
El asesino de la Baraja
- Clasificación: Asesino en serie
- Características: Elegía a sus víctimas al azar y dejaba una carta de una baraja junto a los cadáveres
- Número de víctimas: 6
- Fecha del crimen: Enero - Marzo 2003
- Fecha de detención: 3 de julio de 2003
- Fecha de nacimiento: 5 de abril de 1978
- Perfil de la víctima: Juan Francisco Ledesma Ledesma, 18 / Juan Carlos Martín Estacio / Mikel Jiménez Sánchez, 18, y Juana Dolores Uclés, 57 / George y Diona Magda
- Método del crimen: Arma de fuego (pistola Tokarev TT-33, de calibre 7.62)
- Lugar: Madrid, España
- Estado: Condenado a 142 años y tres meses de prisión el 9 de marzo de 2005
Índice
Alfredo Galán
Wikipedia
Alfredo Galán Sotillo, más conocido como «El asesino de la Baraja», es un asesino en serie español condenado a 142 años y tres meses de prisión por seis asesinatos y tres intentos de homicidio. Mató a sus víctimas con una pistola Tokarev TT-33 que se trajo a España de su paso como militar por Bosnia. Es conocido por su curiosa manera de marcar sus asesinatos con naipes.
Biografía
Alfredo Galán Sotillo, natural de Puertollano, nació el 5 de abril de 1978. Estudio EGB en el colegio y, más tarde., BUP en el instituto, donde llegó a ser delegado de clase. Sus maestros lo recuerdan como un estudiante poco destacable e introvertido.
En septiembre de 1998 entra en el Ejército, donde llega a ser cabo primero en la Brigada Acorazada, concretamente en el Regimiento Mecanizado Asturias 31, en la 2ª Cia. Participó en dos misiones humanitarias en Bosnia. Suspendió las pruebas físicas de acceso a la Escala de Cabos y Guardias de la Guardia Civil.
En 2003, tras la catástrofe del Prestige en Galicia, su unidad es relevada de Bosnia y enviada a limpiar el chapapote. Tras robar un coche, tiene problemas con sus superiores. Más tarde es enviado al hospital Gómez Ulla de Madrid, donde le diagnostican neurosis y ansiedad, y, aunque su medicación era incompatible con el alcohol, él seguía bebiendo, y en marzo de 2003 se le da la baja definitiva.
Ese mismo mes empieza a trabajar como guardia de seguridad en el aeropuerto de Barajas, ya que, al discutir con su superior, él sabía que no duraría mucho en el Ejército, por lo que había empezado a buscar trabajos.
Asesinatos
Alfredo Galán Sotillo demostró ser un buen tirador en sus seis asesinatos y las tres tentativas. Todas sus víctimas fueron asesinadas a quemarropa, lo que explica por qué no reaccionaron. Siempre disparaba en la cabeza, la nuca o la espalda.
Su primera víctima (5 de febrero de 2003) era un muchacho de 18 años que esperaba el autobús en una parada, cerca de Barajas. A su lado dejó un as de copas, al igual que en sus siguientes víctimas. Esta firma fue la que dio lugar a su nombre.
Los forenses que intervinieron en la novena sesión del juicio coincidieron en algo: la persona que disparó contra las víctimas lo hizo a escasos centímetros, casi a quemarropa. Lo demuestra el hecho de que, al disparar a quemarropa, la pólvora quema el orificio de entrada. También hay restos metálicos procedentes del fulminante y, cuando toca el hueso, produce un fuerte estallido de la región ósea. Además, el propio humo de la detonación mancha la parte cercana a la herida.
Los peritos que realizaron la autopsia de Juan Francisco Ledesma Ledesma coincidieron en que la bala entró por la región occipital —la parte trasera de la cabeza— y salió cerca del ojo derecho, lo que lo mató en el acto.
El disparo fue efectuado en una dirección paralela al suelo. Los forenses reafirman que el disparo pudo efectuarse con la víctima de rodillas, detalle que ya había sido expuesto por el asesino al entregarse en julio de 2003 en la comisaría de Puertollano. Una muesca en el zócalo de la habitación, procedente del proyectil percutido, así lo confirmaba.
Juan Carlos Martín Estacio fue asesinado con el mismo modus operandi. Murió de un disparo en la cabeza realizado por la espalda y con una trayectoria paralela al suelo.
Los asesinatos de Alcalá de Henares también fueron a bocajarro. El hijo de la dueña del bar Rojas, Mikel Jiménez Sánchez, murió por el balazo que entró por la región temporal y salió por la zona izquierda, para encajarse en el hombro. Juana Dolores Uclés fue disparada en la zona superior del ojo derecho. Al igual que los demás, el disparo fue mortal.
El matrimonio asesinado, compuesto por George y Diona Magda, fue sorprendido en un pasadizo oscuro. El primero en ser disparado fue el varón, desde un lateral de su espalda. Su esposa, sorprendida, se giró e intentó protegerse con el brazo izquierdo. Alfredo la disparó tres veces más. Dos de los proyectiles la alcanzaron en la cabeza con una distancia de tan sólo cuatro centímetros. Murió a los dos días. La trayectoria de las balas era ligeramente descendente, como si hubieran sido efectuados a una gran altura. Galán Sotillo mide 1.90 m. El arma homicida es una Tokarev TT-33, calibre 7.62. El detenido explicó que la tiró a un vertedero de Puertollano.
Eduardo Salas resultó herido de un disparo en la cara el 7 de marzo del 2003, cuando estaba con una amiga, Anahid C., en la avenida de Viñuelas de Tres Cantos. De repente se les acercó un hombre alto que sacó una pistola y lo disparó una vez en la cara. El proyectil le entró por el carrillo derecho y le salió por la parte trasera del cuello. La víctima cayó desplomada al suelo, sangrando abundantemente.
Alfredo se acercó a la acompañante de la víctima con intención de efectuar otro disparo, pero la Tokarev se encasquilló. La mujer se arrodilló y se protegió la cabeza con los brazos. Alfredo tiró un dos de copas junto a su víctima.
Alfredo Galán Sotillo se entregó la tarde del 3 de julio en la comisaría de Puertollano (Ciudad Real), donde confiesa ser el asesino del Naipe.
Confesión
El juicio de Alfredo Galán estuvo lleno de irregularidades, culpa de los continuos cambios de declaraciones del acusado. El día 10 de septiembre cambió su versión ante la juez del Juzgado de Instrucción Número 10 de Madrid, exponiendo que las razones por las cuales había “confesado” ser el asesino, fue solo porque un neonazi le había amenazado con matar a sus hermanas si no se autoinculpaba. Alega que el vendió la Tokarev antes de los asesinatos, al grupo del susodicho neonazi. Esta declaración no fue tomada en cuenta por la juez.
Además de su confesión es encontrado un casquillo de bala procedente del disparo que mato al portero. También se hallaron las prendas usadas para cometer los asesinatos. El repentino parón de asesinatos tras su detención, la identificación por parte de los supervivientes y el hecho de haber estado en Bosnia, donde supuestamente compró el arma usada en los asesinatos fueron datos relevantes aportados al juicio.
Juicio y sentencia
La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 142 años y tres meses de prisión al ex militar Alfredo Galán, el ‘asesino de la baraja’, por matar en 2003 a seis personas e intentarlo con otras tres en la Comunidad de Madrid. El tribunal acordó llevar al límite máximo las penas previstas para todos los delitos dado al manifiesto de desprecio por la vida humana expuesto por el acusado.En cualquier caso, y de acuerdo con la ley española, el ‘asesino de la baraja’ no cumplirá más de 25 años de cárcel.
Para condenar a Alfredo Galán la sentencia empieza reconociendo «validez probatoria» de la confesión efectuada por el acusado tras haberse entregado a la Policía Local de Puertollano (Ciudad Real) el 3 de julio de 2003, más tarde reconoció los hechos ante el juez de instrucción, pero los negó al declarar en el Juzgado de Instrucción número 10 de Madrid.
Sólo ha reconocido como cierto que compró en Bosnia una pistola Tokarev TT-33, de calibre 7.62, y la introdujo ilegalmente en España. El arma, fue encontrada en casa de sus padres, pese a que Alfredo Galán aseguró que la había vendido a un conocido en enero de 2003. Según balística, los proyectiles proceden de la susodicha pistola.
El tribunal considera que estos hechos y la confesión del acusado (además de ciertos detalles que no han sido publicados), incriminan al condenado. Además, los jueces consideran el silencio del reo una reafirmación de su culpabilidad. Además, la sentencia, que no reconoce la existencia de ningún tipo de patología psiquiátrica en Alfredo Galán, exime de responsabilidad civil al Estado.
El tribunal basa su exención al Estado en el hecho de que los delitos no se cometieron en un establecimiento de propiedad estatal y en que el arma utilizada no fue la reglamentaria ni los asesinatos se perpetraron «en el ejercicio del cargo» del condenado, tal y como exige la ley.
De acuerdo con la sentencia, Alfredo Galán deberá indemnizar a los familiares de las víctimas y a las tres de ellas que sobrevivieron con un total de 609.182 euros por daños morales y lesiones. Según el testimonio de un policía durante el juicio, el asesino siempre daba los buenos días a sus víctimas y les pedía «por favor» que se arrodillaran antes de dispararlas «porque la educación es lo primero en la vida».
De acuerdo con el informe de los psiquiatras que examinaron al ahora condenado, Alfredo Galán es «un depredador humano que sale a la caza del hombre para humillarlo y matarlo». Estos expertos aseguraron entonces que este tipo de comportamiento sólo se ve en la naturaleza, por lo que debería ser estudiado por la rama social y no por la psiquiátrica.
Alfredo Galán Sotillo – El «Asesino de la Baraja»
ElObservadordelMundo.com
21 de marzo de 2015
El conocido como ‘Asesino de la baraja’, ex militar Alfredo Galán Sotillo, fue condenado a 142 años y tres meses de prisión por seis asesinatos y tres tentativas entre los meses de enero y marzo de 2003. Mató a sus víctimas con una pistola Tokarev que se trajo a España de su paso como militar por Bosnia, y fue conocido por dejar una carta a los pies de sus víctimas, a modo de firma.
Infancia y juventud
Alfredo Galán Sotillo nació el 5 de abril de 1978 en Puertollano (Ciudad Real), Fue al colegio estudiando EGB, y en el instituto BUP, llegando a ser delegado de clase. Los profesores lo recuerdan como un estudiante «más bien malo» e introvertido, aunque con una conducta correcta.
Incorporación al Ejército
En septiembre de 1998 ingresa en el ejército, donde alcanza el rango de Cabo Primero del Regimiento de Paracaidistas de Alcalá de Henares, participando en dos misiones humanitarias en Bosnia.
En enero 2003 su unidad es relevada de Bosnia y le mandan a limpiar chapapote procedente de la catástrofe marinera del Prestige a Galicia. Coge un coche sin autorización de su dueña, lo que provocó que tuviera un problema con un superior. Es enviado al hospital militar Gómez Ulla de Madrid. Le diagnosticaron neurosis y ansiedad. El alcohol era incompatible con la medicación que le recetaron, pero, al parecer, él siguió bebiendo.
En marzo 2003 causa baja definitiva en el ejército. Este mismo mes empieza a trabajar como vigilante en el aeropuerto de Barajas para una empresa de seguridad. Según parece, se dio cuenta de que no iba a durar mucho en el ejército, tras el problema con el superior, y empezó a buscar otros trabajos.
Víctimas
El viernes 24 de enero de 2003 comienza su carrera de asesinatos, ejecutando de un tiro en la cabeza a Juan Francisco Ledesma, de 50 años, delante de su hijo de 2 años.
En febrero del mismo año 2003 aparecen varios cuerpos, siendo el primero el de Juan Carlos Martín Estacio, empleado en el aeropuerto de Barajas. También presentaba un disparo en la cabeza. Ahora aparece cerca del cuerpo de la victima un as de copas.
Entra en un bar de Alcalá de Henares (Madrid) y, sin mediar palabra, le dispara en la cabeza a Mikel Jiménez Sánchez, de 18 años. Después a Juana Dolores Ucles López, de 57 años, ambos fallecen en el acto, hiriendo a Teresa Sánchez García, de 38 años, dueña del bar y madre de Mikel.
En marzo de 2003, se acerca a una pareja, saca una pistola y le pega un tiro en la cara a Santiago Eduardo Salas, de 27 años. Intenta hacer lo mismo con Anahid Castillo Ruperti, de 29 años, pero se le encasquilla el arma, lo que le hace huir, dejando caer un naipe.
La última de sus victimas fue el Martes 18 de marzo de 2003, matando a una pareja de rumanos en Arganda del Rey (Madrid). Gheoghie Magda murió en el acto y su mujer, Doina, horas después. Al lado de sus cuerpos aparecieron el tres y el cuatro de copas.
Confesión
El 3 de julio de 2003 Alfredo Galán Sotillos se entregó en la comisaría de la Policía Local de Puertollano (Ciudad Real). Al parecer, lo primero que le dijo a los agentes fue: «Soy el Asesino de la Baraja, estoy harto de la ineficacia policial».
Los policías de servicio pensaron que se trataba de un desequilibrado en tratamiento psiquiátrico que había bebido alcohol. Para convencerles, Galán tuvo que dar algunos detalles que no habían aparecido en los medios de comunicación y que los propios policías de Puertollano tuvieron que consultar con los investigadores.
Según parece, el presunto asesino ofreció diversas explicaciones más o menos contradictorias: que quería probar que matar era fácil; que dejó de matar porque con el calor le molestaban los guantes, pero que pensaba reiniciar la actividad después del verano; que se entregó porque tenía remordimientos; o que se entregó porque, tras la publicación de perfil del asesino, creía que le iban a detener de un momento a otro.
El acusado dijo, en aquella ocasión, que había usado una pistola Tokarev que compró en un bar de Mostar (Bosnia) por 400 euros. Según su versión, las balas se las trajo en su propio petate, cuando regresó a España.
Al parecer, también explicó que quería que creyeran que había dos asesinos y, por ello, no dejó siempre cartas y mató tanto a españoles como a inmigrantes. En otra ocasión dijo que él no había puesto la primera carta, y que tras observar la importancia que daban en los medios de comunicación a este detalle, decidió firmar sus crímenes con un naipe.
Según parece, en algunos de los casos comenzaba por saludarles, mandándoles arrodillarse y ejecutándolos; mas o menos así: «Buenos días, arrodíllese», y entonces les disparaba en la cabeza. En el juicio, supuestamente, éste decía dar mucha importancia a los buenos modales y la educación.
Este detalle no coincide con las declaraciones de los supervivientes y, además, la trayectoria de la bala que mató al portero era casi paralela al suelo, por lo que, probablemente, no estaba de rodillas cuando le dispararon, aunque los forenses no lo descartaron. El que sí ha debido morir arrodillado es Juan Carlos Martín porque tenía los pantalones manchados de barro a la altura de las rodillas.
Alfredo Galán ratificó en el Juzgado de Instrucción de Puertollano la confesión que había hecho en la comisaría e ingresó en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), a la espera de juicio.
Nueva declaración: los neonazis asesinos
El 10 de septiembre de 2003 el acusado cambió su declaración y negó ser el Asesino de la Baraja. La nueva versión que dio en el Juzgado de Madrid es un tanto enrevesada. Dijo que en enero de 2003 le vendió la pistola a un conocido. Que a finales de marzo de 2003 el comprador y un hombre de unos 33 años le ordenaron que no contara a nadie a quien había vendido el arma, que seguía teniendo sus huellas.
A finales de abril, según esta versión, volvió a quedar con los dos hombres y, en esta ocasión, le dieron detalles sobre los crímenes. Después, le apuntaron con una pistola al ojo y le ordenaron que se entregara a la policía y se autoinculpara de los crímenes.
En un tercer encuentro, en mayo, le dieron un plazo de dos meses para entregarse, bajo la amenaza de que el cinco y el seis de copas serían para sus hermanas, según relató Galán. Además, si no se entregaba, contratarían a alguien para matarle, añadió el presunto asesino.
Informe de los psiquiatras forenses
Sea o no el alcohol, o la temprana muerte de su madre la causa de sus desequilibrios, lo cierto es que los tres psiquiatras judiciales que examinaron a Alfredo Galán sostuvieron que no es un enfermo mental y que, aunque padece un trastorno de la personalidad, distingue perfectamente el bien del mal, por consiguiente «A efectos jurídicos, es imputable». El fiscal del caso, que demandó una condena de 153 años de cárcel para Galán por seis asesinatos y otros tres en grado de tentativa, sostuvo que en las criminales acciones de Galán no concurre ninguna eximente.
Los psiquiatras dictaminaron que el asesino de la Baraja mataba por placer, y que aun teniendo «rasgos paranoides y un trastorno adaptativo de la personalidad», ello no le convierte en «inimputable», puesto que «mataba por matar» y «sentía placer por ello». Se trata, en opinión de los psiquiatras, de una persona «narcisista, sádica y megalómana que necesita ser admirada por los demás». «Mataba por mera gratificación personal, por tener la experiencia de lo que se siente al quitar la vida a otro ser humano», resaltan los peritos.
Juicio y condena
Durante el juicio celebrado en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, durante 2005, las pruebas aportadas para su inculpación fueron:
1. Su confesión en comisaría y la posterior ratificación. Galán reveló supuestamente detalles que no habían salido a la luz pública para convencerles de que era el asesino. Describió las posturas en las que quedaron los cadáveres, contó que encima de la mesa de la portería había una cartera y que había un punto azul pintado en el reverso de las cartas.
2. Según la policía, el casquillo encontrado dentro de un jarrón en el domicilio de su hermana se corresponde con una bala disparada en casa del portero.
3. La policía encontró la sudadera, el chándal y los guantes que supuestamente utilizó para cometer los crímenes.
4. Desde que se entregó no se han dado a conocer más asesinatos con Tokarev y naipe, aunque los crímenes ya habían cesado cuatro meses antes de su confesión.
5. El acusado estuvo dos veces en Bosnia y, según la policía, la pistola con la que se cometieron todos los crímenes es yugoslava.
6. Las víctimas que sobrevivieron le identificaron como el asesino durante el juicio. Santiago Eduardo y la dueña del bar recuerdan ahora perfectamente su inconfundible nariz aguileña, pero antes de que se entregara no lo tenían tan claro. Por su parte, Anahid, la testigo ecuatoriana, dice que le ha reconocido por su mirada (que había descrito con anterioridad como la de un tiburón) y por rasgos generales.
Al parecer, Galán había sido descartado previamente de la lista de sospechosos después de que mostraran sus fotos a dos de los testigos, que no le identificaron. Además, en mayo de 2003 los agentes detuvieron a un sospechoso, al que sí había identificado una de las víctimas. Se trataba de otro militar de la brigada paracaidista, que también había estado en misión de paz en los Balcanes. Las dos mujeres sufrieron estrés postraumático crónico, según los peritos que declararon en el juicio. Una de ellas declaró que durante un tiempo le parecía que veía al asesino por todas partes.
7. Dos testigos señalaron en el juicio que Galán les había contado que se trajo una pistola de Bosnia.
La policía cree que el presunto asesino de la Baraja se deshizo de la mayoría de las pruebas incriminatorias antes de confesar. No encontraron la redecilla que, según su confesión, utilizaba para recoger los casquillos; ni las dos barajas a las que pertenecían los naipes; ni los recortes de prensa sobre los asesinatos que supuestamente había guardado; ni las zapatillas deportivas, que se cree llevaba cuando perpetró los crímenes y con las que se podían haber cotejado huellas y restos de tierra y tampoco apareció la pistola. Alfredo Galán dijo que la había tirado a un contenedor de Puertollano y la buscaron en el vertedero de Almódovar del Campo durante meses, pero no apareció.
Finalmente, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a Alfredo Galán Sotillos, a 142 años y tres meses de prisión como autor de un delito de allanamiento de morada, de seis asesinatos consumados y de tres en grado de tentativa ocurridos entre los meses de enero y marzo de 2003, cumpliendo condena en la cárcel madrileña de Soto del Real de donde no podrá salir hasta el 2023 como mínimo, con 50 años, salvo que se le aplique la doctrina Parot, en cuyo caso no saldría antes del 2043 cuando tenga 65 años.
El «Asesino de la Baraja», condenado a 142 años por matar a seis personas e intentarlo con otras tres
ElMundo.es
10 de marzo de 2005
Madrid.- La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 142 años y tres meses de prisión al ex militar Alfredo Galán, el ‘asesino de la baraja’, por matar en 2003 a seis personas e intentarlo con otras tres en la Comunidad de Madrid. El fallo lleva al máximo las penas por el «manifiesto desprecio a la vida humana» de Galán y la «alarma social» que causaron sus crímenes.
Así lo acuerda la Sección 16 de la Audiencia madrileña en una sentencia notificada a las partes, que indica que el Estado no es responsable civil subsidiario. El fiscal había pedido para Galán una pena de 151 años y dos meses de cárcel.
El tribunal acordó llevar al límite máximo las penas previstas para todos los delitos dado «el manifiesto desprecio a la vida humana» que demostró la conducta de Alfredo Galán y «la alarma social y desasosiego que los hechos produjeron en su momento». Por la misma razón el fallo pide que los beneficios penitenciarios que se le apliquena al condenado se refieran al total de las penas impuestas. En cualquier caso, y de acuerdo con la ley española, el ‘asesino de la baraja’ no cumplirá más de 25 años de cárcel.
Para condenar a Alfredo Galán la sentencia empieza reconociendo «validez probatoria» a la confesión que éste hizo ante agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil tras haberse entregado a la Policía Local de Puertollano (Ciudad Real) el 3 de julio de 2003. También reconoció los hechos ante el juez de instrucción de la citada localidad. Pero los negó al declarar en el Juzgado de Instrucción número 10 de Madrid, mientras que durante la vista oral del juicio en la Audiencia Provincial de Madrid guardó silencio.
Sólo ha reconocido como cierto que compró en Bosnia una pistola y la introdujo ilegalmente en España. El arma, una Tokarev yugoslava de calibre 7,62 milímetros, fue encontrada en casa de sus padres, pese a que Alfredo Galán aseguró que la había vendido a un conocido en enero de 2003. Según las pruebas balísticas realizadas, con esa pistola se cometieron todos los crímenes.
El tribunal considera que la cantidad de detalles aportados por Galán en su confesión, incluidos hechos que no se hicieron públicos y ni siquiera figuraban en los atestados policiales, incriminan al condenado. Entre ellos, la sentencia alude a la postura de las víctimas (de rodillas) cuando fueron asesinadas, a los puntos azules dibujados en los naipes, a la ropa que llevaban los fallecidos… Además, los jueces consideran el silencio del reo la «corroboración de lo que ya está probado».
Además, la sentencia, que no reconoce la existencia de ningún tipo de patología psiquiátrica en Alfredo Galán, exime de responsabilidad civil al Estado. Según las acusaciones particulares, ésta se derivaba del hecho de que el ‘asesino de la baraja’ fue miembro desde 2000 hasta 2004 del Ejército de Tierra.
De mayo a octubre de 2002 Alfredo Galán formó parte del contingente español en la ciudad de Mostar (Bosnia-Herzegovina) y a partir del mes de noviembre ayudó a limpiar las playas gallegas del fuel del ‘Prestige’. Allí sufrió un episodio de ansiedad que forzó su ingreso en el Hospital Gómez Ulla de Madrid. Tras acogerse a una baja médica, pasó a situación de «reservista desactivado» el 4 de marzo de 2003. Los asesinatos habían comenzado el 24 de enero de ese año.
El tribunal basa su exención al Estado en el hecho de que los delitos no se cometieron en un establecimiento de propiedad estatal y en que el arma utilizada no fue la reglamentaria ni los asesinatos se perpetraron «en el ejercicio del cargo» del condenado, tal y como exige la ley.
De acuerdo con la sentencia, Alfredo Galán deberá indemnizar a los familiares de las víctimas y a las tres de ellas que sobrevivieron con un total de 609.182 euros por daños morales y lesiones.
El as de copas, en una parada de autobús de Barajas
El ‘asesino de la baraja’ comenzó a matar el 5 de febrero de 2003 y su víctima fue un hombre de 28 años que esperaba en una parada de autobús de Barajas. A su lado dejó un naipe, el as de copas, la primera de las cuatro cartas que fueron apareciendo con sus siguientes víctimas y que terminaron bautizándole en las páginas de los periódicos.
Pero los investigadores comenzaron a relacionarlo con tres crímenes anteriores, el primero cometido el ya citado 24 de enero. En total, fueron seis los asesinatos consumados y tres los que se quedaron en grado de tentativa.
Según el testimonio de un policía durante el juicio, el asesino siempre daba los buenos días a sus víctimas y les pedía «por favor» que se arrodillaran antes de dispararlas «porque la educación es lo primero en la vida».
De acuerdo con el informe de los psiquiatras que examinaron al ahora condenado, Alfredo Galán es «un depredador humano que sale a la caza del hombre para humillarlo y matarlo». Estos expertos aseguraron entonces que este tipo de comportamiento sólo se ve en la naturaleza, por lo que debería ser estudiado por la rama social y no por la psiquiátrica.
Macabro juego de copas y sangre
ElMundo.es
8 de julio de 2003
Madrid.- La policía analizó durante meses la macabra partida del ‘asesino de la baraja’ hasta que el presunto criminal decidió entregarse. Se atribuyen al menos seis asesinatos a este francotirador, que en cuatro ocasiones dejó su particular sello en la escena del crimen: un naipe del palo de copas. La investigación barajó la hipótesis de que ‘trabajara’ ayudado por un cómplice.
As de Copas
El 5 de febrero de 2003 era hallado en Madrid el cadáver de Juan Carlos M.E. El cuerpo del joven, de 28 años, yacía junto a una parada de autobús cerca de Alameda de Osuna. Un disparo en la cara acabó con su vida. Entre sus pies, un naipe del as de copas.
Dos de Copas
El 7 de marzo de 2003 un ecuatoriano de 27 años resultaba herido de gravedad al recibir un disparo en la cara en Tres Cantos. Junto al hombre fue hallado un naipe, en concreto un dos de copas. La carta y las similitudes entre este crimen y el de Alameda de Osuna hizo temer que se trataba de un psicópata cuyo macabro juego acababa de empezar.
El Tres y el Cuatro de Copas
El 18 de marzo aparecían el tres y el cuatro de copas, esta vez en un descampado de Arganda del Rey. Un matrimonio rumano fallecía por impactos de bala en la cabeza. Junto a los cuerpos, un tres y un cuatro de copas. La policía llegó a pensar que los asesinos eran varios, y que incluso estos últimos crímenes podrían ser obra de un imitador.
Los otros crímenes
Los investigadores relacionaban al asesino de la baraja con tres crímenes anteriores. La hipótesis más plausible era que comenzara su macabra serie y, al ver que la policía no establecía relación entre sus actuaciones, decidiera dejar los naipes como señal.
El portero de Alonso Cano
El 24 de enero de 2003, Juan Francisco L.L, portero de la finca localizada en el número 89 de la calle de Alonso Cano de la capital, apareció muerto de un disparo en la cabeza.
Matanza en Alcalá de Henares
El 5 de febrero de 2003, el francotirador irrumpía en el bar ‘Rojas’ de Alcalá de Henares, disparando indiscriminadamente. Dos personas, una mujer de 60 años y un joven de 17, murieron, y la madre de este último sufrió heridas.