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Día: 3 noviembre, 2017

  • El misterioso crimen de Lisvette, de 16 años, en el barrio dominicano de Madrid

    El misterioso crimen de Lisvette
    03/11/2017

    El misterioso crimen de Lisvette.

    Vivía con su familia y un hombre de unos 40 años que tenía una habitación alquilada. Este se encontraba en la casa cuando se cometió el crimen, aunque no escuchó nada. La joven lo había dejado hacía poco con su novio. Una vecina vio que alguien salía corriendo de la vivienda.

    -Bebe un poco de agua, mujer. Bebe un poco, un traguito. Para aguantar.

    3 de la tarde del jueves en el 58 de la calle Panizo, en el barrio madrileño de Tetuán. Hay una ventana abierta, la de la casa situada en el bajo A, desde la que sale el llanto y la rabia. Desde fuera se escuchan lloros, se ven abrazos y los ánimos que unos se dan a los otros. Desde dentro, los familiares de Lisvette, dominicana, 16 años, llevan toda la mañana tratando de mitigar, inútilmente, el dolor de la pérdida.

    En la tarde anterior, la del miércoles, a la joven se la encontraron muerta en casa. Estaba desnuda sobre la cama de su habitación. Sus padres no lo sabían, pero la joven había muerto de un fuerte golpe en la cabeza ante el cual nadie pudo hacer nada por su vida.

    Para mantener la mente ocupada, algunos cocinan algo para todos los que han ido a interesarse por la familia. Incluso para los periodistas que están en la puerta de la calle. Otros, pegan caladas rápidas a sus cigarrillos. Cada uno enfrenta la muerte como puede o como le sale.

    Los que eran compañeros y amigos de la joven en el instituto hunden la cabeza entre los brazos sentados en el rellano que conduce a la vivienda. Algunos acuden al lugar acompañados de sus padres. Están consternados. No dicen una palabra en toda la tarde.

    El crimen mantiene estos días al barrio en una absoluta conmoción. Tetuán es conocido, de algún modo, como la pequeña República Dominicana debido a la amplia cantidad de vecinos del país caribeño en sus calles. Todos la conocían. «Es una pena enorme. Era una chica buena, tranquila, que no se metía nunca en ningún lío», relata una vecina que conoce a la familia.

  • Lilibet, la médico cubana estrangulada y envuelta en una alfombra por su marido

    Médico cubana estrangulada
    03/11/2017

    Médico cubana estrangulada.

    La joven trabajaba en una gasolinera a la espera de que le homologasen el título de Medicina. Tenía un hijo de seis años junto al asesino, quien planeó la fuga tras contar el crimen a un conocido. Fue detenido en el aeropuerto.

    Lilibet Hernández Rodríguez no llegó a cumplir los 28 años. Horas antes de su cumpleaños, su marido la estranguló, envolvió su cadáver en una alfombra, la escondió dentro de un armario del domicilio que compartían en Arona (Tenerife) y huyó.

    Lilibet, Lili, como la conocían sus seres queridos, había nacido en Holguín (Cuba) el 1 de noviembre de 1989. En esta ciudad caribeña, a poco más de cien kilómetros de Santiago de Cuba, la joven había pasado su infancia junto a su madre y sus hermanas.

    Holguín es conocida por ser una de las capitales del servicio sanitario cubano. Fue allí donde Lilibet se licenció, con 23 años, en Medicina. Justo antes de emigrar a España junto a gran parte de su familia materna, que era de origen español. «Es una chica muy estudiosa, muy profesional», cuentan sus conocidos a EL ESPAÑOL.

    Esta joven médico era «una mujer maravillosa, siempre alegre, siempre sonriente», según una antigua vecina en Cuba. En el barrio todo el mundo conocía su desparpajo, su amabilidad y su sonrisa. También en el barrio tinerfeño de El Fraile, en Arona, donde residía junto a su familia desde que se mudó.

    Lili trabajaba en una conocida gasolinera de la isla de Tenerife a escasos quince minutos de su domicilio en coche. Es un establecimiento grande, con una cafetería separada de la zona de repostaje. Allí se encargaba de atender a los clientes como camarera.

    A José Antonio P.B., su marido y presunto asesino, lo conoció en Holguín. También era cubano, pero diecisiete años mayor. Él llevaba un escaso mes en Tenerife, tras acogerse a un programa de reagrupamiento familiar. Ahora vivían los dos junto a su hijo de seis años en una vivienda de alquiler en el número 52 de la calle Tenerife de Arona. Ella era feliz en Canarias. Él, en cambio, no tanto.

    Era muy celoso: vigilaba a Lilibet y discutían con asiduidad, según fuentes cercanas a la investigación consultadas por este periódico. No constaban antecedentes de violencia ni denuncias previas.