que la agente local, Raquel Gago, amiga de Triana, telefoneó cuando según ella descubrió el bolso con el revólver en su coche, casi 30 horas después de la muerte de Isabel Carrasco. Ese funcionario y otros dos se dirigieron de inmediato a casa de Gago y volvieron con el arma y ya con Raquel detenida.

«Sin arrepentimiento»

El inspector, a preguntas del fiscal, declaró que le parecía extraño haberse enterado a las seis de la tarde de que un policía local tenía el arma (por boca de las detenidas) y que esta apareciera a la media hora, después de más de treinta horas desaparecida. Su compañero coincidió en que era chocante la secuencia de hechos.

«Montserrat se sentía como si hubiera hecho justicia. Desde luego no mostraba arrepentimiento», declaró el segundo inspector. «Nos preguntó si podía declarar que estaba loca. Le dijimos que eso lo valoraría el médico forense». El agente negó que se les hubiera ofrecido cualquier acuerdo o que les dijeran que conocían a su padre y esposo.


León: Seis mujeres en torno a un crimen

Jesús Duva – Elpais.com

20 de junio de 2014

Las mujeres implicadas en el asesinato de Isabel Carrasco Lorenzo, la presidenta de la Diputación de León, podrían formar parte de una tragedia griega. Como en las obras de Eurípides y Sófocles, las mujeres de León aparecen como personajes tortuosos, atormentados y marcados por un destino fatal. Monserrat González, su hija Monserrat Triana Martínez y la policía local Raquel Gago Rodríguez tienen una vida interior atribulada, a veces oscura, llena de recovecos. Componen un extraño triángulo cuajado de aristas. Un retablo del que son personajes principales de un sumario judicial, que acaba de dejar de ser secreto, y que se completa con otras muchas mujeres a su alrededor. Los caprichos del destino.

Carrasco, nacida en Santibáñez del Bernesga (León), dura y cortante como el pedernal, murió a sus 58 años por los tres balazos que le asestó el pasado 12 de mayo Monserrat González en la pasarela sobre el río Bernesga que une el paseo de la Condesa Sagasta con el de Salamanca. Con un tiro por la espalda, que le afectó al corazón, nada pudo hacer por ella una mujer -la enfermera Teresa Fernández García- que casualmente caminaba a pocos pasos de distancia. Un policía retirado, Pedro Mielgo Silván, que pasaba por la zona, siguió a la presunta asesina hasta que fue detenida en las inmediaciones, junto con su hija Triana. Al día siguiente fue arrestada la policía local Raquel Gago, tras hallarse en su coche el revólver Taurus, calibre 32, empleado en el crimen.

Desde entonces, las tres supuestas implicadas en el homicidio están en prisión por orden de la juez Sonia González Pérez. Otra mujer en el caso. Igual que la inspectora Elena Martínez Robles, la detective responsable de la investigación. Igual que la jefa de la policía de León, la comisaria María Marcos Salvador. Igual que la secretaria del Juzgado de Instrucción número 4, María Ángeles Quintas Álvarez.

Monserrat González está casada con Pablo Antonio Martínez García, un leonés de Santa Marina del Rey, ahora inspector jefe de la comisaría de Astorga. Como ocurre con muchos matrimonios añejos, la pasión inicial había ido languideciendo y ahora sus relaciones eran gélidas. Desde hace diez años viven en Astorga, donde su marido ocupa la jefatura de la comisaría de policía, aunque ella pasa largas temporadas con su hija Triana en León. Unas veces porque va a consulta médica, otras simplemente para hacer compras. Cualquier excusa es buena. Las dos son uña y carne. Están tan unidas que su mutua dependencia resulta un tanto enfermiza ante los ojos ajenos. «Mi mujer y mi hija no me hacen ni puñetero caso», ha comentado el policía más de una vez.

El domingo anterior al crimen, Monserrat, su esposo y su hija comieron con la abuela en la casa de Carrizo, el pueblo natal de las mujeres. Después, madre e hija se fueron a León, mientras que Pablo se marchó a Astorga. Una vez más solo.

Triana y la policía Raquel Gago eran íntimas desde que esta, muchos años atrás, había trabajado de socorrista en la piscina de Carrizo. Desde entonces se hicieron casi inseparables. Así que en la mañana del lunes día 12, Triana telefoneó a su amiga Raquel por si le apetecía comer en su casa algo que a ella le encanta: mejillones. Sin embargo, esta rechazó la invitación y prefirió juntarse para tomar café tras el almuerzo. La agente estuvo en un coche patrulla con su compañero Manuel Chávez Jaramillo hasta las tres de la tarde. Salió del trabajo y llegó poco después de las cuatro al piso de la calle de la Cruz Roja, donde permaneció 15 o 20 minutos con Triana en la cocina, mientras la madre veía la televisión en el salón. Eso es lo que Raquel ha declarado: que charlaron de todo y de nada y que no hubo ningún complot para dar muerte a Isabel Carrasco, la todopoderosa presidenta de la Diputación, a quien Triana, a sus 34 años, culpaba de haberle truncado un futuro otrora prometedor.

Tras despedirse de su amiga, la policía local subió a su Volkswagen Golf y enfiló hacia el centro de la ciudad. Según ella, quería comprar en la tienda El Rincón del Arte unos materiales para arreglar un mueble en las clases de restauración a las que solía acudir en Trobajo del Cerecedo. Aparcó en la calle de Lucas de Tuy, entre la Gran Vía de San Marcos y la calle de Sampiro.

La tienda estaba cerrada. Aprovechó la espera para ojear una revista y hacer varias llamadas con su móvil: a Desguaces LJM Hermanos García, de León; a la Herboristería Pepe Navarro de la calle de Fuencarral de Madrid; otra llamada para felicitar a una amiga que ese día celebraba su cumpleaños… Además, pasó un buen rato charlando con Julio Mozo, un controlador de los parquímetros callejeros.

A las 17.19 recibió una llamada de Triana de solo 17 segundos de duración. ¿Llegaron a hablar? ¿Qué es lo que le dijo? Nadie lo sabe. Pero resulta harto sospechoso que ese telefonazo coincidiera con el instante exacto en que el 091 de la policía recibía el aviso de un ciudadano alertando del tiroteo ocurrido en la pasarela.

Si realmente estaba compinchada en el asesinato de Isabel Carrasco, resulta difícil de entender que se dedicase a conversar con el controlador y a hablar por teléfono en vez de estar en tensión. Salvo que tenga nervios de acero, cosa que muchos de sus compañeros de la policía desmienten: «Raquel se ponía muy alterada si había que hacer una intervención complicada. Odiaba las armas».

¿Fue simplemente fruto de la casualidad que estuviera a unos pocos metros de donde Monserrat acababa de descerrajar cuatro tiros a la presidenta de la Diputación? ¿Estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada? ¿Fue el azar lo que hizo caer sobre ella una maldición de tragedia griega? Porque estando a esa hora y en esa calle, apareció Triana. Esta le preguntó si tenía abierto su coche y en un abrir y cerrar de ojos tiró un bolso grande tras el asiento del copiloto, antes de marcharse diciéndole que iba a comprar fruta. En vista de que pasaba el tiempo y que la amiga no regresaba, Raquel le telefoneó a las 17.36. Pero aquella le contestó, azorada, que le llamaría más tarde. Así que arrancó el coche. A los pocos metros vio un tumulto de gente y policías, pero no se paró a ver qué sucedía. Resulta extraño que no le picase la curiosidad. Enfiló hacia su clase de restauración en Trobajo del Cerecedo, una pedanía a dos kilómetros de León.

El alboroto estaba causado por los policías que tenían cercada a Monserrat, la cual se había subido al coche de su hija después de haberle entregado a esta, en una calle próxima, el bolso que contenía el revólver con el que acababa de matar a su odiada Isabel Carrasco. «Deshazte de esto», le ordenó. Por eso, Triana -siempre dócil, siempre uña y carne con su madre- había ido y había cumplido a rajatabla. Y cuando regresó a su propio vehículo, los policías también le arrestaron por su relación con el crimen.

Monserrat tardó poco en cantar de plano. Estaba atrapada. Sin escapatoria. Justificó el asesinato trazando un retrato cruel y despiadado de la víctima: «Llevaba un año queriendo encontrarme con Isabel Carrasco. Mi hija lo estaba pasando muy mal por su culpa. Lo que le ha hecho no tiene nombre. Yo me estaba volviendo loca».

Triana, ingeniera de Telecomunicaciones, había trabajado de interina en la Diputación entre 2006 y 2011 y allí hizo buenas migas con Isabel Carrasco, la presidenta, la dama de hierro de León. Pero las cosas empezaron a torcerse cuando la joven se presentó a unas oposiciones y, en su opinión, hubo una especie de pucherazo que hizo que el aprobado fuera otro aspirante al puesto. Cuando este quedó nuevamente vacante, Triana tampoco logró ser nominada. Como tampoco fue designada concejal de Astorga por el PP en sustitución de un compañero de lista que causó baja. Y el colmo fue cuando la Diputación se empecinó en hacerle devolver 12.000 euros que presuntamente había cobrado indebidamente.

Detrás de todos estos avatares, según la muchacha y su madre, estaba la mano negra de Isabel Carrasco. Y eso les fue envenenando la sangre y acrecentando el rencor hacia una mujer que gobernaba León a su antojo. «No sé por qué quería joderme. Ella quería ser el centro de todo. Pero para mí era un demonio», declaró Triana a la juez. En esa misma declaración, la ingeniera intentó engañar a la magistrada diciéndole que no había visto a Raquel Gago hasta que metió el revólver en su coche. Pero tuvo que admitir que se vieron ese mismo día en su casa: «Raquel sabía lo que yo estaba pasando y mi situación en el trabajo. Mi vida es un sinvivir».

La policía municipal, de 40 años, había conocido hace 20 años a Triana, pero hasta hace 10 no volvieron a reencontrarse. Se hicieron inseparables. «Desde entonces hablábamos de los problemas del trabajo, de las preocupaciones familiares, salíamos a comer o a cenar, teníamos amigas comunes (mi hermana Beatriz, Lorena, Leticia, Silvia). Yo hablaba con Triana todos los días, a no ser que alguna de nosotras estuviese fuera. No tenemos amigos en común que sean chicos». Vivían en un mundo femenino.

Precisamente la aparente ausencia de hombres en el alambicado círculo de Triana y Raquel venía siendo objeto de cuchicheos y rumores sobre una presunta relación lésbica entre ambas. Los propios investigadores del caso creyeron ver ahí, en una pasión irrefrenable y encubierta, una posible explicación a la conducta de ambas. Sin embargo, la verdad es que Raquel tiene una vida oculta y complicada: desde hace 15 años mantiene una relación secreta con un hombre casado, con el que solía hablar por teléfono muchas veces al día. Un amor a escondidas. Y eso, para una persona introvertida y hermética como ella, le estaba causando más de un quebranto.

Pero ¿por qué tras enterarse de la detención de su amiga no corrió a contar que habían estado juntas poco antes del crimen? ¿Cómo se explica que Raquel, siendo policía local desde hace 17 años, no fuera rauda a la comisaría? «No me podía creer lo que estaba pasando. Me quedé bloqueada. En estado de shock. Esa noche no dormí», declaró ante la juez Sonia González. Pero ese olvido es lo que le ha llevado a la cárcel.

Todavía hoy, un mes después del asesinato, está por aclarar cómo es posible que Raquel no viera hasta 30 horas después que Triana había dejado en su coche un bolso con el revólver homicida. Lo vio el martes 13 de mayo por la tarde, cuando trataba de meter en su Volkswagen Golf una bicicleta de su hermana para llevarla a reparar.

«Al ir a meter la bici, se salió el tapón de una garrafa de agua y empapó todo el coche y lo que tenía dentro. En ese momento vi tras el asiento del copiloto el bolso que le había prestado a Triana. Lo abrí y vi unos fulares grandes y otro bolso más pequeño. Toqué las cachas de un revólver y me puse muy nerviosa. Me quedé sin respiración. No podía hablar. Mi hermana y mis amigas me preguntaban qué ocurría. Al final pedí a mi hermana que llamara a Nacho García Prieto, un policía nacional que conozco».

Nacho llegó volando a su casa y abroncó a Raquel: «¡Hostias, cómo no llamaste antes, si se ha enterado toda España…!». Se la llevó a comisaría. «Si hubiera sabido que Triana me había metido el arma en el coche, habría tenido tiempo suficiente para deshacerme de ella. Y, como ven, no lo he hecho. Nadie me ha coaccionado, ni yo tengo ninguna dependencia de nadie que me obligara a colaborar en una cosa así», declaró. Tras tomarle declaración, los agentes encargados de la investigación la dejaron libre al considerar que no había riesgo de que se fugara.

La juez ordenó posteriormente su detención e ingreso en prisión por su presunta implicación en el homicidio. El fiscal considera que «Raquel se concertó con Monserrat y Triana para dar muerte a Isabel Carrasco» y que «tuvo una intervención relevante en el plan, consistente en la ocultación del arma». Sería, por tanto, «cooperadora necesaria de los delitos cometidos por aquellas».

A la magistrada no le convenció que la sospechosa asegurase: «Yo no tenía ninguna enemistad con Isabel Carrasco. Ni siquiera la conocía. No la deseaba nada malo porque nada malo ha hecho a mi familia, ni directa ni indirectamente». De nada valió que su abogado, Fermín Guerrero Faura, argumentara que su clienta tuvo tiempo más que suficiente para desprenderse del revólver comprometedor y que si no lo hizo es porque ignoraba su existencia y porque era ajena a cualquier conjura criminal.

Monserrat, Triana y Raquel, atrapadas en una espiral de tragedia griega, esperan entre rejas el dictamen de la justicia.


Raquel Gago: «Sólo aparecen los posicionamientos que ellos quieren mirar y cuando quieren»

ABC.es

27 de enero de 2015

La policía Raquel Gago, una de las tres imputadas en el crimen de Isabel Carrasco junto a Montserrat González y Triana Martínez, trató de «desmontar» en su última declaración ante la juez del Juzgado de Instrucción número 4 de León, el pasado 22 de enero, el informe pericial de posicionamientos móviles que justificaría que ella realizó seguimientos a la que fuera presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. «No solamente estoy en un sitio sino que tengo más posicionamientos que a la persona que hace el informe le da igual. Sólo aparecen los que ellos quieren mirar y cuando quieren», apuntó.

La declaración ante la juez fue difundida este martes en el programa Espejo Público de Antena 3, que ha tenido acceso a la grabación. En su relato, Gago apunta a errores y a que podrían estar interpretados y manipulados para justificar que participó en esos seguimientos a Carrasco días antes de su asesinato, al tiempo que no se tiene en cuenta su trabajo como policía local, cuya ubicación depende exclusivamente de las órdenes de sus superiores y siempre realizado con otro compañero.

Así, en su comparecencia ante la juez, Gago ensalza la existencia de errores de posicionamiento. Por ejemplo, que «el informe señale que a las 14:27.07 estoy en Valdefresno y a las 14:28.06, es decir, un minuto después, estoy en Vega del Condado, que está a unos cuentos kilómetros», a una distancia de unos 20 minutos en coche. Unas irregularidades similares que también afectan a los posicionamientos de Isabel Carrasco «que a las 20:57.33 tiene una conexión de datos en León, en San Andrés del Rabanedo-Crucero, y a las 21:00.34, es decir, tres minutos después, está en Madrid, en el hotel Villamagna», dijo.

Las imágenes emitidas por Espejo Público muestran a una Raquel Gago tranquila y que defiende asertivamente su exposición con el informe pericial de las manos, que también recoge que el 28 de abril los teléfonos de la policía local y Carrasco coinciden en la estación de trenes de León con once minutos de diferencia. Ella cuestiona que eso pueda significar vigilancia, al igual que al día siguiente, vincula las señales de los dos móviles cuando Gago está en León y la expresidenta de la Diputación está a 23 kilómetros de distancia.

Otra de las vinculaciones que realiza el informe de posicionamiento que trató de desmontar la acusada hace referencia al 5 de mayo, cuando relaciona su teléfono y el de Carrasco en la misma ubicación en el edificio Europa. «El informe obvia que a las 13.30 yo estoy en Corredera, a las 13.31 en el edificio Europa, a las 13.33 en el edificio Europa, a las 13.48 en el Tryp Meliá y a las 13.49 en el edificio Europa», añadió Gago ante la juez.

La defensa de Gago ya manifestó tras la declaración su confianza de que estas irregularidades en el informe puedan servir para la puesta en libertad de su defendida, al tiempo que avanzó la posibilidad de emprender acciones legales contra las personas que han realizado este informe pericial que, en su opinión, está plagado de errores y es tendencioso con el único objetivo de perjudicar a Raquel Gago.


La policía imputada por el crimen de Isabel Carrasco sale de la cárcel tras pagar la fianza de 10.000 euros

Europa Press / Elmundo.es

29 de enero de 2015

La agente de la Policía Municipal Raquel Gago, imputada por el asesinato el 12 de mayo de 2014 de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, ha abandonado la prisión de Mansilla de las Mulas después de que su familia haya depositado la fianza de 10.000 euros impuesta por la Audiencia Provincial de León.

Sobre las 16.15 horas, la policía ha salido de las dependencias penitenciarias sin hacer declaraciones. La agente, de 42 años, ha sido recogida por su hermana y otro familiar, que han llegado en un turismo de color blanco con el que han accedido al aparcamiento reservado a los trabajadores de la prisión.

Gago ha abandonado la prisión por una puerta reservada a trabajadores del centro, sin hacer declaraciones a las decenas de periodistas que esperaban su salida.

La Audiencia Provincial de León ha decretado la libertad bajo fianza de 10.000 euros para Raquel Gago tras la vista celebrada este miércoles, después de que el abogado defensor de la agente recurriera ante el tribunal la negativa de la titular del Juzgado de Instrucción número 4, Sonia González, a su puesta en libertad. La Fiscalía y la acusación particular también se oponían a esta excarcelación.

En la vista celebrada ante la Audiencia, Gago reiteró su inocencia y explicó que no vio el arma homicida que Triana Martínez había depositado en su coche tras el tiroteo hasta 30 horas después, momento en el que llamó a la Policía.

Raquel Gago compareció ante la Sala, donde manifestó que «pasaron muchas horas» desde el momento en que recibió, según ella, sin saberlo, la pistola, y que podía haberla hecho desaparecer si así hubiera querido.

«Podía haberla tirado»

«Podía haberla tirado, haberme deshecho de ella, pero no la vi, y cuando la vi, llamé a la Policía», insistió durante la vista, tras la que la Audiencia ha decidido estimar el recurso de la defensa para la puesta en libertad provisional de la acusada.

En su breve declaración, Gago, visiblemente nerviosa, se ha referido al momento en el que Triana Martínez introdujo en su coche el arma homicida, justo cuando ella se encontraba hablando con un revisor de la ORA, que también ha prestado declaración y ha confirmado este punto.

Raquel Gago aseguró que ella no se encontraba en actitud de espera y que fue el propio revisor de la ORA quien se acercó. «No estaba esperando, él fue a hablar conmigo, se dirigió a mí», afirmó.

Para justificar que ella desconocía que Triana Martínez iba a introducir en su vehículo el arma homicida oculta en un bolso, Raquel Gago también se refirió a la declaración de la hija de la autora confesa. «En su declaración dice que me encontró por casualidad», ha añadido.

El letrado de la agente de Policía Local, Fermín Guerrero, aseguró durante la vista oral que su patrocinada debería ser puesta en libertad de «manera inmediata» porque «no existen argumentos suficientes para mantenerla en prisión provisional».

Para justificar su postura, Guerrero se refirió también a los motivos que llevaron a Raquel a no entregar el arma homicida hasta casi un día después del tiroteo que acabó con la vida de la política leonesa, y aclaró que sufrió una «situación de bloqueo».

Ese bloqueo se produce, según el letrado, en el momento que conoce que su amiga Triana está detenida y «no es capaz de asimilar esa información» hasta el momento en el que encuentra, 30 horas después, el arma en su coche.

«Desaparece ese bloqueo cuando 30 horas después, de forma casual y acompañada de otras personas, encuentra el bolso y es consciente de todo, reacciona y llama a la Policía», según Guerrero, que agregó que si Raquel hubiera participado en los hechos, «no hubiera actuado de forma tan torpe».

La defensa también argumentó que no existe riesgo de fuga ya que la acusada tiene arraigo personal y familiar, y que tampoco existe riesgo de destrucción de pruebas porque la instrucción del caso ya se encuentra en una fase muy avanzada.

Además, Guerrero volvió a desmentir posibles seguimientos por parte de su defendida a Isabel Carrasco durante los días previos a su muerte, algo que ha dicho no se puede extraer del informe policial porque «es absolutamente falso».

«Participación relevante en los hechos»

Por su parte, tanto los abogados de la acusación particular como la Fiscalía se mostraron contrarios a la puesta en libertad de Raquel Gago porque consideran que los delitos que se le imputan (homicidio, que podría ser elevado a asesinato, tenencia ilícita de armas y atentado a la autoridad) «son de mucha gravedad» y podrían suponer penas de más de 20 años de cárcel.

Según el fiscal, la agente «ha participado en estos hechos al mismo nivel en responsabilidad que las otras dos implicadas» y «hay una sospechosísima coincidencia de tiempo y de lugar» entre las posiciones de Gago e Isabel Carrasco los días anteriores al crimen.

Además, añadió que, durante los procedimientos que se han realizado en el transcurso de la instrucción del caso, «esos motivos iniciales» por los que se imputa a Raquel «se han reforzado», por lo que la Fiscalía considera que tuvo «una participación relevante en los hechos».

El móvil de Raquel Gago para acabar con la vida de Isabel Carrasco, apuntó la Fiscalía, sería su amistad con Montserrat y Triana, lo que le llevó a realizar «una colaboración efectiva de acuerdo con ellas» para «mantener el arma en su poder» tras el crimen.

En el mismo sentido se pronunciaron los letrados de la acusación particular, que involucraron a Gago en el plan urdido por la autora confesa, Montserrat González, y su hija, Triana, para acabar con la vida de la política leonesa.


La asesina confesa de Isabel Carrasco: «La mala hierba debe cortarse»

Juana Viúdez / J. J. Gálvez – Elpais.com

24 de abril de 2015

Que pensara durante años matarla; que comprara en 2012 un revólver y una pistola para hacerlo; que planificara su asesinato a lo largo de semanas; que la esperara junto a su casa en la tarde del 12 de mayo de 2014, con la cara tapada con una gorra con visera, gafas de sol y un gran pañuelo; que la siguiera a pocos metros para dispararle cuatro tiros, para asestarle una bala por la espalda que le atravesó el corazón y rematarla después en el suelo. Todo ello, según Montserrat González, la asesina confesa de Isabel Carrasco, expresidenta de la Diputación de León, se justifica en pocas palabras: «No tenía más remedio que darle muerte y hacer justicia». Por el supuesto acoso a su hija.

Casi un año después del crimen, el abogado de la principal imputada y de su hija, Triana Martínez, ha presentado ante la juez sus conclusiones provisionales del caso. Un documento que recoge las excusas de la madre: habla del asesinato como un acto en «beneficio de la humanidad». «La mala hierba debe cortarse. Tan solo he hecho justicia», aseguró González a los psiquiatras que la evaluaron, según confirman fuentes jurídicas. Varias afirmaciones que demuestran, recalca la defensa, el «trastorno de ideas delirantes» que supuestamente padece la progenitora y que le sirve a su letrado para pedir la aplicación de una eximente por trastorno mental. Solicita, en base a ello, que se le condene a poco más de ocho años de prisión (siete y medio por el asesinato y un año por tenencia de armas). Para la hija solicita la libertad, alegando que se dejó llevar por la gran dependencia que tiene de la madre, y reprochándole solo un delito de «encubrimiento impune» -sin pena de cárcel, al tratarse de un familiar directo-.

Ese es el castigo que defiende el abogado defensor, José Ramón García García, que explica en el escrito de conclusiones provisionales que la muerte de Isabel Carrasco era, para Monserrat González, la única forma de poner fin a un acoso interminable. Una persecución que, según el abogado, comenzó «un día de enero de 2010» en el que la presidenta trató de besar a su hija agarrándola por la cintura con fuerza. Según su relato, Carrasco recibió una negativa y antes de que Martínez se marchara, le dijo: «Piensa lo que haces. Conmigo tienes mucho que ganar y poco que perder. Acuérdate que ya se han convocado las oposiciones para darte tu plaza en propiedad».

El ataque no iba dirigido contra Isabel Carrasco como presidenta de la Diputación, ni como consejera de 13 empresas públicas o presidenta del Partido Popular en León, asegura su abogado. Sino contra una persona a la que Monserrat González atribuye «una maldad fuera de lo común». La responsabiliza de un continuo acoso laboral, personal y político a su hija durante cuatro años: que no le diera un empleo «que todo el mundo sabía que era para Triana»; el envío de inspecciones de Hacienda; que impidiera la toma de posesión de la joven como edil de Astorga; y la mediación con empresarios para que no la contrataran.

«No había más remedio que eliminarla para vivir tranquilas», afirmó a los forenses. El examen médico concluye que la principal implicada siente «más resentimiento que arrepentimiento», según recoge las conclusiones de la defensa, que habla de la especial vinculación de madre e hija para justificar que la segunda no frenase «las ideas homicidas de su madre» y llegase «incluso a mirarle en Internet revólveres y armas». Además, la defensa fija en 100.000 euros la indemnización a pagar a la hija y a la pareja de la víctima.

Madre e hija exoneran a Raquel Gago, la policía local de 41 años imputada por el crimen. Ella entregó en comisaría el revolver Taurus que supuestamente empuñó Montserrat González en el asesinato. Tras ocho meses recluida, esta tercera implicada logró la libertad provisional. Pero la acusación particular defiende la implicación de Gago: «La defensa intenta que la madre asuma todas las culpas». Según la abogada de la hija de Isabel Carrasco, las tres imputadas elaboraron un plan para asesinar a la presidenta de la Diputación. «¿Ahora exculpan a Raquel Gago? ¿Casi un año después del crimen? ¿Por qué no lo hicieron desde el primer momento?», se pregunta la letrada.


«Matar a Isabel Carrasco era un beneficio para la humanidad»

Rosa Álvarez – ABC.es

24 de abril de 2015

El odio de Montserrat González hacia Isabel Carrasco fue creciendo hasta convertirse en algo obsesivo. La autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de la presidenta de la Diputación provincial y del PP de León acumuló tal inquina hacia la víctima que entendió que «no tenía más remedio que darle muerte, haciendo justicia y un beneficio a la humanidad». Sólo así calmaría su sed de venganza y evitaría el sufrimiento a Triana, su única hija, a la que entendía que Carrasco -una persona con «una maldad fuera de lo común»- estaba sometiendo a una «auténtica persecución».

Así se explica en las calificaciones presentadas por la defensa de ambas, en las que se argumenta que en el momento del crimen Montserrat padecía «un trastorno de ideas delirantes que le producía un grave déficit en sus capacidades de conocimiento y voluntad». Estaba convencida de que los problemas de su hija, que asumió como propios, acabarían cuando Carrasco estuviera muerta y no paró hasta conseguirlo. En su plan, la defensa reconoce, además, cierta participación por parte de Triana, que era sabedora de «las ideas homicidas de su madre» y colabora en ellas «llegando incluso a mirarle en internet revólveres y armas» que Montserrat compra «en las navidades de 2012» -casi dos años antes del crimen- «con el fin de utilizarlas para dar muerte a Isabel Carrasco». (El hallazgo en el registro de casa de Triana de un papel con anotaciones de armas, precios y lugares escrito de puño y letra de la joven hace difícil negar tal extremo).

Triana Martínez, subraya la defensa, «no presenta trastorno mental, pero sí tiene un trastorno dependiente de la personalidad con una especial vinculación a su madre». Un argumento que se emplea para tratar de justificar su cooperación en los hechos, al menos de forma inicial, ya que en sus calificaciones se apunta que «llega un momento en que ve que es una locura» planear la muerte de la que había sido su jefa en la Diputación y «trata de convencer» a su madre «para que se olvide». Sin mucho éxito, ya que la tarde del 12 de mayo de 2014 Montserrat aprovecha que Carrasco camina sola por una pasarela sobre el río Bernesga para aproximarse a ella y de cuatro disparos poner fin a su vida.

Triana tiene también, no obstante, un papel protagonista este día, ya que es a quien llama su madre tras el crimen y la que se encarga de deshacerse del bolso en el que ésta había guardado el arma entregándoselo a su amiga Raquel Gago, que se encontraba en una calle próxima. En el escrito se afirma que el encuentro con Gago fue casual y que «no se dio cuenta de que Triana había dejado algo en su coche». Aún así, se recuerda que las tres imputadas se reunieron en casa de Triana horas antes del asesinato y que ésta realizó una llamada a Raquel cuando cogió el bolso con el revólver.

Pese a todo lo dicho, la defensa se empeña en desligar a Triana de lo ocurrido y pide su «inmediata puesta en libertad», contra la que tendrá que alegar la acusación estos días.

«Repugnancia» sexual

El germen de la obsesión de Montserrat con Carrasco y de la «persecución» a la que, según pretenden demostrar, ésta sometía a Triana, también se detalla en el escrito de la defensa, que se remonta a «un día de enero de 2010» en el que la presidenta de la Diputación citó a la joven (entonces empleada suya) en su casa y «trató de besarla agarrándola por la cintura con fuerza y demandándole relaciones sexuales» a las que Triana se negó, «sintiendo verdadera repugnancia» y ofendiendo a Carrasco con su rechazo.

«A partir de entonces comenzó un autentico calvario para Triana», destacan. La «echó» de Diputación «cuando todo el mundo sabía que la plaza era para ella»; no le dejó que cobrara las facturas por sus trabajos privados; «le envió inspecciones de Hacienda a diestro y siniestro»; le interpuso pleitos para que devolviera «un dinero que le había pagado la Diputación»; impidió que Triana tomara posesión de concejala en el Ayuntamiento de Astorga y no dejó que volviera a presentase en las elecciones de 2011; «vetó» el nombramiento que le habían «prometido» en la Junta y si algún empresario le ofrecía algún trabajo, al final «no se lo daba porque intervenía Isabel», relatan con todo detalle para demostrar que el acoso al que se veía expuesta Triana «parecía que no iba a terminar nunca» si no era con el fin mismo de la vida de la que creían responsable de sus desgracias.


Las incógnitas del asesinato

Ana Gaitero – Diariodeleon.es

17 de enero de 2016

¿Es cierto que Isabel Carrasco intentó mantener relaciones sexuales con Triana? ¿De verdad que Raquel Gago no vio el bolso con la pistola y el pañuelo hasta el día siguiente del asesinato de Isabel Carrasco? ¿De qué hablaron Raquel Gago, Triana Martínez y Montserrat González una hora antes del crimen en el apartamento de Eras de Renueva? ¿Dónde estaba Triana cuando su madre mata de tres tiros a la presidenta de la Diputación en la pasarela sobre el Bernesga el 12 de mayo de 2014?

El crimen que conmovió a León se resolvió en menos de dos días. En un segundo, a las 17.17 horas del 12 de mayo de 2014, la vida de la presidenta de la Diputación y del Partido Popular, Isabel Carrasco, tan poderosa como polémica, se desplomó descerrajada por tres certeros tiros de Montserrat González, militante del PP y esposa del comjsario [comisario] de Astorga.

En un cuarto de hora la autora confesa y su hija Triana estaban detenidas, gracias a la providencial presencia en el lugar del crimen de un policía nacional jubilado. En 26 horas una tercera mujer entraba en los calabozos de la comisaría de León. La agente de la Policía Local Raquel Gago confesó que tenía en su posesión el arma del crimen, un revólver Taurus, el 13 de mayo a las 19.20 horas a un policía nacional conocido suyo.

Hasta aquí los hechos. En el juicio que comienza mañana en la Audiencia Provincial de León, con la selección definitiva del jurado, se trata de determinar cuál es y cuánta la responsabilidad de las tres acusadas en el crimen. Para ello hay que despejar algunas incógnitas que constituyen el caballo de batalla de acusaciones y defensas en este juicio trascendental, por tratarse del asesinato de una persona de gran relevancia pública cuya desaparición cambió el rumbo de la Diputación y del PP, y mediático, por la repercusión que tuvo, y tiene, en toda España e internacionalmente a tenor de las acreditaciones solicitadas para seguirlo de cerca.

Las acusaciones tendrán que convertir en pruebas muchos indicios que las defensas intentarán que queden en agua de borrajas. Es la hora de la verdad. O de lo que se pueda saber de la verdad.

1. Raquel Gago y el arma del crimen. La agente de la Policía Local «mantuvo en su poder el arma hasta que a las 19.20 horas del 13 de mayo de 2014 llamó al policía nacional» (un conocido) «diciéndole que había encontrado casualmente en su coche, en el suelo de la parte posterior derecha, detrás del asiento del copiloto, los bolsos, revólver y pañuelo que le había entregado Triana». Es la versión que recoge el auto de hechos justiciables dictado por el magistrado presidente del tribunal del jurado, Carlos Javier Álvarez Fernández. En el juicio se tiene que despejar la implicación de Raquel Gago, en libertad condicional bajo fianza desde el 29 de enero pasado, en la trama. El auto da por sentado que la agente conocía «los propósitos homicidas de las otras dos acusadas» y «colaboró con ellos por amistad hacia doña Triana». La duda es si realmente no vio el arma del crimen hasta después de un día o lo ocultó deliberadamente.

2. La testigo que no vio el bolso. Una testigo, amiga de Gago, confesó que no vio ningún bolso en el lugar indicado del coche del Raquel Gago cuando entró en el mismo y sentó en la parte trasera en la noche del día 12 a las 22 horas.

3. El bolso que Triana presta a Raquel después de Semana Santa. La participación de Raquel Gago en los hechos está repleta de incógnitas. Su defensa mantiene su inocencia. El bolso de lona grande de la marca Fornarina donde aparece el arma es propiedad de Raquel, quien alega en su favor que se lo prestó a su amiga Triana después de Semana Santa. Si es así, ¿Fue casualidad que lo llevara ese día?

4. Raquel en la calle Lucas de Tuy. Cuando Triana recoge el bolso con el arma y el pañuelo que le entrega su madre se dirige por la calle Lucas de Tuy hacia Gran Vía de San Marcos y en el cruce de la calle Colón ve a su amiga Raquel Gago, a pesar de que creía que estaba en clases de restauración en la casa de Cultura de Trobajo del Cerecedo. ¿Qué hacía la agente de la Policía Local en las inmediaciones del lugar del crimen hablando con un agente de la ORA en lugar de en sus clases? Raquel Gago declaró que había estacionado el coche en esa calle para ir a comprar material a una tienda de manualidades de la calle Sampiro que estaba cerrada y que esperaba a que abriera. Luego se puso a hablar con un agente de la ORA amigo suyo.

5. La misteriosa llamada de teléfono. Triana intenta llamar a su amiga a través del iPhone pero el teléfono táctil no reconoce su huella dactilar, está sudorosa. Lo intenta entonces a través de un teléfono con tarjeta a nombre de un amigo. El teléfono funciona y salta una llamada durante 17 segundos pero no hay conversación alguna.

6. Una pregunta sin respuesta. Finalmente Triana decide hablar directamente con su amiga:

-«¿Tienes el coche abierto? Voy a la frutería, ahora vengo- dice Triana a Raquel antes de introducir el bolso en el coche. Raquel no se da cuenta de que su amiga introduce algo en su coche y sigue hablando con el agente de la ORA. ¿Es cierto que no funcionó el iPhone o ya tenía previsto usar el teléfono con tarjeta prepago?

Lo que sí es cierto, porque obra como prueba en los autos, es que Raquel llama a su amiga a las 17:36:05, pero no puede hablar con ella porque ya está detenida.

7. No sabía nada. ¿Es verdad que Raquel marchó a esa hora a las clases de restauración de Trobajo del Cerecedo sin saber lo que había sucedido? ¿Por qué no fue a la tienda de manualidades a ver si había abierto? Raquel Gago se subió al vehículo, pasó por el Paseo de la Condesa y aunque vio gente arremolinada y revuelo de vehículos no se percató de nada anormal y no le dio «más importancia». Se entera de lo sucedido a raíz de la llamada de un compañero de la Policía Local que le pregunta si sabe lo que ha ocurrido. Ella contesta que no y él le informa que están detenidas Triana y su madre. Raquel sigue sus clases hasta el final.

8. La persecución de Triana. La animadversión de Montserrat y Triana hacia Isabel Carrasco es el móvil del asesinato de la presidenta de la Diputación. Ambas le culpan de utilizar su posición como presidenta de la Diputación provincial y del Partido Popular para perjudicar a Triana que había sido contratada en la etapa anterior a su mandato como técnica de telecomunicaciones y fue despedida por orden [de] Carrasco. Triana asegura que la persecución a la que se vio sometida, incluso después del despido con reclamaciones salariales, se debe a que en enero de 2010 fue citada por la presidenta en su domicilio «con la disculpa de que le instalase determinadas aplicaciones en el teléfono móvil y, en un momento determinado de la entrevista, (…) trató de besarla agarrándola por la cintura con fuerza, demandándole relaciones sexuales».

9. Venganza sobre venganza. El punto 30 del auto de hechos justiciables señala que la persecución de que fue objeto la antigua empleada de la Diputación y afiliada del PP fue una «venganza» de Isabel Carrasco por la negativa de Triana Martínez a mantener relaciones sexuales con ella. La trascendencia de estos hechos radica en la importancia que cobren en el juicio y para el jurado a la hora de determinar el grado de responsabilidad de Triana Martínez. «Doña Isabel Carrasco tomó la determinación, si [sin] manifestarlo públicamente, de impedir que la plaza en propiedad de técnico superior de ingeniero de Telecomunicaciones de la Diputación provincial de León pudiese ser adjudicada» a Triana Martínez, recoge el auto de hechos justiciables.

10. Triana y el acopio de información y armas. En el auto del presidente del jurado consta que las ideas homicidas de Montserrat no encontraron en principio contestación «enérgica y contraria» de Triana debido al «trastorno dependiente de la personalidad» que padece en relación a su madre. E incluso le ayuda a buscar por Internet armas, «pero llegó un momento en que vio que era una locura y trató de convencerla para que se olvidara del tema». ¿Es cierto o solo una forma de rebajar su responsabilidad en los hechos?

11. Triana tarda un año en exculpar a Raquel. Son amigas desde hace más de 15 años pero Triana no exculpa a Raquel hasta después de casi un año de instrucción del caso. ¿Por qué demora tanto tiempo su desvinculación de los hechos?

12. Las ideas delirantes de Montserrat. Las tres encausadas aparecen con algún tipo de trastorno. «Montserrat sufría un trastorno de ideas delirantes que le producía un grave déficit en sus capacidades de conocimiento y voluntad», señala el autor. «Ante la persecución y acoso de que era objeto su hija por parte de doña Isabel Carrasco entendió que no tenía más remedio que darle muerte, haciendo justicia y un beneficio a la humanidad», concluye. En el juicio se tendrá que demostrar el citado trastorno y el jurado valorará si le exime de alguna responsabilidad. El papel de Montserrat González es el más claro de las tres acusadas.

13. La «disonancia cognitiva» de Raquel Gago. El impacto de conocer la detención de Triana Martínez y su madre Montserrat González se manifiesta en Raquel Gago en una situación de estrés y bloqueo denominado «disonancia cognitiva» que le impide asumir la realidad de los hechos hasta que encuentra el bolso que contenía el arma, según la versión que mantiene el auto del presidente del jurado.

14. Asesinato con alevosía, atentado y tenencia ilícita de armas. Mañana se constituye el jurado que analizará todo lo ocurrido entre el 12 y el 14 de mayo y escuchará las versiones de las acusadas. Nueve personas (más dos suplentes) tienen en sus manos el hacer justicia sobre el asesinato de Isabel Carrasco. Es un asesinato con alevosía al que se añade el delito de atentado y el de tenencia ilícita de armas. Durante un mes desfilarán por la Audiencia Provincial de León 113 testigos y se expondrán 26 pruebas periciales. Las acusadas comparecen a partir del martes con la declaración, en primer lugar, de Montserrat, seguida de Triana y finalmente Raquel Gago, la acusada que más tienen que aclarar en la vosta [vista] oral.


Montserrat González: «Era Isabel o mi hija. Por eso decidí matarla»

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

19 de enero de 2016

En el primer día del juicio por el asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León en el momento del crimen, en mayo de 2014, estaba previsto que la protagonista fuera Montserrat González, su autora confesa y cuyo interrogatorio era la orden del día. Sin embargo, González ha hablado sobre todo de su hija, Triana, que declarará mañana.

Pasadas las 16.30 horas, Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco, y cuya defensa busca el eximente de «trastorno mental» para rebajar su condena, se ha sentado ante el juez para declarar en la primera sesión del considerado «juicio del año» en León, aunque ha dejado claro desde el primer momento que sólo iba a responder a las preguntas de su abogado.

Muy seria, con el pelo recogido y una botella de agua entre las manos, antes de dar su versión escuchó estoicamente las cuestiones que tenía preparadas el fiscal, en base a las declaraciones que ella había hecho los días 14 de mayo y 19 de diciembre de 2014, y también las de los otros letrados.

Tras esto, comenzó su intervención firme, hablando de la relación con su hija: «Estaba pendiente de mi hija todo el tiempo. Tenía escoliosis y tenía que ayudarla a realizar determinadas funciones. Ella era mi vida». Contó que «Triana estudió ingeniería en Santander y estuvo un año en Alemania haciendo el proyecto. Yo iba a verla».

Pero a partir de ahí se trabó, hizo silencios, olvidó nombres y términos. Se mostró perdida y con alguna dificultad para hilar el discurso. Explicó que Triana se adhirió al PP al acabar los estudios, «porque un amigo nuestro, Gaspar, de Astorga, es íntimo amigo de Juan Vicente Herrera, expresidente de la Junta de Castilla y León, y de Javier García Prieto, expresidente de la Diputación de León, que la apadrinaron para entrar en el partido». Luego, en 2006, ya militante popular, le salió trabajo en la Diputación.

González indicó que «Triana se llevaba muy bien con Isabel Carrasco. A todo el mundo le extrañaba porque Carrasco no se llevaba bien con casi nadie, pero con mi hija sí. Además, Triana tuvo un problema con el coche que había traído de Alemania, le llegó un requerimiento de Hacienda y Carrasco se lo solucionó». Entonces fue cuando tuvo conciencia de que Isabel Carrasco «tenía algo de mano con Hacienda».

Montserrat ha afirmado que en 2010, «cuando Triana fue a casa de Isabel a ponerle unas cosas en el móvil, ella se le insinuó y mi hija salió corriendo. Me lo contó. Desde entonces todo se torció». La oposición a la que se iba presentar Triana para conseguir su plaza fija se había convocado un mes antes de este episodio. «Iban a salir enseguida y, tras esto, se retrasaron».

«Era patente que cuando una plaza querían que fuera para alguien, le daban las preguntas. Se las daban a todos y a mi hija se la dieron», manifestó la autora de los disparos en la pasarela sobre el río Bernesga. «Los exámenes eran un paripé para adjudicar las plazas. Mi hija acudió al segundo examen como espectadora y grabó con el móvil lo que ocurría». Después, continuó, Isabel Carrasco eliminó ese puesto en la Diputación. «Todos los trabajadores le dijeron a mi hija que era para que no pudiera presentarse más».

«Fue una persecución increíble a mi hija. Primero la despidió. Luego la agobiaban con Hacienda. Tenían que devolverle y hacían para que le saliera a pagar. También a mi hija le salió trabajo esporádico en Caja España, pero como Isabel Carrasco era asesora de la entidad, no quiso pagarle las facturas. Compañeros de trabajo le comentaron a mi hija que había orden de no pagarla».

«Le hizo la vida imposible»

Por si fuera poco, «le reclamaron 12.000 euros desde la Diputación. Recurrimos, pero perdimos». Al dejar la Diputación le ofrecieron varios trabajos, pero Carrasco la boicoteaba todos. «Miembros del PP se lo admitieron a mi hija». «La verdad es que le hizo la vida imposible».

Frustró cualquier futuro de Triana en León. Y mientras relataba el calvario de su niña, Montserrat se puso a llorar. «Mi hija estaba fatal. Había adelgazado 25 kilos y estaba mal. Sentí miedo por ella. Una amiga de mi hija de Gijón por la depresión se tiró al tren. Y dos hijos de unos policías también se suicidaron», alcanzó a decir con la voz entrecortada. «No quería que a mi hija le pasara lo mismo».

Llegó un momento en el que González vio que no había salida. Cuando tras un Congreso del PP (enero de 2012) no salió García Prieto y Rajoy mantuvo a Isabel Carrasco en el puesto, «pensé que iba a matarla», ha dicho. Entonces fue cuando lo decidió: «Era Triana o ella».

La preparación y el día del crimen

«Hice una búsqueda de armas en el ordenador de mi hija. Intuyó mi intención y me dijo que no lo hiciera, pero yo estaba decidida. Fui a Gijón a comprar el revólver al bar de Armando. Me enseñó a usarlo y me regaló una navaja», ha contado, detalladamente. Y afirmó que «si Triana se hubiera enterado se pegaba un tiro. Ella no sabía nada».

Fue a Gijón a por el arma (por ella y por las balas pagó 1.200 euros) porque iban a menudo a la ciudad y tenía un piso allí. «No fui a ningún sitio a entrenar el disparo. Vi cómo funcionaba y ya. Tenía claro que iba a ser de cerca. Yo salía a caminar con el arma (no siempre) e intentaba hacer por verla (a Isabel Carrasco), por encontrarme con ella. Un día bajó la vecina de Isabel y me vio. Eran sobre las 21:00 horas y me dijo que qué hacía allí, que me había visto varias veces, y entonces cambié de sitio. Otro día la vi sola en la Alborada y, si hubiera llevado el arma, la hubiera matado. Mi hija no sabía nada, no la necesitaba para nada».

El día del crimen, después de comer, «Raquel Gago vino a casa a tomar un café con Triana. Yo la vi desde la puerta y ya. Esa tarde teníamos que ir a por un vestido que me había dejado en Carrizo (su pueblo)». «Salí y cuando vi a Isabel Carrasco pensé que podía ser el día. Entonces llamé a Triana y le dije que se fuera para el coche. Como me vio nerviosa, me preguntó que qué pasaba y entonces le dije que había visto a Carrasco: «se va a acabar», solté. Y colgué».

El relato continúa: «Cuando llego a la pasarela me empecé a acercar a ella y pasaron unos señores. Fui más rápido. Le di en la espalda y luego le di más, pero no sé dónde le di. Disparé rápido y me fui. Tiré el bolso con el arma en un garaje, porque ya no lo necesitaba para nada. No tenía nada mío en el bolso. Sólo la navaja y 50 euros. No tenía ni huellas ni nada», afirmó González. Ella pensaba que su hija Triana iba tras ella con el coche, pero no la vio. Cuando llegó ya estaba la policía.

Tras contar sus días en comisaría y exculpar en todo momento a su hija Triana, también echó un cable a Raquel Gago. «No tiene nada que ver en todo esto. Cómo iba meterla en algo así. No sabía nada». Y tras un poco menos de dos horas de declaración, dejó un final tajante: «No estoy arrepentida por lo que he hecho. Si digo otra cosa mentiría». Porque, en su cabeza, está convencida de que si no mata a Carrasco «hubiera ido al entierro de mi hija». Y aún tuvo un poco de tiempo para «ensuciar» al PP. «Si hubiera salido presidente García Prieto, no estaríamos aquí».


Triana: «Carrasco no me dio la plaza porque no me quise acostar con ella»

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

20 de enero de 2016

Triana Martínez, de 36 años, lloró sin ocultarse y sin consuelo durante el interrogatorio del martes a su madre, Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León y del PP regional. Pero cuando este miércoles le llegó el turno de declarar, en el segundo día del juicio por el crimen, no derramó ni una lágrima, no se le entrecortó la voz. Llevó su versión bien aprendida y se desvinculó en todo momento del asesinato. También exculpó sin dudar a la tercera acusada, su amiga Raquel Gago, la policía que encontró el arma homicida. «Siento pena de verla aquí, la he metido en un lío», lamentó.

De negro y con coleta, como su madre, Triana accedió, a diferencia de su progenitora, a contestar a las preguntas del fiscal, aunque no a las de la acusación particular. Durante casi tres horas y media, sin descanso, relató qué hizo el día del crimen (el 12 de mayo de 2014), cuál era su relación con la víctima y admitió que conocía los planes de «mamá» de matar a Carrasco porque se los confesó una vez. «Fue después del verano (tras el congreso del PP en el que se ratificó a Isabel Carrasco). Me dijo que le buscara unas cosas en el ordenador, bueno armas, porque quería matarla». Se encogió de hombros mientras reconocía que le hizo caso, que apuntó modelos y precios de revólveres. Explicó que en ese momento no lo valoró bien, pero que a los días le dijo «que no podía hacer eso. Que sabía que lo hacía por mí, pero que no podía hacer esa tontería».

Después Triana descubrió que su madre había vuelto a buscar armas en su ordenador y le insistió de nuevo para que no lo hiciera. Y ahí la hija pensó que ya le había quitado la idea de la cabeza a su madre y que nunca supo que estaba haciendo seguimientos a Carrasco.

El día del crimen lo relató con detalle: «Después de comer yo iba a ir a mirar tiendas, porque iba a ser el cumpleaños de mamá y quería buscar un regalo. Había quedado con ella en que cuando terminara de ver escaparates nos llamábamos. Pero me llamó antes y me dijo que me fuera para el coche. La noté rara y le pregunté qué pasaba. «La estoy viendo, la estoy viendo [a Carrasco], voy a acabar con esto», dijo. Le pedí que no hiciera nada, que me esperara». Pero era tarde.

Recordó que cuando se encontró con su madre «estaba rota, pálida y desencajada, muy mal». Y entonces la vio tirar el bolso en un garaje y no le preguntó nada. «Fui directa a recogerlo. No miré lo que había dentro, pero pesaba y creí que había cogido la pistola reglamentaria de mi padre y podía ser un lío para él. No sabía qué había pasado, mi madre y yo no cruzamos palabra, pero sí puede que en ese momento pensara que la había matado», narró. Su siguiente movimiento, instintivo dijo, fue guardar el bolso que contenía el revólver en otro más grande que llevaba ella, que le había prestado su amiga Raquel Gago, y que ha sujetado durante el juicio. «Me gusta mucho este bolso», llegó a decir. Después lo dejó en el coche de Raquel.

De Isabel Carrasco, que era su jefa en la Diputación, Triana expresó rotunda: «Me perjudicó en la vida». La hija de la autora confesa del crimen bajó el tono de voz cuando empezó a contar lo que le pasó con la víctima y aseguró que le costaba verbalizarlo. «Se me insinuó sexualmente. Lo callé porque me daba vergüenza. Sólo se lo pude contar a mi madre. No se lo dije a mi abogado al principio, porque me costaba. Me lo sacó el psiquiatra, pero yo no quería recordar esa situación».

Y la situación a la que se refiere es al día en que rechazó a Isabel y se «arruinó la vida». Ocurrió así: «Fui a su casa a instalarle unas aplicaciones de telefonía. Era la primera vez que iba. Me recibió con un vestido. Me dijo «hola» y pasamos. Sirvió una copa de vino y vamos al salón, me siento en el sofá y se sienta a mi lado. Me habla por encima de qué tal en el trabajo y entonces ya empezó: «Ay, cómo sois los de Astorga». Se acercó, me dijo «qué bien hueles» y me besó en la boca. Me sentí mal, asustada, yo no quería eso. Me quiso tocar y me agarró por detrás porque vio que yo me quería ir. Me dijo, tranquila, que no pasa nada, quiero estar contigo. Cogí el bolso, me levanté y me pidió que volviera, que me lo pensara bien, que habían salido las bases de mi plaza y tenía mucho que ganar. Dejé de escuchar y me fui». A partir de entonces, relató Triana, cambió la relación entre ambas.

«La plaza de la oposición la habían creado para mí. Pero como no me quise acostar con ella, habló con el Tribunal para que se la dieran a otro y me acosó en todos los aspectos». Ahí empezó el calvario.


La policía que entregó el arma: «No tengo vida desde que pasó eso»

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

20 de enero de 2016

La tercera acusada por el crimen de Isabel Carrasco, la policía Raquel Gago, llevaba dos días con la mirada fija en un punto de la sala de la Audiencia de León. No se inmutó ni cuando Montserrat González, que reconoció que apretó el gatillo, la exculpó durante su declaración ni cuando Triana la desvinculó por completo del caso ayer. Evitó cruzar la vista con ambas. Tras escuchar el relato de madre e hija, Raquel fue la última en declarar y la única en aceptar el interrogatorio de todas las partes.

Habló alto y con seguridad y empezó diciendo de Triana que no era su amiga íntima «porque hay muchas cosas que no nos contábamos, pero sí éramos amigas de tomar un café, ir de compras… y nos llamábamos todos los días». Y quiso aclarar algo: «No teníamos una relación amorosa».

Estuvo muy firme durante todo su relato, en el que desmontó con datos y aplomo un informe policial que trataba de vincularla con el seguimiento a Carrasco los días previos a su muerte, pero no pudo evitar emocionarse un momento. Fue cuando confesó: «No tengo vida desde que pasó eso [el crimen]».

Se ayudó de notas para contar qué hizo el día del crimen. «Triana me había llamado para invitarme a comer, pero yo tenía comida en casa. Entonces me dijo de tomar un café y fui sobre las 16.10. Estaría 20 minutos con ella y me fui para ir a clase de restauración y en el camino paré en una calle a comprar una pintura». Explicó que la tienda estaba cerrada, pero se puso a hacer unas llamadas, a arreglar papeles en el coche y que la vio Julio, el chico que controla la hora del aparcamiento, y fue a hablar con ella.

Estaban delante de su coche y mientras hablaban le sonó el teléfono. «Lo cogí pero nadie contestó». La llamada era de Triana, aunque Raquel dijo que no conocía el número -procedía de un móvil de prepago-. «Al ir a guardar el teléfono en el bolsillo vi a Triana venir por mi acera. Me sorprendió. Sólo dijo «hola, ¿tienes el coche abierto?» Y accioné por instinto el mando a distancia. Me dijo «ahora vengo, me voy a la frutería». Y no volvió».

Raquel insistió en que no vio a Triana dejar el bolso con el arma en su coche. Que poco después un compañero la llamó para decirle que habían matado a Isabel Carrasco, que habían detenido a Montserrat y a Triana y que no se lo podía creer. «No me parecía algo real». Tardó un día en descubrir que el revólver homicida estaba en su coche y cuando lo hizo lo contó a la Policía.

Sobre Carrasco, explicó que «sólo la conocía de vista, de algún acto en el que me había tocado estar, pero nada más». Y manifestó: «Yo no tenía ningún motivo para participar en estos hechos». «No puedo saber qué le pasó a Triana por la cabeza para dejar el arma en mi coche, no estoy dentro de ella», contestó cuando el fiscal le preguntó cómo su amiga le pudo hacer esa faena.


El policía jubilado que presenció el crimen de Carrasco: «Pensé que Montserrat me iba a pegar un tiro»

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

21 de enero de 2016

Pedro Mielgo, que durante su trayectoria hizo trabajos de seguimiento en la calle, resolvió su último caso, quizás uno de los más complicados de su carrera, estando ya jubilado. Acompañaba a su mujer a renovarse el DNI cuando se cruzó primero con Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León y del PP regional. «Iba vestida de fiesta con zapatos de tacón de aguja». A su esposa le sonaba. «Esa debe de ser alguien importante de la Junta, porque la he visto en la televisión», le dijo. Luego vieron a Montserrat con su «disfraz» de invierno en un día primaveral -parca caqui, gorra oscura de paño, gafas de sol, un pañuelo oscuro con manchas blancas sobre los hombros, un bolso bandolera negro y zapatos bajos. «Mi mujer pensó que era la escolta».

Haciendo gala de buena memoria, Mielgo ha relatado en el tercer día del juicio por el crimen de Carrasco cómo presenció los disparos. Sólo habían dado unos pasos más cuando escucharon un «petardo» -eran las 17.15 del 12 de mayo de 2014- y se giraron. «Vimos a Carrasco que caía al suelo, rígida. Vimos que la otra mujer se le acercaba y con una pistola que llevaba en la mano le hizo tres disparos. Luego se subió el pañuelo hasta taparse la nariz y con la pistola agarrada se giró hacia nosotros. A la altura nuestra, nos miró y siguió. La pasarela no es muy grande. Yo no le quitaba el ojo de la mano donde llevaba la pistola, que ya identifiqué como un revólver y pensé que me iba a dar un tiro o algo. Mi mujer se asustó un poquillo cuando vio que venía y la agarré del brazo».

El instinto del agente jubilado desde 2007 fue el de seguir a Montserrat mientras su mujer llamaba al 112 . «Montserrat tenía un andar muy peculiar. Iba muy ligera pero no corría, con pasos cortitos», ha declarado Mielgo, que ha admitido que la perdió de vista al entrar en la plaza de Colón, pero hasta ese momento «no la vi tirar nada. Llevaba la mano metida en el bolso y no lo tiró». El bolso se lo han enseñado en la sala y ha admitido que lo recordaba «más grande». «Mientras no la perdí de vista, no tiró nada», ha ratificado el agente, desmontando la versión de las acusadas de que arrojó el bolso en el garaje. El abogado defensor de Montserrat y Triana ha puesto en duda que a la distancia que iba pudiera apreciar tan bien los movimientos de la mano de su defendida.

Al entrar por Gran Vía de San Marcos, se encontró a Montserrat de frente y ambos se sorprendieron. «Ya no tenía el gorro, no llevaba la parca sino una cazadora beige clarita, pero los zapatos seguían siendo los mismos, tipo manoletinas. En la mano llevaba la parca y la gorra. Y el bolso ya no lo llevaba. La única opción es que se hubiera desentendido de él en el pasadizo», ha dicho. Pero en ningún momento pudo confirmar que el arma se la diera a su hija. No sabe qué pasó en ese intervalo. «Se paró y me miró fijamente. Escuché una sirena de policía y yo me giré a hacerles señas y ella entonces desapareció».

Gracias a la ayuda de un hombre que estaba sentado en una terraza la volvió a localizar. «Me hizo señales de que estaba en un vehículo, en un Mercedes deportivo tratando de meter la parca debajo del asiento. Entonces llegó el coche de la Policía Local y les dije que la mujer era la que había pegado tres tiros en la pasarela».

Los agentes entonces le pidieron la documentación y en ese momento «llegó una chica joven (Triana), de treinta y tantos años, que nos preguntó: «¿Qué está pasando? Esta es mi madre». Entonces la metieron en el furgón de policía».

La defensa busca una llamada al 112 a las 17.45 horas que dice que es del testigo, pero éste la niega. La han puesto en el juicio y ante la pregunta del abogado defensor de si es él quien habla, Mielgo ha respondido: «Yo creo que no». También ha dicho que no ha hablado del caso con ninguna de las partes.

«Disparó tan de cerca que la cabeza de Carrasco rebotó en el suelo»

Elena Morandeira ha tomado la palabra tras la declaración de su marido, el policía jubilado. Ha contado cómo se encontraron con la autora confesa y con la víctima en la pasarela sobre el río Bernesga. «Me sonaba Carrasco de haberla visto en televisión. Sabía que tenía algún cargo importante. Luego vimos a la otra señora, que me pareció joven y como iba detrás y a distancia, creí que era la escolta. Dimos unos pasos más y oímos un petardo. Miramos dije: «Ay, se está cayendo la señora rubia». Mi primera reacción fue ir hacia ella pero vimos que la señora morena se acercó y con una cosa plateada que llevaba en la mano le disparó tres veces. Tan cerca que salió humo de la pistola y rebotó la cabeza de la víctima en el suelo».

Después de disparar, Elena ha contado cómo Montserrat «se puso el pañuelo para taparse la boca y en vez de seguir de frente se dio la vuelta y vino hacia nosotros. Te quedas diciendo «Tierra trágame, ésta nos quita de en medio»», ha admitido. Entonces su marido le agarró la mano bien. Ella vio cómo sujetaba el arma con la mano derecha y la llevaba metida del bolso. «Era éste», ha dicho sin dudar cuando le han enseñado el bolso negro en la sala del juicio. Lo que más le llamó de la autora de los disparos fue sus andares. «Pasos cortos y muy rápidos y luego noté algo raro en ella a la hora de pisar».

Tras llamar al 112 se preocupó por su marido. Un policía le dijo que estuviera tranquila, que ya estaba todo solucionado.

Pero antes de finalizar su declaración, la defensa le ha puesto una llamada efectuada al 112 por un hombre -la misma que antes le pusieron a Mielgo-. No reconoce la voz de su marido en una primera escucha. Admite que «cuando pasó todo, no había nadie más en la pasarela». Y, entonces la defensa insiste ¿quién es el hombre que llamó diciendo que estaba en la pasarela y contó los hechos? «Sí es él, es mi marido», ha reconocido en una segunda escucha. Y entonces, se ha desencadenado el lío en la Audiencia Provincial.


Montserrat reconoció a los policías de Burgos que le dio a Triana el arma en mano y le dijo: «Deshazte de esto»

Elmundo.es

25 de enero de 2016

El primer día de la segunda semana del juicio por el crimen de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León y del PP regional, llegaba con un testimonio importante. El de los dospolicías de Burgos, que fueron quienes lograron la confesión de Montserrat González -autora de los disparos-, aunque según la defensa lo hicieron con malas artes y engañando a madre e hija.

El inspector de la Policía Nacional Alfonso Santocildes, que interrogó a Montserrat al día siguiente de su detención, ha desmontado toda la coartada sobre el arma que mantuvieron la semana pasada madre e hija durante sus declaraciones. Tanto Montserrat como Triana mantuvieron que la primera había arrojado el bolso con el arma en un garaje en la calle Lucas de Tuy y que la segunda lo vio por casualidad y lo recogió.

Sin embargo, el agente ha explicado que durante su primera declaración, la autora confesa reconoció que había entregado en mano el revólver, oculto en un bolso, a su hija Triana en el pasadizo existente entre la plaza de Colón y Gran Vía San Marcos y que le soltó: «Deshazte de esto». Y que en ningún momento, en los días posteriores al crimen, dijo que lo había tirado.

Montserrat, además, les contó a los policías que no se molestaran en buscar el arma homicida. «No está en el río porque la tiene una tercera persona», admitió. Y en ese momento se produjo una pequeña discusión entre madre e hija y Triana le espetó: «Mamá, ni se te ocurra decir quién tiene el arma, que es policía», algo que dijo «entre dientes» y escucharon los agentes, han explicado ellos mismos.

Un par de horas después fue cuando la policía local Raquel Gago se presentó en Comisaría y explicó que había encontrado el arma en su vehículo sin saber cómo había llegado hasta allí.

Los policías de Burgos también han indicado que, cuando juntaron en el mismo despacho a ambas acusadas, con el objetivo de que «se dieran un abrazo», Montserrat le dijo a su hija: «tranquila que voy a declarar que he sido yo, tú vas a quedar en la calle porque voy a declarar que tú no tienes nada ver».

Sin engaños ni coacciones

El inspector burgalés ha asegurado que en ningún momento Montserrat fue coaccionada para arrancarle una declaración inculpatoria. También ha alegado que es «manifiestamente falso» que les dijeran que eran amigos de su marido, como declararon madre e hija.

Este inspector, destinado en Burgos, llegó a León al día siguiente del crimen, el 13 de mayo de 2014, junto a un compañero para reforzar la investigación por su experiencia en la resolución de delitos graves y para garantizar su imparcialidad -ya que el familiar de las detenidas era comisario en Astorga-, según le explicaron sus superiores.

Ha recalcado que tanto él como su compañero trataron de tranquilizar a Montserrat González durante el primer contacto que tuvieron con ella y ha asegurado que confesó voluntariamente que había matado a Isabel Carrasco y se mostró indignada por el hecho de que su hija estuviera detenida.

Ha explicado que Montserrat González les contó que «estaba harta de escuchar en los bares de León que había que contratar a un sicario para acabar con Isabel Carrasco. Esto lo hago yo y punto». Lo dijo por la animadversión que, en su opinión, la dirigente política del PP provocaba entre buena parte de la ciudadanía.

También ha manifestado: «Dijo que iba declarar que había sido autora para exculpar a su hija y que se iba a fingir loca. Lo único que recuerdo es que dijimos que eso lo tendría que determinar un médico forense».

Santocildes ha rechazado ante el tribunal que juzga el crimen las irregularidades que le achacan las defensas de las tres detenidas y ha asegurado que en ningún momento ofreció un trato favorable a Montserrat González y a su hija Triana Martínez si colaboraban y accedían a confesar lo que había pasado y dónde estaba el arma. Aunque eso sí, el trato fue «exquisito».

También han negado «rotundamente» que dijeran que podían simular que el arma estaba en una alcantarilla, como aseguraron en su declaración las acusadas.

Sobre por qué negaron que habían estado en casa de Raquel Gago durante el registro, han explicado que no figuraban en el atestado policial y por eso no lo dijeron. Que es un procedimiento normal.

El registro y el plan criminal

Varios agentes de la Policía Nacional que participaron en la investigación por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León han atestiguado que encontraron numerosos indicios que prueban que el crimen fue premeditado.

Han explicado que en casa de Triana se encontró, tanto en su ordenador como en el de su madre, Montserrat González, numeroso material periodístico sobre la dirigente política del PP y sobre la compra de armas. También había munición y marihuana.

El inspector de Burgos ha reconocido que en la declaración fue cuando las acusadas reconocieron que se cambiaron de ropa y se intercambiaron el bolso con el arma en el pasadizo de Colón.


Un testigo dice que Raquel Gago tuvo que ver a Triana meter el arma en su coche

R. Álvarez – ABC.es

27 de enero de 2016

No charlaba habitualmente con ella, pero ese 12 de mayo de 2014 Julio Mozo, controlador de la ORA, vio a Raquel Gago en la calle «parada, esperando» y entablaron una conversación que se prolongó «entre diez y quince minutos», según sus propias palabras. Mientras estaban «enzarzados» en este diálogo entre ambos llegó una chica que más tarde supo que era Triana Martínez. Dijo a Raquel que abriera el coche y que volvería pronto, que iba a la frutería. No es consciente de si le comentó o no que le dejaba algo en él, pero sí de que el vehículo se abrió y de que se cerró una puerta. El Golf de Raquel estaba a su espalda, pero pudo oír el chasquido de la apertura de los seguros y un «portazo», dijo convencido. Cuando esto ocurrió, Mozo relató que Raquel estaba frente a él y que, por su posición, tenía una visión «perfecta» de su vehículo, por lo que cree que tendría que haber advertido si Triana dejaba algo dentro.

Así lo hizo constar en su declaración ayer en la quinta sesión del juicio por el crimen de Isabel Carrasco, dejando entrever que Raquel pudo percatarse entonces de que Triana dejaba en su coche lo que luego se supo que era el bolso que contenía el arma con la que su madre, Montserrat González, había asesinado minutos antes a la expresidenta de la Diputación y el PP leonés.

Ayer también estaban llamados a declarar varios testigos que vieron o hablaron con Raquel las horas posteriores al crimen. Entre ellos, una amiga de las clases de restauración a las que acudió después del breve encuentro con Triana antes descrito. La acusada llegó tarde al taller y le dijo a esta compañera «que se había sentado un poco a descansar después de trabajar», algo que no era cierto. En ese momento, y cuando ya sabían que Carrasco había sido asesinada, comentó que su comportamiento le pareció «normal» y reconoció que cuando supo que Raquel había sido detenida se sorprendió. «Siempre he pensado que se ha visto implicada en algo en lo que ella no tiene nada que ver», dijo.

Además, prestaron testimonio la profesora de las clases y el coordinador de la casa de cultura de Trobajo en la que se celebran. Este último señaló que Raquel volvió al taller poco antes de las 22 horas del día del asesinato a dejar un tablón, que estuvo moviendo unas bolsas y que se llevó algo dentro de una de ellas, pero que su comportamiento no le pareció extraño.

El último en intervenir fue el agente de la Policía Local que avisó a Raquel en primer lugar de que la presidenta de la Diputación había sido asesinada y de que su amiga Triana y Montserrat estaban detenidas. Habló con ella hasta tres veces por teléfono y, según señaló, en ningún momento reconoció haberse encontrado con ellas.


Triana suspendió la oposición que supuestamente Carrasco le iba a adjudicar a dedo

Agencia EFE – Elmundo.es

2 de febrero de 2016

La jefa del Servicio de Atención a Municipios de la Diputación de León, Ana Cosme, ha defendido la limpieza y «absoluta legalidad» de la oposición para proveer de un ingeniero de telecomunicación a la institución, que no superó Triana Martínez, una de las acusadas por el asesinato de Isabel Carrasco.

Cosme ha comparecido esta mañana como testigo en el juicio que se celebra en la Audiencia de León por este crimen y ha asegurado que dicha prueba se celebró con todas las garantías para los aspirantes y respetando los principios de igualdad y equidad.

Triana Martínez declaró en la segunda jornada del juicio que Isabel Carrasco, en su calidad de presidenta de la Diputación, le había prometido que le daría en propiedad la plaza que ocupaba como interina cuando ambas mantenían buenas relaciones.

Tras negarse a mantener relaciones sexuales con ella, supuestamente Carrasco la echó de la institución y posteriormente instigó que no ganase la plaza cuando se sacó a concurso, según denunció Triana.

Cosme, que presidió el tribunal, ha asegurado que Isabel Carrasco «nunca» se dirigió a ella para insinuarle que perjudicara a Triana Martínez, que sacó en el primer examen un 2,27 cuando la nota mínima para seguir concursando era un 5, por lo que tuvo que retirarse del proceso en ese momento. La plaza fue finalmente para Javier de la Villa, el único aspirante que superó la primera prueba.

Cosme también ha explicado que le molestó mucho que Triana «grabara con el móvil durante la oposición» y elevó una protesta porque consideró «que no era legal».

También ha declarado un director de Telefónica en Castilla y León entre 2011 y 2015, Juan Carlos Moral, que ha negado que ofreciera trabajo a Triana Martínez cuando abandonó la Diputación de León.

Con este testigo la defensa de Triana Martínez trataba de demostrar que el acoso de Isabel Carrasco fue más allá de echarla de la Diputación y trató por todos los medios de que no encontrase trabajo.

Triana Martínez declaró en su día que este directivo de Telefónica le había prometido un trabajo pero luego retiró la oferta porque así se lo pidió Carrasco.

En la sesión inaugural del juicio, el 19 de enero, la madre de Triana, Montserrat González, declaró que ella era la única responsable de la muerte de Isabel Carrasco, y explicó que lo hizo movida por el odio debido a que la dirigente del PP llevaba años haciendo la vida imposible a su hija.

En este proceso también está acusada la policía local Raquel Gago, amiga de Triana, que entregó el arma homicida en Comisaría 30 horas después del crimen y que aseguró que no sabía como había llegado hasta su vehículo. No obstante, precisó que la debía haber dejado en su vehículo su amiga Triana Martínez, con quien se encontró «casualmente» minutos después del crimen.


El relato de los policías y una amiga indica que Raquel pudo mover el arma

Rosa Álvarez – ABC.es

5 de febrero de 2016

Uno de los testimonios más esperados para conocer el grado de implicación de Raquel Gago en el crimen de Isabel Carrasco era el de Leticia González. Ella fue quien la noche del asesinato subió al coche de la acusada en el asiento en el que horas más tarde «aparecería» el bolso con el revólver que empuñó Montserrat González para quitarle la vida a la víctima. Reiterando sus declaraciones previas tanto en Comisaría como en el Juzgado, Leticia aseguró que en el tiempo que permaneció en el vehículo no notó ni vio «nada» en la alfombrilla en la que posó sus pies. «Si hubiera estado ahí -por el bolso- lo hubiera pisado, lógicamente», apuntó. Su versión se vio reforzada horas después por dos de los tres ageentes -además de los policías de Burgos- que acudieron a la casa [de] Raquel después de de que ésta llamó -30 horas depués [después] del crimen- para comunicar que había encontrado el arma en su vehículo. consideraron que, dado el tamaño del bolso en el que estaba guardado el revólver y las cosas que había dentro de él, era imposiblel [imposible] que pudiera caber bajo el asiento del copiloto -el otro policía si lo consideró posible-, de lo que se deduce que ocuparía el espacio de la alfombrilla y que Leticia tendría que haberlo visto. Ambas declaraciones indicarían que Raquel Gago pudo cambiar de sitio del arma en algún momento desde que Triana la deja en su vehículo hasta que la entregóa [entrega].

Antes del testimonio de los policías y ante la insistencia del letrado de la defensa de Gago Leticia sí que admitió la posilbidad [posibilidad] de [que] el bolso pudiera estar ubicado debajo del asiento del copiloto. «Podría estar ahí, no lo sé, lo que sé es que yo no noté nada», advirtió. Se sentó tras el asiento del copiloto porque detrás del del conductor había muchas cosas, vio garrafas de agua y bolsas de plástico enrolladas, pero nada que se pareciera al bolso en el que se encontró el revólver y que ayer se le mostró en la sala.

El abogado Fermín Guerrero ofreció detalles como que la testigo calza un 38 y quedaría espacio en la alfombrilla o que el tiempo que permaneció en el vehículo -sólo mientras bajaron la rampa del garaje de casa de la acusada- apenas superó los 17 segundos. También se enzarzaron en el tema de si había o no luz en ese momento, señalando la declarante que había «claridad» y rebatiendo él que cerca de las 22:00 horas de ese día, cuando ella subió al coche, era ya «de noche». Leticia sí que confesó que le «sorprendió mucho» conocer tiempo después que había estado sentada donde apareció el arma, así como la detención de Raquel por este asunto. «Me parece una persona seria y muy responsable», dijo.

Mientras, Nacho, el policía nacional al que avisó la agente municipal para decirle que el arma estaba dentro de su caso, aseguró que le resultó «chocante» que ésta no le hubiera llamado el día del crimen de la presidenta de la Diputación, y que tampoco hubiera contado que había estado con Montserrat y Triana momentos antes y después del asesinato de la política leonesa. «Le dije: ¿Cómo no has llamado hasta hoy? Si se ha enterado toda España», precisó, para después indicar que recibió la llamada de Raquel Gago cuando ésta afirmó que acababa de encontrar el bolso, en torno a las 19.10 horas del 13 de mayo y que ésta estaba «muy nerviosa y alterada» y que, en un principio, ni siquiera sabía lo que estaba diciendo. «Decía el bolso, el bolso, el bolso de Triana».

En cuanto a cómo encontró el bolso dentro del coche, dijo que lo vio detrás del asiento del copiloto y que estaba «abierto un poco» y que vio «la empuñadura de un arma». «Raquel me indica el bolso, estaba justamente encima de la alfombrilla, atrás del asiento del copiloto y ocupaba la alfombrilla entera», precisó. No obstante, dijo desconocer si el bolso había sido movido. Además, añadió que, en su opinión, el bolso con el arma no cabía debajo del asiento del copiloto

«Eso no debía estar ahí»

También la hermana de la acusada, Beatriz Gago, afirmó no haber visto el bolso en el coche hasta la tarde del día 13, cuando pretendían meter una bicicleta en él y, al retirar las cosas, se soltó el tapón de una de las garrafas de agua, derramándose su contenido. Raquel se puso a limpiarla y fue entonces cuando se puso muy nerviosa y empezó a decir que «eso no debía estar ahí». En ese momento estaban acompañadas por una de las amigas, Lorena Pulgar, que recordó que estaba apartada del coche, agarrando la bicicleta, y que sólo se acercó a Raquel y a su hermana cuando oyó los gritos de ésta. Entonces vio cómo Raquel sujetaba las asas de un bolso que estaba sobre la alfombrilla del asiento trasero. No llegó a ver el arma en ningún momento. La idea de llevar la bicicleta fue de Raquel. Preguntada por si cree que la utilizaron para tener una coartada en el momento hallazgo respondió de forma poco convencida: «No lo sé, ellas sabrán».

Algo en lo que todos coincidieron ayer -amigas, hermana y pareja de la acusada- fue en que Raquel no dijo en ningún momento que hubiera visto a Triana o a su madre el día del crimen. Leticia afirmó incluso que le preguntó directamente cuándo había sido la última vez que habían estado juntas y le respondió que el sábado -dos días antes- y que ese día sólo había hablado con ella por teléfono.


Triana pidió a una conocida que le alquilara un garaje cerca de la víctima

R. A. – ABC.es

5 de febrero de 2016

La petición la cogió desprevenida. No llegó a entenderla y más tarde le restó importancia, recordándola de nuevo al conocer que Triana Martínez y su madre, Montserrat González, habían sido detenidas en relación al asesinato de Isabel Carrasco. Leticia González contó a sus amigas la noche de aquel 12 de mayo -y relató de nuevo esta pasado jueves en el juicio- que en una ocasión en la que había quedado sola con Triana, meses antes del crimen, ésta le había pedido que compartieran una plaza de garaje en la calle donde residía Isabel Carrasco. Quería que la pusiera sólo a su nombre y, según dijo, «intentaba que yo no dijera al propietario que la compartiríamos». Aseguró que no podía contarle el motivo y que no dijera nada a nadie del tema, pero le pidió que no se «preocupara, que iba a pasar de algo malo a algo bueno para ella».

Extrañada, pensó que «algo que no se puede decir, lógicamente es incorrecto» y se negó, pero Triana insistió. «Incluso sentí que estaba siendo mala persona por no ayudarla. Me dijo que iba a pasar de estar mal a estar bien, que me la iba a pagar», explicó Leticia. Una vez que se produjo el crimen, confesó que lo que se le pasó por la cabeza fue que aquella petición «podría tener alguna relación con la muerte de Isabel Carrasco». En un interrogatorio tenso, en el que el abogado de la defensa de madre e hija incluso llegó a sugerir que a la declarante «le gustaban mucho las cervezas» para tratar de desacreditarla -causando perplejidad entre todos- Leticia negó este punto, sostuvo su declaración y afirmó que eso había ocurrido así y que lo recordaba perfectamente.

De su testimonio y del resto de las amigas que pasaron este pasado jueves por la sala de vistas se pudo advertir que Triana de quien era amiga realmente era de Raquel y de su hermana, mientras que el resto la conocían y quedaban con ella con relativa frecuencia sólo por ellas. Una de ellas, Lorena Pulgar, definió a Triana como «una persona absorbente, insistente, que llamaba mucho y quería quedar siempre», mientras que Beatriz Gago sí que dijo que «la respetaba y la quería como amiga», pese a que en declaraciones anteriores confesó sentirse «engañada» por ella y haber estado «molesta» porque «Triana arruinó la vida a mi hermana».


Las pruebas periciales indican que Montserrat y Triana hicieron un «ensayo» de tiro antes del crimen

Agencia EFE – Elmundo.es

9 de febrero de 2016

Diversas pruebas periciales expuestas este martes ante el tribunal que juzga el asesinato de Isabel Carrasco apuntan a que Triana Martínez -una de las acusadas que siempre ha negado su implicación- tenía que conocer los planes de su madre, Montserrat González, para acabar con la vida de la dirigente política del PP.

La principal prueba pericial que señala su implicación en el crimen, ocurrido el 12 de mayo de 2014, son los restos de «partículas de disparos» hallados en las botas «de media caña» que llevaba puestas el día del crimen. Estos restos probarían, según han sostenido los peritos, que hubo un «ensayo» de tiro previo al día del crimen, bien de la propia Triana o de alguien que se encontraba junto a ella.

Este informe pericial desmonta de plano lo que siempre ha argumentado esta acusada, que sostiene que en ningún momento conoció los planes de su madre, autora confesa del asesinato, para acabar con la vida de Isabel Carrasco. Aunque consta en el sumario, este informe pericial no había sido destacado hasta este martes por ninguna de las partes personadas en la causa.

Montserrat González declaró ante el tribunal que es la única responsable de la muerte de Isabel Carrasco y admitió que estaba «obsesionada» con ella porque había echado a su hija de la Diputación de León, donde ocupaba una plaza interina como ingeniera de telecomunicaciones, e igualmente consideraba que había cercenado su carrera política en el seno del PP.

También se encontraron restos de pólvora en unos guantes de látex hallados en un registro de la casa de Triana horas de después del crimen, prueba evidente de que ella o su madre habían realizado prácticas de tiro con anterioridad al asesinato de Isabel Carrasco, lo que ambas siempre han negado.

En cualquier caso, los peritos han recalcado que donde más restos de pólvora se encontró fue en los guantes de piel y las prendas que la asesina confesa llevada puestos cuando disparó sobre la dirigente política del PP. Esas prendas fueron halladas minutos después del crimen en el maletero del coche de Triana cuando ambas fueron detenidas gracias a la intervención del policía jubilado que presenció el asesinato y siguió a Montserrat hasta propiciar su arresto.

Las armas del caso

Otras pruebas que pesan contra Triana Martínez son que el historial de sus ordenadores revela que desde ellos se hicieron búsquedas para la compra de armas. «Comprar revólver on-line»; «Dónde comprar pistola con silenciador en España»; «Compra de revólver Taurus» o «Borrar número de serie» son algunas de las entradas halladas en los ordenadores de Triana. Estos peritos han puesto de manifiesto que el arma utilizada en el crimen fue un revólver de la marca «Taurus», con su número de serie punzonado, para cartuchos del calibre 32, apto para el disparo.

Asimismo, en el registro autorizado judicialmente en la casa de Triana Martínez, efectuado sobre las 00.29 horas del 13 de mayo de 2014, se halló también una pistola semiautomática marca «Royal», sin número de serie visible, recamarada para cartuchos del calibre 7,65×17 milímetros y en condiciones de funcionar, así como diversos cartuchos aptos, respectivamente, para estas armas.

En cualquier caso, esta pistola no se utilizó en el asesinato, según las pruebas de balística. Según los peritos, Montserrat González optó por un arma de «sencillo» manejo que además es «fácil de esconder y poco pesada para una mujer», y que deja un «difícil rastro» al no expulsar vainas como sí hacen las pistolas.

Además, han llamado la atención sobre el hecho de que el revólver utilizado tiene una empuñadura de neopreno, lo que dificulta la localización de huellas dactilares, y han considerado lógico que la asesina confesa optara por este arma frente a la pistola porque el riesgo de que se encasquille es menor.

Por el asesinato del Isabel Carrasco, además de Montserrat González y de su hija, está también acusada la policía local Raquel Gago, que fue quien entregó el arma homicida en Comisaría treinta horas después del crimen y explicó que la había encontrado en su coche. Según su versión, la habría dejado allí su amiga Triana, con quien se encontró «casualmente» en la calle minutos después del asesinato.


Los peritos afirman que la asesina de Carrasco es consciente de sus actos

Elpais.com

11 de febrero de 2016

Montserrat González, asesina confesa de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, que murió a tiros el 12 de mayo de 2014, no sufre ningún trastorno mental y es consciente de sus actos, según los forenses que elaboraron el informe de imputabilidad de las tres acusadas por este crimen.

González aseguró el pasado 20 de enero que lo hizo para defender a su hija de la persecución laboral y social que supuestamente sufría desde que en 2010 la joven se negó a mantener relaciones sexuales con la política. «En enero de 2012, cuando [Mariano] Rajoy decide mantenerla [a Isabel Carrasco] como presidenta provincial del PP, decidí que la iba a matar. Era mi hija o ella», declaró.

El juicio por este crimen, que comenzó el 18 de enero, ha abordado este jueves una sesión clave con la exposición de los informes psiquiátricos, una prueba pericial que puede determinar la sentencia. En el caso de Montserrat, los peritos han asegurado que no sufre ningún trastorno delirante y que es una persona «dominante, dogmática, con tendencia a la manipulación y escasa capacidad para empatizar fuera de su circulo familiar más íntimo».

Han recalcado que la asesina confesa «no tenía anuladas sus capacidades cognitivas, sabía lo que hacía y no presentaba ningún impedimento sobre su voluntad». Han explicado también ante el tribunal que González les dijo que matar a Isabel Carrasco «era lo único que podía hacer porque le estaba haciendo la vida imposible» y han subrayado que no mostró signos de arrepentimiento.

Por otra parte, el psiquiatra llamado a petición de la defensa de Montserrat González ha prestado declaración en la Audiencia Provincial de León, donde ha rebatido el informe de los peritos forenses y ha negado que la autora confesa carezca de trastornos, pues en su opinión tiene manía persecutoria, un tipo de paranoia. Según este psiquiatra, González tiene un «trastorno de ideas delirantes persistente» por el que cree que Carrasco «es la causa de todos los males de su hija» y que «está haciendo una persecución implacable de su hija, algo que es absurdo».


El jurado declara culpables a las tres acusadas del asesinato de Isabel Carrasco

Fernando J. Pérez – Elpais.com

20 de febrero de 2016

Montserrat González; su hija, Triana Martínez, y la amiga de esta Raquel Gago fueron declaradas este sábado culpables del asesinato a tiros de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, perpetrado el 12 de mayo de 2014. El jurado consideró probado por unanimidad que madre e hija planearon acabar con la vida de la política. El tribunal popular estimó, en este caso por mayoría, que la policía local Raquel Gago «aceptó formar parte del plan» y mantuvo oculto en su coche durante 26 horas el revólver con el que se ejecutó el crimen.

El jurado, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, anunció a las 11 de la mañana que había alcanzado un veredicto sobre el crimen de Isabel Carrasco después de tres días de deliberación. A la una de la tarde, las tres acusadas entraron en la Audiencia Provincial de León. Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de la presidenta de la Diputación, y su hija Triana llegaron conducidas por la policía desde la prisión leonesa de Mansilla de las Mulas. Raquel Gago, en libertad provisional, lo hacía acompañada de su abogado, Fermín Guerrero, desde su domicilio.

El portavoz del jurado comenzó a leer las respuestas a las 84 preguntas que conformaban el objeto del veredicto y que contienen los hechos clave del juicio, que comenzó el pasado 18 de enero. Desde la primera pregunta hasta la última el tribunal popular dibujó una declaración nítida de culpabilidad, especialmente en el caso de la madre y de la hija.

Sobre Montserrat González, el jurado no tuvo ninguna duda. El 12 de mayo de 2014, a las 17.15, la madre, con el rostro oculto, asesinó de tres tiros por la espalda a Isabel Carrasco en la pasarela sobre el río Bernesga. Y lo hizo, según el veredicto, movida por «el odio» hacia la presidenta de la Diputación y en la creencia de que la política estaba sometiendo a una «persecución injusta» a su hija, que trabajaba como ingeniera para el organismo provincial.

González había reconocido los hechos en la primera jornada del juicio -«era mi hija o ella», llegó a decir para justificar el crimen-, y para el jurado esta parte del veredicto fue sencilla. Los problemas comenzaban al tratar de la participación de Triana y, sobre todo, de Raquel Gago.

El tribunal ciudadano desechó toda la estrategia exculpatoria de Triana, que en la vista oral trató de desvincularse de los preparativos y de la ejecución del crimen. La pregunta 23 era la clave. El jurado, por unanimidad, considera probado que Triana «urdió» con su madre un «plan» para matar a Isabel Carrasco, y que ambas acusadas tuvieron un «reparto de papeles».

El papel esencial de la hija

Según el veredicto unánime, Triana acumuló información sobre las actividades y los movimientos de Carrasco, buscó información en Internet sobre armas de fuego y efectuó seguimientos a la presidenta provincial del PP. El día del crimen, la joven se concertó con su madre para recoger el bolso con el revólver. Según el tribunal, su papel en el asesinato fue «esencial» e «imprescindible».

A la hora de enjuiciar a Raquel Gago, el jurado se rompió. Siete miembros del tribunal -el mínimo que exige la ley para un veredicto de culpabilidad- consideraron probado que la policía local «conoció los propósitos homicidas» de su amiga Triana y de la madre de esta y «aceptó formar parte del plan» urdido por ellas.

Según el veredicto, una hora antes del crimen, Raquel Gago, se reunió con Montserrat y Triana en el piso de esta última para ultimar los detalles. La policía permitió que Triana guardara en su coche particular el bolso con el revólver y lo mantuvo oculto hasta la tarde del día 13, cuando «para alejar de sí toda sospecha», llamó a un policía nacional amigo suyo para decirle que había encontrado casualmente el arma en el vehículo.

El tribunal desecha de plano las coartadas de enajenación mental expuestas por Montserrat y por Raquel Gago. Según el veredicto, ni la primera padecía un «trastorno de ideas delirantes» por la supuesta persecución sufrida por su hija, ni la segunda sufrió un bloqueo de «disonancia cognitiva» que le impidiera asumir los hechos.


Sentencia por el crimen de Carrasco: El juez absuelve a Gago del delito de asesinato y la considera encubridora

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

10 de marzo de 2016

Diecinueve días ha tardado el magistrado Carlos Álvarez en dictar la sentencia por el crimen de la presidenta de la Diputación de León y del PP regional, Isabel Carrasco. Después de que el jurado popular, formado por cinco hombres y cuatro mujeres, decidiera por unanimidad el pasado 20 de febrero, en el veredicto más duro posible, que las tres acusadas -Montserrat González, Triana Martínez, y Raquel Gago- eran culpables de asesinato, atentado y tenencia ilícita de armas, el juez ha decidido llevarles la contraria en lo que respecta a la tercera acusada y rebajar la implicación de Gago en el crimen. La absuelve del delito de asesinato y la condena a una pena mínima de cinco años de prisión -por debajo, incluso, de los 10 años que solicitaba su abogado defensor-. A Montserrat y Triana les impone, respectivamente, la pena de 22 y 20 años de cárcel.

La sentencia ha sido notificada este jueves a las partes en la Audiencia Provincial de León. El fallo del juez condena a Montserrat González como autora «de un delito de asesinato, previsto y penado en el artículo 130, circunstancia 1ª (alevosía) del Código Penal, con un delito de atentado a la autoridad, agravado por uso de arma de fuego […], concurriendo la agravante de disfraz y la atenuante de reparación parcial del daño a la pena de 19 años de prisión (con abono del tiempo que ha pasado en situación de prisión provisional) y a otros tres años de prisión por un delito agravado por tenencia ilícita de armas». En total 22 años. Asímismo, la condena a la «la prohibición de aproximación a Loreto Rodríguez Carrasco y Jesús Luis López Brea -hija y pareja de la víctima- o de comunicar con ellos durante 25 años».

A Triana Martínez la condena como «cooperadora necesaria de un delito de asesinato, con un delito de atentado a la Autoridad, agravado por el uso de arma de fuego, concurriendo la agravante de disfraz y la atenuante de reparación parcial del daño a 17 años y seis meses de prisión (con abono del tiempo que ha pasado en prisión provisional) y otros dos años y seis meses de cárcel por el delito de tenencia ilícita de armas». En total 20 años y la misma prohibición de acercarse a la familia de la víctima.

Hasta aquí, el magistrado ha coincidido con el jurado popular y, más o menos, con las penas que solicitaba para ambas acusadas la Fiscalía, que pedía 22 años para madre e hija.

Sin embargo, su visión sobre el papel que la policía local Raquel Gago tuvo en este crimen ha sido diferente a la de los miembros del jurado popular. La sentencia absuelve a Gago del delito de asesinato y la condena sólo como autora de un delito de «encubrimiento, previsto y penado en el artículo 451 del Código Penal, a la pena de tres años de prisión (de los que hay que descontar los ocho meses que ya pasó en situación de prisión provisional), y a otros dos años por el delito de tenencia ilícita de armas».

Por otra parte, el magistrado condena a las tres acusadas al pago de las costas procesales causadas, incluidas las de las acusaciones particulares, no así las de la acusación popular, ejercida en nombre del PP por el letrado Ricardo Gavilanes. A Montserrat y Triana las condena también a que, conjunta y solidariamente entre sí, indemnicen con 75.000 euros a la hija de Isabel Carrasco y con otros 75.000 euros a la pareja de la víctima, Jesús López Brea.

Recursos por todas las partes

La sentencia no es firme porque contra ella cabe recurso de apelación, que debe imponerse en el plazo de 10 días. Tanto la defensa de madre e hija, que ejerce el letrado José Ramón García García, como la de la policía local, que ejerce Fermín Guerrero, ya habían anunciado, incluso antes de conocer la sentencia, que interpondrán recursos. Y lo han ratificado este jueves.

El procurador de Montserrat y Triana, Miguel Ángel Díez Cano, ha acudido a la Audiencia Provincial de León, donde ha dicho confiar en que el magistrado presidente y ha asegurado que la defensa de ambas «va a ir hasta el final».

Por su parte, Fiscalía y acusaciones han anunciado también que recurrirán «en bloque» la sentencia emitida este jueves por la Audiencia Provincial de León y que considera a la policía local Raquel Gago no culpable del delito de asesinato en concurso con atentado a la autoridad y sólo la condena por encubrimiento.

Así lo ha asegurado, en declaraciones recogidas por Europa Press, la abogada de la hija de la víctima, Beatriz Llamas, que ha dicho estar «sorprendida con la sentencia» porque «no es acorde al veredicto del jurado». «Evidentemente la respeto, pero no la comparto», ha explicado en declaraciones a los medios de comunicación en las inmediaciones de la Audiencia Provincial de León.

Llamas ha precisado que tanto ella, que representa a la hija de Isabel Carrasco, como las acusaciones que representan a la pareja del víctima y al PP de León, y el Ministerio Fiscal recurrirán la sentencia en el plazo de 10 días que marca la ley. «Como hicimos ya con la libertad de Raquel vamos a ir todos en bloque», ha agregado.


Los penalistas, sobre el fallo del caso Carrasco: «Es una nulidad como una casa»

Fernando J. Pérez – Elpais.com

10 de marzo de 2016

La decisión del magistrado presidente del juicio del caso Isabel Carrasco de corregir el veredicto del jurado y absolver a la acusada Raquel Gago del delito de asesinato del que la consideró culpable el tribunal popular ha causado estupor entre los expertos en derecho penal. «Es una nulidad como una casa», afirma el abogado penalista malagueño Carlos Larrañaga. «Linda con la prevaricación», sostiene su colega Marcos García Montes.

El pasado 20 de febrero, el jurado, por siete votos contra dos, consideró probada la pregunta número 69 del objeto del veredicto, que reza literalmente así: «La acusada doña Raquel Gago Rodríguez es culpable del delito de asesinato, consistente en causar la muerte intencionada de doña Isabel Carrasco Lorenzo concurriendo una circunstancia de especial gravedad».

Este jueves, el magistrado Carlos Álvarez ha notificado la sentencia del caso Carrasco. En lugar de condenar a la policía local Gago por el asesinato, de acuerdo con el veredicto del jurado, ha optado por condenarla a cinco años de cárcel por delitos de encubrimiento y tenencia ilícita de armas, una de las alternativas penales planteadas por la fiscalía.

El magistrado ha recordado que al jurado popular le corresponde declarar si los hechos objeto de juicio están probados o no, y si las acusadas son responsables penales de ellos, y que la calificación jurídica final es competencia del juez profesional que preside el tribunal. El juez ha afirmado que cometió un «error» al incluir la calificación de asesinato en la pregunta 69 del objeto del veredicto y lo ha subsanado apartándose del fondo del fallo del jurado popular.

«Es un error del juez rayano a la prevaricación», considera el abogado penalista Marcos García Montes, que entre otros juicios con jurado participó en el caso Wanninkhof representando a la madre de la víctima. «El juez ha alterado el veredicto y se erige en juzgador al entrar en la valoración de la prueba», considera este letrado.

García Montes recuerda que el objeto del veredicto, redactado por el juez y no impugnado por ninguna de las partes era «firme» y «no se puede tocar». Según él, el magistrado Carlos Álvarez debía haber redactado una sentencia acorde al parecer del jurado y que hubiera sido el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, en fase de apelación, el que, en su caso, hubiera modificado la sentencia.

De similar parecer es el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, Joan Queralt. «El magistrado no puede arreglar este error de esta manera; si hubiera advertido el error antes debería haber anulado el objeto del veredicto y convocado al jurado otra vez», afirma. Según Queralt, el juez Álvarez debería haber acatado el fallo del jurado en su integridad y, como mucho, dejar constancia de su disconformidad en lo que se llama obiter dicta, es decir, una apostilla sin valor jurídico directo.

El abogado y catedrático de Penal de la Universidad Complutense, ya jubilado, Horacio Oliva, ahonda en la misma vía. «El presidente no puede jugar con las calificaciones, es el jurado el que decide que se imponga la calificación mayor, pero la menor no puede ponerla el magistrado (…) Se trata de un error de concepto, no un error material, por lo tanto, solo es subsanable en apelación», señala. Oliva considera que esta circunstancia no supondría la anulación del juicio, sino que debería trasladarse a un posible recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

El penalista malagueño Carlos Larrañaga señala que si el magistrado advierte un error en el objeto del veredicto, lo que tenía que haber hecho es decírselo a las partes para redactar uno nuevo. «No se puede hacer lo que ha hecho el magistrado presidente; si el jurado ha considerado culpable de asesinato a la acusada, el juez no lo puede modificar (…) Las acusaciones se van a tirar al cuello, y lo van a ganar», pronostica Larrañaga. «Es una nulidad como una casa», considera.


Raquel Gago pasa de ser encubridora a ser culpable

Isabel F. Lantigua / Rafael J. Álvarez – Elmundo.es

16 de julio de 2016

«Tirón de orejas al juez», dicen en los pasillos de algunos tribunales superiores de Justicia repartidos por España. «Bueno, veremos qué dice el Supremo. El partido no ha terminado. A lo mejor, el tirón de orejas es al Tribunal Superior de Castilla y León», contestan desde Jueces para la Democracia.

Las comillas vienen a cuento de la revocación que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) hizo ayer de la sentencia del juez del caso Isabel Carrasco: la policía Raquel Gago no fue «encubridora», como dijo el magistrado, sino «culpable de asesinato», como sostenía la tesis del jurado popular. Y eso implica un agravamiento de la pena: de cinco años de cárcel a 12.

Diecinueve días había tardado el juez de la Audiencia Provincial de León, Carlos Álvarez, en dictar, el pasado 11 de marzo, la sentencia por el crimen de Isabel Carrasco, la presidenta de la Diputación de León y del PP regional.

En ella consideró culpables del asesinato a Montserrat González y a Triana Martínez, condenadas a 22 y 20 años de cárcel respectivamente, pero absolvió de esta responsabilidad a la tercera implicada, la policía local Raquel Gago, a la que condenó a cinco años por «encubrimiento» y «tenencia ilícita de armas».

Aquel fue un fallo muy polémico, porque corregía lo acordado por el jurado popular, que sí determinó que Raquel Gago era culpable de asesinato.

Tras los recursos interpuestos por todas las partes -el letrado de Gago pedía su absolución- e incluso una recogida de firmas pidiendo la libertad de la agente local, ayer su situación volvió a cambiar.

La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castila y León dictó sentencia de apelación y, así, condena a Raquel Gago Rodríguez como «cómplice del delito de asesinato» de Isabel Carrasco y le aumenta la pena a 12 años de prisión.

Un varapalo para la agente de Policía, que se encuentra en libertad bajo fianza y seguirá así hasta que la sentencia sea firme, pues aún se puede apelar al Tribunal Supremo en recurso de casación.

El TSJCyL da la razón al veredicto de los cinco hombres y cuatro mujeres que formaban el jurado popular y que declararon a Raquel Gago culpable de la muerte de Isabel Carrasco por haber contribuido a llevarla a cabo en ejecución de un plan conjunto preconcebido, mediante actos de colaboración no constitutivos de autoría.

La Sala no ha podido convalidar una condena sólo por el encubrimiento, que el jurado ya desechó en su día.

Fermín Guerrero, abogado de Raquel Gago, ha explicado a El Mundo que su cliente «está destrozada» tras este nuevo azote judicial. «Vamos a recurrir y espero que Raquel siga en libertad mientras se resuelve todo», afirma el letrado. El abogado admite que ni su cliente ni ella esperaban esta decisión y lamenta que todo este caso «esté siendo un vaivén».

De acuerdo igualmente con el veredicto del jurado, el TSJCyL ha condenado a Raquel Gago como cómplice del delito de atentado que también constituye la muerte de Isabel Carrasco, incluyéndolo en la pena impuesta. Sin embargo, la absuelve del delito de tenencia ilícita de armas, ya que el principio constitucional de presunción de inocencia no permite dar por probado que tuviera contacto con ninguna de las armas relacionadas con el crimen hasta que recogió la empleada en la comisión de éste, pero no para hacerse cargo de ella sino por cuenta ajena y para hacerla desaparecer.

La polémica sentencia de la Audiencia Provincial de León se confirma en todo lo demás, acogiendo los recursos de las acusaciones y desestimando los de las otras dos condenadas, Montserrat y Triana.

Además de la pena de 12 años de prisión, el Tribunal impone a Gago la inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena y la prohibición de aproximase a Loreto Rodríguez Carrasco y Jesús Luis López-Brea Fernández (hija y pareja de la víctima) en cualquier lugar en que se encuentren o de comunicarse con ellos por cualquier medio durante 20 años.

La revocación de la sentencia del juez Carlos Álvarez anduvo ayer en boca de muchos agentes jurídicos. Fuentes de dos Tribunales Superiores de Justicia comentan que el recorrido que ha tenido este caso «no es habitual». «El Tribunal Superior de Castilla y León viene a decirle al juez: «Si pensabas que el jurado había motivado bien los hechos probados, ¿por qué los calificaste distinto y rebajaste la pena?». Así que ahora el alto tribunal discrepa de la calificación del juez, le corrige y avala el trabajo del jurado, subiendo la pena. Vamos, un claro tirón de orejas al juez», sostienen en los Tribuinales Superiores.

No tan claro lo tiene el magistrado Iñaki González, portavoz de Jueces para la Democracia, que habló ayer con El Mundo aclarando que aún no ha podido leer la sentencia en su totalidad. «Aunque no dispongo de la sentencia al completo, me ha sorprendido la dureza de la pena impuesta por el Tribunal Superior de Castilla y León. Me parece muy elevada. Supongo que se recurrirá en casación. Y en el Supremo veremos para quién es el tirón de orejas, porque la historia no ha terminado aquí. Quizá el tirón de orejas acabe siendo para el Tribunal Superior de Castilla y León».


El Supremo eleva en dos años la pena a Gago por el asesinato de Isabel Carrasco

Reyes Rincón – Elpais.com

15 de diciembre de 2016

El Tribunal Supremo ha estimado este jueves la petición del fiscal y ha incrementado en dos años -hasta los 14 en total-, la pena impuesta a la policía municipal de León, Raquel Gago, por el asesinato en mayo de 2014 de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Por otra parte, la Sala ha confirmado las condenas a 22 y 20 años de cárcel impuestas a Montserrat Ascensión González y a su hija Montserrat Triana Martínez por el crimen.

El Supremo celebró este miércoles la vista pública de los recursos contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCL) que condenó a González y Martínez. Respecto a Raque Gago, ha aceptado el recurso del fiscal que pedía añadir a sus 12 años de condena por complicidad en el crimen, otros dos años de prisión por la de tenencia ilícita de armas. Por contra, el alto tribunal ha rechazado los recursos de las defensas de las tres inculpadas en el asesinato.

Durante la vista pública, presidida por el magistrado Manuel Marchena, el abogado de Gago, Fermín Guerrero, pidió la absolución de la policía porque, según aseguró, no hay pruebas que acrediten que participó en un plan preconcebido para matar a Carrasco. En su opinión, el relato del tribunal de Castilla y León para condenar a Gago está lleno de imprecisiones y suposiciones. El letrado pidió además que, si no se consideraba su petición de absolución, se anulara la sentencia y se celebrara un nuevo juicio por «incongruencia» en el pronunciamiento del jurado popular sobre la participación de Gago en los hechos debido a que había contradicciones en las preguntas que el tribunal les hizo.

El Supremo ha rechazado estas peticiones y ha aceptado la del fiscal, que pedía elevar en dos años la condena por el delito de tenencia ilícita de armas, al que sí le condenó la Audiencia Provincial de León pero del que le absolvió el tribunal autonómico. «No cabe la menor duda de que Raquel Gago tenía conocimiento y aceptó hacerse cargo del arma, un arma del que además conocía que era un revólver sin licencia, que había sido alterada con un punzón para borrar su número y que tuvo en su poder durante al menos 30 horas después del crimen», sostuvo el fiscal durante la vista.

Respecto a Montserrat Martínez, autora confesa de los disparos que mataron a la presidenta de la diputación de Léon, el Supremo no ha contemplado la posible eximente parcial de trastorno paranoide que pedía su abogado.

El fallo ha sido hecho público este jueves y, aunque la sentencia todavía no ha sido redactada, ha sido comunicado a la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León a los efectos oportunos.


Raquel Gago ingresa en prisión: «Ha sido un proceso injusto»

Isabel F. Lantigua – Elmundo.es

20 de diciembre de 2016

Después de que la Audiencia Provincial de León denegara la petición que presentó la defensa de Raquel Gago para que se prorrogase durante 10 días su ingreso en prisión mientras duraban los trámites que van a iniciar para solicitar su indulto al Gobierno, la que fuera policía local de León ha ingresado este martes por la noche en el centro penitenciario de Mansilla de las Mulas (León).

El auto del Alto Tribunal establecía que «no ha lugar a lo interesado por la representación de la condenada Raquel Gago Rodríguez», por lo que la mujer, condenada a 14 años -según la última revisión de su condena efectuada por el Supremo-, por el crimen de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, debía entrar en la cárcel dentro de las 72 horas siguientes desde que se decretara su ingreso.

Antes de entrar en la cárcel a las 21.00 horas, Gago ha declarado ante los numerosos periodistas que allí se congregaban que seguirá luchando por demostrar su inocencia y ha denunciado que en el proceso judicial que ha culminado con su condena se han producido numerosas irregularidades.

«Este ha sido un procedimiento muy injusto», ha declarado una serena Raquel Gago que ha llegado a la cárcel acompañada por su hermana, otro familiar y el abogado que la asistió en la vista celebrada el pasado viernes en la Audiencia de León, Felipe Lozano, y ha reiterado que ingresa en prisión «a pesar de ser inocente».

«La gente de la calle debería saber la verdad y la verdad no ha salido en este juicio», ha declarado Raquel, además de afirmar que «las cosas se tienen que comprobar» y no hacer caso de las opiniones antes de dictar una sentencia condenatoria.

También ha subrayado que «los hechos» que demuestran su inocencia «están en la documentación» y que «cualquiera los puede consultar».

Su abogado, Fermín Guerrero, presentó el lunes por la tarde, tras la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que ordenaba el ingreso inmediato en prisión de Gago, en el que insistía en que «no existe riesgo alguno de fuga de mi mandante» y que «la orden que tiene la Policía Nacional de detención inmediata de mi patrocinada para su ingreso en prisión vulnera los más elementales derechos constitucionales».

Durante una vista del pasado viernes en la Audiencia de León, Raquel Gago hizo uso de su derecho a cerrar la sesión y expresó su desacuerdo con la decisión del Supremo. Sigue manteniendo que es inocente, al igual que hizo durante el juicio, y anunció que agotará todas las vías legales a su alcance contra la condena que le ha sido impuesta.

Gago perderá su empleo como agente de la Policía Local de León después de la sentencia del Supremo. Hasta ahora se encontraba en suspensión de funciones.

Docs

SENTENCIA – AUDIENCIA PROVINCIAL DE LEÓN (10-03-2016)

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