Alejandro Cuartero Gil

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Alejandro Cuartero

El triple crimen del Eixample

  • Clasificación: Asesino
  • Características: Venganza
  • Número de víctimas: 3
  • Fecha del crimen: 27 de enero de 2012
  • Fecha de detención: 24 de febrero de 2012
  • Fecha de nacimiento: 1949
  • Perfil de la víctima: Josep y Núria Claveguera, de 87 y 78 años, y su nieta Andrea, de 16
  • Método del crimen: Golpes con un martillo
  • Lugar: Barcelona, España
  • Estado: Condenado a 59 años de cárcel el 10 de abril de 2014. Murió de cáncer en prisión en noviembre de 2014
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Alejandro Cuartero – Asesinados un matrimonio y su nieta en un piso de Barcelona

Rebeca Carranco – Elpais.com

28 de enero de 2012

La puerta del 2º 2ª del número 287 de la calle de Sardenya estaba abierta. Dentro, la policía encontró el piso patas arriba, con objetos y cajones revueltos, y los cadáveres de tres personas: el matrimonio Claveguera, de unos 80 años, y su nieta, de 16. Eran las 17.45 horas.

Los Mossos d’Esquadra investigan ahora qué ocurrió en ese piso del corazón del Eixample, a qué hora se cometieron los asesinatos, y, sobre todo, quién es el autor. El caso está bajo secreto de sumario por orden estricta del juez, y los Mossos d’Esquadra declinaron ayer confirmar o desmentir cualquier detalle sobre el mismo.

Las víctimas presentaban heridas de arma blanca y habían sido asesinadas con cierta brutalidad, según fuentes policiales. Incluso encontraron ropa desgarrada, lo que puede llevar a pensar a algún tipo de agresión sexual a la joven, aunque la policía catalana no lo confirmó. Los Mossos buscaban a última hora de ayer el arma del crimen en las inmediaciones del piso.

Andrea Calafat vivía desde pequeña con sus abuelos maternos en el Eixample. El matrimonio, muy conocido en el barrio, se hizo cargo de su custodia cuando era una cría ante diversas dificultades con las que se encontraron sus padres.

«Muchas veces les oía discutir, y la oía a ella de malos modos pedirle a su abuela: «Dame la cartilla o te mato”», aseguró ayer delante del piso Juan Ramón Mar, vecino de las víctimas. Hace «cinco o seis meses», el hombre explicó que había avisado a los Mossos d’Esquadra, preocupado por las continuas discusiones familiares y los insultos de la nieta.

Varios amigos de la menor se acercaron al piso, consternados por la noticia. «Es Andrea, no me lo puedo creer», lamentó uno de ellos. Los amigos aseguraron que la joven no se conectaba desde la medianoche del jueves a la red de mensajería de su móvil. «Ella siempre estaba conectada», indicaron. La chica hacía poco tiempo que había roto con su pareja. «Pero lo llevaba bien», contó ese amigo, que no hallaba una explicación a lo sucedido. Según él, Andrea no tenía enemigos capaces de hacer algo así.

En los últimos tiempos, el matrimonio de ancianos había acogido también en la casa a la tía de la menor y a su pareja, según explicaron personas del entorno. Precisamente, la tía encontró los cadáveres por la tarde. Su pareja, según ese mismo vecino, salió del piso, encerró al perro en su coche y marchó de la zona. Los Mossos poco después sacaron al animal del maletero del vehículo.

Al conocerse el crimen, el comisario de Barcelona, Joan Carles Molinero, decidió convocar a los medios en el lugar del crimen para explicar lo sucedido. Pero poco después, el juez decretó el secreto de sumario, motivo por el que la policía suspendió la convocatoria.


Detenido el presunto autor del triple crimen del Eixample

Rebeca Carranco – Elpais.com

25 de febrero de 2012

A las tres de la tarde, en la puerta de su casa, los Mossos d’Esquadra detuvieron ayer a Álex C. acusado de haber matado brutalmente a una adolescente de 16 años y a sus abuelos en su piso del Eixample. Los tres cuerpos fueron encontrados en el interior de la vivienda con signos de haber sido golpeados con gran violencia.

El hombre detenido ayer es el exnovio de la tía de la menor, con la que mantuvo una relación larga. Los Mossos consideran que él asesinó a golpes a primera hora del pasado 27 de enero a los tres, cuando se acababan de levantar. Ocurrió hace casi un mes, el pasado 27 de enero, en el número 287 de la calle de Sardenya.

Alex C., que tiene antecedentes por robo, rompió con la mujer en junio del año pasado, y desde entonces vivía con una obsesión enfermiza la separación, según explicó él mismo a este diario. La policía catalana permaneció ayer toda la tarde registrando el domicilio, en busca de más pruebas que le puedan incriminar.

El detenido, en una conversación con El País tras el triple crimen, apuntó la posibilidad de que alguien de la familia hubiese encargado los asesinatos a unos sicarios. Y repitió, de manera insistente, que había muchos detalles del relato de la tía de la menor muerta que no le cuadraban. Según explicó, recibió la noticia por ella. «Están todos muertos», le dijo la mujer por teléfono a las cinco y media de la tarde del día del crimen. «Y bajé [desde su casa en Sarrià] sin ni siquiera mirar los semáforos», indicó Álex C. Una vez en la calle de Sardenya, no entró al piso, sino que se quedó en el rellano, con ella, apoyándola.

«No nos dejaban en paz», indicó a este diario, sobre la actitud de la policía. Incluso contó que le dijo a su expareja: «¿Te has dado cuenta de que somos los sospechosos?»

Los Mossos les estuvieron tomando declaración el mismo día del crimen hasta entrada la madrugada. Tanto a él como a ella. «Me preguntaban tonterías», se quejó. Desde el primer día fue uno de los principales sospechosos, según fuentes policiales. Álex C. no tenía coartada y daba versiones contradictorias. «Me fui a dormir pronto y me levanté tarde», detalló a este diario.

Desde el día del crimen, su obsesión por la mujer fue a más, según contó él. Y su estado de ansiedad, en aumento. «No duermo bien, me despierto por las noches», aseguró. Y le angustiaba que la investigación del crimen, aparentemente, no avanzase. «No entiendo que los Mossos tarden tanto en detener», insistía a El País, y lo achacaba a una supuesta inexperiencia de la policía.

En ese periodo, admitió que llamaba a su expareja casi a diario para preguntarle cómo estaba. Pero ella no siempre le respondía. «Está muy tranquila, muy fría», se quejaba, dando a entender que desconfiaba de su actitud. El hombre asistió al entierro de las víctimas, que se celebró en el tanatorio de Les Corts. E incluso se emocionó, según él, con el texto que su exnovia, tía e hija de los muertos, les dedicó. «Ella, en cambio, estaba impasible», volvió de nuevo.

Durante todo este tiempo el hombre ha sido sometido a una estrecha vigilancia por parte de los Mossos d’Esquadra, que han tomado también medidas de protección con la mujer, que, sin embargo, se vio con él al menos tres veces en el mes que, aproximadamente, ha tardado la policía catalana en detenerle.

En ese tiempo, la mujer recibió, además, diversos mensajes de texto a su móvil que intentaban culparla del crimen. «Rubia, el bonus era por dos y salieron tres. Nos debes guita. Pásate por donde sabes y cerramos business. Hazlo y te damos llave del piso», rezaban los mensajes, según las notas que dijo tomar él del móvil de la mujer. Y recibió al menos dos más. La policía investiga ahora de quién eran esos presuntos mensajes.

El crimen de la adolescente y sus abuelos conmocionó al barrio de la Sagrada Familia. La cría, de 16 años, era una adolescente que discutía frecuentemente con sus abuelos. Su madre les dejó la custodia porque no podía responsabilizarse de la menor por problemas personales. En la actualidad, la mujer vive en una especie de retiro en un pueblo de Tarragona.

Desde hacía unos meses, en el domicilio de la calle de Sardenya vivía también la tía de la adolescente, que hasta entonces convivía con el detenido. La mujer se ha visto muy afligida por el perfil que ha trascendido de su sobrina. Amigos, compañeros de clase y profesores escribieron una carta defendiendo la bondad de la menor.

Pero Álex C. no mostró ninguna empatía con la joven. «Todo lo que se ha dicho de ella es verdad», repitió a este diario. Y culpó a los abuelos de no ponerle freno en su comportamiento, que definió como alocado y caprichoso. «Su tía se lo pagaba todo», dijo.

El papel de Álex C. en el triple crimen fue algo confuso durante los primeros días. Un vecino aseguró haber visto a un hombre con sombrero, chupa de cuero y botas de piel de serpiente que bajaba el perro de la familia y lo metía en el maletero del coche. Efectivamente, era él, pero no lo guardó para evitar que ladrase mientras mataba a los ancianos y la cría. Lo metió en el maletero por orden de un mosso, que pidió que se llevase al animal de la escena del crimen porque molestaba.

Álex C. conoció a su expareja hace 10 años. Según su versión, puso un anuncio en un diario en busca de amigos y conoció a la mujer. «La vi y pensé, me voy a enamorar y voy a sufrir», dijo. El detenido asegura que estuvieron todo ese tiempo juntos, hasta que ella le dejó. A su entender, porque él había enfermado y ella no quería hacerse cargo. «Me dejó con una nota. ¿Cómo se puede ser así?», repetía insistentemente. La policía intenta aclarar ahora los motivos que pueden estar detrás del brutal asesinato. A última hora de ayer, seguían registrando exhaustivamente su piso, en el barrio de Sant Gervasi, donde vivía con su madre.


Sangre en la alfombrilla

Rebeca Carranco – Elpais.com

7 de septiembre de 2012

Hallados restos biológicos compatibles con el fallecido en el triple crimen del Eixample en el coche de su hija.

El informe de los Mossos d’Esquadra sobre el análisis biológico de las distintas pruebas tomadas a raíz del triple crimen del Eixample del pasado 27 de enero (una pareja de ancianos y su nieta de 17 años fueron asesinados) indica que hay manchas de sangre que podrían corresponder al hombre muerto, Josep Claveguera, en la alfombrilla del conductor del vehículo de su hija, Mónica Claveguera.

Alejandro Cuartero, exnovio de Mónica, está en prisión desde el 24 de febrero acusado del triple asesinato, algo que él niega. El hallazgo en el coche de la que fue su pareja no tiene por ahora una explicación clara. La acusación particular, que ejerce como perjudicada Mónica, desvincula a su clienta del crimen, y alega que, posiblemente, Cuartero subió a su coche, lo que justificaría esos restos. En el documento, Mossos apuntan que Mónica no volvió a entrar en el vehículo desde que condujo hasta su piso (vivía con las víctimas), encontró los cadáveres y la policía recogió las muestras -algo que hicieron al día siguiente del crimen-, según ella misma manifestó.

Los análisis biológicos también señalan que en el margen superior del vidrio izquierdo de las gafas de Cuartero, en la zona interna dentro de la montura, podrían hallarse restos de ADN del padre de Mónica, aunque las muestras, igual que en el caso de la alfombrilla, tampoco son concluyentes al ciento por ciento.

La prueba más contundente se encuentra en el cordón para sujetar las gafas. En él, la policía ha identificado sin duda sangre de Andrea, la menor asesinada en el número 287 de la calle de Sardenya. Ese mismo informe recoge que en el coche de Cuartero hallaron un martillo con el mango de goma, amarillo y negro, en el que se detectó sangre, pero las muestras, que corresponden al menos a tres personas, no tienen suficiente calidad para determinar de quiénes son.

La defensa de Cuartero también tiene una explicación para los restos de sangre y ADN que le incriminan. El acusado estuvo en la escena del crimen junto a Mónica cuando ésta le llamó tras encontrar a las víctimas. La familia tenía un perro que vivía en el domicilio y que presenció los asesinatos.

Según su defensa, Cuartero se manchó al coger al animal. Además, un agente de los Mossos d’Esquadra guardó al perro en el maletero del coche de Cuartero para que no molestase en el piso, lo que explicaría, según su letrado, los restos de sangre encontrados en el martillo que hallaron en el vehículo.

El próximo 17 de septiembre tanto Cuartero como Mónica y la hermana de esta (madre de la menor) deberán declarar de nuevo ante el titular del Juzgado de Instrucción Número 27 de Barcelona que lleva el caso, que ha supuesto un esfuerzo ingente para la policía catalana.

Una tragedia narrada por Whatsapp

8.38 de la mañana. Dos vecinas del piso en el que vivían Andrea y sus abuelos, Núria y Josep, asesinados a golpes el 27 de enero en el barrio barcelonés del Eixample, mantuvieron la siguiente conversación a través de mensajes por Whatsapp:

-Que están cascando a alguien. El yayo está gritando a saco.

-¿Quieres decir que están pegando a alguien? Lo que oigo es como si alguien estuviera dando golpes contra la pared o algo.

-Tía, se oyen golpes y una tía o mujer gritando.

-Y no era la niña histérica, ¿no?

-O la niña, o la madre o la tía, no sé. Pero no parecían los típicos gritos de la niña. Y al abuelo se le oía gritar desde la escalera. Muy raro.

-¡Qué miedo, tía!

-Por ti, no. Vaya follón entre ellos.

-Ya, ya. No que a mí me pase nada, pero que pase algo grave un día.

-Ya… Pero es la primera vez que oigo algo así tan a saco.

-En fin, qué desastre de familia.


«Pensé que era peligroso pero solo para mí»

Stefania Gozzer – Elpais.com

11 de marzo de 2014

La hija de la pareja de ancianos asesinada junto a su nieta nunca sospechó de su expareja.

«No pensé que fuera peligroso… Lo era, pero en el sentido de que a mí me torturaba». Mónica Claveguera, la hija y tía de las víctimas del crimen de la Sagrada Familia, ha asegurado este martes en la Audiencia de Barcelona que jamás sospechó que su expareja, Alejandro Cuartero, fuera el responsable de la muerte de sus padres y su sobrina de 16 años, asesinados a martillazos el 27 de enero de 2012.

Hacía siete meses que estaban separados, pero seguían viéndose porque «él insistía» y si ella se negaba, «la situación iba a peor». Apoyada en el brazo de una amiga, ha entrado en la sala para relatar, en calidad de testigo, la macabra escena con la que se encontró ese viernes al volver a casa del trabajo.

Dejó su vivienda antes de las ocho de la mañana, después de despertar a su sobrina. Al acabar, fue a la peluquería y alrededor de las cinco y media de la tarde volvió a su piso de la calle de Sardenya. «La puerta estaba dos dedos abierta. No iba la luz. Miré hacia el comedor y había una persona sentada en el sillón, de espaldas. Entré y vi que era mi madre. Toqué una pierna y me di cuenta de que estaba sin vida», ha relatado con sobriedad.

Su madre llevaba la cabeza tapada con una toalla ensangrentada. «Llamé por teléfono a mi padre, y el móvil sonó en el piso. Llamé a mi sobrina y no sonó [el teléfono de la joven fue sustraído durante el crimen, junto a un portátil y una tableta]. Así que me dirigí a la habitación de mis padres…», ha tenido que parar un momento para juntar fuerzas. «Estaba todo revuelto. Mi habitación, también. Cuando iba a salir de ahí, me giré y vi una mano». Tras una nueva pausa, ha explicado que se trataba de su sobrina. «Ya no podía más, salí corriendo del piso».

Claveguera ha asegurado que llamó a Cuartero, con el que mantuvo una relación durante 10 años, porque era el número más reciente que tenía en el registro de su móvil: «Me había llamado a las cinco de la tarde para preguntarme si ya estaba en casa». Pero ha negado que ella le buscara: «Las veces que le he llamado era porque él me había enviado antes un correo o un mensaje». Ha afirmado que se sentía «agobiada», «controlada» y «acosada» por su exnovio y que, en ocasiones, llegó a tener relaciones sexuales con él «para quitárselo de encima».

Después del asesinato de sus familiares, acudió al Punto de Información y Atención a las Mujeres (PIAD) en busca de «ayuda para acabar con la insistencia» de su expareja. Ha relatado algunos episodios de acoso por parte de Cuartero, como cuando lo encontró una mañana en su portal. «Me dijo que había dormido en la escalera porque necesitaba estar cerca de mí». Según su versión, se ofreció a llevarla en su coche y, en el camino, sacó una factura de teléfono «toda subrayada» para exigirle que le explicara quién era el José con el que había hablado durante 20 minutos. «Revisé mi móvil y era mi padre», ha contado entre lágrimas. «Le dije: «Por favor, ¡déjame tranquila!»».

Claveguera ha afirmado que se enteró de que llevaba un GPS en su coche porque se lo dijeron los Mossos d’Esquadra. Y que vivió con miedo y ansiedad los días en los que recibía mensajes de un supuesto sicario, que según ha dicho, dejaron de llegarle después de la detención de Cuartero.

Una vez finalizada su declaración, Claveguera se ha retirado y Cuartero ha regresado a la sala para estar presente en el testimonio de una amiga de esta, de la asistenta social que atendió a la familia y de la médica de cabecera que compartía con su exnovia. Esta última ha dicho que fue ella la que aconsejó a Claveguera que pidiera ayuda al PIAD y ha ratificado sus notas en el historial médico de Cuartero, donde escribió que mostraba un alto riesgo de suicidarse y autolesionarse.

«La broma o la ironía era la única forma de aguantar todo esto»

S. G.

Mònica Claveguera ha rechazado este martes en la Audiencia de Barcelona la serie de acusaciones que Alejandro Cuartero lanzó en su contra el pasado lunes, durante su declaración ante el juez como imputado por tres delitos de asesinato, uno de violencia psíquica habitual y otro de robo con violencia. Ha negado que estuviera metida en negocios de drogas, ni que tuviera problemas de dinero. «Álex [Cuartero] me hizo ingresos porque yo salí de su casa como pude y quedó toda una situación económica pendiente», ha afirmado.

Claveguera ha admitido, sin embargo, que en un determinado momento se llamó a sí misma asesina: «Cada vez que veía a Álex teníamos conversaciones surrealistas. Me decía que los vecinos sospechaban que las culpables éramos las hermanas, que la gente hablaba, que la prensa… Y le dije: «¿Qué crees, que soy yo la asesina?»». También ha reconocido que le dijo a su exnovio que iría a un plató de televisión y se haría rica. «Aunque no lo crea, esta situación me ha rebasado tanto que la broma o la ironía eran la única forma de aguantar todo esto», ha respondido al abogado defensor.

Ha afirmado que rompió con Cuartero porque él le exigía que le dedicase más tiempo a él y menos a su familia. Ha dicho que su exnovio estaba celoso de su sobrina, con la que se llevaba mal. La asistenta social ha confirmado que el hombre y la adolescente se enfrentaban con frecuencia: «Andrea [la menor] decía que era un hijo de puta».


Declarado culpable por unanimidad el triple homicida de la Sagrada Familia

Jesús García – Elpais.com

27 de marzo de 2014

Alejandro Cuartero mató a golpes a sus víctimas «sin que estas pudieran defenderse».

Alejandro Cuartero baja la mirada y niega con la cabeza mientras el portavoz del jurado popular repite: «Culpable por unanimidad». Cuartero ya conoce el destino que le espera durante los próximos años: la cárcel. Aprieta la mandíbula y las venas se le marcan en la sien. Luce un jersey sobrio y oscuro y en la frente sostiene unas gafas que cuelgan mediante un cordoncillo negro.

La sangre de una de las víctimas del triple crimen de la Sagrada Familia se halló, precisamente, en el cordón de unas gafas parecidas. Y fue una de las pruebas que llevó ayer al jurado popular a declarar culpable a Cuartero -con nueve votos a favor y ninguno en contra- de los tres asesinatos ocurridos la mañana del 27 de enero de 2012 en un piso de la calle Sardenya.

Los nueve ciudadanos que en las últimas dos semanas han juzgado a Cuartero llegaron a idéntica conclusión: él fue el hombre que mató a tres miembros de la misma familia para vengarse de su expareja, Mónica C., a la que persiguió y amenazó cuando esta decidió poner fin a la relación. Las víctimas son los padres de Mónica C. -un matrimonio octogenario- y su sobrina adolescente, que vivía con ellos. Cuartero irrumpió en el piso y les mató tras golpearles «reiteradamente con un martillo».

El jurado ve probado, además, que el hombre les atacó sin que tuvieran opciones de defenderse -lo que penalmente equivale a un delito de asesinato con alevosía-, pero solo aprecia que causó un «gran sufrimiento» (alevosía) a la menor, Andrea.

«¡Cabrón de mierda, asesino!», gritó, hundida entre lágrimas, una amiga de Andrea cuando el magistrado dio por finalizado el juicio. En el rostro de Cuartero, las lágrimas solo habían aparecido cuando algunos testigos recordaron los buenos momentos de su relación con Mónica C. Cuando los forenses detallaron el dolor de las víctimas, o cuando los mossos explicaron las circunstancias de los crímenes, permaneció, sin embargo, frío e impasible.

De acuerdo con el veredicto de culpabilidad, el magistrado deberá fijar la pena en la sentencia. La fiscal y las acusaciones particulares pidieron que se le condenara a 66 años y medio de cárcel por los tres crímenes y por violencia psíquica contra Mónica C.

El jurado ve probado que la sometía a seguimientos, le revisaba las facturas y le enviaba mensajes amenazantes. La mujer no quiso retomar la relación y él decidió matar a sus seres queridos. Cuartero solo fue declarado inocente, por falta de pruebas, de un delito: haber robado un teléfono, un portátil y una tablet tras cometer los crímenes.


Condenado a 59 años de cárcel el triple asesino de la Sagrada Familia

Rebeca Carranco – Elpais.com

11 de abril de 2014

Había pocas pruebas directas y muchas indirectas, pero ha sido suficiente para declararle culpable. La Audiencia Provincial de Barcelona condenó ayer a 59 años de cárcel a Alejandro Cuartero, por el triple asesinato con alevosía de dos ancianos y de su nieta de 16 años, el 27 de enero de 2012. El tribunal responde así a la decisión del jurado popular, que consideró culpable a Cuartero de los crímenes, el 27 de marzo.

La sentencia considera que el asesinato de las tres personas es el «punto final» de la situación de «acoso» a la que sometió a su expareja, Mónica Claveguera, que es hija y tía, respectivamente de las víctimas.

Ambos mantuvieron una relación de años y desde que habían roto, en junio de 2011, Cuartero había entrado en una espiral obsesiva, controlando, persiguiendo y acosando a la que fue su pareja. Por ello le condenan además por un delito de «violencia psíquica». «Las muertes de los familiares de Mónica Claveguera se han revelado como la culminación de la obsesión del acusado».

La sentencia detalla las distintas pruebas en las que se basó el jurado para tomar su decisión. La definitiva es la sangre que hallaron en el cordón de las gafas del ahora condenado, que correspondía a la menor.

También tuvieron en cuenta las grabaciones de las cámaras de seguridad en las inmediaciones de la Sagrada Familia, cerca de la calle de Sardenya, donde se produjo el crimen. Estas captaron a las 8.05, poco antes de que se cometiera el crimen, un Mercedes blanco, igual al de Cuartero, que aparcó en una zona de carga y descarga, que se volvió a marchar a las 9.35.

Otra de las pruebas básicas que sirvieron para condenar a Cuartero fueron los mensajes que diseñó y que envió a su expareja, haciéndose pasar por unos sicarios. En estos escritos, le reclamaba a Mónica un supuesto pago porque había una víctima de más en la casa que no esperaba, la menor.

Los Mossos confirmaron a través de los seguimientos y la geolocalización que Cuartero siempre estaba en el radio desde el que se enviaban esos mensajes, y que manipulaba dos móviles. Además, en uno de estos los supuestos sicarios aportaron un detalle que no había trascendido: una lámpara que se cayó en el domicilio y que debido a la sangre provocó un cortocircuito y lo dejó todo a oscuras en el momento del crimen. Solo quien lo cometió podía saberlo.

También hallaron en el coche de Cuartero un martillo que por su forma coincidía, según los forenses, con el arma que mató a las tres víctimas. El condenado deberá indemnizar con 340.000 a los familiares de las víctimas.


Encuentros con un triple asesino

Rebeca Carranco – Elpais.com

9 de enero de 2016

«¿Conoce usted a este hombre?», me preguntó el magistrado Fernando Valle. Al mirarle, Cuartero sonrió y asintió. Fue condenado a 59 años de prisión.

Según el libro de estilo de este diario, tus problemas como periodista son tuyos. A usted, lector, le da igual si el alcalde ha decidido no coger tus llamadas, si tu policía de confianza sigue enfadado o si esa madrugada el jefe de prensa tiene el móvil apagado. En la noticia le servimos la información que sabemos, no le contamos cuánto nos ha costado ni cómo la hemos conseguido… ¿Pero en la crónica? ¿Qué no está permitido en la crónica?

La cita llegó rápido, mucho más de lo que hubiese pensado. Para entonces aún no sabía que se trataba de un triple asesino. Solo había recibido un mail desde una cuenta desconocida que decía: mira el perfil de Facebook de Alejandro Cuartero.

Al hacerlo, descubrí varias fotos de la tía de la adolescente de 16 años y la pareja de ancianos, de 87 y 88 años, que habían muerto a golpes en un piso, al lado de la Sagrada Familia, un día antes. Por los comentarios de las fotos, se deducía que Cuartero había mantenido una relación sentimental con esa mujer, Mónica, que ella le había dejado, y que él vivía en el desconsuelo desde entonces.

Mi mensaje era escueto, le proponía hablar con él sobre los asesinatos, y le dejaba mi teléfono. Hice lo mismo con Mónica. Normalmente, los afectados no suelen contestar, pero Álex llamó, y me citó en una cafetería en la Avenida de Tibidabo. Yo me llevé a una periodista y amiga, que se sentó a dos mesas de nosotros. Ya entonces nos parecía todo raro.

Álex llegó puntual, con su sombrero de cowboy, unos pantalones de cuero negros y unas botas de piel de serpiente. Tenía una leve cojera. Amable, y aparentemente sereno, se pidió un Cacaolat, que se bebió con pajita y empezó a hablar, durante más de una hora.

«Estoy deshecho, llevo ya un año deshecho…». Es el tiempo que hacía que Mónica había roto con él. Se habían conocido hacía unos 10 años, a través de un anuncio en un diario. «La vi y pensé, me voy a enamorar y voy a sufrir». Juntos empezaron una relación, hasta que en San Juan de 2011 ella le dejó. «Con una carta», enfatizaba, y justo después de que le operasen de un tumor cerebral. Pero siguieron viéndose.

Tanto es así que a la primera persona a la que llamó Mónica cuando encontró los cadáveres de sus padres y su sobrina fue a él. «Vente corriendo a casa, que están todos muertos, me dijo. Y primero dices: ¿he oído bien? ¿qué dices? ¿Que venga corriendo a casa porque están todos muertos?». Pero al llegar al piso, la frialdad de Mónica, insistía, le descolocó. «Conociéndola, que pasaba una mosca y se desmayaba, cojones. ¿Y has encontrado a toda tu familia muerta y te quedas tan pancha?».

Y así empezó a desgranar su teoría: las muertes beneficiaban a Mónica, porque se quitaba la carga de cuidarles, y cobraba un supuesto seguro. «Ahora se ha sacado la máscara y veo cómo es», decía, señalándola. Pero al segundo se desdecía: «Te vas a reír, pero la echo mucho de menos. No quiero creérmelo, lo he puesto aparte, para mí eso es una película».

A los pocos días, Álex me volvió a llamar, tenía algo que enseñarme. Nos citamos en la misma zona, rodeados de policías de paisano que seguían sus pasos. Álex me mostró tres mensajes manuscritos. Aseguró que los había apuntado del móvil de Mónica, que le había cogido en un descuido. «Rubia, el bonus era por dos y salieron tres. Nos debes guita. Pásate por donde sabes y cerramos business. Hazlo y te damos llave del piso». Intentaba convencerme de que ella había encargado el crimen a unos sicarios sudamericanos. También intentó que el juez y los Mossos, a los que envió notas anónimas, creyesen esa versión.

Aún vería dos veces más a Álex. Una fue el 24 de febrero, pasadas las diez de la noche, cuando el equipo de homicidios le detuvo en su casa, donde vivía con su anciana madre, por los tres asesinatos. Al día siguiente, desde prisión, me llamó: «He encontrado tu tarjeta con tu teléfono, es lo único que tenía al entrar aquí. Yo no he sido».

La siguiente ocasión fue el 13 de marzo, en el juicio, donde tuve que declarar como testigo. «¿Conoce usted a este hombre?», me preguntó el magistrado Fernando Valle. Al mirarle, Cuartero sonrió y asintió. Fue condenado a 59 años de prisión. Desde su ruptura con Mónica, la espió, le puso un GPS en el coche, la amenazó con suicidarse, e incluso le dijo que la vigilaba desde una cámara cercana. La tesis policial es que mató a su familia, con una brutalidad estremecedora, para vengarse.

Hace cuatro años de los crímenes. En noviembre del 2014, Cuartero murió de cáncer en prisión. Un mes antes intentó, una vez más, comunicarse con Mónica. Le escribió una carta, donde la insultaba, pero también le pedía un mechón de cabellos para recordarla.

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