Alexander Pichushkin

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Alexander Pichushkin

El asesino del tablero de ajedrez

  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: “Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes”
  • Número de víctimas: 49 +
  • Fecha del crimen: 1992 - 2006
  • Fecha de detención: 14 de junio de 2006
  • Fecha de nacimiento: 9 de abril de 1974
  • Perfil de la víctima: Hombres y mujeres
  • Método del crimen: Golpes con un martillo
  • Lugar: Moscú, Rusia
  • Estado: Condenado a cadena perpetua el 29 de octubre de 2007
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Alexander Pichushkin

Wikipedia

Alexander Pichushkin (Ruso: Александр Пичушкин), (n. 9 de abril de 1974 en Mytishchi, Óblast de Moscú, Rusia) es un asesino en serie ruso, conocido como el «asesino del martillo», por matar a sus víctimas con esta herramienta, o el «asesino del ajedrez» porque quería que sus asesinatos igualaran el número de casillas de un tablero de ajedrez, es decir 64.

Fue acusado de asesinar a 49 personas, pese a que él mismo declaró haber asesinado a 61 personas desde 1992 hasta junio de 2006, cuando fue arrestado.

Biografía

Pichushkin era empleado de un local de comestibles de Moscú. Empezó a matar en 1992, a los 18 años de edad, cuando asesinó a un compañero de estudios, al que empujó por una alcantarilla para que se ahogara porque se había negado a acompañarle en sus asesinatos. También confeso haber matado a un indigente al lanzarlo de un edificio.

De ahí en adelante, Pichushkin comenzó a perpetrar una serie de asesinatos durante años, pese a que no fue hasta 2001 que se empezaron a relacionar los crímenes como obra de un solo asesino. El modus operandi de Pichushkin era engañar a sus víctimas para luego asesinarlos a martillazos; por ejemplo, invitaba a indigentes a tomar una cerveza o vodka para emborracharlos, o concertaba citas con mujeres o sus propios compañeros de trabajo, a los que invitaba a tomar algo antes de matarlos.

Pichushkin fue arrestado el 16 de junio de 2006 en su casa de Moscú, después de que la policía encontrara en el contestador de la casa de una de sus víctimas un papel con datos que la mujer dejó a su hijo para que supiera a donde había ido (nombre completo de Pichushkin con su número telefónico). Pichushkin no ofreció resistencia y confesó todo desde el primer momento.

En su casa, la policía encontró un tablero de ajedrez en el que con monedas iba tapando los escaques a medida que mataba a sus víctimas. El tablero tenía 61 escaques ocupados, pero la fiscalía sólo encontró prueba de 49 asesinatos. El asesino del ajedrez manifestó que quería batir el récord del asesino en serie más célebre de Rusia, Andrei Chikatilo, condenado a muerte y ejecutado en 1994 por el asesinato de 53 adolescentes y niños en el sur del país.

El 10 de septiembre de 2007, comenzó el juicio contra Pichushkin, aislado del público en un cubo blindado, para proteger su integridad física, ya que varios familiares de las víctimas y sus vecinos manifestaron su intención de agredirlo. El 24 de octubre de 2007 fue declarado culpable de 48 asesinatos y tres tentativas de asesinato por un tribunal ruso. El 29 de octubre de 2007 se confirmó la sentencia contra Pichushkin y fue sentenciado a cadena perpetua.


El asesino del ajedrez: «Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes»

CrimenyCriminologo.com

¡Y pensar que durante 30 años viví en el mismo edificio que un maniaco!”. Quién se expresó así delante de una serie de periodistas fue la vecina de uno de los mayores psicópatas de la historia reciente, uno de esos asesinos que vienen a confirmar las teorías criminológicas que realzan la ‘invisibilidad’ de este tipo de enfermos a ojos de quienes comparten rellano cada mañana con ellos.

“Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes”. Quien así se expresa es Alexander Pichushkin, el asesino del ajedrez. Un tendero capaz de llorar la muerte de su perro…y capaz también de proponerse rellenar los 64 huecos de un tablero de ajedrez con monedas, fichas o tapones de botellas de vodka asociadas a un nombre, los de sus víctimas.

Alexander Pichushkin comenzó a recorrer desde su infancia todas las etapas que predicen un potencial psicópata. Empezando por el apellido (pajarito, traducido al español) y los problemas que le acarreó a la hora de relacionarse con otros niños. Siguiendo por un fuerte golpe en la cabeza que sufrió cuando contaba con cuatro años de edad y que le causó daños cerebrales.

En este punto, siguiendo a Adrian Raine, gran científico de las técnicas de neuroimagen aplicadas a los psicópatas, la violencia se asocia a un defectuoso funcionamiento del lóbulo frontal y temporal, justo los daños que se le diagnosticaron tras aquel golpe con el columpio y que derivó en un sinfín de trifulcas en el colegio. Continuando con una infancia en una familia desestructurada con un padre alcohólico que les abandonó cuando tenía nueve años de edad.

Sin embargo, un punto en la biografía de este psicópata ruso fijó los albores de su macabra visión del mundo. Identificado con un abuelo que fue el que más se preocupó por él y quien le mostró los entresijos del ajedrez y del parque Bitsevsky, dos elementos relacionados con sus asesinatos.

Precisamente, el fallecimiento de su abuelo, que fue quien percibió en su nieto a un chico más inteligente y avispado de lo que la gente pensaba, degeneró en una depresión que Pichushkin asumió refugiándose en el vodka y enfrascándose en el conocimiento de Alexander Chikatilo, el asesino en serie más sanguinario de Rusia con 53 muertes a sus espaldas.

Una extraña afición que compartía con un amigo con el que empezó ya a trazar planes para futuros asesinatos. Una locura que el que iba a ser su cómplice entendía que iba a permanecer en el terreno de la fantasía y que acabó cobrándose su propia vida. Pichushkin, en vista del paso atrás que daba su amigo cuando se iban a disponer a trasladar a la realidad sus teóricos planes, decidió que él fuese su primera víctima. Tenía 18 años.

El segundo punto que marcaría la sanguinaria historia de este dependiente ruso de un supermercado llegó con la muerte de su perro. Después de aquella primera muerte, Pichushkin llevó una vida rutinaria asociada al vodka, era un bebedor más que ocasional, su trabajo y un parque al que ahora ya no acudía con su abuelo, sino con su mascota. Precisamente, la muerte de su inseparable perro destaparía la ya incontenible personalidad de un hombre decidido a asociar su nombre a una historia de sangre. Mucha sangre.

En el contexto de una Unión Soviética en plena decadencia y en el que la escalada de violencia era brutal, Pichushkin podía moverse a su antojo. 11 moscovitas desaparecieron en 2001 en las alcantarillas de aquel parque, seis en un mes. Hasta una superviviente, la única que hubo, denunció la pesadilla que había vivido cuando sobrevivió milagrosamente, embarazada de cuatro meses, después de ser arrojada al alcantarillado después de haber sido golpeada en la cabeza. La reacción policial a esta denuncia, completamente inexistente.

Ante tal impunidad, Pichushkin continuó con sus asesinatos siguiendo siempre la misma rutina: invitar a alguien a tomar vodka al parque con el pretexto de ir a llorar a la tumba de su perro y asestarle allí golpes en la cabeza con su martillo, aquel que había adquirido para sus clases de carpintería durante su juventud. Siguiendo el hilo de la criminología ambiental, Pichushkin no hacía más que moverse por el frondoso parque que conocía a la perfección y esperar la oportunidad idónea para cometer el delito. Muchas de aquellas víctimas eran sus propios vecinos.

Este dependiente ruso mostró además uno de los rasgos que defienden aquellos investigadores que abogan por la singularidad de la psicopatía frente a cualquier otro tipo de delincuencia. Sostienen los defensores del concepto de psicópata que la disminución de la actividad antisocial que se da habitualmente en la década de los 30 años, en el caso de los psicópatas se limita a los delitos no violentos.

En este caso se concretó. La conducta agresiva no sólo no disminuyó, sino que se acrecentó de forma trágica. Ya no se deshacía de los cuerpos, los dejaba a la vista. Ya no sólo martilleaba sus cabezas, sino que les incrustaba esa botella de vodka tan presente en su vida. En ese momento, la policía ya sí tomó cartas en el asunto. Empujados además por el foco mediático que empezaba a posarse sobre el parque Bitsevsky y que no hacía más que nutrir ese egocentrismo del dependiente del martillo.

Precisamente, la detención por parte de la policía de otro hombre como presunto culpable, motivó un repunte en el egocentrismo de un solitario Pichushkin capaz de desplegar los encantos necesarios en cada momento para conseguir ese halo de confianza necesaria en una relación para poner a su víctima en el lugar adecuado. Mató a dos personas en una semana como respuesta a esa detención policial.

Todo acabó el 16 de junio de 2006 cuando invitó a pasear hasta el parque a una compañera suya del supermercado, madre soltera que había dejado una nota a su hijo con el teléfono de Pichushkin con quien le anunciaba que se iba de paseo. El asesino del ajedrez manejaba esta información antes de asesinarla. En el momento del golpe, vaciló. Sabía que podía ser su fin. No pudo reprimirse. Aquella fue su última víctima.

Con la nota dejada por la madre a su niño y las grabaciones del metro en las que se veía a Pichushkin con su última víctima, la policía entró en la casa de la madre de Alexander para detenerlo. Desde la cama, Pichushkin no opuso resistencia. “¿La policía? Debe ser para mí. Dejen que me vista”.

Después, durante el juicio, toda su obsesión fue que la acusación de 49 asesinatos y tres intentos de asesinato se elevaran a los 61 que defendía que había cometido y que le permitían cumplir su macabro reto: superar las 53 muertes de Chikatilo.

Durante el juicio, su mirada fría, impenetrable y exenta de cualquier arrepentimiento, sólo se alteró cuando conoció que una de sus víctimas había sobrevivido. Ahora, este hombre capaz de llorar por la muerte de su perro, cumple cadena perpetua por la muerte de 49 personas. “Menos mal que me capturaron, no hubiese sido capaz de parar”


Alexander Pichushkin: «El Asesino del Ajedrez»

Escritoconsangre1.blogspot.com

Alexander Pichushkin nació el 9 de abril de 1974 en Mytishchi, cerca de Moscú, en Rusia. Se sabe muy poco de su vida familiar; solamente que desde niño le fascinó la violencia y que en su juventud fue un rendido admirador de Andrei Chikatilo, “El Carnicero de Rostov”, el asesino serial más famoso de la ex Unión Soviética.

Pichushkin empezó a matar en 1992, a los dieciocho años de edad. Asesinó a un compañero de estudios, al que empujó por una ventana de un edificio, disputándole el amor de una chica.

De ahí en adelante, Pichushkin comenzó a perpetrar una serie de asesinatos que aterrorizaron a los moscovitas durante años, pese a que se reconoció que se trataba de un asesino en serie hasta 2001.

El modus operandi de Pichushkin era simple: invitaba a indigentes a tomar una cerveza o vodka para emborracharlos y luego asesinarlos a martillazos. Hacía lo mismo con mujeres: les prometía una cita y las asesinaba. Incluso engañó a sus propios compañeros del trabajo, a los que invitó a beber algo para matarlos. Casi siempre encontraba víctimas en el Parque Bitsevski. Les ofrecía vodka y les pedía que lo acompañasen en un momento de dolor por la muerte de un perro que en realidad no existía.

Pichushkin fue arrestado el 16 de junio de 2006 en su casa de Moscú, luego de que la policía encontrara en el contestador de la casa de una de sus víctimas, un papel con datos que la mujer dejó a su hijo para que supiera a dónde había ido. Se trataba del nombre completo de Pichushkin con su número telefónico. La policía llegó hasta casa de Pichushkin, quien no ofreció resistencia y confesó todo desde el primer momento.

En su casa, la policía encontró algo que le valdría el apodo de «El Asesino del Ajedrez»: un tablero en el que, con monedas, iba tapando cada casillero conforme a las víctimas que mataba. Así, el tablero tenía 61 casilleros ocupados, pero la fiscalía solo encontró prueba de 49 asesinatos. Su idea era llenar los 64 casilleros de un tablero de ajedrez.

El 10 de septiembre de 2007 comenzó el juicio contra Pichushkin, quien se encontraba aislado del público en un cubo blindado, para proteger su integridad física. Como en el caso de Andrei Chikatilo, varios familiares de las víctimas juraron venganza. Incluso sus vecinos gritaban en el juicio que le arrancarían las piernas.

Pichushkin, empleado de un local de comestibles de Moscú, se limitó a decir unas cuántas frases:

“Mi primer crimen fue como el primer amor: inolvidable. Quiero decir lo siguiente: aún no se han resuelto algunas cuestiones relacionadas con mi carácter y por ello hoy no voy a decir si soy o no culpable, y tampoco haré ninguna declaración; me sentía como el padre de todas estas personas, ya que fui yo el que les abrió la puerta de otro mundo. No maté a 49, maté 61. Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes; salvaron la vida de muchas personas al atraparme, porque nunca me hubiera detenido”.

Su abogado, Pavel Ivánnikov, había subrayado que el acusado se reconocía culpable de los crímenes cometidos entre 1992 y su detención, a mediados de 2006. “Pichushkin reconoce todo lo que ha dicho la acusación. La cuestión es otra, las razones por las que cometió los asesinatos. ¿Hubo crueldad en sus actos? Posiblemente la hubo”, afirmó.

El fiscal de Moscú, Yuri Siomin, acusa a Pichushkin de “cometer una serie de asesinatos, en concreto cuarenta y nueve, y tres intentos de asesinato. Un total de cuarenta y seis hombres fueron asesinados, dos quedaron con vida, y también mató a tres mujeres e intentó asesinar a una cuarta”. El acusado cometió todos sus asesinatos en el mismo lugar y siempre con un martillo.

El 24 de octubre de 2007, fue declarado culpable de 48 asesinatos y tres tentativas de asesinato por un tribunal ruso. “El Asesino del Ajedrez” fue condenado a cadena perpetua, ya que Rusia adoptó una moratoria sobre la pena capital en 1996.


El maníaco del martillo: historia de un asesino

DiarioUno.com.ar

19 de febrero de 2015

“Salvaron la vida de muchas personas al atraparme, nunca me hubiera detenido, nunca”, declaró Alexander Pichushkin al ser finalmente detenido por la policía. Más de una década de horribles asesinatos lo convirtieron en uno de los hombres más aterradores de Rusia.

Alexander Pichushkin nació el 9 de abril de 1974 en Mytishchi, cerca de Moscú, en Rusia. Se sabe muy poco de su vida familiar. Su padre abandonó a su familia cuando él todavía era un bebé y fue criado por Natalya su madre. Cuando Pichushkin tenía solo 4 años de edad se cayó de un columpio y sufrió una herida en la cabeza, tras el golpe ingresó a un instituto para niños con discapacidades. Presuntamente es por esto que Alexander no congeniaba con los niños de su barrio, razón por la que pasaba gran parte de tiempo solo y callado.

Durante su niñez Alexander solía pelear con niños mayores que él, sin importar la razón o motivo Pichushkin buscaba la pelea y con frecuencia ganaba.

Alexander tenía una buena relación con su abuelo, cuando el anciano murió el joven entró en una gran depresión. Para intentar compensar su madre le regaló un perro, que Alexander paseaba con frecuencia en el parque Bittsevsky al sur de la ciudad.

En su adolescencia y adultez las personas que conocían a este joven bien vestido y arreglado, lo describen como un vecino amigable y sensible. Una persona que se preocupaba mucho por los animales, pero con pocos amigos.

En 1991, la vida pareció mejorar en la adolescencia de Pichushkin cuando se enamoró de Olga Maksheeva, una adolescente de 17 años que vivía en su vecindario. Al cabo de unas citas ella perdió el interés en Alexander y dejó de verlo. Poco tiempo después ella empezó a salir con otro joven llamado Sergei Kozyrev lo cual molestó a Pichushkin.

Los primeros crímenes

En 1992 Pichushkin cometió su primer homicidio cuando lanzó por una ventana a un compañero de clase, sin embargo, por la atención al juicio de Andrei Chikatilo, “El Carnicero de Rostov” -el asesino serial más famoso de la ex Unión Soviética-, la muerte de joven compañero de Pichushkin pasó desapercibida y fue declarada como un suicidio. Años después en su confesión Alexander dijo:

“Fue como el primer amor, inolvidable”.

En la primavera de ese año el cadáver de Sergei Kozyrev fue encontrado en su departamento y Alexander fue interrogado como sospechoso, pero al no tener evidencias contundentes fue dejado en libertad. Recientemente el caso sobre Kozyrev está siendo investigado de nuevo.

Extrañamente las tendencias homicidas de Alexander se detuvieron hasta el año 2000, periodo en el que comenzó con una serie de asesinatos que aterrorizaron a la población moscovita.

El Parque Bittsevsky, escenario del horror

Es uno de los parques naturales más grandes de Moscú, Rusia. El parque está ubicado en el sur de Moscú y es atravesado por el rio Bittsa, también es el hogar de muchas especies de plantas y animales. Su densa población de árboles lo convirtió en el lugar ideal para cometer crímenes atroces. En los primeros años del siglo XXI empezaron a desaparecer los vagabundos y los ancianos que frecuentaban el parque.

Alexander se acercaba a sus víctimas fingiendo estar de luto por la muerte de su perro, posteriormente los invitaba a beber vodka en la tumba de su mascota. Así Pichushkin engañaba a sus víctimas con promesas de licor gratis si eran hombres y a las mujeres les mentía para salir en una cita. Cuando la persona estaba intoxicada, Pichushkin los atacaba por la espalda golpeándolos repetidamente con un objeto contundente como un martillo, una tubería o la botella de vodka.

El asesino escondía los cuerpos en las fosas de alcantarillado, muchas de las víctimas que sobrevivían a los golpes morían ahogados. Sus víctimas eran encontradas con una botella de vodka rota incrustada en su cráneo. En la medida que Alexander continuaba asesinando, sus ataques se volvían cada vez más salvajes y no ocultaba bien los cuerpos, los abandonaba en un lugar donde eran fáciles de encontrar.

En el año 2002, el cadáver de Olga Maksheeva -su primer amor- fue hallado en una fuente del parque Bittsevsky.

El patrón de las personas desaparecidas y la brutalidad de sus asesinatos confirmaron para el 2003 que un asesino en serie acechaba el parque Bittsevsky. Pronto la prensa lo llamó como el “Maníaco de Bittsevsky” y “La bestia de Bittsa”.

Alexander continúo sus asesinatos durante cinco años en el mismo parque en el que paseaba a su perro cuando era niño, en febrero de 2007 volvió a matar para demostrarle a la policía que seguía libre.

La captura

Meses después Pichushkin invitó a caminar por el parque Bittsevsky a Marina Moskaleva, una compañera de trabajo en el centro comercial donde Pichushkin trabajaba acomodando productos en las repisas. Antes de salir, Marina dejó una nota a su hijo, diciendo con quien iba a estar. El cadáver de la señorita Moskaleva fue encontrado en las afueras del parque el 14 de junio de 2007.

El 16 de junio la policía con la ayuda de la nota, encontró a Pichushkin en su casa con el martillo en la mano, también un macabro tablero de ajedrez. Alexander se entregó sin ofrecer resistencia, pronto confesó todos sus asesinatos dando un fin al terror en el parque Bittsevsky. Sin embargo el horror apenas empezaba, al confiscar evidencias en la casa de Pichushkin se encontraron con un tablero de ajedrez con 61 monedas pegadas y un número en cada espacio. Durante el interrogatorio Alexander declaró que su misión era llenar los espacios del tablero de ajedrez con sus víctimas.

Pichushkin tuvo que ser protegido en el juicio con un cristal de seguridad debido al riesgo de ser atacado por los familiares de sus víctimas.

Una vez bajo custodia, Alexander se declaró culpable de cometer 61 asesinatos, sin embargo la policía sólo le reconoce 49 muertes confirmadas hasta la fecha. Pichushkin se quejó debido a que considera injusto para el resto de sus víctimas.

Cuando la prensa lo cuestionó con la pregunta: “¿por qué?”, su respuesta fue escalofriante y perturbadora, también aseguró sentir orgasmos mientras veía como su víctima agonizaba. Estas son algunas de sus declaraciones:

“Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes.”

“Sólo mataba a personas que se quejaban de su vida, me sentía como un padre de todas estas personas, porque era yo el que les abría la puerta a otro mundo.”

“Me gusta el sonido de un cráneo partiéndose.”

Durante el interrogatorio, Pichushkin dijo haber matado a 11 personas en el 2001, con orgullo de sí mismo dijo que estranguló seis en un solo mes. También reveló que en febrero de 2007 mató a una de sus últimas víctimas para demostrar a la policía que “La bestia de Bittsa” seguía libre.

Finalmente confesó su admiración por Andrei Chikatilo, diciendo a las cámaras que él debía ser nombrado como el asesino Nº1 de Rusia por haber superado el número de víctimas del “Carnicero de Rostov”.

La condena

El miércoles 24 de octubre de 2007 el juicio del “Maníaco del martillo” llegó a su fin tras escuchar los testimonios de las víctimas y las palabrerías de Pichushkin, añadiendo las evidencias policíacas.

El juez Vladimir Usov, leyó el veredicto por una hora antes de sentenciar a Alexander Pichushkin a cadena perpetua por sus crímenes, fue condenado a pasar en confinamiento solitario por los primeros 15 años de prisión.

El final del asesino dejó a muchas personas poco satisfechas, debido a que la pena de muerte se ha suspendido en Rusia desde 1996. Actualmente Pichushkin cumple con la cadena perpetua, mientras el pueblo ruso espera que la ley se modifique para poder solicitar la pena de muerte.


«El Maníaco del Martillo» asesinó a 61 personas en ocho años

Telegrafo.com.ec

13 de diciembre de 2013

Alexander Pichushkin quería completar con monedas un macabro tablero de ajedrez de 65 casillas, una por cada víctima. Antes de llenarlo fue detenido por la Policía.

“El Maníaco del Martillo”, un ciudadano ruso denominado así por exterminar a 61 personas con el brutal instrumento, confesó en escalofriantes palabras: “Me gusta el sonido de un cráneo partiéndose”.

La intención de Alexander Yuryevich Pichushkin era completar un macabro tablero de ajedrez de 65 casillas en el cual ya había pegado 61 monedas, una por cada una de sus víctimas. Todos los espacios eran numerados y luego apuntaba en su diario los datos más escalofriantes.

Alexander se ganó varios nombres por la prensa y la opinión popular: “El Maníaco del Martillo”, “El Asesino del Ajedrez”, también el “Maníaco de Bittsevsky”, nombre del parque en el sur de Moscú donde cometió sus homicidios.

Alexander nació el 9 de abril de 1974 en Óblast de Moscú, Rusia. Poco se sabe de él antes de que se convirtiera en “el Maníaco del Martillo”. Su primer asesinato, a sus 18 años, despertó una bestia asesina que mantuvo latente hasta el año 2000, ocho años después.

Su padre abandonó a su familia cuando él todavía era un bebé, por lo que fue criado por Natalya, su madre. Cuando Pichushkin tenía solo 4 años se cayó de un columpio y sufrió una herida en la cabeza por lo que ingresó en un instituto de niños con discapacidad. Esto habría sido la causa por la que Alexander no congeniaba con los niños de su barrio y pasaba solo y callado.

El joven tenía una buena relación con su abuelo y cuando este murió entró en una gran depresión. Para resolver este problema su madre le regaló un perro, que Alexander paseaba con frecuencia en el parque Bittsevsky, al sur de la ciudad. Alexander amaba a los animales.

Con 17 años Alexander se enamoró de Olga Maksheeva, una adolescente de su misma edad, quien se fue con un hombre de 20 y le rompió el corazón. Esto le causó una ira que lo llevó al primer asesinato, a los 18 años.

En 1992 Pichushkin lanzó por una ventana a un compañero de clase. Este asesinato fue declarado como un suicidio. Años después en su confesión Alexander dijo: “Fue como el primer amor, inolvidable”.

En la primavera de ese año, el cadáver de Sergei (el hombre de 20 que le quitó a Olga) fue encontrado en su departamento y Alexander fue interrogado como sospechoso, pero al no tener evidencias quedó libre.

En un enorme parque engañaba a sus víctimas

Extrañamente las tendencias homicidas de Alexander se detuvieron hasta el año 2000, período en el que comenzó con una serie de asesinatos que aterrorizó a la población moscovita. En 2001, los habitantes que vivían cerca del parque Bittsevsky, una de las áreas naturales más grandes de Moscú, reconocieron que se trataba de un asesino en serie.

La densa población de árboles lo convirtió en el lugar ideal para cometer crímenes atroces. En los primeros años del siglo XXI empezaron a desaparecer los vagabundos y los ancianos que lo frecuentaban.

Alexander se acercaba a sus víctimas fingiendo estar de luto por la muerte de su perro, posteriormente los invitaba a beber vodka en la tumba de su mascota. Así Pichushkin engañaba a sus víctimas con promesas de licor gratis si eran hombres y a las mujeres les mentía para salir en una cita.

Cuando la persona estaba intoxicada, Pichushkin la atacaba por la espalda golpeándola con objetos como un martillo, una tubería o la botella de vodka. El asesino escondía los cuerpos en las fosas de alcantarillado, los que sobrevivían a los golpes morían ahogados.

Las víctimas de Alexander eran encontradas con una botella de vodka rota incrustada en su cráneo. En 2002, el cadáver de Olga Maksheeva fue hallado en una fuente del parque Bittsevsky.

Alexander continuó sus asesinatos durante cinco años en el mismo parque en el que paseaba a su perro cuando era niño, en febrero de 2007 volvió a matar para demostrarle a la Policía que seguía libre.

Carta de una víctima lo delató

Meses después Pichushkin invitó a caminar por el parque Bittsevsky a Marina Moskaleva, una compañera de trabajo en un centro comercial donde acomodaba productos en las repisas. Antes de salir, Marina dejó una nota a su hijo, diciendo con quién iba a estar.

El cadáver de la señorita Moskaleva fue hallado en las afueras del parque el 14 de junio de 2007 y días después, con la ayuda de la nota, la Policía encontró a Pichushkin en su casa con el martillo en la mano. Alexander se entregó sin ofrecer resistencia y confesó sus asesinatos.

Al confiscar evidencias en la casa del detenido se encontraron con un tablero de ajedrez con 61 monedas pegadas y un número en cada espacio. Durante el interrogatorio Alexander declaró que su misión era llenar los espacios del tablero de ajedrez con sus víctimas.

Dicho esto le entregó al oficial un diario con apuntes y un diagrama del tablero que contenía información sobre sus víctimas. Alexander reiteró su comentario diciendo lo siguiente: “Salvaron la vida de muchas personas al atraparme, nunca me hubiera detenido, nunca.”

Juicio del maníaco

Una vez bajo custodia, Alexander se declaró culpable de cometer 61 asesinatos, sin embargo la Policía solo le reconoce 49 muertes confirmadas hasta la fecha. Pichushkin se quejó, lo consideró injusto para el resto de sus víctimas.

Cuando la prensa lo cuestionó con la pregunta: “¿por qué?”, su respuesta fue que sentía orgasmos mientras veía cómo su víctima agonizaba. Estas son algunas de sus declaraciones: – “Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes”.

– “Solo mataba a personas que se quejaban de su vida, me sentía como un padre de todas estas personas, porque era yo el que les abría la puerta a otro mundo.”

– “Me gusta el sonido de un cráneo partiéndose.”

Durante el interrogatorio, Pichushkin dijo haber matado a 11 personas en 2001 y que estranguló a seis en un solo mes.

Una caja de vidrio reforzado fue usada en la corte para proteger al acusado de posibles ataques por parte de los familiares de las víctimas. Alexander fue sometido a una prueba psiquiátrica para saber si era apto de atender el juicio. El Instituto de Serbsky en Moscú dictaminó que el asesino tenía la suficiente cordura mental para ser enjuiciado.

El miércoles 24 de octubre de 2007 el juicio de “El Maníaco del Martillo” llegó a su fin. El juez Vladimir Usov leyó el veredicto por una hora y lo sentenció a cadena perpetua por sus crímenes; adicionalmente, Alexander fue condenado a pasar en confinamiento solitario los primeros 15 años de prisión.

El final del asesino dejó a muchas personas poco satisfechas, debido a que la pena de muerte se había suspendido en Rusia desde 1996.“Pichushkin merece más que una cadena perpetua. Un escuadrón de fusilamiento sería un castigo muy liviano para él”, dijo Alexander Fyodorov, un intelectual moscovita.

 


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