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Día: 17 octubre, 2017

  • El misterioso asesinato del ‘Rey de la Cerveza’

    Asesinato del 'Rey de la Cerveza'
    17/10/2017

    Asesinato del ‘Rey de la Cerveza’

    Un alemán murió en 1997 de dos tiros en la nuca junto a su hijo de ocho años y una empleada.

    Pasarían algunos minutos de las doce. Aquella noche de noviembre había caído apacible sobre la isla. De la borrasca del día anterior quedaba la huella de la tierra mojada. Y el aroma a tormenta ya vencida. No llovía ni había previsión de que lo hiciera.

    El dueño de la casa, un chalé de tres pisos, veía la televisión en el salón de la planta baja. Arriba, en su dormitorio, dormía su hijo de ocho años. A unos metros de distancia, en la finca de al lado, en el interior de un edificio dedicado a la cría de aves exóticas, una joven iniciaba su turno de trabajo: debía vigilar las incubadoras.

    Su última anotación en el libro de incidencias databa de las once y media. La noche avanzaba perezosa hacia la madrugada y sin embargo se estaba perfilando el escenario de un triple crimen. ¿Quién moriría primero? Y ¿por qué?

    Ambas fincas estaban comunicadas porque pertenecían a una misma persona: Manfred Meisel. Unos desconocidos entraron en el inmueble anexo y desde ahí pasaron al chalé por una ventana de la cocina. Cada una de las tres personas presentes en ambos edificios a esas horas de la noche del 11 de noviembre de 1997 murió de la misma manera: de dos tiros en la cabeza. Los asesinos repartieron las seis balas equitativamente. Y las seis procedían de una misma pistola de pequeño calibre.

    A la mañana siguiente, un empleado llamó asustado a la policía. Había entrado a trabajar y se encontró dos cadáveres en la sala de incubadoras, el de una mujer y el de un hombre. Ambos estaban tendidos en el suelo, rodeados de un charco de sangre. Al lado, un almohadón con cuatro agujeros: los asesinos lo habían usado para amortiguar el sonido de los disparos.

    La policía encontró algo más al revisar el escenario: en el dormitorio, yacía muerto sobre la cama un niño de ocho años. Como en el caso de las otras dos víctimas, fue suficiente con dos tiros en la cabeza.