
El asesino de Liermo
- Clasificación: Asesino en masa
- Características: Enfrentamiento por doscientos metros cuadrados de tierra
- Número de víctimas: 7
- Fecha del crimen: 27 de noviembre de 1980
- Fecha de nacimiento: 1916
- Perfil de la víctima: Inocencio Palacio Presmanes, de 38 años / Juan Manuel Beci, de 40 / Vicente López Díaz, de 68 / Manuel y Amalio Revuelta, de 58 / María Concepción Cruz Cedrún / Encarnación Cruz Pérez, de 62
- Método del crimen: Arma de fuego
- Lugar: Liermo, Santander, España
- Estado: Se suicidó el mismo día disparándose en la cabeza
Índice
- 1 Angel Campo Solana – El asesino de Liermo
- 2 200 guardias civiles rastrean los montes de Liermo, en busca del presunto asesino que mató a siete vecinos
- 3 Emocionante sepelio de las siete víctimas del crimen de Liermo
- 4 Encontrado muerto el presunto asesino de siete personas en Santander
- 5 El asesino de Liermo se suicidó poco después de dar muerte a siete personas
Angel Campo Solana – El asesino de Liermo
Última actualización: 20 de febrero de 2016
Ángel Campo Solana, de 64 años, casado y con hijos, había sufrido una expropiación de terrenos, lo que le llevó a enfrentarse con numerosos convecinos de la pequeña localidad santanderina de Liermo, especialmente con los miembros de la Junta Vecinal, a los que fue buscando y dando muerte el 27 de noviembre de 1980.
Aparecieron los cadáveres de siete personas, tres de ellas miembros de la Junta. Los otros eran familiares que acompañaban a las víctimas. Además, la venganza de Ángel se dirigía contra otra familia con la que había tenido anteriores disputas, asesinando a dos de sus miembros e hiriendo a otro de un disparo.
El cadáver de Campo fue hallado días más tarde en el interior de un nicho del cementerio de la vecina localidad de Langre. La autopsia reveló que se suicidó pocas horas después de cometer los crímenes.
200 guardias civiles rastrean los montes de Liermo, en busca del presunto asesino que mató a siete vecinos
Victor Gijon – El País
29 de noviembre de 1980
Veinticuatro horas después de que el vecino de la localidad santanderina de Liermo Angel Campo Solana, disparara su escopeta de caza contra ocho de sus convecinos, dando muerte a siete de ellos, las numerosas fuerzas de la Guardia Civil no han conseguido aún localizar al presunto asesino.
Liermo, situado a unos 35 kilómetros de la capital, era, en la mañana de ayer, un pueblo fantasma, en el que sólo eran visibles las fuerzas del orden que, en número cercano a los dos centenares, participaban en el «peinado» de los montes que rodean al pueblo, así como los familiares de Angel Campo. Ni éstos ni el resto de los habitantes de Liermo, donde acaso todas las familias han perdido alguno de sus miembros, terminan de encontrar una explicación lógica.
A primeras horas de la mañana de ayer, la impresión que se obtenía al llegar a Liermo era la de encontrarse ante una de esas numerosas poblaciones a las que la emigración ha ido sangrando progresivamente, hasta que sólo son un nombre en el mapa.
En el estrecho camino vecinal que une la citada población con la carretera comarcal que enlaza Hoznayo y Noja, sólo la presencia de vehículos de la Guardia Civil denota la existencia de la tragedia.
Uno o dos coches particulares hacen el recorrido contrario al nuestro, reducen la marcha y, con ojos enrojecidos y mirar desconfiado, observan fijamente a los «intrusos».
El núcleo principal de casas de Liermo -no más de ocho, estando el resto diseminadas a lo largo de un amplio espacio de terreno- pasa prácticamente inadvertido para el visitante que se encuentra de pronto ante una pista forestal, principio y fin de la carretera que muere en el pueblo.
El silencio, la sospecha de que tras las cortinas y contraventanas cerradas se esconden personas que tardarán mucho en olvidar la bruma de terror en la que les ha sumido el asesinato múltiple, es una losa que pesa no sólo sobre los pocos vecinos que se aventuran a recorrer las calles de barro y agua, sino sobre los efectivos de la Guardia Civil.
La excepción a este éxodo masivo, exterior o interior, de los no más de cincuenta vecinos de Liermo, es la familia del presunto asesino. Su mujer, Esperanza, refugiada en su domicilio desde que tuvo conocimiento de los hechos, por lo que en un primer momento se pensó podría encontrarse junto a su marido, espera al lado de sus hijos noticias de su esposo.
Podría haberse suicidado
Porque si bien es cierto que los numerosos rastreos de la Guardia Civil, ininterrumpidos desde la siete de la tarde del jueves, no han dado hasta el momento resultado alguno, nadie puede asegurar cuál ha sido el destino del presunto homicida.
Para unos, podría encontrarse escondido en los tupidos bosques o en las cuevas situadas en un monte cercano; pero de difícil acceso, descartándose que haya podido romper el cerco policial; en este último sentido apuntaron las primeras hipótesis policiales, investigándose los pueblos de las cercanías donde Angel contaba con familiares o amigos.
Para otros, el paso del tiempo y la lógica reflexión sobre lo hecho, serían razones suficientes para que Angel Campo hubiera puesto fin a su vida, de la misma forma que la utilizada para llevar a cabo el séptuple asesinato.
Pinos y eucaliptos rodean, cual fortaleza inexpugnable, al pequeño pueblo, cuyo núcleo principal de población se encuentra en una loma, desde la que se domina un reducido valle cercado por una barrera de pinos. De cuando en cuando, empapados en la lluvia torrencial que desde hace días cae sobre la provincia, y que hace aún más insoportables las bajas temperaturas, pequeños grupos de guardias civiles hacen un alto en la difícil tarea de escudriñar kilómetros y kilómetros de bosque y malezas.
Con el apoyo de un perro especialmente adiestrado, al que le fueron dadas a olfatear diversas prendas del huido, se encontró un rastro claro en una casa abandonada situada en las afueras de la población. Este rastro continuó durante varios cientos de metros a lo largo de la carretera vecinal, para tomar después un pequeño camino que llevaba al domicilio de los hermanos Manuel y Amalio Revuelta, y allí, aparentemente, finalizar.
Una reconstrucción de los hechos, fragmentaria y de difícil corroboración, situaría la acción a la inversa. Así podrían haber sido asesinados primero los hermanos Revuelta, aunque probablemente el objetivo de Angel Campo fuera tan sólo Amalio, en tanto que miembro de la junta vecinal.
La mujer de éste, Encarnación Cruz, fue encontrada, por su parte, con un disparo de perdigones que le atravesaba la mano, alcanzándole en el pecho, por efectivos de la Guardia Civil, a la 1.15 de la madrugada, en un prado alejado de su domicilio, pero cercano a la citada casa deshabitada, lugar en el que pudo encontrarse con el presunto asesino cuando éste regresaba de matar a su esposo y al hermano de éste.
Sí parece, en cambio, fuera de toda duda que el objetivo de Angel Campo se centraba en las personas de los tres miembros de la junta vecinal de Liermo: su presidente, Inocencio Palacio Presmanes, de 38 años de edad, y los vocales Vicente López Díaz, de 68 años de edad, y el ya citado Amalio Revuelta, que contaba con 58 años de edad.
La presencia de otros miembros de las citadas familias o los encuentros casuales a lo largo del periplo sangriento hizo que la venganza se cobrase otras víctimas. Inocencio Palacio sería el primero en caer abatido a campo abierto, aproximadamente a media tarde, por el disparo certero de Angel -«era un excelente cazador desde muy niño», señalaron personas que le conocen, en tanto que su familia añadió que «en este tiempo solía salir, a la caída de la tarde, al paso de la sorda» (becada)-.
Seguidamente se dirigió en busca de Amalio Revuelta, al que encontró en compañía de su hermano Manuel, disparando contra ambos desde una ventana y causándoles la muerte intanstáneamente. En su retirada es posible que encontrase a la mujer del primero de éstos, Encarnación Cruz, de 62 años de edad, abatida también de un solo disparo.
Enemistad familiar
Juan Manuel Beci, de cuarenta años de edad, tenía su casa colindando con la que habita el homicida, y allí recibió un tiro en la cabeza cuando se encontraba trabajando en la cuadra, a escasos metros del terreno en litigio, y que aparentemente fue la causa de la tragedia que hoy vive Liermo.
La enemistad entre estas dos familias parece que viene de lejos, culpándose mutuamente de las pequeñas riñas que entre ambos se entablaban, si bien no parece que su muerte tenga nada que ver con el litigio establecido entre Angel y la junta vecinal en torno al terreno que éste consideraba de su propiedad.
Situado en el linde del camino vecinal, el disputado terreno, en la actualidad explanado, espera las obras que le convertirán en un diminuto parque infantil. Un pequeño, pero necesario, lugar de asueto para los escasos niños del pueblo, donde, a buen seguro, habrían jugado los nietos de Angel -«son tres», nos decía, entre lágrimas, el hijo del presunto asesino, «y les hemos mandado fuera del pueblo después de lo que ha hecho su abuelo»- y los hijos de Elisa Beci Cruz, que ahora se recupera en el centro médico Marqués de Valdecilla de las heridas de pronóstico reservado que el disparo de Angel le causó en cuello y cara.
Cinco niños que difícilmente podrán olvidar los momentos de terror que pasaron encerrados en el cuarto de baño de su casa, de donde una de las niñas saltaría a la calle por una ventana, intentando huir del agresor.
Elisa ha sido la única de los agredidos que consiguió salvar su vida. Un disparo cuando se encontraba en la cocina de su casa (aún visible el cristal roto por el impacto) le produjo las heridas reseñadas. Los gritos de ésta alertaron a su madre, María Concepción Cruz Cedrún, quien, al acudir, recibiría el impacto mortal de los perdigones en el pasillo de su domicilio.
Antes, Angel Campos se cobraría la vida del tercer miembro de la junta vecinal, Vicente López Díaz, quien recibió dos disparos (uno en el pecho y otro en la parte posterior de la cabeza) cuando se encontraba realizando trabajos de labranza en el pajar de su casa. A partir de ese momento, nada se sabe del presunto asesino y ninguna persona parece haberle visto.
«No era capaz»
La dispersión de las casas en las que habitaban las personas asesinadas y la costumbre de oír los disparos de Angel Campo todas las tardes cazando las sordas, unido a que hasta momentos antes de que iniciase su marcha trágica estuviera apaciblemente cortando leña en la puerta de su casa, son, entre otras, las razones de que no fuera posible conocer de inmediato lo sucedido.
Sólo la voz de alarma dada por la única persona que no recibió heridas mortales pondría en aviso a las fuerzas de la Guardia Civil, que llegaron al pueblo sobre las siete de la tarde, tardando casi seis horas en poder establecer el balance definitivo de víctimas. «No lo podemos entender; él no era una persona capaz de hacer esto», afirman los familiares de Angel Campo.
Otros vecinos, sin embargo, opinan que aquél nunca se llevó bien con el resto de los habitantes del pueblo, con los que mantenía continuas discusiones. Serafín Gutiérrez, párroco de Liermo desde hace 37 años, manifestaba apesadumbrado que le era imposible creer lo sucedido: «Me siento como si flotara», dijo, para añadir que «les conocía muy bien, les he casado, he bautizado a sus hijos y todos, todos, eran excelentes personas y gente buena de este pueblo, en el que el peor soy yo».
Sea como fuere, ayer todo un pueblo lloraba unánimemente, en un ambiente sobrecogedor, la muerte de familiares, amigos o, simplemente, vecinos. Los preparativos del funeral múltiple, que hoy a las doce se celebrará en la iglesia parroquial de Omoño, se llevan a cabo en el máximo de los sigilos y ante la mirada curiosa y atenta de las patrullas de la Guardia Civil. Y ante éstos, y ante todos los vecinos, la figura alta y delgada de un hombre que, a sus 64 años, aunque aparentaba diez menos en opinión de sus conocidos, se ha convertido de la noche a la mañana, parece ser, en un homicida.
En Cantabria, las vacas son el animal sagrado ante el que se sacrifican diariamente miles de pequeños ganaderos. En Liermo, quién más y quién menos tiene dos o tres cabezas de ganado, cuyos productos son soporte importante de su economía.
Ayer, al abandonar éste pueblo, escenario involuntario de una tragedia difícilmente olvidable, las ollas en las que se deposita la leche para su recogida estaban significativamente vacías. Como vacías estaban calles y casas, donde el recuerdo de los fallecidos se mezcla con el terror y el miedo a que la pesadilla no haya aún terminado.
Emocionante sepelio de las siete víctimas del crimen de Liermo
Victor Gijon – Elpais.com
30 de noviembre de 1980
Millar y medio de personas asistieron, en la mañana de ayer, a los funerales por las víctimas del séptuble asesinato, cometido en la tarde del pasado jueves en el pueblo de Liermo (Santander). Entre tanto, continúan los trabajos de búsqueda del presunto homicida, Angel Campo Solana, en torno a cuya suerte corren los más variados y diversos rumores. «Igual el abuelo (Angel Campo) nos está observando desde algún punto del monte», comentó uno de los enterradores, ante el asentimiento de familiares y vecinos de los fallecidos.
A las once de la mañana de ayer partían desde el depósito de cadáveres del centro médico nacional Marqués de Valdecilla los siete furgones transportando los cadáveres de Inocencio Palacio, Juan Manuel Beci, Vicente López, Manuel y Amalio Revuelta, Maria Concepción Cruz Cedrún y Encarnación Cruz Pérez, asesinados en la tarde del pasado jueves por su convecino Angel Campo Solana.
La comitiva llegaría una hora después frente a la iglesia de Omoño, en la que estaba prevista la celebración de los actos fúnebres, al encontrarse la iglesia parroquial de Liermo semidestruida.
Los féretros, llevados a hombros de familiares y amigos, hicieron su entrada en la pequeña iglesia abarrotada de público desde mucho antes, en medio de un impresionante silencio, tan sólo roto, de cuando en cuando, por el llanto de numerosas personas.
Oficiaron la misa los párrocos de las dos localidades citadas y el vicario general del obispado de Santander, Carlos Osoro. Este sería el encargado de pronunciar la homilía, en la que destacó las cualidades humanas de los asesinados, finalizando con un llamamiento a la paz y a la concordia de todos. Una gran parte del público asistente se vio obligado a seguir la celebración desde el exterior de la iglesia, de reducidas dimensiones, y en la que los siete ataúdes ocupaban, prácticamente, toda la parte delantera.
Poco después de iniciado el acto, llegaron a la iglesia el gobernador civil de Santander, Emilio Contreras; el presidente de la Diputación Provincial, José Antonio Rodríguez; el diputado provincial de la zona y el alcalde del municipio de Ribamontán al Monte, al que pertenece Liermo, y que dificultosamente consiguieron abrirse paso hasta el interior del centro.
Finalizado el acto religioso, una larga hilera de coches, al frente de los cuales marchaban los furgones mortuorios, inició el recorrido de los aproximadamente cuatro kilómetros que separan Omoño de Liermo. En esta localidad, el pequeño cementerio se encontraba lleno de público.
A lo largo de la tarde de ayer, un grupo de albañiles tuvo que trabajar a marchas forzadas para dejar listos seis nuevos nichos, uno de los fallecidos fue enterrado en el único panteón familiar existente, lo que evidencia la escasa población de aquella localidad. Las lógicas escenas de dolor tuvieron su contrapunto en la absoluta serenidad con que se desarrollaron todos los actos.
Gran despliegue policial
Según las últimas noticias recogidas en medios de la Guardia Civil, que continúa con un importante despliegue de fuerzas policiales, no hay ningún rastro del huido, aunque comienza a tomar cuerpo la hipótesis de que pueda encontrarse refugiado en alguna de las cuevas existentes, cuyo acceso es prácticamente imposible para quienes no conozcan perfectamente el terreno.
Una información recogida a última hora de ayer señala que el alcalde de Ribamontán al Monte habló recientemente con el presunto asesino, al objeto de tratar de la reconstrucción de la iglesia parroquial, respondiendo Angel que, en su opinión, existían otros problemas más importantes, señalando, en concreto, el de la supuesta expropiación de una finca que él consideraba suya, pero que según la junta vecinal, era propiedad del municipio.
Encontrado muerto el presunto asesino de siete personas en Santander
Victor Gijon – El País
2 de diciembre de 1980
A las 16.30 horas de ayer, un vecino de Langre (Santander) descubrió, en el cementerio de esta localidad, el cuerpo sin vida de Angel Campo Solana, presunto autor de la muerte, el pasado jueves, de siete personas y de causar heridas graves a otra, en la población cántabra de Liermo.
El cadáver se encontraba en uno de los nichos, con la cabeza hacia fuera, y presentaba un impacto de cartucho en la mandíbula. La distancia que separa a Liermo de Langre es de aproximadamente quince kilómetros por carretera y no más de cinco a través del campo.
El cuerpo sin vida de Angel Campo Solana fue descubierto casualmente por Federico Lavin y su esposa, Belén Ruiz, ambos vecinos del pueblo de Galizano. El primer indicio anormal que éstos pudieron apreciar, según manifestaron posteriormente, fue la presencia de una boina en el centro del cementerio, hecho este al que en un primer momento no dieron mayor importancia, aunque sí les causó, confiesan, una cierta inquietud, que se vería acrecentada con el cierre violento de la puerta del cementerio por un golpe de viento.
El matrimonio Lavín descubrió el cadáver de Angel Campo cuando se disponía a abandonar el cementerio, tras colocar unas flores en la tumba de un hijo suyo, fallecido hace cuatro años, y al ir a cerrar la puerta, de la que disponen de llave por ser frecuentes sus visitas. La mirada de Federico Lavín se cruzó entonces con lo que parecía un cuerpo asomando por uno de los nichos.
Al acercarse pudo apreciar que se trataba del cuerpo de un hombre, y le reconoció rápidamente, aunque señala que hace diez años, poco más o menos, que no veía a Angel Campo, que se trataba de éste.
Angel se había criado en Langue, si bien había nacido en un pueblo cercano llamado Carriazo, y posteriormente seguiría visitando con frecuencia el pueblo, aún después de vivir en Liermo, ya que su esposa es natural de la citada localidad. Federico Lavín y su esposa, visiblemente impresionados, pusieron el hecho en conocimiento de la Guardia Civil, que se desplazó al lugar inmediatamente.
El nicho en que se hallaba el cuerpo de Angel Campo, que presumiblemente se vio obligado a saltar la tapia del cementerio, se encuentra junto a uno de los muros y es el más cercano al suelo. La cabeza reposaba sobre su gabardina y se encontraba ladeada, siendo perfectamente visible el que se había introducido con los pies hacia el fondo del nicho.
La escopeta con la que se disparó el tiro que le causaría la muerte se encontraba abierta sobre su pecho y con un cartucho en la recámara. El reloj que portaba se encontraba parado en las 2.30 horas, hecho que hace suponer que fue a esta hora cuando se produjo el suicidio.
La primera identificación, hecha por Federico Lavín, se vería posteriormente confirmada por el hijo del muerto, quien abandonó el cementerio manifestando que era su intención comprar el nicho donde se suicidó su padre, en la idea de que sus restos reposen en él.
En las tapias del cementerio, y junto a las fuerzas de la Guardia Civil, al frente de las cuales se encontraba el teniente coronel de la Comandancia de Santander, Fernando Mena, quien desde el primer momento ha venido supervisando las tareas de búsqueda del huido, se encontraban numerosos familiares de éste.
En una total oscuridad y soportando temperaturas inferiores a cero grados, familiares, Guardia Civil y periodistas esperaron durante más de dos horas la llegada del juez y del forense, para proceder al levantamiento del cadáver. Tras la inspección ocular, el cuerpo de Angel Campo fue trasladado al depósito de cadáveres del centro médico Marqués de Valdecilla, donde le será practicada la autopsia.
Aunque es difícil saber el camino tomado por Angel Campo tras finalizar su periplo sangriento en Liermo, algunos vecinos de Langre apuntan la posibilidad de que siguiera el itinerario que durante mucho tiempo utilizó para ir a visitar a su novia, actualmente su mujer, natural de la última población citada. Según estas opiniones, el recorrido pasaría por Pico Colobro, Carriazo y Baceno, y no sería superior a los cinco kilómetros.
Por el contrario, la Guardia Civil se inclina por pensar que la huida se produjo por carreteras y caminos vecinales, pasando por Güemes, Galizano y finalmente Langre, con una distancia aproximada de quince kilómetros. Nada más conocerse la noticia de la aparición del cadáver del presunto homicida, la Guardia Civil retiró los controles establecidos.
La noche del asesinato
El pasado jueves, día 27, Angel Campo Solana asesinó a siete de sus vecinos -Inocencio Palacio, Juan Manuel Veci, Vicente López, Manuel y Amalio Revuelta, María Concepción Cruz Cedrún y Encarnación Cruz Pérez-, causando heridas de gravedad, de las que se recupera en el centro médico Marqués de Valdecilla, a Elisa Veci Cruz.
De la reconstrucción de los hechos, realizada tras la investigación policial, puede deducirse que el objetivo prioritario del presunto homicida eran los tres miembros de la junta vecinal. Accidentalmente, y con el objeto de evitar ser descubierto antes de poner fin a su trágica decisión, dispararía, también, contra algunos familiares que se encontraban acompañando a las víctimas elegidas.
En una segunda fase, la venganza de Angel se dirigiría contra la familia Veci, con la que había tenido anteriores disputas y enfrentamientos, asesinando a dos de sus miembros -la madre y un hijo- e hiriendo a una hija.
La causa primera establecida como origen del séptuple crimen se centra en el enfrentamiento existente entre Angel Campo y la junta vecinal de Liermo, por el litigio en torno a la propiedad de doscientos metros cuadrados de tierra situados en la parte posterior de su casa.
Estos, considerados comunales por la junta, y en los que se pretendía construir un pequeño parque infantil, eran reclamados como suyos por Angel, que hace escasas fechas situó en ellos un carro de su propiedad, negándose a retirarlo a pesar de los requerimientos de los miembros de la junta y de la Guardia Civil.
El asesino de Liermo se suicidó poco después de dar muerte a siete personas
Victor Gijon – El País
3 de diciembre de 1980
Angel Campo Solana, presunto autor de la muerte de siete personas en Liermo (Santander), fue enterrado, en la tarde de ayer, en el cementerio de la vecina localidad de Langre, a escasos metros del nicho en el que se quitó la vida, y en presencia de más de ochocientas personas.
En la homilía, el párroco de esta última localidad señaló, en medio de un clima de gran tensión, que «nadie tiene la culpa de esto. Tiene la culpa la tierra, la tierra cuando no se administra como Dios quiere». Según ha podido saber este periódico, la autopsia del cadáver de Angel Campo ha permitido determinar que la muerte de éste se produjo en la madrugada del viernes día 28, pocas horas después de haber iniciado su huida tras cometer el séptuple asesinato.
A las tres de la tarde de ayer partió del depósito de cadáveres del centro médico Marqués de Valdecilla la comitiva fúnebre que transportaba el cadáver de Angel Campo Solana, presunto autor de la muerte de siete personas y de las heridas de otra más, el pasado jueves, en la localidad de Liermo.
Minutos después de las cuatro de la tarde se inició en la parroquia de Langre la ceremonia religiosa, oficiada por el párroco de la citada localidad, Gerardo Ricondo. Este finalizaría su homilía con lo que dijo sería un mensaje para la familia del fallecido y especialmente para su mujer, Esperanza, que no se encontraba presente.
«Nadie tiene la culpa de esto», señaló, «tiene la culpa la tierra, la tierra cuando no se administra como Dios quiere». Añadió que hay que desterrar de los pueblos las armas, para evitar que otros hombres puedan alguna vez repetir estos luctuosos hechos. Durante toda la ceremonia, el hijo de Angel Campo permaneció reclinado en un oratorio, con el rostro cubierto con las manos.
Finalizado el acto, los familiares y el numeroso público presente se dirigieron al cementerio de la localidad. Allí, en una arqueta, construida en la tierra en la mañana de ayer, y cercana al nicho en el que fue encontrado sin vida en la tarde del pasado lunes, fue depositado el cuerpo de Angel Campo Solana.
Esta decisión se adoptó por la familia tras conocer la imposibilidad de adquirir el nicho en el que fue encontrado el cadáver, como era su primera intención. En todo momento la tensión fue la nota dominante en el entierro. Se impidió a los redactores gráficos su labor, por deseo expreso de los familiares.
La autopsia practicada al cadáver de Angel Campo, en la mañana de ayer, ha permitido determinar que la muerte se produjo en las primeras horas de la madrugada del viernes, no mucho después de que huyese de Liermo, después de cometer el séptuple crimen.
La forma de expropiar
Por otra parte, el pleno de la Diputación Provincial, celebrado en la mañana de ayer, revocó un acuerdo anterior por el que las cuestiones relativas a expropiaciones de terrenos quedaban en manos de los ayuntamientos y no de la institución provincial, como había venido siendo norma anteriormente.