El asesinato de Gualberto Villarroel

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Gualberto Villarroel
  • Clasificación: Magnicidio
  • Número de víctimas: 1
  • Fecha del crimen: 21 de julio de 1946
  • Fecha de nacimiento: 15 de diciembre de 1908
  • Perfil de la víctima: El presidente de Bolivia, Gualberto Villarroel López, de 37 años
  • Método del crimen: Linchamiento
  • Lugar: La Paz, Bolivia
  • Estado: Derrocado por una turba, que lo sacó del Palacio de Gobierno para posteriormente arrastrarlo por la plaza mientras era apuñalado y golpeado cruelmente, y una vez muerto lo colgó en la plaza Murillo, en La Paz junto con tres de sus colaboradores
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El asesinato de Gualberto Villarroel

José María Ollé Romeu – Un siglo de magnicidios (1964)

Presidente de Bolivia (20 de julio de 1946)

Bolivia es un gran productor de minerales que se exportan a los países más industrializados, representando este comercio el noventa y ocho por ciento de las exportaciones del país, el setenta y siete por ciento de las cuales corresponde al estaño.

La política boliviana depende completamente de la producción minera, y la mayor parte de los cambios políticos, realizados por medio de elecciones o revoluciones, son promovidos en contra o a favor de los intereses mineros.

La exportación de minerales ha eliminado la exportación de cualquier otro producto, y, directa o indirectamente, la industria minera es la base principal de los ingresos fiscales del Estado y la única riqueza que posee el país, dependiendo de ella su prosperidad.

El principal producto minero es el estaño, aunque también se explotan yacimientos de cobre, tungsteno, bismuto, plata, oro, plomo, cinc y antimonio. Bolivia parece poseer una de las más importantes reservas de petróleo de Sudamérica, pero la falta de capitales y los problemas planteados con las compañías norteamericanas han impedido una gran explotación.

Las minas de estaño están situadas a altitudes de cuatro mil y cinco mil metros. Esta situación, unida a la complejidad del mineral y su costoso transporte a los puertos chilenos y peruanos, obliga a desembolsar grandes capitales a las empresas productoras. El beneficio de los minerales estanníferos no se realiza en Bolivia, sino en los países importadores de mineral, entre los que destaca Estados Unidos.

La producción de estaño varía cada año según una cuota fijada anualmente por el Comité Internacional del Estaño para impedir que la superproducción baje los precios del mercado internacional. Este comité realiza una función monopolística, no siempre favorable a Bolivia.

Los mismos intereses que han desarrollado la industria extractiva en Bolivia han impedido que el país alcance un desenvolvimiento agrícola e industrial suficientemente para autoabastecerse. Así los ingresos obtenidos por la venta de los minerales deben emplearse en la compra de productos de consumo, en los mismos países que han importado el mineral boliviano. La producción triguera alcanza el quince por ciento de las necesidades del país, necesitándose importar el resto.

La producción minera constituye el único medio de vida de la mayor parte de la población del país, y una oscilación hacia la baja del precio internacional del estaño repercute dolorosamente en Bolivia, llevando el hambre y la desesperación a numerosas familias de mineros.

La altura de los yacimientos sólo permite trabajar en ellos a los indios, que están adaptados desde hace mucho tiempo a vivir en semejantes altitudes. Las condiciones de trabajo son malas, y los sueldos, miserables, lo que ha motivado numerosos estallidos de protesta, que ensangrientan la historia de Bolivia.

Los indios forman más del cincuenta por ciento de la población, perteneciendo principalmente a dos razas primitivas: los quechuas y los aymaras. Los mestizos o cholos representan un veintisiete por ciento de la población, y los europeos, el trece por ciento.

Los europeos, aunque son una minoría, siempre han sido los que han dirigido el país; pero su número disminuye en vez de aumentar, debido en parte a los escasos emigrantes europeos que desean establecerse en Bolivia, por las dificultades económicas que esto encierra.

Otra dificultad para el normal desarrollo demográfico de Bolivia son los prejuicios sociales de raza, que han impedido la mezcla de blancos e indios. La misma población india, que trabaja en las minas en condiciones de subalimentación, decrece de año en año. Todo esto plantea un grave problema demográfico a Bolivia, que preocupa a los diferentes gobiernos que van turnando en el poder.

Otro problema que tiene planteado Bolivia es el del analfabetismo, que afecta a un ochenta por ciento de la población. Esta cifra tiende a bajar debido a los esfuerzos de los distintos gobiernos para solucionar este problema.

La historia de Bolivia durante la Segunda Guerra Mundial está directamente influida por el aumento de la demanda de minerales estratégicos por las potencias beligerantes. El gobierno del general Enrique Peñaranda, elegido en marzo de 1940, orientó su política hacia Estados Unidos mediante un acuerdo, sobre la venta de minerales estratégicos, principalmente estaño y tungsteno.

Pero el precio acordado fue muy pronto superado por el alza general, lo que afectó también al aumento del coste de vida, principalmente de los indios que trabajaban en las minas y que ya tenían, antes del alza, un nivel de vida bajísimo.

El malestar entre la población minera era fomentado por agentes alemanes, interesados en perjudicar la producción de minerales que se exportaban a Estados Unidos. Para evitar el colapso de la industria minera, Estados Unidos aceptó un aumento en el precio del mineral; pero, al no mejorar la situación económica de los mineros, éstos promovieron huelgas y disturbios.

En Catavi, en diciembre de 1942, los mineros organizaron una huelga contra el sistema de suministros de alimentos y pidieron un aumento de su miserable salario. La huelga fue declarada ilegal por el gobierno y ahogada mediante fusilamientos en masa.

En 1943 persistió el malestar, lo que aprovechó el gobierno para declarar la guerra a Alemania en abril de 1943, gracias a lo cual pudo militarizar la industria minera e impedir cualquier mejora social solicitada por los obreros.

Para evitar el desprestigio que su política motivaba entre los bolivianos, el presidente Peñaranda intentó atraerse una parte de la población con la vieja exigencia nacionalista de obtener una salida al mar, lo que dio motivo a que las relaciones diplomáticas con Chile llegaran a ser peligrosamente tirantes. De este modo intentó el presidente menguar la enconada oposición de la izquierda revolucionaria a su gobierno.

Este clima de descontento fue aprovechado por un grupo de jóvenes oficiales nacionalistas, que, apoyados por el partido Movimiento Nacionalista Revolucionario, dirigido por Paz Estensoro, dieron un golpe de Estado, arrestando al presidente Peñaranda. El nuevo gobierno proclamó presidente provisional al comandante Gualberto Villarroel.

Al principio el nuevo gobierno tuvo un carácter nacionalista que hizo que Estados Unidos, alarmado, se negara a reconocerlo si no dimitían de sus cargos de ministros varios elementos públicamente antinorteamericanos. El nuevo gobierno tuvo que aceptar las condiciones norteamericanas y seguir una política exterior parecida a la de los predecesores, siendo reconocido por Estados Unidos.

En julio el gobierno de Gualberto Villarroel organizó unas elecciones, en las que triunfó plenamente. Poco a poco el nuevo gobierno se amoldaba a los intereses mineros que dominaban el país, olvidando las reivindicaciones sociales prometidas durante el golpe revolucionario que lo llevó al poder.

La situación empeoró por la baja del treinta por ciento sobre el precio del tungsteno, en el mercado internacional, y por el movimiento revolucionario que dio comienzo en Oruro el 20 de noviembre de 1944 y que fue ahogado en sangre.

El año 1945 transcurrió con bastante inseguridad. Gualberto Villarroel sufrió un atentado el 12 de marzo, e intentó atraerse el favor popular estableciendo relaciones diplomáticas con la U.R.S.S. y rompiendo con España. A fines de año comenzaron a percibiese signos de descomposición en su gobierno.

En mayo de 1946 el gobierno sólo alcanzó una débil mayoría en las elecciones. El 13 de julio estalló una sublevación armada, que pudo ser dominada, después de varias horas de lucha, gracias al apoyo del ejército. Pocos días después la Universidad de la Paz se declaró en huelga como protesta por la miserable situación de los trabajadores.

Villarroel intentó solucionar la crisis formando un gobierno militar; pero al día siguiente grupos armados de estudiantes y obreros se enfrentaron con la policía en las calles de la capital. Los revolucionarios asaltaron el palacio del gobierno a la una y media de la tarde del domingo día 20.

Tras dura lucha penetraron dentro del edificio, donde hallaron herido a Gualberto Villarroel. Los más fanáticos arrojaron al presidente por un balcón y le colgaron después en una farola, frente al edificio del palacio. Junto al presidente murieron varios de sus íntimos colaboradores.

Después de cinco días de choques sangrientos, el total de muertos se elevaba a doscientos sesenta. El triunfo de la revolución fue posible gracias a la posición neutral tomada a última hora por el ejército, lo que enfrentó a los revolucionarios solamente con la policía, que se desmoralizó rápidamente al carecer del apoyo militar.

La revolución fue motivada por las dificultades económicas originadas por la baja de los precios internacionales de los materiales estratégicos al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Y la organizaron los elementos izquierdistas, ante el fracaso de la política nacionalista que elevó al propio Gualberto Villarroel a la presidencia de la República.

La política de Bolivia entraña una gran dificultad, ya que depende completamente de los capitales extranjeros, que se oponen a toda transformación de tipo social que pueda perjudicarlo. Este hecho enfrenta en los momentos de crisis económica a una masa indígena, que representa el ochenta y cinco por ciento de la población, con las grandes compañías mineras. La inseguridad que esto origina ha hecho decir a un poeta hispanoamericano: «El lugar más inseguro de Bolivia es el palacio del presidente de la República.»


El asesinato de Gualberto Villarroel

Gonzalo Valenzuela Monroy

Tal vez sea uno de los pasajes más dramáticos de nuestra turbulenta historia, por las connotaciones violentas y sangrientas que terminaron con el Gobierno y la vida del presidente Gualberto Villarroel.

Hace sesenta años, el 21 de julio de 1946, Gualberto Villarroel era linchado y colgado en un farol de la plaza Murillo de la ciudad de La Paz por una chusma enfurecida que invadió el Palacio de Gobierno.

En dos oportunidades he tenido la posibilidad de conversar, primero con el coronel Luis Arce Pacheco, uno de los protagonistas de aquellos lamentables sucesos, y con familiares del abogado Luis Uría de la Oliva, secretario privado de Gualberto Villarroel, que fue inmolado junto a su jefe, el teniente Waldo Ballivián, y el señor Roberto Hinojosa.

El relato de las últimas horas de Gualberto Villarroel y sus acompañantes más leales ha sido hecho por varios historiadores, pero creo que lo más próximo a la verdad ha sido resumido por Enrique Rocha Monroy en su libro El rostro de la furia, porque precisamente coincide con la versión que me contaron las personas antes nombradas.

Entre tanto, los cabecillas ubicaron el escondite. Uría corrió escaleras arriba, pudo ingresar en una oficina del segundo piso y dejar en el escritorio un papel escrito mucho antes: «Qué Dios misericordioso ampare a mi mujer y mis hijos», y luego lo alcanzó una ráfaga. La turbamulta lo linchó. Abajo Waldo Ballivián, en acto desesperado, quiere cubrir con su cuerpo la puerta de acceso para evitar la muerte de su presidente. Otra ráfaga de ametralladora lo mata. Los ojos verdes de Villarroel miran el rostro de la furia de los victimadores. Y de pronto se llenan de sangre. Y antes de expirar, sus ojos miran hacia el cielo, como queriéndole decir a Dios: «No soy enemigo de los ricos, pero soy más amigo de los pobres».

Enseguida comenzó la sangrienta faena de la turba ansiosa. Los cuerpos son conducidos hasta los balcones del Palacio de Gobierno y desde allí arrojados a la calzada. Cuatros cuerpos desnudos, ya mutilados, fueron arrastrados en procesión macabra para colgar de los faroles a Villarroel, Uría, Ballivián e Hinojosa.

Ésta fue, sin duda alguna, la más lamentable acción de una chusma delincuencial que recuerda la historia del pasado siglo, tan delincuencial como el colgamiento posterior, en el mes de noviembre, del mayor Max Toledo, en la plaza de San Pedro.

Han pasado sesenta años desde la inmolación de Gualberto Villarroel y el tiempo y su proceso político nos dicen que fue un Gobierno militar de carácter popular con posterioridad a las enseñanzas sociopolíticas y económicas de la Guerra del Chaco.

Actualmente, Gualberto Villarroel tiene su plaza, su lugar en la historia y su monumento, y su tumba siempre es homenajeada. En cambio, nadie se acuerda de quienes comandaron la turba que lo asesinó una fría tarde de julio de 1946.

Alguien escribió alguna vez: «El pasado es una obra de arte que está libre de incongruencias y de hechos inexplicables». Mi deseo ha sido reproducir, muy brevemente, por cierto, los hechos de este dramático pasaje de nuestra historia, después de transcurridos sesenta años, pero no antes de que las incongruencias y los hechos inexplicables, que constituyen la parte interesante de la historia, se hayan desvanecido.


Gualberto Villarroel

Wikipedia

Gualberto Villarroel López (Villa Rivero, Cochabamba, Bolivia; 15 de diciembre de 1908; La Paz, Bolivia; 21 de julio de 1946) fue un militar y político boliviano, presidente de la Junta Militar de Gobierno (1943-1944), presidente provisorio (1944-1945) y presidente constitucional (1945-1946).

Un reformista, a veces evaluado por sus simpatías fascistas, otras por sus vínculos con el presidente argentino Juan Domingo Perón y sus alegatos de tercer posicionismo. Pero sobre todo es recordado por su trágica muerte, el día que una turba lo depuso del poder, asesinándolo y luego colgando públicamente su cadáver.

Biografía

Gualberto Villarroel nació en la Villa Rivero el 15 de diciembre de 1908. Ingresó al Colegio Militar del Ejército de donde egresó como subteniente. Gualberto Villarroel fue un héroe de la Guerra del Chaco (1932-1935) contra Paraguay. Después de la crisis económica boliviana producto del conflicto, se percató de las más necesarias y profundas reformas que necesitaba Bolivia y apoyó la dictadura progresista militar-socialista de David Toro Ruilova y Germán Busch Becerra (1936-1939).

Después del suicidio del coronel Busch en agosto de 1939, las fuerzas conservadoras junto con la oligarquía minera tomaron el poder y propiciaron las elecciones de 1940, en las que el tradicional y oligárquico partido ligado a los intereses mineros (conocidos como La Rosca) triunfaron en las urnas con el general Enrique Peñaranda. Gualberto Villarroel era parte de los más jóvenes e idealistas oficiales militares que habían dado apoyo a Busch y a Toro.

El 20 de diciembre de 1943, el mayor Gualberto Villarroel lideró un golpe de estado contra el presidente Peñaranda, y se convirtió de facto en el presidente de Bolivia.

Colocó como su ministro de Gobierno al Gral. Alfredo Pacheco Iturri. Promulgó un número de reformas profundas, incluidas el reconocimiento a los sindicatos y el derecho a pensión y al retiro voluntario y la abolición permanente del pongueaje y mitaje (modos de servidumbre instaurados durante la Colonia, siglos atrás).

También realizó el deseo de Busch de crear una asamblea indígena, la primera de este tipo en la historia de América Latina, e instituyó reformas sociales. En virtud de la promulgación de la nueva Constitución de 1945, Gualberto Villarroel fue elegido presidente constitucional para un período de 6 años.

Fundó el movimiento nacionalista-militar Razón de Patria.

En el frente internacional, Gualberto Villarroel encontró formidables obstáculos, por la reticencia del gobierno de Estados Unidos en reconocerle como presidente de Bolivia, debido a su visión modernista de un país libre, productivo y equitativo.

Asesinato

El 21 de julio de 1946 Gualberto Villarroel fue derrocado por una turba, que lo sacó del Palacio de Gobierno para posteriormente arrastrarlo por la plaza mientras era apuñalado y golpeado cruelmente, y una vez muerto lo colgó en la plaza Murillo, en La Paz, junto con tres de sus colaboradores: Luis Uría de la Oliva (su secretario privado), el capitán Waldo Ballivián (su edecán) y Roberto Hinojosa (director del periódico Cumbre).

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